PRIMAVERA 2018
CULTURA Y ARTE DE COREA
REPORTAJE ESPECIAL
FOTOGRAFÍA EN COREA
FOTOGRAFÍA EN COREA disfrutar la libertad del lenguaje visual Fotografía en Corea: disfrutar la libertad del lenguaje visual; De afición importada a arte para todos; Más que meros testigos de la historia; Homo photocus y fotografía digital
Un país íís de fot fotógrafos ógrafos
TOMO 27, Nº- 1
1225-4606 CULTURA Y ARTE DE ISSN COREA 49
IMAGEN DE COREA
La primavera llega
con la ceremonia de ingreso a la escuela Kim Hwa-young Äą CrĂtico literario; Miembro de la Academia Nacional de las Artes
E
l escenario está decorado con coloridos carteles y globos. Maestros, sus nuevos alumnos y padres convergen. Todo el mundo se agita y parece ocupado. ¿Dónde está la clase de mi hijo? ¿Quién es el profesor? La ansiedad también es evidente en los rostros de los niños. Se aferran al lado de su madre. Algunos de ellos estallan en lágrimas. Marzo es todavía frío en la península de Corea, pero a pesar de los fuertes vientos, la primavera ya se avista. El comienzo del mes anuncia otro año escolar y, para muchas personas, las ceremonias de ingreso de los nuevos estudiantes simbolizan la llegada de la primavera. Para los niños que cumplen seis años, llega el momento de comenzar una vida comunitaria conocida como educación obligatoria. Ahora deben aprender a mantenerse por su propio pie, sin la ayuda de su madre, levantarse temprano y vestirse, y navegar por el misterioso mundo de la ortografía y los números. La historia de la educación elemental moderna de Corea ya tiene más de cien años. Pero desde la apertura de la escuela primaria pública de Gyodong en Seúl en 1894, la ceremonia de ingreso a la escuela ha cambiado significativamente. Antes, los “paletos de campo” de nariz quejumbrosa se paralizaban de espanto con un pañuelo clavado en el pecho como una medalla. Hoy, en una escuela los niños usan coronas, y en otra los niños escriben sus sueños en un avión de papel y lo envían volando. Los maestros depositan una gran cantidad de útiles escolares en los brazos de sus nuevos alumnos, y los de sexto grado, los de último año de la escuela, abrazan a los recién llegados y colocan una rosa en sus manos. La canción pop “Soy una mariposa”, que alienta a todos a estirar sus alas y cumplir sus sueños, suena de fondo. Pero también hay un lado oscuro en esta historia. La rápida industrialización de la nación y el deslumbrante crecimiento económico han dado como resultado la urbanización a gran escala, que a su vez ha llevado a una disminución en el número de familias rurales. Décadas de lento crecimiento poblacional han reducido drásticamente el número de niños en edad escolar. Inevitablemente, muchas escuelas primarias se vieron obligadas a cerrar o fusionarse con otras escuelas. En 2017, había 2,67 millones de estudiantes de escuela primaria, un 30 por ciento menos que los 3,83 millones de 2007, y un 53 por ciento menos que los 5,66 millones de 1980. Una preocupación aún mayor, sin embargo, es que estos niños inocentes, con coronas y aviones de papel en su primer día de escuela, no tienen idea de que han pisado la cinta transportadora de esa competencia interminable que es el “infierno de la educación” en Corea.
Carta de los editores
Director
Lee Si-hyung
¡Por fin ellas pueden alzar la voz!
Editor Ejecutivo
Park Sang-bae
Editores Jefe
Raimon Blancafort, Kim Un Kyung
Hubo un tiempo en que algo tan simple como llevar el pelo corto era una valiente declaración de la resolución de vivir como un ser independiente. Eso fue hace un siglo o así. El artículo “¿Cómo de lejos hemos llegado?” de este número (página 54) analiza cómo una exposición en curso en Seúl saca a la luz los ideales, las restricciones y las frustraciones de las “nuevas mujeres” de Corea de principios del siglo XX. Fueron pioneras que desafiaron la mentalidad y las instituciones patriarcales más arraigadas de entonces. Unas décadas más tarde, numerosas mujeres coreanas fueron forzadas a servir como esclavas sexuales para los soldados japoneses. El número exacto de estas jóvenes y adolescentes sigue siendo controvertido. Las circunstancias brutales de su servicio y el trato inhumano que sufrieron, sin embargo, están bien documentados por los testimonios de las supervivientes. Pero fue solo en 1991, 46 años después de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de Corea por parte de Japón, cuando la primera víctima se atrevió a para compartir su dolorosa historia. “Después de 60 años, ella por fin puede hablar”, otro artículo de este número (página 84), es una revisión de la película “I Can Speak” de 2017, basada en la historia de otra víctima del sistema de esclavitud sexual militar del Japón Imperial. Más allá de su inesperado éxito de taquilla, y de la aclamación de la crítica que obtuvo tras las iniciales dificultades de casting y financiación, la película destaca por su mensaje, aún muy vigente en la actualidad. Por tanto, no es de extrañar que el movimiento #MeToo haya comenzado a romper las barreras del prolongado y forzado silencio también en Corea. Comenzó con un fiscal acusando a su ex jefe de acoso sexual y divulgando la reasignación injusta de lugar de trabajo que recibió por sus quejas. Su caso, altamente publicitado, fue seguido por las revelaciones de una poetisa, de actrices, estudiantes, investigadores, secretarias y muchas otras mujeres. Al dar este paso, las denunciantes también enfrentarán un camino largo y difícil. Pero gracias a su coraje y solidaridad, nuestra sociedad será más justa y humana para todos los individuos, al margen de su género.
Consejo Editorial
Han Kyung-koo
Benjamin Joinau
Jung Duk-hyun
Kim Hwa-young
Kim Young-na
Koh Mi-seok
Charles La Shure
Song Hye-jin
Song Young-man
Yoon Se-young
Director Creativo
Kim Sam
EDITORES
Ji Geun-hwa, Noh Yoon-young,
Park Do-geun
Director Artístico Kim Do-yoon Diseñadores
Kim Eun-hye, Kim Nam-hyung,
Yeob Lan-kyeong
Composición y Diseño Kim’s Communication Associates
44 Yanghwa-ro 7-gil, Mapo-gu
Seoul 04035, Korea
www.gegd.co.kr
Tel: 82-2-335-4741
Fax: 82-2-335-4743
Traductores
Kim Un Kyung, Raimon Blancafort,
Atahualpa Amerise, Joo Hasun
Precio por número en Corea ₩6.000 Resto del mundo US$9 Para conocer el precio en detalle de las suscripciones, lea por favor la página 84 de Koreana. SUSCRIPCIÓN/CORRESPONDENCIA Impresa en Primavera 2018 Samsung Moonwha Printing Co. 10 Achasan-ro 11-gil, Seongdong-gu, Seoul 04796, Korea
Raimon Blancafort y Kim Un Kyung Editores-jefe
Tel: 82-2-468-0361/5 © Fundación Corea 2018 Todos los derechos reservados. Esta publicación no admite reproducciones totales ni parciales sin el permiso de la Fundación Corea.
Cultura y arte de Corea Primavera 2018
Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente representan a los editores de Koreana o a la Fundación Corea. Koreana, está registrada como revista trimestral en el Ministerio de Cultura, Deporte y Turismo (número de registro Ba-1003 con fecha 8 de agosto de 1987). También se publica en alemán, árabe, chino, francés, indonesio, inglés, japonés y ruso.
Una publicación trimestral de la Fundación Corea 2558 Nambusunhwan-ro, Seocho-gu Seoul 06750, Korea http://www.koreana.or.kr
“Mi edad de siete: sopa de arroz, azalea y crisantemo” Won Seoung-won 2010. C-print, 140 x 140 cm.
RePoRTaJe eSPecial
Fotografía en corea: disfrutar la libertad del lenguaje visual
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REPORTAJE ESPECIAL
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REPORTAJE ESPECIAL 2
Fotografía en Corea: disfrutar la libertad del lenguaje visual
Más que meros testigos de la historia
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REPORTAJE ESPECIAL 1
De afición importada a arte para todos
Lee Lee Kyu-sang Kyu-sang
REPORTAJE ESPECIAL 3
Homo photocus y fotografía digital Choi Choi Hyun-ju Hyun-ju
Yoon Yoon Se-young Se-young
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FOCO
Las misiones de Joseon a Japón en la Memoria del Mundo de la UNESCO
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ENAMORADO DE COREA
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OPINIÓN DESDE LA LEJANÍA
Un choque cultural con lo cotidiano
Dieciocho meses en Seúl
Choi Sung-jin
Sebastián Patrón
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Suh Kyung-ho
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GUARDIÁN DEL PATRIMONIO
Cien años fundidos en las famosas vasijas de hierro de Anseong
UN DIA CUALQUIERA
Dos décadas endulzando la vida del barrio
CRÍTICA DE ARTE
¿Cómo de lejos hemos llegado? Chung Jae-suk
Mil y una historias sobre patatas Jeong Jae-hoon
Kim Heung-sook
U Seung-yeon
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INGREDIENTES ESENCIALES
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ENTRETENIMIENTO
Después de 60 años, ella por fin puede hablar Song Hyeong-guk
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JORNADA DE LITERATURA COREANA
El mundo enlazado por huecos y espacios vacíos e incompletos Choi Jae-bong
Esquina
Yoon Sung-hee
REPORTAJE ESPECIAL
“Manzano” Kim Gwang-su, 2016. Impresión pigmentada, 112 × 175 cm.
FotografĂa en Corea
disfrutar la libertad del lenguaje visual Š Kim Gwang-su
Kang Woon-gu El artista y su obra Tengo un profundo interés por este país. Es donde nací; donde he vivido hasta ahora; y donde pienso quedarme. Esta tierra es mi destino. Mi amor por el país y mi exploración de su esencia se extiende de modo natural a su gente y a las vidas que ellos han experimentado. Mi mirada no va a lo particular. En cambio, recae sobre cosas comunes, busca las fuentes de su belleza y su significado interno. A los ojos de los visitantes, el país puede parecer exótico, del mismo modo que los paisajes extranjeros resultan exóticos para mí. Cuando se transformó de una sociedad agrícola a una sociedad industrial, de pronto el tiempo comenzó a acelerarse. En ese proceso, el paisaje común se volvió desconocido. Como fotógrafo de esta tierra, ahora considero que “mi servicio” ha terminado. Tras llegar a este punto, ahora me divierto más al tomar fotos.
Trayectoria profesional • Nacido en 1941 en Mungyeong, provincia de Gyeongsang del Norte • Licenciado en Literatura Inglesa, Universidad Nacional Kyungpook • Trabajó como fotógrafo para los diarios Chosun Ilbo y Dong-A Ilbo
© Gwak Myeong-u
• Exposiciones individuales: “Pueblos: una trilogía” (Museo de Arte Kumho, Seúl, 2001); “Paisajes vintage: Tumbas reales, memorias de los Tres Reinos, y el monte Nam en Gyeongju” (Museo de Fotografía GoEun, Busan, 2011); “Monte Nam en Gyeongju: blanco y negro” (Ryugaheon, Seúl, 2016); “Cuatro sombras afiladas” (Museo de Fotografía, Seúl, 2017) • Exposiciones colectivas: “Fotografía hoy” (Museo Artsonjae, Gyeongju, 1995); “Nuestro patrimonio cultural desde la perspectiva de hoy” (Museo de Arte Sungkok, Seúl, 1997); “Madrugada” (Galería HowArt, Seúl, 2001) • Kang ha escrito libros y monografías como “Ensayos sobre fotografía” (Youlhwadang, 2010); “Paisajes vintage: Tumbas reales, memoras de los Tres Reinos, y el Monte Nam en Gyeongju” (Youlhwadang, 2011); y “Monte Nam en Gyeongju: Edición en blanco y negro” (Youlhwadang, 2016).
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“Gwangyang” Kang Woon-gu, 1983. © Kang Woon-gu
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“Monte Nam (Namsan) en Gyeongju: crestas del valle de Yongjang y pagoda de piedra de tres niveles” Kang Woon-gu, 1987. © Kang Woon-gu
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Won Seoung-won La artista y su obra Mis trabajos pueden describirse como instalaciones fotográficas. Tomo innumerables fotografías mientras viajo por todo el mundo, luego las edito con un ordenador para crear un montaje de imágenes dispares de diferentes lugares y momentos. Combinados a través de un proceso muy elaborado y meticuloso, las imágenes de objetos discontinuos y fragmentos de espacio crean un aura de fantasía. Mezcla de realidad e imaginación, mis obras son digitales en ejecución pero analógicas en su naturaleza, revuelven la nostalgia y presentan diversas narrativas. A través de mis collages, busco abordar temas serios y profundos relacionados con el ser humano y la sociedad de forma ingeniosa.
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“Mi edad de siete: el mar en la ciudad natal de mi madre” Won Seoung-won, 2010. C-print, 125 × 195 cm.
2 1. “Mi edad de siete: gaviotas y peral en flor” Won Seoung-won, 2010. C-print, 125 × 195 cm. 2. “Red Water-grass de especialistas en TI” Won Seoung-won, 2017. C-print, 178 x 297 cm. © Won Seoung-won y ARARIO GALERIA
Trayectoria profesional • Nacida en 1972 en Goyang, provincia de Gyeonggi. • Licenciada en Escultura por la Universidad Chung-Ang. • Asistió a la Academia de Arte de Düsseldorf (Kunstakademie Düsseldorf) y a la Academia de Artes Mediáticas de Colonia (Kunsthochschule für Medien Köln). • Exposiciones individuales: “My age of Seven in 1978” (Gana Contemporary, Seúl, 2010); “Character Episode I” (Artside Gallery, Seúl, 2013); “Sceptical Orgy” (Podbielski Contemporary, Berlín, 2014); “The Sight of the Others” (Arario Gallery, Seúl, 2017). • Sus obras se exhiben en el Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo y en el Museo de Arte de Seúl en Corea, en el Museo de Arte Mori en Japón, en el Museo Osthaus en Alemania y en el Museo de Arte de Santa Bárbara en los Estados Unidos.
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Gwon O-sang El artista y su obra Mi trabajo difiere un poco de la fotografía tradicional. En primer lugar, tomo fotografías de un modelo desde los pies hasta la cabeza, sección por sección, desde diferentes ángulos. Tallo una estatua de tamaño real en “Isopink” (espuma de poliestireno extruido) sobre la que adjunto las fotografías una por una. En 1998 al presentar la obra “Deodorant Type” producida con este método, la gente la llamó “foto-escultura”. Siempre me he preguntado: “¿por qué una escultura, tallada en piedra o moldeada en bronce, debe ser tan pesada?”. Quería hacer algo ligero, alejándome de las técnicas convencionales de la escultura, así que decidí combinar fotografía y escultura. Desde entonces, mi pregunta fundamental como artista ha sido: “¿Qué es la escultura? ¿Cómo puedo presentarla de una forma progresista?”.
Trayectoria profesional • Nacido en 1974 en Seúl. • Licenciado y máster en Escultura por la Universidad Hongik. • Exposiciones colectivas: “Peppermint Candy: Contemporary Art from Korea” (Museo de Arte Contemporáneo de Santiago, Chile, 2007); Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, Argentina, 2008; Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo, Gwacheon, Corea, 2009); “Aspects of Korean Contemporary Photography: 1999-2008” (Museo Nacional de Taiwán de Bellas Artes, 2010); “Tech 4 Change” (Vestfossen Kunstlaboratorium, Noruega, 2015). • Exposiciones individuales: “New Structure and Relief” (Arario Gallery, Seúl, 2016); “The Sculpture” (Arario Gallery, Shanghái, 2016). • Sus obras se encuentran entre las colecciones del Leeum, el Museo de Arte de Samsung; el Museo de Arte de Singapur; el Instituto de Conservación de Asano en Japón; la Colección Zabludowicz y el Universal Music UK de Londres.
“Blouson & Albino” Gwon O-sang, 2016. C-print, mixed media, 195 × 47 × 125 cm.
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1. “Fender” Gwon O-sang, 2012. C-print, técnica mixta, 207 × 194 × 110 cm. 2. “Nueva estructura y relieve” Gwon O-sang, 2016. (Instalado en la GALERÍA ARARIO de Seúl)
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© Gwon O-sang & ARARIO GALLERY
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REPORTAJE ESPECIAL 1 Fotografía en Corea: disfrutar la libertad del lenguaje visual
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De af ición importada
a arte para todos
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La fotografía llegó a finales del siglo XIX a Corea, donde provocó a la vez fascinación y miedo. En línea con el progreso económico, la nueva tecnología enriqueció la vida cultural de la nación y estimuló el desarrollo de otras industrias relacionadas. Hoy prácticamente cada persona es un fotógrafo y tomar instantáneas es una actividad habitual. Las generaciones jóvenes están más familiarizadas con la creación de imágenes que con la escritura. Yoon Se-young ı Editor ejecutivo, Monthly Photo Art 2
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1. “Vaivén de jóvenes” Florian Demange, década de 1910. Placa de vidrio seco, 17.5 x 12.5 cm. © Jeong Seong-gil
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Norbert Weber, OSB, 1911. Placa de vidrio seco. © Benedict Press Waegwan 2012
3. “Soldados del Imperio Daehan entrenan a las afueras de la Puerta Geonchun del Palacio Gyeongbok” Fotógrafo desconocido, Sin fecha. Impresión en gelatina plateada, 9.8 x 13.8 cm. © Salón de la Independencia de Corea
4. “Estudiantes bailan en la catedral de Nabawi” Florian Demange, 1900. Placa de vidrio seco, 10 x 15 cm. © Jeong Seong-gil
5. “Escuela de Gyemyeong” Norbert Weber, OSB, 1911. Placa de vidrio seco. © Benedict Press Waegwan 2012
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os recuerdos pueden desaparecer con el tiempo, pero las fotografías permanecen intactas y nos transportan al pasado. Es por este motivo que la gente suele decir que “las fotos son todo lo que queda”. El ser humano alberga el deseo de dejar atrás las posesiones, grabar una huella en el mundo y ser recordado con cariño a través de las imágenes. Sin embargo, hace cien años, cuando la fotografía llegó a Corea, sus habitantes no tenían una predisposición positiva hacia este fenómeno como ocurre en la actualidad. La llegada de este nuevo arte se produjo hacia el final de la dinastía Joseon, una época en la que muy pocas personas en el país, entre ellas los misioneros extranjeros, poseían una cámara. Para la gran mayoría de la gente, su primer encuentro con uno de estos aparatos fue de mano de un extranjero que de repente les apuntaba con la lente de una misteriosa caja negra. Era algo que inspiraba temor. La idea de que la apariencia de una persona fuera capturada y congelada en el tiempo era aterradora y siniestra. Se difundieron rumores que sugerían que “si te toman una foto te roban el alma”. Por otro lado, para la adinerada clase alta las fotografías eran regalos procedentes de una nueva civilización, a los que tuvieron la suerte de acceder antes de tiempo. Tener un retrato propio se convirtió en un símbolo de opulencia. De hecho, cuando en 1907 abrió el primer estudio fotográfico comercial de Corea llamado Cheonyeondang (“Estudio natural”) en Sogong-dong, en pleno centro de Seúl, las figuras influyentes de la corte real, los ricos y los extranjeros se agolpaban a sus puertas. Sin embargo, aún pasaría otro medio siglo antes de que las fotografías se convirtieran en un elemento cotidiano entre la gente común. El primer boom Durante el período colonial japonés (1910-1945) una cámara de fotos era todo un producto de lujo que costaba tanto como una casa normal en Seúl. Como tal, se pensaba que era propiedad exclusiva de adi-
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nerados diletantes. No fue hasta después de acabar la Guerra de Corea en 1953 cuando comenzaron a aparecer los estudios fotográficos comerciales y las cámaras se difundieron entre los fotógrafos profesionales -como fotoperiodistas- y los aficionados a la fotografía que podían permitírselas. Fue alrededor de esta época cuando un evento concreto desató un boom en la fotografía. En 1957, el museo de arte en el palacio de Gyeongbok se convirtió en la sede de la exposición itinerante internacional “La familia del hombre”. Esta generó una gran expectación, atrayendo a unos 300.000 visitantes. Bajo la tutela del comisario Edward Steichen, entonces director del departamento de fotografía del Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York, la muestra exhibía unas 500 imágenes con el humanismo como tema central tomadas por fotógrafos de todo el mundo. La exposición abrió los ojos de los coreanos sobre el rol y el valor de la fotografía como una nueva forma de arte. Inspirado por esta exhibición, en 1963 el diario coreano Dong-A Ilbo creó el concurso de fotografía Dong-A para el público en general y al año siguiente se incluyó una categoría de fotografía en la Exposición Nacional de Arte. Gracias a esta muestra anual patrocinada por el Estado comenzó a cambiar de forma gradual la percepción general de la fotografía. En el mismo año, la Universidad de Artes de Seorabeol instauró el primer departamento de fotografía en una institución de educación superior de Corea. La formación de fotógrafos profesionales, diferenciados de los aficionados, propició avances en este ámbito. Dentro de la tendencia general del realismo que prevaleció durante las décadas de 1960 y 1970, muchas de las fotos más destacadas se centraron en las no élites. Estas incluían la serie “Humano” de Choi Min-shik, que inmortalizaba las vidas de la gente común; “El orfanato de Holt”, consistente en fotos de niños de doble raíz étnica de Joo Myungduck; “Vistas del callejón trasero” de Kim Ki-chan, un reflejo de las vidas de las personas humildes que habitaban en los callejones de Seúl a lo largo de 30
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1. “Patriotas sacados de la cárcel tras la liberación nacional” fotógrafo desconocido, 1945. 20.3 x 25.4 cm. © Salón de la Independencia de Corea
2. “Busan” Choi Min-shik, 1965. © Choi Yu-do. Fuente de la foto: Noonbit Publishing Co.
3. “Soldado enviado a Vietnam habla con su madre, Aeródromo de Yeouido”
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Shisei Kuwabara, 1965. © Shisei Kuwabara. Fuente de la foto: Noonbit Publishing Co.
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La inquietud y la intimidación que en otros tiempos sentían los coreanos cuando se encontraban frente a una cámara se han desvanecido y ahora posan con aplomo y confianza. Esto refleja el hecho de que, a medida que se han ido distanciando de la lengua escrita y hablada, han aprendido a disfrutar de la libertad del lenguaje visual
años; “Pueblo natal”, una serie de Kim Nyung-man que se acercó al Movimiento de la Nueva Comunidad (Saemaul) y las vidas de la población rural; y “La casa de Yun-mi”, fotos biográficas de Jeon Monggag, que retrató a su hija desde el nacimiento hasta el matrimonio. De este modo los coreanos, que habían sido retratados por primera vez desde la perspectiva de fotógrafos extranjeros, llegaron a ser inmortalizados con las lentes de los fotógrafos nativos. En aquel momento se puso de moda colgar fotos familiares en medio del salón o en la sala principal de la casa, al ser estos los lugares donde más destacaban las imágenes. Las fotos incluían bodas, banquetes de los 60 cumpleaños de los padres, celebraciones del día número 100 de vida de los bebés o graduados vestidos con toga y birrete. Cuando acudían visitantes se les enseñaba con orgullo el álbum de la familia para que lo miraran mientras compartían té y aperitivos. Sin embargo, hasta finales de la década de 1970 aún no era habitual para la mayoría de los ciudadanos posar frente a una cámara, a excepción de ocasiones especiales. Íntimo y personal En los años 1980 las cámaras se convirtieron en artículos de consumo. En esa década muchas universidades establecieron departamentos de fotografía. Al poco tiempo ya se graduaban cada año más de mil estudiantes de fotografía de unas 20 universidades. A mediados de la década de 1980 también comenzó a regresar al país la primera generación de fotógrafos que había estudiado en el extranjero. Esto coincidió con el fuerte crecimiento económico de Corea y la posterior expansión de la industria publicitaria. A medida que se disparaba la demanda de fotos para
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publicidad, los estudios fotográficos que trabajaban para este sector comenzaron a abrir uno tras otro en el área de Chungmuro en Seúl. Esto, a su vez, estimuló la demanda de fotógrafos profesionales, por lo que se ampliaron aún más los departamentos de fotografía en las universidades en un clima de creciente interés por parte del público en general. El crecimiento económico no solo alimentó la demanda de fotos para anuncios corporativos, sino que también aumentó el número de personas con dinero disponible para gastar. El ejemplo más notable fue la fotografía de bodas. Con el uso de diversas estrategias de marketing, los estudios de fotografía de bodas han logrado generar nuevos deseos en la población. En épocas anteriores la fotografía de bodas consistía en imágenes de la ceremonia en sí, pero en el siglo XXI se ha convertido en costumbre tomar una serie de instantáneas pre-boda de la pareja dentro de un estudio o en lugares pintorescos. Estas fotos ayudan a calmar los sentimientos de insatisfacción de una ceremonia de enlace que transcurre de forma apresurada en un salón de bodas comercial. Al margen de la percepción de que tales fotos constituyen el registro visual de una de las ocasiones más importantes en la vida, gran parte de la satisfacción parece hallarse en el hecho de vestir y posar como príncipe y princesa en un cuento de hadas, el novio con esmoquin y ella con vestido de novia blanco y puro. La expansión de la fotografía de bodas llevó, curiosamente, a un posterior boom en las fotos de bebés. Las parejas jóvenes que se habían tomado fotos especiales en sus bodas comenzaron a representar de nuevo sus fantasías al comenzar a tener hijos. Hace algunas décadas, cuando llegaba el día número 100 de vida o el cumpleaños de un bebé, los padres se
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1. “Sur y Norte de la mano, Panmunjom” Kim Nyung-man, 1992. © Kim Nyung-man
2. “Rito de la isla de Jeju, East Gimnyeong-ri” Kim Soo-nam, 1981. © KIMSOONAM FOTO
3. “Escenas perdidas 135, Jamsil, distrito de Songpa”
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Kim Ki-chan, 1983. © Choe Gyeong-ja. Fuente de la foto: Noonbit Publishing Co.
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KBS 이산가족찾기운동
“누가 이 사람을 모르시나요”
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1. “Reunión familiar” Hong Sun-tae, 1983. © Hong Seong-hui
2. “Sin título” de “Casa de Yun-mi” Kang Woon-gu, 1989. © Kang Woon-gu
3. “Sin título” de “Casa de Yun-mi” Jeon Mong-gag, 1964. © Lee Mun-gang
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La inquietud y la intimidación que en otros tiempos sentían los coreanos cuando se encontraban frente a una cámara se han desvanecido y ahora posan con aplomo y confianza. Esto refleja el hecho de que, a medida que se han ido distanciando de la lengua escrita y hablada, han aprendido a disfrutar de la libertad del lenguaje visual limitaban a acudir a un estudio de fotografía local y tomar una foto conmemorativa de su hijo vestido con un hanbok tradicional. Sin embargo, en los últimos tiempos los padres suelen recurrir a estudios especializados en bebés para tomar una serie de instantáneas, como si fuera la sesión fotográfica de una celebridad. Algunos padres ni siquiera esperan al tradicional día número 100. Atraídos por las exitosas campañas de marketing, algunos bebés protagonizan este tipo de sesiones fotográficas en su día 50 de vida. Los niños expuestos a las cámaras a una edad tan temprana, comenzando por las imágenes de ultrasonido tomadas cuando aún están en el vientre de sus madres, se sienten cómodos por naturaleza con la avalancha de imágenes de la era de Internet. Una imagen más oscura En los primeros días de la fotografía en Corea, la actitud de evitar las cámaras respondía a la ignorancia de la gente. A excepción de las ocasiones especiales antes mencionadas, la aversión a situarse frente al objetivo continuó durante el siglo XX en ciertos sectores de la sociedad coreana. Las iniciales creencias erróneas sobre el robo de almas fueron reemplazadas por la inquietud social derivada de la constante agitación nacional. Las cicatrices de la Guerra de Corea, la agitación política de la posguerra y un sentimiento de victimización dentro de la resistencia a la dictadura militar y la lucha por la democratización fueron fenómenos que arrojaron sospechas sobre la fotografía. La ideología anticomunista originada en la división nacional dominó a la sociedad surcoreana en la segunda mitad del siglo XX. Los dictadores militares aprovecharon la excusa del anticomunismo para perpetuar la vigilancia y tomaron enérgicas medidas represivas contra los defensores de la democratización, lo que generó una atmósfera social de opresión,
inseguridad y terror. En un entorno en el que la vida de cualquier ciudadano podía cambiar en un instante por dar un paso adelante en el momento equivocado, la gente hallaba refugio en la idea de que era mejor evitar sobresalir entre la multitud. El anonimato se consideró algo esencial para la supervivencia y, por ello, la función de la fotografía de captar evidencias desconcertaba a los ciudadanos cuando se veían delante de las cámaras de desconocidos en lugares públicos. El sentimiento de cautela hacia la fotografía se fue desvaneciendo cuando las décadas de dictaduras militares tocaron a su fin y en 1993 se eligió a un presidente civil mediante elecciones democráticas libres. Debido a esto, la primavera de la democratización también puede llamarse la primavera de la fotografía. En algunos aspectos, sin embargo, persiste cierto recelo hacia la fotografía. La división de la nación coreana entre Norte y Sur evita que éste se disipe por completo. Un país de fotógrafos Sin embargo, ha comenzado una era en la que todo el mundo puede considerarse fotógrafo. Las cámaras, que otrora fueron inaccesibles productos de lujo, han penetrado en todos los hogares, ya sea en forma de teléfonos móviles con cámara de alta resolución o cámaras réflex digitales (DSLR, por sus siglas en inglés). Se puede decir que hoy todo el mundo tiene una cámara. La fotografía, como lenguaje visual, se ha convertido en un medio que reemplaza al lenguaje escrito y hablado. Gracias a la tecnología de Internet, ha surgido una nueva generación que se siente más cómoda con las imágenes que con la escritura. Hace una década más o menos, un artículo de prensa citaba una encuesta al afirmar que los licen-
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ciados en fotografía eran los maridos en potencia más populares para las coreanas. Las razones expuestas eran que la mayoría de los estudiantes de fotografía en las universidades provienen de familias ricas, los fotógrafos viajan mucho y el trabajo de fotografía permite a uno controlar su propio tiempo. En la misma época un profesor de fotografía me contó una historia interesante. En 1979, cuando confesaba a la gente su intención de estudiar fotografía en Estados Unidos, le preguntaban: “Lo único que hay que hacer es apretar un botón. ¿Por qué necesitas ir a Estados Unidos para estudiar fotografía?” Ahora esas mismas personas consideran que fue un visionario. La fotografía está proliferando rápidamente. Se estima que hay varios millones de fotógrafos aficionados en el país, con cientos de concursos de fotos que estimulan su entusiasmo. Los ganadores de los premios reciben puntos, que suman hasta obtener la cualificación necesaria para pertenecer a la Sociedad de Artistas de Fotografía de Corea, una entidad que a día de hoy cuenta con unos 10.000 miembros. Además, para muchas personas jubiladas la fotografía se ha convertido en un popular pasatiempo, como el senderismo o la pesca. Probablemente en este mismo momento una cantidad innumerable de personas están tomando fotos de algo en todos los rincones del país. Esta es sin duda una señal de que el pueblo coreano, reprimido durante casi un siglo debido al régimen colonial, la división nacional, la guerra y la dictadura militar, ahora ha encontrado la libertad y el disfrute en la vida. La inquietud y la intimidación que en otros tiempos sentían los coreanos cuando se encontraban frente a una cámara se han desvanecido y ahora posan con aplomo y confianza. Esto refleja el hecho de que, a medida que se han ido distanciando de la lengua escrita y hablada, han aprendido a disfrutar de la libertad del lenguaje visual.
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1. Una pareja posa durante la sesión fotográfica de su boda. A diferencia de principios de la década de 1990, cuando comenzó el auge de la fotografía de bodas y la mayoría de las parejas tomaban sus fotos previas a la boda en exteriores, en estos días la preferencia son fotos de estudio, como en una sesión de moda. © Vienna Studio
2. Una niña vestida como una modelo de revista posa para una sesión de fotos de estudio. Mientras que antiguamente los padres celebraban el día número 100 o el primer cumpleaños de su bebé solo con una foto conmemorativa de su hijo vestido con un hanbok tradicional, muchos padres jóvenes celebran el día 50 o el día 200 con fotos en un estudio especializado en imágenes de bebés. © Sarangbi Studio
“La Bella y la Bestia” Koo Bohn-chang. De VOGUE Corea, diciembre de 2002. © Koo Bohn-chang
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1. “DMZ” Park Jong-woo, 2017. © Park Jong-woo
2. “Casa roja I # 007, 2005, Pyongyang” Noh Sun-tag, 2005. © Noh Sun-tag
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3. Plaza de Seúl frente al ayuntamiento repleta de “Diablos Rojos” animando al equipo nacional en el partido contra España de cuartos de final de la Copa Mundial de Corea/Japón, el 22 de junio de 2002. © Chosun Ilbo
4. Los ciudadanos protestan contra el mal gobierno de la presidenta Park Geun-hye en una concentración masiva a la luz de las velas, celebrada en la plaza Gwanghwamun en el centro de Seúl, el 19 de noviembre de 2016. © Agencia de Noticias Yonhap
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REPORTAJE ESPECIAL 2 Fotografía en Corea: disfrutar la libertad del lenguaje visual
“Niños jugando en el callejón, Haengchon-dong, Seúl” Kim Kim Ki-chan, Ki-chan, 1972. 1972. © © Choi Choi Gyeong-ja. Gyeong-ja. Fuente Fuente de de la la foto: foto: Noonbit Noonbit Publishing Publishing Co. Co.
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Más que meros testigos de la historia La esencia de la fotografía radica en su capacidad para capturar momentos en el tiempo y la historia. Fieles a este principio, los fotógrafos documentales coreanos han servido como testigos de la tumultuosa historia del país. Podría decirse que la fotografía coreana moderna nació en 1945 cuando la nación se liberó de la ocupación japonesa. Con el tiempo, las fotografías obtuvieron el poder de cambiar el rumbo de la historia.
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Lee Kyu-sang ı CEO, Noonbit Publishing
l nacimiento de la fotografía moderna coreana se superpuso con la liberación del país del dominio japonés el 15 de agosto de 1945. Bajo la represión y vigilancia de los colonizadores, los fotógrafos coreanos se limitaron principalmente a tomar fotografías de paisajes. No obstante, pudieron capturar a su país y sus compatriotas desde sus propias perspectivas. En ese sentido, el día de la liberación del país también puede considerarse el “día de la independencia” de la fotografía coreana. A diferencia de las pinturas, donde las imágenes se pueden representar sobre el lienzo desde la memoria, uno ha de estar en la escena para tomar una fotografía. Muchos fotógrafos expresaron sus opiniones mediante imágenes que capturan históricos eventos que presenciaron personalmente. Entre ellos estaba Lee Kyung-mo (1926-2001), entonces un fotógrafo de 19 años de Gwangju en la provincia de Jeolla del Sur. De la liberación a la división La primera cámara de Lee fue un regalo de su abuelo. Originalmente, soñaba con convertirse en artista, pero cuando recibió una Minolta Vest al comenzar la escuela secundaria, se embarcó en la búsqueda de la fotografía de por vida. El día de la liberación del país, salió a la calle con su cámara y capturó
imágenes de la multitud de personas abrumadas por la alegría. Entonces nació la fotografía coreana moderna. Poco después, a principios de septiembre de 1945, Lee tropezó con una perspectiva extraña en la entrada de Myeongdong en el centro de Seúl. En vez de la policía militar japonesa, vio soldados estadounidenses deambulando por los departamentos comerciales o montados en rickshaws. Los tres años de ocupación militar estadounidense representaron un período de mayor confusión, ya que la sociedad coreana se vio envuelta en un conflicto ideológico que eventualmente llevó a una división nacional. Muchos se preguntaban si se presagiaba otra era de dominación extranjera. Para un joven fotógrafo, parecía extraño recuperar la independencia de los japoneses, solo para luego ser puestos bajo el mando militar estadounidense. Lee dejó muchas fotografías que relatan esos tiempos, desde la Rebelión Yeosu-Suncheon en la provincia de Jeolla del Sur, provocada por la confrontación izquierda-derecha en octubre de 1948, hasta la Guerra de Corea, que estalló en junio de 1950. La alegría efímera de la liberación dio paso al dolor de la división. Algunos fotógrafos eligieron enfocar sus lentes en esta sombría realidad. Han Chi-gyu (1929-2016), un fotógrafo y oficial de inteligencia militar, grabó imágenes de la Zona Desmilitarizada (DMZ) que divide Corea del Sur y Corea del Norte.
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Han huyó a Corea del Sur desde el norte en un barco pesquero y sirvió en el ejército coreano durante la guerra. Dondequiera que fuera, siempre se llevaba su cámara. Hasta que fue dado de baja como coronel en 1979, tomaba fotos cada vez que visitaba la zona desmilitarizada o sus unidades subordinadas. Durante las visitas domiciliarias en Seúl, utilizaba su cámara para registrar el cambiante paisaje urbano y a sus hijos mientras crecían. La colección de fotografías de Han, publicada poco antes de su fallecimiento, nos permite reflexionar sobre las heridas de una nación dividida y sobre la cultura militar que moldeó las vidas de los coreanos en ese momento. La difícil situación de los desfavorecidos Corea del Sur obró una milagrosa recuperación al salir de las cenizas de la guerra y la división territorial, para lograr un crecimiento económico sin precedentes. Entonces, los fotógrafos coreanos de documentales voltearon sus lentes hacia los que quedaron atrás en medio del rápido desarrollo industrial. Entre los fotógrafos que eligieron documentar las vidas de las personas marginadas estaba Choi Min-shik (1928-2013). Después de graduarse en el Departamento de Diseño en Chubi Central Art School en Tokio en 1957, Choi aprendió fotografía por su cuenta y comenzó a tomar fotos de personas. A lo largo de su carrera, publicó un total de 14 álbumes de fotos que forman su serie “Humano”, que retrata el sufrimiento de las personas desfavorecidas, desnudando el alma y la naturaleza humana. “Concentré mi lente en la vida de las personas menos afortunadas, aquellos que están en los márgenes de la sociedad. Durante cinco décadas, mis sujetos han sido aquellos que viven en la pobreza y la privación. No importa la frecuencia con que presione el obturador, nunca hubo un solo momento en el que dudara de su integridad como seres humanos”, escribió Choi en uno de sus libros. Habiendo luchado contra la pobreza a lo largo de su vida, Choi no consideraba a los pobres como meros sujetos; tenía un profundo afecto por sus vecinos indigentes y buscaba registrar vívidamente las imágenes de los que se quedaron atrás en la carrera por el desarrollo económico. Hubo otro fotógrafo que percibió que la industrialización y el crecimiento económico no necesariamente generaban felicidad. Kim Ki-chan (1938-2005), que había trabajado anteriormente en una cadena de televisión, solía colgarse su cámara sobre el hombro todos los fines de semana y dirigirse a las barriadas en las colinas de Seúl. “El callejón en Jungnim-dong fue mi hogar espiritual. La primera vez que puse un pie allí, la atmósfera bulliciosa me trajo recuerdos de un callejón en Sajikdong de mi infancia. Fue entonces cuando decidí que las vistas de esos callejones y las alegrías y las tristezas de sus residentes se convertirían en el tema de mis obras”, resaltó Kim.
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Kim publicó seis álbumes de fotos sobre el tema “Vistas del callejón trasero”, así como una colección de fotografías que capturaban imágenes de la gente del campo que llegó a Seúl y acampó frente a la estación de Seúl, y del paisaje cambiante de la agricultura en las aldeas que habían dejado atrás. Durante décadas, documentó escenas de callejuelas estrechas y las vidas de sus residentes, desarrollando una intimidad con estos sujetos, mientras que sus obras seguían siendo revalorizadas. Lucha por la democracia Después de la muerte del ex presidente Park Chung-hee, quien impulsó una serie de planes de desarrollo económico durante su prolongado gobierno de puño de hierro, la sociedad coreana se vio arrastrada por la fiebre de la democratización. Los estudiantes tomaron las calles en protestas contra la dictadura militar, y otros ciudadanos, que habían permanecido al margen, pronto se unieron. Pero con el estricto control del gobierno sobre los medios, el público no tenía forma de conocer toda la verdad sobre el movimiento de democratización o lo que las élites gobernantes tramaban. Sin embargo, a pesar de la represión mediática, la gente percibía los actos violentos cometidos por el régimen autoritario, particularmente las trágicas circunstancias del levantamiento civil en Gwangju el 18 de mayo de 1980. Y así se mantuvieron unidos al frente de este movimiento pro-democrático. Kwon Joo-hoon (nacido en 1943), un fotoperiodista que trabajó en varios medios de noticias antes de retirarse de la agencia de noticias privada Newsis en 2015, documentó importantes eventos históricos a lo largo de su carrera de 47 años. A las 2 p.m. del 20 de mayo de 1986, cubría el Festival del Primero de Mayo en la Plaza de la Acrópolis de la Universidad Nacional de Seúl. El tema del evento era la “Reevaluación histórica del levantamiento de Gwangju”, y Moon Ik-hwan (19181994), pastor y famoso activista antigubernamental, hablaba frente a los estudiantes. De repente, un alumno en la azotea del edificio del sindicato de estudiantes lanzó un grito de guerra, se desparramó disolvente por todo su cuerpo y se prendió fuego. Luego saltó, cayendo siete metros sobre una balaustrada en el segundo piso. Otros estudiantes corrieron hacia él y trataron de sofocar el fuego, pero fue en vano. Finalmente, apagaron las llamas con un extintor, pero el estudiante, identificado como Lee Dong-su, murió poco después de llegar al hospital. Bajo la ley marcial, ningún medio de comunicación nacional fue lo suficientemente valiente como para publicar una sola imagen de la impactante escena. El Hankook Ilbo, diario para el que Kwon trabajaba, fue el único periódico que informó del incidente, aunque en un pequeño recuadro y dos días después. Solo cuando la prensa internacional publicó la imagen del incidente se hizo ampliamente conocido en Corea. La horrenda escena de
“Soldados estadounidenses en rickshaws, Myeong-dong, Seúl” Lee Kyung-mo, 1945. © Lee Seung-jun. Fuente de la foto: Noonbit Publishing Co.
“Soldados coreanos patrullando la línea de demarcación militar” Han Chi-gyu, 1972. © Han Seung-won. Fuente de la foto: Noonbit Publishing Co.
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“Colapso de Lee Han-yeol” Chung Tae-won, 1987. © Chung Tae-won. Fuente de la foto: Noonbit Publishing Co.
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Los fotógrafos han sido testigos de momentos épicos de la historia moderna de Corea. Con sus cámaras, acusaron elocuentemente a las dictaduras militares y se identificaron con aquellos que se quedaron atrás en la marcha hacia la industrialización un joven que se lanza a la muerte con todo su cuerpo en llamas fue una cruda declaración de cómo los estudiantes anhelaban la democracia desesperadamente. Más tarde, un periodista contó cómo la foto le impulsó a cambiar su carrera profesional de juez, con la esperanza de transmitir la verdad al público. Kwon no fue el único fotoperiodista que hizo una crónica del creciente enfrentamiento entre el régimen autoritario y el bando prodemocrático. Tony Chung (también conocido como Chung Tae-won, nacido en 1939), que era el fotógrafo principal de Reuters Korea, capturó escenas del Levantamiento de Gwangju en 1980 y del Movimiento de la Democracia de junio de 1987 que se distribuyeron por todo el mundo. La fotografía de Chung de Lee Han-yeol, un estudiante de la Universidad Yonsei, fatalmente herido por una granada de gas lacrimógeno durante una manifestación frente a su escuela el 9 de junio de 1987, se convirtió en el elemento catalizador del Movimiento por la Democracia de junio, y en un símbolo eterno de la lucha del pueblo coreano por la democracia. Las imágenes de Lee, inconsciente y con la sangre corriéndole por la cara, reflejaban la brutalidad de las fuerzas gubernamentales, que encendían la ira entre los ciudadanos comunes. Chung recordó que cuando vio al estudiante colapsar entre gas lacrimógeno, justo cuando estaba a punto de levantar su mano hacia la parte posterior de su cabeza, inmediatamente corrió hacia él. Tomó un primer plano de un compañero que trataba de ayudarle a levantarse. Intuitivamente percibió que había captado algo grande, Chung fue directo a su oficina, reveló la foto en el cuarto oscuro y la divulgó por todo el mundo. Luego logró contactar con el médico que inicialmente había tratado al estudiante y le preguntó sobre su condición. Le dijeron que el estudiante estaba en coma y que no iba a sobrevivir. Lee Hanyeol nunca recuperó la conciencia y murió el 5 de julio. Cuando cubría las protestas callejeras, Chung siempre se ponía de pie al lado de los manifestantes estudiantiles y tomaba primeros planos. Durante el levantamiento civil en Gwangju, se ubicó entre la milicia civil y capturó nítidas escenas de sangrientos enfrentamientos con balas que volaban en todas direcciones. Los fotógrafos han sido testigos de momentos épicos de la historia moderna de Corea. Con sus cámaras, acusaron elocuentemente a dictaduras militares y se identificaron con aque-
llos que se quedaron atrás en la marcha hacia la industrialización. Los fotógrafos de documentales revivieron lo que la censura gubernamental podría haber borrado de nuestras memorias, historia y registros públicos. A través de sus fotografías, han buscado abrazar más a los débiles que a los fuertes, a las víctimas que a los perpetradores, a los perdedores en lugar de a los ganadores, y a la democracia en vez de al poder. Democratización de la fotografía Los momentos críticos de la historia contemporánea de Corea desde 1945, marcados por un vórtice de cambio y un frenético ritmo de desarrollo político, económico y social, han sido narrados principalmente por fotoperiodistas profesionales. Sin embargo, la “revolución de la luz de las velas”, que comenzó en octubre de 2016, mostró cómo los tiempos han cambiado, ya que los ciudadanos comunes que participan en los mítines se convirtieron en fotógrafos documentales. Previamente, el 16 de abril de 2014, los jóvenes estudiantes atrapados en el transbordador Sewol en un viaje escolar, registraron sus últimos desesperados momentos con sus teléfonos celulares. Tan desgarradoras fotos y videos causaron un profundo dolor entre la gente y sirvieron de evidencia crucial del trágico incidente: cómo cientos de estudiantes se encontraron con la muerte cuando el transbordador volcado fue prácticamente abandonado sin apropiados esfuerzos de rescate por parte de las autoridades competentes. En la época de la fotografía analógica, los fotoperiodistas empacaban sus equipos y los llevaban a escenas de accidentes e incidentes. Pero en la era digital, cualquier persona en la escena, incluso sin experiencia ni un equipo profesional, puede tomar fotos desde su propia perspectiva, gracias a las cámaras de alta calidad de los teléfonos inteligentes. En este sentido, podría decirse que la fotografía también se ha “democratizado”. Durante las manifestaciones a la luz de las velas en la Plaza Gwanghwamun, que continuaron durante el invierno de 2016, los manifestantes que se tomaban selfies con sus familias o amigos eran personas comunes. Las innumerables instantáneas de entonces recordarán para siempre el día en que se unieron a un acto de desafío contra un presidente contaminado por el escándalo, con una ardiente pasión por la democracia.
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REPORTAJE ESPECIAL 3 Fotografía en Corea: disfrutar la libertad del lenguaje visual
Homo Photocus y fotografía digital La ubicuidad de las cámaras digitales y los teléfonos inteligentes ha redefinido el papel de la fotografía: ahora es un medio para registrar momentos cotidianos, no solo eventos especiales, y un medio de comunicación fácilmente disponible para cualquier persona. Tomar fotos de las actividades que cada uno realiza y compartirlas al instante a través de las redes sociales se ha convertido en un gesto típico de la vida cotidiana en Corea. Choi Hyun-ju ı Redactor independiente; ensayista fotográfico
“Flâneur en el Museo, Louvre” Kim Hong-shik, 2016. Trabajo en relieve; uretano, tinta y serigrafía en acero inoxidable; 120 × 150 cm (incluido el marco). © Kim Hong-shik
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n estos días, muchas personas toman fotos en todo lugar al que vayan. Pero, ¿por qué están tan absortos en esta actividad? Tal vez es debido a su deseo de recordar y apreciar momentos particulares. El acto de tomar fotografías implica aprehender esos momentos, ya que los recuerdos son, en un sentido más amplio, también algo que se posee. Cuando les apunta una cámara, las personas mayores a menudo reaccionan diciendo: “¿Para qué sirve tomar una foto de esta cara marchita?”. Esta respuesta sugiere que consideran la fotografía como una forma de arte diseñada inherentemente para cumplir un propósito estético. ¿Por qué creen que solo las cosas bellas merecen ser fotografiadas? Por supuesto, pocos tratarían de capturar objetos antiestéticos o paisajes desagradables, a menos que estén recolectando materiales documentales o trabajando con un concepto especial. Conseguir la ‘instantánea de mi vida’ Después del advenimiento de las cámaras digitales, innumerables fotógrafos aficionados han producido fotografías
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de paisajes que son prácticamente iguales, como una serie de impresiones. De nuevo, la pregunta es “¿Por qué?” Una vez visité un viejo templo que estaba en el borde de un acantilado, y estaba bastante molesto porque la vista estaba envuelta en espesa niebla. Me dije a mí mismo: ¡Oh, el templo debería ser fotografiado desde aquí, desde este ángulo exacto! Las fotos del lugar que había visto en las guías se quedaron en mi mente. Esperé un rato, pero la niebla no se iba. Entonces mi guía sonrió y dijo: “Tengo una buena idea. Intenta buscar en Google este lugar cuando vuelvas a casa”. Innumerables turistas regresan de sus viajes con imágenes casi idénticas de los lugares que visitaron porque reflejan lo que experimentaron o sintieron allí. Probablemente esperaron en línea para tomar la misma perspectiva de la misma manera. Creen que el hermoso paisaje frente a sus ojos puede ser algo “de su propiedad” al capturarlo con sus cámaras, y quieren que otros reconozcan esa “propiedad”. Los coreanos acuñaron un nuevo término al referirse a este tipo de fotografía como captura para certificar, que sería algo así como “foto probatoria”, algo que los sociólogos del futuro podrían clasificar como un
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género de fotografía separado, como fotos documentales o retratos. Después del homo faber, el humano que fabricaba herramientas, el homo habilis, el “hombre práctico” o humano fabricante de herramientas de piedra, y el homo ludens, el ser humano lúdico, la década de 2010 ha traído un nuevo tipo de humano que podría ser apodado como homo photocus. Son hombres y mujeres de todas las edades, incluidas muchas personas mayores que algunos no esperarían sentirse tan cómodos usando las nuevas tecnologías. Pero una cámara de teléfono inteligente, al no ser una cámara réflex digital de un solo objetivo, puede ser usada con facilidad por cualquier persona. Aunque es lo suficientemente pequeño como para sostenerlo con una mano, un teléfono inteligente puede tomar cualquier tipo de imagen; y sobre un selfie stick, puede tomar fotos desde ángulos amplios, más allá del alcance normal del brazo del fotógrafo, evitando tener que pedir ayuda a extraños para tomar una foto. El homo photocus del siglo 21, blandiendo un teléfono inteligente en alto y preocupado por tomar “fotos de prueba”, se ha extendido por todo el mundo. En la era de las cámaras
1. En el palacio de Changgyeong de Seúl, las mujeres jóvenes disfrutan tomándose selfies vestidas con atuendos tradicionales coreanos. Obviamente están más interesadas en obtener "fotos probatorias" especiales que en apreciar el enclave histórico. © Chosun Ilbo
2. En un restaurante, unos jóvenes clientes se toman una foto con las cervezas y la comida antes de beber. Los jóvenes han creado la tendencia de tomar fotos de sus actividades cotidianas y compartirlas mediante redes sociales. © GettyimagesBank
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El homo photocus del siglo 21, blandiendo un teléfono inteligente en alto y preocupado por tomar “fotos de prueba”, se ha extendido por todo el mundo. En la era de las cámaras digitales, los teléfonos inteligentes y las redes sociales, la “prueba de fuego” puede ser la característica distintiva que define a este nuevo tipo de ser humano digitales, los teléfonos inteligentes y las redes sociales, esa “prueba de fuego” puede ser la característica distintiva que define a este nuevo tipo de ser humano. En los últimos años, ha surgido un nuevo fenómeno que se puede presenciar en el corazón de Seúl, alrededor de sus palacios reales y barrios tradicionales, como el Palacio Gyeongbok y Bukchon, o incluso en la aldea hanok de casas tradicionales coreanas, en la ciudad de Jeonju. En estos típicos enclaves culturales, hombres y mujeres jóvenes, en su mayoría adolescentes y veinteañeros, se disfrazan con un hanbok alquilado, el atuendo tradicional coreano, y se toman “fotos probatorias”. Aunque el traje tradicional casi ha desaparecido de la vida cotidiana de los coreanos, excepto en ocasiones especiales como bodas, ahora ha vuelto a las calles. Curiosamente, sin embargo, esta tendencia no está tan relacionada con el renacimiento de la tradición o la historia, sino pura y simplemente con la fotografía. Estos jóvenes se fotografían con hermosos atuendos tradicionales, notablemente diferentes de la ropa moderna, para luego subir las imágenes al instante en sus cuentas de redes sociales, para compartirlas con amigos reales y virtuales. Lo mejor de sus “fotos probatorias” es lo que ellos llaman “instantáneas únicas”, donde buscan ese encuadre especial, recorren barrios elegantes, palacios reales, cafés famosos y puntos turísticos, luciendo deslumbrante disfraces. El núcleo de la comunicación Las fotografías atraen a las personas. Las publicaciones de Internet que no van acompañadas de imágenes atraen a un número significativamente menor de espectadores. Por lo tanto, los bloggers y otros creadores de medios hacen todo lo posible para subir imágenes impactantes que atraigan a las personas a hacer clic en sus enlaces. Esto es especialmente relevante entre los creadores de medios enfocados en moda o comida, para quienes las fotos juegan un papel crítico. A menudo van equipados con cámaras digitales de alto rendimiento y habilidades que se suman a los fotógrafos profesionales. Las cámaras digitales y los teléfonos inteligentes han
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supuesto un gran cambio en la forma en que se utiliza la fotografía en la vida cotidiana. En la era analógica, las personas tomaban fotos y las imprimían y enmarcaban para colgarlas en la pared o colocarlas en una cómoda o escritorio. De vez en cuando las miraban, recordando el tiempo y la gente de las imágenes. En la era digital de hoy, sin embargo, tomar la foto es solo el comienzo; lo que sigue es un largo proceso de selección de buenas tomas, eliminación de las malas, procesamiento de las seleccionadas con un software de edición de fotos para subirlas a las redes sociales. Rara vez una foto termina en un marco en la pared, pero la mayoría se sube a Internet para ser compartida y difundida por todo el mundo virtual. Las imágenes publicadas en redes sociales generalmente reciben una buena cantidad de comentarios de otros que expresan su aprobación o crítica. En el pasado, solo la familia y los amigos podían expresar sus opiniones sobre una foto. Ahora, sin embargo, incluso completos extraños pueden comentar las fotos de los demás, y el destino de una imagen digital está determinado por lo bien que se edita y la cantidad de “me gusta” que recibe en las redes sociales. Según mis observaciones, las publicaciones en redes sociales que atraen mayor respuesta no son aquellas que debaten sobre asuntos políticos o sociales, o incluso asuntos personales, sino selfies y “fotos probatorias”. Estas fotografías tienden a mover a un mayor número de personas, llevando incluso a una mayoría reticente a dejar un comentario. Es probable que las imágenes, más que la escritura, provoquen respuestas emocionales de las personas, alentándolas a verificar y compartir historias entre sí; en resumen, motivan a las personas a interactuar íntimamente con los demás. Buscando lo mejor de las redes sociales, la fotografía en la era digital tal vez se haya convertido en el medio de comunicación más útil. Prueba de deseos, no de hechos Probablemente se hayan tomado más fotografías en la década de 2010 que en los últimos 180 años, desde la invención de la cámara. Sin duda, el progreso tecnológico lo ha hecho
posible, pero bajo este fenómeno subyace que la fotografía en la era digital refleja nuestros deseos. En su libro “Trend Korea”, Kim Ran-do, profesor de ciencias del consumidor en la Universidad Nacional de Seúl, afirma que la “adicción a la evidencia” y la “jactancia diaria” fueron algunas de las principales tendencias observadas en Corea en 2015. Eso significa que vivimos en una era de la sospecha, donde apenas creemos nada sin pruebas, y que solo reconocemos aquello que se puede ver y probar. Según el análisis del autor, en un mundo donde los “retweets” y los “me gusta” en las redes sociales definen la identidad individual, la jactancia se ha convertido en rutina. En esta época de auto-verificación, las “fotos probatorias” son innegablemente una poderosa herramienta. Pero algo no cuadra. La prueba, en el sentido correcto de la palabra, debe ser fiel a la verdad, por lo que cualquier cosa que no concuerde con los hechos no puede ser una prueba. Sin embargo, las “fotos probatorias” son verdaderas y falsas a la vez, porque los selfies, por ejemplo, que se editan o embellecen, no suelen ser un reflejo exacto de la persona, sino un ideal alejado de la realidad. Existen innumerables aplicaciones para teléfonos inteligentes que hacen que las personas se vean mejor, borrando las arrugas, suavizando el tono de la piel o agrandando los ojos. Resulta irónico que estas imágenes, sacadas de contexto y editadas para
La playa de Sehwa en la isla de Jeju siempre bulle de parejas y recién casados que se toman fotos con su hermoso paisaje marino al fondo. Los deseos de las personas de captar momentos especiales de sus vidas en fotos y compartirlas en las redes sociales han convertido cada rincón escondido de la isla en un célebre destino turístico. © jejuguree
verse mejor, estén siendo utilizadas para la auto-verificación. Durante muchos años, las personas han usado fotografías para “probar” su identidad. Ahora, sin embargo, las imágenes del carnet de conducir o de una solicitud de empleo pueden ser inútiles, en ese sentido. Al menos en Corea, casi nadie usa fotos sin editar actualmente. Los selfies glamurosos y las “fotos probatorias” no reflejan la identidad real de las personas, sino sus deseos, y muestran no quiénes son, sino quienes desearían ser. Después de todo, levantar el teléfono inteligente sin cesar para tomar una “fotos probatorias” es un esfuerzo para que sus deseos sean reconocidos por otros. Vivimos una era de contradicción, donde la gente quiere ser reconocida por la multitud mientras que tiene poca fe en los demás y hace cada vez menos esfuerzos para comunicarse con ellos. La fotografía en la era digital apunta a la duplicidad de nuestra existencia.
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FOCO
Las
misiones de Joseon a Japรณn en la Memoria del Mundo de la UNESCO
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Los tres vecinos del noreste de Asia se involucraron entre los años 1592 y 1598 en feroces campañas militares, a las que la China de la dinastía Ming se sumó para ayudar a Corea a defenderse de los invasores japoneses. Aunque la guerra dejó en ruinas toda la península, en los dos siglos siguientes Corea y Japón restablecieron sus relaciones mediante una diplomacia activa. En octubre de 2017 los registros de las misiones diplomáticas a Japón de la dinastía Joseon fueron inscritos en el Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO bajo el nombre oficial “Documentos sobre Joseon Tongsinsa / Chosen Tsushinshi: Historia de la construcción de la paz e intercambios culturales entre Corea y Japón desde el siglo XVII al siglo XIX”. Suh Kyung-ho ı Profesor emérito de la Universidad Nacional de Seúl; Ex miembro del Comité Consultivo Internacional del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO
“Barco “Barco con con las las credenciales credenciales de de la la Corte Corte Joseon Joseon avanza avanza río río arriba arriba en en Japón” Japón” (Detalle), (Detalle), Período Período Edo. Edo. Artista Artista desconocido. desconocido. Tinta Tinta yy color color sobre sobre papel, papel, 58.5 58.5 x x 1524 1524 cm.La cm.La pintura pintura representa representa un un barco barco que que navega navega por por el el río río Yodogawa Yodogawa en en Osaka, Osaka, Japón, Japón, con con una una misión misión coreana coreana aa bordo bordo portando portando las las crecredenciales denciales del del rey rey Joseon. Joseon. Saliendo Saliendo de de Busan Busan en en barco, barco, la la misión misión fue fue transferida transferida aa un un lujoso lujoso barco barco ofreofrecido cido por por el el shogunato shogunato Tokugawa Tokugawa al al llegar llegar aa la la desembocadura desembocadura del del río. río. El El barco barco está está decorado decorado con con banderas banderas con con emblemas emblemas del del shoshogunato gunato Tokugawa, Tokugawa, yy los los músicos músicos de de Joseon Joseon figuran figuran en en el el centro centro tocando tocando sus sus instrumentos. instrumentos. © © Museo Museo Nacional Nacional de de Corea Corea
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uando en 1607 la corte de la dinastía Joseon envió su primera misión a Japón, había pasado menos de una década desde que finalizara la devastadora guerra de siete años provocada por las invasiones niponas. Tras la muerte de Toyotomi Hideyoshi, el encargado de dirigir las campañas, el shogunato de Tokugawa solicitó a Corea que enviara una misión diplomática para reparar las relaciones entre los dos países y preservar la paz. Aunque la guerra había reducido la nación a cenizas, el gobierno de Joseon aceptó esta petición. Los enviados, llamados tongsinsa (que significa literalmente “emisarios para la comunicación”), emprendieron un largo viaje de más de seis meses desde Hanseong (también conocido como Hanyang, el actual Seúl) hasta Edo (actual Tokio). Fue una aventura de gran magnitud, con cientos de personas involucradas en cada misión. Las delegaciones recibían una cálida bienvenida a donde quiera que fueran y el shogunato japonés invirtió una suma económica tan grande en recibirlas que llegó a sufrir dificultades financieras. En el año 1811 Joseon había enviado un total de doce misiones, y eso contribuyó significativamente a impulsar la paz entre los dos países y sirvió como canal para el intercambio cultural mutuo. Los textos inscritos recientemente en el Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO comprenden 111 artículos (333 elementos), que incluyen 5 documentos diplomáticos (51 elementos), 65 informes de viajes (136 elementos) y 41 registros de intercambio cultural (146 artículos). Actualmente se encuentran en poder de varias instituciones en los dos países: 63 de los artículos (124 elementos) están en Corea y 48 artículos (209 elementos) en Japón. La solicitud fue presentada por la Fundación Cultural de
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Busan en Corea y el Consejo de Enlace de Lugares Asociados a Chosen Tsushinshi en Japón. El éxito de la inscripción tiene un significado especial al ser producto del esfuerzo conjuntos de ambos países. Su importancia en la historia mundial La inscripción tuvo lugar en un momento en que el Comité Consultivo Internacional de la UNESCO se hallaba en una situación delicada. Habían sido nominados para su inscripción dos conjuntos de documentos de naturaleza conflictiva que involucraban a Corea y Japón: los de las misiones diplomáticas de Joseon y los de las mujeres y niñas forzadas a la esclavitud sexual para los soldados del Imperio de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. El Gobierno japonés, como era de esperar, se opuso duramente a la inscripción de los documentos sobre las “mujeres de confort”, que habían sido presentados conjuntamente por 15 organizaciones cívicas de ocho países, entre ellos Corea y Japón. Al final el comité decidió posponer la inscripción de los polémicos documentos sobre los errores cometidos durante la guerra por parte del Imperio Japonés y recomendó al director general de la UNESCO inscribir solo los documentos sobre los contactos diplomáticos entre Corea y Japón. Al instar al diálogo entre aquellos que nominaron estos últimos documentos y todo aquel con intereses en el conflicto, el IAC declaró de facto que solo consideraría para la inscripción las nominaciones conjuntas acordadas por todas las partes interesadas, como era el caso de los documentos tongsinsa de Joseon. En el proceso de selección del Programa Memoria del Mundo se aplican diversos criterios a la hora de elegir las candidaturas, como el valor social, el estado de conservación o la
rareza del patrimonio documental propuesto. El criterio más importante es su importancia en la historia mundial, concretamente si el patrimonio presentado alude a eventos o logros culturales que influyeron en la historia de la humanidad más allá de la nación y la región en la que se enmarca. El Comité Consultivo Internacional recomienda la inscripción en el programa Memoria del Mundo de los documentos que cumplen con dichos criterios y aconseja el registro como patrimonio regional o nacional de aquellos que no los cumplen. La afirmación de que ciertos documentos tienen un significado global debe ser respaldada por una amplia perspectiva a la hora de interpretar el evento histórico en cuestión. En este sentido, el Programa Memoria del Mundo aporta un impulso a nuevas y diferentes perspectivas sobre estudios históricos. De este modo, la inscripción de los registros de las misiones diplomátiRuta de misiones de joseon a japón Seúl
Mar del este
Munkyoung
Nikko
joseon
JAPÓN Busan
Tsushima
Kioto Shimokamagari
Shimonoseki
Tokio Hakone
Ogaki
Osaka
Ushimado
Arai
cas de la dinastía Joseon en Japón brinda una oportunidad para nuevas interpretaciones de su contexto histórico. Una ventana al noreste de Asia en el siglo XVII Los buques mercantes europeos habían establecido extensas rutas comerciales que llegaban al Océano Índico rodeando el Cabo de Buena Esperanza en el extremo sur de África y navegaban de forma regular desde Adén en la Península Arábiga hasta la India y el sudeste asiático, así como a Indonesia y las islas del Pacífico Sur. El destino final de los grandes viajes era China y, hacia mediados del siglo XVIII, el comercio con China por parte de la Compañía de las Indias Orientales de los Países Bajos y Gran Bretaña representaba una parte considerable del total de los intercambios a nivel mundial. El gobierno chino, no obstante, enfocaba más su interés en el orden político del noreste de Asia que en el comercio con Europa. Esta región, muy alejada de los eventos que sucedían en otras partes del mundo, tenía su propio orden establecido. Cuando la dinastía Ming se derrumbó poco después de las invasiones japonesas de Corea, se cortaron las relaciones diplomáticas entre China y Japón. China dejó de comerciar con Japón y este último practicó una política de puertas cerradas. Sin embargo, debido a los vínculos culturales forjados por el uso común de los caracteres chinos y la influencia del confucianis-
Shizuoka
Ainoshima Océano pacífico
“Procesión de la Misión en el Castillo de Edo” (Detalle), atribuida a Kim Myeong-guk, período de mediados de Joseon. Tinta y color sobre papel, 30.7 x 595 cm.La pintura representa la misión de Joseon entrando en el Castillo de Edo en 1636. Sobre las figuras se escriben sus cargos, revelando sus roles. Se estima que la pintura es obra de Kim Myeong-guk (1600-?), quien acompañó a la delegación como artista cortesano de Joseon. © Museo Nacional de Corea
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En las relaciones entre Corea y Japón el envío de emisarios representaba solo una parte del abanico de actividades diplomáticas que realizaba el gobierno de Joseon. Esas misiones desempeñaron un papel clave en pergeñar la paz entre ambos países y permitieron a Corea facilitar el contacto entre China y Japón. mo, la ruptura no significó la anulación completa de los contactos. Además, tanto China como Japón se necesitaban mutuamente en el ámbito comercial. Japón necesitaba productos chinos, en especial libros, y China tuvo que importar plata para fabricar sus monedas desde Japón, donde este metal precioso era abundante. Cuando las tensiones políticas interrumpieron el comercio entre China y Japón, fue Corea quien, gracias a su ubicación geográfica, actuó como mediador al facilitar las transacciones indirectas entre los dos países. En este orden político, económico y cultural establecido a principios del siglo XVII en el noreste de Asia, se compilaron registros no solo de las misiones diplomáticas de Joseon enviadas a Japón, sino también los relativos a sus emisarios a China en los documentos conocidos como yeonhaengnok (“registros de viajes a Beijing, más tarde llamado Yanjing”). Por tanto, analizar de forma conjunta ambas colecciones resulta útil para comprender cómo el noreste de Asia mantuvo su propio orden de forma independiente antes de que las Guerras del Opio allanaran el camino para que las potencias occidentales aceleraran su colonización de la región. Estos documentos también arrojan luz sobre los antecedentes históricos de la política del presidente surcoreano Roh Moo-hyun consistente en promocionar el “papel equilibrador” de Corea en la zona. En otras palabras, los documentos sobre las misiones de Joseon a Japón y China en aquel tiempo concreto no son meros registros históricos sino trascendentales legados, con una relevancia directa a la hora de analizar los acontecimientos actuales en la región. Además, es necesario prestar atención a la singularidad del noreste de Asia en el contexto de la historia mundial. Durante la Era de los Descubrimientos, los europeos construyeron colonias en todos los rincones del planeta excepto en el noreste de Asia, que más tarde surgió como un eje importante en la historia mundial. Las circunstancias durante el período que abarca desde la Primera Guerra Sino-Japonesa, en la que ambas potencias se disputaron la supremacía en la región a finales del siglo XIX, hasta el final de la Guerra del Pacífico en 1945, tuvieron unas implicaciones de gran alcance para el nuevo orden internacional emergente. En la Guerra Fría que siguió a la II Guerra Mun-
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“Colección de diarios de viaje” (Haehaeng chongjae) es una compilación de registros escritos por miembros de las misiones diplomáticas de Corea en Japón durante las dinastías Goryeo y Joseon. Consta de 28 títulos, la mayoría data de los siglos XVII-XVIII durante el período Joseon. Se sabe que fueron compilados por Hong Gye-hui (1703-1771), un funcionario erudito que sirvió bajo los reinados de dos reyes Joseon, Yeongjo y Jeongjo. © Museo Nacional de Corea
dial, el enfrentamiento entre Oriente y Occidente dio lugar a una batalla de poder y a una tensión prolongada en la península de Corea. Hacia finales del siglo XX, lo más destacable en el noreste de Asia fue el ascenso de China. En este contexto, los registros de las misiones de Joseon a Japón son una evidencia histórica de cuáles fueron las raíces del interés estratégico que en la actualidad las grandes potencias mantienen en el noreste de Asia. Por lo tanto, ostentan una gran importancia más allá de su valor como fuentes para el estudio de las relaciones entre Corea y Japón. visiones coreanas del japón premoderno Además de su valor histórico, los registros de las misiones de Joseon en Japón son únicos en cuanto a contenidos y organización. Compuestos por documentos diplomáticos, cuentas de viaje y registros de intercambios entre intelectuales, además de las ilustraciones que lo acompañan, esos registros pueden considerarse una compilación de la experiencia general de los coreanos en Japón en aquel momento. Por lo general, los contenidos diversos pueden clasificarse por separado, pero estos registros combinan distintos tipos de documentos hasta crear un cuerpo completo abundante en fuentes. Eso demuestra que los intelectuales coreanos y japoneses de ese período se esforzaban por obtener una imagen completa de su país vecino, uniendo las partes para ver el todo de mane-
ra natural. Hablando de forma estricta las conversaciones eran intercambios privados, pero tanto Corea como Japón trataron los registros de dichos intercambios como documentos oficiales. Joseon podría continuar enviando misiones a gran escala durante más de dos siglos debido a la conciencia de que sus diálogos no solo contribuían al intercambio de información útil entre ambos países, sino que también ayudaban a mantener la paz a través de la mutua comprensión de las circunstancias del otro. En realidad, la inclusión en los documentos oficiales de estos diálogos reflejaba un protocolo único de intercambios diplomáticos y culturales en el noreste de Asia. ilustraciones que transmiten información Joseon mantenía una estricta tradición en sus registros basada no solo en la escritura sino también en imágenes visuales, tal y como demuestra “Uigwe: los protocolos reales de la dinastía Joseon”, que documentaba los ritos y ceremonias estatales en textos e ilustraciones que quedaron inscritos en el Programa Memoria del Mundo en 2007. Los registros de las misiones de Joseon son otro buen ejemplo de esta tradición. Con el fin de registrar las visitas de las misiones diplomáticas, con las delegaciones viajaban artistas o bien contrataban a pintores locales para producir ilustraciones. La práctica muestra cuán seriamente tenían en cuenta los materiales visuales a la hora de registrar y transmitir información. En un momento en
“Procesión de la misión coreana en Edo” por Hanegawa Toei. 1748. Tinta y color sobre papel, 69.7 x 91.2 cm. Después de entregar las credenciales del rey Joseon al shogun al llegar a Edo, la misión pasa por la ciudad camino a su alojamiento en el templo Honganji en Asakusa. © Museo de la ciudad de Kobe / DNPartcom
que las oportunidades de viajar al extranjero eran extremadamente limitadas, la mayoría de la gente tenía que conformarse con experiencias indirectas a través de los informes de los enviados, y en este sentido las ilustraciones desempeñaban un papel crucial a la hora de ofrecer información detallada y precisa. En términos generales, en las relaciones entre Corea y Japón de aquel momento el envío de emisarios representaba solo una parte del amplio abanico de actividades diplomáticas que realizaba el gobierno de Joseon. No obstante, esas misiones desempeñaron un papel clave en pergeñar la paz entre ambos países y permitieron a Corea facilitar de forma indirecta el contacto entre China y Japón. Los documentos que hoy se encuentran en el registro del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO son un fiel testamento del papel de mediación de Corea en el noreste de Asia. Han ganado reconocimiento como importantes fuentes de primera mano en la historia, tanto en al ámbito de la diplomacia como en el de las relaciones internacionales. Pero son también un testimonio del origen y la evolución de la geopolítica en esta parte del mundo, donde la paz y los conflictos se sucedieron de forma constante y violenta a lo largo del siglo XX, generando una situación de impredecibilidad que continúa hasta el día de hoy.
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GUARDIÁN DEL PATRIMONIO
Cien años fundidos en las famosas vasijas de hierro de Anseong Este negocio artesano familiar fue establecido por el abuelo, luego el padre lo continuó y ahora lo lleva su hijo. Durante un periodo de 108 años, la firme dedicación de la familia se ha convertido en su marca registrada. Utilizando técnicas transmitidas durante generaciones, Kim Jong-hun produce vasijas de hierro fundido tradicionales llamadas gamasot. Dedicar su alma a la artesanía le ha proporcionado un lugar en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la provincia de Gyeonggi. U Seung-yeon ı Escritor independiente Ahn Hong-beom ı Fotógrafo
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veces te preguntas sobre la edad de alguien que acabas de conocer, especialmente cuando estás interesado en saber más sobre su vida, en qué y cómo habrá vivido. No se trata de analizar características superficiales, como si alguien es joven, maduro o viejo, sino de interesarse genuinamente por su historia personal: cómo han cosido y parcheado tiempos y lugares juntos a lo largo de su periplo vital. Así conocí la historia de vida de Kim Jong-hun. “Después de haber nacido en 1930, he vivido tanto y he pasado tanto…”, afirma Kim. “Cuando estalló la Guerra del Pacífico, tal vez estaba en quinto grado, experimenté la Segunda Guerra Mundial y fui testigo de la liberación del país del dominio japonés. También serví en la Guerra de Corea, aunque no participé en el combate. Tenía 18 años cuando las tropas chinas se incorporaron a la guerra, lo que obligó a nuestro ejército a retirarse, y todos los hombres de 18 años o más se inscribieron en las fuerzas de la milicia. Durante el invierno helado, marchamos hasta Busan sin raciones, comiendo lo que había disponible en las casas de los civiles por el camino”. Todo el país era un campo de batalla, pero Kim logró sobrevivir. También tuvo la suerte de poder continuar sus estudios después de la guerra. A pesar de que tuvo que abandonar su sueño de estudiar medicina, logró ingresar en la prestigiosa Universidad Nacional de Seúl, donde asistió a la Facultad de Agricultura. Era un joven ambicioso, listo para intentar cualquier cosa en la vida, pero el destino no estuvo de su parte. Cuando a su padre, cuya salud había empezado a decaer durante la guerra, le costaba cada vez más manejar su fundición, a Kim no le quedó más remedio que volver a casa y cambiar los libros por el hierro. Su experiencia previa con el trabajo de su padre se limitaba a echar una mano ocasionalmente, pero ahora tenía que lidiar con fundir metal en caliente. Eso fue en 1953, no mucho después de que un armisticio detuviera la guerra, un año antes de su graduación. Quería volver a clase pero terminó en la fundición, echando hierro al horno para hacer el robusto gamasot. Dejando atrás los sueños En la década de 1950, todos los hogares tenían varios gamasot en la cocina. Incluso aquellos que no estaban tan bien tenían al menos algunas de esas ollas de hierro, cada una reservada para cocinar arroz, sopa o tener agua hirviendo. Las personas que criaban ganado incluso tenían una olla de hierro aparte para preparar alimento para el ganado. Como esas ollas eran un artículo doméstico indispensable, Kim no tenía que preocuparse de vender sus productos. Los llevaba en un carro de bueyes al mercado El maestro fundidor de hierro Kim Jong-hun inspecciona una olla de hierro acabada. Fundidas con hierro puro, sus ollas siguen siendo populares entre los amantes de la artesanía tradicional.
más cercano e intercambiaba una olla grande por dos sacos de arroz de 80 kilogramos más dos pernos de tela de algodón. Aunque no manejaba efectivo, esto era más que suficiente. El granero de su familia estaba lleno de arroz, y la “cuesta de la cebada” (los días de hambruna de finales de primavera a principios de verano) era desconocida para ellos, incluso sin tener su propia granja. Era un negocio bastante rentable y un medio seguro para apoyar una familia. Quizá por eso Kim nunca protestó cuando su padre le pidió que se hiciera cargo del negocio familiar. “Cuando era joven, mi abuelo se estableció en Anseong, una ciudad famosa por el hierro y el bronce tradicionales, y trabajaba en una fábrica de vajillas de latón. Más tarde, instaló un puesto en la esquina de un mercado, y soldaba ollas de hierro usadas antes de abrir un taller de reparación regular”, recuerda Kim. Luego, en 1910, su abuelo se hizo cargo de una fundición japonesa que bautizó como Anseong Iron Casting [Anseong Jumul]. Ese fue el comienzo del negocio familiar, una fundición casera operada en un taller con una parcela de aproximadamente 300 pyeong [un pyeong equivale a unos 3,3 metros cuadrados], donde varios integrantes de la familia producían no más de seis o siete recipientes al mes. En 1930, su padre heredó el negocio y empleó a algunos trabajadores más, pero la producción apenas aumentó. Las innovaciones más notables comenzaron después de que Kim tomara el timón y reformara el sistema de producción. Los sopladores que enviaban aire al horno para fundir hierro fueron renovados, pasando de tipo pedal a uno motorizado, para aumentar la capacidad de producción. Para lograr un transporte de mercancías más eficiente, el viejo carro de bueyes fue reemplazado por un camión, uno de los vehículos del ejército que se vendieron a los civiles después del armisticio. Como resultado, los canales de distribución de la compañía se expandieron desde las ciudades cercanas a Icheon, Yongin y Suwon en la provincia de Gyeonggi, e incluso hasta Cheongju y Jecheon, en la provincia de Chungcheong del Norte. Con esas mejoras en producción y distribución, la escala del negocio finalmente se expandió. El único aspecto que Kim no intentó cambiar fue el antiguo proceso de fabricación, transmitido de generación en generación. Incluso hoy, todavía mantiene los métodos tradicionales de moldear y verter metal fundido a mano en el molde. Kim explica: “La leña y el carbón se cuecen en el horno, soplando aire en la entrada para avivar el fuego, y luego se agregan arrabio, coque y piedra caliza para que la cámara alcance una temperatura de 2.100ºC. El horno debe mantenerse a una temperatura constante para obtener metal fundido puro, algo esencial para lograr vasijas de hierro resistentes. El metal fundido se vierte en el molde, en un procedimiento que requiere el máximo cuidado. Si la cantidad es insuficiente, quedan agujeros en el molde; y si la temperatura fluctúa, aunque sea levemente, el metal líquido es propenso a salpicar”.
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Grandes vasijas de hierro llamadas gamasot nunca faltan en la estufa de arcilla en la cocina tradicional coreana. Aquí vemos una olla más pequeña y vertical para cocer arroz o cocinar al vapor. 200 × 200 × 120 mm. © Seo Heun-kang
Mientras modernizaba la fundición, introduciendo nuevas tecnologías, Kim todavía abrigaba esperanzas de retomar sus estudios. No obstante, le encantaba ese momento en que el metal fundido, decenas de kilogramos de materia caliente y brillante, era vertido en el molde de una sola vez, y él y sus compañeros lo batían al mismo ritmo. El tedioso trabajo preparatorio, que involucraba una gran variedad de herramientas y equipos, como moldes, moldes, núcleos y arena para fundición, no le molestaba en absoluto. Y no le tenía miedo a las chispas que volaban. Lo que más le importaba era crear una olla dura que nadie pudiera romper. Para eso, siempre tuvo que mantener el horno y los moldes en buen estado de funcionamiento. Sobrevivir a las vicisitudes del mercado El tiempo de Kim se fusionó con el del metal, y se encontró con el fuego, sus llamaradas y chispas, moldeando una olla de hierro sólido. A menudo se sentía abrumado por las emociones cuando pasaba la mano por la superficie fría de una olla, prestando atención a los susurros del tiempo acumulado en ella. Y, sin embargo, no puede negar que su corazón a menudo se enfriaba al pensar en sí mismo dividido entre el “camino no tomado” y el “camino a seguir”. No obstante, el metal fundido caliente y pesado le animaba de nuevo, llevándole de vuelta al camino que debía tomar. Cuando logró dominar todos los procesos de fundición se dijo a sí mismo: “Creo que seguiré haciendo estas ollas el resto de mi vida”. “Pero estaba equivocado”, recuerda Kim, “ya que la fundición de hierro, como cualquier otro negocio, se vio influenciada por los avances tecnológicos. Como el Movimiento de la Nueva Comunidad [una campaña de desarrollo colectivo dirigida por el gobierno en la década de 1970] se llevó a cabo en todo el país, eso provocó la modernización del entorno de vida de las personas, y las cocinas antiguas con grandes ollas de hierro colocadas
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en estufas de leña comenzaron a ser reemplazadas por cocinas modernas. La prohibición de la tala indiscriminada llevó a la sustitución de las estufas de leña por calderas de briquetas y, para colmo, el níquel plateado llegó en la década de 1960, y luego en la década de 1980 introdujeron el acero inoxidable, por lo que las pesadas e incómodas ollas de hierro fueron gradualmente reemplazadas”. Cuando se buscaba la conveniencia en la vida diaria, el mercado del hierro fundido entró en declive. Una vez el gamasot, cuya demanda no mucho antes superaba al suministro, fue descartado, terminó en tiendas de chatarra. A medida que los recipientes de hierro tradicionales -que habían sido fiables compañeros en las cocinas de toda la nación- fueron abandonados como incómodos objetos del pasado, las fundiciones de hierro de todo el país cerraron. A Kim le costó ponerse al día pues los tiempos cambiaban rápidamente, pero no tenía ninguna intención de ceder. Entonces empezó a explorar un nuevo mercado, produciendo estufas de hierro fundido y autopartes. A principios de la década de 1980, reinventó el negocio familiar una vez más, lanzando pequeñas ollas de hierro diseñadas para familias nucleares, que podrían usarse en estufas de gas. Sin embargo, a medida que su negocio gradualmente revivía, se encontró con otra crisis. “En 1989, evité por completo la bancarrota causada por un cheque fraudulento que recibí de un cliente”, dijo Kim. “Pero no tuve tanta suerte en 1994. Mi casa y mi fábrica fueron embargadas justo cuando planeaba lanzarme al mercado chino con mis estufas de hierro fundido. Luego, en 1997, el gobierno solicitó un rescate al FMI en medio de la crisis financiera asiática, agravando aún más el clima de negocios. A pesar de todo, simplemente no podía rendirme”. Las dificultades continuaron. Hacer negocios en una fábrica arrendada era difícil, por las malas condiciones de trabajo y el alquiler en constante aumento. En 2004, cuando su segundo hijo
Le encanta ese momento en que el metal fundido, decenas de kilogramos de materia caliente y brillante, era vertido en el molde de una sola vez, y él y sus compañeros lo batían al mismo ritmo
se unió a la empresa, el taller no tenía ni un martillo ni una pala. Tuvieron que empezar de cero para reconstruir Anseong Iron Casting. El “camino no tomado” ya no estaba en su mente. De metalúrgico a artesano A pesar de que se involucró en el negocio a petición de su padre, los 50 años de dedicación de Kim le han transformado en un artesano. Todo el tiempo se ha dejado guiar por su pasión, tan radiante como el metal fundido puro. “Poco a poco, se corrió la voz de que hacíamos nuestras vasijas utilizando centenarios métodos tradicionales de fundición de hierro. Al final, mi oficio fue seleccionado como el “Mejor de la provincia de Gyeonggi” en 2003, y designado como Patrimonio Cultural Inmaterial Nº 45 de la provincia en 2006. He dedicado medio siglo a la artesanía, que pasó de ser mi entorno y fuente de entretenimiento durante la infancia, a convertirse en mi carrera y ofrecerme ese honor”, dijo Kim.
El diseño moderno combina con técnicas tradicionales. Esta cacerola octagonal (240 × 220 × 65 mm) se utiliza para hervir o freír, mientras que la cacerola segmentada (240 × 240 × 45 mm) puede hacer ambas cosas al mismo tiempo. © Fundación del Patrimonio Cultural de Corea
Kim Seong-tae (segundo por la izquierda), el hijo del maestro que se hizo cargo de la gestión de Anseong Iron Casting, trabaja con otros operarios para eliminar el molde del cuerpo, mientras su padre (cuarto por la izquierda) observa el proceso. El molde debe separarse del recipiente cuando se haya enfriado hasta 800ºC para evitar que la olla se combe. © Seo Heun-kang
En 2006, su segundo hijo, Kim Seong-tae, se hizo cargo de Anseong Iron Casting como cuarto CEO, dando paso a una nueva ola de cambios. Al obtener la patente de una nueva olla de hierro con tapa insertada en el borde, para evitar que su contenido hierva, y diversificar la línea de productos, que van desde las grandes ollas tradicionales, hasta una variedad de productos remodelados, la compañía ha impulsado la revivida popularidad de productos de hierro fundido entre los que reconocen el valor de este viejo oficio artesano. Tal vez el mayor cambio fue la decisión de conectarse, pues aumentó notablemente el volumen de ventas. Pero la compañía no solo ha buscado el beneficio, sino que ha dado prioridad a su orgullo y honor como negocio familiar de varias generaciones. “Desde que mi hijo se hizo cargo de la gestión, el sistema de producción ha mejorado mucho. Nuestros productos se han vuelto más accesibles para los consumidores”, resalta Kim. “Ahora, mi único deseo sería que más personas, además de mi hijo, que fue nombrado sucesor del patrimonio de fundición de hierro en 2009, se interesaran por este precioso oficio artesanal y lo mantuvieran vivo por siempre”. Aunque influido por la vertiginosa velocidad del cambio y el crecimiento, en medio de la turbulenta historia moderna de Corea, Kim Jong-hun siempre ha tratado de mantenerse al tanto del aquí y el ahora. “Parece que el gamasot es mi compañero de vida y está unido a mí con un lazo inquebrantable”, remarca el artesano a punto de cumplir 90, con una sonrisa tan cándida e inocente como las modestas ollas de hierro que fabrica.
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CRÍTICA DE ARTE
¿Cómo de lejos hemos llegado? El Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo ofrece la exposición “La llegada de las nuevas mujeres” del 21 de diciembre de 2017 al 1 de abril de 2018, en su sucursal del Palacio Deoksu. La exposición explora la modernidad coreana a través de imágenes de la “nueva mujer” en la cultura visual moderna, y pone énfasis en sacar a la luz a las mujeres de hace un siglo desde la perspectiva de las mujeres de hoy. Chung Jae-suk ı Reportero de Cultura Senior, The JoongAng Ilbo
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a “nueva mujer” alude a aquellas mujeres que fueron educadas con una nueva perspectiva durante la época de la Ilustración, cuando la sociedad coreana experimentó una transformación general bajo la influencia de la cultura occidental. El término, introducido por primera vez en Corea en la década de 1890, fue ampliamente utilizado por revistas, periódicos y otros medios desde la década de 1920 hasta la década de 1930. Por lo general, se consideraba que la nueva mujer perseguía las ideologías y la cultura modernas.
El peinado icónico En el verano de 2017, Cho Sun-hee publicó una novela titulada “Tres mujeres”, que presenta a las mujeres revolu-
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cionarias Ju Se-juk (1901-1953), Huh Jung-sook (1902-1991) y Go Myeongja (1904). -?). Como colegas y amigas de ideas afines que llevaron vidas apasionadas durante la primera mitad del siglo XX, las tres mujeres decidieron un día cortarse el pelo. Fue un juramento solemne, así como una muestra enérgica de camaradería y solidaridad. La novela se inspiró en una foto en blanco y negro publicada en la revista mensual Sinyeoja (“Nueva mujer”), que era popular en Seúl, ocupada por los japoneses. Huh Jungsook, editora de la revista y una heroína de la novela, escribió en el número especial “Pelo corto” que salió en octubre de 1925: “Estábamos tan felices como si hubiéramos logrado alguna gran idea o ambición desconocida hasta ese día”.
En la década de 1920, las mujeres con pelo corto causaron sensación. En ese momento, solo había un puñado de ellas en Corea, y ese poco común corte de pelo se veía como una afirmación que decía: “Soy un ser independiente”. Durante siglos, las mujeres coreanas siempre habían llevado el pelo recogido en una larga coleta o un pulcro moño, que no deshacían hasta que se iban a dormir. Por tanto llevar pelo corto en sí era un acto de valentía y expresaba una fuerte voluntad. Desgarrada entre los valores tradicionales de docilidad y de chica moderna, bajo el yugo de la opresión y otras contradicciones como el imperialismo, el colonialismo, el patriarcado y el choque de la cultura oriental y occidental, la nueva mujer manifestaba su identidad a través de su pelo corto. Las primeras caras con las que se topan los visitantes de la exposición en curso en Deoksu Palace son estas mujeres de pelo corto de hace 100 años. La exposición comprende más de 500 piezas, incluyendo pinturas, esculturas, bordados, fotografías, obras de arte impresas, películas, canciones populares, libros y revistas. Se dividen
La sección 3 de la exposición del Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo “La llegada de las nuevas mujeres” rinde homenaje a cinco pioneras de la primera mitad del siglo XX, arrojando luz sobre sus ideales y frustraciones. Son la primera pintora de estilo occidental de Corea, Na Hye-seok, la escritora y traductora Kim Myeong-sun, la bailarina moderna Choi Seung-hee, la feminista socialista Ju Se-juk y la cantante Lee Nanyoung. © Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo
en tres secciones, y las mujeres con pelo corto aparecen en la mayoría de ellas. Desde la era de la Ilustración hasta la ocupación colonial japonesa (1910-1945), llevar el pelo corto fue el símbolo de la nueva mujer en la cultura visual moderna. Entre las muestras más llamativas está la portada de la edición mensual de septiembre de 1933 de Byeolgeongon (“Otro mundo”) con una cobertura especial de pasatiempos. La mujer de la portada lleva el pelo corto, una blusa que revela las curvas de su cuerpo, una falda de aspecto moderno que insinúa el movimiento flexible de sus piernas, un provocativo cinturón rojo y tacones altos.
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Las protagonistas de las portadas de revistas y novelas de mujeres entre las décadas de 1920 y 1940 fueron en su mayoría retratadas como personas activas y enérgicas. En sentido horario desde la izquierda: “Historia de amor: amor pasional”, 1957, publicada por Sechang Seogwan. Museo Kwon Jinkyu; Sinyeoseong (“Nueva mujer”), septiembre de 1933, ilustrada por Ahn Seok-ju, publicada por Gaebyeoksa. Museo Kwon Jinkyu; Buin (“Damas”), julio de 1922, ilustrada por No Su-hyeon, publicada por Gaebyeoksa. Museo Kwon Jinkyu; Byeolgeongon (“Otro mundo”), septiembre de 1933, ilustrada por Ahn Seok-ju, publicada por Gaebyeoksa. Colección de Oh Yeong-shik
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“Fueron lo suficientemente valientes como para enfrentarse a sus destinos y llevar vidas dramáticas. Nosotros nos deprimimos por los salarios y las promociones, pero estas mujeres no se alteraban por cuestiones tan banales. Se preocupaban poco por sus propias vidas y enfrentaban la historia por su cuenta”
Desafíos para la nueva mujer Las mujeres coreanas premodernas, especialmente las de clase alta a quienes se refería como anbang manim (“señora de la habitación interior”), eran consideradas meras sombras escondidas tras los hombres. Raramente salían fuera, y se dedicaban a las tareas del hogar y la crianza de los hijos. Sin embargo, los tiempos cambiaron y las nuevas mujeres vagabundearon por las calles. Querían convertirse en seres independientes, aprendiendo y trabajando por cuenta propia, fuera de la protección de sus familias. La heroína de la película de 1936 de Yang Ju-nam Mimong (“Dulce Sueño”) deja a su familia, declarando: “No soy un pájaro en una jaula”. La primera sección de la muestra, “Desfile de nuevas mujeres”, destaca el dinamismo de la nueva mujer caminando por la calle. En una de las exhibiciones, Ahn Seok-ju, ilustrador pionero de novelas periodísticas en serie, representa a un grupo de mujeres nuevas a través de los gestos animados de los bailarines. La segunda sección echa la vista atrás para ver a las nuevas mujeres como artistas. El arte fue considerado un medio de escape en la educación femenina en el período moderno temprano, que enfatizaba virtudes femeninas como la obediencia y la quietud. El arte brindó a las mujeres espacio para respirar combinando nuevos valores e inspiraciones estéticas. Sin embargo, no era fácil para ellas convertirse en artistas. Las primeras mujeres en Corea en llegar a la escena artística alrededor de 1910 fueron ex gisaeng o artistas profesionales. Estas mujeres, que relativamente disfrutaban más la libertad que las mujeres ordinarias, destacaron en caligrafía y pintura de las Cuatro Plantas Graciosas (bambú, crisantemos, flores de ciruelo y orquídeas), pero no fueron reconocidas como artistas independientes. La Exposición de Arte Chosen [Joseon], organizada por el gobierno general japonés, produjo pintores femeninos de primera generación en Corea, en particular, pintoras de estilo oriental como Park Re-hyun (1920-1976) y Chun Kyung-ja (1924-2015), que había estudiado arte en Japón. Ambas fueron precedidas por otra famosa pintora, Na Hye-seok (1896-1948), cuyo género fue la pintura al óleo occidental. Fue la primera pintora y escritora femenina de estilo occidental de Corea, pero es más recordada como feminista y defensora de la liberación de las mujeres. Ella eclipsó a sus colegas masculinos no solo en el arte, sino también en la escritura, y publicó muchos comentarios, novelas y ensayos. “Autorretrato”, una pintura al óleo presumiblemente fechada en 1928, expresa en colores oscuros el dolor y la depresión que una mujer artista e intelectual tuvo que atravesar durante esos tiempos turbulentos. “Autorretrato” de Na Hye-seok, presumiblemente de 1928. Óleo sobre lienzo, 88 x 75 cm. Museo de Arte Suwon IPark
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Homenaje a las pioneras La tercera sección recuerda los ideales de las nuevas mujeres a través de las vidas de cinco representativas figuras. Presenta sus imágenes y las compara con la generación actual de mujeres coreanas, y se pregunta cuánto han avanzado las mujeres en el siglo pasado. Esta parte de la exposición comienza con Na Hye-seok. Ella fue la primera coreana en graduarse de la Universidad de Arte y Diseño Joshibi, una escuela de arte privada para mujeres en Tokio. Escribió muchos ensayos desafiando a la familia patriarcal tradicional y el sistema marital. En uno de sus ensayos más famosos, “La esposa ideal”, que apareció en el tercer número de Hakjigwang (“Luz de aprendizaje”), una publicación de la asociación de estudiantes coreanos en Japón, en diciembre de 1914, ella acusó a la educación femenina, centrada en los hombres para nutrir de “buenas esposas y madres sabias”, de esclavizar a las mujeres. Un extracto de otro ensayo suyo, “Ser feliz sin olvidarme de mí”, publicado en la edición de agosto de 1924 de Sinyeoja, expresa un clamor por recuperar la dignidad humana. Ella escribió: “Hemos sido muy humil-
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des. Hemos vivido nuestras vidas olvidando incluso que existimos. No hemos podido reconocer el potencial ilimitado escondido en nosotras mismas. Nunca se nos ocurrió probarlo. Todo lo que hicimos fue sacrificarnos y estar a la entera disposición de todos”. El resto de la sección está dedicada a otras pioneras, incluidas la escritora y traductora Kim Myeong-sun (1896-1951), la activista socialista Ju Se-juk, la bailarina moderna Choi Seung-hee (1911-1969) y la popular cantante Lee Nan-young (1916-1965). Un leve temblor sacudió la solemne “Sala de las Nuevas Mujeres” cuando los visitantes recorrieron las huellas de estos pioneros. La tercera sección es aún más interesante ya que las mujeres artistas de hoy, inspiradas por esa valentía de las pioneras que se atrevieron a romper los tabúes marcados por los hombres, rinden homenaje a esas cinco nuevas mujeres a su manera. La empatía así generada insta a las mujeres del siglo XXI a despertar de su letargo y seguir adelante con sus vidas. La video artista Kim Se-jin creó “La crónica de la mala sangre” para honrar a la escritora de primera generación Kim
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1. “SF Drome: Ju Se-juk” por Kim So-young, 2017. Video de tres canales. Colección del artista 2. “Investigación” de Lee You-tae, 1944. Tinta y color en papel de morera, 212 x 153 cm. Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo 3. “Un día hace algún tiempo” por Chun Kyung-ja, 1969. Tinta y color en papel, 195 x 135 cm. Museo SAN
Myeong-sun, que era hija ilegítima de una gisaeng. Su origen humilde no se interpuso en su pasión por la literatura, como demuestran sus poemas, que son recitados en el video. La directora Kim So-young dedicó su video “SF Drome: Ju Se-juk” al activista que soñaba con la revolución del proletariado. La instalación audiovisual de Kwon Hye-won “Unknown Song” arroja luz sobre la cantante Lee Nan-young, cuya canción “Lágrimas de Mokpo” es tan familiar hoy como siempre. El video muestra a una mujer que cambia de maquillaje constantemente, mientras interpreta diferentes versiones de la canción de Lee de 1939 “El café de los sueños tristes”. Cho Sun-hee finaliza su novela “Tres mujeres” con la
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siguiente declaración: “Fue a principios del siglo XX cuando nacieron estas tres mujeres, pero siento que las conozco desde hace más de 100 años. Los tiempos en que vivieron fueron las horas más oscuras de nuestra historia. Literalmente vivieron en ‘Hell Joseon’. Un infierno llamado Joseon. Sin embargo, sus vidas no fueron simplemente un infierno. Fueron lo suficientemente valientes como para enfrentarse a su destino y llevar vidas dramáticas. Nosotros nos deprimimos por los salarios y las promociones, pero estas mujeres no se alteraban por cuestiones tan banales. Se preocupaban poco por sus propias vidas y enfrentaban la historia por su cuenta”. La última frase resonaba en mis oídos al abandonar la sala de exposiciones. “Enfrentaron la historia por su cuenta”. Quizá todas las nuevas mujeres presentadas en la exposición fueron así. ¿Cómo de lejos hemos llegado? Hago una reverencia a nuestras madres y abuelas que valientemente sacrificaron sus vidas en una desesperada búsqueda de un mundo utópico. Tal vez la nueva mujer en el verdadero sentido todavía no haya llegado.
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ENAMORADO DE COREA
Un choque cultural con lo cotidiano
La mayoría de los residentes locales que visitan las exposiciones de Ingo Baumgarten probablemente no puedan evitar cuestionar el tema de sus pinturas. Pero se van no solo recordando lugares olvidados desde hace mucho tiempo, sino también con la renovada sensación de que las viejas escenas familiares pueden ser refrescantes. Choi Sung-jin ı Editor Ejecutivo, Korea Biomedical Review Ahn Hong-beom ı Fotógrafo
Ingo Baumgarten considera que la arquitectura es un producto cultural que incorpora la historia local y características humanísticas. Trae al lienzo su interés por las viviendas coreanas “occidentales” de clase media construidas durante la industrialización de la nación en los años setenta hasta los noventa, que encabezaron el rápido crecimiento económico.
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primera vista, Ingo Baumgarten no parece exactamente enamorado de vivir en Corea. El pintor-profesor alemán se mezcla con poca frecuencia con otros, coreanos o extranjeros. Esa indiferencia probablemente sugiere un continuo desde su primera visión de Corea en 1993, cuando Baumgarten llegó como estudiante de arte para ver la Expo de Daejeon. No quedó impresionado. “La mayoría de los edificios eran recién construidos, grandes y brillantes. Su escala y uniformidad me recordaban algunos países de Europa del Este, como Hungría”, recuerda. “Igualmente extraños eran los numerosos autos producidos en el país que llenaban las calles de aquí en aquel entonces. Había pocos vehículos extranjeros en la carretera”. Pero los sentimientos de Baumgarten cambiaron después de casarse con una mujer coreana. Comenzó a enseñar en la universidad y se estableció en Seúl en 2008. Este no fumador y bebedor moderado todavía se recluye en gran medida, y dedica la mayor parte de su tiempo libre a su esposa y su hijo. Pero ahora ama muchas cosas de Corea, desde su naturaleza hasta sus alimentos. Al elogiar la infraestructura de Seúl como “extremadamente buena”, Baumgarten afirma que su vida aquí “es bastante cómoda, a pesar de la ingente cantidad de personas”. Y a pesar de la permanente amenaza de guerra con Corea del Norte, se siente bastante seguro porque hay pocos crímenes e incidentes violentos, a diferencia de algunos países europeos o los Estados Unidos. La seguridad laboral, la seguridad pública y la comodidad y conveniencia personal pueden ser factores importantes a la hora de decidir en dónde vivir. Sin embargo, hace falta más que eso para mantener a un serio artista y teórico del arte como Baumgarten en Corea por más de una década. Para él, las características culturales e históricas de la nación son cruciales. Baumgarten vive cerca de la Universidad de Hongik, donde enseña pintura como profesor asistente. El barrio circundante es “Hongdae”, acrónimo coreano de la universidad. Es una de las zonas más populares de Seúl para jóvenes que buscan diversión y también para los extranjeros. Sin embargo, lo que lleva a este pintor tranquilo, de voz suave y reflexivo, a vivir en esta zona, aparte de la proximidad al trabajo, no son ni los atractivos turísticos ni la gran cantidad de personas que abarrotan el barrio y sus locales de ocio. Estimular su interés artístico va más allá de lo que mayormente presupone la gente. La zona está repleta de viviendas de hormigón de una o dos plantas, llamadas yangok (“casas de estilo occidental”) construidas principalmente entre los años 1970 y 1990. Dotadas de entre tres y cinco habitaciones, los yangok reflejan la confianza y el optimismo de las familias coreanas de clase media durante el rápido crecimiento económico de posguerra. Ahora son arcaicos recordatorios de ese tiempo. En su mayoría se encuen-
tran en zonas residenciales antiguas, a veces en mal estado, como el distrito de Mapo al oeste de Seúl, y contrastan fuertemente no solo con los hanok, las casas tradicionales coreanas, sino también con los barrios acomodados de la capital y los apartamentos de lujo del exclusivo distrito de Gangnam. ¿Por qué las casas yangok? Baumgarten tiene unas cuantas razones que argumentan su fijación por los yangok. El motivo principal gira en torno al principio central de su búsqueda artística: descubrir material en el panorama de la rutina diaria. Eso explica por qué tiene poco interés, si es que tiene alguno, en las famosas casas y templos tradicionales de Corea, o en hitos arquitectónicos modernos. Camina alrededor de su vecindario en Seogyo-dong, y cerca de Hapjeong-dong y Sangsu-dong, observando quektak jutaek, las casas unifamiliares aisladas, distintas de las casas planas que prevalecen en las ciudades coreanas. Cuando las estructuras, no solo de casas, sino también puentes, escuelas o estaciones de metro, provocan inspiración estética, las fotografía o dibuja para usarlas como futuros sujetos de sus pinturas. Otra de las razones del pintor resulta algo irónica. La mayoría de los coreanos considera los yangok como hogares occidentalizados. A los ojos de Baumgarten, sin embargo, estos hogares podrían ser más singulares de Corea. “Sí, los constructores y los propietarios aparentemente querían introducir elementos estadounidenses, como terrazas y jardines”, dice. “Sin embargo, la mayoría de los yangok presentan elementos arquitectónicos tradicionales coreanos, incluyendo las líneas curvas y el enorme énfasis en las puertas principales”. Estas fusiones, en la mayoría de los casos, terminan siendo una mezcla de dos estilos o un reflejo de ninguno. Si bien muchos críticos locales consideran que estos hogares son lo último, Baumgarten obviamente piensa lo contrario. De hecho, a los coreanos a menudo se les acusa de adorar ciegamente las cosas extranjeras por ignorancia y de descuidar sus propios bienes culturales. Baumgarten piensa que los yangok son otro ejemplo de esa admiración fuera de lugar. Antropología visual Más allá de la estética pura, hay contextos diferentes y más profundos que subyacen en la disciplina favorita de Baumgarten. El concepto mononuclear que apuntala su carrera de décadas, ha estudiado y trabajado en Alemania, Francia y Gran Bretaña y luego en Japón, Taiwán y Corea, es la “antropología visual”. Wikipedia la describe como “un subcampo de la antropología social que se ocupa, en parte, del estudio y la producción de fotografías etnográficas, películas y desde mediados de la década de 1990, de los nuevos medios”. El concepto ha llegado recientemente a incluir el estudio antropológico.
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“Si mis pinturas, que representan estos edificios o sus detalles, traen algunos recuerdos a los espectadores coreanos, o si cambian su perspectiva sobre estas casas, incluso ligeramente, me doy por satisfecho” 1 2
1. “Sin título” (balcón azufre amarillo, Seogyo-dong, Seúl), 2012-2013, óleo sobre lienzo, 100 x 120 cm. © Ingo Baumgarten
2. “Sin título” (frontón jutaek, puerta, Seogyo-dong, Seúl), 2011, óleo sobre lienzo, 80 x 100 cm. © Ingo Baumgarten
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El mismo Baumgarten lo define de forma más precisa y clara: “La antropología visual es la exploración de la vida cotidiana, la cultura y la sociedad a través de la observación participante y su transformación en imágenes y obras de arte”. A lo largo de sus investigaciones y trabajo en los últimos 30 años, Baumgarten dice que ha tratado de intentar seguir siendo “relevante” al conectar su trabajo con la sociedad y la realidad. “Si bien la antropología estudia todo sobre los seres humanos, la antropología visual se centra en los artefactos y efectos visualmente perceptibles de la humanidad”. Al enfatizar que observa y analiza los motivos de sus pinturas con cierta “distancia ambivalente”, como un transeúnte y sin involucrarse, Baumgarten afirma que intenta describirlos y presentarlos sin juzgarlos. Pero reconoce que eso no es del todo posible. “Soy muy consciente de que la objetividad completa es una ilusión, así que no oculto mi simpatía por la arquitectura yangok. Pero no quiero que mis cuadros se vean como si estuvieran llorando en busca de ayuda, o pidiendo rescate y preservación”, explica. “No obstante, si mis pinturas, que representan estos edificios o sus detalles, traen algunos recuerdos a los espectadores coreanos, o si cambian su perspectiva sobre estas casas, incluso ligeramente, me doy por satisfecho”. Baumgarten ha experimentado diferentes sociedades y culturas, y ahora busca comprender las cualidades socioculturales inherentes a estas casas privadas y su concepto arquitectónico. Para este artista, un edificio urbano no es solo una estructura; representa un individuo, un grupo y una cultura. Una casa es mucho más que un mero espacio habitable; define el estilo de vida y los valores de sus habitantes.
tradiciones y estereotipos convencionales”, afirma. “No quería pintar buenas imágenes de temas convencionales como bodegones, paisajes o retratos, para satisfacer las expectativas conservadoras. Tampoco quería seguir ciegamente los movimientos de vanguardia que se apartaron de la pintura. Traté de construir mi propia perspectiva al margen de esas tendencias, en base a mis intereses personales y originales”. Baumgarten se licenció en la Academia Estatal de Bellas Artes de Karlsruhe (Staatliche Akademie der Bildenden Kunste Karlsruhe) en Alemania y cursó maestría en bellas artes en la Universidad de Tokio para las Artes. Luego fue a estudiar a Francia y Reino Unido. En una asignatura llamada “Semejanzas y diferencias” sus alumnos de la Universidad Hongik aprenden a desarrollar ideas. “Intento enseñar a los estudiantes coreanos las raíces culturales y el pensamiento filosófico de Europa”, dice Baumgarten. “Los alumnos coreanos tienen talento y habilidades, pero a veces parecen no saber lo que desan expresar”. “He estado interesado en comprender y analizar, desde el punto de vista de un europeo, cómo Corea ha absorbido la cultura y las industrias occidentales y las ha reflejado en su cultura y estilo de vida”, explica Baumgarten. Por ejemplo, encuentra grandes diferencias entre los enfoques arquitectónicos alemanes y coreanos. “En Alemania, no construyen tantas casas nuevas, y menos edificios que no armonicen con el entorno. Solo en mi vecindario he visto derribar y reconstruir varias casas en menos de una década. Y muchas otras relativamente nuevas, incluyendo yangok, también han sido remodeladas en medio del fenómeno de la gentrificación”.
Tres elementos restantes Como los visitantes de sus exposiciones percibirán, las pinturas de Baumgarten carecen de tres elementos: títulos, figuras humanas y mensajes (explícitos). “No me gusta representar figuras humanas en mis pinturas porque inmediatamente dominarían todo el lienzo”, resalta Baumgarten. “Si incluyo figuras humanas, en lugar de ayudar al espectador a sentir la parte de la realidad que represento, harán que la relación entre las figuras y su entorno parezca ser el elemento de mayor preocupación”. Y agrega: “No quiero que mis obras de arte sean explícitamente educativas o instructivas. Me gusta mantener un cierto nivel de ambivalencia y dejar espacio a diferentes opiniones o interpretaciones del espectador individual”. Pero sus pinturas no son abstractas ni de estilo figurado. Él sugiere que sean clasificadas como “arte de resistencia” en la teoría del arte contemporáneo occidental. “Para crear algo nuevo, uno tiene que negarse a encajar en
Un estilo de vivienda urbana transitoria Esto podría explicar la entusiasta adhesión de Baumgarten a lo que muchos coreanos consideran un estilo de vivienda urbana transitoria. También ilumina por qué los coreanos experimentan una especie de “choque cultural” cuando ven a un artista extranjero dar nueva vida a las escenas de un entorno que les resulta demasiado familiar. No sorprendería que le estuvieran agradecidos por grabar y preservar escenas que pocos artistas coreanos han representado con un estilo tan único y sugerente. “En mis pinturas, tanto si representan edificios como si no, trato de observar las corrientes reales de la ciudad contemporánea”, explica Baumgarten. “Al igual que la urbe, mis motivos evolucionan, y ojalá reflejen la vida en la ciudad con sus contrastes, armonía y combinaciones”. Esa parece ser la forma en que Baumgarten ama el país donde vive ahora. Y también parece que los coreanos tendrán que prepararse para una nueva oleada de choque cultural.
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UN DIA CUALQUIERA
Dos décadas
endulzando la vida del barrio Aunque todavía quedan una o dos horas hasta el amanecer, ya se observa actividad dentro de la tienda de ddeok, donde las luces brillan intensamente. Esta exigencia del trabajo muestra que cualquiera que aspire a operar un negocio como este debe ser por naturaleza una persona muy trabajadora. Conocí a un matrimonio que durante los últimos 20 años ha regentado una pequeña tienda de pasteles de arroz en un modesto barrio de Seúl y observé su rutina diaria, que comienza en un momento en el que la ciudad aún duerme. Kim Heung-sook ı Poeta Ha Ji-kwon ı Fotógrafo
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a vida de Kim Jaeeun se puede dividir en un antes y un después desde el momento en que comenzó a elaborar ddeok, unos dulces con textura glutinosa hechos de arroz y conocidos en español por lo general como pasteles de arroz. Antes trabajaba sin descanso y no era feliz, mientras que ahora, trabajando igual de duro, se muestra contenta. El ddeok ha permitido vivir con cierta holgura económica a Jae-eun, que también se siente agradecida por su vida de hacer pasteles de arroz, ya que le ha abierto el corazón hacia su esposo. Regentada por Jae-eun y su marido Oh Se-yeong, la tienda de ddeok Pungnyeon (que significa “Año de la abundancia” en coreano) está a cinco minutos a pie desde la puerta de atrás de la Universidad Myongji en Namgajwa-dong, uno de los barrios más
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antiguos de Seúl. Aquí, en su tienda de 10 pyeong (un pyeong equivale a aproximadamente 3,3 metros cuadrados), Jae-eun y Se-yeong están ocupados prácticamente todos los días elaborando pasteles de arroz de diversas formas y colores. Una agotadora rutina diaria “¿A qué hora empezamos a trabajar? A las 2, las 3 o las 4 de la madrugada, en realidad depende”, relata Jae-eun, quien tras hacer una breve pausa ofrece más datos sobre su negocio. “El momento en que comenzamos el día depende de los pedidos que tengamos. Pero sin importar a qué hora empecemos, siempre terminamos alrededor de las siete de la tarde. Las tiendas de pasteles de arroz en lugares con mucho movimiento de gente, como en las estaciones de metro o el centro de la ciudad, a veces permanecen abiertas hasta las 10 de la noche. Sin embargo, nosotros estamos en una zona residencial, así que cuando oscurece los clientes dejan de venir”. Jae-eun tiene un bloc de notas lleno de detalles sobre diferentes pedidos, que incluyen la fecha y hora de cada una de las entregas. Para algunas de las especialidades de ddeok, el trabajo debe comenzar el día anterior a la entrega, de modo que han de verificarse los pedidos para el día siguiente, y por tanto completar los preparativos antes de volver a casa. El arroz se ha de lavar y dejar en remojo durante toda la noche, y es posible que haya que elaborar una pasta dulce de frijoles rojos y un relleno de judías blancas. Cuando Jae-eun y Se-yeong llegan a su negocio, lo primero que hacen es encender la caldera para alimentar los vaporizadores. Luego drenan el arroz puesto en remojo durante la noche y lo introducen en una de las tres máquinas moledoras. Tras
En la tienda Pungnyeon Ddeok, en el modesto barrio de Namgajwa-dong en Seúl, la propietaria Kim Jae-eun envuelve pequeñas porciones de diversos pasteles de arroz en bandejas de espuma de polietileno para la vitrina de su tienda. Los residentes de la zona, desde niños en edad escolar hasta ancianos, compran los pasteles tras ver las bandejas de muestra, y muchos de ellos terminan haciendo pedidos a granel en distintas ocasiones.
convertirlo en harina, el arroz se muele en un polvo fino, se dispone en bandejas de acero inoxidable y se cuece al vapor en un gran vaporizador. Existen ligeras variaciones dependiendo del tipo de pasteles que se preparen, pero en la mayoría de los casos lleva entre 10 y 15 minutos hasta que estos deliciosos manjares están listos. Los tipos de pasteles de arroz que hacen Jae-eun y Se-yeong son demasiados para enumerarlos todos aquí. Entre ellos destacan los garaeddok, que son galletas de arroz blanco en forma de cilindro; los siruddeok, pasteles de arroz al vapor con una capa de frijoles rojos; los injeolmi, pasteles de arroz glutinoso recubiertos de polvo de judías tostadas; los yaksik, hechos de arroz con miel y nueces; los songpyeon verdes, pasteles de arroz en forma de media luna coloreados con hojas de ramio y rellenos de frijoles pelados; y los baramddeok, trozos de pastel de arroz rellenos en forma de media luna. La tienda de ddeok de Pungnyeon es particularmente famosa por sus siruddeok hechos con arroz glutinoso. Solo para producir ese pastel, todos los días cuecen dieciséis kilos de frijoles rojos. Se-yeong entrega los pedidos en su motocicleta y coloca algunos tipos de pasteles en pequeñas bandejas de espuma de polietileno, empacadas con envoltura de plástico transparente y exhibidas en el escaparate frontal para atraer a los clientes. Los principales clientes “Esto puede valer para cualquier tipo de comida, pero el secreto para hacer unos pasteles de arroz más sabrosos es usar buenos ingredientes”, dice Jae-eun. “Mi hermana mayor nos envía productos como arroz y frijoles que ella misma cultiva en nuestra ciudad natal, Iksan, en la provincia de Jeolla del Norte. Nuestros clientes tienen un paladar
bastante exigente. Si nos viéramos obligados a usar ingredientes de menor calidad, lo notarían de inmediato”. Los templos e iglesias cercanas son los principales clientes de la tienda de ddeok Pungnyeon. A unos 10 minutos de viaje en la motocicleta de Se-yeong se encuentra Baengnyeonsa (Templo del Loto Blanco), que fue construido en el siglo VIII durante el reinado del Rey Gyeongdeok de la Silla Unificada. Se celebran muchas ceremonias en este histórico templo, que habitualmente pide injeolmi hechos con arroz glutinoso y recubiertos con polvo de frijoles, y siruddeok, pasteles de arroz al vapor con capas de judías de mungo o frijoles rojos, que se usan en los ritos ancestrales. Por el contrario, las iglesias piden diferentes tipos de pasteles dependiendo de los gustos de la congregación. Jae-eun no practica ninguna religión en particu-
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Llegado este punto, ella alberga solo dos deseos: que el propietario no suba el alquiler y que después de que deje de trabajar, la tienda de ddeok Pungnyeon siga prosperando en los próximos años lar, pero debido a que sus principales clientes son organizaciones religiosas, siempre trata de afrontar la vida con un corazón piadoso y agradecido. La cantidad de personas que realizan pedidos tras haber probado de esta manera los pasteles ha aumentado de forma constante. En el pasado, la proporción entre pedidos y ventas en tienda era de aproximadamente 6 a 4, pero estos días es de 9 a 1. Los clientes más jóvenes buscan principalmente variedades dulces rellenas de miel, mientras los mayores prefieren el siruddeok al vapor o el pegajoso injeulmi con un sabor más ligero y sutil. Al comienzo de cada año, el producto que más se vende es el garaeddeok rebanado en óvalos delgados y planos. Estos se añaden a la sopa el día de Año Nuevo. De imprimir el fracaso a cocinar el éxito Se cree que el consumo de pasteles de arroz en la península de Corea se remonta al principio de la era de la agricultura. En China y Japón también
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se consideran exquisiteces algunos tipos de pasteles ligeramente diferentes de los coreanos. Mientras en China se elaboran generalmente con trigo y en Japón el ingrediente principal es el arroz glutinoso, en Corea se usa con mayor frecuencia el arroz no glutinoso. Los pasteles de arroz coreanos se volvieron mucho más variados en cuanto a tipos y sabores durante la dinastía Joseon (1392-1910), ya que hubo grandes avances en la tecnología agrícola y en los métodos de cocción y procesamiento. Los pasteles de arroz coreanos se clasifican según la forma en la que se preparan. Tanto los jeungbyeong , que incluyen los baekseolgi o pasteles básicos blancos, como los siruddeok, con capas de judías, se cocinan al vapor. Los dobyeong y los injeolmi se preparan machacando el arroz al vapor en un mortero o en una tabla de madera para crear una textura suave y pegajosa. Los jeonbyeong, también conocidos como hwajeon, se hacen con masa de harina de grano y se fríen. Los danja, comúnmente llamados gyeongdan, son bolas de arroz glutinoso o masa de mijo del tamaño de una castaña. Se hierven en agua y luego se cubren con un puré de frijoles rojos, sésamo negro triturado y otros sabrosos recubrimientos. En el Samguk sagi (Historia de los Tres Reinos), un texto histórico del siglo XII, se sugiere que ya por aquella época la gente preparaba dobyeong o torta de arroz machacada. También se hace referencia a los pasteles de arroz que se utilizaban como ofrendas de alimentos para los ritos ancestrales en otro texto de historia, el Samguk yusa (Memorias de los tres reinos), en este caso del siglo XIII. Hoy en día los pasteles de arroz forman parte de la mayoría de las ofrendas de las familias en las mesas para los ritos ancestrales y las fiestas de cumpleaños, especialmente en el caso del primer cumpleaños de un bebé. Durante el período festivo del Año Nuevo Lunar en invierno, la mayoría de la gente toma ddeokguk, una sopa hecha con rodajas de arroz en forma de cilindro hervidas en caldo de carne. Más adelante, durante el festival de la cosecha de otoño de Chuseok, el arroz recién cosechado se muele y se amasa para formar tortas o pasteles de arroz en forma de media luna, que se rellenan con sésamo dulce, frijoles o pasta de castañas y se cuecen al vapor sobre una capa de agujas de pino. Hasta la década de 1980 la mayoría de las familias producían en casa sus propios songpyeon, pero en la actualidad casi todo el mundo los compra ya preparados en tiendas de pasteles de arroz. Por otra parte, los pasteles de arroz, que tradicionalmente han sido el principal obsequio ofrecido a los invitados a las bodas, ahora se suelen reemplazar por otros productos. “En general estos días la gente consume menos pasteles de arroz”, afirma Jaeeun. “En el pasado siempre estaban en la lista de comidas que se preparaban para las bodas, especialmente como regalos para los nuevos suegros, pero ahora casi nunca se lleva a cabo esa parte de la ceremonia. Hoy en día rara vez los padres preparan los pasteles de arroz blanco o las bolas de sorgo recubiertas de frijol rojo, que han sido siempre un elemento básico en las fiestas para celebrar el primer cumpleaños de un bebé o los primeros cien días. Ahora solo alguna abuela viene de forma ocasional para hacer un pedido con motivo del primer cumpleaños de un nieto”. A finales de la década de 1960, cuando nació Kim Jae-eun, los pasteles de arroz eran dulces muy populares, pero en realidad a ella tampoco le gustaban demasiado. Después de graduarse de la escuela secundaria en Jeonju, en la provincia de Jeolla del Norte, Jae-eun se mudó a Seúl y entró en el bachillerato un poco más tarde que el resto de sus compañeros. Mientras trabajaba a tiempo parcial en una imprenta durante su segundo año de instituto, Jae-eun conoció a Se-yeong, que trabajaba en otra
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1. Los bolsillos rellenos de pastel de arroz llamados baramddeok, son particularmente populares entre los clientes más jóvenes por su sabor dulce. 2. La entrega de pedidos es responsabilidad de Oh Se-yeong, el esposo de Jae-eun.
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imprenta. Se casaron cuando Jae-eun tenía 25 años y Se-yeong, 30. Más tarde Jaeeun se dio cuenta de que no podía amar ni respetar de forma sincera a su esposo porque éste se entregó al alcohol después de fallar dos veces en sus negocios. En la época en la que la imprenta de Se-yeong en el barrio de Jongno estaba pasando por dificultades económicas, la tienda de pasteles de arroz de al lado disfrutaba de una gran prosperidad y multiplicaba sus ventas. Con la proliferación de los ordenadores personales los negocios de imprenta estaban en pleno declive, por lo que todos los fines de semana Se-yeong echaba una mano en la tienda de pasteles de arroz. Después de un tiempo cerró su imprenta y se puso a aprender todo lo que pudo sobre los pasteles de arroz. Aunque poco después la tienda de pasteles de arroz se mudó a otro barrio, para Se-yeong, que para entonces estaba completamente fascinado con el mundo de los pasteles de arroz, este negocio se había convertido en su escuela. Conducía su motocicleta durante una hora todas las mañanas hasta la tienda emplazada en la nueva localización y regresaba a casa a altas horas de la noche. Mientras tanto, Jae-eun trabajaba como empleada doméstica a tiempo parcial para ayudar a mantener a su familia. Dos años más tarde, en agosto de 1999, la pareja se endeudó para hacerse cargo de la tienda de molienda Pungnyeon en Namgajwa-dong y abrieron la tienda de ddeok Pungnyeon, donde Jae-eun se convirtió en la mejor aprendiz y socia comercial de Se-yeong. Su esposo, una persona nueva En aquel momento la pareja pagó las deudas que tenía, puso a sus dos hijas en la universidad y, en el caso de Jae-eun, también se enamoró de los ddeok. Jae-eun piensa en el ddeok como “el salvador de su vida” porque, por encima de todo, la llevó a
3. Nacen de cocer al vapor la harina de arroz y pasarla por un molino de cilindros largos. Los garaeddeok blancos son básicos en las pastelerías de arroz al ser usados en todo tipo de ofrendas.
respetar a su marido. “Él no piensa en dinero. Solo piensa en los ddeok. Parece un poco como un artista. Desde que vinimos aquí se ha convertido día a día en una persona que merece mi respeto”. Jae-eun también merece respeto, ya que no ha faltado ni un solo día al trabajo desde que abrieron la tienda de ddeok Pungnyeon. Llegado este punto, ella alberga solo dos deseos. El primero es que el propietario no suba el alquiler y el segundo es que, después de que deje de trabajar, la tienda de ddeok Pungnyeon siga prosperando en los próximos años. Jae-eun es feliz gracias a los ddeok, pero admite que su trabajo es agotador. “Cuando pasen unos cinco años más quiero salir de esta tienda y descansar”. “Ya sabes cómo va esto. La vida no es algo que siempre sale según lo planeado”, reflexiona.
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ENTRETENIMIENTO
Cine 21 también le otorgaron el título de Actriz del Año de esa revista de cine. A lo largo de sus 57 años de carrera, Na, que ahora tiene 77 años, principalmente interpretó papeles secundarios, pero recibió la mayor aclamación por su papel principal en “I Can Speak”.
Después de 60 años,
ella por fin puede hablar
¿Puede una película que trata de un tema serio como la esclavitud sexual durante la guerra ser un éxito de taquilla? Mucha gente dudaba al respecto hasta que la película del director Kim Hyun-seok “I Can Speak” fue presentada en 2017. La cinta logró el éxito comercial y de la crítica, atrayendo a 3,3 millones de cinéfilos y recibió elogios de la prensa y los críticos.
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Song Hyeong-guk ı Crítico de cine
finales de 2017, Na Moonhee logró la mayoría de los premios que una actriz coreana puede recibir en un año, incluidos el Blue Dragon Film Award a la Mejor Actriz Principal, el de la Asociación Coreana de Críticos de Cine como
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Mejor Actriz, el Premio Director’s Cut a la Mejor Actriz, el Premio de la Asociación Coreana de Productores Cinematográficos a la Mejor Actriz, el Premio Especial de Amnistía Internacional, y el Premio a la Mujer en la Película del Año. Veintiséis periodistas y críticos de
Un problema histórico sin resolver En 2007, la Cámara de Representantes de EE. UU. aprobó la Resolución 121 sobre la esclavitud sexual colonial en tiempos de guerra cometida por los militares japoneses. Instó al gobierno japonés a reconocer formalmente, disculparse y aceptar la responsabilidad histórica de forma clara e inequívoca por la explotación brutal de las Fuerzas Armadas Imperiales de jóvenes mujeres como esclavas sexuales. “I Can Speak” se basa en la historia real de Lee Yong-su, una de las víctimas que testificó en la audiencia de la Cámara antes de votar esa resolución. Desde principios de la década de 1930 hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas armadas japonesas atraparon a mujeres jóvenes y adolescentes, predominantemente en territorios ocupados como Corea, China, Filipinas y otros países del sudeste asiático, como esclavas sexuales, eufemísticamente llamadas “mujeres de confort” en japonés. A través de la coerción, el secuestro y el engaño, se estima que entre 100.000 y 200.000 mujeres fueron llevadas a una red de “estaciones de confort” o burdeles militares establecidos por todo Japón y sus territorios ocupados. La mayoría de las víctimas eran coreanas, incluidas chicas que apenas eran adolescentes. A finales de 2017, solo se sabía que 32 de esas víctimas seguían con vida en Corea. Si bien esta cuestión histórica no resuelta sigue siendo una de las principales causas de conflicto entre Corea y Japón, esperan que Japón admita su responsabilidad legal por las atrocidades del pasado. “I Can Speak” surge a partir de un
trabajo premiado en un concurso de guiones que organizó CJ Culture Foundation en 2014, bajo los auspicios del Ministerio de Igualdad de Género y Familia. El casting y la producción resultaron complicados, ya que las estrellas jóvenes se negaban a interpretar esos papeles, por temor a perder el favor de sus fans japoneses. El rodaje no comenzó en serio hasta que Lee Je-hoon, que se había hecho un nombre en la película “Architecture 101” de Lee Young-ju, se unió al reparto a principios de 2017. Na Moon-hee leyó el guion dos años antes y se conmovió profundamente. Su personaje en la película es el de Na Ok-boon, una anciana que ha presentado más de 8.000 quejas ante la oficina de su distrito. Pero nada es demasiado pequeño ni demasiado grande para sus incansables esfuerzos por corregir los errores; sus quejas van desde la iluminación insuficiente en callejones remotos, hasta la remodelación de un edificio comercial. Muchos funcionarios y vecinos la desprecian y se refieren a ella como “Granny Goblin”. Lee Je-hoon interpreta a Park Min-jae, un joven oficial del gobierno que acoge las incesantes quejas de Na. Eventualmente, superan la gran diferencia de edad entre ellos y se hacen amigos, y Na insiste en que Park le enseñe inglés, sin revelarle el motivo. Park se niega y evita a Na por un tiempo, pero luego accede a condición de que ella le prepare la cena a su hermano menor. Cuando Corea era una sociedad agraria, evolucionó una costumbre llamada “pumasi”. “Pum” significa el esfuerzo o la energía que implica realizar una determinada tarea, y “asi” significa trabajar para alguien a cambio de algún favor o tarea que la otra persona realizará en un momento posterior. Pumasi se usaba para todo tipo de trabajos, desde la agricultura hasta las tareas domésticas y el cuidado de los niños. Compensaba la falta de recursos humanos de una comunidad y servía como base para mantener
unidos a sus residentes. En “I Can Speak” la colaboración entre Na y Park es una reinterpretación moderna de esta larga tradición de ayuda mutua. Parece especialmente relevante en una sociedad que actualmente envejece, ver cómo una anciana prepara comidas para su joven vecino, a cambio de que su hermano le enseñe inglés. Conocer, comprender y sentir remordimiento Cuando “pumasi” se realiza a gran escala se denomina “dure”, e involucra a grupos colectivamente implicados en ofrecer asistencia mutua. En ese sentido, los comerciantes del mercado en “I Can Speak” son los terceros personajes principales de la película. Na, que regenta una tienda de ropa, crea una relación de hermandad con otras mujeres comerciantes, pero su identidad como víctima superviviente del sistema de “mujeres de confort” sigue siendo desconocida en su comunidad hasta la mitad de la película. Hasta ese momento, la cinta se centra en las minucias de la vida cotidiana de la anciana y de los funcionarios y comerciantes del distrito. A nadie le gusta Na porque va y viene entrometiéndose en los asuntos de todos. Sin embargo, al conocer su pasado y la razón por la que desea aprender inglés, todos, incluido Park, se muestran arrepentidos. Lamentan haberla malinterpretado y aborrecido por pura ignorancia y también su sufrimiento. La película plantea varias preguntas conmovedoras. En una sociedad moderna compleja, ¿cuánto nos entendemos? ¿Cuántos de nuestros malentendidos provienen de nuestra ignorancia? ¿Cuán rápido debemos juzgar a otros que apenas conocemos? ¿Con qué facilidad se difunde el odio en Internet, donde las voces no tienen rostro? La película toca la fibra sensible de la audiencia al envolver el problema histórico no resuelto de las “mujeres de confort” con los problemas universales de la sociedad contemporánea.
Solución cinemática de salvación La pena y el arrepentimiento de muchos personajes en la película se expresan en forma de disculpas. Park, los comerciantes, el hermano menor de Ok-boon, que había tratado de borrar el pasado de su memoria, y muchos congresistas y mujeres de Estados Unidos expresaron sus más sinceras disculpas. Sin embargo, ante todo es el país de los agresores quien debe a las víctimas supervivientes el reconocimiento de su culpa y la responsabilidad legal que tanto tiempo han buscado. En la audiencia del Congreso en Washington D.C., Na suplicó al gobierno japonés, como si hablara en nombre de las víctimas: “‘Lo siento’, ¿es tan difícil?” El principal obstáculo para hablar era persuadirse a sí misma para volver a sus horribles y dolorosos recuerdos de haber sido explotada como esclava sexual por los colonizadores japoneses. La heroína Ok-boon precisó 60 años hasta finalmente decir: “Sí, puedo hablar”. Shim Jae-myung, CEO de Myung Films, productor del film, escribió en una columna en la revista mensual GQ: “Me enorgullece que la película no adoptara la perspectiva cinematográfica de simplemente retratar la violencia y el dolor, sino de representar con éxito una mujer independiente que se defendió y provocó cambios”. En octubre de 2017, el famoso magnate de Hollywood, Harvey Weinstein, fue expulsado de la industria del cine por denuncias de acoso sexual y hostigamiento por parte de muchas actrices. “I Can Speak” obviamente sugiere que debemos romper el silencio como Granny Ok-boon, iluminar a los ignorantes y obtener el apoyo de aquellos que pueden empatizar con otro ser humano; solo entonces podremos evitar el dolor que encierra el silencio.
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Opinión desde la lejanía
Dieciocho meses en Seúl
L
legué a Seúl hace poco más de un año y medio, después de aceptar una posición como profesor de Literatura en una universidad de la ciudad. Durante los últimos 8 años había vivido en Estados Unidos y en Inglaterra, pero nunca antes había estado en Corea o en un país de Asia. Sabía poco tanto de la cultura coreana como de su historia cuando bajé del avión en agosto, salvo las cosas más triviales. Había escuchado Gangnam Style en alguna discoteca en los Estados Unidos, y sabía de la importancia de Corea en el mundo a través de Samsung y Hyundai. Asimismo, sabía de la relación tirante que el país mantiene con su vecino del norte desde que ambas Coreas accedieron al armisticio en 1953, y conocía, además, algunos detalles sobre la colonización japonesa (1910-1945). Para mí, sin embargo, Corea no tenía una forma fija que lo diferenciara de los demás países asiáticos. Si alguien me hubiese preguntado antes de venir qué hacía a la cultura coreana diferente de la cultura china o japonesa no habría podido dar detalles con exactitud, o explicar por qué había decidido venir aquí en lugar de permanecer en los Estados Unidos. Mi cicerone en Corea fue Andrés, un renombrado escritor, y colombiano al igual que yo. Accedió a verse conmigo en Itaewon, barrio donde vivía desde que él y su esposa regresaron a Corea. Luego de encontrarnos frente a la estación de metro, subimos por una calle angosta y muy empinada hasta llegar a la mezquita y, desde allí, caminamos unos cuantos metros más hasta un bar con terraza, en cuya azotea nos sentamos a charlar y a compartir unas cervezas. Al sur la colina bajaba hasta el río Han y más allá, sobre su otra margen, se veían los rascacielos de Gangnam. Al norte, justo enfrente de nosotros,
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Sebastián Patrón Profesor de Literatura Latinoamericana Korea University
se encontraba el hotel Hyatt y la montaña Namsan, con su torre, su muralla y sus turistas. Itaewon es un barrio de inmigrantes donde conviven personas de todas partes del mundo. Hay norteamericanos, musulmanes de distintas partes de Asia y una comunidad de inmigrantes africanos. Este barrio de edificios de dos o tres pisos de ladrillo y de calles estrechas lleno de restaurantes y bares extranjeros ofrecía una imagen diferente de los barrios que hasta ese momento había visitado en Seúl. En efecto, este era un barrio cosmopolita desde cuyas colinas se podían ver, como en una formación rocosa, las diferentes capas y transformaciones que la ciudad había vivido en los últimos años. Una de las cosas que aprendí en nuestro primer encuentro es que la ciudad cambia a un ritmo acelerado. Es común encontrar en Seúl barrios como Itaewon, con sus edificios de ladrillo junto a torres construidas hace apenas pocos años. En el centro, por ejemplo, aún conviven edificios modernos de oficinas con callejuelas llenas de casas viejas de techos bajos. Dentro de esos rascacielos hay, además de restaurantes coreanos más lujosos, restaurantes internacionales ––italianos, españoles, chinos y japoneses––y almacenes de todo tipo, desde tiendas de marca hasta almacenes de cadena. En las casas bajas, en cambio, hay sobre todo pequeños restaurantes coreanos donde venden o carne a la barbacoa o sopas y estofados típicos de la gastronomía local. Estos barrios tradicionales han ido cediendo poco a poco a las construcciones modernas a lo largo de toda la ciudad y bloques de casas son demolidos para dar paso a nuevos edificios, parques o centros culturales. A su vez, estas pequeñas casas son a veces reemplazadas por estructuras de su mismo tamaño, aunque más modernas y revestidas ya no
por ladrillo, sino por una opaca piedra gris. Poco después de llegar a Seúl vine a vivir a Itaewon, el barrio en el que vivían la mayor parte de mis amigos. Comparado con mi primer barrio en Seúl, es mucho más fácil el día a día para los recién llegados, pues la mayoría, sean extranjeros o locales, habla inglés. Los supermercados ofrecen productos internacionales que rara vez se encuentran en las tiendas coreanas y hay una cantidad considerable de restaurantes internacionales. Los fines de semana me quedo en Itaewon o voy a Hongdae, otro de las zonas juveniles más famosas de Seúl. Algunas veces salgo a cenar en una barbacoa coreana o a comer pollo frito –el famoso chimaek- con algunos amigos antes de ir a bailar a algún club donde pongan música latina. Sin embargo, mayormente suelo ir con un libro a alguno de los bares con buena iluminación cerca de mi casa, pido una cerveza y me siento a leer por unas cuantas horas. A fuerza de repetir esta rutina me he ido forjando un espacio en la barra de cada uno de estos lugares. Al llegar los camareros me saludan y me preguntan si deseo otra vez tal o cual cerveza. De esta manera he ido haciendo de mi barrio en Seúl un lugar menos extraño, donde cada vez reconozco más rostros, y donde no es raro encontrar caras amigas caminando por la calle o bebiendo un trago en un bar. Pero a decir verdad, la mayoría de la gente que he conocido desde que me mudé a Itaewon son extranjeros. Por ahora no tengo muchos amigos coreanos, aparte de los colegas de trabajo, obviamente por el obstáculo del idioma, pues aprender coreano requiere de mucho tiempo y constante dedicación. Cada palabra debe ser memorizada, ya que no tiene una raíz común con nuestro idioma. Pero no cejo en mi empeño y tomé algunos cursos elementales de coreano, donde aprendí a saludar y a presentarme, así como a preguntar cuánto cuesta algo y dónde queda tal o cual lugar. Aunque por ahora mi coreano no alcanza para desenvolverse en la ciudad y disfrutar de todo lo que ofrece, desde sus museos y galerías de arte, hasta sus teatros y su escena musical, sigo intentándolo. Pero al ser un proceso lento, siento que mucho más que en cualquier otra ciudad en la que haya vivido, los límites de mi mundo son directamente proporcionales a mi conocimiento de la lengua.
Mi dominio del coreano determina tanto los lugares que visito como los recorridos que realizo en la ciudad. Al menos mi rutina diaria es amable. Me siento bien dando clase de Literatura, mi especialidad, y disfruto de la tremenda atención y respeto que profesan los estudiantes coreanos a los profesores. Su interés por aprender y su motivación por las clases y el estudio resulta refrescante. Además de Itaewon y Hongdae, cuando quiero ir a cine tomo el bus hasta Chungmuro o hasta el centro, para ir a la cinemateca. Visito con frecuencia la librería Kyobo en Gwanhwamun, una de las más grandes del mundo, para buscar libros académicos o literatura en inglés o francés, y de allí camino hasta la zona de casas tradicionales que está entre los dos palacios, Gyeongbokgung y Changdeokgung. Casi nunca voy a Gangnam o al sur del río, a no ser para encontrarme con algún amigo que viva en esa parte de la ciudad. Ojalá algún día consiga hablar coreano con fluidez, pues eso expandiría enormemente las fronteras de mi mundo aquí en Corea, al igual que me pasó con el inglés en Nueva York o en Oxford. Quisiera creer que en unos años podré sostener una conversación sencilla con extraños o con los meseros de los restaurantes cada vez que éstos me hacen algún comentario. También me gustaría ser capaz de ver una película con subtítulos en coreano o ir al teatro. Y aunque durante la semana el trabajo en la universidad me mantiene muy ocupado y son raros los fines de semana en los que no encuentro algo que hacer, como preparar las clases o leer sobre mis temas de investigación, alguna vez que he tenido ocasión de salir fuera de Seúl he podido disfrutar de la geografía del país. Por ejemplo, destacaría la abundante orografía del país, de la que bien disfrutan los coreanos cada fin de semana; la belleza de las increíbles costas de Tonyeong o el divertido reto de intentar capturar truchas en el Festival de Hielo de Hwachon, donde estuve a finales de enero, por mencionar algunos de los atractivos para visitar un país, por ahora y por fortuna no tremendamente explotado a nivel turístico. Por ahora no sé cuánto tiempo estaré aquí, pero incluso para un extranjero con un dominio casi nulo del idioma, y pese a ser un país pequeño en dimensión física, Corea es lo suficientemente grande y único como para continuar sorprendiéndome por unos cuantos años más.
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INGREDIENTES ESENCIALES
Mil y una historias sobre patatas La patata o papa, nutritiva y de variadas especies, es uno de los alimentos más consumidos por los coreanos al ser usada como ingrediente, tanto para preparar platos acompañantes como en aperitivos o meriendas. Autóctona de Sudamérica, la patata llegó a Corea a principios del siglo XIX tras pasar por Europa y China. Aquí les explicamos cómo la papa se convirtió en un tubérculo ampliamente cultivado en Corea y su significado. Jeong Jae-hoon ı famacólogo, escritor gastronómico
Mujeres plantan papas en un campo en Taebaek, provincia de Gangwon, provincia en gran parte montañosa, donde se cultivan la mayoría de las papas de Corea. Generalmente se cosechan entre finales de junio y finales de agosto. © TOPIC
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e aspecto no muy fino y con malas proporciones, parecen una caricatura. Esta fue la primera descripción que se hizo del cuadro Los comedores de patatas del pintor Vincent Van Gogh. Así, cuando fue presentada al mundo, esta obra no tuvo buena acogida, sin embargo su autor quiso retratar en el lienzo la vida humilde de los campesinos influenciado por Jean-François Millet, quien la consideró una de sus mejores pinturas. El trigo, el arroz y la cebada son a veces engañosos. Si uno siembra sus semillas dentro de la tierra, los granos aparecen en los tallos que crecen por encima de la superficie; y cuando llega la época de la cosecha, la tierra que les dio vida y les nutrió, ni siquiera se ve al quedar bajo las plantas. Todo lo que se cultiva, nace de la tierra y es recogido de la tierra. Por eso, el cuadro Los comedores de patatas de Van Gogh es realista, o más concretamente, la escena que retrata a unos campesinos sentados alrededor de una tibia luz mientras comen patatas, refleja perfectamente la realidad, desde sus manos ásperas de tanto trabajar la tierra, hasta su tez, igualmente color de tierra como una papa sin pelar. Definitivamente, tienen derecho a comer papas, aún calientes y con olor a tierra. Al contrario de esa escena hasta solemne que pintó Van Gogh de campesinos comiendo papas, este tubérculo no fue bienvenido por los agricultores como alimento desde un comienzo, cuando en el siglo XVI llegó de los antiplanos de los Andes de América hasta Europa. Al igual que el arte de Vincent Van Gogh fue valorado debidamente tras la muerte del pintor, hizo falta tiempo para que la papa fuera apreciada y aceptada por los consumidores. Propagación gracias al hambre La papa tiene un alto valor nutritivo. Es rica no solo en carbohidratos,
sino también en minerales como potasio, magnesio y manganeso, fibras y otras sustancias nutritivas, como ácido fólico y vitaminas B1 y B6. En particular, la vitamina C que contiene la patata, si bien se halla en menor dosis que en las frutas, es suficiente como para prevenir el escorbuto si uno hace de la papa su alimento principal. Cuando la papa aterrizó en Europa, aunque todavía no se habían descubierto las vitaminas, los gobiernos y los científicos de la Europa del siglo XVIII sabían del valor nutritivo de este tubérculo. Así fueron los mayores promotores de la patata Federico II de Prusia, conocido hasta hoy en día como el “padre alemán de la patata”, y el agrónomo francés Antoine Parmentier. Sin embargo, los campesinos, que eran los que debían consumir papas más que nadie, rechazaron incluirlas en su dieta. Incluso algunos ni siquiera querían tocarlas ante la falsa creencia de que la patata causaba enfermedades, tales como tuberculosis, cólera y lepra. También el hecho de que no pudieran usar la papa como ingrediente para preparar pan, hizo que se mantuviera lejos de su mesa. Ante este panorama, para que los agricultores europeos apreciaran el valor de la papa y empezaran a cultivarlas, tuvo que pasar mucho tiempo, hasta que en un momento dado, la siembra y consumo de la patata comenzaron a propagarse rápidamente. Fue por hambre. La papa llegó a la península coreana en los años iniciales del siglo XIX. Cuentan que las primeras papas que se sembraron en estas tierras fueron aquéllas traídas para comer por un hombre que había venido de China en busca de ginseng silvestre. Ocurrió en la época en la que el gastrónomo Jean Anthelme Brillat-Savarin dijo la famosa cita “Dime qué comes y te diré quién eres”. Esta frase fue convincente en los tiempos de Brillat-Savarin, en vista de que por aquel entonces era posible distinguir fácilmente la comida de los campesinos de la de gente adinerada,
perteneciente a la clase alta. Entonces la comida que uno ingería se diferenciaba según la procedencia y la clase social. No obstante, la riqueza culinaria de un país o una cultura viene mejor definida muchas veces, no por qué se come, sino por cómo se come. Dicho esto, los europeos y los coreanos, si bien aceptaron igualmente a la patata como alimento, la toman de formas muy distintas. Consumo con el arroz A diferencia de los europeos, que trataron de combinar pan con patata, cuando el pan era su alimento principal, entre los coreanos contemporáneos la patata se consume de dos maneras: teniendo como núcleo principal el arroz, el alimento básico de la dieta tradicional coreana, pues los coreanos la comen ya sea en vez de arroz, o sea como un plato propiamente dicho, o para acompañar al arroz. En tiempos en los que los cereales eran difíciles de conseguir, la gente saciaba el hambre con papas cocidas en agua o al vapor, y en la provincia coreana de Gangwon, cuya topografía no es muy adecuada para cultivar arroz, la papa empezó a plantarse masivamente. De ahí que a día de hoy en esa región sea fácil encontrar platos típicos preparados con papas como ongsimi (parecido a los ñoquis de Italia pero que se preparan solo con patata y sal) o gamjaddeok (pastel de pata). En la actualidad, la papa se come más como banchan, es decir en platos para acompañar al arroz. Por ejemplo, hay un plato llamado gamja jorim, que consiste en patatas cocidas en salsa de soja mezclada con otros condimentos, u otro conocido con el nombre de gamjatang, que es un tipo de guiso o cazuela de costillas de cerdo con papas y verduras. También la papa es usada como ingrediente para diversas sopas hechas a base de doenjang (pasta fermentada de soja) o gochujang (pasta de ají), que son la pareja perfecta de un bol de arroz. En esta
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A diferencia de los europeos, entre los coreanos la patata se consume de dos maneras: teniendo como núcleo principal el arroz, el alimento básico de la dieta tradicional coreana, como plato propiamente dicho o para acompañar al arroz
Las papas, que se originaron en los Andes de Sudamérica, son un alimento nutritivo rico en carbohidratos y también fuente de fibra, minerales, ácido fólico y vitaminas. La vitamina C de las papas permanece intacta incluso cuando se cocinan a altas temperaturas.
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lista de banchan preparado con patata, un nombre que resalta es el de gamja namul. En teoría, ‘namul’ denomina a todo plato preparado con hierbas u hojas comestibles cocidas en agua, sofritas o condimentadas crudas, por lo que el término ‘gamja namul’ o ‘namul de papa’ suena irónico, ya que la patata no es ni un fruto ni mucho menos una hoja, sino un tubérculo. Aún así este plato, que consiste en patatas cortadas finamente en juliana sofritas con sal y otros aderezos, es muy común. En realidad, de la papa no se puede comer el tallo ni las hojas. En particular, el tallo contiene glicoalcaloides, que son unas toxinas naturales que pueden provocar diarreas, vómitos o dolor estomacal, e incluso parálisis, alucinaciones y hasta la muerte. Por similares motivos, es mejor no comer papas que muestren un color verdoso. La patata, si está dañada o expuesta al sol, adquiere un color verdoso debido a una reacción de las clorofilas, que forman los ya mencionados glicoalcaloides. Asimismo las toxinas de los brotes de la papa no desaparecen ni con el calor, por tanto hay que eliminarlas bien antes de comer. Es importante resaltar, sin embargo, que las toxinas que son nocivas para
el ser humano son beneficiosas para la propia patata. Esto es porque la solanina y la taumatina que se forman en las patatas silvestres, sirven como escudo natural contra las bacterias, los hongos y los ataques de los animales. En los Andes, ya desde tiempos antiguos, lograron mediante técnicas especiales de reproducción disminuir las toxinas de la patata para hacer de ésta un alimento útil, adaptando este tubérculo para que pudiera ser consumido por gente de todo el mundo, incluidos los coreanos. También descubrieron que al comer la papa con la tierra que la cubre era posible reducir el efecto tóxico. Al respecto, Timothy Johns, profesor de ciencias nutritivas de la Universidad McGill, explica que, en efecto, en las tierras de los Andes existen sustancias capaces de neutralizar las reacciones tóxicas junto con las toxinas naturales de la papa. Los andinos tienen un alimento procesado llamado chuño, que es papa deshidratada, por lo general por liofilización. Esta es una forma de rebajar las toxinas de la papa y el método de desecación de los tubérculos consiste en exponerlos a ciclos de congelación y exposición al sol de forma consecutiva. Se dice que los
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chuños, elaborados así, pueden conservarse hasta 20 años. También fueron los chuños el alimento que permitió mantener fuerte al ejército inca, factor que fue decisivo para que ese imperio expandiera su hegemonía antes del siglo VIII. Por supuesto, en épocas de mala cosecha y carencia alimentaria, fueron lo que saciaron el hambre de la gente. No obstante, cuando un ingrediente de cocina es exportado de un lugar a otro, generalmente no se transmiten con él las recetas o formas de procesarlo; y eso fue lo que pasó al llegar la papa a Irlanda, tras pasar por España e Italia. Amplia variedad, diversos sabores Si los irlandeses hubieran tenido conocimiento de la técnica de elaboración del chuño de los andinos, hubieran podido evitar la tragedia de mediados del siglo XIX, cuando su población disminuyó a la mitad por la “penuria de la patata”. Pero lo que importaron los irlandeses fue solo el tubérculo, no los métodos de conservación. Entonces, en Irlanda solo existía una variedad de papa, llamada lumper, por lo que todas
las patatas sembradas en ese país presentaban la misma constitución genética. El problema fue que esa variedad era poco resistente al mildiu, un hongo que se expandió rápidamente provocando la pérdida del 90% de las cosechas de papa; algo que nunca hubiera ocurrido en los Andes, tierra de origen de ese tubérculo, donde se cultivaban diversas variedades para disfrutar de patatas de variados sabores y gustos. De acuerdo a un estudio realizado en 1995, en Perú se cultivan por zonas un promedio de 10,6 distintas variedades de papa, mientras que en el Centro Internacional de la Papa, situado en Lima, hay almacenadas unas 5.000 especies de tubérculos-semilla. Esto reduce las probabilidades de que una tragedia como la que afectó a Irlanda volviera a suceder. La humanidad tiene en este sentido una gran deuda con los andinos, que pusieron sobre la mesa la papa, consumida actualmente por más de 1.000 millones de personas a diario, y que es el tercer producto agrícola más cultivado alrededor del mundo, después del arroz y del trigo. A día de hoy, Corea produce más de 30 variedades diversas de papa, las
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1. Las tortas de papa son un alimento local de la montañosa provincia de Gangwon. Hechas de masa de fécula de patata con relleno de frijol mungo, las tortas al vapor tienen un sabor delicado y una textura suave y masticable. 2. El panqueque de papa, hecho con papas ralladas y frito hasta dorarse, es popular como refrigerio o acompañamiento para bebidas. En la provincia de Gangwon solo se usan papas ralladas, pero en otras zonas se agregan verduras como cebollino, zanahorias, cebollas y champiñones.
cuales se dividen en dos grandes tipos, según la textura que adquieren tras ser cocidas: papas harinosas con abundante cantidad de almidón, y papas cerosas, que son más duras y se caracterizan por contener más agua que almidón. Si bien durante mucho tiempo la variedad de papa preferida por los coreanos fue la bautizada como sumi, que sería como un tipo de patata entre harinosa y cerosa; últimamente aumentan las voces que abogan por disfurtar los distintos sabores, texturas y gustos que existen en base a la gran variedad de papas. Pareciera que los coreanos están empezando a adoptar una actitud más sabia al consumir la papa, tal y como hizo la gente de la tierra de origen de este tubérculo.
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Jornadas de literatura coreana
oon Sung-hee hizo su aparición literaria en 1999 al obtener el Premio de Literatura del Año Nuevo, auspiciado por el diario Dong-A Ilbo, con su cuento “La casa construida con bloques de Lego”. En estos casi veinte años, no ha escrito un solo volumen de ensayos o de no ficción, publicaciones que parecen ser el camino común entre los poetas y los novelistas coreanos. Aparte de impartir ocasionalmente clases en la universidad sobre creatividad literaria, se dedica de lleno a sus obras literarias. Goza de amplio reconocimiento y también ha sido galardonada con numerosos premios como el de Literatura contemporánea de Hyundae Munhak, el de Literatura de Hwang Sunwon y el de Literatura de Yi Hyo-seok. Aun con todo eso, el hecho de que sus producciones litera-
nes de limitada amplitud. Una de las características más distintivas de la narrativa de Yoon es una audaz omisión y los espacios vacíos. La novela es un relato, lo cual presupone el suministro de información, pero los escritores diestros son conscientes de que no se trata de proporcionar toda clase de información con todo lujo de detalles. Yoon escribió recientemente un comentario en el jurado de un premio de ficción, haciendo ver claramente su punto de vista al respecto: “Para que pueda haber ranuras en un relato, se requiere que haya un equilibrio entre la narración que se muestra y la que no. Son esas ranuras las que hacen que se superpongan en diferentes capas y esto es lo que origina que los lectores perciban el relato en dimensiones y, de alguna manera, se reconstruya en el interior de su mente”.
Crítica
El mundo enlazado por huecos y espacios vacíos e incompletos Yoon Sung-hee encuentra material para sus obras en todo lo que ve y experimenta en el metro, en la calle y en la vida diaria. Más que describir entramados de corazones distorsionados o atormentados, su narrativa trata cosas triviales que a todos nos pueden ocurrir diariamente. La relativa facilidad con la que sus obras se reconstruyen en la mente de los lectores se debe a su cotidianidad. Choi Jae-bong ı periodista, The Hankyoreh
rias se limiten meramente a seis colecciones de cuentos, en cierta medida, deja mucho que desear. Esto se vuelve más patente al compararse con Kim Soom, que tiene una edad similar e hizo su debut literario tan solo dos años antes. Kim cuenta ya con diez novelas y siete colecciones de cuentos y novelas, y se sabe que ya tiene otra novela y otra colección de cuentos próximos a editarse. Lo cual nos confirma, de nuevo, que es una escritora diligente y prolífica. Sin embargo, tampoco se puede negar que la producción de Yoon Sung-hee no sea algo que merezca elogios. Lo interesante es que tiene solamente una novela de larga extensión. Sería justo considerarla, entonces, como una escritora que sobre todo se centra en escribir relatos cortos y, en este aspecto, estaría a la par de Oh Jung-hee, que tras debutar en 1968 con “La mujer de la juguetería”, es una autora que se dedica especialmente a narracio-
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La estrategia de la narrativa de Yoon se centra en mostrar más que en afirmar, omitiendo deliberadamente la información esencial o revelándola limitadamente como si se tratara de un juego, con el objeto de que se formen ranuras y así invitar a los lectores a participar más activamente en la reconstrucción del relato. Resumiendo en pocas palabras, podría decirse que sus obras son novelas destinadas a que participen los lectores. En comparación con relatos en los que se proporcionan sin falta todos los detalles, no es nada fácil permitir que se formen ranuras, omisiones y espacios vacíos para que la trama esté repleta de grietas. Para lograrlo, el autor debe ser muy perspicaz y meticuloso para juzgar debidamente qué datos se deben proporcionar y las veces necesarias. El cuento “Esquina” está incluido en Apoyarse en la almohada, su quinta y última colección publicada en 2016 y al igual
que sus otras obras, se halla lleno de espacios vacíos. En la primera parte, por ejemplo, el protagonista llamado “Yeom” se acuerda de una escena en la que sus tíos maternos echaron por el aire la mesa de la comida en la casa de su madre y de su padrastro, haciendo que un caldo de estofado de marisco salpicara por todas partes. Sin embargo, no da explicaciones sobre la causa por la que se había llegado a tal situación. No ofrece pista alguna de la actitud de sus tíos, cuando ninguno de ellos pregunta por su madre en la fiesta del octogésimo cumpleaños de su tío mayor, dejando en una incógnita la relación entre los hermanos varones y su madre. Es evidente que había ocurrido algo crucial entre sus tíos y su madre que los hizo enemistarse, pero no hay pistas para el lector. Se podría pensar que la causa era la existencia del padrastro, pero no pasa de ser una mera suposición. Se da a entender que lo importante no es la causa de la discordia, sino que basta con poner en relieve la situación en la que se encuentran. Considerando que tras la escena del octogésimo cumpleaños no se hace mención alguna, la disputa entre la madre y los tíos de Yeom no tiene relevancia pertinente en la trama del relato. El principal asunto del relato se despliega desde el momento en el que Yeom regresa a casa, tras asistir a la fiesta de cumpleaños. En el piso donde vive solo, Jo se halla durmiendo en su cama. Habían sido íntimos amigos desde el bachillerato, a tal punto que al independizarse Yeom, Jo puso la fecha de su cumpleaños como contraseña para el código digital de la puerta de entrada. Jo trabajaba a tiempo parcial en la tienda de sus padres, había estado de amoríos desde el pasado verano hasta principios de invierno, motivo por el cual había dejado de frecuentar la casa de Yeom, y nos damos cuenta, a medida que se desarrolla la trama, que últimamente la chica lo había abandonado. El relato está lleno de bromas sin mucho sentido y de actitudes triviales de esta pareja de jóvenes de veintisiete años y se confirman, a grandes rasgos, dos cosas. Primero, a juzgar por los hechos, Jo insinúa la intención de heredar la tienda de sus padres y administrarla directamente, y Yeom se siente inseguro de poder continuar con su trabajo, así que ambos mantienen una lucha por establecerse en el mercado laboral, al igual que numerosos jóvenes de su edad. Segundo, incluso a pesar de eso, o puede que sea preci-
samente por eso, los dos amigos se preocupan el uno por el otro y se consuelan mutuamente, lo cual se manifiesta de forma muy cálida y reconfortante. Aunque su amistad venga desde el bachillerato, la verdadera relación entre ambos constituye el vacío y el misterio más grande del relato. No se puede precisar si tan solo son buenos amigos o si su relación se fundamenta en una base erótica. Da la impresión de que se mueven en ambos lados, caminando peligrosamente sobre una cuerda floja. Por otro lado, a pesar de que se desconozcan las razones, Yeom lleva consigo la fotografía de su primo muerto a los veintisiete años, cuando él todavía no había nacido. Yeom le toma una foto a Jo imitando la ©Park Jae-hong misma postura y, al ver a Jo mirar esa fotografía bajo una farola, estalla en lágrimas, lo cual también es sintomático. Trasnochan bebiendo y tras darse una vuelta por un complejo residencial, cuando Jo se disponía a tomar el autobús, Yeom le propone “¿no te apetece un ramyeon en casa”, lo que inmediatamente nos hace recordar una famosa escena de la película Un encantador día de primavera del director Heo Jin-ho. La frase de Eun-soo dirigida a Sang-woo de “¿quieres comer ramyeon antes de irte?” desencadena el desarrollo de su relación amorosa. Sobre todo, lo más intrigante de la obra es el significado de su título “Esquina”. Esta palabra no aparece una sola vez en todo el relato, ni tampoco encontramos descripciones ni referencias sobre lo que se trata. Se refiere, a lo mejor, a las tempranas horas de la madrugada, la hora crucial entre la noche y el día durante la que los dos jóveness se encuentran cara a cara mientras trasnochan bebiendo. O, tal vez, estaría simbolizada por algunas de las relaciones humanas del relato y el lugar en el que ambos se hallan ubicados en la sociedad. Aun así, no son más que vagas suposiciones. La historia concluye sin dar solución a todos estos interrogantes. Al preguntárselo directamente a la autora responde que “en una calle o carretera, una esquina podría considerarse como un callejón sin salida, pero cuando se le da la vuelta, permite ver otros caminos. El título refleja el estado de ánimo del protagonista”. Asentí con la cabeza al escucharlo, pero con independencia de las intenciones de la autora cada uno de los lectores, a su vez, podría dar con su propia “esquina”.
“Una esquina podría considerarse como un callejón sin salida, pero cuando se le da la vuelta, permite ver otros caminos. El título refleja el estado de ánimo del protagonista”.
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US$144
Asia del Este
1
Sudeste Asiático
2
Europa y América del Norte 3
África y América del Sur 4
US$9
* En los números atrasados, hay que sumar el coste de envío por correo aéreo 1 Este de Asia (China, Hong Kong, Japón, Macao y Taiwán) 2 Sudeste Asiático (Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia, Timor Oriental, Vietnam) y Mongolia 3 Europa (incluyendo Rusia y la CEI), Oriente Medio, América del Norte, Oceanía y el sur de Asia (Afganistán, Bangladesh, Bután, India, Maldivas, Nepal, Pakistán y Sri Lanka) 4 África, Sudamérica / Centroamérica (incluyendo las Antillas), y las Islas del Pacífico Sur
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84 Koreana Primavera 2018
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A JournAl of the eAst AsiA foundAtion
We Help Asia Speak to the World and the World Speak to Asia. In our latest issue:
How Asia is making sense of a VERY different US president Learn more and subscribe to our print or online editions at www.globalasia.org
how AsiA is coping with trump: essAYs bY
Bruce Jentleson; Robert Thomas; Patrick M. Cronin; Miles Kahler; Susan Shirk; Wu Xinbo; Seong-ho Sheen; Stephan Haggard; Sugio Takahashi & Liudmila Zakharova in focus: chAllenges for the us And chinA
Negotiating climate change and maritime security deAling with nucleAr north koreA
Walter Clemens Jr. sees lessons in the Cuban Missile Crisis; Steve Chan says it’s high time to get back to talking
plus
J. berkshire miller Signs are Positive, but China and Japan Aren’t Yet Ready for Détente michal romanowski Where the Silk and Amber Roads Meet: China in Central and Eastern Europe muthiah Alagappa China’s Taiwan Dilemma kaewkamol karen pitakdumrongkit Building Exchange-Rate Governance Within ASEAN+3 book reviews by John Nilsson-Wright, Taehwan Kim, John Delury and Nayan Chanda
us$15.00 w15,000 A Journ JournAl of the eAst AsiA foundAtion | www.globAlAsiA.org | volume 12, number 4, winter 2017
Views from 10 authors @realGlobalAsia
Crude. Volatile ... and UNAVOIDABLE. How the region is making sense of a very different US president #TrumpinAsia
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Korean Literature Now is accepting submissions of translations of Korean short stories, poetry, and essays. Submit @ KoreanLiteratureNow.com/submissions 48 Koreana Primavera 2018
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