El Sr. Wilson Ilustraciones de Sonomi-e
E
sta es la historia de un amable y solitario conejo, el Señor Wilson. El Señor Wilson vive bajo un enorme árbol en lo profundo de un oscuro bosque rodeado de flores-luminosas azules y rojas, es un lugar muy pacífico aunque muy poco habitado, su corazón siempre se sintió atraído a este tipo de espacios, pero no era el lugar más indicado para encontrar amigos, sin embargo, el Sr. Wilson se sentía satisfecho con sus libros, poseía miles de ellos, de todos los temas que pudiera obtener, matemáticas, física, astronomía, ciencias, pintura, incluso tenía un pequeño libro que hablaba de los buenos modales que se debían tener en la mesa. A causa de su amor por los libros, durante mucho tiempo sus ojos se fueron debilitando, de ahí que se viera en la necesidad de usar gafas de lentes muy gruesos, sus ojos apenas eran visibles bajo esos densos cristales, pero eso no le importaba al Sr. Wilson , siempre decía para sí mismo “ánimos, ánimos, aún queda mucho por leer”.
Hacía poco se había interesado en un novedoso tema “Tipos de madera y su uso adecuado”, así que permanecía hasta altas horas de la noche cautivado por este descubrimiento. En una de sus noches en vela, divisó a lo lejos una figura que se acercaba a su madriguera, ciertamente no sabía de quien se podría tratar, con algo de nerviosismo se levantó de su silla y saludo educadamente a su visita inusual. Se trataba de un hermoso ciervo rojo, criaturas a las cuales el Sr. Wilson conocía como “Kobus Lechwe”, antílopes muy veloces con majestuosos cuernos, sin embargo el ciervo que se presentaba ante él carecía de una cornamenta, en su lugar sólo quedaban los restos de lo que alguna vez fueron unas elegantes y robustas astas.
El ciervo se presentó a sí mismo como El Ciervo Azul, (ese era el sobre nombre que recibía de sus amigos por el color de su bufanda). Azul había escuchado por otros animales de un conejo muy instruido, que tenía conocimientos en casi cualquier cosa, quien talvez podría ayudarlo con su probhlema.
Por culpa de un fuerte enfrentamiento con otro de su especie, Azul había recibido daños irreparables en su cornamenta y era imposible que volvieran a crecer. Al sentir tanta vergüenza por sus cuernos estropeados, Azul viajó durante mucho tiempo en busca de ayuda hasta que halló al Sr. Wilson. El ciervo se inclinó ante el pequeño conejo y sollozando imploró por ayuda, dejó a los pies del Sr. Wilson una hoja donde se detallaba la estructura básica de una cornamenta en madera, el Sr. Wilson se conmovió tanto al ver las lágrimas de una criatura tan orgullosa que aceptó de inmediato el compromiso, sintiendo por primera vez en su corazón el llamado de un amigo.
Al día siguiente el Sr. Wilson se levantó muy entusiasmado por su importante misión, partió con prisa en busca de los elementos idóneos para esta tarea. Muy cerca de un río vivía un joven castor que vendía toda clase de artículos en una muy elaborada tienda hecha en madera, el Sr. Wilson conocía a aquel joven y con mucho interés preguntó por la madera más fina, fuerte y hermosa, el castor desplegó todo su arsenal de elementos indicándole cuáles serían los adecuados, explicó con detalle el funcionamiento de cada uno de ellos y le sugirió comprar la mejor caja de herramientas de toda la tienda, era tan extraño ver al Sr. Wilson en una situación así que el joven castor se alegró de conocer un poco más al solitario conejo del oscuro bosque.
Equipado con suficiente material, se apresuró a llegar a su madriguera, estando en ella buscó en cada uno de sus estantes, libros que hablaran sobre el tema, estudió con mucha atención la variedad incalculable de formas y tipos de cuernos que existían en la naturaleza, pues era la ambición de nuestro entusiasta conejo no sólo construir unos típicos cuernos, si no construir algo que hiciera sentir muy especial al Ciervo Azul.
Pero al pasar las semanas no lograba nada que le satisficiera y no entendía en que recaía su error, seguía las instrucciones de los libros al pie de la letra, jamás pasaba por alto nada o dejaba detalles al azar, intentó con distintas fórmulas, distintos libros, distintos estilos, pero ninguno era tan extraordinario y especial como el que el Sr. Wilson esperaba.
Le tomó un mes todos estos fracasos y el primer día del mes siguiente se dio cuenta que sentía una gran decepción hacia sí mismo, sentía que le había fallado al Ciervo Azul. Triste y desolado el Sr. Wilson se disculpó con Azul explicándole sus razones con detalle, y excusándose por sus fracasos se retiró a su madriguera.
Azul encontró los sentimientos del Sr. Wilson auténticos, percibió su gran amabilidad y el sincero esfuerzo que invertía para ayudar a otro, confiaba en las capacidades de este pequeño conejo, sabía que era capaz de cualquier cosa que deseara hacer, pero lo que no entendía Azul era como el mismo Sr. Wilson no reconocía su propio potencial. Azul jamás daba consejos a nadie, creía que cada persona debía hallar las respuestas a sus preguntas por sí mismos, pero con el Sr. Wilson se sentía diferente, deseaba responder a sus esfuerzos, de esta forma Azul decidió obsequiarle un consejo.
Muy temprano en la mañana, Azul se acercó a la madriguera del conejo y dejó en su puerta un paquete envuelto en un bonito papel azul, con un mensaje muy especial en una tarjeta de color amarillo; cuando el Sr, Wilson descubrió la bonita sorpresa en su puerta no pudo leer con claridad las palabras escritas en el papel, sus ojos estaban muy hinchados y rojos, gracias a una larga noche de lágrimas; dejo la tarjeta a un lado, rompió el papel que envolvía el misterioso paquete y descubrió en su interior un enorme libro con una portada de franjas azules, junto a este, un lápiz de un bonito decorado. El Sr. Wilson al ver que se podría tratar de un nuevo libro, lo abrió inmediatamente; pero no encontró ni una sola palabra escrita en él, pasó rápidamente las páginas y todas estaban en blanco,tomó nuevamente la tarjeta y leyó en ella “Crea tus propias ideas y confía en cada una de ellas”, en ese momento supo quién era el autor de aquel consejo.
El Sr. Wilson encontró valor en las palabras del Ciervo Azul y emprendió un nuevo camino de ideas, algunas buenas y otras malas, algunas que le ayudaban a seguir y otras que no servían para nada, siguió adelante en busca de algo que fuera tan extraordinario como lo era ahora su nuevo amigo, uso sus propias ideas y empleo todo su conocimiento en esta tarea. Tres días agotadores pasaron con prisa y dieron como resultado un diseño único y perfecto, los cuernos más hermosos que jamás un ciervo haya vestido.
Le tomó dos largas semanas tallar su nueva creación, pero finalmente había logrado su objetivo, dos magníficos cuernos reposaban en el suelo de una caótica y sucia sala, contempló su creación durante una hora y cayó al suelo completamente agotado, pero feliz consigo mismo; a la mañana siguiente corrió con su amigo, lleno de ansiedad y un poco de nerviosismo limó y niveló los viejos cuernos, he instaló los nuevos con mucho cuidado sobre la cabeza del ciervo.
Azul sintió de nuevo como su belleza regresaba a su cabeza, su majestuosa cornamenta era única entre miles y eso lo hacía a él una criatura muy especial, agradeció con una enorme y brillante sonrisa al conejo, y sabía que no sólo había obtenido lo que deseaba si no que en el camino había encontrado a un amigo real.
El Sr. Wilson también obtuvo su recompensa ante tanto esfuerzo, había logrado su primer amigo. Aún continua viviendo en lo profundo de aquel oscuro bosque, estudiando he investigando sobre nuevos temas y esperando a que llegue a su puerta otra criatura a la que él pueda ayudar. Todos los días Azul lo visita y en sus reuniones cada uno aprende del otro, como los buenos amigos que son. El Sr. Wilson ahora sabe el valor de las palabras y el gran valor de sus ideas, es por eso que guarda en uno de sus estantes el preciado consejo que una vez le regalo un ciervo rojo llamado Azul.
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sta es la historia de un amable y solitario conejo, el Señor Wilson. El Señor Wilson vive bajo un enorme árbol en lo profundo de un oscuro bosque rodeado de flores-luminosas azules y rojas, es un lugar muy pacífico aunque muy poco habitado, su corazón siempre se sintió atraído a este tipo de espacios, pero no era el lugar más indicado para encontrar amigos, sin embargo, el Sr. Wilson se sentía satisfecho con sus libros, poseía miles de ellos, de todos los temas que pudiera obtener, matemáticas, física, astronomía, ciencias, pintura, incluso tenía un pequeño libro que hablaba de los buenos modales que se debían tener en la mesa.