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Servicios ecosistémicos de los murciélagos
Servicios ecosistémicos de los murciélagos
Por Jorge Andrade
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Infografía por Laura Tamayo
Los quirópteros, comúnmente conocidos como murciélagos, son un orden de mamíferos con la fascinante capacidad de volar.
¡Los murciélagos son los únicos mamíferos capaces de emprender el vuelo!
Son un orden bastante diverso y numeroso, cuenta con aproximadamente 1411 especies (Burgin et al., 2018) y son el segundo orden más numeroso de mamíferos.
Desde un punto de vista ecológico, los murciélagos son de suma importancia, ya que ocupan una gran variedad de nichos ecológicos. Existen murciélagos polinizadores, dispersores de semillas, consumidores de artrópodos terrestres y vertebrados pequeños.
El valor intrínseco de los murciélagos y sus roles en el mundo natural hacen de este orden de mamíferos inmensamente importante, esto no sólo radica en el contexto ecológico, sino también en el contexto económico y social. ¿Economía? ¿Sociedad? Sí, más allá de la importancia del murciélago per se, los murciélagos impactan de manera positiva en las actividades económicas y el bienestar del ser humano.
Pero, ¿cómo sucede esto? Los murciélagos nos brindan diversos servicios ecosistémicos, que se definen como todos los beneficios que las sociedades humanas obtienen de los ecosistemas (MEA, 2003). Éstos incluyen bienes o recursos naturales como tal, procesos ecosistémicos que regulan las condiciones en que los humanos habitan, contribución de ecosistemas a experiencias que benefician a las sociedades y servicios ecosistémicos básicos que permiten que se provean las anteriores (MEA, 2003).
Los servicios ecosistémicos que los murciélagos nos brindan (Kunz et al., 2011) son:
1) Control o supresión de artrópodos 2) Polinización 3) Dispersión de semillas 4) Servicios de provisión 5) Servicios culturales
¿Cómo nos beneficia esto? Existen muchos más ejemplos de la importancia de los murciélagos para el ser humano desde el punto de vista de los servicios ecosistémicos.
Tal es el caso del murciélago cola de ratón (Tadarida brasiliensis), un insectívoro bien distribuido en el continente americano. Su alimentación está basada en hemípteros (por ejemplo, cigarras), homópteros (por ejemplo, cochinillas), neurópteros (por ejemplo, crisopas), coleópteros (por ejemplo, escarabajos), lepidópteros nocturnos (por ejemplo, mariposas) e himenópteros (por ejemplo, abejas).
Se ha descrito que una colonia de maternidad de T. brasiliensis con un promedio de 1 millón de individuos, consume en una noche 8.4 toneladas de insectos, muchos de los cuales constituyen plagas de importancia para la agricultura (Kunz et al., 2011). Por ejemplo, en los campos de algodón y de maíz en Estados Unidos, su servicio como depredador natural de las polillas que afectan estos cultivos ha sido valorado en al menos 3.7 mil millones de dólares al año (Boyles et al., 2011; Fenton & Simmons 2014).
“Sin murciélagos no hay tequila”. Muchos hemos escuchado esta advertencia del Dr. Rodrigo Medellín. Por descabellada que suene, es una advertencia real y bien fundamentada. En México la zona tequilera se encuentra en la ruta migratoria de los murciélagos magueyeros Leptonycteris nivalis y Leptonycteris yerbabuenae. Estos murciélagos son polinizadores del agave tequilero, entre otras especies. La diversidad genética de los magueyes tequileros y por consecuencia la conservación a largo plazo de los mismos depende de los murciélagos.
¿Te imaginas un México sin tequila y mezcal? ¡Podríamos perderlos si perdemos a los murciélagos!
Los murciélagos también son relevantes en la cosmovisión de diversas culturas. Por ejemplo, en la cultura maya se relacionaron con la noche, la oscuridad, la muerte, los sacrificios por decapitación y extracción de corazón, así como con la sexualidad y la fertilidad (UNAM, 2019).
Les debemos mucho a los murciélagos y la conservación de los mismos implica la conservación de diversos bienes y servicios ecosistémicos lo cuales nosotros aprovechamos.