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Sábado, 4 de julio de 2015 Nº 57 @aladar_cultura

BENNY GOODMAN

La época de las grandes estrellas Nueva entrega del serial dedicado a la historia del jazz

Los espectaculares edificios de Omotesando

Segunda entrega del especial dedicado a Lubitsch


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Instalaciones Cuatro Premios Pritzker de arquitectura en menos de quinientos metros es lo que se da en la principal pasarela comercial de Japón: Omotesando. Muy pocos espacios urbanos pueden presumir de semejante carta de presentación. Las

Edificio de Dior, de Segima Kazujo y Nishizawa Ryue.

El Hills, de Ando Tadao.

Prada, del estudio de Herzog y Meuron.

Omotesando, la hoguera de las vanidades La calidad, la poética y el rigor, intrínsecos a la cultura nipona se manifiestan en este zenit del liberalismo. Es la apoteosis del comercio, donde tanto los clientes como los proveedores llegan a sus más altos niveles de exigencia y compromiso Augusto F. Prieto {Japón es la tercera economía del mundo, comparada con el tamaño y los recursos de los dos colosos que la preceden en el ranking –Estados Unidos y China– su poderío es imbatible y sorprendente. Es también una sociedad abducida por el lujo de las grandes marcas de las que los japoneses son ávidos consumidores. Omotesando, en el barrio tokiota de Aoyama, es

la pasarela de las firmas exclusivas, que han contado con los más destacados arquitectos contemporáneos para diferenciarse y hacerse más sofisticadas, más importantes y más exclusivas a los ojos de sus clientes nipones. Un paseo por esa zona arbolada de Tokio hace el efecto de la visita a un museo de arquitectura al aire libre. En los años 90 surgió la luxutecture, la utilización de los edificios corporativos de las grandes empresas de lujo como espacios publicitarios per se. Era la justificación del envoltorio como un marco adecuado donde mostrar el producto, y los japoneses, siempre refinados en sus presentaciones comerciales, se apuntaron con

entusiasmo al movimiento. Ya se habían situado en la zona marcas como Budberry’s o Gucci cuando el arquitecto Toyo Ito –Premio Pritzker 2013– dio una vuelta de tuerca a ese concepto concibiendo para Tod una estructura espectacular y especular, al reproducir el esquema de los árboles zelcova del paseo, integrando felizmente su proyecto en el espacio urbano. Así, el edificio se sostiene sobre un esqueleto visto de tirantas de hormigón cuyo grosor se va estrechando y ramificando según gana en altura. Los cristales de los huecos se incrustan sin marco en el concreto, esto es posible porque el edificio está construido sobre una base amortiguadora que le

La zona de Omotesando cuenta con edificios de los más destacados arquitectos contemporáneos

permite moverse libremente en caso de terremoto. Ito mantuvo su innovadora apuesta en el interior, conformando un esquemático bosque entre el que se sitúan las diferentes secciones comerciales y al que se accede mediante una importante puerta romboidal. La construcción se llevó a cabo entre 2002 y 2004. Podemos contemplar obras de Ito en Cataluña donde se encuentran sus Torres Fira así como la ampliación de la Feria de Barcelona, ambas en Hospitalet de Llobregat. Segima Kazujo y Nishizawa Ryue han pergeñado para Dior (2001 – 2013) un paralelepípedo irregular de cristal, bajo el que una segunda piel glaseada simula las texturas de una prenda tendida en una percha, esa envoltura matiza la luz exterior, capturándola, modificando en el interior su densidad, e invierte el proceso al atardecer emitiendo hacia afuera una radiación atenuada. Duran-


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Instalaciones grandes multinacionales del lujo y el glamour, como Prada, Louis Vuitton o Tod’s, entre otras, han hecho de Tokio su escaparate en Oriente. Los japoneses son ávidos consumidores de estas marcas

Edificio de Tod’s.

te el día, la calle se percibe desde dentro alterada con un efecto de moaré. El edificio consta de cinco pisos separados por bandas de aluminio blanco. Galardonados con el prestigioso Premio Pritzker 2010 de arquitectura, el estudio Segima y Nishizawa Asociados (Sanaa) es el responsable, entre otras obras, de la ampliación del Instituto Valenciano de Arte Moderno y de la sucursal del Museo del Louvre en Lens. En Omotesando Hills (2005) el arquitecto Ando Tadao usurpa la solución de Wright para el Guggenheim de Nueva York y resuelve el interior de un gran centro comercial con una rampa que articula la circulación a través de las plantas. Sus líneas rectas le confieren empaque y definen un patio central triangular, luminoso y abierto, que actúa como una gran plaza vertical. Tres de las seis plantas del complejo están excavadas bajo tierra, produciendo en el visitante que accede un efecto inmediato de multiplicación del espacio y una sensación de entrampamiento, muy adecuada para una galería de comercio. La fachada está despojada de toda pretensión, quizás para diferenciarse del desfile de estrellas de su vecindario. Ando, Pritker 1995, realiza una fusión entre los principios

Vuitton, de Aoki Jun.

espaciales de la arquitectura tradicional japonesa y las fórmulas del estilo moderno iniciadas por Le Corbusier, incidiendo sobre todo en la creación de espacios interiores cerrados que se definen por oposición al caos exterior. Sus obras más reconocidas suelen ser pequeñas y se encuentran en su práctica totalidad en el archipiélago japonés, como la Iglesia sobre el Agua de Tomamu, o la Casa Azuma de Osaka. Responsable del diseño de las tiendas de Louis Vuitton en Nueva York, Hong Kong, Nagoya y Tokio Ginza, esa marca obtuvo del arquitecto Aoki Jun para la de Omotesando (2002) la simulación de diferentes pilas de troncos conseguida con texturas que categorizan su edificio. Jun trabaja con los colores básicos de las construcciones autóctonas –negro, pardos, tierra, madera– simbolizándolos mediante chapados, a la vez que articula la fachada como un mecano de piezas superpuestas consiguiendo un acabado elegante y refinado. Los diversos espacios –que no pisos– diferenciados por las calidades de la madera se conectan entre sí mediante corredores de circulación. En el exterior, diferentes mallas metálicas y dos tipos de paneles de aluminio tintados en rosa y oro se

Edificio Gyre, diseñado por el estudio holandés MVRDV.

conjugan con los vidrios, bajo los que compone un patrón de rayas. Quizás la estrella de esta colección urbana –y uno de los edificios más conocidos– sea el de Prada, levantado entre 2001 y 2003 y obra del estudio de Jacques Herzog y Pierre de Meuron. Es una estructura cristalina que con la iluminación nocturna adquiere la cualidad de una joya gigantesca en la que destacan la ausencia de zócalo, la utilización de vidrios traslúcidos y la sencilla pero escenográ-

El edificio de Louis Vuitton simula diferentes pilas de troncos La estrella de la colección urbana es Prada, una estructura cristalina y sencilla fica puerta de acceso para la que los arquitectos han provocado una plaza, esponjando la trama urbana. Esa destacada ingeniería no solo es estética sino que soporta la estructura y los techos, al tiempo que conforma los diferentes espacios de la tienda que han sido di-

señados por el mismo estudio en un motivado contraste de materiales hiperartificiales como resina, fibra de vidrio, silicona; o hipernaturales como el musgo, las maderas porosas o la piel natural. El volumen del edificio varía según el ángulo de vista del espectador o su cercanía al mismo, destacando por la noche por el resplandor verdoso de su recubrimiento vítreo que lo asemeja a una esmeralda tallada. Los arquitectos suizos asociados bajo la firma Herzog & De Meuron son quizás los más conocidos en España, no solo por sus espectaculares estadios Olímpico de Pekín o Allianz Arena de Munich sino también por el CaixaForum de Madrid o la Tate Modern de Londres. Son Pritzker de arquitectura 2001. El edificio Gyre (2007) diseñado por el estudio holandés MVRDV –artífice del Edificio Mirador de Madrid– completa este paseo por Omotesando, con su desarrollo del modelo constructivo de remolino, por el que parece que las diferentes plantas giran libres alrededor de un eje, intercomunicadas mediante escaleras exteriores y articuladas por terrazas. Bajo su fachada cerámica el centro es un retail donde tienen su sede, entre otros, Chanel, Bulgari o la tienda de diseño del MoMa. ~


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CINE. ERNST LUBITSCH El ingenio de Ernst Lubitsch trascendió su obra y sus recursos humorísticos inspiraron la filmografía tanto de grandes realizadores del cine clásico, como Billy Wilder o Preston Sturges, como la de cineastas contemporáneos como Woody Allen o Nora

EJEMPLOS DEL TOQUE LUBITSCH

Su huella en la comedia y elogio final María Eugenia Guzmán {El toque Lubitsch tenía distintas manifestaciones, desde la pura metáfora o elipsis visual hasta la reiteración de situaciones absurdas con giros inesperados a medida que se repetían. Era habitual que se remataran con un genial top the topper, que significa algo así como poner la guinda sobre lo mejor. Consiste en sacar el máximo partido a una situación cómica de forma que, cuando parece que ya se ha acabado, se logra la nota final para provocar la máxima hilaridad del espectador. En La octava mujer de Barba Azul, un millonario caprichoso quiere comprar sólo la parte superior de un pijama y su estrambótica petición genera una divertidísima crisis en la tienda. El dependiente pregunta qué debe hacer al jefe de sección y éste al responsable de la tienda. La culminación final se produce cuando éste llama al dueño. El mismo atiende enfadado al teléfono porque se encontraba durmiendo. Se indigna aun más ante la extraña solicitud y se niega a acceder a la misma. Cuando cuelga el teléfono, la cámara nos permite ver que no lleva los pantalones del pijama… Dados sus comienzos en el cine mudo, Lubitsch empezó dominando el gag visual, que incorporó luego a sus películas sonoras. Dentro de éstas, podemos encontrar escenas silenciosas cargadas de insinuación, como los planos de puertas cerradas tras las cuales se adivina un encuentro amoroso o se destapa un triángulo. El realizador fue sumando el humor verbal, para acentuar el divertimento. Así, orquestaba escenas en las que lo que veíamos y escuchábamos se iban entrelazando para provocar nuestra creciente diversión. Recordemos un par de ejemplos. En Ninotchka comprendemos que Greta Garbo ha sucumbido a los atractivos del capitalismo, cuando saca del cajón el sombrero

sofisticado que le provocaba reacciones despectivas secuencias atrás. En El bazar de las sorpresas, un empleado sale corriendo cada vez que el jefe pide a sus subordinados que le digan sin miedo la verdad. Cuando se repite la situación, el director enfoca unos pies huyendo por las escaleras y nosotros deducimos de quien se trata. La sucesión de giros sutiles hacía que contemplar las películas de este cineasta resultara un verdadero placer. La comedia americana Una de las acepciones del concepto yiddish chutzpah hace referencia a una faceta de la idiosincrasia del pueblo judío, consistente en una combinación de insolencia, descaro, frescura, coraje y atrevimiento. Todas esas notas caracterizaban el cine de Lubitsch y desde la perspectiva actual podemos apreciar en la evolución de la comedia norteamericana cómo realizadores coetáneos y posteriores al mítico teutón buscaron encontrarlas. Y no es casual que muchos de los inspirados fueran al igual que él brillantes judíos dotados de chutzpah. Así, Billy Wilder fue el discípulo estrella del admirado cineasta. Trabajaron juntos en dos ocasiones (La octava mujer de Barba Azul y en Ninotchka) cuando Wilder era un guionista que aún no había dado el salto a la dirección. A partir de ese momento, el mantra que le guió fue: «¿Cómo lo hubiera hecho Lubitsch?», y de hecho tenía un letrero con ese texto en su oficina. Las comedias que más denotan la influencia del maestro son probablemente Medianoche (que Wilder no dirigió pero cuyo guión coescribió), Sabrina y Ariane. En ellas, hay romances basados en la impostura, un París encantado, picardía, imprescindibles secundarios… Sin embargo, hay otras películas de este privilegiado alumno

Dos escenas de la película ‘La octava mujer de Barba Azul’ en las que se observa a sus protagonistas principales.

Lubitsch empezó dominando el gag visual, que incorporó luego a sus películas sonoras en que encontramos más sutilmente la huella del berlinés. Así, la escena casi muda en la que Jack Lemmon averigua en El apartamento que Shirley MacLaine mantiene un romance con su jefe (gracias a una polvera con el espejo roto) nos recuerda la forma en la que

los personajes de Lubitsch ataban cabos a través de los objetos, ya fueran ceniceros o cinturones. Wilder no fue el único que quiso emular su sutil y sugerente toque. Los juegos de puertas tan propios del realizador alemán para insinuar encuentros o triángulos amorosos se utilizaron por ejemplo en La pícara puritana (Leo McCarey, 1937) o Las tres noches de Eva (Preston Sturges, 1941). Si nos adentramos en los 50, en Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953), una Audrey Hepburn somnolienta despotrica de sus historiados camisones de princesa y expresa su anhelo de dormir sólo con la parte de arriba de un pijama. ¡Alusión evidente a la primera secuencia de La octava mujer de Barba Azul! ¿Y qué me dicen de la elipsis lubitschiana en Tú y yo (1957) de Leo McCarey, cuando tenemos que imaginar al ver en la escalera del barco la evolución de los pies de Cary Grant y Deborah Kerr, que su romance comienza? También su legado es evidente a partir de los 60 en un realizador que dedicó parte de su filmografía a intentar homenajear a los mejores directores de la comedia clásica: Blake Edwards. Podemos reconocer numerosos toques en Desa-


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CINE. ERNST LUBITSCH Ephron. Su capacidad de contemplar la vida a través de un prisma relativizador de todos los males ha sido el ejemplo para muchas de las películas de los últimos tiempos, desde ‘La pícara puritana’ (1937) hasta ‘Malditos bastardos’ (2009) re «lo que nosotros con Polonia» en Ser o no ser! De esta última intentó hacer un remake Mel Brooks en 1983, que resultó diez minutos más larga (pero ¡ay! cien carcajadas menos graciosa…). No acaba ahí la influencia de esta genial sátira de Lubitsch en la que una troupe de actores polacos se disfrazan de nazis. Fue uno de los clásicos que inspiraron Malditos bastardos (2009) de Quentin Tarantino, en la que un grupo de militares aliados se infiltra entre los oficiales alemanes en plena segunda guerra mundial. La ingeniosa Nora Ephron dirigió un soso remake de El bazar de las sorpresas (Tienes un e-mail, 1998) pero antes bordó el guión de la excelente Cuando Harry encontró a Sally (que dirigió Rob Rainer en 1989). ¿No se pueden imaginar a Lubitsch inspirando el momento culminante en el que una señora pide al camarero lo mismo que Meg Ryan en el restaurante? Y otra comedia genial, Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993), se basa en la reiteración de una misma situación con sutiles variaciones para provocar un crescendo humorístico. ¡Precisamente una de las manifestaciones del milagroso toque Lubitsch! Elogio final

Lubitsch con Greta Garbo.

yuno con diamantes (1961). Recuerden a la frívola protagonista encarnada por Audrey Hepburn provocando sin darse cuenta un conato de incendio con su cigarrillo, que ella misma apaga inconscientemente al volcar el whisky de un invitado. También podemos apreciar el efervescente humor mudo y en espiral de El guateque (1968). Blake Edwards reconoció además que ¿Victor o Victoria? (1982), farsa de equívocos ambientada en Berlín, fue su personal brindis al director alemán. También autores contemporáneos han bebido de las fuentes de Lubitsch e intentado repetir su chispa. El eterno Woody Allen ha reconocido su huella desde sus primeras obras. ¿Recuerdan en Annie Hall (1977) cuando Alvy afirma que quería hacer a una chica lo que Eisenhower había estado haciendo con el país? ¡Es casi un calco del momento en que un nazi afirma que un actor hacía con Shakespea-

Sobre estas líneas, Margaret Sullavan, Ernst Lubitsch y James Stewart en el rodaje de El bazar de las sorpresas.

Los autores contemporáneos también han bebido de las fuentes de Ernst Lubitsch

Más allá de la huella que Lubitsch dejó en la filmografía de otros, la sensación que experimentamos al ver su obra es la de admiración ante una mente brillante que celebraba la vida y el componente lúdico de la misma, que se reía de la futilidad de las convenciones sociales y de la arrogancia de clasismos o extremismos, pero que contemplaba con ternura y con irónica indulgencia las flaquezas propias de la condición humana. Su capacidad de contemplar la vida a través de ese prisma relativizador de todos los males que es el humor, le llevaba a aceptar y a apreciar a los personajes de sus películas por muy vanidosos, tramposos o gruñones que pudieran llegar a ser. Incluso cuando este berlinés retrataba la maldad (como los nazis de Ser o no ser), sentíamos que la encontraba risible porque la consideraba una estúpida manifestación de la soberbia que puede arruinar a nuestra complicada especie. Pese a su carácter complejo, controlador y perfeccionista, era un ser único, tan lleno de jovialidad, entusiasmo, vitalidad, humanidad, brillantez y encanto que generó verdadera lealtad en sus amigos y colaboradores. De hecho, cuando murió, su secretaria de toda la vida gastó sus ahorros en comprar su tumba junto a la de su jefe. ¿Puede haber mejor evidencia del afecto que era capaz de suscitar? ~


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CINE. ERNST LUBITSCH ‘La octava mujer de Barba Azul’ y ‘El pecado de Cluny Brown’ son dos obras menores de Ernst Lubitsch pero aun así tocadas por la varita de su ingenio. En ellas se aprecia que el realizador alemán contemplaba Europa con una mezcla de añoranza e ironía

‘LA OCTAVA MUJER DE BARBA AZUL’ Y ‘EL PECADO DE CLUNY BROWN’

De la riviera francesa a la campiña inglesa María Eugenia Guzmán {La Europa que retrataba Lubitsch brillaba de sofisticación y elegancia pero también padecía un obsoleto clasismo al que el cineasta sabía sacar punta. Frente al viejo continente, mostraba a Norteamérica como un lugar en el que, pese a que la clase y la educación eran bienes escasos, florecían las oportunidades y cualquier individuo con astucia, capacidad de trabajo y ambición podía labrarse un provenir, con independencia de sus orígenes. Dos de las películas consideradas menores del realizador que ponen en evidencia esta contraposición son La octava mujer de Barba Azul (Bluebeard’s eigth wife, 1938) y El pecado de Cluny Brown (Cluny Brown, 1946)

Estas dos películas muestran la contraposición entre Europa y Norteamérica En La octava mujer de Barba Azul, Gary Cooper es un multimillonario norteamericano de paso por la Riviera, que se siente atraído por una noble francesa venida a menos, dotada del irrepetible encanto de la gran Claudette Colbert. Ella es la encarnación del chic continental y él es brus-

co y arrogante pero indiscutiblemente apuesto. La batalla de sexos comienza. En esta ocasión, Lubitsch no fue capaz de mantener el crescendo de sus mejores obras y tras una hilarante primera parte, la segunda mitad de la comedia decae. Sin embargo, hay bastantes componentes de esta película que valen la pena. Lo mejor de este divertimento se concentra en la primera escena, en la que la pareja se conoce en una tienda cuando él pretende comprar la camisa de un pijama y ella se conforma con los pantalones. La ocurrencia fue de Billy Wilder, que fue coguionista de la película cuando aun le faltaban unos años para dar el salto a la dirección. Las interpretaciones son de nivel, especialmente la de Claudette Colbert, que fue una de las comediantas con mayor sentido del ritmo de los años treinta. En cuanto a Gary Cooper, varios críticos de la época consideraron que elegirle fue un error de casting, pero lo cierto es que Lubitsch supo explorar una veta cómica oculta. El realizador admiraba a la estrella y afirmó que era un estupendo actor capaz de convertirse en cera en manos de un director, para adaptarse a lo que éste necesitaba. Edward Everett Horton, el secundario favorito de Lubitsch, interpretó al padre de la protagonista, resultando tan expresivo y divertido como

Europa es el escenario en el que se rueda ‘El pecado de Cluny Brown’.

era habitual en él. También disfrutamos de ver a un jovencísimo David Niven como un admirador de la Colbert al que Cooper contrata como secretario. El actor recordaría con entusiasmo su única y grata experiencia colaborando con el director alemán y le atribuyó a éste el mérito de haberle enseñado a interpretar comedia. Apareció en algunas de las escenas más entretenidas de la película, como aquella en la que actúa servilmente ante a un grosero Gary Cooper, tras haberle manifestado a la protagonista que va a poner en su sitio al temperamental millonario. Esta comedia puso fin a la brillante etapa de Lubitsch como el más importante productor y director de la Paramount. Posteriormente, trabajaría para la Metro, United Artists y la 20th Century Fox. En esta última, el realizador alemán dirigió a Jennifer Jones y Charles Boyer en El pecado de Cluny Brown, en la que volvió a elegir Europa como escenario de la historia. Esta vez la obra transcurría en Inglaterra poco antes del estallido de la segunda guerra mundial. Lubitsch parodió el clasismo extremo que ha caracterizado siempre al pueblo británico, retratando a algunos altivos nobles y a sus encorsetados empleados del hogar. Jennifer Jones, especializada en papeles melodramáticos, nos dio una inesperada alegría como Cluny, una

chica londinense de humildes orígenes, que no encuentra lugar para su espontaneidad y su desatada afición por la fontanería en su rígido país. Es contratada como doncella de la casa de campo de unos lores y es constantemente reprendida por un comportamiento considerado excesivamente natural. Allí coincide con Belinski, un refugiado checo encarnado por Charles Boyer, tan inadaptado y peculiar como ella. Ambos necesitarán marchar a la prometedora Norteamérica para poder ser ellos mismos y salir adelante. La escena final y muda de la película, que es una elegante manifestación del toque Lubitsch, condensa sutilmente esta idea. Aunque hay ciertas inconsistencias en la trama y en la evolución de caracteres, hay muchos elementos positivos en la obra. Los protagonistas están inspirados y convierten a sus personajes en dos seres entrañables. Los encuentros y desencuentros de Cluny con un estirado farmacéutico que quiere casarse con ella son a cual mejor. Las conversaciones entre el mayordomo y el ama de llaves de la casa de campo son divertidísimas de puro absurdas. ¡Son aun más snobs que sus jefes! Y como siempre, hay diálogos cargados de doble sentido que encubren ingeniosamente alusiones al sexo, ya que la vocación fontanera de Cluny pretende ser un reflejo de otros anhelos de los que la joven no es consciente. Desgraciadamente para la historia del cine, esta fue la última película que completó Lubitsch, puesto que murió al inicio del rodaje de la siguiente, La dama de armiño. El séptimo arte había perdido a una de sus mentes más brillantes. Si bien hoy en día La octava mujer de Barba Azul y El pecado de Cluny Brown siguen siendo consideradas obras menores en la filmografía del genial alemán, verlas es una garantía de pasar un buen rato. Así que ¡ya saben lo que tienen que hacer! ~

Gary Cooper y Claudette Colbert en ‘La octava mujer de Barba Azul’.


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Música Luis Brea es el nombre artístico bajo el que la música fluye y juega a sonar de diferentes maneras, al tiempo que las letras se agarran a situaciones cotidianas retratadas desde un punto de vista particular. ‘Luis Brea y El Miedo’ (2015) es el último trabajo de la banda

Cómo afrontar El Miedo y muchas cosas más desde la música Paulo García Conde { Luis Brea es uno. O ninguno. O varios a la vez. Porque la verdadera identidad del front man de este conjunto es la de Luis Alberto Alemaza López. Sin embargo, Brea fue un apellido que se perdió entre las generaciones de su familia y que decidió rescatar a modo de antifaz, con la firme intención de crear una personalidad que reluciese bajo los focos, entre letras y acordes. Luis Brea comenzó siendo un proyecto en solitario, de esos de voz y guitarra al pecho, que dio el pistoletazo de salida con el llamativo epé De lo dicho nada (2011), donde las cinco composiciones que lo integraban daban cuenta de unas letras punzantes y personales. En su siguiente trabajo se rodeó de otros músicos, y en la actualidad a la identidad de Luis Brea se han unido Jorge Martí (guitarra y sintetizadores), Nacho Mora (bajo) y Lázaro Fernández (batería). Por eso, Luis Brea y El Miedo cuenta con una producción más completa, más trabajada, donde incluso muchos de los arreglos que la agrupación tenía preparados en su formato acústico tuvieron que quedarse por el camino. No es fácil enfrentarse como músico a ese momento en el que, una vez los pies dentro del estudio de grabación, parte de las composiciones toman una nueva forma, un nuevo sentido. Pero esos procesos, cuando son conscientes y elaborados, suelen convertirse en sinónimo de acierto. Algo así ha pasado en el último trabajo de Luis Brea, donde se han respetado las ideas que la propia música expresa a través de sí misma. De esta manera, diez nuevas canciones han visto la luz, después de que el proyecto de crowfunding puesto en marcha para financiar el disco se saldase con éxito. El verano del incendio abre la propuesta musical, una canción que empieza de manera potente para dejar paso a una letra desenfadada, donde se describe la experiencia de un festival de verano y que conecta a la perfección con la armonía a la que se da rienda suelta. Le sigue Parchís, donde las guitarras cuentan con una distorsión más sucia y el pulso, tanto el musical como el personal, se acelera con respecto al tema anterior. De manera un tanto metafórica, se habla de una situación vivida de manera muy intensa por quien da voz a la misma; quién o qué será la «ficha de color azul». A continuación suena Discotecas, donde el tono y el ritmo cambian por completo. De nuevo volvemos a

la conexión con la gente de a pie, de esas que coleccionan historias y situaciones triviales, donde el mal trato en una discoteca y el diálogo en torno a cuestiones sexuales se convierten en protagonistas, o en simples personajes más en un decorado cualquiera. Pero el punto de vista, acompañado de la melodía, convierte este tipo de temas en marca de la casa cuando hablamos de Luis Brea. No obstante, hay sitio para otros enfoques, para otras obras musicales. Es el caso de Mil razones, una de las canciones más célebres de este disco. Con una apertura más acústica e íntima, marcando ya la pauta de lo que está por venir, letra y melodía se enlazan para brindar una canción de esas que se recitan de memoria con los ojos cerrados, para llegar a un estribillo pleno. Sin

duda, una de las mejores composiciones de Luis Brea y El Miedo. La primera mitad del disco se cierra con After crisálida, de cadencia suave y pegadiza. Da la sensación de que Luis Brea se vacía un poco tras los dos primeros temas con los que abre el trabajo, enseñando luego de manera más íntima su alma, o el de su música. Aunque la sensación se diluye en cuanto empieza a sonar Más de veinte, como si creyese necesario poner pausa a ese arrebato de relación tan ín-

Luis Brea durante una actuación en directo.

‘Luis Brea y El Miedo’ cuenta con una producción completa y trabajada tima entre artista y oyente. Lo hace, eso sí, con una canción de ritmo más animado que no deja atrás lo que se desprende de todo lo que ha sonado con anterioridad. Y, en resumidas cuentas, eso es lo que ocurre con lo que viene a continuación. En Hada roja, la estructura es más sencilla y circular, con un sonido de guitarra más desnudo y protagonista. Al contrario que en Resurrección, donde el tempo vuelve a crecer y las guitarras suenan más grue-

sas, bien acompañadas por una batería y un bajo muy marcados; la sonoridad lograda no deja de recordar a grupos como The Cure. Porque si Luis Brea quiere sonar a los ochenta, suena. Tres cruces y Singles son las canciones con las que cierra el álbum, ambas diferentes entre sí y, al mismo tiempo, aderezadas con similares particularidades que riegan todo el trabajo. En todo caso, Luis Brea y El Miedo pone punto y final del mismo modo en que abre, con potencia y despliegue sonoro. Así queda reflejado el miedo, el miedo cotidiano a las situaciones cotidianas, pero también a aquellas que han envuelto la producción de este disco. Y, junto con el miedo, cientos de cosas y experiencias más. Ahora solo queda que la formación se decida a llenar su agenda con fechas de conciertos, para aprovechar esta época donde los festivales y los directos musicales se convierten en protagonista casi absoluto. Mientras tanto, para calentar motores, su disco está a disposición de todos en plataformas como Spotify. Una buena oportunidad de comprobar si el miedo de Luis Brea, y esos cientos de cosas más, comparten alguna particularidad con los de uno mismo. ~


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Música La época de la Gran Depresión norteamericana no perdonó a nada ni a nadie. La industria musical se vino abajo. Dejaron de venderse nueve de cada diez discos. Los clubes clandestinos, en los que poco antes podía consumirse alcohol ilegal, se vinieron

HISTORIA DEL JAZZ (IX)

Benny Goodman: de Maxwell Street al reino del swing Gabriel Ramírez Lozano {Con la radio llegó la época de las grandes estrellas. Y con las grandes estrellas de la música aparecieron los managers. Si en algo hay dinero alguien tiene que saber gestionarlo. Todo evolucionaba a gran velocidad, incluida la pobreza de una población que necesitaba anclajes a una felicidad que se perdía por momentos. Con la radio llegó una forma de escuchar jazz muy diferente. Las cadenas y los managers eran los que elegían qué se escuchaba y cuándo. Con este escenario dibujado, apareció el que sería el rey incontestable de la época en la que el jazz fue más popular que nunca: Benny Goodman; un músico que logró establecer el papel del clarinete dentro del jazz (aunque grandes músicos lo habían perfilado, Goodman extendió la esencia musical del instrumento definitivamente), un músico que logró un nivel como director de orquesta irreprochable y que fue capaz de atreverse con lo que otros no habían querido enfrentarse ni de lejos. Los nuevos sonidos bop, las bandas mixtas formadas por músicos blancos y negros, se convertirían en algo normal a la misma velocidad a la que Goodman conquistaba su fama o lograba mantenerla intacta. Benny Goodman nació el 30 de mayo de 1909. Hijo de inmigrantes europeos, vivió en uno de los lugares de Chicago más violentos y conflictivos: Maxwell Street. Su padre, que había decidido intentar dar salida al futuro de sus hijos a través de la música, hizo que Benny y alguno de sus hermanos, se incorporasen a la banda de la sinagoga del barrio. Como Benny era pequeño, le entregaron un instrumento manejable, un clarinete. Pronto destacó y, siempre, quiso ir más allá; sus ganas de triunfar no tenían límite. Con catorce años conoció a Bix Beiderbecke. Llegó a tocar con él. Si nos fijamos en la música de Goodman, en la que practicó durante toda su carrera, encontramos algunas cosas que, posiblemente, arrastró de ese encuentro. Fortaleza marcando los tiempos más sólidos al frasear, rupturas que le llevaban de intervalo en intervalo con gran facilidad, un sonido agradable que llegaba de un swing impecable.

Escuchó, siendo muy joven, a los grandes maestros. Paul Whiteman, Ellington o Henderson, con el que trabajaría tiempo después. Buscaba un hueco que parecía imposible en plena etapa de depresión. Y, para encontrarlo, una figura fue fundamental en la carrera de Goodman: John Hammond. La unión de músico y manager fructificó con las grabaciones de algunos discos en los que intervinieron algunos de los mejores músicos del mundo. Pero la radio era la clave. Y la NBC ofreció a Goodman la oportunidad de participar en un programa llamado Let’s dance, que tenía una duración de tres horas y llegaba a buena parte de país. Goodman, por supuesto, acepto el ofrecimiento. Para algo tan importante, él sabía que necesitaba fichar a los mejores músicos que estuvieran a su alcance. Helen Ward, cantante que no utilizaba adornos estilísticos, de voz dulce y natural; Bunny Beringan, trompetista capaz de servir de contrapunto al clarinete de Goodman; y Flectcher Henderson como arreglista (Blue skies o Sometimes I’m happy son un par de temas que sirven de muestra para que podamos hacernos una idea de lo colosal de la colaboración); el pianista Jess Stacy; los guitarristas George Van Eps y Alan Reuss; el baterista Gene Krupa. Y con los nuevos fichajes (fueron muchos más aunque no tan representativos) y la tendencia de Goodman hacia la música más hot que, sin duda, Henderson arrastraba con él, Goodman comenzó el camino que le llevaría a ser un músico de masas; un camino que los músicos negros tenían mucho más difícil. Las diferencias racistas eran muy acusadas. El programa radiofónico se retiró

Con la radio llega la época de las grandes estrellas y una forma de escuchar jazz diferente En esta época el rey incontestable del momento era Benny Goodman

Goodman, Wilson y Krupa durante un ensayo.

Los protagonistas GENE KRUPA

TEDDY WILSON

Baterista. Su música evocaba los primeros tiempos de la música en Nueva Orleans. Era un intérprete espectacular aunque se alejaba de los fundamentos de la música jazz. Cargaba toda su fuerza musical en la parte fuerte de los ritmos cuando, ya el resto de percusionistas, intentaban un acento sólido en los débiles y utilizar los fuertes para conseguir el swing necesario. Tampoco quiso saber nada de un instrumento como el suyo que estuviera fuera del ritmo base y de los cambios rítmicos que iban experimentándose y que convertían el platillo ride en centro rítmico. A pesar de su larga carrera como músico, su fama se vio truncada por la detención que sufrió y por la que fue acusado de posesión de drogas. El tiempo que trabajó con Goodman marcó, definitivamente, lo que representaría el sonido de la batería en una big band.

Pianista. Acompañó a Benny Goodman y a Krupa en la formación de un pequeño grupo antes del éxito de Palomar Ballroom al margen de su orquesta. Aunque Wilson se arrimaba mucho al estilo Stride de Harlem, su música quedaba descargaba de todo aquello que no aportara profundidad. Le gustaba más dejar por debajo de la partitura que decir con claridad o adornando las frases. La armonía del combo que formaron Goodman, Krupa y Wilson, se veía reforzada con el sonido del piano de este último. La brillantez de la mano izquierda y la fortaleza de la derecha, constituían todo lo necesario para que los instrumentos que faltaban no se tuvieran que echar en falta. Aunque Wilson es considerado uno de los mejores pianistas de aquella generación, hacía una música algo previsible puesto que abusaba más de la cuenta del uso de escalas al estilo de Art Tatum. Una contradicción con el concepto de la música que proponía.


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Música abajo porque el jazz podía escucharse en casa a través de la radio, con una copa (ya legal) en la mano. Todo estaba cambiando a gran velocidad. Y, para ganarse la vida, los músicos se concentraban en las big bands, que antes eran un lujo y, ahora, una ganga Libros y jazz

JAZZ: ‘CÓMO LA MÚSICA PUEDE CAMBIAR TU VIDA’

Benny Goodman.

de antena antes de cumplir siete meses, esto fue en mayo de 1935. Pero Goodman ya había aprovechado el gran tirón de público que le habían proporcionado las ondas. Con la discográfica Victor había grabado importantes éxitos y su acercamiento al estilo más hot era una realidad. Esta asimilación del estilo bajo la influencia de Henderson, a decir verdad, le causaría algunos problemas en su gran

gira por el país durante ese año. No todos entendieron lo que proponían Goodman y su banda. Sin embargo, al llegar al sur de California, concretamente en su concierto en el Palomar Ballroom, todo problema se diluyó y el gran éxito llegaba de forma sorprendente. Miles de personas querían escuchar en directo ese swing que marcaría diez años de la historia de un país en problemas. ~

Para Wynton Marsalis (autor de este libro junto a Geoffrey C. Ward; Marsalis es músico y Ward le ayuda a poner en orden el discurso), para Marsalis, decía, el jazz es una pasión y, sobre todo, una forma de vida. Tanto es así que, en este libro, lo que pretende es trasladar su experiencia, su saber, sus descubrimientos, a todo el que quiera acercarse. El libro se convierte en una especie de manual para todo aquel que desea descubrir el jazz. Marsalis explica qué es cada cosa, qué dejaron dicho los grandes, qué significa el blues en el jazz y cómo toda la música, sea del tipo que sea, es blues con un revestimiento modal, pero blues. Habla de la extraordinaria tontería que ha representado siempre la división de las personas por su condición sexual, por su raza o sexo. Las personas se diferencian por sus ideas, por cómo miran el mundo y, sea como sea, la aportación de todos es de suma importancia. Esta es una de las ideas transversales de la obra. El discurso de Marsalis, filtrado por la estilográfica de Ward, es cercano, está lleno de cariño con lo que dice y con quién lo lee. Recurre a imágenes muy coloquiales para explicar asuntos algo complejos. De este modo, el lector que se aproxima por vez primera al jazz puede hacerse una idea bastante exacta de lo que le dicen. Recurre, también, a las referencias expresas para que las explicaciones sean útiles. Por ejemplo, si habla de los solos, Marsalis anota cuatro o cinco ejemplos en los que la evolución es clara y resulta esclarecedora. Los que ya son aficionados al jazz y tienen algo más claras las cosas, el libro se convierte en una fuente de inspiración para que el pensamiento se centre en el

blues como epicentro de la música; para entender, desde dentro, eso que llamamos swing y no terminamos de saber definir; para comprender que la música es algo que sirve para afrontar la vida; que tocar un instrumento tiene una importancia y unas consecuencias extraordinarias. Wynton Marsalis fue galardonado con el Premio Pulitzer de música y los Grammy que ha conseguido son numerosos (llegó a ganarlo cinco veces consecutivas). La lectura de Jazz: cómo la música puede cambiar tu vida es ágil, placentera, interesante y muy, muy, recomendable. Para que gusten las cosas hay que entenderlas, hay que poder sentirlas. Esta lectura es una ocasión única para pisar el territorio del jazz por primera vez. Nunca desearán dejar de hacerlo. Quedan advertidos. ~


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El Correo de Andalucía Sábado, 4 de julio de 2015

Escrito para... Son muchos los que se preguntan, alarmados, qué pueden hacer para que sus hijos lean. Desde luego, nada de chantajes. Eso de te dejo salir con los amigos si lees quince páginas es un error monumental. Desde luego, nada de ...pensar en una segunda oportunidad

El jardín de Rama Gabriel Ramírez Lozano {La ciencia ficción no es más que el intento de explicar la realidad (al menos lo que creemos que es) utilizando mundos remotos, tecnología desconocida, seres insólitos. Es decir, a través de otros mundos tratamos de llenar de sentido el nuestro. El jardín de Rama –firmado por Arthur C. Clarke y Gentry Lee– narra la aventura colosal de un pequeño grupo de humanos a bordo de un gigantesco cilindro –llegado desde algún lugar del universo hasta el sistema solar– y que les trasladará por diferentes lugares hasta regresar para que se puedan unir más seres humanos y volver a marchar hacia algún lugar desconocido. La propuesta pasa por reproducir lo que sucedería si esos humanos tuvieran la oportunidad de comenzar, de nuevo, con todo a su favor. Aunque el asunto se reduce mucho, una vez terminada la narración, puesto que los autores (después de mostrar lo más bajo de la especie humana) nos ofrecen una bella imagen que consiste en que todo ser inteligente del universo no es más que la manifestación de su esencia de distinta forma. Que somos lo mismo que los alienígenas, vaya. O que, al menos, existe una conexión enorme y desconocida entre todos los elementos del universo. El libro comienza con el diario de una de las cosmonautas que quedó

presenta un problema muy importante: el tránsito de los diarios a la zona de exposición narrativa en al que la voz debería ser otra distinta y perfectamente dibujada, sencillamente, no existe. Todo se escribe con el mismo tono, con el mismo aliento, con los mismos registros. Si el lector es exigente se puede irritar. Con razón. Sin embargo, es una literatura que hace pasar un buen rato por algunas cosas. Imaginar el diseño de la nave Rama, de la forma de vida que se plantea; intentar contestar preguntas que nos acompañan desde que el hombre es hombre; puede ser motivo de una divertida lectura. Los jóvenes tienen en El jardín de Rama un libro que les podrá enganchar a lecturas más profundas. Es un libro que por su estructura y por su lenguaje podría servir para despertar el apetito lector de los que, todavía, no lo han encontrado. ~

atrapada dentro de la nave Rama. Este diario lo utilizan los autores para explicar qué es Rama, qué pasó anteriormente (es la segunda nave que se acerca a la Tierra). El que conozca Cita con Rama tendrá que aguantar un poco (168 páginas de las 700 totales) para conocer cosas nuevas. Algo pesada esta parte para el lector si sabe en qué cosiste ese mundo extraordinario. A partir de ese momento comienza una trama muy entre-

tenida aunque, a decir verdad, bastante previsible. La recreación de esa nueva andadura de la especie humana es parecida en exceso a la que conocemos. El libro tiene cosas originales, pero está escrito utilizando un lenguaje muy cómodo. Las imágenes poéticas son una catástrofe literaria y los alardes, francamente, ni están ni se les espera. Es un libro muy entretenido y poco más que se sustenta en la trama. Técnicamente,

...conocer la ignorancia

Para acabar con Eddy Bellegueule Augusto F. Prieto {Para acabar con la persona –o el personaje– que fue, Édouard Louis –o el narrador de la novela– escribe este memorándum destinado a ser una liberación, una terapia, una denuncia, un grito de llamada a una sociedad acomodaticia e hipócrita. Una crítica destructiva de la que considerábamos una de las sociedades perfectas, un retrato social de lo escondido por la propaganda de las instituciones y los conciertos sociales. El origen de todo prejuicio, de todo racismo, de toda xenofobia y de todo populismo: la ignorancia. Supone también el triunfo de la literatura, de la cultura como la gran redentora de la humanidad por su capacidad de trasmitir, antes que el

conocimiento y los valores, las experiencias de los demás. El descarnamiento con el que Eddy cuenta su historia, la sinceridad, su capacidad para manejar dos registros fonográficos, el de lo que ha dejado atrás y el de donde ha llegado; la brutalidad de lo que cuenta y la certeza con la que comprendemos que todo es verdad, que sucede cada día a nuestro alrededor, que Louis es una entre la cantidad de personas que luchan por erradicarlo, por activa o por pasiva. Denunciando o resistiendo. La acción se desarrolla en un pueblo de Francia, la de los valores republicanos ¿qué es lo que está ocurriendo entonces en las sociedades del Medio Oeste americano, en las poblaciones islámicas; en la nueva Rusia, ortodoxa e imperial?

Édouard Louis salió, escapó, acabó; gracias –al fin y al cabo– a los recursos y la fortaleza de esos valores republicanos que no alcanzan a todos. Leyendo la biografía de Eddy Bellegueule –o la novela de Édouard Louis– me siento orgulloso de ser como ellos, débil, afeminado, homosexual, maltratado, al fin y al cabo, un chico duro. ~ Calificación: extraordinario testimonio. Tipo de lector: todos deberían leerlo. Tipo de lectura: hermosa. Argumento: terrible. Personajes: diáfanos. ¿Dónde puede leerse?: debería leerse en las escuelas.

Calificación: interesante. Tipo de lector: jóvenes y aficionados a la ciencia ficción. Tipo de lectura: muy entretenida. Fácil. Argumento: el ser humano no tiene remedio aunque existe la esperanza. Personajes: se dibujan muy superficialmente. Tópicos. ¿Dónde puede leerse?: ¿mirando las estrellas?


El Correo de Andalucía Sábado, 4 de julio de 2015

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Escrito para... imposiciones. Obligar a leer es tan absurdo como obligar a amar. La lectura es algo que se encuentra, que no se impone. Tal vez, aquí, en estas páginas de Aladar, encuentren soluciones para afrontar esta situación

Florencia del Campo {El oxímoron del título del libro atraviesa el estado de todos los cuentos. Frente a lo lento, la rapidez violenta e instantánea de una sacudida. Ante la furia, la calma de la hora de la siesta, de la pulcritud impensada y obsesiva de una verdulería. Esto es Fabio Morábito: «Hay un terremoto de paso. Está esperando que se abra una falla», excelente metáfora de la vida humana, la actitud de todo lo que nos pasa, de todo lo que somos (temblor). Oficio de temblor es el último de los cuentos. La materialidad del espacio y la materialidad del cuerpo humano se ponen al servicio de la sacudida. Cuando suceda, habrá golpe («¡Pum! ¡pum! ¡pum!», dice) o se percibirá lo más ínfimo. Pero el espacio ruinoso, la materia resquebrajada, desarticulada, descascarada de los espacios de cemento, los subsuelos que esconden la ruina, y el polvo, y la tierra, son los elementos que organizan el universo del cuento Mi padre pero también la materia de un muro que en De caza funciona para dividir lo real de lo imaginario, la verdad de la traición, el hastío por la realidad de la fantasía. En ese mundo también se abre una falla. Si todo cuento cuenta dos historias (pienso en la idea de Ricardo Piglia), una visible y otra que transcurre en los silencios y los intersticios, me parece que La lenta furia es en su totalidad

...leer en la hendidura

...entretenerse

La lenta furia

El francotirador paciente

oficio de poeta. Acude a las repeticiones porque sabe utilizarlas aun en el abuso pero funcionan hasta en el cuento La perra, que alcanza un ritmo parecido al de estrofas y estribillo. Corría el año 2005 y yo vivía en Buenos Aires. Empezaba el calor. Llegué a un lugar en ruinas, puro polvo y escombros, se podía pensar que allí aún no había nada, que eso era abandono. Y de pronto en pocos meses aquello se transformó en una de las mejores librerías que hoy tiene la ciudad, esa que sale en el ranking de las elegidas, la más bella probablemente. Eterna cadencia se llama. Y con los años se aventuró a convertirse también en editorial y publicar excelente literatura entre la que cabe este autor mexicano nacido en Alejandría. Siempre hay un mundo debajo de otro mundo o al otro lado de un muro o una valla, «[…] tal vez por eso le interesaban los trasfondos, pues descubría ahí que nada se encuentra totalmente abandonado y que en lo más recóndito no falta nunca el mínimo armazón que reanima la masa inerte». ~ una metáfora de esta idea del cuento. Cada historia guarda o debajo del mantel o en un subsuelo, o en cualquiera de estos espacios que lo cotidiano y lo visible ofrecen para silenciar u ocultar, la verdad de algo que no podría resolverse solo desde la superficie. En el lenguaje de Morábito se nota su

Calificación: muy bueno. Tipo de lector: todos. Tipo de lectura: de superficie y de fondo. Argumento: nueve cuentos. Personajes: excelentes. ¿Dónde puede leerse?: en la siesta que no se cumple.

...ver el Tíbet

Viaje al Tíbet Augusto F. Prieto {La obra maestra de Robert Byron, Viaje a Oxana, ensombrece toda la obra de este aventurero británico, muerto prematuramente joven al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Pero sus crónicas sobre el Monte Athos y el Himalaya son también interesantes como apuntes del natural. En Viaje al Tíbet despliega el equilibrio justo entre una exposición inteligente y sabrosa, unos comentarios encriptadamente malvados y las informaciones interesantes y exactas, convenientemente expuestas. Se echa de menos la interacción con otros personajes, como en The Station, bien hubieran sido criticables congéneres o exóticos oponentes; también la brillantez de la descripción de los monumentos islámicos que es el hilo conductor de su viaje a través de Persia y Afganistán.

Byron es un extraordinario observador, minucioso anotador, poco dado a las fantasías, realista y concreto. Sus líneas tienen el poder de una fotografía llena de recursos. Para alguien que ha recorrido a pie los reinos del Tíbet, como es el caso del que escribe estas líneas y salvando las distancias, su obra representa la evocación y el recuerdo de algo que efectivamente es así, y que no se puede retratar mejor. Destacan los inventarios de vestiduras y aderezos, la concreción del paisaje y de los meteoros mediante la palabra, y la minuciosa representación de las edificaciones. La prosa de Viaje al Tíbet es inseparable de cierta mirada británica sobre las cosas, así como de la modificación que el trayecto produce en todo viajero esforzado; y lo interesante es que este cambio en el carácter –el viaje interior– se va desarrollando poco a poco hasta llenar las páginas y transmitirse al lector. ~

Calificación: muy interesante. Tipo de lector: aficionados a los viajes. Tipo de lectura: amena. Argumento: viaje. Personajes: curiosos. ¿Dónde puede leerse?: en Laddak o en Mustang.

Augusto F. Prieto {Arturo Pérez-Reverte nos obliga en El francotirador paciente a lanzar una mirada sobre el arte urbano, nos transmite su filosofía y su cultura, atisbamos sus tácticas de guerrilla, entendemos su proceso y comenzamos a mirar esos nefastos grafitis que nos acosan en las calles de nuestras ciudades en su auténtica dimensión creativa. Es cierto que el escritor está más ocupado en pergeñar una jerga con veleidades de conocedor, que de componer una narración de profundidad. También que es bastante tramposo porque su narradora nos engaña escondiendo burdamente sus ases en la manga. Tampoco esa voz femenina nos resulta demasiado creíble, quizás porque nos acerquemos a la lectura conociendo a su autor y por eso no nos extrañe su dureza emocional y su extraño proceder intuitivo escondido bajo el signo del lesbianismo. Pero todo lo perdonamos por el entretenimiento que consigue con su escritura sugerente, con sus puestas en escena cinematográficas, con singulares ocurrencias de anécdotas; más que por la creación magistral de una atmósfera de thriller que se mantiene bien, hasta que el final nos resulta desconcertante y hasta pobre. No hay que desdeñar, por otra parte, el proceso de investigación y acercamiento que el autor ha hecho con seguridad al mundo de los grafiteros. Suponemos que es la novela que todos los lectores de Pérez-Reverte, que son muchos, esperan con expectación y pensamos que no debería defraudarlos. ~ Calificación: bastante pobre. Tipo de lector: fans del escritor. Tipo de lectura: entretenida. Argumento: convencional. Personajes: bastante planos. ¿Dónde puede leerse?: en un banco de cualquier plaza urbana.


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El Correo de Andalucía Sábado, 4 de julio de 2015

Fotografía La Fundación Telefónica, en colaboración con PhotoEspaña 2015, presenta esta insólita retrospectiva de una figura artística multidisciplinar que conseguirá asombrar al visitante. Hasta el 18 de octubre hay oportunidad de disfrutarla

LUIS GONZÁLEZ PALMA

de estos años en que la foto de un piano con piedras en su teclado sugiere diferentes sentidos. Destacan, por último, Mientras esperaba pensaba en el sueño, donde vemos una pequeña cuna junto a una colección de halcones disecados o Como un secreto se seduce a sí mismo, último ejemplo extraído de Jerarquías de la intimidad, una serie que combina los paisajes de ensueño y niebla de

La mirada desde dentro Daniel González Irala {Con el título Constelaciones de lo intangible, el artista multidisciplinar, nacido en Guatemala en 1957, recrea de primeras y gracias a las bondades del espacio que se le presta, un escenario. De esta forma, con el aviso de que se debe visitar de forma circular, entramos en estas constelaciones que recrean desde el imaginario común de la arquitectura, la pintura, el happening, el cine y la fotografía, un espacio único no sólo de introspección, como se anuncia (sobre todo si entendemos este concepto desde lo más sesudo de su terminología), sino de originalidad y, por qué no, diversión. Estudia Arquitectura en la Universidad de San Carlos, si bien desde 2001 empieza a residir en la ciudad argentina de Córdoba; antes de marchar participa activamente en Imaginaria y Colloquia, dos iniciativas de debate y coloquio sobre el panorama del arte moderno en su país natal. Se le considera innovador en cuanto a las gramáticas mestizas, más o menos, discutidas hasta la fecha en otras artes plásticas. Los temas de la identidad, la memoria y la intimidad en el arte, estarán, siempre, condicionadas a su gusto por la imaginería católica y, así, consigue hacerse deudor o al menos partícipe del barroco, la pintura prerrafaelista y, a la vez, de las discusiones entre la necesidad de abstracción y el figurativismo. El resultado es valiosísimo, aún visto hoy, en tanto que el artista consigue no sólo la empatía con el humanismo, sino con la parte más técnica de su oficio, el de la arquitectura, siendo inventor en muchos casos de artilugios que, si bien no aportan una utilidad inmediata (¿quién la quiere en la era de la obsolescencia programada?) al quehacer cotidiano de las masas, sí consiguen establecerse en un campo reflexivo que llena de sentido a todo el que mira. Todo esto lo consigue con una suerte de minimalismo geométrico muy oportuno. Abre la exposición sobre un motivo, Möbius, en el que compartirá a

una misma modelo. Esta primera parte de la serie está trabajada con inyección de tinta sobre papel de arroz, lo que le suma autenticidad, siendo su versión de 2014 un juego magnífico de distorsión de la fotografía original gracias a un cilindro cromado con el que se logran concepciones escultóricas mediante sombras y reflejos. El papel situado en la parte inferior, desde el que se recompone la imagen, aparece deformado de tal forma que el resultado en el cono es un ejercicio tridimensional alucinante y alucinógeno. La misma modelo reaparece en otra pose con una cinta métrica en el borde de su cabeza. Esta pose la veremos igualmente repetida durante nuestro peculiar paseo. Puramente fotográficas son las obras Loteria I y II, en las que, en tono sepia y utilizando la imaginación antes que el retoque, González Palma entrega dieciocho figuras simbólicas que construye a través de variopintos iconos y, así, vemos la luna, el rey, la muerte, la máscara, la rosa, la dama, el diablo, el pájaro, la sirena… En es-

tos dos cuadros o series de fotos el acabado es perfecto teniendo en cuenta lo precario o barato de los materiales. Historias paralelas (19952012) alterna hologramas de camisas con fragmentos de la Biblia, que van de la crucifixión de Cristo al Apocalipsis. Entre raíces y aire intercambia en fundido oraciones en latín, cementerios y el retrato de otra musa con manto sobre la cabeza. Esta parte del proscenio es claramente inspiradora y en ella fuerza las texturas sedosas y como de cera hacia una idea metafísica propia más reconocible. De esta forma, Ausencias tiene en su película ortocromática combinada con láminas de oro su sencilla razón de ser. Lo mismo sucede en Murmuran los recuerdos. Por otro lado, afila su idea del cristianismo en Para no hablar de ella, donde representa una silla con clavos; o en No quería hablar

Serie ‘Jerarquías de la intimidad’.

una infancia con objetos cotidianos. Sobre seda y bordado, destaca Acariciando la angustia y, más adelante, la serie fotográfica concebida como happening, La anunciación, de cuyas seis imágenes resulta especialmente perturbadora la del collar sobre una butaca de espectadores. Con el cine tienen que ver las fotografías en blanco y negro, donde el visitante se acerca a unas columnas (nueve filas) desde el centro y elige a partir del principio del efecto Kuleschov ruso, a qué jugar. Las asociaciones le llevan desde el ojos/mar; rosas/helicóptero; tarta de cumpleaños/ vallado de espinas; o crucifijo/revólver, entre otras tantas. Cierra prácticamente la visita con series como la de La luz y la mente, imágenes que parten de Rubens y Zurbarán y llegan a Warhol al estar menos llamativamente coloreadas desde una primera toma en gris, amarillo, verde y rojo. Vemos también la impresión de uno de sus iconos sobre papel de fieltro y la sensación de lienzo rajado que el guatemalteco consigue gracias a sus destrezas con la línea y el dibujo, siempre desde el gran formato que mantiene durante toda la exposición y que nos hace creer que todo es posible. ~

Coordinador: Gabriel Ramírez Lozano Colaboradores: Nirek Sabal, Augusto F. Prieto, Florencia del Campo, Beatriz Silva, Daniel González Irala, David Mayo, Suplemento cultural editado por

Mara Sanz Gaite, María Eugenia Guzmán, Gracia Elena Miranda Balbuena, Paulo García Conde, Emma Camarero, Óscar Gómez, Carlota Montemayor, Carlos Serrato, Laura Villalba, Pablo Navarro, Paula Pinilla, Horacio Raya y Lola Montiel.


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