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Gracias Hilda por tu ayuda

“Hay gente que no quiere saberlo y yo sí lo quise saber desde el minuto uno para saber a qué me enfrentaba, con qué tiempo contaba y porque tenía claro que yo no me quería dar quimioterapia. Yo estaba dispuesta a darme quimioterapia para curarme, pero en este caso es para durar uno o dos años más. ¿En serio alguien se piensa que yo me voy a pasar todos los martes de mi vida, hasta que pague el tratamiento o hasta que llegue mi final, metida en un hospital seis horas? Yo creo que cualquier persona que me conozca un poquito sabe que yo no voy a llegar cados por su público en general y parte de su familia, ya que la decisión implicaba no continuar con su tratamiento. Explicaba que no quería verse acostada en una cama, dependiendo de alguien más para hacer vida normal, y que esa no era la imagen con la que quería que se quedaran sus hijos de ella. “Yo firmo por ganar 5 años más pero, y es lo que yo he intentado que me entienda la gente, ¿de qué manera?”, señaló, “doy una oportunidad por mí principalmente, por mis hijos, por todo, pero que me entienda la gente cuando digo que tengo todo el derecho del demás. Es un derecho mío”. Esta es una visión que, como bien indica ella, no siempre fue entendida, en especial por sus padres. “Yo soy madre, y me pongo en el lugar de ellos. Me ha costado que me entiendan. Me he sentado con ellos para decirles que no voy a darme tratamiento para durar un año más, y yo sé que es duro para un padre escuchar de su hijo eso, porque entienden que estás tirando la toalla, pero no lo estoy haciendo. Yo quiero que entiendan que yo luché la primera vez porque era para curarme. A día de hoy estoy lle- riza. Si esa calidad de vida se tumba, evidentemente yo no me doy tratamiento. Yo voy a darle una oportunidad, en dos meses me harán un test y si no ha servido de nada, el equipo médico sabe que yo lo paro todo”.

“LA VIDA ES UN REGALO MARAVILLOSO”

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A pesar de ello, Hilda nunca dejó atrás su alegría y su característico sentido del humor, con el que enfrentó su enfermedad hasta el final, convirtiéndose, para todos, en un gran ejemplo de superación y de fuerza. “Lo bueno de todo esto es que a mí no me ha cambiado. No he permitido que un cáncer dirija mi vida. Yo prefiero morirme que perderme la vida, y se pier- ahí. Yo estoy dando una oportunidad, que es lo que me han pedido los médicos y han respetado mi decisión”, aseguraba.

En una entrevista en el programa de Onda Tenerife La Carretera del Sur, con Norberto Chijeb, explicaba que los médicos le habían dado uno o dos años más de vida y, a pesar de ello, enfrentaba la situación con alegría y buen humor.

Hilda siempre defendía su derecho a morir de la forma que ella quisiera, aunque este era uno de los aspectos más criti- mundo a elegir cómo me quiero ir de esta vida, y no me quiero ir en paliativos. No me quiero ir pensando que mis hijos el día de mañana van a tener que buscar una foto para recordar cómo era su madre. Yo no quiero eso, pero no lo quiero por mí, no por los vando la quimioterapia perfecta. No quiero que me cambie mi forma de vivir, la capacidad de recoger un cuarto, de limpiar, de jugar con mis hijos, de coger el coche, no depender de nadie, no estar acostada en una cama, que es una cosa que me horro- de el momento en el que dejas de vivirla”.

El cáncer no logró parar a Hilda, y ella no dejó de regalar consejos y maneras de ver la vida en positivo. “Vivan, que la vida es un regalo maravilloso”, se despedía.

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