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Un negro es un negro, pelucas portadoras
Un negro es un negro, pelucas portadores
Fotografías y texto Liliana Angulo
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Un negro es un negro fue un proyecto que abarcó varios años y recogió diferentes exploraciones en escultura alrededor de las diferentes connotaciones de la palabra negro desde mi experiencia como mujer negra nacida en Bogotá y las implicaciones históricas de la migración de mi familia paterna desde Barbacoas – Nariño hacia el centro del país. En el proyecto cada obra tuvo diferentes fuentes en un proceso de investigación que partía de la historia de la esclavitud, las iconografías del colonialismo y de la trata, las imágenes etnográficas, y la documentación colonial en los inicios de la fotografía. En ese sentido el proyecto trataba sobre la relación de la imagen, -en particular la imagen fotográfica-, con los procesos de colonización.
Dentro de Un negro es un negro hice entre otros objetos para el cuerpo, una serie de pelucas y fotografías que llamé Porteadores. Se llaman así porque en África durante el periodo de la trata esclavista a las personas que secuestraban para ser esclavizadas las sacaban hacia los puertos cargando cosas en la cabeza: bienes, productos, recursos y objetos que en medio del saqueo también debían ser llevados hacia los puertos. Las pelucas representan esas cargas de lxs esclavizadxs, pero también lo que nuestrxs ancestrxs trajeron, ese legado, por eso son como grandes afros conectados entre sí por medio de gajos de fibra, mechones de cabello.
Las tiras de cabello que les conectan hacen pensar en los lazos de solidaridad que unen a las personas de ascendencia africana. Las pelucas están unidas hablando de la estructura social y de camaradería que se crea a partir de compartir experiencias de vida, sufrimientos personales, situaciones sociales y del cuidado.
Usaba lana para esponjillas al hacer las pelucas para aludir a diferentes asuntos y por eso tienen una carga ambivalente, por un lado, se refieren a las cuestiones relacionadas con el pelo “malo”, -el “pelo Bombril”- y por otra parte, remiten a los tocados o a los grandes afros de los años 60 y 70; recuerdan el Black Power, las ideas de empoderamiento del “Black is beautiful” y el pensamiento afrolibertario que permeó todos los territorios de la gente negra. Las pelucas hacen parte de la tradición milenaria de las prácticas del peinado y el cuidado para los africanos y la gente de la diáspora. El cabello y el cuerpo son parte de las expresiones de resistencia de la gente afrodescendiente.
Inicialmente las pelucas me permitieron acercarme a las personas de mi entorno cercano, amigos y amigas, familiares, las pocas familias afro vecinas en el barrio, peinadoras y peluqueros, para pedirles que posaran usando los objetos. El proceso previo a las fotografías implicaba una conversación sobre asuntos de raza, identidad y poder desde una mirada crítica. Les pedía que posaran solo si se sentían de alguna manera cercanos a las posiciones contestatarias que planteaban los objetos y si se sentían cómodxs. El trabajo con las pelucas también propició mi primer acercamiento de colaboración con las organizaciones de base del Movimiento Social Afrocolombiano, así como con los peluqueros, las peinadoras y las prácticas del cuidado entre la gente negra.
Estas pelucas y las fotografías hacen parte de una instalación en la que fotografía denotaba el objeto. Los objetos fueron construidos para el cuerpo negro, suponen un sujeto, sin el cuerpo negro están vacíos, su significación está basada en la relación física con su referente, la fotografía opera como una forma de nombrar.