Compartir -con la complicidad de los lenguajes- aparece como uno de los grandes motores de la experiencia humana y su espacio de existencia es la cultura. Es en esta esfera donde ‘identidad’ y ‘comunidad’ surgen como catalizadores de estos intercambios y donde la visualidad empieza a tener algo que decir, pues nos comunicamos a través de ella. Aquello nos moviliza para preguntarnos por esos vínculos y espacios de encuentro, esas señales de afecto, esas posibilidades de mirarse en los otros... La colección resultante tiene obras sobresalientes que trabajan el amor (in) cierto desde diversos ángulos: los siniestros amores que matan, como en un fotolibro sobre casos de femicidio y sus investigaciones forenses, representación profunda del horror y la violencia de género y también la presencia del registro cariñoso de un amor fraterno en unos gemelos que comparten sus vidas...