Cuentastico - Reinos Fantasticos

Page 1

www.cuentastico.com

Reinos Fantรกsticos Cuentos de Joussie y Steve







Cuentástico año 2013 Licencia Creative Commons

Cuentos de Joussie Poblete y Steve Mura 1° Publicación Editorial Cuentástico Rancagua Ilustraciones: Kevin Mura



La Leyenda del Rey por Steve Mura

Esta es la historia de un hombre, que vivía muy lejos de un pueblo olvidado. Este hombre había vivido toda su vida en la miseria, su madre desde pequeño siempre le había contado que algún día él sería una persona de gran riqueza, lo cual nunca creyó. Este hombre se pasaba el día cazando animales silvestres, ordeñando a su vaca, y cortando la leña. Era así como vivía cada uno de sus días, sin ninguna riqueza ni necesidad de ella. En sus días de ocio, gustaba dibujarse a él mismo sobre piedras lisas, soñando con las más grandes aventuras. Un día, un curioso niño llego al lugar. Este niño provenía del pueblo y había decidido salir a excursionar, llegando así a los montes lejanos en donde vivía este ermitaño. El hombre


quien no acostumbraba a recibir visitas en su casa, le causó gran curiosidad el pequeño viajero. -¿Quién es usted?-Preguntó el niño sin miedo, a pesar de la desaliñada apariencia del ermitaño. -Pues yo soy el dueño de este lugar, vivo aquí.- Dijo el hombre desconcertado. -¿Y es usted también dueño de este bosque?- Volvió a preguntar el niño con tono de entusiasmo. -¿Quién eres, y porque preguntas?- Dijo el hombre ya extrañado, al ver al muchacho solo en esos valles. -Soy un niño del pueblo, y quería saber si podría entrar a su bosque. Mi familia es pobre y no tenemos para comprar alimentos, es por eso que le ruego que me deje cazar algún conejo para llevar. -¡Ah!… pues los conejos tienen una carne exquisita, entra y saca lo que gustes, yo ceno como un rey obteniendo cosas de ese lugar. El niño entonces saltó de alegría y corrió al bosque a cazar un conejo, invitando al ermitaño a que visitara su casa algún día. Cuando el chico volvió por la noche a su hogar, recibió una reprimenda por haberse ido sin avisar. Para evitar el castigo, contó entonces que un hombre que cenaba todos los días como un rey, le permitía cazar en sus territorios el rico alimento que esa noche podrían disfrutar. La madre del chico quedo estupefacta, por lo que al otro día le contó a su mejor amiga, quien era panadera, que su hijo


había sido invitado a comer por un rey de una tierra cercana, y que poseía muchos conejos que daba a los pobres. La panadera entonces le contó a su esposo, quien era mercader, que un rey bondadoso tenía un bosque, el cual tenía las más ricas delicias, y que este lo compartía con todo aquel que lo necesitaba, que era todo un héroe. El comerciante encontrando la historia entretenida, la contó a sus amigos, de que un gran héroe, quien también era rey, había llegado a ayudar a los pobres. Uno de los amigos que escuchaba atento, para acotar a la historia, conto que una vez había visto extraños escritos en piedras lisas, al borde de un río lejano, donde hablaba de una leyenda de un gran rey de esas características. Los curiosos que escucharon la historia, rápidamente divulgaron el rumor de que un poderoso héroe, del cual se


hablaba en profecías escritas en rocas milenarias, se había convertido en un bondadoso rey, el cual daba alimentos en abundancia. El feudal entonces se preocupó de la situación, y mandó a que se investigara aquel rumor, llegando entonces al niño, quien contó que algún día este rey vendría a su hogar. El Feudal entonces informó a su rey la noticia, al verdadero rey de esas tierras, quien mandó a una escuadra a controlar la situación, y mantener alejado a quien se decía, que le usurparía su lugar. El ermitaño un día entonces decidió ir donde el niño, llegó a la ciudad y vio un montón de soldados apostados en torres y murallas, mas no les prestó atención, ni ellos a él. Por la noche la gente entonces decía, que el héroe había estado en la casa del niño, y que había burlado las defensas del rey.


La historia cobró tal vida, que la noticia de que el rey había sido derrotado recorrió todos los rincones del reino, y los pueblos, cobrando ánimos, aprovecharon el miedo de los soldados del rey por este nuevo héroe, y crearon revueltas y derrocaron al rey, quien que nada entendía. Entonces el niño fue a buscar al ermitaño, para decirle que se había convertido en gobernador de todo el reino y que la gente lo esperaba para que tomara su lugar en un castillo lejano. Entonces el ermitaño sin comprender, se vistió y fue al pueblo, en donde lo recibieron con honores. Una carroza dorada lo llevo a la capital, en donde fue coronado como nuevo rey.


La Osita Panadera por Joussie Poblete

Había una vez, en un pueblo de ositos, un pequeña osita que tenía una panadería. Allí, se hacía el mejor pan del lugar, donde todos los ositos a diario iban a comprarlo y a disfrutarlo. La osita era feliz con su negocio, y cada día, con gran dedicación amasaba sus pancitos para que así lo ositos, pudieran tener en sus mesas, pan fresco y delicioso. A esta pequeña osita, le gustaba tener su bodega llena de los ingredientes que necesitaba, para que así, nunca le faltara nada para poder hacer sus pancitos, sin embargo, de pronto, la harina empezó a escasear… los sacos de harina que ella tenía iban desocupándose rápidamente, y en ninguna parte había harina que comprar. La osita empezó a preocuparse, puesto no quería dejar de hacer aquel pancito que a todos les gustaba, así que cuando su harina estaba por terminarse, decidió salir a averiguar que era lo que estaba sucediendo. Comenzó recorriendo todas las calles del pueblo, en busca de algún lugar donde pudiera encontrar harina, o donde alguien supiera que estaba sucediendo. Fue así como visitó todos los lugares en donde pudiera encontrar harina o alguna respuesta, sin embargo, los otros ositos estaban igual de confundidos que ella. De esta forma, decidió alejarse del pueblo e ir hacia los molinos que se encontraban a la orilla del gran río que rodeaba el pueblo de lo ositos. Caminó mucho, hasta que al fin pudo llegar, donde fue recibida por los ositos molineros, quienes estaban muy tristes, ya que para sorpresa de la osita, el río que permitía que los molinos trabajaran y se regaran los


cultivos, se encontraba seco. Los ositos que allí vivían no se atrevían a ir más lejos a ver porque el río estaba seco, ya que el cauce provenía de un oscuro bosque. La osita intrigada, decidió adentrarse en las profundidades del bosque, pese a las advertencias de los ositos molineros. El caminó en un principio parecía fácil, no obstante a medida que iba caminado, el bosque se iba haciendo cada vez más denso. Los arboles eran más altos y tupidos, y extraños ruidos se podían escuchar por doquier. La osita sintió un escalofrío cuando una rama tocó su brazo, y un búho paso ululando sobre su cabeza, sintiendo muchas ganas de volver a su hogar, sin embargo, el deseo de seguir haciendo siempre el pan que hacía feliz a los ositos, le dio el ímpetu para seguir avanzando. Y fue así como, perseverando en aquel oscuro bosque, siguiendo el seco cauce del río, de pronto se encontró con un gran dique construido por unos traviesos castores que vivían en las orillas del río. Los castores quedaron sorprendidos al encontrarse con la osita, pues nadie visitaba aquellos parajes. – ¿Qué haces aquí pequeña osita?- preguntó uno de los castores intrigado por la visita de la osita. - He venido en busca de la causa por la cual se secó el ríorespondió la osita, resoplando por el cansancio tras la larga caminata-, puesto que es muy importante para nuestro pueblo, ya que de este río dependen los molinos y las plantaciones de trigo que producen la harina que se utiliza, y yo sin ella, no puedo hacer el pan que tanto le gusta al pueblo.


- ¡Oh! No sabíamos que era tan importante este río- dijeron a coro algunos castores que habían estado escuchando el relato de la osita-. ¡Pero no te preocupes!, dejaremos que el río vuelva a fluir nuevamente, y nos iremos a otros riachuelos cercanos. -¡Gracias pequeños castores!- respondió feliz la osita con los ojos llorosos-, no saben lo feliz que me han hecho. - Y por tu valentía y perseverancia, te haremos una pequeña balsa para que vuelvas a tu hogar, como también, te regalaremos unas ricas especias, para que tu pan quede aún más sabroso- dijo el líder de los castores, con una amplia sonrisa que dejaban al descubierto sus enormes dientes. Y así, los castores se pusieron a trabajar alegremente, cumpliendo rápidamente su cometido. - ¡Espero que tengas un buen regreso a casa!- dijeron los castores mientras la osita se subía a la barquita, y junto con el río emprendía el viaje. Los ositos en el pueblo, se sorprendieron al ver que el agua estaba volviendo, y más aún, al ver a la osita quien venía navegando. La osita fue recibida como una verdadera heroína, y su aventura se transformó en toda una historia que los oseznitos querían escuchar una y otra vez, y el pan que hacía la osita, fue cada vez más delicioso, y se convirtió en una verdadera tradición en aquel alegre pueblo de ositos.


El rey y el pordiosero Por: Joussie Poblete

En un reino lejano, existía un hermoso castillo donde vivía la familia real entre los más grandes lujos. A sus alrededores más cercanos, se alzaban numerosas casonas y castillos de menor envergadura que albergaban a extensas familias acomodadas. Grandes señores y lores luchaban a diario por demostrar sus lujos y riquezas, adornando sus casas con los más exquisitos gustos y excentricidades. Sin embargo, la ocasión ideal para demostrar su poder económico, era cuando celebraban grandes banquetes sin mayor motivo, sólo por el hecho de invitar a sus vecinos y mostrar todo lo que tenían. Muchas veces, invitaron al rey y su familia, pero este nunca estaba disponible. Tampoco, se cumplieron las expectativas de los grandes señores, de ser invitados alguna vez a un banquete por parte del rey, puesto ya era una costumbre en aquel


reino, celebrar periódicamente banquetes sólo por el gusto de hacerlo, pero el rey, nunca cedió ante aquella costumbre, por lo tanto se ganó la fama de tacaño y engreído, por aquellos que luchaban a diario por tener más que los otros. Fue así, como en una de las ausencias del rey, un pordiosero comenzó a rondar aquel lugar, pidiendo en todas las grandes casas señoriales, una ayuda, lo cual le resultó exitoso, pues los señores, con el afán de demostrarse unos a otros cuanto tenían, le daban suculentas limosnas al hombre. El pordiosero, alentado por su buena suerte, fue cada vez más a diario a inspirar lástima entre los grandes señores, quienes cada vez, le daban aún más grandes limosnas, pues, el pordiosero no tan solo pedía, sino que, al darse cuenta del porque recibía tan grandes ayudas, iba casa por casa, relatando lo que le había recibido de los otros señores, y así, mediantes engaños y ardides, fue consiguiendo cada vez más riquezas. Tanto fue su éxito, que un día, decidió ir al castillo, pues, si ya


había conseguido una buena cantidad de dinero, el rey por lo menos debería darle una pequeña arca del tesoro. Con ojos brillantes y expectantes, se dirigió al castillo, inundado por la codicia, pero cuál sería su sorpresa, al recibir una respuesta negativa. Defraudado y con la ira inundando su corazón, fue de regreso al pueblo, y con hábiles palabras, comenzó a protestar en contra del rey y su avaricia. Los señores, al escuchar sus declaraciones, también comenzaron a protestar, y alentados por el pordiosero, fueron al castillo a exigir la presencia del rey. Enfurecidos, llegaron frente a la gran puerta, y cuál no sería su sorpresa al ver al rey esperándolos. No obstante, no sintieron ningún respeto por su señor, e incluso exigieron su dimisión. El rey los miraba calmado, con una suave sonrisa en su noble rostro. Una vez que terminaron las exigencias de los señores, el rey tomó su corona entre sus manos y llamó al pordiosero a su lado. -Señores, veo que has venido a exigir mi dimisión, pues vosotros no estáis conforme con mi forma de gobernar, ni porque no comparto vuestros ostentoso banquetes. Pues bien, creo que aquí este vuestro futuro rey, alguien tan avaro y codicioso como ustedes. Yo, por lo tanto, podré seguir con mi vida, preocupándome de aquellos quienes realmente lo necesitan, pues, más allá de los que vuestros ojos cegados por la codicia pueden ver, se extiende un valle poblado por familias pobres, que necesitan la ayuda de un rey que los comprenda, así que, en vez de desperdiciar mi tiempo y dinero con vuestras inútiles competencias de poder, me he ido a estar con aquellos a quien más he podido ayudar. Por lo tanto, aquí los dejó con quien, entre ardides, les ha ido robando vuestra fortuna sin que lo hayáis notado.


Y con estas palabras, el rey juntó a su familia, se fueron con algunas riquezas a donde realmente eran felices, donde estaban los tesoros más grandes del mundo, que eran la paz, la felicidad y el amor. Por su parte, los señores, con sus arcas considerablemente más reducidas, quedaron bajo el gobierno de un rey tacaño y ruin, que sólo se preocupaba de su riqueza y de ostentar más que ninguno de sus súbitos.


La niña que buscaba la Luna. por Steve Mura

Esta era la historia de un pequeño niño, el cual era muy pobre. Vivía en las afueras de la ciudad, alejado de todo y de todos, excepto de su madre quien trabajaba a diario para llevarle unas pocas rebanadas de pan al día. Una noche el niño había salido a cortar leña, con la cual haría una hoguera en donde prepararía una exquisita sopa. El aire era tibio, y la noche estrellada, por lo que el niño no tuvo la necesidad de apurarse, ni correr a la leñera, solo caminaba a paso lento mirando el cielo. “una estrella, dos estrellas, tres estrellas...” contaba el pequeño a cada paso que daba, hasta que algo en el cielo le pareció que se movía. Siendo pequeño sabía que las estrellas no se movían, por lo que sintió gran curiosidad por ese diminuto punto en el cielo centellante”. El chico se le quedo mirando por un largo rato, y le pareció que el punto se agrandaba, y se hacía más grande que la propia luna. El niño no tenía miedo, algo en su interior le decía que no corriera. Entonces la luz bajo y descendió sobre un pajar, y una pequeña niña salió de en medio. El chico la observo, con un poco de temor y con gran curiosidad. -¿Quién eres?-le pregunto el niño amablemente. -soy Luci, me he perdido, ¿Podrías indicarme como se llega a la luna? -Pues no lo sé, nadie puede llegar a la luna.-Dijo el niño extrañado.


-¿Quien dijo eso?-Pregunto la niña, con un tono ofendido. -Mi madre dijo que la luna estaba lejos, y todos sabemos que no se puede llegar a ella a no ser por un cohete... -¿Que es un cohete? que malvados son los hombres si es que te han dicho tales mentiras... vuela conmigo y entonces veras que si se puede llegar a la luna una vez que encontremos el camino. El niño estallo en risas, entonces se le paso por su cabeza que todo podía ser producto de su imaginación, que en algún lugar se había golpeado fuerte y ahora veía cosas, por lo que se dio pellizcos, se tiro agua, mas no parecía hacerlo despertar, sacando muchas carcajadas de la niña que sin entender miraba divertida. El niño se sintió torpe, sonrojo y miro a la niña. -¿Y quién te dijo a ti que se podía volar?


La niña lo miro pensativa -Nadie me lo ha dicho, es obvio que todos pueden volar, ves, yo vuelo -La niña entonces se elevo un tanto del piso. El chico entusiasmado por lo que veía se le acerco más para observarla. -¿Crees tú que yo puedo volar?- Pregunto el niño entusiasmado. La chica le respondió con una sonrisa, y le tomo de las manos. -¿Crees tú que puedes volar?-Le pregunto la chica de vuelta. -No lo sé, los que conozco me dicen que... -deja eso ya, ¿lo puedes hacer o no?-La niña ya no parecía tan dulce, lo que el chico molesto respondió que si con su cabeza. La chica entonces tomo su mano, y lo elevo sobre el pastizal. -¡Estoy volando!-Exclamo con júbilo el niño- Entonces… ¿cuánto más me han mentido?


-No lo sé -sonrió la niña, aunque denotaba un poco de preocupación en sus ojos. -Dime donde está la luna, y te ayudare a descubrir más cosas que tal vez no sabias. -Yo no lo sé, pero juntos podemos ir en su búsqueda. Y ambos niños se convirtieron en cometas en el cielo, que buscaban como llegar a la luna, y cada ciertos años los niños aun perdidos pero felices, pasan por aquella ciudad creando grandes historias entorno a tal fenómeno.






Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.