Cuentos del bosque

CUENTOS EN EL

BOSQUE

Cuentos e ilustraciones realizadas por estudiantes de la telesecundaria 20DTUV0224R de la comunidad de San Juan del Estado, Oaxaca, Oax.

Cuentos en el bosque 2013 ilustraciones & textos: por estudiantes de la telesecundaria 20DTUV0224R de la comunidad de San Juan del Estado, Oaxaca, Oax. México Idea original Tania García Promotora del taller de escritura: Tania Garcia Promotora del taller de ilustración: Noemi Langle Edición: Noemi Langlé CONTACTO Tania Garcia Ramírez https://www.facebook.com/TANIA.TANIA.01?fref=ts taniagarcia.ramirez@gmail.com

Noemi Langlé Scognamiglio https://www.facebook.com/noemi.langle noemilangle@hotmail.com

Rervados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio -comprendidos la reprografía, el tratamiento informático y la fotocopia-. así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o prestamos públicos sin la autorización expresa por escrito de las titulares aquí mencionadas.

Edición limitada en libro digital Hecho en Oaxaca, México.

La familia Chávez decidió ir a un día de campo a un bosque que tenía fama de estar encantado. Decían que todos los que entraban a él no regresaban.

Eran cuatro integrantes de la familia: Rosa, la mamá; Beto, el papá; Joel y Nay, los hijos.

El día martes la familia empacó sus cosas y se fueron en su auto. Entraron al bosque.

De repente vieron un venado descuartizado, cuando ¡Zas! Chocan con un árbol.

Se bajaron del auto y caminaron entre el bosque.

Súbitamente, Joel desapareció entre las ramas de los árboles. Nay y sus papás lo buscaron. Nay encontró una cabaña, Beto se preguntó ¿por qué una cabaña en medio de bosque?, qué raro.

Vieron que alrededor del patio de la cabaña había cofres de autos ya viejos.

Entonces tocaron la puerta, pero no había nadie. Se regresaron siguiendo una vereda que los condujo a un árbol. Era un árbol inmenso, el más grande de todos.

De pronto entre sus ramas descendió una especie de humano, con dientes podridos. Su cara estaba muy fea, como si le hubiera caído ácido. Tenía cuernos de toro y orejas de burro; sus extremidades eran patas de cabra y reptil.

Al verlos los tomó presos.

En la cabaña tenía a Joel; los amarró a donde estaba él. El monstruo se fue a dormir dejándolos ahí.

Beto hizo un plan para escaparse en medio de la noche.

Al desatarse corrieron hacía la carretera; llamaron a la policía forestal. De inmediato los subieron y se fueron para jamás volver

En la entrada de bosque pusieron un letrero que decĂ­a: ÂĄNo entre al bosque, peligro!

En un día de muertos, había una niña huérfana; porque sus padres murieron en un accidente.

Acabando de recoger dulces se fue para su casa.

Ella tenía miedo de entrar, porque penaban. Pero se armó de valor y entró. A media noche empezaron a tocar la puerta y después rasguñaban la ventana. La niña salió ver quién era, pero no vio a nadie.

Más tarde empezaron a correr arriba de su casa, pero no salió la niña porque tenía mucho miedo Como a las 3 de la mañana entraron a su casa y comenzaron a tirar cosas.

La niña en ese momento sacó una pistola y gritó preguntando quién andaba ahí, pero no le contestaron.

Al salir vio el espĂ­ritu de la persona que tiempo a tras habĂ­a muerto en esa casa

La niña comenzó a gritar; al instante el fantasma le quitó la pistola y la apuntó hacía ella matándola.

Así, cada día de muertos los dos fantasmas deambulan la casa y matan a las personas que llegan a vivir ahí.

Había una vez un campesino llamado Mauro, él se dedicaba a cuidar cientos de vacas Un día cuidando a sus cavas vio a un hombre medio raro con la frente abierta y una piedra más grande que otra.

Cuando vio Mauro que lo estaban observando corrió por el monte; tropezó y su mano chocó con una piedra; dejó a sus vacas en el monte y de inmediato subió a su camioneta para ir con el doctor más cercano. El doctor le informó que tenía que estar una semana internado hasta darlo de alta.

Después supo quo triste ye tenían que tumbar la mano que se había fracturado; Mauro se empezó a llorar. Lo operaron y le pusieron una mano de plástico.

En cuanto salió del hospital se acordó de sus vacas y de inmediato salió al monte donde las había olvidado.

Cundo llegó al lugar en donde había tropezado pasó con miedo; un poco más delante de donde había dejado a sus animales, encontró a su ganado muerto De pronto se dio cuenta que un señor venía corriendo hacia él.

Cuando llegó le dijo: -¿Qué necesita?

El señor le respondió: -¡Discúlpeme y no lo conozco pero tiene que ver esto rápido, sígame por favor!

Muro lo siguió al paso. De escondidas observaron una cueva en donde se encontraba el hombre de frente abierta, una pierna más grande que la otra, que antes lo había asustado.

Estaba comiéndose una vaca de Mauro.

EL RATÓN Y LA PRINCESA ILUSTRADO POR NESTOR FIDEL

Había una vez un caballero que defendía el palacio de una princesa.

Dalia, era una princesa que apoyaba mucho a los campesinos que no tenían para mantener a su familia. Todo el pueblo le agradecía por ser tan noble con ellos.

Una vez el caballero la vio de cerca; su cariño por los niños hizo que él se enamorara de ella. Era algo que no podían hacer, pero la princesa también se enamoró de él.

Era imposible que se pudieran casar porque un sirviente y una princesa.

Un día la princesa decidió romper esa regla para poder casarse con él. Pero lo impidieron, diciendo que esa regla no podía romperse.

Entonces ella decidi贸 dejar el trono para poder casarse con el caballero. Los dem谩s jefes de los otros reinos vieron su valor y decidieron apoyarla. Se casaron y vivieron felices para siempre.

Había una vez un ratoncito muy valiente que cuando los gatos tacaban sus ratoneras, él salía a luchar con ellos.

Siempre salía ganando. Hasta que un día los gatos lo atraparon, estuvieron a punto de comérselo, pero escapó Enojados, fueron a buscarlo de nuevo, pero ya no pudieron atraparlo porque tenía amigos que le ayudaron a pelear.

Un día de batalla, los gatos tomaron preso a uno de sus amigos. Pero hicieron un plan para rescatarlo, y lo lograron.

Enojados, los gatos volvieron a intentar atacar a los ratones. El ratoncito valiente no estaba en esa ocasión y se comieron a todos los ratones.

Cuando regresó el ratoncito a su madriguera, ya no había nadie. Un conejo, que era su amigo, le dijo que los gatos se habían comido a sus amigos.

Fue a cobrar venganza. Mató a los cuatro gatos. Vivió feliz para siempre, él con una ratona que conoció.

-HabĂ­a una vez una casa muy bonita, todos la deseaban tener, pero nadie sabĂ­a que tenĂ­a adentro...

Por eso estaba tan bonita, por dentro tenĂ­a cosas muy lujosas, pero la casa estaba embrujada.

-Un abuelito fue el que lo descubri贸, pero nadie le crey贸. Dijo haber visto que la casa hablaba y las cosas que ten铆a adentro se mov铆an.

Al seĂąor lo tomaban por loco porque ninguna casa hablaba como esa casa tan bonita Las personas que querĂ­an entrar eran espantadas. De la nada comenzaban a cantar, a hacer bromas y a bailar; como si estuvieran en una fiesta, mientras todas las cosas adentro se comenzaban a mover.

Después salían te la casa muy espantados, la casa los dejaba sin habla.

Hasta entonces le creían al abuelito, se disculpaban con él por llamarlo loco

Al ver esto, la gente decidió quemar la casa, mientras lo hacían la casa comenzó a hablar de su pasado, de las cosas que había hecho como haberse comido a una hermosa niña.

-Ahora en la noche se escuchan gritos, pasos y carcajadas. La gente al oĂ­rlas corre espantada.

Hace muchos años en la casa que ahora está encantada, vivía una familia muy feliz y humilde. Eran muy pobres. La casa tenía paredes de adobe y el techo de lámina. En total eran 5 integrantes. 2 hombres; papá y mamá; y una niña

Siempre el papá le decía a sus dos hijos que no hicieran caso a las palabras de sus compañeros.

Porque los niños les decía ¡José María y Emmanuel son unos pobretones!

Un día José María hizo caso de lo que sus compañeros le decían y por eso golpeó a un niño, le dijo que si se seguía burlando de él le iba a costar caro.

El niño contestó que no le importaba.

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