FRANCISCO RUIZ UDIEL
MEMORIAS DEL AGUA
ICARAGUENSE
cultura
A Tania María, irio que nace en mi.
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,
:
LA PALABRA QUE
SE DEJA
IR
Sergio Ramírez
Francisco Ruiz Udiel está situada en un punto tenue de difusos resplandores, entre el sueño y la vigilia. Es el momento en que la conciencia se prepara para el despertar, o bien regresa al sueño, y entonces las palabras adquieren esa sustancia que es a la vez moldeable, con la cera de las abejas doradas que zumban en el sueño mismo, ya la vez fugaz. Y es esta fugacidad su cualidad más permanente, las palabras que huyen y van dejando su rastro, y que el poeta busca apresar. Son las palabras que han hecho ese largo viaje desde las cavernas siempre misteriosas del cerebro-dormido a la mano que despierta para atraparlas, o para atrapar las sombras que suelen vestir su bulto bello. No hay prefiguraciones en esta poesía, no hay carta de marear que fije de antemano las rutas. La mano obedece a la cabeza que no acaba de despertar y disfruta de la calidez imprecisa de la penumbra, recogiendo fragmentos de la belleza hecha trizas, porque la poesía es también eso: recomponer lo entrevisto, rehacer la figura imaginada y vuelta a perder en la imaginación, memoria y olvido hermanos siameses. Es entonces cuando sabemos que desde ese universo vasto La poesía de
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íntimo que nunca se da abasto, nos llegan ecos múltiples de sensaciones que sólo la mano del poetá recupera hundiéndola en su propia cabeza, ansias y desvelos, amores que nacen y que se pierden, caminos por recorrer que se sueñan como recorridos, viajes que apenas empiezan por otros caminos que parecen ya tan viejos, paraisos per didos por los que se entra a través de la boca del infierno dejada atrás toda espþeranza. También los mares tenebrosos que se necesitan recorrer en espiral antes de alcanzar Itaca en el barco de ébano tienen siete círculos, y mientras tanto dura el viaje, el vino se espesa en las vasijas y será suficiente para darnos la embriaguez por todos los días que nos quedan. Dionisos es el copero de Ulises y las vides de ese vino sólo crecen en el misterioso jardín de las Hespérides. Pero el poeta es a la vez Ulises y Dionis0s, el viaje y la embriaguez que juntos son la
e
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poesía.
La poesía, nos dice Francisco en sus líneas y entrelíneas, es siem pre un viaje en la penumbra de las palabras. Se lo recordaba Ruben
Dario a Valle
Inclán en la erónica onírica que escribió sobre el viaje
fantasmal de ambos a Santiago de Compostela, una peregrinación al más allá de los sueños hijos de la vigilia. El viaje a Îtaca, el viaje a Ci-
viaje a Compostela.. Y el viaje de dos poetas en un tren que cada vez se vuelve más oscuro mientras el ruido del mundo se apaga; el viaje que se hace caminando debajo de una escalera para llegar a
teres, el
una ventana
que da a una puerta que da a un abismo, todo porque una
vez que naces, te pierdes; y el viaje, por fin, al último do fuerzas de la desesperación de la desesperanza,
infierno, sacanque se inicia de y madrugada en la plaza de una ciudad muda junto al mar que resuella en la distancia; un viaje ciego, este último bajo el fulgor de las estrellas perdidas en el cielo más distante que pueda imaginarse. El único sentido que tienen las palabras es dejarlas ir para buscar luego cómo atraparlas en el largo viaje sin consuelo que es la poesia; y por el camino sin nombre, Francisco va dejando sus huellas sobre la arena.
A/1DD
SIGNOS
DEL AGUA :.
EL CORAZÓN DE LOS No navegué en la isla ni vi caballos erguirse sobre la arena
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como sucedió días después. Sólo vi tu sombra sobre aquella barca con olor a muelle. La tarde cubrió de púrpura el corazón de los remos.
Dicen que es preferible no alzar la mirada cuando los hombres parten, pero los pescadores aquel día vieron cómo la música cubrió de óleo tus hombros.
REMOS
Desde entonces
- durante lalluvia
se
escuchan ecos de tu nombre las bocas de las ranas.
entre
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No esperan que vuelvas; sin embargo, los pescadores
más pobres que nunca
hunden sus redes en el agua.
:
TuVE ENVIDIA DE
AQUEL
que hundió su frente en tu pecho, padre.
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Imaginé que también eras aquel niño tratando de inventar un corazón.
Te observé entre la niebla que te convertía en ángel maquillado por nubes. Yo también huí de la ciudad, no lo sabías. Huí por temor a mí mismo, por temor a que la ciudad desapareciera conmigo en su rabia.
Al partir, mis amigos me vieron indeciso,
me susurraron palabras que inflaban mi odi0, pero yo me había decidido a herir el interior de
las flores.
NIÑO
ahora algunos me piden un puñado de luz; otros, una ventana abierta para los amantes. Les aclaro que no soy pesimista, simplemente dejé de creer en todo. Sé que
Mientras digo esto, imagino que no es útil reparar en males cuando estamos a punto de cometerlos. Pero te juro no sabía, no tenía idea de que las flores de lata derretían el acero de los hombres para devolverlos a la tierra como seres indefensos.
Asumo que nada puedo hacer, excepto escribirte esta pequeña nota y decirte que yo también hubiera deseado
apaciguar mis dolores en tu pecho. Pero es tarde, en algún lugar habrás olvidado mi nombre.
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EL POETA Y LOS
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SIGNOS
Uno deja de reconocer al hombre en las palabras, aquellas palabras que un día se levantaron tras el peso de las piedras. Las palabras desprenden sigrnos
que el hombre cierne sobre la persistente luz, sobre la melodía que desiste en la hierba.
El olvido se filtra en cada signo, y ese balbuceo final -inaudible para todosSon palabras que el hombre devuelve al mundo; palabras que le fueron dadas al nacer, convertidas ya en puentes, cavernas, en hilos de arena y humo.
AA Algún día las palabras volverán aser hombres, otra vez puentes, huellas contra el temblor de la vida, túneles hacia la libertad.
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:
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DEIA LA PUERTA ABIERTA
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Deja la puerta abierta, que tus palabras entren como un arco tejido por cipreses, un poco más livianas que la ineludible vida. Lejos está el puerto donde los barcos de ébano
reposan con tristeza. Poco me importa llegar a ellos, pues largo es el abrazo con la noche y corta la esperanza con la tierra. Dondequiera que vaya el mar me arroja a cualquier parte, otro amanecer donde la imaginación ya no puede convertir el lodo en vasijas para almacenar recuerdos.
Me canso de despertar, la luz me hiere cuando ver no quiero.
El viaje a Itaca nada me ofrece. Si hubiera al menos
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un poco de vino
para embriagar los días que nos quedan, embriagar los días que nos quedan, que nos quedan.
.i'.
Dos POETAS EN UN TREN Soñé que viajábamos en un vagón de tren.
Mi amigo despierta sobresaltado
y musita un poema de Roque Dalton,
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entonces el vagón se vuelve más oscuro.
Mi amigo pregunta cuál es el rumbo,
hacia dónde vamos.
A esta hora la humanidad despierta en América, dice, y empieza a llorar como personaje de un cuento de barro El vagón se ilumina de vez en cuando. Del pecho de mi amigo emerge una flor que se abre y cierra cada vez que respira. Poco a poco va conciliando el sueño
yel ruido del mundo se apaga.
Algo nos dice que hemos llegado a nuestro destino. consuelo y naaa Despierto a mi amigo, lo lo muevo,
Su brazo permanece
rigido contra su pecho. Una cicatriz parecida a los rieles del tren se devela
en sus manos.
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ENCONTRÉ EL POEMA que anduve buscando;
como tu rostro que lava su imagen en un aguacero. En la lluvia va tu nombre arrastrando al mío y mi voz tropieza en un grito que lo engulle ciego. es
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Lo encontré en la muerte que está en los dos, en el agua que nos lleva a todas partes y en las piedras que nos surcan la herida. Luego me pregunto en qué lugar de esta corriente alcanzará fin nuestro efímero eco,
la corriente es uno mismo que se arroja ya sin vida, leve, en el corazón seco de la hojas. si
Pero el agua no responde y el poema se vuelve a perder, oscuro, como un sueño asediado por amargos peces.
UN HOMBRE EN LA CALLE CLAVEL
Un hombre se confiesa una mañana con su ventilador, sale a besar pequeñas piedras en su jardín y distribuye su pequeña herencia a los amigos. Nadie sabe quién es este hombre. En la calle Clavel nadie habrá de recordarlo. El mismo hombre grita a una mujer diciendo que está loca, la mujer aduce que él está loco. El cree que el pasado es la única prueba de que el tiempo está hecho, agotado, que nada vale. Entonces saca una moneda, la envuelve en un pañuelo y la tira al aire pensando: todo poema es siempre una despedida, algo que urge desechar para que otros lo tomen.
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En la calle Clavel, un hombre-el mismo hombrerecuerda cuando hundía una oreja en el mar y un canto de ballena se ahogaba en la superficie,
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mudo, como un plano de Ingmar sobre el horizonte.
En la calle Clavel un hombre muere de hambre, pero antes, escribe una lista de compras
y se lleva el trozo de papel a la boca.
para el supermercado
HABRIA QUE SEMBRAR GIRASOLES
Habría que sembrar girasoles a lo largo del camino, sembrarlos en la tierra, en la ciénaga, en el barro, plantarlos bajo el odio, como se planta el fuego. Habría que sembrar girasoles aunque la tarde prosiga con su rumor de polvo. La caverna está en el centro y, tras los días, los girasoles subvierten al desprecio, pero habría que sembrar girasoles, digo -no porinsistencia
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sembrar girasoles con afán de prolongar partidas, regarles la noche con ajenjo, cubrir de arena la sorda vida.
Habría que sembrar girasoles de pesadumbre, de tallos largos que sostengan la gravedad del hombre, sembrarlos a lo largo del camino, plantarlos en los techos de las casas, en todas partes, con su luminosa forma. Si hacemos esto, de aquí a veinte años
aprenderemos a dar abrazos a las piedras antes de arrojarlas al sol.
EL EBANISTA Llevó su rostro a la madera como si las tablas fueran mudas para el universo y sólo con él hablaran. Una mañana lo vi, casi por instinto, medir para crear una ventana de oroaquel espacio con su cinta. Ven los felinos el vacío cuando nosotros nada vemos y cuando la muerte en cada esquina habita.
Mi patria está allí donde llueve, dijo, mientras mojaba poco a poco aquellos agujeros negros que desde el madero su pesar veían. Cual hombre que se aleja cuando están a punto de llorar los perros, caminó por aquella sala el ebanista
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y allí-en el momento en que los héroes se arrodillan y clavan su dolor en el vino inmensobajó su rostro por vez última, y acariciando aquel madero como el lomo de un viejo animal que en abandono nos deja cerró de un golpe la mirada con su sierra.
HAY NOCHES como ésta en que me sacudo el rostro
para olvidar al amigo que antes de morir plantó una semilla en el fondo de una botella.
Aquel amigo creyó que al despertar, un pequeño barco arrullaría su hondo desconsuelo. Hay noches como ésta en que mi padre, tembloroso, me recuerda a aquel amigo y por alguna razón afuera el mundo calla. Hay noches como ésta en que sonrío a los árboles yno llego a ninguna parte. Noches en que los hombres pasan sin verme, tocarme, sin decirme nada,
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y me dan ganas de abrazarlos, recordarles quiénes son,
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pero temo que no me escuchen; entonces, aunque no tenga frío, me abrazo a mí mismo para no sentirme solo.
Hay noches dolorosas como ésta en que uno es la propia tristeza, tristezas en que uno es la propia noche, tristezas y noches en que nada es propio, ni siquiera uno; pero uno, torpemente, no lo sabe.
DE QUIÉN
ES ESTA MANO
que me lleva a un lugar oscuramente triste, esta voz que sin decirme se delata en insondable eco.
Tengo esta tiniebla que me guía, esta vara de almendro que en mis manos le crecen hojas. Yo camino atravesando el dulce aire que dejan los seres humanos. Cuando alguien pronuncia odio,
imagino abrazos. Yo veo el mundo desde el beso que brota cuando partimos,
la melodiosa luz que apenas llega a esculcarnos los ojos. desde
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Yo dibujo seres que no existen. Me dicen que un árbol existe para dar sombra. Una vez dibujé uno; cuando terminé, figura humanaera Advertí sombra aquello que va creciendo cuando luz los hombres toman. Quiero ser sombra, luz, árbol, dije. Nadie entendió, entonces volvimos a la ceguera de antes y levantamos el rostro como canes hambrientos.
De quién es esta mano
que me leva a un lugar oscuramente triste:
Alguien, sin decirme nada, del mundo me separa.
CASA DE ENGIBRE
-VERSON LBRE DE HANSEL Y GRETA-
Antes de emprender el viaje tomé el único trozo de pan sobrante de la cesta de mimbre, duro pan de olvido que arrojé en migajas para iluminar el sendero. Más allá, en la espesura, donde hay ramas que languidecen, niebla esparcida del bostezo en las bocas de los árboles, lancé algunos mendrugos cual luciérnagas desterradas hacia cualquier parte.
Y ya perdido, definitivamente perdido con mi corazón de leñador que transita en la humedad del bosque, decidí dormir un poco para soñar que el Diablo me ofrecía piedras, y así, convertirlas en algún bocado.
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Pero el sueño es tarde que apacigua al trigo, y cuando desþerté, la ausencia recorría, como el agua, aquel camino que un día conoció el pan.
Tras de mií no queda nada: sólo un aleteo de sombras y el ruido de pájaros insomnes que, hambrientos, van borrando mis huellas
ELEGIA DEL PAN
Busca el pan,
dolor es la herida de alguien que no fue, palabra suspendida, caverna oscura, puente imaginario, tristeza de quien, marca de insondable grieta, ha dejado de ser. su
Busca el pan,
escucha su voz
trémula que despierta en su antigua piel;
corazón que, temeroso, antes de estrellarse contra el polvo se empuñará en tu mano. escucha su
Hay una interminable suerte en eso llamado pan, en lo que aún vive, manzana dorada, rostro cargado de fantasmas como quien regresa de
un país lejano.
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Hay la blancura cambiante en ese alimento
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que alguna vez crece, muere, y que sin saberlo cruza el umbral, traspasa el tiempo: vivo horno de nunca acabar.
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BLACK
&
WHITE
No es poeta pero mira un aguacero con ventana. Sonríe,
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habla poco.
Despierta de la vida, del silencio, dijiste, como un
manojo de llaves.
Si ella supiera
adónde van nuestras vidas...
Pero el mar es hondo: debe haber
una puerta
que no sea tan estrecha,
para que
no duela tanto, para que no duela tanto.
DEBAJO DE UNA ESCALERA
Un día caminé debajo de una escalera hasta llegar a una ventana que se perdía en el fondo
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de una gran
puerta que se perdía en el fondo de un gran abismo que se perdía, que se perdía; y asi, parecía que todo estaba a punto de convertirse en una suerte cuesta arriba como un compás a punto de medir el espacio que habitamos, tropezamos, caminamos.
A nuestra vida, lo sé, la divide ese ángulo de lúgubre destino, quizá porque una vez que naces, te pierdes.
Los PÅAROS Sus pasos,
dulces gotas de lluvia sobre el tejado.
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SOLEDAD MARINA Hoy desperté
profundamente triste del sueño de un pez.
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ARS POÉTICA En una ciudad en cuyo centro carece de luz un a la poesía
faro,
le corresponde
imaginar el mar.
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ULTIMO NFIERNO What reinforcement we may gain from Hope, resolution from despair. what not If Paradise Lost. BookI. 190-192. John Milton
Cuántas ciudades inicuas he tolerado!
El Corán. $22, 48.
ILA
MADRUGADA)
Esta madrugada nos despertamos más temprano que nunca. Reunidos en La Plaza ubicada cerca del mar, intuimos que algo podrá curarnos de esta
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enfermedad, aún innombrable. Con vendas alrededor de nuestros cuerpos resolvimos protegernos de la indignación que nos provoca vernos unojrente
al otro. La humanidad leva arnos tratando de obtener la cura. Tenemos demasiado frío como para quedarnos desnudos en La Plaza. Son las cuatro de la madrugada y sabemos por qué nos han reunido.
Una vez más, alguien intentó pronunciar palabras; los vendajes encarnados de miedo cayeron a mis pies.
Estrujaron con blancos ojos la amarga verdad después de esta noche: se reveló frente a mí el silencio y me hizo bajar el rostro para siempre. Con nuestros labios asomados queremos sentir el viento en nuestras lenguas, mas no podemos.
Me pregunto qué pasaría si a esta
hora
abriéramos el puñado de avispas que llevamos en la boca, un grito que prolongara el silencio
dormido desde años.
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Si pudiéramos aferrarnos a una sola palabra
que no sufriera de intentos, que no sufriera de intentos,
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nuestras sombras quedarían desnudas por asombro. Si tan sólo abriera el cuenco de mi cuello
seguro vendría alguien a enterrar su frente en mi,
entonces mis brazos caerían como trémula cruz sobre su espalda.
El día está naciendo. Mañana no habrá luz que provenga de algún cielo.
I
(EL cONJURO)
de la ciudad. Pensé que lo mejor era recurrir a otros métoios para sanarme. Con el deseo de aminorar mi sufrimiento, busqué enton-
Decidi alejarme
anciano de la población para que me ayudara. El anciano sacó ie entre las cosas que cargaba el siguiente conjuro.
cEs
al más
Lo que nos detiene en este mundo es una bandada de pájaros que nunca vuela.
No leas más.
Aquí empieza el conjuro: regresa a casa,
enciérrate en tu cuarto por treinta días bajo el ímpetu de soportarlo todo,
arcilla las paredes, también tu cuerpo ypor favor, no abras la puerta: tu familia podría morir de espanto. cubre de
En esos días
ni la poesía será capaz de herirle la mano al viento, de torturarle a golpes: no la invoques.
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Durante ese tiempo enjuágate únicamente los ojos, preferiblemente con agua y sal, para que la almidonada luz no te ciegue. No se te ocurra bajo ningún pretexto abrir los ojos, creerán que te has vuelto loco. No importa, la locura-baladí mortal- devána a los másfinosespiritus Una vez que pasen los treinta días
regresa a este mismo punto, vuelve a leer sólo las dos primeras líneas: lo que nos detiene en este mundo es
una bandada de pájaros que nunca vuela,
que nunca vuela. Detente ahí, nota cómo los rostros que un dia soñaste han desaparecido O Se aniquilaron cuando una mañana, sinqu dejaste de soñarlos.
Convencido entonces de que la vida sufrirá de intentos, grítale al primer transeúnte que pase, agárralo del cuello, desvéndalo,
insúltalo hasta no aguantar más, hasta que, débil, tus piernas no puedan sostenerte; luego maldice a todos los que te observan, maldice estas palabras, maldice también al autor que algún día escribió esto.
Mírate y repite esta frase treinta veces: Dónde está la bandada de pájaros que nunca vuela, que nunca vuela?
51
Il
(AL OTRO LADO DE LA ARENA
Tras no encontrar la bandada de pájaros que nunca vuela, pensé que estaba solo y efectivamente resolví estar solo. Luego seguí caminando hasta legar al mar.
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Al pisar la arena esto fue lo que viví: En la arena mojada se detuvo el cielo con un rostro disgregado en diminutos granos: era la espalda de Dios cayendo sobre nosotros.
Entré en la arena a buscar el árbol que nutre con abejas al viento, aquel árbol del que hablaron los que algún día existieron. Con ojos cerrados entré. Cuando los abrí, pensé:
El aire es profundo al otro lado de mis párpados.
Luego con mis manos atrapé gaviotas, me llené de plumas el cuerpo,
durante horas: se me hizo imposible volar. las retuve
Cuando llegó el momento de liberarlas el frondoso árbol ya estaba seco. Entonces retrocedí con miedo. El zumbido de abejas había golpeado sobre la cúpula, el viento soplaba
tan fuerte
que era necesario sostener mis vendajes
y regresar, con la libertad a medias pero regresar. Nadie se atreva a penetrar la arena Creyendo que puede encontrar el verdadero cielo.
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V
(EsCRITURA SOBRE LA
ROCA)
Labúsqueda era insondable, agotadora en ocasiones. Al salir de la arena,vi una alargada roca conforma de brazo. Era como si algo hubiera abandona do a aquella roca. Impresos sobre todo el brazo estaban escritos unos versos
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Me acerqué para averiguar si podia leer algo.
mi mirada es un eslabón perdido entre tus ojos. Me buscas y apenas deduces el inexorable olvido que te dice: Detente ahí. Una palabra donde regresas, huyes... te pierdes.
Sé que
Sólo la nostalgia tiene esa libertad de aniquilarse
misma en la memoria; toda memoria se aniquila a sí a sí
misma en la nostalgia.
Pero tengo el derecho a
no tener
memoria,
puesto que a las tres de
la madrugada nada es digno
yla historia no me es nada útil a esta hora. Yo, el misnmo iluso que creyó
encontrar picaduras en mis brazos yque cuando despertara tendría entre mis manos un no volveré a tocarte bajo esta
ramo de lirios,
libertad convertida en piedra.
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V (EL REENCUENTRO) No en vano me detuve a leer aquellos versos. Me pregunté si en realidad la roca tuvo vida propia. Mientras pensaba esto, observé que caminaba hacia
mi una mujer con un perroa su lado. Cuando ella se
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acercó nosreconoci
mos, agotados, sorprendidos como un puño de arena sobre nuestras
Intentamos hablar, mas no pudimos. Entonces-como lega- bajamos la mirada.
Escondemos en el suelo la caída leve del hastío,
cuando torpemente con sus alas sobre nuestros hombros el silencio cae,
rota divinidad que atraviesa con su blanco mutismo, una herida en la mejilla de tierra doliente.
esa
manos.
voz que nunca
Pero siempre llega el ruido de las hojas: la sutil lluvia que nos vuelve estatuas, el tiempo ebrio de sí mismo que dulcemente sobre nuestros cuerpos se
dobla como rama.
.
,
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VM
(EL DESASOSIEGO)
la mujer para que me siguiera. El perro puso su mirada en mí. Podría intuir que tenía mucha hambre. Fue Después de aquel silencio, hice señas a
dl
primero en seguirme.
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Tras de mí mendiga la rabia un perro, me pide en silencio
llene de espuma sus labios, me pide arroje un trozo de carne a sus colmillos fríos.
De qué te sirve ese vacío
hueco que nunca cierra?, me ladra.
Entonces, sin respuestas
y sin defensa alguna, me abro el pecho para que entierre su
hambre en mí.
.
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VIl (LA SOLEDAD) Luego vino ella interrogando con sus gestos, con su miedo que también fu
vislumbrar la nostalgia anunciada, la pérdáida que algún dia explotará en La Plaza que dejamos atrás. Pero atrás noE contraremos nada. Atrás sólo dejamos esa enfermedad que nos divide, qu nos va domesticando casi afuerza mal lograda, que nos va alejando.
mio. Claramente podiamos
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No me preguntes si la soledad se
detendrá bajo la lluvia
con un paraguas en la mano.
No me preguntes si volveremos a ver la infértil sombra de la gente, volveremos estadisticos de muertos: simples aniquiladores de cifras. si nos
No me preguntes si temo a los vagones sin luz alguna tarde la ciudad llena de escombros o si
derrumbará sobre nosotros. No me preguntes se
si
iremos sentados
junto a la ventanilla jugando a una moneda que espía
allá, no sé dónde. más
VII
(LA PÉRDIDA)
la brecha. Nos habiamos advertido del tiempo, pero no dejamos vivir; nosfuimos nutriendo de inefables vidas. Supimos que UEs
Ambos conocíamos
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tra historia acabaría en algún momento. Seguimos caminando hasta le gar a una pequeña ciudad desolada. Es probable que no habitara nadie en aquel lugar. En las puertas de la ciudad nos tropezamos con una pequeia caja de música; creimos que íbamos a encontrar una pequeña bailarina de
ballet esperando que le diéramos cuerda. Pero no fue asi.
Podría cerrar la historia con mi mano y dar vueltas en un circulo hasta cansarme, así sabré tallar el odio contra el roble que se impone. Pero la historia humana se resume anacrónica en una caja, que cuando se abre,
aparece una muñeca de aserrín con botones grises en vez de ojos,
un pequeño calcetín con manchas amarillas, una diadema rota, un insecto disecado, una hoja seca de algún árbol que ya no existe. La luz habrá tocado dulcemente a estos fósiles.
Siempre supe
prueba de la existencia humana es la inexorable pérdida que sucede a diario, por eso envidio cada sombra que nos toca. que la única
Asi, cuando despierto resuelvo que si me dieran a elegir entre un abrazo o una mirada, elegiría borrar mi memoria.
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X
(RETORNO AL NSTANTE)
a una casa con uninmenso jardin, la hierh nos dirigió hacia el umbral de la casa. En el interior de ésta se podia eu
Al entrar a la ciudad
Ulegamos
char una melodia que mecia dos cipreses unidos en forma de arco y que
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adornaban la entrada. Nos acercamos, no importó quién tocaba. me detuve en
la entrada, los cipreses dejaron de
mnoverse.
embargo, continuó.
Un instante donde la miseria humana no emerge en forma de estatua. Lugar que nadie ve por exceso de tedio, sólo una vez cuando se está vivo y se llega apenas a tocar la tibia piel de los secretos del tiempo. -Un privilegio que la soledad penetra más allá del olor y la carne-.
La
Cuando
música, sn
Si pudiéramos
quedarnos en esa luz fugaz que nadie habita... Pero los hombres retornan a su triste condición de hombres y de alli, nunca regresan.
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REGRESO A LA PLAZA) Algo habia ocurrido en aquel instante. Cuando volví la mirada, observé que
la mujer que me acompañaba, había cerrado sus ojos. Su cuerpo sefue devaneciendo sobre la hierba. Era inevitable no escuchar el sonido de la misi-
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hacía cada vez más suave. No sé por qué, perojuro que algo desconod do para mí estaba a punto de desprenderse. Intenté mover mis pies, perofu ca, se
Mientras trataba de reaccionar, la mujer permanecia dormida. Quise despertarla, pero tuve miedo de volverme espuma. Más tarde resolveríamos que lo más indicado era volver a La Plaza. Muchos han descrito La Plaza, pero yo prefiero no describir nada, sino volver a ella para esperar qu en vano.
el sol vea nuestras obras.
No sé a quién invocar para que llegue el sueño. Sin pro ponerme encontrar algo inverosímil he descubierto esta madrugada quelas bancas de acero tienen en su respaldar un pequeño cementerio tallado. Siendo honesto conm go mismo, admito cierta verdad ocurrida cuando camine
hacia La Plaza. Había olvidado el silencio en las calles y las inertes luces reflejándose en las avenidas. Nunca observo hacia abajo, no me gusta el cielo que se postra bajo mis pies: me parece excesivamente talso. Acostumbrado a esta indiferencia de mi parte, he tropezado sin querer con un orificio, y dentro del orificio una fina y pulcra luz se ha instalado como cetro. Ahí me detuve, agotado, no por la noche sino por la vigilia del olvido que cada día a
la mañana se va imponiendo como un obelisco de barro. Lo vemos, pero también sabemos: algún dia se derribará como nosotros. Es cierto que caminara esta hora sólo para ver si el sol puede curarnos implica -y es probable- una cierta ausencia de cordura, pero Si me hacinara a una cama de por vida, seguramente no podría nadie levantarme o decirme en qué lugar del inhnito mundo puedo encontrar aunque sea un nombre las cinco de
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para aminorar los dolores. Considero-yen esto meda rán la razón-que lo más dificil de esta horaes soportar el frío y la lluvia que nunca cesa, la interminable luvia. Si al menos cayera de golpe sobre las ciudadelas, pero no. Parece que Dios siempre estará de luto y su frialdad seguirá cayendo sobre los techos lúgubres. He adquirido con el tiempo el instinto de saber hacia dónde dirigirme, pero sin conocer qué ocurrirá luego. No me canso de decir que si un hombre es invadido por la euforia o la histeria, la única forma de combatirla es yendo a un lugar de peligro extremo. No significa que prefiera el peligro, pero considero que el ofendido tenía razón: algo habré ingerido en mal estado.
XI (CAMINAR SOBRE LA HIERBA)
Alregresar a no
La Plaza, el dia habia terminado. Con el tiempo supimos que
valia la pena seguir esperando. Que
nOsotros. Cosas
Esa noche supe que el tiempo
no hay
uno del
la cura es
no estaba en el dia sino en
vano. Que en el exterior
de las
nada que nos salve, excepto pequeños instantes que percibimos
otro.
Solíamos caminar sobre la hierba buscando algún pecho que no estuviera expuesto a la soledad, a los golpes, a la umbrosa oquedad que sólo existe para representarnos como diminutos dioses enervados.
Junto a la ciudad esculpida por la duda, supimos que nadie es indemne cuando el tiempo erige una estatua en su contra.
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70
Con los días, fuimos postergando una pregunta, escribiéndola en la piel de aquella eternidad exhausta que hiende con sus púas sobre el ardid. Nunca supimos si la forma en que se nutren los sueños acabaría con nosotros o terminarían despojándonos de su propia ceniza.
Con el tiempo, supimos que los trozos de oro caerían desde los árboles para cubrir el suelo. Déjame una montaña que no señale el abismo, dijiste, pero el árbol seguía con los hombros caídos mascullando un lenguaje de lluvia, algo precipitándose en una esfinge de cera.
La prueba
infalible se desvanecía
sobre los techos
rojos,
empezaba a mostrar su herida sobre aquel dolor que en transición el cielo
agotaba sus
últimas gotas.
Minuciosamente el diámetro de los pinos, la estructura olvidada de los arcos, yla tortuosa miseria de las lucès inventan un motivo para postergar el sinuoso cansancio. Nadie lo sabe, pero llegó el momento de decirlo: nosotros vimos a un hombre agonizar por una mujer que no merecía un peldaño.
seguía subiendo, sorprendiéndose de aquellos Sin embargo, él Craneos
pulverizados en el fuego.
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Cómo demonios voy a salir de este
infierno?, decía,
y nosotros también gritábamos lo mismo,
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pero cargábamos otros nombres en la penumbra.
No, señores, es demasiado. No nos basta un mendrugo de pan. No es posible conjeturar virtudes que no existen. Seguiremos caminando, solos, porque preferimos ser el pecho expuesto que seguir como sonámbulos con los brazos extendidos, esperando que el frío metal de una moneda caiga como hostia de acero
sobre nuestraS manos.
DESPERTAR DEL AGUA
LA ESTATUA Y LA ARENA Cansado de caminar por el desierto, un niño preguntóa su padre de dónde sale la arena:
-De las estatuas-respondió su padre.
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-De las estatuas? Cómo?
-Cuando éstas mueren se vuelven arena. Luego elvien to carga con su peso. iQuiero ser estatua! ;Quiero ser estatua! Y por qué mejor no ser viento?-preguntó el padre. -Porque no habría quién cargara con mi peso. Entonces, el padre hundió las manos en el desierto y em" pezò a escarbar y a escarbar hasta encontrar un nu en la arena: al otro lado aguardaba el viento.
ESCRITURA SOBRE EL AGUA
Escribo el nombre
sobre el agua yel agua se llena de colores. de los peces
Escribo signos sobre el agua
yel agua se torna púrpura cual melodia que se expande para que los peces vuelvan a soñar. Escribo tu nombre, intento escribir tu nombre pero el agua revuelve mis dedos en un vértigo de peces que se ahogan.
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LAS PIEDRAS
Y si encuentro mi voz en las piedras, y si descubro que todo este tiempo elanimal construyósu acertijo
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dentro del mismo hueco. Si encuentro mi voz, me pregunto, será en las piedras que reconozca mi propia ruina. Si encuentro mi voz en las piedras sé lo que espero; lo bueno es que sé lo que espero. Te pediré me arrojes junto al río, no habrá más hierba que cubra la caída. Si encuentro mi voz, si de verdad encuentro
levántame y observa:
mi voz,
en tus manos me tornarė agua.
ARBOL DE
ESPINAS
Un árbol cubrió de espinas la arena. Los pescadores pasaron afigidos junto al árbol. Uno de ellos, el más humilde, cubrió con sus huellas la arena.
El otro limpió de espinas al árbol,
yel último aún se pregunta por qué razón lloraba aquel árbol.
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TRAS LAS VENTANAS
La tarde anuncia que la humanidad se dirige hacia otro rumbo.
A una hora emprendo
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el ejercicio de olvidar
el nombre de las cosas.
Tras las ventanas ciegas y sin nada que me guíe, practico: Cómo se llama eso que al despertar fHorece en mi costado? Cómo, el árbol cuyo purpúreo corazón señala la tierra? Después de tantos fracasos y olvidos logro comprender el artificio: el hombre sigue siendo el mismo.
CIEGAS
LAS HORMIGAS
hormigas construyen su casa en una esquina de mi cuarto, mastican a escondidas la noche Las
y ésta se desmorona en pequeñas
particulas de arena.
La noche está cansada
y el agujero que el hormiguero hace en mis ojos,
pozo en mi cuarto. Hay temporadas en que no salen -ni siquiera se asoman y algo me dice que empiezo a extrañar sus rituales de hojas, sus filas largas y oscuras,
cava un
Su
antiguo pesar de exilio.
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A veces acerco un ojo
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al orificio de su casa y no veo nada. De dónde parten, me pregunto, qué muerte inyectó en ellos su aguijón de rosas.
El hormiguero duerme apaciguado en su multitud de lodo. Su mejilla es la tierra donde las espigas crecen.
El hormiguero no hace ruido. Su ciudad es un cementerio de arena.
PERTENENCIAS DEL HOMBRE
No temas si
al acercarte el miedo vuelve a tu sombra
la sombra tus actos te Canta al signo, hermano, o en
develan.
sobre las piedras, pues recuerda que sólo cargo poemas en mis manos.
y arroja tu angustia
venimos la palabra es enigma, tarde que brilla sobre melodía en la hierba.
De donde
Nola altura-si acaso ves altura resuelve
amenazante el vuelo.
Aprendamos
mejor a escuchar el rumor de la lluvia, la voz que surge cálida en la hoguera.
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ENTRE UNA MONTANA Y OTRA me queda únicamente la niebla con su sabor a lluvia: la mano en la raíz cortada.
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Me queda el mar revuelto en dunas que no es el mismo mar sino otro que en horizonte me piensa. La orilla me queda, y el letargo de un ritual de arena cuya historia es incapaz de sostener su ruina:
la palabra envuelta en la tempestad del ruido, el puño sembrado bajo tierra.
Me queda un muro sellado: la oscuridad en la cueva, la hoja que regresa al árbol yel agua que derrama su grito hasta tornarse piedra.
UNA TARDE LA LLUVIA angustia sobre las piedras: la eternidad prolongó mi sed.
vació su
Fui creciendo poco a poco hasta ver en el interior
mi perfil grabado
de Zamzam:
la tarde grité hacia la nada yla nada me regresó su voz de barro.
al caer
Yo planté la voz a la
orilla del pozo,
y cuando alguien preguntó
por los días,
viré el rostro: sobre la arena se dibujó un nombre que repetía otros nombres.
apresurado
En uno de esos nonmbres reconocí el mío. La sed volvió bajo un río, la tarde ya no era tarde y bajo el umbral cerré mis ojos
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para invocar el sagrado gesto de los muros, la batalla perdida en el Illiún, mas una voz al fondo dijo: Aguardemos que llegue el acontecimiento
de la muerte!
Tras decir esto me arrojéalpozo:
amarilloy negro en el abismo que es la hierba,
hierba interminable de puño cerrado, hierba oscura salada, hierba sin destino, sin nada más que sombra ahogada en silencio.
Y volví a tener sed, sed de espacio
quedando enterrado para siempre en esta eternidad que me prohíbe volver al mar y a la arena. Sólo hay una forma de cubrir la hierba:
jarrojad piedras al pozo hasta llenar mi pecho!
EN OUË LUGAR bordará su vestido la muchacha que soñaba con jarrones verdes, su
amargura deshecha en la escritura.
Dónde yjunto a qué árbol amarra su sombra; ay, animal de cada uno en la sangre del otro, gota de soledad, hoja cetrina que guardaba como escapulario
en sus cabellos,
la historia,
los desamores náufragos en sus ojos.
Cuál era su nombre asido a la hierba, qué sustancia
disuelta creció en la tempestad del arco.
Cómo se hacía llamar la muchacha que caminó
junto a mí con el semblante absorto, callando, ahora sé, la lluvia tras sus párpados.
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Cómo se hacía llamar la que se olvidó de sí, la huella desprendida, cigarra enmudecida.
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Yo, que aprendí a guardar sus dolores, no pude despertarla de su tiniebla, por temor, por no saber que era mi nombre lo que buscaba.
Yllegué a escuchar la huida del ciervo, el vaso roto yla llama que va quemando el paso de las flores secas. De ella sólo me queda la cicatriz del agua, la columna de cera y un olor que adormece junto a las limonarias.
DESPERTAR. DEL AGUA El agua ha sido cortada del río de este mundo. Yalal ad-Din Rumí Como diáfanas cometas guiadas por el hilo de un ovillo, que al soltarlo, deshace nuestra imagen; así quedarán las aves suspendidas en el aire
la plaza y tus cabellos dibujen arabescos en mis labios. cuando cruces
Después de nuestro encuentro, el rumor de la catedral revelará los secretos que guardamos.
Otros llegarán al lugar, preguntarán por nosotros. Allá dejaron escritos sus nombres, dirán luego, señalando un obelisco.
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Los mercaderes de espejos contarán la historia: Nosotros los vimos, ella iba de negro, llevaba un rostro de lirios; él fabricaba migajas de pan entre sus dedos.
En este sitio de la plaza se eleva un hilo púrpura, un pez ígneo lo entrelaza: hidra de la penumbra, dónde se unirán los abrazos que hicieron falta? En este mismo lugar, donde los faros esparcen su neblina y donde las palabras rozan la aflicción del agua, en este mismo lugar,
volverá a repetirse nuestro amor.
AL AGUA EN SÍ su
sustancia, no es a quien tememos.
Su transparencia, acaso,
el otro lado,
lo que transfigura, avisa, revela que solos
no estamos.
Bajo la atadura está el otro.
De qué sombra nuestra o
dolor ajeno viene.
Habría que decirle,
implorarle, tirarlo por las fuerzas, gue se vaya,
removerlo de su cómodo asidero, y que sea nuestra mano un badil para limpiar sus cenizas álgidas.
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Escurridizo es cuando apresarlo queremos, su imagen busca el apabullante extremo,
la trampa, jah!, la trampa.
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Si nos dejáramos acercar un poco, si nos dejáramos ver el rostro, no esperar,
al fondo ir, atrevernos a seguir sin amago de límites, con la vida puesta en la poesía, en el agua, en su transparencia.
EL JASPEY YO Volveremos a la unidad de nuestra naturaleza primitiva.
Aristófanes Lanzaba su destello el jaspe, filgido, llegaba desde el légamo el golpe de las piedras:
contra otras, sin acorde, sin el dedo en la herida del agua que humedecía la horma prolongada de aquel pozo. unas
Con qué bajar, noria, carrusel blanco del azar?
Giré la pesada rueda para subir el melado bulto con su musgo.
Arriba sólo acudía el ruido, nada parecido
al hilo, su embriaguez,
la sierpe erguida, anémona que se niega
y duda si es de mar o es de tierra.
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Tras no ver siquiera, y sin saber qué había más allá del liquen, tomé una escalera y con mi lucerna bajé para ver el fango, su atributo.
Ahí estaba la piedra transparente. Me invitaba a encontrar el dilema que reside en el silencio: contemplamos su infinitud o penetramos en la hierba Así pasé noches enteras sin saber cuál era el diía, dónde terminaba su urdimbre. Hablaba para mí; me convencía del punto de llegada pero quién quedó en el de partida? Habrá desaparecido aquel punto en su origen?
Voluntad de mí, sin ser hundido en este pozo,
túnel de quien espera encontrar su ruta.
El punto ya no estaba, mi vida era ahora una línea continua, cual alfiler de lluvia horizontal, dardo de agua.
había descubierto su geometría. Para llegar a ésta comprendí, tarde, el puñado de polvo que se disgrega con su fuerza, la medida del péndulo y su naturaleza invariable. Pocas veces
El jaspe me decía todo sin decirme, ahí el sofisma, el ardid. El deseo impone la marea, pero la marea es un espejismo: nadie quiere apaciguar su tempestad.
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Vamos a poner la mano en la marea, vamos a tocarla, vamos a hablarle de su seda de mirada tricta ste.
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La marea nos ve, se deja abrazar, comprende: mi corazón es una daga para calmar a las fieras. Y calla. Silencio....
Dije silencio..
.
Ahi reside todo; en el silencio.
la geometría con lucerna en mano. Soy la marea, la agitación de la ola que me sube. Aquí viene tras de míla escalera. Soy lucerna, marea, escalera, ola. No soy más
La noria me espera
agigantada,
me sostiene...
Ay, carrusel de la infancia
donde jugué a
inventar figuras de lodo,
iqué figura dejó de ser para que fuera
yo voluta inmortal?
Eljaspe viene conmigo, Vuelvo a su
unidad primitiva, a la redoma donde guardará el acorde.
Vamos subiendo en este vagón
inmanente,
ala verdadera causa.
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Somos la sombra del acanto, su arquitectura de la llama que cruza el umbral, jaspe fundido en amatista, médano donde la anémona de mar embriagará a su flor.
Silencio.
Ya no hay dolor.
La melodia crepita en un lugar incierto, lugar al fin, lugar al fin.
LA SOMBRA otro, invariable por el suceso único de traslación, anulación para ser uno solo y concebir su vía establecida en un orden, aunque pareciera que está aislado (el objeto), pabilo encendido cuya luz entra por un costado, por la frágil composición de quien espera olvi-
Necesitada del
vicio, su atadura, la convicción de encontrar, pero sin saber qué,porque realmente no sabe, no se sabe. Molusco eterno, nenúfar solitario: quién mojará tus labios en el agua, quién extenderá el volumen. Por qué ruta irá el pez ígneo, ciego, desunido en su interior, descamado; identidad lejana al fuego, a lo que fue sin el acto de la propiedad del sentido, del movimiento distendido. La máquina luciérnaga vuela atrapada en su destello, pero no sabe a quién alumbra, hasta que choca contra si, hasta que su ofuscada visión le regresa a su esencia, su perseverancia, al risco a la espina: espacio reservado y dando su
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la forma, su naturaleza, privación y expropiación de uno para la suma de aquello que da sentido, reflejo del miedo y del deseo. Cuán necesaria es para existir.Lalle vamos a todas partes y nos duele, nos pesa; la amamos y queremos dejarla y se nos pega como musgo en nuestra sagrada piedra; le hablamos, nos entendemos, nos habla y se nombra bajo ese cuerpo compuesto, transformado ahora en dos sílabas. a
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LLuvIA cuando cae no sabe que será imagen de otros, gruta de silencio. Su lenguaje se asienta en la tierra y engendra figuras de lodo. Caminar es andar, adentrarse en el agua, ser unidad en la huella, pero de quién es la hueLa lluvia
lla?
Cae la lluvia, cae
uno mismo bajo un chorro que se vuelve pozo, légamo. Negar el agua es negarse a uno mismo, negar su corona que se divide en pequeños imperios, golpe necesario, tránsito hacia otros dominios. La humedad es su darnos, bálsamo
prolongación; es la forma de resguaren la herida del elequeme, cuya flor Cerrada es espada, anguila roja, penumbra de la caidaj Sera aquella frase "tocar fondo" la susþensión del agua: rondo en sí, lo que nos dice-voz del interior, vo porea de la imaginación, ;hacia qué misterio des
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cendemos para tocar?
Y cuando tocamos el brillo cris-
talino, música de arena, escarcha de los vientos, a quién iluminamos siendo agua que a ciegas toca?
00
Lalluvia no se sabe; su senda es el aire. Su destino-diel río, o el mar, dicen aquellos que contemplan los flecos de las naves. cen
algunos-
es
Ver el agua nos llevaría años, entender incluso su geometría. Y la luvia, palabra que empieza con dos líneas melancólicas que caen suicidas sobre nuestros ojos; lineas que se repiten cual red y cuya urdimbre constru ye, dibuja su claridad y nos devuelve al oblio: tiempo que todo lo arrastra. Es la lluvia en sí, insistencia de fantasmas, bridas sueltas, ritual perpetuo de las ánforas donde
removemos los dolores asidos a la infancia.
Cuando nombramos la lluvia, sin embargo, nombramos su partitura, cuya tensión está en la mirada. Es la lluvia que, siendo ya no solitaria, cae sobre la sombra de uno
y remueve el polvo de los incensarios. Inexorablemente, sin pensarlo, somos lluvia, agua; no es acaso la primera
palabra que aprendemos a invocar frente a la sed?
Llo-ver es la imagen doble de sí, del yo en el filo de la vida, es verse a uno mismo en la tristeza del agua.
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Dedicatorias de poemas
EL CORAzÓN DE Los REMOS/A Pablo Antonio Cuadra Salarrué TUVE ENVIDIA DE AQUEL NIÑO
/A
I02
EL POETA Y LOS SIGNOS / A Álvaro Urtecho
DEJA LA PUERTA ABIERTA / A Claribel Alegría, Su Majestad Dos POETAS EN UN TREN/A Carlos Clará
UN HOMBRE EN LA CALLE CLAVEL/A Salvador Bustos HABRÍA QUE SEMBRAR GIRASOLES /A Vincent Van Gogh EL EBANISTA / A Omar Lanuza
ELEGÍA DEL PAN / A Pablo Hernández
SOLEDAD MARINA / A Lêdo Ivo
LA ESTATUA Y LA ARENA / A Sergio Ramírez
TRAS LAs VENTANAS CIEGAS/A Raoul Shade
ENTRE UNA MONTAÑA Y OTRA / A Ulises Juárez Polanco
ELJASPE Y Yo/A Alejandro Serrano Caldera LLUVIA /A Urania Prado
Agradecimientos
Esta publicación fue posible gracias al financiamiento del Foro Nicaragüense de Cultura y del poeta Serdán Selaya.
Agradezco también a los primeros lectores de este poemario, amigos críticos que supieron ver más allá de las palabras: Fabricio Estrada, Julio Serrano, Quilalí Urte-
Zelaya, Helena Ramos, Ulises Huete, Ulises Juárez Polanco, Benjamín Monge, Celia Urquiza, Daisy cho, Valeria
Zamora, Claribel Alegría, Zúñriga y Javier
Víctor Ruiz, Jaime Eduardo
González Blandino. Francisco Ruiz Udiel
I03
La poesia de Francisco Ruiz Udiel está situada en un punto tenue de difusos resplandores, entre el sueño y la vigilia. Es el momento en que la conciencia se prepara para el despertar, o bien regresa al sueño, y entonces las palabras adquieren esa sustancia que es a la vez moldeable con la cera de las abejas doradas que zumban en el sueño mismo, y a lavez fugaz. Y es esta fugacidad su cualidad más permanente, las palabras que huyen y van dejando su rastro, y que el poeta busca apresar. Son las palabras que han hecho ese largo viaje desde las cavernas
siempre misteriosas del cerebro dormidoa la mano que despierta para atraparlas, o para atrapar las sombras que suelen vestir su bulto bello.
Sergio Ramírez Mercado
Schweszerische Eidgenossenschaft
Confederation suisse Contederazione Svizzera Contederaziun svizra Cooperación Suiza
en América Central
REAL EMBAJADA DE NORUEGA
J