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Éxodo venezolano hacia Estados Unidos
Migración. Habitantes de dicho país han predominado las caravanas migrantes, enfrentando más retos por la distancia, la geografía y hasta el clima; ACNUR expone emergencia migratoria.
Venezuela es el nuevo punto de origen de las oleadas migrantes hacia Estados Unidos, ante la crisis política, social y económica que se vive en su país, superando por mucho a los viajeros de naciones centroamericanas.
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Luis, de 22 años de edad es originario de Venezuela y por tercera vez está intentando cruzar México para llegar hasta la frontera norte y acceder a una mejor vida, una que en su país el régimen del presidente Nicolás Maduro, asegura les ha negado.
Para él, ironiza, esta travesía se ha convertido en los juegos del hambre, sí, como la película dice, mientras observa una fogata afuera de la casa del migrante, en Bojay, Atitalaquia, durante una tarde fría a mediados de mayo.
Este tercer intento es en el que más ha avanzado, llegando hasta este poblado hidalguense; en sus dos intentos anteriores sólo pudo llegar a Coatzacoalcos, Veracruz, y luego fue retornado a Palenque, Chiapas.
Ahí las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM) lo abandonaron junto con otros migrantes, otorgándole un documento que le permitía permanecer un máximo de 20 días antes de tener que abandonar el país.
Pero las dos veces rompió ese documento y volvió a intentar la travesía con rumbo norte, como en un juego sádico en el que dice, las autoridades sólo se entretienen viéndolos recorrer México buscando llegar hasta la frontera, sin éxito.
Para él, sería mejor que lo regresaran directamente hasta Venezuela, para ya no tener la tentación de intentar ir hasta la frontera norte y es que, dice, ahora está más cerca de Estados Unidos que de la Venezuela que lo vio nacer, crecer y estancarse ante la falta de empleo, educación y oportunidades de crecimiento.
Allá se trabaja por nada, por miserias, casi regalando la labor al empleador pues los salarios no alcanzan para nada. No hay opciones y de nada vale ahora estudiar, remata, pues se gana tan poco que no es rentable. Eso sí, añade, ser policía deja buenos dividendos, pero por la corrupción.
Su madre es bodeguera, es decir, cuenta con una tienda de abarrotes y de ahí logró mantener a sus hijos, aunque sólo su hija estudió, los otros dos no pudieron acceder a educación por falta de recursos.
Luis, cabizbajo, relata que cada vez la calidad de vida se deterioró más, hasta el punto de convertirse en insostenible y ahora, no hay oportunidad de un futuro mejor en esa nación bajo el mando de Maduro.
“Yo no vuelvo hasta que Maduro deje de ser presidente”, afirma, con cierto anhelo de llegar a EUA, pero se entristece cuando recuerda que apenas está a la mitad del país, todavía le falta un largo tramo, con temperaturas cada vez más bajas.
Luis, el delgado hombre de estatura baja, tez morena, cabello chino y corto; ataviado con tenis, calcetas deportivas, un short colorido y una chamarra de piel, se abraza mientras recuerda que procede de un país de “calorcito sabroso”, uno en el que se antoja vivir con una soda refrescante todo el tiempo, pero para su desgracia el clima no es lo peor que ha enfrentado, pues cruzar México es lo más difícil por la “maña”.
Cruzar Centroamérica fue fácil, recuerda, pues su paso por cada país no superó los cinco días, pero al llegar a México el tiempo se detuvo, el avance se ralentizó tanto que se le hace eterno el tiempo que ha pasado en el país, sorteando los retenes policiales, la mala actuación de las autoridades, la delincuencia y la falta de dinero para cruzar la nación.
Refiere que su mamá lo apoyó con dinero para salir de Venezuela, hace tres meses, pero sólo pudo ayudarlo hasta su cruce por Colombia, después tuvo que utilizar las ventas de la tienda para reinvertir, por lo que Luis y su hermano se separaron en la travesía hacia Estados Unidos y tuvieron que seguir adelante por su cuenta.
Luis viajaba con un grupo de venezolanos, pero en el camino se han separado y ahora cruza Hidalgo con un grupo de 20 hondureños quienes se cuidan las espaldas. Wilson es uno de ellos y busca el “sueño americano” para mejorar su vida, dejando atrás a dos hijas y una esposa a quienes pretende darles un mejor futuro, pues en su país el ingreso como jornalero era insuficiente.
Su voluntad es incansable, en seis ocasiones lo han deportado a Honduras y él lo sigue intentando, pretendiendo llegar nuevamente hasta la frontera y lograr que ahora sí le permitan quedarse en ese país, a fin de construir por lo menos un hogar donde vivir pues considera que no puede alquilar vivienda toda la vida.
La falta de empleo y de progreso en su natal Honduras lo motivó a desafiar las duras políticas migratorias de EUA, primero con el presidente republicano Donald Trump y ahora con el presidente demócrata Joe Biden. Al final, las dos tienen el mismo propósito: no permitirles la entrada a toda costa. Seis veces lo ha sufrido, pero insiste en asentarse en ese país.
Apoyos humanitarios
Luisa Silverio Cruz, integrante de la congregación religiosa de Los Sagrados Corazones, quien funge además como administradora de la casa de asistencia al migrante: El Samaritano, en Bojay, señala que por ahora aproximadamente el 80 por ciento de los viajeros son venezolanos, desplazando a personas en tránsito procedentes de otras naciones.
Resalta que los venezolanos enfrentan más retos por la distancia y por puntos extremadamente complicados como la Selva del Darién, ubicada en los límites entre Colombia y Panamá y luego de ello deben sortear el difícil camino por el sur del país.
En fechas recientes entre Huehuetoca y Tequixquiac, Estado de México, hacen una escala importante y a diario se congregan cientos de migrantes en la zona cercana al basurero del último municipio.
Niñas, niños, adolescentes, mujeres y hombres procedentes de Venezuela, Honduras, Guatemala, Belice y otras naciones, se concentran ahí para tomar un descanso, el cual a veces es interrumpido por delincuentes que bajan del monte para asaltarlos, desatando persecuciones por el campo. También el descanso se ve interrumpido por las redadas del INM con apoyo de corporaciones policiales.
Cuando la situación permanece en calma, algunos pueden abordar el tren y otros simplemente avanzan en transporte público o a pie hacia Bojay, esperando recibir atención en esta casa del migrante, la cual por cuestiones operativas cuenta con horarios y días definidos de servicio.
Fuera de los horarios, los migrantes buscan apoyo con los vecinos, haciendo trabajos para ganarse unos pesos o un pan. Aguardan con el sol, con el frío, con el viento, hasta que puedan retomar su camino hacia el norte.
Silverio Cruz afirma que la situación adversa para las personas en tránsito no cambiará sino hay una modificación en la política migratoria del país, pues a diario hay muchos atropellos a sus derechos por parte de delincuentes pero también por parte de las propias autoridades mexicanas.
Recuerda a la población que los migrantes salen de sus países obligados por las malas condiciones de vida en sus puntos de origen y no por una cuestión de ocio, por ello, llamó a la empatía de las personas para evitar malos tratos hacia estos viajeros forzados.
Violencia a migrantes
Los venezolanos no han estado exentos de la violencia. Un ejemplo de ello es Kevin Yoel Chacón, un joven cuyo cuerpo fue localizado al interior de un canal de riego de la comunidad Teltipán, Tlaxcoapan, el 26 de marzo.
Su cuerpo tenía múltiples huellas de violencia. Días después del hallazgo, Ashley Martínez, una mujer que se identificó en redes sociales como su esposa, pidió apoyo a habitantes de la región de Tula para una colecta monetaria, con la finalidad de repatriar a Venezuela el cuerpo de Kevin; en su país también iniciaron una colecta sus amigos para reunir dinero, a fin de que su madre viajara a la embajada para los trámites de repatriación.
Pero no sólo la violencia es un factor en contra para los migrantes venezolanos o de cualquier otra nacionalidad, pues también son susceptibles a accidentes graves o fatales.
Elvis “N”, un hombre de 42 años, salió de Venezuela, la tierra de Simón Bolívar, el gran libertador de América, buscando urgentemente escapar de la vida de opresión en todos los aspectos que hoy vive su nación ante la decadencia por la crisis política, económica y social.
Meses después, Elvis perdió sus pies por amputación tras caer de un vagón de ferrocarril mientras cruzaba la comunidad Teocalco y Tlaxcoapan. Su vida dio un giro para mal, pues ahora, además de la mala situación económica que enfrentaba en su país, se encuentra convaleciente en México requiriendo asistencia para su recuperación y esperando una visa humanitaria, su esperanza para enfrentar la grave situación personal que tiene.
Voluntarios y organizaciones como El Samaritano le brindaron apoyo con el aseo personal durante su periodo inicial de convalecencia, además de canalizarlo a un albergue en el que le otorguen acompañamiento psicológico y las prótesis que requiera.
Ahora buscará apremiantemente un tratamiento médico en México debido a que por las condiciones actuales que enfrenta Venezuela no podría acceder a estos servicios para su recuperación médica; la Cruz Roja Internacional está al tanto de su caso.
De acuerdo al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), desde 2010, más de siete millones de venezolanos han dejado su país en busca de mejores condiciones de vida y de ellos, más de seis millones han logrado establecerse en algún país. La misma agencia de la ONU estima que sólo 545 mil han logrado ingresar y vivir en EUA.
Más de un millón de venezolanos han solicitado asilo a algún país y apenas 211 mil han logrado que se les reconozca como refugiados. En 2018, ACNUR consideró que el éxodo venezolano, la migración en masa más importante en dicha zona en los últimos 50 años, ya tenía la misma calidad de emergencia que la crisis de refugiados por la guerra civil en Siria.
Según cifras de ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones, en la actualidad se tiene registro de que dos millones y medio de venezolanos emigraron a Colombia; casi un millón y medio lo hacen en Perú; medio millón en Ecuador; más de 450 mil en Estados Unidos y casi esta misma cifra de venezolanos emigraron a Chile.
México es el onceavo país que más venezolanos ha acogido, con poco más de 80 mil; así pues, la emergencia migratoria en este país, como en otros, continúa.