C U LT U R A
El rincón de los libros
JUAN ANTONIO FERNÁNDEZ RUBIO Doctor en literatura Universidad de Murcia fdezrubio.juan@gmail.com
El conocido como Cuaderno Verde es un borrador que alberga la etapa de formación de Eliodoro Puche. En él fue recogiendo composiciones anteriores a 1909. Su nombre se debe al color de su cubierta y entre sus páginas se aprecian sesenta y un poemas, en una amplia polimetría (canónica y experimental), enmarcados en el modernismo por su evidente influencia rubeniana: en su búsqueda de belleza y rechazo a la realidad cotidiana mediante el exotismo, así como ecos simbolistas: a través de elementos naturales y una policromía lírica, resaltando el azul como símbolo de libertad y lirismo, tomado de las estéticas de Charles Baudelaire y Rubén Darío. Completa estas inspiraciones el parnasianismo por alusiones al universo mitológico grecolatino y la omnipresencia de sinestesias. Predomina en dichos versos una temática amorosa y alguna muestra de poesía filosófica. Paralelamente, acogen referencias a la literatura universal, desde las Églogas de Virgilio hasta la Commedia dell’arte, pasando por los maestros castellanos del Medievo al Romanticismo. De este manuscrito tan solo publicó en 1908 un soneto que constituye un calco a Pegaso, de Cantos de vida y esperanza (1905).
SONETO Iba yo a la cumbre de los sueños divinos cabalgando un Pegaso de luz y de armonía cuando vi estremecerse en brillos diamantinos un rayo de la luna que las nubes rompía; y era una mariposa de encantos peregrinos hija de los delirios y de la fantasía, en sus alas sutiles de juegos cristalizados estaban los misterios de la augusta poesía. CONSEJO-FILOSOFÍA (Décima) ¡Soy entusiasta pánida que lo mismo ritmo y canto la risa, el amor, el llanto, que en el río de la vida son todo y nada!... Qué tanto vale la pena querida como la risa querida… Todo y nada… Pero mira en qué tu vida se inspira. ¡Ay, mentira verdadera!... ¡Oh, verdadera mentira!
Y era el alma de lirios de Ligeia que iba a libar en la mía como en la rosa viva el néctar de idílico ensueño del amor. Y al posarse en mi frente vi a mi alma anhelosa suspirar por la muerte fantástica y hermosa que hizo el alma triste de Ligeia una flor.
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¡AY GRANADA! ¡Ay, Granada! ¿No te acuerdas, dulce amada, no te acuerdas de Granada? ¿No recuerdas?... Bella noche que argentaba el plenilunio ofrecía el mes de junio… La fragancia de las flores en el alma despertaba los amores… El jardín se adormecía al susurro de las frondas y al gemido de las ondas… ¡Gran poesía!