Quizás volver al Sur

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Quizás volver al Sur Granada 2013 Autor: Francisco Vida Verdú pvidaverdu@gmail.com Fotografía: Francisco Vida, Juan Benítez, Ángel Fernández-Miranda y Manuel Guerrero.

Blog del viaje: http://caminoaushuaia.blogspot.com.es Disponible en http://issuu.com/pacovida/docs/integral

Colaboración en la maquetación: Taller del Sur Comunicación Impresión: Aeroprint Depósito Legal GR- 602-2013


QUIZÁS VOLVER AL SUR Noviembre 2011 Febrero 2012


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Estos versos y fotografías son los majanos de un fantabuloso viaje de tres meses por Argentina y Chile, cuyo itinerario se refleja, más o menos, en su secuencia. Cuatro amigos me acompañaron y nos soportamos durante buena parte del mismo. Para ellos - Mª Jesús, Manolo, Ángel y Juan - es mi dedicatoria. Por agobiarles con chácharas superfluas, en contra del precepto gongorino muda la admiración, habla callando y para que no sean los únicos afectados, amén de satisfacer mi propia vanidad, publico estas postales en forma de sonetos. Con ellos sólo pretendo evocar y retener para siempre en la memoria los mágicos instantes y alucinadas sensaciones que nos ofrecieron las tierras sudamericanas. Y rendir agradecido tributo a chilenos y argentinos, que tanto contribuyeron a que fuese aquél un viaje inolvidable. Granada, Diciembre de 2012

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...ya no quedan im谩genes del recuerdo; s贸lo quedan palabras. Borges

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VUELO Penumbra funeral en la cabina, rumor a media voz de mal agüero, más el desesperante, plañidero lamento del rotor y su turbina, conjuran impotencia que domina los tristes pensamientos del viajero en cárceles de nubes prisionero sobre la vasta soledad marina... Cercado por atávicos terrores, maldigo el arrogante movimiento de máquinas con frágiles motores y, desterrado el sueño de mi asiento, escruto las tinieblas exteriores mientras abajo espera el mar hambriento.

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REGINA CAELI AUSTRALIS Mira la Cruz del Sur, lumbre andariega, bitácora estelar, a cuyos vuelos, tras el confín de océanos y cielos, el tajamar andino se doblega. La Cruz, la Cruz del Sur: síguela y llega más allá de rugientes paralelos al último radiante de los hielos donde la luz antártica te ciega. Atrévete a ceñir dos hemisferios, a circunnavegar mares australes, igual que el leviatán de polo a polo; así, bajo la Cruz y sus misterios, mecido por eternos vendavales, podrás, como el albatros, volar solo.

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PENÍNSULA VALDÉS Ajenos a sus propias dimensiones, gigantes al trasluz de amaneceres disfrutan con benévolos placeres bebiéndose la mar a borbotones. ¿Quién fue capaz de levantar arpones contra la majestad de tales seres? ¿Quién hirió con sangrientos alfileres sus misericordiosos corazones? Que Dios tenga piedad del arponero hundido con su nave y con su acero en húmedo sarcófago de arena; y pueda restallar sobre las olas con francas y valientes fumarolas el alto surtidor de la ballena.

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BARILOCHE Querrán amortajarte los volcanes con un sudario pálido de tiza y no podrá el sabor de la ceniza jamás acibarar tus arrayanes. Ni mancharán de sucios alquitranes el lago azul por donde se desliza la góndola del Sol, plata maciza imán de forasteros capitanes. Eres luz, Bariloche, que no pueden oscurecer las fraguas de Vulcano con vórtices de polvo en el aliento. Y esas nieblas odiosas que te agreden se llevarán las ráfagas de viento por las puertas brillantes del verano.

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RUTA 40 Caminante de España, peregrino que buscas sacrificio en vez de halago: a la vuelta del mundo hay un camino aún más Camino que el de Santiago. A diestra mano, el espolón andino y un páramo a siniestra, que es amago de la pampa sin fin y del cansino andar y andar por un desierto aciago. Da tus pasos al Sur, hasta que llegues donde la mar al continente afrenta batiendo la soberbia de sus pliegues. Y al refrescar tu huella polvorienta es el momento de que te sosiegues porque has sobrevivido a la Cuarenta.

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MONTE FITZROY Al cielo de las pampas infinito con un ceño de nubes por frontera, opone la pujante Cordillera sus firmes alabardas de granito. Cerro Torre y Chaltén, pasión y mito, dramática leyenda montañera, son muro vertical más que ladera; dan alas al terror y voz al grito. Cuánto quisiera yo domar sin miedo las míticas paredes y las grandes alturas panorámicas icónicas... Mas, falto de coraje, sólo puedo trocar el espinazo de los Andes por las inmensidades patagónicas.

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PERITO MORENO Yo quiero compartir sin profanar con huellas de pisadas indiscretas, medrosas de sus témpanos y grietas, la blanca pesadumbre del glaciar. Porque no pueden sorprender al mar con sus fantasmagóricas siluetas, sollozan entre lágrimas secretas los hielos peregrinos sin hogar. Lloran también de los acantilados millones de fragmentos plateados y al fin todo ese llanto se desata en dádivas al lago, su destino, que fulge con el nombre de Argentino por troquelar sus márgenes de plata.

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TIERRA DEL FUEGO El albatros, viajero de los mares, los mares erizados de galernas, galernas engendradas por glaciares, glaciares que ya son nieves eternas. Nieves eternas en el fin del mundo; mundo gris, con fatídicos entornos, entornos del cruel Cabo de Hornos, Hornos lares del pájaro errabundo... Errabundo y al filo de la nada, nada más dulce que sentirse preso, preso del Sur, sin culpa ni condena. Ni condena más triste que el regreso: regreso de una tierra desolada, desolada también por nuestra pena.

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LLAO LLAO ( Cyttaria darwinii ) Sobre las tristes, solitarias, playas en los bosques de lengas olvidados, vi racimos de glóbulos dorados colonizar meridionales hayas. Hongos tan dulces como dulces bayas, exiguo don de los benignos hados a míseros indígenas armados de toscos pedernales y azagayas. ¿Dónde fueron los indios patagones onas, alacalufes y yaganes, qué fue de su memoria, de sus vidas? Hoy sólo mora el viento las regiones donde razas, culturas, etnias, clanes, borraron otros vientos genocidas. - 25 -


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HMS BEAGLE Costas del Cono Sur, milla tras milla, descubren el misterio en cada escala, de tierras que sorprende y circunvala el surco roturado por tu quilla. Granero de razón hecha semilla, vinculas los pretéritos del ala con la estirpe del saurio que resbala por ásperas rompientes en la orilla. Levantas a tu paso tempestades de lúcida pasión y no de viento, con el veraz clamor de las edades y das al arsenal del pensamiento contra supersticiones, realidades, contra revelación, conocimiento.

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Soy el albatros que te espera en el final del mundo. Soy el alma olvidada de los marinos muertos que cruzaron el Cabo de Hornos desde todos los mares de la Tierra. Pero ellos no murieron en las furiosas olas; hoy vuelan en mis alas hacia la eternidad, en la Ăşltima grieta de los vientos antĂĄrticos. Sara Vial

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CABO DE HORNOS En el final del mundo hay un ave que espera con alas desplegadas, hambrientas de volar, vuestras almas henchidas de la pasión viajera, marinos sepultados por la furia del mar. Donde el Cabo de Hornos oculta sus siniestros escollos puntiagudos bajo la tempestad, en alas del albatros cabalgaréis con vuestros espíritus errantes ebrios de eternidad. Las ráfagas antárticas de ventiscas polares os llevarán de nuevo a procelosos mares y seréis para siempre caballeros del viento, vigías de las olas, veleros sin destinos, pero ya nunca muertos, intrépidos marinos, mientras aquellas alas os den al firmamento.

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NEURAS DEL CAMINANTE Adolezco de un síndrome viajero por la cuerda del pozo conocido, que surge a la mitad de un recorrido y vuelve atrás al más aventurero. En medio de un viaje placentero te vienen ganas de volver al nido; inviertes de tus pasos el sentido y tornas otra vez al agujero. El síndrome fatal te da coraje, ya que parte por dos cualquier viaje cuando falta quizás el mejor trozo. Por eso hay que llevar en el hatillo unas buenas tijeras o un cuchillo para cortar la cuerda de aquel pozo.

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PUERTO NATALES No dejaré de ver en lontananza cuando me lleve el mar, como la vida, esa dársena rota, malherida por el seno de Última Esperanza. Menoscabados troncos, alianza de firme resiliencia, tan unida que ni el trueno glaciar los intimida ni el hielo del fiordo los alcanza. Está mi corazón, Puerto Natales, desarbolado y náufrago en los bellos ribazos de tus límites australes. Vencido por la súplica de aquellos cisnes interrogando litorales con el oscuro signo de sus cuellos.

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TORRES DEL PAINE Talladas por heleros sempiternos, tres torres altaneras cual ningunas, reflejan en las cándidas lagunas un linaje glaciar de mil inviernos. ¿Qué colusión de vómitos internos alzó las negras lavas de sus cunas y coronó de caperuzas brunas las crestas afiladas de sus cuernos? Hay un brillo de ópalo en su base donde un estanque pálido rebosa cuando el hielo se funde al Sol que abrasa. Y, al cabo, será el hielo quien arrase su triple soledad majestuosa que sólo turba el cóndor cuando pasa.

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PROCELLARIA OCEANICA Los viejos galeones, carabelas, aquellos carismáticos veleros, no subordinan ya sus derroteros al viento del Pacífico en las velas. Pero dejan idénticas estelas fugaces en la mar sus herederos, que toman por efímeros senderos los petreles, albatros y pardelas. ...Y seguirán cerniéndose las aves sobre futuras sendas de otras naves con hélices en vez de arboladura; por más que prevalezcan diferentes alas, embarcaciones, continentes, el inmortal Océano perdura.

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CHILOÉ Alegres palafitos de madera resueltos a zarpar, casi navíos, impávidos al viento y a los fríos besos de la pleamar en la ribera: portal del horizonte donde espera el lívido Caleuche en los bajíos, lanzáis abigarrados desafíos al rostro de la nubla Cordillera. Cromáticos fortines pescadores, aunque no sé si bogaréis un día usando vuestros zancos como remos, siempre iluminarán esos colores cada rincón de la memoria mía y al fin del mundo nos encontraremos.

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CURANTO Con tal de cautivar los sentimientos despliega Chiloé todo su encanto sin desdeñar sentidos y, por tanto, son pura tentación sus alimentos. Frutos de mar y tierra suculentos que nalcas apadrinan con su manto, sucumben a los ritos del curanto y lanzan sus aromas a los vientos. Almejas, picorocos y choritos subliman diferencias con el chancho en un compás de sápidos niveles y surgen del hogar profundo y ancho montañas de manjares exquisitos cubiertas de milcaos y chapaleles.

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ISLA NEGRA Tú, que fuiste crisol de tantas cosas y párvulo feliz con su presencia, las has dejado todas en herencia al mismo litoral donde reposas. Vidrios y caracolas, mariposas, forja, cincel y alfar en convivencia con el arte mayéutico y la ciencia de conformar tus manos prodigiosas un canto general con cada objeto, un laberinto mágico y secreto, una saloma torrencial y muda, que sólo escucharán los mascarones errantes por pasillos y salones de tu casa en el mar, Pablo Neruda.

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VOLCANES Cuántas veces rugió la Pachamama, cuántas bocas abrió, cuánto metal brotó de su regazo maternal con chorros de vapor, ceniza y llama. Qué dolores de parto en Atacama, qué muros de basalto y de cristal levantan catedral tras catedral en rigurosa, interminable trama. Columna vertebral del Continente, cada volcán es lanza, flecha o diente que al mar perseverante desafía. Y al Norte mineral suben del Sur, - Osorno, Tronador, Licancabur... sus conos de implacable geometría.

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ATACAMA El Sol del Altiplano se equivoca cuando fulmina el mar y siembra sales, porque han multiplicado sus cristales la sed incandescente de la roca. Yunque de magma y luz, el yermo troca mil g茅iseres en tibios manantiales que dan a los sedientos minerales limosna tan cordial como tan poca. Bajo la seca piel al rojo vivo de cegadora sal y ardiente duna, hay un raudal inc贸gnito cautivo esperando que al Valle de la Luna vuelvan las aguas idas sin motivo para resucitar desierto y puna.

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CARDONES ( Trichocereus pasacana ) Esos postes prehistóricos hirsutos de fustes al crecer petrificados, son entre las quebradas y nevados monarcas y señores absolutos. Actores de marciales atributos, en son de libertad movilizados, fingieron trampantojo de soldados para recolectar épicos frutos. Esas recias columnas alveolares, acentos de la música puneña, custodian el Tin Tin y los hogares del indio que camina mientras sueña por cárcavas desérticas andinas, contiendas del cardón y sus espinas. - 49 -


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HUMAHUACA Viracocha, señor de los señores, tras concebir el mundo de la nada, diseminó por toda la quebrada su celestial paleta de colores. Vino después el inca y sus labores con savia de los Andes encauzada, prendieron una verde llamarada y la policromía de las flores. Locura de pintor, delirio coya, estratos amarillos, verdes, rojos, color sobre color en cada cerro desde cuya pared, vitral y joya, palpitan en el fondo de los ojos venas de cobre y corazón de hierro.

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JUAN EN MACHU PICCHU Lejos de mí, desparramado en Salta renuente a perseguir mitos lejanos, extiendes por los cielos peruanos el fuego de la llama que me falta. Enfrente de tu cumbre, la más alta muralla de perímetros arcanos alzada por extintos soberanos, pared astral que sólo el tiempo asalta. Por no retar al cóndor en su nido, razones y pretextos baladíes hurtaron mi propósito del tuyo; pero cuánto mejor hubiera sido ganar desde los valles calchaquíes las atalayas del Tahuantinsuyo.

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SETAS Imagen otoñal, vivaz alfombra producto de hojarascas y tocones, ejércitos del bosque en los rincones, aliadas con el musgo entre la sombra. Quién sabe el sortilegio que las nombra, los turbios protocolos, las razones que mueven sus quiméricas legiones cuyo lábil imperio nos asombra. Debajo de las yungas y pradera, una matriz reticular extiende sutiles filamentos, en espera de lanzar sus carpóforos allende; y cada tumescente semiesfera será dulce morada para un duende.

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ESTEROS DEL IBERÁ Decidme, correntinos, cómo fue que, próximas al río Paraná, las aguas germinaron y son ya somero pantanal bajo mi pie. Almácigas flotantes que dan fe de pánicos revuelos, cuando está mirando su bastión del Iberá con ojos de topacio, el yacaré. Ocultos en el verde laberinto urdido por nenúfar y jacinto, acechan terroríficos luceros. Rendijas de cristal, gélidas llamas, vanguardia de mandíbulas y escamas que no conceden paz a los esteros.

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IGUAZÚ Allá donde coinciden tres fronteras y dos cauces también de sendos ríos, acuden a morir los pocos bríos que restan de mis hégiras viajeras. Allá, por entre ceibos y palmeras, presagian el jaguar escalofríos de luces tiritando en los sombríos linderos bajo las enredaderas. Esa muralla tropical de vida detiene mi carrera enloquecida y me confortan indolencias gratas, ajeno a la deriva del torrente anónimo y sonámbulo de gente que viene a devorar las cataratas.

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REGRESO Por fin, por fin termina este viaje que mis expectativas sobrepasa; cruzando el ancho mar, retorno a casa cansado de arrastrar el equipaje. ¿Qué aduana, frontera ni peaje dejé de traspasar y en qué se basa mi contumaz presencia entre la masa sedienta de violar cualquier paisaje? No sé por qué vagar sin fundamento, pudiendo ser feliz cada jornada con libros y el sillón donde me siento. Si quiero caminar, mejor Granada y si es fatigar nieves lo que intento, no puedo pedir más: Sierra Nevada.

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BITテ,ORAS Fundir en un sendero de renglones las treguas del sudor con la escritura es como destilar literatura de tantas montaテアeras excursiones. Rememorar aquellas sensaciones en cテウmodos trayectos de lectura; subir al monte desde la llanura sin botas ni mochilas ni crampones. Volver a dilatar los horizontes que brinda la gentil Naturaleza sin tener que trepar altas paredes. Porque, saciados ya de tantos montes, amamos cultivar nuestra pereza en las pantallas de la Red de redes.

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PUNTO FINAL... He viajado por Chile y Argentina, escuchado el crujir de los glaciares, poblé de nuevos astros nuevos mares, di vértice al volcán, luz a la mina. Supe que la mirada no termina en el límite sur de nuestros lares; hallé viejas culturas y lugares perdidos en América Latina. No recorrí medio planeta en vano, ni serán alejados de mi mente entre tanto recuerdo americano, dos que son contenido y continente: el idioma español, no castellano y la cálida entraña de su gente.

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… O NO Besar el pie del indio en Punta Arenas, morder el fruto azul del calafate, serán manumisión que desbarate las áncoras del tedio y sus cadenas. Recobrarán el pálpito mis venas con la clarividencia del rescate y la voz de su pulso, donde late un trémolo de flautas y de quenas. Quizás volver al Sur sobre mis pasos... Rendido al esplendor de los ocasos que dan a luz insólitas estrellas, iré por los fiordos y canales dejando atrás zozobras, penas, males, hasta que el mar austral borre mis huellas.

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OCEANUS VINCULA RERUM LAXET NEC SIT TERRIS ULTIMA THULE Séneca

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ÍNDICE

Pag.

VUELO 9 REGINA CAELI AUSTRALIS 11 PENÍNSULA VALDÉS 13 BARILOCHE 15 RUTA 40 17 MONTE FITZROY 19 PERITO MORENO 21 TIERRA DEL FUEGO 23 LLAO LLAO 25 HMS BEAGLE 27 CABO DE HORNOS 29 NEURAS DEL CAMINANTE 31 PUERTO NATALES 33 TORRES DEL PAINE 35 PROCELLARIA OCEANICA 37 CHILOÉ 39 CURANTO 41 - 71 -


ISLA NEGRA VOLCANES ATACAMA CARDONES HUMAHUACA JUAN EN MACHU PICCHU SETAS ESTEROS DEL IBERÁ IGUAZÚ REGRESO BITÁCORAS PUNTO FINAL... … O NO

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Este libro se terminó de componer en Granada por el viajero, poeta, maquetista y editor Paco Vida, llevado todo el rato de la manita por Pepe Morales, de Taller del Sur Comunicación, sin cuyo magisterio, paciencia y conocimientos, las pretensiones del autor hubieran sido irrealizables. Para su composición se ha utilizado la fuente Times New Roman, tipografía del tipo serif encargada por el periódico The Times en 1931. Diseñada por Stanley Morison, Starling Burgess y Victor Lardent, fue publicada por primera vez por Monotype Corporation en 1932.





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