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Puentes que hacen ciudad

Los puentes constituyen infraestructuras vitales que vertebran una ciudad cruzada por varios cauces fluviales como Lorca. Pero también son infraestructuras críticas por cuanto pueden dejar de prestar su servicio con motivo de una virulenta riada o por un seísmo de gran intensidad. Los puentes no sólo permiten transmitir sin obstáculos el tráfico rodado o peatonal entre las diferentes piezas de una ciudad, también son vías de evacuación en caso de una grave crisis en el espacio urbano. Aun-

Espacios Urbanos

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Doctor en Geografía y Ordenación del Territorio que ya hay referencias de antiguos puentes en Lorca en el siglo

XVI, los actuales nos retrotraen a los siglos XVIII y XIX, coexis- tiendo monumentos singulares dignos de ser preservados, con otros más modernos netamente funcionales. Entre el Puente del Barrio de San Cristóbal y el nuevo puente con apoyos en “V” del Tramo II de la Ronda Central distan 141 años. Hoy forman parte de un paisaje urbano al que dan prestigio y categorizan, debiéndose potencial su protagonismo con la estética y el cuidado que merecen. Si el Puente del Barrio es un monumento del siglo XIX, la Pasarela Manterola lo es del siglo XXI, ambos puestos en valor recientemente.

Hace unas semanas, se cumplieron 20 años desde la inauguración de la Pasarela Alcalde Miguel Navarro. En aquel entonces, la ciudad estaba inmersa en una profunda transformación urbana y económica, quedando como hitos de aquel año 2003 la inauguración de parkings subterráneos, del parque temático “Lorca Taller del Tiempo” y del Estadio Francisco Artés Carrasco; la apertura de nuevos parques urbanos, del recuperado Huerto Ruano, fijado el modelo de Campus Universitario, la creación de “Espirelia”, la llegada de nuevos equipamientos comerciales y las grandes promociones inmobiliarias. Como colofón a aquel año electoral efusivo, la noche del 27 de abril quedaba tendido un nuevo lazo entre el barrio de San Cristóbal y la ciudad con un espectáculo de emociones y explosión producido por “Els Comediants” y al que acudieron más de 25.000 personas. Actores y voluntarios narraron con mucha música y fuegos artificiales una historia de unión y fraternidad entre los vecinos “del Barrio” y los de “la Ciudad” a través de la nueva infraestructura, que aparenta surcar las aguas del Guadalentín. Desde aquel momento, el cauce del río a su paso por la ciudad cambia su papel como elemento disgregador al que se da la espalda y se convierte en un factor estructurante que ha dotado a Lorca de una imagen renovada que gana en espectacularidad durante la noche. Lorca deja de dar la espalda a un cauce que históricamente había dividido en dos el casco urbano en momentos de crecidas y riadas, generando en sus márgenes áreas industriales y de almacenaje que quedaron obsoletas, y comienza a fraguar una nueva fachada que iniciada entre La Peñica y La Velica, se prolonga hasta más allá de los Sangradores kilómetro y medio aguas abajo, surgiendo nuevos edificios.

La nueva pasarela fue encargada al prestigioso ingeniero Javier Manterola, quien ya había ejecutado en la Región el puente de la A-7 sobre el río Segura y una pasarela curva junto al Puente Viejo de Murcia. De Manterola son también entre otros los puentes “Euskalduna” sobre la ría de Bilbao, el del río Lérez en Pontevedra o el del río Papaloapán en México. En enero de 2001 se presentaron cuatro diseños diferentes para la nueva pasarela de Lorca. Todas tenían en común ser curvadas, tal y como se indicaba en el pliego de condiciones. Más definitivo quedó planteado el paseo volado sobre el cauce con marquesinas metálicas y miradores circulares entre La Peñica y la Casa Mata, y todo el proyecto de urbanización que incluía el ajardinamiento del río (con fuente central y géiser) como zona de ocio y para la práctica deportiva. El objetivo de la actuación era promover la regeneración urbana de las márgenes del río Guadalentín a su paso por Lorca que habían quedado como zonas marginales y potenciar nuevas áreas residenciales en el barrio de San Cristóbal y avenida de Santa Clara. En agosto de 2001 se dio a conocer el diseño final de la pasarela. Se trata de la primera pasarela de España con doble plataforma curva sustentada por un arco sin pilares, a modo de pei- neta, apoyada en dos estribos laterales. El mismo ingeniero aseguró que se trata de una obra vanguardista única por su doble planta y cuya estructura aumentó el grado de complejidad en el diseño y en el cálculo. Lorca veía emerger su primer monumento del siglo XXI. Tras años de olvido, recientemente toda la infraestructura, incluida la jardinería, ha sido remozada y puesta en valor.

No lejos de allí muestra su robusta y elegante estructura el Puente Viejo del Barrio. Su necesidad venía de muy antiguo pues San Cristóbal quedaba muchos días incomunicado cuando el río venía muy crecido. La primera iniciativa para construir un puente tiene lugar en 1553 cuando se consigue provisión real, mandando hacer el proyecto a Sebastián Bocanegra, pero al no gustar el diseño, se encargaron los planos a Jerónimo Quijano, quedando sin ejecutar por dificultades presupuestarias. En aquel entonces San Cristóbal ya tenía más de 1.200 vecinos. No será hasta 1772 cuando se encargue un nuevo proyecto a Lucas de los Corrales y cinco años más tarde al ingeniero Jerónimo Martínez de Lara, quien proyectó un puente muy similar a otro de Barcelona. En 1807 el arquitecto Salvador Gozálvez Ros proyecta el “Puente de Floridablanca” un poco aguas arriba del actual, pero tampoco llegó a materializarse. De todas estas iniciativas sólo prosperó el llamado “Puente de los Carros” de 1743 sobre la acequia vieja de Tercia para facilitar la comunicación con la plaza de San Ginés, en La Alberca. Su mal estado provoca que en 1820 se remodelara bajo la dirección de Julián Rodríguez, mandando el Ayuntamiento 10.000 ladrillos, provisto de tablero de madera y arena para el piso.

Finalmente, en 1865 comenzarán las obras del puente definitivo, que será uno de los de mayores dimensiones del sureste peninsular. Obra del ingeniero Juan Moreno Rocafull (que vivía en el palacio donde está el Museo Arqueológico), fue inaugurado tras sufrir varias interrupciones, el 14 de abril de 1879. El puente incidió sobremanera en la urbanización de las zonas colindantes, por sus dimensiones (100 metros) y por su emplazamiento elevado al que se asciende a través de grandes rampas y empinadas escaleras de sillares, posibilitando la apertura de la nueva travesía de la carretera nacional. De bella factura, este monumento hidráulico destaca por el contraste de colores que ofrece la mampostería y los sillares que lo integran. El río es salvado por tres grandes arcos con bóvedas rebajadas para darle mayor capacidad, sustentados por dos vastos pilares de perfil semicircular y rematado por líneas horizontales en el franco superior que le dan gran elegancia. El arco de la calle San Fernando es más estrecho pues fue concebido a modo de túnel para abrir paso a una línea férrea con destino Caravaca.

En 1910 se proyecta por parte de Francisco Manrique de Lara un nuevo puente que sustituyera al Puente Verde destruido en 1879: es el Puente de la Torta, sufragado por el Sindicato de Regantes, que tuvo un coste de 14.512 pesetas y quedó destinado al paso de personas y bestias. Fue una obra pionera en la utilización del hormigón en España y consta de un solo arco de 45 metros de luz. Tras descartarse la idea de elevarlo y traslado, mantiene su emplazamiento, convirtiéndose en elemento singular a poner en valor en el tramo III de la Ronda Central, que discurrirá bajo la infraestructura, testigo de cuando salvaba el cauce de la rambla de Tiata.

Otro elemento de referencia en el paisaje urbano es el Puente de Hierro, obra del ingeniero inglés Nelly Kennedy, colocado sobre el río en 1892 para construir el tramo de vía que discurre entre las estaciones de ferrocarril de San Diego (inaugurada en 1885) y Sutullena (1890), que quedaban unidas. Consta de dos tramos de 50 metros cada uno sustentados por un pilar central a 8 metros de altura. En 1993 fue sustituido por otro de mayor capacidad, quedando el histórico a su lado. Ciento treinta años después, el servicio ferroviario se ha interrumpido a la espera de que llegue un ferrocarril más moderno, con más prestaciones, electrificado y soterrado bajo la ciudad.

El crecimiento urbano ha supuesto la creación de nuevos puentes como el de San Diego, inaugurado en 1981, prolongación del Desvío (actual Avenida de Europa), si bien está poco integrado en la ciudad; los viaductos de la A-7 (1988-1993); o el nuevo puente del Tramo II de la Ronda Central (2020), de 116 metros de longitud, que tiene la particularidad de ser el único de la Región de Murcia que cuenta con dos únicos apoyos centrales con forma de “V”. También han desaparecido otros como el antiguo Puente Nuevo (siglo XVIII) en la carretera de Águilas, mandando a construir por Antonio de Robles Vives, y los puentes de Vallecas y de Santa Quiteria al quedar sustituidos por rotondas tras las obras de la Ronda Central (tramos III y IV) que han suprimido la rambla de Tiata.

Fuera de la ciudad también existen puentes de gran interés arquitectónico, algunos son Patrimonio en Riesgo de desaparición, pero eso se verá en otro número.

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