Koreana Summer 2014 (Spanish)

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VER ANO 2014

Cultura y arte de Corea

Especial

Haenyeo Las Haenyeo de la isla de Jeju

Icónicas Buceadoras de Jeju

Curtidas buceadoras capturan frutos del mar del fondo del océano. Las buceadoras de nuestro tiempo. ¿Cómo sobreviven?

1 ISSN 1225-4606

tomo. 23, Nº- 2

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Imagen de Corea

Una casa sin puertas ni paredes, sólo con luz de luna Kim Hwa-young crítico literario, miembro de la Academia Nacional de Artes de la República de Corea Kwanjo Fotógrafo

L

a casa de verano de Soswaewon en Damyang, Jeolla del Sur, es famosa por poseer el jardín más hermoso de Corea. El verano deslumbrante abre las puertas de esta casita. Las puertas de papel que separan a las habitaciones del porche y el interior del exterior, se han colgado en lo alto y han pasado a formar parte del techo. Es una casa sin paredes ni puertas, donde sólo hay columnas. Es una habitación donde las vistas y los sonidos de la naturaleza, junto a la fragancia del mundo, todo lo inundan. Esta casa rústica no convierte en objetos los árboles, las rocas y el arroyo del jardín, ya que funde su perspectiva con ellos. Aquí, el interior se encuentra afuera y el exterior adentro. La humanidad y la naturaleza se armonizan y se convierten en uno. La belleza de los jardines coreanos del Siglo XVI no se halla sim-

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plemente en el placer visual que se experimenta con la estructura del espacio o el paisaje de agua, rocas y plantas, y árboles bien cuidados, como sucede en los jardines occidentales o japoneses, donde el sentido de la vista objetiviza lo que percibe. Sin embargo, los estudiosos coreanos del SXVI, inmersos en el pensamiento taoísta, trataron de no mirar hacia el paisaje, sino de integrar con sencillez el jardín a la casa, como parte del paisaje. No construyeron muros para delimitar la “propiedad” sobre sus jardines, pues trataban de no dividir ni embellecer la naturaleza artificialmente. En cambio, simplemente encontraron el lugar más apropiado entre las montañas, bosques de bambú, arroyos y rocas de naturaleza salvaje, y allí construyeron sus casas, que reposaban en el amplio seno de la naturaleza. No edificaron grandes casas, pero las construcciones poseen un corazón que voluntariamente acepta y se integra con la naturaleza. Tanto fue así, que un poeta del SXVI interpretaba este canto: Después de trabajar diez años, voy a construir una pequeña cabaña con techo de paja. Una habitación para mí, otra para la luna, y una más para la suave brisa. Pero como no hay habitación para las montañas y los arroyos, envolveré mi casita en ellos. ‘Después de trabajar diez años’ – Song Sun (1493-1583) (Traducido por Javier Castañeda)

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Carta del Editor

El eterno legado de las Mujeres del Mar Todo comenzó con una idea simple. Koreana tiene páginas dedicadas a personas que trazan su propio camino para defender sus valores personales. Entonces, ¿por qué no entrevistar a una haenyeo en esas páginas? Las mujeres que practican buceo libre en la isla de Jeju son bien conocidas por su perseverancia y fortaleza; pero poco se sabe acerca de lo que estas mujeres piensan exactamente sobre su trabajo y su rigurosa forma de vida. Así, esta idea se convirtió en el especial de esta edición: “Haenyeo: las icónicas buceadoras de Jeju”. Eruditos y escritores bien versados en la historia de esta profesión única, y sobre el estilo de vida y la cultura de las buceadoras de la isla, han participado en este especial. Gracias a su visión y entusiasmo, hemos podido sacar a la luz mucho sobre la vida y los pensamientos de estas mujeres. Las haenyeo son unas profesionales verdaderamente increíbles. Sin embargo, resulta evidente que sin un esfuerzo estratégico, esta tradición milenaria podría desaparecer en un futuro próximo. Como tal, los esfuerzos que realizan los representantes del gobierno y los académicos para incluir a las haenyeo en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO son ciertamente alentadores. Su inscripción en dicho registro sería una merecida recompensa para estas buceadoras que han sufrido tantas dificultades. Pero también existe preocupación por la publicidad indiscreta. “En un esfuerzo para promover a las haenyeo, espero que la gente pueda reconocer el gran valor de su espíritu”, dice Heo Young-sun, un periodista local y poeta. “El suyo es verdaderamente un espíritu de abnegación impresionante. Espero que este valioso legado espiritual no se vea ensombrecido por ninguna propaganda comercial”. Como las buceadoras rastrean el fondo del océano para capturar frutos del mar poniendo en riesgo su vida, podría parecer absurdo intentar preservar su existencia. Por consiguiente, hacen falta medidas políticas bien pensadas para preservar el valor del patrimonio de las haenyeo, y así nutrirnos de este recurso innato de la isla más meridional de Corea.

Director

Yu Hyun-seok

Editor Ejecutivo Cha Du-hyeogn Editores Jefes

Javier Castañeda

Kim Un Kyung

Consejo Editorial Bae Bien-u

Choi Young-in

Emmanuel Pastreich

Han Kyung-koo

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Kim Young-na

Koh Mi-seok

Song Hye-jin

Song Young-man

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Composición y Diseño Ahn Graphics Ltd. 2 Pyeongchang 44-gil, Jongno-gu, Seúl, 110-848, República de Corea Tel: 82-2-763-2303 / Fax: 82-2-743-8065 Traductores Kim Un Kyung, Javier Costaneda, Raimon Blancafort, Atahualpa Amerise, Joo Hasun Suscripción anual Corea: 18.000 wones. Asia, correo aéreo: 33 usd. Resto del mundo, correo aéreo: 37 usd.
 Precio por ejemplar en Corea: 4.500 wones.
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Javier Castañeda y Kim Un Kyung Editores

Impresa en Verano 2014 Joongang Moonwha Printing Co. 27 Shinchon 1-ro, Paju-si, Gyeonggi-do 413-170, Corea Tel: 82-31-906-9996 © Fundación Corea 2014

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“El sueño de una Haenyeo” (1984) Kang Dong-un, tinta y color ligero sobre papel, 162 x 130 cm. Nacido en la isla de Jeju, en 1947, Kang dedicó su carrera a las personas que representan la vida cotidiana de su isla natal.


Reportaje Especial

Haenyeo: Icónicas Buceadoras de Jeju

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Reportaje Especial 1

El sinuoso camino de una vida que florece en el océano: Koh In-o, la haenyeo más anciana Heo Young-sun

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Foco

DDP, nuevo referente para un Seúl que mira hacia el futuro

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Goo Bon-joon

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Entrevista

Kim Young-taek, revive la arquitectura coreana a través de la pluma Chung Jae-suk

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Enamorado de Corea

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Reportaje Especial 2

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Reportaje Especial 3

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Reportaje Especial 4

Las haenyeo de la isla de Jeju: pasado y presente Yoo Chul-in

Mujeres de Jeju, fuerza y carácter templados por el buceo Joo Kang-hyun

Las mujeres del mar en nuestros tiempos Lee Jin-joo

Entretenimiento

La evolución del manhwa coreano: de webtoon a smartoon

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Opinion desde la Lejania

Cuatro días en Corea Andrés Felipe Solano

Park Seok-hwan

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Estilo de Vida

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Libros y más

Little Cinema

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Jeon Sung-won

“El Arirang en la cultura coreana y más allá”

Delicias de Gourmet

Bingsu, un sensacional postre de hielo Yoon Duk-no

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Jornadas de literatura coreana

Compasión por errores triviales Chang Du-yeong

George Archibald: Une a los coreanos mediante la conservación de grullas

El más completo y diverso estudio sobre el

La uña del cocinero

‘Arirang’ en inglés

Yun Ko-eun

Ben Jackson

“Tierra”

Charles La Shure Primera novela moderna coreana

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En el camino

traducida para lectores globales

Hadong, tierra de literatura y té

Charles La Shure

Gwak Jae-gu

“Hello” “Serendipity” “Fall to Fly - Before” ‘Adultos contemporáneos’, cuando los oldies causan sensación Kim Young-dae

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Reportaje Especial 1 : Icónicas Buceadoras de Jeju

El sinuoso camino de una vida que florece en el océano:

Koh In-o, la haenyeo más anciana Ha pasado 76 años de su vida buceando en la costa de Saekdal-ri en Seogwipo. Todavía hoy la mayor

de las haenyeo de la isla de Jeju, Koh In-o, se zambulle en el agua para recoger algas, pepinos de mar y peonzas cornudas. La fuerza y el magnánimo espíritu de las haenyeo de Jeju se pueden observar en estas mujeres, a través de tres generaciones que han pasado toda su vida buceando. Heo Young-sun Poeta | Cho Ji-young Fotógrafo

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puede estar a su altura. Ella sale antes que las demás e incluso levanta pesadas cargas con facilidad. Nosotras nos limitamos a seguirla. No hay otra madre del mar como ella en este país”. Koh In-o recoge el doble de productos que las haenyeo más jóvenes y, por supuesto, nadie la supera en cuanto a capacidad de buceo. Sus compañeras haenyeo la llaman “la hija de la diosa del Mar”. Ella se conoce el fondo del océano como la palma de su mano. Incluso cuando ni siquiera asoma el sol, no hay una sola jornada en la que ella deje de entrar en el agua. Las únicas excepciones son los días en los que el viento sopla demasiado fuerte. 1 Buceando al límite entre la vida y la muerte en el océano con su sola respiración, las haenyeo aprenden de forma natural a frenar la codicia y a estar satisfechas con el presente. 2 Koh In-o, la mayor de las haenyeo aún en activo, está feliz de poder bucear con sus hijas y su nuera, quienes continuarán con la tradición; y se siente muy satisfecha cuando capturan mucho más que ella. 1

A

letas negras y flotadores redondos o “tewak” se mueven de arriba abajo, como bailando sobre la superficie del océano. Vistos de lejos, se asemejan a los granos de rezo budistas bajo el intenso sol del sur. Pasado un rato, una multitud de haenyeo emergen del agua. Sus cestas están llenas de peonzas cornudas, pepinos de mar y algas. Un rato después, como el último jugador que abandona el campo, aparece ella enfundada en su traje negro. Con una cesta de algas al hombro, camina con paso recto y firme. Al levantar la máscara de buceo, muestra su cara. Es imposible adivinar su edad debido a su vigorosa apariencia. Se trata de Koh In-o, una haenyeo de Jeju que cumple 91 este año. Ella es una anciana, la mayor de entre las que trabajan profesionalmente en la isla de Jeju, y durante 76 años ha estado buceando en las aguas de Saekdal-ri, Seogwipo. “Ahora estaba en el agua recogiendo algas y me llevó un tiempo nadar todo el camino de vuelta desde más allá de aquella gran roca. He estado buceando tan lejos en el mar que ese lugar no se puede ver desde aquí”.

La hija de la diosa del Mar Sin detenerse a descansar ni un momento, uno por uno saca fragmentos de algas y comienza a extenderlos sobre las piedras. En poco tiempo las rocas de basalto se convierten en un tendedero natural, en el propio campo de algas de Koh In-o. “Las algas suaves y tiernas son las más deliciosas”. Habla entrecortando las frases y sus viejas manos brillan bajo la luz del sol, mientras dispone las algas sobre las rocas. Estas algas se secan rápidamente con el aire limpio del océano y el sol, por lo que pronto estarán listas para la venta. “Las condiciones del mar son buenas, pero cada vez se ha vuelto más difícil encontrar cosas. El pulpo y los abulones son menos frecuentes estos días”. “No hay palabras que puedan explicar lo de esta anciana. Nadie

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¡Mantén la respiración! Koh In-o es la reina de las haenyeo. Después de terminar su sesión de buceo de cuatro horas por la mañana, come un solo pedazo de pan: “Este es mi almuerzo”. Ella asegura que nunca ha experimentado peligro alguno en el mar. ¿Es porque aprendió muy pronto los secretos del océano? No. Es porque nunca se dejó dominar por la avaricia. En sus días libres dormía largas siestas. “Hay que descansar con tranquilidad cuando se tiene tiempo para hacerlo”, recalca. Para ella el buceo es una actividad “ordinaria” y “de todos los días”, afirma. Simplemente “lo hace”. Recolecta todo lo que ve. “Si un pulpo se guarece en las rocas justo en el momento en que me acerco con mi azada, no puedo atraparlo. Con suerte puedo regresar al día siguiente y volver a intentarlo. A unos diez metros bajo el agua he atrapado abulones más grandes que la palma de mi mano”. También tiene experiencia en capturar peces en agua dulce, aunque ya no lo hace debido a su edad. En sus días de juventud, su habilidad con el arpón era legendaria. Sigue teniendo un buen oído y su voz es fuerte… Tal vez el secreto de su salud sea esta “normalidad”, pero también influye su dieta diaria: “Yo sólo como lo que capturo fresco, así que por supuesto estoy sana”. En una sola bocanada de aire se encuentra el límite entre la vida y la muerte al bucear. “Solo puedes bucear cuando te queda aire, no puedes ir más allá. Necesitas guardar el aire. Si te vuelves codiciosa, solo te esperará el fracaso. Cuando el mar está picado, no debes entrar. Y tampoco has de contener la respiración durante más de dos minutos.” No obstante, su cuerpo no es lo que era en el pasado. Ahora, esta antigua capitana de las haenyeo es más anciana, y siente cada vez más corta su respiración. Ella les dice siempre a las otras haenyeo: “No utilicéis todo el aire antes de volver a la superficie. Incluso si veis abulones o pulpos por todas partes, volved primero a subir a por aire y ya los cogeréis luego. Se puede morir en cuestión de treinta segundos”. Es tal vez por eso que, a pesar de que en otras zonas se producen accidentes en los que las haenyeo pierden la vida, entre las submarinistas de Saekdal-ri nunca ha sucedido algo así. “Si vas a capturar productos sola, acabas yendo bastante lejos. Ni siquiera la persona que está junto a ti Cultura y ar te de Corea


“Si un pulpo se guarece en las rocas justo cuando me acerco con mi azada no soy capaz de atraparlo. Con suerte puedo regresar al día siguiente y volver a intentarlo. [...] Solo puedes bucear cuando te queda aire, no puedes ir más allá. Necesitas guardar el aire. Si te vuelves codiciosa, solo te esperará el fracaso. Cuando el mar está picado, no debes entrar. Y tampoco has de contener la respiración durante más de dos minutos.

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puede permanecer siempre pendiente de lo que te pase. Si sigues capturando, puedes recoger abulones silvestres y pepinos de mar rojos”. Este es el motivo por el que las haenyeo se hallan siempre al borde del peligro. Solo en raras ocasiones esta veterana haenyeo llega a sumergirse sin botella de aire a 20 metros por debajo de la superficie, y normalmente contiene la respiración durante unos dos minutos. “Cuando bajo me siento como si escalara un acantilado. Incluso a 17 metros de profundidad, siento que me estoy quedando sin aliento, como si fuera a morir. Es muy diferente a respirar fuera del agua. El secreto de aguantar la respiración es lo más importante”. Cuando regresa a la superficie a respirar, exhala el aire viciado de sus pulmones produciendo un fuerte sonido. Luego viene la profunda bocanada de aire, como un silbido. El hecho de que el aire haya permanecido guardado tanto tiempo hace más lastimero el sonido. La vista del cielo cuando emerge del agua es el momento más extraordinario. Quizá sea esta maravilla la que sigue llamándola de vuelta al mar.

El mar es toda su vida Cuando a los 15 años tenía miedo de las olas, su madre le sujetaba la cabeza dentro del agua todos los días a modo de enseñanza. “Para ganarte la vida tienes que bucear. No tengas miedo del buceo”. Ella le enseñó el truco de aguantar el aire y expulsarlo de nuevo. Su físico, sano por naturaleza, y su gran capacidad pulmonar, también pueden haber jugado un importante papel. Ella confió su cuerpo a solo un flotador y comenzó a recorrer el mundo submarino como si se tratara de su propio hogar. Todas las mujeres de Jeju nacidas en la costa aprendieron a bucear así, como si fuera su

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destino. De lo contrario, ¿por qué existiría el dicho “las haenyeo dan a luz y vuelven al agua tres días más tarde”? Ellas viven cada uno de sus días manteniendo el aliento. Si no fuera así, ¿por qué dirían entonces que “las haenyeo viven con su propio ataúd a la espalda”? Ella es la más alta de entre todas las haenyeo de Saekdal-ri. Dicen que también de niña era alta. “Cuando caminaba por ahí, la gente decía: ‘mira que niña buceadora más grande’” Siempre he estado sana. Mi madre no fue excesivamente longeva, ya que murió en torno a los setenta y cinco años. Yo pensaba que también iba a morir a esa edad, pero todavía estoy viva”. Ella solía llevar “ojos pequeños” (gafas de buceo) pero ahora usa “ojos grandes” (máscara de buceo) que le permite ver más. Mientras se saca de la oreja una artemisa, comenta que esta planta evita que le entre agua en el oído. La artemisa también sirve para limpiar los “ojos grandes” y evitar que se empañen. Aunque ahora usa un traje de neopreno, en su juventud se zambullía en ropa interior. En aquellos tiempos vestía solo una camisa ligera de algodón, además de la ropa interior. Se ataba pesados trozos de plomo en la cintura y llevaba su equipo: el tewak, la canasta, el cuchillo, la azada y el arpón de bambú. En los días fríos y ventosos su cuerpo adquiría un color rojo brillante y temblaba al salir del agua. Era difícil mantenerse así por mucho tiempo. Así, las haenyeo encendían inmediatamente hogueras en las colinas para calentar sus cuerpos. Estas “chimeneas” ya no existen pues allí se han construido espigones. “Ahora nuestra ropa de buceo es así, de neopreno, por lo que no puede ser mejor. Es genial”. Las haenyeo de la isla de Jeju son todo un símbolo de fuerza y confianza, y desde hace mucho tiempo han buceado en lugares tan lejanos como Japón, China y hasta Vladivostok en Rusia. Koh In-o nunca trabajó en el extranjero, pero sí se internó en los mares de la Corea continental, en lugares como Guryongpo y Gampo. “Cuando entro al océano me siento renovada, y cuando me sumerjo en sus aguas, gano dinero. Cualquier persona que aprenda a bucear puede beneficiarse de esto”. Con el dinero ganado en el buceo se compró una casa y unas tierras. Esa es su recompensa.

Bucear para vivir mucho tiempo y ganar dinero Se casó a la edad de diecisiete años. Cuando tenía veintitrés, en el año en que dio a luz a una hija, su marido falleció en la II Guerra Mundial. Entonces ella quiso morirse también. Después de muchas dudas y tribulaciones, se volvió a casar. Durante la Insurrección de Jeju de 1948 y 1949 se salvó de la muerte, ya que su segundo esposo era oficial de policía. En ese tiempo enseñó a bucear a sus hijas adolescentes, que tenían miedo del agua. Lo hizo aplicando los conocimientos transmitidos por su madre: “Tenéis que aprender para ganar dinero y vivir una vida larga y saludable. Además, solo así podréis enviar a vuestros hijos a la escuela. Si no aprendéis esto, no seréis capaces de hacer cualCultura y ar te de Corea


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1 Incluso en los días en que no se sumerge, Kang Myeong-seon, no sólo se ocupa de sus utensilios de buceo, sino que también acude a la oficina de la Cooperativa ‘Saekdal-ri Fishing Village’, donde se ocupa de todo, desde la limpieza hasta de planificar las inmersiones. 2, 3 Los turistas que visitan la isla de Jeju a menudo acuden a la costa, para degustar el marisco fresco traído por las haenyeo.

quier otra cosa. Así que aprended a bucear, les decía, aprended a bucear”. Su hija mayor, Kang Ahn-ja, de 73 años, no tiene tiempo para descansar entre el cultivo de mandarinas y el buceo. De soltera era una experta buceadora, pero cuando se casó con un hombre de una familia que cultivaba mandarinas, decidió confiar más en la agricultura que en el buceo. Su hija menor, Kang Myung-seon, de 62 años, es la presidenta de la cooperativa del pueblo de pescadores de Saekdal-ri. Su nuera también es una veterana haenyeo con 36 años de experiencia. La anciana se siente afortunada de poder bucear con sus hijas y su nuera, que han dado continuidad a la tradición. Confiesa que cuando sus hijas y su nuera tienen éxito en la recogida de marisco, se pone más contenta que cuando ella misma captura muchas piezas.

Kang Myung–seon, presidenta de la Cooperativa de la Aldea Pesquera de Saekdal-ri Ella es de complexión robusta y su piel es tersa, sin trucos de maquillaje. Es su undécimo año como presidenta de la cooperativa de este pueblo pesquero, un trabajo que requiere un fuerte sentido de la responsabilidad y capacidad de liderazgo. También trabaja en el restaurante local de las haenyeo. Después de zambullirse en el mar bajo la tenue luz del amanecer, hasta salir al mediodía, la pesca de esta haenyeo ha sido hoy bastante buena, en comparación a otros días. De las aproximadamente 4.500 haenyeo que pertenecen a las 19 cooperativas de aldeas de pescadores de la isla de K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

Jeju, la cooperativa de Saekdal-ri reúne solo a 23, de modo que es como una gran familia. Solía haber 31, pero algunas enfermaron o dejaron el buceo. Kang Myung-seon decide quién asume el turno de limpiar y cada mañana hace campaña para que no se tiren desperdicios al agua, ni un solo palillo. Por esta razón hoy las aguas de Saekdal-ri son famosas por su limpieza. Kang Myung-seong se parece a su madre. Tiene una personalidad positiva y se ve más joven de lo que marca su edad. Corta con destreza las rodajas de pescado crudo y también bucea con habilidad. Tal vez ella nació con la suficiente capacidad pulmonar como para bucear a quince metros de profundidad. “Soy feliz con solo atrapar un simple pepino de mar rojo, y también si recojo un abulón silvestre. Es difícil, pero es un buen ejercicio y me gusta estar en el océano. Hay días en los que gano mucho dinero, pero también hay otros que termino con las manos vacías”. Las haenyeo trabajan 14 días al mes de forma independiente y 16 días en grupo. Venden a los turistas los productos que recolectan y con ese dinero, logran mantenerse. Hay quienes recaudan de 300.000 a 400.000 wones en un solo día, pero otras ganan una cantidad mucho menor. En los días de buceo colectivo también venden en grupo. Por ejemplo, si en un mes superan los 15 millones de wones, cada una de sus integrantes se lleva más de 700.000 wones. “A veces nos estresamos, pero en comparación con las cooperativas de otras aldeas de pescadores, nos llevamos muy bien”. Existen los siguientes reglamentos de buceo que han sido determinados por la guardia costera: evite trabajar en solitario, lleve a cabo

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la pesca en parejas, realice inmersiones de un minuto o menos, no bucee más de cuatro horas al día para evitar el agotamiento, bucee solo ocho días al mes, etc. Tres haenyeo perdieron la vida este año en la isla de Jeju, tal vez porque eran demasiado ancianas. Cada vez que una haenyeo oye la noticia de un accidente mortal, llora como si le hubiera ocurrido a una de las suyas.

La nuera haenyeo con 36 años de experiencia “Le digo a mi madre que deje de bucear, que no salga cuando hace frío, nieva o llueve, pero ella dice que si se queda en casa solo duerme, así que sale al mar. Va a bucear incluso después de recoger mandarinas”. Koh In-o se compadece de sus dos hijas y ellas sienten lo mismo por su madre, debido a que sigue buceando. Y sin embargo, la anciana sigue siendo su ancla, su eterna maestra en el océano. Kang Myeong-seon sonríe abiertamente y dice que el estatus de las haenyeo mejorará si son designadas como patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO. Ella tiene cuatro hijas y un hijo. Sin embargo, ninguno de sus descendientes se ha dedicado a esta difícil vida del buceo. Cuando ella piensa que la línea familiar de haenyeo tocará a su fin con ella, se siente un poco triste. La nuera de Koh In-o destaca que, aunque se provee a las haenyeo de trajes de buceo, en términos de ayudas políticas no reciben beneficios sociales fundamentales. “En lugar de esto de la UNESCO o lo que sea, tienen que dar beneficios sociales de verdad a las Haenyeo”. Después de bucear, las energías de estas mujeres

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quedan tan agotadas, que al llegar a casa apenas pueden mover un dedo. Tanto Koh In-o como su suegra usan a diario calmantes para el dolor, y como resultado sus estómagos han sufrido bastante. Pero la más veterana de las haenyeo, Koh In-o, asegura que el mar le ha dado salud. “Creo que tengo más salud gracias al buceo. Cuando estoy en casa me aburro, así que seguiré trabajando mientras me pueda mover”. ¿Quién podría adivinar que esa brillante sonrisa, como la de una niña, pertenece a una haenyeo a la que no le queda mucho para cumplir los cien años? “Ieoseona ieodona / Ieodo sana hei / Nuestro barco navega bien, ieodo sana / Cuando mi madre me trajo al mundo / En un día sin sol ni luna / Ieodo sana, navega bien, navega bien / Estamos disfrutando de la vida, ieosana....” Los sonidos de la canción de las haenyeo recorren alegremente los mares de la isla de Jeju en primavera. La haenyeo de 91 años de edad, Koh In-o, sabe que su tiempo en este mundo se agota. Su hija de 62 años y su nuera de 60, viven en este mar y en sus aguas salvajes. En el sinuoso camino de la vida, sus vidas florecen en el océano. ¿Es el mar el que la dibuja o ella la que dibuja al mar? Nacida en la gran isla volcánica de Jeju, la reina de las haenyeo, Koh In-o, ha pasado su vida en el océano, en el filo entre la vida y la muerte. Ella es la hija de los volcanes. La hija del mar, y una diosa del mar. Cultura y ar te de Corea


1 Koh In-o y Kang Myeong-seon, cuyas figuras imponen cuando estan de pie en la orilla ataviadas con sus trajes de buceo, al regresar a su vida cotidiana presentan una cálida imagen de madre e hija, que podríamos ver en cualquier pueblo rural. 2 Los platos de marisco que prepara Koh In-o reflejan su propia personalidad: son modestos y sencillos, sin excesivos condimentos.

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“T

oda la comida del mar es buena” En la mesa de Koh In-o siempre se pueden encontrar estos productos. Pulpos vivos, abulones, pepinos de mar, algas y peonzas cornudas, todos recién capturados. ¿Cómo se preparan estos ingredientes frescos? Este es sin duda el secreto de su longevidad. Pero, ¿cuáles son sus recetas? “¿Qué recetas? Es muy sencillo”, contesta. Simple y claro. La comida del interior es muy condimentada, mientras las recetas de Koh In-o evitan el exceso de condimentos. Koh revela su secreto de las gachas de pulpo, una receta saludable para todo el año. Los pulpos tienen varios tentáculos que siempre están retorciéndose, por lo que es muy difícil cortarlos. Después de lavarlos con agua varias veces hay que laminarlos rápidamente en una tabla. Después se deben freír en aceite de sésamo para añadir posteriormente el arroz y el agua, y revolver. El arroz crudo cumplirá su función tan bien como el que se ha dejado en remojo previamente. Por último, el preparado se sazona con una pizca de sal y

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Preparando los productos marinos de Jeju como la haenyeo Koh In-o queda listo para comer. En el caso de los abulones, más caros y apreciados, es mejor comérselos crudos. Sin embargo, tampoco se debería pasar por alto el delicioso sabor de las gachas de abulones. En primer lugar, se deben laminar con el cuchillo las entrañas del abulón sobre una tabla de cortar. Luego se fríen con una cucharada de aceite de sésamo, para posteriormente añadir el arroz en remojo, o crudo con un poco de agua, y hervir. Hay que tener en cuenta que en el caso del arroz remojado se necesitará más tiempo de cocción. Cuando el arroz espese, hay que añadir la carne del abulón. Después de esto, la clave es no hervir la mezcla durante mucho tiempo, ya que los abulones se ponen duros si se cuecen demasiado. El pepino de mar rojo es otro de los manjares más codiciados. En territorio continental se solía hervir en agua con sal, para luego secarlo y comerlo; pero así no es como se come en la isla de Jeju. Las peonzas cornudas no tienen un sabor tan complejo como el abulón, pero también se

pueden degustar en un potaje de arroz, o añadirse a las gachas de abulón. Tras abrir sus cáscaras y extraer la carne, se fríen en aceite y se preparan igual que las gachas de abulón. O simplemente se pueden comer crudas, o asarlas en sus conchas. Las peonzas cornudas hervidas en rodajas y sazonadas son un sabroso manjar. El alga conocida como wakame se debe lavar a fondo, secarse y blanquearse en agua hirviendo, hasta que adquiere un color verde brillante. Hay que extraerla del agua hirviendo, enjuagarla varias veces con agua fría, y secarla antes de sazonarla con aceite de sésamo, salsa de soja, algunas cebolletas en rodajas, vinagre, y azúcar si se desea. Existen numerosas maneras de cocinar el wakame. Puede agregarse en pequeñas cantidades a la sopa de pescado o se puede cocinar en sopa con pasta de soja. En verano incluso se puede hacer una sopa fría de wakame y pasta de soja. “Solo con estas recetas ya no hace falta preocuparse por la comida”, asegura la anciana, mientras saca una botella de su bolso. Es de color blanco y parece yogur, pero se trata de un producto hecho en casa de Koh In-o llamado “shwindari”. Es un preparado especial de lactobacillus para la salud, al estilo de Jeju. En los días en que no existían aparatos de refrigeración, los locales quedaban consternados cuando el arroz se echaba a perder; por lo que crearon este “shwindari” a partir del arroz pasado. Para prepararlo se debe moler algo de levadura -llamada “nuruk” en coreano- y añadir dos cucharadas a tres tazones de arroz frío. Después se agita bien y se deja reposar toda la noche, hasta que pasa a estado líquido. Una vez empiece a echar espuma, se agrega un poco de miel y azúcar y se hierve. Finalmente se enfría, se embotella y ya está listo para beber tal y como Koh In-o sigue haciendo estos días. “Cuando no tienes muchas ganas de comer, esto sirve para llenar el estómago”, sugiere la anciana haenyeo mientras degusta una taza de shwindari. (Traducido por Atahualpa Amerise)

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Reportaje Especial 2 : Ic贸nicas Buceadoras de Jeju

Las haenyeo de la isla de Jeju: pasado y presente

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Cultura y ar te de Corea


La isla de Jeju, ubicada frente a la costa sur de la península de Corea, alberga una cultura única que se ha transmitido desde la antigüedad. Las haenyeo son el símbolo más visible de esta cultura. Echemos un vistazo a los orígenes de este paradigma de la tenacidad de las mujeres de Jeju, enfocándonos en el modo de vida y los valores espirituales de las gentes de la isla, que durante generaciones han confiado al mar su supervivencia. Yoo Chul-in Profesor del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Jeju | Kim Hung-ku, Ahn Hong-beom Fotógrafos

El paso de las haenyeo es fuerte y energético cuando se dirigen al océano temprano a la mañana, con la esperanza de realizar una K o r e a nabundante. a | V e r a n o 2 0 14 pesca

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as haenyeo (literalmente “mujeres del mar”) son mujeres que se ganan la vida buceando para capturar productos del mar sin equipo alguno de respiración. En la isla de Jeju existen actualmente unas 4.500 haenyeo activas, que fueron inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2007, como patrimonio natural de la “Isla volcánica y tubos de lava de Jeju”. La captura de mariscos del fondo del mar sin equipos de buceo es una actividad que se ha dado en todo el mundo, pero las únicas personas que a día de hoy todavía se dedican a esto para ganarse la vida están en Corea y Japón. ¿En qué momento los habitantes de Jeju comenzaron a bucear en apnea para capturar productos bajo el océano? A juzgar por la edad de los montículos de conchas encontrados en Sangmori, donde se desenterraron un gran número de moluscos como el abulón y la peonza cornuda, se podría interpretar que la recogida de este tipo de piezas en la isla de Jeju se remonta al siglo III antes de Cristo. No obstante, no existe modo alguno de saber con certeza si entonces los pescadores se sumergían en el océano para realizar esta actividad. La “Ordenanza de Aplicación de la Ley de Pesca” de Corea define la pesca con inmersión en apnea como una “pesca mediante buceo sin equipos de respiración en la que se utiliza un anzuelo, azada, cuchillo u otra herramienta para cosechar y/o capturar moluscos, algas u otros animales sedentarios o plantas del mar”. Los registros relativos a este tipo de pescadores, hombres y mujeres, como las haenyeo de hoy en día, comenzaron a aparecer durante el período de Joseon, en el siglo XVII. Entonces, ¿las únicas haenyeo en el período de Joseon se encontraban en la isla de Jeju? La información relativa a los alimentos locales de cada región durante el período de Joseon mencionaba productos como algas, peonzas cornudas y abulones. Estas eran las capturas principales de la actividad de las haenyeo en varias regiones costeras, incluyendo la isla de Jeju. No existe, sin embargo, explicación alguna sobre cómo se recogían estos productos. En las regiones costeras, en las que hay una gran diferencia entre las mareas alta y baja, es posible capturar sin bucear incluso abulones, que generalmente habitan en aguas más profundas, por lo que se presume que incluso durante el período de Joseon las únicas haenyeo en Corea estaban en la isla de Jeju.

Mujeres buceadoras: las haenyeo de la isla de Jeju En la isla de Jeju existían hasta finales del siglo XVII pescadores que se sumergían en apnea conocidos como pojak. Los pojak recogían principalmente abulones de las aguas más profundas, mientras las haenyeo recolectaban algas marinas como el wakame y algas verdes en aguas menos profundas. Al comienzo del siglo XVIII, sin embargo, las mujeres comenzaron a encargarse de las tareas submarinas. ¿Por qué buceaban solo las mujeres? ¿Fue un

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desarrollo gradual motivado por el hecho de que las mujeres estaban físicamente más preparadas que los hombres para el buceo? ¿O fue porque los pojak habían desistido, incapaces de soportar los excesivos pagos tributarios, y las mujeres tuvieron que asumir la carga de estos últimos? Según diversos registros, se presume que esta última hipótesis es la más probable. Las haenyeo que la mayoría de la gente conoce hoy en día son pescadoras que se sumergen en apnea, y no operan en modo de producción tributario, sino capitalista. El motivo principal de la aparición de este modo de producción capitalista entre las haenyeo fue el buceo de temporada que hacían fuera de la isla de Jeju. Los comerciantes comenzaron a llegar desde el continente en 1895 para contratar a las haenyeo por períodos de tiempo concretos, pagándoles salarios puntuales por recoger las algas marinas de las costas sur y este de la península de Corea. En torno a 1883 Bangeojin y Pohang en el sureste del país habían sido los caladeros de las ama (término nipón para definir a las “haenyeo”) de Ise, en Japón. Sin embargo, una vez que entraron en escena las haenyeo de la isla de Jeju, las ama japonesas comenzaron a aparecer con menos frecuencia y después de 1929 no había ni rastro de ellas. ¿Qué sucedió? Las ama japonesas saltan desde sus barcos con una cuerda atada a un peso de metal de aproximadamente 13 kg para llegar al fondo del mar lo antes posible. Cuando regresan a la superficie los barqueros, generalmente sus maridos, tiran de la cuerda hacia arriba. Esta cuerda se conoce en japonés como “inochitsuna” o “línea de la vida”. Por su parte, las haenyeo de la isla de Jeju utilizan un flotador conocido como tewak (que tradicionalmente se hacía con una calabaza, pero a día de hoy se fabrica con espuma de poliestireno) para poder flotar cuando se alejan de la costa y se sumergen por sus propios medios. De este modo, sin necesidad de un barquero que tirase de la cuerda, la productividad laboral de las haenyeo de Jeju era mayor que la de las ama japonesas. A día de hoy es posible encontrar haenyeo en pueblos costeros y en algunas otras islas a lo largo de la península de Corea, pero la gran mayoría se hallan en Jeju. La práctica del buceo en esas otras regiones fue transmitida por las haenyeo que llegaban desde Jeju para trabajar estacionalmente como submarinistas. La comunidad de haenyeo de las regiones costeras de la península coreana se compone de las originales de Jeju y de las nativas de estas regiones.

Las mujeres de Jeju que viven como haenyeo Las haenyeo de Jeju normalmente bucean sin equipos de oxígeno y capturan productos marinos en el fondo de las aguas, generalmente a unos diez metros de profundidad, en inmersiones que duran aproximadamente un minuto. Durante el verano trabajan entre seis y siete horas al día, mientras que en invierno la jornaCultura y ar te de Corea


1, 2 La isla de Jeju es, con diferencia, el lugar donde habita el mayor n煤mero de buceadoras del mundo. Destaca porque no s贸lo bucean las mujeres m谩s j贸venes, sino que otras de avanzada edad, en sus setenta, siguen activas.

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Las haenyeo de Jeju normalmente bucean sin equipos de oxígeno y capturan productos marinos en el fondo de las aguas, generalmente a unos diez metros de profundidad, en inmersiones que duran aproximadamente un minuto. Durante el verano trabajan entre seis y siete horas al día, mientras que en invierno la jornada se reduce a unas cuatro o cinco horas. En total, pasan 90 días al año buceando. Las haenyeo de Jeju no poseen de nacimiento unas condiciones físicas especiales; se convierten en haenyeo después de zambullirse una y otra vez durante muchos años. da se reduce a unas cuatro o cinco horas. En total, pasan 90 días al año buceando. Las haenyeo de Jeju no poseen de nacimiento unas condiciones físicas especiales; se convierten en haenyeo después de zambullirse una y otra vez durante muchos años. En la década de los 60, cuando se registraba el mayor número de haenyeo en la isla de Jeju, era muy habitual ver a niñas en las aldeas costeras que aprendían a bucear en las aguas poco profundas cercanas a la orilla. La mayoría de esas mujeres se convertía en haenyeo a la edad de diecisiete años, pero sólo llegaban a ser auténticas haenyeo tras asegurarse varias “chimeneas”, como se denomina a los lugares donde las haenyeo se ponen y quitan sus trajes de buceo antes y después de zambullirse en el agua, y donde se calientan entre inmersiones. Estas “chimeneas”, que básicamente son vestuarios al aire libre en la orilla del mar, simbolizan la antigua comunidad de las haenyeo de Jeju. Literalmente, son los lugares donde se encienden las hogueras. Las haenyeo vestían tradicionalmente trajes de buzo de algodón o muselina y pasaban mucho tiempo bajo el agua, por lo que preparaban hogueras cerca para tener un lugar en el que calentar sus enfriados cuerpos. En algunos pueblos las haenyeo usaban embarcaciones para internarse en el mar. En esos casos, construían las hogueras en los propios barcos. A mediados de la década de los 70 las haenyeo de Jeju comenzaron a usar trajes

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de caucho. Fue en esta época cuando las tradicionales chimeneas comenzaron a desaparecer, y en su lugar se construyeron vestuarios más modernos.

Tradiciones muy arraigadas de la vida comunal A partir de la década de los 70 convertirse en una haenyeo ya no suponía seguir el curso natural de las cosas, una elección personal. Como las cooperativas de pueblos de pescadores controlaban los derechos de pesca en el área de la localidad donde trabajaban las haenyeo, toda aquella mujer que quisiera pasar a ser una de ellas, tenía que integrarse primero en la cooperativa pesquera local. La mayoría de las mujeres se convertían en haenyeo después de casarse. Al pasar a ser haenyeo también se unían a la asociación local de mujeres buceadoras, una organización voluntaria de haenyeo pertenecientes a las cooperativas pesqueras de los pueblos. Las asociaciones de mujeres buceadoras, que se dan en cada pueblo, deciden sobre todo tipo de asuntos, desde lo que puede capturarse y cómo hacerlo, hasta cuánto tiempo deben permanecer sin bucear en caso de funeral o boda en el pueblo. Aunque las haenyeo compiten entre sí, cuando están en el agua deben protegerse mutuamente de los peligros del buceo, por lo que estas buceadoras de Jeju son muy consideradas con sus compañeras. Se zambullen suficientemente cerca unas de otras, de forma que pueCultura y ar te de Corea


den ver lo que hacen las demás. Hay un dicho popular entre las haenyeo de la isla de Jeju: “Gana en la próxima vida y gasta en esta”. Es un comentario sobre el peligro inherente del buceo. Cada primavera las haenyeo de Jeju celebran un ritual chamán para rezar por la seguridad en el mar a la “Abuela del Rey Dragón”, la diosa del océano. Durante este ritual, se convierten en descendientes de la diosa y construyen un sentido de solidaridad comunitaria como sucesoras del mismo ancestro. Esparcen mijo en las aguas costeras como un gesto simbólico y oran para capturar mucho marisco. El buceo no es una técnica que se aprenda de la noche a la mañana. Se trata de una actividad perfeccionada a lo largo de años de experiencia. Más importantes que las cualidades físicas, como la capacidad pulmonar y de soportar el agua fría, son aquellas cosas aprendidas automáticamente a través de la experiencia. Las haenyeo de Jeju atesoran un mapa cognitivo del mundo bajo las olas que contiene la ubicación de las rocas sumergidas y los hábitats de la flora y fauna submarinas. También poseen conocimientos propios de las corrientes marítimas y los vientos. Tanto los mapas como los conocimientos se adquieren con la experiencia de bucear una y otra vez durante largos períodos de tiempo. Bucear es una actividad que no solo requiere duro trabajo, sino también habilidades especiales. Las haenyeo de Jeju se dividen en tres grupos: grandes, medias y poco especialistas. Las primeras han cultivado sus habilidades a lo largo de muchos años de buceo y acumulan un amplio conocimiento de las rocas sumergidas y los diversos tipos de marisco. La palabra de una haenyeo gran especialista es más fiable incluso que un parte meteorológico, a la hora de saber si un día determinado es adecuado para el submarinismo. Como remarcaba una haenyeo de Jeju, el buceo “se aprende con el instinto”. Aprender es practicar y viceversa. En los vestuarios, antes y después de las inmersiones, las haenyeo principiantes aprenden de las haenyeo altamente cualificadas no sólo los conocimientos necesarios para el buceo, sino también sus deberes como haenyeo y la consideración hacia sus compañeras.

El buceo como un modo de vida ecológico y sostenible Las haenyeo son una parte tan importante de la identidad de Jeju, ya que no existe un solo nativo de esta isla que no tenga una madre o una abuela que haya sido haenyeo. La imagen de una haenyeo flotando sin miedo en medio de las olas es un símbolo del intrépido espíritu de Jeju. Debido a la naturaleza estéril de la tierra volcánica de la isla de Jeju, las haenyeo asumían la responsabilidad de mantener a sus familias. También se zambullían comunalmente en ciertas áreas del océano y donaban las ganancias de su trabajo a la aldea o las utilizaban para construir escuelas. Las técnicas de recolección ecológicas utilizadas en sus inmersiones por las haenyeo de Jeju son sostenibles. Debido al limitado K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

tiempo en el que pueden aguantar la respiración bajo el agua, se suprime el deseo personal de recoger una gran cantidad de productos del mar. Los colectivos de aldeas de pescadores, que administran voluntariamente las zonas de pesca donde trabajan las haenyeo, regulan los períodos de pesca, el tiempo de buceo y el tamaño de los mariscos que se pueden capturar, además de controlar las técnicas y herramientas necesarias para el submarinismo. Las haenyeo observan el océano en el que trabajan como un “campo” de diferentes clases de productos y dos o tres veces al año “limpian de malas hierbas” la costa y las zonas de entremares, para acabar con las plantas no deseadas. Otro deber de las haenyeo de Jeju es participar en la repoblación de las zonas de pesca de peonzas cornudas y abulones. Es una forma de vida que se mezcla con la naturaleza. No obstante, el número de haenyeo disminuye cada año, y la supervivencia misma de estas submarinistas está en riesgo. Las haenyeo de Jeju sumaban 23.000 en el año 1965, pero esa cifra cayó a 8.400 en 1975. Se trata de una reducción a un tercio del número original en un período de solo diez años y ha sido la más drástica. En esa década fue cuando se pusieron en práctica las políticas de desarrollo de la isla de Jeju centradas en el cultivo de las mandarinas y la industria turística. El número de haenyeo siguió disminuyendo y en 2012 se situaba en 4.500. A la par, continúa el envejecimiento de la población de este colectivo. En 1970 el 31% de todas las haenyeo eran menores de 30 años. Sin embargo, en el estudio de 2012 ni una sola de ellas se situaba por debajo de esa edad; y las que tenían entre 30 y 49 años sumaban en conjunto un 2%. Cada vez es más difícil encontrar entre las nuevas generaciones alguna mujer que quiera convertirse en haenyeo, y además no existe una edad de jubilación en el buceo, por lo que las haenyeo siguen echándose al mar siempre y cuando su salud se lo permita, incluso a la edad de 80 años. Para que la tradición de las haenyeo de Jeju sobreviva y se siga transmitiendo, es necesario que existan medidas de protección que les permitan tener una estabilidad de ingresos y una vida saludable. A este fin, el Gobierno Provincial de Jeju está haciendo esfuerzos como la repoblación de peonzas cornudas y abulones, la dotación de semillas a las cooperativas de los pueblos pesqueros, el apoyo financiero para trajes de buceo o el tratamiento médico gratuito. Sin embargo, más que cualquier otra cosa, las haenyeo deben intentar reducir sus horas de trabajo y el número de días en los que se sumergen al año por sí mismas. Cuando se desarrollen medidas de protección enfocadas a garantizar la salud, la seguridad y unos ingresos estables para este colectivo, con la participación activa y la cooperación de las propias haenyeo, aumentarán las posibilidades de que una nueva generación se eche al mar. (Traducido por Atahualpa Amerise).

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Reportaje Especial 3 : Icónicas Buceadoras de Jeju

Mujeres de Jeju, fuerza y carácter templados por el buceo Aguantar la respiración bajo el agua durante mucho tiempo parece un difícil reto. Las haenyeo contienen la respiración, bucean hasta el fondo del océano y regresan brevemente a la superficie, expulsando su aliento con un sonido de ráfaga. Este sonido es la evidencia de que están vivas. Esta ráfaga de aliento de las haenyeo resuena entre las olas como banda sonora de la vida misma. Joo Kang-hyun Profesor de la Universidad Nacional de Jeju y Director del Centro Oceánico y Cultural de Asia y Pacífico | Lee Sung-eun Fotógrafo

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a isla de Jeju no es el único lugar donde las personas se zambullen bajo el agua para recoger mariscos. Mucho antes de que llegara el buceo como deporte, que a día de hoy es muy popular, la gente ya capturaba productos de los ríos o del océano. En este sentido, la historia del buceo puede haber comenzado con la historia misma de la humanidad. Las hazañas de los buscadores de perlas en lugares como Japón, Indonesia, Australia, Sri Lanka, el sur de la India u Omán, han tenido siempre una gran relevancia. También son conocidos el buceo de recolección de esponjas en el Mediterráneo y el Caribe, la recogida de coral rojo en Italia y la de coral negro en el Mar Rojo y las aguas que rodean a Hawái. Allá donde llegan los recursos del mar, existe una larga historia de recolección de productos como mejillones, abulones o almejas. Además de recoger coral, esponjas y moluscos, los buceadores también ayudan a otros a capturar peces. Se zambullen en el agua para crear redes o guiar a los peces hacia ellas o hacia los caladeros, y también recogen el pescado que ha sido capturado previamente. Ellos se involucran en el trabajo cooperativo, ya que es imposible llevar a cabo estos trabajos sin un esfuerzo comunitario. En la historia los buzos de todo el mundo siempre han saltado al agua sin ningún tipo de ayuda especial, y han realizado trabajos peligrosos valiéndose solo de su propio cuerpo. El submarinismo sin equipo es algo que todavía se practica frecuentemente en la actualidad.

Buzos: de masculino a femenino Si tenemos en cuenta que tradicionalmente el buceo ha sido un trabajo de hombres, Corea se ha convertido en un lugar significativo en la historia de esta práctica. Las haenyeo (“mujeres del mar”) de la isla de Jeju ostentan una historia especial y continúan a día de hoy con su ininterrumpida tradición del buceo, a través de sólidas organizaciones. Los estilos de vida vinculados al buceo de las mujeres de Jeju han llamado la atención de los investigadores por diversas razones, tales como la coherencia y la naturaleza sistemática de su trabajo, el fuerte carácter comunitario de sus organizaciones de buceo y la coexistencia de su labor y los rituales. Pero las haenyeo de Jeju también tienen una historia triste. En el pasado, las haenyeo tenían que entregar como impuesto los abulones que recogían a la oficina del gobierno. A mediados del siglo XVII el buceo no era una tarea exclusiva de las mujeres; no obstante, a medida que disminuía el número de buceadores masculinos, llamados pojak, por tener que pagar impuestos, se confirmó oficialmente el deber del buceo para las mujeres. Los hombres de Jeju, incapaces de soportar la cruel explotación de las oficinas del gobierno, huyeron a la península, donde transitaban por las costas y se ganaban la vida recogiendo marisco. El número de hombres de Jeju que huyeron al continente rebasó los 10.000, y a finales del siglo XVI, las mujeres en la isla ya superaban en número a los hombres en gran K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

medida, comenzando a plantearse un serio problema. El poeta Im Je de mediados de la dinastía Joseon viajó a la isla de Jeju y escribió un diario titulado “Un breve viaje a los mares del sur”. En este trabajo destaca el siguiente pasaje: “El número de hombres en Jeju que no regresan a la isla porque sus barcos se hunden es de unos cien al año. Por esta razón hay muchas mujeres, pero los hombres escasean, y apenas unas pocas mujeres que viven en el campo tienen marido”. El poeta se refiere a esta triste historia en la que las viudas que quedaban atrás, tenían que asumir los deberes de los pojak y bucear prácticamente sin ropa en el frío océano durante el invierno, lo que hizo que emergieran estas curtidas mujeres submarinistas. El resultado de tan brutal historia es una de las principales razones por las que la isla de Jeju a menudo se denomina “La isla de las mujeres”.

Bebés llorando sobre cestas en el mar Las mujeres buceadoras eran con frecuencia objeto de desprecio. Aquellos en la isla de Jeju que se consideraban a sí mismos nobles rechazaban trabajar en el agua. Las personas que pasaban todo su tiempo en el agua salada no podían evitar tener la piel áspera, aunque trataran de cuidarla con distintos métodos. A finales del siglo XVIII, el escritor Shin Gwangsu aportó esta vívida descripción del buceo que pertenece a su colección de relatos: Arrastradas de pronto por las corrientes y sacudidas de aquí para allá, se zambullen como patos bajo las olas, dejando solo calabazas sobre el agua. Entonces, olas azules impactan en el aire, y tiran rápido de las líneas que llevan a las calabazas, dejando a su vez escapar largas ráfagas de viento; el lúgubre sonido se infiltra profundamente en el palacio bajo el mar. Todas trabajan para ganarse la vida, pero… ¿Por qué lo hacen precisamente de esta manera? ¿Arriesgan sus vidas por un simple beneficio? En la primera mitad del siglo XV, un funcionario local llamado Gi Geon salió a patrullar durante una fuerte tormenta de nieve empujado por el viento del oeste. Para su gran sorpresa observó cómo, sin importar las circunstancias, una multitud de mujeres apenas vestidas se sumergían en el océano a pesar del amargo frío y la nieve. El funcionario se sobresaltó, y consta que su honor no le permitió probar un solo bocado de los abulones y las peonzas cornudas que las mujeres habían capturado con sus propias manos. La siguiente apelación al trono, presentada por el vice primer ministro Shim Sang-gyu en el undécimo mes de 1824, está registrada en Los Anales del rey Sunjo:

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Todos los medios y métodos necesarios para adquirir los conocimientos básicos del buceo, las cosas a tener en cuenta, los modales y la cortesía entre compañeras, así como la forma de capturar y vender los productos se adquieren a través de la experiencia. Este conocimiento se convirtió en una especie de ley no escrita cuyo cumplimiento era un deber para todas las haenyeo que pertenecían a la comunidad. “En el frío invierno, los hombres y las mujeres se desnudan y entran en el agua tiritando para recoger abulones y algas; es ya una fortuna el hecho de que las olas no les arrastren y acaben con su vida, pero cuando salen del agua, encienden hogueras en la costa y se calientan con el fuego, y su piel se agrieta y arruga hasta verse tan horribles como demonios. Y aunque con mucho esfuerzo solo logran recoger unos pocos abulones y un puñado de algas, no tienen más remedio que ganarse la vida con el dinero que sacan de esta actividad”. La vida en el típico pueblo local de pescadores era de una pobreza extrema, tanto que muchas personas quedaban condenadas a ser mendigos errantes. Aún así, este registro muestra en detalle cómo el dolor de quienes se sumergían en los océanos era aún más intenso. Aunque ahora pueden usar trajes de neopreno que hasta cierto punto conservan su calor corporal, en el pasado se zambullían semidesnudas en los océanos durante el frío invierno. Las telas escaseaban tanto que era difícil conseguir ropa adecuada incluso para el uso diario, por lo que los habitantes de Jeju nunca tenían la posibilidad de comprar prendas especiales para el buceo. Por supuesto no todas buceaban sin ropa, pero está registrado que llevaban solo bragas y su torso permanecía desnudo. Mientras ellas se zambullían, dejaban a sus hijos en cestas en la superficie del agua.

Las haenyeo compaginaban el buceo y la agricultura En el pasado las mujeres de Jeju comenzaban a bucear a la edad de 16 o 17 años. De niñas practicaban en las aguas poco profundas de la costa, recogiendo caracoles marinos o la gelatina vegetal marina conocida como agar. La técnica de buceo era transmitida mediante el boca a boca y se aprendía con la experiencia del trabajo. Todos los medios y métodos necesarios para adquirir los conocimientos básicos del buceo, las cosas a tener en cuenta, los modales y la cortesía entre compañeras, así como la forma de capturar y vender los productos se adquirían a través de la experiencia. Este conocimiento se convirtió en una especie de ley no escrita cuyo cumplimiento era un deber para todas las haenyeo que pertenecían a la comunidad. Ellas seguían estrictamente las reglas, aunque solo fuera por su propia seguridad. Para llegar a aguas alejadas partían en botes, pero cuando las zonas de buceo no estaban lejos, nadaban desde la orilla. Recolec-

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taban principalmente abulones, peonzas cornudas, almejas, erizos de mar, pepinos de mar, algas y agar, y de entre ellos, los abulones eran los más apreciados. En verano, se extraía con azada un alga llamada “Ecklonia cava” para su uso como fertilizante, y se dice que ésta enriquece tanto la tierra que no se necesita otro abono en los tres años posteriores. En general, las haenyeo pasaban la mitad de su tiempo buceando y la otra mitad la dedicaban a la agricultura. Todas las haenyeo tenían que participar en al menos algunos trabajos agrícolas. Ellas enriquecían el pobre suelo volcánico con el abono traído del mar, y luego sembraban las semillas y cuidaban de sus cultivos. Tras volver de bucear a la casa, se dirigían a sus campos y los escardaban hasta que llegaba el momento de regresar de nuevo al agua; pero el trabajo que realizaban en los campos era bastante intenso. Entre los aborígenes del Pacífico hay buzos que llevaban a cabo actividades similares, pero es raro que puedan compaginar el buceo de alta intensidad y la agricultura. También cabe mencionar que las haenyeo de Jeju se caracterizan por un modelo de agricultura ecológica, al crear un ciclo orgánico que utiliza como fertilizantes las algas del océano.

Comunidades profesionales y comunidades rituales Las haenyeo bucean entre diez y doce días cada mes. Comienzan a internarse en el mar cuando la marea es favorable. Un dicho de las haenyeo reza: “Nos las arreglamos de una manera u otra durante la marea baja, pero con la marea alta saltamos al mar y nos ponemos manos a la obra”. A excepción de cuando la marea está baja y apenas hay movimiento en el agua, evitan el buceo durante la época de la “marea de primavera”, que es cuando las corrientes son más fuertes. Si las olas las golpean, la labor de bucear se hace aún más difícil. En la marea de primavera, las olas de dos metros se pueden sentir como si midieran el doble bajo la superficie del agua. Cuando las olas son fuertes y sacuden tan intensamente a las haenyeo, les es imposible capturar un solo abulón aunque esté justo delante de ellas. Incluso con los trajes de bucear puestos, bajo las profundas aguas a veces están tan desprotegidas como si no los llevaran y, si aparecen ciertos peces peligrosos durante una inmersión, pueden causarles serias heridas. En ocasiones incluso tienen que lidiar con bancos de tiburones. También ha habido casos de haenyeo que Cultura y ar te de Corea


Cada primavera, las haenyeo de Jeju celebran ritos para pedir por su seguridad y por la abundancia de sus capturas en el mar. Van desde pequeños ritos realizados en pueblos, hasta rituales de gran escala, como el Jeju Chilmeoridang Yeongdeunggut, que ha sido inscrito en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.

trataban de extraer abulones con sus cuchillos, y por desgracia las cuerdas que rodeaban sus manos quedaron enganchadas, impidiéndoles regresar a la superficie y causándoles la muerte. De este modo, las haenyeo toman muy en serio los rituales chamánicos tradicionales y confían sus vidas a las deidades chamanas. Cada año llevan a cabo un ritual comunal y, de esta manera, la comunidad profesional también funciona como una comunidad ritual. Las haenyeo gestionan muy bien sus economías familiares. Con el buceo ganan una pequeña cantidad de dinero -al margen de sus labores en casa- y con ese dinero compran tierras e incluso envían a sus hijos a la universidad. Su peligrosa ocupación conlleva de forma natural unos elevados riesgos laborales. La enfermedad por descompresión es habitual. A la primera señal de un dolor de cabeza toman analgésicos. Las actuales leyes de bienestar permiten a las haenyeo recibir un trato especial en los hospitales, pero nunca pueden aspirar a curarse del todo. En el pasado, las haenyeo no se limitaban a las aguas de la isla de Jeju. Muchas de ellas viajaron a Busan, Ulleungdo, Dokdo, Heuksando y otras zonas; e incluso algunas haenyeo recorrían países del noreste de Asia como China, Rusia y Japón. Había submariK o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

nistas que partían a tierras extranjeras cuando llegaba la primavera, buceaban durante la mitad del año, y luego regresaban una vez llegado el otoño. Algunas incluso remaban en botes durante días para llegar a Tsingtao o Dalian en China. Con el objetivo de ahorrar hasta el coste de cada comida, estas haenyeo llevaban consigo mijo y otros granos y lograban economizar con astucia y templanza. Las madres amamantaban a sus hijos mientras salían a bucear. Incluso algunas haenyeo viajaban a tierra continental para bucear y dar a luz a bordo de los barcos. Mientras las haenyeo se zambullían cerca de la orilla, unas quince o veinte tomaban un barco hacia aguas más profundas. Abandonaban las aguas cercanas a Jeju y viajaban hasta el extranjero comiendo, durmiendo y viviendo en las embarcaciones. Existen registros de mujeres que, en el siglo pasado, prestaron distinguidos servicios al país como activistas por la independencia. El trabajo de estas haenyeo, supone una ampliación de las limitaciones humanas. No puede haber un solo debate sobre la vida en los mares de Jeju sin mencionar a las haenyeo. Las haenyeo son el pasado y el presente de la vida de los habitantes de la isla de Jeju. (Traducido por Atahualpa Amerise)

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Reportaje Especial 4 : Icónicas Buceadoras de Jeju

Las mujeres del mar en nuestros tiempos A la hora de identificar el estatus social de una determinada ocupación, surgen algunas preguntas que podrían ser útiles indicadores: “¿Estás dispuesto a decir abiertamente a los demás lo que hacen tus padres para ganarse la vida?” o, por ejemplo, “¿Te gustaría que tus hijos heredaran tu trabajo?” En el caso de las buceadoras de la isla de Jeju, las llamadas haenyeo o “mujeres del mar”, parece que estas preguntas eran un poco difíciles de contestar, al menos hasta que hace relativamente poco tiempo, comenzaron a adquirir cierto orgullo por su labor tradicional, cuando el Gobierno de Corea solicitó a la UNESCO inscribir a las haenyeo en la lista de patrimonio cultural intangible de la organización. Lee Jin-joo escritora independiente | Cho Ji-young, Kim Hung-ku Fotógrafos

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Cuatro veces al día, las haenyeo llevan a cabo una actuación bajo el agua en la pecera gigante del Aqua Planet, el acuario más grande de Asia, que se encuentra en Seogwipo. C u l t u r a y a r t e d e C o r e a


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urante siglos, en la isla de Jeju las haenyeo o “mujeres del mar” han mantenido a sus familias recogiendo mariscos con sus propias manos, practicando buceo en apnea en el mar. A pesar de su papel como principal soporte económico, con sus maridos apenas contribuyendo a la economía familiar, no recibían el debido respeto e incluso eran mal vistas por la ropa de trabajo que mostraba su piel desnuda. Ellas han criado a sus hijos trabajando en las frías aguas, y la mayoría han abandonado la isla para comenzar una nueva vida en tierra continental. Sus niños normalmente tienen reparos a la hora de mencionar el trabajo de sus madres y la mayoría de las mujeres del mar no quieren que sus hijas sigan su ejemplo y se conviertan en buceadoras. Kim Eun-sil, de 80 años de edad, una haenyeo entrevistada recientemente por el New York Times, sacó adelante a sus cinco hijos gracias al buceo en las frías aguas del océano, pero su única descendiente femenina ni siquiera sabe nadar. Las estadísticas también hablan del peligro de extinción que acecha a estas buceadoras autóctonas. Según las estadísticas aportadas por el Gobierno Provincial de Jeju, el número de haenyeo se redujo de 23.000 en 1965 a menos de 4.600 hoy en día, y el 50 por ciento son mujeres de 70 años de edad o mayores. A medida que la tasa media de muertes anuales en el colectivo de buceadoras de la tercera edad asciende a 130 y cada año solo se incorporan 15 nuevas, se prevé que el número siga disminuyendo hasta menos de 1.000 en los próximos 20 años. Todo indica que tarde o temprano, este tradicional oficio de bucear para recoger marisco va a desaparecer. Recientemente se han debatido varias iniciativas políticas orientadas a mantener viva esta tradición. En primer lugar, el Gobierno podría designar a las buceadoras como parte del patrimonio cultural, tal como hace con otros artistas y artesanos tradicionales, y también se ha planteado diseñar políticas oficiales para captar y formar a nuevas aspirantes. Las mujeres del mar podrían gozar de un segundo amanecer, mediante el desarrollo de los contenidos culturales basados en sus vidas, al divulgarse las historias populares sobre ellas y ensalzar a las protagonistas como “madres fuertes”, “hijas del mar” o “sirenas vivientes”. Además, sus habilidades en el buceo se podrían aplicar a los deportes comunes y a otras actividades oceánicas, como la natación y el submarinismo. Estos días se han hecho numerosos esfuerzos para arrojar más luz sobre esta tradición autóctona de las buceadoras y determinar sus implicaciones. Los sectores público y privado han colaborado para que la tradición sea incluida en la lista del patrimonio cultural intangible de la UNESCO. El gobierno local ha ofertado cursos para formar a buceadoras haenyeo aficionadas, y también ha organizado festivales bajo el tema de las mujeres del mar. Los pequeños pueblos de pescadores de la isla siempre ofrecen a los turistas albergues y tours de recogida de productos del mar. Además, un estudio

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local de animación, desarrolló algunos personajes de dibujos animados basados en estas buceadoras autóctonas, como “Mongni, la pequeña buza” y “Sojoongi, la niña de la isla”. Yi Han-yeong, que preside una organización sin ánimo de lucro llamada Asociación para la Preservación de la Cultura de las Haenyeo, reconoció el potencial de las mujeres del mar como contenidos culturales. Él mismo trabajó como instructor de submarinismo en territorio peninsular -antes de visitar la isla de Jeju- para aprender sobre las técnicas de las buceadoras nativas. Se matriculó en la Escuela de Haenyeo Hansupul de Jeju, cuyo director es Yi Hakchul, en un giro que cambió el curso de su vida por completo. Más tarde se mudó a la isla y abrió un negocio que abarca una amplia gama de actividades: la producción de tabletas de vitaminas de las algas recogidas por las mujeres del mar, la popularización del submarinismo mediante la planificación de eventos acuáticos y actuaciones, la prestación de servicios de limpieza de tanques de peces, etc. Uno de los eventos acuáticos que concibió es el popular show presentado por auténticas mujeres del mar, que se lleva a cabo cuatro veces al día en el gigantesco tanque de agua de 20 metros de profundidad del Aqua Planet, el acuario más grande de Asia. Creado por la División de Desarrollo Marino de la Diputación Provincial de Jeju y operado por la empresa Hanwha Hotels & Resorts, el Aqua Planet es un acuario más grande que el popular Acuario de Churaumi en Okinawa, Japón. Las mujeres del mar que realizan el show en el Aqua Planet, con un promedio de edad superior a los 70 años, pertenecen a las cooperativas rurales de Sinyang y Goseong. Sus actuaciones son acogidas con entusiasmo, sobre todo por parte del público adulto, que es más consciente de lo duro que sería vivir como una haenyeo en la isla de Jeju. Algunas de estas mujeres de edad avanzada que forman parte de la representación, quedan profundamente conmovidas por la emocionada respuesta de la audiencia. Con lágrimas en los ojos, algunas de ellas dicen cosas como “parece que mi sueño de toda la vida se haya hecho realidad” o “nunca antes he estado tan orgullosa de mi trabajo”. A día de hoy algunas de las buceadoras se han vuelto tan conocidas, que suelen ser invitadas a dar conferencias y aparecen en los medios de comunicación. Yi Han-yeong explica que en la época de la industrialización de Corea, los productos del mar recogidos por las buceadoras se exportaban a Japón, ayudando al país a ganar las divisas que tanto necesitaba. Pero estas mujeres no sólo han sustentado a sus propias familias, sino que han contribuido a la riqueza de su nación. Yi afirma que este tipo de contribuciones eran bastante raras entre los trabajadores de las industrias primarias, cuyo peso en la expansión de la riqueza de los países ha disminuido en todo el mundo. Considera que esta cualidad narrativa única de sus vidas en la sociedad coreana, alberga un importante potencial para ser desarrollada en forma de contenidos culturales especiales.

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1 La isla de Jeju busca crear una cultura local centrada en las haenyeo, introduciendo esta tradición al público por medio de murales y diversos productos singulares. 2 El Museo de las Haenyeo en Jeju muestra diversos materiales y artículos sobre las mujeres buceadoras, incluyendo sus equipos de buceo y un surtido literario, que atrae a unos 250.000 visitantes al año. Una instalación de Yi Seung-do se ubica en el vestíbulo del museo.

Empezando de nuevo en la Escuela de Haenyeo Hay otras personas cuyas vidas han cambiado gracias a las mujeres del mar y el núcleo de estos cambios es la Escuela de Haenyeo Hansupul. Situada en el pueblo pesquero de Hallim, de la ciudad de Jeju, la escuela para buceadoras publicó un anuncio con el fin de reclutar estudiantes para su séptima clase. Aunque una clase por lo general se compone de 50 personas (35 de la isla, 10 de otras partes del país y 5 de otros países) la escuela aceptó este año a 70 estudiantes de entre 240 solicitantes. El número de solicitantes de la península aumenta todos los años, ya que ha surgido un creciente interés por la “vida slow” de la isla de Jeju. Aunque la escuela no es una institución para entrenar profesionalmente a las haenyeo, cada año, dos o tres mujeres acuden con la aspiración de convertirse en una de ellas, habitualmente recomendadas por las cooperativas de las aldeas de pescadores. Entre las graduadas del año pasado destacan dos mujeres de la Corea continental, que tienen firmes intenciones de convertirse en mujeres del mar. Ellas son grandes amigas con 12 años de diferencia: la diseñadora de páginas web Shin Dong-sun, de 27 años, y la fotógrafa Chang Mee-rah, de 39. Shin decidió donar su talento y creó una página web para la escuela. Como hija única, tuvo que convencer a sus padres para que dieran el visto bueno a la decisión de cambiar su trabajo, recordándoles los momentos felices en los que llevaban a su niña de viaje para pescar en el mar o en los ríos de montaña. Shin, que podría convertirse en la más joven mujer del mar, quiere abrir un

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restaurante de fusión en el que se cocinen los productos recogidos cada mañana en el fondo marino. Actualmente ahorra el dinero que gana trabajando en una empresa de tecnologías de la información en el centro de la ciudad de Jeju, para mudarse a la aldea de pescadores de Aewol, y hacer realidad su sueño cuando cumpla los 30, dentro de tres años desde ahora. Por su parte, Chang llegó a Jeju con la esperanza de sacar fotografías de las mujeres del mar, no solo para usarlas como objeto artístico; sino también para capturar las historias reales de sus vidas. Para hacer esto posible, decidió convertirse ella misma en buceadora. Cuando vivía en el pueblo de Seongsan se unió al grupo de las haenyeo que forman parte del show, como la única integrante sin experiencia como submarinista. Siempre que se necesita ayuda a la hora de limpiar el mar, por ejemplo, como parte del trabajo voluntario de estas mujeres, Chang es la que más se responsabiliza de que la labor se complete, al ser la integrante más joven y enérgica del grupo. Su sueño es abrir un estudio fotográfico para las buceadoras de la tercera edad.

El Festival y el Museo de las Mujeres del Mar El Festival de las Haenyeo, que se celebra cada otoño en la isla de Jeju, es un evento patrocinado por el gobierno provincial, y se promociona como el único festival orientado a las mujeres en Corea. Al principio se planeó como un pequeño evento comunitario organizado por la aldea de Gujwa en 2007. Pero a medida que Cultura y ar te de Corea


Según las estadísticas del Gobierno Provincial de Jeju, el número de haenyeo se redujo de 23.000 en 1965 a menos de 4.600 hoy en día, de las que el 40 por ciento son mujeres de 70 años de edad o mayores. A medida que la tasa media de muertes anuales en el colectivo de buceadoras de la tercera edad asciende a 130 y cada año solo se incorporan al oficio 15 nuevas, se prevé que el número siga disminuyendo hasta quedar menos de 1.000 en los próximos 20 años. su popularidad creció, el gobierno provincial se hizo cargo de él en 2011 y elevó su nivel, para convertirlo en un festival de toda la isla. Así, buceadoras de todas partes de Jeju participan en este acontecimiento, que comprende un desfile festivo, concursos de natación y buceo, y otros diversos programas. Algunas personas incluso lo llaman las “pequeñas olimpiadas de las mujeres del mar”. En este acontecimiento festivo a los aldeanos se les sirve sopa de fideos en diversos stands, y se obsequia a los turistas y otros visitantes con productos como abulones y corvinas. En el desfile, las buceadoras de diferentes cooperativas de las aldeas hacen todo lo posible por mostrar una originalidad propia, lo que aún hace este evento más hilarante para el público. Generalmente las mujeres llevan consigo diversos trajes y objetos –a veces, por ejemplo, montan en bicicletas eléctricas o agitan remos en el aire-. En la edición del año pasado, el coro de las buceadoras de la aldea de Hado, llamado “La era de las Haenyeo”, fue recibido con vítores y ovaciones por parte de un público entusiasmado. En lugar de las típicas canciones tradicionales de trabajo entonadas por las buceadoras de la isla, generalmente más tristes, su repertorio consistía en temas animados con divertidas letras en dialecto regional, y otras melodías alegres. Además, el coro se presentó con una canción titulada “Las hijas del mar” de Yang Bang-ean (también conocido como Kunihiko Ryo), afamado compositor coreano nacido en Japón, cuya familia es de la isla de Jeju. Al margen del festival anual, también hay programas permanentes para los turistas. Los más populares son las experiencias prácticas que se ofrecen en los pueblos de Sagye y Hado. Los participantes en estos programas pueden bucear en aguas poco profundas -guiados por las mujeres del mar- a un precio de entre 20.000 y 25.000 wones; así como participar en un tour para recoger moluscos, cangrejos, erizos de mar y otros productos marinos, por entre 5.000 y 10.000 wones. La aldea de Hado ofrece un programa que permite a los turistas hospedarse en uno de los refugios tradicionales para las mujeres del mar, llamados bulteok, que hasta ahora servía como vestuario y zona de descanso. El programa se ofrece por un precio de 10.000 wones durante todo el año, a excepción de un breve período en el frío invierno, y las reservas se pueden realizar en la página web oficial del pueblo. El gerente de la aldea cooperativa de Hado, asegura que allí las oportunidades de K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

negocio se encuentran en el ocio marino y la cultura. El Museo de las Haenyeo de Jeju también es una popular atracción. Cuando acudí allí quedé profundamente impresionada por una foto en blanco y negro de una joven buceadora que amamantaba a su bebé. De pie junto a ella, con la espalda vuelta hacia la cámara, posaba su hijo de seis o siete años de edad. Yo misma, como madre de niños pequeños -que llegó a la isla dejando atrás la vida en el continente- sentí una profunda afinidad por la joven buceadora de la foto. Cuando pasé el primer año en la isla, mi segundo hijo era un bebé de menos de un año de edad. Cuando él se quejaba o lloraba, yo caminaba hasta cualquier rincón para amamantarlo sin importar dónde estuviéramos, ya fuera esperando a mi otro hijo en el pasillo del colegio, haciendo vida social con otras madres de mi barrio, o llevando a cabo cualquier otra tarea. Cuando vi la foto en el museo, las lágrimas brotaron de mis ojos al comprobar que la vida de la joven buceadora, que se echaba al mar con su bebé acostado en una cesta en la playa, se superponía a los momentos de depresión por vivir en un lugar nuevo, lejos de mis amigos y mi trabajo. En la isla de Jeju, a las mujeres del mar se les llama “las madres del mar”. El tiempo que pasé en el museo reflexionando sobre el significado y el poder de la maternidad, generó en mí un efecto terapéutico. Y parece que no era la única en albergar estos sentimientos hacia la vida de las buceadoras. Una mujer que se presentó como la madre de un niño de doce años de la provincia de Gyeonggi, rellenó una solicitud en la página web del museo para que se publicara un videoclip con el sumbi sori, que es el sonido -parecido a un silbido- que las buceadoras emiten al expulsar el aire en la superficie, tras pasar minutos bajo el agua. Aquella mujer encontró el vídeo en el museo durante su viaje a la isla de Jeju, pero el sonido no se iba de su mente incluso después de regresar a casa. Ella aseguró en su mensaje que escucharía el sonido cada vez que se sintiera cansada de la vida. El museo respondió a la solicitud y subió el videoclip a su página principal. Además de estas muestras y exposiciones, el centro también ofrece un programa práctico para niños llamado “la pequeña haenyeo”, que permite experimentar las cosas que forman parte de la vida de una mujer del mar. (Traducido por Atahualpa Amerise)

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nuevo referente para un Seúl que mira hacia el futuro Tras el DDP hay una pequeña zona de edificios diseñados por Hadid, destinados a servir como espacios para la celebración de diversas actividades culturales. Su paisaje es un espacio que integra perfectamente la arquitectura con la topografía, y la arquitecta precisamente se siente muy satisfecha de este aspecto. La mera existencia de una amplia extensión de espacio horizontal en el centro de Seúl, rodeado de rascacielos y centros comerciales, resulta simplemente increíble. Goo Bon-joon Columnista y periodista especializado en arquitectura, The Hankyoreh

© Park Hae-wook

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1 La superficie exterior del DDP está formada por 45.133 paneles de aluminio de diferentes tamaños y curvaturas, y el edificio brilla como una escultura gigante en la noche cuando se ilumina desde el interior. 2 El interior es una festividad de curvaturas no menor que el exterior. A partir de una extensión blanca de protección que aflora del exterior, cuenta con intrigantes sombras que se lanzan por superficies curvas, creando un extraño ambiente donde el tiempo parece haberse detenido por completo.

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Dongdaemun, el corazón de Seúl Seúl, en la dinastía Joseon, o Hanyang como era entonces conocida la ciudad, era mucho más pequeña de lo que es actualmente, y estaba llena de encantadoras hanok o casas tradicionales coreanas de madera con techos de tejas. Rodeada de montañas, las estructuras más importantes de la ciudad eran los muros que proporcionaban protección contra los invasores externos. Un total de ocho puertas se levantaban a lo largo de los muros, cuatro de ellas en los puntos cardinales -norte, sur, este y oeste- que servían como principales puertas de entrada a la capital. De estas cuatro puertas de la ciudad, la oriental se llama Heunginjimun, que significa “Puerta de la Creciente Benevolencia”, pero se conoce comúnmente como

Dongdaemun, que significa “Gran Puerta del Este”. El área próxima a la entrada, en los viejos tiempos un centro de actividad comercial y de transporte, creció rápidamente en los años 60 y 70 hasta ser el centro de la industria textil, principal motor exportador de Corea en esa época. Como una rama de esa industria incipiente, se formó un gran mercado en donde antes se vendían prendas producidas en las fábricas cercanas. El mercado rápidamente se expandió a todo un barrio, en el que hoy hay miles de operarios, comerciantes y diseñadores. Y así, Dongdaemun y sus alrededores se convirtieron en el centro neurálgico de la industria de la moda de Corea. En realidad, los coreanos a menudo utilizan el término “moda de Dongdaemun” para referirse a la ropa y accesorios fabricados según el estilo de este distrito. Pero al igual que hoy es la sede de la industria de la moda de Corea, esta zona fue una vez el centro del deporte. Durante el período de la dominación colonial japonesa, allí se construyó un gran estadio y desde esa época hasta la década de 1980, Dongdaemun fue una de las principales infraestructuras deportivas del país. De este modo, Heunginjimun (una pieza icónica de la arquitectura tradicional coreana), el complejo deportivo de hormigón, y el bullicioso distrito comercial lleno de tiendas y Cultura y ar te de Corea


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El Dongdaemun Design Plaza & Park (DDP) -un centro cultural multifuncional- recientemente inaugurado entre la polémica y la aclamación, está a punto de convertirse en la nueva cara de Seúl. El distrito de Dongdaemun, donde se ubica el parque, es un lugar repleto de restos históricos de Seúl -una ciudad con más de 600 años de historia y una población de diez millonesque también es el centro de la industria de la moda de Corea. El proyecto del DDP es un esfuerzo ambicioso y experimental, para nutrir con nuevas tradiciones un lugar de especial relevancia.

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compradores de todo tipo, hicieron del área de Dongdaemun uno de los centros más dinámicos y vibrantes de la actividad económica y cultural de Corea.

Nace un lugar para el diseño La transformación de la zona de Dongdaemun comenzó cuando el Ayuntamiento de la ciudad de Seúl derribó los estadios deportivos en el año 2008, con la intención de crear un punto de referencia especial dedicado al diseño. Conectado con el barrio de la moda justo frente a donde estuvieron ubicados los estadios, el Dongdaemun Design Plaza & Park (DDP) sería el centro del diseño, considerado una de las claves del futuro crecimiento de Corea y una importante atracción turística. Mientras que la especialización es la tendencia en los museos de arte y las salas de exposición de todo el mundo, ninguna otra infraestructura dedicada exclusivamente al diseño es tan grande y magnífica como el DDP. De hecho, en lo referente a inversión, el DDP es hasta la fecha el mayor proyecto de arquitectura pública de Corea.

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Zaha Hadid fue seleccionada entre arquitectos de renombre mundial, conocida por un estilo arquitectónico propio de forma libre, compuesto de curvas y líneas oblicuas, en marcado contraste con los edificios más convencionales de líneas verticales y ángulos rectos. Hadid propuso un paisaje arquitectónico que se integra plenamente en el antiguo lugar donde estaba el estadio. El edificio debía yacer con poca altura y extenderse a través de una vasta área, alzándose en ondas sobre el terreno. La construcción comenzó en el año 2009 y, tan pronto como su diseño futurista comenzó a tomar forma, el DDP atrajo tanta controversia como atención. Los críticos se apresuraron a hacer comentarios mordaces acerca de cómo el edificio se veía fuera de lugar en el paisaje general de Seúl, ya que brilla como una nave espacial colosal. Los partidarios del proyecto, por el contrario, consideran que esta obra única de la arquitectura, revitalizará la metrópoli.

La estética arquitectónica de Zaha Hadid El aspecto más llamativo del DDP es,

por supuesto, el diseño de Hadid. Toda la estructura del DDP carece de líneas rectas y de ángulos rectos, excepto por el suelo. Es el mayor edificio de forma libre del mundo, con paredes, techos y pasillos que fluyen en curvas ligeramente asimétricas. El exterior metálico es también único: 45.133 paneles de aluminio de diferentes tamaños y curvaturas, envuelven la superficie de un edificio que brilla como una escultura gigantesca en la noche cuando se ilumina su interior. Su interior no es menos notable. Siendo una extensión blanca protegida del exterior, está lleno de intrigantes sombras que emiten curvas superficies, como si fuera un planeta alienígena en el que el flujo del tiempo ha llegado a detenerse por completo. La masa aerodinámica del DDP asciende y se enrolla, acogiendo nichos aquí y allá. Un paso estrecho entre sus plateadas columnas conduce hacia un exterior abierto; y un amplio corredor de puente pasa por el centro de una plaza hundida. Su estructura variada, los diferentes niveles y el espacio abierto que conecta el interior y el exterior, son elementos que convierten al Cultura y ar te de Corea


1 Una exposición especial de selectas obras de arte y otros artefactos culturales del Museo de Arte Kansong puede verse en el Design Exhibition Hall. 2 La zona ‘Design Experience’ es un área para que los niños puedan experimentar e imaginar el futuro a través del diseño.

DDP en una experiencia espacial única. El DDP sirve como sede de varias exposiciones de diseño, lanzamientos de productos o mercados de diseño, amén de otros diversos eventos culturales. Aunque esto es solo el principio, ya es el anfitrión de algunos eventos excepcionales que no se dan en ningún otro punto de la ciudad. Lo más notable es que el estimado Museo de Arte Kansong, el museo privado más antiguo de arte tradicional de Corea, ha abierto una sala de exposición permanente en el DDP. La colección del Kansong se compone de tesoros que representan la cumbre de la cultura tradicional coreana.

Un punto de referencia para la gente Como su nombre indica, el DDP es un parque y no solo un edificio en el sentido convencional de la palabra. Se podría describir más exactamente como un “paisaje integrado”, es decir un parque con muchas características de un museo. La cubierta es una colina artificial alfombrada con hierba verde, una cresta de suave pendiente que se extiende hacia las murallas de piedra K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

de la dinastía Joseon y los restos arqueológicos de la infraestructura urbana. Tras el DDP hay una pequeña zona de edificios diseñados por Hadid, destinados a servir como espacios para la celebración de diversas actividades culturales. Su paisaje es un espacio que integra perfectamente la arquitectura con la topografía, y la arquitecta precisamente se siente muy satisfecha de este aspecto. La mera existencia de una amplia extensión de espacio horizontal en el centro de Seúl, rodeado de rascacielos y centros comerciales, resulta simplemente increíble. Lo que hace que Zaha Hadid sea uno de los arquitectos más solicitados en el mundo hoy en día, es la forma en que sus obras representan la naturaleza del mundo contemporáneo. El ininterrumpido y variado flujo de líneas, y la fluidez resultante del espacio, personifican la libertad y la flexibilidad de la sociedad actual, mientras activan nuestras fantasías sobre la tecnología de última generación y el futuro que esta traerá. Así, pareciera que las colinas del desierto en Irak, la tierra natal de la arqui-

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tecta, hubieran sido recreadas en cemento y metal en Seúl. Como un “hito horizontal”, el DDP refleja la tendencia del siglo XXI en las principales ciudades del globo, en las que los edificios se erigen para generar beneficios compartidos y para crear espacios para el disfrute y relajación de los ciudadanos. El proyecto DDP está en línea con esta nueva tendencia de crear obras arquitectónicas horizontales perfectamente conectadas con el espacio público de la ciudad. El DDP es en sí mismo casi como una pequeña ciudad, y un completo recorrido por todo lo que ofrece no es tarea fácil. Si bien la opinión está muy dividida -sobre su diseño de gran alcance y casi radical- el DDP refleja indiscutiblemente el dinamismo y la complejidad de la ciudad de Seúl, que ofrece una gran variedad de eventos culturales y otras propuestas para ver y hacer. El pasado, el presente y el futuro de Seúl convergen en el DDP, y ahí radica el atractivo de este edificio. (Traducido por Raimon Blancafort)

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Entrevista

Kim Young-taek, artista de la pluma, en su estudio de trabajo ubicado en Gyeonji-dong, en Jung-gu, en el centro de Seúl. Tiene el ambiente de una pequeña tienda de antigüedades, debido a las hileras de tarros llenos de plumas, así como a los numerosos objetos que ha recogido durante los años.

Kim Young-taek, revive la arquitectura coreana a través de la pluma Milagro de líneas. Son las palabras que de inmediato vienen a la mente al ver la obra de ese artista de la pluma que es Kim Young-taek. Cada delgada línea dibujada a pluma es tenue, pero decenas de miles de esas líneas juntas, se vuelven poderosas. El resultado de días y meses de trabajo sobre el papel genera un entramado de líneas y de ellas emerge una casa. Así Kim restaura el gran legado de la arquitectura tradicional. Chung Jae-suk Redactor editorial, The JoongAng Ilbo | Ahn Hong-beom Fotógrafo

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im Young-taek es ampliamente conocido como un gran maestro en el arte de la pluma, un oficio tradicional cuya expansión se interrumpió en el oeste por la falta de artistas de esta especialidad. Él ha mantenido el género con vida, pero desde un sentido netamente coreano de la estética, y así ha obtenido una reputación al recuperar la arquitectura y diversos artefactos culturales coreanos tradicionales, gracias a sus meticulosos trazos de pluma. Él marca un hito en el arte de hacer bocetos cuando dedica al menos 500.000 trazos para completar un solo dibujo. La intensidad que conlleva ese esfuerzo es tal, que el resultado es visualmente abrumador. El libro ‘Capturar el espíritu de la arquitectura coreana con dibujos a pluma’ (publicado por Seoul Selection) es un catálogo de dibujos de arquitectura tradicional coreana, que Kim realizó durante más de una década viajando por todo el país, para documentarse con precisión. Contiene un total de 91 dibujos a pluma fina, clasificados en tres capítulos: ‘La Arquitectura abraza a la Historia’, ‘La Arquitectura abraza a la Cultura’ y ‘La Arquitectura abraza a la Religión’. Desde el Palacio de Gyeongbok en Gwanghwamun, hasta la pagoda de madera de tres pisos del templo Botapsa, los objetos –gracias a su arte- cobran vida como si estuviéramos frente a ellos. El libro es, en cierto modo como un cuaderno de viaje, pues cada dibujo va acompañado de una breve historia y de anécdotas de fondo. Cuando visité su estudio en Gyeonji-dong, en Jongro-gu, en Seúl, él estaba ocupado en afilar la punta de su pluma con un papel de lija. El interior de su estudio parecía una pequeña tienda de antigüedades, dada la propensión de Kim a recoger y acumular diversos objetos antiguos. De entre los miles de artefactos apilados por toda la habitación, lo que más desatacaba eran los tarros para plumas: Unos cuantos a su alrededor contenían decenas de plumas.

Mi arma es una pluma de 0,03mm Chung Jae-suk: Veo filas de tarros llenos de plumas. Estas son sus armas, supongo… Kim Young-taek: Cada dibujo a pluma es un mundo diferente en sí mismo. La punta de pluma más fina del mundo es de 0,1mm, pero yo uso un papel de lija para rebajar la punta y llegar a 0,05mm o 0,03mm. Al trabajar con una pluma fina como uso yo, en 1mm puedes trazar 5 líneas. Cada dibujo contiene entre unos 500.000 y un máximo de 800.000 trazados. Dibujo líneas y líneas enteras en la frontera de lo visible y lo invisible, hasta que mi mente se libera de cualquier pensamiento e idea. A veces suspiro, vencido por la ingente tarea que tengo ante mí. Pero voy línea por línea, al igual que un monje budista copiaría a mano antiguos textos religiosos como parte de su práctica ascética. CJ: De 2002 a 2012 publicó una columna en el JoongAng Ilbo K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

titulada ‘El viaje a través del arte de la pluma de Kim Young-taek’. Eso fue hace más de una década y, muy posiblemente, fue la columna de mayor duración de la historia del diario coreano. KY: Mi única motivación era permitir que todo el mundo conociera la belleza de nuestra arquitectura tradicional. Estaba decidido a llegar a la perfección para que la gente pudiera ver, sentir, apreciar y aprender sobre nuestra herencia. Muchas veces trabajaba un día entero y sólo conseguía hacer una décima parte del boceto deseado. Así de duro trabajé y, quizá en reconocimiento a ese esfuerzo, los críticos comentaron que mis dibujos contenían el alma de la arquitectura antigua. En un momento dado, de hecho, tuve que suspender la columna un tiempo por dolor de hombros. CJ: Usted estudió diseño en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Hongik y trabajó como diseñador de gran éxito; pero renunció a su carrera en el mundo del diseño y a una vida más confortable, para dedicarse a este trabajo. Esa decisión debió requerir coraje… KY: En 1993 estaba entre los 54 diseñadores gráficos más importantes del mundo, nominados al título de Embajador de Diseño por el Centro Internacional de Marcas; y al año siguiente, fui invitado a exponer mi trabajo en la Primera Bienal Internacional de Diseño de Logos. Pero yo tenía la sensación de que me faltaba algo. Diseñar me parecía como versionar el trabajo de otra persona. No sentía que estuviera haciendo algo mío y mi corazón ardía por la pasión de crear. CJ: ¿Por qué el arte de la pluma? KY: Ya de niño en la escuela primaria me fascinaba el dibujo de detalle. Y en la escuela secundaria, tenía un gran interés en las estructuras espaciales; tanto es así que intenté hacer mis propios diseños arquitectónicos. También disfruté haciendo obras de arte hiperrealista como hobby. Y hasta recuerdo que un día dibujé un billete coreano y cuando fui a la tienda… ¡El dueño quería darme cambio! También me encantaba coleccionar fotos, documentos y objetos, y muchas veces me veía cautivado por antiguos dibujos a pluma de calendarios europeos y copias de libros antiguos. Posteriormente, a mediados de los años 90, cuando fui a Europa de vacaciones, me encontré con que la hermosa tradición del arte de la pluma casi había desaparecido. Así que empecé a pensar que tal vez podría crear dibujos a pluma y venderlos a compradores europeos. Tan pronto como la idea me sacudió, renuncié a mi trabajo y cogí una pluma.

Kim Young-taek y el arte de la pluma coreana CJ: De los muchos temas u objetos que podría haber elegido para dibujar, optó por la arquitectura tradicional. ¿Por qué? KY: La arquitectura tradicional coreana se define por una belleza sin pretensiones. Cada estructura se hace uno con la naturale-

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za. Es simple y modesta, elegante y ordenada. Nuestros antepasados tenían una tecnología y una tradición de la arquitectura muy avanzada, mas sin embargo tuvieron la delicadeza de controlar las ganas de presumir. Ellos creían que el propósito de un edificio era más importante que su apariencia. Y más aún, no tenían la codicia ni el deseo de reclamar la propiedad de su trabajo. Creo que ese es el verdadero espíritu de un maestro, y que, precisamente, es el espíritu del arte de la pluma. CJ: He oído que usted toma medidas especiales para garantizar la precisión de lo que representa.... KY: Al construir una casa, nuestros maestros arquitectos de la antigüedad veían la tierra y la naturaleza en su conjunto como un ser vivo. Las grandes piedras y los viejos árboles se respetaban y se integraban en el diseño, en vez de quitarlos. Estaba prohibido

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cortar el flujo de lo que creían que eran las arterias y las venas de la tierra, o las crestas de las montañas. La naturaleza no era algo contra lo que competir, sino un compañero con el que convivir. Me he esforzado por encarnar este espíritu y así lo evidencian mis dibujos a pluma. Quería hacer tangible esa filosofía intangible, creando algo visible y vivo, que se podría describir como recuperar la tecnología arquitectónica de Corea. A diferencia de la idea occidental de la perspectiva, los coreanos se aseguraron de que los objetos más importantes fueran claramente más visibles, independientemente de la distancia respecto al espectador. He adoptado esta idea como una perspectiva propia o característica de Young-taek Kim, y en base en ello, si es necesario, puedo agrandar objetos que en realidad están más lejos. CJ: Eso suena muy parecido a la idea que subyace en el concepCultura y ar te de Corea


“Puerta Sukjeong y Fortaleza de Seúl” (2005), 24 x 60 cm, tinta china sobre papel.

to de la pintura asiática. Tal vez por eso los críticos suelen decir que sus dibujos son “como el jarrón de porcelana blanca de la Dinastía Joseon”, o que “siguen la tradición de pinturas coreanas”. KY: Los dibujos a pluma occidentales son meticulosamente precisos como dibujos de arquitectura, pero nada parece emanar de su interior. En cambio, yo deseo crear dibujos a pluma con la sensibilidad de Corea como distintivo; con historias ricas, celebradas en cada grano de madera, como realmente era la vieja arquitectura de madera de Corea.

‘Renombrado artista internacional nacido en Incheon’ CJ: Durante las últimas dos décadas, su lápiz y papel han capturado unas 160 obras de arquitectura, incluyendo algunas obras designadas como tesoros coreanos y patrimonio mundial. ¿Qué K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

viene ahora? KY: Nací en Incheon y gracias a eso, mis colegas han auspiciado una exposición con mi trabajo en el Centro Cultural de Corea-China el pasado abril, bajo el título de “Renombrado artista internacional de la pluma nacido en Incheon”. Espero obtener algo de reconocimiento en lugares donde el arte de la pluma se originó y creció. Pero además, me gustaría que mi arte sirviera para ayudar a descongelar las maltrechas relaciones entre Corea y Japón; ya que, si bien una solución política está fuera de alcance, quizá una cultural pueda ser la alternativa. Francamente, creo que la mayoría de los ciudadanos de ambos países no tienen ese tipo de resentimiento unos contra otros. Creo que estos conflictos son agitados por los políticos para servir a sus propios intereses políticos. En este sentido, deseo ampliar el trabajo que acabo de exponer con dibujos de

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3 1 “Dabotap (La pagoda de los muchos tesoros), en el templo de Bulguk en Gyeongju” (2011), 41 x 58 cm, tinta china sobre papel. 2 “Puente Seungseon en el templo Seonan en Suncheon” (2010), 41 x 58 cm, tinta china sobre papel. 3 “Ciervos celestiales en el puente sobre el arroyo prohibido, Palacio de Gyeongbok” (2004), 36 x 48 cm, tinta china sobre papel. 4 Para obtener una mayor precisión en su investigación del patrimonio arquitectónico, Kim Young-taek dibuja los bocetos en cada lugar.

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Al construir una casa, nuestros maestros arquitectos de la antigüedad veían la tierra y la naturaleza en su conjunto como un ser vivo. Las grandes piedras y los viejos árboles se respetaban y se integraban en el diseño, en vez de quitarlos. Estaba prohibido cortar el flujo de lo que creían que eran las arterias y las venas de la tierra, o las crestas de las montañas. La naturaleza no era algo contra lo que competir, sino un compañero con el que convivir. Me he esforzado por encarnar este espíritu y así lo evidencian mis dibujos a pluma. Quería hacer tangible esa filosofía intangible, creando algo visible y vivo, que se podría describir como recuperar la tecnología arquitectónica de Corea.

16 tesoros arquitectónicos de Japón. Y quizá realice mi propia exposición en Japón. CJ: Usted actualmente tiene una buena colección de sus obras, suficiente para abrir un museo privado de arte. KY: Nací en el año 1945 y estoy a punto de cumplir 70. Mi objetivo es terminar por lo menos 200 obras más, siempre y cuando mi salud lo permita. Si alguien construye un museo de arte para mí, con mucho gusto donaré todos mis trabajos y mi colección de antigüedades. Es por eso que he continuado recopilando objetos que puedan recrear las viviendas de la nobleza. CJ: Hasta la fecha se ha dedicado al dibujo de la arquitectura tradicional. ¿Tiene algún deseo de ampliar su temática? KY: A menudo dedico tiempo estos días a meditar acerca de qué compone el mundo, sobre cómo deben ser las civilizaciones extraterrestres, y sobre otros misterios del universo y la humanidad. Me gustaría hacer una serie de dibujos sobre estos pensamientos. Con mis dibujos a pluma y otros documentos fotográficos, quizá pueda componer mi propia versión de la historia de las civilizaciones. K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

El alias de Kim Young-taek es Neulsam en coreano, y Shangchuan (常泉) en chino. Ambas expresan la voluntad de vivir como una eterna primavera de agua clara. Este alias le fue otorgado por el Venerable Monje Seokjeong del Templo Tongdosa, y contiene un mensaje más profundo, a la vez que es un recordatorio de que debe permanecer siempre abierto a aceptar el mundo que le rodea sin prejuicios. La importancia del alias está en estrecha consonancia con el espíritu del arte de la pluma coreana al que Kim se ha dedicado. Neulsam escribió en su dibujo del Mandala de Byeongsan de Seowon, ubicado en Andong, lo siguiente: “Cuando usted se ubica frente al Mandala, primero ha de mirar las vigas que hay por encima de usted. Cada unión de las vigas tiene claramente la forma de los pilares. Juntas, las curvas naturales de las vigas son hermosas como las mareas ondulantes. Tal belleza radica en los corazones de los trabajadores de la madera de la antigua dinastía Joseon”. Y yo deseo que tal belleza perdure para siempre en los dibujos a pluma de Neulsam. (Traducido por Javier Castañeda)

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ENAMORADO DE COREA

George Archibald: Une a los coreanos mediante la conservación de grullas Un día de verano en 2006, en Wisconsin, el Dr. George Archibald estaba sentado en un banco junto al centro de investigación Aldo Leopold, cuando supo que había sido galardonado con el primer Premio de Indianápolis, actualmente uno de los más prestigiosos premios del mundo en cuanto a conservación de animales. El mensaje, enviado por el presidente del Zoo de Indianápolis y creador del premio, Michael Crowther, sorprendió a Archibald, quien considera que él sólo Un joven George Archibald pasa gran parte de su tiempo con una hembra de grulla blanca, con la que mantiene una estrecha simbiosis, junto a su choza de madera.

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representa a un equipo de personas, en el que todos son merecedores del premio. Ben Jackson Periodista | Kim Yeon-soo Fotógrafo

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n 1973, el ornitólogo de origen canadiense George Archibald y su colega de la Universidad de Cornell, Ronald Sauey, decidieron tomar medidas para salvar a las especies de grullas en extinción que quedaban en el mundo. Juntos, fundaron la Fundación Internacional de la Grulla (ICF). “Ron era de Baraboo, Wisconsin, donde sus padres tenían una pequeña cuadra con caballos. Pero llevaron los caballos a una gran finca en Florida y nos arrendaron Baraboo por un dólar al año”, explica Archibald: “Ahí fue donde empezamos”.

ICF rompe el cascarón y despliega sus alas El ICF comenzó a hacer historia rápidamente. En 1975 incubó con éxito las primeras grullas de Manchuria en el Hemisferio Occidental; hecho fue seguido por otras primicias, incluyendo visitas a Rusia y a China, países todavía ajenos a la mayoría de los occidentales de la época en el ámbito de conservación de la grulla. Así, en 1985 el ICF se había convertido en la primera instalación en el mundo que poseía 15 especies de grullas, tras recibir algunos ejemplares de grullas de cuello negro. En 1993, había logrado criar esas 15 especies con éxito; y sus colaboraciones con China, Rusia, Vietnam y otros países seguían incrementándose. K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

Actualmente, el ICF colabora con proyectos en más de 20 países, un alcance global necesario -en parte- por los hábitos migratorios de las grullas. Su misión oficial es “conservar las grullas y sus ecosistemas, las cuencas hidrográficas y las rutas migratorias de las que dependen” y ofrecer “la experiencia, el conocimiento y la inspiración para involucrar a la gente en la resolución de las amenazas a esos ecosistemas”. Pese a la amplia base de apoyo que han construido hasta ahora, su trabajo está lejos de finalizar, recalca Archibald. “La ICF cuenta con el apoyo de más de 8.000 socios y también recibe donaciones de organismos internacionales, gobiernos, fundaciones y corporaciones diversas. Las necesidades son grandes y nuestros recursos financieros son siempre limitados”. Pero, ¿por qué grullas? En palabras del propio Archibald: “Todo lo que una grulla hace es grácil. Son aves enormes, fáciles de observar, de estudiar y de apreciar. Tienen bailes dramáticos y se comunican mediante unas primitivas llamadas que alcanzan millas de distancia. Son criaturas fascinantes y carismáticas. Archibald escribió su tesis doctoral en la década de 1970 sobre el comportamiento de las grullas, especialmente de sus llamadas, o “duetos al unísono”, y sobre el patrón evolutivo de estos fenómenos. En Asia oriental, las grullas mantienen un significado cultural

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Las grullas, mientras tanto, mantienen un vínculo directo. Sus gráciles migraciones las elevan muy por encima de las minas terrestres y de las vallas de la DMZ, con los mismos movimientos evolutivamente programados que ya existían desde mucho antes de la disputa actual, o de cualquiera de las ideologías que existen tras ella.

e histórico, además de una importancia ecológica. Sus elegantes formas han sido utilizadas para significar la longevidad, la paz y la castidad; y eso aparece en numerosas pinturas tradicionales, adornos de cerámica y hasta en las modernas tarjetas de felicitación de Año Nuevo. Asegurar la supervivencia de estas hermosas aves en lugares como la Península de Corea, conlleva una capa adicional de significado cultural; así como la esperanza de que la relación de confrontación que existe entre los humanos y los ambientes que habitan, rendidos de forma aguda a la modernización y a la pobreza rural, no sea totalmente irreversible.

El hombre corteja a la grulla En la década de 1970, la relación de Archibald con las grullas se expandió desde lo científico a lo personal, cuando dedicó mucho tiempo a una grulla blanca hembra llamada Tex. Llegó a la sede de la ICF en 1976, cuando el número de ejemplares de grulla blanca era peligrosamente bajo en Estados Unidos. Habiendo nacido en cautiverio, Tex se impregnó de los seres humanos y de Archibald en particular. Los dos salían cada mañana temprano a caminar juntos y Archibald imitaba las danzas de Tex. Un antiguo vídeo de aquel entonces muestra a un joven Archibald abriendo la puerta de la choza de madera de Tex cada mañana y cómo ella se tamba-

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lea hasta la carretera, girándose para comprobar si él viene detrás. Después, se agacha y agita sus brazos-alas emulando a su compañero. Cuando Tex se ponía juguetona, Archibald le dedicaba un ritual de cortejo, mientras que otros dos investigadores de la ICF la inseminaban artificialmente. Finalmente, Tex puso un huevo que eclosionó en un pollito y que fue bautizado como Gee Whiz. Otro video de la década de los 70 muestra a Archibald cuando aparece en ‘The Tonight Show’, y ofrece la impactante noticia -ante Johnny Carson y una audiencia de 22 millones de personas- de que Tex había sido asesinada por un depredador la noche antes del espectáculo. Hecho que, según comenta, podría haber jugado un papel más importante en llamar la atención sobre la ICF que el nacimiento del propio Gee Whiz.

La importancia de las grullas coreanas A menudo descrita como el área más fortificada de la tierra, la zona desmilitarizada (DMZ) entre Corea del Norte y del Sur, también alberga una rica variedad de vida silvestre. Con una anchura de 4 kilómetros, esta “tierra de nadie” se despliega de costa a costa a través de la península de Corea, y ha escapado en gran medida las depredaciones del rápido desarrollo económico y de la agriculCultura y ar te de Corea


El Dr. Archibald posa ante la cámara con los ornitólogos de Corea del Norte durante su visita a la llanura de Anbyon, donde ayudó a los agricultores locales a implantar la agricultura ecológica desde 2008, a fin de que las grullas vuelvan a su antigua zona de hibernación.

tura intensiva. Fue aquí, a mediados de la década de 1970, donde Archibald y sus colegas coreanos descubrieron inesperadamente a un gran número de grullas. “La ICF recibió una beca de la entonces Sociedad Zoológica de Nueva York para apoyar a un profesor de Corea, el Dr. Kim Hon-kyu, de la Universidad de Mujeres de Ewha, para buscar grullas en la parte occidental de la zona desmilitarizada, cerca de la aldea de la tregua de Panmunjom”, recuerda Archibald. En 1977, en compañía de los investigadores de la Universidad de Kyung Hee, encontramos una bandada de unas 120 grullas de Manchuria en la Cuenca de Cheorwon, en la zona montañosa central de la DMZ”. Cuarenta años después, el trabajo de la ICF en Corea del Sur continúa, especialmente en y alrededor de la DMZ. Sin embargo, y al igual que las grullas, Archibald no se sentía constreñido por las fronteras internacionales. Cuando el número de grullas que hibernaban en Corea del Sur comenzó a aumentar drásticamente a finales de los 90, los científicos vincularon el fenómeno a problemas relacionados con su lugar de hibernación anterior: la llanura de Anbyon, una zona de la orilla a unos 80 kilómetros al norte de Cheorwon. En otras palabras: Corea del Norte. “La llanura de Anbyon, antes de la década de los 90, era la zona de hibernación de unas 240 grullas de Manchuria”, explica Archibald, “pero la escasez de alimentos para los seres humanos, y la pérdida y alteraciones del hábitat asociado, motivaron la migración de las grullas a la Cuenca Cheorwon en la DMZ durante la década de los 90”. Con el tiempo, la ICF inició proyectos también al norte de la frontera. “Desde 2008 hemos ayudado a los agricultores de la llanura de Anbyon a desarrollar agricultura orgánica”, continúa Archibald. “Fue un gran éxito. Los suelos y la producción de los cultivos mejoraron y desde entonces las grullas regresan en noviembre y diciembre, para luego partir hacia la DMZ. Respecto a su actividad a distintos niveles sociales, desde las bases hasta el gobierno, en el este de Asia -Corea, China, Vietnam y Japón-, Archibald hace hincapié en la necesidad de mantener una estrecha colaboración tanto con los expertos locales, como con K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

aquellos que toman las decisiones. Nuestro trabajo es ayudar a los especialistas nativos en sus esfuerzos, difundiendo sus logros y necesidades y prestándoles apoyo. Participamos en reuniones internacionales de carácter regional sobre grullas y otros asuntos ambientales. También cooperamos estrechamente con los funcionarios del gobierno de cada nación. Y añade: “En Corea del Norte, trabajamos en colaboración con una organización con base en el Reino Unido, Birdlife International”. En cuanto a sus experiencias en Corea, Archibald se deshace en elogios. “Mis colegas norcoreanos son destacados profesionales”, dice: “Es una alegría inmensa poder trabajar con ellos. Mis colegas de Corea del Norte tienen una profundidad de sentimiento y conexión, que a veces ensombrece a los de Corea del Sur por sus tan ocupadas vidas. Pero todos ellos son encantadores coreanos”.

El arte de la persuasión Una de las cuestiones más difíciles a las que muchos protectores de especies se enfrentan, es persuadir a los demás del valor de lo que se debe conservar. “Cuando comencé mi trabajo en la Zona Desmilitarizada de Corea, me reía. Pensaba que los militares ni considerarían dejarme acercar por allí”, dice. “Pero una vez puse mi pie en la puerta y conecté con las grullas, detecté un gran interés a muchos niveles en Corea y todo despegó”, recuerda Archibald. “Al ayudar primero a las personas que viven cerca de los hábitat de las grullas y compartir nuestro conocimiento e inquietudes con ellos, la población local a menudo ve a las grullas con nuevos ojos y desarrolla un interés en su preservación”, dice Archibald. “La mayor alegría es haber establecido una organización dedicada a ayudar a unas criaturas por las que tengo un gran interés personal. La ICF cuenta con una plantilla de 50 personas, una junta directiva de 20 voluntarios, empleados de muchas naciones de Asia y África, y colabora con organizaciones protectoras. Mientras que las relaciones políticas entre el Norte y el Sur de Corea se han deteriorado en los últimos cinco o seis años y no muestran signos de mejora, las actividades de personas como George Archibald mantienen hilos vitales de conexión, aunque indirecta, entre las dos mitades de una nación dividida. Las grullas, mientras tanto, mantienen un vínculo directo. Sus gráciles migraciones las elevan muy por encima de las minas terrestres y de las vallas de la DMZ, con los mismos movimientos evolutivamente programados que ya existían desde mucho antes de la disputa actual, o de cualquiera de las ideologías que existen tras ella. Mientras que los coreanos de ambos lados de la DMZ mantengan su amor y el respeto por la historia y el patrimonio natural común que les une, sin duda hay esperanza para la reunificación y más. (Traducido por Javier Castañeda)

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En el camino

tierra de literatura y té A comienzos del verano del año en que cumplía 20 años, caminaba a lo largo del río. El verde brillo de los rayos del sol se vertía sobre el agua y el viento era dulce. Entonces, toda mi vida giraba en torno a la poesía. Quería dedicarme enteramente a ese arte las 24 horas, los 86.400 segundos del día. A partir de ese momento, empecé a tener un sueño para mi creación poética. Ese sueño era visitar todos los pueblos del país y pasar en ellos la noche. Gwak Jae-gu Poeta | Lee Han-koo, Cho Ji-young Fotógrafos

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El monte Jiri es famoso por su paisaje mĂ­stico que cambia cada temporada. Sus cumbres heladas al amanecer presentan una imagen verdaderamente esplĂŠndida. El monte Jiri es un parque nacional impregnado de leyendas, que se extiende en un vasto abrazo sobre el extremo sur del paĂ­s, en cinco condados de tres provincias: Gyeongsang, y las provincias de Jeolla del K o r e a nyadel | Sur. V e r a n o 2 0 14 Norte

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El curso bajo del río Seomjin destaca por cangrejos de Shanghái y almejas doradas, crustáceos que solo viven en aguas cristalinas, y por un barco impulsado por un barquero que tira de una cuerda atada a ambos lados del río, en vez de usar remos.

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i deseo era ver qué flores había en cada pueblo, en cuál se vería el cielo nocturno más bello, saber de qué conversaban los aldeanos alrededor de la fuente del pueblo y qué canciones entonaban los vecinos en un día de fiesta. Estaba convencido de que para llegar a escribir los poemas con los que soñaba, no bastaba con escuchar lo que la gente decía de esos parajes, sino que yo mismo debía ser testigo. Quería ir personalmente a esos pueblos, caminar por ellos y sentir el olor de sus callejas. Con estos pensamientos, quizá era obvio que como primer destino escogiera la región del Río Seomjin, los alrededores del Monte Jiri y el distrito de Hadong, en la provincia de Gyeongsang del Sur. Por supuesto, en esa elección también influyó el hecho de que Hadong quedaba apenas a 40 kilómetros de Suncheon, en donde yo vivía, así como los vívidos recuerdos que de ese pueblo tenía entonces.

A lo largo del Río Seomjin Pisé Hadong por primera vez en la década de 1970. Como ahora, entonces el Monte Jiri también se extendía a lo largo del Río Seomjin. Caminaba y, cuando el sol caía, levantaba una pequeña tienda a su orilla y me echaba sobre la arena, para ver las estrellas en el cielo. Y sobre esa arena iluminada por la luz de la luna, escribía a un amigo. “La luna es resplandeciente. Tan resplandeciente que con su luz es posible leer a Rabindranath Tagore y a Herman Hesse. Los arbustos de rosas salvajes que florecen a lo largo del río, son más grandes que las casas y emiten tan agradable fragancia que no puedo dormir”. Hadong, para mí, era el pueblo de mis sueños, un espacio utópico... el Shangri-La. Sin embargo, la realidad de Corea en los años 70 era muy diferente al ambiente cálido y pacífico de Hadong. La represión política había llegado a su punto máximo bajo una dictadura militar y el país era pobre, tanto que su economía era una de las más débiles de Asia. En las calles había puestos de control y barricadas por doquier, así como policías uniformados con transmisores portátiles de radio, y también policías camuflados de civiles, que sin siquiera una orden registraban los bolsos y los cuerpos de los peatones. En esa época, yo era un veinteañero que amaba la poesía y que anhelaba hacer de ese arte un oficio para toda la vida; mas sin embargo, eso no quiere decir que tuviera la convicción de que la poesía pudiera salvar nuestras vidas. ¿Podré escribir poemas hasta que me muera? ¿Por qué habré nacido en un país como éste? Tal vez el viaje a pie que hice a los 20 años fue una desorientada lucha contra esa desesperación. Desde el Mercado Hwagae hasta el Templo Ssanggyesa Llegué al embarcadero Hwagae el quinto día de mi viaje a pie. Allí subí a una barca que era impulsada por la fuerza del barquero, que tiraba de una cuerda que conectaba ambas orillas para cruzar el río. Entonces me maravillaba que un lado del río fuera K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

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El curso bajo del río Seomjin destaca por cangrejos de Shanghái y almejas doradas, crustáceos que solo viven en aguas cristalinas, y por un barco impulsado por un barquero que tira de una cuerda atada a ambos lados del río, en vez de usar remos.

la provincia de Gyeongsang y el otro Jeolla, y también ver a personas de diferentes regiones viajar juntas en una misma barca. “¿De dónde viene?”, pregunté a una señora. Y ella me respondió con una risa tan grande que dejaba al descubierto sus encías: “De visitar a los consuegros”. El paisaje era cálido. Del embarcadero fui al Mercado Hwagae, uno de los sitios más representativos de Hadong. Aunque el lugar no conserva su aspecto de antaño, todavía recuerdo cómo era. Pequeños puestos de vendedores, que eran casetas pintadas con alquitrán de hulla, se extendían a ambos costados de la calle. Aún recuerdo que caminar entre esos puestos de colores marchitados por el sol, transmitía una sensación confortable. ¿Habrá algo más excitante que recorrer un mercado? En el Mercado Hwagae había tiendas de algodón, de arroz, de hierbas medicionales y de equipos agrícolas; así como tabernas, destilerías y viejos hostales. Sin embargo, todos los edificios del mercado fueron reemplazados por otros nuevos en la década de los 90. Ahora que lo pienso, el Mercado Hwagae se hubiera hecho mucho más famoso si hubieran conservado las instalaciones originales y hubieran creado una calle nueva de tiendas. Tras abandonar el Mercado Hwagae me dirigí al Templo Ssanggyesa, ubicado en Unsu-ri, un barrio cuyo nombre significa “donde las nubes y el agua fluyen” y pertenece a la localidad de Hwagae, que a su vez significa “en plena floración”. ¿Habrá un domicilio más poético que éste? Ya dentro del templo, caminé a paso

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lento por el patio, donde las rosas de Guelder estaban en flor, cuando un joven monje se acercó a mí y me preguntó, “¿a qué vino por aquí?”. Yo respondí, “a escribir poesía”. Y quizá esa breve conversación zen estimuló su curiosidad... El monje me invitó en seguida a tomar una taza de té verde y yo acepté. En el cuarto, le observé detenidamente mientras servía el té. Mientras vertía el agua en un recipiente de cerámica de color de marfil con las hojas de té, el monje me hizo otra pregunta: “¿Por qué escribe poesía?”. Fue la pregunta más difícil de mi vida y lo sigue siendo hasta el día de hoy. Tampoco pude tomar sin vacilar el té de color verde pálido que me servía el monje. El color del té era tan hermoso que por un momento titubeé con la taza en la mano. Pero a los pocos segundos tomé el primer té verde de mi vida. Años más tarde, supe que no muy lejos del Templo Ssanggyesa habían sido sembradas las primeras plantas de té en Corea. Cuando me alejaba del templo ya estaba embriagado por la profunda fragancia del té verde. Incluso, llegué a pensar que no sería mala idea pasar el resto de mi vida en el monte.

Un Pueblo en el que se respira literatura La localidad de Pyeongsa-ri en Hadong se hizo famosa tras la publicación de la novela Tierra de la escritora Park Kyung-ree. Su historia, que trata sobre la insistencia del hombre en la tierra y el apasionado amor entre los personajes, aún cautiva a los coreanos en lo más hondo de sus almas. Cuando estuve allí


La zona de cultivo de té en Hadong es brumosa y húmeda, ya que está cerca del río Seomjin. El té cultivado aquí es excelente en sabor y calidad gracias a su entorno natural, ideal para el cultivo de plantas de té. Las hojas de té recogidas a mano entre finales de abril y principios de mayo, son suaves y ricas en sabor.

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por primera vez, hace 40 años, el pueblo estaba envuelto en olor a cebada tostada. Entonces descubrí cómo era el ático de una casa típica de esa región. La gente de Pyeongsa-ri, que vivía labrando la tierra, tenía en sus casas altillos o entreplantas. Sentado en ese ático, construido en forma de pabellón, era posible tener una vista panorámica del Río Seomjin y de los extensos campos a su alrededor. Durante la puesta del sol, cuando la labranza de la tierra se acababa, la familia se sentaba a conversar y a cenar en el ático, cuyo piso tenía un acabado de madera o bambú. El paisaje era cálido y pacífico. La casa con el ático más hermoso de Pyeongsa-ri era la situada al extremo izquierdo de la cuesta. El altillo, ubicado en el segundo piso, justo al lado de la puerta de entrada de la residencia, permitía una vista panorámica del Río Seomjin y de los campos de Akyang, y poseía en sí una energía pura y pacífica. Años después, cuando viajé de nuevo a Hadong, ví que este ático había sido demolido. Quizá el paso del tiempo no implica otra cosa que la progresiva desaparición de aquellos paisajes hermosos que guardamos en nuestros corazones. De pronto llegaron a mi vista las luces de la aldea. Parecían piedritas que brillaban dentro del agua, o estrofas de un poema escrito en una noche de lágrimas. Entonces me di cuenta. Me dí cuenta de que la más bella de las obras de arte creadas por el ser humano en la Tierra eran las centelleantes luces nocturnas de una aldea. Las mismas que inspiraron a grandes artistas como Picasso, Van Gogh y Chagall. Tal vez la poesía sea éso también. Un arte que nació de la gente y que por ende, tiene como tierra de origen recordar este mundo, en el que esa gente mantiene el aliento de sus vidas. Por muy privada y dolorosa que sea la vida, dentro de ella los seres humanos sueñan con un mundo utópico. Y en este camino, yo me volví libre poco a poco.

Pyeongsa-ri, es famoso por ser el escenario de la novela épica “Land” (Toji), escrita por el titán literario coreano Park Kyung-ni, y es una tierra favorecida por la naturaleza. Esta zona es conocida por ser un pueblo literario, y también por poseer muchos lugares de interés turístico de gran belleza natural. La Casa de Choe Champan, recrea la del protagonista de la novela. Granos y tortas de soja fermentadas puestas a secar fuera de la cocina.

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Sentado en ese ático, construido en forma de pabellón, era posible tener una vista panorámica del Río Seomjin y de los extensos campos a su alrededor. Durante la puesta del sol, cuando la labranza de la tierra se acababa, la familia se sentaba a conversar y a cenar en el ático, cuyo piso tenía un acabado de madera o bambú. El paisaje era cálido y pacífico.

Río Seomjin El Río Seomjin, de una longitud de 212,3 kilómetros, es el cuarto río más grande de Corea del Sur. Atraviesa tres provincias: Jeolla del Sur, Jeolla del Norte y Gyeongsang del Sur. En Hadong, el río sirve de frontera entre las regiones de Jeolla y Gyeongsang. Un paseo a pie a lo largo del mismo permite al viajero disfrutar de los campos, las montañas y los pueblos en las faldas de estas últimas a su alrededor. Mercado Hwagae El Mercado Hwagae es un mercado tradicional ubicado entre la localidad de Hadong en la provincia de Gyeongsang del Sur y la de Gurye en la provincia de Jeolla del Sur. Su dimensión es relativamente pequeña, con una calle central de 50 metros de longitud y una superficie total de entre 132 y 165 metros cuadrados. En la década de 1700, el mercado fue la zona comercial más importante, que conectaba a los pueblos alrededor del Monte Jiri. En aquel entonces, el medio de transporte más importante eran los barcos que

navegaban por el Río Seomjin y eso hacía que en el Mercado Hwagae, situado justo al lado de esa corriente fluvial, se diera lugar un activo trueque de mercancías entre los habitantes de Gyeongsang y Jeolla, desde bienes forestales y agrícolas cosechados en el interior, hasta productos marinos recogidos en la costa sur. Actualmente es un atractivo destino turístico con un alto valor histórico y cultural.

Templo Ssanggyesa Ubicado al pie del lado sur del Monte Jiri, el Templo Ssanggyesa fue establecido en 722 por el Monje Sambeop, discípulo del Venerable Monje Uisang. Cada abril el monasterio presenta un paisaje lleno de flores de cerezo, mientras que las aguas cristalinas de los valles, las piedras con formas curiosas y árboles centenarios que le rodean forman una vista espectacular.

La Mansión del Viceministro Choi en Pyeongsa-ri La novela Tierra de la escritora Park Kyung-ree es una novela épica cuya historia se desarrolla mayormente en Pyongsa-ri, un pueblo ubicado en la localidad de Akyang en Hadong. La Mansión del Viceministro Choi en Pyeongsa-ri es la casa del personaje principal de esa novela, recreada en tamaño real. Con una superficie de construcción de 508,48 metros cuadrados, la mansión consta de 10 edificios de madera con tejas tradicionales y está abierta a visitantes. El sitio sirve también como escenario para diversos eventos culturales relacionados con la novela o la literatura.

La primera plantación de té en Corea La primera plantación de té en Corea, cerca del Templo Ssanggyesa, está designada como Monumento Número 61 de la Provincia de Gyeongsang del Sur. Se extiende sobre un terreno de 12 kilómetros, desde la aldea de Tapri en la localidad de Hwagae, hasta el pueblo de Sinhueung. Los campos de plantas del té en las montañas y las praderas, tanto los silvestres, como los sembrados hacen imaginar la buena calidad del té producido en este lugar. (Traducido por Joo Hasun)


Entretenimiento

La evolución del manhwa coreano: de webtoon a smartoon El webtoon coreano (web+cartoon) es un tipo de cómic sin animar muy popular en Corea, que se ha desarrollado al fomentarse el acceso individual a gran escala a las computadoras y al crecer la red de comunicaciones de alta velocidad de Corea. Si bien las historietas de manhwa en su formato anterior –de libro- se presentaban en viñetas enmarcadas en cuadros de izquierda a derecha, el webtoon presenta las historias de arriba abajo, y por lo general, son en color. Los artistas creadores de cómics utilizan este nuevo formato para compartir sus propias historias de manhwa en diversos lugares, y gracias a ello el webtoon coreano ha tenido un rápido ascenso, como una nueva estrella emergente del Hallyu, convirtiéndose así en un contenido cultural representativo de Corea. Park Seok-hwan Crítico de cómics y viñetas, profesor en la Universidad de Artes Mediáticas de Corea

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egún las estadísticas ofrecidas por la Agencia Nacional de Sociedad de la Información, la tasa de penetración de Internet de Corea en 2013 abarcaba a 82 de cada 100 hogares; mientras que el porcentaje de teléfonos inteligentes era de 79 de cada 100. La relación de usuarios de Internet era del 98%. Ante la rápida difusión de los teléfonos inteligentes, la relación de suscriptores a internet por cable disminuyó; mientras que la tasa de uso de Internet fuera del hogar aumentó hasta un 91%, un notable incremento en comparación al 58% de 2012.

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A medida que el uso de Internet inalámbrico se incrementó con la proliferación de los teléfonos inteligentes, se produjeron algunos cambios en los negocios y servicios relacionados. Si bien la compra de equipos domésticos disminuyó, la venta de dispositivos móviles inteligentes -tales como teléfonos inteligentes y tabletas- aumentó rápidamente. También servicios como el correo electrónico se redujeron, mientras que crecieron los servicios de mensajería instantánea como Kakao Talk y Line, que se aumentaron considerablemente (hasta 82 de cada 100 hogares); a la vez que también se incrementaron notablemente la banca móvil (65%) y las compras por móvil (43%). Esta transformación en el entorno comunicacional de la información, trajo a su vez grandes cambios en el consumo cultural de los usuarios. El paradigma del manhwa coreano también ha cambiado en repetidas ocasiones, sobre todo para asimilar las innovaciones y mantenerse al día del rápido desarrollo de la tecnología informática.

Webtoon Manhwa: ¡10 millones de lectores diarios! Más de 10 millones de suscriptores y lectores diarios es la cifra que registran los webtoons a través de los portales. El

popular webtoon Misaeng, que comenzó en 2012, fue visto un billón de veces en 2013, y la versión libro de este manhwa vendió más de 500.000 copias. El drama de seis partes, Misaeng Precuela, registró 3 millones de clics a través de teléfonos inteligentes, tabletas y otros dispositivos móviles, lo que resultó en un numeroso aumento de la producción y el registro de licencias en diversas industrias relacionadas. Posteriormente, el webtoon se convirtió en la película Secretly Greatly en 2013, que vieron 7.000.000 espectadores en Corea. Como tal, los webtoons, más allá de sus populares contenidos relacionados con el manhwa, pueden ser un excelente motor para la industria de la cultura popular coreana. Si bien YouTube proporciona un entorno para vídeo basado en UCC (contenido creado por el usuario), las empresas de Internet de Corea -como Naver y Daum- han proporcionado este entorno de UCC para el manhwa desde principios del 2000. Yahoo! Corea llamó la atención al propiciar el debut de muy populares webtoonists, tales como Joo Ho-min, Lee Mal-nyun, Keean84, Mind-C, y otros más; pero perdió popularidad al ser incapaz de responder adecuadamente a los rápidos cambios en la industria info-comunicacional y a las políticas Cultura y ar te de Corea


regulatorias del Gobierno. En particular, se quedó atrás al pasar de Internet por cable a Internet inalámbrica, cuando los dispositivos móviles inteligentes se popularizaron a partir de 2010. Entonces Naver presentó smartoons, un nuevo método para pasar la pantalla que sustituía al clásico scroll; mientras que Daum proporcionó una aplicación específica de webtoons para iPad. Así, mientras que las compañías de Internet de Corea lograron retener a los consumidores en su tránsito al internet inalámbrico, Yahoo! Corea finalmente tuvo que cerrar su filial, al ser incapaz de crecer en cualquier dirección imaginativa. Cuando Yahoo! Corea cerró en 2012, los consumidores coreanos expresaron muchas quejas. Al ser Yahoo! una de las mayores compañías de Internet del mundo y proporcionar diversos servicios individuales los consumidores estaban seriamente preocupados por saber cómo se realizaría la transferencia de sus datos. Sobre todo, les preocupaba sobremanera saber cómo podrían recuperar las series de webtoons que difundía Yahoo! Cartoon. Los internautas denunciaron y resumieron la irresponsabilidad de Yahoo! con la siguiente pregunta: “¿Y ahora dónde encontramos la próxima serie?”. Entonces ya pudo apreciarse lo mucho que los coreanos amaban los webtoons.

1 “Estación fantasma de Ok-su” es un nuevo género de webtoon con características interactivas. 2 “Misaeng” es un webtoon popular que surge de obras con licencia de cine y teatro.

Cambiando el paradigma de las viñetas Mostrando sorpresa por la rápida transición del manhwa coreano hacia los webtoons, Scott McCloud, dibujante y teórico de fama mundial, introdujo una tira animada webtoon coreana -llamada Ok-su Station Ghost- en su blog (scottmccloud.com). Este trabajo contenía imágenes muy parecidas a las mostradas en webtoons anteriores, pero a la escena donde aparece el fantasma se le dio un efecto de movimiento, de tal forma que el fantasma parecía salir de la pantalla. El video sorprendió a los lectores que vieron el webtoon en YouTube, y así, espectadores de diferentes países se

Del Smart-manhwa al Smartoon A partir de Snow Cat, Marine Blues y Pape Popo en la primera década del 2000, los webtoons coreanos se han desarrollado gracias a dibujantes como Kang Full, Kang Do-ha, y Yang Young-sun como protagonistas. A ellos se añadieron posteriormente Cho Seok y Kim Gyu-sam, que atrajeron más aficionados. Ahora que el género evoluciona hacia una nueva etapa de Smartoon, transcurridos más de 10 años desde su nacimiento, los webtoons se están expandiendo, dejando así de depender tan solo de los anunciantes. Los webtoons han pasado de ser gratis a ser de pago y de una

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interesaron por él. Además, la traducción y el doblaje del vídeo al Inglés lo extendieron aún más a través de YouTube, de tal manera que se hizo popular en todo el mundo. Como tal, los webtoons han ido evolucionando desde el control del “flujo del tiempo de la historia” a través del mouth scroll, y el desplazamiento de la pantalla táctil, a la participación del dibujante en el flujo de la historieta. Estos elementos, pensados inicialmente para un entorno de Internet por cable, han cambiado para adaptarse a las pequeñas pantallas de los dispositivos móviles. Por el camino, se ha reforzado la calidad de sonido, dado que cada vez más personas utilizan sus dispositivos móviles con auriculares. Gracias a ello los usuarios pueden disfrutar de un nuevo formato de webtoon, a diferencia de los primeros webtoons, cuando los usuarios tenían que girar la rueda del ratón o tocar la pantalla continuamente.

forma más agresiva, intentan beneficios de productos asociados a los personajes. La escena es, pues, diferente que al principio -cuando los webtoons no se consideraban un negocio lucrativo- tal vez por la preocupación de entrar en conflicto directo con el mercado editorial de manhwa vigente en ese momento. Probablemente, la diferencia estriba en que las empresas de Internet están más seguras de que existe un mercado de webtoons. Recientemente, las grandes compañías de Internet han comenzado incluso a gestionar sus propios servicios de webtoons en el extranjero para lanzar y promocionar sus trabajos. A medida que los mercados crecen y se expanden, los webtoons destacan por una gran variedad de contenido y formas, para estimular realmente un “manhwa inteligente”, o smartoon, como puede apreciarse. (Traducido por Javier Castañeda)

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Estilo de vida

Little Cinema Recientemente, han empezado a aparecer cines de pequeño tamaño con menos de cien asientos, en pueblos locales culturalmente desatendidos, jugando el papel de multi-complejo cultural y satisfaciendo las necesidades de la población local. Horizon Cinema, el primer cine de pequeño tamaño que se abrió en todo el país se ubica en la ciudad de Gimje, en la provincia de Jeolla del Norte, y Hannuri Cinema, que fue el siguiente que se inauguró en el condado de Jangsu, se han establecido por sí solos como nuevas bases de eventos culturales y artísticos, generando una entusiasta respuesta por parte de la población local. Jeon Sung-won Editor jefe de Hwanghae Review

El Cine Digital Hannuri del condado de Jangsu, en Jeolla del Norte, es un buen ejemplo de cómo el movimiento Little Cinema permite a los residentes rurales disfrutar de buenas películas, sin tener que desplazarse hasta la ciudad. Ha sido recibido con entusiasmo por gente de todas las edades.

© Jeollabuk-do Provincial Government

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l siglo XX fue el primer siglo donde más de la mitad de la humanidad se desplazó para vivir en ciudades. También en Corea, el fenómeno urbanístico comenzó en serio en la década de los 60, con el desarrollo económico, y avanzó rápidamente cuando muchas personas del campo buscaron trabajos y se mudaron a las ciudades, para vivir en mejores ambientes educativos y disfrutar de una mejor infraestructura cultural. El Gobierno surcoreano, con el objetivo de lograr una nación culturalmente avanzada, introdujo el concepto de “cultura del bienestar”, una palabra compuesta por el derecho al disfrute cultural y por derecho al bienestar; y siempre ha hecho un gran esfuerzo por hacerlo realidad. Las salas de cines en pequeñas y medianas ciudades y en los distritos locales en los años 60 fueron los centros de las comunida-

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des y la base de los eventos artísticos más accesibles. Aquel tiempo fue también la primera época dorada del cine coreano. Por otra parte, teniendo en cuenta que la televisión en color se distribuyó por primera vez masivamente solo a inicios de los años 80, el estímulo visual y el placer que proporcionaban las brillantes imágenes a color, debió haber sido comparable en esa época a la del choque experimentado por los espectadores occidentales que vieron las películas de los hermanos Lumière por primera vez en un teatro.

Los cines locales desaparecen por la urbanización El cine coreano disfruta ahora de su segunda época dorada. Sobre los vientos del Hallyu (“la Ola coreana”), se han producido excelentes filmes, llamando la atención tanto de cineastas de todo el mundo como de espectadores comunes, y algunas películas incluso han atraído a más de diez millones de personas solamente en Corea. A pesar del rápido crecimiento del mercado del cine coreano, sin embargo, las salas de cine en áreas locales desaparecieron lentamente debido a la urbanización y al envejecimiento de la población rural. En octubre de 2013, y también ahora, el número de cines en todo el país sumaba 410 salas con 2.484 pantallas. Pero 95 de ellos, o cerca de un cuarto del total de esos 410, se encuentran en Seúl. Junto a los de otras ciudades metropolitanas, como Busan, Daegu, Daejeon, Gwangju e Incheon, el número asciende a 201, lo que significa que alrededor de la mitad de todos los cines se ubica en grandes ciudades. La población local que vive en pequeñas ciudades y en el campo tiene que conducir treinta minutos o una hora para ver una película en una ciudad cercana. El promedio de visionados por persona al año en todo el país es de 3,84, pero Seúl por sí sola tiene un promedio de 5,52; mientras que en la provincia de Jeolla del Sur dicha tasa solamente asciende al 1,72. Según un informe del Ministerio de Cultura, Deporte y Turismo (MCST) del año 2012, de los 227 gobiernos locales de pequeño nivel en las unidades territoriales de condados, ciudades y distritos, hasta 109 órganos locales autónomos no tienen cine. En el mismo Cultura y ar te de Corea


año, el resultado de una encuesta sobre “actividades de ocio de la gente” realizada por el MCST muestra que el cine era “el evento artístico favorito para ir” (41,4%). Desde 1992, cuando se lanzó el sistema de gobiernos locales autónomos, cada uno de ellos ha llevado a cabo diferentes políticas y proyectos para el desarrollo y el crecimiento local. La mayoría, sin embargo, se ha centrado en la creación de nuevas infraestructuras de producción para proporcionar empleo y atraer a instituciones estatales, como empresas de abastecimiento de agua o compañías eléctricas. No obstante, la provincia de Jeolla del Norte tomó nota de que la idea de una infraestructura cultural es la base para un plan de desarrollo y crecimiento local. Pero la idea de un cine, que normalmente está gestionada por compañías privadas, y su coste, que es de entre 2 y 3 millones de dólares, desalentó a los gobiernos locales con escasos recursos financieros de dar un paso adelante. Para resolver esta situación y reducir el coste operativo de una sala de cine, mientras se soluciona el vacío cultural en la comunidad local, se inauguró el Little Cinema de Gimje -Horizon Cinema- el 5 de septiembre de 2013 como solución alternativa, siendo el primero de este tipo a escala nacional.

Infraestructuras culturales: la belleza de lo pequeño Un Little Cinema es una sala de cine equipada con dos salas de visionado de 50 plazas cada una, para que las personas disfruten de las películas de actualidad en cualquier lugar del país. Horizon Cinema, número uno de los pequeños cines, ubicado en el primer piso del Centro de Capacitación de la Juventud en la calle Dojak, en la ciudad de Gimje, en la provincia de Jeolla del Norte, es un cine de pequeña escala con dos pantallas y 99 asientos en total. No obstante, está equipado con instalaciones y un sistema de proyección capaces de competir con cualquier sala moderna de cine, y su principal sala de visionado puede incluso ofrecer películas tridimensionales. Como en otras salas de cine, allí se pueden ver las películas más recientes al mismo tiempo que en el resto del país. Las entradas se pueden comprar directamente en el cine, o incluso pueden ser reservadas en línea. El pasado enero, 65 niños de la guardería cercana Singwang vieron juntos la película de animación de 87 minutos Dinosaur Adventure (Walking with Dinosaurs). Más tarde, los niños estaban entusiasmados, hablando entre sí sobre los dinosaurios de la película y decían al unísono: “Ha sido genial ir con amigos a ver los dinosaurios en una gran pantalla”. En ocasiones anteriores, habían tenido que trasladarse a Jeonju con adultos durante una hora para ver una película. Desde tiempo atrás, el área de Gimje ha jugado un papel importante en la sociedad agrícola, a causa de sus vastos campos de arroz sobre terreno llano que se extienden por el horizonte, algo poco común en una Corea mayoritariamente montañosa. Hasta los años 50 y 60, la población de Gimje ascendía a 260.000 personas, K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

y había cines incluso en los pequeños núcleos de sus municipios. Pero actualmente la población se ha reducido a unas 93.000 personas, y ahora casi no hay ninguna infraestructura cultural de buen nivel. Cuando se inició el proyecto Little Cinema, los críticos se mostraban preocupados por si las personas de edad avanzada de las zonas rurales realmente irían al cine a ver películas. Pero, inesperadamente, muchas personas han visitado Little Cinema. Desde su presentación oficial el 26 de agosto hasta el 31 de diciembre de 2013, 24.690 personas acudieron a este pequeño cine, es decir una cuarta parte de la población de Gimje vio una película en esos cuatro meses; mientras que sus ingresos el año pasado ascendieron a 160.000 dólares. Como cada película nueva se estrena el mismo día que en Seúl, la sociedad local ha tenido la oportunidad de superar la sensación de haberse quedado atrás. Incluso algunas personas de ciudades próximas han empezado a visitar este Little Cinema, abierto en una zona rural, como lugar turístico.

De aleteo de mariposa a movimiento a escala nacional El movimiento “Little Cinema”, iniciado en la provincia de Jeolla del Norte y calificado como “política cultural deseable” por parte del MCST, se está expandiendo ahora como un proyecto a escala nacional. El gobierno local del condado de Jangsu, adyacente a la ciudad de Gimje, ya había creado el Hannuri Arts Center como espacio cultural en el Parque Uiam en el año 2010, invirtiendo 15 millones de dólares. Pero no fue adecuado ni activamente usado por la mayoría de los ciudadanos locales. Así pues, el gobierno local creó su propio Little Cinema, llamado Hannuri Digital Cinema en el interior del centro. Entonces había argumentos contrarios que afirmaban que un cine en una pequeña ciudad no era económicamente rentable, y por tanto suponía malgastar los impuestos; pero recibieron una clara respuesta cuando el proyecto empezó a funcionar. A su vez, la provincia de Gyeongsang del Sur tiene un plan para crear diez salas de cine con cien asientos cada una hasta el año 2016, empezando este año con el condado de Namhae; mientras que la ciudad de Jecheon, en la provincia de Chungcheong del Norte, tiene previsto construir una sala de cine a escala similar cerca del lago Uirimji, invirtiendo un millón de dólares. El MCST decidió el año pasado seguir adelante con el proyecto Little Cinema con inversión pública. Asimismo, se fijó el objetivo de establecer un Little Cinema en las áreas de autogobierno local que carezcan de cine, sucesivamente desde el año 2014 hasta el 2017, así como un proyecto para crear 22 espacios este año (incluyendo 12 iniciativas propias) cuya primera etapa que está actualmente en curso. Sin duda, estos Little Cinema son el inicio de un significativo cambio para mejorar la calidad de vida de las poblaciones locales culturalmente desatendidas. Así, el “aleteo de una pequeña mariposa” que empezó en provincias, parece estar trayendo fuertes vientos de cambio cultural a todo el país. (Traducido por Raimon Blancafort)

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Charles La Shure Profesor del Departamento de Lengua y Literatura de Corea, Universidad Nacional de Seúl Kim Young-dae Crítico de música pop

libros Y más

El más completo y diverso estudio sobre el ‘Arirang’ en inglés

apertura, en el que Cho Dong-il aboga por el tratamiento del Arirang como una “ciencia total”, que precisa de un estudio interdisciplinario que integre música, literatura, ‘El Arirang en la cultura coreana y más allá’ folklore, geografía e historia. La siguiente Compilado por Sheen Dae-cheol, sección debate los aspectos musicales del 309 páginas, $ 25, Seúl: Academia “Arirang”. Lee Bo-hyung y Kim Young-un de Prensa de Estudios Coreanos trazan el desarrollo histórico del “Arirang” desde sus inicios en la provincia de Gangwon, hasta su difusión en todo el país. Por su parte, Min Eun-gi debate sobre el papel del “Arirang” en la Corea actual y sobre cómo podría adoptar un papel más eficaz. La tercera aborda la perspectiva de la literatura y la cultura popular. Kang Deunghag analiza el papel desempeñado por las películas. Asimismo, Kim Ik-doo, describe los distintos usos simbólicos y temáticos del “Arirang” en la literatura; mientras que Park Ae-kyung muestra cómo el “Arirang” se popularizó y se difunl “Arirang” es mucho más que la quedió al mundo a través del K-pop. La siguiente sección sale de Corea jumbrosa canción popular que durante del Sur, y en ella Jung Pal-yong, un desertor norcoreano, analiza siglos ha sido la preferida de los coreanos; las diferencias y similitudes de la canción entre las versiones de se ha convertido en todo un símbolo de Corea del Norte y Corea del Sur. La quinta sección trata sobre Asia, Corea y su cultura. En respuesta al crey la última sección abarca la expansión del “Arirang” por el resto ciente interés por el “Arirang”, la Acadedel mundo. mia de Estudios Coreanos y la Fundación Este es sin duda el más completo y diverso análisis que se ha de Artes Escénicas Coreanas, fueron los publicado en inglés sobre el “Arirang” y se erige como un testimoanfitriones de la Conferencia Internacionio del creciente reconocimiento y la influencia del “Arirang” y la nal sobre Arirang, diciembre de 2011. “El cultura coreana en el mundo. Arirang en la cultura coreana y más allá: Arirang desde diversas perspectivas” es una colección de los trabajos presentados durante esa conferencia. El libro se divide en seis secciones. La primera sección contiene el discurso de

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‘Adultos contemporáneos’, cuando los oldies causan sensación

“Hello” decimonoveno álbum de Cho Yong-pil (2013), Universal Music Korea, 38 minutos 3 segundos, $ 18 “Serendipity” decimoquinto álbum de Lee Sun-hee (2014), Loen Entertainment, 42 minutos 2 segundos, $ 16 ”Fall to Fly - Before” onceavo álbum de Lee Seung-hwan (2014), Kt Music, 42 minutos 2 segundos, $ 16

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esde que la música pop occidental se introdujera en Corea en la década de los 60, este género musical, el más apreciado por la juventud, siempre ha sido la tendencia principal. Pero máxime ahora que el K-pop y lo que los coreanos llaman “música idol” (música interpretada por los ídolos o jóvenes estrellas) han alcanzado una increíble popularidad, la generación de más edad ha tenido menos oportunidades de disfrutar su música. Pero la ocasión perfecta para recuperar la alegría de escuchar otras músicas vino dada por el éxito


Primera novela moderna coreana traducida para lectores globales ‘Tierra’ Por Yi Kwang-su, traducida por Hwang Sun-ae y Horace Jeffery Hodges, 512 páginas, $ 16.00, Champaign, Illinois, EEUU; Londres; Dublín: Dalkey Archive Press

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i Kwang-su, normalmente acreditado como autor de la primera novela moderna coreana, vivió en una época turbulenta de la historia de Corea. Fue educado en Japón, pero durante los primeros años del período colonial bajo el imperio nipón era un ardiente partidario del movimiento de independencia. Hacia el final de la época colonial, sin embargo, se cuidó de no escribir nada que pudiera molestar a los japoneses, y posteriormente fue acusado de apoyar su causa. Este hecho naturalmente gestó opiniones encontradas sobre su literatura y su erudición entre los investigadores coreanos, pero al margen de todo, no se puede negar que fue una figura muy importante en el período de la literatura colonial. ‘Tierra’ fue publicada originalmente como una serie en el periódico Dong-A Ilbo, desde abril de 1932 hasta julio de 1933. Como tema adopta el movimiento de la iluminación rural, basado en la creencia de que el futuro de Corea se encontraba en la educación de los campesinos. Asimismo teje una compleja red de relaciones

del programa “Soy un cantante”, emitido por la televisión pública. A partir de 2011, este programa confirmó que todavía existía un género pop para satisfacer el gusto de los adultos por la música refinada. En medio de la fiebre musical por los ídolos, el exitoso regreso en 2013 de Cho Yong-pil, quien durante mucho tiempo fue coronado como el “Rey del pop coreano”, marca sin duda un evento digno de recordar. Especialmente notable es que su música todavía contiene elementos que llegan, no sólo a los fans de su edad, sino

humanas, mediante una superposición de triángulos amorosos que incitan al lector a adivinar lo que va a ocurrir a continuación. El mismo Yi se divorció de su esposa, fruto de un matrimonio concertado, y posteriormente se fugó con una mujer que le cuidó cuando estaba enfermo por lo que él no era ajeno a los asuntos del corazón. El libro está organizado en cuatro partes, cada una de las cuales se divide en pequeños capítulos, lo que refleja el carácter serial de la novela, tal y como se publicó originalmente. En la primera parte, el protagonista Heo Sung abandona su casa rural y se va a Seúl para cursas estudios de abogacía; allí se casa con Yun Jeong-seon, la hija de un funcionario aristocrático. En la segunda parte, regresa a su ciudad natal para poner en práctica el movimiento de la iluminación rural. La tercera parte ofrece un giro cruel, cuando Jeongseon mantiene un breve coqueteo con un antiguo pretendiente y luego intenta suicidarse; mientras que la última parte se ocupa de los conflictos entre los habitantes del pueblo, que surgen debido a las acciones del propietario de las tierras. Además de su importancia como obra literaria, ofrece una mirada hacia el movimiento de la iluminación rural y a la filosofía que en él subyace. Sin embargo, cabe recalcar que no representa necesariamente a Corea como era en aquel tiempo; sino que muestra una visión idealizada, que observa las zonas rurales como una irremediable vuelta atrás. Pero si bien puede no ser una representación realista de la historia, es la visión que ofrece la mente de un intelectual idealista frente a la realidad de la vida colonial. La traducción es fiel al original. Busca preservar la sensación del texto en coreano y fue reconocida por World Literature Today como una de sus ‘75 Traducciones Notables del año 2013’. Debido al contexto histórico, la obra puede no ser tan accesible a los lectores como la ficción coreana más reciente, pero es una parte importante de la historia de la literatura coreana y llamará la atención de cualquier persona interesada en investigar más profundamente lo que ha hecho ser a Corea la nación y la potencia cultural que es hoy en día.

también a las nuevas generaciones. Animados por su éxito, otros cantantes veteranos también regresaron a los escenarios en 2014, mostrando una impresionante capacidad vocal y pulidos arreglos musicales. Así, Lee Sun-hee, una vocalista femenina atractiva para todas las generaciones, o Lee Seung-hwan, quien había seguido en la brecha para mantenerse en sintonía con el público a través de sus conciertos, trajeron nuevamente a la escena actual música de gran calidad, que hábilmente combina diversos géneros como el pop, el jazz, el

R&B y el rock. Todos ellos hicieron un gran esfuerzo tanto de grabación como de postproducción, demostrando así básicamente lo grandes artistas que son y su compromiso con la “música para escuchar.” (Traducido por Javier Castañeda)


opiniÓn desde la lejanÍa

Cuatro días en Corea Andrés Felipe Solano Escritor

Invierno El bus salió a las siete de la mañana de la terminal de Busan. Sentí que nos deslizábamos por la autopista de Gyeongbu como un brochazo de pintura sobre una pared blanca. La carretera apenas si tenía curvas. Habíamos hecho el trayecto un par de veces en KTX, el tren rápido que atraviesa Corea del Sur, nunca en bus. Fueron cinco horas de trayecto hasta Seúl con una parada de quince minutos. En uno de los puestos de comida Soojeong pidió una orden de jumokbap. Le he tomado el gusto a esas bolitas de arroz recubiertas por una capa de algas, con un corazón hecho de atún y mayonesa. La primera vez que las comí mi mujer me contó que el jumokbap era el alimento obligado en los campos de refugiados después de la guerra de Corea. Comida fácil y rápida de preparar, quizás porque en aquel entonces la receta era solo una bola de arroz y sal. Pero yo quería algo grasiento, quizás para espantar el frío del invierno, así que elegí la versión local de un perrito caliente: una salchicha atravesada por un largo palillo y envuelta en una esponjosa masa de maíz. Al tiempo que le daba el primer mordisco a mi perrito caliente vi en una pantalla la temperatura. Fue como atender a una sentencia en un tribunal. Estábamos a -15 grados centígrados. Llevaba puesto mi uniforme para esta batalla silenciosa contra el frío. Gorro de lana, dos pares de medias, botas de caña alta, saco, abrigo, y por si fuera poco una camiseta interior hecha de una tela especial, regalo de mi suegra. Es brillante, se pega al cuerpo como si fuera una prenda interior femenina. El nombre de la marca, James Dean, no ayuda precisamente a sentirme guapo. Lo importante es que cumple su cometido a la perfección. El problema eran las piernas, sobre las que sentí por momentos horribles dentelladas. Nunca me ha mordido un perro pero asumo que la sensación debe ser parecida. Mientras fumaba después de acabar mi salchicha, recordé lo que me contó un veterano de la guerra de Corea. Fue hace unos cinco años, durante mi primera temporada en el país. El sargento Yu me estaba esperando al final de uno de los tantos callejones del distrito de Eul Ji-ro, la zona de Seúl donde se consiguen baldosas, tubos, espejos, y todo lo necesario para remodelar un apartamento o un local comercial. Llevaba una

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gorra con un escudo de su regimiento, un cinturón con una chapa conmemorativa y una tira azul al cuello que hacía las veces de corbata. Estaba anudada por otro distintivo militar. En ese entonces lo contacté a través de la asociación que depende del Ministerio para Veteranos, toda una organización gubernamental dedicada a los asuntos de los ex-combatientes. Quería cerrar un círculo, hablar con un coreano que hubiera estado más de sesenta años atrás en el mismo campo lleno de nieve en el que estuvo el cabo Danilo Ortiz, un veterano que conocí hace una década. Ortiz formó parte del contingente que envió en 1951 el gobierno colombiano a pelear en la guerra de Corea. Pasó la mitad de los tres años que duró el enfrentamiento con un radioteléfono al hombro y el resto del tiempo en un campo de prisioneros administrado por los chinos. Recuerdo que tenía un tigre de color azul tatuado en el antebrazo y una timidez algo sombría. Esta mañana en la estación, con el frío atacando por oleadas, pensé que Yu y Ortiz compartían muchas cosas. Ambos habían nacido en pueblos pequeños y habían llegado al ejército muy jóvenes, después de terminar el colegio. La pobreza los había arrastrado a las filas. Ambos habían formado parte de un escuadrón de comunicaciones. Yu había perdido en la guerra de Corea la falange superior de su índice izquierdo y Ortiz el ojo derecho. Al final de la guerra, el sargento Yu había estado a punto de perder los dedos de los pies, congelados por un frío de 15 grados bajo cero, pero una prisionera norcoreana, que pasó una noche entera con ellos entre sus manos, se los salvó. La tarde que entrevisté al cabo Ortiz me regaló una foto de su escuadra, conocida entre todos los veteranos de la guerra de Corea como Los Tigres. Lleva diez años conmigo. Caminé un poco mientras Soojeong estaba en el baño. Todo lo cubría la nieve. Hasta las máquinas expendedoras de refrescos estaban coronadas por una gruesa capa. Me quedé mirando un grupo de personas. Supongo que iban a esquiar. Tenían equipos sofisticados, ropa térmica, complicados gorros. Una mujer parecía llevar una bolsa de dormir en forma de overol. La envidié profundamente. Moví los dedos de mis pies. Estaban bien. Cecilia regresó y nos subimos al bus. Por la ventanilla pasaron túneles de varios kilómetros, pueblitos blancos, cerros pelados, árboles esqueléCultura y ar te de Corea


ticos, lagos congelados. Pensé en que quizás hubiera una novela de un escritor coreano en donde quepa toda la blancura de este mundo a donde he venido a parar. Me volteé para preguntarle a mi mujer pero estaba dormida.

Primavera Esta mañana fui a comprar un paquete de medias a una tienda por departamentos. En la entrada vi a un robot con apariencia femenina saludar a los clientes con una venia. Era similar a uno de los robots del doctor Shon. Un tipo extraño aquel. Cuando lo entrevisté hace unos meses para un artículo, me contó que soñaba con perros que se transformaban en arañas, y así resolvía los problemas de las articulaciones de sus prototipos en su laboratorio a las afueras de Seúl. En ese entonces estaba trabajando en un cuadrúpedo de metal tan grande como un ternero. Un robot de reconocimiento militar capaz de recorrer zonas de difícil acceso, trepar riscos, descender por valles, cruzar hondonadas. En algún lado debo tener la foto que le tomé a Eve ese día. El robot que vi esta mañana era muy parecido. Eve es un androide que puede reproducir las emociones básicas de una persona. Su mayor logro ha sido captar una expresión de aburrimiento genuino. Recuerdo que cuando vi a Eve tenía los dientes manchados de lápiz labial. Estaba en una habitación, un cruce entre un garaje de reparación de autos de lujo, un taller de modisto y una sofisticada clínica de juguetes. Eve miraba hacia una ventana con unas pesadas cortinas corridas. Era hermosa en términos simétricos: nariz recta, ojos negros, brillantes, claramente asiáticos, pero en todo caso grandes cejas arqueadas y gruesas como de bailarina flamenca, labios pequeños pero carnosos. La cara de Eve está basada en los rasgos de una persona real. El doctor Shon no quiso revelarme su identidad pero me aseguró que la modelo obtuvo una compensación económica por prestar sus facciones para crear un androide de belleza imperecedera. Un androide del que cualquiera en unos años se podría enamorar. Al salir de la tienda departamental con mi paquete de medias en una bolsa de plástico me quedé mirando otra vez al robot. En el bus de vuelta a casa pensé muchas cosas mientras veía los cerezos en flor. ¿En el futuro podrá una mujer tener un esposo humano y un espoK o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

so robot al mismo tiempo? ¿Existirá algo así como una violación o un abuso de un robot? ¿Podrán los robots heredar los bienes de su pareja humana? Las preguntas se reprodujeron en mi cabeza como hongos. ¿Se crearán códigos de policía para androides? ¿Existirán robots libres, sin dueños?

Verano Fui a una dependencia del Ministerio de Asuntos Exteriores para renovar mi residencia, un trámite rápido y sin mayores complicaciones en el que me entregaron una nueva tarjeta de identificación en la que salgo con unas ojeras arábigas. A la salida almorcé mi primera sopa fría veraniega, en un restaurante al lado del edificio de una gran aseguradora. Escogí mi plato en una máquina e introduje un par de billetes. Recogí el recibo y mi número. A los tres minutos me llamaron de una gran barra. Me senté a comer en compañía de decenas de oficinistas en camisas de manga corta y corbata. Ya no me incomoda cuando sorben sus platos de ramen. Ahora yo también lo hago. Es mucho más cómodo sorber los fideos y por alguna razón saben mucho mejor. En realidad mi sopa era un sencillo caldo claro de agua, vinagre de manzana, salsa de soja, azúcar y sal. Llevaba láminas de cebolla larga, pepino, pimiento verde y semillas de sésamo que nadaban plácidas en un tazón junto a un par de hielos. Una rareza deliciosa y sobre todo efectiva para contrarrestar el calor. Afuera, en los cafés, muchos trabajadores tomaban de postre sorbetes de hielo rallado muy fino, casi como nieve, coronados por una salsa dulce de fríjol. Es lo único que no me he atrevido a probar. Los fríjoles se comen salados y así lo seguirá siendo para mí. Otoño Una cosa que de verdad me asombra de este país es que las escobas son muy cortas. Da dolor de espalda de solo pensar en que hay que medio agacharse para barrer el piso. Los vecinos más viejos de mi barrio lo hacen todas las mañanas ahora que las hojas de los árboles caen por montones. Brigadas de ancianos limpian los callejones en silencio. La recompensa íntima del trabajo hecho sin esperar ninguna recompensa.

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Delicias de gourmet

Bingsu,

un sensacional postre de hielo El Bingsu lleva hielo triturado y otros aderezos. Antiguamente, se consideraba un antojo que solo se tomaba en verano para combatir el calor; sin embargo, hoy en día es el preferido de muchos como delicioso postre, que se puede disfrutar las cuatro estaciones del año. Y aquí les ofrecemos, la reseña de los distintos tipos de bingsu y la historia de este dulce, que está causando sensación en Corea. Yoon Duk-no Crítico gastronómico | Lim Hark-hyoun, Cho Ji-young Fotógrafos

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asi nadie habrá probado el bingsu del antártico. Es un bingsu que se prepara con el hielo del casquete del polo sur -donde se dice que ni los virus pueden sobrevivir a tan gélido clima, con temperaturas que rondan los 50 grados centígrados bajo cero- y jarabe de fresas; y que se come rascando el hielo con una cuchara... Este es un postre que solo las personas que residen en las bases científicas del antártico pueden disfrutar y que apareció en la película japonesa El Chef del Polo Sur. Pero, ¿no será realmente un dulce imaginario que solo sale en las películas, al ser el antártico un lugar a donde pocos pueden ir? La respuesta es no. Hace 2.000 años, los seres humanos comían postres como el descrito. La única diferencia era que el hielo con el que los preparaban no era del polo sur, sino de los casquetes glaciares de los Alpes o del Himalaya. La personalidad más representativa entre quienes pudieron gozar de dicho postre fue Nerón, emperador de Roma en el siglo I. Se dice que este excéntrico soberano hacía que sus hombres formaran una hilera a lo largo de la Vía Apia -calzada por la que surgió el dicho “Todos los caminos conducen a Roma”-, para así traer nieve de los montes y él comerla agregándole miel, zumo de frutas y vino por encima. Esta historia es un mito que se cuenta al hablar del origen del helado, pero sería más exacto decir que lo que comió Nerón fue el arquetipo de lo que hoy se conoce como sorbete.

El Bingsu marca el renacer de los postres de hielo en Corea Si el diccionario define la palabra renacimiento como volver a los clásicos, en otras palabras, hacer que la cultura grecorromana vuelva a florecer, bien podría decirse que en Corea se vive actualmente un renacer de los postres de hielo. Pues, el dulce preparado con la nieve de los montes, que solía comer Nerón, y la extraordinaria cultura de postres de hielo que existió en Oriente en el siglo XI, están resurgiendo en este país, en forma de bingsu. Así, hoy en

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día se puede encontrar una amplísima variedad de bingsu, desde el más tradicional, patbingsu, que consiste en una copa de hielo triturado con frijoles rojos cocidos en dulce o los populares bingsu con frutas, que llevan fresas, mango o una buena cantidad de jarabe de frutas; hasta otros más innovadores como el bingsu de té verde o el bingsu de leche, cuyo hielo no está hecho solo con agua, sino con té verde y leche, respectivamente… También hay bingsu con pastelitos de arroz, que lleva soja en polvo por encima, o bingsu con queso y bingsu de café. En realidad, comer hielo triturado hasta que sus partículas sean tan finas que parezca nieve con distintos aderezos -como frijoles rojos dulces, frutas o jarabe de frutas- es volver al origen del helado. El helado suave, que se prepara a base de natillas en las que se inyecta aire para que la textura final sea más suave que la de un helado normal, apareció en el siglo XVII. Sin embargo, la palabra “helado” (ice cream), se usó a partir de mediados del siglo XVIII, mientras que el término “crema helada” (iced cream), empezó a emplearse un poco antes, en las postrimerías del siglo XVII. Antes del helado, el postre de hielo que solía comer la nobleza europea era el sorbete. Con o sin leche, era un refresco de zumo de frutas al que se le daba cierto grado de refrigeración. Previamente, durante la época romana, la gente almacenaba nieve de los montes o hielo extraído de la naturaleza en invierno, para luego comerlo con zumo de frutas, especias o vino cuando se antojaba.

Los postres de hielo de Asia del Este En Oriente, a diferencia de Occidente, se disfrutaba ampliamente de postres que se preparaban triturando finamente el hielo y vertiendo sobre él zumos de frutas o especias. El bingsu, en particular, fue muy popular en Asia del Este. El libro Historia de Song -sobre la historia de China en el siglo XI- cuenta de hecho, que “en las canículas, el emperador regalaba a sus principales ministros Cultura y ar te de Corea


El bingsu de frijol rojo, hecho de fino hielo picado con frijoles rojos cocidos, bocados de pastel de arroz glutinoso y crujientes frutos secos o nueces molidas, es el postre coreano por excelencia para mitigar el calor del verano.

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milsabing (hielo fino con miel)”. Se estima que éste debió ser una forma de bingsu con hielo, miel y frijoles rojos cocidos, no muy diferente del bingsu que se toma hoy en día. Asimismo, otro libro japonés de principios del siglo XI -titulado El Libro de la Almohada (The Pillow Book)- deja constancia de la existencia de un postre similar, al describir que la gente rascaba la superficie del hielo con un cuchillo, colocaba lo que se obtenía de ese proceso en un bol metálico para que no se derritiera fácilmente y lo comía con vino kudzu. Pero, pensando solo en su preparación, es muy similar al bingsu de ahora, especialmente al postre de hielo tradicional de Japón, llamado kakigori, que consiste en hielo triturado con jarabe; mientras que el milsabing de China se parece más al actual patbingsu de Corea. Así, en el antiguo Oriente había muchos tipos de bingsu, no solo patbingsu, sino también bingsu de yogur, bingsu con frutas, e incluso variaciones de bingsu como el bingsu de licor de cirue-

la, similar al bingsu de vino de hoy en día. También se dice que en verano la gente comía frutas con hielo, o frutas sobre una bandeja de hielo para mantenerlas frías, y que de ahí se originó la palabra binggwa, que literalmente significa “fruta helada”, pero que en la actualidad se utiliza para referirse a los postres de hielo. La incógnita que permanece, sin embargo, es cómo habrán evolucionado a lo largo de todo este tiempo tan variados tipos de postres de hielo y bingsu. Lo que permitió la expansión de la cultura de comer postres de hielo, fue el trascendental desarrollo de las técnicas de refrigeración y almacenaje de hielo del siglo XI. Entonces empezó a aumentar la demanda de hielo y a bajar su precio, con lo que aparecieron diversas clases de postres de hielo. Pero aún en esa época, obviamente los postres de hielo eran un lujo solo al alcance de una minoritaria clase adinerada. Y como en Occidente el helado fue accesible masivamente desde fines del siglo XVIII, en Oriente la popularización del bingsu se dio en las postrimerías del siglo XIX, cuando Japón -que fue el primer con el helado, país de Asia en modernizarse- empezó a fabricar trituradoras de hielo.

Puedes elegir tus aderezos favoritos y mezclarlos o comerlos por separado. Bingsu combina con todos los gustos particulares y puede combinarse con todo, una vez que el helado está hecho. 1

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Comida lenta de receta sencilla Hasta hace pocas décadas, el bingsu era considerado un antojo barato para niños, pero sin duda la gente prefería el helado. Sin embargo, entrando en el siglo XXI, dicho postre ha generado toda una moda en Asia. Pero en el centro de esa preferencia por los postres de hielo, definitivamente está Corea. Y el motivo reside en la cultura culinaria de este país y en el gusto que tienen los coreanos de disfrutar de platos fríos, tanto que comen fideos con hielo en verano, al contrario de los chinos, que aún en épocas de calor toman té caliente. Pero, ¿por qué se ha hecho tan popular el bingsu y no tanto el helado? La respuesta a esta pregunta la podemos encontrar principalmente en las últimas tendencias del siglo XXI, en concreto, en la transición de la comida rápida a la comida lenta. Si bien el helado es una comida rápida, el bingsu es una comida lenta, aunque la receta para su preparación sea tan simple como colocar en un mismo recipiente el hielo triturado y los otros ingredientes o aderezos. Además, puede tener infinitas variantes, dependiendo del aderezo o los ingredientes que se le añadan, desde frijoles rojos cocidos en dulce o pastelitos de arroz, helado, gelatina, nueces y almendras, hasta frutas y jarabe de frutas. Podría decirse que es una comida personalizada, al contrario del helado, que es un producto ya hecho o ready-made. El bingsu presenta una simplicidad extrema, al componerse de tan solo dos elementos: el hielo y los aderezos. Pero, al mismo tiempo, es el postre más complejo que existe en la Tierra, debido a que existen infinitas formas de variar su contenido. (Traducido por Joo Hasun) Cultura y ar te de Corea


2 1 Bingsu de mango a base de leche helada. 2 Considerado desde siempre como un alimento refrescante para los calurosos días de verano, el bingsu es ahora un deseado postre en cualquier época del año. 3 El Bingsu puede personalizarse al gusto de cada uno, con ingredientes seleccionados y mezclados como se desee. 4 Bingsu de té negro con sirope rociado por encima, sobre una cama de hielo bien picado.

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Jornadas de literatura coreana

Crítica literaria

Compasión por errores triviales Chang Du-yeong Crítico literario

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odo lo que le pasó a Chung, que trabaja escribiendo artículos publicitarios para un periódico regional, fue en principio a causa de pequeños errores triviales. Tras haberse equivocado con el nombre de un establecimiento que tenía que publicitar, debe recoger los cinco mil ejemplares de publicidad ya enviados a los distribuidores y ponerles, uno por uno, pegatinas. Leer mal un letrero es algo que puede sucederle a cualquiera, pero se puede -como la protagonista- descarrilar en un cerrar y abrir de ojos “como alguien que debía tomar el autobús número cuatro, se equivoca y toma el ocho”. Un lector que, como la protagonista del relato, haya leído mal el rótulo de una tienda y se haya puesto a imaginar cosas del todo enrevesadas, se identificaría de alguna manera con ella. La estrategia básica de la narración de este relato es la forma en que hace compartir sentimientos de compasión entre la protagonista y el lector, provocando saltos grandes y poco familiares entre cosas comunes y corrientes de la vida diaria, incluso sobre detalles triviales que cualquiera puede experimentar. No se limita únicamente a este relato la forma en que la autora, Yun Ko-eun, percibe las cosas que con frecuencia encontramos a nuestro alrededor y que pasamos desapercibidos debido a la agitada vida que llevamos, sin desplegarnos la imaginación. Podemos encontrar aproximaciones similares en otras obras suyas, como en Invasión gráfica (2009) donde las figuras con un extraño diseño que encontramos a veces en las calles son, en realidad, señales de resistencia que han dejado las fuerzas críticas de la sociedad; en Dulces vacaciones (2009), donde al ver insectos muertos debajo de la cama o en las esquinas de los armarios los personajes tiemblan de miedo porque los chinches están atacando la Tierra y despliegan una campaña para exterminarlos; en su novela Síndrome de ingravidez (2008) son ocho las lunas del cielo y se extiende una epidemia virtual llamada síndrome de ingravidez. Son ejemplos suficientes que demuestran la amplitud de la fantasía y el humor de la autora. De la misma manera, cabe destacar las bromas que pro-

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vocan una sonrisa irónica en este relato que se mantiene, consistentemente, en un tono atenuado como la callada voz de la misma Chung, mediante la cual expresa una pacífica realidad. “Chung se hallaba parada ante el tanque de peces de un restaurante de sushi. Estaba con sus compañeros, pero le parecía estar parada allí sola. En el tanque, una caballa daba rápidas vueltas en la misma dirección. La corriente era tan fuerte que no podía estar sin dar vueltas y era, por eso mismo, que la sentía como si fuera una ola viva. Puede que la caballa pensara que era ella misma la que estaba nadando. Hay dos formas de comprobar si se está nadando activa o pasivamente: detener la corriente o sacar a la caballa fuera del tanque. Sin embargo, fuera del tanque solamente había un suelo de asfalto endurecido”. Complementariamente a la imaginación de la autora, un tanto extravagante y llena de vida, siempre se superpone la sombra de la lúgubre realidad. El relato que empieza con una “equivocación trivial” que prosigue con la observación de unas caballas en el tanque de peces de un restaurante de sushi da lugar, a su vez, a una advertencia escalofriante sobre una “seria equivocación”. La caballa, que va nadando rápidamente en una sola dirección llevada por una fuerte corriente de agua y que confía en que está nadando al máximo, solo está dejándose llevar por la corriente que hay a su alrededor. Nos hace recordar, automáticamente, El sueño de la mariposa de Chuang-tzu o las películas The Matrix o El show de Truman. El relato nos plantea si, en medio del caos de la vida diaria, estamos viviendo una “enorme equivocación”. Sin embargo, lo que se enfatiza es, más que las estructuras de la cognición existencial o el individuo contemporáneo al que se le ha privado de independencia, el sentimiento de “soledad” con el que nos enfrentamos cuando descarrilamos en la vida ordinaria. “Estaba con sus compañeros, pero le parecía estar parada allí sola”. Aunque sus colegas siguieran pensando en que también al día siguiente irían nadando por sí mismos en la fuerte corrienCultura y ar te de Corea


© Park Jae-hong

te de agua, Chung se halla en la misma situación que la caballa abandonada sobre el asfalto endurecido. La corriente en el tanque de peces donde se hallan los compañeros es tan rápida y fuerte que no tienen tiempo de compadecerse de Chung. Puede que ella sintiera soledad, incluso cuando estaba dentro de la pecera. Tan solo se da cuenta, tardíamente, de que había vivido en soledad por mucho tiempo gracias a la distinción que hace entre el interior y el exterior del tanque de peces al quedarse sin trabajo. En última instancia, el vínculo de los sentimientos de compasión, entre los lectores y la protagonista de la obra, empieza con una trivial equivocación y termina al producirse un salto en la imaginación, que es la soledad que experimenta la caballa tirada sobre el asfalto. En otras obras de la autora, como en Mesa para una persona (2009), habla de una academia a la que recurren personas que tienen miedo de comer solas en un restaurante. La protagonista, incluso tras terminar un curso trimestral, no ha podido superar la soledad. “Lo que yo esperaba aprender era a comer sola libremente, pero lo que me quedó fue únicamente el consuelo de saber que yo no era la única persona que comía sola. Éramos una especie de sucursales compuestas por individuos aislados”. Es la opinión que confirma una experiencia pequeña, pero significativa: la soledad, al reunirse los solitarios y formar un grupo, ya no es soledad. Podría aplicarse lo mismo a La uña del cocinero. Tenemos que seguir los pasos de Chung, que empezando con una equivocación trivial se hunde en una soledad sin fondo, y tenemos que compartir su soledad y alienación. La obra sugiere que se analice, comparta y consuele la soledad ampliamente desplegada a nuestro alrededor y, así, llegar a consolarse uno mismo. Y, aunque no se tenga la fuerza suficiente como para cambiar la realidad o cambiar la vida de la protagonista de la obra, nos dice que para las caballas que viven en un tanque de peces “compasión” y “consuelo” son cosas de las que deben responsabilizarse. Por mucho que incluso eso mismo fuera, igualmente, otra equivocación.(Traducido por Kim Un Kyung) K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

Yun Ko-eun

¿Ha visto alguna vez las diminutas pegatinas que se usan para tapar errores mecanográficos? Son pegatinas que se usan como medida de último recurso debido al alto costo y el tiempo requerido para volver a imprimir. Si ha tenido esa experiencia aunque sea solo una vez, entonces podrá empezar a leer placenteramente “La uña del cocinero” de Yun Ko-eun (1980), que nos invita a sentir vívidas corrientes de imaginación en una vida del todo ordinaria. Puede que al meterse muy de lleno en la lectura, termine siendo una mancha indistinguible entre los carriles de una vía. 63


La uña del cocinero Yun Ko-eun Traducido por

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Kim Un Kyung

i al menos no me hubiera confundido al leer “The Chef´s Mail” en lugar de “The Chef´s Nail”, nunca habría ocurrido nada semejante. Todo empezó hace unos meses, en el momento en que Chung leyó mal el cartel de un establecimiento. Al divisar en la distancia el letrero de “The Chef´s Nail”, confirmó de nuevo sus anotaciones en el celular. Tenía entendido que había que hacer propaganda a un restaurante, pero al ver el cartel, se halló momentáneamente confusa. Chung trabajaba escribiendo anuncios en un periódico regional. Se pasaba el día viendo innumerables letreros y leyendo sin cesar marcas de productos. Pero eso de la “uña del cocinero”, más que espectacular o algo nuevo, le parecía del todo extraño. Podría ir bastante bien si “la uña del cocinero” fuera el nombre de una tienda de manicura artística. En cambio, no le agradaba pensar que era el nombre de un restaurante porque las personas que comieran en un restaurante con el letrero “The Chef´s Nail” colgado no podrían dejar de tener ligeras sospechas sobre algo un tanto mugriento. Sin embargo, era un nombre que no existía en ninguna otra parte del mundo. El letrero decía “The Chef´s Mail” y era un restaurante italiano. No fue más que un breve incidente. Ese breve incidente hizo que se imprimieran cinco mil copias que se distribuyeron por tiendas, apartamentos y zonas residenciales. No se sabía cómo, pero Chung había puesto “The Chef´s Nail” incluso en su artículo. Se le habían enredado ambas ideas en la mente y le habían provocado esa confusión. “Mail” se transformó en “Nail”, pero esa palabra se imprimió sin que nadie la pusiera en duda. Era responsabilidad únicamente de Chung, pero también había otros cuyos

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| Illustraciones de

Kim Si-hoon

ojos dejaron que pasara desapercibidamente. Era, después de todo, una compañía que incluso había aprobado un informe con fecha de 37 de noviembre de 2010. Así que no fue hasta después de que se imprimiera y se distribuyera que el jefe se dio cuenta de la confusión de “Mail” y “Nail”, y llamó frenéticamente a Chung con la misma urgencia con la que lo haría para buscar un antídoto. En ese momento, Chung se encontraba ante la puerta de la oficina, pasando sus huellas dactilares, para empezar la jornada. Sus huellas dactilares eran las mismas de hacía tres años, cuando empezó a trabajar allí, pero lo extraño era que le apareciera un mensaje diciendo que eran irreconocibles. Siguió las instrucciones de la voz electrónica que repetía “inténtelo de nuevo”, pero era imposible que las reconociera. Cogió crema para manos y se untó el índice derecho. Podría ser por la sequedad. -Pero, ¿qué te estás poniendo? ¿Cómo puedes ponerte crema en la situación en la que estamos? El jefe estaba ya plantado ante ella, justo en el momento en que se le reconocía la huella dactilar y se abría la puerta. A su espalda había quince mil pegatinas con la palabra “Mail”. En el anuncio publicitario se mencionaba “Nail” tres veces. Chung fue con esas pegatinas a cien distribuidores. Las pegó encima de los panfletos que todavía no se habían distribuido. Se le empezaban a borrar poco a poco las huellas del pulgar. La errata impresa era igual de desagradable que la uña que se pudiera encontrar en la comida. La errata que se había imprimido y se había distribuido era tan horrible como una uña que se hubiera metido en la comida y estuviera ya dentro de la boca de los comensales. -Lo que quiero decir es que siempre hay quien despega una pegatina para ver lo que dice abajo. Cultura y ar te de Corea


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Kwak, una nueva compañera, hizo este comentario mientras la ayudaba con las pegatinas. Chung ponía ahora más fuerza al pegarlas. Kwak dijo que ella también era de ese tipo de personas y que las pegatinas le provocaban más curiosidad. Chung no era de esas personas. Tampoco era de las que cometían con frecuencia errores como ese. Se consoló a sí misma diciéndose que tan solo se había hecho un rasguño con el filo de la uña del chef. Habría continuado pensando de esa manera si esa noche no se hubiera equivocado de autobús. Tomó otro y tuvo que dar una gran vuelta. Tenía que haber tomado el número cuatro y, ya dentro del bus, se dio cuenta de que era el ocho. Las filas de gente para el cuatro y el ocho empezaban desde el rótulo de la parada, y sus extremos estaban tan retorcidos como los churros mismos. Era fácil equivocarse, pero hasta ese día no había fallado en tomar el cuatro. Nunca se había puesto a pensar en que había que tener un especial cuidado. Puede que hubiera muchas personas que, como Kwak, raspasen con las uñas para despegar las pegatinas porque llamaban a la agencia para quejarse. Las huellas dactilares de Chung seguían sin reconocerse. Aun después de untarse crema de manos, la máquina respondía que había un error al hacerlo. -Ahora, ¿hasta tus huellas dactilares son defectuosas? Tan solo cuando escuchó la voz de su jefe, a sus espaldas, se dio cuenta de que en lugar del índice derecho, que es el que estaba registrado, había puesto el izquierdo. No había más que intercambiar el derecho con el izquierdo, pero por haberlo hecho así la máquina no lo reconocía. Fue de esa manera que a Chung se la sentenció como defectuosa. -Pero Chung, ¿cómo es que todavía después de haber metido tan brutalmente la pata, puedes estar tan campante? Es inadmisible. Eso dijo el jefe en una cena-reunión del equipo. Agregó que, últimamente, su frecuente propensión a cometer deslices era un defecto fatal. Solía pasar a la ligera lo que le decía el jefe, pero esta vez notó que había acentuado la palabra “últimamente”. Desde la vez que leyó mal el cartel, había continuado cometiendo infinidad de errores triviales. Confundía la mano que

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sostenía el envoltorio del chicle con el billete del tren, incluso echaba jabón para fregar en lugar de aceite en una cacerola recalentada. Hubo veces en las que, ante la máquina de devolución de libros en la biblioteca, había confundido los libros a devolver con los que iba a enviarse por correo. Después de comprar Listerine en una farmacia, lo había abierto desenroscando el tapón y se lo había bebido. Lo había confundido con una bebida tónica. Todo se debía al exceso de trabajo, dijo Kwak. No, no. Parece ser que fue el jefe quien lo dijo. Sea como fuere, salió de boca de alguien. Que todo se debía al exceso de trabajo, que todas las muertes de este mundo eran, en definitiva, a causa del trabajo desmedido. Al terminar la cena, cuando estaban por irse de copas, Chung se hallaba parada ante el tanque de peces de un restaurante de sushi. Estaba con sus compañeros, pero le parecía estar allí sola. En el tanque, una caballa daba rápidas vueltas en la misma dirección. La corriente era tan fuerte que no podía estar sin dar vueltas y era, por eso mismo, que la sentía como si fuera una ola viva. Puede que la caballa pensara que era ella misma la que estaba nadando. Hay dos formas de comprobar si se está nadando activa o pasivamente: detener la corriente o sacar a la caballa fuera del tanque. Sin embargo, fuera del tanque solamente había un suelo de asfalto endurecido. -Esa pecera se parece a nuestra oficina. Lo dijo Chung, sin dirigirse a nadie en especial. Tan pronto como terminó de decirlo, algunos de sus compañeros pretendieron meter las piernas en el tanque. Significaba que no les importaba que se les llevara la corriente. Eran los nuevos reporteros de la compañía. -¿No es eso lo que se requiere en este mundo? – dijo uno de ellos. Todos se rieron. Chung también se rio. Lo hizo para reprimir sus impulsos. Había notado de súbito unas irresistibles ganas de lanzarse. Y no era dentro de la pecera sino fuera, es decir hacia la dura realidad. A la mañana siguiente, Chung se encontró con la directora de la compañía en el ascensor de la agencia. Estaba conversando por el móvil y hacía ademanes de que le prestara un bolígrafo, si tenía uno a mano. Cultura y ar te de Corea


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Chung lo sacó rápidamente del bolso y se lo extendió. En ese mismo momento, la expresión de la directora se congeló, al igual que la de Chung. Lo que había sacado del bolso no era un bolígrafo, sino un bacalao deshidratado de la noche anterior. En la cena, los nuevos reporteros se lo metieron en el bolso diciéndole: -Tiene la misma expresión que tú. Con la aparición inesperada del bacalao, gris y reseco, Chung estuvo atontada por unos momentos. Pensó, por un instante, que realmente se parecía a las tapas secas de la noche anterior. La directora parecía pensar algo similar. Chung se excusó diciendo que tan solo había sido una equivocación, que no había sido intencionado. La directora parecía comprenderla. Únicamente agregó que: -Pienso que necesita descanso. Tanto su bolso como su cabeza están totalmente revueltos y es por eso que tiene confusiones. ¿Qué pasaría si confundiera el freno con el acelerador? Se quedó callada, aunque estaba casi por protestar diciéndole que entonces por qué había firmado ese informe con fecha del 37 de noviembre, que la persona que había redactado el informe con esa fecha seguía trabajando sin ningún problema y, que para ella, esa era la primera falta que había cometido. Se abrió la puerta del ascensor y ese día no tuvo ningún quehacer. A la salida del trabajo, sus huellas dactilares no fueron reconocidas. Era de esperar. Chung ya no era personal de esa agencia. Hablando con más precisión, había sido transferida a otra oficina y, según la situación en la que se encontraban, era parte de la reestructuración que se estaba llevando a cabo. Fue así como a Chung la echaron fuera del tanque de peces. Se sentía aliviada por no tener que poner más el índice en la máquina donde todos frotaban la mano. Se sintió menos mortificada al pensar que la máquina de huellas dactilares estaba igual de sucia que el retrete de un baño público. Kwak la siguió unos pasos por el edificio y le preguntó que a dónde iba. -Tomaré el metro y me pondré a leer algo. Kwak la miró con lástima y le dio una tarjeta, añadiendo que le sería de ayuda. Chung la miró por mera formalidad y la metió en su bolso. Fue así como K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

Chung cayó sobre el asfalto. Era una escapatoria. Se deprimió al pensar que, de cualquier manera, ella no era más que basura que había incluso rehusado el basurero. omo pasaba todo el día en casa, siempre le parecía domingo, sin importar el día en que estuviera. Mañana también era domingo. Lo mismo pasado mañana. Después de tres domingos consecutivos, ya no era lo mismo. Al cuarto, su ansiedad se hizo realidad. De acuerdo con la secuencia correspondiente, recibió una llamada del administrador. Se le informaba que debía desocupar el apartamento, a más tardar, a los 45 días de su cese. Chung ya sabía las normas. Solamente que nunca había pensado que se las aplicarían tan de repente y en contra de su voluntad. La razón por la que había permanecido en la compañía, a pesar de las frecuentes horas extras nocturnas y el reducido salario, era la vivienda que proporcionaba. Era un beneficio atractivo para alguien que venía de otra zona, como Chung. Tuvo la suerte de entrar en una vivienda particular de la compañía solamente al año de haber ingresado, gracias a lo cual había podido vivir sin preocupaciones durante los pasados dos años. Pero, ahora ya no podría. No sabía si formaba parte de la secuencia correspondiente, pero su novio también le notificó que terminaban su relación. Por lo ocupados que estaban los dos, era mucho si se veían una vez al mes. El trabajo, la vivienda y el amor se terminaron todos al mismo tiempo y de súbito, se hallaba en una absoluta independencia. Ese estado de vacío era tan angustioso que incluso sentía algo parecido al éxtasis. Se tumbó en el sofá y se quedó viendo el empapelado de la pared al otro lado. Se le pasaron por la mente los pasados ocho años de vida en la ciudad. La primera vivienda que ocupó fue la tercera planta del sótano de una casa. Dependiendo de cómo se viera, podría considerarse tanto la segunda o la tercera planta. Eso significaba que se tenía que alzar la vista todo lo posible para verla como segunda planta y se tenía que bajar al máximo para verla como tercera. Había algo que faltaba en la habitación. Nada menos que las ventanas. La realidad lo supera todo, incluso la imaginación y las experiencias. En toda casa que al menos ella conocía o se imaginaba había ventanas,

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fueran grandes o pequeñas, pero claramente allí había una casa sin ventanas. A decir verdad, dependiendo del ángulo desde donde se viera, se podía decir que había ventanas. Tan solo que no estaban en las paredes, sino en el suelo. En esa casa, que sería tanto la tercera o la segunda planta del sótano, al abrir las ventanas, que daban hacia abajo, aparecían las escaleras. Y, por debajo de las escaleras, había una bodega del tamaño aproximado de una cuarta parte de la habitación. Metió allí cosas que de momento no utilizaba y no volvió a abrirla hasta el día en que se fue de allí. Ese día, abrió la ventana que daba hacia abajo y sacó las cosas que tenía dentro, pero las destinó de inmediato a la basura. No se acordaba ya de qué eran esas cosas.

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espués de la primera vivienda en el sótano y otras dos consecutivas en el ático, la cuarta fue en la segunda planta de un edificio de apartamentos construidos a lo largo de un corredor, y solo entonces tuvo la impresión de haberse establecido en una metrópoli. Una vivienda con el suelo y el techo cálidos y agradables. Era una casa, en su verdadero sentido. Sin embargo, pronto tuvo que buscar la quinta. Fue cuando realmente llegó el domingo que encontró una extraña anotación en la puerta. Al pasar consecutivamente esos cinco domingos, llegó realmente el domingo y como cualquier otro domingo, abrió la puerta para sacar fuera los platos de comida de entrega a domicilio. Le llegó una racha de aire helado. Era un consuelo ver que había también otras casas que los habían dejado en el corredor. Pero, de inmediato, notó una diferencia que había con las otras. Era la numeración. En la puerta de la casa de Chung estaba inscrito con rotulador el número 237. Juzgando por los números y el lugar donde estaban puestos, parecían más marcas formales que garabatos. Había rumores de que los criminales marcaban la casa donde daba la impresión de que vivía una persona sola. Podría ser algo parecido. El objetivo número 237 o el objetivo del 37 de febrero. Pues, definitivamente no, ya que el día 37 podía únicamente aparecer en el informe de su antigua compañía, ¿no era así? Por de pronto, encendió un pitillo y se lo llevó a la boca, pero no era una situación que pudiera enturbiarse con el humo del tabaco. Si el

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desastre no pasaba por alto su casa, al menos tenía que esquivarlo por sí misma. A causa de ese “237”, Chung pasó casi revista por primera vez al edificio de apartamentos de corredores, desde la planta baja hasta lo más alto. En ninguna parte estaba el 237. Chung no tenía ni idea de cuándo le habían puesto el número 237 en la puerta. Si no hubiera terminado con su novio, en esos momentos estaría llamándole. Claro que si se ponía a pensar en las horas pasadas, había más probabilidad de que no lo hiciera. En su primer aniversario, él le regaló un vibrador. Aunque no era muy propicio para esa ocasión, Chung sonrió. Ella le regaló un encendedor y él, riéndose a lo grande, comentó: “He dejado de fumar”. La carne asada se enfriaba en el plato. La verdad era que a ella no le agradaba mucho la carne. Tampoco él la disfrutaba mucho. Ninguno de los dos sabía por qué tenía un plato de carne delante. Después de eso, tuvieron unas cuantas llamadas, pero esa fue la última vez que se encontraron. Y hasta entonces no había sacado el vibrador de la caja. Apretó el botón en el aire. El vibrador se abrió camino produciendo aire y penetró en la atmósfera. Eran solamente frases que se formaban en su mente, pues no podía saber, sin antes llevárselo hasta su solitario corazón, los efectos de ese instrumento que producía una ligera vibración. A siempre vista, no parecía más que una silenciosa espiral. Al día siguiente, antes de que amaneciera, la numeración se había expandido por todo el edificio. Chung se quedó dormida hasta tarde. No se sentía bien por haber respirado aire frío de madrugada. Después de vacilar si poner en todas el número 237 o continuar desde el 238, optó por el 237. A menos que se contara invertidamente, deseaba evitar ser la primera víctima del edificio. -Hemos confirmado que no tiene crédito en nuestro banco. Fue lo que dijo la empleada del banco. Un préstamo era imposible. Había llamado a todas partes, pero no le surgía ningún trabajo. El bolso que siempre llevaba en el hombro estaba tirado ante la puerta, igual que el mismo día que la echaron del trabajo. Puso el bolso boca abajo y, entre los cachivaches, cayeron

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unas veinte tarjetas. No lograba distinguir si eran de clientes o si las había recibido al azar en la calle. Una que decía “Agencia Publicitaria Gusano de Libros” parecía ser la que le había dado su compañera Kwak. A los diez días, empezó su nuevo trabajo. Todo lo que tenía que hacer era leer libros con estilo, en medio de la vibración del metro, desde las seis de la tarde hasta las once de la noche. Era una compañía en la zona metropolitana que contaba nada menos que con quinientos empleados. Lo sorprendente era que operaba desde hacía quince años. En secreto. Era difícil de creer, pero le pareció un buen trabajo a tiempo parcial, hasta que encontrara una nueva ocupación. Quince mil wones la hora no eran poco. Podía incluso ser mejor que el salario que recibía en su trabajo anterior. -Un hombre, con mucho estilo y leyendo un libro, está tan inmerso que se ríe de vez en cuando. Entonces, ¿qué pensaría usted? ¿No querría saber qué libro está leyendo? Es más que suficiente para provocar curiosidad, pero en el caso de ese libro no hay necesidad ni de preguntar el título porque lo está leyendo de forma que se vea bien el título. ¿No le provocaría curiosidad? Pero, Bangbae Chung, ¿es su verdadero nombre? ¡Ja, ja! Pues, le asignaremos la línea dos de metro. Es lo que dijo la directora de la agencia publicitaria “Gusano de Libros” al repasar los datos personales de Chung. Su físico le recordaba a la directora de su trabajo anterior. La directora se tranquilizó al ver las arregladas uñas de Chung. Se había hecho la manicura hacía dos semanas en una tienda de manicura artística y las puntas estaban ya peladas, pero no llegó a ver ese detalle. En la agencia “Gusano de Libros” esencialmente se hacía publicidad andando, por lo que se requería buena presencia. Chung pasó la prueba sin problemas. Se le reconoció su experiencia en un diario local y su adiestramiento también se hizo en un día. En general, decían que era de dos. -Tampoco se debe subestimar. Una vez que aprenda las tácticas, no habrá ningún otro oficio como este. Tan solo tiene que leer libros sentada en el metro. ¿Habrá oído hablar de los anuncios subtitulados en las películas? Estos hacen que, al terminar la película, los espectadores vayan a comprar Coca-Cola. De igual manera, intentamos implantar títulos de libros en el Cultura y ar te de Corea


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subconsciente de los pasajeros del metro. Basta con que nuestro personal los exponga con frecuencia. Claro que lo importante en esto es que usted, que no hace más que leer libros en el metro, acapare la atención de los demás. Si la gente la considera como algo extra y pasa desapercibida, no ha surtido efecto. No solo usted, sino también los anunciantes que han invertido en usted estarían decepcionados. Sería un malgasto de inversión. La directora acabó diciendo que los lectores, en la actualidad, no tienen tiempo de seleccionar por sí mismos el libro que van a leer y, por eso, había que despertarles la curiosidad. Y ese, precisamente, era el papel que realizaba el “Gusano de Libros”. -Puede que este tipo de publicidad tenga efecto. ¿Es que, realmente, se venden más libros? La directora se escandalizó y agregó: - Ya llevamos quince años en este negocio. A Chung la colocaron en el horario nocturno. Desde ahora, sus entradas y salidas del trabajo no se confirmarían con sus huellas dactilares, sino con una tarjeta de transporte. Se le notificaban mensualmente los registros de uso de la tarjeta que la agencia le había proporcionado. En el metro, los ojos de la gente no se dirigían ni hacia delante ni a los lados, sino sobre las rodillas de cada persona. Más que personas que miraban a su alrededor, la mayoría leía libros o mantenía la vista fija en las palmas de las manos que sostenían toda clase de dispositivos audiovisuales. Para captarlos había que llamar su atención desde el momento en que tomaban el metro. El primer día de trabajo, se puso unos tacones de 12 cm y una falda de 28 cm. Chung echó un vistazo al mapa del metro que formaba parte de su táctica y tomó un asiento vacío. Después de abrir un momento el móvil, que también formaba parte de su plan, sacó el libro del bolso. Sobre su cubierta de color amarillo intenso llevaba el título La casa de la babosa. Ese era el libro que debía leer. Tras leer unas diez páginas, sonrió suavemente. Estaba algo desconcertada. Debería haber producido un ligero silbido antes de reírse, pero no había logrado dar con el sonido y solamente había sonreído forzadamente. Al levantar ligeramente la vista, coincidió con la mirada de la mujer sentada en frente. Bajó rápidaK o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

mente la vista. A las veinte páginas, sonrió de nuevo. Esta vez, el silbido sonó extraño. Al pensarlo bien, ella no era una persona que riera en voz alta. Su risa siempre había sido silenciosa. Sacó del bolso un bolígrafo y una regla y subrayó unas cuantas frases. Notó que los ojos de la persona a su lado se clavaban en el libro. Después de algunas páginas más, se le entumecieron los hombros. Lo más importante era que no debía mantener el libro por un largo rato encima de las rodillas o del bolso. Debía sostenerlo ligeramente con una mano o con las dos a fin de que se pudiera apreciar el título desde delante o desde los lados. Se levantó y dejó el asiento. Había ya dado una vuelta entera en la línea dos, la circular. Estaba de nuevo en el punto de partida. Según las instrucciones dadas en el adiestramiento, debía llevar ya cuarenta páginas leídas. Había pasado las páginas con mucha lentitud. Empezaba a tener pequeños espasmos en los músculos que bordean la boca. Mientras daba la vuelta a la ciudad, fue la única persona que se mantuvo sentada en el mismo lugar. Había estado leyendo algo, pero incluso esa labor estaba de nuevo en el punto de partida. No se acordaba ni de una simple frase. “Recoge todas las babosas y mételas en una jarra llena de sal. Cierra la tapa y, a los cinco minutos, al abrirla de nuevo, ya no hay ninguna. Solamente queda un líquido lechoso y pegajoso”. Chung empezó el trabajo con esas frases. De la página 237 a la 242 en cinco paradas, de la 242 a la 250 en otras ocho, avanzaba de lado a lado en el metro y así era consciente de que se adaptaba a la corriente y aprendía a nadar a su manera. Hacia las siete de la tarde, se arremolinaba una multitud como una marea creciente y hacia las nueve refluía como la marea bajante. Desde cualquier parada que empezara, la línea dos tardaba noventa minutos en dar una vuelta completa. Trabajó sin descansar durante dos semanas, dando tres vueltas al día. Al levantar la vista, después de tenerla fija en el libro, ya no había nadie delante. Únicamente se reflejaba ella misma en la ventana que se precipitaba en la oscuridad. Una lectora que tiene el libro abierto ante sus narices y respira en el interior de sus páginas. Habían transcurrido ya tres semanas, pero seguía

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con el mismo libro, el cual empezaba a leer desde el mismo punto de partida. Debía continuar con el mismo libro un mes más. Al principio era tedioso, pero al pensar que podría ser un guion para teatro se sintió más aliviada. Su expresión mejoró día a día. Incluso lloró en dos ocasiones. Llorar era diez veces más difícil que reír, pero a las tres semanas logró escenificar la lectura con lágrimas. Incluso cuando las lágrimas le caían como granizos sobre las páginas inclinadas, no se olvidó de pasarlas regularmente y con naturalidad. En una de esas dos veces, una señora que iba a su lado le pasó un pañuelo y hasta le preguntó qué estaba leyendo para ponerse así. La otra vez, aunque ningún pasajero le dirigió la palabra, no pudieron disimular su mirada fija en el libro que ella sostenía. Por supuesto, no había llorado por el libro. Había derramado lágrimas como si fueran cualquier otra impureza. De por sí, Chung era de pocas lágrimas, pero al pensar que era

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parte del trabajo, no le costaba hacerlo. Al alzar la vista que tenía en el libro, la dirigió a un extremo del vagón del metro y divisó algo como un puntito que, a su manera, se movía muy lentamente. Era una babosa. Le resultaba familiar, aunque le parecería del todo extraño. Era el trabajo. Leyendo La casa de la babosa todos los días, aunque no pusiera el corazón en los párrafos, iba familiarizándose. Siempre se mantenía en el mismo circuito, pero un día se desvió del rumbo. Bastaba con circular en la línea básica, pero en la parada Seongsu se había trasladado a la línea de bifurcación. Fue porque las palabras que le habían producido aquella confusión mental habían, de nuevo, aparecido ante ella. No era “Chef´s Mail”, sino con toda exactitud “Chef´s Nail”. Las letras también se parecían a las del diseño de aquel cartel. El cartel que Chung leyó mal y que no existía en este mundo. Debería haber continuado en la línea dos hasta la parada de Cultura y ar te de Corea


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Shincheon, pero se bajó llevada por el Chef´s Nail. Era el título del libro que llevaba un hombre. Se fue caminando por el andén de la vía que se extendía bifurcándose de la línea circular. Solo algunas letras impresas le servían de señal. Sin embargo, en cierto punto había perdido la pista de esas letras que perseguía.

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hung miró el calendario. Debía dejar el apartamento en quince días. Se encontró con el administrador al salir hacia el trabajo y este le preguntó cuándo se mudaba. Le contestó que estaba buscando a dónde ir. Era la verdad. Antes de ir al trabajo anduvo por los alrededores, pero no había logrado dar con uno que le conviniera. Tampoco era muy exigente. Algunos tenían graves desperfectos, tantos que no parecía ni adecuado llamarlos así. No deseaba mudarse a áticos ni a sótanos. De las dos veces que estuvo en un ático aprendió que la calefacción podía ser más costosa que el alquiler, y en el sótano tuvo que costearse casi como una imposición los cosquilleos que parecían ser una alergia producida por el moho, aunque no se pudo comprobar. Sin embargo, al buscar una casa según un presupuesto limitado, se había vuelto más tolerante. Mientras Chung se iba dando cuenta de que el sol o las ventanas no eran los prerrequisitos para una casa, iba envejeciendo o, mejor dicho, desgastándose. Aunque era la vivienda de la compañía, en la misma planta no vivía ningún conocido. Además del diario donde ella trabajaba, se compartía con otras instituciones, por lo que la mayoría de la gente era desconocida. Aun así, parecía que los vecinos estaban al tanto de su cese y que vivía con un lapso de tiempo limitado. Chung vivía en el último apartamento del corredor y hacía poco que el vecino había apilado col china hasta tal punto que dificultaba el paso. La babosa que había empezado allí, iba con lentitud hacia la puerta. Parpadeó. Comenzó de nuevo en la línea dos. Entró un hombre por la puerta 2-1 y se sentó en el centro. Debido a que se reducía el efecto de propaganda al separar la vista del libro por largo rato, sin importar quien pasara, se concentraba en la lectura. Justo entonces, llegó a escuchar claramente ciertas palabras: “Chef´s Nail”. K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

-Chef´s Nail es el título del libro que escribí y, ciertamente, es la uña del cocinero. Es el único ejemplar en el mundo. Lo escribí yo mismo. Claro que está de más decirlo, pero es un manuscrito. Pueden ver aquí mismo que está escrito a mano, igual que la enumeración de las páginas. Además, lo he encuadernado con puntadas de hilo. Desde el origen de la historia hasta el encuadernado es un trabajo que totalmente me concierne. Un libro es como una puerta, hay que abrirlo para entrar y una vez dentro puede que no pueda salir. La tapa dura tiene un peso considerable. Además de lo caro que es. Esta es tapa dura. Pero, ¡cuán maravilloso es el mundo del libro! Os invito a entrar. Con una chaqueta blanca acolchada y una bufanda roja en el cuello, su aspecto parecería el de un cocinero. Cuando el chef abrió el libro, cogiéndolo de los extremos de las tapas, se abrieron sus páginas en forma de abanico. Parecía también que tocara el acordeón. No vendió el libro. Hubo quienes miraban al cocinero llenos de curiosidad, pero incluso con un descuento del treinta por ciento, cincuenta y seis mil wones era un precio excesivamente alto para un producto que se vendía en el metro. Por mucho que fuera el único ejemplar del mundo. Pero, era el Chef´s Nail. Era la tercera vez que aparecían esas palabras frente a Chung. La primera fue una equivocación, la segunda fue una realidad y, ahora, estaba en la bifurcación. Le provocó también curiosidad. Se levantó. Su tapa dura era de color negro, del tamaño de la carta del menú de un restaurante, y tenía una extensión de unas trescientas páginas. En la portada del libro se hallaban impresas en dorado las palabras Chef´s Nail y en el reverso llevaba una pegatina con el precio de ochenta mil wones. Su contenido era parecido al del libro del Génesis. Una larga lista de inventario. No solo personas, sino también animales, plantas y obras de arte, además de todo tipo de neumáticos y una edición limitada de barras de labio. La lista de inventario no estaba ordenada al azar, sino como si fuera un juego de palabras que se conectaban entre sí. Por ejemplo, en el caso de la uña del cocinero, esta daba paso a las suelas de las zapatillas deportivas de una cliente que la encontró en el plato que había pedido, y continuaba con la dirección de la fábrica donde se hacían esas suelas,

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seguida del cartero que llevaba el correo allí, de tal manera que una cosa daba lugar a otra y así, consecutivamente, hasta llegar a formar una unidad absoluta. No era posible leérselo en una noche. Repasó el libro de principio a fin y llegó a ver su nombre en cierta parte y, de inmediato, intentó buscarlo. No le fue posible. No parecía haber palabras parecidas a Bangbae Chung. No era muy divertido, pero al leerlo le daba la impresión de que podría aparecer algún que otro detalle que tuviera relación con ella misma. Según el libro, la uña del cocinero poseía poderes místicos, por lo que todos aquellos que estaban al corriente de ello se conectaban de alguna manera entre sí. Pensaba que podría haberle ocurrido lo mismo. Podría ser que la uña, sin que se la castrara, mantuviera toda su virilidad y hubiera estado hechizándola sin que se diera cuenta. Imaginando todas estas cosas pudo olvidarse de que pronto debía dejar el apartamento y conseguir un nuevo trabajo. Pero tampoco podía pasarse todo el día con eso. Al abrir la puerta para ir al trabajo, se encontró con una nota que parecía una notificación de desahucio. Decía que el plazo límite para desalojar el apartamento era de una semana. Era de agradecer que estuviera dentro de un sobre y no la pudieran ver otras personas. Leyó su libro mientras el metro daba la vuelta a la ciudad, como si la rodeara con un aro. Pero no se ponía a leerlo verdaderamente, sino que simplemente lo hacía de forma mecánica siguiendo la misma rutina de siempre.

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hung se encontró con Kwak una hora antes de terminar el trabajo. Kwak parecía venir de cenar con sus compañeros, por el olor que desprendía. Estaba un poco avergonzada por haber hecho uso de la tarjeta que Kwak le había proporcionado. Se sentía algo desconcertada. Eran horas de trabajo, pero cerró el libro debido a esa inesperada situación. Pero no lo metió en el bolso, sino que lo dejó sobre las rodillas. Se sentaron una al lado de la otra y continuaron en la misma dirección. Después de escuchar brevemente a Kwak, se dio cuenta de que la tarjeta que le había dado el día que dejó la compañía no era la del “Gusano de Libros”. La que le había dado era un cu-

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pón para tres masajes tailandeses gratis. Un cupón del tamaño de una tarjeta. Cuando Kwak le preguntó si le habían gustado los masajes, contestó que estaba muy agradecida. No hizo mención siquiera del “Gusano de Libros”. Lo más probable era que el cupón de masajes estuviera ya caducado y, aunque no lo estuviera, habría ido a parar al basurero de reciclaje. En cualquier caso, el resultado no fue tan malo. Si no hubiera tenido este trabajo no habría conseguido el Chef´s Nail. Además, ¿no estaba trabajando en la medida de lo posible y con el debido entusiasmo? -¿Se acuerda de aquello que dijo? El comentario sobre las caballas en el restaurante de sushi. Todavía lo recordamos de vez en cuando. Justamente, hoy mismo. Pero iré avanzando solamente mirando de frente. Al dejarse llevar por la corriente, no se puede pensar en otra cosa. Aunque es algo cansado, si la caballa está solo pendiente de la cola de la que va delante, no tiene ni tiempo de juzgar si realmente está nadando o no. Tan solo me encuentro viendo las nalgas de la caballa que tengo delante. No hago más que avanzar y avanzar. Eso dijo Kwak. Chung murmuró que, en su caso, había sido porque había mirado a los lados y no de frente, y que la habían echado fuera porque se había puesto a mirar la imagen de sí misma que se reflejaba en el tanque de peces. Kwak volvió, de nuevo, a verla con lástima. Por miedo a comprobar, viendo u oyendo, esa reacción, no había llamado a nadie. Ni a amigos que vivían en la misma ciudad, ni mucho menos a sus padres que vivían en otra. Para hablar de cosas personales, puede que las mejores contrapartes sean personas con las que una se encuentra en la manicura, el salón de belleza o clínicas de dermatología. Pero ahora no se sentía cómoda ni con ellas. -¡Ah! Por cierto… Kwak parecía haber recordado un detalle y sacó algo del bolso. Por cuarta vez, se le apareció a Chung el Chef´s Nail. Esta vez no debió de haberlo hecho. El único ejemplar lo poseía ella, pero ¿cómo era posible que apareciera uno nuevo? Y, además, del mismo tamaño, grosor y color. La única diferencia era el precio. Kwak dijo que, en su camino de regreso de un reportaje, lo había comCultura y ar te de Corea


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prado por cuarenta y ocho mil wones. -Es la primera vez que compro algo en el metro, pero fíjese en su título. No suponía que existiera realmente. ¿No podría ser que lo hubiera leído antes y que, por eso, se hubiera confundido? Lo compré porque lo vendía directamente el autor, quien aseguraba que era el único ejemplar. Di una ojeada a unas cuantas páginas y no me dio la impresión de que pueda leerse con facilidad. -¿Sabes cuánto se tarda en dar la vuelta entera a la línea dos? -Pues, ¿dos horas? ¿Una? -Ochenta y siete minutos. -¡Ah! Pues, mira… Kwak asintió con la cabeza. Chung se bajó antes porque a Kwak le quedaban todavía algunas paradas. Era la estación de Shindorim. Al desaparecer el metro que llevaba a Kwak, Chung se sentó en el largo banco del andén y sacó el Chef´s Nail del bolso. Después de restregar su dedo índice sobre el polvo del suelo del andén, puso su huella dactilar en el extremo de una de las páginas. La huella dactilar, que no era reconocida por la máquina, parecía ahora sutil y profunda como una nube desconocida. Espirales que todos tienen pero que nunca coinciden, y que ahora se habían imprimido en esa página. Ahora, Chung tenía un ejemplar diferente al de sus copias, de cualquier otro Chef´s Nail. Metió de nuevo en el bolso el libro que tenía entre las manos y cogió La casa de la babosa. Se acercaba ya el siguiente metro. El metro circulaba sobre la superficie desigual de la ciudad a una velocidad constante. En las horas punta, el metro rodeaba el amplio cinturón de la ciudad como si fuera un metro de cinta. Chung pasó revista a los nombres de las paradas, colocados a intervalos mínimos en el mapa. Había algún que otro intervalo más amplio, pero era porque pronto pondrían una nueva parada. Se sintió algo confusa porque le parecía que esas líneas del metro, que aumentaban sin cesar, llegarían un día a entrelazarse como el cabello en el desagüe. Sin embargo, al anochecer, el metro se apaciguaba un poco. Atravesaban la ciudad de arriba abajo o viceversa, como planchándola. Seguiría indiferente, sin importar que Chung estuviera o no. Aunque no esK o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

tuviera allí, continuaría planchándola. Sus ojos divisaron a la babosa, arrastrándose por el suelo del metro. Llegó lentamente hasta la puerta y se detuvo. Y en eso, se abrió la puerta. Chung continuó presenciando sus movimientos. ¿Cómo podría la babosa atravesar un espacio vacío diez veces más grande que ella? ¿No se caería, metiéndose entre la puerta y el andén? Nada de eso. Justo delante de la puerta, antes de que intentara siquiera atravesarla, terminó pisada. Su forma sólida quedó aplastada, plana, en una simple mancha verde. Decían que era por una reestructuración. Despidieron a la mitad del personal de “Gusano de Libros”. Chung sobrevivió a duras penas. A cambio, solo pudo recibir la evaluación telefónica de la jefa que le dijo: -Compra de artículos en horas de trabajo; una ocasión, larga y tendida conversación en horas de trabajo; una ocasión, desvío de ruta; cuatro ocasiones… Como resultado, solamente le pagaron la mitad del salario mensual. Bajo tierra no se formaban sombras, pero parecía que alguien invisible la había perseguido. Había ojos por todas partes. A Chung la habían monitorizado. Por encima de los que leían había quienes aparentaban hacerlo, y por encima de los que pretendían leer había quienes confirmaban si lo hacían debidamente. Fue entonces cuando se enteró de que, más que los gusanos de libros en sí, sus monitores ganaban más. Claro que cualquiera no podía ser monitor de gusanos. Era como promocionarse. La jefa le dijo que era necesario que hiciera más esfuerzos. Agregó que entre el personal de “Gusanos de Libros” había ya personas que tenían un doctorado, ganadoras de certámenes de belleza y actores de teatro de la avenida universitaria. -La crisis económica es grave y no encuentran trabajo fácilmente. Estará ya al tanto, ¿no? Lo que deseaba Chung era, ni más ni menos, que el promedio, es decir una vida intermedia, pero era lo más difícil del mundo. Los que querían permanecer en medio caían al fondo. Se debía a que habían caído algunos de los que se dirigían a la cima y ya tenían metido el pie en el nivel medio. Chung parecía darse cuenta de la actitud que debía mantener para permanecer en medio. Si había logrado entrar en el tanque de

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peces, debía nadar a la velocidad requerida. No tenía a su alcance un regulador de velocidad. De modo que estaba, de nuevo, dando vueltas en una pecera. Fue al trabajo a toda prisa y, mientras fijaba la vista en el libro, dio un vistazo al mundo por encima de las letras y la cubierta. Ya sabía que no era la única actriz en ese escenario de seis a diez vagones de planchas de metal, pero al verificarlo con sus propios ojos se sintió un tanto avergonzada. Dentro de su campo visual, ya había tres personas que sostenían La casa de la babosa. Podrían ser gusanos como ella o, también, lectores particulares. Una mujer chocaba con otros, deliberadamente, pero no hasta el punto de delatarse. Al caérsele La casa de la babosa, lo recogía directamente o lo tomaba al recogerlo otros, haciendo así una propaganda más directa. Esa mujer pasó treinta minutos chocando y tirando el libro repetidas veces. Sin lugar a dudas, tenía buenos efectos. Repitiendo las caídas y recogidas, el título y la cubierta se daban a conocer más activamente. Un hombre se adormecía. Se hallaba silencioso y soñoliento con La casa de la babosa entre las manos y, de pronto, se despertó y se puso a leer intensamente. Estar soñoliento con el libro del que va a hacerse publicidad en las manos supone, en definitiva, puntos a restar, pero había un no sé qué en su expresión y postura peculiares que acaparaban la atención de los demás y que eran puntos a su favor. Lo que exigía la agencia era clavar La casa de la babosa en el subconsciente de la gente, por lo que el hecho de haberse quedado adormecido no significaba que hubiera fracasado en dar publicidad a ese libro. Lo evidente era que ese hombre había tenido éxito en atraer la atención de los demás y había detenido las miradas flotantes. Otra mujer se mantenía silenciosa leyendo, nada más. Aunque era básicamente lo que se requería para los gusanos de libros, esa mujer no mostraba ninguna particularidad. Parecía una máquina leyendo. Chung se dirigió a ella: -Si la caballa mira únicamente la cola de la que va delante, no tiene conciencia de que está nadando ni tiempo de hacerlo. Me encuentro ahora con la vista fija en las nalgas de la caballa que me antecede. Hay que avanzar tanto como se pueda. La mujer no le hizo caso. Era una persona que,

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con la misma expresión de un pescado seco, leía entre la multitud. Era la misma Chung. El metro registraba sus movimientos. La tarjeta de transporte, las cámaras de vídeo e innumerables personas irreconocibles leían sus movimientos. Debía desalojar pronto el apartamento. Le quedaban solo tres días. Su móvil sonaba tanto que interfería en su trabajo. Hasta tal punto que perturbaba la imagen natural de una lectora. Desactivó el sonido y lo metió hasta al fondo del bolso. Después, al comprobarlo, tenía seis llamadas perdidas y un mensaje de texto. Era del administrador del apartamento. Había un inquilino esperando y encarecidamente le pedía que lo desalojara en el transcurso de la semana. Que se mudara el lunes de la próxima semana. Lo extraño era que esas palabras las sentía muy distantes, como las mismas frases del libro para trabajar. Al igual que el trabajo, no le llegaron al corazón. Cada diez minutos, sonreía encantada y, con mayor frecuencia, subrayaba el texto. Entre tanto, pensó a donde debía mudarse en tres días. Pero estaba tan tranquila que no lo delataba. Había llegado a despreocuparse de todo. -Mira, está nevando… Alguien lo dijo en el metro. Ciertamente, por encima del libro, nevaba como polvo de droga. Le parecía que iba a intoxicarla. Bajo la fuerte nevada, la línea uno se detenía ocasionalmente y la línea dos circulaba apretando la ciudad que se alejaba, así como unas esposas aprietan la muñeca o una cuerda de ahorcar el cuello. Un día que sorprendió una helada, por encima de la nieve todavía no derretida, el metro se llenó de olor a naftalina. Tejidos de todo tipo, como la alpaca, la lana y el nailon, salieron al aire entremezclándose con el peso de una larga hibernación. Bajo el olor de la naftalina, Chung fue testigo de que el número de babosas aumentaba indefinidamente. Regresaba a casa mecánicamente. El domingo ya había pasado y, también, otros veinte minutos del lunes. -Ha expirado su permanencia. Recogeremos sus pertenencias por la mañana y las guardaremos en un lugar aparte. Al poco de haber entrado en casa, sonó el timbre. Cultura y ar te de Corea


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Era el administrador. Chung contuvo la respiración. Se había liado un enfrentamiento entre el dueño y el inquilino, igual que puede verse en los noticiarios. Todavía no había encontrado casa. Hacía mucho que había desconectado el móvil. No deseaba activarlo. De los golpes que daban en la puerta, Chung parecía haberse vuelto un clavo amartillado. Si hubiera habido alguna otra puerta, habría querido escaparse por allí. Abrió el Chef´s Nail, que podría ser que fuera el único ejemplar, y como peinando a un niño encontró la parte donde había parado su lectura. Le encantaba que las páginas del libro se abrieran en forma de abanico cuando sus dos cubiertas se ponían sobre el suelo, así que había optado deliberadamente por no hacer uso del marcador. Se tumbó con una oreja en una de las páginas. Puso la mejilla sobre una página que le hacía de almohada y la siguiente página, al inclinarse hacia su nariz, le cubría la cara como una manta. ¿Qué pasaría si estuviera quietamente acostada entre las páginas y se comprimiera? Esa era la forma de comprimir el tiempo en el espacio. En otras palabras, la taxidermia es la única forma de detener el transcurso del tiempo. Entre el peso del tiempo y el espacio, se evaporaría la humedad y llegaría a preservarse por toda la eternidad. En el libro de Chung, las horas así preservadas yacían en ramos de flores secas. Entre medio de los porrazos del administrador, al escuchar cuidadosamente, notaba otros sonidos: el eco de la lectura personal de un libro que dice que está cansado del tiempo en este mundo, que no soporta ya el espacio en este mundo. El libro se mueve, aun haciéndose el inocente, excava una salida invisible haciendo uso de sus patas traseras.

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or la mañana, tuvieron que usar la llave de emergencia para abrir la puerta de Chung. Cuando el administrador la abrió y miró hacia el interior, ya no había nada. Parecía ya haberse mudado y estaba vacío. A esas horas, Chung daba su tercera vuelta en la línea dos. Había ido al trabajo mucho antes de lo acostumbrado. Puede que no estuviera trabajando. Una babosa pasó lentamente sobre las páginas. Parecía que no roía hojas, sino el viento. Ante sus ojos, la babosa

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se arrastró por encima de las letras, como un borrador, y desapareció sin dejar rastro. Se había introducido en el libro. Como por arte de magia. Con consumada destreza, la babosa se había comprimido pasando de un cuerpo sólido tridimensional a una forma plana sobre la superficie. Subrayó algunas frases. Había decidido subrayar y ver hasta dónde llegaba. A todos los nombres en el Chef´s Nail se les había otorgado una propia y necesaria razón para aparecer en el libro. Si realmente existían, no había causa alguna para que Chung no pudiera ir. Dio un vistazo al mapa del metro. El metro se extendía en cualquier dirección, como si fuera un cordón umbilical. La última parada podría no ser la última. Si lograba llegar hasta más allá de la última parada, a la cochera, a lo mejor el cordón umbilical podría permanecer extendido. Había pasado ya la hora de salida del trabajo. Había perdido la cuenta de las veces que había dado la vuelta a la ciudad en metro. Metió en el bolso La casa de la babosa y cogió Chef´s Nail. Las dos hojas del libro abiertas se asemejaban a ventanas en una pared. Leyendo el libro en el que un nombre llevaba a otro y a otro consecutivamente, viajó en metro de un extremo a otro. El metro se extendió de la línea dos a la cinco, a la ocho, continuando hasta la doce. Al fijar la vista en la página 237, la página se inclinó ligeramente como si fuera una puerta. Sobrepasó el tiempo más allá de la última parada y la cochera se aproximaba larga y oscura, como si fuera algo espacial. Al transcurrir ese tiempo, se le desplegaría el mundo del Chef´s Nail. Chung se movía por entre paradas y tierras que todavía no existían sin siquiera perforarse. Y en su extremo, terminó metiéndose en el libro, de algo sólido dimensional a otro plano en la superficie. Era su quinta casa.

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i no hubiera confundido Chef´s Mail con Chef´s Nail, desde un principio no habría ocurrido nada semejante. Mejor dicho, si no hubiera confundido Chef´s Nail con La casa de la babosa, no habría ocurrido nada semejante. Pero puede que, por mucho que no se hubiera producido toda esta confusión, hubieran sucedido las mismas cosas. Chung se había metido dentro del libro porque

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deseaba hacerlo, pero no encontraba la uña del cocinero ni en letras ni en la vida real. Se dio cuenta, al ver pasar a lo lejos a la babosa que parecía una coma, que se había equivocado de lugar. Donde Chung deseaba entrar era en el mundo del Chef´s Nail, y no sabía cómo pero lo había hecho en La casa de la babosa. Con seguridad había metido La casa de la babosa en el bolso y había cogido el otro, pero estaba claro que había confundido la mano izquierda con la derecha, lo que había que hacer con lo que no, el día con la noche, además de otras muchas cosas emparejadas. Sería por el cansancio. Chung leyó las letras que fluían bajo su cuerpo, letras más grandes que su propio cuerpo. “Recoge todas las babosas y mételas en una jarra llena de sal. Cierra la tapa y a los cinco minutos, al abrirla de nuevo, ya no hay ninguna. Solamente queda un líquido lechoso y pegajoso”. Mientras se arrastraba sobre esas frases, el aire y las miradas le encogieron el cuerpo como lo hace la sal gorda. Se sentía como una babosa que se había adherido sin permiso a unas páginas que no le pertenecían, por lo que se achicó más. A lo lejos, se veía igual la primera casa de la ciudad que la tercera planta del sótano con ventanas que daban al suelo. Alguien, reducido al tamaño de una babosa perdida, estaba entrando allí. Se escucharon ligeras vibraciones y, luego, las negras letras empezaron a caer como rocas. Unas cuantas letras aplastaron la casa. Se desmoronaron sus hombros y se le deformó la cintura, todo quedó aplastado. Allí no quedaron ni rastros de ella misma, por donde había pasado. Bangbae Chung se quedó entre las vías.

C

uando Kwak abrió el libro, Chung ya había muerto aplastada entre las páginas. En algún lugar, después de la página 237, quedó el epitafio de Chung. Aun así, nadie pudo leerlo. Le pareció extraño que las páginas posteriores a la 237 se hubieran amontonado, sin que se pudiera despegarlas. Metió sus largas uñas entre las páginas para separarlas, pero se mantenían tercas con la boca cerrada y solo se desprendieron trozos de papel que parecían pellejos. Era una de las reliquias de Chung. En las imágenes del CCTV, más que haber lanzado su cuerpo hacia K o r e a n a | V e r a n o 2 0 14

la vía, Chung parecía haber inclinado su peso hacia el libro para terminar echando la vida misma. Después de verse ese corte en los noticiarios, aumentó vertiginosamente el número de lectores de La casa de la babosa. No se sabía con certeza si era una exageración de la agencia o si realmente habían aumentado los lectores, pero lo cierto era que la muerte de Chung hizo que La casa de la babosa llegara a tener fama. La mujer que se echó a la vía con el libro entre los puños acaparó la atención de innumerables personas. A unos cuantos, que se enteraron que dicha mujer era la misma Chung, se les erizó el vello del brazo, pero como todos los escalofríos de este mundo pronto se apaciguó. Los que regularmente habían visto a Chung en el metro, dijeron de la mujer que se había suicidado que siempre leía libros y que, de vez en cuando, lloraba o reía. La línea dos daba vueltas y vueltas. Kwak se acordó de la noche en la que tomó el metro con ella. No notó en ella nada extraño. Tan solo le pareció un tanto significativo el comentario de que la línea dos tardaba ochenta y siete minutos en hacer su circuito. Kwak no tuvo tiempo de confirmar personalmente los ochenta y siete minutos. El lunes, Kwak entró en los dormitorios de la compañía. No sabía si su apartamento había sido el de Chung, pero aunque lo supiera no cambiaría nada. Del apartamento hasta la oficina había cuatro paradas yendo en la línea dos. Era hora de bajarse. Cuando Kwak intentaba meter el libro en su bolso, el libro aleteó agitándose como un pájaro. Y luego, se elevó hacia el cielo saliendo del bolso y rompiendo el techo de metal del metro. Los crujidos se volvieron fuertes, como truenos. Muchos de los libros, que se hallaban reposando aquí y allá en el subterráneo, extendieron sus cuerpos como gaviotas. Algunos en vuelo bajo, otros en vuelo alto, atravesaron este mundo. Entre ellos, las letras flotaron como plumas. El libro voló muy alto. A varios metros en el aire, abrió ampliamente la boca y, buscando un nuevo blanco, bostezó ampliamente. El vagón del metro, con el techo descubierto, siguió su recorrido sin ninguna novedad y la gente siguió leyendo libros. El aire soplaba formando corrientes.

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