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Sábado, 17 de octubre de 2015 Nº 67 @aladar_cultura

verso a verso La ciencia ficción

Desgarradora historia sobre las tablas en ‘Liberto’

Un recorrido por la literatura fantástica y por el cine de Tarkovski en la cuarta entrega del Especial de Ciencia Ficción

El regreso de un clásico: ‘El burlador de Sevilla’


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Especial Ciencia Ficción Glenn Runciter es el director de una compañía de inerciales que vive con la nostalgia de su mujer casi muerta, a la que mantiene criogenizada con un hálito de vida. Un soldado comienza a combatir en una guerra contra un enemigo desconocido; una guerra que durará ...sentirse vivo del todo

Ubik Carlos Serrato {Entiendo que es toda una provocación calificar de «realista» una novela del escritor estadounidense Philip Kindred Dick (Chicago, 1928- Santa Ana, California, 1982), padre de la psicociencia-ficción y escritor caudaloso que empezó, como tantos genios de lo extraño, publicando cuentos en las revistas baratas que vendían emociones en la década de 1950. Pero lo que llamamos realidad es un poliedro de muchas caras y a Dick le hubiera encantado que lo que bullía por su mente febril fuera al fin considerado otra forma de entender la vida real como espacio de existencia donde se salta de un sueño a otro. Esa pulp fiction que recrea en el cine Tarantino, esa forma de la literatura de masas que llevó al extremo las tramas rocambolescas de las novelas ‘de diez centavos’ llenando de romanticismo aventurero las vidas de los adolescentes, de los obreros explotados, de las amas de casa soñadoras, esa ficción de la novela popular, esa de la novela por entregas en Europa, de la novela de ‘tres perras gordas’ y de la novela semanal en España, esa de la que luego Corín Tellado sería reina y Marcial Lafuente Estefanía sheriff indiscutible, permitió que talentos como Dashiell Hammett en el lado del socialrealismo o Philip K. Dick del surrealismo distópico reinventaran la literatura en la sociedad del capitalismo de masas. La ciencia ficción, con ser un género con cierta historia, incluso noble historia de utopías como la de Thomas Moro, de fantásticos viajes como los del Barón de Munchausen, de aventureros de la anticipación científica como Julio Verne y que daría en el siglo XX parábolas de crítica política tan poderosas como Un mundo feliz, de Aldous Huxley o 1984 de George Orwell, esperaba al Freud de la aventura en los mundos del futuro no tan imaginario. Ese psicofante fue Philip K. Dick que escribió desde entre el delirio y el presentimiento de un mañana distópico donde los valores que rigen la vida del hombre contemporáneo conducen al caos más terrorífico de todos: el de la mente que ya no logra comprender dónde es aquí y dónde es ahora. La producción narrativa de Dick, en muchas ocasiones compuesta por relatos puramente alimenticios, en otras por cimas de la literatura contemporánea (sobran apodos despectivos como literatura de género) supone una investigación estética sin precedentes en los mundos de la mente social en la era del espectáculo que nos ha tocado sufrir. Ubik, publicada por primera vez en 1969, el año de gracia

del rock psicodélico, con el que tiene más de una conexión por cierto, es probablemente una de esas cimas de la escritura anfetamínica de este bardo postmoderno que vivió su infancia en las calles del Chicago de la Gran Depresión. Se trata de una novela formalmente muy arriesgada, no por la exploración formal en la superficie del estilo del lenguaje, como ocurría en las pesadillas que por entonces escribía otro psicofante de la cultura norteamericana, William

Burroghs, sino por la complejidad de las tramas que se enlazan y desenlazan en un universo lleno de saltos espacio-temporales donde nunca se acaba por estar seguro de cuál es el presente y cuál su ficción futura, en cuál de los universos paralelos está el origen de la historia que sucede y dónde se encuentra la línea cronológica de la vida apacible, digámoslo así. La historia se localiza en un futuro que para el lector de hoy ya es pasado, 1992, donde el espionaje industrial es la auténtica gran guerra capitalista y sus combatientes son los talentos psi capaces de presentir el futuro y colarse en las mentes de los demás para robar sus secretos más ocultos, a los que intentan neutralizar otros sujetos psi, los llamados inerciales. En el punto en el que comienza la novela, uno de los personajes principales, Glenn Runciter es el director de una compañía de inerciales que vive con la nostalgia de su mujer casi muerta, a la que mantiene criogenizada con un hálito de vida y a la que despierta cada vez que necesita un consejo o la pena le aflige demasiado. La esposa semi-viva fue criogenizada minutos antes de su muerte irremediable, cada despertar es un paso más hacia la muerte total. Joe Chip será el técnico encargado de ayudar a Runciter a salir de la ruina a la que está abocada su compañía dirigiendo las operaciones de limpieza de ladrones psi infiltrados en una empresa radicada en

la Luna. Pat Conley será la gran baza de Chip en su empeño limpiador, una telépata capaz de cambiar una experiencia y llevar a las mentes de los personajes a un pasado alternativo en que sus acciones no podrán desencadenar la experiencia del presente que Conley consigue que sea simplemente tan imaginaria como un mal sueño. La trama se complica y Joe Chip empieza a dudar de dónde, cómo, con quién y por qué está. No sabe dónde demonios se encuentra la realidad y el presente, como millones de personas afectadas por las guerras psíquicas del capitalismo que coloniza el sistema solar. En pura lógica capitalista, donde hay mercado tiene que haber un producto para cada necesidad y aquí se necesita el dios de la verdad, el que nos da la vida auténtica frente a este sueño que es la vida terrenal, el que nos salva en este valle de lágrimas que es sólo un espejismo, el sueño de Calderón de la Barca y las danzas de la muerte medievales. Ubi sun? era el tópico con el que la literatura medieval quería despertarnos de la mentira de una vida de ilusiones que corta sin piedad la muerte para recordarnos que nos marchamos a la eternidad celeste o a los no menos eternos castigos del Infierno. Ubik es muestro despertador postmoderno a la verdad: un milagroso bote de spray, como un desodorante o un insecticida, un botella de cerveza, un antiácido... Ubik es todo y nada. Joe Chip inicia entonces su camino de perfección a la búsqueda del spray Ubik, que como en toda novela bizantina (y a su modo ésta lo es como eco vago) retrasa el cumplimiento de los deseos de plenitud del héroe. Joe Chip intenta desesperadamente, esto es capitalismo, comprar Ubik. Seré un pésimo crítico, si con esto no se animan a leer la novela del escritor del que ha bebido el mejor cine de ciencia ficción de los últimos años, directamente adaptando su obra como Ridley Scott en Blade Runner o indirectamente como Cristopher Nolan hizo en Origen, por citar sólo dos ejemplos geniales. Pero quizá ayude a que vayan a la novela sin esperar a la consabida versión cinematográfica si les cuento que otro genio, Michel Gondry ha tirado la toalla, a pesar de que los derechos de la novela habían sido comprados en 2008 por la productora francesa Celluloid Dreams. Gondry nos recuerda que a veces, la literatura, aunque tenga una superficie verbal tan límpida y efectiva, tan alejada del experimentalismo como Ubik, tan fácil de leer, no puede ser otra cosa que literatura sin que su traslado a la narrativa cinematográfica acabe por destruirla. Ubik es gran literatura y tremendamente divertida, loca, inspiradora, obra de genio. Palabra de... ~ Calificación: obra maestra de la limpia confusión. Tipo de lectura: Realista. Tipo de lector: Atrevido. ¿Dónde puede leerse?: En los días del futuro pasado.


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más de mil años. Robots, empresas destructoras, naves espaciales, androides, un mundo degradado y diseminado a lo largo del espacio o la mezcla de razas y formas de vida. Tres propuestas distintas de ciencia ficción que recomendamos esta semana en Aladar ...entender la inutilidad de la guerra

La guerra interminable Gabriel Ramírez Lozano {Joe Haldeman, autor de La guerra interminable, pasó de la universidad a combatir en Vietnam. Como todo el mundo sabe, esta fue una guerra criticada, estúpida, sin una mala justificación. En esa guerra perdieron la vida miles de personas, tanto civiles como militares, sin que sepamos aún cuál fue la verdadera razón. Un desastre en toda regla. Y allí estuvo Haldeman. La guerra interminable es la novela más autobiográfica de este autor. Traslada su experiencia a una guerra que dura más de mil años y en la que el soldado Mandella participa desde casi su inicio. ¿Cómo es posible? Ya saben, eso de moverse a través de agujeros de gusano tiene sus cosas. Mientras el soldado Mandella (personaje principal, un antihéroe de principio a fin, alter ego de Haldeman) vive una guerra de un puñado de años, en la Tierra el tiempo ha corrido mucho más rápido que para él y sus compañeros de batalla. Por ello, cada regreso a casa, después de una misión, es un encontronazo para los soldados. Dejaron a sus amigos, a su familia, y se encuentran con que todo ha cambiado de forma desproporcionada. En una de las ocasiones, Mandella descubre un mundo en el que la homosexualidad es prácticamente universal y que su heterosexualidad puede corregirse si así lo desea. Un momento, al menos, extraño para el personaje. El enemigo al que se enfrenta el

ejército está formado por unos extraterrestres de la constelación Tauro. No saben muy bien ni qué son, ni qué peligros representan, pero allá van a combatir. Como en Vietnam. Y, al regresar, no son héroes. Ni mucho menos. Como en Vietnam. Todo ha ido desarrollándose en la Tierra sin que los soldados tuvieran mucha importancia. Como en Vietnam. La novela no se centra en los combates. Alguno se describe aunque no tienen un peso excesivo en el texto. Sí sabemos de armas extravagantes, de ataques tácticos y de muertes en combate, pero lo importante es ese desfase tem-

...para explicar las cosas de casa

vo sea fluido aunque la sensación de parón sí aparece en algunos tramos dado que la acción no es excesiva. Peeters prefiere plantear asuntos que no soluciona y deja para los siguientes volúmenes. Prefiere sugerir otros sin ser explícito; apuesta por una escritura de calidad. El diseño de página es preciso, lo que le permite insertar elipsis y elementos narrativos sin alterar la atención del lector que se debería sentir cómodo por ello y con ello. Y esto es difícil cuando el cómic en un enorme ir y venir en el tiempo a través de un diario escrito por el personaje principal. Los silencios y los asuntos desconocidos son otros de los soportes utilizados por el autor con gran acierto. Arranca con el personaje inmerso en una amnesia absoluta y, tanto personaje como lector, van descubriendo lo que ha

Calificación: estupenda. Tipo de lectura: muy divertida. Tipo de lector: pacifistas como lo es el soldado Mandella. Personajes: a prueba de todo tipo de bomba. ¿Dónde se puede leer?: junto a un reloj que garantice que el tiempo pasa a su ritmo.

bien lo que Peeters trata de contar y cómo quiere hacerlo. Ciencia ficción pura, buena dosis de misterio, un trasiego temporal muy bien narrado y personajes redondos. Suma a todo ello el uso del color que matiza, francamente bien, los estados de ánimo de los personajes y el carácter definitivo de las localizaciones que marcan la pauta técnica y argumental. ~

aama (Olor a tierra caliente) Gabriel Ramírez Lozano {Olor a tierra caliente es la primera parte del cómic titulado aama que, en línea con su obra anterior, Lupus, Frederik Peeters presentó el año 2011. Peeters se atreve, otra vez, con la ciencia ficción aunque sin olvidar la esencia de sus tebeos anteriores. Además de utilizar robots, empresas destructoras, naves espaciales, androides, un mundo degradado y diseminado a lo largo del espacio o la mezcla de razas y formas de vida; Frederik Peeters intenta explicar asuntos domésticos y actuales (del planeta Tierra) utilizando, para ello, personajes bien perfilados que viven en pleno conflicto con el entorno y con ellos mismos. La trama hace que el ritmo narrati-

poral, cultural e ideológico, que se va produciendo. Es lógico, son siglos de guerra para jóvenes que apenas cumplen diez años más de los que tenían al comenzar el conflicto. Es esa sensación de abandono, de no tener razones a las que agarrarse para justificar toda una vida, el asunto que está presente a lo largo de la novela. La guerra interminable se lee con facilidad y, lejos de ser un relato brusco y sanguinario, se pega a la ironía para ir desgranando la sicología de los personajes, para poder analizar dos asuntos universales como son la guerra y el amor. Joe Haldeman escribió algún capítulo para la serie Star Trek que le hizo saltar a la fama. De hecho, esta novela fue rechazada para su publicación y solo estuvo en el mercado una vez que el autor adquirió cierta notoriedad. Obtuvo los premios Nebula, Hugo y Locus el año 1974; los tres más importantes de la ciencia ficción literaria; con lo que se constata que el criterio de algunos editores es bastante discutible. La guerra interminable es un clásico y conviene tener un ejemplar de la novela en la estantería. ~

sucedido anteriormente y deja la trama en un momento inquietante. Unos de los personajes, un androide con aspecto de simio, hace que la narración se acerque al manga es distintos puntos del relato. Esto aporta un aire curioso y divertido al conjunto. Además, es este el personaje que sirve de nexo entre una realidad vivida y olvidada con el presente. Hay que prestar especial atención al mono mecánico para poder entender

Calificación: muy bueno. Tipo de lectura: muy divertida. Ojo con las elipsis y las rupturas narrativas de cualquier tipo. Tipo de lector: los seguidores de Peeters disfrutarán de lo lindo. Pero, también, leer a este autor es una excelente forma de acercarse al cómic por primera vez. Personajes: muy bien perfilados. Argumento: desde la falta de recuerdos, el descubrimiento de uno mismo. ¿Dónde puede leerse? en el planeta Tierra.


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Especial Ciencia Ficción ‘Cita con Rama’ es un clásico de la ciencia ficción. Tal vez una de las novelas más influyentes del siglo XX. ‘Pórtico’ es una obra maestra del género que nos invita a pensar en los orígenes del ser humano. ‘Aama’ es un cómic moderno que encierra la esencia de obras ...imaginar el pasado

Pórtico Gabriel Ramírez Lozano {Algunas novelas marcan un antes y un después en la vida lectora de las personas. Cada libro tiene su momento. Por ejemplo, la recomendación (obligación) que se hace a los estudiantes de ESO y Bachillerato con El Quijote suele ser un desastre. Demasiado jóvenes para enfrentarse a esa novela. No sé si por exceso de hormonas o por falta de interés por la literatura o porque las obligaciones suelen funcionar mal. Lógicamente, hay excepciones aunque muchas menos de lo que se quiere ver. Sin embargo, algunos de los que no pudieron pasar del primer capítulo, leen la obra de Cervantes más adelante y quedan fascinados. Un libro que llega en el momento adecuado es una alegría y una forma (la única) de encontrar en la lectura el entretenimiento y el refugio necesarios para un entendimiento mejor del mundo real. Los padres desesperados deben entender que la clave es la paciencia y no la obligación. Cuando el cuerpo pide otra cosa no hay remedio posible. Lo mejor es asumirlo sin dramas y esperar. Pórtico es una novela de ciencia ficción, la primera de la tetralogía sobre los Heechee, que llegó a manos del que escribe hace ya muchos años. Sin éxito. Ahora, al regresar, le ha fascinado. La firma Frederik Pohl y narra cómo los hombres se enfrentan a un descubrimiento que les convierte en microbios respecto a la ciencia (respecto a su propia humanidad siempre lo fueron, lo somos). Quinientos mil millones de años an-

tes, unos seres bautizados como heechee, abandonaron un asteroide que, ahora, encuentra el hombre. Allí hay un gran número de naves que viajan a lugares del espacio previamente programados por los que fueron sus creadores. Pueden ir hasta lugares maravillosos o terribles, peligrosos. En algunos puntos se encuentran tesoros heechee. Los prospectores humanos (como se hizo en el continente americano, por ejemplo) viajan sin saber si regresarán o lo harán convertidos en puré o ricos para siempre. Mientras, en la Tierra, el hambre y la superpoblación son insoportables. Tanto que el ser humano

ha tenido que buscar nuevos lugares de residencia (otros planetas; ya saben, en mundos imposibles que obligan a vivir en túneles como ratas). Tanto que los alimentos son sintéticos (el norte de América es el gran productor). El narrador es Robinette Broadhead (la elección de este narrador personaje es uno de los grandes aciertos de Pohl puesto que sus características aportan una enorme credibilidad al relato). Además, es el personaje principal. Pohl logra construir esta voz con maestría. A base de sugerencias, de ocultaciones que el lector va detectando, incluso de mentiras que no puede disimular el personaje. Se alternan momentos pasados y presentes. Broadhead fue prospector. Indeciso; atenazado, siempre, por el miedo; en definitiva, cobarde. Nos cuenta cómo llegó a Pórtico, cómo era su vida en la Tierra, sus experiencias como explorador espacial. Y, también, sus actuales sesiones frente a un robot que hace las veces de psicoterapeuta. La culpa, el arrepentimiento, le impiden vivir con normalidad a pesar de la gran fortuna que acumuló en uno de sus viajes interestelares. La construcción de su condición sexual es una auténtica maravilla literaria. Un giro de la cabeza, una actitud que no se puede entender bien, la proximidad de alguien. El mundo que dibuja el autor acepta la homosexualidad como algo normal, como lo que es. Y buena parte de la novela debe entenderse desde ese territorio. Frederik Pohl dosifica la información magistralmente. De los Heechee apenas sabemos nada. De esto va el relato. Del no saber, de la imposibilidad de entender por parte del ser hu-

mano. Creemos ser los reyes de la galaxia y no somos más que un pequeñísimo granito de arena en el universo. Además de alternar capítulos sobre el presente y el pasado del personaje, se insertan (en recuadros aparte) anuncios, documentos, fragmentos de charlas o clases, informes sobre vuelos en naves Heechee, que nos ayudan a entender la vida en Pórtico. Muchos de estos pequeños textos son irónicos, otros tremendos y, sólo un par de ellos, aportan información directa sobre lo que es el protagonista. Son el reflejo de un mundo decadente e insoportable. El conjunto nos brinda una panorámica, perfectamente detallada, que va tomando forma con rapidez. El mundo de Pórtico es, en realidad, el nuestro aunque en él se amplifiquen los problemas. Hambre, desilusión, compañías que acumulan beneficios disparatados mientras la gente muere del hambre o las mujeres se prostituyen para poder alimentar a sus hijos, venta de órganos para que los ricos puedan seguir viviendo. La ignorancia respecto a lo que somos es inmensa, casi vergonzosa. Y, también, en Pórtico hay cosas intocables, eternas: el amor, la culpa, el arrepentimiento. El ritmo narrativo y la tensión argumental van a más y llegan a alcanzar un nivel extraordinario. No por la trama ni por lo que sabemos. No, el gran secreto de esta obra está en la otra orilla, en la orilla de lo oculto, de lo que no sabemos ni podemos llegar a saber. La ignorancia y el miedo que esto provoca es el gran asunto que Pohl quiere tratar. Por ello, el recurso de dosificar la información, la poca información, funciona de maravilla. El clima de desconcierto en el lector es abrumador; lo mismo que el de los humanos desplazados hasta Pórtico. Es muy posible que la literatura de ciencia ficción tome una relevancia mucho mayor que la que tiene actualmente. Y serán novelas como Pórtico las que abran las puertas de ese camino que parece inevitable. Ya lo he dicho otras veces: la ciencia ficción trata de explicar nuestro mundo, nunca otros. Y tiene intactas muchas posibilidades mientras otro tipo de novelas se encuentran en callejones sin salida retorciéndose sobre sí mismas. ~ Calificación: excelente. Tipo de lectura: apasionante. Entre dudas e ignorancia. Como cada día que pasa, vaya. Tipo de lector: aficionados a la ciencia ficción, desde luego. Pero cualquier lector se debería acercar a esta obra para descubrir otra forma de entender la literatura y, por tanto, el universo. Argumento: el ser humano es ignorante y eso le convierte en un ser débil y vulnerable. Aunque, a pesar de todo, sale adelante. ¿Dónde puede leerse?: en el planetario.


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maestras de todos los tiempos. Tres obras distintas, tres formas de narrar muy diferentes, que abarcan buena parte de lo que representa la ciencia ficción en el mundo de la literatura. Cualquiera de ellas es una puerta fabulosa para entrar en un mundo extraordinario ...pensar en nuevos mundos

...conocer el caos que es la vida

Cita con Rama Gabriel Ramírez Lozano {A diferencia de lo que muchos pudieran pensar, la literatura de ciencia ficción trata de ordenar y explicar nuestra realidad. La de aquí, la que vivimos en el planeta Tierra. Los mecanismos internos del relato son diversos; el material narrativo, lógicamente, también lo es; aparecen personajes extraterrestres con hábitos extraños en apariencia; todo puede parecer ajeno a nuestra realidad, pero no lo es. Entre otras cosas porque, esa literatura, es imaginada y leída, razón por lo que se integra absolutamente en esa realidad. Es muy posible que esta sea la literatura que inunde las estanterías de las librerías en el futuro más próximo. La tendencia parece que apunta en esa dirección. Cita con Rama es una novela que firma Arthur C. Clarke y es un clásico imprescindible del género. La imaginación del autor es portentosa. Presenta una situación que arrastra al lector a imaginar, del mismo modo que hace Clarke, estructuras físicas, seres insólitos y vivencias de los personajes, nunca antes ideados por nadie. Rama es un cilindro gigantesco que gira sobre sí mismo y viaja a través del sistema solar para cruzarlo. El hombre lo detecta y logra llegar hasta él, entrar en él y encontrar todo un mundo lleno de incógnitas. Aunque, sobre todo, son los perso-

decide abrir el volumen se implique al máximo. Todo es fascinante. La calidad literaria de Cita con Rama no es espectacular, no es literatura de lujo. La idea, el diseño y la propuesta, sí lo son. Nadie encontrará grandes imágenes poéticas o recursos técnicos preciosistas, pero sí un ritmo atractivo, una claridad en la exposición absoluta y un uso del lenguaje astuto (sin dejar de utilizar palabras técnicas, Clarke logra que pueda entenderse con facilidad lo expuesto). Cualquier lector se puede acercar a esta obra sin miedo y sin prejuicios. Es accesible a los jóvenes y suele gustar mucho. ~

najes los que se topan con ellos mismos. En Rama todo se hizo por triplicado, en Rama todo es un misterio. Caben las especulaciones teológicas, las técnicas, las biológicas. Rama es el gran reto del ser humano. Imaginar una estructura de ese tamaño; imaginar el interior de Rama; es una tarea fascinante para el lector. La propuesta del autor obliga a que el que

Calificación: muy buena. Tipo de lector: jóvenes y adultos. Tipo de lectura: fácil y fascinante. Argumento: el ser humano se enfrenta a sí mismo. Personajes: aunque sin profundidad cumplen su misión y dejan al lector que ocupe un lugar de privilegio. ¿Dónde puede leerse?: en un lugar en el que se pueda mirar al cielo. Si es después de anochecer, mejor.

aama (la multitud invisible) Gabriel Ramírez Lozano {Segunda entrega de la serie aama de Frederik Peeters. Excelente y completísima. El relato es escalofriante, explosivo, está lleno de suspense, deja que los personajes vayan creciendo hacia donde corresponde. El dibujo es detallista con el que se recrea un mundo hostil que los seres humanos deben conquistar o morir. El uso del color es espectacular y el autor abre la paleta para que cualquier tonalidad tenga cabida. Además, dependiendo del momento narrativo en el que nos encontremos, esos colores, los degradados y las sombras, aparecen y desaparecen para ayudar al lector y para definir con claridad lo que representa ese momento en la vida de Verloc, personaje principal. En este volumen, Frederik Peeters juega con los tiempos históricos de forma magistral. Aunque todo llega desde su diario (por lo que sólo una pequeña parte llega desde ese presente histórico puro y el resto se soporta sobre el apoyo del narrador). Así, nos lleva de una parte a otra, de un instante a otro, sin complicaciones ni giros bruscos o absurdos, utilizando una viñeta en la que algo se mueve en dirección a otro lugar que el lector reconoce en el siguiente dibujo y que corresponde a otro tiempo narrativo. Lo que cuenta el autor tiene mucho que ver con algo que le dijeron al personaje principal mucho antes. Ya sabían el riesgo que corrían dejando que la naturaleza decidiera por ustedes. Porque aama, una sustancia capaz de generar vida y elegir, hace que la vida aparezca en un planeta árido y poco evolucionado, siendo esa vida caótica, misteriosa hasta el punto de que sus creadores no pueden controlar su evolución ni su sentido. Y el hombre allí en medio, entre animales y plantas convertidas en un peligro y un verdadero horror. Magnífica segunda entrega de aama. Si en la primera ya tuvimos que mostrarnos alerta, en esta ya sabemos que estamos ante un cómic de gran categoría. ~ Calificación: excelente. Tipo de lectura: inquietante. Divertida. Tipo de lector: jóvenes y adultos. Lo pasarán en grande Argumento: el hombre ante lo desconocido. Personajes: redondos, perfectos, intentando encontrarse siempre con ellos mismos. ¿Dónde puede leerse?: en cualquier parque. Mirando los bichitos de soslayo.


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Especial Ciencia Ficción ‘La mano izquierda de la oscuridad’ es una obra maestra de la literatura. Son muchos los críticos y escritores que han dicho que es la mejor de la historia del género de ciencia ficción. ‘La puerta en el muro’ es el relato que marca el verdadero comienzo de un tipo de literatura ...amar la ciencia ficción

La mano izquierda de la oscuridad Gabriel Ramírez Lozano {Si existe una novela de ciencia ficción en la que el equilibrio entre información y expresividad es perfecto es La mano izquierda de la oscuridad (The Left Hand of Darkness, 1969) de Ursula K. Le Guin. Los escritores dedicados a la ciencia ficción nunca buscaron profundidades literarias en las que pudieran navegar sus relatos. Entre ellos, siempre pudo más el interés por construir universos que se convirtieran en parte de los territorios comunes de las personas para poder buscar en ellos nuevas formas de comprensión, nuevos prismas desde los que mirar la realidad. Las imágenes potentes no son muy frecuentes en este tipo de novelas, ni las formas narrativas complejas. Siempre se trató de dibujar un posible futuro incierto con el que explicar el presente. Sin embargo, como allá donde miremos, se pueden encontrar excepciones. El caso de La mano izquierda de la oscuridad es uno de los ejemplos más extraordinarios. Desde la primera página, Ursula K. Le Guin deja claras sus intenciones. Lo que nos quiere contar necesita de un lenguaje bien estructurado; de una descripción precisa que nos permita ver con claridad los escenarios y, por supuesto, los personajes; de unos diálogos que escapen

de lo superficial para que signifiquen una fricción clara entre los logos presentes. Todo toma sentido desde la expresividad arrolladora del texto dado que el lector se ha de involucrar en la acción si quiere saborear lo que se le presenta. Como el resto de la obra de Le Guin, esta novela arrastra en cada frase parte de la Utopía de Tomás Moro. No es algo

...elegir entre estética o razón

La puerta en el muro Paula Pinilla {En 1911 se publicaba The Door in the Wall and Other Stories, un libro de relatos de Herbert George Wells. Y allí estaba La puerta en el muro. Uno de los primeros relatos de ciencia ficción de la historia. La edición de Acantilado (2003) llega a las 54 páginas, lo que indica que el texto es breve. Es difícil explicar lo que representa la lectura de un texto como este. Como es habitual en la obra de todos los autores, encontramos asuntos recurrentes a los que ellos van y vienen sin cesar. En el caso de H. G. Wells, la dicotomía entre la estética y la ciencia, entre la intuición o las creencias y la razón, están presentes desde el comienzo del relato. El protago-

nista es capaz de imaginar o de vivir situaciones que saltan la frontera de lo racional, pero, al mismo tiempo, dedica su vida a la política en la que todo ha de estar alejado de fantasías. Pero La puerta en el muro es algo más que todo esto. El lector sabe que ese muro y esa puerta dividen un mundo de otro, es decir, nuestra realidad cotidiana (esa que podemos tocar) de la que forma parte de nuestra espiritualidad, de nuestro pensamiento, de la inteligencia, de lo bello como forma de entendimiento. Y el lector sabe que la última vez que el protagonista cruza el umbral de esa puerta ha elegido. Somos, tal y como es la realidad, duales. Somos esto y aquello, buenos y malos, bellos y horribles, bondad y maldad. No podemos vivir en las fronteras porque nuestro ser es ambas cosas de lo

que esconda la autora. Todo lo contrario. Y sirve de sustento ideológico para los personajes que van apareciendo. La acción se desarrolla en un planeta llamado Invierno o Gueden. Genly Ai ha sido enviado para conseguir que otro mundo se adhiera a la federación interplanetaria Ekumen. Los habitantes de Gueden son andróginos y esto es lo que permite a la autora abordar el asunto más importante que encontramos en el relato: Un mundo en el que la diferencia de sexo no existiera. La guerra se sustituye por la intriga, las armas por la observación constante de la realidad y el planteamiento más cercano a la intuición o al uso de la inteligencia. De hecho, la muerte violenta o el discurso más beligerante fracasan a lo largo de la novela. Ursula K. Le Guin se entretiene en mostrar una forma de vida distinta a la de los hombres y mujeres que poblamos la Tierra, pero posible. Nos coloca frente a los problemas que tenemos para que los podamos observar desde una perspectiva nueva, extraordinaria. Destaca la descripción que hacen los habitantes de Gueden de los humanos tal y como los conocemos. Especialmente la de una mujer que viaja al planeta antes de que se firme el acuerdo con la federación de planetas. Son muchos los que se han separado de las novelas de ciencia ficción pensando que lo que se van a encontrar son

naves espaciales, asuntos que tienen que ver con la física o seres extraterrestres de ojos enormes. Esta novela es una razón para no hacerlo, para considerar este género literario algo importante, algo que, posiblemente, tenga un lugar privilegiado en el mundo editorial sin que tenga que pasar mucho tiempo. ~ Calificación: excelente. Tipo de lectura: reposada. Invita a la reflexión. Tipo de lector: aficionados a la buena literatura. Personajes: perfectos. ¿Dónde puede leerse?: junto al hombre o mujer que nos completa.

que elijamos. Somos todo y no somos nada y el tránsito de una parte a la otra no existe porque transitamos las dos constantemente. El relato de H. G. Wells es, sobre todo, emocionante e inquietante. El autor juega con la sugerencia y nunca con lo explícito. Cualquier explicación sería matar el texto y Wells lo sabe. Deja que sea el lector el que se coloque en un lugar determinado. Es una auténtica maravilla que nadie debería perderse aunque, es posible, que una primera lectura no sea suficiente. Los matices que van apareciendo con el tiempo y con las lecturas sucesivas son lo que hacen de este relato una obra maestra. ~ Calificación: extraordinario. Tipo de lectura: pausada. Tipo de lector: desde los 14 años en adelante. Personajes: el universo. ¿Dónde puede leerse?: muy pegados a cualquier muro que podamos imaginar.


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que explora lo desconocido buscando la explicación de lo que conocemos. ‘Mercaderes del espacio’ pudiera haberse escrito hoy mismo o pasados veinte años porque no envejece. ‘Artrópodos’ representa un tipo de literatura vinculada con las nuevas tecnologías ...consumidores recalcitrantes

Mercaderes del espacio Gabriel Ramírez Lozano {El mundo está gobernado por las grandes empresas publicitarias. Los políticos ya no cuentan casi nada. Todo en el mundo se organiza alrededor del dinero, de la rentabilidad, de las acciones de corporaciones multinacionales. Mientras, el 95% de la población vive rozando la pobreza, trabajando en condiciones precarias que rozan la esclavitud. Los nuevos mercados son el objetivo de los hombres y mujeres que dedican su vida a la empresa. Y los publicitarios piensan en nuevas fórmulas con las que, a través del lenguaje, conquistar todo aquello por lo que se puede pelear sin descanso. El mundo es propiedad del dinero. Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth son los autores de Mercaderes del espacio, una de las mejores novelas de ciencia ficción de todos los tiempos. La firmaron en 1954 pensando que eso que contaban era algo muy, muy, lejano en el tiempo. Salvo la ciudad en la luna de la que hablan o la conquista de Venus, ya todo forma parte de la realidad. Tal vez no de forma tan exagerada como se dibuja en la novela, pero se encuentra cerca. Mitchell Courtenay es un ejecutivo de la empresa publicitaria Schoken. Comienza a dirigir una de las campañas más importantes de la historia, el Proyecto Venus. Hay que conseguir que las personas quieran viajar al planeta para colonizarlo. Pero el mundo es difícil y, pronto, al-

guien le hará caer en picado hasta llegar a formar parte de una sociedad destrozada, en ruinas; una sociedad que él desconoce. Asesinatos, momentos surrealistas, sociedades civiles secretas, violencia y todo tipo de peligros, llenan la trama de Mercaderes del Espacio. Los personajes se van dibujando con rapidez desde la primera página. Conocemos mucho de ellos y eso nos permite empatizar, sentir lo que ellos sienten, saber lo que ellos saben e intuir lo que desconocen. La acción es trepidante y su estructura

Calificación: excelente. Tipo de lectura: fácil, amena y, al mismo tiempo, reflexiva. Personajes: perfectos en su dibujo. ¿Dónde puede leerse?: en cualquier sitio. Siempre tenemos un anuncio publicitario a la vista.

...llenar nuestra vida de bichos

Es un libro del siglo XXI que dice mucho y bien. Sería un error del lector quedarse en el cascarón, en la parte simpática y divertida de la obra, sin traspasar la línea que lleva a lo importante, al mundo que el autor nos presenta. Eso sí, lleno de bichitos repugnantes. Si son capaces de encontrarlo en una librería (misión imposible dado que la distribución parece que haya sido un auténtico desastre) no dejen de llevarse un ejemplar a casa. Porque Montero ha resultado ser un autor diferente y no ha contado cualquier cosa. Y eso sí que es casi un sueño tal y como están las cosas. ~

Artrópodos Gabriel Ramírez Lozano {Cualquiera que se ponga frente a un papel en blanco puede escribir una novela. Cualquier novela, claro (tome el lector esta expresión como algo absolutamente despectivo). La correlación en literatura suele ser perfecta. Si uno es cualquiera, la novela escrita por él es una más, del montón. Por el contrario, si el autor se diferencia de los demás por alguna razón, su novela conservará esa característica frente al resto de obras. Dicho de otra forma, el que no tiene las capacidades propias de un escritor no puede conseguir una novela solvente. Artrópodos, la novela de Luis Montero editada por Grupo Ajec, no es una novela cualquiera. El que es-

lineal permite al lector seguir la trama sin dificultades. No se buscan alardes estilísticos (algo propio del género de la ciencia ficción) aunque el tono del relato resulta muy atractivo y termina siendo suficiente. Tampoco se busca ninguna profundidad en el pensamiento del lector. Tan solo una reflexión sobre lo que sucede en el mundo, sobre lo que podría llegar a ocurrir, sobre que debemos evitar si no queremos perder nuestra condición. Tampoco buscan los autores introducir elementos técnicos sobre naves espaciales o artefactos propios del futuro. Lo esbozan todo con lo que tienen a mano (hablamos de los años 50) y no les interesa gran cosa que el proyecto sea posible o no o cómo podrían funcionar las máquinas que describen. Quieren dibujar un mundo muy cercano y plantear lo que sería en el caso de no ser capaces de evitarlo. Esta novela es una puerta abierta a la literatura del género de ciencia ficción. Cualquier aficionado a la lectura, tenga la edad que tenga, puede acercarse a Mercaderes del espacio teniendo la certeza de que es una novela asequible, interesante y llena de páginas que invitan a la reflexión. ~

cribe no sabía a lo que se enfrentaba. Tan sólo conocía los textos que el autor publicó en su blog durante algún tiempo. Pues bien, el texto ha resultado ser una obra gamberra, muy divertida, fácil de leer y, por tanto, accesible a cualquier tipo de lector. No es la mejor novela de este siglo. Si dijera algo así estaría exagerando. Pero creo que tampoco trata de serlo y es esto una de las grandes virtudes de Artrópodos. Montero sabe lo que tiene entre manos y el objetivo más que claro. No es la mejor novela del siglo, pero alborota, como otras nuevas voces, el panorama editorial, desordenando ese mar de fondo que se impuso hace ya demasiado tiempo en la narrativa española. Por lo general, parece que uno lee una novela y ya ha leído todas. Pero, esta vez la novela es

extraordinariamente inteligente y, en algunas zonas expositivas (escasas para mi gusto) presenta una filosofía más que interesante. Una pena que el autor no explorase más ese territorio.

Calificación: sorprendente. Tipo de lectura: muy divertida. Tipo de lector: es una novela asequible que gustará a muchos. Argumento: los bichos, su suerte, su mirada. ¿Dónde puede leerse?: junto a un buen insecticida.


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Especial Ciencia Ficción

El cine Tarkovski es poesía. Toda su obra. Y dos de sus mejores películas son pura ciencia ficción. Son muchos los autores que han buscado encuadres que resultasen impactantes, bellos, originales, casi poéticos. Entrada a La Zona en la película ‘Stalker’.

ANDREI TARKOVSKI

La ciencia ficción como forma de poesía Gabriel Ramírez Lozano {Dos películas de Andrei Tarkovski tienen reservado un lugar de honor en el cine de ciencia ficción. El espectador que se acerca por primera vez al trabajo de realizador ruso es posible que modifique su forma de ver cine. Para siempre. Porque son muy pocos los que han logrado un nivel poético tan deslumbrante en la gran pantalla. Hay quien necesita que pasen cosas en una pantalla de cine para que lo que ve le interese o, simplemente, le agrade. Planos cortos que hacen que la acción avance con gran rapidez, una trama divertida, la música acompañando para que ayude a entender. Cosas así. Y hay quien necesita sentir cosas cuando mira la pantalla. La trama tiene una importancia relativa (no es lo más importante); la acción, el ritmo narrativo, se imprime desde la comprensión personal; la música es una ayuda para matizar lo visto. Cosas así. Son opciones igual de buenas. No seré yo el que critique una u otra. Pero lo que sí me atrevo a afirmar es que la primera impide llegar a entender un tipo de cine que roza la genialidad. Y es una pena. También es verdad que el criterio personal comienza a formarse en territorios superficiales de la realidad observada. Es decir, que pasar por esas primeras fases, buscando entreteni-

miento y poco más, es necesario. Incluso, no deben olvidarse nunca jamás porque cada momento demanda algo distinto y una de las cosas pedidas puede estar en esa zona de arriba. Dicho esto, conviene recordar que un buen espectador ha de ir dando los pasos necesarios para encontrarse con el cine de peso, con un tipo de cine que propone, más allá de pasar el rato, un encuentro íntimo con nuestra forma de entender algunas cosas. Los asuntos que trata este director están muy próximos a la búsqueda de sentido, a la expresión de preocupaciones que el hombre tiene desde que lo es (hombre) y que lo hace desde una simbología y un lenguaje poético que convierte el mundo en algo mucho más importante de lo que algunos quieren que sea. Tarkovski no hubiera filmado jamás una película sin incluir la exploración del alma humana. ‘STALKER’ (1979) Stalker es una película inmensa, grandiosa, genial y, por ello, mal entendida por muchos, incomprensi-

ble para otros, aburrida para casi todos. Y no digo que sean más o menos listos o que su gusto esté atrofiado. Ni mucho menos. Creo que el problema está en ese aprendizaje del que hablaba antes, tan necesario para llegar al lenguaje poético, a la expresividad. El guión de Stalker nace del relato de Arkadi y Boris Strugatski titulado Picnic en el camino. El mismo Tarkovski lo escribió junto a los autores del original para rebajarlo en gran medida de los materiales propios del género de ciencia ficción. En la antigua Unión Sovietica se consideraba cosa de niños este género y Tarkovski no mostraba agrado por él. Lo que se cuenta (en la película) es cómo un Stalker acompaña a dos hombres hasta lo que se conoce por La Zona y dentro de ella a una habitación (aquí se puede pedir que cualquier deseo se haga realidad y, por eso, las autoridades lo tienen prohibido. ¡¿Quién sabe lo que puede desear una persona?!). La Zona es un territorio prohibido por las autoridades en la que se cree que cayó

‘Stalker’ es una película inmensa, mal entendida por muchos, incomprensible y aburrida para casi todos

un meteorito y en la que, sin lugar a dudas, se produjo una gran conmoción. No puede transitarse en línea recta, no puede hacerse el regreso por el mismo camino que se hizo al llegar. El agua ocupa gran parte de La Zona, la vegetación es virgen, el silencio es total, las construcciones están derruidas o en un estado muy precario. Allí pueden verse los restos de armas oxidadas e inservibles, lo que podrían ser cadáveres de personas. El Stalker (Aleksandr Kajdanovsky) acompaña a un escritor (Anatoli Solonitsin, actor preferido del director) y a un científico (Nicolai Grinko). Sólo conocemos su ocupación. Nunca nos dicen el nombre de los personajes. ¿Qué es ese viaje? ¿Dónde lleva? ¿Para qué ha de realizarse? Poco a poco descubrimos que es un viaje en busca del yo personal de cada uno de ellos; que el sentido de la existencia está al alcance de unos hombres (el escritor y el científico) incapaces de pegarse a la realidad, cegado por lo material uno y por su ego teñido de falsa belleza el otro. Logran hacer el viaje. Logran regresar. El Stalker sabe lo que supone ser feliz. Los otros se acercan a esa felicidad y se verán obligados a modificar sus miradas. Esto es, de forma muy resumida, el asunto que trata de ventilar Tarkovski. El hombre y Dios. El hombre y el entorno. El hombre y el hombre. La Zona es


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Pero ninguno ha llegado a alcanzar el nivel lírico del director ruso. Porque todos sus encuadres, cada secuencia, cada nota de la banda sonora, son un poema en sí mismos. En las películas de Tarkovski los elementos técnicos que tienen que ver

Selección de escenas de ‘Stalker’, en la que, de igual modo que en ‘Solaris’, Tarkovski propone indagar en el exterior a través del arte y la poesía.

el lugar en el que se entabla la conversación con uno mismo. La habitación el lugar en el que se habla con Dios. Planos interminables (Tarkovski hace que la cámara se pare tanto como sea necesario para que lo relevante aparezca sin posible error), diálogos profundos, una fotografía impresionante (Alexander Kniajinski hizo un trabajo que casi roza lo perfecto y dejando que el director invadiese ese terreno, casi sagrado y exclusivo, del director de fotografía que tanto le gustaba pisar a Tarkovski), un sonido evocador y cuidado al máximo (Vladimir Sharun acostumbrado al director logró que todo lo escuchado se acompasara con la imagen hasta extremos delirantes) y unas interpretaciones maravillosas (hay que sumar a la de los tres protagonistas la de Alisa Freindlich que hace de esposa del Stalker). Eso es Stalker. Las obsesiones de Andrei Tarkovski. Todas están en esta película. Nostalgia y Sacrificio también las recogen, pero ya de una forma menos pura, puesto que el director rueda la primera condicionado por su ausencia de Rusia y la segunda sabiendo que la muerte (la suya) estaba por venir con rapidez. Hay una escena al final de la película que llama poderosamente la atención. Es de una belleza aplastante, pero creo yo que induce a

error si no se mira con atención. La hija del Stalker lee un libro. Cuando deja de hacerlo, mira los vasos que hay sobre la mesa. Comienzan a moverse sobre el tablero. Uno llega a caerse al suelo. De fondo el ruido del tren se hace más fuerte. Podría parecer que ese movimiento es producido por la fuerza mental de la niña. Al fin y al cabo, es hija de un Stalker. Sin embargo, al comienzo vemos una escena muy similar. Vasos en movimiento y el paso de un tren cercano. El espectador; al principio, cuando aún no sabe qué es lo que van a contarle; mira la secuencia y ve vasos en movimiento por el efecto de un tren que pasa cerca. Al

final, tiende a ver algo sobrenatural aunque si reflexiona se planta ante la secuencia sabiendo que está viendo algo normal y corriente convertido en belleza pura. Y eso es el cine de Tarkovski. Cuando se mira lo cotidiano intentando ver más allá, buscando lo profundo, todo se puede convertir en milagroso, en algo especial y único. Es magia. La del lenguaje que transporta al interior de cada uno de nosotros. Magia de la de verdad. Sin trucos. ‘SOLARIS’ (1972) Esta película de Tarkowski llega de la mano de una magnífica novela escrita por Stanilaw Lem. Se ajusta en lo que puede y en lo que quiere el director ruso al texto original. Y, según el propio Lem, no fue una adaptación que le hiciera mucha gracia. Le pareció excesivamente melancólica, simbólica y reflexiva. Esto suele pasar cuando se encuentran poetas y novelistas. Tarkowski es poeta además de director de cine. Lem es novelista con unas características muy especiales. En la película se incluye una primera parte y un final que en la novela no aparecen. Son los lugares en los que Tarkowski reflexiona más y nos muestra su propia lectura. Pero esto debe quedar en anécdota. Tanto la novela como la película son autónomas y deben valorarse por separado. Una anécdota.

Kris Kelvin (Donatan Banionis) es psicólogo. Ha de viajar a un planeta lejano llamado Solaris para decidir si la misión espacial instalada en ese planeta es viable o no. Los tres tripulantes que habitan la estación (aunque su capacidad es mucho mayor sólo quedan ellos) envían mensajes confusos y alarmantes. Cuando Kelvin llega se encuentra con un panorama desolador. Uno de los tres tripulantes, su amigo Guibarián, ha muerto. Encuentra a Snawt (Anatoli Solonitsin) y a Sartorius (Yuri Yavet). Ambos intentan ocultar lo que tienen en sus habitaciones, tienen un comportamiento alterado y casi violento. Kelvin descubre que Snawt tiene un bebé en su habitación y Sartorius un enano. No entiende nada, claro. Pero él mismo recibe la visita de su esposa Hary (Natalia Bondarchuck), que murió diez años antes, después de ingerir veneno por no sentirse querida (por Kelvin). A cada uno se le aparecen recuerdos, sueños o cualquier fragmento de su mente. La tesis que manejan los científicos es que el océano del planeta Solaris es un ente vivo y pensante que puede influir en la mente de los tripulantes. Las materializaciones se componen de neutrinos (no de átomos) que se estabilizan por la influencia del planeta. Pues, sin entrar en detalles, eso es, más o menos, lo que cuenta esta película. Me refiero a la trama, claro, porque la película de Tarkovski va mucho más allá. La estética de la película no se parece a la habitual de este género. Ni vemos efectos especiales maravillosos (en realidad no los hay ni buenos ni malos), ni los trajes espaciales son sofisticados (en realidad los personajes visten del mismo modo que podrían hacerlo para comprar en unos grandes almacenes) y el mobiliario llega a ser clásico en al-


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con los aparatos, el espacio exterior, la gravedad o los agujeros de gusano, son accesorios y pasan desapercibidos. Él busca otra cosa: la explicación de lo que le sucede al ser humano gún momento (candelabros en las mesas, obras de arte en las paredes, libros…). Sirvan estos apuntes para que imaginen esa estética de la película. Pero Tarkovski es Tarkovski y conviene mirar despacio y con cuidado lo que enseña en pantalla. Por ejemplo, la geometría tiene una importancia notable. El círculo; eso que hace del hombre un ser en constante movimiento, eso que puede convertir el mito de Sísifo en nuestro día a día si no le ponemos remedio, si no vamos más allá de lo material; se dibuja constantemente en el espacio en el que se desenvuelven los personajes (ventanas, la propia estación espacial). Si sumamos el encuadre de la pantalla podríamos ver un intento de representación de lo que conocemos como cuadratura del círculo. Son frecuentes, por ejemplo, las tomas en las que la figura humana aparece con el círculo detrás. Sin entrar en más profundidades, lo que quiero decir es que el espacio acompaña al mensaje. Lo evoca y de esa zona debería llegar la reflexión del que mira. Ya sé que esto es difícil de ver. Por eso, pasados treinta minutos de proyección un quince por ciento del aforo, duerme plácidamente y se pierden el resto de la película. Estamos frente a una película de ciencia ficción con personajes que caminan en calzoncillos, vestidos con ropa convencional, mesas de comedor adornadas con candelabros. Nos explican el mundo desde un lugar lejano y perdido en el cosmos. Un lugar que no podemos entender sin entender el entorno más cercano, nuestro pequeño mundo, el personal. Y es que, en realidad, eso es lo que significa el género de la ciencia ficción. Y todo esto aderezado, bien con el preludio coral en Fa menor de J. S. Bach, bien con los sonidos electrónicos de Eduard Artemiev. Los espectadores van cayendo como moscas. Duermen o se aburren terriblemente. Todo es tremendamente lento, evocador, reflexivo, difícil de comprender. Para muchos un auténtico aburrimiento. Si no van más allá de lo que se ve en la pantalla no hay nada que hacer. Esa es la propuesta de Tarkovski. ¿Qué es eso que quiere contar el director de la película? ¿Qué esconde tanto rectángulo y tanto círculo? ¿A qué viene tanta melancolía en los personajes? ¿Por que Tarkovski añade un prólogo y un epílogo en su película si en la novela no parece? ¿Qué es Solaris? ¿Es necesario ser tan lento al narrar? ¿O es que no es tan lento ni tan insoportable. Voy a elegir algunas secuencias que creo que pueden servir de resumen (imperfecto) de la película y, por tanto, del tema que trata. Vuelvo a insistir en algo muy importante. Hablo de una película y no de la novela. Primeras escenas que se desarrollan en casa del padre de Kris Kel-

vin. Antes del viaje espacial. Tarkovski se recrea en mostrar la relación del protagonista con la naturaleza, con su planeta, se recrea en su pequeñez y en su incapacidad para comprender lo que oye o lo que ve. También en la falta de comunicación con su familia. Me gusta, especialmente, una escena que no parece importante y, sin embargo, es una de las claves para entender todo lo demás. Dos niños se encuentran. Se saludan y comienzan a jugar. Sin más. No hay prejuicios. Los adultos, sin embargo, huyen unos de otros, no logran entenderse entre ellos. La conexión de los seres humanos con su entorno y entre ellos se ha perdido. ¿Se puede progresar como persona en esas condiciones? Los niños se comunican entre ellos, quieren saber de los animales, reaccionan ante algo inesperado (una tormenta hace que corran divertidos junto a su perro mientras Kelvin ni se mueve, ni entiende lo que le pasa). La soledad del ser humano dibujada con una categoría fuera de serie. Un personaje que ya ha estado en Solaris le pregunta a Kelvin si quiere destruir lo que todavía no comprenden anulando la misión. Kelvin dice que tiene muy claro su objetivo y para ello ha realizado un estudio técnico mastodóntico. Sólo cree lo que ve, no le interesa nada más. El problema de lo trascendente, la mística de Tarkovski que se acompaña de música sacra, de la música de Bach. ¿Qué es conocer? ¿Hay algo más allá del objeto, es importante lo

simbólico o sólo cuenta lo científico? Tarkovski no ofrece respuestas. Eso es mucho más apetecible que un afán por enseñar. Llega la reflexión del espectador. O una siesta monumental. Kelvin llega a la estación espacial y escucha un mensaje grabado para él de parte de su compañero Guibarián (muerto). En el mensaje se deja entrever la causa de la muerte. No ha sido por miedo. Eso es lo que sabemos. Da igual cómo sucedió. Lo importante es la razón. Sabremos junto a Kelvin que la muerte se produjo por vergüenza. Esta vez alguien acaba con su vida por vergüenza. La que le causa ser de ese modo, sus recuerdos, los conflictos sin resolver, la cobardía para afrontar su propia vida, por no entender, la incapacidad de amar, de cuidar el entorno; en definitiva, la falta de humanidad. Otro de los conflictos que plantea Tarkovski. La solución en la mente del individuo. Sólo. El hombre ha de sentirse estafado por sí mismo. Durante la película, el propio Kelvin experimenta esa vergüenza, pero descubre que es a través del amor, del no renunciar a sí mismo, la única forma de remediar el desastre. El camino es el arrepentimiento, la búsqueda dentro y la

En ‘Solaris’, Kevin recibe la visita de su esposa Hary, que murió diez años antes.

En ‘Solaris’ la estética de la película no se parece a la habitual de este género

proyección sobre otros es la única solución. Amar. Kelvin regresa a la Tierra. Y este es el final que presenta Tarkovski, el culmen de esa expiación desde el yo. Kelvin vuelve al mismo escenario del que partió hacia Solaris. Ahora escucha, entiende. En la casa ve a su padre. Dentro de la casa llueve. Ahora comprende que todo es lo mismo, la lluvia, el padre, el paisaje. Agua cargada de simbología que cae sobre el padre. El agua tan necesaria para que la vida se produzca, para que pueda seguir su curso. Él se reconoce en ese microcosmos en movimiento, donde creó dolor y quiere que desaparezca. Arrepentimiento. Esta escena es una de las escenas más emotivas e intensas que recuerdo. Kelvin, enfermo, fuera de sí, vestido con la ropa interior y poco más, habla con su compañero en el pasillo de la estación espacial. Le dice «Al mostrar piedad nos vaciamos. Quizás sea cierto que el sufrimiento da a la vida un aire sombrío, lleno de sospechas. Pero yo no lo reconozco». Aquí está la clave de toda la propuesta de Tarkovski. Piedad, amor, entrega. De ese modo la plenitud del hombre es total. Para eso nace un ser humano. Sin ello todo es puro trámite, deja de tener sentido. A través del arte, de la literatura, del conocimiento del cosmos individual, de todo lo material, sabiendo que hay algo más de lo que vemos. Todo es simbólico. Detrás de lo que se ve está la realidad. Detrás de lo que queremos ver de nosotros mismos está el yo auténtico. Ya sé que esta lectura es muy antropológica y cargada de mística. Esto es lo que le molestaba a Lem. Tarkovsky se aleja mucho de la ciencia para adaptar la novela. Una escena más. Kelvin flota en el comedor de la estación espacial junto a la materialización de Hary. La falta de gravedad hace que floten entre candelabros con sus velas encendidas, entre libros. Un baile armonioso, casi perfecto. Kelvin ha comprendido cuál es el camino. Hary, también, el suyo. Todo sufrimiento es inútil. Se cierra el ciclo. Poco después, el océano de Solaris deja de materializar esos fragmentos de pensamiento de las personas. Sólo falta que Kelvin asimile que ese amor debe ser proyectado sobre la realidad. Por eso regresa a su casa. Muchos se duermen viendo la película. Es lenta, muy exigente. Los que no ceden y aguantan hasta el final hacen un viaje, un viaje parecido a esos que alguna vez hemos realizado pasando calamidades, a un lugar extraño y lejano, queriendo volver a casa de inmediato, de esos que, una vez digeridos, nos parecen fascinantes porque sabemos que ningún otro nos aportará nada semejante. Así es el cine de Tarkovski. Una maravilla. Pura reflexión. Una invitación a ella. ~


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Teatro

es_aladar... Madrid. El teatro es un vehículo de expresión que el ser humano ha utilizado, desde hace siglos, intentando explicar todo aquello que sucede en el mundo. ‘Liberto’ de Gemma Brió es un ejemplo claro de lo que debe ser una obra de teatro Sobre las tablas, el teatro trata de representar la realidad, de pasar a limpio el universo, de convertir el entorno y los estados de ánimo en algo que podamos aprehender, incluso corregir, para encontrar zonas en las que nos sintamos capaces de encontrar sentido a lo que sucede Gabriel Ramírez Lozano {Pasar la vida a limpio. Eso es lo que hace Gemma Brió en su obra Liberto. Ni más ni menos. Sin embargo, el texto no peca de personal o de búsqueda de respuestas para la propia autora. Liberto como obra de teatro se convierte en algo universal, en algo de lo que puede apoderarse el espectador, en algo que alcanza la línea de flotación de los que se remueven conmocionados en los asientos de la platea con la misma cadencia con la que lo hacen sus consciencias. Liberto habla de una alegría que se convierte en una pesadilla, del tránsito de un estado a otro y que modifica, definitivamente, la forma de entender las cosas de los personajes (insisto en que vemos personajes y no a la autora y actriz Gemma Brió intentando espantar fantasmas). En el escenario se dibuja la amistad sin condicionantes, la relación de pareja que se coloca sobre un alambre para hacer equilibrios improbables, las actitudes que se perfilan con monosílabos, la desesperación, la sorpresa ante lo que nunca debería pasar salvo que sea a otros; suena la música que matiza la acción desde el estruendo a la melodía más tranquila y evocadora. Sobre el escenario tres actrices. Gemma Brió es Ada. Tàtels Pérez es casi todos. Mürfila aporta la música, el sonido necesario para que todo fluya con mayor suavidad. Gemma Brió impetuosa cuando toca, desesperada y frágil cuando toca. Tàtels Pérez arrolladora, incansable. Mürfila en el lugar justo sabiendo que el trabajo fundamental se hizo mucho antes, al elegir partitura. Se interpela al público y se pone cara a los personajes que nunca veremos sobre las tablas, un rostro falso que damos por bueno. Son varios los registros que se utilizan en un desarrollo que no es lineal del todo. Alguna ruptura espacio temporal llega en el momento justo para descargar al texto de una lágrima fácil, de la compasión que no cabe. Liberto nace y no parece que su

Las tres actrices logran un ritmo constante en el escenario.

LIBERTO

Pasar la vida a limpio

vida sea compatible con nada que no sea la muerte. Las primeras batallas parece que se ganan para que aparezca la esperanza aunque nada llega que no apeste a muerte. Quince días que se convierten en una espiral lesiva que no conduce a ninguna parte que no sea a una despedida emocionada. Entre ironías, sufrimiento intenso, confusiones convertidas en certezas. El ritmo que logra Norbet Martínez, director de la obra, es constante y no deja sitio a parones en el desarrollo. Mueve con acierto por el escenario a las tres actrices y saca petróleo de los pocos objetos que se utilizan en la representación. La iluminación ayuda a que todo avance sin problemas. Pero dicho esto, hay que señalar unos pequeños problemas en el texto. Es sorprendente que la autora equivoque el enfado o la ira de sus personajes con un registro tan bajo de tono como es el que se construye sobre los tacos, sobre palabras que suenan mal y no aportan nada al estado emocional del personaje. Utilizar este recurso hace que el personaje se vacíe por sus cuatro costados porque alguien que no es capaz de expresar lo que siente si no es de ese modo se desinfla. Si, por ejemplo, cantar a Liberto La Internacional como símbolo de resistencia es un acierto, hacer que nuestro personaje utilice un lenguaje soez, una y otra vez, es un error. Por otra parte, utilizar referencias a los asuntos más actuales puede convertirse en un problema pasado un tiempo. Las críticas al sistema sanitario o a un político con nombres y apellidos funcionan bien hoy aunque no sabemos mañana. Y, por último, las críticas feroces a la deidad estarían plenamente justificadas (cada autor dibuja el universo como cree que debe hacerlo y eso sí que es sagrado) si, en realidad, esas críticas no estuvieran dirigidas hacia los estamentos clericales como así es. No es lo mismo una cosa que otra. A pesar de todo, Liberto (sobre todo en su segunda mitad) resulta emotiva, poderosa, atractiva; una obra que habla de todos nosotros, de nuestra moral, de nuestras ideas prejuiciosas que tanto aireamos hasta que la vida nos convierte en protagonistas de un problema que tantas veces hemos resuelto en una charla y que nos descompone si lo vivimos en primera persona. Liberto es una obra valiente que no se arrima a lo fácil en ningún momento. Es honesta. Es un trabajo que debemos celebrar. ~ LIBERTO. Teatro de La Abadía (Madrid) Hasta el 25 de octubre. De miércoles a viernes, 20.30 horas. Sábado, 19 y 21.30 horas. Domingo, 19.30 horas.


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Teatro Un clásico, mil veces representado, llega rebosando frescor, originalidad y atrevimiento. Una producción que logra dar lustre a la cartelera

EL BURLADOR DE SEVILLA

En busca de lo auténtico Entre los actores destaca la interpretación de Alex García (Don Juan Tenorio) –a la izquierda– y Manuela Vellés (Tisbea) –en la imagen de abajo–.

Gabriel Ramírez Lozano {Es difícil representar una obra como El burlador de Sevilla. Son tantos los fracasos y los triunfos que se arrastran desde hace tanto tiempo, son tantas las formas de interpretar el texto que se han disfrutado o sufrido en la platea de los teatros, que parece imposible aportar gran cosa a lo que ya se ha hecho. Sin embargo, los clásicos siguen pareciendo joyas que pueden pulirse sin fin. Con inteligencia, respeto por el texto, una dosis exacta de originalidad y el atrevimiento necesario, la producción del Teatro Español de Madrid, dirigida por Darío Facal, nos coloca ante una lectura de la obra (atribuida a Tirso de Molina) que resulta atractiva y muy, muy, interesante. La lectura que hace Facal busca más el erotismo o la ironía que el amor convertido en mito y la gracieta; busca más vías de escape que encorsetamientos de los personajes que no dejan ver su esencia. Y el reparto lo entiende a la perfección. Todos están muy bien aunque destaca Emilio Gavira (el Rey), Alex García (Don Juan Tenorio), y, sobre todo, una estupenda Manuela Vellés que encarna a Tis-

bea desde la insinuación y la emoción que se descarga sobre el público con fuerza. La música que acompaña la representación es todo un acierto. Tal y como debería ser siempre, acompaña la acción y a cada uno de los personajes, para descubrir su yo más intenso, más íntimo; el que interesa al espectador. Y no se muestra invasiva al tomar un protagonismo excesivo. Del mismo modo, la iluminación está muy cuidada y entronca perfectamente con el texto y las interpretaciones de los actores y actrices que se mueven por el escenario como si allí no pasara nada, con total naturalidad. Salvo un trabajo audiovisual que no aporta gran cosa al conjunto, la producción del Teatro Español representa una alegría para los aficionados al teatro y una posibilidad para encontrar en El burlador de Sevilla algo nuevo y fresco. ~ EL BURLADOR DE SEVILLA Teatro Español de Madrid Hasta el 29 de noviembre

‘Cuando deje de llover’, escrita por Andrew Bovell, es una obra estupenda por su texto y por la puesta en escena

CUANDO DEJE DE LLOVER

El círculo perfecto Gabriel Ramírez Lozano {Cuando deje de llover comienza con un grupo de personas corriendo bajo la lluvia. Cuanto más corren más pierden su rumbo. Porque, en realidad, lo que tienen que hacer (lo que hacemos todos) en caminar en círculo, repetir los errores ya cometidos por otros o por ellos mismos. Eso o elegir el momento en el que las cosas pueden ser cambiadas de una vez por todas. Pero correr sin ton ni son no, porque el círculo espera impasible, perfecto. Creo que así se podría resumir la obra. Sin entrar en detalles argumentales puesto que la estructura del trabajo de Andrew Bovell exige cierta entrega por parte del espectador. Las fichas del puzzle se van dibujando sobre el escenario y el encaje debe encontrarlo cada uno desde su butaca. Venganzas, amores, decepciones, miedos, pederastia o incomprensión, van salpicando las es-

cenas. Y, mientras, los personajes parecen desintegrarse al completar cada vuelta porque van sabiendo, porque su realidad se descompone sin remedio. La puesta en escena de Julián Fuentes Reta es sencilla aunque muy exigente con la platea. Exprime al máximo lo poco que tiene sobre el escenario. Son los propios actores y actrices los encargados de mover los elementos que entran y salen del escenario. Todo apoyado sobre una buena iluminación y unas proyecciones sobre las tablas que aun siendo muy explícitas se agradecen. La complejidad de este drama es grande y alguna ayuda no viene mal. Aunque, a decir verdad, la última escena resulta explicativa en exceso. Bovell debió pensar que había que contar de qué iba todo lo que sucedía en el escenario porque alguno no se enteraría del todo. Las interpretaciones están a un

muy buen nivel. Ellas estupendas, todas. Ellos estupendos aunque alguno un poco más soso, tal vez menos entregado, de lo deseado. Bien dirigidos, bien colocados. Propuestas como la que encontramos en Cuando deje de llover son las que se agradecen. No se trata de contar cualquier historieta al espectador. La gracia está en encontrar ese territorio en el que las preguntas afectan a todos, que nos hacen plantearnos las cosas importantes. Y Bovell atina con su texto. Y Fuentes Reta atina con su lectura. Y el reparto al completo atina al encarnar a sus personajes. Una suerte saber que están cerca. ~ CUANDO DEJE DE LLOVER Naves del Español-Matadero Hasta el 8 de noviembre Julián Fuentes en escena.


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