C U LT U R A
El rincón de los libros
JUAN ANTONIO FERNÁNDEZ RUBIO Doctor en literatura Universidad de Murcia fdezrubio.juan@gmail.com
Juan López Barnés, director del periódico La Tarde de Lorca, cerró su carrera como dramaturgo con la composición de Blasillo. Se trata de un drama redactado en un acto y en verso que recibió un premio en el Certamen Regional llevado a cabo por el Ateneo de Lorca en 1897. Lo escribió durante una semana de mayo de 1896 y se editó en 1898 por la Tipografía «La Lorquina». Corresponde a un drama social de vertiente naturalista y de carácter costumbrista, pues en él su autor denuncia al caciquismo, a través del determinismo social y genético, así como por la miseria y la explotación de la clase trabajadora, lo que se hace especialmente patente el personaje que da nombre a la obra, al tratarse de un siervo de los siervos.
RESUMEN Esta representación está ambientada en la huerta de Lorca hacia el año 1897. la trama se abre en una humilde casa huertana, donde el tío Benito conversa con su anfitrión, el tío Juan, sobre la movilización de su hijo Juan. El primero, según su mujer, sostiene que no se va a librar a causa de la situación en Cuba y que su estrategia de vender la cosecha de patatas y sus mulas para pagar la redención a metálico, no podrá ser porque lo cosechado se ha perdido y los animales, uno se ha muerto y el otro está derrengado. El segundo comenta que su hija Huertas, novia de Juan, no deja de llorar por su llamamiento a filas. Los viejos se marchan para hablar con el señorito don Pedro, Huertas aparece muy triste y Blasillo entra con un manojo de flores, pero ella le trata con desdén. Charlan, mientras el mozo le prepara dos ramos para la virgen. La muchacha padece por Juan y Blasillo se enfada. Le recuerda que entró en esa casa siendo un niño y que en ella se hizo hombre, por lo que dejó de mirarla como a una hermana para verla como mujer. Huertas queda muy sorprendida y en el exterior se oyen voces y murmullos, y comienza un cantar. Se trata de los quintos, Juan pasa a la casa y Blasillo se marcha. Discuten sobre su partida a la guerra y el muchacho argumenta que España es como una madre que hay que defender. Los enamorados se despiden y la joven le entrega un relicario para que lo porte en su pecho. Blasillo reaparece y Huertas pasa a su habitación. Juan le solicita que la cuide en su ausencia. Él le confiesa que no puede ser, pues pretender marcharse. Al irse el enamorado, se persona Federico, hijo del señorito, y pregunta por Huertas. Mientras Blasillo encierra el caballo y los perros del recién llegado, este habla con la joven quien le va a preparar un almuerzo, por lo que manda a Blasillo por leña. Hablan acerca de la partida a Cuba de Juan y ella llora, Federico se acerca y es interrumpido por el mozo que trae la madera. El señorito le dice que utilizará su influencia para librarle y ella se emociona. El joven le da dinero a Blasillo y lo manda a la venta a por tabaco. Cuando quedan solos, sutilmente le insinúa una proposición deshonesta para librar al Juan del servicio y Huertas le increpa ofendida con un cuchillo. El mozo entra, le amenaza con un palo y el señorito se retira amenazante. Exaltado, Blasillo le dice que será él quien se marche a la guerra y Juan quedará a su lado. Llegan los tíos Juan y Benito acompañados de Juan a quien el mozo cuenta sus pretensiones. Este se niega, pero finalmente se convence ante los argumentos de Blasillo acerca de la falta que él hace a su padre y su enamorada. El argumento concluye con Juan y Blasillo abrazándose y partiendo este detrás de los quintos que pasan cantando una canción.
24