. . . z e v a r t o e s Éra a i r o t s i h a m la mis
zo Catalina Cavan
“Los habitantes de estos sitios pobres y apartados solo son visibles cuando padecen una tragedia. Mueren, luego existen.� Alberto Salcedo Ramos
Cuando tenĂa 12 aĂąos
mi hermano y yo encontramos un panfleto en el piso
Algo va a pasar acá. No quiero que dejemos nuestras tierras. No tenemos nada más que eso, pero se está volviendo más peligroso y no sé si el negocio del tabaco alguna vez vuelva a ser lo que era antes. ¿Qué hacemos?
Ese panfleto era en serio, tenemos que buscar la forma de vender lo que tenemos e irnos. No me gusta que Julián y Jade tengan que crecer así, tengo miedo de que algo les pase.
Uno de los recuerdos más fuertes que tengo con mi hermano fue un dia que nos escapamos de la casa para jugar en la cancha del pueblo después de un poco más de una hora llegó mi mamá a buscarnos llorando ni siquiera parecía enojada, solo preocupada.
¡Vengan para acá ya!
Volvimos con mi mamá a la casa, sabíamos que la violencia era fuerte pero su reacción parecía exagerada, nunca nos imaginamos lo que había pasado.
Las FARC siempre parecía estar cerca. Los secuestros, vacunas y amenazas eran algo del día a día, a pesar de que la violencia aumentaba, el estado parecía completamente ausente.
Un grupo armado enviado, supuestamente por unos ganaderos de la zona, bajaron a cinco personas de un carro, incluyendo a mi profesora y a mi vecino, y los mataron.
Sentimos dolor pero sobre todo sentimos miedo, todos
Miedo de ser los siguientes... miedo de volver a ver o vivir algo asĂ...
Todos en El Salado nos fuimos...
La armada se instalĂł por un tiempo despuĂŠs de eso.
Y poco a poco una parte de nosotros regresamos
18 de febrero 2000
Los paramilitares habían llegado al pueblo, tratamos de huir o escondernos por un largo tiempo y cuando nos perseguían las calles parecían eternas.
Mi hermano logró escaparse y esconderse en algún lado, no nos hemos vuelto a ver desde entonces pero a mis papás y a mí nos alcanzaron y nos llevaron a la cancha, la misma en la que antes solía jugar.
Decidieron empezar a matar por lista
Después de asesinar y aterrorizar
No les fue suficiente y al acabar era evidente que nosotros éramos los próximos
Tenía miedo pero perdí por completo la esperanza de vivir al ver la satisfacción y emoción en sus rostros mientras presenciaban nuestro sufrimiento
Esto es lo que vamos a hacer. Se van a enumerar y al que le toque el nĂşmero 37, se muere
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Cuando mataban a alguien celebraban con nuestros instrumentos ‌ quitåndoles todo lo bueno que representaban para nosotros
pero para ellos era tan solo como una fiesta o un juegos
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nos humillaron y degradaron como nadie nunca antes
ยกNo llore! El que llore le pego un tiro
37 ยกYo me pido el siguiente!
Siguieron así por horas, se quedaron todo el día y noche.
Esa noche dormimos con miedo y apenas se fueron dejamos todo y nos fuimos, El Salado quedó completamente vacío.
Volvimos a recuperar nuestra tierra y nuestra vida a pesar de todo el dolor que nos causaba ver a El Salado convertido en un pueblo fantasma, recordar todo lo que pasรณ y todo lo que perdimos.
Para entonces había pasado por más dolor del que cualquier niña de mi edad debería soportar y a pesar de los recuerdos que traía el volver en el fondo tenía la esperanza de que mi hermano volviera y nos pudiéramos reencontrar. Con la esperanza de que esta vez las cosas mejoraran, de que esta no fuera otra vez la misma historia
Pasaron veinte años desde la masacre y aún la gente tiene miedo de volver a ver en lo quedó convertido El Salado, de la violencia contra los líderes sociales, de que las cosas nunca mejoren… también que aquellos que sí quieren volver no pueden hacerlo porque algunos han decidido sacar provecho de la situación para comprar nuestra tierra barata.
Después de más de 20 años de la misma historía, una historía de dolor y muerte, es nuestro deber crear memoria y trabajar por una Colombia en paz.
Catalina Cavanzo Colegio Campestre San Diego 2020