Editorial Un saludo muy especial para todos nuestros lectores. Estamos muy contentos ya que el Papa Francisco ha nombrado para la Iglesia Universal a dos nuevos santos: San Juan XXIII y San Juan Pablo II. Así mismo nos congratulamos por tantas bendiciones recibidas en esta Pascua, ya que su Santidad, ha nombrado también a dos nuevos Obispos Auxiliares para nuestra querida Arquidiócesis de Monterrey. Son muchos acontecimientos importantes vividos dentro de la fe, de la cual hemos sido parte. Dios ha sido providente con su pueblo y eso nos anima a seguirlo cada día y tomar la cruz por más difícil que pueda parecer. Y debido a esto, hemos querido hablarles, los que escribimos en esta Revista sobre lo que encierra el ser Episcopal. El Obispo, es aquel que protege, el que mira por el cuidado espiritual de los hombres. Convirtiéndose así, en un hombre con fuertes convicciones de fe que nos conduce a Cristo.
Por lo tanto, lleva en su ser la perfección sacerdotal, es decir, el ser Episcopal es la cumbre del ministerio sacerdotal. En esta publicación de la revista hemos profundizado en todo lo que se refiere a su ministerio, la atención y el servicio que presta a los hombres de parte de Dio y su ser. Sabemos bien que a este se le confiere la función de santificar, enseñar y gobernar. Él además es poseedor de manera visible del Espíritu Santo. De manera que es Cristo mismo, porque es Maestro, pastor y sacerdote. Esta es una publicación fascinante, porque de manera sencilla, explicando la doctrina, reconoceremos que papel juega el Episcopo en la Historia de la Salvación y esperamos que saboreen estas páginas y sean un momento en el cual profundicemos en nuestra fe y podamos responderle a Dios llenos de fe.
Que así como nos hemos apasionado al escribir estas letras para ustedes, los apasione a reconocer en el Obispo al mismo Cristo Cabeza y Pastor de nuestra querida Arquidiócesis y del Seminario de Monterrey. De antemano les agradecemos por todo lo que aportan a esta Revista, icono reconocible de nuestro querido Seminario y memoria de todos los acontecimientos que vivimos en la cotidianidad de la fe. Así que ánimo no desfallezcan y que el Señor Jesús les conceda sabiduría para comprender y así poder comunicar todo aquello de lo que nos ha hablado.
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Contenido
03.- EDITORIAL 05.- DESDE RECTORIA 07.- TEOLOGÍA DEL EPISCOPADO: “EL OBISPO”
10.- EL EPISCOPADO:
HISTORIA, FUNDAMENTOS Y SACRAMENTALIDAD
13.- CANÓNICO EPISCOPADO SEGUN EL DERECHO Y EL CATECISMO DE LA IGLESIA
17.- EPISCOPALES ORIGÉN, FUNCIONES Y SÍMBOLOS 18.- UN PROCESO Y ELECCIÓN PARA OBISPO 20.- SENTIDO Y FIN DEL EPISCOPADO 27.- VISIÓN VOCACIÓN SACERDOTAL PASTORAL DE
MONS. ROGELIO CABRERA SOBRE LA PASTORAL VOCACIONAL
30.- CUENTANOS TU VOCACIÓN 37.- MISIONES DE SEMANA SANTA 38.- CANONIZACIONES MISA CONMEMORATIVA POR LAS 39.- OBRA Y KERMESE 40.- FOTOGALERIA 42.- DE ACADEMIA DE SANTO TOMAS AQUINO 44.- CONOCIENDO TU DIÒCESIS 46.- DESPEDIDA DE AÑO FORMATIVO 04
CONSEJO EDITORIAL Año 30 / NUM. 116 Junio 2014 Tiraje: 1,700 ejemplares Impreso por ICNSA, S.A. DE C.V. Escobedo #340 Nte. Tel.: 01 (81) 8340-6160 Monterrey, N.L., México www.icnsa.com
Director General
Pbro. Lic. Hilario González García
Director Editorial
Alan Lorenzo Sánchez Valencia
Edición
Diác. Jaime Jesús Garza Morales
Redacción y Estilo
Diác. José Luis Campos Moya
Fotografía
Pedro Mora Oviedo
Diseño
D.G. Alfredo Alcocer Saldivar (Sopa) Distribución Francisco Villa Hernámdez
Seminario Arquidiocesano de Monterrey Carretera a San Mateo Km 3.5, Apdo. postal No. 34, C.P. 67250 Tel: 1161-5757 www.seminariodemonterrey.org
DesdeRectoría Fue en la homilía de la Misa Crismal de 2013, cuando el Papa Francisco lanzó un reto a todos los que tenemos la vocación sacerdotal: Sean pastores con olor a oveja, que eso se note. A partir de ese día, ese reto a dado la vuelta al mundo y ha llegado a todos los rincones de la Iglesia, y se ha convertido en una referencia obligada al momento de hacer el propio examen de conciencia como pastores. Nos invitaba, y lo sigue haciendo cada vez que hay ocasión, a salir de nosotros mismos para estar precisamente cercanos a la gente, atendiendo y compartiendo la vida. Esta invitación está en clara sintonía con las enseñanzas del Concilio Vaticano II, pues en el Decreto sobre el Ministerio Pastoral de los Obispos (Christus Dominus) #16 afirma que “en el ejercicio de su ministerio de padre y pastor, compórtense los Obispos en medio de los suyos como los que sirven, pastores buenos que conocen a sus ovejas y son conocidos por ellas, verdaderos padres, que se distinguen por el espíritu de amor y preocupación para con todos, y a cuya autoridad, confiada por Dios, todos se someten gustosamente. ” En el mensaje del Papa Francisco a los obispos mexicanos en la reciente visita ad limina apostolorum (19 de mayo), les hizo la recomendación de “la doble trascendencia”. Trascender en la oración al Señor por el pueblo encomendado y trascender en la cercanía con su pueblo. Desde esta doble trascendencia podemos entender la designación de los dos Obispos Auxiliares que el Papa Francisco ha considerado para nuestra Arquidiócesis. Si nuestro Arzobispo nos pide, dando ejemplo él mismo, ser una Iglesia marcada por la urgencia misionera, una Iglesia de salida al encuentro de los más alejados, un pueblo de Dios que no se cansa de ir a la misión, entonces esta designación de nuevos obispos es una ayuda adecuada para que la oración por el pueblo y la cercanía con el pueblo se cumplan con mayor efectividad. Los beneficiados somos tanto los pastores que colaboramos con el Arzobispo como las ovejas que piden la cercanía, la humildad y la misericordia del Buen Pastor.
“Que eso se note”, acotaba el Santo Padre, con ganas de que todos los sacerdotes del mundo revisáramos no solamente la agenda personal, el plan orgánico, el organigrama de las pastorales o los perfiles de la formación, sino sobretodo nuestra entrega y consagración al Señor. Que se note en las palabras y las actitudes, en la atención a las personas y en la oración con el Señor, en las opciones pastorales de nuestras comunidades y en las opciones personales que como sacerdotes hacemos. Y claro que se nota la Providencia de Dios que no nos deja desamparados. La elección de Monseñor Alfonso Gerardo Miranda Guardiola y Monseñor Juan Armando Pérez Talamantes como Obispos Auxiliares nos entusiasma, pues se nota que por su presencia y compromiso, además de su excelente preparación académica y espiritual, tendremos pastores cercanos, humildes y misericordiosos. Dos sucesores de los Apóstoles, dos enviados por Jesús Buen Pastor para ser pastores que lo hagan presente y se impregnen, por su servicialidad y generosidad, del olor de su rebaño y lo conduzcan, por medio de la oración y la caridad pastoral, al Reino de nuestro Dios. Pedimos al Señor que bendiga el ministerio de nuestros Obispos, para que en su labor apostólica sean verdaderos testigos de Cristo, ante la comunidad de creyentes y la sociedad en general, de modo que al ejercer su oficio sacerdotal nos enseñen, santifiquen y guíen conforme al corazón de Jesús Buen Pastor. Seguros de la protección e intercesión de la Virgen María, que bajo la advocación de Nuestra Señora del Roble veneramos con cariño filial como patrona de nuestra Arquidiócesis, encomendamos a su cuidado maternal la persona y el sacerdocio de los Obispos que el Señor nos ha regalado para ser signo de su presencia. Pbro. Lic. Hilario González García Rector Seminario de Monterrey
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Doctrina Cristiana 06
Teología del Episcopado: El Obispo Hoy el Obispo se ha convertido en un “signo de contradicción”. Más que nunca es el hombre crucificado. Lo importante es comprender que eso es divino y saborear en el gozo del Espíritu la fecundidad de la cruz. Es la cruz de no ver claro. La cruz de la búsqueda de nuevas formas pastorales. La cruz de no ser comprendidos en nuestras exigencias y aceptados en nuestras limitaciones. La cruz de no entender del todo el lenguaje de las generaciones nuevas. La cruz de la impotencia. La cruz de tener que despojarnos de un pensamiento que nos parecía infalible, desprendernos de actitudes que nos resultaban seguras, abandonar métodos que ya habíamos asimilado. La cruz de tener estar que estar siempre disponibles para escuchar, para aprender, para empezar todos los días de nuevo. La función del Obispo se define hoy en esencial actitud de ministerio, servicio o diaconía (LG.24). La eclesiología del Vaticano II se centra fundamentalmente en la misteriosa realidad del Pueblo de Dios. Los pastores han sido consagrados por el Espíritu para apacentarlo siempre y acrecentarlo, es decir, para servirlo en orden a la salvación (LG 18). Por lo mismo, la figura del obispo debe ser definida desde una particular configuración con Cristo Pastor, desde un “servicio eximio” (LG 21) a todo el Pueblo de Dios desde una clara penetración en los signos de los tiempos. El Obispo está ubicado en una iglesia que se renueva incesantemente por la fuerza del Espíritu para ser “luz de las gentes” (LG 1) y “sacramento universal de salvación” (LG 48). Una iglesia que es esencialmente Pueblo de Dios reunido “por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4). El obispo surge de la identidad fundamental de este Pueblo para presidirlo en nombre del Señor no como quien manda sino como quien sirve. “Para vosotros soy el obispo. Con vosotros soy el cristiano. (San Agustín).
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Teología del Episcopado: El Obispo
La figura del Obispo en su teología debe de ser en su esencial relación con el Pueblo de Dios al que sirve por su salvación. Ha sido configurado a Cristo, Cabeza y Pastor “para apacentar el pueblo de Dios y acrecentarlo siempre” (LG 18) Le ha sido comunicada “la gracia del Espíritu Santo” (LG 21), para “el servicio de sus hermanos” (LG 24). Importa subrayar la esencia de este servicio y las exigencias concretas de este Pueblo. El servicio episcopal se inscribe en la línea del Servidor de Yahvé: el elegido, formando y consagrado por el Espíritu, que se siente particularmente sostenido y en el hueco de su mano; el que fue llamado para la alianza del pueblo y la luz de las gentes; el que recibió oído y lengua de discípulo: el que realiza su misión en la sencillez de la dulzura; el que experimentó, a veces, sensación de fracaso y tentación de desaliento; el que no hurtó el hombro a la cruz; el que cargó con la dolencia de todos los hombres; el que esperó, en la tarde de la crucifixión, la madrugada de la Pascua. El Obispo servidor es maestro, testigo y profeta. Se le ha encomendado el Evangelio para que lo proclame. Esencialmente es “el pregonero de la fe”, “maestro auténtico”, “testigo de la verdad divina”. “Entre los principales oficios de los obispos se destaca la predicación del Evangelio” (LG 25; CD 12). En todas sus formas: El Kerygma, la Catequesis, la iluminación cristiana de las realidades temporales, Consagrado por el Espíritu el Obispo es esencialmente m” heraldo y apóstol” (1 Tim 2,7) de la Buena Nueva de la salvación, constituido ministro del Evangelio para anunciar a todos “la insondable riqueza de Cristo, y poner de manifiesto la dispensación del Misterio que estaba escondido desde siempre en Dios (Ef. 3,7-9).
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Teología del Episcopado:
El Obispo
El obispo es “maestro de la fe” y “testigo de la verdad divina”. Debe, por eso, penetrar en la Palabra revelada por el estudio, la reflexión y el don del Espíritu de la Sabiduría. Pero necesita, además, estar atento a os signos de los tiempos, escuchar con atención las voces de su pueblo, consultar con humildad a los teólogos auténticos. El Espíritu lo asiste y lo ilumina; pero lo impulsa, también, a solicitar con sencillez evangélica la sabiduría de los otros. Otras de su esencia episcopal es la de la Eucaristía. Esencialmente el obispo es “el gran sacerdote” del pueblo de Dios establecido “para ofrecer dones y sacrificios” (Hb 5,1). Fundamentalmente así “hace” a la Iglesia y engendra en la vida divina a su pueblo. El obispo servidor es, “el administrador de la gracia del supremo sacerdocio” (LG 26). Es la fuente de la vida sacramental sobre todo de la Eucaristía, en su iglesia particular. No hay Eucaristía sin el obispo. Como no puede haber unidad que es fruto primero de la Eucaristía sin e Obispo. El gobierno también es parte esencial de la teología episcopal. El obispo servidor es vicario de Cristo (LG 27) para regir, con corazón de buen Pastor, la iglesia particular que le ha sido encomendada. Juntamente con el Papa y los demás Obispos tiene el oficio de “regir la casa del Dios vivo” (LG18). La autoridad divina e insustituible. Pero debe ser ejercida en la línea de un servicio y en la dimensión generosa del corazón del buen Pastor: que debe comprender los momentos y los hombres, las posibilidades y los límites, la fragilidad y las riquezas. “Hoy es tremendamente difícil y heroico ser Obispo. El Papa mismo lo reconoce con sencillez evangélica: Todos los días, en el ejercicio de nuestro ministerio apostólico, notamos lo difícil y grave que se ha vuelto el ministerio del Obispo. Verdaderamente, la función episcopal no es ya un título de honor temporal sino un deber de servicio pastoral. ¡Y qué servicio!” (11-IV-70). Una iglesia sacudida y un mundo en cambio. Exigencias intrínsecas y dificultades externas. Sin embargo, es nuestra hora: la hora de Dios para nosotros, providencialmente rica y fecunda, penetrada de cruz y cargada de esperanzas. Hemos de vivir con serenidad y alegría, con seguridad y confianza, con fidelidad y pobreza. “No temáis. Esta es para la Iglesia una hora de ánimo y confianza en el Señor” (Pablo VI, 24-VIII-68). Hoy al Obispo se le exige sabiduría, bondad y firmeza. Sabiduría para ver, bondad para comprender, firmeza para conducir. Son virtudes del Jefe verdadero. Pero son, sobre todo, virtudes del Padre, del Pastor, del Amigo. Nos la dará sin duda- si la pedimos desde la pobreza de Nuestra Señora- el Espíritu de la Verdad, de la Fortaleza y del Amor”. En Palabras de Monseñor Eduardo F. Pironio, Obispo Secretario general del CELAM, en la exposición presentada a la Asamblea Plenaria del CEDAC, Guatemala, el 28 de mayo en 1970.
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El episcopado:
Historia, Fundamento y Sacramentalidad
Estamos celebrando un gran acontecimiento en nuestra Arquidiócesis, el Señor sigue cumpliendo su promesa: “Les daré pastores, según mi corazón” (Jr 3, 15), y es por ello que este 13 de Junio, por mandato de nuestro querido Papa Francisco, seremos testigos de la consagración de dos nuevos obispos para la nuestra Iglesia. Pero, ¿qué es eso de ser obispo? Quisiera compartir con ustedes algunos textos de los documentos de la Iglesia que nos pueden iluminar sobre el tema; así como algunas palabras que el Papa Francisco, actualmente, ha expresado sobre el ministerio de los sucesores de los apóstoles. El Concilio Vaticano II en su Decreto “Christus Dominus”, la cual fue escrita para entender claramente la teología del Obispo, comienza diciéndonos: Cristo Señor, Hijo de Dios vivo, que vino a salvar del pecado a su pueblo y a santificar a todos los hombres, como Él fue enviado por el Padre, así también envió a sus Apóstoles, a quienes santificó, comunicándoles el Espíritu Santo, para que también ellos glorificaran al Padre sobre la tierra y salvaran a los hombres “para la edificación del Cuerpo de Cristo” (Ef., 4,12), que es la Iglesia. (CD 1) Y es que la clave para entender el ministerio de un obispo es la palabra “enviado” (apóstol), por lo cual, la síntesis de su ministerio episcopal es el saberse amado por Dios y elegido para Ir por todo el mundo para edificar el Cuerpo de Cristo: Los Obispos, como legítimos sucesores de los Apóstoles y miembros del Colegio Episcopal, reconózcanse siempre unidos entre sí y muestren que son solícitos por todas las Iglesias, porque por institución de Dios y exigencias del ministerio apostólico, cada uno debe ser fiador de la Iglesia juntamente con los demás Obispos. Sientan, sobre todo, interés por las regiones del mundo en que todavía no se ha anunciado la palabra de Dios y por aquellas en que, por el escaso número de sacerdotes, están en peligro los fieles de apartarse de los mandamientos de la vida cristiana e incluso de perder la fe. (CD 6). Otra actitud esencial del que es ordenado Obispo: Debe ser promotor de la unidad. “El Obispo, principio visible de unidad en su Iglesia, está llamado a edificar incesantemente la Iglesia particular en la comunión de todos sus miembros y de éstos con la Iglesia universal, vigilando para que los diversos dones y ministerios contribuyan a la común edificación de los creyentes y a la difusión del Evangelio. Como maestro de la fe, santificador y guía espiritual, el Obispo sabe que puede contar con una especial gracia de Dios, que le ha sido conferida en la ordenación episcopal. Tal gracia lo sostiene en su entrega por el Reino de Dios, para la salvación de los hombres, y también en su empeño por construir la historia con la fuerza del Evangelio, dando sentido al camino del hombre en el tiempo”. (AS 8).
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El episcopado:
Historia, Fundamento y Sacramentalidad
El sucesor de los apóstoles estará llamado a ser maestro y doctor, sacerdote, pastor y padre. Maestros y doctor auténtico de la fe, el Obispo hace de la verdad revelada el centro de su acción pastoral y el primer criterio con el que evalúa opiniones y propuestas que emergen tanto en la comunidad cristiana como en la sociedad civil y, al mismo tiempo, con la luz de la verdad ilumina el camino de la comunidad humana, donando esperanza y certezas. La Palabra de Dios y el Magisterio de la tradición viva de la Iglesia son puntos irrenunciables de referencia no sólo para la enseñanza del Obispo sino también para su gobierno pastoral. El buen gobierno exige al Obispo que busque personalmente con todas sus fuerzas la verdad y que se comprometa a perfeccionar su enseñanza y a cuidar no tanto la cantidad sino, más bien, la calidad de sus pronunciamientos. De esta forma, evitará el riesgo de adoptar soluciones pastorales que sean solamente formales y que no respondan a la esencia y a la realidad de los problemas. La pastoral será auténtica en la medida que se apoye en la verdad. El obispo no deja de ser sacerdote, al contrario, tendrá el sacerdocio en plenitud y por la potestad sacra de que goza, forma y dirige el pueblo sacerdotal, confecciona el sacrificio eucarístico in persona Christi y lo ofrece a Dios en nombre de todo el pueblo. Los fieles, en cambio, en virtud de su sacerdocio regio, concurren a la ofrenda de la Eucaristía y lo ejercen en la recepción de los sacramentos, en la oración y la acción de gracias, mediante el testimonio de una vida santa, en la abnegación y caridad operante. (Cf. AS 4). El obispo también está llamado a ser pastor y padre: Cristo Buen Pastor indica al Obispo la cotidiana fidelidad a la propia misión, la total y serena entrega a la Iglesia, la alegría de conducir al Señor el Pueblo de Dios que se le confía y la felicidad de acoger en la unidad de la comunión eclesial a todos los hijos de Dios dispersos (cf. Mt 15, 24; 10, 6). En la contemplación de la imagen evangélica del Buen Pastor, el Obispo encuentra el sentido del don continuo de sí, recordando que el Buen Pastor ha ofrecido la vida por el rebaño (cf. Jn 10, 11) y ha venido para servir y no para ser servido (cf. Mt 20, 28);(9) así como encuentra también la fuente del ministerio pastoral, por lo que las tres funciones de enseñar, santificar y gobernar deben ser ejercitadas con las notas características del Buen Pastor. Para desempeñar, por tanto, un fecundo ministerio episcopal, el Obispo está llamado a configurarse con Cristo de manera muy especial en su vida personal y en el ejercicio del ministerio apostólico, de manera que el “pensamiento de Cristo” (1 Co 2, 16) penetre totalmente sus ideas, sentimientos y comportamiento, y la luz que dimana del rostro de Cristo ilumine “el gobierno de las almas que es el arte de las artes”.(10) Este empeño interior aviva en el Obispo la esperanza de recibir de Cristo, que vendrá a reunir y a juzgar a todas las gentes como Pastor universal (cf. Mt 25, 31-46), la “corona de gloria que no se marchita” (1 P 5, 4). Esta esperanza guiará al Obispo a lo largo de su ministerio, iluminará sus días, alimentará su espiritualidad, nutrirá su confianza y sostendrá su lucha contra el mal y la injusticia, en la certeza de que, junto con sus hermanos, contemplará el Cordero inmolado, el Pastor que conduce a todos a las fuentes de la vida y de la felicidad de Dios (cf. Ap 7, 17). (AS 2).
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El episcopado:
Historia, Fundamento y Sacramentalidad
Por último quisiera destacar algunas palabras que el Papa Francisco ha dirigido a los obispos de España y creo ilumina la esencia y tarea de los mismos: “A los obispos se les confía la tarea de hacer germinar estas semillas con el anuncio valiente y veraz del evangelio, de cuidar con esmero su crecimiento con el ejemplo, la educación y la cercanía, de armonizarlas en el conjunto de la «viña del Señor», de la que nadie puede quedar excluido. Por eso, queridos hermanos, no ahorréis esfuerzos para abrir nuevos caminos al evangelio, que lleguen al corazón de todos, para que descubran lo que ya anida en su interior: a Cristo como amigo y hermano. No será difícil encontrar estos caminos si vamos tras las huellas del Señor, que «no ha venido para que le sirvan, sino para servir» (Mc 10,45); que supo respetar con humildad los tiempos de Dios y, con paciencia, el proceso de maduración de cada persona, sin miedo a dar el primer paso para ir a su encuentro. Él nos enseña a escuchar a todos de corazón a corazón, con ternura y misericordia, y a buscar lo que verdaderamente une y sirve a la mutua edificación”. (Discurso del Papa Francisco a los Obispos españoles, 3 de marzo de 2014). Diác. Darío Francisco Torres Rodríguez 4 de teología
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El episcopado según el derecho Canónico y el Catecismo de la Iglesia La Iglesia es en el mundo extensión temporal y espacial de la misión realizada por Cristo al ser enviado a nosotros. La misión de esta comenzó en el momento mismo en que el Señor “Subió al monte, llamó a los que él quiso; e instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar” (Cfr. Mc 3, 13-15). Pero, ¿qué pasaría tiempo después cuando, una vez ya ascendido Cristo a los cielos, los apóstoles, transcurrido el tiempo de su predicación, fueran dejando esta vida por la limitación misma de la naturaleza humana? ¿Se interrumpiría la misión encomendada a los apóstoles? La sabiduría de Dios no tiene medida y su providencia no nos abandona. Fruto de esta fue, y sigue siendo, la sucesión apostólica, mediante la cual seguimos recibiendo de modo integérrimo el tesoro del mensaje, la gracia y el amor de Dios. Muestra de esto son las palabras de Catecismo de la Iglesia Católica y el Código de Derecho Canónico, textos que analizaremos en el presente artículo. El mensaje de Cristo fue conservado pues mediante la sucesión apostólica, es decir, mediante los sucesores que los mismos apóstoles constituyeron desde un inicio: “Para que este Evangelio se conservara siempre vivo y entero en la Iglesia, los apóstoles nombraron como sucesores a los obispos, `dejándoles su cargo en el magisterio’” (CEC 77) De tal manera que son los obispos quienes, en primer lugar, continúan con la misión de Cristo en la tierra. Según el mismo código “Los Obispos, que por institución divina son los sucesores de los Apóstoles en virtud del Espíritu Santo que se les ha dado, son constituidos como Pastores en la Iglesia para que también ellos sean maestros de la doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros para el gobierno.” (CIC c. 375) Este canon, conocido como canon capital por proveer de una definición dogmática respecto Al tema a tratar en la sección, menciona los aspectos fundamentales de esta realidad eclesial: su institución divina, la finalidad de la misma en cuanto a constituidora de pastores y el triple ministerio que dimana de esta constitución. En este momento podemos afirmar que la institución episcopal responde a la contingencia del organismo eclesial en cuanto a sus miembros, pero que se encuentra en tensión hacia la eternidad en cuanto a su cabeza que es Cristo. Es necesario hablar de la Iglesia para hablar de los obispos y viceversa. Al referir esto pueden desprenderse del episcopado y de la Iglesia dos consecuencias importantes: su ser signo de comunión y su triple función ministerial. En cuanto a su ser signo de comunión dice el catecismo que “Cristo, al instituir a los Doce, “formó una especie de Colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él”. “Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás Apóstoles forman un único Colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los Apóstoles “ (CEC 880) Declarando con esto la unidad constitutiva de la Iglesia estrechamente relacionada con la unidad del colegio episcopal. Ya lo declararía el Código: “Así como, por determinación divina, San Pedro y los demás Apóstoles constituyen un Colegio, de igual modo están unidos entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los Obispos, sucesores de los Apóstoles.” (CIC c. 330).
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El episcopado según el derecho Canónico y el Catecismo de la Iglesia Fruto de esta unión del colegio episcopal es la comunión eclesiástica que se da cuando los fieles están en comunión con sus respectivos obispos: “Están plenamente incorporados a la sociedad que es la Iglesia aquellos que, teniendo el Espíritu de Cristo, aceptan íntegramente su constitución y todos los medios de salvación establecidos en ella y están unidos, dentro de su estructura visible, a Cristo, que la rige por medio del Sumo Pontífice y de los obispos…” (CEC 837). Cabe recalcar la necesidad de la comunión episcopal, en primer lugar, con el Papa, sin el cual no puede darse la unión colegial: “El Colegio Episcopal, cuya cabeza es el Sumo Pontífice y del cual son miembros los Obispos en virtud de la consagración sacramental y de la comunión jerárquica con la cabeza y miembros del Colegio, y en el que continuamente persevera el cuerpo apostólico, es también, en unión con su cabeza y nunca sin esa cabeza, sujeto de la potestad suprema y plena sobre toda la Iglesia.” (CIC c. 336) Otro aspecto fundamental en la institución episcopal es la realización del triple ministerio llevado a cabo por Jesús en su vida pública, ministerio por el cual la Iglesia: “sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los apóstoles hasta la vuelta de Cristo gracias a aquellos que les suceden en su ministerio pastoral: el colegio de los obispos.” (CEC 857) El ministerio de la enseñanza se realiza, en primer lugar, en la transmisión íntegra del mensaje evangélico predicado por el mismo Señor Jesús. Esto se realiza de modo colegial: “El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escritura, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo” (DV 10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma. (CEC 85) Esto se dice en cuanto a su capacidad, pero no solo son capaces de interpretar auténticamente el mensaje de salvación, sino que también es esta su obligación: “Los obispos con los presbíteros, sus colaboradores, tienen como primer deber el anunciar a todos el Evangelio de Dios, según la orden del Señor. Son los predicadores del Evangelio que llevan nuevos discípulos a Cristo. Son también los maestros auténticos, por estar dotados de la autoridad de Cristo” (CEC 888) Como auxilio de esta obligación está la gracia divina que lleva a su realización, la misma que es razón para que los fieles se adhieran a las enseñanzas dimanadas de este acto magisterial: “La asistencia divina es también concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando enseñan en comunión con el sucesor de Pedro (y, de una manera particular, al obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque, sin llegar a una definición infalible y sin pronunciarse de una manera definitiva, proponen, en el ejercicio del magisterio ordinario, una enseñanza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelación en materia de fe y de costumbres. A esta enseñanza ordinaria, los fieles deben adherirse con espíritu de obediencia religiosa que, aunque distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él.” (CEC 892) El segundo ministerio es el de la santificación de la comunidad que se lleva a cabo mediante la administración de los sacramentos. El obispo es el principal encargado en cuanto a que es figura de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote: “El obispo es el administrador de la gracia del sumo sacerdocio, en particular en la Eucaristía que él mismo ofrece, o cuya oblación asegura por medio de los presbíteros, sus colaboradores. Porque la Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia particular.
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El episcopado según el derecho Canónico y el Catecismo de la Iglesia El obispo y los presbíteros santifican la Iglesia con su oración y su trabajo, por medio del ministerio de la palabra y de los sacramentos. La santifican con su ejemplo, no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey. Así es como llegan a la vida eterna junto con el rebaño que les fue confiado. (CEC 893) Este importantísimo ministerio es la fuente y el culmen de su vida apostólica pues en él es donde se realiza actualmente la Gracia divina en las diferentes acciones concretas que realizó Jesús. Es el obispo quien in persona christi alimenta, perdona los pecados, lleva a renacer a la vida nueva, entre otras acciones sacramentales. Por último, pero no por esto menos importante, se encuentra el ministerio del gobierno, también conocido como el servicio: “La única Iglesia de Cristo..., Nuestro Salvador, después de su resurrección, la entregó a Pedro para que la pastoreara. Le encargó a él y a los demás apóstoles que la extendieran y la gobernaran... Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él”. (CEC 816) En esto encontramos el fundamento de la autoridad episcopal, en que fue Cristo mismo quien depositó su confianza y su potestad en aquellos a quienes llamó. La finalidad de esta guía no es otra que la conducción de la barca de Pedro al lugar donde el Maestro ha señalado: “Los obispos, como vicarios y legados de Cristo, gobiernan las Iglesias particulares que se les han confiado, no sólo con sus proyectos, con sus consejos y con ejemplos, sino también con su autoridad y potestad sagrada, que deben, no obstante, ejercer para edificar con espíritu de servicio que es el de su Maestro (CEC 894). Cabe destacar que esta potestad es propia y no vicaria, es decir que se tiene en cuanto que ese es obispo, no como una especie de representante del Papa: “Esta potestad, que desempeñan personalmente en nombre de Cristo, es propia, ordinaria e inmediata. Su ejercicio, sin embargo, está regulado en último término por la suprema autoridad de la Iglesia. Pero no se debe considerar a los obispos como vicarios del Papa, cuya autoridad ordinaria e inmediata sobre toda la Iglesia no anula la de ellos, sino que, al contrario, la confirma y tutela. Esta autoridad debe ejercerse en comunión con toda la Iglesia bajo la guía del Papa. (CEC 895) Por último es importante señalar que esta autoridad se ha de realizar no con tiranía ni como un simple jefe, sino como padre y pastor, a figura del mismo Cristo quien era cercano a sus ovejas, sobre todo a las más necesitadas: “El Buen Pastor será el modelo y la “forma” de la misión pastoral del obispo. Consciente de sus propias debilidades, el obispo “puede disculpar a los ignorantes y extraviados. No debe negarse nunca a escuchar a sus súbditos, a los que cuida como verdaderos hijos ... Los fieles, por su parte, deben estar unidos a su obispo como la Iglesia a Cristo y como Jesucristo al Padre” (CEC 896) En conclusión hemos de decir que el triple ministerio episcopal se realiza en seguimiento de la misión de Cristo encargada a los apóstoles, quienes a su vez fueron sucedidos por los obispos, formando una cadena interminable desde Jesús hasta nuestra actualidad. Diac. Eduardo Meza Guerrero 4 de teología
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Origén, funciones y símbolos episcopales “Porque no abandonas nunca a tu rebaño, sino que, por medio de los santos pastores, lo proteges y conservas, y quieres que tenga siempre por guía la palabra de aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo dio la misión de anunciar el Evangelio” (Misal Romano, Prefacio de los apóstoles). Ahora bien, estos son los signos que se otorgan al Obispo en su ordenación episcopal: 1) El anillo, signo de su desposorio con la Iglesia particular (la diócesis) a la cual sirve (la comunidad de los bautizados). 2) El pectoral (cruz sobre el pecho), signo de que Jesús debe estar en su interior y ser el dueño de su corazón para representarlo. 3) El báculo, signo del pastor que es solícito con sus ovejas para guiarlas y protegerlas del pecado. 4) La cátedra, signo del Maestro del Evangelio, lugar desde el cual preside el culto y dirige la oración. 5) El solideo, por el cual sólo a Dios (“soli Deo”) da la gloria. 6) La mitra, antiguo signo de dignidad entre los romanos, pero que en él representa su contacto experiencial con Dios. El obispo es, en definitiva, el primer catequista o evangelizador en su diócesis, el primer liturgo o el que que anima el culto y la oración, principalmente a través de los sacramentos y el primer servidor de la unidad de los fieles. Finalmente, en el Documento Conclusivo de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida, los obispos dicen de sí mismos, lo siguiente en los números 186-188: Los obispos, como sucesores de los apóstoles, junto con el Sumo Pontífice y bajo su autoridad, con fe y esperanza, hemos aceptado la vocación de servir al Pueblo de Dios, conforme al corazón de Cristo Buen Pastor.
Junto con todos los fieles y en virtud del bautismo, somos, ante todo, discípulos y miembros del Pueblo de Dios. Como todos los bautizados, y junto con ellos, queremos seguir a Jesús, Maestro de vida y de verdad, en la comunión de la Iglesia. Como Pastores, servidores del Evangelio, somos conscientes de ser llamados a vivir el amor a Jesucristo y a la Iglesia en la intimidad de la oración, y de la donación de nosotros mismos a los hermanos y hermanas, a quienes presidimos en la caridad. Es como dice san Agustín: con ustedes soy cristiano, para ustedes soy obispo. El Señor nos llama a promover por todos los medios la caridad y la santidad de los fieles. Nos empeñamos para que el pueblo de Dios crezca en la gracia mediante los sacramentos presididos por nosotros mismos y por los demás ministros ordenados. Estamos llamados a ser maestros de la fe y, por tanto, a anunciar la Buena Nueva, que es fuente de esperanza para todos, a velar y promover con solicitud y coraje la fe católica. En virtud de la íntima fraternidad, que proviene del sacramento del Orden, tenemos el deber de cultivar de manera especial los vínculos que nos unen a nuestros presbíteros y diáconos. Servimos a Cristo y a la Iglesia mediante el discernimiento de la voluntad del Padre, para reflejar al Señor en su modo de pensar, de sentir, de hablar y de comportarse en medio de los hombres. En síntesis, los obispos hemos de ser testigos cercanos y gozosos de Jesucristo, Buen Pastor (cf. Jn 10, 1-18). Los Obispos, como pastores y guías espirituales de las comunidades a nosotros encomendadas, estamos llamados a “hacer de la Iglesia una casa y escuela de comunión”. Como animadores de la comunión, tenemos la misión de acoger, discernir y animar carismas, ministerios y servicios en la Iglesia. Como padres y centro de unidad, nos esforzamos por presentar al mundo un rostro de la Iglesia en la cual todos se sientan acogidos como en su propia casa. Para todo el Pueblo de Dios, en especial para los presbíteros, buscamos ser padres, amigos y hermanos, siempre. David Jasso Ramírez 2 de teología
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Proceso y elección para un Obispo
En el marco de la alegría que está viviendo y sintiendo nuestra Arquidiócesis de Monterrey, al hacerse pública la noticia de que Dios ha llamado a dos presbíteros hijos suyos, para que ejerzan el ministerio episcopal en su Iglesia de Monterrey. Nos ocuparemos de reflexionar acerca de la realidad de la presencia de los Obispos en la Iglesia, propiamente nos enfocaremos en conocer de una manera sencilla los requisitos para llegar a ser Obispo, así mismo, conoceremos el proceso de elección de los mismos. Para ubicarnos en un contexto amplio, se debe tomar en cuenta que dentro del sacramento del Orden Sacerdotal o como también se le llama Orden Sagrado, existen tres grados, el primero de ellos es el Episcopado, son aquellos que tienen la plenitud del sacerdocio de Cristo, sucesores de los Apóstoles (a los que llamamos por lo general Obispos). El segundo, y el más conocido de algún modo por todos, es el Presbiterado (a los que llamamos sacerdotes de ordinario) y por último, encontramos el grado del diaconado (servidores). Cada grado sacerdotal conlleva en su vivencia algunas funciones específicas, a saber: En el Episcopado, las principales funciones que conocemos son: maestros de la doctrina católica (forman parte del Magisterio de la Iglesia), velar por el cuidado de la diócesis que se les encomienda, especialmente tenga peculiar solicitud por los presbíteros (C: 384). Al tener la plenitud del sacerdocio de Cristo, el Obispo tiene la potestad de celebrar los siete sacramentos de nuestra Iglesia. Las principales tareas que realiza el presbítero son: anunciar el Evangelio de Dios en la predicación y santificar al pueblo en la celebración de los sacramentos, especialmente, el Bautismo, la Reconciliación, la Eucaristía, el Matrimonio y la Unción de los enfermos. Y lo que caracteriza fuertemente al orden del diaconado es: la virtud del servicio, especialmente en las acciones litúrgicas, así mismo, tienen la potestad de celebrar el Bautismo y el sacramento del Matrimonio. En esta ocasión, y después de haber detallado de una manera muy sencilla y breve las funciones dentro del Orden Sagrado, quisiera detenerme en responder a la pregunta inicial de este escrito. ¿Cuáles son los requisitos y cómo es el proceso para la elección de un Obispo? Encontramos en algunos documentos de nuestra amada Iglesia, muchos elementos que nos ayuden a responder esta cuestión.
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Proceso y elección para un Obispo De primer momento, el Código de Derecho Canónico menciona que: “los Obispos, que por institución divina son los sucesores de los Apóstoles en virtud del Espíritu Santo que se les ha dado, son constituidos como Pastores en la Iglesia para que también ellos sean maestros de la doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros para el gobierno”. (CIC. C. 375). El proceso que se lleva a cabo en nuestra Iglesia católica para elegir a un presbítero al grado del Episcopado es el siguiente: el Sumo Pontífice nombra libremente a los Obispos o confirma a los que han sido legítimamente elegidos. Para esto; al menos cada tres años, los Obispos de la provincia eclesiástica, o donde así lo aconsejen las circunstancias, los de la Conferencia Episcopal, deben elaborar de común acuerdo y bajo secreto una lista de presbíteros, también de entre los miembros de institutos de la vida consagrada, que sean considerados más idóneos para el Episcopado. Posterior a esto, han de enviar esa lista a la Sede Apostólica (C. 377). Y a no ser que se establezca legítimamente de otra manera, cuando se ha de nombrar un Obispo diocesano, se ha de proponer a la Sede Apostólica una terna de presbíteros considerados idóneos, corresponde al legado pontificio investigar separadamente y comunicar a la misma Sede Apostólica, juntamente con su opinión lo que sugiera el Arzobispo, así como el presidente de la Conferencia Episcopal (cfr. C. 377). De igual manera, el Código de Derecho Canónico de nuestra Iglesia brinda las pautas o elementos para la elección de aquél presbítero que será ordenado Obispo. “Para la idoneidad de los candidatos al Episcopado se requiere que el interesado sea: Insigne por la firmeza de su fe, buenas costumbres, piedad, celo por las almas, sabiduría, prudencia virtudes humanas, y dotado de las demás cualidades que le hacen apto para ejercer el oficio de que se trata De buena fama Que tenga al menos treinta y cinco años Ordenado presbítero desde hace al menos cinco años Doctor o al menos licenciado, en Sagrada Escritura, teología o derecho canónico por un Instituto de estudios superiores aprobado por la Sede Apostólica, o al menos verdaderamente experto en esas disciplinas. Por último, el juicio definitivo sobre la idoneidad del candidato le corresponde a la Sede Apostólica”. Entre otros muchos aspectos, en este pequeño escrito, tuvimos la oportunidad de conocer sencillamente algunos elementos del proceso para la elección de los Obispos. Sigamos esperando como Iglesia y con una actitud de fe y oración, la tan esperada ordenación episcopal de nuestros nuevos dos Obispos Auxiliares de nuestra Diócesis de Monterrey. Ángel Josué Loredo García 2 de teología
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Sentido y fin del Episcopado Pablo, Apóstol, no por designación de los hombres ni por mediación humana alguna, sino por Jesucristo y Dios Padre, que le resucito de entre los muertos… (Gal 1,1) Estas palabras de la Sagrada Escritura nos hacen remembranza quien ha llamado a Pablo y leemos que este es consiente de lo que realiza, así como de su misión apostólica. Mis queridos hermanos, es a partir del sentido y fin del episcopado que quiero reflexionar ya que los Apóstoles (Obispos) están en medio de nosotros. Es por lo tanto conveniente comprender un poco su misión en la iglesia y como esta nos incumbe a cada uno de nosotros. Cristo ha instituido en su iglesia una potestad sagrada de la que no todos pueden participar, sino solo aquellos a los que instituye jurídicamente (esto de manera visible) y han sido llamados a gobernar la Iglesia en nombre de Jesucristo. Como bien sabemos en la Iglesia hay diversidad de ministerios (se refiere a la forma de participar en la misión de la Iglesia), el Obispo en este caso es cabeza de la Iglesia Peregrinante, es decir de todo el pueblo de Dios y al cual pertenecemos todos los bautizados. Todos en la Iglesia tenemos potestad, es decir, gobernamos nuestras vidas, somos miembros de una comunidad parroquial e incluso ayudamos en algunas tareas como: dar catecismo o participar en algún consejo parroquial. A esto se le llama potestad eclesiástica y ha sido instituida de cara al ministerio por Cristo Señor Nuestro; a ella le pertenece la esencia de la Iglesia y fundamenta la estructura jerárquica, es decir, la jerarquía y que tiene su lugar teológico en la dimensión de la Iglesia como signo sacramental.
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Sentido y fin del Episcopado Muchas veces hemos escuchado que formamos parte del cuerpo místico de Cristo y que Él es la cabeza. Cristo se halla representado por el Papa, por lo tanto es cabeza, es decir el Papa es cabeza de la Iglesia Peregrinante y a su vez los Obispos de cada una de sus Iglesias Particulares (Diócesis). <<El romano pontífice, como sucesor de Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, así de los obispos como de la multitud de los fieles. Del mismo modo cada obispo es el principio y fundamento visible de unidad en su Iglesia particular, formada a imagen de la Iglesia universal; y de todas las Iglesias particulares queda integrada la única Iglesia católica. Por esto cada obispo representa a su Iglesia, tal como todos ellos a una con el papa representan toda la Iglesia en el vínculo de la paz, del amor y de la unidad>> (Concilio Vaticano II, De Eccl. No. 23, l). Habiendo puesto de cara algunos elementos aclaratorios, podemos decir que el sentido último o la finalidad del Papa junto con los Obispos, es el haber sido elegidos como instrumentos sacramentales para representar a Nuestro Señor Jesucristo que es cabeza de la Iglesia y que se hace visible en estos. El Concilio Vaticano dice: <<En la persona, pues, de los Obispos, a quienes asisten los presbíteros, el Señor Jesucristo, Pontífice supremo, está presente en medio de los fieles. Porque, sentado a la diestra del Padre, no está ausente la congregación de sus pontífices sino que, principalmente a través de su servicio eximio, predica la palabra de Dios a todas las gentes y administra continuamente los sacramentos de la fe a los creyentes[…] (Lumen Gentium 21). Como mencionábamos en la cita a los Gálatas donde habla San Pablo Apóstol sobre quien lo ha elegido y implícitamente encontramos su misión; podemos deducir que los Obispos son herederos también de esta misma misión que fue encomendada a San Pablo. <<Para realizar estos oficios tan excelsos, los Apóstoles fueron enriquecidos por Cristo con una efusión especial del Espíritu Santo, que descendió sobre ellos (cf. Hch 1,8; 2,4; Jn 20,22-23), y ellos, a su vez, por la imposición de las manos, transmitieron a sus colaboradores este don espiritual (cf. 1 Tm 4,14; 2 Tm 1,6-7), que ha llegado hasta nosotros en la consagración episcopal […] (Lumen Gentium 21). A manera de conclusión, los obispos son aquellos pastores que nos llevan a esas praderas verdes de nuestra existencia humana y que por medio de su ministerio nos alcanzan a cada uno de nosotros la salvación. He ahí el verdadero sentido que encontramos el de guiar al pueblo de Dios así como lo haría el mismísimo Jesucristo y debido a esto es de nuestra incumbencia ya que por su asistencia nos acercamos a Cristo cabeza de la Iglesia Universal. Alan Lorenzo Sánchez Valencia 1ero de Teología.
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Obispos Auxiliares
ARQUIDIÓCESIS DE MONTERREY EN MISIÓN PERMANENTE
La Vocación Sacerdotal
El Concilio Vaticano II ofreció una detallada teología del ministerio episcopal, que está marcada profundamente por la comprensión que el Concilio tenía de la Iglesia como comunidad. El punto de partida es la afirmación fundamental de que la Iglesia de Cristo “está verdaderamente presente en todas las legítimas comunidades locales de fieles, unidas a los pastores. Estas, en el Nuevo Testamento, reciben el nombre de Iglesias, ya que son, en efecto, en su lugar el nuevo Pueblo que Dios llamó en el Espíritu Santo” (LG 26). En esta imagen de la Iglesia, que presenta el Concilio Vaticano II, el Obispo desempeña un papel decisivo. Por medio de él se congregan, siempre en unidad, la pluralidad de personas, carismas, pastorales, secretariados, departamentos, comisiones y dimensiones, que con energía y movimiento proactivo constituyen la Iglesia local, y se mantienen unidas en una combinación comunitaria de manos que trabajan en la construcción del cuerpo místico de Cristo.
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Visión Pastoral de Mons. Rogelio Cabrera sobre la Pastoral Vocacional Y así, nuestro Obispo Mons. Rogelio Cabrera López, según la concepción del Concilio Vaticano II y en un contexto vocacional, ha sido signo y testimonio de frutos vocacionales, pues ha asumido su papel de promotor vocacional como bien lo afirma el Plan Nacional de Pastoral Vocacional: “Los primeros responsables de la Pastoral Vocacional por ministerio, por cargo o autoridad son los Obispos en su Iglesia particular” (PNPV 335). Y cabe destacar que ha asumido ese encomienda, no como una carga o una imposición, sino como una preocupación por sus sucesores. Con ello, sigue un vestigio que se encuentra ya en el Nuevo Testamento, donde se indica que el ministro debe preocuparse de tener un sucesor en su ministerio (Cf. 2 Tim. 2, 2). Basta con voltear a ver el Centro Vocacional para darnos cuenta, no por nuestras palabras, sino por las acciones de nuestro Obispo, del gran espíritu vocacional que posee a favor del aumento y perseverancia de todas las vocaciones. Pasar de un sacerdote de tiempo completo a tres, con el firme decreto de aumentarlo a cuatro, de tal manera que pueda extenderse la promoción vocacional a todas las parroquias, movimientos, grupos, colegios y pastorales, a tal grado de llegar a decir, no sólo pretendemos vocacionalizar las parroquias, sino que verdaderamente acometemos dar frutos de santidad en una diócesis vocacionalizada. Vocacionalizar la diócesis es una tarea que Mons. Rogelio ha tomado en serio.
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Visión Pastoral de Mons. Rogelio Cabrera sobre la Pastoral Vocacional Consecuencia de la especial atención que Mons. Rogelio ha tenido con el trabajo pastoral del Centro Vocacional, ha sido la clara conciencia, que se comienza tener, de formar una comunidad de llamados-llamantes, es decir, se percibe que tanto obispos, como presbíteros, consagrados y laicos, están asumiendo su responsabilidad en la promoción vocacional. Y eso es sólo un signo de la eclesialidad en la que nuestro pastor nos llama a trabajar.
Sólo nos resta decir que “la mies es mucha y los obreros pocos” (Mt. 9,37), por tanto es deber nuestro el seguir orando por el aumento, perseverancia y santificación de todas las vocaciones ya que “toda vocación se da a favor de la comunidad, por ello la comunidad eclesial bajo la guía pastoral del obispo, es responsable de la promoción, acompañamiento y maduración de las vocaciones” (PNPV 457). Pbro. Óscar Tamez Villarreal Centro Vocacional de Monterrey
50 años promoviendo vocaciones
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Cuentanos tu Vocación Mons. Juan Armando Pérez Talamantes. La iglesia de monterrey se llena de alegría por la gratitud a Dios, porque el santo padre, el Papa Francisco, nombro a dos nuevos Obispos auxiliares que fortalecerán el trabajo pastoral de nuestra iglesia. Los nuevos Obispos auxiliares, han sido elegidos de nuestro presbiterio de Monterrey. Uno de nuestros Obispos auxiliares es Mons. Juan Armando Pérez Talamantes, hasta hace algunos meses, Vicario Episcopal de la Zona X y Párroco de San Francisco de Asís en N, L. Ha sido nombrado como Obispo titular de Auzagera y auxiliar de Monterrey. Conozcamos más de él, Mons. Juan Armando Pérez Talamantes, nació el 12 de Octubre de 1970 en el seno de una familia católica la cual erradicaba en Santa Catarina, Nuevo León, sus padres Armando Pérez García y Ma. Del Rosario Talamantes Vargas, fueron los grandes ejemplos y maestros en la fe del ahora Obispo auxiliar. Es el mayor de tres hermanos, entre los cuales se encuentra su hermano menor, Eduardo Pérez Talamantes, quien es también sacerdote de nuestra Arquidiócesis.
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Cuentanos tu Vocación Erradicó en la colonia López Mateos, perteneciendo a la comunidad parroquial de La Natividad del Señor, en el ya mencionado municipio de Santa Catarina. Estudió en la primaria Pedro J. Méndez desde el año 1976 hasta el año 1982, destacándose como un niño tranquilo e inteligente, luego de 1982 a 1985 estudio en la secundaria técnica número 32, en Máquinas y Herramientas. Después de terminada al secundaría ingreso a la Preparatoria de la UANL número 23, también en Santa Catarina donde perteneció a la generacion1985 – 1987. Ya a los 17 años de edad, el año 1987, ingreso a la Facultad de Ingeniería Mecánica de la UANL, la cual dejo al año de haber ingresado (1988). Fue en el año de 1988 cuando Mons. Armando recibe la invitación por parte de un tío paterno de integrarse a la formación sacerdotal, Dios no se hizo esperar y en ese mismo año se integró a la formación en el Pontificio Seminario Conciliar de Durango, donde realizó sus estudios de Filosofía y Teología, en el año 1994 Dios le permitió transferirse al Seminario de Monterrey, mismo en el cual concluyo sus estudios. El día 12 de enero de 1997, el Cardenal Adolfo Suarez Rivera lo instituyo en el orden diaconal, y el mismo cardenal unos meses más tarde, el 15 de Agosto del mismo año, lo ordenó sacerdote para la iglesia de Monterrey. Su primer destino fue como vicario de la parroquia San Isidro Labrador, en la cual se desempeñó por un corto tiempo ya que en el periodo de los años 1997 – 2000 fue transferido a diversas comunidades parroquiales como lo son: San Antonio de Padua, La Natividad del Señor y nuevamente San Isidro Labrador. Ya en el año 2001 el Cardenal Suarez Rivera lo envió como Director Espiritual del Seminario de Monterrey, en el instituto de Filosofía.
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Cuentanos tu Vocación En el año 2002 se el encomienda la tarea de ir a Roma a estudiar una licenciatura en Filosofía, la cual obtiene por la Pontificia Universidad Gregoriana, al cabo de dos años y después de haber obtenido su licenciatura, regresa a México ahora como encargado de disciplina del Seminario de Monterrey, en el cual se desempeña un año como encargado general del Instituto (2004 -2005) y luego como Prefecto de Estudios del instituto de Filosofía en el periodo del 2005 al 2010, desde que regreso de Roma, hasta la fecha, Mons. Armando Pérez ha sido maestro de nuestro seminario, fue el quien ayudó a lograr una integración la carrera de Filosofía y Teología a la Secretaria de Educación Publica, para así tener validez académica, siendo así el primer director del Instituto de Estudios Humanísticos Sede de la Sabiduría (IEHSS), mismo que dirigió hasta el año 2010
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Cuentanos tu Vocación E n e s te m ism o a ñ o ( 2010) el en ese ent on c e s Arzobispo de Monterrey el Cardenal Francisco Robles le encomendó la comunidad de La Sagrada Familia en Apodaca, misma de la cual fue el primer párroco, en la cual tomó protesta como primer párroco, en la erección parroquial el día 14 de Agosto de 2010. Luego de tres años de ser párroco de la Sagrada Familia, el actual Arzobispo de Monterrey, Don Rogelio Cabrera, lo nombró párroco de la Iglesia de San Francisco de Asís en la cabecera municipal de Apodaca, Nuevo León (2013), fue nombrado también como Vicario Episcopal de la zona Pastoral X de Monterrey. Se desempeñó como Párroco y Vicario Episcopal hasta que el día, 22 de Marzo del presente año, Su santidad, el Papa Francisco, lo nombro Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey, asignándole la Sede Titular de Auzegera. Juan Yosimar Moreno Saucedo 1 de teología
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Cuentanos tu Vocación El padre Alfonso Gerardo Miranda Guardiola, o como también le decimos de cariño: Padre Poncho, en el Templo de San Maximiliano María Kolbe desempeño el oficio como rector durante 8 años y 8 meses. Su llegada ya era una bendición para San Max, pero nuestro Señor nos quiso bendecir mucho más, al fijarse en esta pequeña comunidad. Dios, por medio del Papa Francisco, lo nombra, El 22 de marzo de 2014 como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey, asignándole la Sede Titular de Idicra. Ese mismo día, en la Misa de 7 de la Tarde en el templo de San Max, una niña en silla de ruedas le impulso el solideo al nuevo obispo, un hermoso gesto de humildad y bondad, características de un pastor fiel al Señor. Sorpresa para todos y sentimientos encontrados. Por un lado una gran felicidad por su nombramiento episcopal y la bendición de ser un sucesor de los Apóstoles; por otro lado, la tristeza de la partida de la comunidad, donde tanto bien ha hecho para conducirnos hacia Dios. Estas emociones se manifestaron en él y en la comunidad en la Misa de acción de gracias en San Maximiliano el 20 de abril del 2014, día de Pascua del Señor, donde lo despedíamos y orábamos para que Dios le dé fortaleza y sabiduría en mi nueva misión, el momento más emotivo fue al final de la celebración, cuando se ahorrillo enfrente de los files y les pidió la bendición. La llegada de un nuevo obispo, joven y dinámico, para ayudar a apacentar al Pueblo de Dios que camina de Monterrey, se reflejara por su espíritu de entrega, pues Monseñor Miranda le entrego su vida a Cristo y prueba de esto, es haber aceptado este nuevo ministerio, recibiendo la plenitud del sacerdocio y asemejarse más a Cristo buen Pastor. Monseñor Alfonso tiene la bandera de la ternura de Dios, que en cada Eucaristía no perdía la oportunidad de predicar, sensibilizándonos con los más necesitados y pobres, exhortaba a todos tener un lugar en la Iglesia, nadie se sintiera excluido, que todos estemos unidos en el amor y en el abrazo de Dios.
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Cuentanos tu Vocación El Padre Poncho Nació el 6 de julio de 1966 en Monterrey, Nuevo León. Es hijo de Ildefonso Miranda Miranda y de María del Carmen Guardiola Parra. Es el primero de 4 hermanos. Pertenecía a la Parroquia de la Sagrada Familia en San Nicolás de los Garza donde trabajaba activamente en los grupos parroquiales y sintió el llamado de Dios. Formación Académica: Estudió la Primaria en la Escuela Belisario Domínguez (San Nicolás de los Garza, N.L.) de 1972 al 1978. La Secundaria en la Escuela Secundaria Jaime Nuno (San Nicolás de los Garza, N.L.) de 1978 a 1981. La Preparatoria en la No. 7 UANL (San Nicolás de los Garza, N.L.) de 1981 a 1983. Obtuvo el título de Ingeniero Industrial Administrador, en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León, de 1983 a 1987. Trabajó como Ingeniero profesional en la Industria Empresarial de Monterrey, de 1987 a 1989.
Ingresó al Seminario Mayor de Monterrey el 13 de agosto de 1989 a 1994. Posteriormente continuó estudios de Teología en la Pontificia Universidad de México, de 1994 a 1998. Recibió la Ordenación Diaconal el 14 de agosto 1997, en la Basílica del Roble, en Monterrey. Fue Ordenado Sacerdote el 15 de agosto de 1998, por el Cardenal Adolfo A. Suárez Rivera, en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en Monterrey N.L. Obtiene la Licenciatura en Teología Moral, en la Pontificia Universidad de México de 1998 a 1999.
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Cuentanos tu Vocación
Cargos ejercidos al servicio de la Arquidiócesis: De 1999 al 2000 es Prefecto de Disciplina y de Estudios del Seminario Menor de Monterrey. A la vez, sirve como Capellán de la Comunidad Pías Discípulas del Divino Maestro. Del 2001 al 2002 es Administrador de la Casa del Seminario Mayor. Del 2000 al 2002 es Prefecto de Disciplina de una División del Instituto de Teología. A la vez, Capellán de la Oblatas de Jesús Sacerdote en el Seminario de Monterrey. Del 2002 al 2005 es Vicario Parroquial en la Parroquia y Santuario de Nuestra Señora de Fátima, en Garza García, Nuevo León. Del 2005 hasta el 20 de abril del 2014 era el Canciller de la Curia Arzobispal de Monterrey. Del 2005 hasta el 20 de abril del 2014 ha servido como Rector del Templo de San Maximiliano María Kolbe de Monterrey y director del Archivo Histórico Arquidiocesano. Del 2009 hasta el 20 de abril del 2014, ha sido Asesor de la Pastoral para los Divorciados, y Asesor del Movimiento Retrouvaille para matrimonios en situación de dificultad. Dios bendiga su vida episcopal, que María, madre de los sacerdotes, lo cuide y lo asista y que San Maximiliano María Kolbe, ejemplo de entrega hasta el final, vele por sus intenciones. Omar Alejandro Flores Soto 1ro de Teologia.
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Misiones de Semana Santa Hola queridos lectores de la Revista San Teófimo. Con gusto escribo mi experiencia dentro de las misiones de semana santa, en donde fui a visitar a unas comunidades en la Sierra de Durango, que pertenece a la Prelatura de El Salto Durango. Cuando se me anunció desde unos meses antes de Semana Santa, que el equipo formador tuvo la confianza en un servidor en ir a misionar a estos lugares, me llenó de mucha alegría y, a la vez, de cierta incertidumbre de lo que me esperaba. Pero eso sí, con mucha confianza y abandonándome en las manos del Señor, que da su promesa a los apóstoles de que estará con ellos todos los días hasta el fin del mundo. Y se llegó el día de salir a la misión. Fuimos un grupo de cuatro seminaristas y un sacerdote, llegando al Seminario Menor de la Prelatura del Salto, Durango. Nos encontramos con el padre Marco Antonio Alanís quien pertenece a nuestra arquidiócesis pero está sirviendo por aquellas tierras. Allí el padre Marco nos asignó a cada uno la comunidad a la que serviríamos, y algunos puntos de cómo es la realidad a la que serviríamos, incluyendo el clima. Se me asignaron dos comunidades: la del Chicural, y la del Llano. Llegué con la encargada de la capilla y fue en su casa donde me iban a hospedar. Lo primero que realicé fue tener una junta la tarde del domingo, antes de la Celebración de la Palabra para conmemorar el domingo de la Pasión del Señor, pues teníamos que ponernos de acuerdo para los horarios de los oficios y de la catequesis para los niños, jóvenes y adultos. Además, contábamos con un detalle importante: eran comunidades que no tenían electricidad.
Me encontré con una comunidad con diversidad de cultura, de aspectos económicos y de costumbres totalmente contrarias a las que conozco. Pero eso sí, con una ganas de vivir la fe católica. Toda la misión se desarrolló en una ambiente muy espiritual, pues lo notaba en las casas que visité, le deban su valor importante a la Semana Santa y sobre todo al Triduo Pascual. Para terminar esta crónica de mi experiencia en misiones de Semana Santa, puedo compartirles que me tocó ver el ciclo de la vida, pues estuve presente desde el nacimiento de una preciosa niña, hasta la muerte de una persona ya de la tercera edad. Y hoy más que nunca he visto con mis propios ojos que la necesidad de anunciar el Evangelio es fuerte en la sierra y en todo lugar, y que existen personas deseosas de recibir la Buena Nueva. Anunciemos a Cristo que ha vencido a la muerte y al pecado para darnos la vida eterna. No tengamos miedo, pues Cristo nos dio su palabra que estará con nosotros siempre. Elevemos una oración por las comunidades de la Sierra de Durango. Jonathan García Galaviz 1 de TEOLOGÍA
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Misa Conmemorativa por las canonizaciones ¿Difícil ser santo? En ocasiones presentamos una imagen muy compleja o muy forzada de la santidad. La gente considera que la santidad está reservada para un diminuto grupo de personas con el cual nada tiene que ver. Considero que habría muchos santos, si muchos cristianos se consideraran capaces de serlo. Lo que nuestra Iglesia necesita es el testimonio creíble y cercano de hombres y mujeres que nos ayuden a descubrir la santidad, no solo como algo meramente posible, sino como algo completamente necesario. Todos debemos aspirar a ser santos, debemos considerar la santidad como la meta que nos debe de ir impulsando cada día a hacer presente el inmenso Amor de Dios con nuestras obras y no como un privilegio reservado solamente para algunos. El Papa Juan XXIII y el Papa Juan Pablo II quieren ser un impulso, una motivación para esta generación de cristianos. Conocemos sus vidas, hemos leído sus escritos y escuchado sus palabras. Conocemos que, aunque no son perfectos, tuvieron como estandarte a Cristo en todo momento, lo hacían presente con su alegría y son santos porque creyeron que podían serlo ayudados de la gracia de Dios. Y esta cercanía que tuvimos con ellos debe de motivarnos a sentirnos capaces de ser santos también nosotros. Ellos, son los “santos actuales” a quienes admiramos. El pasado domingo 27 de abril nos reunimos para celebrar, como Iglesia, la canonización de nuestros queridos Papas antes mencionados. San Juan Pablo II y San Juan XXII fueron testigos nuevamente del cariño que les tenemos en Nuevo León. Fue una experiencia agradable en la que pudimos apreciar la devoción y la fe de hombres y mujeres, laicos, religiosas, sacerdotes, seminaristas, jóvenes y personas de la tercera edad. Todos quisimos estar presentes, a pesar del sofocante calor que caracteriza a nuestra ciudad, en esta ceremonia que fue y sigue siendo motivo de fiesta para todos.
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Esta es la Voluntad del Señor: que seamos santos como Dios Padre lo es y que hagamos de nuestra vida, con su cotidianidad tan característica, una vida extraordinaria que irradie a Cristo como lo supieron hacer San Juan Pablo II y San Juan XXII Roberto Sergio García Garza 1 de FILOSOFÍA
Obra y Kermese
Además de las obras de teatro a uno de los institutos de Filosofía y Teología le corresponde organizar la kermes, que este año 2014, estuvo a cargo del instituto de Filosofía y en la cual se ofrecen cenas, juegos, ambientación, así como un espacio de venta de snacks y me pidieron que apoyara en la coordinación de esa comisión. Fue una experiencia totalmente diferente a estar sobre un escenario, sin embargo, aunque hubo mucho trabajo, me la pasé muy bien, ya que no lo hice yo solo sino que hubo hermanos del Seminario Menor, Curso Introductorio y Filosofía que me apoyaron y juntos logramos cumplir la misión.
¡Hola queridas hermanas y hermanos en Cristo! Al hablar de obras de teatro y kermeses en el Seminario de Monterrey, es traer a la memoria muchos gratos momentos de trabajo en equipo, alegría y fraternidad. Pero principalmente viene a mi mente una en especial: “Encuentra tu camino”, que se presentó en mayo del 2013, les platicaré… Para mí fue una experiencia que me exigió preparación y ensayos, muchos ensayos, en los cuales no solo aprendí cuestiones de actuación y de canto sino que sobre todo fue experimentar la presencia de Dios que me acompañó siempre, por ejemplo en el papel que interpreté (Alan), para mí fue “meterme” en el personaje y ver mi vocación desde su situación… y ya que la obra tiene como uno de sus fines evangelizar fue necesario realmente convencerme de lo que estaba queriendo transmitir.
Algo que me parece muy importante es que tuvimos una forma de agradecer y servir al Pueblo de Dios, es decir, a todas las personas que nos visitaron que son a quienes en un futuro, si Dios quiere, estaremos sirviendo en alguna parroquia, o donde Dios quiera, por lo tanto fue una experiencia formativa, que enriqueció mi camino vocacional. Quiero aprovechar este medio para agradecer a todas las personas que nos apoyaron desde la cocina, almacén, economía, etc. ya que sin ellos no habríamos podido alcanzar el objetivo, y también agradecer en general a los que participaron en esta comisión, y sobre todo que Dios recompense con muchas bendiciones a las personas que nos apoyaron comprando productos en nuestro stand, ya que de esa manera dan un gran apoyo a nuestra formación sacerdotal. ¡Gracias! Raúl Sergio Salinas Treviño 2 de filosofia
La obra de teatro “Encuentra tu camino” fue una muy buena oportunidad de para crecer en amistad, para conocerme mejor y descubrir mis áreas de oportunidad y también para expresarle al Pueblo de Dios un mensaje vocacional, especialmente a los jóvenes, y así seguir mejorando en mi formación hacia el sacerdocio.
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Academia de Santo Tomás de Aquino “La Gracia de pensar en Serio” Todo el seminario estaba reunido en el auditorio del Seminario esperando el inicio. Entre el bullicio de los seminaristas se escucho uno voz que decía: bienvenidos a esta jornada académica Santo Tomás de Aquino. Dando la bienvenida al seminario menor, al curso introductorio y los institutos de Filosofía y Teología. Ya habíamos comenzado la jornada. Inmediatamente después el Dr. Pbro. Alberto Anguiano tomó la palabra e inauguró la jornada Académica, al estilo de Cervantes, con adecuaciones a nuestro seminario: En un seminario del mundo, de cuyo nombre no quiero acordarme.... era la introducción a la Historia de las jornadas académicas que hasta antes de ese 28 de Enero se había realizado. Comenta el Dr. Pbro. Alberto Anguiano, que ya desde hacía un tiempo atrás, se venían realizando las jornadas, como una especie de disertación de los alumnos más destacados, y sólo participaban los alumnos de los Institutos de Filosofía y Teología. Sin embargo no se realizaban en torno al nacimiento de Santo Tomás, sino más bien el 7 de Marzo, fecha de su muerte. Dentro del marco de la historia resalta que el 4 de agosto de 1880, León XIII, con el breve “Cum hoc sit” declara a Santo Tomás patrono de todas las instituciones de estudio de la Iglesia. En este año, comenta el Dr. Pbro. Alberto Anguino, la academia tendrá participación por los distintos institutos, desde el Seminario Menor, pasando por el Curso Introductorio hasta el Institutos de Filosofía y Teología; con distintas modalidades: arte gráfico y/o musical, literario, audiovisual y discurso-oratorio respectivamente para cada instituto. El tema central será “El sueño y el baño remedio contra la tristeza”. Es tomado de la primera de la segunda parte de la Suma Teología de Santo Tomás de Aquino, de la cuestión 38 del artículo 5 (S. Th., q.38., a.5.). Se busca, continua el Doctor, que tanto los seminaristas, como los fieles laicos a los que sirven en sus apostolados, se acerquen, de modo creativo, al legado teológico de santo Tomás de Aquino a fin de darse cuenta de la actualidad de sus aportes y de la necesidad que tenemos en la tarea evangelizadora, de aprender su método de reflexión creyente. Para que de cara a una cultura que manipula y explota la necesidad humana de placer, poder apreciar con la seriedad metodológica y el rigor intelectual con el que santo Tomás aborda el tema del sueño y el baño, como actos que generando un bienestar físico producen un efecto medicinal contra la tristeza como padecimiento del alma. La jornada iniciada, por este discurso inaugural. Será el 26 de Mayo. Terminado el discursol, se presenta al Dr. Jorge Medina con su conferencia acerca de “tres notas aclaratorias del Concepto del Placer en Santo Tomás de Aquino”. El tema central gira en torno a la cuestión ético-antropológico, crucial en Santo Tomás.
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Academia de Santo Tomás de Aquino La primera nota aclaratoria de las que habla el Dr. Jorge Medina es que el placer es al pasión más importante en Santo Tomás; la segunda nota, menciona el Dr, Jorge Medina, son las notas propias y peculiares del placer entendido como pasión. Aclara que es muy importante conocer estas características para poder entender el pensamiento de Santo Tomás. Y como tercera nota, en su conferencia menciona el placer, la virtud y la felicidad. Si desde el inicio a todo el auditorio le causo asombro hablar, en Santo Tomás, sobre el sueño y el baño, como una forma de mitigar la tristeza; de igual manera causó extrañeza hablar sobre esta última nota sobre le placer, la virtud y la felicidad. De una manera extraordinaria y asombrosa e inteligible, por medio de ejemplos sencillos, como los que utiliza Santo Tomás, el Dr. Jorge Medina logró tener absortos a todos por igual. Jamás se hubiera pensado que Santo Tomás fuera tan sencillo de entender. El tiempo corrió rápido, y de tan interesante la conferencia llegó el tiempo de ir cerrando. La invitación final: Leer a Santo Tomás, día a día para poder conocerlo mejor, y entenderlo. Nuestra Jornada académica está por terminar, con el acto litúrgico solemne de la entronización de la reliquia de primer grado de Santo Tomás de Aquino a Nuestro Seminario, seguido de las visperas presididas por nuestros Arzobispo Don Rogelio Cabrera se da finalizada la primera parte de esta academia.
“Vale la pena, pensar en serio, que no se nace Santo, sino que la Gracia de Dios hace Santo al que se dispone de buena voluntad” Concluyo con las palabras del Dr.Pbro. Alberto Anguiano: “Seguro que será una experiencia enriquecedora” Miguel Ángel Zaragoza Borrego 3 de teología
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Conociendo tu Diócesis ¿Cómo es la diócesis de Matamoros?
Primeramente empezare a describir mi diócesis con algunos datos sobre su origen. El 16 de febrero de 1958 fue erigida como diócesis por su Santidad el Papa Pío XII, teniendo su sede en la cuidad Heroica Matamoros, lugar situado en la zona norte de Tamaulipas, México. Pertenece a la provincia de la Arquidiócesis de Monterrey, región noreste. El primer obispo fue Excmo. Mons. Estanislao Alcaraz y Figueroa, de 1959 a 1968, nombrado por el santo Juan XXIII, el segundo obispo fue el Excmo. Mons. Sabás Magaña García de 1969 a 1990 elegido por si Santidad Pablo VI, el tercer obispo fue el Excmo. Mons. Francisco Javier Chavolla Ramos de 1992 al 2004 elegido por el santo Juan Pablo II, el cuarto obispo fue el Excmo. Mons. Faustino Armendáriz Jiménez del 2005 al 2011 elegido por Juan Pablo II. El actual Obispo es el Excmo. Mons. Ruy Rendón Leal, nombrado por su Santidad el Papa Benedicto XVI. Como se han dado cuenta mi diócesis el muy joven. Ahora bien, la Diócesis de Matamoros comprende tres zonas pastorales: La primera zona pastoral incluye el municipio de Heroica Matamoros. La segunda zona pastoral de Reynosa, incluye los municipios de Reynosa, Rio Bravo, Díaz Ordaz y Camargo. La tercera zona pastoral es Valle Hermoso, incluye los municipios de Valle Hermoso, San Fernando y Méndez. El Seminario Fue fundado el 8 de septiembre de 1959 por el primer obispo de Matamoros. Mons. Estanislao Alcaraz y Figueroa. Como primer Rector fungió el entonces Pbro. Sabás Magaña García (+), el primer seminarista en inscribirse fue Fabián Sánchez Ruiz (+). La primera instalación del Seminario se ubicó en la calle 7 y Matamoros. Actualmente se encuentra localizado en la Carretera A Cd. Victoria Km. 13, Ejido La Luz, H Matamoros, Tam. El actual Rector de nuestro Seminario es el Pbro. Lic. Santiago Enríquez Rangel. Nuestro Seminario cuenta con etapa del Menor, Primero de Filosofía, la etapa de Teología, cabe mencionar que este próximo año escolar 2014-2015 se emprenderá el Segundo año de Filosofía, es un proyecto que nuestro Obispo Mons. Ruy Rendón Leal tiene muy presente, la etapa de Filosofía es un anhelo de nuestra diócesis. Al inicio del año escolar 2013-2014 la cantidad de alumnos fue de 89 seminaristas. Como dato histórico el 8 de septiembre del 2008 celebro el Seminario y la comunidad el inicio de las fiestas del Cincuentenario (1959-2009). Una vez mencionada no grosso modo el origen y la estructura describiré desde mi propia experiencia la realidad de mi diócesis, claro es que mi comentario no agota toda la realidad. La diócesis de Matamoros es una huella del caminar de Dios en su mismo pueblo. Recuerdo cuando ingrese al Seminario la comunidad a la que pertenezco: La Purísima Concepción en Reynosa, Tamps, me impulso a no tener miedo en la decisión que tomaría, a que fuera valiente y confiara en el Señor, la cercanía de la gente fue muy importante para ese momento de mi vida. A lo largo de los siete años que llevo en el Seminario he conocido diversas comunidades de la diócesis y doy testimonio que son comunidades con un gran amor hacia el Seminario. La gente necesita de Dios, necesita pastores comprometidos con la labor evangelizadora.
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Conociendo tu Diócesis Hablar de las comunidades de mi diócesis es hablar del hombre, es decir, hombres de proyectos, hombres de trabajo, hombres de fe, de esfuerzo por hacer el bien, de creatividad, de responsabilidad, de búsqueda de Dios, de amor al hermano, etc. También está la otra parte de hombres violentos que no buscan la paz, de personas que no reconocen que en el otro está un hermano, hombres que destruyen, etc. Parte de la realidad de mi diócesis es que el crimen organizado es el pan de cada día en las calles, en la sociedad. Ante este conflicto el compromiso de la comunidad diocesana matamorense se refleja, la lucha por hacer el bien se manifiesta. La diócesis de Matamoros a pesar de las adversidades se ha levantado, tenemos la firme esperanza de que la paz de Dios, este en la sociedad, en la comunidad matamorense, el trabajo de cada cristiano es importa para crear un ambiente fraterno, sobre todo un ambiente de caridad. Querido lector hablar de la diócesis de Matamoros desde mi propia experiencia es hablar de un pueblo que constantemente lucha por el bien, un pueblo que busca a Dios y que tiene mucha sed de Él. El amor de Dios hacia el pueblo matamorense se ve constantemente, me atrevo a decir que el Señor nos bendice y su bendición es motivo de alegría para nuestras vidas. Sigamos esforzándonos como comunidad de Dios haciendo el bien, que nuestra Señora de Refugio de Pecadores nos siga protegiendo con mando de amor hacia el pueblo matamorense y que nuestro Señor Jesucristo nos bendiga por siempre. Seminarista: Javier Meza Avendaño 3 de filosofia
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Despedida de a単o Formativo LA REVISTA SANTEOFIMO LES DESEA A TODO EL EQUIPO FORMADOR Y SEMINARISTAS UNAS MISIONES MUY FRUCTIFERAS Y UNA ESTANCIA AGRADABLE CON SUS FAMILIARES.
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