Sábado, 31 de octubre de 2015 Nº 69 @aladar_cultura
La fotografía en la era digital La Real Sociedad Fotográfica de Madrid expone la obra de José Luis Barcía
Luces y sombras del cine vampírico en la historia
Recorrido por Transilvania, un territorio único
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El Correo de Andalucía Sábado, 31 de octubre de 2015
CARTAS A UNA DESCONOCIDA Francisco Hernanz Martos
El arte de domar palabras
L
os árboles deben crecer para dar frutos, eso dicen los biólogos. Aunque saben que habrá árboles estériles, eunucos en el reino de la excepción. Nacimos de la fertilidad y nos han educado en la creencia de que es un don y no un regalo. Nos pasamos la vida cultivando palabras, eyaculando palabras en otras palabras con la esperanza de conseguir vida donde antes no había. Luego aprendemos que cuando el defecto es grande el aborto es inevitable, y si el defecto es pequeño, el bochorno es ineludible. Si estamos seguros de algo es que no es opción dar la vuelta, desandar. A veces tengo la sensación de que no somos el burro de la noria, somos la noria esperando al burro. Pero al final la criatura nos hace legítimos. Eso dicen los biólogos. Amo las laderas de hierba y piedra, los lomos secos de esas murallas que resguardan el hogar idealizado. Debería llamarlo exilio porque es la opción que más fácil sé olvidar. Amo el viento que apalea las callejuelas, los cables de la luz, las contraventanas, la arena y las cáscaras de las últimas hojas muertas. Amo el recuerdo de las casi extinguidas tormentas de la infancia: el estampido del rayo, el granizo y las ráfagas agudas del chaparrón, las carreras sin gritos hacia los soportales del ayuntamiento. Sí, soy más vago que misántropo. Todas esas compañías del paisaje puedo retenerlas y recuperarlas. Incluso, si el miedo aprieta demasiado, a abandonarlas a su suerte en el desván de la amnesia. Pero me doy cuenta también que como materia literaria no son recuerdos útiles, que no son semilla de casi nada jugoso. Los siento, inmerecidamente, como compañeros de celda, como celda o como interlocutores saludables hasta que llega el momento de cerrar los ojos y dormir. Sin embar-
«He acumulado muchos bloques de piedra, pero no sé qué casa construir» go, ese dormir para soñar me lleva, como a un intoxicado Conejo Blanco, al territorio de las imágenes robadas y de las palabras, muchas palabras, todas las palabras, como alimento y único envite. Y eso ya no es muy conveniente tanto para vivir como para escribir. Es estar permanentemente hambriento y anémico.
He acumulado muchos bloques de piedra, más de los necesarios. Pero no sé qué casa construir, o monasterio o palacio o trinchera. Tengo una idea extremadamente abstracta, pero ningún plano. Durante mucho tiempo dejé de escribir, aunque no de leer. No hará diez años cuando por fin encontré lo que nunca tuve: un tono cómodo y personal para mi anarquía. Lo que no iba junto al tono era el orden. Y los archivos crecieron caóticamente, para bien y para mal, y ahora son tan inabarcables que pesan tanto como una obra completa, que es lo que en realidad parecen ser. La diferencia es que en este momento soy más suspicaz que nunca con las
DUELO 1 Que tu voz sea roca, de principio a fin, piel de piedra porque el mundo es despedida, manos que fingen y lágrimas de odio, es adiós a la quietud y al movimiento, a la brisa y al duelo. Qué celebrar si las sombras son música, las tentaciones vino. Que sea como un eco de iglesia, viva en sus coros, en sus piedras afiladas. Que nunca sea bendita, ni abarate la humedad de cada frase que grite, de cada palabra indiscreta, de cada aplauso adolescente. 2 Puedes oír la música de la hoguera,
trampas del narcisismo. Y si sumamos a eso mis enormes dosis de cobardía verás que mis ganas de enfrentarme a un trabajo tan grande y tan confuso, me dé pereza. En ese sentido hay una parte de mí que prefiere seguir acumulando como un Diógenes (en todos los sentidos clásicos), que vestir la criatura, hacerla una foto y presentarla en sociedad. Conozco los límites de mi aguante y no confío en los juicios en general, tanto críticos como laudatorios. Temo sobre todo a que se lancen sobre mí esos delirios incontrolables con los que no se lidiar desde niño. Y, sin embargo, me voy a meter en esa jaula a domar palabras y vergüenza. ~
a Silvia Pérez Cruz creerla sacramento de la concordia. O el ritmo del grano en las estaciones vivas, en las cosechas: puedes verlo subir y caer en el calor y el alboroto de las criaturas, llenas de valor, llenas de sabiduría deliberada, esa sabiduría de los que apartan sus ojos para no herirse con las luces milagrosas. Hay mapas en tu voz que se esconden en la bravura de unas venas pequeñas. 3 Pero quizá las palabras crezcan como hormigueros y ocupen lo que eres y más. Quizá tu boca logre lo que tu mirada y pensamiento quiera.
Una voz deja huellas que la memoria olvida, una llave que no pertenece a nadie. 4 Cuesta revivir el alma al verso, volver desde la garganta de la niebla y mostrar en público la carta del destino; cuesta aceptar la lengua de los mil trueques, enamorarte de ella y, sin aliento, ser anillo o música. 5 Quién es el inválido, mujer, y quién el muro para el eco; qué tono sonará para los últimos que no se ven esclavos de las ceremonias de la lluvia.
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Fotografía La Real Sociedad Fotográfica de Madrid acoge estos días una exposición de excepción, la de uno de los primeros ‘instagrammers’ que ha conseguido acercar los clásicos de la fotografía y el cine a jóvenes que no saben qué hacer con sus ‘smartphones’
JOSÉ LUIS BARCÍA (EN SOMBRA)
EXPRESIONISMO CALLEJERO
Daniel González Irala {La diferencia básica entre luz clave baja y alta, a pesar de que se practicó antes en fotografía que en cine, nos la da las referencias de las películas clásicas de Hollywood de los años 30 y 40. Se llamaba por entonces luz clave baja al modo en que iluminaban los operadores de las screw-ball comedy más conocidas (La fiera de mi niña o Historias de Filafelfia, son dos ejemplos claros de ello), una iluminación con pocos contrastes, brillante e ideal para ser impresa en papel de brillo. Por el contrario, la luz clave alta (cuyo máximo exponente está en El gabinete del doctor Caligari, de Robert Wiene) jugaba con altos y marcados contrastes que acentuaban la existencia de unos decorados concebidos desde las aristas y los picos, más que desde la voluptuosidad y el deseo de mostrar caras agradables y composiciones basadas en el actor o actriz en los primeros planos. José Luis Barcía, asturiano de 38 años, químico de profesión, era hasta hace poco un instagrammer más. Su investigación sobre la luz clave alta le ha hecho recientemente cosechar premios virtuales y reales, llegando a presentar su portfolio (en total veinticinco imágenes capturadas con la lente de sus sucesivos smartphones) a más de cincuenta concursos de fotografía y artes digitales. El resultado no sólo cubre objetivos sino que logra asemejarse con gran veracidad al proceso químico sensible de los por entonces fotógrafos y directores u operadores de antaño; a pesar de que el proceso ahora es más físico que químico.
En una entrevista publicada en internet, nos habla de las apps que más utiliza y a ella les remito a pesar de que los que no dominen la lengua de Shakespeare lo tendrán más complicado. El caso es que Barcía por fin parece haber alcanzado el sueño de exponer y así lo atestigua la muestra que desde el pasado 22 de octubre y hasta el 17 de noviembre acoge la Real Sociedad Fotográfica de Madrid, institución y lugar de encuentro de personas interesadas en el medio, situada en la calle Tres Peces, de Madrid, en el corazón del barrio de Lavapiés; institución por otro lado que vio nacer, allá por los lejanos 80, a artistas de la talla de Chema Madoz. El arco temporal para tanta atemporalidad va desde el año 2012 al actual 2015, combinando la tecnología
ofrecida por Apple (iPhone 4, 5s y 6) con la de Android (Samsung Galaxy K Zoom) y mostrando una tremenda y marcada originalidad en la utilización de los recursos expresivos. De esta forma, en el fotomontaje llamado Postcards from 1953 superpone un modelo de espaldas sombreado con alto contraste, siendo el fondo el polémico Edificio España; en The loss se nos muestra sobre fondo blanco y trabajando con el volumen de la espalda del modelo, la ligereza por la que se escapa un globo de las manos. Tiempo es un ejemplo de distorsión con ojo de pez (gracias a la tecnología Ollipop), que recuerda a las imágenes tomadas por Greg Tolland para Orson Welles; Daydream, disparada en Estambul, es una fotografía que recuerda la bri-
‘Scratching the surface’, de José Luis Barcía Fernández.
llantez de tonos de Rebeca, conseguida esta vez desde la sombra del enrejado de una ventana sobre una figura indefinida de mujer con collares. 5 Minutos alone, es un posado realizado en Pola de Siero, su localidad natal donde se nos muestran dos haces diagonales de luz sobre la silueta en negro de un hombre con sombrero. Disparada en Atocha, John Doe consigue el difícil efecto de, con un importante ventanal de luz jugar con la figura y su sombra proyectada sobre el suelo en un entorno o interior de edificio que suponemos impersonal. También obtenida en Atocha, Buscaminas muestra una visión casi aérea de una señalización sobre la calzada, esta imagen tiene una intención quizás paródica, en tanto en cuanto notamos cierta gestualidad en el modelo. Milimétricamente conseguida es 7 Inviernos 7, desde la geometría distante del modelo (quizás un colegial encerrado entre una escalera que baja y otra que sube); en Cuchillo continente y contenido presagian sentidos nada idílicos al mostrar sólo de medio cuerpo a un anciano en calzoncillos. En Marcapasos se muestra desde otra vista semi aérea la necesidad de jugar con los colores primarios desde un homenaje al blanco y negro, siendo LN un intento nada fallido sobre lo que parece un posado en escorzo de una figura en tres cuartos de la que sólo observamos el sofisticado juego de luces sobre el sombrero, alcanzando una irrealidad muy difícil de conseguir. Son dos las fotografías seleccionadas cuando Barcía quiso retratar el
Su investigación sobre la luz clave alta le ha hecho cosechar premios virtuales y reales
Un auténtico ejemplo de las tendencias del artista.
Monumento al Holocausto berlinés; de un lado Vendiagram, donde un paraguas a lunares protege de los escondites más siniestros; y Resurface en que bajo el cúmulo de piedras que todos imaginamos lo que significan, vemos el sombrero de un turista que sugiere toda una idea de nazismo como actual lugar de vacaciones. Destacar por último el gusto de Barcía por la arquitectura no sólo desde las sombras y su origen sino desde la elección de formas caprichosas, casi siempre enconadas, aunque no por necesidad, y su gusto por las texturas insólitas. En Leather wings, por ejemplo, consigue anteponer lo líquido y oscuro a lo lúdico y aburrido; en Zebra juega con el efecto de niebla consiguiendo aislar la figura y creando un efecto fantasmal. También es de justicia decir que sus tres imágenes en color le hacen ser un fotógrafo honesto con su modo de iluminar (Backside disaster, backside revert) y de concebir esa altura desde la que retrata la condición humana (Villa del Refugio). ~
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Arte Fotógrafa y diseñadora gráfica. Realizó sus estudios en la Escuela de Arte de Sevilla. Su obra artística se basa en una mezcla de fotografía e ilustración. Entre los meses de octubre y noviembre se podrán visitar dos de sus exposiciones Algunas de las obras que Lola Montiel expone en ‘Corazón flamenco’ y ‘OPREUC’.
Nirek Sabal {Dos son las exposiciones que entre los meses de octubre y noviembre se podrán visitar de la mano de la artista Lola Montiel Fernández. La primera será acogida por el Espacio Sublima situado en la calle Goles 64 del casco antiguo sevillano, abierto todas las tardes de lunes a sábados. La obra que se podrá encontrar en este espacio es OPREUC, descrito por su autora con estas palabras: «El ser humano se encuentra en una lucha constante, ha explorado, estudiado, analizado y, sin embargo, las preguntas formuladas apuntan a la búsqueda de la explicación de conceptos como la vida y la muerte, conceptos que implican el factor tiempo». Este trabajo expone algunas ideas sobre la estrecha re-
LOLA MONTIEL
«La vida es un detalle tras otro» lación que guardamos entre la vida, la muerte, el poder, la fe, el tiempo y la muerte. El cuerpo que se percibe en su obra –una mezcla entre fotografía e ilustración– aparece en manifiesta lucha donde el tiempo es un bien preciado y que padece la derrota, la muerte; el poder y la fe unidos en un doble o nada de monedas que giran en el aíre
bailando al son de una pregunta. ¿Cara o cruz? La segunda exposición es Corazón flamenco, un diario de la investigación sobre el pueblo gitano desde la entrevista, expuesto en forma de retrato y pequeño libro que vio la luz gracias a Ediciones en Huida. Corazón Flamenco replantea el valor social y humano de la etnia,
añadiendo fundamentalmente su aportación cultural a través del flamenco. El diario de investigación recoge una serie de retratos enmarcados dentro de las entrevistas realizadas, hablando sobre la integración, la raíz, la tradición y el pueblo gitano. «El flamenco, como todo lo perdurable en esta vida, es una queja, la expresión de la opresión. Desde la soleá a las alegrías, la primera manifestación de cualquier minoría es la canción». Este proyecto será expuesto en el Alcázar de Jerez de la Frontera en el Evento Otoño Flamenco. La inauguración tendrá lugar el 12 de noviembre en la Sala los Molinos. Contará con la colaboración en el acto de presentación de la cantaora Sara Holgado. ~
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Teatro es_aladar... Madrid. El Teatro Cofidis Alcázar madrileño acoge ‘El nombre’: asombrosa y delirante comedia de enredos familiares. En el Teatro Español, por su parte, se representa ‘Al galope’, una obra que nos cuenta un momento de la vida de Diana Vreeland Daniel González Irala {Matthieu Delaporte y Alexandre de la Patelliere estrenaron esta obra en 2010, con enorme éxito en Francia. Es una comedia de la que se hizo una adaptación al cine cosechando más de un César y que llega a España de la mano del dramaturgo catalán Jordi Galcerán. El nombre es una farsa sobre la familia donde a raíz de la elección de un elemento anecdótico (como es el nombre de un bebé que va a nacer), saltan y resuenan las cinco cajas de los truenos (una por personaje) que tienen cada uno de los miembros de una familia para consigo mismos y los demás. Complejos y neurosis se dan de la mano para mover y remover, centrar, concentrar e intensificar una acción donde la catarsis no es más que un chiste dentro del desarrollo de un argumento ágil, poderoso y que no da tregua al espectador. Con una dirección aparentemente espontánea a cargo de Gabriel Olivares y la escenografía de Joan Sabaté que juega con la informalidad propia de una sit-com televisiva, la obra se desarrolla en un solo acto que la profesionalidad de unos actores en estado de gracia (cabe destacar la ejecución del texto final de Amparo Larrañaga, cuyo hermano Carlos es, además, productor) vienen repitiendo durante algo más de hora y media dos veces al día (excepto domingos). También debemos destacar el trabajo audiovisual previo y final ejecutado con solvencia por parte de Juanjo Martínez, Javier Franco y Diego Martín. Los actores y actrices, sin ser todos de primer nivel, saben dar empaque a los personajes que interpretan. Desde ese filólogo progre y re-
EL NOMBRE
Disparatada comedia de demonios familiares
dicho que se indigna hasta la extenuación por cualquier tontería que redimensione su ego lo suficiente, pasando por la incansable cocinera aguantavelas de su esposa, el pijo de su hermano que forja su identidad en torno al dinero y las
Amparo Larrañaga encabeza el cartel de ‘El nombre’, seguida de un digno elenco de intérpretes.
botellas de Vega Sicilia que, a razón de 500 euros la botella, es capaz de comprar para el convite o su esposa que, de tanto aguantar, ha empezado a fumar justo en el momento en que quedó embarazada de un niño, cuyo nombre es altamente discuti-
‘Al galope’: cuando el mundo se desmorona Gabriel Ramírez Lozano {Diana Vreeland, personaje principal de Al galope, adoraba el color rojo. Y el escenario de la sala Margarita Xirgu del Teatro Español de Madrid es rojo. Todo lo es. La obra entera. Es corrosiva, es mordaz, es inteligente, es valiente. Es roja. Sin embargo, Carme Elías aparece en el escenario vestida casi por completo de negro. Tal vez porque el personaje que encarna, único en la obra, pasa por momentos delicados que nada tienen que ver con un pasado lleno de glamour, de lujo, de relaciones superficiales aunque muy rentables. Seguramente porque el negro es un color que va bien para ese momento y no se puede perder la elegancia nunca jamás. La actriz desarrolla un monólogo en el que vemos cómo Vreeland (editora de Harper’s Bazaar, primero, y Vogue, después) se
Carmen Elías interpreta a Diana Vreeland en ‘Al galope’.
do e incluso disertado por la concurrencia, y que, lista ella, parece llegar tarde a la reunión casi aposta. También hay un amigo de estos dos matrimonios, a los que todos toman por homosexual y que guarda el secreto que hace que la mesa donde comieran ganchitos, se parta en dos. Deben sospechar de las risas y hasta de las carcajadas, pues detrás de la comedia (quizás de toda comedia) se esconde un sentido trágico; aquel por el que nuestro peculiar modo de complicarnos la vida nos hace precoces consignatarios a amargárnosla. Se empatiza más con Isabel (Amparo Larrañaga) porque lo hago más con su personaje que ajusticia a cada uno de sus comensales con palabras que tienen que ver con ese sentido trágico y para nada espeso con que trabaja la comedia. No es para nada desdeñable el trabajo de Antonio Molero (Pedro) a quién apenas conocíamos más que por algún que otro personaje televisivo, Jorge Bosch (Vicente) exagerado y grandilocuente o los menores Kira Miró (Ana) y César Camino (Carlos). Simpático personaje este último, por cierto. Se trata, pues, de un espectáculo que merece ser visto; no sólo desde la necesidad de hacer aflorar al monstruo que todos llevamos dentro, sino de sacarlo a pasear por la calle Alcalá madrileña para tratarlo de domesticar siquiera a través de la anestesia del entretenimiento. Además todo ello les servirá para contemplar teatro del bueno, del que gracias a sus actores conseguirá seguramente forjar futuras canteras, basadas no sólo en el trabajo con la palabra, sino también con el cuerpo y sobre todo con la voz. ~
encuentra sola, sin dinero, desubicada, en busca de un futuro que la permita seguir manteniendo un nivel extraordinario. Su edad se ha convertido en una lacra, la prensa habla con sarcasmo sobre ella, los amigos le han abandonado. Pero su mundo es rojo y no puede consentir que se tiña con tonos no deseados. El texto va desgranando una realidad que el personaje no quiere hacer público y, al mismo tiempo, una forma de vida que esconde grandes miserias e importantes carencias. Carme Elías está muy bien. Tiene recursos suficientes para salir del paso improvisando en alguna ocasión si las circunstancias lo imponen. Si se cae un objeto, si se cae otro, si el cable del teléfono se enreda entre las piernas, Elías lo soluciona con un par de frases que resultan simpáticas y acertadas. Muchas tablas y de las consistentes. Al galope fue escrita por Mark Hampton y Mary Louise Wilson. ~
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Escrito para... Si queremos que nuestros jóvenes lean hay que separarles de muchas cosas, nunca de sí mismos; hay que arrimarles a la gran literatura para que descubran que el mundo es incomprensible si no conocen la ficción. Pero lo mojigato, lo puritano, o lo correcto, no ...bailar la canción de la vida
Invitación al baile Florencia del Campo {En medio de un relato clásico trazado por mano femenina, al estilo de Charlotte Brontë o Jane Austen, encuentro un discurso libre indirecto. Eso sí que es moderno. Claro, ya es el siglo XX y hasta acabó la I Guerra Mundial. Es Rosamond Lehmannn, autora británica, que escribe Invitación al baile en el periodo de entreguerras. Un narrador en tercera nos cuenta el décimo séptimo cumpleaños de Olivia Curtis, cuando ella recibe de regalo una tela con la que confeccionarse un vestido para acudir a su primer baile. Este narrador se aleja de Olivia sólo si va a ocuparse de su hermana Kate, mayor y más bonita que la protagonista de la historia. Tres capítulos y tres grandes momentos organizan el relato en una estructura sencilla: el día del cumpleaños, la preparación al baile y el baile. Dos hermanas. La familia (el tío y la madre son tal vez los más destacables). Y un abanico de personajes secundarios que conforman el componente coral de la novela: las chicas y los chicos del baile, sobre todo, pero también la modista e incluso una vendedora ambulante que un lector desprevenido podría ni comprender su sentido en el relato, pero que sin embargo viene a decir que Olivia es muy insegura y que aun cuando, con mucho esfuerzo y torpeza, se atreve
cuyo propósito es «… crear una estética completamente moderna, sentar las bases de unas formas nuevas. [...]. Rompemos del todo con la tradición». El intelectual de avanzada: teoría freudiana presente en sus opiniones (histeria, complejo de Edipo, neurosis... «Es un neurótico, qué le vamos a hacer. Debería someterse a análisis»). Kate se irá a París. Olivia seguirá leyendo poesía y disfrutando de conocer hombres con quienes pueda hablar de literatura y de sus autoras favoritas: las Brontë y Austen. Los caminos de las hermanas se abren. A la vuelta del baile eso es lo que queda de manifiesto: cada una seguirá su vida. Son diferentes, pero no porque una es más bonita que la otra, porque una es rubia y la otra no. Son diferentes porque hay un punto en la vida donde llega el momento de reconocer que esa persona que estaba tan cerca se va a alejar, que ya poco nos une y más nos separa. Que la vida es así: bailar y cambiar de pareja permanentemente, como Olivia. ~ a tomar decisiones, luego duda de haber optado por la acertada, se angustia, se arrepiente, se siente vulnerable como es. Esa caracterización del personaje está perfectamente construida a lo largo de la historia y en la interacción de Olivia con los demás (con la vendedora mucho menos, pero más evidente con los chicos con los que baila).
...el lenguaje y el cuerpo
La débil mental Florencia del Campo {Después de Matate, amor vuelve Ariana Harwicz a la carga. Vuelve con otra novela breve animal. Otra vez las relaciones familiares y una narradora moviéndose progresivamente hacia el momento cúlmine, hacia el clímax, ahí donde la furia desprendida del deseo da su golpe final. En este caso, es la relación madrehija la que queda plasmada en una comunicación brutal, en intenciones feroces o cerdas. Desde el lenguaje (que es casi toda la esencia de la novela o al menos su columna vertebral), todo es superlativo. El amorodio que estaba implícito en el sintagma que daba título a su libro anterior, aquí está en la base misma de la historia y en ambos casos, operando desde el deseo. Hay deseo hasta en la relación con la madre y
deseo por un único hombre posible, la amenaza de ruptura del clan femenino ya achicado por la muerte de la abuela. Porque todos los asuntos de la hija son asuntos también de la madre es que entonces se desdibujan los espacios privados, los límites entre un ser y el otro, entre un cuerpo y el otro: la masturbación puede ser observada desde afuera y aplaudida, vale olfatear el sudor, preguntar detalles de las relaciones sexuales, sentir celos infinitos, reclamar y reclamar. Actuar como débiles mentales; no tontas, no retardadas. Gente que está en otro plano, con otros códigos de relación y otras reglas de juego, apartadas de la línea de lo normal-social, alejadas del sentido común, desviadas de cierto orden, colgadas de una lógica y deseo propios. En un sitio no urbano, sin dinero, sin participación en el sistema, pero con noción de ese universo exterior y la intención de per-
De los tantos compañeros de baile que Olivia conoce esa noche, tres personajes son inolvidables: el viejo verde que le apoya la panza, el chico que quedó ciego en la guerra y se casó con su enfermera y Peter Jenkin. El poeta (maldito) Peter Jenkin. El sarcástico Peter Jenkin. El incomprendido. El artista inquieto de vanguardia: funda una revista
Calificación: Tierna. Tipo de lectura: Clásica y moderna. Tipo de lector: General. Argumento: Olivia acude junto a su hermana a su primer baile. Personajes: Olivia, Kate y un coro fascinante. ¿Dónde puede leerse?: En el instituto o en casa después del trabajo.
manecer en el propio como posibilidad de vida (con un huerto y agua tal vez alcanza). El golpe final lo da, precisamente, el final de la historia. Como sucedía en Matate, amor. Un hachazo. Un mazazo. Pum. El golpe definitivo e irreversible que acaba externalizando y poniendo acción a algo que se tramaba o se trenzaba entre dos y desde el lenguaje (en la primera novela era individual e interior ese tejido). El golpe que muestra de lo que de verdad son capaces los personajes. O los humanos, quizá. Experiencia física y lírica y el protagonismo del deseo en ella. Como un orgasmo. Pum o Aaaahhh. La onomatopeya que calce. ~ Calificación: Crudo. Tipo de lectura: Ruidosa. Tipo de lector: Impúdico. Argumento: Una mujer-hija enamorada y una mujer-madre alentando el deseo. Personajes: Madre, hija y él. ¿Dónde puede leerse?: En un paisaje rural desconocido.
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es lo único que podemos ofrecer a los jóvenes. Si queremos que nuestros jóvenes lean, no podemos mostrarles una labor ardua que no les aporta nada. Cada semana, Aladar intenta acercar obras intentando que sirvan de enganche a la lectura ...quién sabe
...aspirantes a amigo de vampiro
El lado salvaje Gabriel Ramírez Lozano {Este es un cómic que cuenta una historia de vampiros, policías, chicos malos, sexo y alguna cosa más que no logro recordar. Un disparate que gusta mucho hoy en día a los que se hacen llamar góticos; a lo que quisieran serlo, pero no pueden; a jovencitos y jovencitas que ven películas y leen libros llenos de vampiros y hombres lobo; y, supongo, que a más gente de todo tipo. Bram Stoker ya escribió una excelente novela y dijo todo lo que se podía decir alcanzando unos niveles de calidad literaria poco frecuentes. Lanzarse como locos a este tipo de literatura tan facilona me parece insólito. Debe ser que me hago viejo y ya no comprendo el curso de las cosas. En cualquier caso, me moriré pensando que la calidad no puede suplirse con marketing, con algo de sexo, una historia llena de crímenes y baratijas de este tipo que no se justifican con nada. Rafa Fonteriz dibuja bien. Eso es verdad. Al césar lo que es del césar. Y no maneja mal el libreto.
Pero claro, la calidad literaria no aparece por ninguna parte porque el objetivo del relato es contar cosas sin el más mínimo interés sin atender a nada más. Y es una pena porque este autor podría dedicar sus esfuerzos a otro tipo de cosas más serias y de mayor calado. La cosa es que el cómic está lleno de momentos totalmente inverosímiles (no me refiero a lo de los vampiros). Hay un momento en que sucede un accidente y muere una persona. Para maquillar el asunto, el asesino accidental decide sacar a un loco de su celda (están en un sanatorio psiquiátrico) y le entrega un bisturí con el que se suicida de modo que parece un asesinato y un suicidio. Y allí nadie piensa qué hacía un loco suelto, ni nada de nada. El autor intenta justificar con una frase la acción. Y ya está. Pues de estas hay varias. Es un disparate enorme. Debe ser que vale todo en esto de los vampiros. No es necesario decir (supongo) que es un muestrario de tópicos absolutamente inmenso. Tampoco que los personajes son estereotipos sin excepción, sin profundidad alguna y que el tono de la narración
El pequeño vampiro
es bajo. No he podido subrayar una sola frase que me pareciese interesante por alguna razón. Ni una. Insisto que es una pena porque el trazo de Rafa Fonteriz es muy notable. Los dibujos no escatiman en detalle alguno y el realismo está muy bien conseguido. ~ Calificación: Muy flojo el texto. Notable el dibujo. Tipo de lectura: Uno no sabe qué pensar. Tipo de lector: No me lo puedo imaginar. Argumento: Todos podemos ser vampiros. ¿Dónde puede leerse?: No se me ocurre nada.
...conocer la literatura gótica
Drácula Augusto F. Prieto {A finales del siglo XIX Drácula entra en la literatura con esta novela para convertirse, como nos recuerda Juan Antonio Molina Foix en la edición de Cátedra, en uno de los seres de ficción más importantes del siglo XX. Sus secuelas y reinterpretaciones continúan sin que parezcan agotar el filón que el novelista británico Bram Stoker encontró en antiguas leyendas y mitologías. Lo aderezó con frases bíblicas y le dio apariencia de realidad con la mención de los incipientes avances médicocientíficos de la época, en especial los estudios sobre el subconsciente. Pero Stoker alcanza definitivamente su mérito por haber conseguido un personaje poderoso y atractivo. No deja de ser curioso que la riqueza de matices con los que dota a los perversos, con el conde a la cabeza, contraste con la limitada capacidad de sorprender de
los héroes de la novela. Porque sin duda el autor, como el lector, se siente atraído por el mal y por las fuerzas oscuras. Drácula es el culmen de la literatura gótica. Presenta algunos rasgos del romanticismo que hoy nos resultan obsoletos, como cierta tendencia al melodrama y mucha exageración de los sentimientos; y aciertos notables como el correlato con el paisaje y la creación de atmósferas siniestras. Está compuesta como una acumulación de textos: cartas, noticias, informes y diarios que modulan la voz narrativa y van dosificando la información en una composición eficaz. Los roles son sexistas, clasistas, arquetípicos: las mujeres solo pueden ser perfectas consejeras y débiles almas sensibles o bien lascivos demonios; los caballeros, salvo el degenerado conde Drácula, son intrépidos, desinteresados y honorables; y los trabajadores rudos y primarios, pero de buen corazón.
El prólogo de Juan Antonio Molina Foix apunta cosas interesantes, está muy bien documentado, y las notas son sabrosas aunque a veces excedan su cometido. ~ Calificación: Muy interesante. Tipo de lector: Aficionados al fantaterror y la novela gótica. Tipo de lectura: Fluida. Argumento: Aventurero. Personajes: Ya se ha dicho. ¿Dónde puede leerse?: En un castillo.
Gabriel Ramírez Lozano {El pequeño vampiro (Der kleine Vampir, 1979) es una novela para niños a partir de ocho años escrita por Angela SommerBodenburg. Narra la amistad de un niño con un vampiro, también niño. Anton es el muchacho y Rüdiger von Schlotterstein es la criatura que hacer sonar sus dientes cuando se excita, puede volar, se acatarra y se acerca a los humanos con cierta naturalidad. Los Von Schlotterstein duermen de día en fosas que están cubiertas con lápidas con forma de corazón. Son varios y cada uno posee cualidades distintas. Unos son más activos, otros menos; depende de los humanos que tengan a mano. La que más aparece en el relato es la hermana pequeña de Rüdiger. Más que nada porque está enamorada de Anton y coquetea todo lo que puede con él. Los vuelos en los que participan los personajes protagonistas se suceden. Las situaciones extravagantes, también. Aventuras, carreras, huidas, interferencias de otros niños… En el relato encontramos personajes humanos además de Anton. Sus padres y el guardia del cementerio Geiermeier que se declara enemigo absoluto de los vampiros y trata de cazarlos. El pequeño vampiro es un libro muy divertido que gusta muchos a todos los niños y niñas. Es asequible y se lee muy fácilmente. Contiene algunas ilustraciones que resultan más que divertidas con las que el lector puede hacerse una idea de quién es quien. ~ Calificación: Bueno. Tipo de lectura: Fácil. Tipo de lector: Niños y niñas de más de 8 años. Argumento: La amistad entre un humano y un vampiro. Personajes: Con la profundidad suficiente al tratarse de literatura infantil. ¿Dónde puede leerse?: En un cementerio, por supuesto.
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Territorios Un territorio único y agreste, donde el mundo rural conserva su auténtico sabor. Está encerrado entre las cumbres más románticas del continente. Encontramos aquí tesoros culturales, que son el poso histórico de diferentes culturas
Transilvania, el bastión de la fe Augusto F. Prieto {Las autoridades se negaron a pagar al músico por sus servicios, así que este maquinó la más cruel de las venganzas contra los aldeanos. Se situó en una plaza y comenzó a tocar con su flauta melodías irresistibles que niños y adolescentes acudieron a escuchar. Poco a poco avanzó por la calle principal arrastrando a los jóvenes detrás suyo, en un alegre cortejo que penetró en una cueva, en donde todos desaparecieron para siempre. La leyenda del Flautista de Hamelin marca el imaginario germánico con sus terribles consecuencias. Estudiosos en la interpretación de los mitos suponen un hecho histórico tras ese mecanismo de ficción, algo que dejó una marca indeleble en la sociedad de la baja Edad Media. Entre varias teorías, hay una que cobra fuerza. Porque es cierto que, en las oscuridades iniciales del milenio, aparecieron en las aldeas sajonas heraldos y pregoneros que incitaban a los jóvenes a partir. Más allá de las montañas y de los bosques –decían– existía una tierra de promisión donde todos serían señores, poseerían tierras, tendrían siervos, construirían hermosas ciudades. Los muchachos más aguerridos escucharon esos cantos de sirena y abandonaron su tierra en una emigración épica. En el año de 1241 los tártaros cruzaron el paso de Buzau, en los Cárpatos, y asolaron Transilvania en su cabalgada hacia el reino de Hungría, que dejaron reducido a cenizas. Con el fin de detener las incursiones mongolas que se sucederían periódicamente en siglos posteriores, los soberanos magiares impulsaron la implantación de colonos sajones en el sur del voivodato transilvano. Son los niños perdidos de Hamelin. Ese es el origen de las iglesias fortificadas, inscritas por la Unesco en el listado del Patrimonio de la Humanidad. Unas construcciones misteriosas, levantadas a imitación de las fortalezas teutónicas, que desafían el tiempo y singularizan la meseta de Tarnave. Una zona donde convivieron, no siempre en armonía, los ale-
manes, con campesinos rumanos, y con los poderosos terratenientes húngaros, además de zíngaros, armenios, y judíos. Durante cinco siglos Transilvania se constituirá en el límite oriental de Europa, la avanzada de la cristiandad. Construidos entre los siglos XIII y XVI, se conservan ciento cincuenta y dos templos sajones en un área milagrosamente escapada de los experimentos socialistas del siglo XX, que ha logrado mantener la persistencia del paisaje tradicional, lo que ha permitido la recuperación de las estructuras económicas y del turismo. Autónomo bajo el Imperio Otomano, y también bajo los Habsburgo, el principado de Transilvania pasó a pertenecer a Hungría tras el tratado de Viena, y a Rumanía después del de Versalles. Ochocientos cincuenta años después de su llegada, la mayoría de los sajones retornaron a Alemania por un acuerdo con el gobierno de Ceaucescu, pero aún se escucha el antiguo dialecto alemán en la zona y se reconocen las fisonomías germanas, porque resisten suficientes familias en pueblos y ciudades. Las iglesias muestran una amalgama de estilos, inicialmente románico teutón y normando, progresivamente gótico; sus interiores son sobrios, como corresponde a la liturgia de la reforma luterana que los alemanes adoptaron. Son las más impresionantes de todas la Iglesia Negra de Brasov, y las basílicas evangélicas de Sibiu y de Biertan, tanto por su empaque como por la armonía de sus volúmenes. Pero las más sorprendentes son aquellas que conservan sus fortificaciones originales, con fosos y recintos amurallados, como las de Harman o Prejmer, que mantienen las estructuras de madera utilizadas como almacenes y refugio de los habitantes de los poblados en tiempos de invasiones, lo que les da un aire insólito, a medio camino entre el de una plaza de toros y un teatro isabelino. En algunas, el paisaje
domesticado durante generaciones se alía con el aislamiento de las construcciones, evocando épocas pasadas, tal ocurre en Viscri. Con su ancestral aspecto templario, las torres fortificadas de Valea Viilor resultan espectaculares. A pesar de los movimientos reformistas, los templos conservan un rico patrimonio iconográfico entre el que destacan los frescos góticos de la iglesia de Malancrav, y su altar políptico, obra de Michael Worgemut de Nuremberg; el órgano barroco de la iglesia de Sibiu, que con más de 6000 tubos es el más grande del sudeste de Europa; y la colección de alfombras de Anatolia de la de Brasov, el mayor recinto religioso entre Viena y Estambul. En los últimos años, Transilvania se ha convertido en el lugar favorito de las royalties, desde que Carlos, príncipe de Gales, comprara sendas propiedades en Viscri y Zalámpatak, y constituyera junto al conde Kálnoky una fundación dedicada a conservar la vida rural tradicional, preservar el medio ambiente, y promover el ecoturismo. Enamorado del país, de sus bosques vírgenes plagados de lobos –semejantes a los que cubrían Inglaterra antes de la Revolución Industrial–, admirado por la mayor colonia de osos de Europa, que habita en los Cárpatos, el príncipe ha promovido la Reserva Natural de Breite, un área natural de gran interés histórico y cultural, con un santuario de robles de más de ochocientos años de edad en una meseta adehesada, huella tangible de la modificación del paisaje por parte de los colonizadores sajones. Preguntado por su apego a este territorio, él mismo ha recordado en numerosas ocasiones que es descendiente de Vlad Tepes, El Empalador, que inspiró a Bram Stoker su célebre personaje, Drácula. ~
Algunos de los ejemplos de un territorio cargado de historia.
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Cine Son muchas las películas que han indagado en el mundo del vampirismo. Y son muchas las que podríamos calificar como buenas películas aunque otras tantas no han aportado nada a este tipo de cine. Elegimos cuatro de ellas por su particular
VAMPIROS
Humor y terror de dientes afilados Gabriel Ramírez Lozano {Los vampiros son los seres que necesitan de la esencia de los vivos para poder mantenerse activos. El mito europeo maneja la idea de la sangre robada como forma de esa esencia. Es este un mito que desde hace unos años se ha revitalizado con fuerza en todo el mundo; gracias, sobre todo, a la literatura y al cine. La forma de abordar este asunto, dependiendo de los autores, es muy diferente en unos casos u otros. Desde el humor al enfoque más trágico podemos encontrar distintos puntos de vista que hacen del mito vampírico algo cada día más grande y popular. Veamos algunos ejemplos.
‘EL BAILE DE LOS VAMPIROS’ (1967) Es la primera película de Polanski rodada en color. Sin ser una obra maestra, sin ser lo mejor de Polanski, resulta un atractivo trabajo que mezcla el cine de terror (se trata de un claro homenaje al género en el que no faltan la estética gótica, la sangre y una estructura narrativa muy utilizada en este tipo de filmes) y la comedia más disparatada. La cinta está repleta de estereotipos que el espectador acepta con naturalidad al tratarse de una sátira. Resultan más que divertidos la pareja profesor-alumno, la chica a la que deben salvar o el horrible ayudante jorobado. Por otra parte, Polanski utiliza el slaps-
Sharon Tate y Ferdy Mayne en ‘El baile de los vampiros’.
tick (escenas en las que la violencia es protagonista, pero en las que el daño es inmaterial y, por eso, provoca, la carcajada) y acelera la velocidad de la cámara para enfatizar en los momentos cómicos. En fin, humor muy clásico y muy trasparente. Ya, al comenzar, convierte el león de la MGM en un dibujito que representa un vampiro con la cara verde que acaba de morder el cuello de alguien. Pero es el ritmo narrativo y la gracia de Polanski al contar las cosas; una puesta en escena maravillosa firmada por Fred Carter (en la que se recrea un castillo lleno de vampiros y de objetos relacionado con ellos; unos escenarios exquisitos en los que la acción fluye con verosimilitud); la partitura de Komeda (inquietante, lúgubre, muy en sintonía con el relato) y la buena fotografía de Douglas Slocombe; lo que hace de la película un producto original y recomendable. Se permite Polanski en su sátira presentar el lado gay de un vampiro, con sutileza y sin que parezca nada del otro mundo (hay que recordar que esta película se entregó en los años sesenta). El efecto es sorprendente. En realidad, la cinta se llena de referencias sexuales, más o menos explícitas, que colaboran a que el tono cómico tome una dimensión mucho más extensa. El propio Polanski es uno de los protagonistas. Le acompañan, entre otros, Jack MacGowran, Ferdy Mayne y Sharon Tate (la belleza de esta chica era demoledora; en el momento de rodar El baile de los vampiros era novia de Polanski, un año más tarde sería su esposa y, muy poco después, sería asesinada, lo que marcó definitivamente la vida del realizador). Todos defienden sus papeles con buen humor y convencidos de lo que hacen. Sin grandes pretensiones, queriendo hacer cine, Polanski logra un trabajo inolvidable. Hay que tener en cuenta que el cine ha cambiado mucho desde ese tiempo hasta el actual. Por ejemplo, la escena en la que el personaje que encarna Polanski se refleja en el espejo ante la mirada desconcertada de los vampiros (ellos no se ven, claro) se elaboró enfrentando una habitación exacta a la del baile. Es decir, el espejo no existía, pero el efecto resulta perfecto. Hoy eso lo hubiera resuelto con un ordenador. Tal vez, aquí reside uno de los encantos de esta película. Cine artesanal y auténtico. ‘JÓVENES OCULTOS’ (1987) Película de culto dirigida por Joel Schumacher. Vista hoy, sin tener la precaución de pensar en que desde 1987 han pasado muchas cosas en el mundo y han cambiado casi todas en el del cine, es posible que el espectador no entienda nada de lo que ocurre en la pantalla. Sin embargo, la película resulta deli-
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Cine forma de narrar, por su originalidad, su estética y su profundidad. Revisamos ‘El baile de los vampiros’, ‘Jóvenes ocultos’, ‘Drácula de Bram Stoker’ y ‘Byzantium’, cuatro obras que dibujan el mito del vampiro desde perspectivas distintas y
ciosa en su mezcla de comedia y película de terror. La estética ochentera se apodera de cada secuencia. Esto es lo mismo que decir que la horterada es descomunal. El vestuario de Susan Becker (en el que influyó decisivamente el propio realizador de la película) resulta fascinante por casi ridículo, extravagante y lesivo para la vista. Parece mentira que esas pintas fueran bastante más habituales de lo que un ser humano con cierto gusto por la moda pudiera aceptar. Sin embargo, en su momento funcionó a las mil maravillas y los que tenemos una edad lo seguimos dando por bueno sabiendo que eso era lo que había en este mundo. Actualmente, la reinvención de las cosas nos parece normal. A finales de los ochenta, cualquier prueba, cualquier experimento, era una aventura peligrosa. Pero Jóvenes ocultos fue eso, una nueva lectura del mundo vampírico protagonizada por adolescentes, interpretada por adolescentes, mezcla de terror y comedia. El resultado es que la película no provoca miedo y sí carcajadas; que la película acepta el mito del vampiro y, al mismo tiempo, no duda en ridiculizarlo, en burlarse de todo. Es una película para adolescentes rodada sin complejos. Es una película que perdura en el tiempo (a pesar de ese vestuario y de algunas canciones) y de gran creatividad. Es una película llena de guiños y referencias al mundo del cómic y al del cine. Un experimento con éxito. Muchos de los protagonistas de la película eran desconocidos en aquel momento y algunos lo siguen siendo. Otros eran veteranos. De la banda de vampiros se conocía poco a Kiefer William Fredrick Dempsey George Rufus Sutherland (sí, este es su nombre completo aunque parezca mentira). Al resto de vampiros ni se les conocía ni se les conoce. Sutherland hace un buen papel. Sin embargo, Dianne
‘Jóvenes ocultos’ fue una nueva lectura del mundo vampírico protagonizada por adolescentes Wiest o Edward Herrmann eran conocidos, lo siguen siendo, y aportaban ese toque de experiencia tan necesario como útil. Hay que destacar la pareja formada por Corey Feldman (Los Gonnies, 1985) y Jamison Newlander. En la película aparecen como hermanos, los Frog. Son los encargados de inundar la pantalla con momentos
cómicos que resultan divertidísimos. Torpes, brutos, asustadizos, patéticos. Se creen todo lo que dicen, adoptan el papel de salvadores del mundo, de guerreros implacables que luchan contra el mal. Junto con Corey Haim son lo más gracioso de la película, muy por encima de cualquier otra cosa. La película cuenta la inevitable historia de amor entre adolescentes que deben luchar contra el mal para poder terminar juntos. Más o menos es eso. Jami Gertz (ella) y Jason Patric (él) se quieren y nada de este mundo ni de otro desconocido pueden acabar
con su relación. Más o menos. Y esto se cuenta desde la fotografía de Michael Chapman (un lujo), apoyándose en un maquillaje espléndido y una partitura original del todo terreno Thomas Newman. La cámara aérea nos lleva de una realidad a otra, lo implícito nos deja espacio para que podamos imaginar, la acción trepidante no nos deja respirar. Hay que prestar especial atención a la escena en la que los jóvenes vampiros llegan a un puente por el que pasa un tren. La mejor de todas. La visita de los vampiros a la casa de la familia protagonista no
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construyen un cosmos por el que se sienten inevitablemente atraídos miles de personas. Humor, lirismo, tragedia, terror y una potencia visual extraordinaria se encuentran en estos trabajos que firman grandes directores de la historia del cine
Gary Oldman defiende el papel de Drácula en el filme de Coppola.
En ‘Drácula’ Coppola construye un melodrama sobre la muerte y la eternidad del amor está nada mal dado que el juego con las luces y el ruido de las motocicletas que no llegamos a ver, resulta muy efectivo. Y para situarse en el límite entre la vida y la muerte, si quieren vivir al límite, no se permitan cerrar los ojos en la escena del concierto al comienzo de la película. Si lo resisten ya pueden presumir de aguantar todo lo que les echen.
‘DRÁCULA DE BRAM STOKER’ (1992) Esta película dirigida por Francis Ford Coppola es, posiblemente, la que más se ajusta a la estructura narrativa de la novela de Bram Stoker. Sin embargo, aun estado muy próxima a la trama, se aleja mucho del último sentido que Stoker quería encontrar con su novela. En esa proximidad a la esencia narrativa gana la batalla la versión que protagonizó en 1958 Christopher Lee y dirigió Terence Fisher. Coppola decide construir un melodrama en el que la lucha contra el tiempo, para no perder el amor, es fundamental. El Príncipe de las Tinieblas se reduce peligrosamente a un enamorado capaz de cualquier cosa por recuperar el amor de una mujer. Es verdad que la estética es abrumadora y que el prólogo (que no está incluido en la novela) explica muy bien lo que va a suceder cuando el príncipe Vlad el Empalador pierde a Elisabetta, la mujer a la que ama sin condiciones. Nada original, por cierto. Ya lo hizo John Badham el año 1979. Y no es suficiente como para perdonar una traición que a Stoker no le haría demasiada gracia. Porque lo que busca el autor es convertir a Drácula en esa encarnación por la que podemos entender el mal, perseguirlo en las personas que le intentan destruir refugiados en la doble moral. El ser humano es tan miserable en su moralidad como lo es Drácula y enseñar eso el gran objetivo de Stoker. Para ello, contrapone el bien y el mal, la muerte y la eternidad del amor, la decencia con la corrupción. Sin embargo, la película de Coppola es estupenda. Todos los iconos que tienen que ver con el vampirismo se multiplican entre extravagancias visuales. Resulta inquietante, visualmente demoledora. Acompaña muy bien el magnífico vestuario y una banda sonora inquietante y profunda. El reparto es un lujo: Gary Oldman, Winona Ryder, Anthony Hopkins y Keanu Reeves, entre otros. Olman se defiende bien, Ryder lo mismo, Hopkins se descontrola a veces y pasa el límite hacia el histrionismo; y Reeves aburre a las ovejas. Reeves encarna al joven abogado Jonathan Harker que conoce a Drácula en un castillo de Transilvania. Corre el año 1890. Drácula ve una foto de la prometida del joven, Mina Murray (Winona Ryder), y viaja hasta Londres pensando que recuperará al amor que perdió el año 1462. Un clásico que los aficionados al cine y, por supuesto, al mundo de los vampiros, no pueden perderse. Eso sí, la novela mucho mejor que la película. ‘BYZANTIUM’ (2012) Neil Jordan hace un cine exquisito. Tal vez algo incomprensible y de-
masiado exigente, pero de calidad. Ya dejó claro que su potencial era enorme con Entrevista con el vampiro (Interview with the Vampire: The Vampire Chronicles, 1994), una excelente película que crece coralmente, desde un lirismo extraordinario. ¿Por qué hablar de Byzantium en lugar de Entrevista con el vampiro? Entre otras cosas, porque ya lo han hecho muchos. Y, sobre todo, porque Byzantium fue condenada al ostracismo cuando se dejó su distribución y promoción en manos del destino. Y, como todo el mundo sabe, las cosas del consumo no funcionan así. Pero, además, Byzantium es una buena película que encuentra, en su propio retorcimiento, huecos para un bello lirismo, para una trama compleja y coherente, para algunas imágenes poderosísimas y evocadoras. La película es fría. Todo se cuenta con la distancia suficiente como para que el clima sea gélido. La película bordea las aristas más íntimas de los personajes. La película logra que el espectador reflexione sobre eso que le cuentan desde la oscuridad para aportar su propia luz al relato. La música de Javier Navarrete es estupenda y la fotografía de Sean Bobbitt resulta perturbadora a veces y de una belleza milimétrica casi siempre. El asunto que aborda Jordan es el conflicto que se establece entre las madres y las hijas. Eso es lo fundamental. Saorse Ronan y Gemma Artenton hacen un trabajo estupendo y logran transmitir todo tipo de sensaciones como vampiras que son. Pero como madre e hija sobre todo. Lo único que podemos criticar, desde la incomprensión, es la historia de amor adolescente que se integra en el guión y que no aporta nada de nada al producto final. Quizás fuera un reclamo para un público joven interesado en el mundo del vampirismo. ~
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Cine ‘Déjame entrar’ fue primero libro, luego película. La primera versión cinematográfica, sueca, es una pequeña obra de arte catalogada ya como película de culto. Estrenada en 2008, tan solo dos años después se rodó su ‘remake’ americano Paulo García Conde {Leer Déjame entrar (Låt den rätte komma in, 2004) con diecisiete años supone un antes y un después en la visión que un adolescente pueda tener sobre la literatura de vampiros. Leer la novela del sueco John Ajvide Lindqvist con más edad, resulta ser una experiencia interesante, tal vez un poco inquietante. Como toda historia de vampiros que se precie, estos se alimentan de sangre. Y también les daña la luz del sol. Pero hasta ahí los convencionalismos, o los rasgos propios del imaginario colectivo sobre estos seres. Porque en esta historia todo lo demás es un mundo nuevo. Tan nuevo, que parece el nuestro. Y eso es algo logrado de manera sobresaliente en su adaptación para la gran pantalla. No fue una película rodada para reventar taquillas, ni para cosechar una infinidad de galardones. Aunque alguno se llevó y, aplausos, también. Pocas ideas pueden abrir un debate tal: ¿estamos ante una historia de amor, o ante una historia de horror? No han sido pocos los que se han enzarzado en una pelea dialéctica defendiendo lo uno o lo otro. Así que para no descontentar a nadie, lo más sensato será decir que Déjame entrar es una historia de amor y horror. Entre dos niños. Oskar tiene doce años, es un chico retraído y solitario. Vive solo con su madre en un barrio donde la vida parece ser una cosa sin demasiada importancia. Sufre acoso escolar, que acepta en silencio. Aunque cuando nadie lo mira, se recrea en las venganzas que cometería contra aquellos que lo maltratan. Eso cambia, ya que una tarde una niña lo descubre en una de sus turbias ensoñaciones. Ella es Eli, la nueva vecina. Acaba de mudarse con su padre, o con un hombre que al menos parece tratar de cumplir ese rol.
Los dos niños crean un fuerte vínculo entre ellos.
¿Y si lo que menos importase de un vampiro es que fuese vampiro?
El filme ‘Déjame entrar’ es una historia de amor y horror entre dos niños Entre los dos niños surge una relación de amistad donde Oskar se ve atrapado por la seguridad que su nueva amiga le transmite. Sin embargo, Eli hace cosas raras. Aparece por las noches en el marco de su ventana, pidiéndole permiso para entrar y dormir junto a él. Al mismo tiempo, algunos sucesos escabrosos comienzan a plagar la tranquila zona. Déjame entrar habla del acoso escolar, de la dependencia, de las rela-
ciones de amistad y amor a través de una mirada infantil. Y lo hace convirtiendo a uno de los dos protagonistas en vampiro. Pero apenas importa si Eli tiene colmillos, si puede volar o no, si sus costumbres son radicalmente diferentes a las de los seres humanos. Importa el vínculo que une a los dos niños, los dos marginados por diferentes motivos. Cómo uno da al otro algo que no tenía, algo que todo niño necesita para seguir adelante. Por supuesto, en una película donde el maltrato es un hecho recurrente y la necesidad de alimentarse de sangre humana es otro, las cosas no pueden lucir de una manera romántica y sutil. No obstante, no se trata de una película estrictamente de género. La sangre o los sustos no forman parte del menú principal (aunque puede que sí del segundo plato…). Quizá lo más terrorífico sea el ambiente construido para retratar el barrio donde los niños viven, la comunidad, el colegio… Todo aquello que conforma a una sociedad, cosas que podemos reconocer y ante las que a veces sentimos la necesi-
dad de torcer la cabeza, de mirar hacia otro lado. Envuelta en una maravillosa banda sonora, Déjame entrar cuenta mucho con poco. Consigue que queramos a un niño tan cerrado en sí mismo como Oskar, o a una niña tan peligrosa como Eli. Consigue que los queramos a los dos, juntos. Y el mérito está en la relación que se afianza entre ambos personajes, en cómo se arropan el uno al otro en mitad de un mundo que parece rechazarlos. A través de esa edad donde la inocencia es todavía protagonista principal, la justicia puede contemplarse de una manera distinta a la adulta. La venganza, la reafirmación, son conceptos que sí alcanzan un clímax terrorífico en la película, aunque el director en realidad no esté extralimitándose a la hora de aprovechar los recursos del género de terror. Con respecto a la novela, algunas cosas se quedan en el tintero. Hay una particularmente curiosa, que aparece muy sutilmente reflejada en la película, pero ante la que el espectador que no haya leído anteriormente el libro no sacará ninguna
conclusión. En la historia original, Eli era (o había sido en algún momento de su vida) un niño, castrado cientos de años atrás. Porque, claro, la edad de los vampiros no transcurre igual que la de los humanos. En la adaptación al cine esta idea no se abandona, puesto que en dos momentos determinados de la película Eli le dice a Oskar que ella no es una niña (ante lo que el público puede pensar que está haciendo referencia a que es un vampiro). Y, hacia el tramo final, existe una escena en la que Oskar ve a hurtadillas a Eli cambiándose de ropa, y echando una fugaz visual a sus partes íntimas. La imagen es tan rápida que lo que parece verse es una incisión extraña, pero insuficiente para que cualquiera saque alguna conclusión acertada. En todo caso, estamos ante una historia de vampiros donde lo que importa no es esto, sino el amor que un ser especial comparte con un ser humano, también especial. Con un niño. Y contar tan bien algo así en un tono lúgubre pero intenso, es digno de que el espectador se deje absorber la sangre. ~
Coordinador: Gabriel Ramírez Lozano. Colaboradores: Augusto F. Prieto, Florencia del Campo, Daniel González Irala, David Mayo, Suplemento cultural editado por
Mara Sanz Gaite, María Eugenia Guzmán, Gracia Elena Miranda Balbuena, Paulo García Conde, Emma Camarero, Óscar Gómez, Carlota Montemayor, Carlos Serrato, Pablo Navarro, Horacio Raya, Lola Montiel, Elisa Pelayo y Francisco Hernanz Martos.