Mini Decamerón

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MINI DECAMERĂ“N

Escrito por: Alessandro, Carlo, Colombina, Giulia, Luigi, Marietta, Martheta, Sandrina, Teresina y Saretina


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JORNADA PRIMERA (Y ÚNICA)

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Comienza la primera y única jornada del MINI DECAMERÓN, en la que, luego de la explicación dada sobre la razón por la que acaeció que se reuniesen las personas que se muestran razonando entre sí, se cuentan, bajo el gobierno de Giulia, las historias que a continuación se verán. 2 Beppe tras ser perseguido sin descanso, logra salvarse gracias a un golpe inesperado y acaba llegando a un mundo nuevo donde formará una nueva vida. 3 Una madre pierde a una de sus hijas, mientras juegan al escondite en la playa, durante unas vacaciones familiares. Sin embargo, muchos años después, la familia se reúne en circunstancias extraordinarias. 6 Una muchacha gracias a una piedra ancestral hace un mágico viaje que le hace vivir grandes aventuras, y no todas buenas. 8 La dura vida de Jenara cambia gracias a la suerte del azar.

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Un abuelo le cuenta a su nieto la suerte que tuvo un hombre , Alessandro, de volverse rico tan fácilmente. 12 Un joven destalentado consigue triunfar en el mundo del espectáculo gracias a la curiosidad de las lagartijas roqueras. 14 Un profesor harto de la falta de atención de sus alumnos decide conquistar a sus alumnos con una estrategia que ellos no se esperan. 17 Los padres de Jorge quieren que su hijo abandone su hogar ya que tenía una edad considerable para irse. Gracias a un boleto consiguen que esto suceda.

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Juan de la Torre, un humilde artesano que se sumerge en una aventura aburrido por la monotonía y acaba siendo salvado por unas sardinas.

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Una mujer que vive en la pobreza y de la caridad, un día consigue con un golpe de suerte darse a conocer por sus dotes en la costura y logra vivir de ello como nunca imaginó. 22

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JORNADA PRIMERA (Y ÚNICA) Comienza la primera y única jornada del MINI DECAMERÓN, en la que, luego de la explicación dada sobre la razón por la que acaeció que se reuniesen las personas que se muestran razonando entre sí, se cuentan, bajo el gobierno de Giulia, las historias que a continuación se verán. Cuando me paro, graciosísimos alumnos, a reflexionar en cuán difícil es vuestra existencia en este siniestro lugar, rodeados de libros, pizarras, pantallas, números y letras, me doy cuenta de cuán necesario es para vuestra supervivencia en este purgatorio el esparcimiento que una buena historia puede proporcionar a cualquier mente atribulada. Cuanto más, si a las dificultades y tormentos que se padecen en cualquier instituto, se añade la desdicha de que fallen a la vez la wi-fi y la conexión de datos. Esto, queridos alumnos, fue lo que sucedió en el IES Francés de Aranda en una infausta mañana del mes de octubre, cuando, por la llegada de la tormenta tropical Leslie, las comunicaciones con la realidad virtual quedaron totalmente interrumpidas, no solo en el ies, sino en toda la ciudad. No pudiendo los alumnos de Literatura Universal tomar otro camino, y terriblemente angustiados por su incomunicación con el mundo virtual, decidieron, para sobrellevar lo mejor posible el horrible aislamiento, encerrarse en una de las aulas más lejanas, en lo más recóndito del último pasillo, y dedicarse al arte de contar historias, olvidados del mundo exterior. Eran los alumnos nueve, tres varones y seis mujeres, con muy diferentes caracteres e intereses, pero todos ellos de buen ingenio y gentil disposición. Llamábanse Carlo, Luigi, Alessandro, Colombina, Giulia, Marietta, Sandrina, Martheta y Saretina. Pero una vez reunidos surgió otra dificultad: ¿qué sería más divertido, que cada uno hablara sobre lo que quisiera o que todos se sujetaran a un tema común? Por fin, después de mucho discurrir, acordaron que sería más entretenido que todos hablaran del mismo tema, pero ¿de cuál? En esto estaban, cuando irrumpió en el aula la fastidiosa profesora, que, de forma tan insistente como en ella era habitual, les propuso dejar al azar la elección del tema, y además pidió participar en las narraciones. Por fin, hartos de las constantes intromisiones en la conversación de la profesora Teresina, consintieron en que, por sorteo, uno de ellos decidiera el tema de las historias que debían contar, y así, sucedió que le tocó en suerte a Giulia decidir sobre qué versarían las esperadas narraciones. Giulia se quedó un rato pensativa, y, después de un suspiro dijo: -

Queridos amigos, muchos son los asuntos sobre los que podríamos ejercer nuestro ingenio narrativo. Sin embargo, he decidido que el día de hoy contaremos historias que traten de cómo alguien tiene un deseo que no puede conseguir por culpa de alguna incapacidad, pero al final lo consigue por un golpe de suerte. Y para dar ejemplo, he aquí mi relato.

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Beppe tras ser perseguido sin descanso, logra salvarse gracias a un golpe inesperado y acaba llegando a un mundo nuevo donde formará una nueva vida. Beppe, personaje curioso... De ojos grandes, prominente trasero, de personalidad un tanto cargante y preocupado por naturaleza. Para no contradecirse con la descripción que acabo de contarles se encontraba Beppe recorriendo nerviosamente el salón de lado a lado, trepando por el sofá,los nervios le hacían trastavillarse y cada vez iban a más, sintiendo el sudor frío que precede a la muerte. Recorriendo una a una las protuberancias del gotelé y, por último, posándose sobre el frío material transparente que impedía su huída. Tras intentar retomar el vuelo, este fue truncado al empezar, porque se chocó contra la envolvente cortina con estampado floral, como si estuviera dentro del peor huracán, se revolvió, intentó zafarse de su captor inanimado, se golpeó varias veces contra contra el frío cristal, hasta que perdió el conocimiento a causa de los golpes, y cayó. Un golpe seco, inaudible para nadie en aquella sala menos para el pobre Beppe, que tras volver en sí, giró sobre sí mismo ¿Qué era aquello rojo bajo él? ¿Sangre? No, tras alzar el vuelo descubrió que había caído sobre una revista del Hola y que aquella mancha de sangre era el carmín de la famosa de turno. Mantenía un penoso vuelo a lo largo de la habitación, pensando el modo de huir. Se posó en una superficie rugosa, que desprendía un calor casi enfermizo, pero tenía unas deliciosas perlas de agua salada, magnífico tentempié, pero duró poco, los tañidos de una campana lejana destruyeron aquel corto momento de idilio, uno, dos, tres, cuatro, hasta cinco veces se oyó el aquel tenebroso sonido mecánico. “ Solo un poco más” -pensó Beppe- Comenzó a mover su trompa enérgicamente, casi había terminado la última gota de su manjar, pero la superficie comenzó a moverse arriba y abajo, arriba y… Una mano, apareció tan de repente que Beppe tuvo que dar una serie de complicados trompos para poder salir de aquel aprieto. Lo consiguió, tras escuchar el golpe seco, dado por su casi asesina,se dio la vuelta, el gigante de la frente perlada, comenzó a moverse, se miraba la mano, hacía gestos, y decía palabras que no tenían sentido para el pobre Beppe, los gritos del señor alarmaron a un pequeño monstruo, que con la velocidad y agilidad de las que hacen gala los niños, saltó al ataque, asió con fuerza su arma, un metal acabado el un plástico verde de forma cuadrangular, Beppe la reconoció al instante, tantas historias de héroes enfrentándose a ella y muy pocos habrían salido bien parados “¿Qué haré yo, con mi tremendo trasero y una agilidad igual a la de un octogenario, contra esa bestia?” -Farfulló Beppe entre dientes- aquella terrible arma era un matamoscas. Golpes,saltos, gritos se oyeron en aquella persecución. Beppe se sentía derrotado, le temblaban las piernas, tenía las alas agarrotadas y no paraba de jadear, pero aquel molesto niño no paraba de seguirlo allá donde fuera. Si se paraba un momento a recuperar el aire tenía que volver a alzar el vuelo al instante porque oía el estruendo del matamoscas al asentar un golpe sin llegar nunca a su objetivo. Cuando ya creía conocer todos los rincones del salón; las muñecas rusas que tenía que zigzaguear, los marcos de los cuadros que debía esquivar, aquel viejo perro que intentaba 3


comerle en cuanto pasaba cerca… Por culpa de su captor tuvo que salir del lugar conocido, para adentrarse en la cocina, aunque tenía los nervios por los cielos, la sala de los fogones le encantó, tantos olores a comidas, unos más leves otros más potentes, unos más dulces otros más agrios. Los colores de los azulejos en comparación con el anodino blanco de la otra le reconfortaron un poco.Había otra persona, esta tenía el pelo recogido en una coleta, era más grande que su perseguidor pero parecía menor al hombre de la calva sudorosa. Se aguantaba la cabeza sobre las manos mientras observaba un papel, con un montón de lápices, bolis, sobre la mesa de cristal de la cocina. Cuando el querubín del matamoscas llegó derrapando desde el pasillo, la chica se giró de manera violenta y le gritó algo en aquella jerga suya incomprensible para la mosca. El niño le respondió con el ceño fruncido y aquella paz de unos segundos que había sentido Beppe se esfumó golpeada por el matamoscas, al estar Beppe observando un bote de conserva que le tenía anonadado, sufrió un golpe terrible y cayó, cayó nuevamente, cayó como una hoja que arrancaba por la brisa otoñal acaba sus días en la copa del árbol, lo último que vio el pobre Beppe fue como el matamoscas estaba apoyado sobre la pared, completamente paralelo a esta. Oscuridad, aquello era lo que rodeaba a la mosca, por una vez sintió paz, el cielo era un poco más frívolo de como lo habría imaginado ¿Dónde estaba aquellas fuentes de comida sin fin? ¿Dónde se había quedado aquel fresco prado que le prometieron? ¿Qué era esto que sentía ahora comparado con el placer prometido? Era dolor, sintió como un cilindro frío le oprimía el pecho, mucho ruido, tanto como el producido en una tienda de campanillas cuando alguien se deja la puerta abierta.Consiguió zafarse y ocultarse en un rincón, tal vez era un lugar seguro, ta lvez, tal vez las fauces del can que antes había intentado morderle. Pero se durmió, atemorizado, pensando en que si estaba muerto se encontraría en una especie de purgatorio y si no lo estaba pronto sería alcanzado por la muerte. Movimiento, se despertó de su letargo entre aquellos cilindros moviéndose de un lado a otro, orquestando una danza macabra, recibió el pobre Beppe muchos golpes, no era capaz de encontrar un lugar seguro, un golpe seco bajo sus pies, los cilindros dieron un último salto antes de quedarse quietos al fin y se oyó un zip metálico. Tras el agudo sonido, una resplandeciente luz que cegó momentáneamente al insecto. Ruido, mucho ruido, Beppe salió a la luz, estaba en una sala rectangular de mesas verdes con muchos gigantes y una ventana abierta. Una vez fuera miró atrás y vio que había estado encerrado en un estuche, una cárcel de tela, los objetos cilíndricos tenían diferentes formas, dibujos y colores, no parecían tan terroríficos vistos desde los aires. Menudo golpe de suerte había recibido del matamoscas. Nunca se vió a una mosca tan feliz, la ventana de la clase se abría de vez en cuando, salía y entraba. Con el tiempo Beppe aprendió el lenguaje humano, los denominados alumnos tenía muchos chismorreos que contaban a sus amigos, los maestros contaban cosas interesantísimas, desde complejas fórmulas de matemáticas a relatos de aventuras fantásticas. Los alumnos comian entre horas y Beppe aprovechaba para robar algo cuando se despistaban. Conoció a otras moscas a las que contó las historias humanas y comenzaron a visitarle muchas moscas. Encontró en una esquinita un trozo de embutido enmohecido y ahí formó su escuela, la escuela Beppetista, donde se desarrolló el pensamiento escepticista bepperiano: A boca cerrada no entran moscas, esta afirmación es falsa, siempre te pueden entrar por la nariz. Fueron las últimas palabras de Beppe según sus biógrafos.)

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Todos los asistentes se rieron de las desgracias del pobre Beppe, y la profesora Teresina, que no podía evitar dar su opinión aunque no se la pidieran, comentó: -

Me gusta la historia de Beppe, pero espero que no todas las narraciones que se cuenten aquí sean del mismo estilo. No me desagradaría oír algún suceso más conmovedor.

Entonces Marietta dijo: -

Si es por eso, ahí va mi relato, que conmoverá hasta a las piedras. Además, está contado en forma de diario, lo que seguro no se le ha ocurrido a ninguno de vosotros. Ahí va.

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Una madre pierde a una de sus hijas, mientras juegan al escondite en la playa, durante unas vacaciones familiares. Sin embargo, muchos años después, la familia se reúne en circunstancias extraordinarias. Nueva Orleans, Luisiana 16 de enero de 1990: Después de tanto estudiar, por fin nos hemos graduado todos juntos, hoy saldremos a celebrarlo al Bar donde siempre íbamos después de las clases, cerca del instituto. Ya está anocheciendo así que ya cambiada me dirijo hacia allí, están todos esperando a las pocas personas que faltaban por llegar, veo que mi amigo James se ha traído a más amigos con él, hay uno en especial, Ryan, que me llama mucho la atención, es castaño de ojos verdes, creo que solo lo había visto un par de veces por el barrio. Antes de darme cuenta ya estoy hablando con él, es un chico muy interesante y simpático. 20 de agosto de 1998: Hoy es el sexto aniversario de nuestra boda, recuerdo el día que me pidió que me casara con él, fue el mejor de mi vida. Bueno, después del día en que nacieron Kendall y Lilly, dos hermosas gemelas de ojos azules que dentro de poco cumpliran cinco años. Desde entonces todos mis días son buenos, sobre todo hoy; un caluroso día de playa en familia, estoy jugando con Lilly al escondite en el agua, cierro los ojos para contar hasta 20 y abrirlos, pero cuando los abro Lilly ya no está allí, miro hacia todas las direcciones, no está, ha desaparecido. 14 de febrero de 2012: Han pasado 14 años desde su desaparición, se que nadie me cree, pero yo sigo creyendo que sigue viva. Para celebrar San Valentín estoy yendo con Ryan a un restaurante, supongo que cenaremos y volveremos a casa, pero en el coche empezamos a discutir, él no para de gritarme y ya no mira hacia la carretera y cuando nos damos cuenta estamos fuera de la carretera, hemos recibido un gran golpe, no recuerdo demasiado bien esa noche, miro a Ryan y está lleno de sangre, lo siguiente que recuerdo es cómo me llevaban en una camilla en dirección al hospital. Pero en ese momento algo me resultó muy familiar; una pequeña mancha con forma de luna menguante en su hombro izquierdo, era una enfermera, esa mancha la tenemos igual Kendall y yo. Cuando me despierto, veo que una enfermera entra a la habitación, con una expresión que ya me cuenta todo lo que quería decir, Ryan ha muerto. 20 de febrero de 2012: Los días pasan y cada vez me siento más destrozada, lo he perdido todo, sé que tengo que seguir adelante por Kendall, aun así la mancha que vi en el hospital me sigue quitando el sueño. Nunca me rendí con Lilly, nunca dejé de buscarla, y dudo que nunca deje de hacerlo. Pero Kendall solo quiere que olvide todo de una vez, así que cuando le conté lo de la mancha, me hizo prometerle que no haría nada. 1 de diciembre de 2012: Desde hace unos años Kendall tiene problemas cardiacos, el doctor ya nos ha dicho que necesitará un trasplante, lleva ingresada desde hace un mes, y su estado empeora, pero seguimos en la cola para que aparezca un donante. El novio de Kendall y yo pasamos día y noche en el hospital haciéndole compañía. Ahora, el doctor quiere hablar conmigo, al parecer ha aparecido un donante anónimo. 4 de diciembre de 2012: La operación ha salido perfecta, Kendall está en perfecto estado. Les he dicho a Kendall y a su novio que se fueran a casa mientras yo recojo todo, cuando de 6


repente alguien entra en la habitación y cierra la puerta, es una enfermera, me repite varias veces que no debería contarlo, así que yo la calmo y ella empieza hablar, se me pone la piel de gallina, la donante de Kendall ha sido Lilly, sabía que esa mancha tenía que ser suya. En cierto modo siento rabia por no poder haber hablado con ella antes de todo esto, pero la enfermera me cuenta que Lilly creció feliz en una familia de acogida y que siempre estuvimos en su mente, “Lilly era una de las mejores amigas que he tenido, siempre pensando en los demás antes que en sí misma”. Es tal como me la imaginaba, y ahora cuando habló con Kendall es como si hablara con las dos, quería encontrarla y así ha sido. - Esta es mi historia- dijo Marietta- ¿Os ha conmovido o no? Mucho, dijo Martetta. Pero seguro que mi relato también os emocionará. No es una historia divertida, como la de Giulia, ni trágica, como la de Marietta. A ver qué os parece. Es una historia que, tal vez, me pudo suceder a mí.

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Una muchacha gracias a una piedra ancestral hace un mágico viaje que le hace vivir grandes aventuras, y no todas buenas. Hoy la Reina, nos propuso hacer una historia en la que una persona tuviera un problema que superaba todas sus capacidades aunque lo resuelve con un golpe de suerte. La historia que os voy a contar me la encontré en un manuscrito y creo que tiene mucho que ver con este tema. Allí estaba yo, como cada día recorriendo los mismos pasillos de uno de los mejore museos del mundo, el Louvre. LLevo en París dos años, con la misma rutina diaria y yo diría que sigo fascinada con recorrer ese pasillos una y otra vez. Os estaréis preguntando qué hago tan lejos de mi casa, tengo una beca para estudiar el doctorado en egiptología en la Universidad de la Sorbona de París. Mi trabajo consiste en crear y redactar un marco histórico de cada una de las obras de la zona de egiptología. Un día estaba yo en la sala 4B de la planta -1 cuando me encontré una pequeña piedra azul en el suelo. Fui a recogerla para llevarla al laboratorio pero cuando la toqué, sentí como si un tornado se me llevara por delante. Cerré los ojos, estaba confundida y aterrorizada al mismo tiempo. Cuando pude armarme de valor para abrir los ojos lo hice. Miré a mi alrededor y tan solo vi arena y más arena. A lo lejos parecía que había una gran puerta y decidí ir allí a ver si alguien me podria ayudar. Mientras andaba me preguntaba dónde estaba y cómo había llegado allí. En el momento en el que me acerqué a esa gran puerta, supe dónde estaba, ¡en el Antiguo Egipto! La puerta estaba hecha de enormes bloques de piedra y tenía escrituras grabadas en ellas. Crucé la puerta y vi una especie de camino en cuyos lados había tenderetes, muy rudimentarios. Me llamó mucho la atención uno de ellos, era de figuritas. Y vi una parecida a la piedra azul del Louvre, le pregunté a la anciana qué significaba, mientras hablaba me di cuenta de que no estaba hablando en ningún idioma que yo conociera, era egipcio. La mujer me respondió que esa piedra era sagrada ya que representaba al dios Horus. Yo le cambié mi bufanda por esa piedra y me quedé ensimismada mirándola. Cuando de repente todo el mundo echó a correr, yo no sabía qué hacer, me asusté mucho y me quedé quieta. Cuando un soldado me puso de rodillas, con una especie de navaja en el cuello. En ese momento entendí que eran unos saqueadores y que no permitían que nadie se interpusiera en su camino, me vieron como un obstáculo que había que eliminar. La navaja se fue clavando más y más en mi cuello y … -Ana, despierta. Te has desmayado.-dijo el guardia de seguridad. Desde entonces cada vez que toco la pequeña pero muy poderosa piedra me traslado a ese maravilloso lugar. Al oír esa historia, todos los presentes le preguntaron a Martetta si de verdad le había pasado a ella o no, pero ella solo contestaba: - Eso no lo puedo decir. Hay que mantener el misterio. Entonces Luigi dijo: - No es justo, no está bien jugar así con los oyentes. En mi historia no hay trampa ni cartón. Giulia le dijo. - Pues bien, oigámosla. - Está bien- contestó Luigi- Allá va.

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La dura vida de Jenara cambia gracias a la suerte del azar. Unos cuantos siglos atrás, en un valle rodeado por un pinar el cual se perdía en el horizonte, vivía una familia de cinco hijos y una madre. Jenara era una mujer joven a la que la vida le había tratado con penurias. De pequeña tras la muerte de su madre tuvo que hacerse cargo de sus tres hermanos pequeños con tan solo ocho años, a los que tuvo que criar como si fuera su madre. Ella era la encargada de las tareas del hogar, de mantener a sus hermanos y de alimentar a los animales, los cuales eran una de las únicas fuentes de ingresos y de comida del hogar junto con el trabajo de su padre que se dedicaba a la tierra y al que también ayudaba. Jenara a pesar de su edad era una mujer inteligente, trabajadora y con mucho valor, la cual siempre sacaba adelante a su familia. Ella solo conocía esa vida y nunca tenía tiempo libre, excepto con un muchacho de su edad que cada domingo pasaba por la puerta de su casa para comerciar y con el que siempre terminaba hablando y contando historias. El muchacho siempre la intentaba engañar con el precio de los productos pero era ella la que al final salía ganando, no sabía por qué pero le gustaba lo poco espabilado que era o lo bien que se lo hacía. Con el paso del tiempo se enamoraron los dos y decidieron irse a vivir juntos cuando sus hermanos ya sabían valerse por sí mismos. Eligieron un lugar apartado, un precioso valle con un lago en el medio de los que les separaba su humilde cabaña de una torre grande a la que creían abandonada a pesar de su perfecto estado. Formaron una familia de cinco hijos, todo era perfecto hasta que estalló la guerra y se llevaron a su marido. Él le prometió que volvería vivo y con tanta riqueza que podría comprar ese castillo y arreglarlo para poder vivir el resto de sus vidas, pero no fue así, la guerra terminó y él no dió señales de vida. Otra vez se encontraba sola, criando 5 hijos y ocupándose de las tierras y del ganado para poder mantenerlos, luchando día a día para sobrevivir. Un día tocaron en su casa y un mensajero le dio la noticia de que el castillo a pesar de creer estar deshabitado resultó que vivía en él un hombre muy mayor que siempre había vivido en el anonimato y nadie sabía de su existencia. Al hombre no le quedaba mucho tiempo de vida y al verse sin nadie para heredar sus riquezas no le quedó otra que dárselas a alguien de su alrededor antes de que fuera saqueado por ladrones. Lo que pensó fue hacer un listado de las personas que vivían cerca suyo y por sorteo salió el nombre de Jenara. Jenara no creía al mensajero, creía que le tomaban el pelo, resultaba todo surrealista. El mensajero la trasladó hasta el castillo donde pudo conocer al propietario el cual le contó la historia, Jenara impresionada se lo agradeció de mil maneras y se trasladó al castillo donde le pidió un único favor y era si podía mandar a su mensajero a buscar a su esposo o lo que quedaba de él. El anciano accedió y mandó a su mensajero buscarlo. Un mes después apareció el mensajero con otro hombre que resultó ser su marido el cual creía muerto, los dos junto con sus cinco hijos y su leal mensajero gozaron de una vida sin más penurias gracias a la suerte de azar. Cuando terminó la historia, Martetta comentó: - Interesante historia, pero creo que no supera a la mía, sinceramente. Todavía no hemos oído una historia que se salga de lo corriente. - Pero todas han estado bien- dijo Alessandro- lo que pasa es que tú eres muy exigente. Casi no me atrevo a hablar y a contar yo mi relato, porque tengo miedo de quedar mal.

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Los demás le dijeron que no se preocupase, y que no podía escaparse del compromiso de narrar un cuento. - De acuerdo- dijo Alessandro resignado- contaré mi cuento, espero que no me saquéis muchos defectos.

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Un abuelo le cuenta a su nieto la suerte que tuvo un hombre , Alessandro, de volverse rico tan fácilmente. Estaban un abuelo y su nieto, Angélico y Luca, hablando sobre una muchacha que le gusta al chaval; -Abuelo, no sé si os he comentado sobre mi amor sobre la nieta de los Allegri, me confesé la tarde anterior y ella dijo que no era suficientemente importante como para casarme con ella y que regresase cuando tuviera más tierras y títulos. -Mujeres… algunas te quieren sacar las entrañas, otras lo único que quieren es que les compres todo lo que te piden a cambio de su “amor” y cuando ven que no les puedes dar nada mas te dan la patada; así con infinidad de ejemplos, pero el día que encuentres una mujer que te quiere por cómo eres y no por tus riquezas o posición, hijo, no la dejes escapar… -Abuelo eso ahora mismo no me ayuda con mi situación. -Tienes razón, te contaré una historia que me contaba a mí mi abuelo, la historia del señor de Oasum y su travesía para conseguir riquezas y títulos: Todo empezó el día que Alessandro, hijo de una familia noble y medianamente poderosa decidió confesar su gran amor a la hija de unos vecinos nobles de la misma localidad, a lo que la mujer le respondió lo mismo que a ti, sin más tierras y sin más títulos no habría casamiento. El pobre Alessandro sin saber qué hacer decidió ir en busca de de dicha recompensa al servicio del rey, el muchacho se fijó que una de sus sirvientas, una mujer de igual edad a él, rubia, de ojos verdes y más bajita que él, con una piel un tanto pecosa de rojizos labios le estaba preparando un zurrón con provisiones, varios mapas, unas cuantas monedas para su viaje alguna ropaje limpio y una pequeña bolsa de uvas peladas sin pepitas las cual había preparado meticulosamente, y todo esto sin que nadie se lo mandase mientras el resto se centraba en sus propios menesteres y no hacían algún caso al muchacho, el chaval se crió con ella y siempre se llevaron bien de ahí esa dedicación por prepararle el equipaje, o no solo amabilidad…. El mozo cogió el zurrón y partió hacia la corte del rey a ver qué le encomendaba, y así conseguir sus deseados títulos y tierras. El monarca lo mandó resolver un altercado en unas tierras cercanas en las que discutían dos nobles muy importantes y andaban guerreando entre sí en vez de centrarse en la guerra santa, al rey le daba igual como acabase el altercado mientras acabase lo más pronto posible. El muchacho visitó a los dos señores sin decirles quién era realmente y quién lo había enviado, el primero un hombre viejo el cual lo único que buscaba era arrebatarle las tierras a su rival porque en ella se encontraba una mina que le parecía de suma importancia y riqueza; el otro, que se llamaba Conte, tan solo quería que el enfrentamiento acabase pues estaba cansado de la vida llena de tantos lujos y exquisiteces mientras que el resto del mundo se moría de hambre y de trabajar en el campo, así pues decidió que cuando esto acabase decidiría peregrinar hasta ver al papa en Roma con tan sólo c unas túnicas y unas sandalias para redimir sus pecados a lo largo de su vida hasta el fin de sus días. Visto esto el muchacho decidió revelarle su identidad al hombre que quería peregrinar, de tal manera que acordó con el hombre que cuando acabasen con su enemigo le cediese a él las

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tierras puesto que él no volvería, y así acordado el muchacho decido pedir a su familia una cantidad de hombres para poder acabar con su adversario. Dispuesto el ejército del chaval y Conte se dirigieron al territorio del avaro para acabar con él. Y así sucedió después de varios días de arduas batallas e innumerables bajas. Después de esto, Conte, cedió sus tierras al chaval y este un poco más rico se dirigió a hablar con el rey y a darle la buena nueva. Este gratificado con su gran labor debido a su gran efectividad decidió darle las tierras del avaro también y el título de señor de Oasum, algo así parecido a un conde muy importante. El muchacho había vuelto con más títulos y tierras que cualquier familiar suyo y con una gran relación con el rey el cual le tenía una gran estima hasta tal punto de proponerle que se casase con una de sus hijas menores, pero el chaval se negó con sumo respeto diciéndole que su amada lo esperaba. El chaval ya hecho un hombre de bien se dirigió a su antigua casa por su amada. Este al llegar reconoció a la mujer que le había mandado por más riquezas que se había enterado de su increíble gesta la cual lo estaba esperando en la puerta, esta se notaba mucho más gratificada de la presencia de Alessandro que la última vez que se vieron, pero él no le prestó especial atención más allá de escucharle sobre su boda, Alessandro le dijo que se apartase que tenía que hablar con alguien importante, y nada más abrir la puerta se encontró con esa muchacha la cual le había preparado el equipaje a la cual cogió de la mano y sacó por la puerta. La aprovechada se preguntaba que por qué iba con una sirvienta de la mano y él le contestó que ella era con la que se iba a casar, que ella fue la única que se preocupó por él en su partida mientras la otra lo único que quería era prestigio y no amor como la otra que sin habérselo mandado nadie le preparó el zurrón con todo lo necesario para su viaje lo cual le pareció un bello gesto lo cual encantó al caballero pues esto lo hizo antes de que el partiera sin saber cuál sería su destino para bien o para mal, ella puso toda su dedicación es ese equipaje el cual enamoró a aquel muchacho que con esfuerzo dedicación y suerte consiguió más de do que habría podido soñar. -Abuelo esta historia es increíble, pero, ¿Qué hago yo ahora? - Hijo, te lo he dicho antes, encuentra una mujer que te quiera por cómo eres y no por tus riquezas. De esta forma acabó Alessandro su historia, y miró a sus compañeros con cierto temor. Todos se quedaron callados, hasta que, como no, la profesora Teresina metió su cucharada. -

Llevamos varios relatos muy conmovedores, es hora de volver a la risa. Esta es mi historia, espero que ninguno se dé por aludido con ella.

Un joven destalentado consigue triunfar en el mundo del espectáculo gracias a la curiosidad de las lagartijas roqueras. Cuando Marietta terminó su historia, todos quedaron unos minutos silenciosos y algo melancólicos. Pero, como el estar callados iba en contra de la naturaleza de todos los protagonistas de este relato, Giulia no tardó en intervenir, y dijo así. 12


-

Es el turno de la profesora Teresina. Esperemos que no se alargue demasiado.

Teresina, algo picada, respondió: -

No es mi costumbre ser inoportuna ni tampoco hablar más de la cuenta-

Aquí se oyeron murmullos de los jóvenes, e incluso alguna risilla malintencionada. La profesora no se inmutó y empezó su relato: En un pueblo de nuestra provincia (cuyo nombre mantenemos oculto por discreción) vivía un joven de unos 20 años llamado Pierino, de no muchas luces, pero con un optimismo fuera de lo común. Pierino era muy aficionado a los concursos de talento de la televisión, bien fuera de canto, baile, cocina, malabares, maquillaje o cualquier otra habilidad. Por cierto, que de dichas habilidades Pierino no poseía ninguna, pues la naturaleza no había sido muy generosa con él. Aunque a lo largo de su infancia y adolescencia había asistido a clases extraescolares de jota, claqué, canto y manualidades, no había logrado destacar en nada, y, más temprano que tarde, había sido animado por los profesores de turno a abandonar dichas extraescolares. Tampoco en los estudios Pierino era un lince. A sus veinte años, todavía estaba en 2º de Bachillerato, por haber repetido algún que otro curso. Sin embargo, ninguna de estas adversidades hacían que Pierino perdiera el sueño, al contrario, dormía todas las noches de 10 a 12 horas, y solía echar una siestecilla después de comer para, según él, hacer la digestión. El sueño de Pierino era triunfar en algún programa de la tele, le daba igual el que fuera, y ser famoso y reconocido por su talento, le daba igual no tenerlo. Se presentó a las pruebas para entrar en Máster Aguja, Operación Cocina, Ases del punta-tacón y alguno más que no consta en la memoria de los cronistas. No lo seleccionaron en ninguno. Pero Pierino no se desanimaba, y estaba decidido a ser una estrella. Sucedió que una tarde de verano Pierino estaba en el jardín de su casa echando la siesta. Ya llevaba tres cuartos de hora largos de sueño reparador, cuando en su camino se cruzó la curiosidad de las lagartijas. De todos es sabido que esto animalejos se caracterizan por: -

Les gusta el calor y no el frío. En verano están activas y en invierno hibernan. Salen a tomar el sol en cuanto pueden. Son aficionadas a meterse en rendrijas, grietas y huecos. Si les cortan la cola pueden sobrevivir. Corren que se las pelan. Son curiosas y alcahuetas.

Concretamente, las lagartijas roqueras (que viven en las rocas), son la especie de lagartijas dominante el pueblo de Pierino. Uno de estos especímenes, salió de su rendrija y, animado por su curiosidad, se adentró en la terraza de Pierino. No tardó en contemplar una boscosa pierna, la de Pierino, claro, que la lagartija confundió con un fructífero territorio de caza, pues le pareció que aquel bosque peludo era un buen hábitat para los insectos. La lagartija pensó para sus adentros que allí la estaba llamando su merienda, y dicho y hecho. Se puso a trepar por la pantorrilla de Pierino a toda velocidad, husmeando entre la pelambre, y moviendo a la vez patas, lengua y cola. Pierino no tenía el sueño muy ligero, pero terminó por percatarse de que algo le subía por la pierna derecha, en dirección segura hacia sus calzoncillos. Por una vez en su vida, no estuvo 13


perezoso. Se levantó dando un grito y se puso a sacudir manos y pies, porque con el aturullamiento ya le picaba todo. En esto, los vecinos de Pierino abrieron las ventanas y se oyó un estridente reguetón procedente de su sala de estar, música horripilante que aún puso más nervioso a Pierino, que no paraba de gesticular, saltar y gritar, porque la lagartija había tomado posesión de su cuerpo y se paseaba de rodilla a muslo y de muslo a costillas, pasando por otros lugares. Mira por donde, pasaban por la calle dos adolescentes desocupados y ociosos, con la vista puesta en las pantallas de sus móviles. Al llegar a la altura de la casa de Pierino, no pudieron evitar distraerse de su ensimismamiento con los gritos, la música peleona y la pantomima que Pierino no paraba de ejecutar. Uno de los adolescentes exclamó. -¡Qué frikie!, lo grabo. - Y yo- repuso el otro. Ambos enfocaron con sus móviles el baile descoyuntado de Pierino, que a la sazón chillaba: -

¡Fuera, bicho!, ¡Fuera he dicho!

La rima fácil contribuía todavía más a dar ritmo a la escena: reguetón, lagartija, baile descoyuntado y rima, todo a la vez. Por fin, la lagartija se decidió a bajar de la cumbre a la que había ascendido (el hombro de Pierino, por dentro de la camiseta), y se lanzó en vertiginosa carrera espalda abajo, luego trasero, luego muslo, pantorrilla y por fin, suelo de la terraza, agujero de la pared y campo libre. El pobre Pierino se metió en casa en busca de algo de comer y de beber para reponerse, y tal vez a tratar de seguir con su siesta en el interior, a salvo de ataques de bestias depravadas. Esa noche durmió bien, y al día siguiente, poco después del desayuno, su teléfono móvil empezó a sonar con abundantes mensajes. Todos eran de enhorabuena. -¿Enhorabuena, por qué?- Se preguntaba el desconcertado Pierino. Al poco tiempo lo supo: el vídeo de su danza de la terraza se había extendido como las malas hierbas por las redes sociales, y Pierino, por fin, ya era una celebridad. Después de terminar de hablar, la profesora Teresina se quedó muy satisfecha, pero todos los demás se miraron entre ellos con gesto irónico, porque ya estaban acostumbrados a las indirectas de Teresina, que aprovechaba cualquier oportunidad para criticar lo moderno. -

Bien, ya que la profesora ha contado su historia- dijo Colombina- yo voy a contar la historia de un profesor. Espero que Teresina tampoco se dé por aludida.

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Un profesor harto de la falta de atención de sus alumnos decide conquistar a sus alumnos con una estrategia que ellos no se esperan. Para demostrar la idea de que una persona con pocas habilidades pero una gran suerte, puede obtener lo que quiere, os contaré la historia de un profesor y sus alumnos: Un profesor está harto de que la atención de sus alumnos en clase de Música sea pésima, ya que sus clases son muy aburridas y los alumnos prefieren hablar o hacer deberes de otra asignatura antes de escuchar el tostón que está soltando el profesor. Para amenizar sus clases decide enseñarle a sus alumnos su don, el de cantar. Un día, al acabar las clases, el profesor se va directo a su casa mientras va pensando cómo mostrarles su don y lograr así entretenerlos. Tras mucho pensar, se le ocurre la brillante idea de grabarse cantando y subirlo a la plataforma de youtube donde miles de personas lo pueden ver, así su alumnos podrán ver que es un tío enrollado y que pueden divertirse durante las clases. Una vez grabado y editado el video, muy nervioso decide subirlo y les manda un correo urgente a sus alumnos con el enlace del vídeo. Todos sorprendidos de la preciosa voz de su profesor empiezan a compartir el video y pronto corre por toda la escuela. En ese correo también incluye una nota que dice: “mañana tenemos que hablar, os tengo que proponer una idea”. A la mañana siguiente todos con gran intriga llegan a clase y en cuanto llega el profesor le dan un aplauso. Con satisfacción, se sienta en su silla y nota que no se oye ni una mosca. Entonces les dice: “ me he dado cuenta a lo largo de estas semanas que mi clase no os gusta nada y que me ignorais por completo. Ayer pensando qué podía hacer para solucionar este problema decidí mandaros este vídeo y proponeros una cosa. La idea es, como estamos en la asignatura de música, he pensado que podríamos ver el temario con canciones actuales que os gusten y trabajar con ellas. Las analizaremos y al final, después del examen las cantaremos y tocaremos con diferentes instrumentos. A la vez, estudiaremos la historia de cada instrumento. A cambio, vosotros solo tenéis que comportaros y cuidar el material”. Sus alumnos sorprendidos por su brillante idea, se comprometen a cumplir las normas del profesor y pasarlo bien en clase junto a él. Al acabar el curso el profesor estaba super contento porque había conseguido dar la asignatura de una manera brillante y motivadora para sus alumnos. Había funcionado muy bien. Muy contento por los resultados, siguió año tras año utilizando la misma metodología en sus clases y todos querían que su profesor de música fuera él.

-Ejem, ejem- tosió Teresina- Eso de las clases aburridas me suena un poco, pero no por experiencia propia. - Sí, sí- intervino Carlo- como tus clases son tan… - Bueno, bueno- lo interrumpió Saretina- no sigamos por ese camino. Ahora me toca a mí contar mi cuento, que no tiene nada que ver con profesores ni con alumnos. Allá voy.

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Los padres de Jorge quieren que su hijo abandone su hogar ya que tenía una edad considerable para irse. Gracias a un boleto consiguen que esto suceda.

Tras varios años, Rosa y Fernando, creen que es el momento de que su hijo abandone su hogar. Jorge, su hijo, ha estudiado derecho y por el momento trabaja en una oficina cerca de casa. Cada vez que intentan hablar con él, los nervios se apoderan y por miedo a que no se lo tome bien, nunca llegan a decirle que es el momento de que se vaya. Hace unos meses, cuando iba corriendo para llegar puntual a la oficina, encontró en el suelo un boleto de una rifa. Lo cogió y lo guardó en su cartera. En la oficina, era otro día más, nunca ocurría nada nuevo, siempre estaban las mismas personas haciendo lo mismo; nadie parecía tener ganas de cambiar. Al día siguiente, sus padres se fueron de vacaciones y le dejaron solo una semana. Era de los pocos momentos en los que parecía que tuviera una vida adecuada a sus 30 años y no como si estuviera anclado en su adolescencia como cuando tenía 16 años. Muchas veces había pensado irse de casa pero nunca se lo había planteado a sus padres y tampoco disponía del suficiente dinero como para irse de allí. Su novia estaba consiguiendo ahorrar dinero para poder irse juntos a vivir, pero Jorge no ponía mucho interés ya que en su casa, sus padres le daban todo lo que necesita y él se limitaba a hacer lo mínimo. Los días que estuvo solo, se dio cuenta de que si sus padres no estuvieran siempre, tendría más libertad y podría hacer lo que quisiera. Cuando sus padres volvieron de las vacaciones, la casa estaba como si no se hubieran ido una semana, como si su hijo no hubiera estado allí. No le dieron más importancia al tema y siguieron deshaciendo sus maletas. Llegó la noche y Jorge no apareció en casa, pensaron que estaría en casa de Alicia, su novia, y su madre le mandó un mensaje para decirle que ya estaban en casa y se fueron a dormir. Al día siguiente, solo habían recibido un extraño mensaje: “Estoy bien, mañana os cuento, ha pasado algo increíble”. Rosa llamó a Alicia pero tampoco respondió. Al día siguiente apareció Jorge por casa con Alicia pero ninguno de los dos contaron nada, entraron su habitación y a la media hora salieron de allí con una mochila cada uno. Rosa y Fernando no comprendían nada de lo que le ocurría a Jorge, porque llevaba sin aparecer por casa, únicamente para coger aquella mochila. Unos días antes, cuando sus padres estaban todavía de vacaciones, Jorge escuchó por la radio que iba a realizarse la rifa y recordó aquel boleto que había encontrado en el suelo. Fue corriendo a buscarlo y resultó ser el ganador, había ganado suficiente dinero como para comprarse un piso con Alicia y poder irse a vivir juntos. Llevaban unos días preparando las cosas a escondidas de sus padres, no sabía cómo podían reaccionar. Tres días después de llegar de sus vacaciones, Jorge les comunicó la noticia que tanto esperaban unos y otros y ninguno era capaz de transmitir. Rosa y Fernando disimularon alegrarse tanto y se limitaron a decirle que si era lo que él quería que sería mucho mejor para todos.

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Menos mal que hemos cambiado de tema- habló Sandrina- Ahora me toca a mí. Mi historia es, sin duda, la más sorprendente de todas. 16


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Juan de la Torre, un humilde artesano que se sumerge en una aventura aburrido por la monotonía y acaba siendo salvado por unas sardinas. Todos nos hemos visto alguna vez en alguna situación en la que creemos que supera nuestras capacidades, y que en ocasiones realmente las supera y, gracias a un golpe de suerte, conseguimos sobrepasar. Esta es pues la historia de Juan de la Torre, y de cómo un golpe de suerte le sacó de una situación con la que no podía lidiar. Juan de la Torre era un humilde artesano que vivía en Abejuela, un pueblo al sur de Aragón con apenas setenta habitantes. No tenía esposa ni hijos, vivía solo en una bonita casa en el centro del pueblo, y vivía de lo que ganaba fabricando zapatos y vendiéndolos por los alrededores. Un día, aburrido y cansado de la gente de ese pueblo, que era conocida por ser envidiosa y egoísta, decidió emprender un viaje. Desde pequeño deseaba conocer Italia, y como nunca había ido mucho más allá de los pueblos de los alrededores, y tenía ahorros suficientes, se decidió a emprender este viaje. A la mañana siguiente, preparó una bolsa con algo de ropa, sus ahorros, y comenzó el viaje. Llegó hasta el puerto de Valencia en un vehículo compartido, y una vez allí, puso en marcha su plan para llegar hasta Italia. Juan era bastante bueno con las brújulas, y su padre, que fue marinero, le había enseñado técnicas y trucos para la mar, aunque Juan solo había navegado las balsas cercanas a Abejuela. Preguntó a un lugareño por el bosque más cercano, que tan solo estaba a un par de kilómetros, y allí, se las apañó para cortar suficientes ramas de árboles como para construir una balsa. Era bastante habilidoso, ya que se había pasado toda su niñez haciendo construcciones de este tipo. Transportó la balsa hasta el puerto, calculó hacia dónde debía ir, y se adentró a la mar. “Es una locura, -se decía a sí mismo- la única que jamás he cometido”. Estaba asustado, pero aún más emocionado. El viaje había sido largo e inesperado, estaba cansado, así que orientó la barca en la dirección que había calculado, y se durmió. Se despertó al rato, sobresaltado. Había una tormenta. No veía nada, la barca se tambaleaba, empezaba a resquebrajarse por las fuertes sacudidas del agua. Estaba muy asustado, pero de repente, algo le golpeó en la cabeza, y todo se volvió negro. Despertó de nuevo lo que parecía una eternidad después. Se sentía sosegado, la tormenta se había calmado. Se encontraba en la orilla de una isla que parecía poder cruzar andando en cuestión de veinte minutos. Su barca ya no estaba, y tampoco su ropa, comida, pero si sus herramientas. Una tremenda angustia recorrió su cuerpo, pero no se alteró, era un hombre muy tranquilo. Fue una semana después cuando empezó a alterarse. Había construido una caseta en un árbol no muy alto, por lo que tenía cobijo, pero había recorrido la isla de arriba abajo y no había encontrado ni un mísero animal, ni siquiera pájaros o insectos. Era una isla completamente desierta. Empezaba a delirar por el hambre. Estaba tumbado, en el suelo de su cabaña, y tenía la sensación de tener todo el cuerpo mojado, era una sensación muy real, tan real, que creía poder tocar y ver el agua. Logró reincorporarse y se dio cuenta de que realmente había agua en su cabaña. Se dio por vencido. La marea había subido y había cubierto todo. Asumió que iba a morir, y maldijo el día que salió de Abejuela. Se tumbó y esperó a que el agua lo ahogara. Pero eso no pasó. El nivel del agua comenzó a decrecer, lentamente, y se alegró inmensamente no solo por eso, si no por el gran regalo que el agua le había dejado. Sardinas. Decenas de Sardinas. Con eso, tenía para alimentarse por lo menos dos semanas, y cuando la marea subiera de nuevo, le proporcionaría más, por lo que no pasaría hambre -aunque puede que acabara aborreciendo las sardinas- . 18


No le disgustaba la idea de vivir ahí solo, al fin y al cabo, era un hombre solitario, al que no le quedaba mucho de vida y, pensándolo mejor, no le parecía mala idea pasar sus últimos años en esa tranquila isla, que empezaba a parecerle un tanto paradisiaca. Al fin y al cabo, solo buscaba tranquilidad.

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Pues no era tan sorprendente- soltó Carlo- para historias sorprendentes, la que voy a contar yo, que además es la última, porque ya todos habéis intervenido. Soy el último, pero no seré el peor.

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Una mujer que vive en la pobreza y de la caridad, un día consigue con un golpe de suerte darse a conocer por sus dotes en la costura y logra vivir de ello como nunca imaginó. Había una vez una mujer muy pobre que se ganaba la vida vendiendo tejidos que ella misma cosía a mano. A pesar de vender sus mantas de lana y sus prendas de algodón la mujer no lograba pagar sus deudas y comprar alimentos para pasar el frío invierno. No podía cortar leña porque era muy mayor y tampoco podía pagar a alguien que lo hiciese por ella ya que no tenía dinero. Al ver que no iba a poder pasar el invierno con tan pocos ingresos se fue ofreciendo por las casas para tejer trajes, cortinas, prendas de abrigo, lo que fuese, pero que le ayudase económicamente para comprar alimentos y lana con la que tejer. Por más que lo intentaba no conseguía clientes y el invierno se acercaba, al mismo tiempo el hambre apretaba y ella desesperada volvió a casa pensando que jamás volvería a vivir dignamente, pero lo que no sabía era que en una de las casas a las que fue pidiendo trabajo, vivía uno de los sirvientes de la Reina Esmeralda III de Austria la cual andaba buscando una costurera ya que la suya marchaba a vivir fuera del reino con su marido debido a su reciente matrimonio. El sirviente le advirtió a la Reina de que conocía una costurera con muchos años de experiencia la cual estaría encantada de trabajar para ella. Unos días después los sirvientes de la Reina fueron mandados a por la pobre mujer para que acudiera al palacio e hiciese las pruebas necesarias y comprobar si era tan buena costurera como decían y si podría trabajar para la Reina Esmeralda. La mujer subió al palacio y cosió tanto como se le exigió, tejió telas y telas durante horas, hizo trajes a medida y arregló ropas de cama de todo el palacio. La Reina tras comprobar que realmente era la mejor costurera que había visto, decidió contratarla y pagarle todo el trabajo realizado. La mujer sin darse cuenta había conseguido todo el dinero necesario para pagar sus deudas y caprichos con creces y además comía y dormía en palacio ya que la Reina por el día se probaba los trajes y luego por las noches la mujer terminaba de arreglarlos. Cada vez la mujer tenía más trabajo ya que la Reina recibía encargos de sus amistades más cercanas para que su costurera personal les hiciese trajes de gala para sus fiestas y acontecimientos más importantes. Como la costurera ganaba mucho dinero decidió crear su propio taller dónde había largas colas de gente tanto del pueblo llano como de clase alta esperando su turno para que la costurera les tomase medidas y les enseñase sus telas más bonitas las cuales lucirían en sus acontecimientos más importantes. Tal era la riqueza que la mujer había adquirido que decidió aumentar el taller y su humilde casa para poder almacenar materiales y contratar a una joven que le ayudase a tejer mientras ella atendía a sus múltiples clientes y les cosía trajes. Para cuando se dio cuenta, su casa era prácticamente la más grande de sus alrededores y su taller era conocido por todo el continente, tenía a tres jóvenes ayudándole a tejer, dos chicas y un chico, los cuales cobraban y además recibían toda la tela que querían del taller para vestir ellos y su familia. Gracias a que un sirviente hablase con la Reina, esta consiguió cambiar su vida y la de tres jóvenes, quién le diría que iba a conseguir tanto desde nada. A partir de ahí la mujer ayudó a 20


todos los pobres que pudo y trató de acabar con la pobreza de ese pueblo ya que no quería que nadie pasase por la situación por la que ella pasó. La suerte estaba de su parte, y si por haber pedido trabajo de casa en casa había logrado ser la costurera más conocida del momento, ¿porque no iba a lograr cualquier otra cosa? Nada podía detenerla. -

Bien, muy bien- otra vez opinó la profesora Teresina- todos hemos contado nuestra historia, y ninguna ha sido mal. Ya podemos decir que hemos emulado a los personajes de Bocaccio. Con esto, no puedo pedir más.

Y así, terminó aquella memorable jornada lejos de you tube, de whatsapp y de más zarandajas digitales.

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