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LOCOS PERO NO TANTO ESQUIZOFRENIA APLICADA
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A todos los que sienten que su condici贸n mental es una carga
LOCOS PERO NO TANTO
ESQUIZOFRENIA APLICADA
Tatiana Céspedes Royero Locos pero no tanto Esquizofrenia aplicada. Diseño cubierta e interiores Tatiana Céspedes Royero Impreso en Colombia Incolors LTDA
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LOCOS PERO NO TANTO
ESQUIZOFRENIA APLICADA Tatiana Céspedes Royero
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INDICE OR
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Prefacio
Analizando un grupo de cinco artistas que padecían esquizofrenia, fue bastante interesante encontrar que la base o fundamento de su brillantéz, básicamente se debía al mismo trastorno mental bajo el cual regia su cotiadianidad. En la siguiente recopilación de informacion se plasma de manera breve y argumentada respecto a lo anterior, la relación que existe entre cada artista y la manera como plasman en sus obras, las realidades en las cuales vivían.
El MA TEMรก T1CO
HSAN
John
NASH
n hoJ 17
El matemático
Hijo, es un misterio. Lo era cuando, antes d los 30 años, unas intuiciones casi sobrenatural le convirtieron en uno de los matemáticos má avanzados de su época; siguió siéndolo durant tres décadas de miseria y delirio, bajo una abrumadora esquizofrenia paranoica, y lo fue emerger gradualmente de una enfermedad psí considerada incurable.
Nació el 13 de junio de 1928 en una zona remota de Virginia occidental, hijo de un inge electrónico y una maestra, y tuvo la infancia de un superdotado intelectual: aprendió a leer muy pronto, fue incapaz de prestar atención en clase, obtuvo siempre malas notas y demostró una aversión congénita a la disciplina. El mayo problema, sin embargo, fue su falta de amigos Nunca logró establecer relaciones personales. Sólo dos chicos de su edad se aproximaron a é en la adolescencia, cuando instaló en su sótan un laboratorio para fabricar explosivos. Uno d ellos, Herman Kirschner, se mató manipuland artefacto, y el otro, Donald Reynolds, fue envi
por sus padres a una academia militar para que no volviera a tratarse con alguien tan raro. El talento científico de Nash era evidente, pese a su torpeza social. En 1945 ingresó en el Instituto Carnegie de Tecnología de Pittsburgh y, tras probar sin éxito la ingeniería y la química, empezó a interesarse seriamente en las matemáticas. A esas alturas resultaba obvia la disparidad entre su madurez intelectual y su retraso emocional. Una pansexualidad infantil, que le impedía -entonces y siempre- decidir si le gustaban los hombres o las mujeres, reforzó el aislamiento en torno a él. Todos sus compañeros le llamaban Homo. Por esa época asistió a un breve curso de comercio internacional, su única relación conocida con la economía. Con la II Guerra Mundial recién concluida y el prestigio de los científicos por las nubes (el prodigio nuclear había vencido a Japón y ofrecía, según se pensaba entonces, un futuro de recursos energéticos ilimitados), las mejores universidades se disputaron al joven Nash. Él optó, en 1948, por Princeton, la meca de las matemáticas, el selecto club rural donde trabajaban Albert Einstein, Robert Oppenheimmer (creador de la bomba atómica) y John von Neumann (pionero en la teoría de los juegos, un asunto que había de marcar a Nash). El chico de la mente prodigiosa se había convertido en un hombre alto y atractivo, encerrado en sí mismo salvo por algún arranque de pasión homoerótica, obsesionado en problemas de geometría y lógica.
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El matemático
Enemigo de los libros (quería aprenderlo todo por sí solo) y marginado por excéntrico en un lugar donde todo el mundo, desde Einstein hasta el último estudiante, tendía a la rareza. La tesis doctoral de Nash, 27 páginas escritas a los 21 años, contenía los elementos de una revolución en la teoría económica. Aplicó la teoría de los juegos de Von Neumann a situaciones que implicaran conflicto y ganancias, y concluyó que la ‘partida’ concluía cuando cada jugador, de forma independiente, elegía su mejor respuesta a la estrategia de sus adversarios. Esa idea simple, ‘el equilibrio de Nash’, permitía reemplazar con razonamientos científicos la vieja magia de Adam Smith, la ‘mano invisible’ que movía los mercados. Despido por escándalo John Nash encontró un puesto como profesor en un centro entonces menos célebre que hoy, el MIT de Massachusetts, donde, tras intentar relacionarse con al menos tres hombres, inició un romance con una mujer no universitaria llamada Eleanor Stier. En 1953 tuvieron un hijo, John David Stier, del que Nash se desentendió. El panorama profesional del matemático, reverenciado por sus fogonazos de intuición y su lógica, pero rechazado por su carácter, se complicó al cerrársele una de las instituciones más deseables para un científico, la Corporación RAND: fue despedido como investigador tras ser detenido por ‘escándalo público’ en unos lavabos.
Era la época del senador Joe McCarthy y de la caza de brujas contra comunistas y homosexuales. Nash siguió en el MIT y conoció a Alicia Larde, una joven salvadoreña que asistía a sus clases. En 1957 se casaron. Justo antes de la boda, los padres de Nash supieron de la existencia del pequeño John David y rompieron relaciones con su hijo. El viejo Nash murió del disgusto, según la versión familiar, y al poco tiempo, Alicia quedó embarazada. Tal vez todas esas presiones familiares y sociales provocaron el desastre. Tal vez fue la homosexualidad latente, como diagnosticaron los psiquiatras: también Isaac Newton sufrió una crisis psicótica a los 51 años, tras relacionarse con otro hombre. Nash, que siempre ha negado ser homosexual, atribuyó su mal a la disciplina que le imponía la docencia. En cualquier caso, algo parecía funcionar mal cuando pasó una fiesta de fin de año, el 31 de diciembre de 1958, vestido con un pañal y acurrucado junto a Alicia. Luego, en las primeras semanas de 1959, los síntomas se precipitaron. Le perseguían hombres con corbata roja, miembros de una conspiración criptocomunista. Se le había destinado a ser emperador de la Antártida. Los extraterrestres se comunicaban con él a través del diario The New York Times. Los 50 días de encierro en un centro psiquiátrico, en el que se le diagnosticó esquizofrenia paranoica, fueron sólo el principio de tres décadas de destierro mental.
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¿Cómo podía un hombre tan inteligente y lógico creer que en serio’.los extraterrestres le enviaban mensajes? Eso le preguntó, durante una visita al psiquiátrico, uno de los profesores del MIT. La respuesta fue simple y espeluznante: ‘Porque las ideas sobre seres sobrenaturales vinieron a mí de la misma forma que las ideas matemáticas. Y por eso las tomé en serio’.
Un fantasma en las aulas En 1962, Alicia pidió el divorcio. En 1968, Nash fue recogido por su madre. En 1970, Alicia le readmitió ‘como inquilino’ en su casa de Princeton. El matemático se convirtió en un fantasma que deambulaba por las aulas de Princeton, mendigando monedas o cigarrillos o formulando cuestiones enigmáticas. Un ejemplo: ‘¿Qué hacer con un húngaro obeso?’. Se le permitía la presencia por respeto a sus pasados méritos. Quienes leían y utilizaban sus antiguos trabajos le tenían por muerto, y en las enciclopedias se omitían sus circunstancias biográficas. De vez en cuando escapaba a Europa e insistía en renunciar a la ciudadanía estadounidense. Otras veces se limitaba a quedarse en un rincón, dándose cabezazos contra la pared.
El matemático
Lo imposible ocurrió hacia finales de los ochenta. Poco a poco, empezó a saludar a la gente y a decir frases coherentes. El éxito final se produjo en octubre de 1994, cuando un John Forbes Nash, de 66 años recogió en Estocolmo el Premio Nobel de Economía, por un trabajo realizado antes de cumplir los 30. Su discurso reflejó su idiosincrasia: ‘Parece que pienso otra vez racionalmente, de la forma que caracteriza a los científicos. Sin embargo, eso no constituye un motivo para la alegría completa, como si pasara de la invalidez a la buena salud. La racionalidad de pensamiento impone límites en el concepto de mi relación personal con el cosmos’. .
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La noche del 23 de mayo de 2015 a la edad de 86 años, murió en un accidente de tráfico en Nueva Jersey cuando el taxi en el que viajaba se estrellaba contra el guardarraíl. Su esposa Alicia, que viajaba con él, una vez más se negó a abandonarle. Los dos fallecieron, al salir despedidos del vehículo
El coompositor
COMPO2ITOR
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El
Tuvo una vida marcada por sucesivos episodios de crisis emocionales y depresivas, comportamientos obsesivos e intentos de suicidio que finalmente le llevaron a ser internado en un sanatorio psiquiátrico en Enderlich, próximo a Bonn, donde finalmente falleció. Estudiante de piano desde los nueve años y compositor ya a los 12. A los veintidós años de edad, la carrera de Schumann como virtuoso del piano se vio frustrada como consecuencia de una obsesiva idea de fortalecer e independizar los movimientos del cuarto dedo y conseguir así mayor flexibilidad en sus manos. Con tal propósito crea un artefacto de madera que sujeta su dedo anular y estira los demás, lo que le provoca una anquilosis de la mano, arruinando así cualquier expectativa de triunfo como intérprete. Incapacitado para su profesión a los 22 años. Esta desafortunada lesión lleva a Schumann a un estado depresivo, que se agravó tras el suicidio
SCHU
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ROBERT de su hermana Emilia. Los primeros síntomas de su débil estado mental le sobrevienen a los veintitrés años: Desvanecimientos, hemorragias, respiración entrecortada, crisis de angustia, que culminan en una noche de terror en que se «siente volver loco» e intenta, para librarse del sufrimiento interior, tirarse por la ventana. Pasa unos meses aislado, indiferente a cuanto le rodea, irritable e inactivo. Cede la crisis y reanuda su vida como compositor y crítico musical, pero le queda para siempre como secuela la fobia a los cuchillos y a los pisos altos.
UMAN
Las fases depresivas de Schumann se suceden en diversos grados de intensidad y su obsesión por el silencio le lleva a cambiar de domicilio en cuatro ocasiones. En los últimos años de su vida, que coinciden con una mayor actividad compositiva se agravan los desajustes emocionales de Schumann y comienzan a perturbarle alucinaciones visuales y auditivas. Voces y gritos que incluso le hacen creer que “Mendelssohn y Schubert le dictan desde sus tumbas melodías sublimes, y que por ello todos le envidian y persiguen”.
Dos años antes de su muerte, Schumann vivía obsesionado con acúfenos (sonidos producidos por el propio oído) entre los que sobresalía la nota “la” y que le ocasionaron un gran sufrimiento psicológico. Resulta significativa la carta que el violinista y compositor Joseph Joachim envió el 18 de febrero de 1854 a Albert Dietrich, discípulo predilecto de Schumann.
En esta época, la tortura que le provocan las visiones y constante depresiones, le conduce a intentar suicidarse en el Rhin, siendo rescatado por unos pescadores, tal y como relata Dietrich en la carta anterior: El pasado lunes hacia el mediodía se las arregló para escaparse de casa. Hasenclever [médico de Schumann], yo y muchos otros le buscamos en vano hasta después de la una. Sobre esta hora fue devuelto a casa por cuatro barqueros. Lo habían rescatado del Rhin; se había tirado al río saltando desde la mitad del puente. Ahora, como antes, está aparentemente cuerdo, y sin
En algunos de sus pasajes, Dietrich describe con detalle las alucinaciones que padece su maestro: En una carta reciente a Brahms le insinué que los nervios de Schumann estaban en bastante mal estado. Esto ha ido empeorando día tras día: escuchaba música continuamente, a veces de la más bella factura, pero a menudo espantosa. Posteriormente se añadieron voces de fantasmas que, según él pensaba, le gritaban cosas terribles y maravillosas al oído. El sábado pasado fue presa por primera vez de un violento arrebato de desesperación. Desde ese momento la mente de Schumann se vio obviamente afectada; los fantasmas no le dejaron ni un momento en paz.
El 28 de julio de 1856, fallece internado en un sanatorio mental y alejado de su esposa Clara Wieck, de sus hijos y de su música.
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El coompositor
EL PO TA 3
leopoldo maria panero
soledad y la nada desde un territorio que el poeta entiende que se halla más allá de la vida y la razón.
orden que le conducen al fin último de su actividad creadora: la enunciación del vacío y la glorificación última de la
Panerova levantando acta, libro tras libro, de su autodestructiva ruina, acumulando obsesiones metaliterarias y de todo
por sus particulares demonios interiores, un edificio de notable solidez formal y conceptual, en el que Leopoldo María
heterodoxo autor, no ha cesado de expandirse, elaborando, en unas condiciones personales más que comprometidas
la celebrada antología«Nueve novísimos poetas españoles», la proyección estética deLeopoldo María Panero, radical y
inocuas. Desde que publicara en 1968 su primera plaquette y fuera incluido en 1970 por el crítico José María Castellet en
exposición desnuda de las miserias del subconsciente y a la función examinadora del ejercicio literario al margen de modas
Su obra es una de las más originales y contundentes de la poesíaespañola del último cuarto de siglo; ésta apunta a la
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Ciudadano anómalo y bufón aniquilado
La indispensable poesía de Leopoldo María Panero es la expresión máxima de un delirio alucinatorio llevado a extremos impensables para ser un fingimiento o un simple ejercicio de funambulismo lírico. Hoy por hoy, puede considerarse a Leopoldo María Panero uno de los escasos poetas que posee un discurso arro-
llador, un estilo deslumbrante y una voz autorreferencial auténtica. Sin embargo,
como afirma el profesor Túa Blesa, su obra «no ha merecido ni un solo premio en una sociedad que se diría es la sociedad de los premios y los halagos, aunque sí que obtiene una y otra vez el reconocimiento de la lectura». Su tormentosa biografía lo convirtió, en paradigma de lo que más repudiaba:
la controvertida sociedad tardofranquista, que lo encasilló como ciudadano anó-
malo, primero, y como bufón aniquilado por su propia historia más tarde, ya que reunió en sí mismo una serie de «cualidades» nada ponderables para los años
pretransicionales: drogadicto, bisexual, alcohólico, comunista trotskista, preso, suicida reincidente y, finalmente, inquilino constante, desde su temprana juventud,
de psiquiátricos, donde ha pasado las dos terceras partes de su vida, entregado a una escritura absorbente y autocontemplativa.
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El poeta
La indispensable poesía de Leopoldo María Panero es la expresión máxima de
Ciudadano anómalo y bufón aniquilado
un delirio alucinatorio llevado a extremos impensables para ser un fingimiento o un simple ejercicio de funambulismo lírico. Hoy por hoy, puede considerarse
a Leopoldo María Panero uno de los escasos poetas que posee un discurso arrollador, un estilo deslumbrante y una voz autorreferencial auténtica. Sin embargo, como afirma el profesor Túa Blesa, su obra «no ha merecido ni un solo premio en una sociedad que se diría es la sociedad de los premios y los halagos, aunque sí que obtiene una y otra vez el reconocimiento de la lectura».
Su tormentosa biografía lo convirtió, en paradigma de lo que más repudiaba: la controvertida sociedad tardofranquista, que lo encasilló como ciudadano anómalo, primero, y como bufón aniquilado por su propia historia más tarde, ya que reunió en sí mismo una serie de «cualidades» nada ponderables para los años
pretransicionales: drogadicto, bisexual, alcohólico, comunista trotskista, preso, suicida reincidente y, finalmente, inquilino constante, desde su temprana juventud, de psiquiátricos, donde ha pasado las dos terceras partes de su vida, entregado a una escritura absorbente y autocontemplativa.
o no-existencia, que él mismo califica en sus versos de antimodélica.
necesita, a vidas ajenas a la suya para brindarnos su mirada pesadillesca y metafórica sobre la esencia de una existencia,
que puede decirse que el suyo es el último ejemplo de un visceral romanticismo «fin du siècle», pues no recurre, ni lo
rrencia sobrecogedora, y todos están marcados por la percepción hipersubjetiva que del mundo tiene su autor, por lo
Los asuntos que Leopoldo María Panero toca, primaria o secundariamente, en sus textos resultan de una recu-
circunstanciales ni piezas menores en el puzle general de su producción.
labor tan individualista como la poesía, y son los libros escritos en colaboración con otros poetas, libros que no son
un caso no muy frecuente si atendemos, por un lado, a la patología clínica que sufre el escritor, y, por otro lado, a una
temblar’, ‘Guarida de un animal que no existe’, ‘Águila contra el hombre’, etcétera. En su bibliografía se da, asimismo,
último de las flautas’, ‘Last river together’, ‘Dióscuros’, ‘Contra España y otros poemas no de amor’, ‘Piedra negra o del
La producción poética de Leopoldo María Panero abarca una gran cantidad de títulos: ‘Teoría, Narciso en el acorde
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El poeta
El yo poético e irracional de Leopoldo María Panero busca, en no pocos momentos, su desdoblamiento. Esta huida de la identidad reconocible es virtualmente una huida del mundo aceptado para configurar un no-mundo paranoide que tiene, probablemente, su origen en el malditismo de Antonin Artaud, al que Leopoldo
en 2003 se creía nada menos que «su reencarnación». Para lograr esta dualidad psicológica, nuestro autor emplea la intertextualidad y en otras ocasiones acude al juego especular de la transtextualidad o a la suplantación literaria de personajes históricos como François Villon o Ezra Pound. La obra paneriana da la impresión de estar empapada o condicionada por vivencias traumáticas u obsesivas, que se formalizan en la arquitectura poemática en la elección de sus visiones simbólicas. En sus textos, Leopoldo María Panero habla incesantemente, tomándose a sí mismo como ejemplo, de la ruina psíquica, de la muerte como espacio posible para revivir, de Dios y de la familia en su vertiente más escabrosa, y en la que consigue interesantes tratamientos de la figura paterna
Yo p o é t i c o e i r r a c i o n a l
María Panero sigue y considera «el máximo negador de la identidad», y del que
gracias a que se exorciza por medio de la escritura, uno de los temas dominantes en su obra.
le supone, aparentemente, el acto de vivir, que enLeopoldo María Panero únicamente parece resultar soportable sólo
filadero del malditismo. Todo ello conduce, en última instancia, al enaltecimiento del pecado y la tortura que al poeta
a la deriva, e incluso de vías prohibidas como el satanismo, los vicios nefandos y el asesinato, lo que le sitúa en el des-
La autobiográfica poesía paneriana nos habla con descarnada verticalidad de la infinita soledad moral del individuo
dora, sus antitéticas estéticas
por la muerte, reuniéndolos en la misma tumba, donde se congracian, en espacio tan tétrico y dimensión tan devasta-
A Leopoldo Panero padre le dedica una terrible epístola o ajuste de cuentas en la que padre e hijo son amancebados
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El poeta
El sujeto poético que habla en sus poemas desprecia la realidad inmediata, tangible, y con ello todo lo que ésta lleva aparejado, lo que le empuja en sus libros de los años 70 a desfigurar el lenguaje, introducir sintagmas y poemas enteros escritos en otras lenguas, insertar voces del argot del lumpen y crear códigos de comprensión y relación demasiado crípticos, propuestas asociativas ante las que el lector se siente desarmado. Al lado de la muerte como meta buscada y generadora de una no-existencia apetecida, la poesía paneriana incide en su contrario, la vida, canalizada en la vertiente amorosa de la experiencia sentimental,aunque la luz que se arroja sobre ella no deja de ser una lumbre tenebrosa. Lo amoroso es abordado en su poesía desde un ángulo desmitificador, cuando no cuestionador, en el que constantemente se subraya el concepto destructivo del amor como manifestación intensificada de los roles sociales. Por eso se dan cita en sus composiciones las variantes desviadas y humilladoras de la experiencia amorosa como el incesto, el sadismo, la coprofilia y la coprofagia, la necrofilia, el canibalismo o el masoquismo, elección degenerativa en la que prevalece la transgresión extremosa de la normalidad.
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Su luz, una lumbre tenebrosa
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BRYAN Char
N rnely El artista inglés comenzó a pintar autorretratos en 1991 para soportar el invasivo y creciente rigor de la esquizofrenia que padecía desde que tenía la corta edad de 17 años.
La enfermedad, que le había impedido terminar unos prometedores estudios de Arte, era un condicionante demasiado agotador. A veces ser enfermo requiere dedicación completa.
Confiaba que los cuadros, concebidos como un diario de medicación, fuesen un registro de sentimientos, sensaciones y síntomas físicos según los cambios
del cóctel de drogas que le recetaban los médicos y que, como muchos enfermos de esos que llamamoslocos para extender una frontera de fuego entre ellos y nosotros, combinaba a veces a su libre albedrío, cansado de que ninguna fórmula le proporcionase al menos cierta paz. Es necesario ser benévolo y no acusar a quien decide tantear con las medicaciones: todos lo hacemos cada día con unas u otras substancias, todos buscamos que la alquimia de la dosificación sea nuestra guía en el tour por los callejones empedrados de cuchillas que nos asigna la lotería de los días. Charnley había empezado pintando flores, cactus y escenas sociales al estilo de David Hockney —la influencia es clara en Pam and Me, un retrato del artista con su novia, una chica torturada: poco tiempo después del cuadro intentó suicidarse y, aunque sobrevivió, las secuelas la dejaron gravemente lastrada—. En 1983, a los 34 años, el pintor tomó una opción tajante: dedicar toda su obra a la esquizofrenia, a intentar explicarla. Quería desentrañarse, mostrar lo que sucedía o lo que creía que sucedía, enumerar las píldoras que los psiquiatras le recomendaban y narrar los efectos de las drogas.
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Primero se dedicó a pintar alegorías: ambientes cargados de oídos y ventanas, puntos de entrada de las emisiones exteriores que empezaban a invadirle, cabezas vendadas por visiones torturadas, abiertas en varios planos.“Es arte despojado de toda pretensión esotérica o conceptual. Estoy feliz de haber adoptado este formato, que me parece más vital que cualquier ismo“, escribió, dando aceptación a la enfermedad como centro y médula. Algunas de las pinturas alegóricas se exponen, hasta el 22 de mayo, en Bryan Charnley, the Art of Schizofrenia, la primera muestra que organiza el recién inaugurado Bethlem Museum of the Mind, ubicado en la antigua sede, en el sur de Londres, del primer hospital psiquiátrico inglés, el Bethlem Royal, fundado en 1247. Aunque las alegorías —en esta página de la BBC pueden verse siete en buena resolución— evocan el barullo de muchas facetas, casi todas agresivas, al que se enfrentan los esquizofrénicos, a Charnley no le pareció suficiente el compromiso con la enfermedad que se había apoderado de su mente hasta el grado de ser su verdadera y única identidad. A partir de marzo de 1991 se propuso culminar un autorretrato cada día. Aunque no consiguió mantener esa exigente
El pintor
cadencia, explicó por escrito cada autorretato —toda la serie y las anotaciones pueden verse en la web que muestra su legado—. Empleó una honestidad devastadora para relatar el aplanamiento afectivo, los descarrilamientos del discurso, el comportamiento catatónico, las alucinaciones auditivas, los delirios, el abandono, el ascenso de los delirios paranoicos y la falta de respuesta emocional que hacen de la esquizofrenia una de las enfermedades mentales más dolorosas y paralizantes. En cada autorretrato de Charnley recorremos los tramos del combate de un hombre contra su propia sombra, el más sanguinario de los rivales. El 20 de abril, junto al segundo autorretrato —mirada enfocada en nadie sabe dónde, gesto saturnal, formas agusanadas emergiendo de la cabeza, terminales de recepción para la cacofonía que pide acceso…—, escribe: He bajado a una tableta de 3 mg de Depixol y Tremazepam para poder dormir. Muy paranoide. El vecino de arriba lee mi mente y me responde pidiendo algo así como que crucifique mi ego.
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Tres días después sólo alcanza a mostrarse como un garabato de ojos y boca tachadas: Soy incapaz de concentrarme y la pintura tiene la crudeza del mal grafiti. Lo achaco a que el Depixol rebaja la concentración hasta romperla (…) Creo que la mayor parte de las personas que me rodean tienen una capacidad extrasensorial que les da acceso a mi mente. Soy como un ciego, por eso tacho mis ojos. También me hablan y me dicen lo que pienso. Soy un mudo, por eso tacho mi boca.
El 24 de abril regresa el “efecto grafiti”. Charnley se siente agotado. Motea con sangre el interior de su cabeza: No tengo ojos para ver lo que sucede (…) Fumo mucho (…) La sangre de los puntos en el cerebro es mía. Me hice un corte en el pulgar. Cinco días más tarde recupera parte de la conciencia plástica para pintar un cielo poblado de cuencas oculares: El cuadro pretende expresar mi desorientación (…) También ilustra un escenario teatral, porque sigo sintiendo que me observan.
Los siguientes cuadros duelen a la vista y muestran los estadios de una desmembración. Es necesario anotar que sólo han
El pintor
transcurrido cinco semanas desde el primer autorretrato. Para Charney parecen siglos pero el espectador palpa la celeridad del agravamiento. 6 de mayo: Me siento como el objetivo de comentarios crueles de otras personas, especialmente de los negros (…) No tengo lengua, una lengua real, y solo puedo balbucear. El clavo en mi boca lo expresa (…) Me mantengo alejado de las mujeres por consejo de mi psiquiatra.
14 de mayo: Sin esperanza en la victoria. Sólo me espera la humillación total.
18 de mayo: Desde el 10 de mayo he dejado el Tryptizol y no duermo demasiado. Mi mente emite constantemente y está fuera de mi voluntad hacer algo al respecto. Pinto mi cerebro como una enorme boca que actúa por sí misma.
23 de mayo: Estoy cansado de explicar mis cuadros (…) El azul significa que estoy deprimido (…) Las emisiones mentales
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siguen en aumento (…) La gente se rie de mí. Evito cualquier contacto social. Charnley detecta un ser interior invasivo en los siguientes cuadros, algo que crece y se desarrolla dentro y busca una vía de salida.
24 de mayo: Quizá el corazón roto sea la causa de todo (…) Tengo miedo (…) Desde el 19 de mayo tomo una tableta y media de Depixol y una de 25 mg de Tryptizol.
8 de junio: Las patas de las arañas son mi esencia. Son menos potentes a medida que se alejan de mi mente (…) Son la inhibición, social y de todo tipo.
13 de junio: Las cáscaras de huevo han sido vaciadas de contenido. No me queda nada, ningún secreto (…) Me siento suicida: por eso los cuervos, como en el último cuadro de Van Gogh (…) Los cuervos salen de los huevos, son mis pensamientos alejándose. Todo este cotilleo aumenta el miedo a la telepatía (…) He dejado de tomar Tryptizol.
El pintor
19 de junio: ¿Quieren divertirse? Es como si todos intentasen sostener con el pie la puerta de mi mente para poder entrar. La boca y la lengua clavadas significan que no tengo respuestas para oponerme. La revelación de la “imagen esencial de la esquizofrenia” llega con este par de autorretratos.
27 de junio: Mi cerebro y mi ego están atravesados por labios como Cristo en la cruz, incapaz de moverme sin sentir un dolor severo (…) Rabia a causa del miedo, que da paso a la paranoia (…) ¿Podrá cambiar la situación o será siempre igual? (…) Espero que mis autorretatos sean un documento sobre lo que es ser esquizofrénico a finales del siglo XX. Una tableta y cuarto de Depixol.
El 12 de julio, tras dibujar un mapa de una cartografía delirante, Charnley no es capaz de explicar nada. En el centro, donde confluyen las líneas, anota una cita de la canción deBob Dylan Series of Dreams: La mano de cartas que me ha tocado no es buena A no ser que sea de otro mundo
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El 19 de julio de 1991 Charnley llega al final de la cuenta atrás, el camino inverso que había iniciado cuatro meses antes y pinta el último cuadro: una mancha roja y amarilla —los colores de la ira— con leves ribetes purpúreos —el del sufrimiento— que se disuelven en un confín oscuro.
Deja la pintura en el caballete y se suicida allí mismo, ante el más vacío, hueco y apagado de sus autorretratos. No consideró necesario o no pudo escribir nada. La obra es un grito no articulable. Más de 24 millones de personas padecen esquizofrenia en el mundo, según la OMS. La mayoría de los enfermos son tratados según una especie de ronda de antipsicóticos combinados con otro tipo de drogas (antidepresivos, ansiolíticos, hipnóticos…). Los médicos recetan y entreveran, tanteando mediante pruebas y errores. Saben que los antipsicóticos anulan al paciente, destruyen la voluntad, quiebran el estado de ánimo y, a partir de tres años de consumo, poca mejora pueden ofrecer en términos general.
El pintor
Se calcula que sólo uno de cada cinco enfermos obtiene una estabilidad más o menos llevadera gracias a los medicamentos. “Está claro que en los hospitales psiquiátricos no podemos distinguir a los cuerdos de los locos”, dice Estar cuerdo en lugares dementes, el estudio de David Rosenhan que en 1973 puso en ridículo a los psiquiatras tradicionales, desautorizó los sistemas de diagnósticos y tratamientos y llamó la atención sobre la despersonalización y el etiquetaje en que se basan las instituciones psiquiátricas y, por extensión imitativa, la sociedad. En el mismo año en que decidió pintar su esquizofrenia como camino de autodescubrimiento, Bryan Charnley escribió una declaración artística en forma de poema. La palabra ‘humillación’ es la más repetida en la cuenta atrás de peldaños hacia el cadalso del valiente artista: Es como si todos supieran el secreto Pero nadie, no, nadie, quisiera compartirlo contigo Porque si se guardan el secreto Pueden seguir tratándote como algo inferior a un hombre (…) La belleza del óxido, los diamantes de la decadencia,
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la penicilina de las heridas, Son la Ăşnica respuesta que conozco a la locura Ver estrellas a travĂŠs de las cicatrices Desde la esquizofrenia y la completa humillaciĂłn
El pintor
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KAFKA
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Nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos, Franz Kafka se formó en un am-
biente cultural alemán. Su padre, Hermann Kafka, había obtenido una cómoda posición con un matrimonio ventajoso y pudo costear una buena formación para el primogénito en uno de los colegios alemanes de Praga. Concluido el bachillerato (1901), el cabeza de familia lo obligó a cursar estudios de leyes, materia por la que nunca sintió el menor interés, y se doctoró en derecho en 1906. Los años universitarios le dejaron tiempo para cultivar sus aficiones filosóficas y literarias; leyó a numerosos autores y conoció al futuro escritor y crítico literario Max Brod, con quien trabó una íntima amistad destinada a perdurar toda una vida. La personalidad enérgica y activa de Brod, totalmente opuesta a la del temeroso e introvertido Kafka, mitigó su soledad y su marcada tendencia al aislamiento.
FRANZ
La enfermedad lo obligó a pasar largas temporadas en diversos sanatorios, primero en los Alpes italianos y finalmente en Kierling, cerca de Viena. Finalizados sus estudios, trabajó en diversos bufetes de abogados y, desde 1908, en una compañía de seguros de Praga. Allí desempeño sus tareas con eficiencia y puntualidad, llegando a merecer un ascenso; sin embargo, carecía por completo de ambición profesional. El aburrido empleo (que no abandonaría definitivamente hasta 1920, a causa de su deteriorada salud) le ocupaba solamente las mañanas y podía dedicar las tardes y las noches a la literatura, su verdadera pasión. En 1911 conoció a Yitzchak Lowy, actor de teatro yiddish; pronto empezó a interesarse por la mística y la religión judías, que ejercieron sobre él una notable influencia y favorecieron su adhesión al sionismo. Su proyecto de emigrar a Palestina se vio frustrado en 1917 al padecer los primeros síntomas de tuberculosis, que sería la causante de su muerte. El diagnóstico decidió a Kafka a romper definitivamente su compromiso matrimonial con Felice Bauer, a la que había conocido en 1912 a través de Max Brod. Durante los cinco años que duró, la relación con Felice había sido repetidamente abandonada y retomada debido a las interminables vacilaciones de Kafka. En 1920, el encuentro con la traductora y periodista checa Milena Jesenská se transformó en una relación profunda, testimoniada en las Cartas a Milena, que verían la luz en 1952. Pero
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ni Kafka ni la propia Milena, casada con otro hombre, tuvieron el aliento necesario para romper el matrimonio, y a partir de 1921 comenzaron a distanciarse. Se estableció entonces en una casa de campo adquirida por su hermana, en la que escribió El castillo. En 1923, con la enfermedad ya muy avanzada, conoció a la jovencísima y vital Dora Diamant, el gran amor que había anhelado siempre, y que le de volvió brevemente la esperanza. Pero en abril del año siguiente sus dolencias se agravaron; en compañía de Dora Diamant, de su amigo Max Brod y de su tío Siegfried, falleció el 3 de junio de 1924 en el sanatorio de Kierling. Una sensibilidad hipersensitiva En sus obras, el aislamiento del ser humano parece condición tan fundamental e ineluctable como la gravedad, el tiempo o la mortalidad humana misma. El hecho de que sus ficciones (o lo que sea que sean) sean alegorías de experiencia personal es para cualquier persona al tanto de sus cartas y diarios, casi demasiado obvio como para requerir demostración alguna; Kafka mismo era, comprensible, ambivalente respecto a publicar mucho de lo que escribía, al temer que ello constituyeran “evidencia de la soledad“.
En uno de ellos se enamoró de la joven checa Julie Wohryzek, pero la radical oposición del padre de Kafka imposibilitó el matrimonio. Este episodio originó el más revelador documento de aquella conflictiva relación paternofilial: la célebre Carta al padreque
soledad
La el“poder que se ejerce sobre mí y que nunca falla¨, era, de hecho, el tema más constante de Kafka, algo que él vivía como un don y como una maldición. Seguramente uno de los más grandes solitarios del siglo XX, Kafka, ya a los diez años, parecía retraído e inabordable. Tal como un compañero de clase recordaría después “algo como una especie de pared de vidrio lo rodeaba constantemente. Con su sosegada sonrisa generosa,abría el mundo para sí, pero se encerraba en sí mismo frente a éste“. Kafka se describiría a lo largo de su vida en los mismos términos. En 1922, a los veintiocho años escribió en su diario su “ausencia de sentimientos“, refiriéndose a una brecha “entre yo y todo lo demás... que no intento en lo más mínimo salvar“, y en el borrador de uno de sus primeros relatos breves, compara la experiencia de unirse a otros para cantar la de “ser llevado por un anzuelo“. Para escribir, decía Kafka, necesitaba una soledad absoluta, no simplemente la soledad de un “eremita, la cual no habría sido suficiente, sino una semejante a la de estar muerto“. Kafka parece hacer sido una persona predominantemente hipersensitiva, lo que Kretschmer llamaría un hiperestético y su retraimiento estaba acompañado de sentimiento conscientes de vulnerabilidad y de inferioridad, de una excesiva conciencia de sí y de un deseo persistente de entrar en contacto con otros. El incesante examen de sí mismo podía ser una fuente de re
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afirmación, pero también lo enajenaría de su yo físico y de sus acciones, volviéndolo consciente de sus movimientos y vacilante en su discurso. la hipersensibilidad de Kafka y su sentimiento de ser alguna manera torpe en el mundo social, así como el anhelo intenso de contacto que existía debajo de su carácter reservado, son evidentes en “Investigaciones de un perro“, historia en la cual uno de los alteregos ficticios de Kafka, el perro, un narrador, describe su experiencia persistente de: cierta discrepancia, cierto pequeño desajuste, que provocaba un desagradable sentimiento de incomodidad que ni siquiera las funciones públicas más decorosas podían eliminar, a veces también, no, no aveces si no muy a menudo, la mera visión de un compañero perro de mi propio círculo, que yo apreciaba, su mea visión como si de repente lo percibiera por primera vez, me llenaba de una desazón y de un temor impotentes, incluso de desesperanza...No obstante, podía seguir siendo, sí, un tanto frío, reservado, tímido y calculador, pero en términos generales un perro bastante normal... Solitario y retraído, sin nada en qué preocuparme, excepto en mis desesperadas aunque para mí indispensables pequeñas investigaciones, así vivo; pero sin perder de vista mi aislamiento, distante, a mi gente.
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inferioridad
El sentimiento de que tenía Kafka es discutido más directamente en su Carta al padre, póstumamente publicada, una larga misiva (nunca enviada) que responde a la acusación de frialdad, de distanciamiento y de ingratitud impropios de un hijo, que le hace su padre. Sin negar estos rasgos, Kafka trata de explicar cómo el padre ha desempeñado un papel importante en el proceso mismo de generarlos. Mientras que se describe como “frágil, tímido, vacilante, inquieto“, “retraído y nervioso“, “titubeante y dubitativo“, adjudica a su padre todos los atributos de la persona sintónica o cicloide: “disposición hacia la vida, los negocios y la conquista“, “fuerza, salud, apetito, voz estruendosa, elocuencia..de ira fácil“, virtudes que tenían efecto abrumador sobre el hijo sensitivo, a veces envidioso, quien se retraería para protegerse. n
ó ersi v o r La int de Kafka parece ser en gran parte una respuesta a
la hipersensibilidad, un retraimiento defensivo frente a lo que Kretschmer llamaba “los colores y tonos chillones, intensos de la vida cotidiana“. Lo que la gente tanto normal como cicloide o sintónica considera como “elementos gratos e indispensablemente estimulantes de la existencia“, son sentidos, por dicha persona, como “lacerantes, grotescos y desagradables, incluso al punto de ser psíquicamente dolorosos“ Kretschmer describe un repliegue del yo sobre sí mismo, un intento de amortiguar lo
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máximo posible todo estímulo exterior; tales personas bajan las persianas de sus casa, con el fin de llevar una vida de ensueño, de fantasía, pobre de acciones, pero rica en pensamientos, en la suave oscuridad amortiguada del interior“. Esta tendencia se evidencia en muchas ficciones de Kafka, como en su breve relato “Unhappiness“, el cual comienza con la siguiente frase “Cuando se estaba tornando insoportable, una vez hacia el anochecer en noviembre, corrí a lo largo de la angosta franja de alfombra de mi habitación, como si estuviera en una pista de atletismo, apartándome de la vista de la calle iluminada, entonces, de vuelta a la habitación, encontré una nueva meta en las profundidades e un espejo“ En otro relato particularmente largo, llamado “La madriguera“, encontramos una extensa parábola de las consecuencias de este tipo de retraimiento. El narrador es en este caso un animal, quizás un topo o un perro de la pradera, que se denomina así mismo un “conocedor y experto de madrigueras, un eremita y amante de la paz“, y quien cuenta , con un detalle que raya en lo obsesivo, su preocupación por construir refugio contra el mundo exterior. A medida que el relato progresa, se hace claro que la madriguera no debería tomarse demasiado literalmente, que no es tanto una cuestión física como de condición psicológica que el narrador lleva consigo a todas partes.
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Según Kretschmer siempre se debe buscar la otra cara, “la delgada capa de hielo“ o el sentido profundo hacia sus congéneres eran el temor la indiferencia (los cuales de acuerdo con un comentarista, hacen de él un hombre moderno y representativo). Kafka caracteriza su indiferencia como el rasgo más esencial, así en una carta a la que fuera varias veces su prometida, Félice, se describe básicamente como una criatura fría, egoísta, insensible y en su diario en 1923, dice odiar todo lo que no se relaciona con la literatura. to
ien m i a retry amputación de la simpatía y de las
La tendencia al emociones se volvió un aspecto profundo y constante de su personalidad, algo que por encima de sus orígenes defensivos, finalmente generó sus propios problemas. Kafka mismo expresó muy bien el dilema: “Puedes sustraerte a los sufrimientos del mundo, es algo que eres libre de hacer y que va de acuerdo con tu naturaleza, pero tal vez precisamente, ese retiro es el único sufrimiento que eres capaz de evitar“. Kafka parece haberse percatado tempranamente del problema, pues a los escasos veinte o veinti
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dós años, escribió a un amigo sobre el deseo de leer sólo “la clase de libros desgarradores y lacerantes... un libro debería ser un pica-hielos para romper el océano glacial en notros mismos“
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