Gaspar ruiz martinez, un texto de Samael Hernández Ruiz

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Me di cuenta que éramos pobres... Tes5monio de Gaspar Ruiz Mar9nez.

El día 15 de mayo de 2015 a las 15:30 Hrs., recibí una llamada telefónica de mi sobrina Julietita Hernández; me avisó del fallecimiento de mi tío Gaspar Ruiz. Mi tío Gaspar fue un hombre lleno de vitalidad, muy unido a su hermana, mi madre, la señora Florencia Ruiz Pineda y a sus otros hermanos. Mi tío Gaspar fue uno de los hombres de mi familia de quien, además de mi abuelo Feliciano Ruiz Olivera, recibí ejemplo y educación zapoteca. El 22 de septiembre de 2003 lo entrevisté en el marco de una investigación que realizaba sobre la vida cotidiana en el Juchitán de los años cincuenta. El texto que sigue es la transcripción de dicha entrevista, misma que deja el testimonio de mi tío Gaspar sobre el Juchitán que le tocó vivir. Con el testimonio de Gaspar Ruiz, inicio una serie de publicaciones sobre el Juchitán de los años cincuenta, donde la voz de los protagonistas nos permitirá perfilar la vida diaria de una comunidad que hoy vive ahogada por la violencia, cuyas causas quizás se encuentren en las rupturas de su historia. La publicación completa, junto con los resultados de la investigación, las publicará BISIÁ EDITORES, esperamos que en unos meses. Samael Hernández Ruiz. Septiembre de 2015.

Parte (1) Es lunes 22 de septiembre de 2003, son las 12:00 del día y vamos a entrevistar al señor... Mi nombre es Gaspar Ruiz Martínez, nací el 6 de enero de 1924 a las cinco de la tarde. A la edad de dos ó tres años quedé huérfano de madre, la señora Teresa Martínez. Mi padre fue carpintero, se llamó Feliciano Ruiz Olivera, quedó viudo a la edad de veinticuatro años, yo tenía tres años y como él estaba sólo conmigo, tuvo que buscar a otra persona para cuidarme y se encontró con una señora de nombre Feliciana Pineda Luis, entonces esa señora me dio vida y ser y la respeté como -1-


madre. Ya hombre, trabajé con mi padre la carpintería. Cuando tenía veintitrés años me casé. Doy gracias a la señora Feliciana Pineda, ya finada, que fue mi madre, mi segunda madre, me hizo todas las obligaciones del matrimonio: enramada, fiesta, comida, lo que es una fiesta de boda estilo de aquí, de Juchitán. Bueno, entonces ya empecé a trabajar como carpintero con mi padre en el año de 1942, a los dieciocho años. Tenía muchas ganas de ser profesionista, no carpintero, quería estudiar, quería ir a una secundaria, quería ir a una escuela superior; pero desgraciadamente mis padres fueron muy pobres y no pudieron ayudarme. Cuando ya tenía mis papeles listos, un tío mío que era supervisor escolar de secundaria, desde Puebla y todo el sureste, un día pasó por aquí, mi padre y yo estábamos ayudando a otro tío finado, matando unos marranitos para sacar la comida de mis hermanos, allí me dijo el tío: -¿Qué estudiaste?, - Estudié hasta sexto año nada más, quiero estudiar más; pero mis padres no quieren ayudarme, no pueden. - Bueno -dijo el señor - no hay problema, el gobierno construyó una escuela para gente pobre allí en Zaragoza, Puebla. Era en el año de 1940, yo le dije a mi papá quiero ir a estudiar, bueno dijo, inmediatamente arreglé mis papeles, saqué acta de buena conducta, una carta de recomendación con el ayuntamiento, ya que todos mis papeles estaban listos, se lo informé al señor, el tío, él me dijo: -En esa escuela no necesitamos cooperación y no hay inscripciones, tú te vas derechito a la escuela, entras a estudiar y cuando termines, buscas cualquier profesión para que tengas, para que estudies. Yo tenía ganas de ser maestro, un profesor, de lo que se gana más en la vida, porque yo tuve un tío que fue profesor, un tío que se llamó Zenobio Ruiz Olivera, fue profesor. Entonces arreglé mis papeles, guardé mi ropita y ya cuando el señor pasó: - ¿Ya estás listo?, - Si, y les dije a mis padres que me iba; entonces me dijo mi padre: - ¿Pero cómo?, preguntó mi padre. - Sí -le dije - quiero estudiar, voy a ir a Puebla, entonces él me dijo. -Mira hijo pregúntale al señor cómo va a ser la cosa, entonces el señor le dijo: -Lo que te vamos a pedir de ayuda son 20 pesos mensuales. - ¡Ah!, -dijo mi padre - No tengo dinero para mantener a mi hijo, y además es un hijo mayor que me está ayudando para mantener a sus hermanos menores, ya trabaja la carpintería, ya hace los ataúdes, ya me ayuda, así es que no puedo y no se va a ir. -2-


- Correcto -le dije- está bien. Me di cuenta que éramos pobres, la pobreza de todas esas gentes de la familia pues, mis hermanos estaban pequeños. En esa época de la juventud de uno, me encontré a otros amigos de la misma edad, que fuimos a la escuela, cursamos la primaria, terminamos sexto año; pero no había secundaria aquí en Juchitán, nada, nada, bueno nos soltamos. Ese año hubo Servicio Militar obligatorio, todos los jóvenes que ya tenían 18 años debían dar servicio militar obligatorio, hubo sorteo, sin embargo otros dos compañeros y yo nos arriesgamos a irnos voluntariamente sin sortearnos, . Inscríbenos, le dijimos al señor presidente nos vamos a ir, - ¿se van a ir?, - sí, voluntariamente, sí, con la idea que terminando los tres años, nos quedaríamos en México a buscar escuela para estudiar. 1 Bueno sí, dimos nuestro servicio militar un solo año; pero desgraciadamente ya no fuimos a la ciudad de México, nos quedamos aquí. En un punto entre Juchitán y Tehuantepec hay un campo aéreo, y entonces allí hasta ahorita existe un cuartel donde están los soldados y ahora es un campo de aterrizaje, allí nos tuvieron un año. Cuando salimos nos dieron documentos y las gracias. Mis hermanos estaban pequeños y a mi papá ya le gustó un poquito el trago, la copa, llegué y le dije, ya regresé. Solicité trabajo en el cine Lux de Juchitán y en 1946 empecé a trabajar como manipulador2, pasando las cintas.3 Tenía 19 años, cuando inicié con mi padre. Trabajaba la carpintería de día y de noche en el cine. Llegó el tiempo de casarme, y me casé en el año de 1947, tenía 23 años y seguía trabajando en el cine. En mi taller tenía unos operarios, haciamos: muebles, roperos, vitrinas, tocadores, baúles, hasta ataúdes para gente pobre, por eso actualmente tengo mi negocio se llama “Ataúdes económicos” y los sigo fabricando, hacemos muebles también. Bueno, de allí ya me casé con una bella señora que era de la familia Gallegos López originaria de aquí. Mi señora se llamó Julieta Gallegos, ella tenía 18 años cuando nos casamos, yo tenía 23; vuelvo a decir otra vez la gran ayuda que me dio mi segunda madre, me hizo la fiesta. Ahora como cualquier hombre, uno tiene que sufrir en la vida, se sufre en la vida; pero portándose bien yo creo que uno sigue adelante, y yo no me encontré con malos amigos, malas personas, no. Me encontré con bellas personas, personas mayores de edad, y así en 1948 nació mi primera hija, se llama Teresa Victoria Ruiz Gallegos, la primera hija, y su educación fue muy buena, muy inteligente. 1. El señor Gaspar Ruiz, cunplió 18 años en 1942. 2. Expresión local para referirse a quien proyecta la película en un cine. 3. Si hacemos caso del testimonio de la Sra. Florencia Ruiz Pineda, al regreso del servicio militar, Gaspar, de 19 años, además de trabajar con su padre en la carpintería, ofrecía su srvicio como barrendero en el cine Lux, era el año de 1943 o 1944.

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Ahora ella ya es una profesora jubilada. Fue Directora de la Escuela Justo Sierra, y trabajó en la Escuela Secundaria como 15 años. Vive en la Ciudad de Oaxaca. La segunda nació en 1951 y se llama Blanca Cruz Ruiz Gallegos, estudió en la Ciudad de México, Contadora Auxiliar, se recibió, allí se juntó con otro paisano de Ixhuatán que es un Ingeniero Civil se casaron, se les hizo su fiesta, viven en Villahermosa, Tabasco, es profesora catedrática. Con la tercera hija, hice que fuera a la escuela a prepararse para no quedarse de lavandera; pero no, la metí a teléfonos de México cuando recién estaba teléfonos de México; trabajó pero no le gustó, se salió, bueno, se casó con otro muchacho que es Contador, ella se llama María Elena Ruiz Gallegos. Nació otro hijo que lleva mi nombre, se llama Gaspar Ruiz Gallegos, es Ingeniero Civil, luego de allí vino su hermanita que se llama Edith Ruiz Gallegos, actualmente está trabajando en la escuela Justo Sierra, es profesora. El último de mis hijos también es profesor, se llama Octavio Ruiz Gallegos, esos son mis hijos. En el 1951, llegó el cine Juárez4 y formamos un Sindicato, el que fue el Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica de la Ciudad de México5. Trabajé treinta años en el cine Juárez, y diez años en el cine Lux. Fueron cuarenta años de mi trabajo como manipulador, a razón de eso me dieron unos centavitos, con ese dinero construí mi casita y compré herramientas, equipo, cierras eléctricas, una caladora; en fin, modernicé mi taller para trabajar. En 1972, fue el año de Juárez y estaba como Presidente Municipal un amigo mío que le llamamos muy cariñosamente “Tarú”, porque su verdadero nombre es, este… no me acuerdo, es piloto aviador y aún vive. Entonces yo le dije, esta Calle Efraín R. Gómez no tiene alumbrado, nada de alumbrado, pura tierra, lodo, carretas, marranos que andan en la calle, todos los niños encuerados, sin pantalones, yo le dije: -Señor, mira, ya se aproxima el Domingo de Ramos, vamos a formar un grupo de personas, para poner alumbrado público en toda esa calle; y si nosotros trabajamos más, le metemos luz mercurial. Inmediatamente me extendió una credencial como Presidente del Patronato pro luz mercurial. Así formamos un grupo y empezamos a trabajar, trabajar, trabajar. Compramos varias lámparas de esas sencillas y las colocamos en esta calle Efraín R. Gómez llegando hasta el panteón, para el Domingo de Ramos ya estaba bien iluminada bonita y seguimos trabajando, trabajando. Mandé oficios a la Secretaría de Patrimonio Nacional, Secretaría de Gobierno, todo lo que era del Gobierno, pidiendo una ayuda de lámparas mercuriales para Juchitán; llegaron, me escucharon ¡sÍ llegaron las lámparas! al Seguro Social me las mandaron. Entonces ya empezamos a poner las 4. El cine Lux se ubicaba sobre las calles de Avenida Juárez esquina con Independencia; posteriormente se trasladó a la calle 5 de septiembre donde estuvo hasta que fue cerrado por sus dueños.

5. Sindicato de Trabajadores de la industria Cinematográfica (STIC). Fundado el 4 de octubre de 1939. Ver: www.adabi.org.mx/content/descargas/inventarios/Inv256.pdf Consultado el 23 de mayo de 2015.

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lámparas; toda esta calle de Efraín R. Gómez, parte de la calle de Independencia, parte de la calle de 2 de abril, parte de la calle de 16 de septiembre, allí trabajamos por nuestras lámparas mercuriales. Uno va avanzando de edad, pero trabajando. Ya mis hijos se casaron, todos tienen sus profesiones, me quedé con mi esposa, pero desgraciadamente la perdí, este año cumplió 17 años de fallecida, murió un 7 de Abril de 1986. Me quedé sólo, ya tengo 17 años de viudez. Sigo trabajando en la carpintería, hago muebles, mis ataúdes. Viene la gente aquí a platicar conmigo, mis familiares, mis amigos. Mis hijas vienen a verme, me dan de comer, me mandan gente para limpiarme la casa, lavar mi ropa, me tienen bien atendido, pues yo no tengo vicios, no fumo, por eso me ven así, no estoy tan machucado, arrugado sí; de tanto reír, a la persona que se ríe mucho, rápido se le pone arrugada la cara. ¿Cómo eran los cines antes? los cines anteriormente eran al aire libre, todo alrededor había tiendas y al centro un patio, no había luz eléctrica, los cines tenían su planta de luz. Llegó el Cine Lux, allí donde estaba el cine Juárez y como mi papá era carpintero, nosotros hicimos unas bancas rústicas para que la gente se sentara; si era de luneta, unas bancas con respaldo, y ahora que si eran de galería, un vil banco sin respaldo. La entrada costaba 40 centavos en galería, y en luneta, 60 centavos. Se pasaba la película, si estaba lloviendo nada de paraguas, bajo el agua tenías que verla. Un año, no me acuerdo bien en que fecha, el cine Juárez mandó a traer una película que se llamó Kalimán, se llenó el cine de gente, dos personas en un solo lugar. Controlamos la entrada con una tranca en la mano, al abrir el paso, fue como si en un corral entrara una manada de borregos, de verdad, y a la hora de comprar un boleto, se empujaban para que le dieran su boleto. Se metió la gente y se llenó hasta la azotea. Le dije a mi compañero que fue Álvaro Martínez, en paz descanse: Ésta película no trae el final, y el cine estaba bien lleno, vamos a ver el resultado que va a dar, mandamos traer al representante del dueño del cine y le dije: - Señor mire, esta película no trae su fin, ¿qué hacemos?, - bueno yo lo arreglo ahorita –dijo. Fue y cortó la cola de otra película que tenía fin y se la pegó. Aquí está -dijo- y a la mera hora de la acción de Kalimán, apareció el fin. Se levantó la gente, agarraron las sillas, las rompieron, tiraron la caseta donde estábamos y se salió la gente, robaron la caja del dinero; corrieron todos los que estaban vendiendo dulces en la calle, agarraron a un pobre taquero con todo y cabeza de res y lo corrieron, robaron y se llevaron un carro lo empujaron y lo fueron a tirar, después de eso ya llegaron los soldados; pero en esa época estaba recién naciendo la COCEI6, entonces uno de los representantes del dueño del cine, llamó a los soldados y preguntaron ¿Quienes fueron? A los COCEISTAS les echaron la culpa, pero ellos no fueron, fue el público, así fue la vida del cine Juárez. La vida del cine Lux, se concluyó en el año 40, entonces no había luz eléctrica y 6. Se refiere a la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo. (COCEI). -5-


yo estaba trabajando como manipulador allí llegaban los señores, los empresarios y traían un camión de redilas con un motor, le quitaban las ruedas traseras y lo ponían en el suelo con un generador, y con eso pasaban la luz para trabajar. Idearon eso porque no había luz eléctrica para proyectar las películas; pero cuando se reventaba la película, en galerías echaban muchas gracias, ¡que viva México ! que viva el otro, y mentadas de madres se estaban dando ahí, y cuidado con las que estaban vendiendo. A mi hermana le quitaron sus dulces, se los llevaron se los quitaron, también sufrió ella, esa era la vida de los cines. Parte (2) En la regada de frutas, las mujeres desfilaban con sus trajes regionales bordados y sin zapatos o con zapatos, con la pintura de San Vicente en su estandarte, luego venían otras muchachas con tapetes llenos de frutas: manzanas naranjas, ciruelas, atrás el capitán en su caballo, con traje de charro, tirando frutas, más atrás, los pescadores simulando que estaban pescando7, de ahí las fiesta va para arriba silenciosamente, llegaba al palacio municipal y las carretas se iban a la iglesia a dejar las flores, nada de jalar personas, las muchachas hacían su regada (de frutas) a la puerta del palacio municipal. Nada de groserías. La oficina de correos fue mudo testigo de los bailes en Juchitán en los años treinta, cuarenta y cincuenta, tenía un salón muy adornado con una lámpara de gasolina. Las muchachas bien adornadas con su huipil, sus enaguas, puro oro. Los hombres vestidos de riguroso traje con saco, unos con sombrero otros sin sombrero, todos respetaban a las personas. Las muchachas a bailar con la marimba. Entraban a bailar a las nueve de la noche y terminaban a las tres de la mañana, la hora en que entraban los que estaban organizando la vela, los socios terminaban hasta las seis de la mañana. Así fue en aquella época. Los hombres como sabían que había otro baile al día siguiente, se retiraban a las tres de la mañana. Se quedaban los mayordomos y los socios hasta el amanecer Enfrente del palacio hacían pan, estaban las taberneras con sus cervezas; pero no tanta cerveza como ahora, antes se consumía más mezcal. Las mujeres que iban a la vela llevaban su banquito, ese banco se usaba para cama, luego le explico porqué, y ahí se subía la gente para disfrutar de la música, luego los mayordomos y la sociedad empezaban a repartir dulces para comer, jícaras grandes de horchata. Así fue esa época no como ahora. Antes no había cama matrimonial, sólo hamacas, camas de pencas de palma de dos metros de largo por dos metros de ancho, cuadradas, se enrollaban. La gente mandaba hacer sus dos banquitos bajos, sobre ellos se ponía la cama para dormir, no había colchón sólo hamaca. Los niños se acostaban a dormir en el suelo, encuerados y amanecían con la sal del sudor pegada al cuerpo. Las sillas no eran como las que usamos ahora, un banquito rústico nada más, 7. En esos festejos, los pescadores lanzaban sus redes a quienes veían pasar la procesión para que la buena suerte los atrapara.

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una mesita chaparrita con cuatro sillitas, no había tazas, el café se tomaba en unas jicaritas que se ponían a la mesa con tres piedritas para que no se tirara. Antes se comían pollos, gallinas; el mercado ya tiene muchos años. Según me contó mi padre, el palacio que está ahí lo construyó Pancho León, del año no me acuerdo, entonces allí vivían las familias Ruiz y López que fueron de dinero, tuvieron ranchos, ganado; donde está el Parque Benito Juárez allí vivieron. Al lado norte los López al lado oriente los Ruiz y al lado sur los Jaime. Pancho León8 construyó ese palacio y tienen una ermita que se está cayendo. Se llama capilla del Señor de la Misericordia, está en el centro, también fue de los antepasados Ruiz, familiares de nosotros. Juchitán anteriormente no se encontraba aquí, estaba por allá abajo a orilla del mar por un punto que le dicen Loma Pobre, cuando ya habitaba bastante gente, dio la vuelta al río de los perros se fue a un barrio que le dicen ahora Cheguigo sur, allí vivieron ellos, como prueba se hallaron algunos objetos enterrados en la tierra. Yo vi uno en el Museo de Oaxaca hace poco; dicen, que fue encontrado en Juchitán, Oaxaca. Poco a poco ya se vinieron para acá, a lo que ahora es el centro y se agrandó Juchitán. Las costumbres han cambiado, como de ir a cenar al centro: garnachas, pollo, ponche, tlayudas y otras cosas que están de moda. Antes se comía: totopos, queso, camarón. Hubo bastante comida, ahora ya no hay, anteriormente sobraba, la gente la echaba al marranito para engordarlo. No se metían las tortillas al refrigerador como ahora. Cada quien tenía su horno para cocer las tortillas. Las mujeres compraban el maíz y hacían sus tortillas. Al medio día te daban una tacita de pozole9, con un pedazo de panela y camaroncitos, ahora si tomas el pozole te dicen que te va a dar diabetes. No teníamos en Juchitán agua potable, drenaje, hospitales, escuelas, sólo gracias al general Charis se gestionó introducir el agua potable, el drenaje, la construcción de hospitales. En 1937 se inauguró El Centro Escolar Juchitán, llegó el general Lázaro Cárdenas a inaugurar la escuela, el general Charis le hizo una comida en su casa y ese mismo año terminé mis estudios de sexto año. Los maestros normalistas llegaron primero de Oaxaca; después de Puebla, Oaxaca y México. Y se fundó la primera escuela secundaria, estaba a un lado de la iglesia de San Vicente Ferrer, ahora en ese lugar se encuentra la Casa de la Cultura, fue allí donde terminé mi sexto año. Yo quería estudiar en esa escuela, tenía los talleres de carpintería, talabartería, herrería, mecánica, electricidad, plomería, y para las mujereres elaboración de dulces, y costura. Yo le dije a mi papá:

8. Coronel Francisco León Hernández (n. 4 de octubre de 1846, murió en la ciudad de Oaxaca el 8 de octubre de 1916). Sirvió en las filas del ejército liberal y fue designado presidente municipal de Juchitán, Oaxaca en 1876.

9. Una bebida a base de masa de maíz disuelta en agua. -7-


- Quiero ir a la escuela para aprender carpintería, porque hay máquinas, sierras eléctricas, para saber más. ¡No! -me contestó- nosotros somos manuales, me lo negó; pero yo iba a la escuela a ver cómo trabajaban con las máquinas, esa escuela se llamó Escuela Secundaria Técnica Número 34, ahí estudió mi primera hija, Teresa, después se cerró y ahora es la escuela No. 50. Las primeras taberneras10 fueron: mi tía Rosa Ruíz, la señora Lola López, Sebastiana Martínez, Berta Vásquez, ya las nuevas taberneras: Dona Pérez, Rosa, Victoria; nunca me fui a tomar con ellas. Juchitán empezó a despertar, cuando pasó la carretera Panamericana aquí en Juchitán en el año de 1946. Para la pavimentación general de todo el pueblo, me acuerdo muy bien el día que llegó Carlos Salinas de Gortari a visitar Juchitán. Estaba como Presidente Municipal Héctor Sánchez López, fue al Palacio Municipal, y habló con él y le dijo de Gortari : -Por favor cuando vayan a visitarme, quítense el moño rojo que tienen, veo a Juchitán muy atrasado, voy a mandar dinero para que usted señor Presidente,vea que se pavimenten todas las calles: material, dinero, máquinaria, todo lo voy a mandar; pero quiero que lo hagas para Juchitán, y me haces una carretera en la colonia Zapata, si no puedo venir, voy a mandar a un representante, a la semana entrante que venga van a empezar los trabajos. Lo ofreció y llegaron camiones de cemento, materiales, máquinaria pesada, todo nuevecito; luego empezaron a trabajar y los señores ayudantes decían: -Aquí la salida, veinticuatro metros de ancho para allá y usted va a cooperar con algo, porque le toca para la salida, sino toda esta cosa está parada. La gente no dio nada, porque ya venía el presupuesto y ellos querían ganar más. Así poco a poco entró el teléfono, la luz. Antes no había teléfono no había televisión, nada. En el cine pasamos la película “La Quinceañera”, antes no se sabía como se festejaba a una joven cuando cumplía quince años; pero conforme pasó esa película ya se vio cómo se hacía todo, lo copiaron y desde entonces a una quinceañera, como en el cine, la llevaban a la iglesia con música. En el año 55 empezaron a hacer fiestas de quince años que anteriormente no se hacían aquí. Las dos bandas de música de aquella época eran: Banda Ada lado norte, que grabó muchos sones con Saúl Martínez. Era la más solicitada y la Banda Manuel Martínez lado sur. Ahora hay muchas, tenemos la del paisano Carlos Robles.

10. En Juchitán, algunas mujeres se dedican a la venta de cerveza (antes de taberna), en pequeños puestos en la vía pública, por lo regular en el perímetro de algún festejo, a quienes llaman "taberneras".

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Cuando empezaron los trajes con hilos de oro, las mujeres usaban collares, anillos, pulseras y no se ponían zapatos, descalzas, pero bien vestidas. Los hombres, los ganaderos los que ya tenían dinero, todos con camisas de manga larga con mancuernillas de oro y con botones de dos pesos oro, usaban charros, no sombreros, charros de 24, unos charros grandotes rojos con el forro lleno de plata, y no usaban pañuelo rojo. Las mujeres colocaban en su cinto un pañuelo, y yo le pregunté a una muchacha -para qué quieres el pañuelo que tienes colgado allí- y me dijo -yo lo uso para la hora que vaya a bailar y se quitó el pañuelo, lo puso en la palma de la mano -ahora ponga usted su mano allí- dijo- para no tocarle la mano. Fíjate qué delicadas eran, por eso lo usaban anteriormente, ahora ya no lo usan, ya se perdió la costumbre. Cuando se pretendía a una dama, a una señorita ¿Qué era lo que hacían ustedes como jóvenes para hablarle a ella, para convencerla? ¿Se hacía en los bailes o en dónde? Pues sí yo tuve muchas novias, muchas, ahorita tengo una, yo tuve muchas novias, bailaba mucho el danzón, hasta ahorita lo bailo, danzón, bolero, lo que es el vals, no como ahora que la mano para acá. Por ejemplo, para enamorar a una mujer, había que verla primero, conocer cómo era ella, si era trabajadora, si sabía hacer comida, si sabía lavar. Entonces platicaba uno: - ¿Cómo has estado? -bien, bien, bueno como amiga y de allí ya empezaba uno a hablarle: - Quiero tener relaciones contigo, quiero que seas mi novia, pero para matrimonio; pero ellas contestaban: solamente te voy a dar un tiempo de cuatro meses para poder tener relaciones contigo, cuatro meses y ¿esos cuatro meses para qué?, para conocerte, investigar si no eres paseador, si no tienes vicios, si trabajas, dónde trabajas, qué oficio tienes, tus familiares cómo son, si son buenas gentes, en fin, hacían preguntas las muchachas, y así iba uno platicando y de plática en plática se llegaba a los cuatro meses y uno ya la estaba besando. ¿Para qué tanto cuatro meses? Si iba al cine, la llevaba al cine y ya después la llevaba a su casa y ya la encariña. Le daba un beso y se iba contenta; pero no se besaban los labios, puro cachete, cachete nada más, no que ahora hasta muerden los labios. Y así se iba investigando a la familia. Si eran buenas gentes, si eran trabajadores. Yo también la investigaba a ella: si sus padres tenían ganado, si eran ricos. Como me dijo un tío que en paz descanse: -Hijo, cuando ya estés grande y pienses en casarte, busca a una persona que tenga dinero, - ¿para qué?- le dije, para que no tengas mala vida después. Una persona que su papá sea ranchero, que tenga ganado, que tenga mucho dinero, pero vale más el amor, el cariño, la amistad y la pobreza es lo que vale más en la persona. Si la mujer es pobre y yo soy pobre, vamos a estudiar nuestros caminos, somos pobres, pero si la mujer tiene dinero, como su mozo me va a tener, no me va a tener como esposo, porque, tiene dinero. Ahora ya no, si tiene dinero o no tiene dinero ya se casan, dos tres días y se van, y la mujer ya está ahí con su pancita, con su domingo siete, total, ya. No, todo eso no. Así fue en aquella -9-


época muy delicado. ¡Ah! Y el banco de cama. Ese se mandaba a hacer, lo manda a hacer el novio para robar a una mujer, no pedirla, no, a poco va uno a pedir a una mujer, ¡no se pide! aquí no se pide. Anteriormente se ponían de acuerdo. Para tal día, ya la muchacha se iba a vivir a casa del novio y entonces el novio ya tenía listo el banquito, su almohada, su petate. Cuando llegaba la novia, las mujeres de su familia le ponían una división de tela. Se acostaba la novia para ver si era virgen o no, hasta eso. Cuando uno se casaba con una persona virgen pero si no era virgen: ¡Órale mamá te vas! ten cincuenta pesos y te vas a tu casa. Uno como hombre sabe si sale señorita, entonces los familiares veían la virginidad de ella, se mostraba un pañuelo blanco, allí estaba la virginidad. Esa novia era señorita y empezaba la fiesta: cuetes, comida; pero si no era señorita, esa misma noche, se le daban cincuenta pesos. Agarraba su camino y se acabó, así era la costumbre de aquella época. Ahora, salen embarazadas, te casas con mi hija, porque ya está embarazada. Antes el novio compraba el banco ahora ya no hay de esos, ya no se usan; lúuna se le dice a esa cama de pencas.

Parte (3) A la que salía virgen, le hacían una fiesta muy bonita; pero ponían plazo, a fin de mes, cuatro meses, para poder trabajar, sacar dinero, entonces ya mandaban avisar a la familia, para tal día se va a casar. Se iban a casar al Palacio (Municipal) por lo civil, se vestían de traje regional, llevaban a la muchacha y al novio, el Juez los casaba. Saliendo de su casa iban a su comida; comían gallina, caldo, y le hacían una enramada, verde, fresca, color de palma, en todas las orillas había bancos largos, con adornos de ramas de palma de coco, ramas de plátano. El sábado velaban a los pollos muertos, mataban unas gallinas para hacer comida al día siguiente, y comer a salud de la novia, ponían un mecate para colgar a los pollos, y allí en la mesa su mezcalito, cigarros, y dos cantantes con sus guitarras. Al día siguiente la novia se bañaba a las cinco de la mañana, para que se fuera a la iglesia a casarse. En la misa de obligación, la madrina y todos iban de tequio. La madrina llevaba sus tortas compuestas, refrescos, horchata y al centro de la mesa le ponían una agüita de este tipo, pero bien adornada y si tenían sed y estaban bailando, tomaban agua. Si la muchacha tenía sed, se le llevaba agua. No ahora que les llevan Coca Cola. Empezaba la ceremonia del matrimonio a las diez de la mañana, iban a traer a la madrina, a las tres se terminaba la fiesta, y cada quien para su casa. Al día siguiente, lunes, a desbaratar las enramadas; toda la familia y los vecinos llegaban a preparar la comida para los que estaban levantando la enramada.El lunes por la noche llegaba el baúl de la novia, todos abrían el baúl para ver qué cosas traía la novia, ropa, un par de aretes, anillos, collares, todo de oro, aquí está, aquí está, y vasijas para la cocina, platos, sartenes, bueno así le dieron a mi - 10 -


esposa por eso yo lo cuento. Cuando ya salimos a un lado de mi familia paterna, no había luz eléctrica. Compré una linterna, hasta ahorita la estoy conservando, pero se la regalé a mi nieta Julieta, la tiene allá en Oaxaca. Esa linterna fue mudo testigo de nuestros amores, que alumbraba todo, ahora ya no hay linternas, esa es la vida de un matrimonio y una sola madrina. Ahora no, hay madrinas de: orquesta, de cerveza, de comida, de cojín, de anillos, de arras, de música. Ya no es matrimonio legal. Los hombres se reunían en algún club o se reunían en bares, con sus amigos , no se acostumbraba a reunirse con los amigos un domingo o un sábado; era entre semana en algún bar, un club. Bueno, solamente fueron mis grandes compañeros del sindicato del cine y claro que éramos familiares. el Secretario General era mi cuñado, otros familiares, otros cuñados, puros familiares, entonces hacíamos reuniones en nuestro sindicato, teníamos una oficina en la avenida Hidalgo, allí nos reuníamos. Después de la reunión del sindicato donde tratábamos qué cosas íbamos a hacer, entonces pensábamos en ir a un bar, al Bar Taurino que estuvo allí mucho tiempo. Ahora ya está cerrado, pues ahí, convivíamos, tomábamos una copa, una cerveza ya había cerveza, y así íbamos a otra cantina, y un día a un señor le gustó mucho ir al cine. Entonces inauguró su bar, su cantina, y nos dijo: -Miiren señores, invito a todos ustedes tanto al personal del cine Juárez como del cine Lux, les voy a dar una comida, bueno pues. Fuimos y cooperamos, compramos la bebida, la cerveza, y el señor dio la comida en su casa, en su bar. Entonces estábamos comiendo y me dieron ganas de ir al baño, le pregunté dónde estaba el baño, para allá -me dijo-, me fui al baño. Allí tenía un criadero de pollos, de esos que les dan alimento, y había unas lamparitas; cuando me fijé en los pollos, estaban tan grandes los pollos, estaban grandotes, fornidos, fuertes; pero para eso ya habiamos comido la botana, cuando vi esos pollos, dije serán esos pollos que nos dio de comer este hombre. Por no tirar los pollos hizo barbacoa de pollo, por no tirarlos. Ya cuando puso cantidad de carne, nos dijo coman, pero no sabíamos qué tipo de pollo eran. Les dije: -Ya no lo coman, vayan a ver por dónde está el baño y los fueron a ver. ¡Hijo! dijeron, ya lo comimos, pues ya nos chingó el viejito. Hay muchos lugares, no como ése que les conté, donde hubo un crimen. Lugares malos no había. Estaba la casa de mi tía Rosa, con Aurelia; pero yo no llegaba allí, porque llegaba pura gente mayor de edad para tomar una cerveza. Para andar así,se tenía que ser mayor; se tomaba una cerveza con gente mayor de edad, a los pequeños no los dejaban entrar, a la edad de dieciocho años ya dejaban entrar a la cantina, pero de joven nadie, fumar tampoco. Y las taberneras para ir a un lugar así, pagaban una carreta, jalado por un par de yuntas, entonces allí montaban su banquita, ponían su banca, su mesita y lo que llevaban, ya se instalan allí y llegabas a tomar mezcalito, y la música tocando. Cuando pasó la carretera llegaron el agua, luz, teléfono, televisión. Antes nada de eso, todo estaba triste, pasaba la fiesta de mayo, Juchitán se ponía triste; a trabajar, se trabajaba, había campesinos, había maíz, había todo, ahora ya no hay, - 11 -


los campesinos piden préstamos para ellos nada más para su bolsa, ya no para que trabajen, ahora ya no, ya el campo nadie lo trabaja por eso yo les digo a mis hijos hay que trabajar, trabajen, aprendan a trabajar porque yo he sufrido bastante, sufrí mucho, ahora trabajen ustedes, así es la vida. ¿Los prostíbulos? Como las casas rojas o qué. En ese punto cuando estaba de conscripto en 1944, entonces ahí por donde es ahora la terminal de la Cristobal Colón, hubo una casa de citas. Salíamos del campamento caminando con mis compañeros soldados que eran de: Puebla, de Veracruz, Juchitán. Había dos mujeres nada más para tanto batallón, y las apodamos el "1002", hasta que la señora murió. Cuando llegaba yo allí me decía la señora: -No vas a entrar, yo conozco a tu familia, bueno pues, le decía yo y me salía. Después se salió de allí, vendió el lugar y fue a comprar otro lugar por la calle de Independencia, antes de llegar a la esquina Hidalgo hay una panadería que dice Pambazo, enfrente estuvo ella, compró una casa, allí tuvo su prostíbulo. Así hubo muchas mujeres, muchas. Íbamos los sábados a tomar cerveza, había una rocola, y con veinte centavos bailábamos con las muchachas, pero así se llamó siempre: "1002". Ahora ya no, la vida es moderna va uno a la “Quebrada” va uno a la casa “La Copa del Olvido”, y te sientas allí, luego se suben en la mesa esas chamacas, poco a poco, se encueran en la banquita. Antes no, sí se veían, su pies, sus brazos, se veía todo, en aquella época las mujeres de huipil, lo que es huipil y sus faldas, rabonas les decían. Cuando iban al baile, cuando decían "gran baile, con traje de gala", entonces las mujeres que eran de vestido, llevaban su vestido y apenas veías sus pies en el zapato y hasta aquí la manga, y si bailabas con ellas no las podías abrazar, no las podías apretar, arrímarte un poquito, no ahora no. Ya para casarme me encontré a una muchacha en el Espinal, muy guapa, gordita, tenía unos bucles aquí, hacía calor fue en el mes de mayo, era una noche de baile ahí en el Espinal, estabamos bailando, de repente me fijé y venía ¡un piojo, pero súper piojo bajando por su oreja ! y le dije: -A ver, voy a quitarte una hormiga que viene aquí; pero cual hormiga, era un piojo. Antes todos los tenían porque no se bañaban, no había agua para bañarse, antes se bañaba el hombre en la calle, parado, encuerado, la mujer ponía un banquito y se sentaba a bañar; ahora ya es de lujo el baño, de lujo. Otros tenían niguas que ponía sus huevos y daba mucha comezón en los pies, no te dejaban dormir. Al rascarse los pies con el animal ese, pedazos se hacían las sábanas, se rompían las sábanas, las almohadas, bueno pero todo eso desapareció, ya se fue todo eso, ya terminó verdad, si les agradezco mucho, muchísimo, estuvo muy bonito recordar todo eso.

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