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Luces y sombras en Nueva Zelanda

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Maristella Svampa

Maristella Svampa

La estrategia de este país insular para mitigar el avance del coronavirus fue puesta como ejemplo a nivel global. Sin embargo, tal como sucedió en otras naciones, las organizaciones sociales locales advierten que, también allí, la pandemia profundizó la desigualdad.

Auckland City Mission

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“La caída económica se sentirá otra vez cuando se terminen los subsidios estatales y mucha gente nos buscará al no tener suficiente dinero para los gastos de su familia”. Chris Farrelly, Auckland City Mission.

TEXTO ALEJANDRO CÁNEPA

El Covid-19 impactó en todos los países, pero en cada uno marcó peculiaridades. Mientras que, en España, Italia, Brasil y Estados Unidos, sólo por nombrar algunos, el virus se contagió con mucha rapidez, en otros, lo hizo a cuentagotas. Uno de estos ejemplos es Nueva Zelanda. ¿Qué dicen las organizaciones sociales de esa nación de Oceanía, célebre por los All Blacks y fondeada gracias a las exportaciones de carne de vaca, oveja y cabra, de leche y de aluminio? Tercer Sector escarbó entre aquellas entidades para conocer el panorama de la pandemia en esas islas.

Cuando se conocieron los primeros 50 casos de coronavirus, en marzo, el gobierno neozelandés, dirigido por la socialdemócrata Jacinda Ardern, restringió la circulación. En poco tiempo dejaron de encontrarse personas con Covid-19. Tras pasar cuatro meses sin nuevos positivos, en agosto se volvieron a registrar, aunque sin que se produjera un avance desmedido. Hasta comienzos de septiembre, en ese país hubo 1.441 personas con la infección y apenas murieron 24, un 1,5 por ciento de las contagiadas a las que se les detectó la presencia del virus.

Las OSC, de todas formas, diseñaron sus estrategias para mitigar las consecuencias de la llegada de la enfermedad. “El centro de visitantes Maanaki Manuhiti ayuda a la gente con visas temporarias en Nueva Zelanda, que tiene necesidades básicas como vivienda y alimentación”, explica Mary Baines, de la Cruz Roja neozelandesa, para hablar de lo que realizan en la sede de Auckland. “Ahora, el país está en alerta nivel 2, esto significa que se necesita mantener dos metros de distancia, lavarse las manos con frecuencia, llevar un tapaboca sólo en el transporte público, quedarse en casa y llamar al médico si se sienten síntomas de Covid-19”, agrega.

“Estamos preocupados, porque unos 70 mil chicos pueden estar siendo empujados a la pobreza debido al Covid.” Janet McAllister, Child Poverty Action Group.

A fines de marzo, el gobierno neozelandés aplicó el confinamiento más estricto, denominado Alerta 4, que implicaba cierre de las fronteras y que las personas sólo podían salir para comprar alimentos y remedios y para ir al médico. Eso sí: los habitantes estaban autorizados a hacer ejercicio en los alrededores de las casas, incluidos los chicos.

Por supuesto, también los trabajadores considerados “esenciales” por las autoridades podían circular. Otro dato no menor es que la primera ministra Ardern no usaba metáforas bélicas como “guerra” o “trinchera”, tan frecuentes en muchos otros políticos. Y algo no menor: en el Parlamento se formó, por iniciativa del gobierno, un Comité de Respuesta Epidémica integrado por once legisladores y con mayoría del principal partido opositor.

La inequidad también existe

Claro que Nueva Zelanda está formada por apenas dos islas donde residen sólo cinco millones de habitantes, además de que tiene un Estado con recursos superiores a cualquier país tercermundista, lo que permite más y mejor ayuda económica para superar los lastres de la combinación entre pandemia y cuarentena. Esas características también influyen en el intento de entender cómo se mitigó la circulación del virus.

Pero tampoco se trata de idealizar a esta nación.

De hecho, el ministro de Salud, David Clark, tuvo que renunciar, al quedar desgastada su figura luego de que, en el período de aislamiento más extremo, la policía lo descubriera en una ocasión paseando en bicicleta y otra yéndose de paseo a la playa con su familia. Por otro lado, pese a los pocos casos de

Covid-19, existen miradas críticas a la realidad social preexistente a la pandemia y que ésta agravó.

“Nueva Zelanda tiene una inequidad de larga data que afecta a la infancia: Unicef ranqueó bajo al país en su último reporte y nosotros estamos preocupados, porque unos 70 mil chicos pueden estar siendo empujados a la pobreza debido al Covid”, recuerda Janet McAllister, encargada de comunicación de

Child Poverty Action Group, OSC con sede en Auckland.

En esta ciudad, una de las más importantes del país, aunque la capital sea Wellington, se encuentra

Auckland City Mission. “Estamos experimentando un invierno como ningún otro. De marzo a junio la demanda de raciones de alimentos que damos a familias e individuos se incrementó un 175 por ciento respecto del año anterior. En el período más duro de aislamiento llegamos a dar 1.246 paquetes semanales, cuando habitualmente dábamos 450. Ahora estamos dando 1.000”, explica Ra Pope, vocera de la entidad fundada en 1920. Su director, Chris Farrelly, revela: “Nosotros estamos viendo un mix entre gente que siempre necesitaba ayuda y otra que es nueva en esto. Mucha gente perdió sus trabajos o sus horas laborales se le redujeron significativamente por el Covid. Los programas escolares, de los cuales dependen las familias, no estuvieron disponibles durante el aislamiento. Eso volcó a mucha gente a Mission”.

De cualquier forma, las chicas y los chicos volvieron a clases y en muchas ciudades se juegan partidos de rugby, el deporte más popular, a cancha llena. Por supuesto, pese al control del virus que logró Nueva Zelanda, la velocidad de la recuperación siempre es más lenta y difícil que la de la destrucción. Por eso, Farrelly considera que “Mission necesitará continuar con la provisión de alimentos por varios meses. Notamos que la caída económica se sentirá otra vez cuando se terminen los subsidios estatales y mucha gente nos buscará, al no tener suficiente dinero para los gastos de su familia”. Quizá, de las pocas cosas seguras que pueden afirmarse en estos tiempos es que lo que hizo la pandemia fue acentuar las diferencias sociales, que ya venían arrastrándose por años, sea en Nueva Zelanda o en Argentina.

CÓMO CONECTARSE Red Cross New Zealand: www.redcross.org.nz Auckland City Mission: www.aucklandcitymission.org.nz Child Poverty Action Group: www.cpag.org.nz

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