Año 2, N° 14, JUNIO de 2009, Magazine DE distribución gratuita,
México
SE PROHIBE LA ENTRADA A PERSONAS UNIFORMADAS Y/O MENORES DE EDAD
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Editorial
Rodolfo Villagómez P. Director general editorial rodolfo@tocatuvida.com
Vagancia
B
directorio
ella arte que no necesita de protocolos, la vagancia camina por el vértigo horizontal de una ciudad con murallas invisibles. Sólo el vago, no el vagales, es lo suficientemente hábil para entrar a lugares prohibidos, sacarle la cartera y el “buenos días” a su vecino, presumir de bilingüismo, dejarse llevar por la tentación en un table donde el deseo, las risas y las confesiones nada tienen que ver con el acendrado machismo escrito con m de madre ni con ese dios redondo mejor
conocido como futbol. Bella arte de lo refinado, la vagancia es astuta y elegante, como los dedos de un carterista, el baile sensual que provoca el orgasmo de los sentidos y la cerveza fría que alivia los golpes recibidos en ese partido llanero libre de retenes militares. Bella arte de la lengua, la vagancia es el rito nocturno de salir con la música muy alta y el ánimo bien encendido para que se vea qué felices somos, el ocio lúdico por lo inesperado ansiosamente, la forma de vida con oficio y beneficio.
Renato Galicia M. Director editorial renato@tocatuvida.com Fabián Aranda Calderón de la Barca COORDINADOR MUST fabian@tocatuvida.com María Lu Mendoza Arturo Ríos Alejo Harlen Vega Soria Rodrigo Villegas Ruster Giovanni Gómez Luis Manuel Ortiz Equipo editorial Abigail Matías O. Ilustración Carlos Salazar Director Financiero carlos@tocatuvida.com Raúl Jiménez Director de Arte y diseño raul@tocatuvida.com
06 Bilingüismo
Javier Villagómez P. Dirección planning México javier@tocatuvida.com Integral Media Arts Comunication Dirección Internacional
10 No te enamores
08 Vagos
Información y ventas editorial@tocatuvida.com ventas@tocatuvida.com tocatuvida@hotmail.com Móvil: 951.155.72.84 / 951.141.47.65
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12 Si yo fuera Maradona
18 Machismo
20 Ladrones viejos
Año 2, N° 14, junio 2009. Tangente toca tu vida® es una publicación mensual editada y distribuida por Imaginario Colectivo/ Agencia de Comunicación bajo la dirección internacional de Integral Media Arts Comunication para América Latina. Editor responsable Rodolfo Villagómez P. Reservas de derechos al uso exclusivo del título en trámite, Certificado de licitud de título en trámite, Certificado de licitud de contenido en trámite, ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. El contenido de los artículos firmados no refleja necesariamente la opinión del editor. Los artículos contenidos en esta publicación, con excepción de las imágenes, podrán ser reproducidas siempre y cuando se cite la fuente, solicitándolo previamente por escrito al editor. Impreso en Oaxaca, México, Formas Continuas España S.A. de C.V. Tangente toca tu vida® no realiza intercambios de publicidad, ni acepta cortesías a cambio de reportajes, garantizando un punto de vista independiente. Tangente toca tu vida® investiga sobre la seriedad de sus anunciantes, pero no se responsabiliza por las ofertas o informaciones expresadas por los mismos. www.tocatuvida.com
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Ave mitológica
Bilingüismo
Foto de As you said
> Rodrigo Villegas Ruster
L
as fronteras en el mundo son más fantásticas que nunca. Como aves mitológicas, las lenguas cruzan el alambre. Ahora, hablar dos idiomas está muy lejos de ser un lujo: es casi como caminar. ¿Qué pasa cuando una lengua nueva habita la mente? Dos o más personalidades, para un mundo de dos o muchas más identidades. Los movimientos migratorios ocurren con más frecuencia en Europa y Norteamérica por razones económicas en este siglo, es en ellos donde brota con mayor frecuencia el bilingüismo. Y así como los inmigrantes protegen su lengua ante los países donde van, en éstos los distintos idiomas han estado presentes desde hace mucho por diversas causas.
Chido
Si bien en un tiempo se consideraba que hablar en otro idioma era un acto chick, sobretodo si de francés, italiano o alguna otra lengua “culta” se trataba, las minorías étnicas nunca han gozado de semejantes glamoures. Preguntémosle a tzeltales o a tarahumaras, obligados a aprender español en México, si su estatus social ha sido de refinados políglotas o de víctimas de misioneros posmodernos. En la actualidad no sólo el bi, sino el multilingüismo es un fenómeno mundial. Ser hijo de un senegalés y una boliviana o de un purépecha y una mexicana y nacer en Polonia o en Estados Unidos es ya pan de cada día. Quizá a quien más tenga que interesar este proceso sea a los que estudian al animal de la razón, llámense filósofos, psicólogos, historiadores, sociólogos, comunicólogos, escritores o poetas.
Estudiosos como Noam Chomsky han hecho esfuerzos para tratar de entender la naturaleza del lenguaje, así como la adquisicón de uno distinto del que se conoce como lengua materna. Pero casi ninguno logra definir con precisión qué es esa primera lengua que aprendemos y si una segunda ocupa más “espacio” en el cerebro, o si ahí la tenemos guardada en otra gaveta. Lo cierto es que cada lengua tiene su interpretación del mundo y lo que en una se define con una palabra en otra puede tener dos o más opciones. Un idioma es mucho más que una manera de expresión, constituye una manera de pensar e interpretar el mundo que nos rodea. Incluso dentro del misterio del silencio. Pensar en dos lenguas está lleno de lo que antes se llamaba magia o de aquello que se le
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escapa a la razón lógica. El poeta T.S. Elliot dijo que las lenguas nos abrían a nuevos mundos, como si muchos mundos y personas se contuvieran en un mismo cuerpo. Así que más allá de que dentro de nosotros broten como regalos-sorpresa nuestros múltiples rostros y matices, preparémonos para algo que irá más allá de un curso de tres meses en Quick Learning. Estemos listos para una nueva concepción de la realidad sin necesidad de LSD. Si aún queda algo del tan nombrado espíritu revolucionario, estemos listos para una revolución del lenguaje (uy). Quizá tocamos ya la puerta que esa llave mágica, el misterio del lenguaje, nos regala para contestar las viejas preguntas. Ésas para las que hasta ahora no hay respuestas.
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La calle como casa
Vagos > Pedro Trinidad
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no. El ocio lúdico en la calle era anualmente cíclico por moda, novedad, películas, deportes: las canicas y el yoyo, el cubo de Rubik y el Pac-Man, la cascarita y el tochito, los patines y la patineta. Existía la maravillosa sensación de lo desconocido, el gozo por lo inesperado o lo esperado deliciosa y ansiosamente. En los barrios bajos todavía sobrevive un tanto de eso, pero entre la clase media tratan cada vez más que sus hijos se parezcan a los niños ricos presos de oro que nos describe Eduardo Galeano: presos en su compu, presos en su cuarto, presos en su casa saturada de alarmas y guaruras, presos en su calle enrejada y vigilada por cámaras y policías, presos en su auto blindado, presos en el mall al que van. Dos. El diccionario define al vago como ocioso y perezoso, para las mamás es aquél que “no tiene ni oficio ni beneficio”, pero el chaval en la calle sabe que significa ser el jefe, la neta, el machín. Nada como salirse sigilosamente de la casa, sentarse en la banqueta con Los Frutsis, la puritita banda infantil, y empezar a darle a las canicas duro y duro o jugar retas y retas de fucho o meterse al videojuego de la tiendita de la esquina a matar toditito el día. Ya llegará la noche y vendrá la madriza. El de vago es un oficio en extinción. Porque requiere liderazgo, habilidad, dominio de los juegos y deportes callejeros, creatividad, capacidad de sorprenderse e imaginación, implica toda una escuela de vida y tanta saturación basura de Internet y mediática está matando esas capacidades, indispensables para no volarnos el seso más adelante. Como son inevitables, habría que contrarrestarlos con estrategias tipo Sherlock Holmes: mi querido Watson se sorprendió cuando descubrió que ignoraba la teoría copernicana, esa de que la Tierra gira alrededor del sol, pero más fue su estupor al escucharme decir: “Y ahora que lo sé, haré lo posible por olvidarlo”, porque, expliqué, sólo un idiota coloca en su celebro todo lo que le dan, ya que llega un momento en que los conocimientos inútiles expulsan a los importantes. Tres. En los setenta eran verdaderamente rupestres, de madera corriente y unas tiras de lija todas chafas, trucks cortos y llantas de hule negro con tazas. Después aparecieron las excelentes patinetas Alva, pero en ese tiempo sólo las podían comprar los “hijos de papi”. En los ochenta casi desapareció la patineta, aunque sobrevivió entre ciertos ghettos que arriesgaban la vida en bajadas de asfalto inverosímiles, luego volvió con más fuerza, calidad y tablas profesionales, como las Peralta, aunque primero sucedió que los fresas, armados hasta los dientes con cascos, rodilleras y demás accesorios, se sentían exclusivos y soñados en sus espacios acondicionados, caros e inaccesibles para otros que no fueran ellos, pero después el agua volvió a su cauce y los skatos, sin protectores algunos, se convirtieron en toda una tribu urbana de vagos que pusieron a la patineta en el lugar que le corresponde: la calle. Foto de Bit Ramone
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La Tentación
El mundo de no te enamores El ojo abarca mucho pero la mano es corta Naguib Mahfuz
> Arturo Ríos Alejo
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ás que rutina, es un rito nocturno salir ebrios a meter la chancla por la ciudad hasta llegar a un buen lugar para seguir chupando. Llegar con la música muy alta y el ánimo bien encendido para que se vea qué felices somos. O al menos qué desmadrosos --nadie tan desmadroso puede estar triste, qué idea--. El Gato y El Padrino, atrás, gritan cosas que no comprendo porque Lenny Kravits, el de éxitos, “ése es el bueno pinche Costillita”, suena a todo. El Gato, aunque atrás, es el copiloto que señala la ruta mientras, luchando a garganta partida con Lenny, canta que es de pumas desde que estaba en la cuna. Somos veloces pero dentro, con “Rock and roll is dead”, alcohol, mala sangre, risas y puro presente, la velocidad no existe. No reconozco la ciudad, sólo la torre de Pemex que pasa corriendo a nuestra izquierda, tan insignificante desde que dejó de ser la más alta. Llegamos. El valet, a cambio de treinta pe-
sos y un Astra nos da un papel amarillo. Nada más entrar a La Tentación, que así se llama el lugar, Costillita me dice que al menos me quite mi gorro de clochard, pero cómo, si es lo que me ayudará a no extraviarme en el mundo del table, “es mi gorro de Ariadna”, digo, y al instante me siento un poco imbécil, fuera de lugar. Es un salón largo, casi rectangular, con iluminación de casino. Cinco naves sin arcos, se diría. Sobre la central, haciendo las veces de altar, la pista con el simbólico tubo. Nos sentamos al ladito. El Gato y Costillita, a mostrar con rapidez, en los gestos confiados, en las risas sonoras, en la serenidad para sacar los tabacos, la ganada experiencia; El Padrino y yo, intentando sonrisas ambiguas para aclarar de una vez, a ellos y a todos, que no somos ningunos expertos en tables, pero que sabemos de la noche. No somos nuevos. Las muchachas se pasean desnudas como en cualquier paraíso, algunas buscando clientes, otras con más ganas de ir a dormir que nada. Hay una húngara, o eso dicen, con tal cara de fastidio que me produce un malestar… Traen la cubeta en el momento justo, hace sed y si no bebo algo rápido todo se descompondrá demasiado pronto. A mi lado baila con pereza una mujer con percings en ambos senos y en la vagina. Platico con El Padrino y antes que yo, dice que no le resulta erótico. Coincidimos, además, en el temor de ser unos verdaderos mamones. Si no cómo explicar el afán por pensar cuando no hay que hacerlo. Pero así es uno, no sé bien por qué o a partir de cuándo, pero así es uno. Sin embar-
Fotos de Gianmarco Lorenzi
Chapulín
go, quiero seguir aquí, para ver. Pero no sólo para ver, no sé… Mientras platico, miro de reojo que con El Gato, que ríe con Costillita, bromea una chava que vino a saludarlo. Es joven. Parece rocker, con unos shortsitos y un top de mezclilla que apenas cubren algo. Me pregunto si será su personalidad o su personaje. O en todo caso qué fue primero. Me lo pregunto, además, porque sospecho que algo le dicen sobre mí, voltean a verme y sonríen. Veo que da la vuelta a la mesa y está conmigo. Enfrente me hacen señas, creo que de que le agarre las nalgas ahora que ella ha tomado mi gorro de clochard, mal augurio, pero mejor la abrazo de la cintura, digo no sé qué cosa y luego bye. Ella entiende, o sea, que soy un wey, y le dice a El Gato que al rato lo ve. La sigo con la mirada. Admiro la rapidez que tiene para que de volada, más que a cualquier otra, le disparen la copa y quedo convencido de que es rocker y que me cayó bien. Me gustaría regalarle mi gorro, jeje, como soy (¿cómo soy?) al rato me enamoro de ella. Ya no voy a tomar. Salud. Costillita choca la botella y decide que es la hora del privadito. Luego de querer con todas, se va al fin con una. 300 pesos, dos rolas. El Gato, antes que se aleje, le grita, “no te enamores”, y todos, incluido Costillita, sueltan la carcajada. Salud. ¿La ostra cubeta? Va. “No mamen ‘cuenta El Gato’ una vez vine con unos cuates de mi primo y no mamen, qué mamada. Mi primo pidió un privadín y uno de sus cuates, pedísimo, le empieza a gritar ‘no te enamores, ‘es una puta, es una puta’. No paró hasta que nos corrieron a empujones, y nos salió bara. Hay cada pendejo”. Como para confirmar, lo primero que dijo Costillita al volver fue, “Gato, préstame mil quinientos”. Risas. “En serio”. Más risas. “Para qué, wey”. Suspenso. “Para chingármela”. El clímax de las risas. “Siéntate,
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wey”. Por fin ríe él también. Toma otra ampolleta y salucita. Salud. “¿No que no Gato?, ya va a bailar Alexandra. Se la rifa. Sí, pero vela, vela, ¡vela!” Me entra la sensación de que El Gato me la está vendiendo. O quizá sólo sea mi típica perspicacia fantasiosa. O tal vez sólo quiere presumir que nos trajo a un buen lugar. Costillita y El Gato, promotores culturales, se cooperan y le disparan un privado al Padrino por su cumpleaños. No quiere, que lleva toda la noche insistiendo en que no es su cumpleaños. Yo tampoco quiero. “Con la Alexandra, ándale”. ¿Estarán todos de acuerdo? Cada vez más cómplice que testigo. Va. Me entran nervios mientras El Gato le habla a la de los boletos. En lo que llega, entonan una cancioncilla simpática que dice “que sí, que no, el boletero”, “que sí, que no, el boletero”, ad infinitum. No estoy muy seguro por qué voy a hacer qué cosa, pero cuando me doy cuenta voy de la mano de Alexandra. “A ver, aguántame tantito”. Regreso y pregunto a un par de conocedores que qué se vale, que qué estoy, bueno están, es lo mismo, pagando. Me asesoran en cinco segundos más que nada sobre lo que no se está pagando y regreso con mi chica. Aunque ebrio, no puedo evitar un leve pudor; me siento un poco ridículo mientras avanzo entre las mesas sin que Alexandra me suelte la mano. Camina delante de mí, sin apenas verme, como remolcándome. Time is Money. Y yo sin muy bien saber a dónde vamos ni por qué, ni qué se me antojará hacer. Tal vez correr. No fuimos muy lejos, nomás atracito, ahora sí que nomás llegamos al fondo de La Tentación…
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Si yo fuera Maradona
O Messi, de perdis
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La danza del área
> Renato Galicia Miguel
Si yo fuera Maradona viviría como él porque el mundo es una bola que se vive a flor de piel Manú Chao
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i yo fuera otro que el que soy, no andaría en la obra en este San Lunes larguísimo sufriendo el credo o crudo pedo eterno o, peor aún, en esta banca del desempleo angustiante y la cruda criminal o aquí en la mazmorra callejera jugándome mi último varo en la suerte del ladrillo: la rayuela, matando el día o el día matándome a mí, más bien, tomando rancio alcohol, comiendo mal co-
Deportivo Encinos
cido caldo de olla, masticando la desgracia moral de no saber cómo sacar la semana y sortear las broncas de la casa, la papa, la mujer, el hijo: y todo por el maldito futbol… aunque eso sí, qué chingón que ganamos, voy a gozar el triunfo todita la semana. Si él fuera otro que el que es, el típico jugador llanero dominguero de barrio bajo, para mayor información: El Biyik, El Pelón, El Chino, El Tavo, El Toy, El Perkins, El Garra… Ni divos a lo Salcido, ni famosos a lo Rafa Márquez y ni soñando millonarios a lo Messi y sus 28.6 millones de euros facturados: estrellas virtuales que han convertido al sueño de las patadas en un “espectáculo con pocos protagonistas y muchos espectadores, futbol para mirar que se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del
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Dínamo
Fotos de IMACO/ J
mundo y que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue”, como diría Eduardo Galeano, sino Ulises joycianos, héroes del ir al día como albañiles y obreros, licenciados y dentistas, herreros y comerciantes, estudiantes y vagos, empleados y desempleados, veteranos y novatos, casados y mandilones, solteros y dejados, abstemios y doble A, borrachos y drogadictos. Como dice Ignacio Estrada, Nacho, presidente durante 32 años ya de la Liga Isidro Fabela de Vivanco, “los típicos jugadores llaneros que juegan por gusto, por convivencia familiar, por diversión y por tratar de alejarse de los vicios, los que por falta de economía no destacan”: los Garra o los Perkins, de Los Hornos, que por su idiosincrasia, porque ni siquiera están acostumbrados a entrenar, llegan al circuito profesional y salen corriendo, pero de regreso.
El Chino
El Pelón
Abel
Jugadores de este clásico de barriada que viven el fucho con esa “locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando sin saber que juega”, añadiría Galeano: el Dínamo, no tan legendario como aquel de Kiev que durante la ocupación alemana de 1942 en Ucrania, nos cuenta el mismo escritor uruguayo, cometieron la locura de ser dignos, derrotaron a la selección de Hitler no obstante la advertencia de que si ganaban morían y los once fueron fusilados con sus camisetas puestas en lo alto de un barranco, pero sí heroico a lo barrio bajo y bravo; del otro, el Deportivo Encinos, de la misma cuña, quienes se enfrentan en este domingo sin influenza en la fecha última del torneo de liga. Futbol llanero de los deportivos Vivanco y Sánchez Taboada, las canchas de Encinos y Cantera, que a pesar y con-
Biyik
Don Ignacio Estrada
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Por el triunfo
tra todo ha sido veta de excelentes equipos: La Fama, primer lugar del Torneo Telmex del Distrito Federal y segundo a nivel nacional, o el Combinado Independencia, campeón de la Copa Ciudad de México. Y jugadores: Jesús Gómez, de Irapuato, Morelia y Santos; Jorge Rubio, de Toluca; ElMosco Monroy, de América y Cruz Azul, Juan Antonio Luna, Javier Fragoso, Nieto, De la Torre, que todavía anda activo en Toluca. Futbol de la Liga Isidro Fabela, comandada por Nacho, tapicero de oficio, nacido en la colonia Roma pero radicado en Tlalpan desde hace 57 de los 59 años de edad que tiene, extremo izquierdo durante 37, encargado de su equipo del alma Carrasco alrededor de 35 y, orgullo de orgullos, nunca de los nunca expulsado: “Porque siempre quise darle buena imagen a los niños y ser el buen ejemplo”. Forma de vida que sí es deporte y no lo es: son once los cartones de cerveza estibados, 220 botellas de Vickys
Por la derrota
y Coronas vacías, más uno que otro frasco de Rancho Viejo tirado por ahí, botín de la fiesta de anoche, ya sólo quedan unos cuantos jugadores, delegados de equipos y porra, los purititos apodos: El Chinito y El Cooper, El George y El Pelón, El Biyik y El Tavo, El Canelo y El Güila, todavía resuena el eco de los gritos en los oídos: “Venga, Dínamo”; “vamos, Encinos”; hágala buena, hágala buena”; “dale vuelta, dale vuelta”; “gol, a güevo”… Oscurece en el campo Los Encinos: al fondo, los cerros donde está el exclusivo barrio residencial Tlalpuente, “en el que vive la Susana Zabaleta”; atrás, los barrios bajos Actopa, Mirador, la María Esther y Tlalmille. Se han ido los motorolos que se van a dar su toque a cielo abierto, también los jugadores de baraja que sacan la semana en un domingo de futbol. En bolita, bajo los árboles, a un lado del puesto de Irma, que ya empieza a levantar, entre balbuceos se repi-
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El camp now del barrio
ten una y otra vez las gestas heroicas del juego, se resuelven o empeoran pleitos familiares, se encauzan vidas o se dan consejos, se encienden y apagan viejas rencillas y también se recuerdan las históricas jornadas de otros tiempos. Como “aquella vez que le hicimos el paro al Octavio –un árbitro--, lo quería madrear un equipo de puro marrano. Eran un chingo, como dos equipos juntos. No mames, ya nada más estábamos El Banana, El Flaco, El Cooper y no me acuerdo quién más, pero nada más éramos como seis. Lo empezaron a corretear, cruzo medio campo, se fue para el terreno de a lado, le metieron el pie y no cayo, ¿si no? Vino de regreso, entonces nos metimos: cagadísimo, ahí iban El Cooper y El Flaco, escoltando al pinche Octavio, corriendo a su lado, hasta que lograron subirlo aquí, a los encinos, donde nos armamos de piedras y ya ni madres le entraron aquellos cabrones: ‘Mejor lléguenle, putos, por-
Los malosos
que les vamos a dar en toda la madre, estamos en nuestro barrio’. Y se abrieron”. En Los Encinos el domingo es un ritual, con la crisis, la influenza, el triunfo del Barça y la final Pumas vs Pachuca para comérsela como botana; con los primeros equipos que llegan a jugar a las 7 de la mañana, junto con los heroicos crudos que ahí están para curársela y echar porra; con los jugadores que toman chela y juegan o juegan y toman chela, da igual, con familias enteras que conviven y se apasionan, con los clásicos de equipos del mismo barrio, con la vaga noción de que mañana hay que ir a la chinga o hacer San Lunes pero la certeza de que hoy es dominguito futbolero y ahorita en este mismísimo momento el clímax es el éxtasis festivo y alcohólico, y el futbol no es un deporte sino la vida misma… Como un sueño es el “si yo fuera Maradona, viviría como él”, porque se es “jugador llanero y se vive como soy”.
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Machismo del padre
Con M de madre > María Lu Mendoza
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acerse hombre en esta sociedad constituye un despertar cruel, una desgracia y un despojo. La construcción de la masculinidad atraviesa complejas estructuras mentales, físicas y sociales. El machismo tiende sus hilos invisibles casi a cualquier manifestación humana. El lenguaje, las costumbres, las formas en que nos divertimos, jugamos, aprendemos, cocinamos o vestimos están atravesadas por valores que legitiman y preponderan lo masculino sobre lo femenino. ¿Por qué se le dice al joven una y otra vez: “tienes que ser hombre”? ¿Por qué es tan insultante para un hombre ser comparado con una mujer o considerado afeminado? El machismo es un vestigio remanente de la humanidad basado en relaciones de poder, económicas, sociales y políticas que se transmiten de generación en generación. No es una característica “natural”. Se nos ha hecho creer que hay una explicación biológica que sustenta la discriminación y la supuesta superioridad de lo masculino: “porque así somos los hombres”. La fuerza física y las teorías hormonales sobre la masculinidad han sido los principales argumentos para validar la idea del machismo innato, así se explica que debido al alto índice de testosterona que los hombres presentan --diez veces más alto que en las mujeres--, tienden a ser “naturalmente” agresivos, competitivos, dominantes, violentos y sexualmente más activos. Las cosas no son tan simples, ni son puramente biológicas ni son puramente sociales. La masculinidad se vuelve un problema como resultado directo de la experiencia de un niño en el seno de la familia. El aprendizaje del rol masculino es mucho más rígido que el correspondiente al femenino. Los padres constantemente reprueban actitudes femeninas en sus hijos varones; en este sentido una niña tiene la libertad de jugar futbol o vestir pantalones, no así los niños, a quienes se reprime por jugar con muñecas o maquillarse. El proceso de aprendizaje empieza en el vínculo materno; el niño, al verse avasallado por críticas hacía lo femenino y al buscar su propia identidad, creará un mecanismo de negación y rechazo hacia su madre y en general hacia lo femenino. Este proceso deviene en reprimirse a sí mismo cualidades que considera femeninas y en el posterior rechazo y devalúo de las mujeres. Aunado a ello, el aparato ideológico y publicitario orilla a los hombres a reproducir, pensar, sentir y vivir actitudes machistas. El hombre popular y exitoso es aquel que puede detentar más poder, más fuerza, más mujeres, más dinero, el que tiene una apariencia más sexual y sensual. El reto entonces es cultivar en nosotros mismos otras formas de relacionarnos como hombres y mujeres donde no nos despojemos de lo más rico que tenemos: la capacidad de sentir y conocernos en lo profundo. El machismo como lo vivimos en la actualidad no es la única forma de vivir la masculinidad. Desde lo particular debemos reflexionar en torno a qué tipo de feminidad y masculinidad queremos reproducir. Cada acto de conciencia al respecto es un paso histórico para el futuro. Ilustración de John Park’s Harlequin Ape
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Caballeros andantes
Ladrones viejos > Rodolfo Villagómez Peñaloza
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iempre cómplice, nunca patrañero, por lo delgado lo apodaban El Carrizos y está en la cárcel. Caballero andante jubilado, robó media ciudad de México, incluidas las casas de dos expresidentes: Luis Echeverría y José López Portillo. Cómplice de la noche y su sigilo, hizo del hurto su pago mensual. Oriundo de la gran urbe, la exploró con ojos enigmáticos y convirtió a la madrugada en su espacio de trabajo y sobreviviencia. Capturado por desobediente – ningún andante lo es – dejó a su familia con lo suficiente para vivir de manera cómoda mientras él recibía el castigo de no compartir su botín con El Negro Durazo, supremo de la policía. Recluso no ejemplar, en su celda forja ganzúas para abrir candados que no lo devuelven la libertad, porque libre es, pero sí a las andanzas de los caballeros que acompañan a la ciudad de noche. Viejo ladrón, caminante con oficio y beneficio que nada debe, que está allí para despojarte de lo que tampoco es tuyo, de lo que poco trabajo te costó ganar, de lo prescindible; viejo ladrón de la ciudad, no hace daño
para robar o vender más barato y cual fantasma de la modernidad extrae tu billetera sin que te des cuenta. Carterista le llaman porque hizo del tumulto y el apretujón el escenario ideal para poner en práctica la flexibilidad, ligereza y concreción de sus dedos. Danzante del ritmo de la ciudad supo que la mano es la sublime inteligencia del hombre. Nuca ratero, siempre viejo ladrón, El Carrizos se quedó con la billetera de la ciudad, cual mago diplomático que sin tocar nada lo tiene todo. Efraín Alcaraz Montes de Oca, El Rey de los Zorreros, el que de los tiros (robos) sacó mucha luz (dinero) fue entrevistado en el Reclusorio Sur por Everardo González con motivo del documental Ladrones viejos: las leyendas del artegio, estrenado en 2007 y del cual El Carrizos nunca recibió regalías: “Me pagó lo que le cobré por hora pero de las ganancias nuca me ha dado nada, y ahora ya anda hasta en Río de Janeiro y la película ganó tres Arieles, ahora sí que Everado me utilizó, sacó provecho de mi vida, pero ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón”. Diversos testimonios e imágenes invaluables de la ciudad complementan el extraordinario trabajo cinematográfico cuyos protagonistas son los caballeros an-
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Fotos de Artegios dantes que transforman una navaja en la llave de entrada a los hogares no propios y hacen de sus manos los ojos del tacto que recupera lo que no es suyo. Caminar es trazar un mapa interno, reconstruir calles, parques, lluvias y hasta besos del más ridículo y por fortuna no extinguido romanticismo. Los andantes redescubren la ciudad, no la imaginan, la repasan, la vuelven suya a fuerza de caminatas y palabras. Quienes fatigan los caminos alcanzan su propósito: transformar la vulgaridad en una de las bellas artes. Cada vez son menos los andantes caballeros que hacen de las prostitutas doncellas y de los ladrones empresarios de lo ajeno, son menos sí, pero no se han ido, siguen deambulando por la ciudad, no sólo para conocerla y reinventarla, también para robarla.