Conozcamos al
EspĂritu Santo Por Ki Dong Kim
BEREA PRESS
Pastor Ki Dong Kim (TH.D., S.T.D., D.Min., D.D.) * Obispo mayor, Iglesia Sungrak Seúl Misión Berea Siglo XXI, Seúl, Corea del Sur * Presidente honorario y fundador, Seminario Teológico Internacional de Berea, Seúl, Corea del Sur
Editor: CHOI, Eul Sook Berea Press Registro: Nº. 13-69 Tel: 82-2-831-3851 (3) Fax: 82-2-831-3854 www.bereapress.co.kr Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida, ni en su totalidad ni en parte, en ninguna forma, sin previo permiso escrito. ©2015 KIDONG KIM
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bĂblicas son tomadas de la Reina-Valera 1960Š
PREFACIO Dios creó el mundo, pero el mundo no le puede ver. su Hijo, Jesucristo, que está en el seno del Padre, es el único que puede verle. Jesús es la gloria del Padre invisible y su vida en la tierra manifestó los atributos de Dios a la humanidad. La vida de Jesús expresó claramente la voluntad y la personalidad del Padre; por lo tanto, conocer a Jesús es conocer a Dios y ver a Jesús es ver a Dios. Luego de su resurrección, Jesús se sentó a la diestra de Dios. Él es el Señor que juzgará al mundo, es el Salvador de los que creen en Él. Jesús vive en todos los creyentes por el Espíritu Santo. El mundo no puede ver, recibir o conocer al Espíritu Santo, pero los cristianos pueden hacerlo. El Espíritu Santo testifica acerca de Jesús. Nadie puede testificar acerca de Jesús sin el Espíritu Santo, ya que la autoridad para dar testimonio de Él le pertenece únicamente a Dios. Sólo el Padre puede dar testimonio acerca de Jesús, sólo el Hijo puede dar testimonio acerca de sí mismo (Juan 8:18) y sólo el Espíritu Santo puede dar testimonio acerca del Hijo (Juan 15:26). Igualmente, Dios le ha dado el privilegio de testificar acerca del Hijo a los que han recibido al Espíritu Santo, porque son coherederos con Cristo (Romanos 8:17). Usted debe conocer la Biblia. A través de ella, debe conocer al Espíritu Santo, a Dios y a Jesucristo. Sin conocerla, no puede conocer a Jesús; sin conocer a Jesús, no puede conocer a Dios, y si no conoce a Dios, no puede conocer al Espíritu Santo.
Hoy en día, muchas personas están atadas a doctrinas y falsos enseñanzas. Esto evita que puedan entender al Espíritu Santo. Obedecer al Espíritu Santo es un concepto ajeno a ellos. En lugar de una religión, Dios nos entregó a Jesús, que es más perfecto que cualquier religión. Nos dio la Biblia, que es más profunda que cualquier sistema de principios religiosos. En vez de teología, Dios nos envió al Espíritu Santo, que entiende y revela la profundidad de las cosas de Dios. Debemos tener fe únicamente en Jesús, estudiar la Biblia con toda solicitud y ser tocados por el Espíritu Santo. ¡Conozcamos al Espíritu Santo! El Espíritu Santo edifica nuestra fe. Conocer al Espíritu Santo es nuestra fe. Muchas personas se sienten insatisfechas y abandonan su fe, porque no conocen al Espíritu Santo. Este libro busca compartir el conocimiento acerca del Espíritu Santo con los lectores. ¡Debemos conocer al Espíritu Santo! Si conocemos mejor al Espíritu Santo, podemos servir mejor a Dios, poseer una fe sólida y tener una victoriosa vida de fe. ¡Oh, Señor! ¡Que todos los lectores reciban este conocimiento y esta fe!
Enero de 1986 Ki Dong Kim Desde su oficina
Nota del traductor El pastor Ki Dong Kim ha escrito más de 250 libros hasta la fecha. Traducir estos libros ha sido una verdadera bendición para nosotros. ¡Sabemos que este libro le bendecirá a usted también! Algunas cosas para tener en cuenta mientras lee este libro son: este libro es una transcripción de un seminario de entrenamiento que el pastor Ki Dong Kim realizó en el pasado, llamado “Conozcamos al Espíritu Santo”. Por lo tanto, hemos tratado de preservar incluso la forma hablar del pastor. Este libro repite muchos conceptos para realizar énfasis. Los hemos conservado, ya que el pastor Kim lo hizo a través de la unción del Espíritu Santo. Este libro ha sido escrito por ministros, he incluso por laicos, que quieren conocer cómo vivir y servir poderosamente de acuerdo a la voluntad de Dios. Por favor tome un buen tiempo fuera de su horario para concentrarse en leer este libro. ¡Oramos para que sea conmovido y transformado!. Amén. Enero 2013 Desde el Centro Misionero de Traducción Semuon
Capítulo 1 La introducción de Jesús acerca del Espíritu Santo
“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.” (Mateo 12:31-32)
El Espíritu Santo presentado por Jesús Si es pastor, maestro de las Escrituras o líder de un grupo debe conocer al Espíritu Santo. Él es el Dios en quien todos los cristianos deben confiar y al que todos deben obedecer; sin embargo, muchos cristianos no dependen del Espíritu Santo, ya que simplemente no le conocen. La vida de Jesucristo, el Hijo del Hombre, está registrada en la historia, por lo tanto, cualquier persona puede leer y aprender acerca de Él; en cambio, el Espíritu Santo es invisible y sólo puede ser conocido a través del testimonio y el mensaje de los santos, la fe en la Palabra de Dios y las experiencias. Hoy en día muchas personas están confundidas porque no saben si deben evangelizar hablando acerca del Espíritu Santo o acerca de Jesús, pero más que hablar acerca del Espíritu Santo, debemos entender que dependemos de Él para anunciar a Jesús al mundo y esta dependencia se logra a través de un correcto entendimiento acerca de Él.
¿Por qué no una pneumatología? La siguiente introducción al Espíritu Santo está basada completamente en las Escrituras por lo que su contenido no debe ser del todo desconocido para los creyentes; sin embargo, se debe prestar suma atención, ya que nuestro acercamiento al conocimiento del Espíritu Santo es muy diferente al de otros libros que se han escrito acerca del tema. A través del tiempo, muchos teólogos han escrito libros acerca de la pneumatología, la doctrina acerca del Espíritu Santo, pero cuando examinamos detenidamente estos textos podemos encontrar limitaciones comunes. Primero, muchos escritores no tienen ninguna experiencia
personal del Espíritu Santo, y segundo, otros escritores enfatizan mucho en sus experiencias personales y usan la Biblia como herramienta para justificar sus experiencias. Además, al hacer uso del término “pneumatología”encontramos un problema lingüístico, ya que el Espíritu Santo no es un tema. Jesús fue un personaje real en la historia, por lo tanto, podemos discutir acerca de Él; sin embargo, discutir acerca del Espíritu Santo es un poco necio de nuestra parte, debido a que únicamente somos creaturas, y para ser honestos, ¿cómo puede una creatura estudiar la existencia del Dios eterno? Él no puede ser objeto de estudio o experimentación. Por esta razón, este libro no se titula Pneumatología, sino Vamos a Conocer al Espíritu Santo.
La precedencia de las palabras de Jesús La pneumatología más actual presenta al Espíritu Santo desde un punto de vista antropocéntrico. Nuestro enfoque es completamente diferente, nosotros establecemos como punto de partida la forma en que Jesús presentó al Espíritu Santo. Se puede invertir mucho tiempo estudiando lo que dijeron los apóstoles acerca del Espíritu Santo, podemos utilizar mucho más tiempo analizando las experiencias de Jesús acerca del Espíritu Santo y es importante estudiar cómo vino el Espíritu Santo a Jesús en el río Jordán; sin embargo, todo esto es sólo el testimonio de unos testigos que vieron la venida del Espíritu Santo a Jesús, pero no es el testimonio del mismo Jesús acerca de lo que experimentó. Entonces, la mejor forma de comprender la naturaleza del Espíritu Santo es examinar las enseñanzas de Jesús. El título de este capítulo, La Introducción de Jesús acerca del Espíritu Santo, claramente distingue nuestro enfoque acerca del Espíritu Santo de otros acercamientos. Debemos estar enfocados en lo que Jesús mencionó acerca del Espíritu
Santo, ya que Él es Dios mismo y sólo a través de Él podemos adquirir las enseñanzas que nos permiten conocer lo más puro y esencial acerca del Espíritu Santo. Ningún teólogo puede enseñar y exponer las Escrituras como lo hizo Jesús, mientras que cualquier otra enseñanza puede ser criticada o discutida, lo que Jesús enseñó no puede ser objetado, sino aceptado enteramente para obtener una mayor fe. A través de los siglos, famosos teólogos y pastores han enseñado muchas cosas acerca del Espíritu Santo, por lo que luego de tantas discusiones, las personas se acostumbraron a escoger lo que querían aceptar acerca de Él, esta es la razón por la que no pueden experimentar sus promesas.
Lo que Jesús dijo Jesús dijo que el Espíritu Santo merece mayor respeto que Él mismo. Jesús vivió durante nueve meses dentro de un útero, fue dado a luz en el mundo para vivir como un hombre, y así como todos nosotros, experimentó hambre, fatiga, dolor, sufrimiento y muerte; en cambio el Espíritu Santo no tomó forma de creatura para entrar al mundo. En otras palabras, Jesús vino humildemente como el Hijo del Hombre, mientras el Espíritu Santo vino sin humillarse a sí mismo. Esta es la razón por la que Jesús le advirtió a la gente que no debían tratar al Espíritu Santo así como habían tratado al Hijo del Hombre. Jesús nos enseñó a recibir al Espíritu Santo y a darle la bienvenida, igualmente, nos mandó a guardar sus mandamientos. “Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. Porque yo
no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.” (Juan 12:47-50) La gente no tomó en serio a Jesús y sus palabras, porque le recibieron como a un hombre, no pensaron que Él pudiera ser Dios; sin embargo, Jesús les declaró claramente que Él nunca había hablado de acuerdo a su voluntad, sino que únicamente comunicaba los mandamientos de Dios. Los mandamientos de Dios no pueden ser tomados a la ligera, ¿quiénes somos nosotros para criticar sus mandamientos? Cualquiera, incluso un distinguido erudito, puede ser retado; pero Dios y sus palabras nunca pueden ser desafiados o tomados a la ligera. La Palabra de Dios debe ser obedecida, más que interpretada. Cuando las palabras, “y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús”, llegaron a María por parte de Dios, ella obedeció (Lucas 1:31). Ella dijo: “he aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38). Ella no analizó el significado de estas palabras para ver si tenían otro sentido, ella obedeció de acuerdo a lo que recibió. Cuando Dios le ordenó a Abraham, “toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”, él obedeció estas palabras sin vacilar (Génesis 22:2); luego cuando actuó de acuerdo al mandamiento de Dios y estaba a punto de degollar a Isaac, Dios le ordenó que se detuviera y Abraham nuevamente obedeció. Las palabras de Dios no necesitan ninguna explicación, sólo obediencia. Cualquier cosa que haya dicho Jesús acerca del Espíritu Santo debe ser recibida y obedecida, no debe ser
interpretada para buscar algún otro significado. Sus enseñanzas no son parábolas o metáforas. “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.” (Mateo 12:31-32) Aquí, Jesús nos advirtió enfáticamente que no debemos tratar al Espíritu Santo de la misma forma en que ellos trataron al Hijo del Hombre.
La consecuencia de la blasfemia El peor criminal del mundo puede ser perdonado, incluso el que blasfema en contra de Jesucristo puede ser perdonado; sin embargo, no hay perdón para el que blasfema al Espíritu Santo, ya que no hay forma apropiada de redimir este pecado. Dios dio al Hijo como sacrificio redentor por todos nuestros pecados, pero no entregó ninguna forma de redención para el pecado de la blasfemia o la ofensa en contra del Espíritu Santo. Algunos tratan de excusarse diciendo que no sabían nada acerca de la blasfemia en contra del Espíritu Santo. Obviamente, ninguno blasfemaría al Espíritu Santo deliberadamente; sin embargo, ningún pecado es excusado por el desconocimiento (Romanos 2:12). El pecado en contra del Espíritu Santo no tiene perdón. Para nosotros tiene sentido que cualquier pecado debería ser perdonado mientras haya un arrepentimiento genuino, pero los pensamientos de Dios son diferentes a los nuestros. “Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis
palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.” (Juan 12:47-48) La blasfemia en contra del Espíritu Santo no tiene efecto sobre la salvación, pero afecta la recompensa final. Por lo tanto, si antes o después de aceptar a Jesús, usted blasfema en contra del Espíritu Santo, sufrirá algún tipo de pérdida al final (1 Corintios 3:13-15). La Biblia nos dice que Dios recompensará a cada persona de acuerdo a sus obras (Mateo 16:27; Romanos 2:6; 2 Timoteo 4:14). Estos pasajes no hablan acerca de los incrédulos, ya que ellos, independiente de sus pecados, serán echados al lago de fuego. Estos pasajes se refieren a aquellos que ya son salvos y recibirán recompensas en el cielo de acuerdo a sus obras. Jesús dijo: “A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.” (Mateo 12:32) ¿Qué tan seria es la blasfemia en contra del Espíritu Santo? La blasfemia en contra de nuestro Salvador, quien sufrió y murió por nosotros en la cruz ya es lo suficientemente mala, a pesar de esto, Jesús desea perdonar tal pecado, incluso los soldados que clavaron a Jesús sobre la cruz fueron perdonados. Sin embargo, hablar en contra del Espíritu Santo se encuentra a un nivel diferente; Jesús dijo que no hay expiación para tal pecado, aunque tal persona no será condenada al infierno, tendrá la respuesta a su blasfemia al final. Jesús va más allá y dice: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” (Mateo 12:36-37)
Aunque aquí se habla acerca de la salvación, también hace referencia a la recompensa o sufrimiento de una pérdida para los creyentes. De esta manera, estas palabras son importantes y deben ser consideradas cuidadosamente. Una pregunta importante sería, ¿cuál es la pérdida que experimentarán aquellos que blasfeman al Espíritu Santo?, Mateo 22:10-13 dice: “Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.” Las tinieblas de afuera no se refieren al infierno, ya que el salón de bodas no es un lugar o un tiempo de juicio, se está llevando a cabo una fiesta de bodas; el juicio ya tomó lugar en la tierra. Los creyentes son salvos y los incrédulos ya han recibido el juicio (Juan 3:18), sólo aquellos que son salvos se encuentran en la fiesta de bodas, ellos son los que llegarán a ese lugar; sin embargo, el invitado que no esté vestido adecuadamente no podrá disfrutar de la fiesta.
¿Cómo blasfemamos? ¿Cómo puede alguien blasfemar al Espíritu Santo, cuando nadie le puede ver? Hay dos formas: hablar en contra de las obras y los dones del Espíritu Santo, y oponerse o perseguir a la gente que el Espíritu Santo usa. El resultado de esto es la blasfemia indirecta del Espíritu Santo.
Los santos de la iglesia primitiva recibieron al Espíritu Santo y vivieron una vida poderosa; sin embargo, hoy en día muchos cristianos profesan estar llenos del Espíritu Santo, pero no tienen vidas poderosas. Todos sabemos que necesitamos al Espíritu Santo para estar activos en nuestras vidas; no obstante, la gente vive en derrota, ya que no saben que ya han blasfemado al Espíritu Santo. Cuando usted blasfema al Espíritu Santo no puede recibir su poderosa ayuda. “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16) El Espíritu Santo tiene un hogar que es llamado su templo. Normalmente nos sentimos libres y confortables en nuestros hogares; en cambio, por más amable que sea un amigo, su casa nunca podrá ser nuestro hogar. Los cristianos tenemos que ser hogares confortables para el Espíritu Santo (1 Corintios 3:9), Él debería ser capaz de permanecer en nosotros y usarnos libremente, pero de muchas maneras le ponemos obstáculos al Espíritu Santo. Nuestras manos, pies, pensamientos y mente deberían obedecer a las palabras del Espíritu Santo, pero la verdad es que tendemos a actuar de acuerdo a nuestra voluntad. El Espíritu Santo es sensible a nuestras decisiones; por lo tanto, cuando le blasfemamos Él no nos detendrá. Dios no va más allá de nuestra voluntad, porque Él nos la otorgó y no es su naturaleza ir en contra de su creación. Si nosotros nos oponemos a Él, entonces Él permite que lo hagamos; si le afligimos, Él permite que le aflijamos; si ignoramos su inspiración, Él no nos detendrá para convencernos. Por esta razón, la Biblia nos advierte firmemente: “¡No blasfemen al Espíritu Santo!, ¡no ofendan al Espíritu Santo!, ¡no aflijan al Espíritu Santo!, ¡no ignoren la inspiración del Espíritu Santo!”.
El Espíritu Santo vino de forma diferente a la que vino Jesús. El Espíritu Santo entró al lugar que le pertenece; en cambio, Jesús vino y tomó prestado lo que no era suyo. Fue concebido por una mujer que no estaba casada, nació en un pesebre ajeno, se montó en el pollino de otro para ir a Jerusalén, cenó con sus discípulos en una habitación prestada y fue enterrado en la tumba de otra persona. En cambio, El Espíritu Santo sólo entra en su habitación, la cual ha sido santificada por Dios. Él obra libre y poderosamente en su cómoda habitación. Nosotros somos su templo, nosotros no nos pertenecemos (1 Corintios 16:19-20). Algunas personas se alegran mucho cuando reciben al Espíritu Santo y le prometen muchas cosas a Dios. Desde el comienzo reciben la firme convicción del Espíritu Santo y le obedecen, pero luego de un tiempo comienzan a ignorar al Espíritu Santo en sus corazones, pues no comprendieron que Él es el legítimo propietario. Cuando continúan viviendo a su manera, sus corazones se entumecen porque Él no impone su voluntad sobre ellos, el Espíritu Santo simplemente deja de obrar en sus vidas. Aunque estas personas ya han recibido al Espíritu Santo, su presencia no tiene efecto en ellos, el Espíritu Santo no gobierna sus pensamientos y acciones, y pronto el Espíritu Santo es afligido. Si los santos ofenden al Espíritu Santo luego de haber probado el gozo de su llenura, entonces, será difícil regresar al gozo y a la devoción inicial. Hebreos 6:4-6 dice: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.”
La gente que ha experimentado al Espíritu Santo, pero ha caído, es casi imposible que encuentren perdón nuevamente; por ejemplo, si el corredor de una maratón se detiene para descansar en medio de una carrera, incluso si continúa corriendo, no le será fácil alcanzar a los corredores que están delante de él, tendrá mucha distancia por recuperar. Lo mismo ocurre con los creyentes que continúan ignorando al Espíritu Santo, algunos hablan en lenguas fervientemente cuando reciben al Espíritu Santo, pero si dudan del don posteriormente, entonces será más difícil retomar el hablar en lenguas y perderán el sello. Algunas personas se alegran cuando reciben el don de lenguas, pero luego se avergüenzan de ellas, aun si estas personas hablan en lenguas nuevamente, será difícil reavivar el gozo inicial.
Preste atención a la advertencia Hoy en día, la gente habla acerca del Espíritu Santo, pero no escucha las advertencias de Jesús acerca de Él. Si se tomaran las advertencias de Jesús seriamente, no se blasfemaría al Espíritu Santo, así como lo hacen algunos hoy en día. Nos mantendríamos llenos del Espíritu Santo y viviríamos poderosas vidas espirituales. Yo comencé a hablar en lenguas el día en que acepté a Jesús. Yo no sabía nada acerca de hablar en lenguas, por lo que le comenté a alguien, “cuando oro, pronuncio palabras como las de un sapo”, luego de escucharme hablar en lenguas, me dijo: “puede ser que estés hablando en griego”; entendí que era inútil hablarle a otros acerca de esto, por lo cual vine delante de Dios y le dije, “Dios, si esto proviene de ti, continuaré hablando”, luego de esto, hablé en lenguas continuamente por nueve horas. Luego descubrí en la Biblia que hablar en lenguas es un don del Espíritu Santo. Estaba extremadamente agradecido que Dios le entregara a un hombre común como yo un regalo tan magnífico. Como
resultado de esto, nunca he parado de hablar en lenguas hasta el día de hoy. El Espíritu Santo es sensible a nuestras decisiones, si nosotros le limitamos, sus obras se limitan. Tenemos que dedicar nuestras vidas a sus obras para que sus obras no se apaguen en nosotros. A Jesús no le importó ser despreciado o ignorado, Él fue a lugares donde no era bienvenido y cumplió con el ministerio que el Padre le entregó. Sin embargo, el Espíritu Santo no obra a la fuerza en los lugares donde no es bienvenido; al contrario, obra con poder en los lugares donde lo es. Esta advertencia de Jesús merece nuestra especial atención. Esta es una de las primeras enseñanzas acerca del Espíritu Santo. Lo que Jesús enseñó está por encima de cualquier otra doctrina. El Espíritu Santo obra poderosamente cuando se encuentra cómodo en nosotros. Cuando honramos su presencia, el ministerio del Espíritu Santo es ilimitado.