Estimado lector, respire profundo…, sienta el aire pasar por sus fosas nasales…, sienta el papel que sostienen sus dedos y tome un momento para analizar la textura. Exhale con fuerza… sienta su cuerpo. De nuevo respire profundo… ignore los sonidos que lo rodean. Ignore los sonidos de su mente. Exhale. Intente detener sus pensamientos y haga consciente el lugar que ocupa en el espacio en el momento que lee esto: sienta sus ojos moverse, su corazón latir, la sangre correr por sus venas, el calor que emana de su cuerpo; sienta el magnetismo que tiene con el universo. Preste atención a su ritmo cardiaco en lugar de a su smart phone… Para los que vivimos en la ciudad, el estilo de vida que llevamos nos tiene alejados de la naturaleza; hemos olvidado el nexo tan directo que existe con ella, y de hecho actuamos como si no formáramos parte de ella. No prestamos atención cuando nuestro cuerpo nos comunica algo; dejamos a un lado su cuidado y mantenemos un estilo de vida que poco favorece a su pleno desarrollo. Somos parte de una sociedad que
se ha concentrado en llevar un ritmo diario que no toma en cuenta el cuidado del cuerpo; nos perdimos en la idea de que lo único que tenemos que cultivar es la mente (indispensable también), cuando lo ideal es llegar a un equilibrio entre ésta y el cuerpo. Es una pena que vayamos por la vida desempeñando nuestras actividades sin realmente analizar todos los procesos y funciones que se requieren para estornudar, digerir un bocado, ingerir una fumada, pintar un cuadro o generar una idea. Hay que detenerse por un momento para reflexionar sobre esto y así recordar la importancia que tiene valorar y apreciar esta máquina que nos permite experimentar y sentir la vida. No podemos decir que nos conocemos a nosotros mismos hasta conocer verdaderamente nuestro cuerpo. El cuerpo humano siempre ha sido motivo de inspiración a lo largo de la historia de las artes; hay quienes aseguran que es la más grandiosa pieza, y por ello es que en esta edición rendimos homenaje a él. Respire hondo… y exhale.
Presenta
24 de octubre
Anagrama Erika Arroyo Bastardilla Jazz Basurto Paola Beck Buque Monse Castera Muharrem Cetin Evaristo “El Golfo” Tamara De Anda Dr Alderete
Dr.Kay Eramos Tantos Jaime Fernández Pooneh Ghana Ricardo González Mariana H Roni Hoffman Yazmín Huerta Hula + Hula Jorge Pedro MAMUTT ARTE
Ana Mata Dany Medina Bruno Mendizábal Raquel Miserachi Christian Montenegro Fernando Moreno El Naranjo Pasaje Alternativo Gerry Pedraza Julio Pineda Revista Picnic
Saner Sexto Piso Tecolote Ana Tijoux Dano Vidaurri Andrea Viedma Uriel Waizel Joel Peter Witkin Yurex Omazkin Zovek Estudio.
Mariano Rocha / Director editorial
Dennise Abush / Editora web
marianito@elfanzine.tv @marianitorocha
denniseo@elfanzine.tv @denniseabush
Daniel Coca / Director de arte
Sabrina Alamanza / Diseñadora gráfica
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Landy Bustamante / Directora comercial
Elizabeth Duarte / Difusión
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Andrés Medina / Editor en jefe
Yeicko sunner / Corrector de estilo
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Por: Uriel Waisel / @uriw “Para Elisa” me sabe a sopa de lentejas con plátano y cebolla. Me obligaban a comerla cuando tenía tres años. Y en la cocina, de fondo, una radio de transistores sintonizada en el 620 AM (“La música que llegó para quedarse”) presentaba la clásica de Beethoven. Nací en 1973, año en el que se estrenó El Golpe, con Paul Newman y Robert Redford; puedo asegurar que si existe en mi memoria el registro de la primera canción que escuché en mi vida, ésta fue “The Entertainer” de Scott Joplin, alegre piececilla en ritmo de ragtime que funcionaba como tema de la película y que, hoy en día, es común encontrar como jingle en conmutadores mientras se espera la conexión de una llamada: lo cual me resulta en una inevitable regresión a las primeras y borrosas impresiones registradas de esto que llamamos “vida”. Habría sido en 1975 cuando una noche lluviosa iba en el asiento trasero del carro de mis papás (un Rambler). En la radio, nuevamente en el 620 AM, sonaba una pieza que me hizo pensar por primera vez en la finitud de la vida, y en la infinitud del espacio. ¿Quién era yo?, ¿quién es Mamá, quién es Papá?, ¿siempre van a estar ahí?, ¿por qué yo estaba encarnado y presente en ese momento, en esa situación, viendo a través de una ventana con gotas de lluvia, hacia la oscuridad de una ciudad? “Papá, ¿qué hay afuera, más allá del planeta Tierra?”.
Portishead se va a presentar en el Festival Corona Capital el próximo 15 de octubre, y con dicho pretexto, Uriel Waizel entrevistó a Adrian Utley, quien junto a Geoff Barrow y Beth Gibbons, forma el núcleo creativo de la banda de Bristol. Platicaron sobre cuadernitos de notas, El Día de la Marmota, Steve Reich, kraut rock y los recientes altercados sociales en el Reino Unido... Portishead es como una extraña orquídea que florece con muchos años de distancia entre sí. ¿Qué se necesita para que venga un nuevo florecimiento? El tour hace que nos enfoquemos de nuevo en ese algo llamado Portishead. Ahí retomamos quienes somos y qué quisiéramos ser. Por ahora viene la gira y para navidad ya estaremos de regreso en casa. Y para enero comenzaremos a trabajar en nuevas ideas. Ahí le aportaremos al grupo todo lo que hemos estudiado, tocado o leído durante el pasado par de años. ¿Llevas algún tipo de libro de notas donde escribas tus ideas musicales, antes de que se esfumen? Desde que estudiaba pintura en la escuela de arte tengo cuadernitos. El peligro de los cuadernos de notas es que, al escribir una idea, uno piensa que ya las hizo y liberas a tu cerebro de la carga: el secreto está en regresar a la libreta para realmente cumplir las ideas. ¿Qué es lo primero que piensas cuando estás en tour o cuando estás en tu casa? Con hijos chiquitos en casa no se puede dormir más allá de las siete. La mañana tiene una energía realmente positiva, así que la aprovecho. Ahora estoy aprendiendo a tocar la música de Steve Reich. Eso, en épocas donde estoy en casa. Cuando estoy de gira, las cosas se voltean de cabeza. Me encanta el álbum Music for 18 Musicians: es un impresionante muro de belleza. Es una música majestuosa. Pienso que es sublime pero también hay algo brutal que no me sienta tan bien. En Londres fui a ver una presentación en vivo de Music for 18 Musicians. La mitad me pareció hermosa, pero la otra mitad me fue intolerable, como un mal viaje de fiebre. ¿Hay una lógica entre el tercer álbum de Portishead (muy basado en la repetición cruda de sonidos kraut
rock e industriales), y el hecho de que ahora estés explorando a Steve Reich, con el minimalismo y el serialismo? En aquel momento no nos dimos cuenta que había mucho de los Silver Apples y el kraut en nuestro sonido. Y de ahí, hay pocos pasos para llegar al sonido de Steve Reich. No es que el siguiente material de Portishead vaya a sonar así, pero estoy ampliando mi vocabulario musical. ¿Cuando estás de gira piensas cosas como “dentro de diez horas voy estar enfrente de una multitud y voy a tener que hacer este numerito, otra vez”? Sí, es como El Día de la Marmota, pero siempre me va a gustar dar un concierto. El lado físico de estar de gira es duro. Tengo sentimientos encontrados. Estás expuesto a una gran cantidad de ruido y expuesto a mucha gente al mismo tiempo: fans, staff y medios. Pero es un privilegio poder viajar al otro lado del mundo y tocar para toda esa gente que conoce tu música. Es algo que nunca debes dar por hecho y hay que respetar. Por último, te voy a contar algo que me ocurrió cuando veía las imágenes del tsunami en Japón. A la par de lo que veía en televisión, en YouTube me topé con un video de la boliviana Luzmila Carpio “Ama Sua…”, una mujer con un canto profundo y evocador. En conjunto con las imágenes, la canción funcionó como un swan song (como la orquesta del Titanic tocando). Si tuvieses que elegir una música para acompañar las imágenes de los noticieros mientras transmitían las los recientes altercados en Londres, ¿cuál sería? Hay una gran diferencia entre lo que queremos que sea Inglaterra y lo que realmente es. Más allá del conflicto, es terrible que una serie de oportunistas sin escrúpulos hayan salido a las calles a destruir y a robar las pertenencias de otras personas. Es algo a lo que no estamos acostumbrados a ver por acá. Me quedo con una imagen terrible de una persona desvalida que iba rumbo a su casa. Se acercan unas personas que aparentemente lo van a ayudar, pero al final lo asaltan. No se me ocurre qué música poner. Alguien me dijo que escuchó “Machine Gun” de Portishead utilizada para sonorizar algún noticiero. Fue una serie de actos muy desatinados. Y así termina la entrevista. De tarea, nos llevamos a) conseguirnos una libreta; b) madrugar; c) escuchar el Music for 18 Musicians de Steve Reich; d) hacer dibujitos, y e) desempolvar los tres álbumes de Portishead rumbo al show del Corona Capital.
Aquella melancólica canción siempre se proyectaba en el teatro de mi mente en momentos de angustia, soledad y miedo a lo desconocido: la noche previa al primer día de clases, o en una madrugada de insomnio. Era la mitad de la década de los noventa: yo trabajaba en el Mixup de la Zona Rosa. La desolación de un trabajo de tiempo completo, que me confrontaba con el horrible y sofocante mundo adulto de las responsabilidades, volvió a disparar esa canción provocadora de existencialismo y pensamientos siderales. En busca de recuperar algo que ya me pertenecía, quizás no en cuerpo pero sí en memoria, subí a la sección de “Jazz/New age” y le tarareé la melodía al hombre-enciclopedia que ahí atendía: el solo hecho de silbar algunas notas, ya me ponía la piel chinita y los ojos vidriosos. Ahora ya sabía que el grupo era Il Guardiano del Faro y la canción, “Amore Grande Amore Libero”. Pero la muy cursi, no se conseguía en México, sólo mediante una rara importación italiana. Fue hasta hace unas semanas que, curioseando en iTunes, tecleé el nombre de la canción. Y por 12 pesos, 32 años después, por fin la encontré. Sí, sí: como Anton Ego, el crítico de comida en Ratatouille, cuando finalmente logra probar ese platillo, preparado con tal sazón, que lo catapulta a aquel lugar lejano de la infancia. Lo mismo le pasa a Marcel Proust cuando come un pan magdalena en su obra En busca del tiempo perdido. La mayoría de las ocasiones, compro música para descubrir nuevos caminos, emociones, sensaciones, sinapsis mentales e inusitadas reacciones químicas en el cerebro. Pero también he descubierto que otra vertiente de consumo es la de rastrear el caminito de migajas musicales de mi propia biografía, intentando conseguir cada una de las canciones atadas a un recuerdo: desde los más opacos y borrosos de la niñez, pasando por las baladas ochenteras que escuchaba en el camión rumbo a la primaria; las rolas de los ritos iniciáticos de la secundaria, los primeros romances, las épocas históricas —como los Mundiales— o las canciones escuchadas cuando viví en Londres, al salir de la prepa. Hoy en día, incluso rescato canciones de los propios tiempos en que trabajaba en Mixup y comenzaba mis pininos en la radio, en la estación de la Ibero, circa 1994. Son canciones que residen en los vericuetos de la memoria y que, de algún modo, uno busca hacer más tangibles al comprarlas impulsivamente en Amazon, iTunes o downloadearlas en el Mediafire preferido. Un intento por hacer corpórea la música y por hacer tangible, material, aprensible, aquello que es efímero y etéreo tal como la música y la vida. 250 gigabytes de memoria ya no eran suficientes para contener 30 500 canciones en mi laptop (el equivalente de 83.2 días de música continua). Así que fui a un centro de atención y compré una memoria de 500GB. Cual transplante de cerebros, previo backup en un disco duro externo, la memoria antigua fue extirpada y reemplazada por una nueva, vacía: un cuadrito del tamaño de una barra de chocolate que promete almacenar 60 000 canciones. ¿Cuántos gigabytes o terabytes alcanzamos a guardar en una memoria humana?, ¿la memoria reside en el cuerpo?, ¿o quizás el cerebro es sólo un mecanismo wi-fi universal que se conecta con la nube (hacia aquellas esferas de la música, planteada por Pitágoras y Platón)? Mi abuela materna murió con Alzheimer, y aunque su memoria estaba barrida en cuanto a corto plazo, algunos lóbulos cerebrales aún recordaban el himno nacional de Polonia, el cual podía entonar erguida de orgullo, aún a sus 80 y tantos. Hay canciones con las que uno vive y muere. En mi caso con piezas como la de El Golpe de Il Guardiano del Faro, nada más adecuado que aquel slogan de Radio 620 AM: “La música que llegó para quedarse”. P.D. Para lectura ampliada recomiendo leer This is Your Brain on Music: The Science of a Human Obsession, de Daniel J. Levitin.
Por: Gerry pedraza Por: Pasaje Alternativo / @pasajealterno Por: Jazz Basurto / @jazzbasurto
Girl Talk – All Day Ilegal por donde lo veas, Gregg Gillis y su proyecto Girl Talk se han convertido en uno de los favoritos de la pista de baile. Algunas personas consideran que Gregg es el máximo representante de la violación a los derechos de autor; sin embargo, no cabe duda que su material All Day lo ha hecho acreedor a su lugar como el rey del mashup. All Day es un disco que se disfruta de principio a fin; una predominante influencia de hip hop acompaña a Gregg por un viaje de sampleo en sampleo. ¿Quién imaginaría escuchar en un mismo tema la clásica “Sunshine Of Your Love” de Cream a lado de “Bizarre Love Triangle” de New Order al mismo tiempo que suena “Bad Romance” de Lady Gaga. Basta con escuchar “On and On” para darse cuenta que a la hora del mashup todo es posible. Este material combina lo mejor de algunos oldies con varios éxitos modernos y da como resultado 12 canciones que pueden disfrutarse libre de culpa; después de todo, algo tan bien logrado como el All Day no puede ser ilegal para nuestros oídos.
Wavves King Of The Beach
The Weekend – Thursday Una nueva camada de artistas de R&B está tomando el control de la red. Bajo el nombre de The Weekend, Abel Tesfaye se ha encargado de entregarnos una fina colección de temas que podemos descargar de manera gratuita en cada uno de sus lanzamientos. Una nueva forma de ver la industria musical que le ha ayudado a darse a conocer alrededor del mundo. Después de habernos presentado su primer mixtape, House Of Ballons, este cantante canadiense le da un nuevo giro a la escena tradicional, experimentando con esos tintes R&B que han caracterizado su trabajo. Acompañado de figuras como Frank Ocean, The Weekend nos presenta Thursday, un material de nueve temas que son fácilmente atractivos. Podemos empezar por “Lonely Star” y su energética armonía, para seguir con “Gone” y esa hipnótica emoción que finalmente despierta una dulce tentación por “Heaven Or Las Vegas”. Thursday es un mixtape conceptual donde podemos conocer un nueva etapa del R&B, un nuevo talento y una nueva propuesta experimental.
The Rapture – In The Grace Of Your Love ¿Qué tan profundo es tu amor? Una pregunta que se hacen los neoyorquinos de The Rapture en el primer sencillo de su disco In The Grace Of Your Love. Con un portada que nos muestra al padre de Luke Jenner (frontman de la banda) surfeando cuando era adolescente, podemos darnos cuenta que tal vez estamos frente al cuerpo humano con más comodidad a la hora de surfear. Abriendo con su sintético tema “Sail Away”, este álbum se convierte en una joya melancólica. In The Grace Of Your Love es un disco en donde le damos nuevamente la bienvenida a nuestros oídos a The Rapture, después de que nos abandonaran por casi cinco años. Cerrando con sus sencillos “How Deep Is Your Love?” e “It Takes Time To Be A Man”, el grupo nos deja claro que no en vano se han convertido en los héroes del dance-punk; en aquellos que han conquistado los oídos de James Murphy y la DFA Records. Una amplia recomendación para los que estén listos para experimentar un lado emocional que no conocíamos de The Rapture.
THE CLOWNS – NOT FUNNY… BUT HOT!
RADIATION CITY – THE HANDS THAT TAKE YOU Sonido suave, fresco, por momentos inocente, claro y dulce. Radiation City, no suena al gran descubrimiento de banda ni al gran disco con todo lo necesario para engancharte, pero realmente logra transportarte a ciertos lugares y momentos como lo hacen con su más reciente sencillo “Babies”, una canción que sonaría en mi auto en la carretera al terminar el verano. Por lo pronto es una banda que va empezando y éste, su primer lanzamiento, está bien producido y podremos esperar más de ellos conforme su música evolucione en unos años. Por ahora están experimentando y eso en una banda es el mejor punto de partida, una identidad que se está definiendo y a la vez claramente potencial. Radiation City cuenta entre sus filas con la voz de Lizzy Ellison quien es la que indudablemente da el tono dulce a la banda y quien además por momentos pareciera contenerlos administrándoles dulzura. The Hands That Take You es el nombre de su nueva producción, saldrá a finales de septiembre bajo la disquera Tender Loving Empire.
Representando la costa de California, hace poco más de tres años surgió una banda llamada Wavves. Su espíritu playero y sincera irreverencia llamaron la atención de una industria que no estaba acostumbrada a semejante ola de fuerza en cada tema que interpretaban. El año pasado apareció su tercer material de estudio, King Of The Beach, que rápidamente atrajo el interés de aquellos que gustan de la playa, el surf, las olas y un fiel estilo punk. Cocinado en la confundida cabeza de Nathan Williams, este álbum de baja fidelidad nos muestra con temas como “Idiot”, “Mickey Mouse” y “Baby Say Goodbye” que, en ocasiones, abusar del uso de la distorsión no es tan mala idea. Tal vez “Post Acid” te invite a empujar a la persona que tienes a tu lado, pero, al final, King Of The Beach no es más que el mero retrato de una generación que está dispuesta a pasarla bien al ritmo de esas rasposas guitarras que Wavves nos regala.
THE DRUMS – PORTAMENTO The Drums es una banda de Brooklyn que apareció literalmente de la nada, ganándose la aceptación de los fans y de las críticas con su primer EP Summertime!; con el lanzamiento de su primer disco homónimo dieron el salto al reconocimiento mundial. Como era de esperarse, algunos nos creamos expectativas o dudas de cómo sonaría su siguiente material, en lo personal no fui fan del primer disco. Pero, en esta ocasión, puedo decirles que me gusta cómo suena Portamento, el nombre del nuevo material que fue producido por la banda. El disco está conformado por sesiones espontáneas en la cocina del vocalista Jonny Pierce, quien en este disco trabajó las letras desde un punto de vista muy personal y directo haciendo un viaje introspectivo y recreando en las letras un tanto de su vida, como en la canción “Book of Revelation” en donde se asimila a sí mismo como una persona atea a pesar de venir de una familia en la que su padre y madre son pastores de una pequeña iglesia pentecostal. Portamento no pierde el beat que te hace mover la piernita y aplaudir al ritmo de la música; juegan mucho con los coros y con los sintetizadores. Un disco hecho 14 meses después de la última producción, aunque debo decir que, por momentos, puedes creer que sigues escuchando una misma canción, pero, creo, que eso es lo que le da el gusto a esta banda, que debe entenderse más por los detalles, por los pequeños arreglos y por las letras.
Hay cosas de las que no necesitamos saber de más, basta tan sólo con que nos gusten para no buscarle ninguna explicación ni tres pies al gato. Así es esta banda originaria de Suiza, The Clowns, que descubrí gracias a mi amiga @laanasofia quien maravillosamente siempre logra encontrar agua en el desierto. The Clowns es una banda de covers muy potentes, con una filosofía y actitud punk, misma que nace debido a su punto de vista respecto a la industria musical y las bandas. Es muy claro, ellos no quieren ser reconocidos, creen que el misterio en estos tiempos es necesario y además hacen a todos un llamado a la rebelión. Se visten y se comportan como payasos por que creen que la industria musical es una broma y consideran apropiado vestirse así para la ocasión, como ellos mismos lo mencionan en su sitio. Entonces, si quieren escuchar una banda de covers bien hechos, The Clowns son altamente recomendables. Y espero que no sea una broma pero la banda dio una pequeña pista en su sitio web de un nuevo EP, Exciting Times, que planean lanzar a principios de 2012.
TOYCHESTRA – WHAT LEAVE BEHIND: CONCERTO FOR GUITAR AND TOY ORCHESTRA Toychestra es una banda conformada por mujeres, además de ser ésta una de sus características, Toychestra tiene la particularidad de usar puros juguetes como instrumentos para crear música. Desde los ruidos generados por los sonidos del juego de la granja, muy popular entre los bebés, hasta pianos de plástico y ruidos de robots. La banda se formó en 1996 cuando Paula Alexander fue invitada a participar en un festival creativo sólo para mujeres, en el Hotel Utah en San Francisco. La idea de tocar sólo con juguetes llegó al comenzar a ensayar con un montón de ellos. Cuentan con cinco discos, entre ellos What Leave Behind: Concerto for Guitar and Toy Orchestra, una idea del compositor Dan Plonsey quien escribió este concierto para la guitarra de Fred Frith y para los juguetes de las chicas. Un disco recomendable sólo para quienes son capaces de ponerse unos audífonos en la noche, clavarse en los ruidos de los juguetes y en la maravillosa guitarra improvisada de Fred Frith.
El cuerpo y el miedo LA COLUMNA VERTEBRAL POR: ANitA TIJOUX / @anatijoux
Chile es un país largo y angosto. Chile es un país que, como muchos otros países, ha vivido bajo la doctrina del shock y del terror. Tantas dictaduras y tantas historias que ni una enciclopedia alcanzaría a relatar cada historia de barrio, de cómo desapareció una generación completa y de cómo enmudecieron los hijos que vendrían después. Es innegable cómo el trabajo de joyería realizado en varios países Latinoamericanos dio lugar no sólo a un modelo económico déspota sino que cambió nuestro movimiento corporal social.
Por: Raquel Miserachi / @unaguanabana FOTOGRAFÍA: RONI HOFFMAN www.ronihoffman.com James Osterberg eligió su futuro evolutivo: la transformación de hombre a iguana. Su cuerpo tostado y agrietado por el sol es cada vez más parecido a la superficie áspera de un iguánido cualquiera. Las arrugas alrededor de sus ojos, la piel que le cuelga del cuello y los pliegues que obvian la pérdida casi total de los músculos que antes estaban ahí forman una textura escamosa casi igual a la de una iguana del Caribe. La primera decisión que lo acercó hacia su inevitable destino reptil fue a principios de los años sesenta, después de abandonar la Universidad de Michigan. Tenía que hacer algo tan fuerte que lo disparara como un cohete hacia lugares que él mismo no podía imaginar; para eso tenía que probar suerte. Todavía vestido con un trajecito de color claro y el pelo peinado perfectamente con una raya de lado, se mudó a Chicago para explorar la escena local de las bandas de blues. Tocaba la batería, pero adoptaba cualquier instrumento con tal de que lo dejaran subirse al escenario a cambio de unos centavos de dólar. Los músicos eran negros; la gente que iba a los bares a escucharlos también eran negros. Jim quedó impresionado. “Nunca había visto traseros tan grandes, y nunca había visto a nadie mover el trasero de esa forma”, dijo en una entrevista para el South Bank Show de Londres en 2004. Jim entendió que había que dejar esa música para los que sabían hacerla bien, y que tal vez podía llevar eso que hacían los negros en los bares de Chicago a otra forma y con otro resultado. Una forma más urbana y más delincuente que se le pegara a la piel blanca que traía sobre la carne. Quería salirse por completo de cualquier cosa que estuviera planeada para él y romper con lo que se estaba haciendo en la música del momento. Eso tenía que hacerse con una actitud diferente, muchas drogas y una colección de discos. Jim tomó una decisión que pondría en marcha el principio de su metamorfosis. Cambió su nombre ordinario, de herencia suiza, por un apodo de bandido callejero: Iggy Stooge, un pequeño homenaje a The Iguanas, la banda con la que tocaba la batería en la prepa, y una alusión al nombre de la banda con la que se convertiría en una de las referencias para entender el rock. De alguna manera, este cambio de identidad fue una promesa hacia lo que esa primera banda le había disparado, todavía no en el cuerpo pero en la sensibilidad musical. La premisa bajo la que se formaron los Stooges en 1968 les dio las pautas para empezar a hacer cosas distintas. Iggy necesitaba gente que no supiera tocar. Entre menos supieran de música era mejor. Así podían empezar sin parámetros. Hicieron sus propios instrumentos y empezaron a buscar un sonido. La falta de técnica les permitía hacer cualquier cosa; no había nada que pudiera señalar si lo que estaban haciendo estaba bien o mal. Lo que sí sabían era que no podían tocar “Johnny B. Goode”, que nunca iban a poder hacerlo y que eso era exactamente lo que tenía que pasar. Iggy salía a tocar con la mitad del cuerpo desnudo, como si la ropa le estorbara para decir algo. Con los ojos casi vacíos por el efecto de la heroína, empezaba a mover cada músculo de su cuerpo como si la música tuviera que filtrarse a
través de él. La carga de las letras y la violencia del sonido que estaban haciendo exigía ciertas cosas que Iggy entendía bien: había que llevar los límites hasta las últimas consecuencias, y su propio cuerpo marcaba un límite con el que tenía que romper constantemente. Después de cada concierto era común ver a Iggy sangrando de algún lado. En su primera aparición en el show de David Letterman, a principios de los ochenta, Iggy termina de tocar y se sienta en un sillón de piel. Está sangrando de la boca. Letterman le pregunta por qué. Iggy responde que no quería dañar los micrófonos de la producción, por eso se golpeó a sí mismo. Letterman le dice que eso que hace en sus conciertos asusta a la gente. Iggy responde que eso era antes, cuando las cosas se le salían de control y que eso tenía que ver con su estado de ánimo del momento. Lo que decía Letterman era cierto. La reacción del público que iba a ver a los Stooges resultaba de un punto inexacto entre la fascinación y el miedo. La posibilidad de que Iggy les saltara encima desde el escenario, una salvajada que nadie había hecho antes, o si tal vez iba a vomitarles encima, como pasó en un concierto en 1973, dejaba en el público una incertidumbre que causaba expectativa y terror a la vez. Las drogas le daban a Iggy la posibilidad de violentarse, de cancelar su vulnerabilidad de ser humano, para integrarse como parte del sonido en la construcción de su música. Con su tercera producción, Raw Power (1973), Iggy planeaba hacer un disco tan fuerte que el puro sonido pudiera lastimar a alguien. De esa misma forma en la que le exigía a su música una capacidad de violencia expansiva, llevaba a su propio cuerpo a la intimidación, al punto de paralizar a su público en los actos en vivo, a veces cortando su piel con pedazos de vidrio y otras veces sólo bastaba con la forma en la que se movía. Sus movimientos enloquecidos eran una respuesta a la carga violenta que quería en su música y una forma de representarla como merece. El dolor del cuerpo tenía que ver con las exigencias de las letras y del sonido, que no podían tomarse a la ligera. No es necesario indagar demasiado en el significado de lo que los Stooges querían hacer, con leer los títulos de algunas canciones como “Search and Destroy” o “Dirt” se puede entender el camino de su música y el carácter que necesita. Tenían que expresar la verdad de lo que estaban haciendo, cualquiera que fuera. Iggy, mientras tanto, ha ido envejeciendo. La energía que lo mueve como marioneta en sus actos en vivo es la misma, la diferencia es que ahora su cuerpo le impone los límites. En otro tiempo él mismo quiso tener claros esos bordes para trasgredirlos de la manera más violenta posible, pero ahora han dejado de ceder. No tardará en llegar el día en que empiece a encogerse, y en unos años más habremos visto la transformación completa. Un hombre convertido en una iguana dorada en la costa caribeña, descansando su viejo cuerpo en una roca gris bajo el sol ardiente.
Nos enseñaron a tener miedo, a callar, a bajar la mirada, a consumir logos importados, a sonreír como los afiches publicitarios, a endeudarnos, a mirar farándula, a borrar nuestra identidad, a temer al patrón, a que es normal que nos roben, a que nada va a cambiar, a reír callado, a llorar en silencio, a silenciar nuestros muertos, a anular los sueños, a desvanecer el tiempo, a convencernos de que era natural evaporarse porque nuestro cuerpo era sólo una materia ligera como el viento y que el tiempo se olvidaría de nosotros. Y así vivimos años y años, bajo la penumbra, anulados con miedo, con el terror a gritar, alarmados ante la mera posibilidad de que éramos o que alguna vez fuimos y soñamos. El cuerpo se acomoda, dicen, se acostumbra y se amolda al susto. Muchos miramos con extremo pavor el casco militar, el uniforme planchado, la autoridad, la voz grave del poder, el zapato lustrado en soberanía y la piel arrugada en oligarquía. Pero hoy la historia se está escribiendo con una tinta distinta. Hoy miles de estudiantes nos están dando una lección de recuperación del cuerpo ante una petición tan básica como la educación gratuita y de calidad. Hoy miles de jóvenes, abuelos, madres, profesores, pobladores, niños, cantan y bailan tomando la calle, pidiendo al gobierno respuestas ante las peticiones y dando vida a lo que estuvo muerto durante mucho tiempo: el cuerpo. Vivir sin miedo es vivir libre.
ENTREVISTA Por: Julio pineda / @juliofotografo
www.juliopineda.mx
Pooneh Ghana es una joven fotógrafa originaria de San Antonio, Texas, que está obsesionada en retratar el mundo de la música y cualquier imagen que encuentre única mientras satisfaga su otra obsesión, viajar. Con su peculiar estilo y habilidad para simpatizar con los músicos, Pooneh formó dos series llamadas “Music, Etc. Polaroid I y II”. Como su nombre lo dice, estas series fueron tomadas con una Polaroid, que hace que las fotografías cobren una sensación de intimidad y crudeza realmente disfrutable. Bajo la idea de que cualquier persona disfruta que le tomen una Polaroid, esta texana tiene ya una gran colección de momentos únicos en el mundo de la música. El Fanzine tiene para ti una entrevista con Pooneh y algunas de las Polaroids de su colección. ¿Qué es lo que disfrutas de una fotografía Polaroid? Simplemente me enamoré de la idea de capturar a algunos de mis músicos favoritos, o de quien fuera y a quienes admiro con franqueza. Por lo general, las personas parecen simpatizar con la idea de que les tomen una Polaroid, y pensé que sería una perspectiva mucho más divertida e íntima al tomar fotos de bandas. ¿Al estar tomando las fotografías con quién fue que sentiste la mejor química? Black Lips es definitivamente una de las bandas con las que mayor química tuve. Son unos tipos sencillos y cool, con actitud salvaje y punk que reflejan naturalmente frente a la cámara. También están Pete and the Pirates, a quienes he ido conociendo a través de los años después de haberlos fotografiado varias veces. Es divertido fotografiarlos porque son mis amigos. Jeff the Brotherhood y Turbo Fruits son probablemente dos de mis favoritos. Recuerdo una ocasión con Turbo Fruits, con quienes tenía planeado unas fotografías de su show en SXSW y que de alguna manera terminó siendo un shoot en el baño de hombres que no tenía puerta. Fue increíble, amo la espontaneidad. Creo que estas bandas logran darse cuenta que también soy una fan y que por ello quiero tomarles fotos: los aprecio a ellos y a su música. Soy una fotógrafa que no sólo les toma una foto porque es su trabajo. ¿Cómo nació tu amor por la fotografía? Comencé a interesarme en la foto a finales de la preparatoria, como hace cuatro años. Compré mi primera cámara cuando tenía 17 años y me obsesioné por completo. Tomaba fotos de todo, investigaba lo que pudiera sobre cámaras, lentes y el uso de la película, entre otras cosas. También comencé a viajar mucho en esa época, ahora viajo un par de meses al año por Europa. Viajar me ha ayudado mucho para desarrollar mi habilidad de fotografiar cosas fuera de la música y los conciertos, así como para cambiar mi perspectiva de la fotografía musical. ¿Qué hace sentir éxtasis a tus ojos? Fotos que parece que las tomaron en un sueño.
ESTAS RESEÑAS SON CORTESía de editorial sexto piso, ANAGRAMA, TECOLOTE Y EDICIONES EL NARANJO / ILUSTRACIÓN: BUQUE y Revista Picnic
Segundo cuerpo
Filosofía zombi
Vive despacio, muere rápido. Vive rápido, muere despacio. Tal vez les sea muy familar la afirmación de que no es lo Autor: Milorad Pavić mismo mente que cuerpo, que el alma es una cosa y hay que tratarla con cuidados especiales, porque, si no, el cuerpo se Editorial: Sexto Piso deteriora y viceversa, que dependen uno del otro pero no son lo mismo. Hay quienes afirman que el alma es eso que se queda después de que el cuerpo expira y que incluso la puede albergar un cuerpo nuevo. Con gran maestría, Milorad Pavić relata lo que puede suceder una vez que se abandona este mundo; este escritor serbio nos obsequia una historia sobre el segundo cuerpo, el espiritual. Un enfermo le cuenta a su joven esposa la historia de su peculiar anillo, que cambia de color según el destino del portador para anunciarle si tendrá felicidad, salud o amor. En distintos momentos del siglo XVIII, el escritor Zaharija Orfelin, en Venecia, y el hieromonje Gavril Venclovic, en Hungría, a orillas del Danubio, buscan conocer los secretos del anillo. Podría ser casualidad, pero hay quienes afirman que es su despedida, que se adelantó a su muerte para darle vida a Segundo cuerpo, su última gran novela antes de partir.
Musicofilia
El policía quiere ver qué hay detrás de la muerte, yo, de la vida. ¿Qué les ha pasado cuando leen un libro que les han regaAutor: Edmond Baudoin / Jean-Marc lado?, ¿piensan que deberían hacer una lista de regalos la próxima vez?, ¿les ha cambiado la vida después de leerlo? Troubet Editorial: Sexto Piso Pues lo que le pasó a Edmond Baudoin después de leer el libro 2666 de Roberto Bolaño que le regaló una amiga periodista fue viajar a Ciudad Juárez. Sorprendido al escuchar del nivel de violencia en esa ciudad fronteriza y decidido a encontrar el rastro de luz de quienes todavía viven ahí, en compañía de su amigo Jean-Marc Troubet, nos obsequian, en este libro ilustrado, una colección de los sueños de sus habitantes. Ser futbolista, tener un Ferrari, viajar por el mundo o ser una estrella de rock no pueden faltar, pero también están quienes sueñan con algo que por ahora parece ser todavía más difícil, llegar a ser viejos, sobrevivir. Detrás de la información sin nombre o apellido de quienes mueren día con día está el rostro y sueños de otros que siguen ahí, dispuestos a luchar por su derecho a vivir humana y dignamente.
They're coming to get you, Barbara, there's one of them now! ¿Cuándo dejamos de ser humanos y nos convertimos en un Autor: Jorge Fernández Gonzalo zombi?, ¿sólo la apariencia de un zombi de la película de Editorial: Anagrama George Romero nos alertará de nuestra transformación en muertos vivientes? Filosofía zombi, de Jorge Fernández Gonzalo, finalista del XXXIX Premio Anagrama de Ensayo explora, a lo largo de siete capítulos, un camino reciente que ha tomado la filosofía contemporánea. Estira el concepto, la idea de zombi, que sirve como metáfora para tratar de entender la complejidad de la sociedad posmoderna: la publicidad masiva, el hiperconsumismo sin control, la amenaza de un apocalipsis y la caída de la civilización; estos elementos, que suelen acompañar a las producciones de este género, constituyen una crítica a las llamadas sociedades del espectáculo y de la tecnificación. “Zombi es esa extraña palabra para lo que no tiene nexo, identidad, fisionomía, cuerpo”, nos dice Fernández; Filosofía zombi es, por tanto, “pensar esos jirones de presencia, las purulentas malformaciones de lo real, lo que no llega al nombre, los ramales de cuerpos, espacios o texturas, que se ven abocados a una desmesura irrepresentable”.
Cuando escuchas a tu banda favorita suele pasar que se altera tu estado de conciencia y sólo quieres, a grito pelado o con bailes Autor: Oliver Sacks Editorial: Anagrama tipo Yorke en “Lotus Flower” (cada quien), hundirte en la experiencia estética que provoca. A veces, unos pasos más te llevan a analizar su obra completa o a desentrañar cada una de las notas o movimientos e, incluso, a hacer fila o acampar para entrar a uno de sus conciertos. Pero, ¿quién se ha preguntado qué sucede en nuestras cabezas cada vez que ponemos a todo volumen el Dark Side of the Moon?, ¿o por qué, aunque no queramos, no paramos de tararear canciones que escuchamos en la calle y que insistimos no nos gustan? Pues Oliver Sacks lo hizo y el resultado está en Musicofilia, 464 páginas con relatos sobre las posibilidades de la mente y su relación con la música. A través de anomalías como la amusia —o incapacidad para sentir la música—, el hipermusical síndrome de Williams —un extraño fenómeno de extrema sociabilidad—, las alucinaciones musicales o la música como inspiradora de auténtico terror, Sacks elabora un análisis de cómo la música es un factor clave para crear la identidad humana, ya sea de una manera patógena o como un agente positivo a la hora de tratar el Parkinson, la demencia, el síndrome de Tourette, la encefalitis o los ataques de lóbulo temporal.
Valeria en el espejo
La protagonista de esta novela, Valeria, está en sexto de primaria a punto de terminar el año escolar y es la típica niña bien portada, la preferida de la maestra. El otro protagonista, Juan Luis, es compañero de clase de Texto: Antonio Granados Ilustración: Silvana Ávila Valeria y es un chico como muchos. La historia cuenta, Editorial: El Naranjo con mucho humor e imaginación, cómo descubren el amor dos adolescentes. Pero también habla de esas dos caras que todos tenemos: la que mostramos al mundo y la de la intimidad, y de la necesidad de liberar esta última. Este libro introduce al lector en el género de la fantasía, quien al leerlo entenderá que aun la mente más escrupulosa suele tener descuidos, que incluso las vidas más aburridas pueden cambiar de un día para otro y, sobre todo, que la forma de percibir la vida y a los demás se transforma día con día.
Para Nina. Un diario sobre la identidad sexual
Esta novela aborda el tema de la transexualidad. Eduardo, el protagonista principal, sabe que es una mujer en un cuerpo de hombre e, incluso, ha escogido un nuevo nombre: Victoria. Ella cuenta en un diario, dirigido a su abuela Nina, esto y todo lo que le sucede en el proceso de maduración, no sólo en lo que respecta Texto: Javier Malpica su cambio de sexo, sino como ser humano. Después de Ilustración: Enrique una serie de peripecias, llenas de humor y de realismo, y Torralba no exentas de conflictos, Victoria descubre el tipo de ser Editorial: El Naranjo humano que quiere ser. Para Nina es una novela dirigida a los jóvenes que defiende el derecho a ser como son, un relato profundamente humano, que pretende expandir los límites de la propia experiencia y que lleva a los lectores a comprender que los seres humanos estamos llenos de contradicciones. Las ilustraciones tienen un discurso propio y cuentan de manera original la historia de Victoria.
Viva la vida
Escucha mis manos
Escucha mis manos presenta a través de sus páginas fotografías sobre fondos coloridos y luminosos y textos que pueden traducirse simulAutor: Alvarito Cuevas táneamente al lenguaje de los sordomudos. Este Editorial: Tecolote libro crea lazos afectivos entre los lectores y la protagonista, una niña sordomuda que logra conmovernos con su rica variedad de gestos y con su amor por la vida. Las manos son sus mejores aliadas, con ellas va tejiendo letras y palabras mientras la expresión de su rostro las adereza con sentimientos: Yo sonrío si te ríes; y te miro, si me hablas; si me dices, te lo creo; si me tocas, yo te siento. Para Karen las figuras son un medio de expresión pero también un juego que va más allá de los significados establecidos. Una letra puede ser unos lentes, un pellizco en los cachetes o un calidoscopio. Escucha mis manos es una muestra de voluntad. Es un testimonio de que el ser humano es incapaz de rendirse. De que sustituye sus carencias con nuevas habilidades. De que sale adelante. De que libra obstáculos y los convierte en caminos por recorrer.
Un pie en la oreja y el otro en la nariz
Un pie en la oreja y el otro en la nariz está ilustrado con fotografías y con la estética derivada de la informática. Escrito a manera de diario, el libro está dirigido a los lectores que concluyen la primaria e inician la secundaria. Este año Nicolás Autora: Maia F. Miret y Fernanda tienen que escribir el diario de la clase. Ilustrador: David Silva Fotografía: Cristina Kahlo Entre otros acontecimientos llega Mario, un niño con parálisis cerebral que se ve raro y habla Editorial: Tecolote chistoso, y que viene a revolucionar el mundo de todos. Este libro describe los sentimientos y reacciones de un grupo hacia un niño “diferente”, así como las dificultades que enfrenta durante su gradual integración. El libro es el cuarto título de la colección Soy Igual A Ti, Pero Diferente, la cual tiene como objetivo sensibilizar a los diferentes sectores de la sociedad en torno a la discapacidad e inculcar un cambio de actitud que contribuya a la consolidación de una sociedad incluyente.
ESTE MURAL FUE HECHO PARA EL FANZINE POR SANER Y BASTARDILLA, ESTÁ UBICADO JUSTO FUERA DEL METRO CAMARONES. MÁNDANOS UNA FOTO TUYA JUNTO AL MURAL Y RECIBE UN REGALO ESPECIAL DE SANER Y EL FANZINE.
Por: Andrés "EL MEDI" MEDINA / @delabuena
“Quiero arrancar la máscara de los astros y el tiempo, desentrañar el fuego de la común hoguera de la vida y la muerte, y poseer la esencia, lo absoluto, lo eterno”. Clara Janés Es difícil, pero no imposible, encontrar humanos capaces de sentir con el corazón hasta lo más profundo de sus raíces, que admiran y rinden culto a sus antepasados y a lo que gracias a ellos somos el día de hoy. Afortunadamente, aún hay quien se maravilla todos los días y encuentra en su camino una constante inspiración en la belleza que está frente a sus ojos; y también es verdad que todavía caminan unos cuantos por nuestras calles con una ideología sincera que busca fomentar el diálogo con el otro y que conlleva un enorme respeto y fascinación por la riqueza de nuestra cultura. El personaje principal de este texto, Edgar “Saner” Flores, es un ser que con su sencillez y talento ha logrado una impresionante trayectoria artística que incluye exposiciones en Alemania, Italia, Francia, Inglaterra, EUA, España, Canadá y Holanda. La calidad y personalidad de su obra ha llamado la atención de publicaciones alrededor de todo el mundo, como Belio Magazine (España), quienes dedicaron un tomo de su serie Die Young a la obra personal de Saner; Street Sketchbook (Uk & EUA, 2010), The Art of Rebellion 2 (Alemania, 2007), la revista Juxtapoz (EUA), y en El Fanzine es la segunda ocasión que su arte adorna nuestras páginas. Edgar, quien por azares del destino estudió diseño gráfico en la Universidad Nacional Autónoma de México,
FES Acatlán, formó su estilo mediante un proceso que incluyó el grafiti, la participación como diseñador de empaque en agencias de publicidad y como creativo de las mismas. Fue el día que finalmente abandonó el camino de la publicidad y que decidió sumergirse por completo en la experimentación con la ilustración, la pintura, el diseño gráfico y, por supuesto, el aerosol, que su alter ego cobró vida. Saner es el tercer tag del artista, y nace de una ironía y de una cuestión estética, “Saner viene de la palabra en inglés sane, que significa estar sano mentalmente, y como en este mundo todos estamos locos, estar firmando constantemente Saner resulta una ironía, además de que tipográficamente me gustó mucho el acomodo de las letras”, explicó el artista en entrevista. Javier IA de Belio Magazine afirma, en el prólogo de DY:008:SANER, que “la obra de Edgar Flores es sacro contemporánea”, lo cual es una definición completamente acertada, pues está plagada de elementos folclóricos que tienen una carga sagrada hábilmente aterrizada en el contexto del arte contemporáneo. El discurso profundo que contiene su arte es imposible de ignorar; cualquiera que se enfrente a un Saner, se enfrenta antes a las raíces de México. Él mismo define su trabajo como una gráfica popular, y es a través de esto que construye su estilo: son los niños, los ancianos, los animales y los
rasgos indígenas los detonadores de su creación. No hay que olvidar que sería imposible hablar de Saner sin mencionar uno de los elementos con mayor peso y significado en su obra, las máscaras. Estas artesanías mexicanas que despiertan el misterio y la magia de sus personajes: “Vidas paralelas, esto da el ritual de ponerte la máscara; siempre me cuestiono por la historia que puede tener una máscara detrás”, comenta Edgar al preguntarle sobre este importante elemento en sus dibujos. El arte de Saner habla por sí solo, es necesario exponerse ante él para sentirlo y comprenderlo; la pasión que contiene su creación proviene de su gran sensibilidad ante la vida, “creo que diario vivimos un carnaval y todo depende de la persona que lo está interpretando”. El arte público es su fuerte; cuando Saner está pintando un mural en la calle las personas se detienen, miran con cuidado, guardan silencio y sólo algunas se acercan para preguntar “¿quién firma?”. Romper con la cotidianidad
de las personas es algo que llena de alegría el corazón de este creador y, sin duda, es esto mismo lo que hace que crezca el poder de su mensaje: “No hay nada como ver que las personas hacen suyo lo que pintas, que su día cambia, y lo más increíble es que no se lo puede llevar nadie, es de todos”. Este concepto de arte público es algo que Saner está llevando a las galerías de arte, pues sus exposiciones han mantenido una línea que tiene como objetivo que los asistentes puedan llevarse su obra tatuada en la mente: “El público no sólo es un espectador tiene que formar parte del show”. Presenciar las exposiciones de Saner es algo especial ya que son únicas e in situ por lo que invitamos a todos nuestros lectores a asistir a su próxima exposición individual llamada Los iluminados, que se estará presentando este primero de octubre en la galería Fifty24MX Gallery. Una exposición que muestra la perspectiva del artista sobre los diferentes niveles que las almas deben recorrer antes de llegar a la gloria.
EN ESTA EDICIÓN EL FANZINE TRAE PARA TI UN PÓSTER DOBLE, DESPRENDE Y PEGA
Por: Fernando “El More” Moreno / @elmoremoreno ILUSTRACIÓN: eRAMOS Tantos / www.eramostantos.com.mx
Prácticamente desde los orígenes del cinematógrafo la imagen en movimiento se sintió maravillada por el cuerpo humano y sus particularidades. Desde los estudios anatómicos y fisiológicos de Eadward Muybridge hasta los acercamientos estéticos de Olympia de Leni Reifensthal pasando por los experimentos de Norman McLaren, la anatomía y su mecánica son materia prima invaluable para el cine. Por ello no resulta exagerado afirmar que, alrededor de ese cuerpo, se organiza todo un nuevo lenguaje y los diferentes planos o medidas de cuadro que lo conforman (un close up, medium shot o plano general tendrán sentido de acuerdo a la proporción que guarde el cuerpo del personaje dentro de la composición encuadrada). Del mismo modo no sorprende que las primeras grandes luminarias de esta novedosa forma de expresión resulten ser grandes maestros de la comedia física (Chaplin, Keaton, Lloyd) que consiguen conmover y divertir con el dominio y coordinación de sus movimientos. Más allá de aquellos pioneros de la comedia, a mí particularmente me fascina la idea del cuerpo en el cine como metáfora, ya sea de la creación de la vida misma o de la fantasía de la invasión, la intrusión o la intervención. En el primero de los casos me vienen a la mente películas entrañables con características más o menos similares en las que un artesano, científico o padre creador construye una criatura con materiales o partes de otras diferentes para posteriormente dotarlo de vida. Ejemplos hay muchos, entre los que resaltan Pinocho (Norman Ferguson y otros directores), Frankenweenie
o El joven manos de tijeras (ambas de Tim Burton) o los diferentes Frankenstein (James Whale, Mel Brooks, Kenneth Branagh) por mencionar sólo algunos.
diminuto amante Alfredo recorre caminando las caderas, vientre y senos de su adorada Amparo para terminar su periplo entrando en su vagina.
En el otro de los sentidos propuestos, en el que implica la fantasía de viajar, invadir o introducirse dentro de otro cuerpo, encontramos obras fílmicas únicas e inolvidables. Entre ellas destacan tres clásicos modernos: Viaje insólito (Joe Dante), donde un experimento de la marina miniaturiza un submarino y lo inyecta en el cuerpo de un empleado de supermercado; Hable con ella (Pedro Almodóvar), donde un amante empequeñece tanto que es capaz de recorrer a pie la anatomía de su amada, o Quieres ser John Malcovitch (Spike Jonze) en la que un titiritero fracasado descubre la manera de entrar en la mente del famoso actor cinematográfico.
En un mundo donde lo físico cobra cada vez más importancia y en un medio donde el cuerpo de los actores y su capacidad de modificarlo es muestra de su profesionalismo (sirvan de ejemplos los casos de Robert de Niro en Toro Salvaje o Christian Bale en El maquinista), soñar que recorremos un cuerpo desnudo de mujer parece la fantasía perfecta. Si además resulta que ese cuerpo es el de Paz Vega la cosa parece inmejorable.
Más allá del simbolismo y las figuras retóricas, el sueño de viajar dentro del cuerpo humano, tal como lo presentan las cintas referidas, plantea una realidad geográfica explorable que se rebela fascinante y temible al mismo tiempo. Así, mientras el teniente Tuck Pendelton vive sus peripecias navegando por las arterias y órganos internos de Jack Putter —lo que le significaría a la cinta, que es en sí un remake, el Oscar a mejores efectos especiales—, los personajes de la cinta de Jonze se pelean por entrar en la mente de Malcovitch, y el
Una vez más, el cine hace posibles sueños y situaciones que, gracias a su magia, nos llevan a lugares inimaginables, como el interior del cuerpo de otra persona que se convierte en el lugar perfecto para el más espectacular y placentero de todos los viajes. Confieso que a mí Pedro Almodóvar ya me cumplió una fantasía. ¿A ustedes en el cuerpo de quién les gustaría viajar? Buen cine y buen viaje.
Por: Bruno Mendizábal / @bru_m Diseño Gráfico: Sabrina AlmaNzA Yeso dental y precisión son elementos clave en el trabajo del australiano Ron Mueck. Las proporciones alteradas de sus esculturas complementan el nivel espeluznante de detalle y colocan su trabajo directamente en el territorio de lo sublime. Curiosamente, Mueck, uno de los artistas más impactantes del siglo XXI, no tuvo ninguna clase de formación artística… tal vez esto es lo que llena la expresión de sus figuras con una mirada profundamente sincera y perturbadora. Las habilidades plásticas de Mueck se gestan entorno a la confección de varias marionetas para un programa de televisión llamado Shirl’s Neighborhood en la ciudad de Melbourne circa 1980. Es extraño pensar que en esa misma década el autor que 20 años después realizaría una escultura como Dead Dad (obra en la que el artista plasma la muerte de su propio padre) maniobraba y hacía las voces de los muñecos afelpados que bailaban con David Bowie en la película Labyrinth. Sin embargo, éste fue el primer acercamiento lo que posibilitó la transferencia del artista a la ciudad de Londres, donde fundaría su propia compañía de props hiperrealistas y animatronics. Esta labor despertaría en Mueck una obsesión por crear esculturas que imitaran la realidad perfectamente desde todo ángulo. Finalmente en el año de 1996, Mueck incursiona por primera vez en la escultura como disciplina artística en una colaboración con Paula Rego, para una exposición de la galería Hayward en el área central de Londres. Fue ahí donde Charles Saatchi, conocido por impulsar la obra de Damien Hirst, tomó interés en su escultura y comenzó a coleccionar sus piezas, las cuales, eventualmente, serían incluidas en la exposición Sensation de la Royal Academy, lo que estableció inmediatamente a Mueck como uno de los principales exponentes del hiperrealismo europeo. Sin embargo, al comparar su obra con otros importantes exponentes de la misma corriente como Duane Hanson, el contraste entre la ironía habitual encontrada en el arte pop de los noventa acentúa la extrema vulnerabilidad de los personajes retratados en las piezas de Mueck. Como extractos de una pesadilla interminable, las estatuas de Mueck yacen desnudas, petrificadas en momentos de profunda ansiedad y desolación. Las piezas sumergen al espectador en una atmósfera de intimidad tan honda que resulta violenta. Rondamos los cuerpos en calidad de fantasmas, invadimos el espacio de la escultura con intensiones impregnadas simultáneamente de morbo y empatía frustrada. La culpa que provoca esta intrusión nos impulsa a desviar la mirada, pero la grandiosa ejecución de las piezas nos obliga a fijar los ojos en cada detalle, cada vena y cada pliegue en la piel de estas figuras humanas sutilmente monstruosas. Las piezas de la exposición parecen estar hechas para un espacio como la planta baja del Colegio de San Ildefonso. En sus aulas aisladas es fácil visualizar una escultura como A Girl, una recién nacida de más de cinco metros tirada en una durísima superficie blanca que está cubierta de las secreciones propias del parto. Trata de abrir un ojo para ver lo que está haciendo ese molesto ruido de pasos a su alrededor; su expresión es todo menos inocente, en unos breves momentos de vida ya se asume abandonada. En el cuarto de al lado, la escultura de una pequeña pareja muestra a dos individuos asqueados por su situación. Acostados uno junto al otro, sus caras reflejan una tristeza devastadora. En un destello de elocuencia, la exposición de este gran escultor llega al Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso en el mes patrio para vestir al Centro Histórico con una serie de piezas que reflejan el estado sicológico del país entero en este duro momento de nuestra historia. La colección abre sus puertas al público el día 21 de septiembre. Smirnoff y El Fanzine extienden con mucho entusiasmo una invitación a sus lectores a presenciar la contundente obra de uno de los artistas más influyentes del presente.
BE THERE @smirnoffmx facebook.com/smirnoffmexico Ron Mueck en México: Antiguo Colegio de San Ildelfonso
CONOCER ES NO EXCEDERSE www.alcoholinformate.org.mx
Por: MARIANA H / @soymarianah
“La buena comida, el buen comer, es cosa de sangre y de vísceras, de crueldad y descomposición. Se trata de la grasa de cerdo cuajada en sodio, apestosos quesos de triple crema, de las tiernas mollejas y los hígados distendidos de animales jóvenes”. Anthony Bourdain
LA CONFIGURACIÓN DE LA IMAGEN DEL CUERPO ERIKA ARROYO / EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO Por: FOTO: Joel-Peter Witkin
@woowoorancher
Recuerdo muy bien mi primera visita al mercado cuando era niña. Al llegar a la zona de carnes nos paramos frente al puesto de pollos. Una montaña amarilla se elevaba ante mí. Mientras esperaba el pedido, mi mamá me señaló el orificio en la cabeza de uno de ellos y me dijo: “¿Sabes qué es esto? Y después de analizar el orificio del cadáver contesté: “¿El balazo?”. El pollero soltó una carcajada, mi mamá también, yo no. Mi mamá me dijo: “No, es el oído del pollo”. En ese momento empezó mi infierno. Por alguna razón yo no había pensado nunca en la corporeidad de los alimentos; es decir, un pollo era un platillo que se servía frito, un bistec era lo que había de comer, no un pedazo de vaca o de cadáver de vaca, para ser precisos. No pensaba en un ser vivo que tuviera oído, vista, procesos digestivos. Empecé entonces a pensar obsesivamente en las funciones corporales de mi comida: analizar los nervios, las venas muertas e imaginar la sangre que corrió por ellas cuando la criatura estaba viva. A partir de ese día comencé a hacer una involuntaria pero inevitable relación entre el cuerpo y la comida. La cosa empeoró de sobremanera muy poco después cuando nos llevaron a una visita a los laboratorios de la escuela. Había víboras en formol, insectos y batracios. Pero el momento del terror llegó cuando nos enseñaron, en un enorme frasco redondo, un cerebro humano flotando en formol. No pude quitarle la vista de encima: flotaban a su alrededor minúsculos trozos de cerebro que me hacían recordar a los chongos zamoranos. Esa tarde en la casa hubo hamburguesas. No pude probar ni un bocado. Imaginaba cómo habrían arrancado pedazos de carne a un animal, molido sus tripas, carne maciza y pedazos inciertos; cómo la habrían mezclado y si habría sangrado o no. Luego pensaba en las personas sentadas en la mesa e imaginaba su cerebro y me preguntaba si un taco de sesos humanos sería igual que una sesadilla. Durante un tortuoso tiempo si veía la cola de una vaca pensaba en cómo se vería en un caldo y si veía las nalgas de una persona pensaba en aguayón. No era que se me antojara, era simplemente que estas visiones llegaban a mí como flashazos del infierno. Resulta, entonces, que me negué a comer carne por un tiempo; no toleraba comer algo que se pareciera a mi propio cuerpo. No me costaban ningún trabajo las verduras y las frutas. En mi casa estaban felices porque comía brócoli y calabazas. Pero llegó el momento en el que ese trastorno me afectó profundamente: cuando vi un trompo de pastor cocinándose en una taquería y me fue imposible comer el que por años fue mi platillo favorito. Capas de cerdo muerto empalado, adobado y girando. Y es que una vida sin moronga, sin chamorro, sin cuete mechado, no representaba problema. Pero una vida sin pastor me resultaba inaceptable. Afortunadamente tuve un sueño como dictado por Anthony Bourdain y Sigmund Freud: me encontré frente a dos jaulas, una de niños y otra de animales de granja. Cuando se abrieron las rejas, me abalancé sobre los niños y mordí sus cachetes, sus deditos (tronaban como manitas de jaiba), sus muslos. Después me lancé sobre los borregos, las vacas y un cerdo. Metí el dedo en el oído de un pollo comprobando que el orificio era eso y no un balazo. Hubo sangre, vísceras y cerebro. Al terminar el espectáculo gore me dije: “Puedo superarlo todo”. Desperté sobresaltada y hambrienta. Mi cuerpo me pedía regresar a la taquería. Me comí cinco de pastor. Sin piña y sin jardín.
Una tendencia hacia la valoración de lo despreciable como un elemento de su configuración visual, lo que estimula la náusea, el desconcierto y lo siniestro como la alarma de un despertador que perturba al intensificar la fragilidad humana. “Esos humores, esta impureza, esta mierda, son aquello que la vida apenas soporta, y con esfuerzo”. Julia Kristeva Estamos cada vez más inmersos en charlas sobre trasplantes y donaciones de órganos, transfusiones de sangre y prótesis. Poco a poco y de manera inconsciente, hemos aprendido a mirar el cuerpo con base en lo desmontable y la descomposición, trazando, así, un entorno parcelado para reconstruir una imagen sobre él, vestida de una suerte de síndrome de Frankeinstein que pone de manifiesto que la idea del cuerpo que ha sido aprehendida en años recientes ya no lo observa como un todo sino desde la particularidad de sus fragmentos. En ese sentido, resulta innegable que cada época echa a andar un sistema propio de valores que inciden en la producción y lectura de las obras de arte, y si nos empeñamos por encontrar el rasgo que diferencia a la noción del cuerpo en el arte contemporáneo de otras concepciones y usos, la respuesta estará en el régimen visual, pues es el desarrollo de la mirada en tanto construcción cultural lo que determina cómo experimentamos las imágenes que de él se van generando. Piel amoratada, venas marcadas, devastación física, sangre, pus. Basta con prestar un poco de atención a las imágenes del cuerpo que nos rodean para detectar que existe una sórdida fascinación por los fluidos y la apariencia derruida que le arrebatan la idealización para finalmente lanzarlo hacia el terreno del cadáver. Así, el cuerpo en tanto cadáver (de cadere, caer) se desploma cual escombro ante lo insoportable que representa ese estado vago de
desprendimiento del cuerpo como viviente. Nos encontramos, entonces, de pie frente a una desmitificación del cuerpo llevada al extremo, en la que éste es abordado entre distintos intereses y en función de la mirada propia de cada momento histórico, con una tendencia hacia la valoración de lo despreciable como un elemento de su configuración visual, lo que estimula la náusea, el desconcierto y lo siniestro como la alarma de un despertador que perturba al intensificar la fragilidad humana. Un cuerpo inerte secretando líquidos viscosos y desprendiéndose de un hedor que da cuenta de su calidad putrefacta. Un cuerpo venido a escombro que yace ahí envuelto en la piel de un cadáver, como un nuevo objeto de contemplación que, al exponerse a la mirada, desdibuja la frontera entre la vida y la muerte mediante el desmembramiento y la transfiguración para finalmente sugerir al público el establecimiento de una nueva forma de experimentar el cuerpo y paradójicamente vivir la anticipación de su propia muerte. Tenemos ante nuestros ojos la extensa galería de Joel-Peter Witkin configurada bajo una estética perversa del cuerpo; la mezcla entre la repulsión y el deseo impulsados por la carne cruda de Carolee Schneemann y sus performances; los anónimos mutilados y niños de narices sangrantes de Gottfried Helnwein; la encarnación simultánea de la vida y la muerte en los objetos de Damien Hirst, y la piel lacerada que caracteriza los trabajos de Jenny Saville. El universo de la concepción vitruviana que da Vinci representó situando la figura humana en el centro de un círculo y un cuadrado como ejemplo de la perfección colapsa aquí, y sobre sus escombros se ha construido una desmitificación de fétida sonrisa que nos retuerce la mirada.
Las flacas también lloran Por: Tamara De Anda / @plaqueta ILUSTRACIÓN: YAZMÍN hUERTA
Mis jeans de batalla de la prepa me los compré en el Suburbia, en el departamento de “caballeros”. No tenían forma y me quedaban grandes. Los combinaba con camisetas metaleras talla XL que conseguía en el Chopo (en aquel entonces no existía parafernalia de Sepultura, Iron Maiden o Helloween pensada para el público femenino). Y todavía me preguntaba por qué llegué virgen a la universidad. Sí, me gustaba el metal e intentaba reflejarlo en mi imagen. Sí, estaba muy confundida porque hasta ese momento había ido a escuelas de uniforme. Sí, mi mamá no tenía mucho dinero y eso no ayudaba. Pero la razón más poderosa para vestirme de la chingada era que estaba acomplejada hasta la médula, y la carota de James Hetfield impresa en una camiseta-bata cumplía más la función de cubrir por completo ese cuerpo que yo veía horrible que la de gritarle al mundo “¡metaaaaal!”. Secretamente soñaba con ser como las diosas chairas de la escuela (iba en la prepa 6 y ahí la clase dominante son los hippies de Tlalpan), que parecían nunca tener frío y usaban breves blusitas y pantalones muy a la cadera, incluso en pleno enero. Pero, según pensaba, me hubiera visto menos ridícula dentro de una botarga del Dr. Simi que con cualquier atuendo del Bershka. Me siento gorda desde que tengo memoria. Crecí con una madre y una tía que hacían dietas y hablaban de su sobrepeso constantemente. Los fines de semana veía a mi “papá” (es una larga historia el porqué entrecomillo, luego la cuento), que entonces trabajaba como editor de moda de Vogue
México y que desde muy muy niña me decía que me vestía fatal, que hablaba “como naca” y que, cómo no, estaba gorda. Claro, si el cabrón lo único que veía eran viejas de 1.80 talla 0, el resto de las personas le parecían adefesios que ofendían la mirada con su obesidad y sus ropas no-de-diseñador. Pero le creí. Mi primera dieta la hice por ahí de los nueve años. Pasé la prepa entre el monchis de la mota y los regímenes de pastito que no podía mantener por más de una semana. Siempre fui, como me dijo mi novio de la universidad cuando empezamos a andar, “chubby", porque como todas las que hacen dietas saben, las dietas sirven pa’ pura madre. Y era tal mi amor por ese güei y mis complejos y mi hartazgo y mi frustración por no ser como mi papá quería que fuera, que chingueasumadre dejé de comer. En un par de meses bajé diez kilos, luego otros diez, y por primera vez me vi al espejo desnuda y no sentí ganas de llorar, y por primera vez me empecé a poner la ropa que se me daba la gana, y por primera vez mi “papá” me dijo que me veía guapa, y por primera vez mi güei me dijo que estaba bien buena. Eso era felicidad y no mamadas. Pero no comer es complicadísimo, la anorexia te vuelve hosca y las suegras te detestan porque no te comes el pastel que prepararon. Luego empiezas a trabajar y no tienes tiempo para concentrarte en no comer y la situación se vuelve insostenible y recuperas los veinte kilos que habías perdido y vuelves a la miseria porque ya ni la ropa del Zara te queda, cuentimenos la de marcas chidas, que además no compras en esa talla que te niegas a aceptar como tuya porque sabes que vas a bajar en un par de meses aunque lleves años prometiéndotelo en vano. O al menos a mí eso me pasó, y ya era muy tarde para volver a las camisetas metaleras, así que me he tenido que aguantar con mi peso “natural”, con sus altibajos (más alti que bajos). A veces me pregunto qué hubiera pasado si mi “papá” no hubiera existido, y seguramente también lloraría mi gordura. La mayoría de la ropa está pensada para las flacas, y yo no sé para qué se molestan en hacer talla grande de un vestido de tubo que sólo se le puede ver bien a un esqueleto. Eso de que los hombres las prefieren “con carnita” es un mito: las flacas son las que se llevan las miradas (porque además suelen ser más seguras de sí mismas, por obvias razones, y ahí está el círculo virtuoso). Y en las revistas de moda, las “gordas”, que nunca van más allá de la talla 14, aparecen en números “especiales” (Vogue Italia del mes de julio, por ejemplo), con una carta editorial que explica su fugaz aparición en la revista. El sitio de la misma publicación tiene una sección especial dedicada a las que llama eufemísticamente “curvy”, y entre las celebridades “curvy” aparece Liv Tyler. Que no mamen. Cuando pongan a una talla ocho entre sus páginas, sin necesidad de justificarlo con un pie de foto que diga “¡miren!, ¡las gordas también pueden ser bellas!”, hablamos. El pedo es que no sólo las que tenemos sobrepeso nos sentimos miserables. Hace un año estaba pesando lo más que había pesado en la vida, y la verdad es que no me sentía mucho peor que cuando llegué a caber en unos jeans talla tres, porque siempre hay una talla uno que conquistar. A estas alturas sé que no soy la única, porque todo el tiempo escucho a diosas hipsters o mirrreinas por las que todos se mueren y por cuya delgadibuenez yo mataría, quejándose con legítimo tormento de una gordura imaginaria que sólo ellas pueden ver. A la moda le echan la culpa de provocar trastornos alimenticios en las mujeres. Claro, llega a pasar. Pero uno, no sólo es la moda: son quienes se la creen, los hombres que afirman estar cansados de la “gordura” de Scarlett Johansson, las viejas que critican a otras por salir en shorts a pesar de su celulitis, las flacas con complejo de superioridad (sí, existen y son unas perras, unos monstruos que hemos creado). Y dos, la anorexia y la bulimia las padecen muy pocas chicas comparadas con las que viven en un estado de perpetua insatisfacción con su cuerpo. Porque por más que vayas al gimnasio y comas pura alfalfa y te broncees, nunca vas a ser la de junto, a la que tú ves perfecta, aunque ella quiera ser como otra perfecta que vio vaya usté a saber dónde. Hace un año que mandé todo a la chingada. Me di cuenta de que nunca iba a recuperar mi talla tres y mucho menos llegar a la uno con la que alguna vez soñé, que de nada servía llorar después del pastel de chocolate porque luego de la abstinencia culposa iba a venir otro atracón de crema de cacahuate. Dolió, pero me acepté con mi tamaño y mi cintura que le tira más a lo convexo que a lo hiperbólico. Que sufra la perfecta de junto, yo me voy a comer mi panquecito, comper. Al fin que en 2011 ya hay playeras metaleras en modelos “para dama”.
Los egipcios lo llamaban el “ojo de Ra” o el “ojo de Horus”; los hindúes lo llaman el “Shiva Netra” o el “ojo de Shiva”; en el budismo le llaman “Urna” o el punto que gira, que tiene relación al sexto chakra, también conocido como “Ajna Chakra”. Para los ancestros, el tercer ojo existía, entonces, ¿por qué es que ha dejado de existir para la mayoría de nosotros? Para la medicina china y la medicina ayurveda la base del cuerpo humano es sostenida por una trama ultra compleja de canales de energía llamados nadies o meridianos. Estos canales permiten el fluir del prana, como lo llaman los hindúes, el chi para los chinos, o la energía para nosotros. Tanto para los chinos como para los hindúes toda acción física y mental es causada por un flujo apropiado de energía, hasta en un estado de relajación o en el mismo sueño esta energía sigue circundado y permite que suceda un equilibrio dinámico constante, por eso en el momento que deja de existir este equilibrio es cuando llegan las enfermedades. El prana o chi es la esencia de la vida y la no vida. A mayor contención de prana o chi es mayor el estado vibracional del organismo, de aquí que el objetivo último de la mayoría de las enseñanzas espirituales que buscan la liberación es el de incrementar su estado vibracional hasta lograr cambiar el estado de la materia y volverse luz.
relacionadas con los sentimientos sexuales, las emociones, la memoria contextual y nos permite tener expresividad inmediata. En resumen, el sistema límbico es un sistema formado por varias estructuras cerebrales, gestiona las respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales y también almacena toda la información necesaria que te permite sobrevivir a situaciones que haz reconocido como peligrosas. La glándula pineal o “el tercer ojo” se encuentra justo arriba del sistema límbico, es de forma cónica y parece como un chícharo que se asienta justo atrás de la raíz de la nariz, se encuentra flotando en una pequeña laguna de líquido cerebroespinal. Tiene un sistema de irrigación directo que le provee de constante riego sanguíneo. Por muchos años, la glándula pineal fue considerada un vestigio anatómico como hoy en día es considerado el
¿Qué significa realmente nuestra capacidad de ver, sentir y comprender?
La creatividad también es regida por el tercer ojo, así que una buena herramienta para ejercitarlo es echar a andar tu creatividad manifestando tu expresión autentica a través de lo que haces. Cuando el tercer ojo se activa tienes la capacidad de ver desde una perspectiva sistémica y no fragmentada. Tu capacidad de percibirte y percibir lo que te rodea se amplifica y te permite regirte más por sensaciones que por procesos analíticos (que muchas veces están influenciados por tus condicionamientos), claro está que todos nos regimos por sensaciones. El sistema límbico o mesencéfalo, también llamado el cerebro mamífero, se encarga de mantener la temperatura, el sentido de sed y hambre; prepara al organismo para reaccionar si percibe dolor o presión en la piel; está relacionado con sentimientos de alegría o tristeza, energía o motivación; es responsable de los lazos sociales, secreción de algunas hormonas
Gracias al trabajo realizado por el Dr. Rick Strassman, autor del libro DMT, la molécula del espíritu, se ha podido ver una relación entre la glándula pineal y los estados no ordinarios de conciencia generados por la molécula de DMT, la cual es producida por la glándula pineal usando como precursor a la deratonina. Este investigador vio la relación que existe entre las experiencias cercanas a la muerte y las experiencias místicas y encontró que en ambos casos existe la presencia del DMT. El DMT tiene una estructura muy similar a los enteógenos: psilocibina y LSD, que también se encuentran presentes en la ayahuasca; todas estas sustancias ayudan a activar a la glándula pineal con lo que se acrecienta nuestra capacidad de observar hacia dentro y hacia afuera de nosotros. Asimismo, los estados místicos están asociados a una función acrecentada de la glándula pineal, ya sea a través de ayunos prolongados, privaciones sensoriales o estados meditativos profundos. Ahora, con la finalidad de despertar la función del tercer ojo bajo la influencia de sustancias enteógenas, lo que se recomienda es utilizar un antifaz que permita dejar pasar la menor luz posible, estar recostado o en postura de meditación y en silencio. Seguido de esto hay que enfocar la mirada viendo hacia el entrecejo y permitir que, a través de mantener la atención en este punto, se vayan creando patrones luminosos que activan la glándula pineal. Dado a que la glándula es fotosensible (le afecta la luz) los patrones luminosos la irán activando cada vez más. Para muchos de nosotros, mantener la concentración por tiempo prolongado es un gran reto por lo que se puede entrenar antes de tener la experiencia enteógena a través de la siguiente técnica desarrollada en india la cual busca llegar a la clarividencia: tratak, mirada fija.
Regresando a comprender la anatomía sutil, es importante tocar el tema de los chakras o centros de energía, que son vórtices que permiten un intercambio entre la energía de la tierra y del cosmos con la nuestra. A estos centros de energía es que confluyen los nadies; se cree que existen al-rededor de 72 000 nadies que permiten que la energía fluya por todo el cuerpo. Existen siete chakras primarios ubicados en una alineación similar a la que tiene nuestra columna vertebral; cada chakra tiene una correlación con un estado emocional, así como con el funcionamiento de órganos y sistemas del cuerpo. Los chakras inferiores están más relacionados con un sistema de sobrevivencia básica, mientras que los chakras superiores están relacionados a cualidades espirituales o de conexión con planos o realidades no unicamente terrenales; en este conjunto es que encontramos al sexto chakra o “Ajna”, o sea el tercer ojo.
Lo que nos da abrir el tercer ojo es en una primera etapa del desarrollo de nuestra intuición, lo que nos permite tener un conocimiento no racional o analítico sino una sabiduría intuitiva; es cuando comúnmente decimos que nos “late” algo, pues tu cuerpo siente en él la intuición como una respuesta visceral y corporal, es cuando no piensas sino sientes. Nuestra capacidad de sentir está muy limitada dado que la mayoría de nuestra energía la empleamos en la observación de fenómenos externos. Es sólo a través de ejercitar la observación de nosotros mismos, de nuestras emociones y reacciones, que vamos fortaleciendo el vínculo que existe entre nuestra mente y la influencia del subconsciente en nuestra vida. A mayor desarrollo del tercer ojo, mayor capacidad de observación tenemos.
las personas y en ello descifrar el pasado el presente y el futuro de la persona; también se ha visto relacionada con la telepatía.
apéndice, pero esta teoría ha dejado de tener peso pues al estudiar bien la anatomía nos damos cuenta que la glándula pineal ha sido provista por la mejor mezcla de sangre, oxígeno y nutrientes, sólo antecedida por la calidad de sangre que le llega a los riñones. Estudios han demostrado que actúa como un mecanismo que recibe información electromagnética y permite la alineación de cuerpos en el espacio. En otras palabras nos permite reconocer nuestra relación con la polaridad magnética de la Tierra. Esta glándula también regula los ciclos de vigilia y sueño, llamados ciclos circadianos, a través de la producción de melatonina. También rige los procesos de crecimiento, madurez y envejecimiento, y actúa como una glándula maestra orquestando todo el sistema endocrino y, por consiguiente, traducido al aspecto energético, regula el funcionamiento de los chakras. Muchos creen que también es la responsable de los estados chamánicos, místicos, visiones proféticas y el despertar de kundalini. Los yoguis relatan poder usar el tercer ojo para ver el futuro (premonición), clarividencia que es poder ver los patrones energéticos del campo áurico de
TÉCNICA: Siéntate en una posición cómoda, preferiblemente en una postura de meditación en un cuarto oscuro. Enciende una vela a la misma altura de tus ojos y a una distancia de la cara de cuarenta a sesenta centímetros. Endereza la columna, relaja todo el cuerpo y cierra los ojos. Permanece completamente consciente de tu cuerpo. Deja que tu cuerpo se vuelva inmóvil como una estatua; una vez que logres estar cómodo, trata de no mover el cuerpo durante toda la práctica. Cuando estés preparado, abre los ojos y fija la mirada intensamente en el punto más brillante de la llama. Esta área se encuentra justo encima del final de la mecha. Con la práctica podrás mirar fijamente la llama durante unos cuantos minutos sin mover los ojos ni parpadear. Continúa mirando fijamente la llama con completa concentración. La totalidad de tu conciencia debe centrarse en los ojos hasta el punto de perder la percepción del resto del cuerpo. Tu mirada debe estar absolutamente fija en un punto. Tan pronto como se cansen los ojos (tal vez después de muy pocos minutos) comenzarán a lagrimear, ciérralos y relájate. No muevas el cuerpo, pero toma conciencia de la imagen interior de la llama frente a tus ojos cerrados. Cuando miras al sol, o a alguna luz brillante por un momento, y luego cierras los ojos, queda una imagen clara de lo que viste en el fondo de la retina. Del mismo modo podrás ver la imagen interior de la llama al cerrar los ojos. Debes practicar tratak con esta imagen, manteniéndola justo en frente o un poco arriba del entrecejo. Tan pronto como comience a desvanecerse, vuelva a abrir los ojos y continua la concentración en la llama externa. Practica por lo menos durante tres meses, de preferencia diario, después de esto podrás hacer uso de alguna sustancia enteógena y hacer la practica sin la vela, sólo manteniendo la observación en el punto de en medio de tu entrecejo lo que a la larga te permitirá tener acceso a la información que tu tercer ojo te quiera proveer. ¡Que logres ver hacia dentro y reconozcas el potencial de tu pasión!
Por: Ana Mata / @tatatactictac
Cuando hablamos de Marcel Marceau emprendemos un viaje en parábola. Lo imagino meciéndose de atrás para adelante desenganchando incontrolables carcajadas (no sé si mudas) y con la mirada de quien aconseja que para decir bien cualquier cosa es mejor no decir nada. “¿Cómo?”, algunos de ustedes comienzan a preguntarse e —inevitablemente— lo harán reír de nuevo. Marcel nació en Francia en 1923, hijo de Charles y Anne. Era hijo de un carnicero que fue arrestado por la Gestapo. Su cumpleaños era en el día mundial del agua. Tuvo solamente un hermano, Alain. Se casó tres veces (Anne, Ella, Huguette) y tuvo cuatro hijos. Amaba a Chaplin, a Keaton y a los Hermanos Marx. Su padre cantaba barítono. Era políglota y muy hablador fuera del escenario. Empezó a ser actor para los soldados franceses en Alemania durante la ocupación en 1945. Fue miembro de la fuerza de liberación francesa encabezada por Charles de Gaulle. No creía que existía el silencio. Entendemos a Marcel y nos fascina porque todos empezamos haciendo lo que él: comunicando con el cuerpo. Nacemos sin palabras y durante toda la vida los grandes eventos vuelven a dejarnos mudos. Nos comunicamos a través del movimiento, jugamos para conocer nuestro límites y vamos creciendo. Al principio imitamos la sonrisa del que se asoma a vernos, sacudimos los brazos para alcanzar lo que queremos, succionamos nuestros labios con hambre, rebotamos de alegría cuando se acerca quien queremos.
ILUSTRACIÓN: Yurex omazkin
Cuando Marcel tenía 24 años conoció a Bip, su más famoso personaje, su otro yo. De hecho, cuando pensamos en Marcel pensamos más en Bip que en Marcel. Cara blanca, pantalones anchos y camisa a rayas. Un payaso de rasgos tristes al que se le iluminaba la cara como a un niño que descubre el mundo. Antes de Bip, Marcel tenía un apellido diferente (uno judío) y había sufrido los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Su encuentro con Bip fue importantísimo porque a través de él pudo comunicar su idea acerca de la fragilidad de la vida (que no es más que una delicada flor roja en un viejo sombrero de copa). El arte de Marcel da respuesta a una necesidad de comunicar aspectos emotivos de la existencia. La aparición de un nuevo tipo de teatro en el anochecer de la guerra, el teatro del absurdo, lo influencia a encontrar a Bip, que es —simple y sencillamente— un hombre. Marceau hacía un teatro que se acercaba a nosotros porque hacía referencia a lo que somos y a la vida del hombre promedio. Sin necesidad de héroes, de grandes peripecias, de complicadas disertaciones racionales. Lo que tenemos para dar, lo que vale la pena contar, es la capacidad de conectarnos con los demás. Todo lo importante puede decirse sin pronunciar palabra. Por eso, el silencio no existe. “… en el escenario habla mi alma, y ese respeto al silencio es capaz de tocar a la gente, más profundamente que cualquier palabra”.
Todo es silencio. De grandes parecemos olvidar que el cuerpo nos delata (lanzando besos, cruzando los brazos, corriendo al encuentro de un amigo, apretando los puños, pelando los ojos, abrazando c`zon fuerza, dando la espalda). Jugamos a decir con todo lo que somos.
Esta increíble elección de priorizar el lenguaje silente por encima del lenguaje sonoro, permitió que Marcel Marceau experimentara con un cuerpo sin límites. Quien no da importancia al lenguaje desploma barreras y conoce el mundo sin ser nunca un extranjero. La comunicación viaja sutilmente: entra por los ojos y —en un trabajo fino— apunta directo al corazón.
La versatilidad de Marceau lo hizo interpretar cientos de personajes distintos. Un niño, un mesero, un par de señoras criticonas, un domador de leones, un bailarín de tango, un vendedor de algodones de azúcar, un hombre viejo (…) Representando el drama humano en silencio, creó el mimodrama. Sus piezas aunaban el extenso trabajo corporal con el arrebato de una creatividad sensible que tocaba notas poco superficiales. En una de sus piezas más famosas, titulada El fabricante de máscaras, Marcel interpretaba a un hombre que iba probándose las distintas máscaras que había realizado. Era una pieza poética. En ella Marcel hablaba de una dificultad humana que todos conocemos: la ardua tarea de ser uno mismo. El artesano usaba todo tipo de gestos pero cuando se trataba de su propio rostro nos sorprendía darnos cuenta de que era uno vacío, impávido, muerto. Marcel creaba con El fabricante de máscaras una metáfora tan cierta que resultaba apantallante. Era una reflexión que giraba en torno a la cara “verdadera” del hombre. La que usaba debajo de todas sus máscaras y que era inaccesible para el mundo. En notas más divertidas cabe mencionar que el único papel en que el mimo aceptó hablar fue uno en la película La última locura (Silent Movie, 1976) de Mel Brooks. En ésta pronuncia sólo una palabra: Non (no). Además, Marceau fue el inspirador del moonwalk de Michael Jackson con su pieza Caminando contra el viento. Guardar silencio hoy en día es un ejercicio raro pero es un buen ejercicio. En silencio probamos un lenguaje sin malentendidos y un lenguaje que es movimiento y, por lo tanto, es vida. Con Marcel revivimos la capacidad de asombro que teníamos de niños. El mundo es nuevo y está lleno de magia. No conozco nada, no juzgo nada, no pienso antes de jugar. “El silencio es infinito como el movimiento, no tiene límites. Para mí, los límites los pone la palabra”. Marcel Marceau murió una noche de 2007. Tenía ochenta y cuatro años. Al día siguiente su cuerpo (y el de Bip) fueron llevados al cementerio seguidos de una fila interminable de amigos. Habían sido sesenta años de silencio. Coronando el ataúd se mecía la flor sobre el sombrero que usó toda la vida. Respetando el tiempo y el espacio sin palabras es la manera de rendir un cariñoso homenaje a su nombre; así que por favor —por favor— si le es posible léase todo esto en silencio…
Por: Paola beck / @esabeck
www.paolabeck.com
Para hablar de ilustración hay que irnos muchos años atrás, al auge del art nouveau en Europa a finales del siglo XIX, en el cual las líneas orgánicas y sinuosas seducen hasta la fecha con un canon de belleza que terminó siendo un afirmación de estilo, moda, arquitectura y literatura, entre otros. Alfons Mucha inició con sus carteles todo un concepto estético que sigue inspirando ilutradores y artistas visuales. Gracias a él, se glorificó la silueta femenina y se abrió un capítulo nuevo dentro de la ilustración. A partir de ese momento, esta disciplina fue tomando más fuerza, hasta que tuvo su primer boom comercial a principios del siglo XX cuando Paul Poiret, diseñador de moda, comisionó a los ilustradores más importantes de su época la creación
del primer catálogo de moda conocido como tal. Éste fue el inicio de la ilustración moderna, que en los últimos 20 años ha tenido un regreso aún más fuerte, como consecuencia de la saturación visual de la publicidad de moda de las últimas tres décadas. Lo hecho a mano, los trazos y el sentimiento han llegado a mezclar pintura, dibujo, bordado, modelado o digital, dando como resultado una mezcla única de técnicas, estilos y corrientes, que dejan siempre abierta la siguiente pregunta: ¿es la ilustración un objeto comercial o una obra de arte? Para mí, la ilustración es definitivamente arte, ya que requiere la tenacidad de adaptarse a temas, tiempos y clientes, pero a la vez es una expresión libre de sentimientos, conceptos e inquietudes. La ilustración es una liberación, y las siguientes tres chicas son un claro ejemplo de esto.
Sarah Beetson: Sarah es una chica de Manchester y, desde que estudiaba la carrera de ilustración, comenzó a trabajar para grandes marcas que la buscaban (hasta la fecha) por su estilo explosivo, sus temáticas y su técnica tan particular de collage (stickers, esténciles, acrílico, estrellitas, letras, pegatinas y prácticamente cualquier cosa que se pueda pegar sobre papel). Entre sus trabajos más notorios está el haber decorado la tienda de zapatos de Stella McCartney de Bruton Street, y John Galliano la invitó a estar en su área de bordados en París, pero prefirió abrir un puesto en Camden Town (la zona de mercado y cosas usadas más cool de Londres) para vender impresiones y playeras diseñadas por ella. Su libertad de trazo es una gran inspiración, y sus piezas provocan salir corriendo por un sketchbook y ¡ponerse a trabajar! www.sarahbeetson.com
Por: Dano Vidaurri No es una película de la que se pueda hablar fácilmente, tampoco se disfruta como el resto, y en mi opinión, antes de entrar a la sala no se debería esperar lo que se espera de otros filmes. Alamar es ése tipo de peli. Para serles honesto, después de que vi el trailer y me hablaron de ella, me preparé para lo peor. Yo no soy de esa clase de personas que gustan de los filmes en los que “no pasa nada, pero pasa todo”. Así que para hacerme la estancia frente a la pantalla placentera decidí no esperar nada y volverme cómplice de la pantalla. No es de trama complicada y torcida. Un padre, su hijo y el mar. No me atrevería a agregarle nada a esa sinopsis. Sería romper con el naturalismo y espontaneidad de la película.
Bastardilla: Esta chica colombiana se dedica a caminar por los barrios más pobres de su país para pintar figuras femeninas mezcladas con símbolos prehispánicos, iconos sociales como el hijab (lo que usan las mujeres musulmanas para cubrirse el rostro y cabello), y personas acostadas en el piso, como referencia no sólo a las personas de la calle, si no también a la intimidad hecha pública. Su estilo de grafiti es ilustración a gran escala, ya que ocupa muros completos o pedazos de paredes, pero, al ver fotografías de su trabajo, se podría pensar perfectamente en un dibujo hecho en un cuaderno. Su fuerza reside en el mensaje, su técnica y composición. Su trabajo me recuerda en concepto al artista urbano francés JR, reciente acreedor del premio TED 2011. www.bastardilla.org
Salí del cine sin palabras. De esas veces en las que el final de los créditos anuncia el bajón de un muy buen viaje y los primeros pasos fuera de la sala parecen menos reales que lo que acabas de ver en pantalla. Esta libertad que respira la película tiene que ver con la experiencia documental de Pedro González Rubio. Logró permear la película, a través de lo que ve y cómo lo ve, de una sensibilidad por el drama cotidiano sin caer en el ya gastado “look documentaloso”, algo que sólo alguien con la carrera de Pedro podía encapsular en la pantalla. ¿Planos largos? No se sienten. ¿Falta de situaciones dramáticas? Claro que las hay, todo el tiempo, escondidas con una sutileza que no es difícil de apreciar. ¿Que no se le entiende nada al abuelo? No hay necesidad de entenderlo. ¿Que si es documental o ficción? Eso qué importa, eso es debate de los ochenta. ¿Que a veces les corta las cabezas en planos abiertos? Déjense de exquisiteces, la foto es hermosa y el público general se fija en cosas más importantes.
Alamar es una película para los que quieren vivir una experiencia distinta en el cine. Pedro González Rubio, con su segundo filme, anotó.
Fotografía: Jaime Fernández. Mural: en esta fotografía, se aprecia un trabajo en conjunto de Bastardilla con Saner en la ciudad de México.
Kyoko Murase: Esta artista japonesa en realidad es pintora, o más bien, uno de los tantos casos en los cuales el límite entre pintura e ilustración desaparece, ya sea por la técnica, el formato o porque el resultado oscila entre una ilustración enmarcada o un cuadro. Kyoko pinta niñas etéreas, dormidas, despiertas o flotantes, en una atmósfera ligera de agua, humo y líneas que suspenden a sus personajes en una especie de nube, en la cual no entendemos los gestos, pero sí las sensaciones. Su forma de mezclar trazos a lápiz con áreas acuosas, manchas y pinceladas pesadas hace que el resultado sea misterioso y cautivador. Vive y trabaja en Düsseldorf, Alemania. www.takaishiigallery.com
ArtĂculo cortesĂa de:
@jorgepedro