Suplemento Número 2
Literatura, arte e ideas
2013
Noviembre
Yuri Valecillo (detalle)
Entrevista
Américo Fernández Irene Flores
Narrativa
Dormir profundo Maritza Sevilla V.
Columnistas
Entrelibros Francisco Arévalo
ÎP/2
Salmos compulsivos José Carlos De Nóbrega
ÎP/5
Crónicas de olvido ÎP/4
ÎP/3
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Alberto Hernández
ÎP/8
Columnistas
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El juego de la palabra
Entrelibros Francisco Arévalo
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a lírica actual se refuerza con las obras Rafael Fauquié y Marlon Zambrano. Autores que rescatan el sentir de la poesía y el poder de la palabra. El Juego de la palabra. Rafael Fauquié. Edición Monte Ávila Latinoamericana. Colección Estudios. Serie Literatura. 115 páginas.
La literatura puede convertirse en compañía en estos tiempos donde la soledad puede erigirse en un instrumento de sufrimiento. Bien como lector (en mi caso) o como creador, voy a citar algo ya trillado: la literatura salva, desde la vertiente que se escoja. La
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poesía con su carga de insinuación, por supuesto es la más difícil, estamos claros del mundo de facilidades en que vivimos, la poesía es sinónimo de evocación que tiene como virtud revivir y abrir el abanico de posibilidades donde la esencia es la fidelidad al lenguaje. Por lo antes expuesto es que Rafael Fauquié ha convertido el proceso del creador de literatura en obsesión saludable y esclarecedora, podríamos hablar que la ha llevado al estatus de compañía y verdad, con una unión que tiene su esencia en el aprendizaje y rescate. Tamaña empresa por supuesto que es más que admirable. Este es un tratado si se
quiere corto, pero con un nivel sustancioso que se pasea por los dilemas que acoquinan al escritor y le da vitalidad a uno de los aspectos más importantes que conforman el universo de la creación literaria: la duda y la incertidumbre como oxígeno que da respiro y como experiencia hermosa que lleva a retar un mundo donde siempre el será incómodo, si está consciente que la contradicción tiene que ser su
pasado, presente y futuro, habrán los que complacen peticiones, ellos saben que no son más que una falsificación que será recogida por la historia con la debida consideración. Escudriñar con acierto la
miseria humana que rodea al escritor no es más que aceptar su realidad, de allí que buscar el grado de conciencia que abra el diálogo con el universo es que lo que podríamos llamarle éxito. Para finalizar citaré a Fauquié: La escritura es creación que llega junto con la humana necesidad de deshacer algún tipo de silencio, de imponer significados allí donde antes no existía nada. La escritura es un acto creador que al igual que toda creación expresa, cubre, llena, hace vivir.
Colección Poesía venezolana. 60 páginas.
Temporada de huracanes. Marlon Zambrano. Ediciones del Perro y la rana. Serie contemporáneos.
Tengo que ser honesto al comentar que este libro de Zambrano es muy bueno, está confeccionado con la sustancia de la confesión, los visos de la calle y el tiempo que nos abruma, nos convierten en robot que vivimos con intensidad pero con una gran oquedad como castigo. Son estos tiempos donde pareciera que todo está invertido y nada parece escapar para este poeta particular que además tiene como oficio el periodismo. Lo repito buena poesía, difícil de creer por estos tiempos de mucho poeta de utilería y pícaro haciendo muy bien el oficio de la bufonería y el gorreo.
yendo”. Hay que ver cómo cualquiera te saca de lo que estás haciendo, hace de tu concentración una papilla que luego debes tirar por el desagüe. Es increíble la manera en que te encuentran absorto y qué diablos, se sientan sin mediar palabra, te dan una palmadita y preguntan por tu suegra, llegan para saber qué lees, que escribes, qué piensas sobre la última bolsería de Nicolás Maduro o sobre la
goleada que le propinaron a la Vinotinto. Mi abuela hablaba de respeto, de consideraciones, solía decir que era bueno practicar el arte de ponerse en los zapatos de los otros. Eso intento cada minuto de mi vida. Lo último que deseo es terminar siendo un moscardón zumbante en orejas de terceros. Pero cómo abundan, santo Dios. Cómo se multiplican estos bichos.
Plagas y cafés Roger Vilain
M
e gusta escribir y leer en los cafés. Aprecio mucho más a las ciudades por ese regalo invalorable que extienden desde bulevares, plazas o locales mínimos abriéndose paso en las aceras. Tengo amigos que llaman pan al pan y vino al vino, es decir, van a los cafés con ánimo de chismorreo, se dan de bruces con la gente, con el día a día empaquetado en un guayoyo o un marrón, y de ahí al trabajo, al hecho cotidiano que se repetirá sin falta durante toda la semana y listo, se acabó, mañana será otro día. Yo, que le busco la quinta pata al gato, resulta que los considero espacios para la contemplación, sitios donde la vida va y viene en plena ebullición, en completo estado de entrecruzamientos permanentes, por lo que lle-
gar a ellos, tomar asiento, observar en silencio, abrir un libro o escribir este artículo mientras enciendo un tabaco se parece mucho a un ritual sin el que la tarde no muere, no se completa del todo. Un café es ese Aleph donde todo existe y confluye: la azarosa trashumancia de nuestra cotidianidad que es posible acariciar con las manos. Es impresionante lo dispuestas que andan las personas a hablar de cualquier cosa mientras el con leche se termina. Para ellas la mesa de un café no se distingue de una de billar o de ping-pong, no presenta mayores diferencias con la de un bar o con la de un tahúr. Un café, lo que se dice la mesa de un café, es para mí templo sagrado en el que busco reflexionar en paz cada pendejada que me atraviesa las sienes,
y en consecuencia llego a ella con la actitud del peregrino subido al altar de sus dioses para desde ahí trajinar mejor sus dudas, sus enigmas, sus interrogantes. En los cafés leo, y leo mucho, y también escribo y miro atardeceres y pienso y luego existo, claro, y hasta mando para el mismísimo carajo a media humanidad y a la madre que la parió (políticos e intelectuales en primer lugar, no faltaba más). En fin, sentarse en un café tiene para este servidor connotaciones distintas a las de la mayoría, qué le voy a hacer, lo cual genera situaciones lamentables de las que acabo por huir espantado tan pronto comienzan a manifestarse. Leo a placer, sobre la mesa dejo dos o tres libros que suelo hurgar como un roedor, mi libreta para anotar vainas también ocupa su lugar,
el marrón humeante está donde debe estar, el fajo de hojas blancas, el vaso de agua helada, el tabaco entre el índice y el medio, y entonces Julio o Pedro o Luis José que interrumpen como les da la gana, y después Ramón y Bernardo, y luego Manuel, Francisco, Leandro, Antonio o Mario hacen lo suyo, aunque sólo falte sobre mi trinchera un letrerito que diga: “Se agradece no joder, coño, estoy le-
Columnistas:
www. arteliteral.com Coordinación: Carlos Yusti Coordinación Fotográfica Yuri Valecillo
Morelva Oropeza Gragirena Francisco Arévalo Roger Vilaín Juan Guaerrero Daniela Saidman Miguel Antonio guevara Franklin Fernández José Carlos De Nóbrega
Portada: Fotografía Yuri Valecillo.
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Narrativa
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“Dormir profundo” Maritza Sevilla V.
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Maritza Sevilla V. Valenciana, licenciada en administración comercial, egresada de la UC. Realizó un micro taller de Literatura Infantil y uno de Narrativa, recientemente, en la Fundación la Letra Voladora con Laura Antillano.
sta mañana, mientras picaba una zanahoria, me corté un dedo con el cuchillo de filo aserrado que me gustaba tanto, ¿sería un aviso o el efecto de los antihistamínicos? Es un cuchillo pequeño, cómodo; lo que siempre me produjo un poco de zozobra era que su hoja era delgada y terminaba en una punta afiladísima. Pero con el podíamos picar de todo y el filo no se le amellaba nunca. Por eso, aunque teníamos cuchillos de diferentes tamaños, casi ni los usábamos. Aunque Enrique llegaba tarde del trabajo, todas las noches; yo solo podía dormirme profundo, cuando el entraba por la puerta de la habitación. Me preocupaba que trabajara tanto y durmiera tan poco. Llegaba tan cansado del trabajo que roncaba toda
La otra mirada Morelva Oropeza Gragirena
M
i amiga Yudith Pezzente anda de un “me corto una vena y no me echa sangre” como tenía tiempo que no la veía. Y es que al gobierno en eso de los candidatos para las elecciones municipales, le ha dado por abrir el compás, por una de apertura, que ni Gorbachov después de que descubrió el agua tibia. Yo le he recomendado que busque en Youtube un video de dos horas y 40 minutos del Dr. Deepak Chopra, que entre otras cosas, trata sobre estos asuntos de abrirse a los cambios, pero como no observé ningún interés en ella, debe ser porque no es autóctono, me permití sugerirle otro video, esta vez el de Alfonso Len que tiene unos mantras imperdibles para manejar la ira. Yo la verdad no entendí completamente la gravedad del asunto (la política me tenía fastidiada) y en consecuencia, le pedí a mi amiga que me ilustrara. Básicamente la razón de su coraje estriba en que el mismísimo presidente de la República, decidió nombrar a dedo, como candidatos para algunas alcaldías, nada
la noche; pero, a veces, también tenía episodios de sonambulismo. Yo me despertaba cuando sentía que él se levantaba de la cama. Podía hablarle y él me respondía; pero yo me daba cuenta que estaba sonámbulo, porque le escuchaba roncar, mientras caminaba. Entonces yo me le iba detrás, solamente, para ver que hacía y evitar que se hiciera daño. A veces llegaba hasta la nevera y se servía agua, luego se devolvía al cuarto y se acostaba, de lo más natural. A mi me causaba gracia que él no se diera cuenta que yo lo estaba siguiendo, y también me acostaba dispuesta a seguir durmiendo. Otras veces tomaba ese cuchillo, el de la punta afilada, y lo empuñaba como cuando perforaba el pernil para rellenarlo, y después
meterlo en el horno, para la noche de navidad. Yo lo veía, desde la puerta de la cocina, hacer los mismos movimientos con el cuchillo; me le acercaba en silencio, le tomaba la mano y se lo quitaba, con suavidad. Entonces el se daba la vuelta y abría la puerta del horno. Luego la cerraba y se devolvía a la cama a seguir durmiendo. Por temor a que intentara encender el horno, todas las noches yo tenía la precaución de esconder los fósforos fuera de la cocina. Este ritual se repetía, por lo menos tres veces durante la semana y era tema de conversación en el desayuno. Eso y lo lenta que iba la construcción de la cancha deportiva, en el terreno de enfrente. Se metía tanto polvo para la casa, que me tenía moqueando todo el día. Esta mañana, después
que Enrique se fue al trabajo, me tomé un antihistamínico que me trajo mi vecina. Se lo recomendó su sobrino, el que estudia medicina, porque ella también andaba con la alergia alborotada. Me dijo que lo tomara tres veces al día y que tuviera cuidado, que seguro me causaría sueño y me pondría medio torpe. La medicina, si me hizo bien y si me causo mucho sueño también; por eso decidí esperar a que llegara Enrique, antes de tomar la dosis de la noche. Esta noche sentí cuando Enrique se levantó, sonám-
bulo, pero yo tenía tanto sueño que no me levanté y volví a quedarme dormida. Y ahora, despierto sobresaltada y no comprendo nada. Angustiada veo mi cuerpo, allí sobre la cama, ensangrentado y con muchas pequeñas heridas en el cuello y la espalda. Corro para seguir a Enrique, que regresa a la cocina con el pequeño cuchillo en la mano; trato de alcanzarlo, y lo logro cuando le veo abrir la puerta del horno. marseve01@gmail.com Tiamari Julio, 2013
El Perfil
más y nada menos que a Maglio Ordóñez, Winston Vallenilla y al bellísimo del Potro Álvarez. Pero como si esto no fuera suficiente, designó a un ex (recién) miembro del partido Primero Justicia y de ñapa HOMOSEXUAL, (ella lo dijo en voz alta), en la localidad donde mi amiga vive. Al parecer, no sólo ella, sino un bojote de ciudadanos quedaron realmente estupefactos luego de que conocieran las identidades de sus futuros alcaldes (y yo ni me había enterado) Nunca había visto a mi amiga Yudith tan decepcionada, tan destruida moralmente. Ni siquiera cuando el Ministro Pedro Carreño se quedó sin habla aquella infausta mañana en que una periodista quiso saber sobre el elevado precio de su corbata. Francamente yo no sabía qué decirle. Creo recordar que, mientras la escuchaba, comencé a balbucear “verdaderamente no hay nadie mejor que Winston para conducir la guerra de los sexos, no hay duda de que él se ve de los más bello diciendo los numeritos del Kino, es una verdad irrefutable que no existe en
el mundo alguien capaz de decir ¡familia! mejor que esta criatura, pero de ahí a que sepa cómo arreglar alcantarillas, de ahí a que él sea capaz de hacer una memoria y cuenta… hay como que mucha distancia; es como si yo, imagínate, bla, bla, bla, bla, ocupara el puesto de bla, bla, bla, bla… Eso murmuraba esperando que de algún modo se sosegara pero como lejos de eso se enfurecía más, opté por el silencio y en medio de tal silencio, santo cielo, el espíritu de Rómulo Betancourt apareció en el recinto. ¡Quién lo diría! Todo para mí se resolvió. Hube de esperar el momento preciso para intervenir en su monólogo, el lector no sabe pero mi amiga puede hablar 25 minutos seguidos sin respirar. Cuando ese instante se hizo, le entregué, como si fueran flores en un jarrón, los siguientes argumentos, los cuales, dicho sea de paso, constituyen las pruebas más contundentes de que en mí, las conferencias del Dr. Chopra han surtido efecto: amiga querida, nuestro queridísimo Rómulo Betancourt fue periodista,
Collage con perfil de hombre joven de Velásquez
escritor y orador, ¿recuerdas?; Raúl Leoni, según mi madre el hombre más apacible de este mundo, era abogado y encima masón; Rafael Caldera fue… todas las anteriores, vale decir, abogado, sociólogo, orador, estadista, santo patrón de las monjas no vírgenes de la iglesia de Yaritagua y otras cosas más. ¿Tú sabes de alguien con más títulos que Caldera? Yo no. Sigo. Jaime Lusinchi era médico pediatra y Herrera Campins, abogado, periodista e historiador. ¿Captas lo que te quiero decir? Mi amiga negó con
la cabeza y puso cara de ¿cuáles cambures? Lo que te quiero decir con esto, le aclaré, es que ninguno de esos personajes fueron unos “ignorantes”, ni mucho menos homosexuales… que se sepa. Todos tenían “el perfil” Todos. Ajá. ¿Y no la ca%&@on? ¿No excretaron sobre nosotros y les sobró pupú? La Constitución de esta República NO establece profesión, ni atributos intelectuales especiales ni mucho menos menciona las inclinaciones sexuales preferentes para ejercer ese ni otro cargo público
de importancia. De modo que dejemos a los peloteros, a los animadores, homosexuales y hasta las meretrices que participen. ¡Qué mojigatería es esa! ¡Que se lancen! Si aquellos que tuvieron títulos universitarios, trayectoria política y eran bien machos lo único que hicieron fue joder, considero sensato darle la posibilidad a quienes carecen de tales “requisitos” para que lo intenten. Lo peor que nos puede pasar es que a Maglio, como antaño Antonio Armas, se le enrede la lengua y nos diga acobancumban, y esto ni tragedia sería si tomamos en cuenta que se necesita un diccionario Español-Carlos Croes, Carlos Croes- Español para entender a un ciudadano que fue nada más y nada menos que ministro de INFORMACIÓN durante el (des) gobierno de Lusinchi. Déle que no viene carro. Quién sabe si corremos con suerte y las cosas marchen mejor. Quién sabe si pegamos una. Pero de no ser así, si el país se viene abajo, por lo menos tendríamos algo con que justificarnos. Porque antes, ni eso.
Entrevista
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Irene Flores
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Américo Fernández
Personaje de relevancia histórica
ronista de Ciudad Bolívar 1989, nativo de la Isla de Coche, Estado Nueva Esparta, presidente de la Asociación de Cronistas del Estado Bolívar, socio de la Academia Nacional de Historia, vicepresidente de Cronistas oficiales de Venezuela. Licenciado en Comunicación Social egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), distinción Magna Cum Laude, autor de 20 libros vinculados con la historia bolivarense “Manuel Piar guerrero de mar y tierra”, “Huyapari”, “mitos, Cuentos y Leyendas de Guayana” entre otros, Prologuista de varias obras literarias, cursó inglés en la Anglo Continental de Londres 1978, Diputado a la Asamblea Legislativa del Estado Bolívar. Condecorado con la Orden Andrés Bello en su primera clase, Orden Francisco de Miranda en segunda clase, Orden Congreso de Angostura, Batalla de San Félix. Distinguido con el Premio Regional de Periodismo Andrés Roderick, Premio de Periodismo CVG. Ferrominera Orinoco, Premio Brigido Natera Ricci entre muchas otras. El estilo investigativo cimentado en él, lo lleva a obtener la más elevada probidad para la divulgación de la historia guayanesa.
Irene Flores. Natural de Nueva Esparta, ¿Cómo surge ese interés por el cuál accedió ser cronista del Estado Bolívar? Américo Fernández. Realmente soy neoespartano por nacimiento y guayanés por naturalización, toda vez que desde muy temprana edad me radiqué y estudié en Ciudad Bolívar. Primero que cronista oficial de la ciudad desde hace más de veinte años, he sido periodista graduado en la UCV en el grado de magna cum laude. Según el académico de la lengua Alexis Márquez Rodríguez, el periodismo es la profesión más próxima a la narrativa histórica. Por el lado franco del periodismo llegue a la crónica histórica a través de 25 años como corresponsal de El Nacional y otros tantos como director de El Bolivarense y reportajista de los diarios Correo del Caroní, El Luchador, El Expreso y las revistas El Minero, Edelca, Eslabón, Orinoco y Paralelo 8. Yo no elegí ser Cronista de la ciudad. Me eligió la municipalidad a solicitud
del CNP, del Sindicato de la Prensa y del gremio de abogados laborales cuando lo presidía el doctor Ramón Córdova Ascanio. IF. Participa en la creación de valiosas instituciones culturales: Museo de Arte Moderno Jesús Soto, Casa de la Cultura Carlos R. Villanueva, Casa del Periodista entre otras, ¿Qué siente saberlo así? AF. Siento lo que creo experimentaron por mí quienes en su oportunidad creyeron acertado, por mi dinamismo y espíritu de trabajo, incluirme entre los fundadores de esas instituciones. IF. ¿Tiene obras literarias que no estén vinculadas con la historia bolivarense?, nombre alguna. AF. Para mí la historia es omnímoda. Cada rama de la ciencia o las humanidades tiene su historia, incluyendo, obviamente, la literatura y la filosofía. El cronista que cultiva la historia o la historiografía abarca, como en mi caso, la crónica literaria, He escrito numerosas crónicas literarias incluyendo las artes visuales, pero fundamentalmente escrito libros vinculados a la historia de Guayana con distintas metodologías. Se escribe la historia con metodologías que pueden ser etnográficas, geográficas, sincrónicas, narrativas, pragmáticas, filosóficas, o descriptivas que es la más literaria de todos los sistemas de exposición histórica. El doctor José Eugenio Sánchez Negrón, cronista con quien trabajé y a quien sustituí después de su muerte, era más que abogado y cronista poeta, nacionalmente reconocido y de premios nacionales. Sus crónicas, `por su condición de poeta seguramente, eran muy descriptivas. El literato Enrique Muñoz Meany hablando de las condiciones del historiador decía que éste emplea sobre todo la imaginación asociada a la memoria, pero siempre bajo el aspecto de la fantasía reproductora; en cambio, la imaginación creadora, indispensable en el poeta, tiene papel secundario en la historia. Las cualidades necesarias para el historiador son el sentido crítico, fidelidad, imparcialidad e independencia.
Actualmente, para tentar un poco la ficción, escribo micro-cuentos de 200 o 400 palabras. Escribo por internet frecuentemente micro-cuentos a través de un Blogspot (cuentos o hechos que parecen cuentos), donde pongo a prueba mi capacidad de síntesis. Omar Pérez, cuando era Jefe de Información de El Nacional y quien ahora escribe en Ultimas Noticias la página “El Defensor del Lector” me decía cuando escribía extenso, que hasta la Biblia se puede resumir en una cuartilla. He seguido al pie de la letra ese consejo hasta el punto que poseo una carta de Pancho Herrera Luque elogiando mi capacidad de síntesis, pues una conferencia de dos horas dictada por él en la Escuela de Medicina se la resumí en media página del diario El Nacional. IF. ¿Porqué Huyapari, antiguo nombre del Orinoco, nombre de alguna tribu o un vocablo indígena? AF. El Orinoco no era para la época de la conquista todo el curso del río en sus 2.600 kilómetros, es decir, de la Parima hasta su desembocadura en el Atlántico, sino que Orinoco o Urinoku se llamaba desde Caroní hasta Arauquita. Uriaparia le decían los indígenas y también los españoles a la parte del río comprendida desde el mar hasta la confluencia del Caroni; Barrúan, desde el Arauquita hasta los Raudales de Artures y Basáua hasta la zona de los Guahibos. Juan de Castellano, un historiador y poeta español que vivió más de 80 años entre los siglos XVI - XVII y quien escribió el poema más largo redactado en castellano bajo el título de “Elegías a varones ilustres de indias”, lo llamó Uyapar.. Al Río Orinoco también en la época de la conquista se le conoció con los nombres de Huyapari. Asimismo, como Viapari y Uruapari. Pero al fin predominó su nombre autóctono de Urinoku con la variación gramatical moderna de Orinoco, sin perder su etimología primitiva de Ori, confluencia y noco, lugar (lugar de confluencia). IF. Nuestras ciudades pobladas de comunidades indígenas, al parecer emi-
grantes, específicamente la etnia warao ¿A caso esto se deba a que son desalojados de sus territorios de origen? AF. No sólo son los Waraos, sino los Panare o Eñapá y otras comunidades han sido en parte desplazadas por los mineros y explotadores de los bosques y la fauna, Esos indígenas desplazados pasan a ser indigentes de las ciudades donde le es difícil por su propia cultura ancestral adaptarse a la sociedad industrial. Los antropólogos y etnólogos han perdido su tiempo porque el Estado siempre ha tenido oídos sordos para sus planteamientos. IF. Venezuela reclama la soberanía de Guayana Esequiba. ¿Qué cree usted que pasará con esa región, la considera nuestra? AF. Durante los tiempos de Betancourt y Leoni se registró un gran y contundente impulso en la reclamación, pero después de ellos ese impulso se ha venido debilitando, enervando ostensiblemente por los intereses internacionales en cuyo juego no han dejado de participar complacientes algunos gobiernos venezolanos. IF. Siglo XIX – XX, los doctores: Luis Alcalá Sucre, J. M. Agosto Méndez y Bartolomé Tavera Acosta, fundan el Centro Científico Literario de Ciudad Bolívar, nace la revista Horizontes, en la actualidad ¿Dónde reposan estos archivos, patrimonio de la literatura de Guayana y porqué cree no se dio continuidad al centro Científico? AF. El Centro fue una importante iniciativa de quienes a finales del siglo diecinueve y parte del XX hacían vida intelectual en Guayana. Estuvo activo durante quince años, vale decir, desde 1899 hasta 1914, justamente cuando estalló la Primera Guerra Mundial que provocó una gran escasez de materia prima importadas de Europa, entre ellos, la tinta y el papel, que afectó la circulación incluso del vespertino El Luchador en cuyos talleres se editaba “Horizontes”, órgano oficial del Centro. Esta revista mensual es posible verla en la Biblioteca Nacional. El Archivo Histórico de Guayana carece de autonomía administrativa
El periodista y escritor Américo Fernández en su estudio
y de recursos para rescatar numerosos documentos del pasado que fueron sustraídos y reposan en archivos y bibliotecas de Caracas y otras ciudades como Mérida. Y Maracay. IF. Este año será homenajeada en Ciudad Bolívar, la distinguida poeta guayanesa Jean Aristeguieta, unas palabras a ella y a la memoria de su hermano, Biólogo Investigador Leandro Aristeguieta, fundador del Jardín Botánico Orinoco. AF. Considero que es un gesto noble del poeta Jorge Casanova dedicarse el movimiento literario que dirige, a homenajear a la autora de “Ebriedad de delirio” , Dudo mucho que esté presente en el acto pues casi noventa años a cuestas pesan demasiado para esta gran mujer nacida en Guasiapti. Creo que se repetirá la misma situación del poeta Luis García Morales que tampoco pudo venir. En cuanto a Leandro Aristeguieta, su hermano, fue el fundador del Jardín Botánico del Orinoco, por cierto, hoy con su proyecto original desviado. Ambos de reconocidos aportes culturales y científicos a la nación. Aunque profesionalmente realizados en Caracas, tiene Guayana el privilegio de haberlos acunados IF. Su visita a Tel Aviv – Isrrael, gente culta, servicios públicos eficientes, gran industria diamantífera. Los venezolanos somos exportadores de minerales ¿Porqué no podemos decir lo mismo de nuestras ciudades, Bolívar por ejemplo? AF. Tel Aviv, no obstante ser una ciudad muy joven (70 años), es, si no la primera, una de las primera en tecnología de punta del mundo, No tiene yacimientos de diamantes como Guayana, pero dispone de los talleres de talla más importantes del planeta. No posee ríos
como Guayana, pero en el hotel donde me hospedé durante dos semanas, abría el chorro y casi me tumbaba de la presión. Aquí en Ciudad Bolívar con casi 250 años de fundada, al lado del rio más grande de Venezuela, el agua, al menos en el centro urbano, está racionada. IF. Ciudad Bolívar 249 años de su fundación 22 – 05 – 1764, a su manera de pensar, ¿Qué hacer para reivindicar el status social, estructural, literario que merece nuestra ciudad? AF. Planificación. El Plan Rector sancionado en 1970 que orientaba el desarrollo integral de la ciudad lo sacrificó la falta de continuidad administrativa. Mientras a esta ciudad la orienten las invasiones de los sin techo, estamos perdidos en todos los aspectos. IF. Experto en Comunicación Social ¿Cuál es su diagnostico, su visión sobre este oficio en la actualidad? AF. Añoro el periodismo del “tubazo”, el de la mística y pasión por la noticia. Añoro el periodismo que hace seguimientos a la noticia, el periodismo de investigación, en fin, el periodismo del siglo pasado: un periodismo muy autónomo, libre, independiente y sobre todo, insobornable. Antes el periodismo era más culto y menos crematista. Hoy es todo lo contrario. La mayoría de las empresas periodísticas trabaja con temor cuando no atraída por la añagaza del Poder. La tentación de caer en la mediatización influenciada por los intereses políticos o económicos del Poder, es cada vez más evidente. Gracias por acceder a mi petición. Eres muy amable, gracias por la entrevista.
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Salmos compulsivos José Carlos De Nóbrega
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as adaptaciones fílmicas de “Los Cuentos de Canterbury” (1972) y “Las Mil y Una Noches” (1974), suponen la persistencia en la misma línea narrativa e inquisitiva de “El Decamerón”: la recreación poética y plástica del texto clásico en virtud de su polifonía y milagrosa vigencia, además de la lectura político-estética que por medio del desparpajo y la transgresión de los valores conservadores de la sociedad medieval, subvierte al punto la modernidad burguesa (en especial, a la sociedad de consumo que aparejó su expansión industrial y comercial). El director boloñés así lo hace constar: Estas películas son bastante fáciles, y las he hecho para oponer al presente consumista un pasado recientísimo donde el cuerpo humano y las relaciones humanas eran
todavía reales (no está de más su extrapolación crítica al mundo informático y virtual que banaliza hoy el contacto humano hasta la hiperrealista abyección mediática). Pasolini ha desarrollado su obra literaria, entre otros aspectos, teniendo una atenta consideración de los registros del habla dialectal y popular, desde el friulano campesino como hilo musical y terrestre de sus primeros poemarios, hasta el calé de los bajos fondos de Roma en novelas como “Los Chicos del Arroyo” o “Una Vida Violenta” (este último título publicado por Monte Ávila Editores en 1969); lo cual lo emparenta con Boccaccio y Chaucer en el tratamiento de la lengua vulgar como desmontaje del modo de producción dominante. No resulta paradójico que el Generalísimo Francisco Franco atacara incluso a la
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Columnistas Cuentos de Canterbury y Las Mil y una Noches: díptico que completa el triángulo rectángulo del placer lengua y la literatura gallega, pues entrañaban un atentado por vía dupla a la integración absolutista y falangista de España. A la megalópolis escindida y huérfana se le enfrenta con la Comuna dialectal, marginal y popular, táctica de resistencia política y lingüística que toca incluso su última película “Saló o los 120 días de Sodoma” (1975): “La Pequeña República de Friuli” y los arrabales de Roma, incluso el paisaje salvaje del Tercer Mundo revisitado en Apuntes para una Orestíada Africana o Las Mil y Una Noches, configuran islotes partisanos que combaten los reductos del fascismo mussoliniano o el desmadre de la República italiana de Postguerra. Por supuesto, debemos afinar la mirada y el afán de la interpretación, pues nos negamos a creer que el parricidio como sublimación individual
(autobiográfica) sea una transposición literal de la disolución del Estado capitalista (Nico Naldini en su biografía “Pasolini, una vita” (1989), documenta la reconciliación entre padre e hijo previa a la muerte del primero). Por ejemplo, ambas secuelas
de la Trilogía de la Vida se complacen en las pequeñas victorias de la mujer en las vísceras mismas del machismo europeo y árabe, valgan los episodios del “Cuento del mercader” –requisitoria que elogia al mismo tiempo la elocuencia femenina y la infidelidad más impune- y la trama central de Las Mil y Una Noches en la que la esclava Zumuruth se reencuentra con su amado convertida en Rey, siendo la impostura vía de salvación amorosa y, si se quiere, feminista. A la volubilidad, pusilanimidad y miedo que las mujeres dicen confesar, se suma el punzante ingenio de la lengua y la mollera arraigadas en las peculiaridades de su oprobio. Shahrazad
nos atrofia el corazón asesino con historias de diversa procedencia: La revalidación de la Torre de Babel estriba en Ágape que reconcilia a la humanidad consigo misma, no en una Nueva Jerusalem monótona y opiómana. La Red narrativa muta en estrategia insurreccional que ennoblece a los oprimidos, teniendo como instrumental bélico el ingenio, el humor picaresco y el habla descalza y plebeya. Es oportuno y revolucionario el llamado de Giovanni Boccaccio: hemos de vivir festivamente pues no otra cosa que las tristezas nos ha hecho huir. Pasolini, gramsciano y homosexual, restituye la condición íntima, sociológica e histórica de la Poesía, fuere cual fuere el soporte: las cuevas de Altamira, las catacumbas, el lienzo, el celuloide o el papel en blanco que nos increpa con suma alegría.
Consejos de una madre sobreprotectora a un escritor no tan joven N
Slavko Zupcic
Escritor y psiquiatra venezolano (1970). Ha publicado un libro de poesía para niños, Escúcheme Señor Sol (1989), tres libros de relatos —Dragi Sol (1989), Vinko Spolovtiva, ¿quién te mató? (1990) y 583104: pizzas pizzas pizzas (1995)—, la novela Barbie (1995), un libro de crónicas literarias, Máquinas que cantan (2005), y una novela para niños, Giuliana Labolita: el caso de Pepe Toledo (2006).
o escribas sobre el vecino que antes de morir ha cambiado su dirección postal por la tuya dejándote así encargado de la correspondencia con sus acreedores. Es mejor no escribir sobre los muertos o las personas a punto de. Recuerda lo que te pasó cuando escribiste un cuartiento sobre Chávez: te fracturaste el radio derecho y el gancho del ganchoso. Es necesario cuidarse mucho, hijo mío. No escribas sobre la Virgen María ni sobre apariciones marianas. Hay mucho psicópata alrededor, muchos estafadores, y pueden terminar haciéndote daño. No escribas sobre política porque tú no eres político. Además, de la venezolana sabes poco porque hace mucho que no vives en Venezuela. Y de la española ni te digo. Eres demasiado extranjero y si ni siquiera entiendes la pertinencia de la monarquía en un país europeo del siglo XXI. Así, ¿cómo vas a entender los silen-
cios de Rajoy, las manos voladoras de Rubalcaba? No escribas sobre la escasa calidad del inglés de Ana Botella porque el tuyo no es mucho mejor. No escribas sobre las exnovias porque seguramente algo tendrás que agradecerles. No escribas sobre la familia política porque tienen la misma sangre de tus hijos. No escribas sobre el fútbol porque a Enrique Vila Matas le gusta el tema. Y a Vásquez Montalban. Y a Javier Marías. No escribas sobre cosas que has visto en tu centro de trabajo. De eso comes, hijo mío. No escribas cosas buenas de los amigos porque algún día serán tus peores enemigos.
No publiques cosas nuevas en el blog los viernes en la tarde porque los fines de semana nadie lo lee. No digas que te gusta El Padrino porque quedas fatal, como un psicópata. No cuentes cosas de tu
vida privada porque en la vida es necesario preservar la intimidad. No expreses tu opinión sobre temas difíciles porque mayormente te equivocarás. No escribas textos de amor ni literatura erótica ni nada de eso. El amor es para sentirlo, no para escribirlo. No escribas sobre asuntos agrícolas porque de pequeño siempre te negabas a regar el huerto de la casa. No escribas sobre asuntos religiosos porque ése es un tema muy complicado. No escribas sobre enfermedades psiquiátricas porque todo lo que digas puede ser usado en tu contra. No escribas sobre muñecas de plástico porque quedas mal, demasiado mal.
No escribas sobre bebidas alcohólicas porque parecerás un borracho. No escribas nada, ni bueno ni malo, sobre el matrimonio porque se enfadarán contigo. No escribas sobre pelirrubias, pelirrojas ni morenas. El color del pelo no es transcendente y puede cambiarse en cada esquina. No escribas sobre frutas ni flores porque se pudren. No escribas con ilusión y esperanza porque pareces un imbécil. No escribas sobre la infancia porque te da un tono melancólico que no pega con tu personalidad. No escribas sobre el futuro porque lo desconoces. No escribas sobre el presente porque pones en riesgo el futuro. No creas que te estoy diciendo que no escribas. Al contrario, escribe mucho, muchísimo, pero no sobre las cosas que he mencionado anteriormente. Recibe un beso. Tu madre que te ama.
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Poesia
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Poemas de Irene Flores
Viernes Sopla el viento a prisa, en la mañana de lluvia por invierno, redes se tejen por los hilos del agua que ya cae, ventanales de cristales dejan ver, arboles que se mecen afanados y bravíos. Hay humedad y frío. Ramajes y hojas en la grama que sostienen, acurrucados pájaros que omiten su cantar, las flores expresan su sonrisa, por cúmulos de gotas que se posan en ellas ¿Será como bendiciones llover, llover, llover. Afuera se exhiben los abrigos, Ansiosos por un sol que quisiera salir, Se busca el sonreír en la cara de alguien, que empapado de agua prefiere su respiro. Mientras en el café de la calle, Aromas y sabores se quieren compartir.
Irene Flores, natural de San Francisco de Asís, Estado Bolívar – Venezuela, Licenciada en Comunicación Social, egresada de la Universidad Bolivariana de Venezuela (2010), escritora, ensayista, cultora, muralista, poetisa, descubre el arte a través de la poesía, que nace por los encuentros consigo misma y de la magia que contiene el conocimiento del valor de la palabra, su arte refleja una lírica trascendencia y perduración más allá de los tiempos.
Alegría que es invierno, los grillos saltan, las hormigas vuelan, transmiten su lenguaje, dejadme ser feliz.
Calidez Otoñal Sabanas, de paisajes frescos y múltiples colores, de arena blanca y riachuelos formales quisiera estar ahí para cantar contigo la melodía de amor que me entregaste un día, ¡Oh! como suspiro yo por ti, transcurre la tarde y te acaricio, solo se aprecia en forma muy lejana, la suavidad y ternura de tenues florecillas, que parecen repetir conmigo, ¡Quédate aquí necesito de ti!, Cercana están tus nubes y los brazos yo extiendo, para abrazar muy fuerte los recuerdos, que añoro, los dejaría sembrados si pudiera yo hacerlo, volcando hasta los cielos, las tiernas miradas de mis ojos
Deseos La callejuela que sigue las miradas, de los niños que animan con sus juegos, el borde de los arboles sombrea la barandilla, con flores a los lados de distintos colores. Aguas que reflejan el manto del azul, de un cielo que enmudece la tarde, mientras el sol se pone y al parecer se oculta, ahí quisiera estar yo mirándote a los ojos, suplicantes de amor, inspiras el perdón de dejarte tan sola, como el canto de pájaros dispuestos a dormir. Mientras un niño tira su vara sobre el agua, para pescar las ansias y sombras de la noche, cerrados los balcones de empinadas ventanas, surgen las bendiciones del eterno universo, del universo todo que su aroma desgrana. Cerrada ya la puerta que invita a descansar, se filtra en la rendija mi fugáz pensamiento, en mi soñar contigo se doblega mi alma, que el vaivén la estremece movida por el viento. ¡Silencio! ¡Silencio! y más silencio, reclama la ternura del infinito abrazo, por congojas y ecos de un amor tan lejano, lejano en el olvido del cariño deseado, que emerge en el lamento de su cielo.
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Ensayo
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Teresa Coraspe, palabra que funda y acompaña Manuel García Verdecia
L
o primero que destaca en la poesía de Teresa Coraspe es el sostenido aliento de la soledad. Es un ser solitario pero no jeremiquea por ello sino que lo asume y trata de convertirlo en una fuerza lúcida y amable. La soledad se convierte así en su más consistente y conocida compañía. Pienso que de lo mejor que nos ha traído la comunicación vía Internet es la posibilidad de acercamiento entre seres que tienen algún venero en común. A pesar de muchos rompederos de cabeza que Manuel García Verdecia nació comporta la tecnología y la en Marcané, Holguín en 1953. abundante basura (el hombre es Es profesor, escritor, editor y un generador de desperdicios) traductor. Máster en Historia y que transita por sus avenidas, Cultura Cubana, licenciado en es un espléndido ámbito para Lengua Inglesa con 39 años de la relación sensible. Tal vez la experiencia docente en áreas de patria del futuro sea un espacio la Lingüística, Lingüística aplica- virtual donde podremos elegir da a la enseñanza de lenguas, con quién queremos convivir. Tal Literatura y cultura cubanas e vez sería esta la verdadera aldea hispanoamericanas; es graduado global de que hablara McLuhan, de Lengua Francesa, cursó los cada grupo afín una aldea en el estudios: Diplomado en Ense- orbe mayor. Pues por este medio ñanza de Idioma, McGill Univer- obtuve un premio de poesía sity y Diplomado en Sistema de y, por razón de este, conocí a Evaluación de Lenguas, CLTA, la venezolana Teresa Coraspe. ambos en Canadá. Había sido jurado del concurso y me escribió entusiasmada por mis textos. Desde el principio me fascinó por sus mensajes, espléndidos en ideas y sugerencias vitales. Así comenzó el hechizo de una amistad que se acrecienta y espero no cese. Quienes conocen a esta mujer, al hablar de ella, dejan entrever un alma recia, contradictoria tal cual es la propia vida, un ser humano de vigorosa vitalidad, que se redondea en sus contrastes. Ternura para aproximarse a la vida, firmeza para sostenerse en sus dominios, soledad para navegar por los mil mares infernales pero a pecho abierto para auténticos abrazos, agua para el viajero que llega y fuego para el asaltante que arruina. Vive con sus perros, gatos, matas, cuadros, libros y obsesiones en una casona enclavada en Ciudad Bolívar, al noroeste venezolano, junto al Orinoco que corre con todo el humus fertilísimo hacia el mar. Según su amigo Carlos Yusti, su casa parece un barco sumergido, cargado de libros que lee varios de una vez (algo que también hago, ¿será por esa incesante pasión de los poetas por aferrar el tiempo y llenarlo de ser?). Me gusta esa metáfora submarina, tal vez sea el Nautilus por donde navega hacia el mundo de lo sutil y posible. Sin embargo creo que es alguien muy terrestre. Camina descalza por su patio entre flores y mangos que maduros se abrazan a la tierra. Lo primero que me deslumbró en Teresa es ese frenético aluvión de palabras que la domina. Me ha confesado que le fascina escribir, es una suerte de embrujo, una comunicación suprasensible que la recorre y tiene que trasladar al papel. Es como si la vida le fuera enviando señales que la obligan ponerlo en un sitio perdurable, pues el recuerdo, la constancia de lo vivido le es sensible. No conozco muchas personas con ese capacidad para convertir todo en texto a una velocidad que parece no se procesa sino que se exuda. Igualmente, me atrae la originalidad de su pensamiento y su peculiar modo de asumir, desde una perspectiva absolutamente personal, cuanto hace, contra viento y marea. Su poesía está hecha de soledad, pero llena de deseo, deseo que la barre como un huracán incontenible y al que ella se entrega sin cortapisas. El amor en ella es solo comparable a su urgencia de decir o ¿no es el amor otra manera de confesarse? Lo primero que destaca en su poesía es el sostenido aliento de la soledad. Es un ser solitario pero no jeremiquea por ello sino que lo asume y trata de convertirlo en una fuerza lúcida y amable. La soledad se convierte así en su más consistente y conocida compañía. CUANDO SOMOS LA SOLEDAD Cuando somos la soledad
no hay camino que pueda recorrerse sin ella quizás el comienzo es todo lo andado y aprendido lo que no tiene olvido pero se queda en una memoria muerta como esas hojas secas sin vida en el recodo del camino así creo que es la vida / un abrazo negado una distancia que tiene savia y vida que perdura y que es siempre como esas no me olvides que están alertas bajo el sol esas rosas desprendidas del rosal que saben ya que han de morir sin consistencia y sin apoyo ese que da la piel y la mirada de un ojo sobre otro limpio y puro al contacto sabiéndose para unirse en el acto de amor único para lograr la plenitud de lo sublime esa llave mágica que Dios permite a los seres para continuar sintiendo que es pura la piel y los sentidos que el cuerpo es sagrado como lo es la santidad de las iglesias o el rezo en la soledad interna del ser donde crecen las melodías más sublimes y donde voy arrastrando la huella que me sigue paso a paso y firme para no dejar jamás de sentir el canto de las gaviotas que vibran dentro como un inmenso piano que me recorre.
Sin embargo, ya lo dije, es un ser de antinomias pues, a pesar de esa persistente soledad, la necesidad de amar la empuja en busca del diálogo, el de los sentidos y el de las mentes. Su alma se debate entre la cercanía de su anhelo y la distancia en que se abre lo anhelado. Es el suyo amor desbordado, caudaloso como ese Orinoco que avista desde su casa, que da tensión a su palabra. El amor de mujer que no renuncia a ser amada y que va en busca de lo que sueña. CANTOS DE AFRODITA Hijo de Anquises, ¡Oh, Eneas! yo soy la diosa a quien tanto cantara Virgilio en épocas remotas El mismo fuego enciende mi agitado pecho Sopla fuerte viento negro aviva la mar para que arrastre al que amo a la tranquila y dulce orilla no quiero envolver (de nuevo) mi cuerpo entre las llamas que no sean las del amor Y tú, guerrero: no te vayas tras las frías soledades Hondo es el silencio / rasga de ti las botas y descansa entre las cortinas de mi pelo.
Sin embargo, quien ama sabe que asume riesgos. Nada se fija, nada definitivo, tampoco el amor. Siempre, eternidad, son palabras pero no tienen solidez cuando se trata de algo tan fluido y transitorio como la vida. Así lo sabe y por eso asume el reto. Todo final es comienzo, todo encuentro despedida. AMAR ES UN LUGAR PARA LA DESPEDIDA a JBG Con un puñado de arena caminaré junto con los despojos del santuario que erigí en tu nombre al que investí del Dios más grande dentro de mi y que venero día a día sin comprender por qué sin saber siquiera si existen respuestas a las tantas preguntas por las que espero siempre en el más hondo y cruel silencio largo e interminable como la soledad de las noches inconclusas mudas palabras roídas que han rodado a este abismo y ya no sé qué puedo hacer para no sentir si siento sin pedirlo cansada de esperar una espera que ni sentido sé si tiene y así voy rompiendo todo a mi paso como un volcán que se enciende dentro de sí mismo y recibe las piedras lanzadas porque debo morderme el alma y arrastrarme para poder entrar al reino de la palabra complaciente, pero no caigo y me levanto nada es extraño entonces no puedo prescindir del grito que me hinca los costados del alma, no puedo callar cuando algo me duele y enturbia la razón Así soy como ese torbellino loco que se despeña sobre la corriente Es agua fuerte la que trago, con granos de sal hasta cuartearme los labios ese es quizás el lugar que ocupan tus ojos y cuando ya no esté quizás comprenderás el porqué habré dado la vuelta donde no se regresa al fin siempre he sabido que amar también puede ser
el lugar elegido para la despedida.
En una persona que ha cultivado su subjetividad mediante la lectura, la charla inteligente, el diálogo con la música y la pintura, fuera obvio el manejo de referencias surgidas de allí para la construcción de sus poemas. Sin embargo, no tienen un peso principal en sus poemas (al menos en los que he leído). Su poesía es muy vital, lo cual no quiere decir que esté urdida con la pincelada de un naïf. Lo aprehendido intelectualmente está total y buenamente digerido, de ahí que no apele con frecuencia a los culturemas que suelen ser muy recurrentes en la poesía conceptista y reflexiva. La vida habla por la lengua de quien domina tiene un arsenal lógico propio. Sus imágenes parten de una visión personal: los elementos cercanos del hogar, flores, plantas, el paisaje, los actos cotidianos. Esto conformado en una expresión donde lo sensitivo y lo intelectivo, se transmutan en signos lógicos, de una capacidad elocuente tremendamente fidedigna e ilustrativa. En su obra, como en todo el que tiene el amor como energía impulsora de su creación, hay una sensualidad muy interiorizada y debidamente afirmada. Se expresa sin evasivas y con fuerza. Sin embargo, hay también en Teresa, como ya he dicho, ser dialéctico, una veta existencial, metafísica, que se afana en hallar el sentido de las cosas. De aquí que la intemperie, el vacío, el olvido ese otro vacío, la posibilidad de la nada que nos niega y anula, sean la contrapartida a los cuerpos del amor y el deseo de otros textos. Ser de múltiple unicidad, alguien muy atento a la vida, que corre junto a ella como un fiel escudero, que se consume en la propia energía de su amor como un sol doméstico, es poeta por los cuatro puntos de la Rosa de los Vientos, los cuatro elementos, las cuatro estaciones y los cuatro jinetes del Apocalipsis. Veamos como ella misma se define: SOY Soy una marejada que deja el paso del huracán/ al abatirse sobre las rocas |Soy eso que no sé qué cosa es y lleva la cicatriz de la tristeza Soy la tempestad que nunca cesa y el terrible aullar del viento/ sobre los escombros de una casa derruida Soy el eco sin respuesta de las noches interminables/ Soy la interrogante que se repite a sí misma/ la negación constante que arrastra mis pasos sobre la tierra/ Soy quien no se atreve a mirar sin temor el horizonte la que acuna la descreencia entre los ojos y busca el color de la mentira en cada palabra que suele por azar encontrar en los confines del mundo. Soy quien espera sin esperar nada la que se engaña y se repite incansablemente Soy el dolor de todas las ausencias la que carece de sueños y mastica la hierba con residuos de arena y piedra molida como siempre Soy la que no sabe si el nombre que llevo es otra farsa y de repente en cualquier momento pierda la noción de saber que puedo atender un llamado y descienda a los laberintos del vacío. Soy eso y tantas cosas y no soy eso ni tantas cosas, pero sí sé que Soy una interrogante para tratar de descifrar la nada que Soy.
La escritura de Teresa Coraspe es un fervor que contamina para iluminar.
Columnistas
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Crónicas del olvido Alberto Hernández Mar baldío, de Jorge Gómez Jiménez. 1
¿
Cuántas veces la palabra mar se agita en la boca del poeta, en el transcurso de un libro que más bien busca ser cómplice del silencio, de una ausencia? ¿Cuántos naufragios para que se hiciera libro el poema que se lee y se revuelve en sus legiones de sonidos y ecos? El mar es un estado de ánimo, un invento, una metáfora que toma cuerpo en los quince textos que navegan en la imaginación o en la realidad de Jorge Gómez Jiménez, quien a través del Taller Editorial El Pez Soluble ha hecho público Mar baldío, una plaquette que este año 2013 habita entre lectores escogidos, alentados por tantas imágenes y tantos desafíos. Libro de muchos dolores en el que Gómez Jiménez elabora una estética y una ética. Leemos Mar baldío
con el mismo tenor de su escritura: nos hacemos hora y minutos en cada verso, limitados por la tentación de descubrir la sombra que ha quedado colgada en los ojos de su autor. El poeta busca, indaga, se tropieza con el deseo, con las ganas de ser parte de quien no permite ser parte de él. Entonces dice: “Hubo un tiempo / en el que aún no nos conocíamos. / Tú caminabas entonces / por las mismas calles que yo / sin verme / o me veías pero no me mirabas / y yo te veía o te miraba...”. Las primeras palabras de este poemario anuncian, dicen de la soledad, de un tiempo para un encuentro que nunca se dio. Ese mar que no aparece en las primeras páginas se prefigura en “una isla sin farsas”, en la “cartografía” de una voz intensa que no deja de buscar, que no teme mencionar la palabra amor en medio del desierto o a través del
Leer en el barrio
Carlos Yusti
E
l barrio de mi adolescencia ha cambiado mucho y no me refiero al aspecto físico, sino al espiritual. El barrio de mis días juveniles tenía el alfabeto de ingenuidad escrito en el alma. Por supuesto que tenía sus monstruos de rigor, pero la gente enfrentaba todo eso con una dignidad de punta en blanco. Hoy todo los valores más elementales se han ido por el caño. Mi profesora de geografía económica insistía con una frase: “Lo único que no cambia es el cambio”, con semejante galimatías lo que pretendía era que recordáramos que el cambio posee una leyes inalterables/inapelables, que todo variaba menos esas leyes que regían al cambio. El Barrio cambió, pero sigue intacto en mi memoria y volver a sus calles es transitarlo de nuevo en el recuerdo sin nostalgia y con esa mínimo empuje de lo efímero. En el barrio Bello Monte 2 me inicié en la lectura. El momento exacto no lo ten-
go claro. Lo que si visualizó son las pequeña portadas dibujadas en colores de las noveletas de Marcial Lafuente Estefanía: algún vaquero desenfundando su pistola colt, una diligencia envuelta en volutas de polvo, dos pistoleros disparando desde un tren en marcha, etc. No recuerdo ni los títulos ni las tramas, pero en su momento captaban por completo mi atención y podía leer hasta 5 en un día. Así estuvo bastante tiempo. Luego llegué a un punto que las novelitas vaqueras me saturaron y arrojé a la basura casi un centenar de ejemplares. En ese trance de limpieza mamá me regaló un ejemplar que compró en el quiosco de periódicos. El libro no era otro que “Rojo y negro” de Sthendal. Estaba impreso en un papel marrón lavado horrible y la portada colorida era peor que las de Marcial Lafuente, sin embargo era una edición integra de la novela quizá su único punto a favor. El autor me era un ilustre desconocido. La novela de Sthendal
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Mar baldío el canto del dolor. La nave que la guía va sin rumbo fijo. Está extraviada: el dolor es una marea constante. “Este / mi cuerpo / oculta un alma deteriorada / por el efecto devastador / de la continua exposición / a la satisfacción / del deseo”. El cuerpo también es el alma, esa nave agitada por tormentas y sacudones.
ruido de relojes, “cubiertos y vestuarios”. El mar es entonces una señal, la revelación de símbolos e instantes cuando Es apacible el viento que arrea mis naves hacia tu mirada tiene no obstante vocación de borrasca confieso que mis naves están perdidas.
me enganchó y era como una relojería bien pensada, escrita con la carpintería necesaria para despertar mi juvenil voracidad lectora, a pesar de la críticas de Proust que siempre tuvo a Sthendal como un escritor en pobre, pero del cual abrevó bastante para perfilar su propio estilo de autor. Esto me animó a buscar otras novelas de un escritor que siempre tuvo esperanza en sus lectores a futuro. Descubrí luego que se inició como plagiario y que su vida era tan novelesca como la de sus personajes. Otro libro crucial de esta nueva etapa fue El Decameron de Giovanni Boccacio. El libro llamó mi atención por prohibido y debido a que su autor fue un escritor reconocido en su tiempo. Un escritor que quiso ser recordado como agudo pensador y refinado poeta terminó al final como un crucial e inteligente cronista de su tiempo. La valoración de Alberto Menguel es exacta: “Su obra más célebre, El Decamerón, es recordada menos como un gran fresco literario,
El que escribe estos versos atraviesa ese océano de vértigo, de borrascas. Alguien que no lo ve, que no lo mira ni lo nombra porque “Quizás debí decirte / que mi alma está herida / que es un ave / a la que le han disparado / y anhela sanación y cobijo”.
Depositario del deseo, el cuerpo es la casa que desea ser habitada. Finalmente, aparece la palabra mar, un “mar insomne / en el que nadie navega / desde que lo dejaste tan baldío”. La metáfora descubre la intención: la ausencia, el “llanto de perro triste”. La desolación, el dolor de saberse terrible en el recuerdo. El poema, expresión del desgarramiento.
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La voz no se detiene en
Las hojas que nos ha
inmenso retrato de la apasionada y compleja Italia del siglo XIV, que como una recopilación de anécdotas más o menos escabrosas, juzgadas obscenas. Para la mayoría del público, sobre todo para aquellos que no lo han leído, El Decamerón consiste exclusivamente en bromas soeces, adulterios, infidelidades y orgías protagonizadas por campesinos priápicos, aldeanas ninfómanas, nobles insaciables, curas lúbricos y monjas desvergonzadas”. Con ese prejuicio sexual leí el libro y no me decepcionó, como tampoco me defraudó un estilo literario ágil, ameno y de gran percepción estética y humana. No sé si lo libros inciden en la realidad, lo que si se que de alguna manera fue decisiva en mi realidad personal, subjetiva y de muchos matices. Determinados libros de algún modo sacan a la realidad de sus goznes. Cervantes con su Quijote fue el primero en percibirlo, aunque la realidad se resista. Pero sobre este aspecto hay un libro El giro. De cómo un manus-
crito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno, de Stephen Greenblatt. Se relata en dicho libro la aventura intelectual de un joven escribiente de documentos oficiales de la burocracia papal y de su viaje desde Roma a un perdido monasterio en Alemania en busca de manuscritos olvidados, inundados por el moho, llenos de polvo y carcomido por microscópicos bichos. El joven escribiente, cuyo nombre Poggio Braciollini (o Poggio el Florentino), no sabe con exactitud cual será libro, ni que aspecto tendrá el manuscrito y mucho menos su autor. Confía en su instinto, en su sabiduría y en su amor por textos olvidados. Es el año 1417. Pasa algunos días metido en el monasterio benedictino de Fulda, fundado en el siglo ocho por un discípulo de San Benito. Hasta que por fin lo encuentra se trata de Tito Lucrecio Caro y su manuscrito De rerum natura, Acerca de la naturaleza de las cosas. Texto escrito quizá alrededor del año 50 antes de Cristo. Poggio pide que le copien el manuscrito y
entregado Jorge Gómez Jiménez van más allá de la lectura. Agonizan en nuestras manos, porque le añaden a su contenido la fuerza de una crítica por todo lo testificado: “Tras de mí a mi alrededor la noche esgrime / una mordiente sonrisa un himno alegre / al ridículo a la indignidad de esta caída”. Y así, al cierre, revoca lo dicho en una suerte de escarnio, de burla por lo sentido: “Se declara oficialmente abierta la temporada de despecho / A partir de este momento / se establece como definitivamente perverso / el parecido que todas las mujeres tendrán contigo, / toda vez que el mismo se desvanecerá al verlas de cerca, / toda vez que todas ante ti serán no más que un intento fallido”. El mar —mucho más allá de estas páginas— se agita libremente. Lejos, muy lejos de estas páginas, rompe su oleaje contra el silencio.
eso es apenas el comienzo. Greenblatt narra todo esto como si se tratara de una novela de aventuras. No hay diligencias, ni vaqueros, ni pistoleros, pero la travesía del escrito de Tito Lucrecio Caro ( sus ediciones posteriores, sus influencias en el pensamiento occidental, etc.) tienen todos los tintes de una hazaña novelesca sin precedentes. Sin duda que como amante de los libros Poggio dio con un libro que no solo cambió su vida, sino que enriqueció de alguna manera la percepción que se tenía del mundo. Uno como lector anda quizá a la búsqueda de ese libro decisivo que enriquezca la vida y que permita valorar el mundo desde lo humano con sabiduría y humildad, con esa mínima poesía para que el barrio, la vida, el mundo duela siempre lo menos posible y la realidad deje sus frías bisagras y adquiera el ritmo inefable de la imaginación como prueba y exaltación del espíritu humano por encima de cualquier oscuro designio que se encuentre a la vuelta acechante.