Museo de Leรณn 15 de septiembre - 13 de noviembre de 2016
Un diรกlogo con la pintura, la tradiciรณn y la vanguardia
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Bajo el signo de Picasso. Vanguardias e influencias El título de esta exposición pone el foco de atención en la figura indiscutible de Pablo Picasso (Málaga, 1881 – Mougins, Francia, 1973). No cabe duda de que ningún otro artista como él representa tan certeramente lo que fue el arte del siglo xx y, aún en la actualidad, su presencia sigue siendo determinante para todos aquellos artistas que en cualquier momento deciden establecer un diálogo con la pintura, la historia, la tradición o la vanguardia. Picasso es, a todos los efectos, un clásico.
Le Peintre et son modèle I (1963), obra incluida en esta exposición, es el trabajo de un autor entonces ya octogenario y sorprende aún hoy en día la agilidad en el trazo, la viveza de los colores y el poder de la pintura como signo. Las formas esenciales definen una pintura que podría ponerse perfectamente en paralelo con algunas de las propuestas triunfantes de la época como Willem de Kooning o Francis Bacon. Esta es, desde luego, una de las grandes joyas de esta exposición y forma parte de una serie que Picasso retomó en numerosas ocasiones y en momentos muy distintos de su carrera.
En el contexto del arte de las primeras décadas del siglo pasado, Picasso se presenta como la figura del héroe que abre el camino hacia una forma de representación en la pintura que, desde el Renacimiento, venía determinada por el uso de la perspectiva lineal. Su nombre es sinónimo de modernidad, y el cubismo es, sin duda, el término de moda en los albores del arte de vanguardia. Sin embargo, es evidente que esa nueva vía en la representación no es producto de una sola persona; sería una visión reduccionista e ingenua darle el papel de único protagonista a un solo actor. Antes que Picasso ya Cézanne y los impresionistas habían abierto vías en el hasta entonces anquilosado mundo del arte, e incluso antes que estos, otros artistas ya habían optado por nuevas formas en la representación desde ópticas absolutamente particulares y en casos extremos frente al uso establecido: Turner, Goya, Velázquez, Rembrandt o el Greco son nombres que en su momento supusieron una nueva visión respecto a las formas y a los usos establecidos.
Uno de los puntos de atención de esta muestra son las confluencias que se establecen tomando como base el referente picassiano. En este sentido, tenemos que hacer mención de una obra del maestro canario Óscar Domínguez (San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1906 – París, 1957) en donde, como Picasso, trata el tema del pintor y la modelo. Si bien la obra de Óscar Domínguez se enmarca generalmente en el ámbito del surrealismo, esta obra es claramente deudora del lenguaje picassiano y recurre a formas y a una composición propia del lenguaje postcubista.
Picasso es un clásico a la manera de esos grandes genios de la historia de la pintura y ejercerá su papel como árbitro de la plástica de forma contundente al menos hasta la primera mitad del siglo XX. Ya al final de su carrera su obra se podría poner en paralelo a la de nuevos autores que protagonizan una vuelta a la pintura, después de varias décadas en las que el mundo del arte fue dominado por las propuestas conceptuales y por el Minimal Art.
Del mismo Óscar Domínguez se incluyen en esta muestra otras dos obras maestras de gran relevancia en la Colección ABANCA y en la propia producción del artista: Piano (1933) y la fundamental El drago (1933), que recoge todos esos elementos tan característicos del autor canario. El signo de Picasso, al que se hace referencia en el título –también podríamos decir su huella– nos sirve como punto de partida para establecer una narración que contiene cerca de cuarenta obras maestras procedentes de la Colección ABANCA y que nos permitirá disponer de una visión amplia de uno de los momentos más apasionantes de la historia del arte contemporáneo: las vanguardias artísticas. Cada pieza y cada autor es un relato de esa historia. Junto a estos nombres universales, presentamos 5
a otro grupo de artistas que aunque no formaron parte de ese núcleo central a nivel internacional, sí recogieron ese legado y esas influencias, segunda palabra importante en el enunciado de nuestra muestra. Del autor malagueño se incluyen en esta exposición cuatro ejemplos pertenecientes a distintos momentos de su evolución artística. Quatre femmes (1901) es un pequeño dibujo a lápiz azul sobre papel que se corresponde con el primer viaje de Picasso a París. Esta obra es un perfecto ejemplo de la impresión que sobre el joven Picasso ejerce la capital francesa recién inaugurado el siglo XX. Allí visitará el Louvre por primera vez y tendrá contacto directo con las obras de los maestros impresionistas y Cézanne, entre otros. En esta obra Picasso traza de manera ágil un boceto en el que vemos a cuatro mujeres vistiéndose en un ambiente de cabaret o burdel. En un primer momento esto nos puede recordar a Toulouse-Lautrec, pero quizás la influencia más evidente en lo pictórico sea la obra de Degas. En cualquier caso, como es sabido, estas son solo influencias y momentos que Picasso recoge brevemente hasta llegar a sus propias conclusiones como artista, que empezarían en este año de 1901 con su primer estilo ampliamente reconocido: el período azul. Podríamos hacer una lectura más original de este dibujo, quizás viéndolo como una secuencia en la que distinguimos la misma figura en cuatro momentos en ese acto de vestirse. Hay que tener en cuenta que solo hacía seis años que el cine se había presentado por primera vez en París y, aunque el título de la obra parece orientarnos a la primera opción, esta escena anecdótica comparte con lo cinematográfico cierta idea de movimiento. La modernidad, en cualquier caso, es lo que define esta obra y, como tal, marca el inicio de la exposición. Picasso y el cubismo El mundo se puede construir y revelar de distintas formas: el paisaje, la naturaleza, las cosas creadas por el hombre. Todo ello se organiza en función del 6
espíritu de una época. El paisajismo nos sirve como ejemplo perfecto para seguir estas tendencias y estos gustos a lo largo de la historia. Resulta esclarecedor comparar modelos racionalistas, al estilo de Versalles, con propuestas como el tradicional jardín inglés en el que la naturaleza parece imponerse sobre la presencia humana. Pero el punto de vista –como veremos en el mundo de la pintura– quedó prácticamente establecido desde los tiempos de Giotto (1267 – 1336) y ya de forma definitiva a partir de obras como La Trinidad de Masaccio (1401 – 1428). Desde ese momento y hasta el surgimiento del cubismo a principios del siglo XX, el arte de la representación pictórica sufrirá innumerables aportaciones. No obstante, estas no serán trascendentales en la cuestión fundamental del punto de vista y en la forma de plasmar la realidad tridimensional en el plano bidimensional. A partir de ahí, el romper el plano o el salirse de las dos dimensiones a las tres en la pintura –a la manera de un Burri o un Millares– y el incluir elementos externos al cuadro (collage) no dejan de ser derivaciones lógicas de esa brecha que supuso el cubismo con respecto a lo anterior. Es por eso, entre otras cosas, por lo que la figura de Pablo Picasso –como máximo representante del cubismo– alcanzará un valor y una trascendencia universal. En todo caso no sería del todo correcto hablar de ruptura sino de otra forma de interpretar la realidad. Como nos relata Claudio Magris en El Danubio (1988), “[…]la destrucción es una arquitectura, una deconstrucción que obedece a reglas y cálculos, un arte de descomponer y recomponer, o sea de crear otro orden[…]”. Ese otro orden es lo que significa, en parte, el cubismo en el ámbito de la historia del arte, y para ello ha de vestirse de un cuerpo teórico y de un fundamento que apoye ese nuevo orden. En la muestra reunimos a los tres grandes nombres del grupo cubista: Picasso, Georges Braque (Argenteuilsur-Seine, Francia, 1882 – París, 1963) y Juan Gris (Madrid, 1887 – Boulogne-sur-Seine, Francia, 1927) y junto a ellos la obra de aquellos autores
estrechamente relacionados con esta primera época de desarrollo del estilo cubista, como Fernand Léger (Argentan, 1881 – Gif-sur-Yvette, Francia, 1955), Jean Metzinger (Nantes, Francia, 1883 – París, 1956) y María Blanchard (Santander, 1881 – París, 1932). De María Blanchard presentamos tres obras. Composición cubista con botella (ca. 1918) es una obra temprana en la que se entiende la adopción del lenguaje cubista más puro. Cuenta con todos los componentes propios del estilo,tanto en la forma como en el contenido. Las otras dos obras de la autora, Les deux soeurs (1921) y L’ivrogne (1923), son dos lienzos típicos de Blanchard en las que vemos como la artista asume ciertas formas heredadas del cubismo pero ya asimiladas y aplicadas a su personalidad y a su pintura. Es en obras como estas en donde vemos como la influencia del cubismo en la pintura deriva en la asunción de ciertos elementos que afectan principalmente al color y al plano, sin perder, como en este caso, la referencia al modelo y el uso del punto de vista tradicional en la representación. Del mismo modo, Fernand Léger –la otra gran figura de la pintura cubista– está presente en esta muestra con un lienzo absolutamente representativo. Composition sur fond bleu (Le Cordage) (1935) recoge todos esos elementos propios del autor, en un momento en el que libera los objetos (como los nudos y cordajes tan característicos) en el espacio del lienzo, a modo de elementos flotantes. Paquet de tabac et verre (1922) de Pablo Picasso, Verre et raisins (1930) de Georges Braque y Le Raisin noir (1923) de Juan Gris son tres bodegones de los años veinte y treinta que nos permiten realizar un estudio de como el cubismo evoluciona hacia un clasicismo de género. Los tres autores nos ofrecen una temática similar, una clásica vista de bodegón con los elementos habituales en este tipo de obras y que en el caso de Braque y Gris tienen la particularidad de recurrir a las uvas como elemento principal. Se trata de unos racimos de uvas que aluden –como es sabido– a temas y elementos clásicos en la pintura desde la antigüedad.
Picasso es, en este caso, más arriesgado formalmente que sus dos compañeros de viaje. Así el bodegón evoluciona hasta formas sintéticas en las que los objetos parecen transmutarse en figuras humanas. Probablemente, una de las obras más relevantes de la exposición y de la propia Colección ABANCA es el lienzo Profil à la fenêtre (1934) de Pablo Picasso. Se trata de un retrato de Marie-Thérèse Walter, a quien Picasso había conocido en 1927 cuando la joven tenía 17 años. En el momento de realizar esta obra, su relación sentimental se podría definir como clandestina, ya que Picasso todavía estaba casado con la bailarina Olga Khokhlova. Desde luego, en pocos artistas como en Picasso la relación entre vida privada y obra es tan intensa e inseparable, y esas relaciones y esos estados de ánimo nos sirven como guía para el estudio de su obra. En concreto, este lienzo fue pintado el 18 de julio de 1934. Así figura en la parte superior izquierda del cuadro, firmado casi de forma salvaje y apurada por el autor. Destaca el uso de una paleta intensa y colorista. Existen otras tres obras pintadas por Picasso entre el 12 y el 18 de julio –actualmente en distintas colecciones privadas internacionales– en las que Picasso realiza el mismo motivo: un retrato en perfil de su amante y en las que utiliza exactamente la misma paleta de colores con la presencia determinante de ese rosa que domina la obra. Pero la principal diferencia de este retrato de la Colección ABANCA con los otros retratos existentes es que en aquellos las formas de la modelo son curvas y redondeadas –como en la mayor parte de retratos y dibujos que Picasso realiza de Marie-Thérèse–, pero en esta obra las formas de la modelo se tornan en algún caso en vértices afilados y agudos. Dibuja una figura que nos podría recordar la de un pájaro enjaulado, lo que sería realmente una metáfora de su relación en ese momento. Esa lectura es posible, pero sin duda más interesante es ponerla en relación con la escultura de Julio González (Barcelona, 1876 – París, 1942) Tête dite “Le Tunnel” (ca. 1932/33) que incluimos en la muestra. Esta 7
escultura es una pieza fundamental de la Colección ABANCA; forma parte de la serie de cabezas realizadas por Julio González entre 1931 y 1942. En esta pieza el escultor llega al máximo nivel de esquematización tras la realización de una serie de cabezas en las que todavía eran apreciables determinadas formas naturales o figurativas. En este punto de su obra, la tensión entre el vacío, el hueco y los planos es el elemento que conforma la pieza. Picasso y Julio González trabajaron juntos entre 1928 y 1931 y esta relación fue realmente fructífera para ambos. La presencia de estas dos obras en la exposición es un pequeño homenaje a ese momento trascendental. Influencias y vanguardias Cuando habitualmente se habla de los artistas españoles en París es necesario diferenciar dos grupos: por una parte, los ya citados Juan Gris y María Blanchard, que llegan a la capital francesa en 1906 y 1909 respectivamente, y, por otra parte, lo que se conoce como Escuela Española de París, entre los que se incluyen a Manuel Ángeles Ortiz (Jaén, 1895 – París, 1984) , Francisco Bores (Madrid, 1898 – París, 1992), Hernando Viñes (París, 1904 – 1993) y Antoni Clavé (Barcelona, 1913 – Saint-Tropez, Francia, 2005). Mención especial merece en este caso Guitare (1926) de Manuel Ángeles Ortiz, como un reflejo de la admiración de Ortiz hacia las nuevas formas cubistas imperantes y, a la vez, hacia una temática musical bien conocida por él, ya que, como es sabido, era buen amigo del compositor español de fama universal Manuel de Falla. No es esta la única guitarra presente en la exposición, o más correctamente el único instrumento de cuerda. Así contamos también con Mandolina (1959) de Luis Caruncho (A Coruña, 1929). La obra de Caruncho se inscribe en el marco de aquellos artistas que elaboraron su discurso a partir de la influencia de los primeros autores de vanguardia; en este caso se lleva a cabo desde un estilo o un punto de vista dominado por las formas puras y geométricas. 8
Si se trata de lenguaje estructurado y constructivo, debemos destacar la obra del uruguayo Joaquín Torres García (Montevideo, Uruguay, 1874 – 1949). La Colección ABANCA posee dos obras relevantes del autor: Port constructif au drapeau jaune (1929) y Montevideo siglo XX (1946). Torres García nos lleva más allá de los focos artísticos vistos hasta la fecha (París y Barcelona fundamentalmente) para situarnos en la órbita americana. Su campo de actuación va mucho más allá del foco picassiano, y ya en estas primeras décadas del siglo había viajado a New York, que acabará siendo su residencia definitiva. Sin duda es el autor más cosmopolita y uno de los artistas que mejor sintetiza y asimila las formas heredadas de la revolución cubista a su lenguaje personal constructivista. Cuando hablamos de internacionalización y asimilación de las formas de vanguardia surge el nombre de otros autores que han tomado esas formas como seña de identidad, pero que al mismo tiempo las han adaptado a sus intereses y sus convicciones como artistas más allá de lo puramente formal. Luis Seoane (Buenos Aires, 1910 – A Coruña, 1979) es una de las figuras más relevantes de la plástica gallega. Es un ejemplo de modernidad en su época frente a la obra de otros autores coetáneos más centrados en una estética y unas maneras costumbristas. Su obra está ampliamente representada en la Colección ABANCA y para esta ocasión hemos seleccionado dos ejemplos que parten de esa adaptación del cubismo a un nuevo y renovador lenguaje de la pintura. Ambas obras nos recuerdan tanto al Picasso más sintético como a Léger, en especial por esa descomposición y separación de los planos de color de los elementos lineales que definen ambos retratos. La presencia de Luis Seoane en esta exposición pretende valorar y acercarse a uno de los autores que mejor supo entender y adaptar la herencia e influencia de la pintura moderna con la obra del propio Picasso
a la que remite en algún caso. En el ámbito de la pintura gallega, desde luego, su obra –que incluye no solo pintura, sino también diseño, cartelismo y una incomparable labor editorial– es un ejemplo de continua y renovada actualidad; una carrera que, por otra parte, tendrá que desarrollar en su mayor parte desde el exilio americano. Otra gallega universal es Maruja Mallo (Viveiro, Lugo, 1902 – Madrid, 1995), que también merece un papel destacado en la narración de esta exposición. Estrella de mar (1952) es un buen ejemplo de ese interés de la artista en las composiciones que nos remiten a formas geométricas y organizadas en función de una ordenación matemática a la que tantas veces recurría la autora. Wifredo Lam (Sagua la Grande, Cuba, 1902 – París, 1982) y Matta (Santiago de Chile, 1911 – Civitavecchia, Italia, 2002), al igual que Maruja Mallo o Luis Seoane, son autores que nos sitúan más allá del foco europeo. En su producción confluyen elementos propios de sus raíces americanas y son, desde luego, un soplo de aire fresco en este contexto pictórico. Joan Miró (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983) y Salvador Dalí (Figueras, Girona, 1904 – 1989) son a todos los efectos los otros dos grandes nombres del arte español del siglo XX. En el caso de Dalí nos interesa destacar que las dos obras incluidas en la exposición, Cour ouest de l'ille des morts-obsession reconstitutive d’après Böcklin (1934) y Les roses sanglantes (1930), son dos lienzos del que posiblemente es uno de los momentos de mayor interés en toda la producción daliniana: cuando Dalí entra en contacto con el grupo surrealista francés. Presentamos estas obras –que por sí solas y sus influencias darían lugar a otra exposición– como contrapunto a la primera parte de la exposición. Otra vía –el surrealismo– es posible frente a la presencia dominante hasta entonces del cubismo en el arte de vanguardia.
A este bloque de la exposición pertenecen algunas de las obras más relevantes de la muestra, como la ya citada obra de Óscar Domínguez y, principalmente, Vases communicants (1923) de Max Ernst. Se completa el bloque vanguardista con la presencia de varios autores clave, como Giorgio de Chirico (Volos, Grecia, 1888 – Roma, 1978), Marc Chagall (Vítebsk, Rusia, 1887 – Saint-Paul-de-Venice, Francia, 1985) y Vassily Kandinsky (Moscú, 1866 – Neuly-sur-Seine, Francia, 1944). La presencia de Kandinsky, del que presentamos la obra Weisslich (1929), nos lleva a reflexionar sobre la presencia de la música en el arte. El mundo de la música y las artes plásticas tienen un recorrido paralelo en este tiempo como lo tuvieron en el pasado, baste recordar la relación entre la arquitectura barroca y la música. En la obra de Kandinsky la relación musical es parte de su lenguaje. Si esta exposición tuviese una banda sonora posiblemente lo más adecuado sería pensar en obras como El pájaro de fuego (1910) o La consagración de la Primavera (1913) de Ígor Stravinsky (Oranienbaum, actual Lomonósov, 1882 – NuevaYork, 1971). El gran compositor ruso escribió en su Poética musical (1939) unas palabras que resumen perfectamente el valor y el sentido del arte desde un punto de vista universal: “El arte es constructivo por esencia. La revolución implica una ruptura de equilibrio. Quien dice revolución dice caos provisional. Y el arte es lo contrario del caos”. Esa reivindicación del orden –en un momento tan significativo como 1939, a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial– tiene mucho que ver con la lectura que podemos hacer del arte de vanguardia en esta exposición. Como cierre de la exposición proponemos un guiño al arte actual y así mostramos tres obras que servirían de posible enlace y continuidad con otra parte relevante de la Colección ABANCA. Es esta una colección fundamentalmente centrada en el arte contemporáneo español e internacional. Además de la 9
presencia completa de los nombres más destacados del arte gallego del siglo XX, estas obras buscan mostrar la línea de continuidad entre la vanguardia y el arte actual. Las pipas (1981) del Equipo Crónica es una obra que revisa esta vanguardia desde una óptica cercana al pop y al diseño y Cuña y nariz (2004) de Miquel Navarro (Mislata, Valencia, 1945) es una escultura que nos sirve como contrapunto a la obra de Julio González y es deudora de la obra de De Chirico y del propio Picasso. Como cierre de la muestra presentamos un lienzo de gran formato de Eduardo Arroyo (Madrid, 1937): El Museo del descubrimiento de día – El Museo del descubrimiento de noche (1992). La obra de Arroyo –siempre irónica y teatral– es una perfecta introducción a lo que será una segunda parte de esta exposición en la que entrarían aquellos autores españoles más relevantes de la segunda mitad del siglo XX.
Diego Cascón Castro Comisario, Colección ABANCA
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Catรกlogo
Pablo Ruiz Picasso (Mรกlaga, 1881 - Mougins, Francia, 1973) Quatre femmes, 1901 Lรกpiz azul sobre papel, 15,5 x 23,3 cm 13
Pablo Ruiz Picasso (Mรกlaga, 1881 - Mougins, Francia, 1973) Paquet de tabac et verre, 1922 ร leo sobre lienzo, 33,5 x 41,5 cm 14
Georges Braque (Argenteuil-sur-Seine, Francia, 1882 - ParĂs, 1963) Verre et raisins, 1930 Ă“leo sobre lienzo, 24,5 x 33,5 cm 15
Juan Gris (Madrid, 1887 - Boulogne-sur-Seine, Francia, 1927) Le Raisin noir, 1923 Ă“leo sobre lienzo, 27 x 46 cm 16
Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 1881 - Mougins, Francia, 1973)Profil à la fenêtre, 1934 Óleo sobre lienzo, 61 x 50 cm 17
Julio González (Barcelona, 1876 - París, 1942) Tête dite ‘Le Tunnel’, 1932/33 Bronce, 52 x 21,5 x 31 cm 18
Jean Metzinger (Nantes, Francia, 1883 - París, 1956) Nature morte à la pipe, 1919 Óleo sobre lienzo, 27 x 35 cm 19
Fernand LĂŠger (Argentan, 1881 - Gif-sur-Yvette, Francia, 1955) Composition sur fond bleu (Le Cordage), 1935 Ă“leo sobre lienzo, 97 x 130 cm 20
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Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 1881 - Mougins, Francia, 1973) Le Peintre et son modèle I, 1963 Óleo sobre lienzo, 71,1 x 114,5 cm 22
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MARÍA BLANCHARD (Santander, 1881 - París, 1932) Composición cubista con botella, ca. 1918
Óleo sobre lienzo, 65,1 x 46,3 cm 24
MARÍA BLANCHARD (Santander, 1881 – París, 1932) Les deux soeurs, 1921 Óleo sobre lienzo, 117 x 82 cm 25
MARÍA BLANCHARD (Santander, 1881 – París, 1932) L'ivrogne, 1923 Óleo sobre lienzo, 100 x 65 cm 26
Manuel Ángeles Ortiz (Jaén, 1895 - París, 1984) Guitare, 1926 Óleo sobre lienzo, 91,8 x 73 cm 27
JOAQUÍN TORRES GARCÍA (Montevideo, Uruguay, 1874 - 1949) Montevideo siglo XX, 1946 Óleo sobre cartón, 53,1 x 84,5 cm 28
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JOAQUÍN TORRES GARCÍA (Montevideo, Uruguay, 1874 - 1949) Port constructif au drapeau jaune, 1929
Óleo sobre lienzo, 65,5 x 54 cm 30
GIORGIO DE CHIRICO (Volos, Grecia, 1888 – Roma, 1978) Le trouble du thaumaturge, 1926 Óleo sobre lienzo, 79 x 63 cm 31
ÓSCAR DOMÍNGUEZ (San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1906 – París, 1957) Le peintre et son modèle, 1945 Óleo sobre lienzo, 60 x 90 cm 32
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MAX ERNST (Brühl, Alemania, 1891 – París, 1976) Vases communicants, 1923 Óleo sobre lienzo, 81 x 65 cm 34
VASSILY KANDINSKY (Moscú, 1866 – Neully-sur-Seine, Francia, 1944) Weisslich, 1929 Óleo sobre lienzo, 50 x 70,5 cm 35
FRANCISCO BORES (Madrid, 1898 – París, 1972) Soir d'etè, 1966 Óleo sobre lienzo, 146 x 114 cm 36
SALVADOR DALÍ (Figueras, Girona, 1904 - 1989) Cour ouest de l'îlle des morts-obsession reconstitutive d'après Böcklin, 1934
Óleo sobre lienzo, 65,5 x 54,5 cm 37
SALVADOR DALÍ (Figueras, Girona, 1904 - 1989) Les roses sanglantes 1930 Óleo sobre lienzo, 61 x 50 cm 38
ÓSCAR DOMíNGUEZ (San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1906 – París, 1957) Piano, 1933 Óleo sobre lienzo, 28,5 x 46,3 cm 39
ÓSCAR DOMíNGUEZ (San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1906 – París, 1957) El drago, ca 1933 Óleo sobre lienzo, 81,5 x 60,5 cm 40
MATTA (Santiago de Chile, 1911 – Civitavecchia, Italia, 2002) Fleur de Midi, 1956 Óleo sobre lienzo, 99,8 x 80,5 cm 41
WIFREDO LAM (Sagua la Grande, Cuba, 1902 – París, 1982) Composition (Oiseaux dans la nuit), 1969 Óleo sobre lienzo, 81 x 130 cm 42
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MARC CHAGALL (Vítebsk, Rusia, 1887 – Saint-Paul-de-Vence, Francia, 1985) Nature morte avec une vase de coquelicots, ca. 1959 Óleo sobre lienzo, 62 x 62 cm 44
MIQUEL NAVARRO (Mislata, Valencia, 1945) Cuña y nariz, 2004 Bronce y óxido de hierro, 77,5 x 30,5 x 20,5 cm 45
JOAN MIRÓ (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983) Tête d'homme III, 1931 Óleo sobre lienzo, 65,5 x 54 cm 46
JOAN MIRÓ (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983) Tête, oiseau, 1976 Óleo sobre lienzo, 93,5 x 66 cm 47
MARUJA MALLO (Viveiro, Lugo, 1902 – Madrid, 1995) Estrellas de mar, 1952 Óleo sobre lienzo, 60 x 65 cm 48
HERNANDO VIÑES (París, 1904 - 1993) Tabac, 1930 Óleo sobre cartón, 72 x 60,5 cm 49
ANTONI CLAVÉ (Barcelona, 1913 – Saint-Tropez, Francia, 2005) Escena circense, 1953 Óleo sobre lienzo, 79 x 91 cm 50
LUIS CARUNCHO (A Coruña, 1929) Mandolina, 1959 Técnica mixta sobre tabla, 190,5 x 158,7 cm 51
LUIS SEOANE (Buenos Aires, Argentina, 1910 – A Coruña, 1979) Muller con chal, 1961 Óleo sobre lienzo, 116 x 89 cm 52
LUiS SEOANE (Buenos Aires, Argentina, 1910 – A Coruña, 1979) Perfil de muller, 1961 Óleo sobre lienzo, 116 x 89 cm 53
EDUARDO ARROYO (Madrid, 1937) El Museo del Descubrimiento de día - El Museo del Descubrimiento de noche, 1992
Acrílico sobre lienzo, Díptico 200 x 250 cm. c/ud 54
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EQUIPO CRÓNICA (Valencia, activo entre 1965 - 1981) Las pipas, 1981 Óleo, acrílico y collage sobre lienzo, 199 x 149,3 cm 56
A dialogue with painting, tradition and avant-garde
Following in Picasso’s footsteps. Avantgardes and influences. The exhibition’s title focusses on the indisputable figure of Pablo Picasso (Malaga, 1881 – Mougins, France, 1973). He is undoubtedly the most representative artist of 20th-century art. Even today, his presence is still decisive for all those artists that, at any time, decided to establish a dialogue with painting, history, tradition and avant-garde. Picasso is a classic to all intents and purposes.
in his eighties; it is still surprising today due to the agility of the brushstroke, the vividness of the colours, the power of painting as a symbol. The essential forms define a painting that could well be compared to some of the triumphant initiatives of that time, such as Willem de Kooning or Francis Bacon. It is, undoubtedly, one of the great gems of this exhibition and forms part of a series that Picasso returned to on numerous occasions and at very different times of his career.
In the context of the art of the first decades of the last century, Picasso is presented as the figure of the hero who opens the way towards a new kind of representation in painting, which, since the Renaissance, had been dominated by the use of the linear perspective. His name is synonymous with modernity and cubism is undoubtedly the fashionable term at the dawn of avant-garde art. It is evident, however, that this new way of representation is not the work of a single person; it would be a reductionist, ingenuous view to give all the credit to a single artist. Before Picasso, Cezanne and the impressionists had already made inroads in the stagnant world of art of that time. Even before them, other artists had chosen new ways of representation from absolutely particular and, in some cases, extreme perspectives compared to the established use: Turner, Goya, Velazquez, Rembrandt or El Greco are names that, in the past, introduced a new vision with regard to established forms and uses.
One of this exhibition’s focal points is the confluences that are established taking Picasso as a reference. In this regard, we have to mention a work by the artist from the Canary Islands, Óscar Domínguez (San Cristóbal de La Laguna,Tenerife, 1906 – Paris, 1957), who, like Picasso, dealt with the same theme of the painter and his model. Although Óscar Domínguez’s work is generally included in the realm of surrealism, this painting clearly reflects the Picassian language, resorting to forms and a composition that are characteristic of post-Cubist language.
Picasso is a classic like the great geniuses of the history of painting, and he would play his role as the arbiter of plastic art in a decisive way at least up to the first half of the 20th century. At the end of his career, his work could be placed in parallel to that of new artists that led a return to painting, after several decades in which the world of art was dominated by conceptual initiatives and minimal art. Le Peintre et son modéle I (1963), which is included in this exhibition, is the work of an artist who was then
This exhibition includes another two of Óscar Domínguez’s masterpieces that stand out in both the ABANCA Collection and the artist’s own output: Piano, 1933 and the essential El drago, 1933, which features all of the artist from the Canary Islands’ characteristic elements. We can use Picasso’s “footsteps,” mentioned in the title –we could also say his mark– as a starting point to establish a narrative that contains close to forty masterpieces from the ABANCA Collection. This will give us an extensive vision of one of the most exciting times of the history of contemporary art: the artistic avant-gardes. Each work and each artist makes up an episode of this history. In addition to these universal names, we present another group of artists that, although not part of this central nucleus at an international level, did take up this legacy and these “influences” – the second important word in our exhibition’s title. 59
This exhibition includes four examples by the Malaga artist belonging to different times of his artistic development. Quatre femmes (1901) is a small blue pencil drawing on paper from Picasso’s first trip to Paris. This work is a perfect example of the influence that the French capital exerted on the young Picasso at the beginning of the 20th century. There he would visit the Louvre for the first time and come into direct contact with the works of the impressionist masters and Cezanne, among others. In this work, Picasso agilely draws a sketch in which we see four women getting dressed in a cabaret or brothel atmosphere. At first glance, this might remind us of Toulouse-Lautrec, but perhaps the most evident influence in a pictorial sense is the work of Degas. In any case, as we know, these are only two influences and moments that Picasso briefly reflects until he reached his own conclusions as an artist, which would begin in that year of 1901 with his first widely recognised style: the blue period. We could make a more original interpretation of this drawing, perhaps seeing it as a sequence in which we see the same figure at four moments of the process of dressing. We have to remember that the first film had been presented just six years ago, and although the painting’s title seems to point us towards the first option, this anecdotal scene shares with cinema a certain idea of movement. Modernity, in any case, is what defines this work and, as such, it marks the beginning of the exhibition. Picasso and Cubism The world can be built and revealed in different ways: landscape, nature, manmade things, all of this is organised according to a period’s spirit. Landscape painting is a perfect example in order to follow these tendencies and these tastes down through history. It is enlightening to compare Versailles-style rationalist models with initiatives such as the traditional English garden, in which nature seems to prevail over the human presence. However, as we will see, in the 60
world of painting, the point of view was practically established in the times of Giotto (1267 – 1336) and in a permanent way starting from works such as the Holy Trinity by Masaccio (1401 – 1428). From then on until the appearance of cubism at the beginning of the 20th century, the art of pictorial representation would experience countless contributions, but these would not be significant as regards the fundamental matter of the point of view and the way of depicting three-dimensional reality on a two-dimensional plane. From then on, breaking the plane, or changing from two dimensions to three in painting –as in a work by Burri or Millares– incorporating external elements into the painting (collage) are logical derivations of the gap that cubism opened up in relation to what came before. That is why, among other things, the figure of Pablo Picasso –as the maximum exponent of cubism– would attain universal value and significance. It would not be entirely true in all cases to speak about “breaking” but rather of another way of interpreting reality. As Claudio Magris relates in The Danube (1988) “… destruction is an architecture, a deconstruction that obeys rules and calculations, an art of decomposing and recomposing, in other words of creating another order…” This other order is what cubism means in part in the field of the history of art and, to that end, it has to clothe itself with a theoretical body and a foundation that supports this new order. The exhibition brings together three great names of the cubist group: Picasso, Georges Braque (Argenteuil-sur-Seine, France, 1882 – Paris, 1963) and Juan Gris (Madrid, 1887 – Boulogne-sur-Seine, France, 1927) and, along with them, the work of those artists who were closely related to this first period of the cubist style’s development, such as Fernand Léger (Argentan, 1881 – Gif-sur-Yvette, France, 1955), Jean Metzinger (Nantes, France, 1883 – Paris, 1956) and María Blanchard (Santander, 1881 – Paris, 1932). We present three of María Blanchard’s works. Composición cubista con botella, ca. 1918 is an early
work that reflects the adoption of the purest cubist language, featuring all the style’s characteristic components, both in form and content. The artist’s other two works, Les deux soeurs, 1921 and L’ivrogne, 1923 are two typical Blanchard canvases, in which we see how the artist adopts certain forms inherited from cubism but assimilated into and applied to her personality and her painting. It is in works like these that we see how cubism’s influence in painting results in the adoption of certain elements that mainly affect the colour and plane, without losing, as in this case, the reference to the model and the use of the traditional point of view in representation. In the same way, Fernand Léger, the other great figure of cubist painting, is present in this exhibition with an absolutely representative canvas. Composition sur fond bleu (Le Cordage), 1935 features all of the artist’s characteristic elements, at a time in which he frees the objects (such as the typical knots and ropes) in the space of the canvas, as if they were floating elements. Paquet de tabac et verre (1922) by Pablo Picasso, Verre et raisins (1930) by Georges Braque and Le Raisin noir (1923) are three still lifes from the 1920s and 1930s that enable us to study how cubism evolved towards a genre classicism. The three artists present a similar theme, a classical still life view with the elements that are usually found in this type of works and which, in the case of Braque and Gris, have the peculiarity of turning to grapes as the main element, bunches of grapes that allude, as we know, to classical themes and elements in painting from antiquity. In Picasso, in this case more formally daring than his two travelling companions, the still life evolves towards synthetic forms in which the objects seem to transmute into human figures. Probably one of the most outstanding works of this exhibition and the ABANCA Collection is the canvas Profil à la fenêtre, 1934 by Pablo Picasso. It is a portrait of Marie-Thérèse Walter, whom Picasso
had met as a young 17-year-old woman. At the time of painting this work, their sentimental relationship could be defined as clandestine since Picasso was still married to the ballet dancer Olga Khokhlova. Of course, there are few artists like Picasso in which the relationship between private life and work is so intense and inseparable, and these relationships and these moods serve as a guide for studying his work. This canvas in particular was painted on July 18, 1934, as shown in the painting’s top left corner, signed almost in a wild and hurried way by the artist. The use of an intense, colourist palette stands out. There are another three works painted by Picasso between July 12 and 18 –now part of different international private collections– in which he painted the same motif: a profile portrait of his lover in which he uses exactly the same palette of colours, with the decisive presence of pink dominating the work. But the main difference between this portrait belonging to the ABANCA Collection and the other two portraits is that, in the latter, the forms of the model are curved and round, as in most of Picasso’s portraits and drawings of Marie-Thérèse. However, in this work the model’s forms turn in some cases into sharp, pointed vertices, drawing a figure that could remind us of a caged bird, which would really be a metaphor of their relationship at that time. This interpretation is possible but it is undoubtedly more interesting to compare it with the sculpture by Julio González (Barcelona, 1876 – Paris, 1942) Tête dite “Le Tunnel” (c. 1932/33), which is included in the exhibition. This sculpture, which is an essential part of the ABANCA Collection, forms part of the series of heads made by Julio González between 1931 and 1942. In this work, the sculptor attains the maximum level of schematization after making a series of heads in which certain natural or figurative forms were still appreciable. At this stage of his work, the tension between emptiness, space and planes are the elements that make up the artwork. 61
Picasso and Julio González worked together between 1928 and 1931, in what proved to be a most fruitful relationship for both of them. The presence of these two works in the exhibition are a small tribute to this significant moment. Influences and avant-gardes When we usually speak about Spanish artists in Paris, it is necessary to differentiate between two groups; on the one hand, the aforementioned Juan Gris and María Blanchard, who arrived in the French capital in 1906 and 1909 respectively and, on the other hand, what is known as the Spanish School of Paris, including Manuel Ángeles Ortiz (Jaen, 1895 – Paris, 1984), Francisco Bores (Madrid, 1898 – Paris, 1992), Hernando Viñes (Paris, 1904 – 1993) and Antoni Clavé (Barcelona, 1913 – Saint-Tropez, France, 2005). It is worth mentioning in this case Manuel Ángeles Ortiz’s Guitare (1926), as a reflection of his admiration for the new prevailing cubist forms and, at the same time, for a musical theme that was well known to him, as we know, he was a good friend of the universally renowned Spanish composer Manuel de Falla. This is not the only guitar or, more specifically, string instrument present in the exhibition: Mandolina (1959) by Luis Caruncho (Corunna, Spain, 1929). Caruncho’s work falls within the context of those artists that prepared their discourse starting from the influence of the first avant-garde artists, in this case by means of a style or point of view dominated by pure and geometric forms. In relation to structured and constructive language, it is worth mentioning Uruguay’s Joaquín Torres García (Montevideo, Uruguay, 1874 – 1949). The ABANCA Collection has two significant works by the artist: Port constructif au drapeau jaune, 1929 and Montevideo siglo XX, 1946. Torres García takes us beyond the artistic focal points seen until then (mainly Paris and Barcelona) into the American field of influence. His field of action goes far beyond the Picassian focal point; 62
in these first decades of the century, he had already travelled to New York, which would end up becoming his permanent residence. He is undoubtedly the most cosmopolitan artist, and one of those that best synthesises and assimilates the forms inherited from the cubist revolution into his personal constructivist language. Speaking about internationalisation and assimilation of avant-garde forms brings to mind the name of other artists that have adopted these forms as an identifying feature but, at the same time, adapting them to their own interests and convictions as artists beyond the purely formal aspect. Luis Seoane (Buenos Aires, 1910 – Corunna, Spain, 1979) is one of the most outstanding figures of Galician plastic art. He is an example of modernity in his time compared to the work of other contemporary artists, centred more on aesthetics based on local customs and manners. His work is extensively represented in the ABANCA Collection; for this occasion, we have selected two examples based on this adaptation of cubism to a new and reformist language of painting. Luis Seoane’s presence in this exhibition is aimed at highlighting and comparing one of the artists that was best able to understand and adapt the legacy and influence of modern painting with the work of Picasso, to which he alludes in some cases. In the field of Galician painting, naturally, his work –which includes not only painting but also design, poster design and unparalleled publishing work– is an example of continuous and renewed contemporaneity; a career that, on the other hand, he would have to develop mostly in his American exile. Another universal Galician is Maruja Mallo (Viveiro, Lugo, 1902 – Madrid, 1995), who also deserves an outstanding role in the narrative of this exhibition. Estrella de mar, 1952 is a good example of the artist’s interest in compositions alluding to geometric forms that are organised mathematically, to which the artist often turned.
Wifredo Lam (Sagua la Grande, Cuba, 1902 – Paris, 1982) and Matta (Santiago de Chile, 1911 – Civitavecchia, Italy, 2002), like Maruja Mallo and Luis Seoane, are artists that take us beyond the European focal point; their output features characteristic elements of their American roots that are, naturally, a breath of fresh air in this pictorial context. Joan Miró (Barcelona, 1893 – Palma de Majorca, 1983) and Salvador Dali (Figueres, Gerona, 1904 – 1989) are, to all intents and purposes, the other two great names of 20th-century Spanish art. In the case of Dali, we would like to point out that the two works included in the exhibition, Cour ouest de l'îlle des mortsobsession reconstitutive d’après Böcklin, 1934 and Les roses sanglantes, 1930 are two canvases from what is possibly one of the moments of greatest interest in all of Dali’s output, when Dali came into contact with the French surrealist group. We present these works –which would give rise to another exhibition due to their own merit and influences– as a contrast to the first part of the exhibition. Another way –surrealism– is possible as opposed to the dominant presence, up to then, of cubism in avant-garde art. This section of the exhibition includes some of the display’s most outstanding works, such as the aforementioned work by Óscar Domínguez and especially Max Ernst’s Vases communicants, 1923. The avant-garde section is completed with the presence of several key artists, such as Giorgio de Chirico (Volos, Greece, 1888 – Rome, 1978), Marc Chagall (Vitebsk, Russia, 1887 – Saint-Paul-de-Venice, France, 1985) and Vassily Kandinsky (Moscow, 1866 – Nevilly-surSeine, France, 1944). Kandinsky’s presence, by means of the work Weisslich, 1929, leads to a reflection on the presence of music in art. The world of music and plastic arts run a parallel course in this time just as in the past, we just have to recall the relationship between baroque architecture and music. In Kandinsky’s work, the musical relationship is part of his language.
If this exhibition had a soundtrack, the most appropriate would possibly be works such as The Firebird (1910) or The Rite of Spring (1913) by Igor Stravinsky (Oranienbaum, now Lomonósov, 1882 – New York, 1971). The great Russian composer wrote in his Poetics of music (1939) a few words that perfectly summarise the value and sense of art from a universal point of view: “Art is constructive by essence. Revolution involves breaking the balance. Saying revolution means saying provisional chaos. And art is the opposite of chaos.” This defence of order –at such a significant time as 1939, with World War II about to break out– has a lot to do with our interpretation of avant-garde art in this exhibition. The end of exhibition is a nod to today’s art, by means of three works that could serve as a possible link and continuity with another outstanding part of the ABANCA Collection. This is an exhibition that is essentially centred on Spanish and international contemporary art, in addition to the complete presence of the most outstanding Galician art of the 20th century; these works are aimed at showing the continuation between avant-garde and today’s art. Las pipas, 1981 by Equipo Crónica is a work that reviews this avant-garde from a perspective close to Pop and design, and Cuña y nariz, 2004 by Miquel Navarro (Mislata, Valencia, 1945) is a sculpture that serves as a contrast to Julio González’s work, as well as an inheritor of De Chirico and Picasso’s work. To end the exhibition, we present a large canvas by Eduardo Arroyo (Madrid, 1937), El Museo del Descubrimiento de día – El Museo del Descubrimiento de noche, 1992). Always ironic and theatrical, Arroyo’s work is a perfect introduction to what will be a second part of this exhibition, featuring the most outstanding Spanish artists of the second half of the 20th century.
Diego Cascón Castro Curator, ABANCA Collection 63
Consejo de Administración ABANCA Corporación Bancaria, S.A Presidente Javier Etcheverría de la Muela
Vicepresidente Juan Carlos Escotet Rodríguez
Consejero Delegado Francisco Botas Ratera
Vocales José García Montalvo Pedro López Jácome José Ramón Rodrigo Zarza Ignacio Sánchez-Asiaín Sanz Carina Szpilka Lázaro
Secretario no consejero José Eduardo Álvarez-Naveiro Sánchez
Vicesecretaria no consejera María Consolación Borras Retamero
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EXPOSICIÓN
CATÁLOGO
Comisario
Una edición de ABANCA Obra Social:
Diego Cascón Castro Miguel Ángel Escotet Álvarez Organización
Director General RSC y Comunicación
ABANCA CORPORACIÓN BANCARIA, S.A. Tatiana Suárez Cancelo Restauración
Directora de RSC
Rosario Dios Cañada Antía Valbuena Mon
Isaac González Toribio Director de Comunicación
Montaje, transporte y señalización Textos
Jega
Diego Cascón Castro Seguros
Alba Carretero Incio
ABANCA Seguros Dirección y edición
Axa Art
Fernando Filgueiras Feal Contenido didáctico Área de Cultura Afundación
Diseño Imaxe
MUSEO DE LEÓN Impresión
Director:
Imprenta Mundo
Luis Grau Lobo
Fotografía
Técnicos: Ana Mª Álvarez Martínez Manuel García Garrido
VICOM visual communication Traducción y revisión lingüística Boquela Traductores S.L
Restauradora: Miryam Hernández Valverde
María García González Edición
Didáctica: Jairo Fernández Estrada
2016 ISBN: 978-84-617-4290-5 Depósito Legal: C 1426-2016 © Manuel Ángeles Ortiz, Georges Braque, Luis Caruncho, Giorgio de Chirico, Antoni Clave, Óscar Domínguez, Equipo Crónica (Manolo Valdés), Max Ernst, Marc Chagall, Julio González, Vassily Kandinsky, Wifredo Lam, Fernand Léger, Maruja Mallo, Matta, Jean Metzinger, Miquel Navarro, Hernando Viñes, VEGAP, León, 2016. Puede descargar aquí el catálogo completo de la exposición
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2016. © Salvador Dalí. Fundació Gala – Salvador Dalí,VEGAP, León, 2016. © Successió Miró 2016. Eduardo Arroyo, A+V Agencia de Creadores Visuales, 2016.
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La inspiraciรณn existe, pero debe encontrarte trabajando. (Pablo Ruiz Picasso) Este catรกlogo, realizado con motivo de la exposiciรณn Bajo el signo de Picasso. Vanguardias e influencias, en el Museo de Leรณn, se terminรณ de imprimir en septiembre de 2016