Y no te reglaé ninguna pipa para no fumar contigo ninguna paz. Teresa Avedoy

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y no te regalĂŠ para que veas ninguna pipa para no fumar contigo ninguna paz



Teresa Avedoy

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Sitiohabitable editorial


© Teresa Avedoy Claudia Ramírez Martínez, portada © Sitiohabitable editorial Colección laciudadquerecorro Hecho en Tijuana Impreso en México


I

Lo que pasó, se quedará con nosotros, y crecerá y disminuirá. Adam Zagajewski

–... y no te regalé, para que veas, ninguna pipa para no fumar contigo ninguna paz. Luisa Futoransky



Anatomía de una letra

ANILLOS, orejas y ligaduras: ¿una letra puede ser esta mujer? brazos y blancos internos: ¿una letra puede no ser esta mujer? Ahí está su cuerpo mirándonos en vacíos y ocupaciones habita la página. La eFe tiene algo ascendente (como de faro), la Q una panza que lleva cola de quimera, cola en la que los lectores nos montamos y que va más allá del primer silabeo escolar: la cu de queso, la cu de quelite, ahora bien podría ser cu de quimera quiere quemarlo todo quizá.

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Redundancia (proteccionismo civil)

DESASTRES naturales, dicen cuando lo mรกs natural es el desastre.

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Elogio del poemario

DE poemas, prefiero los plaquettes, que son muchachos sin abrigo (aficionados de preferencia), a los señorones domesticados, aunque firmes, con solapas y cosmética profesional. Me gustan los libros de poemas delgadísimos, inconcursables, con erratas y extensión variable; esbeltos, para que el polvo que los ronda no se acumule harto. Detesto esas panzonas antologías, que suenan a antojo y agonía como tu amor incompleto.

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Inortográfico

LA mirada tiene sus interrogantes, esto es claro, y sus puntos y comas (en lugar del punto y seguido) y sus acentos explícitos; también el deseo sus correctas consonantes (en posición y número) que van, que deben ir (cada una es una y no otra), donde se obliga. Tu pretendido amor, surge con faltas y otro tiempo verbal, y con el absoluto desprecio por poner como se debe (y se debe de una y no de otra); porque si empiezas abrazando con ese a poco entenderás mi silencio con zeta y todo se habrá perdido, inentendido, hasta la forma de poner los puntos sobre las íes.

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(Uno pasa de papá pound al abuelo whitman)

SACO a Walt Whitman de mi gran bolso verde y camino por la calle con Walt Whitman, o mejor dicho, camino de la mano de Walt Whitman. Al llegar a la parada de autobús pongo sobre mis muslos a Walt Whitman y se me viene una brutal dulzura de ciento sesenta años antes. Así que esto era estar con Walt Withman. Así que esto era estar en el más allá de la poesía. Y qué necesario me eras, de pronto, en el aquí.

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pablomolinetense TRIENTA aĂąos de polvo solar tuve encima de mĂ­ por mi quietud

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Crónica desde la ciudad sitiada AYER comí pescado frito y pensé en vos. En las cosas que siempre me explicabas, en tu nada que dura eternamente, en tu matemática metafísica (de la cual solía burlarme) y en la que tu amistosa lejanía quedaría cada vez más cerca. Hace frío y se me antojan tus cigarros. Pero yo no puedo fumar porque se me distrae el organismo y segrego jugos y hormonas y el dolor me apunta cada hora. Este fin de semana aprendí a separar la tristeza del dolor. Aprendí algo nuevo, como ves. Desde que te fuiste y como es natural algunos edificios han cambiado de forma de vestido de oficio de duelo. Ninguno en particular (a mi entender) te extraña bruscamente. La semana pasada 4.5 grados sobre la escala de Richter en el Café que tanto nos gustaba. Pero aún así cuando los vasos me miraron desde el suelo y salimos c y yo a la calle absolutamente nadie, ni yo, pensó en vos.

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También fui por la bicicleta al depósito. Tiene la costra del polvo de todos estos meses, pero está intacta. Me da envidia. A mí y a mis ansias rojas y a mi costra de dos años. La semana pasada tuve un sueño en el que j me decía que tenía que aprender a oler desde el renglón al campo. Si estuvieras aquí, hace días me habrías arrastrado a oler la playa; por cierto que hay un nuevo y flamante malecón (aunque el viejo me hacía recordarte). Odié siempre tus paseos inoportunos pero vos nunca cediste ante mis quejas; al final acabé yendo de vez en cuando por mi cuenta a fingir un poco en que te creo eso de que mirar al Pacífico algo cura o despeja como si del mar aprendiéramos a resolver cada dolor por separado. Tomo una legión de pastillas diariamente, paseo el recuerdo de mi vista por las olas y calculo.

para noemy molina

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Juevesanto SE esperaban tormentas eléctricas, algo inusual para esta geografía de desierto; sobresaturación en los cerros del líquido amniótico de la nube que nos parió. Esperábamos poder putear al cielo de ancha espalda brillantísima acostumbrado en este marzo-abril a los elogios de su azul implacable. Se esperaba entre hoy y mañana el derrumbe de lo precario, pero ya el cielo está despejado y la lluvia fue sólo un beso de despedida –cortés– del invierno extranjero.

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Carta al estómago QUERIDO y fiel estómago: te quiero. Durante años fingí ser nada de ti: el dulce maltrato. Pero ahora eres ternura y complicidad. Has vivido a prueba de deudas, de abandonos excéntricos, de la felicidad más incierta y el ansia más descabellada; has sido fiel contraseña diciendo no no, o esto sí. Si fueras mi sobrino, te daría vuelo sosteniéndote por los brazos y nos carcajearíamos. Tú conoces mis geografías de Sagres y Moza y mis contrageografías de hamburguesa y desayuno continental. Tú has vivido para mí y en mí y conmigo. A tu lado el corazón es poca cosa, últimamente sólo trabaja los días festivos (después me cobrará la factura) un fin de semana sí, dos no.

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Costumbre de los lazos YO también anudo ferozmente como mi madre las bolsas de la compra o de la ropa sucia (que contrario a la sabiduría popular, se ha dejado de lavar en casa). Pero mis deseos sin motricidad fina (jamás fui al kindergarten) a través de mis dedos no exigen desanudar (tan hábilmente como ella lo hace) el nudo, los nudos para el después y en cambio rompo dientes/cuchillo/tijera cuando me urge el interior de algo (y cómo destruyo, a veces, cuando me urge el interior de algo). Mi madre hábil para anudar/desanudar, he notado cómo le desconcierta mi brutalidad mis manías tijera/dientes/cuchillo porque no sé necesitar conservar para el reuso. Así también cuando mi madre anudó el corazón de sus hijas yo cuchillo/tijera/dientes.

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II

Ella pensará que mi genoma deletrea sin matices la palabra traición. Inti García Santamaría



Sonrisa en la gran plancha de disección y mi paraguas verde (flash back) ESTÁBAMOS en la capital de las injurias (era un DF lluvioso), y mirábamos hacia el gran zócalo refugiados casi desde un atrio (pero no); sostenía tu sonrisa en mí, la hurgaba con dedos inexpertos, la trazaba con un pensamiento de deseo intermitente –como una línea que guía el corte– hasta que gran el bisturí del presente cayó entre tú y yo desde el cielo. Por suerte para mí aquella tarde llevaba mi paraguas verde de tela con vocales y consonantes estampadas. Y aún lo tengo.

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Señorita No (se da cuenta) DURANTE mucho tiempo no creí que le llevaba en mi corazón, pero ahora me he dado cuenta no que le he llevado en el intestino grueso que es donde según internistas, gastroenterólogos terapeutas y amigos habitan las emociones que impulsan las tendencias o el ansia de ser no. El otro recurso interior sería no eso de ponerle en lo más alto más no no tampoco, porque la cabeza, como bien saben no, en esos casos suele perderse y no.

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Estreno la ira (después de meses) CUANDO me encuentro una foto de las suyas como separador en alguno de mis libros portugueses (que de seguro ni terminó de leer). Si busco por onceava vez mi delgado librito de fenollosa que al parecer se coló entre otro perdido libro de pintura mío y que compré mucho después del fin. Cuando me pregunto a estas alturas quién, si dijo que no, que nunca, quién estará usando mi moledor de ajos. Quién.

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El Mexicano_091029 (5a) N.18033 LA nota del periódico que apenas roza con los dientes la breve antigüedad del mordisco que duró de 20 o 30 meses delata que aquella mañana de domingo había vientos de Santa Ana y duraron dos o tres días. No recuerdo nada quemante cuando te dije estoy afuera cuando salté la barda cuando apagué el segundo cigarrillo frente a su asmático y trivial orgullo. En esta ciudad el otoño –como la memoria y uds.– también salió traidor.

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Nuestras miradas algunas YA no se dan cita en los vértices de ninguna ciudad ninguna banca ningún sitio ni siquiera en la esquina de nuestra habitación; cómete tus teclas, pequeño niño, mira que en el mundo no hay más metafísica que la del teclado por la vida.

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Poema/ el azote again AHORA esto sí es un jardín salvaje como decías, cabezón, y no silvestre, como te aclaraba yo. Ahora sí la hierba amanecida fresca ha invadido cada vez más alta y no me deja ver el piso más allá de mi nariz. Pero en mi lengua también habita fresca (mucha) mala hierba. Ahora sí que la vegetación se niega a dar sus frutos (por ejemplo ha muerto el tomate, adiós) asesinada por el presente vegetal subjetivo que se salió de control: por aquí y allá amarillean los afectos, como el té limón; y feroces avanzan las intrigas que no se duplicaban desde que fueron plantadas para qué y por quién. Ahora sí que florecen los errores de hace diez, veinte meses como la joven (y espinosa) zarzamora. para guillermo yrizar

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Viejo video HACE demasiados meses que no escuchaba tu voz hasta hoy en este video de hace años en el que denisse juega con un guante negro de tela con el que da vida a un muñeco mudo pero que estornuda por el frío y la nieve de parís en los días previos al fin de año. Después ella se aburre y alguien cambia la toma, mientras mi voz aguda entra al quite sin prever que tú aparecerás. Todo se mueve. La voz da paso al movimiento, la nieve al deshielo, el deseo a esto. Al fondo aparece un dúo de escaleras eléctricas con compradores de última hora midiendo cuánto tardará en llegar al porvenir que es piso siguiente. De pronto tu voz afirma que tenemos tiempo o capacidad de sobra para seguir grabando. Me sorprende mi sonrisa de hace años y que al voltear miro fijamente a la cámara, aunque luego pondré en guardia a la mirada –todavía sin la disciplina de tus traiciones–.

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Mientras denisse tararea un motivo navideño, desentendida del muñeco que ha vuelto a tener la forma de su mano, regreso a quienes suben por la escalera y van casi llegando el futuro cuando todo se corta en mi voz diciendo “No”.

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Inexpertitud ME sé malvada. A primera hora la lluvia besó el jardín y revisé la albahaca y el tomillo. Mordidos. Mordidos. Mordidos. (Aunque ahora sé que no siempre un mordisco denuncia pues hay quien amputa bien los restos). Me detuve a mirarlos bordear las escaleras, en grupitos los más jóvenes, solitarios y expandidos los más viejos. Recordé cuando tú los disparabas hacia otro jardín y yo me compadecía; que tenía que estar atenta, me explicabas, y no bajar nunca la guardia (nunca) contra quien violenta o escombra lo que es mío. Naturalista de la destrucción. Debí tomar nota en aquel jardín cuando no titubearon tus arrojos, cuando tus lejos querían decir extinción. Debí tomar nota cuando tu mano amada se acostumbró a ejecutar pequeñas masacres, porque hoy asesiné unos cuantos caracoles con maldad pero sin saña. No sé si me explico. 31


Metafรกbrica de las traiciones e l tiempo que (casi) todo locura

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TODOS los epígrafes sobre deslealtades deberían dirigirse a terceras personas para que el engaño no se agazape nunca en la segunda persona de la voz. Congelad a esos epígrafes que dialogan con los asesinos de la voz. Y ley glacial para aquellos que te miran fijamente sonriendo desde fotografías en puentes, callejones, bahías, en recámaras remotas donde resonó constante el tecleo en ráfagas de la traición.

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Índice 7 9 10 11 12 13 14 15 17 18 19

I Anatomía de una letra Redundancia (proteccionismo civil) Elogio del poemario Inortográfico (Una pasa de papá pound al abuelo withman) pablomolinetense Crónica desde la ciudad sitiada Juevesanto Carta al estómago Costumbre de los lazos

21 23 24 25 26 27 28 29 31 32 33

II Sonrisa en la gran plancha de disección Señorita No (se da cuenta) Estreno la ira El Mexicano_091029 (5a) N. 18033 Nuestras miradas algunas Poema/ el azote again Viejo video Inexpertitud Metafábrica de las traiciones Todos los epígrafes...


para mis hermanas & amigas, que están conmigo aunque tenga un mal presente (de día, de mes o de año)

y no te regalé ninguna pipa para no fumar contigo ninguna paz de Teresa Avedoy se terminó de imprimir el mes de octubre, en el otoño sutil de 2011 en Tijuana, Baja California, México. Tiraje 120 ejemplares.


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