Antología de sonetos

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ANTOLOGร A DE SONETOS

Alumnos de 3ยบE Curso 2012-2013 INS Castellar


Naomi Pérez

La fragilidad de la vida ¿Qué otra cosa es verdad sino pobreza en esta vida frágil y liviana? Los dos embustes de la vida humana desde la cuna son honra y riqueza. El tiempo, que ni vuelve ni tropieza en horas fugitivas la devana; y en errado anhelar siempre tirana la Fortuna fatiga su flaqueza. Vive muerte callada y divertida la vida misma; la salud es guerra de su propio alimento combatida. ¡Oh, cuánto inadvertido el hombre yerra: que en tierra teme que caerá la vida y no ve que, en viviendo, cayó en tierra! Francisco de Quevedo


Sophia Tur

Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor süave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño: esto es amor, quien lo probó lo sabe. Lope de Vega


Isaac Lozano

Llagas de amor Esta luz, este fuego que devora. Este paisaje gris que me rodea. Este dolor por una sola idea. Esta angustia de cielo, mundo y hora. Este llanto de sangre que decora lira sin pulso ya, lúbrica tea. Este peso del mar que me golpea. Este alacrán que por mi pecho mora. Son guirnaldas de amor, cama de herido, donde sin sueño, sueño tu presencia entre las ruinas de mi pecho hundido. Y aunque busco la cumbre de prudencia me da tu corazón valle tendido con cicuta y pasión de amarga ciencia. Federico García Lorca


Andrea García

Arrepentimiento y lágrimas Huye sin percibirse lento el día y la hora secreta y recatada con silencio se acerca y despreciada lleva tras sí la edad lozana mía. La vida nueva, que en niñez ardía, la juventud robusta y engañada, en el postrer invierno sepultada yace entre negra sombra y nieve fría. No sentí resbalar mudos los años; hoy los lloro pasados y los veo riendo de mis lágrimas y daños. Mi penitencia deba a mi deseo pues me deben la vida mis engaños y espero el mal que paso y no le creo. Francisco de Quevedo


Noelia Navarro

Érase un hombre a una nariz pegado Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una alquitara medio viva, érase un peje espada mal barbado;

era un reloj de sol mal encarado. érase una nariz sayón y escriba, un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera, érase una pirámide de Egipto, los doce tribus de narices era;

érase un naricísimo infinito, frisón archinariz, caratulera, sabañón garrafal, morado y frito. Francisco de Quevedo


Leo Saavedra

COMPAÑERO INDESEABLE De siempre, un compañero me acompaña y siento que no quiere abandonarme, así que terminé por aguantarme por más que no me guste su calaña y en el alma me duela. No me engaña, pues siempre se mostró para enseñarme que irá pegado a mí, como gendarme usando cualquier clase de artimaña. Ahora sufro por hechos que pasaron, también por los que pasan ahora mismo, pues aquéllos sus huellas me dejaron después que me arrojaran al abismo y con ello el camino prepararon a vivir en perenne pesimismo. Cristino Vidal Benavente


Pau Cabot

Amor constante más allá de la muerte Cerrar podrá mis ojos la postrera Sombra que me llevare el blanco día, Y podrá desatar esta alma mía Hora a su afán ansioso lisonjera; Mas no, de esotra parte, en la ribera, Dejará la memoria, en donde ardía: Nadar sabe mi llama el agua fría, Y perder el respeto a ley severa. Alma a quien todo un dios prisión ha sido, Venas que humor a tanto fuego han dado, Medulas que han gloriosamente ardido: Su cuerpo dejará no su cuidado; Serán ceniza, mas tendrá sentido; Polvo serán, mas polvo enamorado. Francisco de Quevedo


Xènia Durán

AMANTE DESESPERADO DEL PREMIO Y OBSTINADO EN AMAR Qué perezosos pies, que entretenidos pasos lleva la muerte por mis daños; el camino me alargan los engaños y en mí se escandalizan los perdidos. Mis ojos no se dan por entendidos, y por descaminar mis desengaños, me disimulan la verdad los años y les guardan el sueño a los sentidos. Del vientre a la prisión vine en naciendo, de la prisión iré al sepulcro amando, y siempre en el sepulcro estaré ardiendo. Cuantos plazos la muerte me va dando prolijidades son, que va creciendo, porque no acabe de morir penando. Francisco de Quevedo


Dídac Ortiz

Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados de la carrera de la edad cansados por quien caduca ya su valentía. Salíme al campo: vi que el sol bebía los arroyos del hielo desatados, y del monte quejosos los ganados que con sombras hurtó su luz al día. Entré en mi casa: vi que amancillada de anciana habitación era despojos, mi báculo más corvo y menos fuerte. Vencida de la edad sentí mi espada, y no hallé cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte. Francisco de Quevedo


Marc Galdón

Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua, y el acento que de noche me pone en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla tronco sin ramas; y lo que más siento es no tener la flor, pulpa o arcilla, para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío, si eres mi cruz y mi dolor mojado, si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi otoño enajenado. Federico García Lorca


Dani Chumilla y Laia Núñez

“¡Ah de la vida!” ... ¿Nadie me responde? ¡Aquí de los antaños que he vivido! La Fortuna mis tiempos ha mordido; las Horas mi locura las esconde. ¡Que sin poder saber cómo ni adónde, la salud y la edad se hayan huido! Falta la vida, asiste lo vivido, y no hay calamidad que no me ronde. Ayer se fue; mañana no ha llegado; hoy se está yendo sin parar un punto; soy un fue, y un será y un es cansado. En el hoy y mañana y ayer, junto pañales y mortaja, y he quedado presentes sucesiones de difunto. Francisco de Quevedo


Carla Ramón

Por qué la boca de Juana es rosa

Tiraba rosas el Amor un día desde una peña a un líquido arroyuelo, que de un espino trasladó a su velo en la sazón que Abril las producía. Las rosas mansamente conducía de risco en risco el agua al verde suelo cuando Juana llegó y al puro hielo puso los labios de la fuente fría. Las rosas, entre perlas y cristales, pegáronse a los labios, tan hermosas, que afrentaban claveles y corales. ¡Oh pinturas del cielo milagrosas! ¿Quién vio jamás transformaciones tales: beber cristales y volverse rosas? Lope de Vega


Joel Valdivia

Amor me ocupa el seso y los sentidos: absorto estoy en éxtasi amoroso, no me concede tregua ni reposo esta guerra civil de los nacidos. Explayose el raudal de mis gemidos por el grande distrito, y doloroso del corazón, en su penar dichoso, y mis memorias anegó en olvidos; todo soy ruinas, todo soy destrozos, escándalo funesto a los amantes, que fabrican de lástima sus gozos. Los que han de ser y los que fueron antes, estudien su salud en mis sollozos, y envidien mi dolor, si son constantes. Francisco de Quevedo


Montse Vicente

Soneto XXIII En tanto que de rosa y azucena se muestra el color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogiรณ, con vuelo presto por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitarรก la rosa el viento helado, todo lo mudarรก la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre.

Garcilaso de la Vega


Tristán Campanón

Viajé a las leyendas del maestro para soñar al lado de sus rimas. Deseché las palabras que no estimas ensuciando este mundo tan siniestro. Hay textos pretenciosos de lo diestro de lenguajes vulgares por las cimas. Con tu inmortal recuerdo, tú me animas a rescatar tus sueños del secuestro. Porque las letras llenas de vacío vacían este lleno de mi alma de sueños congelados por el frío de este mundo que borra de la palma de mi mano leyendas de ese río de tu arte que rimaba con mi calma.

Gustavo Adolfo Bécquer


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