4 minute read

A LAS 2 DE LA MADRUGADA

A LAS 2 DE LA MADRUGADA

Viviana M. Serrano V.

Advertisement

Mi nombre es Andrea, todos los días a las 2 de la madrugada despierto bañada en sudor, agitada y llorando, mi llanto dura alrededor de una hora, pero eso no es lo peor, sino la razón por la cual despierto de ese modo, mis sueños, o más bien mis pesadillas me atormentan con la imagen de mi padre abrazándome y siendo cariñoso conmigo. Sinceramente, aborrezco cada detalle suyo que le haga identificarse con su rol de padre, aunque dentro de mí no exista tal concepto, pues toda aquella idea que tuve sobre la paternidad él la destruyó.

Tengo un poco de frío, pero no me meteré debajo de las cobijas de mi cama porque necesito escribir, hace pocos minutos acabé de despertar del tormento del que hablo, así que diré que me siento inspirada, mi presión arterial y mi pulso están muy elevados, pero claro, esto no es algo fuera de lo común.

Esta noche he decidido contar mi experiencia a través de esta carta, tal vez después de terminarla también logre tomar decisiones, ya que hay algunas en especial que rondan en mi cabeza y que son una forma de salida a mi infinita tortura, pero debo ser honesta, si no las he ejecutado antes es porque me provocan un profundo terror. Sin embargo, lo destacable es que, al fin, después de dos décadas, estoy contando mi historia, aquella de la que nadie sabe y menos se la imaginan, ni siquiera mi madre, la que un día fue la más probable.

A las 2 de la mañana de una noche, salí corriendo de la casa en donde vivía, después de ese día, no volví a ver jamás a mi madre y tampoco al hombre que se hace llamar mi padre, por ella si me arrepiento de haberlo hecho, o no haber regresado, pero mamá, yo solo buscaba huir de aquel monstruo que abusaba de mí todas las

Cuentos que SI son cuentos

noches, aquel que me besaba, me tocaba y me obligaba a hacer cosas que yo no quería. Querida mamá, entiéndeme por favor, en ese tiempo esa era mi única salida o mi gran solución, aunque jamás imagine llevarme conmigo una parte de ese infierno, pues lo revivo todos los días a la misma hora.

Soledad es el nombre de mi madre, y la nombro porque deseo a través de esta carta perdonarla por no haber sido ella quien me salvara, por no haberme creído y por no haberse dado cuenta de los moretones de mi cuerpo debido a la fuerza que usaba aquel animal para violarme. Sin embargo, yo también quiero pedir perdón, por haberte hecho llorar demasiado tras los años que empleaste para mi búsqueda, por no haber estado para ti en tus últimos minutos de vida, por no defenderte cuando él te maltrataba; pero, querida mamá, seamos honestas, que mal hicimos en no haber huido juntas, quizá las cosas hubiesen sido diferentes para las dos, mutuamente nos habríamos sanado, y hoy por hoy cada quien estaría descansando plácidamente en su cama, no así, una en el cielo o el infierno, y la otra en cuarto gastando papel y lápiz.

Quisiera también escribir sobre cómo sobreviví desde el momento en que me convertí en huérfana por decisión propia, pero ahora solo aspiro hablar del origen de mi condición trágica, de lo que me arrepiento y de lo que no, de lo que quiero hacer después de terminar de escribir, y sobre todo quiero descifrar mis sueños, pues no entiendo porque en lugar de verlo a él tal y como es, lo veo sonriente y siendo bueno, tal vez es porque siempre anhele que las cosas fueran así o quizás porque ese hombre se arrepintió de todo el daño que me hizo, aunque lo dudo, él era como el demonio y el demonio no se arrepiente del mal que hace, sino lo disfruta.

Llegando hasta aquí, y ya que lo mencioné, llega a mi mente una vez más un deseo que creo me servirá para poder solucionar mi crisis. Antes que nada, a quien corresponda esta carta, si alguien la encuentra, no me juzgue por favor, puesto que mi tormento ya es lo

suficientemente grande. Tengo ganas de asesinar a mi padre porque supongo que haciendo lo mismo que el me hizo aliviaré en algo mi dolor, pero no sé qué será de mí en el momento en que lo vea, puede ser que muerta instantáneamente o que inicie una escena llena de llanto, justo como lo estoy haciendo ahora. Me doy cuenta que esta no es la mejor alternativa, no quiero ni puedo exponerme ante él.

Por tanto, la dosis adormecedora será para mí, pero quiero hacerlo de modo agradable, iré al muelle, me sentaré frente a las olas del mar, prenderé un tabaco y ya después de fumarlo completo, beberé algo que no me haga sentir dolor, sólo cerraré mis ojos lentamente.

This article is from: