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A03 TEXTOS PARA EL MATE

1. LA ARQUITECTURA COMO ENFERMEDAD CARLOS CACHON. 2. DE LO UNIVERSAL E IDEAL,A LO LOCAL Y COMÚN. RUBÉN PÁEZ 3. GLOSARIO BRUNO LATOUR 4. PRÁCTICAS ECOSÓFICAS Y RESTAURACIÓN DE LA CIUDAD SUBJETIVA FÉLIX GUATTARI 5. ESTIMULAR LOS SENTIDOS EN EL ÁMBITO PÚBLICO IAIN BORDEN

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TEXTOS PARA EL MATE

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El material tiene como 煤nico objetivo la difusi贸n de obras y autores con fines de estudio e investigaci贸n, y en ning煤n caso existen fines de lucro a costa del trabajo de los autores y entidades citadas.


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LA ARQUITECTURA COMO ENFERMEDAD CARLOS CACHÓN, BARCELONA

Hacerlo todo por una razón, hacerlo todo de modo que la razón resulte aparente y se justifiquen los medios en busca del fin es el primer principio del arte, en tanto que el primer principio de la moda es hacerlo todo sin mas razón que la de hacer algo diferente Ch.Percier y P.F. L.Fontaine.Recueil de Décorations Intérieures. París. 1812

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El oficio no tiene desvíos. Miremos las hormas inertes de la fotografía y veremos seguramente pies. Una horma es un negativo, una réplica invertida de un zapato. Y un zapato sirve para cubrir un pie. Así que si la horma nos devuelve la imagen del pie, es que se ha cumplido una relación de necesidad. El calzado se configura con la horma. La horma replica un pie. Luego cuerpo físico y objeto utilitario están claramente ligados. El oficio no necesita fantasía. La forma como necesidad. Difícilmente me equivocaré si afirmo que hay una corriente, digna heredera del movimiento moderno, para la cual la actuación por capricho es siempre sospechosa. Solemos preguntarnos por el sentido de las cosas –reclamarlo en realidad- pero no por el sentido del sentido. Causalidad es antónimo de libertad. ¿Qué está clamandoquien necesita una justificación para sus actos? No decidir. No disponer de autonomía. La arquitectura como enfermedad, Carlos Cachón. Texto extraido de la revista e n g a w a # 04, p.17-25, http://www.engawa.es/


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Por un lado no es difícil encontrar el origen de esa renuncia, en una sociedad patriarcal, fuertemente jerarquizada, como ha sido la europea durante siglos –la restricción espacial aquí es seguramente superflua- donde religión y política se han empleado sistemáticamente para adiestrar en la sumisión, para que el poder –y las injusticias- no sean contestados en definitiva. No tener que decidir nos devuelve a esa cómoda situación en que no éramos actores principales. Como nos enseñaron. Por otro encontrar una necesidad concede un grado suplementario de importancia a lo que hacemos. Si algo es valioso cuando nos entretiene, ¿no lo será aún más cuando sirve para algo? Buscamos pues, busca esa corriente, no que algo exista porque sí, sino que exista como respuesta a una carencia. Si no hay nada que decir: callemos. Si vamos a hablar que sea porque realmente debamos expresar algo.

Cuando el lenguaje deja de ser una novedad, los edificios pasan a formar parte de una condición más normativa, la condición de no “ser nuevos”, y sus cualidades comienzan a emerger del mundo más estable y duradero de la construcción… Jamás han surgido desarrollos radicales de una situación de tabula rasa.

Paradójicamente eso conduce a una concepción en cierto modo enfermiza de la arquitectura. Es necesario que exista una anomalía para que podamos actuar. Todo lo que esté desequilibrado, lo que presente imperfecciones permitirá nuestra participación. Aquello que esté completo nos obligará a apartarnos. ¿Qué podríamos aportar? ¿Cómo podríamos mejorar algo ya acabado? Hay un lenguaje que delata esa concepción. Las formas protegen, los cuerpos se adaptan y las cubiertas ofrecen refugio. Algo debe faltar para que podamos prestar nuestros servicios. La concepción del entorno entonces es la de un medio agresivo, el hombre transformado en un ser desvalido que debe minimizar su impacto construyendo elementos intermedios que proporcionen amparo.

En lugar de intentar conceptuar el urbanismo, es posible que pueda emerger una arquitectura crítica que ignore lo destacado y lo general y trabaje con lo pequeño y extremadamente específico… podemos implicarnos con la poderosa presencia de lo real, de modo que el aura de la urbanidad se amplifique… Los fracasos flagrantes de planificar Londres de algún modo proclaman en cierta manera el triunfo de la fragilidad humana y la realidad sobre las teorías abstractas.

El arquitecto deja de ser constructor para convertirse en doctor. Recorre la ciudad en busca de tumores, de desarreglos… que requieran su presencia y justifiquen su actuación. La realidad pierde su autonomía. Sólo podrá existir en función del hombre, quien se verá privado de su independencia también, no podrá desplazarse optimista, indiferente a los desperfectos que le rodean, disfrutando de su naturaleza desinhibida. Allí donde algo no funcione tendrá que actuar. Allí donde todo funcione no podrá más que lamentar no ser necesario.

No hace tiempo se asumía que los arquitectos eran maestros en cada uno de los aspectos de la disciplina, tanto en historia de la forma arquitectónica como en la capacidad de construir bien a largo plazo… Actualmente la idea de erudición del arquitecto culto, ha sido rechazada…Esta incapacidad de envejecer es demasiado resonante en una era de nuevas marcas y cirugía estética. El sentimiento de estar en la ciudad no se confunde fácilmente con el de estar en un centro comercial o en un parque temático.

Lo vernáculo no tiene relación con la apariencia, sino con la presencia. …Lewerentz era un lacónico reconocido… Al adoptar un enfoque fenomenológico… La reducida paleta de materiales posee el mismo efecto que un espacio silencioso: aumenta la conciencia de la presencia física de la iglesia. Adam Caruso. The feeling of things. Escritos de arquitectura (ed. Polígrafa) 7 La arquitectura trabaja tanto al objeto como al sujeto pero también debería incluir en sus preocupaciones la continuación y la reafirmación del lugar. Debería ser capaz de expresar en términos concretos los aspectos inmateriales de nuestra existencia –emoción, memoria, presencia-… Nuestro interés residía en lo corriente, en condiciones más próximas a lo vernacular y lo que ya existe… Un aspecto fundamental de nuestro trabajo, desarrollado por primera vez en este proyecto, es nuestra preocupación por usar una forma simple y permitir que sea modelada por las fuerzas de una situación particular. La situación moderna actual parece ser aquella cuya prioridad es buscar siempre una razón en todo lo que hacemos, buscar una explicación por principio al mundo exterior, que conduzca a una justificación de esa propia búsqueda. Lo que queda al margen en esa búsqueda de la razón, de la función, de lo cuantificable, es nuestra necesidad por lo transitorio, por las emociones que recibimos ante un encuentro circunstancial, ante una atmósfera. Sergison Bates architects. Papers 2 (ed. GG)

No hace tiempo se asumía que los arquitectos eran maestros en cada uno de los aspectos de la disciplina, tanto en historia de la forma arquitectónica como en la capacidad de construir bien a largo plazo… Actualmente la idea de erudición del arquitecto culto, ha sido rechazada…Esta incapacidad de envejecer es demasiado resonante en una era de nuevas marcas y cirugía estética.

Para mí, el núcleo propio de toda tarea arquitectónica reside en el acto de construir, pues es aquí, cuando se levantan y ensamblan los materiales concretos, donde la arquitectura pensada se convierte en parte del mundo real… La arquitectura construida tiene su lugar en el mundo concreto. Este arte no tiene nada que ver con configuraciones interesantes o con la originalidad. Trata sobre la visión interior, la compren-


sión y, sobre todo, la verdad. Pienso aquí, naturalmente, en la pátina del tiempo sobre los materiales, en el sinfín de pequeñas rozaduras de las superficies,en el brillo del barniz desgastado y descascarillado y en los cantos pulidos por el uso. Peter Zumthor. Pensar la arquitectura (ed. GG)

Emoción, memoria, presencia… Curiosamente quizás la principal virtud de las obras de estos autores sea justo su mayor defecto. Su excesivo apego a la convención, su rechazo de la experimentación, tiene una contrapartida. Si volvemos a la primera fotografía, a pesar de estar compuesta por objetos inanimados hay una clara presencia en ellos. La identidad entre la imagen de pie y horma. La misma disposición de estas, su número, su variación de tamaño, sus particulares específicas dentro del concepto genérico de horma, su distribución aleatoria evocando claramente un grupo humano... El mismo contraste por un lado entre la quietud, la falta de actividad de la escena, su acentuada iluminación y por otro la presencia humana que evoca, hace que donde no hay nada surja justo lo opuesto, una apariencia. Una sensación que seguramente no difiere mucho de la emotividad muda que con frecuencia suelen hallar estos autores, por ejemplo, en un sencillo muro tradicional de ladrillo desnudo, sin aditivos. Quizás esté en nuestra natulareza convertir en signo todo lo que nos rodea, intentar encontrar significados ocultos en la apariencia de las cosas. Ese halo de animación… 8 Que lo insignificante, que lo carente de valor de repente se vuelva trascendente es justo lo que nos atrapa y provoca un cierto sentido poético en esa imagen. Y todo ello, es lo importante en este punto del discurso, por la estrecha relación que existe entre objeto y sujeto, entre horma y pie. Es justo la funcionalidad, que el objeto se adecue específicamente a la tarea que debe desempeñar, la que retiene en él las características de quien lo empleará, la que, consecuencia inesperada, permite evocar en el primero su presencia. Es la función la que no sólo cumple su cometido sino la que revela una potencialidad trascendente.

Me gustaría pensar que existe también una segunda corriente, digna heredera igualmente del movimiento moderno, que rechaza esa idea de lo real como entorno amenazador, agresivo, frente al que sólo cabe protegerse. Indiferente a la fragilidad humana. Que no necesita transformar, adecuar lo que le rodea a su servicio, para sentirse confortable. Una corriente que puede aceptar la imperfección o la pureza de lo que le rodea para desarrollarse con optimismo. ¿Por qué debemos limitarnos a la función, al ahora? La realidad puede tener sólo función o no tener nada que ver con ella. La convergencia es posible sólo a costa de despojarse de la identidad. Esto suele verse como una pérdida. Pero a la escala a la que se produce debe significar algo. ¿Cuáles son las desventajas de la identidad; y, a la inversa, cuáles son las ventajas de la vacuidad? Cuanto más poderosa es la identidad más aprisiona, más se resiste a la expansión, la interpretación, la renovación y la contradicción. La Ciudad Genérica rompe con ese ciclo destructivo de la dependencia… Es la ciudad sin historia. Es suficientemente grande para todo el mundo. Es fácil. No necesita mantenimiento. Si se queda demasiado pequeña simplemente se expande. Si se queda vieja, simplemente se autodestruye y se renueva. La gran originalidad de la Ciudad Genérica está simplemente en abandonar lo que no funciona –lo que ha sobrevivido a su uso- para romper el asfalto del idealismo con los martillos neumáticos del realismo y aceptar cualquier cosa que crezca en su lugar. Todas las Ciudades Genéricas surgen de la tabla rasa; si no había nada, ahora están ellas; si había algo, lo han reemplazado. Debían hacerlo, de otro modo serían históricas. La Ciudad Genérica presenta la muerte definitiva del planeamiento. ¿Por qué? No porque no esté planeada… Pero su descubrimiento más peligroso y estimulante es que el planeamiento no supone diferencia alguna. Los edificios pueden situarse bien (una torre cerca de una estación de metro) o mal (centros enteros a kilómetros de distancia de cualquier carretera). Todos ellos florecen/perecen de manera impredecible… En esta apoteosis de la elección múltiple nunca volverá a ser posible reconstruir la causa y el efecto. Funcionan, eso es todo. Ciertos profetas –con largos cabellos blancos, calcetines grises y sandalias- habían estado advirtiendo siempre de que el pasado era necesario…La Ciudad Genérica… no se mejora sino que se abandona. La idea de estratificación, intensificación y terminación le es ajena: no tiene estratos. Ésa es la historia de la ciudad. La ciudad ya no está. Ahora podemos salir al cine… Rem Koolhaas. La Ciudad Genérica (ed. GG mínima)

¿“…¡abajo el carácter!”? ¿Qué queda si se quita la identidad? ¿Lo genérico? Rem Koolhaas. La Ciudad Genérica (ed. GG mínima

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La idea de renuncia, el rechazo de lo caprichoso, es aquí muy evidente también. Pero apuntando además hacia la proyección del sujeto sobre el objeto, hacia el significado oculto añadido. El acto de recuperación, de cura, adquiere así una connotación superflua. Incluso desde un punto de vista ideológico, casi sospechosa. En la relación entre individuo y objeto, entre hombre y construcción, ciudad, sociedad, ¿en beneficio de quién se cura? La respuesta es clara, del individuo. Hay una sumisión evidente del objeto hacia el sujeto, una dependencia que de repente se muestra viciada. Lo que le molesta a esta corriente es esa proyección del sujeto sobre el objeto. Toda idealización implica un grado de falsedad. Curarnos, aspirar a una realidad más elevada supone construir un discurso –una mentiraante la que todo lo que entre contradicción simplemente desaparecerá. Y atados a ese discurso… no es difícil acabar por no ver lo que tenemos ante nosotros. El conocimiento, cierto tipo de conocimiento, aparece aquí como limitación. Si bien es cierto que la radicalidad de esa renuncia, el cinismo, el pragmatismo de quien sabe aceptar la imperfección de lo existente, de quien evita voluntariamente su modificación, su mejora, ofrece el escenario ideal para las prácticas corruptas, para que la especulación desenfrenada se desarrolle sin contrapeso, también es cierto que esa actitud se apoya en una potencialidad tan expresiva como la anterior y bajo cuyo prisma, la herencia del movimiento moderno resulta igual de evidente. La de lo indiferente, la de lo genérico, de lo que no tiene retórica, de lo que rechaza los manierismos, de lo que inevitablemente también apunta hacia la esencia de las cosas. Si observamos lo que tenemos ante nosotros, sin 10 vidrios deformantes que lo interpreten –si es que esto es posible- sus aspectos se nos mostraran más claramente, será más fácil apreciar sus particularidades, hacer uso de ellas, desarrollarlas. No es extraño así que sus propuestas acaben adquiriendo un aire más atrevido, con un sesgo experimental, conceptual, radical, muy superior a las anteriores, desprovistas del signo, de las constricciones de la corrección, de la atmósfera si es necesario, con un diálogo con la convención mucho más ambiguo y complejo. Eliminando lo simbólico del objeto, lo formal – eso que arrastra un significado-, lo expresivo –lo táctil, lo material entendido como generador de emociones-, lo relativo – lo que obliga a renunciar a la ambición en favor de la sumisión al conjunto- es posible enfrentarse con ese objeto en su absoluta desnudez –de nuevo si eso es posible-. Rotas las antiguas restricciones, aspectos subsidiarios como flujos, diagramas, programa, se vuelven relevantes. Justo lo que no está fijo, lo que no constituye la imagen de lo construido. Enfrentados de hecho al objeto en sí es más fácil desmenuzarlo, analizar sus partes, tensar sus relaciones hasta extraer, hasta descubrir todas las posibilidades que habían permanecido ocultas en su interior.Usados estos mecanismos con inteligencia el resultado será que la idea, el concepto, no la identidad, no lo específico, definirá el proyecto. Lo que a su vez dará origen a nuevas formas, nuevos medios de expresión, nuevas relaciones. Lo conceptual sustituirá a lo formal, lo emocional. El pragmatismo a lo

simbólico. ¿No es necesario quizás que quitemos las tiritas con que intentamos una y otra vez sanar nuestros edificios para advertir su auténtica esencia? Si abrimos nuestro ángulo de visión parece que el campo de la actividad artística se defina precisamente por esa lucha necesaria, intestina, entre ambas corrientes, escrutándose y corrigiéndose la una a la otra, la primera esforzándose por idealizar lo real –a pesar de estar en ocasiones convencida de estar tratando con lo real mismo- por elevarlo para extraer su versión más depurada, exhibiendo su crítica frente a la excesiva complacencia ante lo existente que impide su mejora, su sublimación, la segunda cuestionando esa idealización, buscando sus fisuras para que efectivamente esa afán de superación sea real más que ficticio, no degenere en autoindulgencia. Allí donde lo real haya triunfado será necesario el bisturí de lo imaginario. Allí donde reine lo ficticio surgirá la mirada escrutadora de lo real intentando atemperar sus humos.

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Joseph Beuys se presenta vestido como de costumbre, con vaqueros y chaleco, pero en su cabeza sin sombrero se ha operado una transformación al cubrirla enteramente de miel y aplicar polvo de oro. “Con miel sobre la cabeza hago, como es natural, algo que tiene que ver con el pensamiento. La facultad humana no consiste en dar miel, sino en pensar, en producir ideas. Las cosas se disponen ahora de modo paralelo. Con ello vuelve a cobrar vida el carácter mortal del pensamiento. Porque la miel es, sin duda, una sustancia viva. El pensamiento humano puede también vivir, ser una cosa viviente”. Carmen Bernáldez. Joseph Beuys . Ed. Nerea.


Me gustaría pensar igualmente que es posible encontrar una síntesis entre ambas corrientes. Y me gustaría pensar que en la obra de Beuys, por mucho que su traducción al ámbito de la arquitectura, prácticas alternativas aparte, resulte difícil, está. En Beuys aparece la consciencia del sustrato traumático del mundo, lo real como escenario enfermo, la ambición de superar sus errores/horrores mediante el trance espiritual. Un auténtico proceso curativo. Y también el rechazo de la convención, por mucho que en su caso esté representada por elementos seguramente válidos -lo formal, lo plástico, lo banal-, la confianza en la actitud experimental/ experiencial que hace innecesaria cualquier lenguaje aprendido para alcanzar la esencia de las cosas.

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En Beuys paseando por una sala de arte austera con la cabeza ungida de conocimiento, con un animal sin vida entre sus brazos al que instruye abrazándolo, en Cómo explicar los cuadros a una liebre muerta, está lo trágico, el suelo de lo real, con su red de incomprensiones, con su carga de atrocidades –especialmente asfixiante en el caso de la Alemania de posguerra- frente a la cual uno debe hallar protección, el fieltro que cubre la suela izquierda. Un peso de conocimiento, de consciencia, de evidencia –criminal, casi habría que decir, como quizás podría expresar exactamente Celan- que hay que arrastrar, como se arrastra la derecha, metálica, incómoda, exigente, ruidosa -su cálido, repetitivo latido sobre el pavimento constituye la única voz de la instalación-. Cuyas complejas ataduras simbolizan la dificultad de mantener unido ese peso a la propia bota, al propio cuerpo, muy en la línea de la primera corriente de pensamiento. Pero también el positivismo de la segunda, la confianza en que no es necesario enmascarar la realidad para superar nuestros traumas, que ni siquiera la fealdad, la insignificancia nos incapacita para avanzar, la silla basta, nada excepcional, cuya asimetría deformante provocada por el fieltro que cubre las heridas de una de sus patas no evita que sirva de sostén, que permita ocasionales instantes de reposo, de comodidad, en medio del mudo discurso del chamán. El positivismo del instructor que no necesita signos sofisticados, unos simples vaqueros y una camisa probablemente no muy limpia como uniforme, no el lenguaje del arte para crear arte, ni siquiera la palabra, que tiene en sus manos instruir a lo irracional, dejarse aleccionar por él a la vez. La muerte aquí como símbolo de redención, como oportunidad, una parada en un camino que conduce a una situación más elevada. Y me gustaría pensar que también está presente un tercer componente, representado por la viveza del pensamiento: la libertad, nuestra característica facultad de superación, cuya voz sólo tenemos que escuchar –esa voz muda-. Que es en nuestra inteligencia, con su ración de anarquía, donde descansa la capacidad para hacer uso de lo que nos rodea, funcionalidad y necesidad incluidos, la mente recuperando su condición esencial de productora de ideas, ante una realidad entendida no como espacio exclusivo de obediencia, enormemente restrictivo en ocasiones, sino como escenario abierto. No es necesario encontrar una razón, una justificación, para permitirnos actuar, la potencialidad está en nosotros y po-

demos sentirnos libres para alterar ese mundo, para trascenderlo guiándonos por la voluntad de descubrir lo elevado, de alcanzar lo trascen Oro y miel indican una transformación de la cabeza, y en consecuencia, natural y lógicamente, de la mente y nuestra capacidad de pensamiento, de consciencia y de todos los niveles necesarios para explicar pinturas a una liebre: el cálido taburete recubierto de fieltro… y la suela metálica con el imán. Tenía que caminar sobre ella mientras trasladaba a la libre ante cada cuadro, con aquella extraña cojera que sin embargo producía un chasquido metálico sobre el suelo de piedra – era lo único que se oía, ya que mi explicación era muda…

Joseph Beuys, “Wie man dem toten Hasen die Bilder erklart” (1965) Y a la vez, y por último, me pregunto si no es precisamente esa lucha entre ambas corrientes lo que les da valor, si lo trascendente no surge precisamente de la tensión entre ambas, cuando lo real está matizado por lo imaginario, cuando lo imaginario está constreñido por lo real. Si ambos modos de entender la realidad, aparentemente antagónicos, no son igualmente válidos a condición también de llevar sus premisas al extremo, lo real como real puro, lo imaginario como imaginario puro, desde una actitud desprovista de simplezas, que no surge como rutina sino como necesidad. Otro tipo de necesidad. O quizás el mismo. Pero sin cáscara.

http://carloscachon.blogspot.com/

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El material tiene como 煤nico objetivo la difusi贸n de obras y autores con fines de estudio e investigaci贸n, y en ning煤n caso existen fines de lucro a costa del trabajo de los autores y entidades citadas.


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DE LO UNIVERSAL E IDEAL,A LO LOCAL Y COMÚN. RUBÉN PÁEZ

“La horma es una copia abstracta en madera del pie humano. Una de sus funciones es sustituir el pie durante la confección del zapato para actuar como superficie de trabajo en la que los fragmentos de piel lisos puedan adquirir forma plástica. La segunda función consiste en reflejar la orientación de la moda y los requisitos estéticos; es decir, mostrar una forma perfecta, como el modelo de zapato elegido. Durante los últimos cien años, la moda del calzado no ha sufrido variaciones extremas. Existen unos pocos modelos básicos que se diferencian entre sí por la forma, el corte de la parte superior y en los elementos ornamentales.”

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En esta segunda función de las hormas encontramos una analogía que nos sirve para explicar la génesis y la difusión del Movimiento Moderno en la arquitectura, entendida ésta como la corriente o tendencia universal que arranca de las vanguardias europeas de principios de siglo y que establece los puntos básicos de una nueva arquitectura ideal para la modernidad. La primera generación afirmó como ideal de la arquitectura moderna aquella en al que prevalecía una imagen pura y abstracta, una tendencia cercana a la máquina en la que el hombre se convertía en otro elemento más del diseño y aparecía como centro de una orgaDe lo universal e ideal,a lo local y común,Rubén Páez. Texto extraido de la revista e n g a w a # 04, p.47-52, http://www.engawa.es/


nización que debía resolverse de una forma anónima con un lenguaje de mínimos. Lo universal e ideal fue el inicio de una simplificación de la arquitectura que muchos rechazaron, reivindicando a la arquitectura una función expresiva, aquella que representaba los valores simbólicos de una sociedad, la del hombre común por encima del ideal. Los cambios en las tipologías formales aparecidos en el movimiento moderno evidenciaron la huida que muchos arquitectos en los años 40 y principios de los 50 hicieron de la armonía racionalista, funcionalista, en definitiva de aquella relacionada con la estética de la máquina. En la historia de la arquitectura ésta siempre se ha redirigido buscando modelos que la definieran y que la legitimaran. La universalidad que promulgó el Movimiento Moderno enseguida chocó con la incapacidad de transmitir significados y valores simbólicos de los que la arquitectura siempre se había servido. El Movimiento Moderno intentó resolver todo tipo de arquitectura con un solo lenguaje, el funcionalista: escuelas, iglesias, museos, viviendas evocaban estéticas más cercanas a oficinas, fábricas… La modernidad se identificaba con una cultura instantánea, caracterizada por términos y ciclos rápidos, materializados en la construcción de entornos cada vez más artificiales a través de la arquitectura y del diseño industrial. Se manifestó una despersonalización de la ciudad, y una estandarización de todos los estadios que comprometían al arquitecto con la arquitectura.

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La arquitectura actuó como un recurso de producción industrial basado en modelos y series, que de acuerdo a la evolución de una sociedad de consumo, creció en base a la demanda. La arquitectura ligada al progreso tecnológico encontró en el mito del bienestar su objetivo, sin pensar que muchos otros objetivos de la arquitectura estaban quedando apartados. El programa de la arquitectura moderna se convirtió en un atributo basado en el propio sentido práctico de una sociedad que abogaba por modelos ideales fugaces. El distintivo de la arquitectura desapareció y su lenguaje se basó en convertir todo lo que ella conllevaba en algo anónimo y repetido. De esta exaltación por la monotonía surgió la falsa sensación de libertad, dado que esta se convirtió en una simple ilusión. En el objetivo de la arquitectura de devenir modélica y universal Mies se refirió con estas palabras en las que exhortaba las veleidades del modelo ideal por encima del concreto: “No comparto en absoluto la idea de que un edificio concretodeba tener un carácter particular. Pienso que ha deexhibir un carácter universal determinado por el problemaglobal que la arquitectura debe luchar por resolver.” (1) La ortodoxia del Movimiento Moderno se culminó en 1932 con la Exposición “The International Style” en la que el crítico Henry-Russell Hitchcock y el arquitecto Philip Johnson intentaron reunir en el MOMA de Nueva York 70 obras de arquitectura en las que el denominador común era un estilo moderno e internacional. Esta visión norteamericana de la arquitectura 7 global reducía su visión a la forma y a un lenguaje, excluyendo nuevas metodologías en la ejecución de la arquitectura. La implantación de un estilo único fue el punto de inflexión hacia un nuevo planteamiento de la modernidad, en la que la revisión del Movimiento Moderno estaba más allá de definir un estilo único y universal sino en ampliar las respuestas a las sociedades más allá de dotar de una respuesta más que funcional. En este sentido la evolución que se hace de la concepción de la arquitectura moderna sugiere el paso de la resolución de las necesidades del hombre ideal a la resolución de las necesidades del hombre común, aquel posicionado en un lugar, con unas circunstancias propias, alejadas de los estereotipos a los que la arquitectura moderna quería llegar en un inicio. Ante esta situación el posicionamiento general de la arquitectura sugería por un lado la continuidad de la ortodoxia del Movimiento moderno y por otra poner énfasis a la crisis de la modernidad. Esta segunda posición evocó un cambio cualitativo de la arquitectura, apareciendo nuevos repertorios formales y definiendo arquitecturas mucho más relacionadas con la idea del lugar. La universalidad se combatió con lo específico y con lo local, recuperándose formas de la arquitectura vernácula, aquellas que reunían las condiciones esenciales en


referencia a la belleza. Uno de los protagonistas de esta revisión formal será J.A. Coderch, en el contexto mediterráneo éste apostará por una fuente de inspiración recogida en la arquitectura popular, una arquitectura que combinará la herencia constructiva catalana con las formas arquetípicas de la modernidad. Una arquitectura instalada en el lugar con respeto, discreción, y materialmente inspirada en la tradición, una preocupación por la arquitectura como obra integral y total.

cial, es mala en sí, salvo en muy raras y catastróficas ocasiones. De todo esto se deduce, que men los caminos diversos que sigue cada arquitecto consciente tiene que haber algo común, algo que debe estar en todos nosotros, sin olvidar la Historia y su antigua sabiduría.” (2) En otro contexto europeo, se acentúa el factor del clima o la topografía por encima de utilizar un modelo universal. Alvar Aalto como heredero y seguidor del Movimiento Moderno abanderará una posición en la que el regionalismo y el lugar tendrán un factor determinante. La dureza del clima y la fuerte influencia del medio natural del norte de Europa, actuaran como factor clave en la definición de una arquitectura más adecuada al hombre común que al ideal, dotando de una gran importancia a la escala humana y psicológica de la arquitectura.

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Sobre el paradigma de la arquitectura y los problemas que la acontecían J.A Coderch se refiere con estas palabras: “Las experiencias llevadas a cabo hasta ahora y que ineludiblemente en ciertos casos han representado una gran aportación, no son suficientes para que de ellas se desprenda el camino que haya de seguir la mayoría de los arquitectos. A falta de esta clara tradición viva, y en el mejor de los casos, se busca la solución en formalismos, en la aplicación de metodologías de moda o en la rutina y en los tópicos de gloriosos y viejos maestros de la arquitectura actual, olvidando sus errores y prescindiendo de su espíritu, de su circunstancia y, sobre todo, ocultando cuidadosamente con grandes y magníficas palabras nuestra gran irresponsabilidad (que a menudo sólo es falta de capacidad de reflexión), nuestra ambición y nuestra ligereza. Es ingenuo creer, como se cree, que el ideal y la práctica de nuestra profesión pueden condenarse en slogans como el del sol, la luz, el aire, el verde, lo social, lo político y tantos otros. Una base forma y dogmática, sobre todo si es par-

Pero sin duda el cambio definitivo en el paradigma de la modernidad se establece en los años 60 con la aparición de nuevas metodologías de proyecto. Estos nuevos procesos establecerán las bases de una nueva era que consideraran al Movimiento Moderno un hecho obsoleto y decadente que ha entrado en crisis. Los valores simbólicos, culturales e históricos volverán a tener relevancia, por encima de los valores funcionales. La arquitectura volverá a expresar funciones secundarias, aquellas que habían perdido su validez en beneficio de la abstracción. Robert Venturi proclama la constatación de que el hombre se sirve de símbolos como necesidad para iniciar un tiempo nuevo correspondiente a un estilo nuevo. El hombre común no se ha correspondido al hombre ideal de la modernidad, no ha asumido el anonimato, la abstracción de la arquitectura que habita, aquella que ha perdido su dimensión


pública y aquella que demanda usar el símbolo y la historia para conectar con la gente.

10 (1). David Spaeth. Mies van der Rohe Ed GG (2. Discurso de ingreso en la Real Academia de Sant Jordi bajo el título: Espiritualidad de la arquitectura. Ilustraciones por orden de aparición: Secuencia película Mon Oncle (Jacques Tati), Casa Ugalde (J.A Coderch y Manuel Valls), Sanatorio Paimio (Alvar Aalto) y Casa Vanna Venturi (Robert Venturi)


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ESTIMULAR LOS SENTIDOS EN EL ÁMBITO PÚBLICO IAIN BORDEN

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Imagen deportadacortesiade RichardGilligan www.richgilligan.com Traducción al español por Nuria Lozano


Una de las tendencias principales en el espacio público ha sido la de minimizar el riesgo proporcionando miniciudades en las cuales el riesgo ha sido prácticamente eliminado. Son lugares seguros y certeros. Sin embargo lo que nos hace disfrutar de los espacios públicos es el factor sorpresa, el hecho de tener que descubrir estos espacios y la gente que hay en ellos. Siguiendo esta línea la tendencia es fomentar el riesgo, crear espacios de intertidumbre. De este modo existe una tensión esencial en el espacio público: por un lado eliminar el riesgo, y al mismo tiempo el peligro, y por otro tolerar e incluso fomentar el riesgo, para así disfrutar de lo inesperado de las ciudades en las que vivimos y de sus ciudadanos. El mundo interiorizado y predecible de los centros comerciales. A la cabeza del grupo de espacios que tienden a eliminar el riesgo están los centros comerciales, en particular los más grandes, en los que hay cada vez más tiendas de todo tipo, amplios aparcamientos, y otras instalaciones como multicines, restaurantes e incluso muros de escalada o pistas de tenis. Ofrecen arquitectura de aparente alta calidad, combinando bastas explanadas, estilos históricos, grandes esculturas y multitud de colores y luces. Ésta es para muchos la utilidad del espacio público: consumismo agradable, donde siempre se puede encontrar un sitio donde sentarse, algo para beber, un aseo y un 6 nuevo producto que comprar. Tales ámbitos públicos son una utopía, lugares donde no hay vagabundos, ni sirenas ululantes, ni furgonetas a toda velocidad. Aunque los centros comerciales sean quizás el lugar ideal para comprar, ¿son realmente espacio público de calidad? Poco se asemejan a las ciudades, pues se excluye la vitalidad y la total incerteza de la verdadera experiencia urbana. Más bien, como centros interiorizados, controlados y estériles — limpios de porquería y de gente ‘indeseable’ — los centros comerciales sugieren que solo somos ciudadanos en tanto que consumimos. Insisten en que sabemos lo que queremos y que no queremos ser del todo sorprendidos. Además hoy en día hay museos, galerías, estaciones de tren y aeropuertos con zonas comerciales similares que son parte del proceso por el cual parece que todos los espacios públicos y semipúblicos se estén transformando en lugares de consumo. Entonces sí que hay riesgo, el riesgo de confundir lo que podría ser el espacio cívico esencial. El riesgo de la ‘ciudad-centro comercial’ está en el hecho de que el espacio público solo se utilice para el consumismo, que nuestros cuerpos se tornen pasivos, que solo se consuma comprando, y que los derechos políticos y el pensamiento crítico sean reemplazados por una mentalidad dócil y obediente. Jugar con el riesgo ¿ Cómo pueden entonces ser diferentes los espacios públicos ? En primer lugar debemos darnos cuenta de que el espacio lo generamos todos, es decir, todos hacemos el ámbito

público y el ámbito público nos hace a nosotros. En segundo lugar no son solo actividades como comprar, caminar, sentarse y observar las que dan forma a los espacios públicos. Todo lo que hacemos ayuda a originar el ámbito público, desde nuestro viaje diario al trabajo, hasta el uso del tacto, el olfato y la oída, y también experiencias emocionales como hablar, componer música o enamorarse. En tercer lugar, no todo el mundo usa del mismo modo el espacio público. La idea de ámbito público no es la misma para los ancianos que para los más jóvenes, así como también es posible percibir que los espacios culturales difieren según la raza de sus usuarios. En cuarto lugar podemos deleitarnos con ser diferentes, para que cada uno de nosotros pueda ser fotógrafo y paleta al mismo tiempo, viejo y joven… podemos correr riesgos con nosotros mismos, con cómo creamos espacios públicos en diferentes fases, actitudes y etapas de nuestras vidas. ¿ Pero cómo se lleva esto a la práctica ? La forma más obvia de adaptar los nuevos espacios públicos a las necesidades de las personas es simplemente la de salir a la calle y crearlos. Esto se puede conseguir mediante actividades económicas simples como mercadillos o ferias benéficas, actuaciones artísticas y musicales en la calle, o tácticas guerrilleras como ‘la guerra de tiza’ ( marcar las paredes con tiza para indicar la presencia de puntos de acceso a internet inalámbrico ). En pocas palabras, si los niños juegan, ¿ por qué no nosotros también ? Una de las formas más generalizadas de jugar en el ámbito urbano es el skate, que es practicado por millones de personas en casi todos los 7 países del mundo, lo que realmente responde a muchas de las preguntas que sugiere un espacio público arriesgado: ¿ de quién es el ámbito público, quién tiene derecho a usarlo y mediante qué tipo de acciones o actitudes ? Los skaters centran su actividad en calles, complejos de oficinas y un gran número de espacios semipúblicos como escaleras, bancos, bordillos y portales. Contrarios a la dureza de las calles de la ciudad y a los llamativos escaparates de los centros comerciales, los skaters han hecho de estos lugares su propio espacio de juego. Se trata de una manera muy diferentem de experimentar la ciudad a lo que supone, por ejemplo, comprar, conducir, caminar u observar. El propio cuerpo del skater se alerta con el tacto, el sonido, la adrenalina y el equilibrio. Aquí entonces, se confronta la insatisfacción con calles y centros comerciales — ambas repelen el cuerpo humano y lo transforman en un instrumento de visión — con un nuevo cuerpo lleno de vigor, multisensorial, adaptable y vivo. Y lo que es más importante, los lugares apropiados para el skate sona menudo públicos. Por consiguiente el skate no solo transforma el espacio insulso en centros de actividad estimulantes sino que tambiénhace una crítica implícita a lo que el espacio público debería ser. Por ejemplo, el skate plantea que también son arquitectura los microespacios y no solo los grandes monumentos, que además de cosas y objetos se pueden crear deseos y energías, que el espacio público es para los usuarios más que para el intercambio, que


uno debe usarlo sin importarle quién es o qué posee, y que la forma en que lo usamos es un factor esencial en lo que somos. A pesar de todo, hay riesgos asociados a actividades como el skate entre los que se incluyen el daño físico a los que lo practican y a otros ciudadanos, el sentir como amenaza todo comportamiento que no es convencional, el daño físico que los skaters puedan causar a infraestructuras, el ruido que hacen, y la actitud anti-trabajo, anti-consumismo que a menudo parecen promover. Sin embargo, el daño que causa el skate está sobrestimado. Aceras y bancos se ven poco afectados, más aún si están diseñados para soportar el skate más que para evitarlo. Además, todavía tengo que encontrar un ejemplo de un peatón accidentado por culpa de un skater, lo que seguro que pasa, pero comparado con, por ejemplo, los miles de peatones víctimas del tráfico y todos los demás problemas causados por vehículos, no se trata de un problema insuperable. Promover actividades como el skate en ciertos contextos públicos conlleva grandes beneficios. Por ejemplo, el skate anima a la gente joven a dejar de ver la televisión y salir a la calle al aire libre. Al aceptar el riesgo de patinar en público, los skaters pueden hacer algo físico e independiente, lo que para ellos supone conocer gente nueva, y es algo que incluso puede resultar emprendedor ( por ejemplo, los skaters a menudo forman equipos profesionales, negocios de moda y centros de producción audiovisual ). Si tomamos el riesgo de permitir el skate, y si los mismos skaters toman el riesgo de seguir este camino, podemos tener ciudades en las que los ciudadanos están en forma, son 8 más sanos, más abiertos a espacios urbanos reales de lo que lo son por ejemplo muchos adolescentes obcecados con la televisión y obsesionados con el ordenador. Incluso para aquellos que no practican skate hay beneficios. Obtenemos conciudadanos sanos, cívicos, librepensadores, algo llamativo que observar por la calle a parte de los escaparates, sonidos y colores desconocidos y, sobre todo, obtenemos algo diferente con lo que no esperábamos toparnos. Si decidimos aceptar el riesgo, la recompensa son formas impredecibles, alternativas y sorprendentes de vivir en la ciudad.

conversaciones. Es la ciudad del café con leche, del diario del domingo, de las lámparas de diseño y la pasta fresca. No es sin embargo la ciudad de las actividades dispares de la gentede ciudad y esto es muy importante,como explica Dorothy Rowe, para que no haya dos personas que tengan la misma experiencia o la misma visión sobre las cosas. Ésta entonces

Diseñar para el riesgo ¿ Pero cómo podemos diseñar o amoldar el espacio público teniendo en cuenta tales riesgos ? Por un lado, podemos crear muchos de los diferentes espacios que convencionalmente conforman el ámbito público. No solo centros comerciales sino también parques de barrio tradicionales, edificios industriales convertidos en bares y restaurantes, ayuntamientos y norias. Pero tenemos que ser cautos. En muchas de las propuestas de espacio público hay un modelo subyacente de vida urbana basado en la antigua noción de civilización como el arte de vivir en la ciudad: la pintura, la escultura, la música, el teatro, las galerías, las grandes zonas públicas. En este caso, mientras que a menudo se afirma el día a día e incluso la apropiación del espacio, un cierto modelo de buena sociedad lo impregna todo. Tal espacio público es, ante todo, la ciudad de los paseos tranquilos y las

no es la ciudad de los gritos, la música a todo volumen, las carreras, la contemplación pura, las manifestaciones o las gamberradas. No es la ciudad de la intensidad, de las filas de taxis, de los mercadillos o de los ferrocarriles; tampoco es la ciudad del intelectualismo o las intervenciones artísticas efímeras.

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Iain Borden, catedrático de arquitecturay monopatín,2003. 1’5’’. Anne Marie Carty y Nick Duffy. Décorfilms. | www.decorfilms.co.uk

Por el contrario en los Países Bajos, Adriaan Geuze y West 8 han creado una serie de espacios públicos provocativos. El Carrascoplein Shadow Park, 1 situado más allá de unas vías férreas elevadas a las afueras de Ámsterdam, está formado por lo que a simple vista parece poco más que un paisaje de bosque artificial: hierba y superficies asfaltadas repletas de restos de árboles iluminados. Por la noche, estos últimos brillan y forman sombras sobre las columnas de cemento y las bases de los puentes. El efecto es al mismo tiempo


relajante e inquietante, a veces es vacío y pasa desapercibido ( en especial durante el día ), y otras veces ( en particular cuando ya es de noche ) es ambiental, inestable y casi inquietante por la forma en que la luz, las sombras y el color recorren el lugar. Aunque ahora parezca una exitosa intervención artística no fue un parque fácil de crear. Los diseñadores y los urbanistas locales pensaron en un primer momento que quizá estaban creando un terreno mucho más amenazante que la naturaleza nalienante de los pasos inferiores. También les preocupaba que la situación periférica del parque lo hiciera invisible para todos excepto para los habitantes de la zona. Sin embargo, tomaron conscientemente el riesgo de que estas cualidades pudieran transformarse en algo nuevo, tal y como un bosque durante la noche puede parecer un campamento cuando se enciende una hoguera. Como resultado, el Carrascoplein Shadow Park ha sido aceptado por los peatones locales, muchos de los cuales se sienten más animados a atravesarlo, y también por aquellos que buscan una experiencia urbana alternativa, en este caso un baile de luces y sombras. Con las mejoras en la calidad del lugar y el atractivo que este tiene para la gente que vive en otras zonas de Ámsterdam se ha compensado el riesgo de hacer algo bastante anómalo en una zona alejada. Más monumental es la Schouwburgplein de Rotterdam, 2 una gran plaza con diferentes texturas de superficie como acero, madera y goma, perforadas y en forma de viga. Esta composición fomenta diferentes actividades, como el fútbol sobre la madera, el patinaje en la superficie circular y, por supuesto, pasear en muchas direcciones, pero en especial a lo largo de una larga franja de goma. En lo alto, los focos 10 de las enormes ‘lámparas’ en forma de grúa funcionan al insertar una moneda, o por una secuencia aleatoria preprogramada, de este modo los focos iluminan la plaza en diferentes intervalos, creando otra capa de luz y color. De este modo cada uno puede usar la Schouwburgplein como le apetezca, a la vez que cada acción se acepta sutilmente, se realza, se guía y se tolera. El parque es una especie de juego informal, un terreno de juego para movimientos y experiencias de todo tipo. En este caso los diseñadores han tomado un riesgo, pero uno distinto al del Carrascoplein Shadow Park. En la Schouwburgplein, el diseño fue aceptado desde el principio, y el riesgo ha sido el de permitir que la gente use el espacio como quiera aunque dentro de unos límites. Los diseñadores han creado un tablero de juego multiusos, en el que nosotros como ciudadanos somos las fichas del tablero, libres de crear nuestras propias reglas y acciones. Si el riesgo del Carrascoplein Shadow Park fue el de poder controlar el carácter del parque, y el riesgo de la Schouwburgplein es el de dejar que los usuarios actúen libremente, entonces otra forma de arriesgarse en el ámbito público se haya en el proceso de creación. Es decir, tomar riesgos con quienes están involucrados y lo que quieren. En este contexto, resulta instructivo considerar los Royston Road Parks de Glasgow, 3 una iniciativa aparentemente mucho menos monumental o artística que los proyectos holandeses descritos anteriormente. Este no era un lugar fácil en el que trabajar, ya que los Royston Road Parks se hayan en

una zona de importancia histórica — donde se encuentra el Molendinar Burn , alrededor del cual Glasgow se desarrolló — y más importante aún, los temas sociales de la zona han de ser tratados urgentemente. En particular, Royston Road se encuentra en la lista de prioridades de los fondos sociales en lo relativo a la reparación de inmuebles y también a la rehabilitación de alcohólicos y drogadictos. El riesgo aquí, entonces, es el de crear ámbitos públicos que no son simplemente agradables o estimulantes, sino que están también involucrados con los problemas locales y de la comunidad. Para tratar estos temas, el proyecto construido no solo ha preservado el paisaje local conocido como “the Spire” ( la aguja ) sino que también ha traído empleo a la zona. La idea aquí es la de incluir el arte en el desarrollo de la comunidad, construyendo parques con mano de obra local y seis residencias de artistas patrocinadas por grupos locales, y trabajando en colaboración con los arquitectos Loci y los artistas Graham Fagen y Toby Paterson ( casualmente, un famoso skater ). Un proceso de esta magnitud nunca puede ser rápido, y para involucrar a la comunidad en el proyecto se llevaron a cabo muchas reuniones, propuestas, trabajos y consultas públicas. En cada nivel, el riesgo radicaba siempre en el hecho de que el proyecto pudiera alienar a la comunidad local, a la que los Royston Road Parks pretendían beneficiar. Al final, pese a algunos debates contenciosos y momentos de tensión, el proyecto ha emergido como un ámbito público muy beneficioso, uno en el que la gente puede sentarse, caminar, patinar, ir en bicicleta, pensar y conversar. El hecho de arriesgarse en el 11 proceso de encargo y de diseño ha resultado en una serie de zonas seguras y lúdicas, formadas por entidades como un campanario, un riachuelo y una actividad local intensa. En este lugar se da importancia a lo inmediato, a la unidad entre personas y al esfuerzo común. En especial muestra que el proceso de creación de un espacio público puede a menudo ser tan importante como el mismo producto final. Diferencia y riesgo ¿Dónde queda entonces lo que entendemos como ámbito público y riesgo? Ante todo, debemos darnos cuenta de que ámbito público no ha de ser solo diseñado para convertirnos en consumidores más eficientes, sino para alentarnos a mantenernos en buen estado físico, mental y artístico. Son espacios públicos que estimulan nuestras acciones, sentimientos y actitudes hacia el mundo. Usar el diseño para estimular a las personas — pero sin obligarlas a nada — significa tomar riesgos con nuestros conciudadanos, aceptando que debemos dejar que el ámbito público no solo refleje sino que también fomente todo lo bueno del ser humano. Por supuesto que al crear esta variedad de espacio público hay diferentes tipos de riesgo. Como punto negativo existe la posibilidad de que los espacios públicos resulten peligrosos y degeneren en hogares para drogadictos o carteristas. O bien puede que tales espacios, en particular los más artísticos, puedan ser malinterpretados por el público y tachados de derroche innecesario. Puede que absorban recursos económicos y de otro tipo, o peor aún, puede que nunca nadie los disfrute.


Por otro lado, también suponen grandes beneficios, riesgos que valen la pena en lo que concierne a la cultura, a la participación de la comunidad e incluso a la economía. De este modo, podemos tener espacios públicos alternativos a los centros comerciales, los museos o las plazas urbanas; su público les da una nueva utilidad y nuevas ideas de lo que la ciudad podría ser; involucran a la comunidad y ayudan a hacer llegar nuevas aptitudes y empleo; y puede que el resultado no sea visible hasta mucho después de su construcción. Ante todo entonces, debemos darnos cuenta de que el espacio público — el espacio realmente público — admite cuatro tipos de diferencia. Estas diferencias tienen que ver con aceptar riesgos, con permitir que ocurra lo incierto, lo impredecible y lo que no está programado. La primera de estas diferencias significa aceptar que gente de diferente origen, raza, edad, clase, orientación sexual, género e interés general, tenga opiniones divergentes sobre lo que es el espacio público, y que cree su propio espacio para promover su propia identidad. La diferencia requiere el riesgo de reconocer que no todos somos iguales, incluso que nosotros mismos no somos lo que creemos que somos. La segunda diferencia es física, visual y diseñada, y significa darse cuenta de que los espacios públicos no deben ser iguales. Más allá de la plaza y la avenida, las ciudades necesitan espacios escondidos y espacios expuestos, espacios agrios y espacios suaves, espacios ruidosos y espacios silenciosos, espacios donde la gente recuerde, experimente, compita, utilize, se asuste, haga cosas, pierda cosas y en general se convierta en sí 12 misma. La diferencia requiere el riesgo de tener diversidad real en los espacios urbanos, y que estos lugares fomenten o toleren — y no excluyan o repelan — todo lo que la gente hace. La tercera diferencia radica en el tiempo, dejar que ciertas partes de la ciudad se usen de forma diferente en varios momentos del día, de la semana, o del año. Necesitamos momentos lentos y momentos rápidos, momentos corporales y momentos controlados por máquinas. Significa dejar que la gente por las aceras vaya más rápido que el peatón más lento, o que se reúnan en parques. Significa dejar que los skaters usen complejos de oficinas el fin de semana; significa arriesgarse a permitir que la gente haga cosas fuera de los patrones convencionales de la rutina diaria de ‘dormirtrabajar- descansar’, o el ciclo semanal y anual ‘trabajo-fin de semanatrabajo- vacaciones’. Significa dejar que la gente recuerde sus propios pensamientos y también acontecimientos nacionales, que responda a acciones locales y no solo a tendencias globales. La cuarta diferencia es nuestra experiencia del espacio, la forma en que vemos las ciudades y la arquitectura. Necesitamos espacios en los que encontremos algo diferente y algo similar, donde seamos al mismo tiempo confirmados y puestos en duda. Y esto se crea siendo incierto, no conociendo todo lo que nos rodea, con un grado de sorpresa y sorprendiéndonos en el día a día. Necesitamos una ciudad que no conocemos, que no entendemos, que todavía no hemos descubierto, que nos resulta extraña, familiar y desconocida al mismo tiempo. Se trata de espacio público que es siempre una sorpresa, un

sitio único, un estímulo. Esta diferencia requiere el riesgo de no saber en todo momento lo que viene a continuación. Sobre el artículo Este artículo fue publicado originalmente en What are we scared of ? The value of risk in designing publicspace. cabe, London, 2005 | www.cabe.org.uk Sobre el autor Iain Borden es el director de la Bartlett School of Architecture, University College London, donde es catedrático de arquitectura y cultura urbana. La gran gama de intereses históricos y teóricos de este historiador de arquitectura y crítico urbano han resultado en publicaciones sobre, entre otros temas, la historia del skate como práctica urbana, barreras y supervivencia, género y arquitectura, espacios corporales y experiencia del espacio, y espacio urbano renacentista.

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Articulo extraído de ARCHFARM Fascículos aperiódicos de arquitectura número 12 | mayo 2009 www.archfarm.org


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TEXTOS PARA EL MATE

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El material tiene como 煤nico objetivo la difusi贸n de obras y autores con fines de estudio e investigaci贸n, y en ning煤n caso existen fines de lucro a costa del trabajo de los autores y entidades citadas.


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PRÁCTICAS ECOSÓFICAS Y RESTAURACIÓN DE LA CIUDAD SUBJETIVA (1) FÉLIX GUATTARI

El ser humano contemporáneo está fundamentalmente desterritorializado. Sus territorios existenciales originarios –cuerpo, espacio doméstico, clan, culto ya no se asientan sobre un terreno firme, sino que se aferran a un mundo de representaciones precarias y en perpetuo movimiento. Los jóvenes que deambulan con un walkman pegado a la oreja sólo escuchan melodías producidas lejos, muy lejos, de su tierra natal. Además, ¿qué puede significar para ellos “su tierra natal”?. Seguramente no se trata del lugar donde reposan sus antepasados, donde vieron la luz y morirán. Ya no tienen antepasados; han ido a parar allí sin saber porqué y desaparecerán de la misma manera. Una codificación informática les “asigna una residencia” a partir de una trayectoria socio-profesional que los programa, unos en una posición relativamente privilegiada, otros en una de beneficiarios.

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Hoy en día todo circula, la música, la moda, los eslóganes publicitarios, los gadgets, las sucursales industriales y, por tanto, todo parece permanecer en el mismo lugar, hasta el punto de que las diferencias se borran entre situaciones manufacturadas y dentro de los espacios estandarizados donde todo se ha vuelto intercambiable. Los turistas, por ejemplo, hacen via- 5 jes casi inmóviles, transportados en los mismos autocares, en las mismas cabinas de avión, duermen en las mismas habitaciones de hotel climatizadas y desfilan delante de monumentos y paisajes que ya han visto cientos de veces en los folletos y las pantallas de televisión. La subjetividad está amenazada por la petrificación. Se ha perdido el gusto por la diferencia, por lo imprevisto, por el acontecimiento singular. Los concursos televisados, el star system dentro del deporte, los espectáculos, la vida política actúan como drogas neurolépticas que previenen la angustia al precio de la infantilización, de la desrresponsabilización. ¿Hemos de lamentar la pérdida de las referencias estables del pasado? ¿Debemos desear una parada en seco de la historia? ¿Tenemos que aceptar como una fatalidad la vuelta a los nacionalismos, al conservadurismo, la xenofobia, al racismo y al integrismo? El hecho de que hoy en día notables sectores de opinión se vean atrapados por estas tentaciones no las hace menos ilusorias ni menos peligrosas. Sólo si se forjan nuevos territorios transculturales, transnacionales, transversalistas y universos de valor liberados de la fascinación del poder territorializado, se podrán encontrar salidas a la actual situación estancada del planeta. La humanidad y la biosfera juegan la misma partida, y el porvenir de las dos depende de la mecanosfera que las envuelve. En otras palabras, no podemos pretender recomponer una tierra (1) En: Quaderns d’arquitectura i urbanisme. Nº. 238. Ediciones Reunidas, SA / GRUPO ZETA, Barcelona 2003 (Ejemplar dedicado a: Hiperurbano), pags. 38-47.


humanamente habitable sin reformular las finalidades económicas y productivas, los planes urbanísticos y las prácticas sociales, culturales, artísticas y mentales. La máquina infernal de un crecimiento económico ciegamente cuantitativo, que no tiene en cuenta su impacto humano y ecológico y que además está situado bajo los exclusivos auspicios de la economía del beneficio y el neoliberalismo, debe dar paso a un nuevo tipo de desarrollo cualitativo que rehabilite la singularidad y la complejidad de los objetos del deseo humano. Esta concatenación de la ecología ambiental, de la científica, de la económica, de la urbana, y de las ecologías sociales y mentales la he bautizado con el nombre de ecosofía; no para englobar todos estos enfoques heterogéneos dentro de una misma ideología totalizadora o totalitaria, sino para indicar, muy al contrario, la perspectiva de una elección ética y política de la diversidad, del dissensus creativo, de la responsabilidad delante de la diferencia y la alteridad. Cada segmento de vida, al permanecer insertado en corrientes transindividuales que lo superan, es comprendido fundamentalmente en su unicidad. El nacimiento, la muerte, el deseo, el amor, la relación con el tiempo, el cuerpo, las formas vivas e inanimadas piden una mirada nueva, depurada, disponible. Esta subjetividad, que el psicoanalista y etólogo de la infancia Daniel Stern denomina el “yo emergente” (2) , la debemos regenerar constantemente. Reconquistar la mirada de la infancia y de la poesía en sustitución de la óptica seca y ciega al sentido de la vida del experto y el tecnócrata. No se trata de oponer la utopía de una nueva “Jerusalén celeste” como la del Apocalipsis, a las duras necesidades de nuestra época, sino de instaurar 6 una “ciudad subjetiva” en el corazón mismo de estas necesidades, reorientando las finalidades tecnológicas, científicas y económicas, las relaciones internacionales (particularmente entre el Norte y el Sur) y la gran maquinaria de los medios de comunicación de masas. Deshacerse, pues, de un nomadismo falso que, de hecho, nos deja allí donde estábamos, en el vacío de una modernidad exangüe, para acceder a las líneas de fuga del deseo, a las que nos conducen las desterritorializaciones maquinales, comunicacionales, estéticas. Crear las condiciones para que emerja, con motivo de una reapropiación de los resortes de nuestro mundo, un nomadismo existencial tan intenso como el de los indios de la América precolombina o el de los aborígenes australianos. Esta nueva definición colectiva de la finalidad de las actividades humanas depende, en gran medida, de la evolución de la mentalidad urbana. Los prospectivistas predicen que, durante los próximos decenios, cerca del 80% de la población mundial vivirá en aglomeraciones urbanas. Cabe añadir que el 20% residual de la población “rural” dependerá igualmente de la economía y la tecnología de las ciudades. De hecho, la distinción ciudad/naturaleza se modificará profundamente, los territorios “naturales” asumirán gran cantidad de programas de habilitación turística, de ocio, de segundas residencias, de reservas ecológicas, de actividades industriales telemáticamente descentralizadas. Lo que quedará de naturaleza habrá de (2) Stern, D.: El mundo interpersonal del infante. Paidós, Psicología Profunda, 1991.

ser, entonces, objeto de tantas atenciones como el propio tejido urbano. En un sentido más general, las amenazas que pesan sobre la biosfera, el aumento demográfico mundial y la división internacional del trabajo conducirán a la opinión pública urbana a considerar sus problemas particulares sobre el trasfondo de una ecología interplanetaria. Pero, ¿es éste poder hegemónico de las ciudades necesariamente sinónimo de homogeneización, de unificación, de esterilización de la subjetividad? ¿Cómo se conciliará, en un futuro, con las pulsiones de singularización y reterritorialización que hoy en día sólo encuentran una expresión patológica a través del resurgimiento de los nacionalismos, los tribalismos y los integrismos religiosos? Desde la más remota antigüedad, las grandes ciudades han ejercido su poder sobre el campo, las naciones bárbaras y las etnias nómadas (para el Imperio Romano, a un lado y otro del limes). Pero en esas épocas, la distinción entre civilización urbana y mundo no urbano se mantenía, en general, muy marcada, adoptando la forma de oposiciones de índole religiosa y política. Augustin Berque, por ejemplo, analiza muy agudamente la tendencia de la sociedad japonesa urbana tradicional a alejarse tanto del “bosque profundo y de sus quimeras” como de toda aventura mar adentro (3) . Pero los tiempos han cambiado: los japoneses no sólo han llevado su economía y su cultura a todo el mudo habitado, sino que además, sus alpinistas son los más numerosos, con diferencia, entre los que cada año escalan las pendientes del Himalaya. La diferencia entre las ciudades ha tendido a desdibujarse a partir del siglo XVI, cuando se dio una verdadera proliferación de modelos de ciudad, de manera correlativa a la emergencia de los procesos de urbanización y equipamiento colectivo de las grandes entidades nacionales y capitalistas. Fernand Braudel (4) ha estudiado, por ejemplo, la diversidad de las ciudades españolas. Granada y Madrid eran ciudades burocráticas, Toledo, Burgos y Sevilla, también y, además, eran centros de rentistas y artesanos; Córdoba y Segovia eran ciudades industriales y capitalistas; Cuenca era industrial y artesanal; Salamanca y Jerez agrícolas, y Guadalajara, clerical. Otras ciudades, fueron más bien militares, “ovejeras”, campesinas, marítimas, de estudio... Finalmente, la única manera de mantener unidas todas estas ciudades dentro de un mismo conjunto capitalista es considerándolas como otros tantos componentes de una misma red nacional de equipamientos colectivos. Hoy en día, esta red de equipamientos materiales e inmateriales se teje a una escala bastante más amplia. Y cuanto más planetaria se vuelve esta red, más se digitaliza, se estandariza, se uniformiza. De hecho, esta situación es el resultado de una larga migración de las ciudadesmundo –como las ha denominado Fernand Braudel- que consiguieron sucesivamente una preponderancia económica y cultural: Venecia, a mediados del siglo XVI, etc., son buenos (3) Berque, A.: Vivre l’espace au Japon. PUF, Paris, 1989. (4) Braudel, F.: La Méditérranéen. Armand Colin, 1966.

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ejemplos. Según este autor, los mercados capitalistas se desplegaron en zonas concéntricas a partir de centros urbanos que poseían aquellas claves económicas que les permitían captar la parte esencial de las plusvalías, mientras que hacia su periferia éstas tendían hacia un grado cero y los precios alcanzaban valores máximos como consecuencia de un aletargamiento de los intercambios. Esta situación de concentración del poder capitalista en una sola metrópolis mundial se ha visto profundamente alterada a partir del último tercio del siglo XX. Desde entonces, ya no se tratará de un centro localizado, sino de la hegemonía de un “archipiélago de ciudades” o, más exactamente, de subconjuntos de grandes ciudades conectadas por medios telemáticos e informáticos. Así pues, la ciudad-mundo de la nueva imagen del capitalismo mundial integrado se ha desterritorializado profundamente, y sus componentes se han diseminado sobre un rizoma multipolar urbano que abarca toda la superficie del planeta. Observemos que, si esta configuración en la red planetaria del poder capitalista ha homogeneizado sus equipamientos urbanos y de comunicación, así como la mentalidad de sus élites, también ha exacerbado las diferencias de nivel de vida entre las zonas de hábitat. Las desigualdades ya no se producen necesariamente entre un centro y su periferia, sino entre pequeñas mallas urbanas sobreequipadas tecnológica e informáticamente, y entre zonas de hábitat mediocre para las clases medias y zonas, en ocasiones catastróficas, de pobreza. Ejemplos de ello los vemos en la proximidad de algunas decenas de metros entre los barrios 8 ricos de Rio de Janeiro y las favelas, o en la contigüidad de un punto clave de las finanzas internacionales en uno de los extremos de Maniatan y las míseras zonas urbanas de Harlem o South Bronx, sin mencionar las decenas de millares de sin techo que ocupan las calles y parques públicos. En el siglo XIX todavía era frecuente que en los pisos más altos de los edificios viviera gente pobre, mientras que los demás pisos eran habitados por familias ricas. Por el contrario, hoy en día, la segregación social se afirma bajo una especie de encerramiento en guetos, como Sanya, en el corazón de Tokio, el barrio de Kamagasaki en Osaka o los suburbios desheredados de París. Algunos países del tercer mundo están incluso a punto de volverse equivalentes a los campos de concentración, o cuando menos, en zonas de asignación de residencia para una población a la cual se le prohíbe traspasar sus fronteras. Pero lo que hace falta remarcar es que, incluso hasta en los inmensos barrios de barracas del tercer mundo, las representaciones capitalistas encuentran la manera de infiltrarse mediante televisores, gadgets y drogas. La acomodación del amo y del esclavo, del pobre y del rico, del privilegiado y del subdesarrollo tiende a producirse conjuntamente en el espacio urbano visible y en formaciones de poder y de subjetividad alienadas. La desterritorialización capitalista de la ciudad, sólo representa, pues, un estadio intermedio; se instaura sobre la base de la reterritorialización rico/pobre. Así, no se trata de aspirar a volver a las ciudades cerradas sobre sí mismas de la época medieval, sino, al contrario, de ir hacia una desterritorialización

suplementaria, polarizando la ciudad hacia nuevos universos de valor que le concedan como finalidad fundamental una producción de subjetividad no segregadora y, no obstante, resingularizada, es decir, liberada de la hegemonía de la valorización capitalista centrada únicamente en el beneficio. Esto no quiere decir que necesariamente haga falta abandonar las regulaciones de los sistemas de mercado. Es preciso admitir que la persistencia de la miseria no es una simple situación residual, sufrida más o menos pasivamente por las sociedades ricas. La pobreza es deseada por el sistema capitalista, que se sirve de ella como una palanca para controlar la fuerza de trabajo colectiva. El individuo está obligado a someterse a las disciplinas urbanas, a las exigencias de la condición de asalariado o de los rendimientos del capital. Está obligado a ocupar un lugar determinado en la escala social, sin el cual se hundiría en el abismo de la pobreza, de la asistencia social y, eventualmente, de la delincuencia. La subjetividad colectiva regida por el capitalismo se polariza dentro de un campo de valor: rico/pobre, autonomía/asistencia, integración/desintegración. Pero, ¿es este sistema de valores hegemónico el único concebible? ¿El corolario indispensable de toda consistencia social? ¿No podemos prever la emancipación de otros modos de valorización (el valor de la solidaridad, el valor estético, el valor ecológico, etc.)? La ecosofía 9 se centra, justamente, en un redespliegue de los valores. Otras motivaciones que no sean la atroz amenaza de la miseria han de ser capaces de promover la división del trabajo y la dedicación de los individuos a actividades socialmente reconocidas. Esta refundación ecosófica de las prácticas se ha de establecer de forma escalonada primero en los niveles más cotidianos, personales, familiares, de vecindad, hasta llegar a los retos geopolíticos y ecológicos del planeta. Debe cuestionarse la separación entre lo civil y lo público, entre lo que es ético y lo que es político, y reclamarse la redefinición de las formas colectivas de expresión, concertación y realización. No sólo llevará a “cambiar la vida”, como decía la contracultura de los años sesenta, sino a cambiar la manera de hacer urbanismo, educación, psiquiatría y política, así como la manera de gestionar las relaciones internacionales. No se trata, pues, de volver a concepciones “espontaneistas” o a una autogestión simplista, sino de combinar una organización compleja de sociedad y de la producción junto con una ecología mental y de relaciones interpersonales de un nuevo tipo. Dentro de este contexto, el porvenir de la urbanización parece estar marcado por diversos rasgos, de implicaciones muy a menudo contradictorias: 1. -Un fortalecimiento del gigantismo, sinónimo de desarrollar las comunicaciones internas y


externas, y de aumentar la contaminación que, con demasiada frecuencia, llega ya a niveles intolerables. 2.- Una constricción del espacio de la comunicación (que Paul Virilio denomina la “dromosfera”) (5), a causa de una aceleración de la velocidad del transporte y de la intensificación de los medios de telecomunicación. 3.- Un fortalecimiento de las desigualdades globales entre las zonas urbanas de los países ricos y las de los del Tercer Mundo, y una acentuación de las diferencias en las ciudades entre los barrios ricos y los pobres, que no harán otra cosa que agudizar los problemas de seguridad personal y de bienes, la constitución de zonas urbanas relativamente incontroladas en la periferia de las grandes metrópolis. 4.- Un movimiento doble: a) de fijación de la población a los espacios nacionales, con un control reforzado, en las fronteras y los aeropuertos, de la inmigración clandestina y con una política de limitación de la inmigración;

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b) de una tendencia contraria al nomadismo urbano: - nomadismo cotidiano, consecuencia de las distancias entre el lugar de trabajo y el hogar, que no han hecho sino aumentar, por ejemplo en Tokio, a causa de la especulación; - nomadismo de trabajo, por ejemplo entre Alsacia y Alemania, o entre Los Ángeles, San Diego y México. - presión nómada de las poblaciones del Tercer Mundo y de los países del Este hacia los países ricos. Podemos pensar que, en el futuro, estos movimientos aquí cualificados de nómadas, se volverán cada vez más difíciles de controlar y serán una fuente de fricciones étnicas, racistas y xenófobas. 5.- Constitución de subconjuntos urbanos “tribalizados” o más exactamente centrados en una o en diversas categorías de población de origen extranjero (por ejemplo en Estados Unidos, los barrios negros, chinos, puertorriqueños, chicanos, etc.) Algunas ciudades de gran crecimiento como México, que dentro de unos años llegará a los

treinta millones de habitantes y que sufre una tasa récord de contaminación y de embotellamientos, parecen enfrentarse a obstáculos insuperables. Otras ciudades ricas, como por ejemplo en Japón, prevén movilizar enormes recursos para remodelar su configuración. Pero la respuesta a estas problemáticas sobrepasa, por lo que parece, el marco del urbanismo y de la economía, e involucra otros aspectos sociopolíticos, ecológicos y éticos. Las ciudades se han convertido en máquinas inmensas -”megamáquinas”, en palabras de Lewis Mumford- (6), productoras de subjetividad individual y colectiva, mediante los servicios colectivos (educación, sanidad, control social, cultura, etc.) y los medios de comunicación de masas. No podemos separar los aspectos de infraestructura material, de comunicación, de servicio, de funciones, que podemos cualificar de existenciales. La sensibilidad, la inteligencia, el estilo interrelacional y hasta los fantasmas inconscientes están modelados por estas megamáquinas. De aquí la importancia que se instaure una transdisciplinariedad entre los urbanistas, los arquitectos y las demás disciplinas de las ciencias sociales, humanas y ecológicas. El drama urbano que se perfila en el horizonte de este fin de milenio es sólo un aspecto de una crisis mucho más profunda que amenaza el futuro de la especie humana en este planeta. Sin una reorientación radical de los medios y, sobre todo, de las finalidades de la producción, el conjunto de la biosfera se desequilibrará y evolucionará hacia un estado de incompatibilidad total con la vida humana y, en términos más generales, con toda forma de 11 vida animal y vegetal. Esta reorientación implica un cambio urgente en la industrialización, especialmente de la química y la energética, una limitación del tráfico rodado o la invención de medios de transporte no contaminantes, la suspensión de las grandes deforestaciones... De hecho, lo que hace falta cuestionar es todo un espíritu de competencia económica entre los individuos, las empresas y las naciones. Hoy por hoy, la actual concienciación ecológica sólo llega a una minoría de la opinión, por mucho que los grandes medios de comunicación comiencen a estar bastante sensibilizados por estos asuntos, a medida que se definen los riesgos. Pero aún estamos lejos de llegar a una voluntad colectiva operativa capaz de enfrentarse a los problemas y de influir en las instancias políticas y económicas que tienen el poder. Hay, por lo tanto, una especie de carrera entre la conciencia humana colectiva, el instinto de supervivencia de la humanidad y un horizonte catastrófico que augura el fin del mundo humano en el plazo de algunos decenios. Una perspectiva que hace que nuestra época sea a la vez inquietante y apasionante, ya que los factores éticos y políticos adquieren un cariz que jamás habían tenido en el curso de la historia. No puedo dejar de señalar que la futura concienciación ecológica no debería conformarse con preocuparse por factores ambientales como la contaminación atmosférica, las previsibles (6) Mumford, L.: La ciudad en la historia. Sus orígenes y transformaciones. Ediciones Infinito, Buenos aires, 1968.


consecuencias del calentamiento del planeta, la desaparición de numerosas especies, sino que también debería responder a la devastación ecológica relativa al campo social y al ámbito mental. Sin una transformación de la mentalidad y de las costumbres colectivas, sólo habrá medidas de “recuperación” del medio ambiental. Los países del sur son las principales víctimas de este tipo de devastación, a causa del aberrante sistema que, hoy por hoy, preside los intercambios internacionales. Por ejemplo, el control del catastrófico crecimiento demográfico que sufren la mayoría de ellos está vinculado, en gran parte, a su salida del marasmo económico, a la promoción de un desarrollo armonioso que sustituya los objetivos de un crecimiento ciego centrado únicamente en los beneficios. A la larga, los países ricos no sacarán ningún provecho de la política actual, pero, ¿cómo adquirirán conciencia del abismo al cual les abocan sus dirigentes? El miedo a la catástrofe, el terror del fin del mundo no son necesariamente los mejores consejeros. La proclamación de las masas alemanas, italianas, japonesas de la ideología suicida del fascismo, hace cincuenta años, sólo nos ha demostrado que la catástrofe llama a catástrofe en una especie de vértigo colectivo mortal. Es, por lo tanto, primordial que un nuevo eje progresista, cristalizado alrededor de los valores positivos de la ecosofía, considere como una de sus prioridades remediar la miseria moral, 12 la pérdida de sentido que va anulando cada vez más la subjetividad de las poblaciones desarraigadas, sin futuro, dentro de las mismas ciudadelas capitalistas. Haría falta describir el sentimiento de soledad, de abandono, de vacío existencial que invade los países europeos y los Estados Unidos. Millones de personas sin trabajo, millones de personas que necesitan asistencia llevan una vida desesperada dentro de unas sociedades cuya única finalidad es la producción de bienes materiales o culturales estandarizados, que no permiten la expansión ni el desarrollo de las capacidades humanas. Ya no podemos contentarnos con definir la ciudad en términos de espacialidad. La naturaleza del fenómeno urbano ha cambiado. Ya no es un problema entre otros. Es el problema número uno, el problema crucial de los retos económicos, sociales, ideológicos y culturales. La ciudad produce el destino de la humanidad, sus promociones así como sus segregaciones, la formación de élites, el porvenir de la innovación social, de la creación en todos los ámbitos. Asistimos demasiado a menudo al desconocimiento de la problemática de este aspecto global. Los políticos tienden a dejar estos asuntos en manos de los especialistas. No obstante, cabe señalar una cierta evolución. En Francia asistimos, bajo la presión de los ecologistas, tanto de derechas como de izquierdas, a una especie de recentramiento de la vida política en el nivel local urbano. Los debates en el Parlamento tienden a pasar a un segundo plano en relación con los retos que hay en las grandes ciudades y las regiones. Hay incluso, en estado latente, un inicio de rebelión de los concejales

de Francia contra los estados políticos mayores concentrados en la capital. Pero sólo es una tímida evolución que más adelante podría llegar a alterar mucho más profundamente el conjunto de la vida política. Uno de los motores importantes de las futuras transformaciones urbanas será la invención de nuevas tecnologías, sobre todo la conjunción entre lo audiovisual, la informática y la telemática. Resumimos lo que podemos esperar en un futuro próximo: - la posibilidad de hacer desde casa los trabajos más diversos, unidos telemáticamente con diversos interlocutores; - el desarrollo de la visiofonía en correlación con la síntesis de la voz humana, hecho que simplificará en gran medida el uso de teleservicios y bancos de datos, que tomarán el relevo de bibliotecas, archivos y servicios de información; - la generalización de la teledistribución por cable o teléfono, que dará acceso a un gran número de programas en los campos de ocio, la educación, la formación, la información y las compras desde casa; - el contacto inmediato con personas que estén de viaje alrededor del mundo; - nuevos medios de transporte, no contaminantes, que combinen el transporte público con las ventajas del transporte individual (convoy integrado de transportes individuales, cintas transportadoras de gran velocidad, pequeños vehículos programados que circularán sobre lugares adecuados); - una clara separación entre los niveles y los emplazamientos destinados al tráfico rodado y aquellos destinados a peatones; - nuevos medios de transporte de mercancías (tubos neumáticos, cintas transportadoras programadas que permitan, por ejemplo, la entrega a domicilio).(7) En cuanto a los nuevos materiales, las futuras construcciones permitirán un diseño cada vez más audaz, un atrevimiento arquitectónico mayor, indisolublemente vinculado a la lucha contra la contaminación y el ruido ambiental (tratamiento de aguas, residuos biodegradables, desaparición de los componentes tóxicos de la alimentación, etc.)

(7) de Rosnay, Jöel: Les Rendez-vous du futur. Fayard, Paris, 1991.

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A continuación resumimos los factores que llevarán a poner cada vez más el acento sobre la ciudad como medio de producción de la subjetividad mediante nuevas prácticas ecosóficas:

del tejido social, entendiendo que, con toda probabilidad, no se producirá la vuelta a la recomposición de las antiguas estructuras familiares (9), de las antiguas relaciones corporativas, etc.

1.- Las revoluciones informáticas, robóticas, telemáticas, biotecnológicas comportarán un crecimiento exponencial de todas las formas de producción de bienes materiales e inmateriales. Pero esta producción tendrá lugar sin crear un nuevo volumen de ocupación, como demuestra un excelente libro de Jaques Robin, Changer d’ere.(8) En estas condiciones se produce una cantidad creciente de tiempo disponible y de actividad de ocio. ¿Qué haremos? ¿”Pequeños trabajos” insignificantes, como han imaginado las autoridades francesas? ¿O desarrollaremos nuevas relaciones sociales de solidaridad, de ayuda mutua, de vida vecinal, nuevas actividades de protección del medio ambiente, un nuevo concepto de cultura, menos pasivas delante del televisor, más creativas, etc.?

4.- La expansión de las tecnologías de la información y del control permitirán considerar de manera distinta las relaciones jerárquicas existentes actualmente entre las ciudades y entre los barrios de una misma ciudad. Por ejemplo, hoy en día, París concentra más del 80% de las direcciones de empresas medianas y grandes que se encuentran establecidas por todo el territorio francés, mientras que la segunda ciudad de Francia, Lyon, ostenta menos del 3% del poder de decisión y ninguna otra ciudad alcanza el 2%. Las transmisiones telemáticas deberían permitir modificar este centralismo abusivo. Igualmente, podemos imaginar que en todos los ámbitos significativos de la vida democrática, particularmente en las categorías más locales, serán posibles nuevas formas de concentración telemática.

2.- Este primer factor se verá reforzado por las consecuencias del enorme crecimiento demográfico que se mantendrá, a escala planetaria, durante decenios, esencialmente en los países pobres, y que no hará otra cosa que exacerbar la contradicción entre los países donde “suceden las cosas” en los ámbitos económicos y culturales, y los países del vacío, de la desolación y de la asistencia pasiva. También allí se planteará de forma acuciante la cuestión de la reconstrucción de las formas de socialización destruidas por el capitalismo, el colonia14 lismo y el imperialismo. Se volverá a conceder un papel destacado, en este sentido, a formas renovadas de cooperación.

5.- Los sectores culturales y educativos, el acceso a una multitud de cadenas de cable, bancos de datos, cinematecas, etc. podrían abrir posibilidades de gran alcance, especialmente en el campo de la creatividad institucional.

3.- En un sentido contrario, asistiremos a un pronunciado descenso demográfico en los países desarrollados (América del Norte, Europa, Australia, etc.). En Francia, por ejemplo, se constata que la tasa de fecundidad de las mujeres ha disminuido el 30% desde 1950. Esta inflexión demográfica es paralela a una verdadera descomposición de las estructuras familiares tradicionales (disminución del número de enlaces matrimoniales, crecimiento de emparejamientos fuera del matrimonio, aumento de los divorcios, desaparición progresiva de las relaciones de solidaridad familiar más allá del núcleo familiar inmediato, etc.). Este aislamiento de los individuos y de las familias nucleares no se ha compensado en ningún caso mediante la creación de nuevas relaciones sociales. La vida de la vecindad, la vida asociativa, sindical y religiosa sigue estancada y, en general, decrece, “compensada” por el consumo pasivo e infantilizador de los medios de comunicación de masas. Lo que subiste de la familia se ha convertido en un refugio, a menudo regresivo y conflictivo. El nuevo individualismo que se ha impuesto a las sociedades desarrolladas hasta el mismo corazón de las familias no es sinónimo de liberación social. En este sentido, los arquitectos, los urbanistas, los sociólogos, y los psicólogos tendrán que reflexionar sobre lo que podría ser una resocialización de los individuos, una reinvención (8) Robin, Jaques: Changer d’ère. Le Seuil, Paris, 1989.

Pero estas nuevas perspectivas sólo tendrán sentido si son guiadas por una verdadera experimentación social que conduzca a una evaluación y una reapropiación colectiva y que enri15 quezca la subjetividad individual y colectiva, más que el resultado de trabajar, como desgraciadamente ocurre demasiado a menudo con los medios de comunicación de masas actuales, hacia un reduccionismo, un serialismo, un empobrecimiento general de la “ciudad subjetiva”. Sugiero que, durante la aclaración de los programas de nuevas ciudades, de renovación de barrios antiguos o de reconversión de los viejos solares industriales, se establezcan contratos de investigación y experimentación social de envergadura, no sólo con investigadores en ciencias sociales sino también con cierto número de futuros habitantes y usuarios de estas construcciones, con el fin de estudiar lo que podrían ser nuevos modos de vida doméstica, nuevas prácticas de vecindad, educativas, culturales, deportivas, de atención a la infancia, a las personas mayores, a los enfermos, etc. De hecho, los medios para cambiar la vida y crear un nuevo estilo de actividad, nuevos valores sociales, están a nuestro alcance. Sólo hace falta el deseo y la voluntad política de asumir este tipo de transformaciones. Estas nuevas prácticas afectan a los modos de utilización del tiempo liberado por el maquinismo moderno, a las nuevas maneras de concebir las relaciones con la infancia, con la condición femenina, con las personas mayores, las relaciones transculturales... Lo que ha de preceder a estos cambios es la toma de conciencia del hecho de que es posible y necesario modificar la situación actual, y que no hay nada que sea más (9) Roussel, Louis: “L’avenir de la familla”, La recherche, nº 14. Paris, Octubre,1989.


urgente. Sólo en un clima de libertad y emulación se podrán experimentar los nuevos caminos del hábitat, y nunca a golpe de leyes y circulares tecnocráticos. Al mismo tiempo, esta suerte de remodelación de la vida urbana implica que se produzcan transformaciones en la división planetaria del trabajo y, particularmente, que numerosos países del Tercer Mundo dejen de ser tratados como guetos asistenciales. También es necesario que desaparezcan los antiguos antagonismos internacionales y que se siga una política general de desarmamento que permita transferir créditos considerables a la experimentación de un nuevo urbanismo. Un punto en el que me gustaría insistir es el de la emancipación femenina. La reinvención de una democracia social implica, en gran medida, que las mujeres estén en condiciones de asumir todas sus responsabilidades en todos los niveles de la sociedad. La exacerbación, mediante la educación y los medios de comunicación de masas, de la diferencia psicológica y social entre lo masculino y lo femenino, que sitúa al hombre en un sistema de valores competitivo y a la mujer en una posición de pasividad, es sinónimo de un cierto desconocimiento de la relación con el espacio como lugar de bienestar existencial. También debe inventarse una nueva dulzura, una nueva manera de escuchar a los demás en su diferencia y singularidad. ¿Tendremos que esperar transformaciones políticas globales antes de emprender las revoluciones moleculares que han de concurrir para cambiar las mentalidades? Nos encontramos frente a un círculo de doble sentido: por un lado, la sociedad, la política, la economía no 16 pueden evolucionar sin una mutación de la mentalidad, pero, por otro lado, la mentalidad sólo puede modificarse realmente si la sociedad experimenta un movimiento de transformación a nivel global. La experimentación social a gran escala que preconizamos constituirá uno de los medios de salir de esta contradicción. Algunas experiencias logradas del nuevo tipo de hábitat tendrían consecuencias considerables para estimular una voluntad general de cambio. (Como se vio, por ejemplo, en el campo de la pedagogía, con la experiencia “iniciática” de Célestin Freinet, que reinventó totalmente el espacio de la clase escolar). Esencialmente, el objeto urbano es de una complejidad considerable y pide ser abordado con una metodología apropiada a esta complejidad. La experimentación social aspira a especies particulares de extraños “atractores”, comparables con los de la física de los procesos caóticos. Un orden objetivo “mutante” puede nacer del caos actual de nuestras ciudades, así como también una nueva poesía, un nuevo arte de vivir. Esta “lógica del caos” pide fijar la máxima atención en las situaciones por su singularidad. Se trata de entrar en procesos de resingularización y de irreversibilidad del tiempo. Se trata, además, de construir, no sólo dentro de lo real, sino también dentro de lo factible, en función de

las bifurcaciones que puedan emprenderse; construir dando oportunidades a las mutaciones virtuales que llevarán a las generaciones a vivir, sentir y pensar de una manera diferente a la actual, teniendo en cuenta las inmensas transformaciones, sobre todo de orden tecnológico, que se experimentan en nuestra época. Lo ideal sería modificar la programación de los espacios construidos según las mutaciones institucionales y funcionales que les reserva el futuro. En este sentido, una reconversión ecosófica de las prácticas arquitectónicas y urbanísticas podría ser decisiva. El objetivo moderno ha sido durante mucho tiempo el de un hábitat estándar, establecido a partir de unas pretendidas “necesidades fundamentales determinadas de una vez por siempre” Me refiero al dogma constituido por la denominada “Carta de Atenas” de 1933, que representa la síntesis de los trabajos del CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna), de la cual Le Corbusier dio una versión comentada al cabo de diez años, y que fue el credo teórico de diversas generaciones de urbanistas. Esta perspectiva de modernismo universalista está definitivamente caduca. Los artistas polisémicos, polifónicos, en que se han de convertir los arquitectos y los urbanistas, trabajan con un material humano y social que no es universal, con proyectos individuales y colectivos que evolucionan cada vez más deprisa y donde la singularidad -incluyendo la estética- debe actualizarse mediante una verdadera mayéutica que implique, especialemente, procedimientos de análisis institucional y de exploración de las 17 formaciones subjetivas inconscientes. En estas condiciones, el diseño arquitectónico y la programación urbanística han de ser considerados dentro de su movimiento, dentro de su dialéctica. Son llamados a convertirse en cartografías multidimensionales de la producción de la subjetividad. Las aspiraciones colectivas cambian y cambiarán mañana cada vez más deprisa. Hace falta que la calidad de la producción de esta nueva subjetividad se convierta en la primera finalidad de las actividades humanas, y para poder conseguirlo, se precisa poner la tecnología apropiada a su servicio. Este recentramiento no es sólo, pues, responsabilidad de los especialistas, sino que pide la movilización de todos los integrantes de la “ciudad subjetiva”. El nomadismo salvaje de la desterritorialización contemporánea reclama una aprehensión “transversal” de la subjetividad que emerge, una captación que se esfuerce en articular puntos de singularidad (por ejemplo, una configuración particular del territorio o del medio, unas dimensiones existenciales específicas, el espacio visto por los niños, los disminuidos físicos o los enfermos mentales), una transformación funcional virtual (por ejemplo, innovaciones pedagógicas) mientras se fundamenta un estilo, una inspiración, que permitirá reconocer, a primera vista, la firma individual o colectiva de un creador.


La complejidad arquitectónica y urbanística encontrará su expresión dialéctica en unas tecnologías del diseño y de programación -con la ayuda, de ahora en adelante, del ordenador-, una expresión que no se cerrará sobre sí misma, sino que se articulará en el conjunto de la disposición enunciativa de la cual es objeto. El edificio y la ciudad constituyen tipos de objeto que son portadores de funciones subjetivas, de “objetividades-subjetividades” parciales.

Félix Guattari (1930-1992) psicoanalista y filósofo, miembro de la École freudienne de Paris y fundador de las revistas “Recherches” y “Chimères,” en la que apareció publicado por primera vez este texto. Es coautor junto a Gilles Deleuze de “El Antiedipo” y “Mil Mesetas”, coautor junto a Toni Negri, de “Las verdades nómadas” y autor de “Las tres ecologías”.

Estas funciones de subjetivación parcial que nos presenta el espacio urbano no habrían de ser abandonadas al azar del mercado inmobiliario y las programaciones tecnocráticas, ni al gusto medio de los consumidores. Hace falta considerar todos estos factores, pero han de seguir siendo relativos. Requieren, mediante las intervenciones del arquitecto y del urbanista, ser elaborados e interpretados, en el sentido en que un director de orquesta hace vivir de una manera constantemente innovadora los phylums musicales. Esta subjetivación parcial tendrá, por un lado, tendencia a apegarse al pasado, a las reminiscencias culturales, a las redundancias que dan seguridad, pero, por otro lado, continuará a la espera de elementos de sorpresa, de innovación, en sus puntos de vista, dispuesta a ser un poco desestabilizadora. Estos puntos de ruptura, estos espacios de singularización no pueden ser asumidos a través de los procedimientos de consenso y democráticos comunes.

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Se trata, en resumen, de llevar a cabo una transferencia de singularidad entre el artista creador de espacios y la subjetividad colectiva. Así el arquitecto y el urbanista se encuentran atrapados, por una parte entre el nomadismo caótico de la urbanización descontrolada o únicamente regulada por instancias tecnocráticas y financieras, y, por otro lado, su nomadismo ecosófico, que se manifiesta a través de su peculiaridad diagramática. Sin embargo, esta interacción entre la creatividad individual y las múltiples constricciones materiales y sociales recibe una sanción de verdad: hay, en efecto, un salto a partir del cual el objeto arquitectónico y el objeto urbanístico adquieren su consistencia de enunciadores subjetivos: o se decide vivir o se continúa muerto. La complejidad de la posición del arquitecto y del urbanista es extrema pero apasionante desde que tienen en cuenta su responsabilidad estética, ética y política. Inmersos en el consenso de la ciudad democrática, les corresponde guiar mediante el dibujo y el diseño las decisivas bifurcaciones del destino de la ciudad subjetiva. O bien la humanidad, con su ayuda, reinventa su porvenir urbano o estará condenada a perecer bajo el peso de su inmovilismo, que hoy amenaza con convertirla en impotente delante de los extraordinarios retos que le plantea la historia.

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TEXTOS PARA EL MATE

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El material tiene como 煤nico objetivo la difusi贸n de obras y autores con fines de estudio e investigaci贸n, y en ning煤n caso existen fines de lucro a costa del trabajo de los autores y entidades citadas.


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GLOSARIO BRUNO LATOUR.

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academia invisible. Es una expresión ideada por los sociólogos de la ciencia para referirse a las conexiones informales entre los científicos, por contraposición a las relaciones que rigen en la estructura formal de las jerarquías universitarias. acontecimiento. Es un término tomado de Whitehead para sustituir la noción de descubrimiento y proporcionar una alternativa a su muy improbable filosofía de la historia (una filosofía de la historia en la que el objeto permanece inmóvil mientras que la historicidad humana de los descubridores recibe toda la atención). El hecho de definir un experimento como un acontecimiento tiene consecuencias para la historicidad* de todos sus elementos integrantes, incluyendo a los no humanos, ya que estos elementos son las circunstancias de ese experimento (véase concrescencia). actor, actante. El gran interés de los estudios de la ciencia consiste en que ofrece, a través del estudio de las prácticas de laboratorio, muchos casos en los que se constata la emergencia de un actor. En lugar de empezar con entidades que ya son componentes del mundo, los estudios de la ciencia se centran en la compleja y controvertida naturaleza de los factores que hacen que un actor llegue a existir como tal. La clave estriba en definir al actor por lo que hace -por sus actuaciones*- en las pruebas del laboratorio*. Más adelante, su competencia se deduce y se añade como parte integrante de una institución*. Dado que en inglés, el uso de la palabra “actor” se suele restringir a los humanos, la palabra “actante”, tomada en préstamo de la semiótica, se utiliza a veces como el elemento lingüístico que permite incluir a los no humanos en la definición. actualización de una potencialidad. Un término que pertenece a la filosofía de la historia y que han usado sobre todo autores como Gilles Deleuze e Isabelle Stengers. El mejor ejemplo es el del péndulo cuyo movimiento es enteramente predecible partiendo de su posición inicial: el hecho de dejar que el péndulo oscile no añade ninguna información nueva. Si la historia se concibe de este modo, no hay acontecimientos*, y, por lo tanto, la historia se despliega en vano. antiprogramas. Véanse los programas de acción. apodeixis. Véase epideixis. articulación. Al igual que la traducción*, este término ocupa el espacio vacío que deja la dicotomía del objeto y el sujeto, o, lo que es lo mismo, la dicotomía entre el mundo externo y la mente. La articulación no es una propiedad del habla humana sino una propiedad ontológica del universo. La cuestión ya no se reduce a saber si las afirmaciones se refieren o no a un estado de cosas, sino que se limita únicamente a determinar si las proposiciones* están bien articuladas o no. asociación, substitución; sintagma, paradigma. Estas dos parejas de términos sustituyen a la obsoleta distinción entre los objetos y los sujetos. En lingüística, un sintagma es el conjunto de palabras que pueden asociarse a una oración (de este modo, “El pescador va a pescar con una cesta”, define un sintagma), mientras que un paradigma designa a todas las palabras que pueden sustituirse en una posición dada en la oración (“el pescador”, “el verdulero”, “el panadero”, forman un paradigma). La metáfora lingüística se utiliza de manera generalizada para plantear dos preguntas básicas: una relativa a la asociación: ¿qué actor puede conectarse con qué otro actor?; otra relacio-

nada con la sustitución: ¿qué actor, en una asociación dada, puede ser sustituido por qué otro actor? cadena de traducción. Véase traducción. cajanegrizar o encerrar en una caja negra. Esta es una expresión tomada de la sociología de la ciencia que se refiere al modo en que el trabajo científico y técnico aparece visible como consecuencia de su propio éxito. Cuando una máquina funciona eficazmente, cuando se deja sentado un hecho cualquiera, basta con fijarse únicamente en los datos de entrada y los de salida, es decir, no hace falta fijarse en la complejidad interna del aparato o del hecho. Por tanto, y paradójicamente, cuanto más se agrandan y difunden los sectores de la ciencia y de la tecnología que alcanzan el éxito, tanto más opacos y oscuros se vuelven. centro de cálculo. Cualquier emplazamiento en el que las inscripciones estén combinadas y hagan posible algún tipo de cálculo. Puede ser un laboratorio, una institución estadística, el archivo de un geógrafo, una base de datos, etcétera. Esta es una expresión que sitúa la habilidad y la capacidad de cálculo en sitios específicos, una capacidad que con demasiada frecuencia se tiende a localizar en la mente. colectivo. Al contrario que la sociedad, que es un artefacto impuesto por el pacto moderno*, este término se refiere a las asociaciones entre los humanos y los no humanos*. Mientras siga existiendo la división entre la naturaleza* y la sociedad que hace invisible el proceso político por el que el cosmos queda reunido en un todo en el que se puede vivir, la palabra “colectivo” hará de este proceso un proceso central. Su lema podría ser “no hay realidad sin representación”. competencia. Véase nombre de acción. complejo contra complicado. Esta oposición elude la tradicional diferencia entre la complejidad y la simplicidad centrándose en dos tipos de complejidad. Una de ellas, la complicación, tiene que ver con una serie de pasos simples (un ejemplo es el del ordenador, que trabaja con ceros y unos); la otra, la complejidad, se enfrenta a la irrupción simultanea de muchas variables (tal como ocurre en el caso de las interacciones entre los primates, por ejemplo). Las sociedades contemporáneas pueden ser mucho mas complicadas que las antiguas, pero son mucho menos complejas. concrescencia. Es un término empleado por Whitehead para designar un acontecimiento* sin echar mano del giro kantiano del fenómeno*. La concrescencia no es un acto de conocimiento que aplique las categorías a una serie de hieráticos asuntos ubicados ahí afuera, es una modificación que afecta a todos los componentes o circunstancias que intervienen en el acontecimiento. condiciones de felicidad. Es una expresión tomada de la teoría de los actos discursivos. Con ella se definen las condiciones que han de cumplirse para que un acto de habla tenga sentido. Su antónimo serian las condiciones de infelicidad. Por mi parte, amplío el radio de acción de la definición a regímenes de articulación tales como la ciencia, la tecnología y la política. contexto, contenido. Son términos que nos ha prestado la historia de la ciencia y cuyo objeto estriba en situar el conocido rompecabezas de las explicaciones internalista* y

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externalista* en los estudios sobre la ciencia. cosmopolítica. Esta es una antigua palabra que utilizaban los estoicos para expresar la ausencia de vínculos con cualquier ciudad concreta y el establecimiento de lazos con la humanidad en general. El concepto adquirió un significado más profundo al ser utilizado por Isabelle Stengers para indicar la nueva política, que ya no se enmarca en el ámbito de la solución moderna* de la naturaleza* y la sociedad*. Estamos ahora ante una política y un cosmos diferentes. creencia. Al igual que el conocimiento, la creencia tampoco es una categoría obvia que se refiera a un estado psicológico. En realidad es un artefacto de la distinción entre la construcción y la realidad. Y de este modo, es también algo vinculado a la noción de fetichismo* y una acusación que siempre se dirige a los demás. cuestión de hecho. Al revés de lo que suele hacerse en el habla común, la tendencia general de los estudios sobre la ciencia no es la de llamar cuestiones de hecho a las que se refieren a lo que ya está presente en el mundo. En realidad, los estudios de la ciencia denominan cuestiones de hecho al último resultado de un largo proceso de negociación e institucionalización. Esto no limita su certeza, sino que, al contrario, proporciona todo lo que es necesario para que las cuestiones de hecho se conviertan en realidades obvias e indiscutibles. El que sean indiscutibles es el punto de llegada, no el punto de partida, como en el caso de la tradición empirista. demarcación contra diferenciación. La filosofía de la ciencia con aspiraciones normativas ha consagrado numerosos esfuerzos a encontrar criterios para separar claramente la ciencia verdadera de las ciencias paralelas. Para poder distinguir entre esta empresa normativa y la que aquí se propone, utilizo, en vez de la palabra demarcación la palabra “diferenciación”. La diferenciación no precisa que se establezca una distinción normativa entre la ciencia y la no ciencia, aunque, no obstante, permite la detección de numerosas diferencias, cosa que hace posible un juicio normativo mucho mas fino sin tener que preocupamos por las debilidades que evidencia la solución moderna*. dictum, modus. Son términos de la retórica que se utilizan para distinguir entre la parte invariable de la oración (el dictum) y la parte de la oración que modifica (de ahí su denominación de “modus”) el valor de verdad del dictum. En la oración “Creo que la tierra esta calentándose”, “Creo” es el modus. diferenciación. Véase demarcación. envoltura. Es un término ad hoc inventado para sustituirn “esencia” o “sustancia” y para proporcionar actores* que tengan una definición provisional. En vez de contraponer las entidades y la historia, el contenido* y el contexto*, es posible describir el envoltorio de un actor, es decir, sus realizaciones* en el espacio y en el tiempo. No existen por tanto tres palabras, una para las propiedades de una entidad, otra para su historia, y una tercera para el acto de conocerla: lo único que existe es una red continua. epideixis, apodeixis. Ambos son términos pertenecientes a la retórica griega y vienen a representar un resumen de todo el debate entre los filósofos y los sofistas. Etimológicamente, los dos significan lo mismo, demostración, pero el primero ha pasado a referirse a lo que

hace el sofista -el adorno de la cosa mediante las palabras-, y el segundo se utiliza para designar una demostración matemática o, el menos, cualquier tipo de demostración rigurosa. existencia relativa. Una de las primeras consecuencias del significado positivo del relativismo*, de la insistencia en la emergencia de los actores, de la definición relacional y pragmática de la acción, y de la importancia concedida a los envoltorios*, es que se puede definir la existencia no como un concepto de todo o nada, sino como una gradación. Esto permite establecer diferenciaciones mucho mas finas* que la demarcación entre la existencia y la no existencia. También permite evitar el usa de la noción de creencia*. explicaciones internalistas, explicaciones externalistas. En la historia de la ciencia, estos términos hacen referencia a una disputa ampliamente desfasada entre aquellos que afirman sentirse más interesados por el contenido* de la ciencia y aquellos que prefieren centrarse en su contexto*. Aunque esta distinción se ha venido usando durante décadas para establecer las relaciones entre los filósofos y los historiadores, se trata de una distinción que ha quedado totalmente desmantelada par los estudios de la ciencia debido a las múltiples traducciones* entre el contexto y el contenido. factiche, fetichismo. El fetichismo es una acusación realizada por un denunciante. Implica que los creyentes no han hecho más que proyectar sus propias creencias y deseos sobre un objeto carente de significado. Por el contrario, los factiches son tipos de acción que no forman parte del juicio conminatorio entre el hecho y la creencia. Este neologismo combina las palabras “hechos” y “fetiches” y deja patente que ambas comparten la característica de denotar un elemento de fabricación. En vez de oponer los hechos a los fetiches, y en vez de denunciar que los hechos son en realidad fetiches, lo que se intenta es tomar en serio el papel de los actores* en todos los tipos de actividades y, de este modo, terminar con la noción de creencia*. fenómeno. En la solución moderna de Kant, un fenómeno es el punto de encuentro entre las cosas en sí -que son inaccesibles e incognoscibles, pero cuya presencia es necesaria para evitar el idealismo- y la implicación activa de la razón. Ninguna de estas características se conserva en la noción deproposición*. fetichismo. Véase factiche. historicidad. Es un término tornado de la filosofía de la historia con el que no sólo se hace referencia al paso del tiempo -1999 viene después de 1998- sino al hecho de que algo ocurre en el tiempo, es decir, que la historia no es únicamente algo que simplemente pasa, sino algo que genera transformaciones, algo no sólo compuesto por fechas sino por acontecimientos*, no integrado sólo por intermediarios sino por mediaciones*. inscripción. Es un término general que hace referencia a todo tipo de transformaciones, es decir, transformaciones a través de las cuales una entidad se materializa en un signo, en un archivo, en un documento, en un trozo de papel, en una huella. Habitualmente, aunque no siempre, las inscripciones son bidimensionales, susceptibles de superposición y combinables. Siempre son móviles, es decir, permiten nuevas traducciones* y articulaciones*, aunque dejan intactos algunos tipos de relaciones. De ahí que también

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se llamen “móviles inmutables”, un término que se centra en el movimiento de desplazamiento y en los requisitos contradictorios de la tarea. Cuando los móviles inmutables se alinean de forma racional, producen una referencia circulante*. institución. Los estudios de la ciencia han consagrado una gran atención a las instituciones que hacen posible la articulación* de hechos. En su acepción corriente, “institución” se refiere a un lugar y a unas leyes, a personas y a costumbres que se prolongan en el tiempo. En la sociología tradicional, “institucionalizada” es un adjetivo que se utiliza como crítica de la escasa calidad de la ciencia cuando ésta es una practica extremadamente sujeta a pautas rutinarias. En este libro, el significado es completamente positivo, ya que las instituciones proporcionan todas las mediaciones* necesarias para que un actor* conserve una sustancia* duradera y sostenible. intermediario. Véase mediación. juicio sintético a priori. Es una expresión utilizada por Kant para resolver el problema de la fecundidad del conocimiento e insistir, al mismo tiempo, en la primacía de la razón humana en lo que se refiere a dar forma al conocimiento. Se opone a los juicios analíticos a priori, que son tautológicos y estériles, y a los juicios sintéticos a posteriori, que son fecundos y meramente empíricos. Por su parte, el juicio sintético a priori es simultáneamente a priori y sintético. Cuando uno ha de bregar con proposiciones* articuladas, esta clasificación se vuelve obsoleta, ya que ni la fecundidad -los acontecimientos*- ni la lógica han de situarse entre los polos que forman el objeto y el sujeto. mediación contra intermediario. El término “mediación”, contrariamente al de “intermediario”*, indica la existencia de un acontecimiento* o la intervención de un actor* que no puede definirse exactamente por sus datos de entrada y sus datos de salida. Si el intermediario se define plenamente en función de aquello que es su causa, la mediación excede siempre su condición. La verdadera diferencia no es la que existe entre los realistas y los relativistas, entre los sociólogos y los filósofos, sino la que separa a todos aquellos que consideran los numerosos embrollos que registra la practica* como meros intermediarios y aquellos que reconocen el papel de la mediación. moderno, posmoderno, no moderno, premoderno. Son términos vagos que adquieren un significado más preciso cuando se tienen en cuenta las concepciones de la ciencia que implican. Con el término “modernidad”, lo que se señala es una solución* que ha creado un tipo de política en la que la mayor parte de las actividades se justifican a si mismas por referencia a la naturaleza*. De este modo, cualquier noción de un futuro en el que la ciencia o la razón desempeñen un papel mas extenso en el orden político es moderno. El vocablo “posmoderno” alude a la continuación de la modernidad, excepto por el hecho de que ha desaparecido la confianza en la extensión de la razón. El “no moderno”, por el contrario, se niega a utilizar la noción de naturaleza para cortocicuitar el proceso político pertinente, y sustituye la división moderna y posmoderna entre la naturaleza y la sociedad por la noción de colectivo*. El de “premodemidad” es un término exótico que se debe a la invención de otro término, el de creencia*. Aquellos que no sienten un particular entusiasmo por la modernidad se hacen acreedores de la

acusación de poseer una cultura que solo alimenta creencias pero que no tiene verdadero conocimiento del mundo. modus. Véase dictum. móvil inmutable. Véase inscripción. naturaleza. Al igual que la sociedad*, tampoco la naturaleza es considerada aquí como el trasfondo exterior de la acción humana y social. En vez de eso, la noción de naturaleza se refiere al resultado de una solución* muy problematica a cuya genealogía política queda consignada a lo largo de este libro. Los términos “no humanos” y “colectivo” se refieren a entidades que han sido liberadas de la carga política de tener que utilizar el concepto de naturaleza para cortocircuitar el proceso político pertinente. no humanos. Este concepto solo tiene significado si se lo enmarca en el ámbito de la diferencia existente entre el par “humano-no humano” y la dicotomía sujeto-objeto. Las asociaciones de humanos y no humanos se refieren a un régimen político diferente del de la guerra que nos obligan a librar los defensores de la distinción entre el sujeto y el objeto. De este modo, un no humano es la versión que tiene el objeto en tiempos de paz, es decir, responde al aspecto que tendría el objeto si no se hubiese visto envuelto en la guerra que pretende atajar el proceso político pertinente. El par humano-no humano no constituye un modo de “superar” la dicotomía del sujeto y el objeto, es una forma de eludirla por completo. nombre de acción. Es una expresión utilizada para describir las extrañas situaciones -tales como las generadas por los experimentos- en las que emerge un actor* como consecuencia de todas las pruebas* efectuadas. El actor aún no tiene una esencia. Viene definido únicamente por la lista de sus efectos -o realizaciones- en un laboratorio. Sólo mas tarde, y partiendo de esas realizaciones, será posible deducir una competencia, es decir, sólo más adelante se podrá concebir una sustancia que explique por qué el actor se comporta de ese modo. El término “nombre de acción” nos permite recordar el origen pragmático de todas las cuestiones de hecho. paradigma. Véase asociación. práctica. Los estudios de la ciencia no se definen por la extensión de las explicaciones sociales de la ciencia sino por el énfasis en los emplazamientos localizados, materiales y mundanos en donde se practican las ciencias. Así, la palabra “práctica” sirve para identificar aquellos tipos de estudios de la ciencia que están tan alejados de las filosofías normativas de la ciencia como suelen estarlo los habituales esfuerzos de la sociología. Lo que ha podido revelarse gracias al estudio de la práctica no se usa para desenmascarar las pretensiones de la ciencia, tal como sucede con la sociología critica, sino para multiplicar las mediaciones* que colectivamente producen las ciencias. pragmatogonía. Es un neologismo inventado por Michel Serres basándose en la fonética y en la noción de “cosmogonía”. Su significado remite a la genealogía mítica de los objetos. predicación. Es un término de la retórica y de la lógica que denota lo que sucede durante la actividad de la definición, cuando, con el fin de evitar una tautología, nos

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encontramos con que, necesariamente, hemos de definir un término con otro término. Esto implica una traducción* para cada definición, ya que la definición de un ~término se obtiene gracias ala mediación* del otro. programas de acción, antiprogramas. Son términos propios de la sociología y la tecnología que se han venido usando para conferir a los artefactos su carácter activo y a menudo polémico. Cada uno de los mecanismos anticipa lo que los demás actores, tanto humanos como no humanos, pueden hacer (programas de acción), aunque puede que esas acciones anticipadas no tengan lugar debido a que los otros actores tengan diferentes programas, es decir, antiprogramas desde el punto de vista del primer actor. De ahí que el artefacto se encuentre en la primera línea de una controversia entre los programas y los antiprogramas. proposición. No utilizo este término en el sentido epistemológico de una oración que se juzga verdadera o falsa (para esto prefiero reservar la palabra “enunciado”), sino en el sentido ontológico de lo que un actor ofrece a otros. Lo que se afirma es que el precio de incrementar la claridad analítica -la claridad de las palabras, separadas del mundo y vueltas a conectar después en virtud de su referencia y del juicio que emiten- es mayor y produce, al final, mas oscuridad que el derivado de conceder alas entidades la capacidad de conectarse entre sí a través de los acontecimientos*. El significado ontológico de la palabra es una elaboración que debemos a Whitehead. proyecto. La gran ventaja que tienen los estudios tecnológicos sobre los estudios de la ciencia estriba en que los primeros se enfrentan a proyectos que obviamente no son ni objetos ni sujetos ni ninguna combinación de ambos. Una parte muy importante de lo que se aprende con el estudio de los artefactos se reutiliza después en el estudio de los hechos y su historia. pruebas. En su estado emergente, los actores* se definen por las pruebas, que pueden consistir en experimentos de varios tipos, experimentos en los que se obtienen nuevas realizaciones*. Los actores se definen mediante pruebas. realización. Véase nombre de acción. referencia circulante. Véase referencia. referencia, referente. Son términos de la lingüística y de la filosofía que se usan para definir, no la escenografía de las palabras y del mundo, sino las muchas prácticas que terminan por articular proposiciones*. El término “referencia” no designa un referente externo carente de sentido (es decir, y literalmente, sin medias para terminar su movimiento), designa la cualidad de una cadena de transformaciones, la viabilidad de su circulación. El término “referente interno” proviene de la semiótica y denota todos los elementos que producen, entre los diferentes niveles de significación de un texto, la misma diferencia que se observa entre un texto y el mundo exterior. Se trata de un concepto vinculado con la noción de vuelta a*, paso a* o cambia a*. referente interno. Véase referente. relativismo. Este término no hace referencia al debate en torno al carácter inconmensurable de los puntos de vista -que debería denominarse absolutismo-, alude únicamente

al proceso mundano por el que las relaciones se establecen entre los distintos puntos de vista gracias a la mediación* de los instrumentos. De este modo, el hecho de insistir en el relativismo no debilita las conexiones entre las entidades~, sino que multiplica los senderos que permiten que uno pueda desplazarse de un punto de vista a otro. Los estudios sobre la ciencia han elaborado una solución nueva que viene a sustituir la simplista distinción entre lo local y lo universal. revolución copernicana. Este es un término ideado por Kant, y hoy en día se ha convertido en un lugar común de los escritos filosóficos. En origen denotaba el paso del geocentrismo al heliocentrismo. Paradójicamente, Kant no lo utiliza paraseñalar el desplazamiento de la posición humana respecto del centro del mundo sino para indicar el regreso del objeto alcentro de la vida humana, un objeto que órbita en torno a la capacidad de conocimiento. La expresión “contrarrevolución copernicana” combina así dos metáforas, una propia de la astronomía y otra proveniente de los movimientos de oposición política. Este vocablo se refiere al alejamiento de todo tipo de antropomorfismo, incluyendo el que inventó Kant. La política no ha de hacerse a través de la naturaleza*, y los objetos, en tanto que no humanos, han de poder verse liberadosde la obligación de cortocircuitar el proceso político necesario. sintagma. Véase asociación. sociedad. La palabra no se refiere aquí a una entidad que existe por si misma y que esta gobernada por sus propias leyes, leyes que la diferencian de otras entidades, como la naturaleza; su significado alude al resultado de una solución* que, por razones políticas, divide artificialmente el mundo en dos ámbitos: el natural y el social. Para referirme, no al artefacto de la sociedad, sino a las múltiples conexiones entre los humanos y los no humanos*, utilizo en su lugar la palabra “colectivo” . solución. Abreviatura por “solución moderna”, una solución que ha convertido en problemas cerrados y sellados cuestiones que no pueden resolverse por separado y tienen que abordarse de manera simultánea: la cuestión epistemológica de como podemos conocer el mundo exterior, la cuestión psicológica de como una mente puede mantener una conexión con un mundo interior, la cuestión política de como podemos mantener el orden en el seno de la sociedad, y la cuestión moral de como podemos vivir una vida agradable; se trata, en resumen, de las cuestiones de “ahí fuera”, “aquí dentro”, “ahí abajo” y “ahí arriba”. sustancia. El significado de esta palabra alude a aquellas propiedades que “sub-yacen”. Los estudios sobre la ciencia no han tratado de eliminar por completo la noción de sustancia, sino que han preferido crear un espacio histórico y político en el que las entidades que van aflorando puedan disponer poco a poco de todos sus medios, de todas sus instituciones*, de tal modo que vayan “sustanciándose” de forma gradual y se vuelvan así duraderas y sostenibles. sustitución. Véase asociación. traducción. En vez de oponer el mundo y las palabras, los estudios sobre la ciencia, gracias a su insistencia en la práctica*, han multiplicado los términos intermedios que se

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centran en las transformaciones que son características de las ciencias. Al igual que el término “inscripción”, o el de “articulación”*, el de “traducción” es un vocablo que atraviesa la solución moderna*. Por sus connotaciones lingüísticas y materiales, la palabra traducción se refiere a todos los desplazamientos que se verifican a través de actores cuya mediación es indispensable para que ocurra cualquier acción. En vez de una oposición rígida entre el contexto* y el contenido*, las cadenas de traducciones se refieren al trabajo mediante el que los actores modifican, desplazan y trasladan sus distintos y contrapuestos intereses. vuelta a, paso a, cambio a. Son términos tomados de la semiótica y que designan el acto de significación mediante el cual un texto pone en relación, uno con otro, distintos marcos de referencia (aquí, ahora, yo): distintos espacios, distintos tiempos, distintos personajes. Cuando el lector es enviado de un plano de referencia a otro, estamos ante un paso a; cuando el lector es remitido nuevamente al plano de referencia original, estamos ante la vuelta a; cuando el contenido de la expresión varia por completo, estamos ante el cambio a. Todos estos movimientos dan como resultado la producción de un referente interno*, y proporcionan profundidad al campo de visión, como si uno se encontrase frente a un mundo plenamente diferenciado.

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Nota: GLOSARIO es un fragmento de La esperanza de Pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia (Bruno Latour, Gedisa, Barcelona 2001). El objeto de su publicación en CIRCO reside en su utilidad para navegar por el interior de algunos escritos contemporáneos.

GLOSARIO Bruno Latour Texto extraido de revista CIRCO 2004 . 125 JAIA LORE ARTEAN.


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