MIL RAYAS
THOUSAND STRIPES
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MIL RAYAS
THOUSAND STRIPES
epifanía. Hace años, en Roma, Horacio me reveló algo que dio sentido a mi deambular sin sentido: la fotografía es una solución al vagar inútil del flâneur.
epiphany. Years ago, in Rome, Horacio revealed something to me that gave sense to my roaming: photography is a solution to the useless wandering of the flâneur.
Son colores cifrados. Guardan un código secreto. Se dice de forma banal: “defender los colores del Athletic”. Pero hay enigma en esos colores. Los iniciados lo saben. Si el poema Un golpe de dados no abolirá el azar de Mallarmé esconde un Número cifrado, solo reconocible a los fanáticos, algo similar sucede con los colores de los cientos de puertas de garajes fotografiados en este estudio. Poseen una clave secreta en la experiencia de sus hinchas. La imagen de la que surge el golpe de dados del poeta es el naufragio: la ruina de todas las ambiciones. Excepto que el lector iniciado sabe que tras la llegada mágica del Número cifrado el naufragio dejará de ser un fracaso para convertirse en la profecía de una salvación superior. Lo que hizo Mallarmé con la ruina de la poesía clásica (devolverle nueva vida a la literatura modernista), otro tanto hizo Gehry con la ciudad arruinada: la arquitectura convulsa del barco varado en la ribera de Abandoibarra convertiría el naufragio en gloria.
EL NAUFRAGIO Y LOS COLORES CIFRADOS
hace creer a sus seguidores que deben de ganar siempre o si no será el apocalipsis. Los colores cifrados de las puertas son un exorcismo contra la obscenidad de semajante espectáculo. La verdad es sencilla: no hay gloria sin derrota. ¿Pero por qué cifrar con un código secreto el cerrojo de las puertas de la Catedral? Porque este juego del balón y del azar lo es todo. Desvirtuarlo sería perder el sentido de lo que es más fundamental en la vida. Hay que protegerlo como sea, ocultarlo si hace falta bajo los siete sellos del libro del apocalipsis. O tal vez ponerlo de forma disimulada en los bajos del garaje, allí junto a la base que sustenta el edificio, en la sustancia misma del recóndito inconsciente colectivo. La religión que se practica en la Catedral es obviamente la del Dios de los ateos modernos: el culto al Infinito del Azar. Discurrir sobre “la filosofía” del equipo y habladurías semejantes son formas de encubrir el enigma esencial que esconden los colores: la aporía democrática del
El juego del equipo de los colores cifrados no es menos ambicioso. Conocedor de que se trata de un juego entre talento, ambición y azar, su objetivo es convertir el naufragio en victoria. Para ello el equipo se inventó trucos de auto-sabotaje: solo jugarían los chicos del barrio; la cantera sólo podía estar situada en los montes de la zona; al igual que antaño el hierro, no se podían comprar y vender las existencias y los valores comunales del club. Tras las estrategias de naufragio deliberado se escondía el secreto de la jugada maestra: un golpe de balón no abolirá el azar. ¿Qué importa un gol en contra, una derrota, cuando se juega con el poder del azar y su infinito? Solo lo saben los náufragos. Solo estos conocen cada mañana, indiferentes al fracaso, el placer de los colores cifrados de las puertas soterradas. La clasificación de la tabla da cuenta del cómputo de victorias y derrotas. Perder un partido es una derrota, piensan los que desconocen el poder de los colores cifrados. Para estos una derrota es una vulgaridad. Porque existen otros códigos simbólicos en los que derrota equivale a verdad. Para los iniciados al juego el fracaso radical es creerse que un golpe de talonario puede eliminar el azar. Saben que no hay nada más patético que un equipo de fútbol que actúa para Joseba Zulaika es antropólogo y escritor autor de Crónica de una seducción y Vieja luna de Bilbao
infinito de la suerte que se esconde en el juego, el eterno retorno del golpe de balón. El secreto íntimo de esta religión no es sino la apuesta pascaliana que, desde el naufragio de Mallarmé y el barco varado de Gehry, la ciudad hace a favor del golpe de la suerte, creando así una comunidad de exceso y de fe inquebrantable que en cada partido se la juega el todo por el todo. El balón que rueda sobre el césped no es sino el dibujo visualizado y cristalizado de la geometría mágica de la Suerte. Gracias al ritual del balón, la apuesta por el azar marca la línea invisible entre la competencia finita y la recompensa infinita. Las fotografías de los bajos de los garajes bilbaínos dan noticia de que, más allá de los mercaderes del templo, aún existe una ciudad donde permanece la revolución insobornable del mero juego aleatorio pintado en rojo y blanco.
They are encrypted colours. They hold a secret code. It has become a trite phrase: “defend the colours of Athletic”. But there is an enigma in those colours. Insiders know it. If the poem A Throw of the Dice Will Never Abolish Chance by Mallarmé hides an encrypted Number, only recognizable to fans, something similar happens with the colours of the hundreds of garage doors photographed in this study. They hold a secret key in the experience of the club’s supporters. The image from which the poet’s throw of the dice arises is shipwreck: the ruin of all hope. Except that the initiated reader knows that after the magical appearance of the encrypted Number, the shipwreck will cease to be a failure and become the prophecy of a higher salvation. What Mallarmé did with the ruin of classical poetry (bringing new life to modernist literature), Gehry did with the ruined city: the convulsive architecture of the ship stranded on the Abandoibarra riverfront would turn the shipwreck into glory.
THE SHIPWRECK AND THE ENCRYPTED COLORS
must always win or else it will be the apocalypse. The encrypted colours of the doors are an exorcism against the obscenity of such a spectacle. The truth is simple: there is no glory without defeat. But why encrypt the lock on the doors of “The Cathedral” with a secret code? Because this ball-and-chance game is everything. To distort it would be to lose the sense of what is most fundamental in life. We must protect it by any possible means, hide it if necessary under the seven seals of the Book of Revelation. Or maybe keep it in concealment somewhere in the underground garage, close to the building’s foundations, at the very core of our hidden collective unconscious. The religion practiced in “The Cathedral” is obviously that of the God of modern atheists: the cult of the Infinity of Chance. Discussions about the “philosophy” of the team and similar gossip are ways of covering up the essential enigma that the colours hide: the democratic aporia of the
The game of the encrypted colours team is no less ambitious. Knowing that it is a game involving talent, high hopes and chance, its objective is to turn the shipwreck into victory. To do this, the team devised self-sabotage tricks: only the neighbourhood kids would play; the “quarry” (the club’s youth academy) could only be located in the mountains of the area; like iron in former times, the club’s stock and communal assets could not be bought and sold. Behind the deliberate shipwreck strategies lay the secret of the master move: a kick of the ball will never abolish chance. What does a goal down, a defeat matter when you play with the power of chance and its infinity? Only the castaways know. Only they can experience every morning, indifferent to failure, the pleasure of the encrypted colours on the half-hidden doors. The form table shows the count of victories and defeats. Losing a game is a defeat —so think those who are unaware of the power of encrypted colours. For them defeat is vulgar. And yet there are other symbolic codes by which defeat equals truth. For those initiated into the game, the radical failure is to believe that the power of the chequebook can eliminate chance. They know that there is nothing more pathetic than a football team acting to make its fans believe that they Joseba Zulaika is an anthropologist and writer, the author of Crónica de una seducción (“Chronicle of a Seduction”) and That Old Bilbao Moon
infinity of luck that is hidden in the game, the eternal return of the ball strike. The intimate secret of this religion is nothing but the Pascalian wager that, as with Mallarmé’s shipwreck and Gehry’s stranded ship, the city makes in favour of the stroke of luck, thus creating a community of excess and unshakable faith that bets it all on every single match. The ball rolling on the grass is nothing but the visualized and crystallized drawing of the magical geometry of Luck. Thanks to the ball’s ritual, the wager on chance marks the invisible line between finite competition and infinite reward. The photographs of Bilbao’s garage doors show that, despite the merchants in the temple, there is a city where the incorruptible revolution of the mere random game painted in red and white still endures.
A Bilbao, sus calles y gentes que siguen siendo fuente de inspiración. To Bilbao, its streets and people that continue to be a source of inspiration.
© TONI TENA (antonio sánchez de tena) vegap, Barcelona Epílogo de | Epilogue by Joseba Zulaika Traducción | Translation: Carlos Herrero Quirós Diseño | Design: Tenanbaum Preimpresión | Prepress: La Troupe Impresión | Print: Estudios Durero Distribución | Distribution: hi@tenanbaum.com Papel | Paper: Munken Kristall Tipografía | Typeface: FF Mark Pro Mil gracias | a thousand thanks Horacio Fernández, Sabina Salamon, Garikoitz Fraga, Jaime Narváez,,Erika Barahona Ede, Txema Agiriano, Susana Medini, Luvhé Marina Ojan, Natalia Martín Hernando y Emeri Reig.
Marzo | March 2022 ISBN 978-84-09-37647-6 DL.: BI 00286-2022 Edición limitada | Limited Edition 250
THE WALKING CLASS STUMBLING UPON GREATNESS
"Las fotografías de los bajos de los garajes bilbaínos dan noticia de que, más allá de los mercaderes del templo, aún existe una ciudad donde permanece la revolución insobornable del mero juego aleatorio pintado en rojo y blanco." He aquí un curioso fenómeno bilbaíno: centenares de puertas de garaje que, curiosamente (salvo una excepción), tienen los mismos colores que la camiseta de su equipo de fútbol, el Athletic. Un estudio de caso que es producto de múltiples paseos a la deriva materializados en la villa de Bilbao en 2008, revisitados en 2021, con el propósito de observar el espectáculo urbano. Este es un libro de paseos y fotografías realizadas con cámaras compactas y teléfono móvil.
"The photographs of Bilbao’s garage doors show that, despite the merchants in the temple, there is a city where the incorruptible revolution of the mere random game painted in red and white still endures." Here is a curious Bilbao phenomenon: hundreds of garage doors that, curiously (with one exception), have the same colours as the jersey of the city's football team, Athletic. A case study that is the product of multiple drifting walks taken around the town of Bilbao in 2008, revisited in 2021, with the purpose of observing the urban spectacle. This is a book made of walks and photographs taken with pocket compact cameras and a mobile phone.