Lucanor martin sanchez

Miguel era un jóven de pelo castaño y ojos a juego muy alegre pero sobre todo inexperto acerca de la vida. Un día hablando con su abuelo, ya curtido en lo que es vivir.

-Abuelo, quiero estudiar para después encontrar un buen trabajo, así podré ganar dinero y encontrar a una buena mujer con la que tener tres hijos, comprarme un buen coche familiar para llevar a mis hijos y sus amigos a jugar partidos de fútbol, y una vez que mis hijos crezcan y sean independientes podré tener una vida para mí y así hacer lo que nunca pude hacer antes.- Le dijo Miguel a su abuelo con ojos de ilusión.

-Hijo mío, voy a contarte una historia sobre un hombre que hacía muchos planes.- Dijo su abuelo y procedió a relatarle a su hijo una historia.

Había una vez un jóven cuyo nombre no recuerdo que siempre que se encontraba con alguien le contaba todo lo que pretendía hacer en la vida como escribir un libro, tener un coche o casarse con una mujer hermosa. Pues bien, día tras día y año tras año iba contando lo amplia que iba a ser su vida a la gente con la que se cruzaba por la calle, incluso a mí me paró un par de veces. Hasta que un día se dió cuenta de que había estado tan ocupado haciendo planes que los años le habían pasado tan rápido que ya no estaba en condiciones de cumplir todos los objetivos que se había propuesto.

-Así que querido Miguel, no seas como este ambicioso jóven y si quieres conseguir alguna vez algo ponte a trabajar en ello de inmediato y no pases el tiempo soñando con lo que te ocurrirá una vez logres ese objetivo.- Dijo el abuelo a Miguel, quien empezó a estudiar de inmediato y ahora lleva una vida incluso mejor que lo que nunca había soñado.

A Martín le gusto tanto esta historia, que la mando escribir en un libro y compuso el siguiente pareado: No debes empezar a soñar con lo que quieres, Sino empieza a trabajar para conseguirlo desde lo que tienes.