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LA REVISTA CUMPLE 40 AÑOS Y SE DESPIDE DEL PAPEL
LA REVISTA CUMPLE 40 AÑOS Y SE DESPIDE DEL PAPEL
La revista El Trébol fue fundada en enero de 1980: el próximo mes cumplirá cuarenta años. 2020 no será solamente el año del cuadragésimo aniversario, sino el año en que dejará de salir en papel. Los cambios tecnológicos y la difusión de las redes facilitan una decisión que no es fácil y que se asienta mayoritariamente en razones económicas. La nota que compartimos a continuación fue escrita por una vecina con la colaboración del fundador de la revista, José María Eguiguren, quien ya transitaba entonces el último año de su existencia, para conmemorar otro aniversario de la publicación, en 2015. La compartimos nuevamente hoy como homenaje a José María y como celebración de este aniversario, porque lo que en ella se dice, permanece vigente.
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Por EB con la colaboración de JME El mariscal Tito, anciano y enfermo, era el presidente de una república denominada Yugoslavia; la Unión Soviética existía rotundamente mientras avanzaba en su ofensiva sobre Afganistán, por lo cual el presidente de Estados Unidos, alto, rubio y con ambos zapatos negros, le dictaba un embargo cerealero. El Papa, que no era argentino, respondía al nombre de Juan Pablo II, y la Comunidad Económica Europea había llegado a constituir la ansiada Unión en tanto que, en nuestro país, todos los días parecían estar tan nublados como la razón. En aquella dura realidad nacía el sueño leve de esta revista barrial. Corrían los primeros días del verano y del año: era enero de 1980. No existía Internet, únicamente Japón contaba con un servicio de telefonía móvil, inaugurado en el año que acababa de concluir, y recién al año siguiente estaría en el mercado estadounidense la primera PC. En ese entorno tecnológico que hoy casi no podemos imaginar, José María Eguiguren puso manos a la obra. Cuenta que escribió el primer número “de un tirón” en el altillo de su casa de la calle Los Quebrachos, acaso mientras Alicia preparaba para él un festejo de cumpleaños. Presidente de la SocFom por aquellos tiempos, José María no era un improvisado – al menos, no lo era por completo –, ya que en sus años mozos había intentado el periodismo “de cabotaje”, según su propia expresión, cuando presidía otra institución: el Centro de Estudiantes de su escuela secundaria. Al hojear aquel escueto número 1 – blanco y negro, sin imágenes ni avisos, ocho páginas que resultan de dos hojas apaisadas tamaño A4 plegadas y abrochadas al medio – nos enteramos, por ejemplo, de que la ceramista Beatriz Blaisten donó el plano del barrio que está en la entrada principal, junto al mástil, y que los vecinos pagaban, a través de la SocFom, la ampliación de la red telefónica que se esperaba estuviera construida a mediados de 1981. Desde ese momento, con alguna discontinuidad, la revista El Trébol fue el cuaderno de bitácora de la Sociedad de Fomento. Repasar la colección de la revista que se guarda en nuestra Biblioteca es, como cabe esperar, un viaje en el tiempo. Un nuevo año, un aniversario, son momentos que parten convencionalmente el tiempo en dos - el antes y el después - y por ello, suelen ser propicios a los balances y la reflexión. No queremos resistir a la tentación de pasar revista a las huellas que quedaron en estas páginas ni privarnos de vislumbrar, a partir de ellas, un rumbo que nos impulse a un mañana mejor. Por eso, esta es una nota sobre el trayecto y el proyecto.
De paseo por el siglo pasado
Para no extendernos demasiado, nos limitamos a visitar los últimos veinte años del siglo XX, plazo suficiente para apreciar cambios y permanencias. En el segundo número, nos enteramos de que, desde ese momento, la revista estuvo destinada –gratuitamente – a todos los vecinos, socios y no socios, y que la obra civil para emplazar el plano del barrio fue donada por Evaldo Schuster. Que en aquel otoño excepcionalmente caluroso, comenzó a pavimentarse con carpeta asfáltica – más barata que el hormigón aunque menos durable – la calle Los Quebrachos.
Que se eligieron reina y princesa de El Trébol para la fiesta municipal de la primavera de 1980 (¡y se dice quiénes fueron ellas!). Que en febrero de 1981 se inauguró el local de la SocFom, el número 5 del centro comercial, “entre la ferretería de don Lasala y la peluquería de los San Martin”. Que en el local de la SocFom, el sábado 12 de septiembre a las 22:00, hubo un primer cine debate al que José María no fue ajeno. Que el 8 de julio de 1981 se firmó la escritura pública por la que la municipalidad de Esteban Echeverría otorgó a la Sociedad de Fomento el usufructo
por veinte años, renovable, del predio fiscal de Los Álamos y Las Tipas, que la municipalidad del futuro Partido de José María Ezeiza efectivamente renovaría. Que la Asamblea “multitudinaria” del 30 de mayo de 1982 – sesenta personas – ratificó la voluntad de continuar con la tramitación del predio, frente a los que opinaban que se debía comprar un local en el centro comercial. Que el Grupo Links del Buenos Aires Garden Club – fundado el 10 de marzo de 1963 por un grupo de vecinas de El Trébol - realizó la exposición anual el 4 de septiembre de 1982 en el colegio San Albano, y ¡que ENTel cumplió y llegaron los teléfonos! Todo esto dicen los añosos ejemplares de la revista El Trébol. Dicen también que septiembre de 1986 trajo buenas nuevas: el 20, se inauguró el quincho en el predio, con una concurrencia de alrededor de cien vecinos, la Escuela Municipal de Cerámica realizó la placa conmemorativa y actuó el Ballet Folklórico de Esteban Echeverría, y el 22, por decreto municipal de Esteban Echeverría, se ratificó la escritura nº 400 (usufructo del predio). Que un par de familias y otros tantos comerciantes efectuaron donaciones con destino a la construcción de los vestuarios en el predio. Que el 10 de diciembre de 1986 empezó a prestarse un servicio de vigilancia: patrullaje permanente de las calles con un jeep comunicado por radio con la base en el predio y cuatro vigilantes por turno (de la policía provincial). Que, en consecuencia, ¡la cuota se quintuplicó! Que en el otoño de 1989 renunció Mary Pérez Thompson como “secretaria administrativa” (la reemplazó Elsa González), se hizo fiesta de despedida y la Comisión Directiva propuso a la próxima Asamblea (21/5/1989) su designación como Socia Honoraria. Que el 2 de abril de 1989 se inauguró la cancha de paddle, empezó a funcionar un buffet, y el alquiler del predio para fiestas de día le costaba al socio el monto de una cuota, y de noche, el de dos (buffet, aparte). Que los días 9 y 10 de diciembre de 1989 hubo torneos de paddle y tenis: Sergio Cervantes, profesor en la SocFom, los organizó con la subcomisión de deportes. Que en el baile de carnaval del 3 de marzo de 1990 tres miembros de Comisión Directiva recibieron insultos y empujones de algunos jóvenes del barrio a los que impidieran el ingreso porque se habían negado a pagar la entrada. Al día siguiente, esos mismos jóvenes agredieron al hijo y al sobrino del presidente. La Comisión Directiva llamó a los padres de los agresores pero solamente uno de ellos pareció
comprender la gravedad del caso. Vaya uno a saber por qué, se celebraron diez años de la revista en el número de enero/febrero de 1991, reproduciéndose varios textos de los números 1 y 2. Seguimos leyendo y vemos que en el verano de 1993 comenzaron las obras de la red domiciliaria de gas natural. Que en octubre de 1995 se creó el Partido de José María Ezeiza. Que las señoras del barrio se fueron al teatro – a Buenos Aires - en combi y para la primavera de 1996 hubo cena y baile. Que por ese entonces había clases de golf en el predio y Sergio Cervantes seguía organizando campeonatos de tenis. Que se hablaba de un barrio cerrado dentro del barrio, los vecinos estaban preocupados y la SocFom dudaba de la legalidad de los títulos por causa de las servidumbres. Que Dulce Granados donó materiales para ampliar la Biblioteca y Jorge Cores Ponte se ocupó de un proyecto de ampliación de vestuarios, biblioteca, administración y vigilancia. El año 2000 clausuró el siglo con revista nueva: más participación y nueva tecnología abrieron el paso a una revista esencialmente similar a la actual. La subcomisión de prensa estaba conformada por Alfredo Carballude, Nora Cámera, Silvia Marchisio, Luis Lavezzari y Eugenio López, pero los colaboradores eran unos cuantos más: José María Eguiguren, María Eugenia Gallegos; Susana Patiño, Marcela Martínez, Antonio Pagés, entre los relativamente asiduos. No obstante, ese formato solamente pudo sostenerse hasta el año siguiente, el que empezó con el tornado del 9 de enero - que devastó la arboleda de El Trébol dejando al barrio sin electricidad, sin agua y sin teléfono por casi tres semanas - y terminó en un diciembre de triste memoria. La crisis y, en alguna medida, la mudanza de los Marchisio, motivaron el regreso al formato más económico y con menor demanda de producción. Más adelante, promediando la década, la inestimable colaboración del socio Néstor Campanella permitiría retomar e, incluso, incrementar la calidad de la impresión y mantenerla hasta nuestros días.
Los temas del eterno retorno
Más allá de las novedades de cada momento, hay temas que atraviesan las tres décadas y media de la revista El Trébol: la seguridad en el barrio, la participación de los socios y las relaciones con el gobierno local. Con la impronta característica de cada período de gestión (de la revista), estos temas aparecen una y otra vez, siendo con frecuencia tratados de manera asombrosamente similar según pasan los años. Un par de ejemplos referidos a la participación de los asociados: i) sobre un padrón de trescientos treinta y cuatro socios con derecho a voto (se estima que los morosos son el 20 % del total), solamente unos treinta concurrieron a la Asamblea General Ordinaria; ii) dieciocho socios asistieron a otra Asamblea, por lo que la revista ironiza: “Esta magna Asamblea fue – como siempre – una auténtica fiesta del fomentismo y el espíritu comunitario.”. No son ejemplos recientes: el primero, es del 9 de marzo de 1986; el otro, del 21 de mayo de 1989. Veamos otros ejemplos, ahora sobre el gobierno local: i) a finales de 1980, debido a tres graves accidentes, se piden “lomos de burro”, carteles y presencia policial en las calles; ii) en enero de 1990, el Secretario de Obras Públicas del gobierno municipal visita la SocFom para tratar temas prioritarios como bacheo de calles, nuevos pavimentos, alumbrado público; iii) en febrero de 1993, reunión con el Intendente, con la agenda que sigue: bacheo de calles; tomado de juntas para que no se rompa el hormigón; recolección de residuos y de podas; limpieza de alcantarillas y zanjas obstruidas; construcción de alcantarillas para evitar inundación en Las Araucarias y Los Talas. Por último, la seguridad merece el recuadro aparte en que resumimos lo más destacado. Estos temas que se reiteran no son temas banales: son asuntos fundamentales en una entidad como la nuestra, razón suficiente para explicar su importancia en la publicación institucional. Al echar una ojeada a lo que se dice en la revista, ahora en el siglo XXI, vemos que se continúa hablando de ellos hasta hoy (además de hablar de conciertos bajo los árboles, de cenas de fin de año, de torneos varios y variadas clases, y de iniciativas diversas destinadas al barrio, la comunidad y el predio social). Algo, no obstante, ha cambiado. Ya no hay una épica y el entusiasmo camina lento, bordeando la indiferencia, porque el entorno fue mutando - y sigue hacién
dolo - y porque los grandes proyectos fueron realizados y, aunque suene paradójico, porque la SocFom tuvo éxito. Quizás haya vecinos que crean, debido a los años que ha permanecido, que la Sociedad de Fomento es un ente estatal o paraestatal, como las cooperadoras escolares; acaso otros, después de tanto tiempo, imaginen que, pase lo que pase, la SocFom estará siempre. Aunque el análisis contrafactual resulte ocioso, la tentación es grande: ¿este barrio sería el que es si no hubiera habido SocFom?
1980-2000: La seguridad en estas páginas Ya en el número 3 aparece, como un asunto a tratar por la próxima Asamblea, la seguridad en El Trébol, “tema viejo y remanido”, según la revista. Se anuncia que se presentarán alternativas al sheriff Castañón pero se aclara que “mejorar implica más dinero“. No hubo más remedio que cambiar e invertir. En 1988, Radio Llamada publicita el sistema de monitoreo de alarmas de la SocFom por radiofrecuencia, anunciando que su instalación tiene un costo para el asociado. Ese año fue duro en materia de inseguridad y se llamó a Asamblea Extraordinaria para aprobar la contratación de vigilancia policial en las calles por el sistema de adicionales que, luego de aprobado, tuvo que ser desechado a causa de que al formalizar la contratación, se exigió un incremento del 80 % sobre los precios convenidos. Entre las alternativas, se estudia la reapertura del antiguo destacamento policial. En 1990, una Asamblea extraordinaria convocada por la inseguridad, se realiza el 25 de marzo con ciento veinte vecinos presentes (socios y no socios). Se forma una Comisión ad hoc para que estudie el tema y en nueva Asamblea del 8 de abril, se aprueba contratar personal policial (en esos moementos, el 75 % de los robos en jurisdicción de Tristán Suárez ocurren en El Trébol). Luego de un período de tranquilidad, en junio de 1994 se informa que hubo ocho robos en un mes y en una de las ocasiones, los delincuentes se tirotearon con la guardia compuesta por personal “con estado policial”. En otra, el asalto a una dentista en el centro comercial concluyó con la detención de uno de los delincuentes gracias a la intervención de la guardia, lo que derivó en que la afectada se asociara a la SocFom. En ese momento se produce una crisis económica en la Sociedad de Fomento. Según un volante inserto en la revista, las cuotas adeudadas ($35.000) ponen en riesgo la continuidad del servicio de vigilancia ($16.000 mensuales) ya que pagan regularmente menos de la mitad de los socios (aproximadamente, cuatrocientos). En el número de enero/abril de 1996 se dedican varias páginas al tema seguridad: recomendaciones para cuidarse e informe sobre el uso de reservas sociales para pagar el servicio, lo que habla de la continuidad de la crisis que atraviesa la SocFom. La Asamblea del 29 de junio de 1997 adopta el criterio de Servicio de Seguridad Exclusivo para Socios y homologa el contrato con la nueva empresa prestadora del servicio. Esto implica que todos los socios deben tener alarma conectada. Hacia enero de 1998, una nota sobre el tema hace pensar que el nuevo “convenio de asociación” no funciona. Todo esto, atravesado por las posiciones a favor y en contra del cierre del barrio.
En todo caso, vale la pena interrogarse: ¿sería posible conservar lo que supimos conseguir, en caso de que desapareciera la Sociedad de Fomento? Más todavía, ¿hay cosas importantes - nuevas cosas importantes, porque la vida es ahora distinta – que desearíamos lograr, para las cuales nuestra SocFom eventualmente fuera el instrumento apropiado? El repaso de estos treinta y cinco años documentados en la revista muestra con claridad dos cosas: a) la recurrencia de ciertas soluciones propuestas y b) la existencia de épocas de auge y de decadencia en la participación de los socios; períodos en que el gobierno local da respuestas y otros en que ni escucha las preguntas; fases de tranquilidad soñada y fases de inseguridad y temor. No sabemos si existe correlación entre estos ciclos positivo–negativos y las fluctuaciones en el pago de la cuota social, pero ¡que la hay, la hay!
En un mundo en el que Internet y los celulares son de acceso casi universal, donde hay tablets e impresoras 3D; cuando no están más Tito ni Yugoslavia ni la Unión Soviética; cuando el presidente de Estados Unidos es negro y el Papa, argentino; cuando la Unión Europea enfrenta su crisis más aguda y en nuestro país hace décadas que vivimos bajo el sol de la democracia, ¿cómo debería – si debiera - transformarse la SocFom para ajustarse mejor a los tiempos actuales? Tal vez la revista pueda ser un espacio para reflexionar entre todos, socios, ex-socios y no socios. Les dejamos la inquietud.