Invasores por Wladimir Palacios

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œÂ miró por el compartimiento de la nave y la vio, a 8 millones de años luz, la preciosa y tan anhelada esfera azul, se giró y con un grito avisó a todo su equipo de exploración conformado por siete seres extraterrestres, que por fin el planeta tierra era una posibilidad real y que su pequeña nave la había encontrado. Rápidamente cambiaron el curso y se dirigieron al tan codiciado planeta azul. Al mismo tiempo en la tierra transcurría el año de 1492 y otro tipo de invasores creían que descubrieron otro continente.


Para cuando llegaron a la tierra ya transcurría el año 1537, y su primera acción fue realizar un escaneo al planeta con el fin de encontrar sus puntos energéticos más potentes, esto, para hacer funcionar un portal inter dimensional que les permitiría a los habitantes del planeta Pséftis trasladarse de manera directa al planeta azul, y de este modo apoderarse de sus tan cotizados recursos naturales. Es así que, encontraron uno de los puntos más poderosos, casualmente ubicado en lo que hoy conocemos como Ecuador y más específicamente en Quito. Por lo que la misión era cómo pasar desapercibidos para lograr la construcción del portal, en una zona donde se asentaba una población numerosa de nativos. Sacando provecho de la evangelización por parte de la iglesia y la conquista española, œÂ y su equipo idearon un plan que consistía en infiltrarse en la iglesia y aconsejar a su máximo representante, para que construya un templo en esa zona, dicho templo solo sería la fachada de dicho portal, argumentando que era necesario por la importancia en su propósito de evangelización, político y económico.


Mediante investigaciones se enteraron de donde era el recinto del Sumo Pontífice, y se trasladaron en su nave a gran velocidad para dirigirse a Roma ese mismo instante. Al llegar a la ubicación que marcó su navegador era de madrugada en la ciudad, afortunadamente se encontraron con un ser cuya vestimenta que parecía muy peculiar por lo que dedujeron que podría pertenecer a cierta élite, y no se equivocaron, ya que se trataba de la mano derecha de su Santidad, el cardenal Federico De Luca. Una vez arriba de la nave, extrajeron su conocimiento: el idioma, sus experiencias significativas y lo más importante, cómo funcionaba la estructura clerical. Cuando se encontró dentro de la Basílica de San Pedro, no le costó trabajo encontrar el despacho del máximo líder, es así que, el falso cardenal sin mucho trabajo logró convencerle de que la construcción del templo era algo necesario para que la religión verdadera se imponga en las nuevas tierras. Al Papa la idea le pareció magnifica, por lo que envió una carta urgente a los Reyes Españoles, informándoles que en un par de días estaría de visita en sus dominios para tratar sobre un tema de suma importancia.


Así que dicho y hecho Alessandro Farnese, más conocido como el Papa III estuvo golpeando la puerta del Palacio Real unos cuantos días después. Ya en la lujosa habitación real, el líder católico, explicó las nuevas resoluciones que se habían tomado, y decierta manera les presiono para que, con su puño y letra, se extienda una orden con la cual se obtendrían los recursos económicos para empezar la construcción del ícono católico en las nuevas tierras, de manera inmediata. A estos reyes que les convenía tener buenas relaciones con el Vaticano, proporcionaron todos los medios para que la construcción de la obra empiece.


Su plan había funcionado, quienes se encargarían de la construcción de la obra en América serían el falso cardenal y un famoso arquitecto italiano, que en realidad se trataba de otro invasor infiltrado llamado UUdro. Sin embargo, les sorprendió la disposición de que serían guiados por indios nativos y escoltados por dos miembros de la guardia papal. No pudiendo negarse para no levantar sospechas ya que el botín que llevaban era de mucho valor aceptaron sin negativas.




Una noche antes de partir los 7 invasores se reunieron y acordaron que œÂ y UUdro, cada uno con su apariencia humana correspondiente irían con el resto de terrícolas, mientras que los cinco invasores restantes se adelantarían en su nave. Después de un extenso viaje en barco por el Atlántico llegaron a puerto, donde después proseguirían a ser llevados en una especie de carroza, y finalmente ya entrando en un territorio duro y frio, los Andes, fueron transportados por unos animalitos autóctonos de la zona denominados llamas, al final todo el grupo llegó sano y salvo a Quito. Al llegar al centro de la ciudad, se reunieron con la Orden Franciscana que estaba a cargo del poblado quiteño, la cual estaba conformada por curas españoles, italianos y nativos de la zona. Ya en el improvisado y austero monasterio franciscano Federico De Luca el falso Cardenal y Donato della Porta el falso arquitecto mostraron los planos de la nueva construcción, la orden franciscana respondió muy animada, y se comprometieron a participar y apoyar el proyecto, a excepción de dos sujetos de aspecto extraño.


Aquellos seres de aspecto extraño eran los denominados: Intra-terrenos, una raza de seres humanoides pertenecientes al planeta tierra, y de origen más antiguo que el de los humanos. Su habitad se encontraba en ciudades subterráneas y al ser una raza propia del planeta lo veneraban y cuidaban, a tal punto que se consideraban como los guardianes del planeta. Estos seres, estaban enterados de todo lo que sucedía en la superficie, gracias a que algunos de ellos eran asignados para cumplir el papel de vigilantes en las comunidades humanas de todo el planeta. Tsapi, uno de estos dos sacerdotes intra-terrenos, notó algo muy extraño en el falso cardenal, eso se lo decía su intuición, la cual no se equivocó ya que, cuando estaba por finalizar la reunión logró ver con mucha claridad como del supuesto Cardenal Federico De Luca salía una especie de tentáculo. Entonces supo que algo andaba mal, pero no sabía con exactitud qué.


Al finalizar la reunión y cuando solo los franciscanos se encontraban conversando sobre esta nueva y benefactora disposición, Tsapi no sabiendo cómo abordar el tema, por miedo a la incredulidad del resto se limitó a decir que los planos debían ser modificados ya que la geografía del lugar así lo requería, y durante algún rato todos debatían y refutaban sobre el tema, al final del concilio se llegó a la conclusión de que el hermano Tsapi tenía toda la razón, y su propuesta fue aceptada.


El Franciscano español que estaba a cargo, informó al día siguiente a Federico la resolución que habían tomado, y que las modificaciones de los planos serían realizadas por un grupo de arquitectos que conformaban la orden franciscana. De Luca al enterarse de esto, no lo toma con mucho agrado, pero no pudiendo hacer algo al respecto, ofreció como respuesta una sonrisa falsa y un movimiento de cabeza afirmativo, dio media vuelta y se marchó. Una vez realizados los cambios arquitectónicos por la orden Franciscana contrataron a un grupo de constructores nativos, de los cuales el jefe se llamaba Cantuña. Se fijó un tiempo límite de entrega, el cual si no era cumplido el castigo seria la muerte. Por orden de los invasores lo primero que se elaboraría sería el atrio, en el cual se encontraría escondido bajo la fachada el portal inter dimensional, y después el resto del templo, pues este tenía mayor prioridad ya que ahí se encontraba el portal. La obra se comenzó a construir, Cantuña y su equipo trabajan duramente y cuando todo estaba casi por completarse y el tiempo de entrega por cumplirse, surgió un temblor que afectó seriamente algunas zonas de la iglesia. Detrás de esta catástrofe, por supuesto se encontraba la tecnología alienígena, quienes, generado un movimiento telúrico dirigido, afectaron solo a la construcción católica.


Al día siguiente, De Luca y Della Porta fueron a supervisar la obra, y se encontraron con que algunas zonas estaban destruidas. Con una mirada de furia De Luca argumento que los cambios estructurales realizados por los franciscanos y los materiales de baja calidad empleados habían sido los culpables del colapso. Así que, De Luca, con toda la autoridad que su Santidad había depositado en él dijo fríamente, que ese no era su problema y que tenían órdenes estrictas del sumo pontífice con respecto a la entrega del templo, y sentenció que si Cantuña no cumplía con la entrega en la fecha indicada serían condenados a muerte él y toda su familia.

Tan solo quedaba un corto tiempo para que se cumpla el plazo establecido. œÂ conocedor de todas las creencias que la iglesia católica implantó en los nativos, una vez más se valió de ellas para lograr su cometido.


Una noche que Cantuña se encontraba rezando, desesperado por la advertencia de muerte sentenciada sobre él y los suyos, œÂ adquiriendo esta vez la apariencia del demonio se le presentó, y le dijo que él le podría ayudar a terminar la obra dentro del plazo indicado, y así evitar su muerte y la de su familia. Si aceptaba el trato debía cumplir estrictamente con tres condiciones, la primera es que nunca debería contarle a nadie sobre este asunto, la segunda es que por ningún motivo debería ir él o alguna otra persona a la construcción de la obra durante las noches, y la tercera era que al final del trabajo, Cantuña debería firmar un contrato en el cual el aceptaba entregar su alma cuando falleciera. El demonio le advirtió que si por algún motivo faltaba a alguna de las condiciones el demonio incumpliría el trato, por tanto, Cantuña y toda su familia morirían, e irían directamente al infierno. Cantuña, no teniendo otra alternativa aceptó el trato. Ya entrada la noche llegaban los invasores con la apariencia de las criaturas que habitan en el mismísimo averno y se ponían a trabajar.


Los invasores sabían que la curiosidad humana es demasiado grande y que Cantuña o cualquier otro trabajador romperían la regla de alejarse del lugar por las noches, así que se aseguraban de conservaban las formas demoniacas en todo momento. Mediante su tecnología comenzaban a trabajar en el templo, volviendo a reestructurar los planos de la fabricación inicial. Al día siguiente Cantuña y su equipo proseguían con el resto de la obra. Una noche Cantuña ya no podía más con su conciencia, y sabiendo que estaba a punto de perder su alma se fue a confesar. Esa noche Cantuña se desahogó y le conto todo al sacerdote confesor de turno, Tsapi, quien en la reunión había observado cómo un tentáculo salía del Cardenal invasor. Su intuición no le había fallado, así que se decidió a investigar con el hermano Ramali, su otro compañero intra-terreno. Pero antes mando a rezar cincuenta avemarías y treinta padres nuestros a Cantuña, y le dijo que así todo se solucionaría. Ese mismo instante salieron cobijados por la obscuridad de la noche hacia la iglesia. Al llegar no podían creer lo que veían, piedras, varillas de material desconocido y de formas extrañas que emitían luces brillantes, y muchos objetos desconocidos flotando por los aires.


Al bajar su mirada observaron seres de baja estatura y de una apariencia muy extraña que manipulaban unos equipos muy pequeños, que jamás habían visto, y de los cuales salían sonidos y luces extrañas. Estuvieron escondidos por un largo tiempo sin pronunciar palabra alguna, de repente pudieron ver a un ser más alto que los demás, parecía el líder, que se acercarse a estos diminutos seres. Y si lo pudieron ver con claridad tenía el mismo escapulario que el Cardenal De Luca.nía el mismo escapulario que el Cardenal De Luca. Aun no todo estaba claro, de lo único que estaban seguros era que debían evitar a toda costa que se culmine la obra. Pero como, ya que al día siguiente sería la fecha de entrega. Tsapi y Ramali idearon un plan, al día siguiente ellos alterarían todo lo que pudieran de la obra. Ya en la mañana los sacerdotes intra-terrenos ingresaron a escondidas a la obra, con mucho cuidado de no ser visto por los trabajadores que vigilaban que ningún curioso se acerque a la santa obra. Ya en el interior, se adentraron por pasadizos y escaleras que los llevaban a pisos inferiores, en donde se toparon con una habitación de lo más extraña llena de luces y sonidos titilantes.


Comenzaron a observar todo y mientras más lo observaban más perplejos se sentían, de repente escucharon pasos que se acercaban, así que lo único que pudieron hacer es retirar una especie de piedra con luces que aparecían y desaparecían, y que tenía la forma de un libro muy delgado. Ellos no lo sabían, pero se trataba de lo que hoy conocemos como tarjeta madre, la cual estaba llena de varios circuitos diminutos. Tan y

solo faltaba poco para que fecha establecidas se

la hora cumplan.

El templo se inauguraría mediante una misa de apertura. Cuatro de enero había sido la fecha escogida por estos seres, fecha en la que el perihelio generaría gigantescas cantidades de energía fotovoltaica, que lograrían activar el mecanismo transportador. Llegada la hora indicada, Della Porta y De Luca llegaron al templo, Cantuña presentó la construcción por concluida, por lo que los Franciscanos estaban contentos, los intra-terrenos no estaban seguros de si la pieza sustraída sería de gran ayuda para sabotear el plan.



Se hizo la entrega oficial de la iglesia, y de inmediato se dio inicio a la santa ceremonia. Justo cuando se pronunciaban las santas palabras eucarísticas “Podéis ir en Paz” emitidas por De Luca todo comenzó a temblar. El fin para la raza humana había llegado, el plan invasor, se estaba ejecutando a la perfección. De pronto del atrio comenzó a salir en dirección hacia el presbiterio unas luces de tonalidades verdosas muy luminosas.

Ya muchos años después de esta tragedia y sin los invasores de por medio, se volvió a reconstruir el templo, reutilizando las pocas cosas que a un podrían ser de utilidad. Hoy en día esta majestuosa y enigmática construcción, orgullo de la capital de todos los ecuatorianos se encuentra ubicada en pleno centro histórico de Quito. Se dice que si se logra pasar a zonas que están prohibidas al público y se observa con mucha atención uno puede darse cuenta que en el ornato se encuentran objetos de un material desconocido y muy extraños que no pertenecen a ningún estilo arquitectónico conocido. Y pues sí, es cierto todo lo que estás pensando. Son fragmentos alienígenas que pertenecieron al portal inter dimensional varios siglos atrás.



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