EL VIAJERO CAUTIVO
JUAN SUKILBIDE
El Viajero Cautivo Juan Sukilbide Ciudadela de Pamplona, del 24 de octubre al 7 de diciembre
Exposición / Erakusketa Juan Sukulbide El viajero cautivo Del 24 de octubre al 7 de diciembre Urriaren 24tik abenduaren 7ra Organiza / Antolatzailea: Ayuntamiento de Pamplona / Iruñeko Udala Coordinador/ Koordinatzailea Pedro Luis Lozano Uriz Montaje y vigilancia / Muntatze- eta zaintza-lanak El Cubo Blanco Sala/ Aretoa Pabellón de Mixtos Ciudadela. Mistoen Eraikina. Ziudadela. Horarios/ Ordutegia Hasta el 31 de octubre/ Urriaren 31ra arte Martes a viernes / Asteartetik ostiralera: 18:30-21:00 Sábados: / Larunbatetan: 12:00-14:00, 18:30-21:00 Domingos y festivos: / Igande eta jaiegunetan: 12:00-14:00
Catálogo / Katalogoa Edita / Argitaratzailea: Ayuntamiento de Pamplona / Iruñeko Udala Texto / Testua: Juan Sukilbide Fotografía / Argazkiak: JMS Traducción / Itzulpena: Servicio de Traducción del Ayuntamiento de Pamplona / Iruñeko Udaleko Itzulpen Zerbitzua Diseño / Diseinua: JMS Impresión / Inprimaketa. Gráficas Lizarra © De los textos y fotografías / Testu eta argazkiena: Los autores. Egileak © De la edición / Argitalpenarena: Ayuntamiento de Pamplona / Iruñeko Udala DL / LG NA 1453-2014
Desde el 1 de noviembre / Azaroaren 1etik aitzina Martes a viernes / Asteartetik ostiralera: 18:00-20:30 Sábados: / Larunbatetan: 12:00-14:00, 18:00-20:30 Domingos y festivos: / Igande eta jaiegunetan: 12:00-14:00
Quiere interpretar las imágenes como un cuaderno de viajes. Unas parecen mapas. Ambiguos jeroglíficos abigarrados, rebosan color, escenarios de guerras o mapas meteorológicos. Países y continentes, las líneas de costa, montañas simples. Piensa que la intención de los dibujos es contagiarle alegría. Emplea muchos colores en cada imagen, si faltara alguno dejaría una parte de contar. La caligrafía en todas direcciones la recorre en una danza hipnótica. La viajera incauta, la viajera cautiva. Ve elementos sin definir, sinuosos, pujantes, queriendo ser sin terminar de ser. Al principio le molestaba recibir las ilustraciones porque las consideraba excentricidades, meras ocurrencias. Las preferidas las sujeta con una chincheta sobre el cabezal de su cama. No siempre son las mismas. Las que le molestan, le inquietan por indescifrables, barrocas y facilonas, las que le parecen autocomplacientes las guarda en una caja. Se le colaron en un sueño y allí las vio distintas. Ese barullo gratuito, el lío surreal... Ahora los entiende como paisajes. Masas arbóreas junto con enjambres de pinchos, arbustos, moras, lavanda, tomillo, romero, ortigas. Espacios blancos, huecos de cielo. Las líneas violetas, las negras también se entrecruzaban reptando como la hiedra, formando volúmenes enredados que le recordaban a un árbol vestido de lianas y flores, de espino y de brezo. Siempre le habían atraído los zarzales enmarañados, los que de tan espesos por fuerza te hacían percibir la vida desbordante, esa sobresaliendo y aquella escondida más atrás, aún después, mucho más allá. Donde hay múltiple fertilidad unas flores mueren, otros frutos se marchitan pero no son una planta sola a la que puedes ver pasar del esplendor al agarrotamiento, aquí hay vida siempre, por eso no ha de faltar la variedad, tampoco de colores. El ojo humano distingue más matices de verde que de ningún otro color. Dicen que se debe a los muchos siglos que como nómadas, en alerta ante las fieras o buscando qué cazar, desarrollamos nuestro ojo de esta manera. Las pinturas -ahora lo ve- estaban construidas en vertical zigzag, orgánicas, deshilachadas, abundantes como crecen, como se mueven tantas plantas silvestres.
La impresión primera y más fácil de un pincel que, mojado en pintura, se pone sobre la tela se parece mucho a la forma de una hoja. Un cuerpo central más grueso que se agudiza en los extremos, esa es la huella de los pelos apenas posados y en suave retirada. El impulso que provocó el surgimiento de esta vida pudo ser el desequilibrio, la inquietud de la materia, su incomodidad. Y si hubo un instrumento que definiera las formas según se iban haciendo no fue un lápiz ni nada parecido. Tienta imaginar cuál sería el aspecto de un mundo, de la pluralidad de sus cuerpos, que se configura y evoluciona de acuerdo al trazo de un pincel. La viajera ansiosa. Por salir de un sitio o por llegar al siguiente, por descubrir y comunicar cuanto más mejor. Pintar sabiendo qué saldrá. O no saber. Un trazo minucioso se delata a sí mismo, anuncia su término, puedes visualizarlo antes de completarlo y suele desembocar en lo conocido. Una línea rápida y suelta no tanto. Para acariciar bien la mano debería deslizarse entre 4 y 5 centímetros por segundo. Es pretencioso creer que conocemos el valor o las funciones de los colores. Que si el verde esto, el rojo aquello. Calor, frio, serenidad o inquietud. Lo mismo con las formas simples, las geométricas o los símbolos a los que atribuimos una representación. El significado y el poder de estos agentes son muy superiores y mucho más sugestivos de lo que nos hemos acostumbrado a reconocerles. Si no nos damos cuenta de su flamante vigor será por la pereza con la que miramos. Alentarlos, rescatarlos de nuestro tedio tiene mucho que ver con el afán por pintar. Algunos artistas recogen espíritus cansados y les acomodan en su trabajo creativo -sobre el papel, la madera, el soporte digital...- un lugar en el que reponerse. No es un proceso de yo contigo o de házmelo a mí, es impersonal y universal, sin barreras de tiempo, de clase, de cultura, sin ninguna barrera. Se rige por la necesidad que tienen
tanto el artista como quien contempla su trabajo de vivir en los muy diversos entornos de lo bello. Las acciones creativas dedicadas a los demás tienen un efecto rehabilitador. Cada uno de nosotros vivimos -más o menos cómodos- en un grado mayor o menor de incertidumbre con respecto a lo que somos y a lo que nos rodea. Hay músicas, películas, pinturas que nos atraen precisamente porque creemos reconocer en ellas esa concreta medida de misterio o de certeza en la que cada uno se mueve. Mientras sigamos fascinados por conceptos, entes, ideas, ideales que no tienen una presencia concreta y nítida, la pintura –y las artes en general- gozarán de excelente salud. Porque, por ejemplo, está en nuestra mano elaborar plásticamente una imagen de la divinidad (en términos de adecuación a la realidad de lo representado) tan válida como cualquier otra de las miles que se han podido producir hasta la fecha. El hecho de que ya se hayan hecho muchas no concluye un camino que no puede tener fin a menos que se demuestre sin lugar a dudas en este caso la inexistencia de Dios o él se haga presente de manera incuestionable. Lo mismo si se trata de retratar animales míticos o metafísicos, hadas, demonios, dragones… Incluso en los dibujos que ella le hace llegar y en los que hay representados campos, pilas de heno, ramas, raíces... él ve, en esa boscosa, tersa algarabía de redondeados brotes que se abren, se contornean y penetran en la brillante carnosidad vegetal un escenario íntimo. No echa de menos postales de Nápoles o de Praga porque no anhela estar allí. Pero sí en los caminos, junto a las lindes de las piezas del cereal o los encinares. En los dibujos, donde antes creía ver el foso de un imposible castillo reteniendo con cintas y ganchos nubes angulosas inquieto descubre ahora el deseo de aprender a mirar.
162 x 260
162 x 260
130 x 195
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130 x 195
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89 x 116
130 x 193
120 x 177
114 x 145
130 x 162
73 x 100
Bidaia-koaderno baten gisan interpretatu nahi ditu irudiak. Irudi batzuek mapak dirudite. Hieroglifiko anbiguo nabarrak, kolorez gainezka; gerra-agertokiak edo mapa meteorologikoak. Herrialdeak eta kontinenteak, kostako lerroak, mendi soilak. Uste du poza kutsatzea dela marrazkien asmoa. Kolore asko darabiltza irudi bakoitzean; baten bat falta balitz, parte bat bazter utziko luke. Kaligrafia noranzko orotan dabil, dantza hipnotiko batean. Bidaiari zuhurtziarik gabea, bidaiari gatibua. Zehaztu gabeko elementuak ikusten ditu, bihurgunetsuak, indartsuak, izan nahi bai baina erabat izatera iritsi gabeak. Hasieran, ez zuen atsegin ilustrazioak jasotzea, bitxikeriatzat baitzituen, burutazio hustzat. Gogokoenak oheburuan iltzatuta dauzka txintxeta batekin. Ez dira beti berak. Kaxa batean gordetzen ditu enbarazu egiten diotenak, deszifraezinak, barrokoak eta erraztxoegiak direlako artegatzen dutenak, autokonplazentziaz eginak daudenak. Amets batean sartu zitzaizkion, eta desberdin ikusi zituen han. Iskanbila funsgabe hori, korapilo surreala... Orain, paiasia gisa ulertzen ditu. Zuhaitz-masak eta arantza-nahaspilak, zuhaixkak, masustak, izpilikua, ezkaia, erromeroa, asunak. Espazio zuriak, zeru-tarteak. Lerro bioletek eta beltzek ere gurutzatzen zuten elkar, huntza bezala narrasean, bolumen nahaspilatuak osatuz, zeinek gogora baitzekarkioten zuhaitz bat lianaz eta lorez jantzia, elorriz eta txilarrez. Beti iruditu zitzaizkion erakargarri sasitza nahaspilatuak, trinkoak; hain trinkoak, ezen halabeharrez sentiarazten baitigute bizia gainezka, hemen nabarmen eta han atzean ezkutuan, eta gero ere bai, askoz ere urrunago. Emankortasun askotarikoa dagoen lekuan, hil egiten dira lore batzuk, eta usteldu beste fruitu batzuk, baina ez dira landare bakar bat, bikaintasunetik zurruntasunera pasatzen ikus daitekeena; hor beti dago bizitza, eta horregatik ezin da falta aniztasuna, ezta koloreetan ere. Giza begiek berde-単abardura gehiago bereizten dituzte, beste ezein kolorerenak baino gehiago. Diotenez,
horren arrazoia da mende askoan izan ginela nomada, basapiztiei adi eta ehiza bila, eta horrela garatu zitzaizkigula begiak. Margolanak –orain ikusten du– sigi-saga bertikal, organiko, zirpilduan eginak zeuden, ugari, hainbeste basalandare hazten eta mugitzen diren moduan. Pintzel bat pinturatan busti eta oihalean jartzen denean sortzen den formaren lehen irudipena, errazena, hosto batena da: gorputz bat erdian, lodi, eta muturretan meheago. Aztarna hori uzten dute iletxoek, lipar batez mihisean jarri eta gero leun-leun erretiratzen direnean. Beharbada, bizitzaren lehen akuilua desoreka izan zen, materiaren ezinegona, ezerosotasuna. Eta formak sortu ahala instrumentu batek zedarritu bazituen, ez zituen arkatz batek zedarritu, ez eta antzeko ezerk ere. Tentagarria da irudikatzea zer itxura izango luketen mundu batek eta bertako gorputz askotarikoek baldin eta pintzel baten trazuaren arabera taxutu eta garatu izan balira. Bidaiari grinatsua. Leku batetik irteteko grinatsu, edo hurrengora iristeko, edo aurkitzeko eta komunikatzeko (zenbat eta gehiago, hobe). Pintatzea, zer aterako den jakinda. Edo ez jakitea. Trazu zehatz batek bere burua salatzen du, bere amaia iragarri; bukatu baino lehen ikus dezakegu, eta gauza ezagunen batean bukatu ohi da. Lerro bizkor eta solte bat, ez hainbeste. Ondo laztantzeko, segundoko 4-5 zentimetroan mugitu behar luke eskuak. Handiustea da sinestea badugula koloreen balioaren edota funtzioen berri. Berdea gora eta gorria behera. Beroa, hotza, naretasuna edo ezinegona. Gauza bera irudikapen bat lotzen diegunean forma sinpleei, geometrikoei edo sinboloei. Eragile horien esanahia eta boterea askoz ere handiagoak eta iradokitzaileagoak dira, oro har uste duguna baino. Ez bagara ohartzen haien indar ederraz, nagikeriaz begiratzen diegulako izango da. Horiei hauspoa emateak,
horiek gure asperduratik salbatzeak zerikusi handia du pintatzeko grinarekin. Artista batzuek espiritu nekatuak jasotzen dituzte, eta osatzeko leku bat ematen diete beren sorkuntza-lanean – paper edo zur gainean, euskarri digitalean...–. Ez da "nik zurekin" edo "zuk niri egin" prozesu bat; inpertsonala eta unibertsala da, denbora-, klase-, kultura-hesirik gabea, batere hesirik gabea. Hauxe du ardatz: hala artistek nola haien lanaren behatzaileek edertasunaren ingurune zeharo askotarikoetan bizitzeko duten beharra. Besteei eskainitako sorkuntza-ekintzek birgaitze-eragina dute. Guztiok bizi gara –gutxi gorabehera eroso– ziurgabetasun handiago edo txikiago batekin, zer garen eta inguruan zer dugun zehatz jakin gabe. Musika, film, margolan batzuek, hain zuzen, horregatik erakartzen gaituzte, iruditzen zaigulako norberaren misterioedo ziurtasun-hein jakin hori antzematen diegula. W Presentzia zehatz eta argirik ez duten kontzeptuek, izakiek, ideiek eta idealek liluraturik jarraitzen dugun bitartean, pinturak eta, oro har, arteek egoera bikainean iraungo dute. Zeren, adibidez, gure esku dago jainkotasunaren irudi plastiko bat egitea –irudikatzen denaren errealitateari egokituta–, gaur arte egin diren milaka horiek bezain baliozkoa. Irudi asko egin badira ere, horrek ez du esan nahi bidea amaitu denik, ezin baita bukatu, salbu frogatzen bada, kasu honetan, Jainkoa ez dela existitzen, edo Jainkoa argi eta garbi agertzen bada. Beste hainbeste animalia mitikoak edo metafisikoak pintatzean, edo maitagarriak, deabruak, dragoiak... Helarazten dizkion marrazkietan ere, non larreak, belar-metak, adarrak, sustraiak eta abar ageri baitira, berak agertoki intimo bat ikusten du landare-larru distiratsuan zabaldu, tolestu eta sartzen diren kimu biribilduen zalaparta basotsu leunean. Ez du sumatzen Napoliko edo Pragako postalen faltarik, ez duelako nahi han egon. Bideetan egon nahi du, zerealsoroen edo artadien ertzean. Marrazkietan, lehen gaztelu ezinezko baten lubanarroa ikusi uste zuen lekuan –ertz askoko hodeiei zinta eta kako batzuekin eutsiz–, artega, begiratzen ikasteko nahia aurkitu du orain.
sukilbide.wordpress.com