Ford Hermosillo, el por qué y el cómo

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M. I. Puebla G. E. Tapia

Planta Ford Hermosillo, el por qué y el cómo

Planta F ord Hermosillo el por qué y el cómo

Guillermo Ernesto Tapia Calderón IMÁGENES

de SONORA

Manuel Ignacio Puebla Gutiérrez




PLANTA FORD HERMOSILLO el por qué y el cómo Guillermo Ernesto Tapia Calderón

getapia@msn.com

Manuel Ignacio Puebla Gutiérrez

mipuebla@hotmail.com

Derechos reservados®

Diseño:

Enrique Yescas E.

Fotografía (1979-1985):

Conrado Quezada E.

Fotos aéreas

Juan Luis Fernández

Crispín Ballesteros

Editorial Imágenes de Sonora, S.A. de C.V.

IMÁGENES de SONORA

Impreso en México 2011


Planta Ford Hermosillo el por qu茅 y el c贸mo

Guillermo Ernesto Tapia Calder贸n Manuel Ignacio Puebla Guti茅rrez


Planta Ford Hermosillo, el por qu茅 y el c贸mo

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Prólogo Después de mucho tiempo en que a pesar de las buenas intenciones habíamos desidiosamente retrasado una amistosa reunión en compañía del doctor Samuel Ocaña, con quien los autores compartimos experiencias muy gratificantes, en especial durante el período en que fungió como Gobernador del Estado de Sonora de 1979 a 1985, logramos concertar una comida a mediados de 2010, sin otro motivo que departir y hacer añoranzas de tiempos pasados.

Fue el propio doctor Ocaña quien sugirió abstraernos un poco de nuestras agendas cotidianas y hacer el esfuerzo necesario para plasmar por escrito nuestras vivencias relacionadas con la promoción y el establecimiento del proyecto de la planta de estampado y ensamble de Ford Motor Company en el Parque Industrial de Hermosillo, con el propósito de dejarle a las nuevas generaciones un testimonio directo sobre la relación de hechos y circunstancias que se dieron alrededor de la decisión para su localización en Sonora. Durante varias reuniones subsecuentes que disfrutamos con la gastronomía del restaurant Palominos de la capital sonorense, discutimos nuestras propias visiones sobre los por qué y los cómo, repasamos la cronología de los hechos con todas las limitaciones que en nuestra memoria tiene un cuarto de siglo de por medio y comparamos beneficios esperados


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contra los realmente logrados, amén de refrescarnos con el recuerdo de innumerables sucesos anecdóticos.

Nuestro primer borrador se asomó a finales de noviembre de 2010. Muchos amigos nuestros dieron su opinión sobre el texto preliminar.

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Destacamos los comentarios y sugerencias que recibimos de Joaquín Corella, Keith Rossemblaum, Luis Rivas y por supuesto de Ignacio Lagarda, presidente de la Sociedad Sonorense de Historia. Para mediados de 2011 contábamos con una versión más o menos corregida e incorporamos alguna investigación de hemeroteca, en la que recibimos el auxilio de Andrés Flores y el valiosísimo apoyo de la licenciada Sofía Yolanda Rayas Solís, responsable de la Hemeroteca del Museo y Biblioteca “Fernando Pesqueira” de la Universidad de Sonora.

Para quienes tenemos el privilegio de conocer a Samuel Ocaña, resulta clara su característica modestia. Es por ello que si bien, ante la obviedad de los hechos, lo convencimos de aceptar el papel protagónico que tuvo en el desarrollo de los acontecimientos que llevaron a la decisión final de Ford Motor Company sobre el proyecto de la planta de estampado y ensamblado en Hermosillo, debimos someternos a su deseo de excluirse deliberadamente de la autoría de este libro. Sin embargo, no sería justo dejar de reconocer que sin su resuelta participación y entusiasmo, este trabajo nunca hubiera salido a la luz.

Las intervenciones de Enrique Yescas E. como diseñador, editor y responsable de la producción del libro, de Conrardo Quezada E. a quien le agradecemos el material fotográfico proporcionado, así como de Teresita Ochoa Monge en el procesamiento del texto, fueron también significativas para lograr la publicación de esta obra.

Por último, deseamos con este trabajo, hacer el más amplio reco-


nocimiento a todas aquellas personas y en general a la población

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sonorense, fueran funcionarios municipales, estatales o federales, miembros de la sociedad civil o de instituciones u organizaciones particulares, que participaron con convicción y verdadera pasión en las labores de promoción y respaldaron con su apoyo y entusiasmo las acciones que en su momento cristalizaron en la instalación de este proyecto, de indudable trascendencia para el desarrollo de Hermosillo y de Sonora. Sus nombres quizás hayan escapado a nuestra limitada memoria, pero estamos ciertos que entonces como ahora, es el espíritu solidario imbuido de enérgica voluntad, entrega decidida y compromiso incondicional, compartiendo fervientemente una esperanzadora visión del largo plazo, a pesar de los riesgos, las especulaciones y la fatiga del esfuerzo cotidiano, lo que permite avanzar con firmeza en la mejoría de las condiciones del bienestar comunitario.

Guillermo E. Tapia

Manuel I. Puebla

Hermosillo, Sonora, México Noviembre de 2011

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Introducción

Al cumplirse veinticinco años del inicio de operaciones de la planta de estampado y ensamblado de vehículos de Ford Motor Company en la ciudad de Hermosillo, Sonora, la perspectiva del tiempo permite aventurar una recapitulación de su significado e impacto para la economía y la sociedad regional, de una manera un poco más objetiva, aderezada con un mayor sentido constructivo de la crítica y sin el apasionamiento derivado de la decidida y comprometida actividad promotora de quienes tuvieron el privilegio de convertirse en personajes protagónicos en los esfuerzos para que este importante complejo industrial se estableciera precisamente en la capital de Sonora.

Cada proyecto sin lugar a dudas, tiene su historia. Existen aquéllos que nacen en la osadía creativa del sueño individual y que trascienden el plano contemplativo cuando existe la decisión, persistencia y el coraje suficientes para convertirlo en realidad. Muchos otros deberán enfrentarse a circunstancias adversas inimaginables, aún para aquéllos que bajo la tutela de una buena educación en administración de negocios, disponen de herramientas técnicas de planea-


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ción y evaluación selectiva de las ideas propuestas. Hoy, la dinámica económica de un mundo globalizado exige una mayor destreza en el quehacer del desarrollo de los proyectos, pues es muchísima más la cantidad de variables de las que penden las probabilidades de un éxito relativamente aceptable.

Lo que quizás haga excepcional el proyecto de la planta Ford en Hermosillo, es que fue precisamente uno de los primeros intentos globalizadores de la industria en el panorama económico mundial y definitivamente, punta de lanza en la transformación de la estructura institucional del gobierno mexicano que en ese entonces se sostenía sobre el agónico modelo de sustitución de importaciones, cuyo mantenimiento hacía cada día más obsoleta a la planta productiva del país, sin ningún sentido de urgencia para adaptarse a los constantes cambios tecnológicos que marcaban el ritmo de la competitividad en el mercado exterior. En 1982, la economía mexicana dependía en más de sus dos terceras partes de las instituciones gubernamentales, que a fuerza de subsidios y la absorción de crecientes pérdidas en los organismos paraestatales, abundaban en una inmensa deuda pública, solamente soportable a través de devaluaciones recurrentes e inflación galopante.

Así como Henry Ford a principios del siglo XX revolucionó la manera en que la humanidad entera concebía las formas y procesos de producción, la Ford Motor Company de 1983 se preguntaba cómo modifi-

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En 25 años, la planta de Estampado y Ensamblado de Ford Motor Company en Hermosillo, Sonora, México, ha sido ejemplo mundial de calidad, además de apoyar el posicionamiento competitivo de la empresa a nivel global.


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12 La nueva planta de estampado y ensamble integraría elementos, tales como la robótica y otros recursos de alta tecnología

car los sistemas de trabajo que permitieran competir ventajosamente ante la eficiencia y precisión que la cultura japonesa había incorporado a todos sus procesos industriales y en particular, a su propio sector automotriz.

Abandonando los esquemas tradicionales que insistían en producir un auto estadounidense para los norteamericanos, cuando el mercado de los Estados Unidos abrazaba cada vez con mayor entusiasmo las características de economía y diseño de los nuevos autos japoneses, Ford se vió en la necesidad de adoptar una nueva estrategia competitiva. Su planta prototipo habría de establecerse en algún lugar del planeta aprovechando, de la mejor forma, todo el acervo asociado con una logística eficiente de suministros, oportunidad de respuesta al mercado y costos reducidos de producción, rompiendo incluso, paradigmas como la adaptación de diseños japoneses a sus nuevos vehículos y proponiendo para su nueva planta de estampado y ensamble aquellos elementos, tales como la introducción de la robótica y otros recursos de alta tecnología, que las plantas japonesas habían probado exitosamente como ventaja productiva. Se trataba, tal y como lo expresara un alto funcionario de Ford en ese entonces, de remontar en un solo proyecto un retraso estimado de veinte años entre las formas de producción norteamericanas con respecto a las japonesas.

Paralelamente, los esquemas de régimen especial que permitieron el establecimiento de la industria maquiladora en México, habían confir-


mado durante la década de los setenta, que el ensamble de partes para equipos y productos de alta tecnología podía llevarse a cabo en forma eficiente y asociados con costos menores que en los países industrializados.

El proyecto se antojaba sumamente ambicioso, como desafiantes eran también los requerimientos de infraestructura física y humana que pudieran garantizar su adecuada operación. El reto de Ford consistía en producir un auto global para un mercado global, a diferencia de las recién inauguradas inversiones de Chrysler y General Motors en Ramos Arizpe, Coahuila, donde el objetivo fue más encaminado al traslado y ampliación de las capacidades de producción de sus plantas estadounidenses, sustituyendo el insumo de la fuerza de trabajo como remedio para intentar mejorar sus índices de competitividad, aunque manteniendo en lo general, los mismos sistemas tradicionales de producción.

Sin duda hay y habrá análisis de mayor profundidad y muchos más trabajos de orden académico que puedan evaluar con la objetividad del rigor metodológico y científico el impacto real de la planta de estampado y ensamblado de Ford Motor Company en Hermosillo. Sin embargo, en este trabajo se ha querido poner especial énfasis en la historia anecdótica y en el contexto circunstancial, determinado por los hechos y situaciones del momento, que permitan a los sonorenses y al público en general de hoy y de mañana, conocer de primera mano los acontecimientos que se sucedieron desde el inicio de la década de los ochentas y que desembocaron en la decisión del Consejo de Administración de Ford Motor Company, a principios de 1984, de establecer en la ciudad de Hermosillo, Sonora, este proyecto asociado con una inversión inicial de 500 millones de dólares, en ese entonces la inversión privada más grande asociada con un solo proyecto en la historia de México.

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500 millones de dólares, en ese entonces la inversión privada más grande asociada con un solo proyecto en la historia de México.


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CAPITULO I

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Sonora de cara a la década de los ochentas Mucho se ha discutido si fue la planta de estampado y ensamblado de automóviles de Ford Motor Company la que modificó la estructura de las actividades económicas en Sonora, considerando que la imagen de la entidad previa a este proyecto era la de una región preponderantemente agropecuaria. Lo cierto es que veinte años antes de que Ford pusiera en su agenda dicho proyecto, el Gobierno del Estado entonces a cargo del Lic. Luis Encinas Johnson, con el Primer Congreso para la Industrialización de Sonora, proponía el fomento a la actividad industrial como palanca para el crecimiento económico en base a la transformación de sus recursos primarios. Ya en ese entonces, el valor de las actividades secundarias en la economía sonorense, es decir, el sector responsable de añadir un mayor valor a los productos provenientes de la agricultura, la ganadería, la pesca y la actividad minera, aunado a la industria de la construcción y a los procesos de ensamblado de la maquila para exportación, tenía una tasa de crecimiento en términos reales mayor a la del valor de la producción de las actividades primarias. Para 1980, el sector agropecuario y forestal representaba alrededor del 13% del valor de la economía sonorense, mientras que el industrial era superior al 26%. Sin embargo, dada la magnitud del volumen de los productos

La imagen de Sonora como una entidad eminentemente agrícola, podría explicarse por su significativa participación en los volúmenes de la producción nacional.


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de la agricultura y la ganadería de origen sonorense que inundaban el mercado del centro del país, Sonora se mantenía como un ícono primordialmente agropecuario a nivel nacional. 1

Una agricultura prácticamente divorciada del comercio exterior, de

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precios regulados por el gobierno federal cuando se trataba de productos básicos y altamente dependiente de las decisiones políticas, era entonces el ambiente en el que los productores primarios sonorenses tomaban ventaja de su posición altamente competitiva en los mercados nacionales.

La infraestructura de sus distritos de riego, las características de su clima, la incorporación de tecnología avanzada en las labores agropecuarias dada la proximidad de los centros de producción del suroeste estadounidense y una logística de transporte más o menos adaptada para el acopio y la distribución de los productos de Sonora, fuera ésta privada o del propio gobierno, le permitía a finales de la década de los setenta, el logro de altos niveles de productividad en comparación con las formas de producción sumamente atomizadas y los escasos niveles de modernidad que caracterizaban a la agricultura del centro y sur del país.

Con más de 750 mil hectáreas de riego dedicadas al cultivo, Sonora producía 1.5 millones de toneladas de trigo representando el 40% del total de la producción nacional. Sin embargo, menos de la cuarta parte de este grano obtenía algún tipo de procesamiento en la entidad. En algodón, la producción sonorense obtenía 443 mil pacas del proceso de despepite equivalentes al 27% del total nacional. La mitad de ellas se exportaban a los mercados de Japón, China y Taiwán, así como de Italia y Rumania, mientras que el resto se destinaba a la industria de hilados y tejidos ubicada en el centro del país. Con 313,000 toneladas producidas anualmente, Sonora generaba el


40% del total de uva industrial de México y en el caso de la soya, el cártamo y el ajonjolí, las proporciones con respecto al total nacional eran del 36%, 20% y 18% respectivamente. Sin embargo, ante las limitantes en la disponibilidad del recurso agua que impedía un mayor crecimiento en las superficies de riego, las políticas oficiales promovían una mayor racionalización de dicho recurso mediante la incorporación de nuevos cultivos, particularmente frutales sujetos a sistemas de riego por goteo, como fue el caso de los cítricos, manzana, durazno, olivo y nuez, donde en pocos años la entidad alcanzaría posiciones de liderazgo a nivel nacional.2

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En el caso de la ganadería, dos millones de cabezas de ganado vacuno poblaban las 15 millones de hectáreas de terrenos de agostadero sonorenses con razas como la cebú, hereford, charolais y angus. Anualmente se obtenían 500 mil becerros de los ranchos de la entidad, de los cuales la mitad cruzaba la frontera en pié para su engorda o sacrificio en los Estados Unidos o en otras entidades de la República como Baja California, Sinaloa, Nuevo León y el Distrito Federal. El resto se mantenía pastoreando en los agostaderos de la entidad para destinarse posteriormente en un 23% para la producción de carne de campo con alta demanda en los mercados populares y un 27% para los corrales de engorda de donde provenía la cada vez más prestigiada carne clasificada sonorense, que comenzaba a distinguir a Sonora en los mercados nacionales. Sin embargo, era muy poco el valor agregado que se lograba de los subproductos del rastro. Las 200 mil pieles anuales de

Dos millones de cabezas de ganado vacuno poblaban las 15 millones de hectáreas de terrenos de agostadero sonorenses con razas como la cebú, hereford, charolais y angus


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vacuno producidas, por ejemplo, salían sin ningún procesamiento importante hacia Guanajuato y Jalisco.

La porcicultura contaba con 80 mil vientres y tres mil sementales

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para producir un millón de cerdos al año que significaban 100 mil toneladas de carne. Sin embargo, solamente el 60% se sacrificaba en la entidad y el resto se transportaba a los rastros del centro del país.

Sonora producía entonces tres mil millones de huevos anualmente, La Minería en Sonora ya era líder nacional con importantes volúmenes de producción y primeros lugares en cobre, grafito, plata y zinc.

Flota camaronera zarpando del puerto

85% de los cuales significaban el 42% del consumo diario de la Ciudad de México y su área metropolitana.

En pesca, más de 400 mil toneladas de productos del mar obtenidas cada año, hacían de la entidad el primer productor de sardina del país, teniendo también una posición de liderazgo significativo en camarón y especies de escama como mero, cabrilla, lisa, bonito, jurel y lenguado.

de Guaymas el día de levantamiento de veda a principios de los ochentas.

Por su parte, la minería sonorense representaba el 23% del total nacional. La producción de las minas de Cananea y Nacozari significaba el 90% del cobre mexicano y en grafito, con más de 40 mil toneladas anuales, Sonora representaba el 100% de la producción mexicana, haciendo de México el segundo productor mundial. La entidad también lideraba en la producción mexicana de plata y zinc.

La industria maquiladora sin embargo, era objeto de un mar-


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co regulatorio que le impedía integrarse a la economía mexicana pues, basándose en un programa especial de incentivos fiscales para la importación temporal de partes e insumos, la condición de su necesaria exportación como producto ensamblado le negaba la oportunidad de participar en el mercado mexicano. Así se daban paradojas como el que manos sonorenses ensamblaban sofisticados equipos de electrónica, basados en las últimas aplicaciones de la tecnología aeroespacial y de comunicaciones satelitales, para los cuales estaba fuertemente restringida su comercialización en territorio mexicano, bajo el pretexto de proteger a una industria nacional que ni siquiera soñaba en producir dichos equipos. Europa, Estados Unidos y Japón, por el contrario, los utilizaban de manera rutinaria para mejorar la productividad de sus propios negocios, haciendo todavía mayor la brecha de competitividad con respecto a la economía mexicana. Un importante aunque limitado paso fue la extensión del programa maquilador al resto del territorio nacional, ya que originalmente estuvo restringido a la franja fronteriza, según el diseño inicial de contener el flujo migratorio que se estancaba en las ciudades limítrofes con los Estados Unidos después de la suspensión del bracerismo en 1965. La década de los ochenta se inicia en Sonora con 80 empresas de maquila que ocupaban a más de 20 mil personas en Nogales, Agua Prieta y San Luis Río Colorado.

En ese entonces era patente a nivel nacional una importante tendencia hacia la promoción del desarrollo regional como fórmula para desacelerar el proceso migratorio del área rural hacia los grandes centros urbanos y que rebasaban ya la capacidad de las autoridades de esas ciudades para atender los requerimientos de servicios demandados por la nueva población que se asentaba generando cinturones de miseria y grave marginación social. Adicionalmente, a


fines de la década de los setentas ya se ponderaba altamente la necesidad de planear la economía incorporando metodologías para la identificación de grandes objetivos nacionales y sus correspondientes estrategias de política que permitieran equilibrar el crecimiento del país. El presupuesto del gasto público federal tendría ahora que supeditarse al ejercicio programático, pues en la lógica del gobierno había fuertes implicaciones para lograr el mayor aprovechamiento de los recursos de la Nación, sobre todo cuando era precisamente el sector público el ente responsable de la mayor parte de la economía del país.

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Un primer intento para apoyar la estrategia de desconcentración

Industrial 1979-1982 fue decretado por el

económica fue el de priorizar la inversión pública a nivel de localidades, calificando aquellos municipios que a juicio del Gobierno Federal deberían ser promovidos mayormente. Como dato curioso, en la primera declaratoria que identificaba los municipios prioritarios para el desarrollo regional, Hermosillo quedó excluido. Fue necesario acudir a la argumentación de los criterios de selección, pero sobre todo a la presión política para que este municipio quedara también integrado al marco de prioridades.

El Plan Nacional de Desarrollo, un instrumento que vería la luz en esos años, más como un ejercicio de ordenamiento para la administración pública por conducto de los Comités Estatales de Planeación del Desarrollo, que como líneas de acción ejecutiva para impulsar el desarrollo socioeconómico de los mexicanos, fue sin embargo fuente

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El Plan Nacional de Desarrollo Presidente José López Portillo como el primer intento programático, mismo que Miguel de la Madrid retomó en el Plan Nacional de Desarrollo 1983-1988


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22 Dr. Samuel Ocaña Carcía: la política como arte de identificar y dimensionar malestares de la sociedad y proponer, como remedio, alternativas de solución para lograr el bienestar social

de inspiración para el grupo especial de asesores que se conformara alrededor de la candidatura de Samuel Ocaña García a la gubernatura de Sonora a principios de 1979 y cuyo propósito era el de elaborar el Plan de Desarrollo para el Estado de Sonora 1979-1985.

¿Quién era Samuel Ocaña? Doctor en medicina egresado del Instituto Politécnico Nacional, con especialidad en neumología, había nacido en Arivechi, poblado de la sierra sonorense, en 1931. Sus estudios de primaria los concluyó en el internado para hijos del ejército “Coronel J. Cruz Gálvez”, institución que fundara el general Plutarco Elías Calles en la ciudad de Hermosillo. La enseñanza secundaria la llevó en Tepic, Nayarit, también en un internado para hijos de trabajadores, regresando a Hermosillo en 1947 donde trabajó por dos años como obrero en la empresa Textiles de Sonora, convirtiéndose en uno de los miembros del primer sindicato de trabajadores textiles de la entidad. Imbuido por los movimientos socialistas de la época, una vez en la Escuela Vocacional del Politécnico Nacional en la Ciudad de México, se inició en el Partido Popular Socialista cuyo dirigente era don Vicente Lombardo Toledano.3

De regreso a Sonora en 1961, el doctor Ocaña funda y dirige el Hospital Regional de Neumología y Cirugía del Tórax, al tiempo que participaba como profesor de biología en la preparatoria de la Universidad de Sonora en Navojoa. A fuerza de diagnosticar enfermedades y recetar alivios, emulando el ejercicio de la política como arte de identificar y dimensionar malestares de la sociedad y pro-


poner, como remedio, alternativas de solución para lograr el bienestar social, Ocaña tuvo la oportunidad de participar activamente como candidato del Partido Revolucionario Institucional a la alcaldía municipal de Navojoa, desempeñándose en esta posición durante el trienio que concluía en 1976, coincidiendo con un inminente proceso de cambio presidencial a nivel nacional que fue particularmente doloroso para Sonora.

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El Gobernador del Estado electo en 1972 fue Carlos Armando Biebrich Torres. Originario de Sahuaripa, Carlos Armando fue estudiante distinguido de la carrera de derecho en la Universidad de Sonora, destacando además por sus dotes de oratoria y su personalidad carismática, lo que en pocos años lo posicionaría primero como Secretario del Ayuntamiento de Cajeme en Ciudad Obregón, luego como Diputado Federal por Sonora, y casi inmediatamente después, en la Subsecretaría de Gobernación, con Mario Moya Palencia, el Secretario de Gobernación del Presidente Luis Echeverría Álvarez y uno de los favoritos precandidatos para sustituirlo.

Habiendo que, incluso modificar la constitución de la entidad para que el Lic. Bie-

El Lic. Carlos Armando Biebrich, gobernador de Sonora y el Presidente de México, Lic. Luis Echeverría Álvarez. 1974.


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brich pudiera postularse por el Partido Revolucionario Institucional a la Gubernatura de Sonora, dado que no tenía siquiera los 35 años exigidos entonces, este joven político inició su período de gobierno con el beneplácito de una gran parte de la sociedad sonorense y contando con un fuerte respaldo del Gobierno Federal. Para 1974, era público y notorio su entusiasmo para apoyar la candidatura de Moya Palencia a la Presidencia de la República, quien sin embargo, no pudo remontar los ánimos presidenciales que en ese momento se inclinaron a favor de José López Portillo.

El costo político para Sonora fue muy alto porque el Gobernador Bie-

Alejandro Carrillo Marcor, gobernó Sonora de 1976 a 1979.

brich debió pagar con su cabeza el desatino. La forma en que su caída se dio, por otro lado, provocó hondas divisiones entre una buena parte del sector empresarial de la entidad, aliados de Biebrich, y el Gobernador sustituto don Alejandro Carrillo Marcor, entonces director del periódico oficialista El Nacional y Senador por Sonora, y que al radicalizarse el conflicto, mediante la movilización de grupos campesinos en demanda de tierras de cultivo, el Gobierno Federal se impondría con la expropiación de 60,000 hectáreas de terrenos agrícolas y de agostadero en los Valles del Yaqui y del Mayo en 1976.

Célebre por su posicionamiento político progresista y antiguo discípulo de Vicente Lombardo Toledano, don Alejandro Carrillo Marcor encontró un Sonora dividido y con un sector empresarial sumamente resentido, así como incluso, una iglesia que tomaba localmente una posición combativa desde los extremos más conservadores.

Samuel Ocaña, entonces Presidente Municipal de Navojoa, fue llamado por el nuevo Gobernador Carrillo, quien llevaba varias décadas residiendo fuera de la entidad, para que ocupara primero la Subsecretaría General de Gobierno y un año más tarde, la Secretaría de Gobierno del Estado, quizás a la luz de su bagaje curricular y de las


simpatías con sus propias convicciones ideológicas. Sin embargo, esta vez el doctor Ocaña tenía ante sí una labor compleja de conciliación a fin de solucionar el grave conflicto político que privaba en la entidad.

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En enero de 1978, de cara al proceso electoral para la renovación del

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poder ejecutivo del Estado de Sonora, don Alejandro Carrillo decide poner en manos del doctor Ocaña la preparación del escenario para la nominación del candidato oficialista, motivo por el cual deja la Secretaría de Gobierno para convertirse en el Presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional.

Circunstancias inesperadas lo convierten a él mismo, a principios de 1979, en el candidato del PRI a la Gubernatura de Sonora, mientras que por parte del Partido de Acción Nacional, se nomina a don Jorge Valdés Muñoz, ex presidente municipal de Hermosillo, de reconocida honestidad y prestigio político, quien lamentablemente por problemas de salud tuvo una limitada actividad en la contienda electoral.

Para la conformación de su equipo de campaña política, Samuel Ocaña pone especial cuidado en la elaboración de su propuesta de Plan de Gobierno y en los aspectos de desarrollo social y económico llama a Salvador Ortiz Pérez, quien había sido uno de los principales organizadores de la Universidad Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México, siguiendo un modelo europeo de educación y con el propósito de contrarrestar la enorme concentración de estudiantes en la Universidad Nacional Autónoma de México. Aprovechando su liderazgo en el plano académico e intelectual decide participar en las elecciones para ocupar la Rectoría de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana, intento que resultó frustrado a pesar de haber obtenido la mayoría de la votación, después de


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lo cual se traslada a Sonora convencido de que las transformaciones necesarias en el país deberán impulsarse desde las entidades de la República. El doctor Ocaña llama también a Marco Antonio Cubillas Estrada, originario de Santa Ana, Sonora, quien se había distinguido como economista dentro de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público llegando a ser el responsable de negociar directamente las políticas de gasto presupuestario del Gobierno Federal. A través de Carlos Ocaña García, también de profesión economista y en ese entonces delegado del Instituto Mexicano del Comercio Exterior, Cubillas había conocido a su hermano Samuel en tertulias organizadas en la Ciudad de México donde se discutían modelos y propuestas alternativas para el desarrollo económico del país y en particular, la necesidad de impulsar una mayor participación de los Estados en la toma de decisiones sobre la distribución de los recursos públicos de la Federación. Cubillas había apostado por la asignación planificada de los recursos presupuestales pero consensada con todos los agentes partícipes del desarrollo y tuvo que renunciar a su reciente designación como representante de México ante el Fondo Monetario Internacional para aceptar la invitación de Samuel Ocaña que convertía en desafío el pasar de las buenas intenciones a la oportunidad de llevar a cabo sus propuestas en los hechos.

Con Salvador Ortiz como ideólogo y coordinador del Plan de Desarrollo, y más tarde Marco Antonio Cubillas como responsable de las metodologías y la armonización de las propuestas de trabajo a insertarse en el mismo y finalmente con Carlos Ocaña como puente de relaciones entre todos los colaboradores de campaña, se invitó a un gran número de jóvenes profesionistas sonorenses especializados en menor o mayor grado en los sectores específicos que habrían de integrar la propuesta programática.

La elaboración de las iniciativas correspondientes al desarrollo in-


dustrial le fueron encargadas a Manuel Ignacio Puebla Gutiérrez. Hijo del ingeniero Manuel Puebla Peralta, quien fuera el primer Director de Planeación y Fomento Industrial del Estado de Sonora en el período del Gobernador Luis Encinas Johnson en los años sesenta, Manuel Ignacio Puebla, ingeniero industrial egresado de la Universidad de Sonora, contaba apenas con 25 años de edad, aunque desde 1972 había estado participando directa e indirectamente en diversas iniciativas relacionados con la planeación regional, así como en la elaboración de varios proyectos de infraestructura para el desarrollo a través de un prestigiado despacho de estudios económicos ubicado en la Ciudad de México. En 1978 regresaba de concluir sus estudios de Maestría en la Universidad de Stanford y se encontraba ahora trabajando en la integración de lo que entonces se llamó el Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores del Noroeste, Asociación Civil, bajo la dirección del doctor Carlos Enrique Peña Limón, y que posteriormente derivaría en el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C. (CIAD). Como Presidente del PRI en Sonora, el doctor Ocaña designó a Carlos Enrique Peña en la Dirección del Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales de Sonora, lo que permitió el acercamiento de Manuel Ignacio Puebla con el grupo de asesores en la etapa de la campaña política a la gubernatura de Sonora.

El programa en materia de desarrollo industrial para el período 1979-1985, tal y como sucedió con el resto de los sectores incorporados en el

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Dr. Samuel Ocaña Carcía, gobernador Constitucional del Estado de Sonora 1979-1985


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Plan Estatal, quedó integrado previo a la elección de Samuel Ocaña como Gobernador de Sonora en julio de 1979. Había entonces una propuesta de acción política muy concisa, con programas concretos que no se quedaba en el simple plano de la retórica partidista, siendo además producto de una amplia consulta a las experiencias y los criterios de empresarios, organizaciones sociales y líderes en cada sector, traducidas en proyectos indispensables para fomentar y promover un mayor crecimiento en el Estado de Sonora.

El plan, por otro lado, intentaba además convertirse en una efectiva herramienta de negociación política para concentrar la atención de los sonorenses hacia la construcción de una nueva etapa de desarrollo para la entidad, atendiendo las necesidades más urgentes en el orden social y enfocado a la creación de la infraestructura indispensable para promover los proyectos detonantes de la economía regional, dejando atrás resentimientos y divisiones entre los diferentes grupos de la sociedad. Coincidía también el momento en que la administración lopezportillista recibía los ingresos extraordinarios de las exportaciones petroleras, creando un entusiasta y optimista discurso para “administrar la abundancia”, y de manera paralela al programa de desarrollo industrial para Sonora que se generaba dentro del Plan Estatal, se publicaba el Plan Nacional de Desarrollo Industrial por parte del Gobierno Federal, con una alta congruencia en los objetivos planteados para ambos niveles.


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Capítulo II

La promoción institucional del desarrollo industrial en sonora 1979-1982 Una vez que el doctor Samuel Ocaña tomó posesión de la gubernatura del Estado, nombró a Alfonso Aguayo Porchas, ex presidente Municipal de Hermosillo en el período de Carlos Armando Biebrich y prestigiado agricultor, como su Secretario de Fomento Económico, con un claro mensaje sobre su intención de conciliación a todo el sector empresarial, sindicatos de trabajadores y organizaciones sociales de la entidad. Como sucedió en prácticamente todos los puestos de segundo nivel del organigrama estatal, aquellos responsables de la integración de los programas sectoriales durante la elaboración del Plan de Desarrollo propuesto, ocuparon las direcciones o jefaturas de departamento correspondientes. Así, la Dirección de Fomento Industrial quedó a cargo del ingeniero Manuel Ignacio Puebla Gutiérrez.

Una de las primeras acciones del nuevo gobierno en materia de promoción industrial, fue sin duda la creación de la infraestructura de parques industriales. El modelo, sin embargo, fue concebido de distinta manera al que se había estructurado por parte del Gobierno Federal.

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El Fideicomiso para el Desarrollo de Conjuntos y Parques Industriales (FIDEIN) de Nacional Financiera, en ese entonces constituida como la banca de desarrollo encargada de financiar los proyectos de industrialización por parte de la Federación, había desarrollado 16 parques industriales en todo el país durante la década de los setentas. Concebidos como una solución al problema del congestionamiento urbano y a evitar la contaminación de las zonas habitacionales, se limitaron a la oferta de terrenos urbanizados en las afueras de aquellas ciudades con un núcleo poblacional más o menos significativo, aunque ninguno ubicado en Sonora. La experiencia sin embargo estaba lejos de considerarse exitosa puesto que la ocupación de esos parques al iniciar la década de los ochenta era mínima y la mayoría de las adquisiciones de terreno tenían un fuerte ingrediente especulativo. Quizás por ello, cuando el doctor Ocaña instruyó al ingeniero Puebla para negociar recursos de FIDEIN para el desarrollo de los Parques Industriales propuestos para los municipios designados como prioritarios por el Plan Nacional de Desarrollo Industrial, la connotación de la respuesta fue incluso de orden sarcástica, poniendo en duda la capacidad de la entidad para promover la construcción y ocupación de los nuevos parques que pretendían crearse en San Luis Río Colorado, Agua Prieta, Caborca, Cananea, Empalme y Navojoa, más la ampliación y consolidación de los dos existentes en Hermosillo y Ciudad Obregón, desarrollados hacía apenas algunos años por el propio Gobierno del Estado, constituidos como organismos públicos descentralizados, más como concesiones de carácter político o de regularización urbana, que como herramientas para la promoción industrial.

Con la particularidad de los casos de San Luis Río Colorado y Agua Prieta, donde hubo necesidad de hacer una declaratoria de expropiación para regularizar la situación jurídica de los terrenos e invitar


a los afectados como socios inversionistas de los respectivos parques industriales, en todos los proyectos el Gobierno del Estado fue el aportante de la tierra y de las obras de urbanización. Los nuevos parques se constituyeron como sociedades anónimas y los consejos de administración, designados por el Gobierno del Estado en un principio, coincidieron con los representantes de las cámaras locales de la industria de la transformación en cada caso, reiterando la estrategia de acercamiento con la iniciativa privada y cediendo las decisiones para su desarrollo a los empresarios locales.

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31 Una de las primeras acciones del gobierno, encabezado por Ocaña, en materia de promoción industrial, fue la creación de la infraestructura de

En Hermosillo, siendo todavía Gobernador del Estado don Alejan-

parques industriales.


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dro Carrillo Marcor y Director General de Fomento Económico Héctor Manuel Pesqueira, se justificó la creación del Parque Industrial de Hermosillo para hacer la donación de un terreno a favor de una empresa regiomontana fabricante de envase para huevo. Sin embargo, ya en el sexenio del doctor Ocaña, la superficie del mismo fue ampliada para disponer de un total de 280 Hectáreas, concentrándose la urbanización en una primera etapa de alrededor de 45 Hectáreas. Paralelo al desarrollo de los parques industriales, se instituyó una Coordinación General a nivel estatal dependiente de la Dirección de Fomento Industrial, cuyo propósito era la de presentar un solo frente institucional para la promoción de esta infraestructura a fin de atraer inversiones provenientes de fuera del Estado. Esta coordinación estuvo a cargo del ingeniero Virgilio Ríos Aguilera, quien había sido responsable de la gerencia del Parque Industrial de Hermosillo desde la administración anterior. En su lugar se nombró al licenciado Reynaldo Villaseñor Valdés, un dinámico promotor que poco tiempo antes se había encargado de la creación del programa de Maestría en Administración de Empresas en la Universidad de Sonora.

Como áreas complementarias para la ubicación de nuevas industrias en la entidad, se incluyeron además en la promoción auspiciada por el gobierno estatal, los tres parques industriales pesqueros de Puerto Peñasco, Guaymas y Yavaros que previamente habían sido desarrollados por el Fondo Nacional de Desarrollo Portuario con el fin de alojar a las empresas procesadoras de productos del mar, en su mayoría empacadoras de camarón, reductoras de harina de pescado y enlatadoras de sardina.

El Parque Industrial de Nogales tenía por otro lado elementos diferenciados. Como parte de un acuerdo entre los gobiernos mexicano y estadounidense para ayudar a resolver el problema social que representaba la cancelación del programa de braceros que por déca-


das permitía la contratación de trabajadores mexicanos para laborar en los campos agrícolas de los Estados Unidos de manera legal, el gobierno de Lyndon B. Johnson incentivó a varias empresas líderes norteamericanas, algunas de ellas que habían apoyado la reconstrucción de la planta productiva en Alemania y en Japón después de la segunda guerra mundial, trasladando las partes de sus procesos intensivas en mano de obra, para establecerse en México a fin de aprovechar la fuerza de trabajo que representaban los antiguos migrantes, la mayoría provenientes del sur del país y estacionados en las ciudades fronterizas con los Estados Unidos ante la expectativa de continuar laborando en los campos agrícolas del otro lado de la frontera aunque fuera ilegalmente. Por su parte, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz aceptó modificar los esquemas fiscales para la importación temporal de insumos y partes sin ningún impuesto, siempre que el producto fuera exportado una vez ensamblado. Nogales tuvo como experimento piloto a la planta de Motorola, con la que nació la actividad maquiladora en la entidad en 1967.

Sin embargo, pese a haberse demostrado la conveniencia del nuevo esquema, no se logró una respuesta inmediata de la industria estadounidense para aprovecharlo. En mucho, esto tuvo que ver con el gran desconocimiento que se tenía de México en el país vecino. Fue un residente de Nogales Arizona, Richard Campbell, quien primero se convenció que el futuro desarrollo de Nogales, Sonora, estaría íntimamente ligado con la industria maquiladora. Imposibilitado por su calidad de extranjero para ser propietario de terrenos en la franja fronteriza mexicana, logró convencer al Ayuntamiento de Nogales le fuera concesionada por un plazo de treinta años una superficie de 46 Hectáreas a la salida sur de esta ciudad con el fin de crear un fraccionamiento industrial donde pudieran construirse edificios adecuados para las operaciones de ensamblaje industrial y con sus

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propios recursos erigió la primera nave para maquila. Durante varios meses intentó convencer a empresarios estadounidenses que trasladaran al menos parcialmente sus operaciones para aprovechar el régimen fiscal y el bajo costo de la mano de obra comparado con el salario vigente en los Estados Unidos. Los ahorros eran manifiestos pero nadie estaba dispuesto a tomar el riesgo. La empresa consultora Arthur D. Little, contratada por Campbell, sugirió entonces la creación del denominado “shelter program” o programa albergue, mediante el cual el industrial americano contrataba directamente con una empresa americana, propiedad de Campbell, para que fuera ésta la que tomara la responsabilidad de importar los equipos de producción a México y a través de una empresa gemela mexicana, de la que también Campbell era propietario, llevar a cabo el programa de maquila, constituyéndose como el empleador directo de los operarios mexicanos. El cliente industrial enviaba solamente a su gerente de producción y a los técnicos indispensables para capacitar al personal y asegurarse del funcionamiento eficiente del proceso de ensamblaje, mientras que las empresas del programa albergue tomaban totalmente el riesgo de la operación en México. Una vez familiarizado con el concepto de maquila, el cliente industrial tenía la opción de dejar el programa albergue y rentar su propio edificio dentro del parque industrial de manera independiente.

Para antes de 1980, Richard Campbell había logrado su objetivo de desarrollar por completo el terreno concesionado con naves industriales que significaban sustanciales ingresos por concepto de arrendamiento. Fue entonces cuando Gustavo Rigoli, el técnico responsable del programa albergue bajo la denominación social de “Sonitronies”, negoció con Campbell la adquisición de sus derechos con lo que quedó abierta la posibilidad de llevar este esquema fuera del Parque Industrial de Nogales. A fin de apoyarse institucional-


mente para atraer nuevas industrias a la entidad, Rigoli se acercó

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a la Dirección de Fomento Industrial del Gobierno del Estado, realizándose conjuntamente varios seminarios promocionales en forma periódica y en las principales ciudades de los Estados Unidos. Fue tal el éxito de este programa que se estima que más del 80% de la industria maquiladora que se estableció en Sonora entre 1975 y el

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año 2000, lo hizo iniciándose por este conducto. Años más tarde, a principios de la década de los noventa, otro grupo de empresarios sonorenses conformado por Roberto Gómez del Campo, Félix Tonella y Luis Felipe Seldner, estableció en el área de Guaymas y Empalme, un esquema similar de programa albergue, bajo la denominación de “Maquilas Tetakawi”, también de manera muy exitosa.

Parque Industrial de Nogales.


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Lo importante de la experiencia es que, particularmente durante los cinco años previos a 1982, el explosivo crecimiento de la actividad maquiladora generó una base de ingenieros y técnicos comprometidos con la eficiencia de procesos industriales, en su mayoría egresados de la Universidad de Sonora y de los institutos tecnológicos regionales, así como una serie de servicios de apoyo gerencial y administrativo a estas actividades relacionadas con el flujo de importaciones y exportaciones de partes y productos ensamblados, operación de licencias y permisos especiales requeridos por agencias gubernamentales, capacitación de operarios, entre otras.

Otro elemento importante de la estrategia de promoción industrial

Vista actual del parque Industrial Bella Vista de Grupo Offshore, en Empalme, Sonora, operado por maquilas Teta Kawi

en el Estado se basaba en el aprovechamiento de estímulos fiscales otorgados por la Federación. La legislación sonorense publicada en 1969 para el fomento industrial contemplaba el otorgamiento de este tipo de estímulos en lo concerniente a impuestos locales. Con el establecimiento de los Convenios Únicos de Coordinación Fiscal, el Gobierno Federal monopolizó el tema de los estímulos de carácter fiscal pues los Estados quedaron impedidos de otorgarlos de manera simultánea. Estos estímulos a la inversión y al empleo significaban descuentos en el pago del impuesto sobre la renta de las empresas. Si bien tuvieron un efecto limitado como herramientas para incentivar un mayor crecimiento de la producción industrial


y además fueron desapareciendo gradualmente a partir de 1982, los Certificados de Promoción Fiscal (CEPROFIS) permitieron apoyar el concepto de que los planes de desarrollo que se proponían, tanto a nivel local como en el plano nacional, trascendían más allá de las simples buenas intenciones.

Durante 1980, el Gobierno del Estado puso en marcha un programa de construcción de planteles especializados en la educación profesional técnica, como una alternativa efectiva para la población preparatoriana que difícilmente podía sostenerse una carrera universitaria por falta de recursos económicos. Este programa iniciado un año antes por el ingeniero José Antonio Padilla Segura a nivel nacional, tuvo un decidido apoyo por parte de Samuel Ocaña, que en el caso de Hermosillo propuso el establecimiento inicial de dos planteles, uno destinado a generar técnicos especializados en procesamiento de alimentos y el otro para la formación de técnicos contables y procesos de informática. Bajo el convenio con el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica, el Estado se obligaba a la construcción de los edificios indispensables, mientras que su operación corría a cargo del organismo federal. Al concluir la administración ocañista, habían logrado establecerse una docena de planteles en toda la entidad y en la actualidad se atienden 12,500 alumnos en 14 instituciones CONALEP.

En 1981, los esfuerzos institucionales para apoyar una mayor industria en Sonora se dirigieron hacia tres vertientes principales. Una fue la de acabar por fortalecer la infraestructura física de la oferta de terrenos industriales adecuados en la entidad. La segunda se dirigió a imbuir entre la propia población sonorense una mentalidad que fuera más allá del tradicional esquema de los negocios agropecuarios como base económica de Sonora. Finalmente, una tercera se concentró en el diseño e instrumentación de una herramienta

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Los primeros planteles del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica CONALEP se establecieron en Sonora en ésa época


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efectiva para promover el establecimiento de nuevos proyectos industriales mediante la coinversión y el financiamiento.

En cuanto a la consolidación de la infraestructura física de apoyo a

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la industria, la oportunidad se dio a finales de 1981, cuando el Gobernador del Estado fue invitado por el Presidente de la República a una reunión en el salón Carranza de Los Pinos con el fin de que Sonora manifestara sus requerimientos de apoyo por parte del Gobierno Federal para impulsar su desarrollo. Es precisamente el momento en que México visualizaba un incremento inusitado de sus ingresos petroleros y el régimen de López Portillo decide canalizarlos a las prioridades regionales. El doctor Ocaña le pide al Director de Fomento Industrial que preparara una presentación sobre el Sistema de Parques Industriales de Sonora y en el que se incluyera la posibilidad de considerar el suministro de gas natural.

Coyunturalmente, don Jorge Díaz Serrano fungía como director general de Petróleos Mexicanos. Sonorense de origen, en los círculos de la especulación política del país se rumoraba su gran cercanía al Presidente de la República y sus posibilidades para sucederlo en las elecciones de 1982. Díaz Serrano llevaba un ambicioso programa de inversiones para lograr la exportación del gas natural asociado con la extracción del crudo mexicano, a través de un sistema de gasoductos que, siguiendo el litoral del Golfo de México, entregara este producto en la frontera de Tamaulipas, mientras que otra línea paralela, partiendo de Guadalajara, pudiera recorrer el centro del país hasta suministrar también gas natural en El Paso, Texas. A través de un convenio de compensación del producto, México recibiría gas natural en la frontera de Naco, Sonora, con el propósito de alimentar a los hornos de la Compañía Mexicana de Cananea, entonces todavía una de las principales empresas paraestatales del gobierno mexicano. Esto representaba adicionalmente, la necesi-


dad de reemplazar el gasoducto Naco-Cananea, que tenía ya una antigüedad de más de cincuenta años.

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En la reunión de Los Pinos, el ingeniero Manuel Ignacio Puebla explicó la conveniencia de ampliar la extensión del gasoducto desde Cananea, en una primera etapa a Hermosillo, Empalme, Ciudad Obregón y Navojoa, dando una mayor capacidad de infraestructura a los parques industriales que ahí se desarrollaban, lo que por otra parte ampliaría el espectro del tipo de industria que pudiera establecerse en la entidad. En una segunda etapa, el gasoducto recorrería tierras sinaloenses y nayaritas para cerrar el circuito en Guadalajara y cancelar la entonces indispensable compensación del producto por territorio estadounidense para la mina de Cananea. Ello posibilitaría también la alternativa de extender la red aún más hasta la Baja California y otorgarle a PEMEX la oportunidad de servir directamente el mercado del rico Estado de California. La idea pareció entusiasmar al Gobierno Federal, el cual aprobó el proyecto de ampliación del gasoducto de Cananea a la ciudad de Hermosillo. Durante ese año y gran parte de 1982, el viejo gasoducto Naco-Cananea fue reemplazado y se adquirió prácticamente toda la tubería correspondiente al tramo Cananea-Hermosillo. En febrero de 1982 el país se encontraba en completa efervescencia política pues estaba por nominarse el candidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de México. Muy significativo fue el hecho de que se hubiera seleccionado al Estado de Sonora como el lugar para celebrar la llamada Reunión de la República, y más que se

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Salón Carranza, Los Pinos. 1981.


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Ing. Jorge Díaz Serrano,

hubiera designado como orador oficial a don Jorge Díaz Serrano. Quizás nunca pueda conocerse con exactitud qué pensamientos cruzaron la mente de José López Portillo para inducir al Comité Ejecutivo Nacional del PRI por la candidatura de Miguel de la Madrid Hurtado, quien acababa además de hacer público el Plan Global de Desarrollo 1982-1988 en atención a la obligación del Gobierno Federal para llevar a cabo la planeación institucional, requerimiento recientemente adherido al marco constitucional. Rumores hubo que pretextaron la desangelada oratoria de Díaz Serrano quien se pronunció frente al Presidente con una cátedra sobre cómo debería dirigirse el país mientras minimizaba los logros de la administración lopezportillista. Otros argumentaron que el propio Presidente, decepcionado por la intervención del director de PEMEX, tomó la decisión ese mismo día al influenciar la candidatura de Alfredo del Mazo, de quien Miguel de la Madrid se había referido como el hermano que nunca tuvo, para la gubernatura del Estado de México, en lugar de apoyar a Carlos Riva Palacio, en ese momento director del ISSSTE y afín a Díaz Serrano. Aún en contra de los deseos del propio de la Madrid, Díaz Serrano fue nominado candidato a senador por Sonora en esas elecciones, puesto para el que resultó elegido y desaforado meses después, acusado de maniobras fraudulentas cuando PEMEX estaba bajo su responsabilidad. Todo ello significó sin embargo, que el proyecto del gasoducto Cananea - Hermosillo fuese suspendido bajo la excusa de la crisis financiera con que Miguel de la Madrid recibió al país, derivada entre otras cosas por los fuertes compromisos de la deuda externa y las


consecuentes devaluaciones de la moneda mexicana, la baja en los precios del petróleo y la incertidumbre económica implícita en la célebre nacionalización de la banca. La tubería del gasoducto ya adquirida, se mantuvo tirada a lo largo de la carretera en los meses posteriores, sin ningún movimiento que indicara la continuación de los trabajos de la obra. Provocar un cambio en la mentalidad de una sociedad que así misma se concebía eminentemente agropecuaria no era una tarea fácil, como tampoco podía esperarse se diera en el corto plazo. Si bien la agricultura había logrado posicionarse de manera importante en la producción nacional, el valor agregado asociado se limitaba en gran medida a los procesos de selección y empaque. La agroindustria, como proceso de integración vertical, implicaba niveles de especialización que solo ocurría en los productos destinados a los mercados de exportación. La incorporación de la uva industrial trajo una alternativa interesante para la obtención de brandy que funcionó mientras el mercado interno estuvo protegido y los intentos anteriores para el aprovechamiento La construcción del gasoducto Cananea-Hermosillo estuvo detenida sin señales de reanudación.

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A pesar de los incrementos en los volúmenes de producción primaria, el valor adicional agregado en su procesamiento no era significativo.

de la paja de trigo como material de construcción no lograron imprimir la competitividad necesaria para su despegue y crecimiento. Un proyecto más estable resultó la producción de aceite de oliva en la zona agrícola de Caborca. La ganadería en cambio, había sufrido una muy significativa transformación durante los quince años anteriores al desarrollar los rastros de inspección federal y los sistemas de carne clasificada, apoyados por los programas se inseminación artificial y mejoramiento de razas que permitieron altos estándares de calidad, reforzados por la certificación de Sonora como entidad libre de enfermedades. La porcicultura tecnificada vino a complementar también los esfuerzos de décadas que Sonora había acumulado mientras se posicionaba como la principal entidad avícola del país. La consolidación de estas actividades durante esos años fue crucial para que pudieran sobrevivir a la apertura comercial que tres lustros después les obligó a competir directamente con productos importados. En el caso de la pesca, varias coinversiones con el Gobierno Federal a través de Productos Pesqueros Mexicanos y con agricultores de Huatabampo permitieron el procesamiento de la sardina en los parques industriales de Guaymas y Yavaros. Las cooperativas pesqueras ampliaron sus instalaciones para el empaque del camarón dirigido en su totalidad a la exportación. La minería ya para entonces había incorporado una tendencia diversificadora prospectando minerales como la barita, el tungsteno y el manganeso, abriendo alternativas a la producción tradicional de oro, plata y cobre, y retomando también su consolidación con la proyección de Mexicana


de Cobre en Nacozari. Otros proyectos se asociaban con grandes inversiones en plantas cementeras y para la producción de materiales para la construcción. Si bien, durante los primeros dos años del período ocañista se respiraba un ambiente de auge en la economía de Sonora, al menos en los objetivos propuestos por parte de la administración de la entidad había conciencia de la necesidad de procurar el desarrollo de actividades más allá de las tradicionales, explotando otros recursos naturales del Estado o buscando una mayor integración de las actividades existentes por vía de asociaciones con capital externo que trajeran inversión, tecnología y mercados para mejorar la capacidad productiva sonorense.

Este concepto había que hacerlo patente de una manera práctica y objetiva. Se propuso entonces hacer una exposición industrial no convencional que en lugar de que presentara a la población lo existente, se enumeraran las alternativas de proyectos de inversión que podrían complementar el desarrollo industrial de la entidad. Tras un año de planeación en que se aprovecharon recursos del Banco Mundial a través del Fondo Nacional de Estudios de Preinversión de Nacional Financiera para la capacitación de técnicos analistas en la elaboración de proyectos, se formularon más de 400 perfiles para el procesamiento de la producción primaria y la integración agroindustrial del Estado, y en octubre de 1981 se expusieron en lo que se denominó Sonora 81 Perspectivas Industriales. En este evento, dichos perfiles se montaron gráficamente en más de cinco mil metros cuadrados,

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43 la minería incorporó una tendencia diversificadora a la economía estatal.


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Atendiendo a la invitación del gobernador Samuel Ocaña, el presidentede México, José López Portillo visitó Hermosillo, Sonora e inauguró la Exposición Sonora 81 Perspectivas Industriales el 13 de octubre de 1981.

aunado a la información de volúmenes y valores de producción de cada producto agrícola, ganadero, pesquero y minero sonorense, así como toda la infraestructura de servicios organizada por las instituciones de los distintos órdenes de gobierno y de las organizaciones empresariales para apoyar la inversión.

La exposición estuvo abierta al público en general durante más de quince días programándose visitas de todos los municipios de la entidad. Se invitaron a industriales de Monterrey, la Ciudad de México y otras partes del país que recorrieron las instalaciones ubicadas en el antiguo lecho del Río Sonora, frente a la Casa de la Cultura. Por instrucciones del Gobernador de Sonora, la exposición se mantuvo por varios meses más para que los contingentes escolares, desde nivel secundaria, pudieran también recorrerla. Apoyándose además con folletería, carteles y anuncios publicitarios en los medios impresos y la televisión, Sonora comenzó a imaginarse como una entidad de


alto potencial para el desarrollo industrial en la mente de la población en general, empresarios e inversionistas de la región y a nivel nacional.

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Otro resultado derivado, más particular, de Sonora 81 Perspectivas Industriales, lo fue sin duda la conformación de un equipo de jóvenes sonorenses responsables de la organización y articulación de todo el proceso, y que posteriormente, se integró con mucho entusiasmo en las labores de promoción que siguieron a este evento, como parte de la Dirección de Fomento Industrial del Estado. Ahí laboraron Gustavo Soto Gil, Jaime Díaz Santana, Josué Leor López, Xicoténcatl Ayón, Gilberto Ledgar, Humberto Morera, Roberto Schnierle, Braulia Frisby, Iris Symonds, Martha Olea, David Salazar Ruibal, Aurora Retes, Delfina Falcón, Lisa Madrid, Cecilia López, Irasema Pineda, David Barton, Alejandro Rubio, Rita Robles, Mónica Jiménez, Guillermo Espinosa de los Monteros, Elsa Cecilia Paz, así como muchos más colaboradores que directa e indirectamente, con su entrega y dedicación, fueron los responsables del éxito que tuvieron los esfuerzos promocionales para el aterrizaje de los proyectos de industrialización.

El tercer elemento de la estrategia resultó en la creación del entonces denominado Fondo para el Fomento de las Actividades Económicas y Productivas del Estado de Sonora, con facultades para financiar, coinvertir y actuar como

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48 Páginas anteriores: En los terrenos del lecho del río Sonora, en Hermosillo, bajo la supervisión arquitectónica de Vladimiro Samaniego, se instaló la exposición industrial Sonora 81 Perspectivas Industriales.

El Ing. Manuel Ignacio Puebla Gutiérrez, director de fomento Industrial de Sonora explica al Lic. José López Portillo, Presidente de México y al Dr. Samuel Ocaña, Gobernadr de Sonora, los contenidos y objetivos de la exposición Sonora 81 Perspectivas Industriales.

garante en créditos destinados a proyectos de inversión para el desarrollo económico de la entidad. Con aportaciones del Gobierno del Estado, el fondo actuaba principalmente como banca de descuento ante los fideicomisos instituidos en la Nacional Financiera a los que no les era permitido otorgar directamente el financiamiento a las empresas. De esta manera, el Estado servía como conducto de acceso a fondos para el financiamiento de proyectos de inversión, aportaciones en el capital social, créditos de orden refaccionario, prendario o de avío y participaba además en la integración de esquemas de garantías para acceder a recursos de la banca privada, todavía no nacionalizada. La priorización de los recursos se otorgaba a las pequeñas y medianas empresas, encontrándose entre sus primeros clientes catorce proyectos de inversión patrocinados por empresarios sonorenses que apenas se incorporaron a la actividad industrial, quienes dieron seguimiento a los perfiles correspondientes derivados de la exposición celebrada en octubre de 1981. Como primera Directora de este Fondo fungió Ana Catalina Mayoral Noriega, economista sonorense egresada del Instituto Tecnológico Autónomo de México. El Fondo, al concluir el período ocañista, en septiembre de 1985, pudo recuperar prácticamente todo el capital invertido en los diferentes proyectos que logró impulsar, entregándolo totalmente líquido a la siguiente administración estatal.


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Capítulo III

Un proyecto excepcional a la vista Ford Motor Company se estableció en México por primera vez en 1925 siguiendo en ese entonces una política para ampliar sus mercados fuera de los Estados Unidos, donde Henry Ford inició la manufactura de sus vehículos desde 1903, adaptando su modelo de producción en serie, que tomaba ventaja de la especialización en la división del trabajo por actividades, aplicándola en líneas de ensamblaje continuo.

Constituyéndose como la primera armadora de automóviles en la historia del país, para 1932 Ford instala una pequeña planta de ensamble en los alrededores de la Villa de Guadalupe al norte del Distrito Federal, pero no fue sino hasta 1962, cuando el Gobierno Federal refuerza su política de sustitución de importaciones, que la empresa inicia la construcción del complejo automotriz de Cuautitlán en el Estado de México, incluyendo plantas de fundición, motores, centro de ingeniería de producto, laboratorios de control de calidad y una pista de prueba. Este complejo se inauguró en 1964 aunque debieron pasar otros seis años para que se iniciaran las operaciones de ensamble de los vehículos, en consideración a las necesidades de integración de contenido

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nacional exigidas por el decreto regulatorio de la industria automotriz en México.

A finales de la década de los setenta sin embargo, Ford estaba en-

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frentando una intensa y agresiva competencia de los vehículos producidos en Japón, en particular en el mercado de los Estados Unidos. Ello le estaba obligando a revisar todos sus sistemas y procedimientos de trabajo para incrementar la productividad y reducir sus costos de producción, pues la empresa estaba sufriendo una pérdida acelerada de participación comercial, que se reflejaba en menos unidades producidas y despidos masivos de trabajadores en sus plantas estadounidenses. Por otro lado, el gobierno mexicano le requería un contenido local mínimo en sus productos ensamblados en el país o en su defecto, compensar las divisas asociadas con la importación de autopartes mediante exportaciones con contenido mexicano.

Es en este escenario, cuando surge la idea de establecer una planta para la fabricación de motores de exportación en México, destinados principalmente a los Estados Unidos y Canadá, considerando hasta un 10% de la producción para sus líneas de ensamblaje en México. Con este proyecto, Ford satisfacía los requisitos de contenido nacional y además generaba divisas adicionales por la vía de la exportación de motores, para cuya fabricación contemplaba la incorporación de nuevo equipo automático y una organización basada en los modelos de producción de sus competidores japoneses, introduciendo además los motores de gasolina de cuatro cilindros. Analizando las opciones de localización para este nuevo proyecto, se consideraron de inicio a las ciudades de Querétaro, San Luis Potosí, Torreón y Ciudad Juárez.

En los inicios de 1982, Guillermo Tapia Calderón era un empresario hermosillense cuyo abuelo, don Rodolfo Tapia había ocupado la Te-


sorería del Gobierno del Estado en el período de don Rodolfo Elías Calles al iniciarse la década de los treinta. Desde 1925 su familia había establecido la agencia distribuidora de automóviles Ford en la capital de Sonora. A instancias de Tapia Calderón se organizó una visita de varios funcionarios de Ford de México, entre ellos Michael J. Collins, Víctor Barreiro y Camilo Urías, al doctor Samuel Ocaña, Gobernador de Sonora. El propósito de dicha visita era explorar la posibilidad de considerar a Hermosillo como plaza alternativa para la ubicación de la panta de motores de Ford, ya que este lugar, por su proximidad a la frontera y al Puerto de Guaymas que facilitaba la logística de exportaciones, ofrecía algunas ventajas con respecto a las otras alternativas estudiadas.

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Funcionarios de Ford de México visitaron al Gobernador de Sonora a principios de 1982: Camilo Urias, gerente de zona; Michael J. Collins, gerente general de ventas; Dr. Samuel Ocaña, Gobernador

En esta ocasión, resultó de importancia crítica la disponibilidad de

del Estado de Sonora; Guillermo Tapia,

gas natural, indispensable para operar los hornos de fundición. Para

concesionario de Hermosillo y Víctor

esas fechas, PEMEX concluía el ramal Guadalajara-Ciudad Juárez del gasoducto, mientras que en Sonora no se definía todavía la conclusión del ramal Cananea-Hermosillo. Ante la urgencia del proyecto, se decidió localizarlo en el Estado de Chihuahua, mas no en Ciudad Juárez como originalmente se consideró, sino en la capital de esa entidad, aduciendo una mayor estabilidad de la fuerza de trabajo, mejores antecedentes en la especialización de la mano de obra al tenerse ya una industria fundidora de

Barreiro, gerente de ventas de Ford.


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acero que ocupaba alrededor de 1,300 personas, así como en labores de maquinaria pesada. Este factor resultó decisivo ante las altas tasas de rotación que se observaban entre los trabajadores de la industria maquiladora en Ciudad Juárez. El proyecto con capacidad para producir 1,800 motores diarios y generar 250 empleos directos contemplaba el inicio de sus operaciones en 1983.

A finales de enero de ese mismo año, el Presidente de Ford de Méxi-

Michael Hammes y sus hijos de cacería en Sonora. Enero de 1983.

co Michael J. Hammes, en compañía de dos de sus hijos, pasaba una semana de cacería en el rancho Las Glorias, propiedad de Guillermo Tapia Calderón, quien en ese momento fungía como Presidente del Comité Ejecutivo de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Ford. De manera confidencial, el señor Hammes le comentó a Tapia que ya, a punto de inaugurarse la planta de motores en Chihuahua, Ford Motor Company estaba considerando la posibilidad de llevar a cabo una nueva planta de estampado y ensamblado de automóviles ahí mismo en Chihuahua, en el Estado de Texas o en Valencia, España, donde diez años antes habían establecido un complejo similar para lanzar el modelo Fiesta destinado al mercado europeo. La experiencia de Ford durante el proceso de erección de la planta de motores en Chihuahua


había sido del todo satisfactoria y apuntaba al éxito de sus operaciones, tanto por la decidida colaboración del medio empresarial y la sociedad chihuahuense, como por el apoyo e interés manifiesto de parte de las autoridades estatales.

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El Presidente de Ford de México no era ajeno al hecho de que Her-

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mosillo, a la luz de su promoción como lugar propicio para el desarrollo industrial, había sido tomado en cuenta al analizar las alternativas para ubicar la planta de motores, pues las decisiones finales se habían tomado en su escritorio. Guillermo Tapia le solicitó entonces se le diera de nueva cuenta la oportunidad a la ciudad de Hermosillo para el proyecto en ciernes, cuyas dimensiones y magnitud podrían en todo caso justificar la disponibilidad de gas natural en esta ocasión. Hammes replicó que lo estudiaría y pidió a Guillermo Tapia la mayor discreción sobre el asunto.

No bien había regresado del rancho, Guillermo Tapia llamó por teléfono al Gobernador Ocaña para informarle de la posibilidad del proyecto, quien lo invitó a desayunar a la Casa de Gobierno la mañana siguiente a fin de discutir personalmente los pormenores. Durante el desayuno, Tapia puso llamada directa con Michael Hammes con el pretexto de saber cómo le había ido en su viaje de regreso. Una vez en la bocina telefónica, le pasó a bocajarro al Gobernador de Sonora, quien después de saludarlo le comentó: “Siento mucho señor Hammes que se nos haya ido la oportunidad de participar con la planta de motores, mas espero que en este proyecto para ensamblar automóviles no nos vayan a dejar fuera”.

Un mes después, Michael J. Hammes, quien obviamente reclamó a Tapia el atrevimiento de pasarle al teléfono sin previo aviso al Gobernador de Sonora, comprometiéndolo intencionalmente, así como su falta de discreción, fue promovido a Presidente de Ford


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América Latina en sustitución de Lynn Halstead, quien a su vez fue nombrado Presidente de Ford Europa. Como nuevo Presidente de Ford de México fue designado Oscar Marx III.

En el verano de 1983, un grupo de funcionarios de Ford de Méxi-

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co, entre los que se contaba Guillermo Tapia, visitó la matriz de la multinacional en Dearborn, Michigan. En una entrevista con Donald Petersen, en ese entonces Vicepresidente de Ford Motor Company, Guillermo Tapia tuvo la confirmación oficial de que la ciudad de Hermosillo sería considerada como posible ubicación del nuevo proyecto participando junto a las demás ciudades candidatas.

El proyecto de la planta de estampado y ensamblado de automóviles que Ford Motor Company contemplaba en 1983, obedecía a un proceso de transformación inminente en la industria automotriz mundial impulsado por los crecientes diferenciales en los índices de productividad, y por ende, de competitividad, entre el modelo de producción japonés con respecto al tradicional norteamericano. Siendo Ford la empresa automotriz con mayor participación internacional, fue la que también tomó primero conciencia de la amenaza japonesa en el propio mercado estadounidense, así como en los mercados del resto del mundo, y por consecuencia, la que intentó reaccionar más rápido en la recuperación de su posición competitiva. Lejos de ubicar el proyecto como un intento de expansión y dominio de mercados, se trató primordialmente de una estrategia de sobrevivencia.

A través de su participación en el consorcio Toyo Kogyo, donde Ford Motor Company y Mazda cuentan con una mutua asociación, la oportunidad de incorporar los nuevos conceptos de organización para la producción, principalmente el de “manufactura esbelta” desarrollado por los trabajadores de Toyota en Japón, y el concepto de


inventarios cero o “justo a tiempo”, permitía proponer un esquema diferente para la producción de automóviles Ford, que aunado a la incorporación de bajos costos de mano de obra y una logística de servicios eficiente, como la que en Sonora se había ya desarrollado en paralelo al crecimiento de la industria maquiladora, le devolviera los gradientes de competitividad necesarios para recuperar su posicionamiento en los mercados internacionales, pero más importantemente, en los Estados Unidos y Canadá. El experimento, de por sí, tenía una enorme dosis de buenas intenciones, aunque estaba en juego la capacidad de uno de los más distinguidos iconos de las multinacionales norteamericanas para traspasar el umbral hacia la era globalizadora, con todos los riesgos que ello conllevaba.

Planta Ford Hermosillo, el por qué y el cómo

En algún momento de ese año, las opciones de localización se

cenando en Acapulco en abril de 1983,

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Michael Hammes y Guillermo Tapia

abrieron prácticamente a todo el mundo. Taiwán, Canadá, México y Portugal, país este último que incluso llegó a plantear una oferta de financiamiento del total de la inversión para atraerse el proyecto, estuvieron considerados. Dentro de México, las ciudades alternativas que más seriamente se consideraban eran Chihuahua, Nuevo Laredo, Matamoros y, en el último momento, Hermosillo.

Una vez confirmada la opción, el Gobernador de Sonora hizo la visita de cortesía al nuevo Presidente de Ford de México, Oscar B. Marx III. En respuesta, Guillermo Tapia recibió un listado de requerimientos mínimos de infraestructura indispensables para el proyecto. Fue en una reunión en la cafetería del hotel Presidente Chapul-

cuando Ford ya había aceptado incluir a Hermosillo en la lista de locaciones para el establecimiento de la nueva planta de Ford.


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El Imparcial, 12 de Agosto de 1983

tepec, donde el doctor Ocaña se hospedaba normalmente en sus visitas de gestión a la Ciudad de México, a finales de junio de 1983, cuando se instruye al ingeniero Manuel Ignacio Puebla para responder al listado de requerimientos mencionado. Ahí se solicitaba un terreno con dimensiones suficientes para albergar el proyecto y con accesos independientes en su parte frontal y posterior. Se demandaba también espuela de ferrocarril en el mismo terreno, los servicios suministro de agua, energía eléctrica y gas natural, así como de telecomunicaciones y transportes. Otros aspectos importantes se relacionaban con la capacidad de la ciudad en materia de centros de capacitación para el trabajo, instituciones de educación técnica y a nivel universitario, escuelas bilingües para los técnicos y ejecutivos extranjeros así como vivienda residencial para los mismos. Un punto relevante se refería al clima laboral de la plaza y su historia en materia de conflictos en esta materia. Finalmente, era también motivo de interés disponer alternativas para el manejo de contenedores en el puerto de Guaymas.

Los esfuerzos en el desarrollo de la infraestructura de parques industriales que Sonora había realizado durante los tres años previos permitieron responder de manera optimista en prácticamente todos los requerimientos, aunque había varios puntos críticos que era necesario gestionar ante otras instancias a fin de garantizar su disponibilidad en los términos solicitados: el agua, que implicaba generar una fuente alternativa en adición a la red existente en el Parque Industrial de Hermosillo; las telecomunicaciones, que obligaban a construir una estación terrena de satélite para comunicación directa y permanente con los centros de decisión de Ford en todo Norteamérica; la capacidad


para el manejo de contenedores en el Puerto de Guaymas; y el gas natural, como proyecto suspendido y en la incertidumbre de su conclusión. La instrucción del Gobernador de Sonora a su Director de Fomento Industrial fue terminante: “Verifica con PEMEX si es que existen posibilidades de reanudar el proyecto del gasoducto a Hermosillo. Si no es así, ni nos metemos”.

Planta Ford Hermosillo, el por qué y el cómo

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México estaba sumido en una gran crisis. En la palestra política nacional se debatía si el país debía declarar una moratoria unilateral al pago de la deuda externa. El Gobierno de Miguel de la Madrid, con una muy limitada capacidad de maniobra en la dirección de la economía mexicana, se concentraba en la negociación con el Fondo Monetario Internacional y sus acreedores extranjeros, a fin de lograr un respiro para recobrar la mínima estabilidad en las finanzas públicas. En esas circunstancias hubiera parecido sumamente difícil una respuesta esperanzadora por parte de PEMEX ante el cuestionamiento sobre el futuro del gasoducto Cananea-Hermosillo. La Dirección de Obras y Proyectos de la paraestatal sin embargo, informó al ingeniero Puebla que el Consejo de Administración había decidido cancelar toda nueva inversión, mas aquellos proyectos que llevaran un grado significativo de avance serían concluidos. En el caso del gasoducto Cananea-Hermosillo, cuyo mayor costo se asociaba con la adquisición de la tubería ya incurrido, acababa de tomarse el acuerdo de licitar su conclusión, por lo que la reanudación de las obras se esperaba para las próximas semanas, sin que se dependiera para ello de decisión alguna con relación al proyecto de la planta de estampado y ensamblado de automóviles para Hermosillo. Los trabajos del gasoducto efectivamente se reanudaron durante el verano de 1983, aunque no exentos de la incertidumbre que azotaba a las finanzas gubernamentales. Sin embargo, en esos momentos dio pié para que el Gobierno del Estado pudiera dar una respuesta

El Imparcial, 1 de Diciembre de 1983


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positiva a Ford Motor Company sobre esta demanda indispensable para el proyecto.

En cuanto al resto de los requerimientos, las condiciones que obser-

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vaban en el Sonora de ese entonces permitían responder de manera optimista:

El Puerto de Guaymas por su parte, ya tenía alguna experiencia piloto en el manejo de contenedores y programaba como parte de su siguiente etapa de crecimiento la instalación del sistema roll on-roll off para el servicio de carga y descarga eficientes de contenedores, por lo que la noticia de contar con un cliente como Ford, el cual inicialmente contemplaba traer el 70% de las partes del automóvil desde Japón, incluyendo el acero para el estampado, para ser ensambladas en la panta proyectada para Hermosillo, fue recibida con inusitado entusiasmo por Juan Robinson, responsable de la administración portuaria.

En la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la solicitud de El Imparcial, 10 de diciembre 1983 Pag. 1 A

considerar el establecimiento de una estación terrena satelital para el proyecto de la planta Ford en Hermosillo, simplemente adelantaba algunos años sus programas de desarrollo de infraestructura. Si bien esta tecnología no se había desarrollado todavía en el país al grado de plantear servicios de carácter público, la posibilidad fue bien ponderada sujeta a la disponibilidad de los recursos presupuestales necesarios, que en todo caso podrían ser aportados por el Gobierno del Estado y Ford Motor Company al 50%, donde el 50% de la


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capacidad pudiera quedar disponible para otros usuarios interesados. Más tarde, esta capacidad instalada disponible e independiente de las necesidades de la empresa ensambladora de automóviles, facilitaría la operación de redes para transmisión de datos para los propios proveedores de Ford en Hermosillo y otras empresas de alta tecnología, como una primicia de lo que años después traerían consigo los operadores del internet.

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En 1983, la presa Abelardo L. Rodríguez derramó por primera vez desde su construcción tres décadas y media antes, gracias a un año extraordinario de lluvias en la localidad. El paisaje desde el Parque Industrial de Hermosillo dibujaba un enorme lago que a primera vista no dejaba dudas sobre la disponibilidad del suministro de agua para la ciudad. Así lo percibieron los diferentes grupos de campo de Ford que durante los meses de julio a octubre de ese año estuvieron realizando sus análisis y evaluaciones provenientes de Dearborn, Michigan y de la Ciudad de México. Hubo ocasiones en que se atendían seis o siete grupos diferentes de manera simultánea. Sin embargo, la fuente alternativa de agua que el proyecto requería se localizó a solo unos kilómetros al sur del Parque Industrial de Hermosillo, en la denominada cuenca Willard. Se trataba de un pozo experimental de la Comisión de Fomento Minero y que no se encontraba en uso. El aforo del pozo de 200 lps resultaba suficiente para las necesidades de soporte emergente para la planta, además de ser un acuífero alterno diferente al del vaso de la presa Rodríguez.

Sigue.... El Imparcial, 10 de diciembre 1983


Planta Ford Hermosillo, el por qué y el cómo

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La energía eléctrica podía suministrarse sin mayor problema. La planta termoeléctrica que se construía en Puerto Libertad y que se conectaría al sistema del noroeste, le daría a Hermosillo una garantía en el suministro de este servicio, difícilmente comparable a otras plazas de la región. En la reunión que don Carmelo Goicuría, Gerente de la División Noroeste de la Comisión Federal de Electricidad, tuvo con los técnicos de Ford que traían el encargo de verificar este hecho, el responsable del grupo hizo el comentario, con un cierto dejo de soberbia, de que la planta Ford se convertiría en su caso, en el cliente más importante de la CFE en la región, a lo que don Carmelo le respondió determinante que de ninguna manera sería así, pues la mina de Cananea seguiría siendo su mayor consumidor, sorprendiendo así a su interlocutor.

Mucho se ha especulado sobre si la carretera de cuatro carriles fue resultado de los compromisos del Gobierno del Estado con Ford. En honor a la verdad es preciso reconocer que la modernización de este eje carretero que vino a mejorar de manera significativa la comunicación entre Nogales y Guaymas, en una primera etapa, y hasta los límites con el Estado de Sinaloa en una segunda fase, facilitando el transporte en términos de su oportunidad y seguridad, fue también parte de un esfuerzo de infraestructura que en esos momentos hacía el Gobierno Federal y cuya construcción, al menos en los tramos de doce a quince kilómetros en las salidas norte y sur de Hermosillo y al norte de Guaymas, coincidió con los tiempos en que Ford evaluaba las condiciones de la entidad en materia de comunicaciones, dando la apariencia de que un importante programa de modernización carretera estaba en proceso. Sin embargo, el énfasis de los requerimientos de Ford se limitó a garantizar vialidades fluidas con suficiente amplitud que evitaran los congestionamientos de tráfico alrededor del Parque Industrial.


Planta Ford Hermosillo, el por qué y el cómo

Otro punto de preocupación, tanto para el Gobierno del Estado como para los funcionarios de Ford, apuntaba al cuestionamiento de la capacidad de la ciudad de Hermosillo, en aquel entonces con alrededor de 360,000 habitantes, para absorber el impacto de los ingenieros y ejecutivos, con sus familias, que vendrían de varias partes del mundo a residir durante la etapa de construcción y equipamiento de la planta, así como durante los siguientes dos años a partir del inicio de sus operaciones, supervisando, capacitando y transfiriendo el acervo tecnológico de Ford a nivel mundial. Había la conciencia de que si este proceso no se administraba adecuadamente, se corría el enorme riesgo de impactar negativamente en el mercado de bienes raíces y de servicios escolares, provocando una burbuja inflacionaria adicional en la localidad. De ahí la convocatoria a los profesionales inmobiliarios y a los centros de educación bilingües para que propusieran un plan que minimizara las contingencias y permitiera afrontar los requerimientos sin exabruptos.

El ingeniero Enrique Ramos Bours manifestaba a través de una columna huésped en la prensa local, su descontento por la promoción que se hacía para atraer el proyecto de la planta Ford a Hermosillo. Argumentaba la amenaza que éste representaba para poder mantener la ambientación provincial y tradicional de la vida en esta ciudad -“Ya no será posible caminar alrededor de la Plaza Zaragoza los fines de semana para disfrutar del aroma de los azahares”- y de los riesgos asociados con la transformación de Hermosillo en “Ford City”. En distintas respuestas,

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otros hermosillenses comentaban por el contrario, la necesidad de abrir nuevas fuentes de empleo ante los embates de la crisis en que se debatía la economía del país. El proyecto, aún antes de haberse decidido, surgió súbitamente como tema de polémica en cafés, prensa y reuniones sociales en general y ante el desconocimiento de la naturaleza y la magnitud del mismo, comenzó a ser motivo de una enorme especulación entre todos los sectores de la sociedad hermosillense.

Para tranquilizar a la población y evitar la generalización de los rumores, el doctor Ocaña le pide a Guillermo Tapia y a Manuel Ignacio Puebla, dieran a conocer, a través de pláticas con los clubes de servicio, las asociaciones de profesionistas y en los centros universitarios, la correcta dimensión del proyecto y su probable significado para la comunidad en el supuesto caso de que Ford decidiera la ubicación de su nueva planta en Hermosillo, así como los esfuerzos que se hacían para atraer la inversión. Esto trajo como consecuencia un sentido respaldo de la sociedad a las acciones del gobierno en su propósito de negociar una decisión favorable.

Los grupos de análisis y evaluación de Ford, extraoficialmente hacían comentarios sobre sus recomendaciones y sugerencias poniendo a Hermosillo dentro de las alternativas mejor calificadas para decidir la ubicación de la planta de estampado y ensamblado. La coordinación de estos grupos estuvo a cargo de Carlos Bandala y Luis Guridi, funcionarios de Ford de México a cargo de las relaciones gubernamentales, y de John Jay y Paul Staley, quien se convertiría después en el primer gerente de la planta, por parte de Ford Motor Company con base en Dearborn, Michigan.

La imagen urbana de la capital sonorense, si bien en un proceso de mejoramiento en sus principales vialidades y de ampliación de las


reservas territoriales, particularmente hacia el norte de la ciudad, denotaba sin embargo la incipiente presencia del fenómeno del “graffiti” en algunos lugares públicos, como era el caso de la barda circundante al campus universitario, en el mero corazón de Hermosillo. En un esfuerzo por presentar un paisaje urbanístico más agradable ante los visitantes extranjeros que calificaban la ciudad para el establecimiento de la planta de Ford, se le propuso al entonces Rector, ingeniero Manuel Rivera Zamudio, mantener los muros de la Universidad de Sonora limpios de pintarrajeadas, para lo cual el Gobierno del Estado aportaría la pintura necesaria y la mano de obra estaría a cargo del departamento de mantenimiento de la propia Universidad. Después de cuatro o cinco intentos en que las pintas regresaban al día siguiente de limpiar la barda, los “graffiteros” terminaron por convencerse de que era demasiado caro continuar con sus labores de contaminación visual en ese centro de estudios, lo que logró mejorar sensiblemente su imagen.

De carácter anecdótico también, fue el hecho de que Guillermo Tapia, durante una de las primeras visitas de John Jay a Hermosillo, tratando de causar una buena impresión con respecto a las posibilidades de la ciudad y su presunta tradición cosmopolita, y a sabiendas de la especial devoción del señor Jay por los vinos franceses, en especial el Château Lafite Rothschild, planeó deliberadamente sorprender al grupo visitante en una cena con empresarios ofrecida en el restaurant Miyako. Para ello, mandó imprimir para la ocasión en particular, un menú en el que apareciera listado el vino preferido del funcionario de Ford, mientras que por su cuenta compraba una caja del mismo y pedía el favor de que lo sirvieran como si fuera del propio restaurant, seguro de que John Jay lo solicitaría impresionado por encontrar ese sofisticado vino en una ciudad como Hermosillo, como en efecto sucedió.

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A finales de septiembre de 1983, el Director de Fomento Industrial del Gobierno de Sonora recibió una llamada de un tal Samuel Fisher. Se presentó aduciendo su interés por establecer una fábrica de equipos de windsurfing en Sonora y solicitaba una entrevista en Hermosillo para discutir los apoyos que el proyecto podría recibir. Aún cuando fue extraño su comportamiento al comentar que de ser necesario volaría en un jet privado desde Houston, Texas, donde se encontraba, se le indicó que podría volar sin problemas en línea comercial a Monterrey y de ahí a Hermosillo, donde una persona del Gobierno del Estado lo recibiría y trasladaría a las oficinas de la Dirección para tener la entrevista en cuanto él llegara. Una vez en Hermosillo señaló que adicionalmente a su proyecto, un grupo de amigos le habían pedido revisar las posibilidades de establecer en Sonora una planta fundidora de acero. Se le sugirió visitar la zona de Guaymas y San Carlos para efectos de ubicar la fábrica de equipos de windsurfing y de Ciudad Obregón para el caso de la fundición de acero, argumentando que este tipo de industrias son altamente demandantes de agua. Al cuestionar si Hermosillo podría ser también una alternativa viable para instalar la planta fundidora, se le respondió que existía una política para distribuir regionalmente el desarrollo de la industria en la entidad, insistiéndole que Ciudad Obregón podría ofrecer incluso condiciones mejores para la planta fundidora que el propio Hermosillo. El ingeniero Manuel Ignacio Puebla le pidió entonces a David Salazar Ruibal, funcionario de la Dirección, lo atendiera y lo llevara a realizar las visitas a Guaymas y Ciudad Obregón. Quince días más tarde, Puebla recibe una llamada telefónica de parte de Luis Guridi, de Ford de México, en que le hace saber que Samuel Fisher resultó ser un nombre ficticio y que se trataba en realidad de una persona contratada por John B. Connally, aquel gobernador texano que acompañaba al Presidente John F. Kennedy el día de su asesinato. El señor Connally era miembro del


Consejo de Administración de Ford Motor Company y acababa de presentar un informe en el que se cuestionaba seriamente la disponibilidad de agua en Hermosillo. Guridi le explica además a Puebla sobre el interés de Connally para que el proyecto se ubicara en Nuevo Laredo, Tamaulipas, puesto que era propietario de algunos ranchos localizados precisamente alrededor de Laredo, Texas.

Ello ocasionó por supuesto una nueva visita desde Dearborn, Michigan, por parte del grupo de análisis y evaluación especializado en agua, quienes reconfirmaron las disponibilidades en el suministro del recurso según los términos requeridos. Además, por fortuna para Sonora, ese año continuaba lloviendo copiosamente.

La negociación de compromisos con Ford Motor Company no siempre gozó de popularidad particularmente entre los funcionarios del propio Gobierno del Estado responsables del presupuesto público. Hacer las previsiones correspondientes para complementar las obras de infraestructura necesarias y en las que se requería participación de los recursos fiscales estatales tuvo una franca oposición del Tesorero General del Estado, Ovidio Pereyra García. Si bien, a la luz de un análisis de costo-beneficio, los impuestos que la planta de estampado y ensamblado de vehículos generaría directa e indirectamente a valor presente eran por mucho superiores a la inversión que el Estado de Sonora proyectaba hacer, el argumento del Tesorero era en el sentido de que la matriz de Ford en México se ubicaba en el Distrito Federal, donde presentaban sus declaraciones fiscales y pagaban sus impuestos, por lo que la retribución real a la entidad era cuestionable. El asunto fue aclarado cuando Ford Motor Company confirmó que en todo caso, la planta de Hermosillo sería una entidad jurídica independiente con domicilio fiscal en Hermosillo, Sonora. Después de ello, Ovidio Pereyra se convirtió en uno de los mejores aliados del proyecto.

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También en septiembre de 1983, posiblemente ante la clara ventaja que la ciudad de Hermosillo, Sonora, comenzaba a mostrar en comparación a las otras localidades mexicanas consideradas por Ford Motor Company para la localización del proyecto, como eran Chihua­ hua y Nuevo Laredo, el Gobernador de Chihuahua, en ese entonces el licenciado Oscar Ornelas Külche, hizo una visita especial a la sede de Ford Motor Company en Dearborn, Michigan, llevando consigo a un contingente de destacados empresarios chihuahuenses, con el propósito de hacer patente el gran interés de esa entidad para que la planta de estampado y ensamblado de automóviles se ubicara en el mismo lugar en que ya operaba exitosamente la planta de motores, recién inaugurada.

Luis Cordero, hermano de la esposa del Presidente de la Madrid, había sido contratado junto con sus socios Carlos Aedo y Agustín Terrazas, como consultores del Gobierno del Estado de Sonora, a fin de promover algunos proyectos de coinversión en el área turística. En un desayuno celebrado en el hotel Presidente Chapultepec de la Ciudad de México, donde se reunieron con el doctor Samuel Ocaña y el ingeniero Manuel Ignacio Puebla, el propio Luis Cordero le informó al Gobernador de Sonora sobre la visita de Ornelas Külche a Dearborn, recomendándole hacer algo similar. Ocaña no hizo comentario alguno y una vez que se despidió para dirigirse a su habitación, Luis Cordero le pidió al ingeniero Puebla que le insistiera al Gobernador sobre la conveniencia de una visita a la matriz de Ford Motor Company en los Estados Unidos. Alcanzándolo en el elevador del hotel, Puebla recibió la réplica de Samuel Ocaña: “Dile a Luis que en Sonora puedo ofrecerles lo que ellos necesiten, pero que por favor no me pida que vaya yo a arrodillarme ante el imperio”.

Durante los primeros tres meses posteriores a la reanudación de las obras de construcción del gasoducto Cananea-Hermosillo, el re-


sidente supervisor de PEMEX generaba un reporte quincenal sobre los avances realizados, mismo que se re-enviaba a los funcionarios de Ford para su conocimiento, pues la oportuna conclusión de estos trabajos resultaba crítica y vital para el proyecto. Sin gas natural, la planta no podría operar. Por ello fue motivo de enorme preocupación para el ingeniero Manuel Ignacio Puebla, cuando a mediados de octubre de 1983 recibió el anuncio por parte de dicho residente de que por instrucciones de la Dirección General de PEMEX, las obras se suspenderían para el día último de ese mes. Avisado el Gobernador de Sonora, respondió con cierta incredulidad afirmando no tener ninguna noticia oficial al respecto. Sin embargo, para el día primero de noviembre, la oficina de residencia supervisora de las obras de construcción del gasoducto inició su proceso de desmantelamiento. El argumento ofrecido se refería a un obligado recorte presupuestal ante el agravamiento de las finanzas públicas. Samuel Ocaña pide incluso al ingeniero Puebla le investigue el monto de los recursos necesarios para concluir las obras del gasoducto hasta Hermosillo, pensando en conformar un grupo inversionista con la participación del Gobierno Estatal que financiara la terminación del proyecto.

La situación se complica cuando Carlos Bandala, gerente de relaciones gubernamentales de Ford de México, le anuncia al Gobierno del Estado la visita de John Betti, vicepresidente de manufacturas de Norteamérica y responsable directo por parte de Ford Motor Company para tomar la decisión sobre la ubicación de la planta de estampado y ensamblado en México.

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El Sonorense, 30 de noviembre de 1983. Pag. 1A


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El Imparcial, 5 de Diciembre de 1983 Pag. 4 A

La visita se realizaría a finales del mes de noviembre de 1983, iniciándose en Nuevo Laredo, Tamaulipas, continuando en Chihuahua, Chihuahua, y concluyendo en Hermosillo, Sonora. Ford debería tener una decisión definitiva al final del viaje.

John Betti aterriza en el aeropuerto de Hermosillo a las 9 de la noche del día programado. Entusiasmados por una excelente acogida en la ciudad de Chihuahua, sus preferencias comienzan a inclinarse hacia la plaza donde operaba ya la planta de motores. Curiosamente, la animosidad de las decenas de técnicos de Ford responsables de las evaluaciones de campo que habían pasado los últimos cuatro meses de sus vidas en esas tres ciudades, tenía un grado de emotividad preferente hacia Hermosillo. El propio Luis Guridi llamó al ingeniero Puebla por teléfono en el mismo momento en que el avión de Ford despegaba en el aeropuerto de Chihuahua rumbo a Hermosillo pidiéndole se organizara de inmediato una reunión no programada con los directores de las escuelas bilingües y agentes de bienes raíces a fin de reforzar el compromiso de la comunidad para atender los requisitos de las familias extranjeras que acompañarían al proyecto, pues consideró que en el caso de Chihuahua tuvo un peso preponderante. Más tarde le confirmaría que fue, en efecto, tan importante, que en el transcurso de su vuelo a Hermosillo, Betti había tomado ya la decisión de que el proyecto se quedara en Chihuahua.


La reunión con escuelas e inmobiliarios no tuvo precisamente un efecto entusiasta cuando se celebró ese mismo día, a las 10 de la noche, en una improvisada sala de hotel. Aparte del cansancio evidente y lo improvisado de la agenda, muchos de los hermosillenses presentes la vieron más como una reunión para solicitar a Ford las garantías de compromiso de su parte, que como frente solidario para el proyecto.

La reunión con el Gobernador del Estado se celebró a las siete de la mañana del día siguiente en la Casa de Gobierno. Previo al desayuno, se presentó un audiovisual preparado por Juan Emilio Smith, un profesional de la mercadotecnia, hijo de aquel formidable conductor llamado Ken Smith, compadre de don Emilio Azcárraga Milmo, que hizo su carrera durante los primeros años de Televicentro en la Ciudad de México. El audiovisual al que Juan Emilio tituló “Have you driven to Sonora lately?” en clara alusión a un comercial televisivo de Ford bien difundido en los Estados Unidos en ese entonces, hacía el recuento de todos los requerimientos solicitados por Ford Motor Company para la operación de la planta y cómo, cada uno de ellos, estaba siendo resuelto.

Finalmente, durante el desayuno, John Betti se dirigió al Gobernador Ocaña, traducido por el ingeniero Manuel Ignacio Puebla: “Señor Gobernador, quiero decirle con toda sinceridad que si las decisiones de un proyecto como éste pudieran tomarse con el corazón, Hermosillo es nuestra primera opción”, y continuó en un tono de disculpa: “pero desafortunadamente la planta no puede funcionar sin el gas natural” haciendo alusión directa al hecho de que las obras del gasoducto se encontraban suspendidas y sin ninguna garantía de que pudieran concluirse en el corto plazo. Para sorpresa de todos, el Gobernador Ocaña lo interrumpió diciendo: “Señor Betti, si Usted puede ponerme lo que me acaba de decir por escrito, yo le consigo

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El Sonorense, 1 de Diciembre de 1983. Pag 1A

el gas”. Con perplejidad, ya que nadie en la mesa esperaba esa respuesta, Betti volvió su mirada hacia los funcionarios de Ford que le acompañaban al desayuno, preguntando con ello si ante una propuesta de esa naturaleza avalada por la palabra del Gobernador de Sonora, valía la pena dilatar la decisión definitiva sobre la ubicación del proyecto. Al hacerlo, John Betti confirmó que efectivamente su mejor alternativa de localización era Hermosillo.

La carta de Betti a Ocaña llegó días después, cuando el Gobernador de Sonora gestionaba ya una audiencia con el Presidente de la República. Samuel Ocaña, una vez en Los Pinos, puso en antecedentes a Miguel de la Madrid sobre las intenciones de Ford para localizar el proyecto en Sonora. Compartió su preocupación sobre la situación de las finanzas públicas y los recortes presupuestales y puso énfasis en la necesidad de México para impulsar proyectos, que como el de Ford, significaran importantes divisas para el país, indispensables para despejar el camino de salida de la agobiante crisis. Abundó en la experiencia histórica del coraje de los hijos de Sonora, primero durante la defensa de la República contra filibusteros y contra los invasores franceses por parte del general Ignacio Pesqueira y


luego durante la época revolucionaria con Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Benjamín Hill y Adolfo de la Huerta, en la que Sonora tuvo una decidida y profunda participación para derrocar el arcáico régimen porfirista y de cómo los sonorenses habían respondido siempre tomando el liderazgo de la reconstrucción nacional, manteniendo en alto la bandera de la producción, cuando habían tenido la infraestructura y los medios necesarios para salir adelante. Finalmente, le solicitó la oportunidad para que Sonora pudiera continuar participando fuertemente en el desarrollo del país, ahora con el proyecto de la planta Ford. El Presidente respondió mesuradamente diciéndole:”Muy bien Gobernador, déjeme verlo con el Director de PEMEX”. Minutos después, Mario Ramón Beteta, Director de Petróleos Mexicanos buscaba al Gobernador de Sonora para informarle que el Presidente De la Madrid le había dado instrucciones de que el gasoducto Cananea-Hermosillo se concluyera de inmediato: “No sé de dónde voy a sacar los recursos pero se salió con la suya, ya tendrá Usted su gas”.

Tras la reiteración de PEMEX por escrito de que la obra del gasoducto se reanudaba, Ford fue notificada del hecho. Guillermo Tapia recibió al día siguiente una llamada de Michael J. Hammes desde las oficinas de Ford Latinoamérica en Brasil, felicitándolo ahora por aquella gran indiscreción que finalmente se convertía en el proyecto

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Guillermo Tapia, concesionario de Ford en Hermosillo; Samuel Ocaña, Gobernador de Sonora y Miguel de la Madrid, Presidente de México


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más importante de Ford Motor Company de todos los tiempos, para Sonora.

Menos de una semana después, John Betti proponía hacer el anun-

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El Imparcial, 10 de enero de 1984

cio formal en dos reuniones que se celebraron prácticamente de manera simultánea el 10 de enero de 1984. La primera en la Ciudad de México, a la que se invitó al entonces Secretario de Comercio y Fomento Industrial del Gobierno Federal, Héctor Hernández Cervantes y al Subsecretario de Fomento Industrial, Mauricio De María y Campos, quien en esos momentos diseñaba el nuevo esquema regulatorio de la industria automotriz, que daría viabilidad al proyecto de Ford. La segunda en el Salón Gobernadores del Palacio de Gobierno en Hermosillo, Sonora, ante representantes empresariales y sindicatos, así como de diversas organizaciones sociales. El Wall Street Journal publicó la noticia haciendo una apología sobre la nueva planta proyectada y su ubicación en Hermosillo. Sonora des-


tacaba ya, a nivel mundial, como un lugar propicio para el desarrollo industrial en toda su magnitud.

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Un punto condicionante para la decisión definitiva sería sin embargo, la publicación en el Diario Oficial de la Federación del nuevo decreto regulatorio de la industria automotriz, el cual continuó en la mesa de negociaciones por parte de las armadoras establecidas en México y el Gobierno Federal, hasta el mes de abril de 1984.

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A mediados de mayo de 1984, en visita ex profeso a Samuel Ocaña que desde Dearborn, Michigan, realizó en solitario Donald Petersen, a la sazón recién nominado para sustituir a Lee Iacocca en la Presidencia del Consejo de Administración (Chief Executive Officer)

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de Ford Motor Company -lo que sucedería oficialmente hasta el siguiente año-, se hizo la confirmación correspondiente al Gobierno del Estado de Sonora. La visita estuvo exenta de formalidades pues Donald Petersen venía primordialmente a agradecer todo el esfuerzo que los sonorenses pusieron en el ánimo de hacer posible el proyecto y se concretó en un viaje de pesca en el litoral de San Carlos Nuevo Guaymas y un regalo consistente en unas bellas rocas sonorenses mineralizadas, a sabiendas de que el señor Petersen coleccionaba muestras minerales.


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Capítulo IV

El convenio con Ford El mismo día que se hacía el anuncio oficial de que Ford Motor Company se había decidido por Hermosillo para llevar a cabo la inversión de la planta de estampado y ensamblado de automóviles, el Gobernador del Estado firmó un decreto expropiatorio que incluía más de dos mil hectáreas de terrenos baldíos en los alrededores del Parque Industrial. El propio Guillermo Tapia, que con conocimiento previo de la decisión de Ford había logrado negociar la adquisición de 5 hectáreas de terreno ubicadas preferentemente, resultó afectado. Sin embargo, el objetivo de la expropiación no era otro que evitar cualquier tipo de especulación que pudiera darse con motivo del anuncio del proyecto de Ford.

Una parte de la superficie expropiada fue adquirida por el Gobierno del Estado a los precios de mercado vigentes en el momento previo al mencionado decreto, con el propósito de destinarla a tres conceptos principales. En primer lugar, para ampliar las reservas territoriales del Parque Industrial de Hermosillo. En segundo término, para crear una reserva de suelo suficiente para el desarrollo de vivienda de interés social, a fin de garantizar que los futuros trabajadores relacionados con Ford y sus proveedores, pudieran tener la oportunidad de vivir cerca de sus fuentes de empleo. Finalmente, se amplió la reserva destinada al Centro Ecológico de Sonora, proyecto

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El Lic. Carlos Gámez Fimbres, secretario de gobierno de Sonora, toma la protesta al Ing. Manuel Ignacio Puebla Gutiérrez como Secretario de Fomento Económico en sustitución del Sr. Alfonso Aguayo Porchas. (al centro)

de la administración ocañista a cargo del arquitecto Víctor Suárez y ubicado en las cercanías del Parque Industrial. Una vez satisfechas estas reservas, el propio Tesorero del Estado hizo la devolución del resto de los terrenos expropiados a los propietarios afectados.

Paralelamente, el doctor Ocaña decidió hacer algunos cambios en el gabinete de la administración estatal. El Secretario de Fomento Económico, don Alfonso Aguayo Porchas, fue nombrado Secretario de Fomento Agropecuario en sustitución de don Gaspar Lizarazu quien dejaba el sector público, mientras que el ingeniero Manuel Ignacio Puebla Gutiérrez fue designado Secretario, modificándose el nombre de la dependencia, para quedar como Secretaría de Fomento Industrial y Comercio. Se creó una subsecretaría a cargo del ingeniero Alberto Torres Soto, quien acababa de dejar la presidencia de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación, Delegación Hermosillo. En la Coordinación General del Sistema de Parques Industriales se invitó al ingeniero Luis Alfonso Lugo Páez, quien hasta esa fecha había sido responsable del programa de apoyo integral FOGAIN de Nacional Financiera en Sonora. Se incorporó también una oficina especial de gestión y apoyo al proyecto, responsable de coordinar todas las actividades asociadas con el cumplimiento de los compromisos en negociación con Ford Motor Company, la cual quedó a cargo del ingeniero César Silva Gómez, quien coincidentemente se convertiría en el Secretario de Infraestructura Urbana y Ecología al término de la administración


del doctor Ocaña, en el gabinete de su sucesor en la gubernatura del Estado, el ingeniero Rodolfo Félix Valdés.

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Torres Soto había hecho sus primeras labores de promoción como parte de la Dirección de Planeación y Fomento Industrial en el sexenio del licenciado Luis Encinas Johnson, con el ingeniero Manuel Puebla Peralta como director. Lugo Páez por su parte, venía trabajando en la burocracia estatal desde la época de Carlos Armando Biebrich y posteriormente se incorporó al Comité de Planeación del Desarrollo de Sonora en el período de don Alejandro Carrillo Marcor. Silva Gómez se había distinguido en la Dirección de Obras Municipales del Ayuntamiento de Hermosillo en el trienio de la doctora Alicia Arellano de Pavlovich, después de haber realizado sus estudios de maestría en la Universidad de Stanford, compartiendo cursos ahí con Manuel Ignacio Puebla Gutiérrez y Rodolfo Félix Flores, hijo de don Rodolfo Félix Valdés.

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La primera preocupación del recién estrenado Secretario de Fomento Industrial y Comercio fue la de plasmar, en un convenio por escrito, todos los compromisos negociados entre Ford Motor Company y el Gobierno del Estado de Sonora, a sabiendas de que el período de inversiones para el establecimiento de la planta de estampado y ensamblado de automóviles trascendería el final del período constitucional del Gobernador Ocaña. Desde el mes de febrero de 1984 y hasta principios de agosto de ese año, se tuvieron innumerables reuniones, tanto en Hermosillo, Sonora, como en Dearborn, Michigan, parafraseando en términos jurídicos lo necesario para garantizar que la inversión asociada con el proyecto fluyera sin obstáculos y bajo las expectativas previstas. Por parte de Ford Motor Company, las negociaciones estuvieron a cargo de Richard Bremer y Michael Clarke, liderando el grupo el licenciado Armando Sánchez Pérez, de la oficina de Ford en México. Por la parte sonorense se tuvo la

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participación del propio ingeniero Manuel Ignacio Puebla, apoyado por el licenciado Francisco Manzo Taylor, asesor de la Secretaría de Fomento Industrial y Comercio, y por el licenciado Sergio Hernández Morales, Director Jurídico del Gobierno del Estado.

Otro aspecto que el Gobernador Ocaña consideró importante, fue el de analizar el impacto de largo plazo sobre la comunidad, tomando en consideración los efectos de proyectos similares en otras localidades. A sugerencia de algunos funcionarios de Ford Motor Company, se decidió visitar a las autoridades provinciales de Valencia, España, con el propósito de conocer sobre las consecuencias de orden social y económico en la región asociadas con la instalación de una planta ensambladora de automóviles de Ford, diez años antes. La visita la llevaron a cabo el ingeniero Manuel Ignacio Puebla acompañado por el ingeniero Alberto Haaz Dïaz, Director de Presupuesto del Gobierno del Estado. Esta experiencia sirvió para que, también por instrucciones de Ocaña, Juan Emilio Smith elaborara un nuevo audiovisual denominado “Hermosillo Frente al Reto del Progreso”. En el contenido del audiovisual, apoyándose en una narrativa de don Gilberto Escobosa Gámez, en ese entonces cronista de la ciudad, se hacía referencia a los antecedentes de la historia económica de Hermosillo y de cómo, ante las limitaciones presentes a finales de la década de los setenta para un mayor crecimiento del sector agropecuario, la necesidad de incorporar decididamente la actividad industrial como el nuevo motor de la economía local resultaba prioritario. Se comparaban también las experiencias recientes de grandes inversiones ocurridas en Lázaro Cárdenas, Michoacán, para la instalación de una gigantesca planta siderúrgica, en Ramos Arizpe, Coahuila, para la instalación de las plantas de Chrysler y


General Motors que en conjunto representaron casi 450 millones de dólares de inversión, así como las obras de PEMEX en Villahermosa, Tabasco, para explotar los yacimientos petroleros frente a sus costas. Destacando las consecuencias asociadas con inversiones extraordinarias en ciudades que no estaban preparadas para ello, tanto en lo concerniente al desorden urbano propiciado, al impacto en los precios de bienes y servicios derivado de una oferta insuficiente y al desequilibrio social derivado de una significativa inmigración, la orientación del documental iba encaminada a concientizar a la población hermosillense sobre los riesgos de no prever y sobre todo de no actuar oportunamente, de tal manera que el reto que se avecinaba pudiera efectivamente convertirse en mejores niveles de bienestar y no en mayores problemas para la comunidad. Además de su difusión por los medios de comunicación disponibles al Estado, el Gobernador dio instrucciones para presentarlo en escuelas, universidades, organismos empresariales y asociaciones profesionales para reforzar la verdadera dimensión y alcances del proyecto y continuar evitando las especulaciones.

No pudo evitar sin embargo la embestida de corte político que apareció en la portada de la revista Proceso en ese entonces, con el título de “El Gobierno de Sonora de rodillas ante la Ford: La frontera norte retrocede 270 kilómetros”. El pretexto del artículo consistió en una de las primeras versiones del borrador de convenio que todavía en esos momentos estaba sujeto a negociación con Ford, el cual debió haberse filtrado a través de alguna de las dependencias federales involucradas. La falta de sustento en sus argumentaciones, pues nada en dicho borrador constituía, al momento de publicarse el artículo, documentación de carácter oficial, lo dejaba completamente en el plano especulativo, acusando al Gobierno del Estado de Sonora de entreguismo, y reafirmando con ello un propósito mal

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Proceso. Número 384, 10 de marzo de 1984


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intencionado con miras a la sucesión gubernamental de 1985.4

A principios de agosto de 1984, cuando incluso muchas de las acti-

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vidades preparatorias para el inicio de la inversión de la planta Ford estaban llevándose a cabo, se celebró el convenio en que se estipulaban los compromisos negociados entre Ford Motor Company y el Gobierno del Estado. Este convenio constituyó, de manera simultánea, la escrituración de las 112 hectáreas de terreno por parte del Parque Industrial de Hermosillo. El convenio fue notarizado y la escritura pasada ante la fe del Lic. Juan Antonio Ruibal Corella, inscribiéndose en el Registro Público de la Propiedad y del Comercio de Hermosillo. Contrario a las intenciones de Ford Motor Company que proponía adquirir el terreno a los precios en que el propio Parque Industrial ofrecía sus terrenos previamente al anuncio del proyecto, y de esa manera, evitar cualquier contingencia que pudiera afectar la inversión de $500 millones de dólares programada para la planta, Ocaña insistió en la figura de una donación condicionada del bien raíz, con una cláusula de reversión sujeta a que Ford Motor Company cumpliera cabalmente con la terminación del proyecto y su operación. El Gobierno del Estado tendría el derecho para revertir la propiedad con las instalaciones que hubiera, indemnizando a Ford


de conformidad con la inversión real ejecutada al momento de la reversión. De esta manera se aseguraba que la planta efectivamente se destinaría al estampado y ensamblado de automóviles, acallando a aquellos opositores al proyecto que argumentaban la posibilidad de que en ese lugar pudieran fabricarse más adelante vehículos militares. También daba opción al Gobierno del Estado para que en caso de que Ford suspendiera la inversión en el proyecto por cualquier motivo, ésta se obligaba a indemnizar al Estado por las inversiones asociadas con las obras de infraestructura siempre que no pudieran ser aprovechadas por terceros, ya que en ese caso, el Gobierno del Estado se reservaba el derecho de invitar a alguna otra empresa automotriz para sustituir a Ford.

Entre las obligaciones del Gobierno del Estado, además de proporcionar la información sobre los trabajos preliminares previos al diseño y construcción de la planta, tales como estudios topográficos, análisis de suelos y limpieza del terreno, se encontraban las de hacer disponibles los servicios de energía eléctrica, agua, oficinas temporales y telefonía para la etapa de construcción, todos ellos ya existentes en el Parque Industrial de Hermosillo.

Los compromisos se concentraron principalmente en la capacidad de gestión de la administración estatal, y en algunos casos, participando con una parte de la inversión a fin de garantizar la disponibilidad de los servicios requeridos de manera oportuna, con respecto de la infraestructura indispensable para el

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proyecto. En este sentido, el Gobierno del Estado negoció y obtuvo los compromisos de parte de Comisión Federal de Electricidad para contar con dos líneas independientes de 35 MVA cada una, destinadas a la planta. La necesaria subestación eléctrica requirió una participación conjunta de la CFE, el Gobierno de Sonora y la propia Ford Motor Company.

En el tema del agua, el Sistema Estatal de Agua Potable de Sonora

El Imparcial. 24 de enero de 1984

por conducto de su administrador Jesús Bustamante Valencia, programó las inversiones para dotar al Parque Industrial de Hermosillo con una fuente de suministro de 64 litros por segundo proveniente del pozo adquirido a la Comisión de Fomento Minero, en ese entonces a cargo del ingeniero Ramón Fernández, así como pozos de respaldo emergente con la misma capacidad en el propio terreno.


Para el caso de las descargas de aguas residuales, Ford adquiría la

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obligación de su adecuado tratamiento a fin de entregarlas al drenaje sanitario del Parque Industrial en condiciones no peligrosas o ambientalmente inaceptables. Hubo sin embargo que llevar a cabo ampliaciones en la capacidad de dicha red, a fin de atender el gasto de descarga de 120 litros por segundo solicitado por Ford. Igualmente se dispuso de dos terrenos, de 10 hectáreas cada uno, para el manejo de los desechos sólidos, siempre que se respetaran las normas vigentes en materia ecológica. Muchos de estos desechos sin embargo, fueron aprovechados por algunos empresarios locales que encontraron alternativas de negocio en su reciclaje. También fueron necesarias algunas obras de relocalización de las alcantarillas del Parque Industrial a fin de conducir adecuadamente la descarga pluvial, estimada en un máximo de 17,000 litros por segundo, de los terrenos en que se establecía la planta de Ford.

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Para el mejoramiento de los accesos al Parque Industrial de Hermosillo, los compromisos con cargo al presupuesto estatal consistieron concretamente en la ampliación a cinco carriles de la carretera Hermosillo-La Colorada frente al terreno de la planta proyectada y por una distancia de 200 metros en ambas direcciones más allá de sus límites, incluyéndose carriles de aceleración y desaceleración. Se consideró también necesaria la construcción de un libramiento entre la carre-

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tera Hermosillo-La Colorada y la carretera Hermosillo-Guaymas con capacidad de dos carriles pavimentados. Por último, se convino el mejoramiento de los entronques con el Periférico Oriente y la reconstrucción y ampliación del Periférico Oriente y Sur. En ningún momento se adquirió la obligación de ampliar la carretera internacional en su tramo de Nogales a Guaymas, lo que no hubiera tenido mucho sentido en ese entonces, pues el tránsito de autopartes y de automóviles ensamblados estaba previsto hacerse por ferrocarril. De ahí que se haya convenido, esto sí, ampliar las instalaciones del Parque Industrial para el desarrollo de una espuela ferroviaria y su correspondiente patio de maniobras, a fin de contemplar la capacidad equivalente proyectada considerando el manejo de 130,000 automóviles anualmente.

Para atender el compromiso del suministro de gas natural, la capacidad exigida de 14,000 metros cúbicos por hora a una presión de 100 libras por pulgada cuadrada, estaba ya contemplada dentro de las especificaciones de PEMEX, que finalmente se había comprometido a hacer la inversión correspondiente.

Teléfonos de México manifestó poder resolver sin mayor problema los requerimientos para 400 líneas que se demandaban con el fin de iniciar las operaciones de la planta de Ford y con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes del Gobierno Federal, se incluyó el compromiso para la construcción de la estación terrena satelital con capacidad para la transmisión de datos a una velocidad de 9,600 bits por segundo. Para esta estación que se instaló en el Parque Industrial de Hermosillo, Ford contribuyó con la mitad de su costo, mientras que el Gobierno del Estado con la otra mitad, de tal manera que la SCT adquiría el compromiso para su operación. La capacidad reservada para Ford en todo caso sería del 50%, pudiendo ofrecerse públicamente una capacidad similar a otros usuarios que lo requirieran.


Se convino también el establecimiento en el Parque Industrial de Hermosillo de un plantel adicional del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica en la ciudad, que incluyera éste la especialidad de Técnico Automotriz, donde el Gobierno del Estado construiría sus instalaciones y Ford se comprometía a donar el equipo necesario y a capacitar a los futuros profesores, mientras que la operación del centro correría a cargo del sistema CONALEP federal. Igualmente, se convino apoyar, a través del Fondo de Crédito Educativo, otra institución del Gobierno del Estado creada por Samuel Ocaña para el otorgamiento de becas a estudiantes de escasos recursos, todos los programas de entrenamiento y capacitación de trabajadores y técnicos sonorenses que Ford llevaría a cabo en el proceso de selección de su plantilla laboral para su planta de estampado y ensamblado de automóviles en Hermosillo. El Gobierno del Estado se comprometía también a hacer disponible para Ford, a un costo razonable, los espacios indispensables para llevar a cabo dichos programas de entrenamiento, en los que por cierto tuvo un papel relevante el Instituto Tecnológico Regional de Hermosillo, así como asistir a la empresa en la gestión de los permisos y licencias de importación para todo el material y el equipo destinado a este propósito.

Otro compromiso convenido se refirió a las prioridades en la contratación de los trabajadores seleccionados, obligándose Ford a dar oportunidad en primera instancia a aquéllos con residencia en la ciudad de Hermosillo, en segundo lugar a los residentes del resto de Sonora y por último a los residentes de cualquier parte del país.

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El Imparcial. 18 de enero de 1984. Pag..1 A El Sonorense. 26 de Marzo de 1984. Pag. 2 A


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Con el Parque Industrial de Hermosillo se convino el establecimiento de una oficina de correos, así como la construcción de una central de bomberos en el lugar, para la cual Ford donaría dos carros bomba. También se incluyó el requerimiento de instalar alumbrado público alrededor de los límites del terreno destinado a la planta de estampado y ensamblado, lo mismo que una opción para la adquisición de un terreno de 50 hectáreas en el Parque Industrial a los precios que regían previamente al anuncio de la inversión de Ford en el proyecto. Este terreno estaba destinado a alojar a los proveedores que necesariamente deberían ubicarse alrededor de la nueva planta, a fin de apoyar su política de cero inventarios y justo a tiempo. Sin embargo, no hubo necesidad de que Ford ejerciera dicha opción puesto que el Parque Industrial de Hermosillo respetó los mismos precios al momento en que dichos proveedores adquirieron directamente sus propios terrenos, por lo que se consideró realizar una ampliación de 70 hectáreas urbanizadas adicionales. El Parque Industrial por su cuenta, invitó a un representante de Ford Motor Company para que se integrara dentro de su Patronato y pudiera participar en la reglamentación, revisión y aprobación de los proyectos que en adelante se ubicaran en ese lugar. Adicionalmente, el Gobierno del Estado convino restringir el uso del suelo evitando el desarrollo residencial en una franja de 500 metros alrededor del terreno donde se instalaría la planta de Ford.


Otros elementos que se incluyeron en el convenio de compromisos se refirieron a la necesidad de establecer el servicio de transporte público para los trabajadores de Ford al Parque Industrial, considerando un máximo de 1,500 personas desde y hacia la planta de estampado y ensamblado, así como al otorgamiento de un incentivo que Ford Motor Company recibiría, no para exentar el pago del impuesto predial, como inclusive lo contemplaba la Ley de Fomento Industrial del Estado publicada en 1969 y vigente en ese entonces, sino para congelar los montos del pago respectivo a fin de que no

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excedieran de tres millones de pesos anuales en los siguientes diez años.

Finalmente se convino entre ambas partes el establecer un plan

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para evitar aumentos desproporcionados en las rentas de casas, apartamentos y habitaciones de hotel en que fueran necesarios para la residencia de los ejecutivos, ingenieros y técnicos de Ford, procurando su disponibilidad en cantidad y oportunidad, aunado a la preparación de un grupo de relaciones públicas para asistir a los técnicos y ejecutivos de Ford y sus familias provenientes del extranjero o de otras regiones de México. Para esto último se incorporaron a la oficina coordinadora de gestión y apoyo de la Secretaría de Fomento Industrial y Comercio, dos jóvenes y entusiastas profesionistas, Sandra Tapia y Diana Miller, esta última publirrelacionista de gran dinamismo que posteriormente tendría una destacada carrera profesional en el medio hotelero nacional.

Con el propósito de atender a los hijos de los empleados de Ford provenientes del extranjero, se coordinaron programas especiales con el Instituto México-Americano de Relaciones Culturales, Asociación Civil, que operaba exitosamente en Hermosillo desde varios lustros atrás con su oferta bilingüe de escolaridad primaria. Para el caso del nivel de secundaria, el Presidente del Patronato del Instituto Tecnológico y Estudios Superiores de Monterrey, Campus Hermosillo, don Enrique Mazón Ló-


pez, promovió el establecimiento de la escuela Tomás Alva Edison como elemento integrado al sistema ITESM, en un terreno donado por el Gobierno del Estado de Sonora para este propósito.

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La inversión de la planta Ford fue objeto también del crédito sindicado de la banca mexicana más grande en la historia del país hasta octubre de 1984. Veinte instituciones bancarias le otorgaron a la planta Ford de Hermosillo un total de veinte mil millones de pesos, a fin de que pudiera llevar a cabo el proyecto previsto. A la ceremonia de firma del acta respectiva en las oficinas de Ford Motor Company en la Ciudad de México, fueron invitados a testimoniar la ocasión Guillermo Tapia Calderón y Manuel Ignacio Puebla.

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Un año después, el 13 de septiembre de 1985, cuando la administración del doctor Samuel Ocaña García hizo el cambio de la estafeta en el Poder Ejecutivo del Estado a favor del ingeniero Rodolfo Félix Valdés, las inversiones, tanto en infraestructura como en la propia planta de Ford, llevaban ya un considerable avance y dentro del programa previsto. En noviembre de 1986 se inauguró oficialmente la planta de estampado y ensamblado de Ford Motor Company en el Parque Industrial de Hermosillo. Al final de la procesión de funcionarios y empresarios que acompañaban al Presidente de la República y al Gobernador Félix Valdés durante el primer recorrido por las instalaciones de la planta en el acto de inau-

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guración, Oscar Marx III, quien para entonces había dejado de ser Presidente de Ford de México y el ingeniero Manuel Ignacio Puebla, dedicado ya a actividades empresariales, comentaban sobre la ausencia de Samuel Ocaña al evento, puesto que si alguien merecía atestiguar el momento en que el primer automóvil saliera de la línea de producción después de haber recogido la promoción del proyecto iniciada por Guillermo Tapia casi cuatro años antes y por el logro innegable de que Sonora tuviera el privilegio de su localización, era precisamente Samuel Ocaña, quien cuidadoso de las formas de la política, no asistió al evento inaugural.

En todo caso, el único compromiso de Ford Motor Company que en confesión personal, décadas después, Ocaña reclamó como incumplido, a pesar de no haber formado parte del convenio celebrado, fue el que la empresa no hubiera donado, como fue prometido verbalmente por John Betti en su momento, el primer vehículo salido de la línea de ensamblaje a un museo sonorense y que quedara como patrimonio cultural para la posteridad de Sonora.

Pag. 91: Vista aérea desde el parque de proveedores hacia la planta Ford. Al centro corre la carretera HermosilloYécora.


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Capítulo V

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La inserción de la planta ford en sonora Las expectativas generadas en el momento de conocer la decisión de Ford Motor Company para establecerse en el Parque Industrial de Hermosillo fueron mencionadas por el Gobernador Samuel Ocaña durante la ceremonia del anuncio oficial, en enero de 1984. En primer lugar se destacaba la alternativa que se abría a los jóvenes sonorenses en materia de empleo de alta calidad y con amplias oportunidades de desarrollo hacia el futuro. Con ello hacía hincapié en que la fuerza de trabajo sonorense, en particular la técnicamente capacitada y mejor preparada, no estaba obligada a emigrar hacia otras entidades del país o del extranjero ante la falta de oportunidades locales para iniciar su vida productiva. Sonora tendría ya actividades no tradicionales, donde la innovación tecnológica podría desarrollarse permanentemente asegurando con ello una estructura productiva moderna y competitiva a nivel global, y permitiendo a su población, beneficiarse de manera directa e indirecta del efecto que este proceso tendría al difundirse hacia el resto de las actividades económicas.

Se preveía el desarrollo de una industria colateral de autopartes que reforzaría dicho proceso, así como importantes ampliaciones en la industria existente para atender la nueva demanda. Con un objeti-

Planta Ford de Hermosillo. Automóviles terminados en espera de su embarque.


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Pag. 92: Vista aérea de SE a NO de la Planta Ford Hermosillo. En primer plano el acceso subterráneo que conecta el parque de proveedores bajo la carretera Hermosillo-Yécora.

vo, en ese entonces, de al menos un 30% de autopartes e insumos nacionales con un valor estimado de mil millones de pesos al año, alcanzable gradualmente, la planta de Ford contemplaba cumplir con los requerimientos de contenido nacional exigidos por el Gobierno Federal. De hecho, los siete proveedores previstos por Ford desde el origen del proyecto que habrían de instalarse en los alrededores de la planta, consistían en los denominados proveedores de color, relacionados con la pintura y los interiores de la cabina del vehículo, atendiendo a la adopción de las políticas de “Justo a Tiempo” asociadas con el nuevo modelo de organización para la producción. Estas políticas abogaban por mantener prácticamente cero inventarios de autopartes en la planta, minimizando la carga financiera para la empresa, pero a su vez, exigían un trabajo logístico de alta sofisticación para el suministro de dichas partes, particularmente las que debían hacer el recorrido durante semanas a través del océano Pacífico desde Japón, y disponer de ellas en el preciso momento en que eran requeridas por la línea de ensamblaje. Dado que el programa de producción dependía también de los colores de los autos vendidos día a día por las agencias distribuidoras de Ford en los Estados Unidos y Canadá, en el caso de las autopartes de color la planta requería una capacidad de respuesta estimada en horas por parte de estos proveedores, los que necesariamente debían ubicarse alrededor de las instalaciones de la línea de ensamble. Estas empresas tenían ya un largo historial de proveeduría con Ford Motor Company, tanto en sus operaciones en los Estados Unidos, como en otras partes del mundo. Sin embargo, el Gobierno Federal, al menos en los inicios del nuevo decreto para regular la industria automotriz en México, se resistía a permitirles su operación en México con el 100% de participación en el capital de sus empresas y les requirió entonces que al menos un 40% quedara en manos de empresarios mexicanos, en lugar del 51% mínimo exigido previamente. Años


después, particularmente a raíz de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, el requisito fue eliminado y las empresas pudieron ser extranjeras en la totalidad de su capital social. Pero en ese entonces, la inversión asociada con los proveedores de Ford se estimaba en poco más de 50 millones de dólares para generar unos 700 empleos directos adicionales a los 1,100 previstos por Ford una vez operando su planta en sus dos turnos.

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También se anunciaba un crecimiento importante de las empresas comerciales y de servicios de la localidad, sobre todo durante los dos años relacionados con el período de inversión y posteriormente en el año contemplado para el inicio de las pruebas de producción y la puesta en marcha de operaciones, de las empresas comerciales y de servicios de la localidad. Los rubros de alimentos y vivienda se

La planta Ford Hermosillo ha alcanzado un significativo liderazgo por sus niveles de productividad.


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antojaban los más beneficiados con un repunte extraordinario de la demanda. Todo esto, además de constituir un gran reto, también significaba la oportunidad para modernizar y consolidar, a la par de un importante crecimiento, dichas actividades, todas ellas tradicionalmente en manos de empresarios locales quienes deberían comprometerse a nuevas inversiones.

Otro beneficio esperado sería el de reducir la dependencia de la economía sonorense con respecto a las actividades agropecuarias. La introducción de una nueva actividad en un sector no tradicional permitiría una mayor diversificación de la base productiva en la entidad, fortaleciéndola ante los efectos, por ejemplo, de los fenómenos climatológicos que impactaban negativamente, fuera por inundaciones, fuera por sequías, la producción primaria, o como años más tarde habría de resentirse derivado de la apertura comercial, un proceso a la baja en los precios de estas materias primas como consecuencia de la competencia internacional y de la eliminación de los precios de garantía. Por lo mismo, la economía de la entidad tendría una tendencia hacia una mayor estabilidad al incorporarse el proyecto de Ford.

Un punto adicional en las expectativas se refería a la construcción de una infraestructura de servicios urbanos para la ciudad, así como la modernización de los accesos carreteros al parque industrial, el sistema ferroviario y las instalaciones portuarias de Guaymas, que de otra forma no serían justificables en el corto plazo, incluyendo además nuevas oportunidades que la disponibilidad de gas natural haría factibles en Hermosillo. Se preveía también un importante desarrollo en los sistemas de telecomunicaciones, telefonía y en los servicios de cómputo y sistemas de informática a nivel local. Como pocos años después podría constatarse, Hermosillo fue sede de las primeras dos ensambladoras de equipo de cómputo personal en el


país, Printaform y Micro Computación Aplicada, que en conjunto representaban más del 50% de las computadoras producidas en México a finales de los ochentas y previo a la apertura comercial.

Planta Ford Hermosillo, el por qué y el cómo

Énfasis especial se hizo en las bondades que traería consigo el fortalecimiento de la educación tecnológica de la entidad, al abrirse nuevos campos de aplicación y existir la oportunidad de una retroalimentación permanente con los procesos de alta tecnología que se incorporaban a nivel local. La expectativa de que eventualmente se consolidara el sistema educativo en estas materias permitiría sin lugar a dudas el acceso hacia otras actividades no tradicionales apoyadas en la frontera del conocimiento tecnológico. Por consecuencia, las nuevas generaciones de profesionistas habrían de convertirse en vehículos difusores hacia el resto de las actividades económicas de la entidad, imbuyéndolas de los valores de la innovación, la eficiencia productiva y la competitividad. Esto habría de trascender también hacia la apertura de nuevos campos para la investigación tecnológica, como sería el caso de la robótica y procesos automatizados.

Independientemente de los trabajos académicos que en los últimos 25 años se han llevado a cabo para evaluar el impacto real de la planta Ford en la comunidad hermosillense, parece indudable que el establecimiento de este proyecto en el Parque Industrial de Hermosillo ha traído más beneficios que perjuicios. Si bien Hermosillo no pudo escaparse de un impacto inmediato en la apreciación de los bienes raíces derivado de la demanda de los funcionarios de Ford por viviendas residenciales de lujo, lo cierto es que después de 1987 este mercado tendió a normalizarse. La vivienda de interés social para los trabajadores enfrentó, sin embargo, serios problemas de financiamiento, más por deficiencias de carácter estructural de las instituciones federales, que por falta de previsión o voluntad de los desarrolladores inmobiliarios locales. Aún así, el impacto pudo

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Con el desarrollo de la industria automotriz en Sonora se reduciría la dependencia de su economía de las actividades agropecuarias.


Planta Ford Hermosillo, el por qué y el cómo

diluirse sin mayor consecuencia puesto que, al menos en el corto plazo, el número de operarios contratados era de una magnitud manejable y en su gran mayoría, originarios de Hermosillo.

Durante los primeros años de operación, la planta Ford produjo 1,186

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Primeros modelos fabricados en Hermosillo, en exhibición en el vestíbulo de la Planta.

unidades de agosto a diciembre de 1986, 50,635 unidades en 1987 y 66,730 unidades en 1988, es decir, menos de la mitad de su capacidad instalada, por lo que se emplearon a poco más de 1,000 operarios directos en las líneas de producción. Su promedio de edad fue de 20 años, el 88% solteros, y se trataba, en un 97% de residentes hermosillenses que no implicaron presiones por nueva vivienda. Estos jóvenes fueron además becados para entrenarse en las plantas de estampado y ensamble de Ford en Bélgica y España, y en algu-


nos casos incluso, a los centros de capacitación de Mazda en Japón. En lo que respecta a los proveedores establecidos para el abastecimiento de la planta en materia de asientos (Central de Industrias, S.A.), alfombras (Consorcio Industrial Mexicano de Autopartes, S.A. de C.V.), tableros y defensas (Carplastic), llantas y rines (Goodyear), pintura para carrocería (Pinturas Pittsburgh), barnices para acabados (Aurolín) y cinturones de seguridad (Pemsa), el número de empleos directos estimados fue de alrededor de otros mil operarios, con una inversión estimada total de siete mil novecientos millones de pesos.5

La planta de Ford sin embargo, continuó con un programa permanente de reclutamiento que incluyó otras plazas de la entidad como Ciudad Obregón, Nogales, Navojoa y aún Los Mochis en Sinaloa. Algunas versiones de estudiosos sobre el tema, como Miguel Ángel Vázquez Ruiz, investigador de la Universidad de Sonora, mencionan sobre una patente escasez de mano de obra en Hermosillo, que no permitía resolver los problemas de una alta rotación en la planta laboral de Ford, debido a las intensas condiciones de trabajo y a los bajos salarios que recibían, al compararlos con respecto al pago percibido por operarios de igual responsabilidad que trabajaban en las plantas del extranjero donde fueron entrenados. Lo cierto es que, según el análisis realizado por el Colegio de Sonora con el patrocinio de la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia y coordinado por Oscar Contreras,6 la referencia del salario por hora trabajada en los niveles de operario en línea de producción era de $0.53 dólares, muy similar al pago que recibían los trabajadores de la industria maquiladora en la frontera sonorense. Sin embargo, diez años más tarde, el mismo operario ganaba $1.74 dólares por hora, una vez que la planta de Hermosillo destacaba de manera muy importante en el escenario global de plantas de Ford por sus índices de productividad

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y la excelencia de su calidad, y que el porcentaje de automatización alcanzado era ya del 70%. En 1996, un estudio patrocinado por la Universidad de Nuevo México y elaborado por Bannister, Muller y Rehder,7 estimaba que la planta de Ford de Hermosillo se había convertido en una referencia a seguir en la industria automotriz mundial en materia de inteligencia competitiva, gracias al exitoso programa de transferencia tecnológica realizado en un ambiente multicultural que integró los altamente productivos sistemas de manufactura esbelta desarrollados por los ingenieros japoneses de Toyota y Mazda, adaptando el modelo fordiano de producción en serie a través de equipos de trabajo con operarios, técnicos y administradores mexicanos. El resultado, concluía dicho estudio, fue el establecimiento de una planta automotriz de clase mundial que cambió el centro de gravedad de la industria sonorense hacia la industria automotriz y de autopartes, como fuente generadora de divisas.

En 1985, siguiendo a Sergio Sandoval Godoy en su tesis doctoral para el Colegio de Sonora (1988), el valor agregado neto de la industria maquiladora de exportación, para entonces con más de 100 establecimientos en el territorio sonorense y empleando 28,500 trabajadores, significaba un poco más de $100 millones de dólares al año. Para 1988, las exportaciones asociadas con los vehículos ensamblados por Ford en Hermosillo ascendían a $500 millones de dólares, de los cuales $200 millones representaban el valor agregado neto, una vez descontadas las importaciones de autopartes. Es decir, la planta de Ford en el segundo año de su operación, con menos del 4% de la fuerza de trabajo, lograba duplicar las exportaciones netas de la industria maquiladora en la entidad, representando además el 62% del total de las divisas generadas por toda la producción sonorense destinada a los mercados del exterior.

Para 1990 en que se sustituye el modelo CT-18 (Tracer) con el que se


inició su operación, la planta Ford de Hermosillo, con una inversión de $300 millones de dólares adicionales, ampliaba su capacidad de producción a 170,000 vehículos anuales, representando el 27% del total de la capacidad instalada en territorio nacional para la producción de automóviles destinados a la exportación. La ampliación significó también la contratación de otros 1,100 empleados para llegar a 2,200, mientras que los proveedores sumaron 300 operarios adicionales en sus líneas de ensamblado.

Para 2004, Ford ensamblaba en Hermosillo sus modelos Focus ZX3, ZX5 y SVT para los mercados de Estados Unidos y Canadá. A pesar de estar aprovechando menos del 70% de su capacidad de producción derivado primordialmente de la baja demanda generalizada en esos mercados para los productos automotrices, gracias a la reputación de alta calidad y eficiencia de su planta en Hermosillo, Ford Motor Company decide ampliar la capacidad de producción a 300,000 unidades al año con el propósito de introducir, por primera vez en su historia, la plataforma Futura (CD3)

Planta Ford Hermosillo, el por qué y el cómo

El modelo CT-18 (Tracer) con el que inició la operación de la Planta ford Hermosillo.

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Autos Ford Escort saliendo de la línea de ensamble de la planta de Hermosillo.

que sería la base para el estampado y ensamblado de diez modelos diferentes de las líneas Ford, Lincoln y Mercury. En palabras del entonces Vicepresidente de Operaciones de Transmisiones de Ford Motor Company Dave Szczupak, “este será el cambio más dramático en los procesos de manufactura desde la invención de las líneas de ensamble por parte de Henry Ford”8. Para lograr este objetivo, Ford invirtió, entre 2004 y 2005, $1,000 millones de dólares en la planta Ford, más otros $900 millones de dólares en el desarrollo de un nuevo parque industrial aledaño al Parque Industrial de Hermosillo en donde se ubicarían 20 nuevos proveedores con el propósito de consolidar la cadena de valor localmente. Estas nuevas empresas se dedicarían al formado de carrocería, incluyendo piso, cofres, puertas, techos y cajuelas (Magna Sonora Forming Technologies, S.A. de C.V.), fabricación del tablero de instrumentos, consola central, forros de puertas, vestiduras plásticas, alfombras, tapetes, aislantes de ruido (Collins and Aikman), sistema de escape completo (Faurecia), elevalunas y toldos (Grupo Antolín), tanque de gasolina, chasis metálico y arnés interno del tanque (Martinrea), molduras de plástico, logotipos, partes de defensa (Flex and Gate), módulo frontal, incluyendo radiador, ventilador, manguera de fusión, etc., (Hella Bher Plastic Omnium), sistemas de refrigeración, sistema de enfriamiento para el radiador y soportes (Delphi-Carlisle), defensa y brackets (Decoma International-Decoplas), acero en rollo (National Material),


manejo de material (Seglo), corte de hojas de metal para estampado y soldaduras (TWB), suspensión, amortiguador y ejes (Benteler de México), asientos (Lear Corporation), tubos de nylon, conectores de plástico y tapones de aceite (Autopartes de Precisión de Santa Ana), chasis completo (Tyssenkrupp Budd), pintado de mofles y recubrimiento E-Coat (Metokone), fabricación del arnés completo desde el tablero de control al sistema de iluminación (System Technologies), soporte del tablero, esqueleto y soportes de asientos (Brown Corporation) y montaje de maquinaria de robots, tuberías contra incendio, estructura, automatización y maquinado (Ingeniería y Servicios Profesional de Sonora). La inversión estimada por parte de estos nuevos proveedores era cercana a los $600 millones de dólares, con una generación de empleos directos para 4,675 personas, mientras que la planta Ford por sí misma contrataría 1,600 operarios adicionales.

Al integrar la cadena productiva bajo un sistema de producción modular, es decir, en el que la línea de producción recibe módulos preensamblados por parte de sus proveedores quienes monitorean su propio proceso de ensamble en función del ritmo y necesidades de Ford, Hermosillo experimenta nuevos procedimientos de “manufactura flexible” que implican una importante innovación tecnológica de la industria automotriz a nivel global, al permitir aprovechar la misma plataforma de producción para una decena de modelos.

En un análisis encargado por la Secretaría de Fomento Industrial y Comercio del Gobierno del Estado al Centro de Desarrollo de los Recursos del Desierto de Sonora (CIDESON) en 1984, se preveía que el medio empresarial de la entidad, si bien observaba con optimismo el desarrollo del proyecto de la planta Ford, no se sentía capacitado para participar directamente, e incluso indirectamente, como proveedor de la nueva empresa. De hecho, un intento de acercamiento

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Durante una visita del Lic. Ernesto Zedillo, Presidente de de la República, a la Planta Ford de Hermosillo en abril de 1997.

a través de la formación de un consorcio local de constructores para negociar la erección de la estructura metálica de la nave industrial que albergaría la planta no tuvo éxito, pues se les obligó a competir con empresas de orden nacional e internacional que ya habían tenido experiencias como contratistas de Ford Motor Company. Sin embargo, a medida que la comunidad entendió y se familiarizó con los procesos y procedimientos asociados a la operación de la planta, la proveeduría local ha venido integrándose paulatinamente, si bien de manera primordial a través de servicios tradicionales y poco sofisticados, también es cierto que ya se ofrecen servicios locales de alto contenido tecnológico cuyas expectativas, al ampliarse la base de integración productiva en Hermosillo con los nuevos proveedores, se ven estimuladas.


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Adicionalmente a los proveedores de primera y segunda línea, en el reporte de diciembre de 2005 coordinado por Oscar Contreras para el Colegio de Sonora, se identificaron un total de 129 proveedoras locales vinculadas al ya ahora denominado “cluster” automotriz de Hermosillo. De estos proveedores 48 estaban constituidos por empresas de servicios básicos especializados y fabricantes de insumos y partes, incluyendo varias dedicadas al desarrollo de sistemas de automatización, fabricación de manipuladores, software, programación, robótica, mantenimiento de equipo, instalación de sistemas eléctricos, logística e ingeniería, creadas por iniciativas de técnicos e ingenieros que habían laborado previamente en la planta de Ford, mientras que el resto estaba conformado por empresas de servicios indirectos, como limpieza, vigilancia, comisariato industrial, recolección de basura, entre otros. Se estimaba que el total de empleos asociados con las empresas locales de servicios para Ford y sus proveedores de primera y segunda línea, era de alrededor de 4,800.

En total, el número de empleos directos generados con estas nuevas inversiones, incluyendo los derivados de la ampliación de la planta Ford, sus proveedores de primera y segunda línea y las empresas locales relacionadas con servicios de soporte ascendía, para el año 2007, a 13,275. La estimación de empleos indirectos que hace el estudio sobre el impacto de la ampliación de la Ford Motor Company en Hermosillo, Sonora, elaborado por El Colegio de Sonora con el patrocinio de la Fundación México Estados Unidos para la Ciencia, en relación a este proyecto, es de casi 24,000, por lo que sumados a los empleos existentes previos a esta ampliación dentro del sector automotriz y de autopartes, el total de puestos de trabajo asociados con el proyecto de Ford en Sonora, puede considerarse en el orden de los 40,000 para 2011, cuando el valor de las exportaciones


de la planta de estampado y ensamblado se acerca a los $1,800 millones de dólares al año, preparando además la introducción de la plataforma CD4, con nuevas innovaciones de carácter tecnológico.

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Según declaraciones del Gobernador Guillermo Padrés Elías publicadas en la prensa local el 20 de febrero de 2011, la introducción de la plataforma CD4 permitiría que en el mediano plazo, la capacidad de producción de la planta de Ford en Hermosillo pudiera alcanzar las 500,000 unidades al año e implicando nuevas inversiones en el orden de los 1,500 millones de dólares.

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La infraestructura productiva que en la actualidad existe como resultado del proyecto original tiene ahora una dimensión y magnitud que no está lejos de poder aprovecharse en iniciativas para el desarrollo de otras nuevas actividades, como sería el caso de la industria aeroespacial o incluso de sistemas masivos de transporte, sin mencionar otras alternativas relacionadas con la propia industria ensambladora de automóviles, una vez que está comprobada la capacidad competitiva de la región.

En la medida que Ford Motor Company ha consolidado su operación en Hermosillo y la ha convertido en pieza estratégica para su sobrevivencia en los mercados globales, la apuesta para la conformación de uno de los “clusters” automotrices con gran liderazgo innovativo y punta de lanza en la frontera tecnológica a nivel mundial, se antoja a todas luces ganadora.

Eduardo Serrano Berry, Director General de Ford en México y Guillermo Padrés Elías, gobernador de Sonora de visita en la Planta Ford de Hermosillo en el año 2010.


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Año 2011.- La Planta Ford de Hermosillo es considerada la mejor planta de Ford en el mundo en términos de calidad según el Instituto Tecnológico de Massachussets, y su producto el Ford Fusion, ha sido el automóvil más premiado de los últimos años en el mundo por sus altos estándares de calidad.

Su futuro crecimiento debe ser entonces motivo de mayor análisis y estudio puesto que al convertirse en un activo que ha echado raíces en la comunidad sonorense, le asegura el conducto hacia una permanente renovación de su modernidad productiva. Es esta modernidad la que debe transmitirse al resto de las actividades económicas de la entidad para evitar su rezago competitivo. Al lograrlo, se verán cumplidas ahora sí, todas las expectativas que motivaron a un Gobernador de Sonora llamado Samuel Ocaña García, quien reconociendo la trascendencia de un proyecto excepcional para los sonorenses, supo traspasar los avatares ideológicos y políticos, así como las circunstancias adversas que se interpusieron en 1983, entre la Ford y Sonora.


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Notas Bibliográficas

1.- Vázquez Ruiz, Miguel Ángel y García León P., Guadalupe, “Modernización Industrial en Sonora”, p. 45, Gobierno del Estado de Sonora, 1992. 2.- Sonora, Publicaciones del Gobierno del Estado de Sonora, Sigma Gráfica, S.A. de C.V., abril 1983. 3.- Pineda Pablos Nicolás, “Los Gobernadores de Sonora 1911-2009”, Hermosillo, Sonora, H. Congreso del Estado LIX Legislatura, 2010. 4.- Campbell Federico, Proceso 384, 10 de marzo de 1984, www.proceso.com. mx/?page_id=137290 5.- Sandoval Godoy, Sergio Alfonso, “Los Enlaces Económicos y Políticos de la Ford Motor Company en Hermosillo” (1988), en Ramírez, José Carlos (Coordinador), “Internacionalización Productiva y Nuevas Tecnologías”, El Colegio de Sonora, Hermosillo. 6.- Contreras, Oscar F., Coordinador, “Estudio sobre el Impacto de la Ampliación de la Ford Motor, Co. en Hermosillo, Sonora, Fundación México Estados Unidos para la Ciencia – El Colegio de Sonora, Diciembre 2005. 7.- Bannister Goeffrey J., Muller, Hellen J. y Rehdler, Robert R., “Ford-Mazda´s Hermosillo Assembling Plant: A Quality Benchmark Cross-Cultural Alliance”, The University of New Mexico, Alburquerque, N.M., Competitive Intelligence Review, Vol. 7 (2) 11-19, 1996. 8.- Lune, Jack, “Back to the Futura: Ford Adding 2,000 jobs in $1 B Mexican Project”, The Site Selection, Online Insider, week of December 1, 2003.

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es producto gráfico de Editorial Imágenes de Sonora, S.A. de C.V. terminado el 25 de noviembre de 2011. La edición consta de 1000 ejemplares.

mipuebla@hotmail.com getapia@msn.com

www.imagenesdesonora.com


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Planta F ord H ermosillo el por qué y el cómo Durante veinticinco años (1986-2011), la ciudad de Hermosillo, Sonora, ha venido integrándose a la economía de la globalización, en gran medida gracias al desarrollo de la industria automotriz patrocinada por uno de los proyectos más exitosos en la historia de Ford Motor Company. La planta de estampado y ensamblado de Hermosillo surgió en su momento como un eslabón de supervivencia para la empresa y demandó un nuevo enfoque en los sistemas de producción de automóviles para permanecer competitiva en el propio mercado estadounidense. Gracias a esta planta, que se convirtió en ícono de calidad y soporte importante para el desarrollo de las nuevas tecnologías de manufactura en un ambiente global, Ford ha podido recuperar y mantener su posicionamiento de liderazgo a nivel mundial. La planta de Hermosillo significó en 1986 la inversión privada más importante para un solo proyecto en la historia de México y fue en los momentos anteriores a la decisión sobre su localización, motivo de intensa especulación por parte de la comunidad sonorense, acerca de su impacto social, económico y político. La experiencia vivida por Guillermo Tapia, en ese tiempo empresario concesionario de Ford en Hermosillo, y por Manuel Ignacio Puebla, responsable de la promoción institucional para el fomento industrial en el Estado de Sonora, como protagonistas directos de una historia que se escribe durante los meses en que Ford evaluaba varias alternativas para elegir la mejor ubicación de su planta en proyecto, se plasma en este trabajo que, aún sin el rigor metodológico de las investigaciones académicas, aporta indudablemente un valioso legado a las generaciones comprometidas con el desarrollo de Sonora. Entender y comprender el por qué y el cómo, en esta historia aderezada con el anecdotario de las circunstancias, nos lleva a valorar el esfuerzo, a la vez que nos enseña cómo un liderazgo con visión de largo plazo suma voluntades hasta hacer realidad un proyecto, con la convicción de su impacto favorable en el bienestar comunitario.

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