Excusas para hilar palabras

Page 1

eeeeeeeee excusas para

hilar palabras irma guillem sempere



Tras varios aĂąos de escritura impulsiva y poco acadĂŠmica, recopilo en este manual algunos de los ejercicios que me han ayudado a aproximarme cada vez mĂĄs a mi yo, no solo literario, sino cotidiano. Meros textos personales que tal vez puedan ayudar a que otras personas se encuentren en las letras.



Las palabras -Retales-

La página en blanco me llama para que las palabras la arropen en la confusión de su palidez. Mi mente es como esta página en blanco y al sentarme a escribir acuden las palabras, hiladas unas con otras, saliendo en suspiros por las yemas de mis dedos. Las letras son unos símbolos humildes que al plasmarlos en una hoja me cuentan lo que me pasa, mucho antes de que me dé cuenta. Aunque también ocurre que, de vez en cuando, una palabra se queda atravesada en alguna parte de mi cuerpo. A veces se queda en la cabeza retumbando incesantemente hasta que se vuelve inteligible, y es como una nube gris que confunde la dirección de mis ideas. Otras veces, la palabra se vuelve caprichosa y cuando ya casi está saliendo decide quedarse anclada a mi garganta, dificultándome la respiración, y no sabe lo que quiere, y tan rápido aparece como desaparece, y si no desaparece se deja caer hasta mi estómago y ahí queda revolucionada, amarrada a mis entrañas con furia, indignada por no ser libre. También hay otra serie de palabras que están hechas de agua y que como la lluvia, se quedan varadas en los rincones más bajos, que son los pies y las manos. Pero para sacar a todas ellas no hay mejor remedio que la escritura.


Escribe para saber quién eres y qué llevas dentro. Conoce la vida y el amor, y la alegría, y la frustración, y la tristeza, a través de garabatos. Palabras que quedan en un papel, que luego se pronuncian, y se escuchan de bocas. De la tuya, de otras. Se escuchan y se leen, y se acarician y estremecen. Las palabras que no se dicen quedan sepultadas produciendo hemorragias tormentosas, que atormentan. Que lloran y, que con el tiempo, te acabarán matando. Esas jodidas palabras, escríbelas en una hoja, porque las palabras eres tú. Y tu forma de decirlas eres tú. Y tu forma de unirlas eres tú.


Ejercicio descriptivo del retrato que pintó Picasso a Ramón Gómez de la Serna, escritor que inventó las greguerías (breves composiciones humorísticas escritas en prosa sobre temas cotidianos) -2012-

Ramón se estaba ahogando en un Madrid gris, por eso se encerraba en su habitación a escribir irónicas frases que retumbaran en sus oídos. Su mujer le observaba consternada. Si le preguntaba algo él lo anotaba pero no respondía por eso no le preguntaba nada más. Simplemente lo miraba desde el marco de la puerta, con sus pestañas largas y tristes y los labios sellados por la inocencia. Ramón tenía tres caras que pensaban en una sola cabeza. La parte frontal era blanca y te escrutaba de arriba a abajo y de dentro a fuera con un terrible ojo verde, verde como su lado derecho, que era el lado analizador, crítico, delator. Mientras que su lado izquierdo era amarillo y era el noble. Tan noble que trataba de aligerar los pensamientos letales del lado derecho. Con el enorme ojo detector de torpezas Ramón mandaba unas señales que su lado derecho analizaba: a este no le gusta comer porque de pequeño nomás que comía papa. Y aquí el lado derecho, que entendía todos los pesares de las almas, moldeaba la crítica y salía: Nunca es tarde si la sopa es buena.


La habitación -2011-

La habitación es una conquista del espacio. Bueno, una habitación es solo eso: un cuarto con una cama, y así hay miles de habitaciones. Pero cuando una alquila una habitación en un piso nuevo, en un barrio nuevo, en una ciudad nueva, e incluso en un país completamente nuevo; la habitación se convierte en esa burbuja capaz de cobijarte durante la tempestad. Yo hoy pierdo mi isla-habitación. Me toca empaquetar lo acumulado por estos meses y marcharme. Perder mi caparazón por un mes para luego seguir conquistando y esparciéndome en el espacio. Cuando yo llegué a esta última habitación de la que hoy me despido traía más bien poco conmigo. Puse mis cuatro o cinco libros en la pequeña estantería, el cuaderno al lado de la cama y las tres camisetas de manga corta, dos de manga larga, un pantalón corto y un único vestido en la cajonera. Miré a mi alrededor y todo me pareció insulso y sucio, y pensé: - Bueno, total, es solo para dormir... Limpié bien el cuarto, le quité las telarañas del techo, aspiré el suelo, coloqué las sábanas, el edredón, la mesita que Olga me había dejado al irse y, como primer triunfo sobre lo desconocido, clavé mi primer cuadrito. Este pequeño detalle del cuadro es lo más importante. Es ese cartel que le comunica a las paredes que te rodean que ahora te pertenecen, y al igual que cuando a un cachorro perdido le pones un collar con unas caricias y te mira de


forma enternecida y con respeto; de esta forma, el cuarto, reblandecido, se apiada de ti y se deja rediseñar. Así que la primera noche que duermes en ese espacio te preguntas: ¿qué hago yo aquí? Y la última noche te dirás: Después de aquí no va a ser lo mismo... Y solo será un cuarto más de nuestra vida. Un cuarto, habitación, dormitorio más. Otro factor importante para que un cuarto sea de verdad tuyo es una planta. Es algo de lo que solo me he dado cuenta ahora, pero esa planta va a dar vida a tu cuarto por sí sola, con lo que en los momentos que tú no estés presente esta planta será la encargada de hablar con el espacio y explicarle lo que son tus sentimientos. Porque las paredes te van a ver llorar y reír durante el periodo que te cobijen, pero ellas, como paredes que son, no van a entender el porqué de tus acciones... Así, la planta, como ser vivo que es, será la encargada, como decía, de explicarle a las paredes cómo duelen algunos sentimientos y cómo alegran otros. Las paredes, con el tiempo, adquieren sabiduría, y es por ello que una pared vieja siempre acogerá mejor que una nueva. El espejo. El espejo es un elemento que se encuentra en bastantes habitaciones. A mí por lo general no me gusta tener un espejo cerca, o al menos tan cerca. Aunque este año mi habitación venía equipada con uno. Espejo que fue cambiando de sitio al igual que el resto de los muebles del cuarto, en esa búsqueda incesante de encontrar su espacio. El caso es que el espejo se quebró durante esta búsqueda, y ahí quedó, roto y desencajado sobre la cajonera, justo


al lado de la cama. Poco a poco postales, fotografías y notas fueron cayendo sobre él aportándole color y experiencias. Se fue llenando de polvo, y las grietas se exageraron más todavía. Así fue como noche tras noche, al acostarme, vi cómo este espejo me devolvía una imagen de mí cada vez más parecida a la que encajaba con lo que yo era o quizá aún siga siendo. La planta hizo muy buen trabajo con este elemento. O dicho espejo entendió muy bien su función. Mi mesa de noche nunca tuvo lamparilla. No la tuvo porque nunca me llegó el cable hasta ella, así que la lámpara se quedó en el suelo, trepando algunas noches a algún cajón. Aun así, la mesa de noche nunca se sintió sola. Siempre estuvo acompañada de libros, cuadernos y notas. Por todas partes, y esto la dotó de una gran personalidad y la hizo merecedora de mi adoración y fidelidad, porque es una mesita de noche sin cajones, pero con tres niveles, y es azul. Y en las épocas en que se fundían las bombillas de las tres diferentes lámparas que la acompañaron, me ofreció una luz mágica con las velas que trajo de quién sabe dónde. Por eso y por tantas ideas que me dejó esparcidas en papeles y sueños, yo siempre trataré de evocarla en mi recuerdo cuando juegue a recordar objetos perdidos. Junto a aquella mesa de noche de Madrid... Y no cabe omitir que en este cuarto sin escritorio ni silla la reina y gobernadora es la cama. Esta señora vestida de rosa que me acuna ahora mientras escribo esta historia. Mientras el sueño desvelado vuelve de nuevo a


mis ojos. Y es la gobernadora porque, al igual que el cuadro, coronó este cuarto y fue la segunda conquista. El día que yo dormí aquí por primera vez encontré que lo que debía ser mi cama era una plataforma sucia, poco confortable y con una barra de hierro en el medio. La razón de esto es que era un sofá cama, pero en mi vida de surfeadora de sofá nunca me había podido imaginar que existiera una cosa tan incómoda... Así que lo intenté e intenté por una temporada, durante ese periodo de resistencia de asentarme en un sitio. Y al final, resignada, conseguí un colchón decente, y le coloqué unos palés debajo para elevarla y así quedó fijada la segunda conquista. La planta, de la que ya he hablado, fue el tercer paso. Y el último fue el móvil. El móvil, regalo de Niko por mi cumpleaños, se ha convertido en el eje central del cuarto. El cuarto gira ahora entorno a él en vez de ser este el que gire alrededor del cuarto. Es un móvil de flores, en tonos azul, rosa y amarillo. Cae de la lámpara justo encima de la cama, como una lágrima de alegría. Como una carcajada. Y con una felicidad y tranquilidad admirables. Elegante y sensual. Hechizador. Este será el último elemento que menciono en esta lista que compone mi cuarto. Otros importantes son los mapas, el tocadiscos y los mismos vinilos, los cuadros que fueron poblando las paredes junto con posters y más postales o marca páginas, el colorido molinillo de viento o las cajas de conchas marinas. La


madera pintada donde dejo el cepillo de dientes y las cremas. O las perchas que dejan constancia de nuevas texturas y formas en las paredes lisas y largas. Ya es de día. Empecé este relato en un desvelo y ya es de día. La noche pasó. Mi última noche en este cuarto. Ya nada volverá a ser lo mismo. Nuevos cuartos girarán en torno a nuevos móviles... pero nunca más será como en este cuarto. Déjenme rectificarme, pues no me puedo despedir sin hablar de la ventana. La ventana que ofrece mi intimidad al mundo. A través de mi ventana solo se ve un arbolillo que cada vez se acerca más a ella, y el cielo. La ventana da a las escaleras por las que se llega a la casa y por ello cada vez que alguien llega puede ver si estoy en el cuarto o no. Por eso, si no quiero que me vean, tengo que cerrar las cortinas. Cortinas a las que di la vuelta en su día para que el cuarto pareciera menos pequeño, porque estas cortinas son estampadas por un lado y blancas por el otro, y yo preferí la blancura, la claridad, la tranquilidad. Pero en este cambio se descolgaron unos enganches y ya nunca se pudieron cerrar del todo. La única opción ahora es sujetar los extremos en el medio con una pinza, y aquí surge la poesía para mí de esta ventana, y es que aún cerrada me deja mirar el cielo. Y ahora me deja ver que el día está clareando rápido y que ya sí, de una vez, debo dejar de añorar lo que me queda por unas horas más y disfrutarlo como se merece... o como me merezco....


Ángela -2012-

Ángela estaba apoyada en la repisa de su ventana. Lo mismo hubiera dado decir que estaba contemplando una baldosa pintada de su cuarto, una corrida de toros en la calle o un cometa atravesando el cielo, porque la verdad es que Ángela en este momento no veía nada, tan ausente se encontraba dentro de ella misma. Si le hubiéramos preguntado qué pensaba no nos hubiera respondido. Ni un solo músculo de su cuerpo hubiera delatado que nos estaba escuchando. Ni un sentido nos hubiera percibido. Era otoño, los días aún eran largos pero este mismo venía a su fin. Así que Ángela, apoyada en su ventana, estaba bañada por una luz anaranjada que teñía toda su piel dándole el aspecto de un melocotón. Sus brazos, llenos de bello rubio tenían ese toque aterciopelado de los melocotones de calidad. Podríamos comérnoslos a bocados, dulces, mientras el líquido de su espíritu nos chorrea por la barbilla. Suave y fresco. Llevaba una bata amarilla y blanca, todavía estival, la cual se ceñía a su estrecha cintura. Quizá demasiado estrecha. Uno podía apreciar los huesos de sus caderas marcados en la caída del vestido. Quizá demasiado puntiagudos. Y sus piernas no muy largas, infantiles, con pequeñas marcas de alegría repartidas aquí y allá, pequeñas marcas de aventuras en los árboles-fortaleza. ¿Qué estabas pensando Ángela?


No me acuerdo, es solo un cuadro lo que me estás describiendo. Podría estar pensando cualquier cosa, cualquier nada. Y sonríes tristemente porque intuyes que en realidad no estarías pensando nada importante pero la descripción de la escena ha quedado demasiado linda para aplastarla con la sencilla verdad. Después de media hora de permanecer en la misma postura, con la misma expresión, tranquilamente empezó a dar unos pasos en dirección contraria. En el marco de la ventana, ahí donde su brazo había estado apoyado, se quedó un pequeño rastro de almíbar reflejando las últimas luces del día. Poco a poco la oscuridad fue invadiendo la habitación.


Elexus -2013-

Finalmente se había escapado. O eso era lo que parecía debido al estado de melancolía en el que se encontraba la casa. Una casa grande, completamente vacía. Con ligeros suspiros de viento que salían de los cajones y cruzaban los cuartos, desorientados, para acabar adentrándose en otros cajones, o baúles, o reflejos de espejos cóncavos. Un ruido extraño llegó de la parte trasera. Era un conejo blanco, tan grande como un perro, que cruzaba el patio provocando una lluvia de frutos de los árboles ahí plantados. El conejo encontró un hueco en la valla y salió directo al río, donde se lo llevó la corriente. Volvimos al interior, consternados por el espectáculo e intentando suponer qué había vivido aquella casa en sus últimos años. Mi hermana encontró un tintero rojo en un escritorio y lo abrió para comprobar si la tinta todavía servía. Olía a flores, lo que le provocó unas ganas insaciables de escribir. Buscó como loca algún papel entre los cajones atrancados. No encontró nada así que con un trozó de astilla comenzó a escribir en las paredes: Přišlo jaro tuam. Cover countertops aperit caveis stare circa eam. Duša od predmeta što proučavati misli et scrutentur vos anima somnia cinerum coaptarentur in praesenti. Et veniet je došao antem vere frigus aeris Nubila.*** No entendimos nada pero nos sentimos muy bien a partir de ese momento. Salimos al jardín y recolectamos los frutos del suelo. Luego nos dedicamos a limpiar la casa y a preparar mermeladas que distribuimos entre los


vecinos del pueblo. Aquel fue el mejor año de nuestras vidas. Pero, luego llegó aquel pariente lejano que había heredado la casa. Decidió tirar todos los muebles y comprar unos nuevos. Por algún motivo que desconozco a partir de ahí la gente se sintió traicionada y poco a poco y en silencio fueron abandonando el lugar. A la siguiente primavera Elexus ya era un pueblo fantasma.

***La primavera ha llegado a tu casa. Cubre las encimeras y abre las jaulas para que todo revolotee en ella. El alma de los objetos te escruta el pensamiento y las cenizas de los sueños se reconstruyen en el presente. La primavera ha llegado a la casa y el aire sopla fresco y soleado.


Poesía: Mientras soy fuera de las palabras -2013-

Mientras soy fuera de las palabras tengo poderes mágicos que rinden corazones y saben aplaudir a seres ilustres. Fuera de las palabras, los sentimientos marcan el ritmo de la vida de las cosas que más me gustan. E imágenes nítidas se plasman en la cubierta de mi lengua. Tiendo la ropa a secar y la historia llega perfectamente enlazada entre los hilos que despliego con cuidado. Camino bajo la lluvia y las palabras se enredan en mi pelo y se posan en la punta de mis pestañas, dándome ese aspecto de vida del que las usa. Pero después de ésta fugaz aparición, me toca jugar a la gallinita ciega con ellas y en vano, trato de franquear el muro entre la comunicación y la comprensión. Busco en los recovecos, en las entrañas del infierno y solo a veces, ayudada de unas largas tenazas logro sacar a las escabullidas. Una vez las saco y consigo asentarlas


me quedo un rato, pasmada, mirando sus fisionomías. Pequeñas hormigas en cadena recorriendo el camino del papel. Apareciendo en él al compás de mis dedos que van tanteando el teclado, reconociéndolo. Hasta me saben dulces en la boca y, a veces, deshacen mi lengua.


www.elpanelpuzzle.blogspot.com @

T_tormento


-2015-


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.