COMPARACIONES FAMILIARES: TEXTO 4 Las comparaciones son odiosas; y lo digo desde la propia experiencia; ya que, desde que nació mi hermano, José, todo el mundo lo equipara conmigo, incluso mis padres. He de reconocer que yo no le doy gran importancia, en parte, porque siempre soy, en boca de todos, la buena de la familia García. A mi hermano, sin embargo, le ocurre todo lo contrario. Siempre que nos comparan le dicen que podía aprender un poco de mí, que debería ser un gran ejemplo a seguir para él… No obstante, no me gusta que mis padres nos comparen a mi hermano y a mí cuando estamos todos en familia. Odio que lo hagan porque creo que mi hermano me va odiando poco a poco, y que, tarde o temprano, mi buena relación con él acabará; y yo no habré tenido la culpa. Mi hermano nunca había sacado buenas notas en el colegio, tampoco suspendía; únicamente, iba aprobando todos los cursos; aunque se había dado algún susto que otro. Harto de que lo compararan conmigo, se hizo la proposición de que el último trimestre de 4º de la E.S.O, lo sacaría con mejores resultados que yo. Sin embargo, no lo consiguió. Yo no creo que sea porque soy más inteligente que él; sino porque yo no jugaba con la presión de que tengo que ganar a nadie para demostrar todo lo que puedo hacer; sino que lo hacía porque sinceramente, me gustaba culturalizarme e ir proyectando mis expectativas sobre el futuro. El día que le dieron el papel con sus calificaciones, no llegó a casa en cuanto acabó el instituto; sino que lo hizo de parte noche y sin sus notas. Mi madre estaba preocupada porque creía que le había ocurrido algo fuera de lo común; así que, cuando José entró por la puerta, iniciaron una larga discusión. - ¡Mamá, ya he llegado! - ¡Hijo mío! ¿Dónde te has metido? Estaba muy preocupada. - Mamá, ¿por qué mientes? Tú nunca te has preocupado realmente por mí, sino por tu hijita preferida. Ni siquiera te has dignado en llamar a alguno de mis amigos. - ¡José, eso no es cierto! ¿Cómo podía imaginar que estabas con tus amigos? Nunca me hablas de ellos y ni siquiera sé sus números de móvil. ¿Qué has estado haciendo? ¿Por qué no has venido en cuanto has salido del instituto? - ¿Que por qué? Mamá, me he esforzado al máximo para que veáis que no siempre es Elisa la hija excelente de la familia, que yo también podía ser como ella; pero no lo soy. Este trimestre he hecho todo lo que he podido, pero no he sacado sus notas. ¡Estoy harto! - José, no todos somos iguales; y, tanto tu padre como yo, te queremos tal y como eres. - ¡Pero siempre me estáis comparando con Elisa! ¡Día tras día! - Pero eso solamente lo hacemos para que la tomes como ejemplo, y no te vayas por las ramas. - Ya claro, pero todos días estáis con lo mismo. Siento ser la vergüenza de la familia. Al final de todo, José se subió a su habitación y no bajó a cenar. 4 años después, yo seguía en mi línea de sacar todo lo que me proponía adelante. Sin embargo, mi hermanito cambió totalmente. Ya no se comportaba del mismo modo ni conmigo ni con mis padres, y además cambió de amistades que solo le trajeron malas influencias.