Guía de Berlín

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EL RESURGIR DE UNA CAPITAL

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Apuntes Históricos

BERLÍN

EL RESURGIR DE UNA CAPITAL L

La Puerta de Brandeburgo, que antes estaba en tierra de nadie, se ha convertido en el símbolo de la Alemania unificada. Hace dos décadas se encontraba rodeada de alambradas y centinelas, medio oculta detrás del Muro de Berlín. Hoy en día, los turistas han sustituido a los militares en esta ciudad que trata de reinventarse a diario, donde los mismos focos que antaño persuadían a los osados que pretendían cruzar al otro lado alumbran ahora las animadas noches berlinesas. La capital germana regala altas dosis de desparpajo, jovialidad y originalidad al recién llegado. Un paseo por sus calles inocula al visitante con un espíritu reformador y descarado que se desconoce en otras latitudes y que se aleja de la imagen estereotipada de Alemania. El vivero cultural del país es fruto de aquella mágica noche del 9 de noviembre de 1989, en la que no sólo cayó el muro que dividía los sectores este y oeste, sino que también se desplomó el Telón de Acero y se dio carpetazo a la 1

Guerra Fría. Desde entonces, los berlineses han sido testigos de una vorágine urbanística que casi ha supuesto la creación de una ciudad de nuevo cuño, la principal de Europa Central. Junto a esta oleada de

edificios contemporáneos y remozadas fachadas se descubrirá una metrópoli impregnada de encanto histórico y eclecticismo, confiada en su futuro y vibrante en su presente.

Una guía práctica La información que se facilita a continuación no pretende abarcar toda la ciudad, sino que se limita a los lugares más interesantes desde el punto de vista turístico. Berlín roza los 3,5 millones de habitantes y cuenta con 889 km², una amplia extensión que obliga a limitar las visitas a ciertos barrios, monumentos y museos. Se ubica en la parte oriental del país, en las llanuras de los ríos Havel y Spree, que confluyen en el barrio de Spandau. El centro de la ciudad, que está atravesado por numerosos canales, se divide en ocho zonas. En esta guía nos centraremos en los reclamos urbanos más conocidos, a pesar de que la capital alemana dispone de una oferta cultural casi ilimitada y de la proximidad de núcleos como Postdam, Dresde y Leipzig.

Berlín es una de las capitales más jóvenes de Europa. Su origen se remonta a los asentamientos de navegantes y mercaderes a orillas del río Spree, fundados en el siglo xiii y divididos en dos colonias. La primera, denominada Cölln, se instaló sobre una pequeña isla donde hoy en día se encuentran algunos de los museos más interesantes de la urbe. En la ribera opuesta se emplazó Berlín, que coincidiría con Nikolaiviertel, el actual barrio presidido por la iglesia de San Nicolás. Los primeros escritos en los que aparece Cölln datan del año 1237. Ambos asentamientos, dedicados a la pesca y al comercio de centeno y madera, sellaron una alianza en 1307. En una de las muchas disputas violentas entre las casas de Luxemburgo y Wittelsbach, los berlineses pidieron ayuda al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, quien envió a Federico von Hohenzollern como protector. La ciudad fue elegida capital del estado de Brandeburgo en 1415, con lo que se inició un período de medio siglo de dependencia de la dinastía de los Hohenzollern, una familia de nobles procedente del sur de Alemania. Los males de los ciudadanos empezaron en 1448, cuando una protesta contra la construcción del primer castillo del asentamiento fue sofocada violentamente. Y continuaron con las epidemias de peste bubónica de 1576, 1598 y 1600, que pusieron freno al crecimiento demográfico y económico de Berlín. La situación empeoró tras el estallido de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), que convirtió el Sacro Imperio Romano Germánico en un inmenso campo de batalla. La suerte cambió con la llegada de Federico Guillermo von Hohenzollern, quien subió al trono de Brandeburgo en 1640. Bajo su reinado la población se triplicó y alcanzó los 20.000 habitantes. Capital de Prusia Las obras de la moderna fortificación, la construcción del canal que une los ríos Spree y Oder y la creación de nuevas colonias satélite, como Friedrichswerder y Dorotheenstadt –absorbidas en 1709–, impulsaron el desarrollo de Berlín, que se benefició de la llegada de familias judías y de hugonotes franceses expulsados de

sus hogares. Federico III asumió las riendas del poder en 1688 y trece años más tarde convirtió a Brandeburgo en reino y fue coronado como Federico I de Prusia. Como mecenas y amante del lujo, el monarca promovió grandes obras culturales, como la Academia de Bellas Artes y Ciencias. Durante el reinado de su sucesor, Federico Guillermo I [1713-1740], Berlín sumó 90.000 habitantes. La primera etapa de esplendor llegó de la mano de Federico II [1740-1786], más conocido como Federico el Grande, quien bregó durante años con sus enemigos políticos, las emperatrices María Teresa de Austria y Catalina la Grande de Rusia. Prusia alcanzó el rango de potencia europea y Berlín se consolidó como un brillante centro cultural gracias a la afición del rey por el arte, la filosofía y la música. Unas 150.000 almas residían en la capital del imperio a finales del siglo xviii. El sueño de Bismarck Las tropas de Napoleón Bonaparte ocuparon Prusia y Berlín entre 1806 y 1813. Después de esta etapa se produjo una frenética industrialización de la región basada en el ferrocarril, seguida de una recesión en toda Europa que desembocó en graves disturbios en 1847. Con el nombramiento de Otto von Bismarck como canciller empezó un período de expansión que culminó con la anexión de las regiones francesas de Alsacia y Lorena, la unificación alemana y la proclamación del Imperio Germánico en 1871, con Berlín como capital y Guillermo I como káiser. La ciudad encaró otro período de crecimiento que le llevó a contar con un millón de habitantes en 1877 y con dos millones en 1905, al tiempo que se construyeron residencias señoriales y grandes avenidas. El estallido de la Primera Guerra Mundial apenas repercutió en Berlín, aunque la derrota alemana supuso una humillación que tendría consecuencias a corto plazo. Para empezar, la dinastía de los Hohenzollern se desvaneció y fue sustituida por la República de Weimar. La fragilidad de la burguesía, la crisis económica, la inflación y una situación de confusión y desorden generalizado impidieron el correcto desarrollo del sistema democrático. Sólo durante una breve etapa, entre 1924 y 1929,

una burguesía económicamente recuperada pudo disfrutar de un auge científico, artístico y literario. Los innumerables teatros, cabarets y locales nocturnos de Berlín dieron fe de esos dorados años veinte. El crack bursátil de 1929, sumado a un desempleo masivo, abonó el ascenso de Adolf Hitler, quien alcanzó el cargo de canciller en 1933. Los Juegos Olímpicos de 1936 se convirtieron en un escaparate de la voluntad de supremacía de la raza aria. La esperanza democrática sucumbió a la dictadura totalitaria, cimentada en la persecución de todo aquel sospechoso de ser contrario al régimen de Hitler. La invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939 señaló el inicio de la Segunda Guerra Mundial y de una de las etapas más oscuras de la historia de la Humanidad. Destrucción y división La toma de Berlín por parte del Ejército Rojo en abril de 1945 y el suicidio de Hitler a finales de ese mismo mes supusieron el colofón a una orgía de sangre y despropósitos. Gran parte de Europa y casi toda Alemania quedaron destruidas. La conferencia de Postdam finalizó con la división de Berlín en cuatro zonas, ocupadas por tropas soviéticas, estadounidenses, francesas y británicas, lo que situó a la ciudad devastada en la primera trinchera de la Guerra Fría. En junio de 1948, en un intento de anexionarse toda la ciudad, las autoridades soviéticas impusieron un bloqueo de los sectores occidentales que fue superado gracias a la ayuda masiva de Estados Unidos. El mismo año vio el nacimiento de la República Federal de Alemania (RFA), con capital en Bonn, y de la República Democrática Alemana (RDA), con Berlín Oriental como cabecera. La gran migración de alemanes hacia el opulento y democrático oeste fue el detonante de la construcción de un muro en 1961. Se mantuvo en pie hasta 1989, cuando el moribundo régimen comunista aceptó la libre circulación de ciudadanos. El 3 de octubre de 1990 Alemania se reunificó oficialmente y Berlín recuperó su estatus de capital en 1991. Desde entonces ha vivido una transformación sin igual que ha desembocado en la creación de una de las urbes socialmente más avanzadas del mundo.

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Gastronomía

Pan, cerdo, patatas y cerveza Como capital de Alemania y ciudad cosmopolita, Berlín ofrece una gran variedad de restaurantes, desde indios hasta griegos, pasando por japoneses, mexicanos, tailandeses y españoles. Abundan los restaurantes de cocina internacional y también los locales que sirven platos tradicionales, que suelen ser sabrosos pero algo pesados. Las charcuterías y las panaderías berlinesas exponen productos de primera calidad, como las salchichas picantes (currywurst o thüringer) y un amplio elenco de bollos, como el panecillo de leche (semmel), el de ácimo con sal (laugenbrötchen) o el de cereales (me-

hrkornbrötchen). Los berlineses conocen infinidad de maneras de preparar el cerdo, con el que se elaboran los platos más populares, como el kasseler, que consiste en carne sazonada y curada que se sirve con chucrut, puré de patatas y mostaza, generalmente muy picante. El clásico codillo de cerdo (eisbein) también se acompaña con chucrut y patatas cocidas, además de una ración de puré de guisantes. El jabalí, el conejo, el pato y el ganso también están muy presentes en la cocina de la ciudad, al igual que los champiñones y, en el caso del pescado, de la lucioperca, el bacalao y el arenque. La presentación

de los platos suele ser sencilla, al tiempo que voluminosa debido a la influencia campesina, alejada de lujos y pretensiones. Como guarniciones abundan el sauerkraut, un guiso de repollo, el puré de guisantes, nabos, rábanos, pepinillos en vinagre y las patatas, ya sea fritas, en puré, asadas o cocidas. Sin duda, la bebida más emblemática es la cerveza, presentada en múltiples variedades y marcas. Aunque el frío impide el cultivo de la vid en esta zona de Alemania, en los restaurantes es posible encontrar vinos del sur del país, sobre todo blancos.

MOVERTE EN BERLÍN Consejos útiles

Berlín se encuentra en la misma franja horaria que el resto de Europa central, es decir, GMT + 1 hora, al igual que España o Francia. A pesar del intenso frío del invierno, cualquier época del año es buena para visitar la capital alemana. El mejor período para pasear, visitar monumentos o incluso disfrutar de las playas urbanas del Spree coincide con el verano. Primavera y otoño también son estaciones recomendables por la gran variedad de acontecimientos deportivos y culturales. Los museos y bares se convierten en refugios ideales durante el invierno, cuando las temperaturas descienden por debajo de los cero grados. El clima es continental, con importantes contrates entre unos veranos más bien cálidos y unos inviernos muy fríos que suelen deparar heladas y copiosas nevadas. La temperatura media en enero se sitúa en -0,5°C, mientras que en julio asciende hasta los 20°C. El menor índice de lluvias se registra en febrero y abril, frente a septiembre, el mes con mayores precipitaciones. La enorme extensión de Berlín obliga a desplazarse en transporte público si se quieren encadenar varias visitas en un mismo día. Sin duda, lo mejor es renunciar al coche y explorar el centro de la ciudad a pie, combinando el metro (U-Bahn) con la red de trenes en superficie (S-Bahn) y los 3

autobuses. Alquilar una bicicleta es otra opción interesante por tratarse de un medio de transporte muy popular en la capital alemana. El terreno llano y la nutrida red de carriles-bici hacen que pedalear sea un placer. El suburbano, que está gestionado por la empresa privada S-Bahn GmbH, funciona a diario de 5.00 a 00.30 horas y se entrelaza en muchas estaciones con el U-Bahn, un servicio operado por la empresa pública BVG que suele estar abierto de 6.00 a 23.00 horas. El metro pasa cada uno o dos minutos en hora punta y permanece abierto por la noche todos los fines de semana, excepto en una de las diez líneas, la U4. La red de trenes urbanos no es tan densa como la del metro, aunque las líneas son más largas que en el suburbano. Existen un total de 17 que comunican con todos los extremos de la urbe y la frecuencia de paso oscila entre los 10 y los 20 minutos. Los autobuses abarcan toda la extensión de la ciudad y los servicios nocturnos funcionan cuando no lo hacen los trenes. Los tranvías sólo circulan por el antiguo sector este. Además de los barcos turísticos, hay servicios temporales y permanentes de ferry a puertos marítimos o fluviales como Hamburgo, Kiel, Spandau y Postdam. Los billetes, válidos para cualquier medio de transporte, se pueden comprar en máquinas expendedoras en las estaciones y paradas, así como en los

mostradores y, en el caso de los autobuses, a través del conductor. Existen varios tipos de abonos disponibles. El transporte público del área metropolitana de Berlín se divide en tres zonas –A, B y C–, aunque los turistas se mueven preferentemente por las dos primeras, las más céntricas. Los taxis suelen ser Mercedes-Benz de color crema. En caso de no encontrarse en el centro, se recomienda tomarlos en las paradas, en lugar de detenerlos por la calle. También se pueden solicitar por teléfono. Berlín es un destino razonablemente seguro. Como ocurre en otras grandes ciudades, conviene evitar las zonas solitarias de noche y estar atento a los carteristas, que suelen aprovechar los descuidos en los lugares más concurridos, como en los transportes públicos en horas punta. Lo mejor es dejar los objetos de valor en casa o mantenerlos fuera del alcance de los ladrones. Casi todos los negocios y oficinas suelen abrir de 9.00 a 18.00, con una hora para comer, aunque hay tiendas que atienden a los clientes de 9.30 o 10.00 a 20.00 horas. La mayoría del comercio cierra a las 16.00 horas los sábados. Las propinas no son obligatorias, aunque en los restaurantes y cafeterías se suele redondear la cuenta si el servicio ha sido satisfactorio.

PRINCIPALES FIESTAS Y EVENTOS Día de Año Nuevo El 1 de enero, el primer día del año. Los que resistan la resaca de la noche anterior pueden participar en la Berliner Neujahrslauf, una carrera de cuatro kilómetros por la ciudad que empieza en la Puerta de Brandeburgo. Lange Nacht der Museen A finales de enero más de 100 museos de la ciudad abren sus puertas durante la noche. Berlinale El Festival Internacional de Cine de Berlín se celebra durante la segunda y tercera semanas de febrero. Internationale Tourismus-Börse (ITB) La primera feria de turismo de Europa se organiza a mediados de marzo.

Music-Biennale La segunda semana de marzo de todos los años impares se celebra este multitudinario festival de música experimental, electrónica y contemporánea. Pascua Se celebra en fechas variables y vale la pena por los mercados que se instalan en el centro de la urbe. Día del Trabajo Tiene lugar el 1 de mayo. Abierto de Tenis Femenino Se organiza a principios de mayo y en él suelen participar las mejores raquetas del cuadro femenino. Karneval der Kulturen Durante tres días de finales de mayo se plasma la diversidad cultural en las calles del barrio de Kreuzberg en un carnaval colorista.

Christopher Street Day A finales de junio se conmemora el Día del Orgullo Gay con un gran desfile. Bach Tage Berlin Las salas de conciertos repasan durante la primera semana de julio el repertorio de Johann Sebastian Bach. Berliner Festwochen Importante festival que incluye conciertos, exposiciones y encuentros, y que se celebra durante todo el mes de septiembre. Maratón de Berlín Es una de las más conocidas del mundo y se organiza el tercer domingo de septiembre. Popkomm A finales de septiembre tiene lugar uno de los festival de música pop más importantes de Europa. 4


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Tiergarten

Antaño coto real de caza, se transformó en uno de los pulmones verdes de Berlín en el siglo xviii. Tras la caída del Muro de Berlín se ha erigido como el polo político, cultural y financiero, con el remozado Reichstag y la recuperada Postdamer Platz a la cabeza. Esta última plaza ejemplifica la transformación experimentada en las dos últimas décadas por la capital alemana. Durante los años veinte se consolidó como epicentro del bullicio y del entretenimiento gracias a locales como el Haus Vaterland y el Café Josty, pero los bombardeos convirtieron sus alrededores en una montaña de escombros y, posteriormente, en un solar abandonado, una tierra de nadie a la sombra del Muro de Berlín que fue inmortalizada en la película de Wim Wenders Cielo sobre Berlín. Con la reunificación se convirtió en el mayor proyecto urbanístico de la ciudad, en el que despuntan el Beisheim Center, el Sony Center, el Filmmuseum y el centro comercial Arkaden, uno de los más concurridos de la metrópoli.

Charlottenburg

Este distrito, situado al oeste del centro, acumula mucha historia a sus espaldas como ciudad independiente antes de anexionarse a Berlín. Lo más conocido del barrio es el palacio que le da nombre, que está rodeado de inmensos parques y elegantes mansiones pertenecientes a la clase acomodada. Merece la pena recorrer la Schlossstrasse para admirar algunas de estas casas.

Mitte

El barrio más céntrico de Berlín se extiende entre la Alexander Platz, al este, y la Puerta de Brandeburgo, al oeste. Esta zona, que se empezó a edificar durante el siglo xvii, resurgió tras la caída del Muro de Berlín y todavía se encuentra en pleno proceso de desarrollo urbanístico. Sin embargo, ya se ha convertido en uno de los distritos más dinámicos y caros de la capital alemana. Junto a las tiendas exclusivas de la avenida Unter den Linden, los hoteles de lujo y las embajadas de Francia o el Reino Unido convive una de las escenas underground más activas de Europa, como se constata en la variedad de talleres de artistas, clubs de música electrónica y tiendas de ropa y de decoración de vanguardia. Aquí se concentran muchos de los edificios históricos de la ciudad. El eje central del barrio es el amplio bulevar Unter den Linden –que significa “bajo los tilos–, antaño la ruta que conducía al coto real de caza, transformado más tarde en el Tiergarten. Por esta vía se atraviesa el Schlossbrücke, uno de los pocos puentes antiguos sobre el Spree que, milagrosamente, no sufrieron las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Muy cerca aparece el Deutsches Historisches Museum, de aires barrocos, y a poca distancia se abre la Bebelplatz, antes conocida como plaza de la Ópera. Aquí mismo, el 10 de mayo de 1933, se quemaron más de 25.000 libros, muchos de ellos procedentes de la próxima Alte Bibliothek. Un discreto monumento recuerda aquella barbarie: un cristal translúcido pegado al pavimento permite ver una sala repleta de estanterías vacías. El autor, Micha Ullman, añadió unas premonitorias palabras del poeta judío alemán Heine: “Allí donde ardan los libros, acabará por arder el pueblo”.

Kreuzberg

Se conoce como el barrio turco, ya que concentra a la mayoría de esta comunidad de inmigrantes, la más numerosa de Alemania. En sus calles no faltan los mercados a orillas del Spree, donde los tenderos turcos invitan a los clientes, entre gritos, a comprar sus productos: queso fresco, panes, dulces, telas estampadas... El desarrollo de Kreuzberg empezó a finales del siglo xix, cuando estaba habitado sobre todo por la clase obrera. Durante el período de existencia del Muro de Berlín, entre 1961 y 1989, esta zona quedó algo descuidada, y todavía conserva en la actualidad ese aire de provisionalidad, en el que se mezclan los apartamentos de lujo con las viviendas abandonadas. Sin embargo, la unificación del país trajo aires de renovación y con el tiempo se ha convertido en uno de los lugares predilectos para los jóvenes por su animación. Se extiende al sur del centro y debe su nombre a la colina homónima que se eleva a 66 metros de altitud y coincide en la actualidad con el Viktoriapark, un remanso de paz que sorprende por su colección de cascadas artificiales. En este barrio joven, vibrante y descarado se aprecia el Berlín que nada a contracorriente, el Berlín de los sentidos, el mismo que permite darse un baño en plena ciudad y comer en un restaurante a oscuras, como si la capital alemana quisiera reírse de la relatividad de las cosas. Como ocurre en el East End londinense, en el Raval barcelonés o en el Lavapiés madrileño, Kreuzberg está habitado por artistas bohemios, jóvenes profesionales liberales, comerciantes turcos y amantes de la estética punk. El barrio hunde sus raíces en los duros años sesenta, cuando era la zona del sector oeste con más metros de Muro alrededor, lo que provocó un descenso del precio de los alquileres y la consiguiente llegada de una población eminentemente desfavorecida. Hoy, resituado en un área céntrica tras el desplome del Muro, atrae a turistas y residentes por igual gracias a emblemas como el Museo Judío y a tres de las calles más animadas de la urbe, Oranienstrasse, Wienerstrasse y Bergmannstrasse, a las que no les faltan galerías de arte, tiendas de ropa de segunda mano y bares alternativos al gusto de los más cool. El rincón más trendy es el que linda con el barrio de Treptow y ofrece una sala de conciertos como Arena, el Badeschiff, una piscina flotante en el Spree, y los talleres de artistas de la Kunstfabrik, con su búnker reabierto como espacio expositivo. Kreuzberg está salpicado de acogedores cafés con sillones de orejas raídos y sillas y mesas rescatadas de la calle, como el Mobel Ölfe, el Neue Bohnen o el Montecruz.

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Isla de los Museos

Aunque pertenece de facto al distrito de Mitte, vale la pena dedicarle un apartado a este alargado islote que forman los afluentes del Spree, donde habitaron los primeros pobladores de Berlín, allá en el siglo xiii. Alberga el Lustgarden, un jardín precioso, la catedral y algunos de los mejores museos de Europa, como el Altes Museum, el Pergamonmuseum y el Bodemuseum.

Scheunenviertel

Su nombre significa “barrio de los graneros”, ya que en el siglo xvii albergó estas construcciones, que fueron trasladadas por orden de las autoridades ante el temor de que un incendio asolase el centro de la urbe. En esa época acogió a los judíos que huían de Rusia y del Este de Europa y se convirtió en la próspera judería de Berlín. Como otras zonas de la capital alemana, cayó en el abandono después de la Segunda Guerra Mundial. En los últimos años, gracias al esfuerzo de rehabilitación de edificios, se ha situado como un lugar de moda y una zona de ocio nocturno preeminente.

Nikolaiviertel

Uno de los barrios más antiguos de Berlín, reconstruido en su totalidad por el régimen comunista como recreación de un pueblo medieval, toma su nombre de la iglesia parroquial consagrada a san Nicolás, cuyas agujas sobresalen entre las casas bajas que predominan en esta parte de la urbe. Se trata de una zona bañada por el Spree de estrechas calles repletas de tascas, tiendas de recuerdos y diminutos museos. Uno de los mesones más populares y tradicionales es el Zum Nussbaum, que en otro tiempo estuvo ubicado en la isla de Fischer. El edificio original fue destruido, pero se construyó de nuevo en el cruce de Am Nussbaum con Propststrasse.

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propagandísticos. Y en 1995, la imagen de este histórico edificio envuelto en telas plateadas dio la vuelta al mundo gracias al empeño del artista Christo. Se programan charlas cuando no hay sesiones parlamentarias, así como recorridos con guía de unos 90 minutos de duración. El paseo por la cúpula es espectacular, ya que se perciben unas increíbles vistas de la ciudad en transformación.

Puerta de Brandeburgo

El símbolo por excelencia de Berlín preside la Pariser Platz, situada al final de la gran avenida Unter den Linden. El visitante se encontrará ante un monumento imponente de estilo neoclásico que data de finales del siglo xviii. Su autor, Karl Gotthard Langhans, se inspiró en los propileos del Partenón de Atenas. En su origen era la puerta de la ciudad hacia el este y después de la Segunda Guerra Mundial quedó seriamente dañada. Tras la construcción del Muro de Berlín permaneció durante años en tierra de nadie y con la reunificación se convirtió en escenario de celebraciones y en punto de encuentro de los berlineses. Un par de pabellones utilizados anteriormente por la guardia y los agentes de aduanas flanquean la columnata dórica, que cuenta con bajorrelieves que representan escenas de la mitología griega. Encima del friso despunta la famosa cuadriga de Johann Gottfried Schadow, que en un principio simbolizaba la paz. Napoleón ordenó su traslado a París durante la ocupación francesa y cuando regresó a Berlín en 1814 se transformó en el referente de la victoria, de ahí que se añadiese el báculo con el águila prusiana y la cruz de hierro adornada con una corona de laurel. Para disgusto de los visitantes, este monumento, que ha sido testigo de los acontecimientos más trascendentales de la capital alemana, permaneció cubierto durante dos años, entre 2000 y 2002, mientras se le realizaba un lavado de cara. Desde entonces, el monumento más representativo de la Alemania unificada vive una segunda juventud.

Muro de Berlín

Gran parte de este símbolo de la división entre dos mundos que parecían irreconciliables ha sucumbido al entusiasmo de los coleccionistas y de los promotores inmobiliarios. Casi dos décadas después de la caída del Muro apenas siguen en pie unos centenares de metros divididos en diferentes secciones. Una de ellas se conserva al norte de la urbe, en el distrito de Mitte, como recuerdo de las decenas de personas que perdieron la vida al intentar saltarlo, la mayoría acribilladas por los vigilantes. Este tramo se encuentra en la Bernauer Strasse, entre las calles Acker y Berg, junto al Centro de Documentación del Muro (Gedenkstätte Berliner Mauer). Casi en el otro extremo de la 7

Museo Judío

La idea de crear una exposición permanente de este tipo surgió de la comunidad judía berlinesa en 1971 como reparación y recuperación del museo abierto a principios de la década de 1930, poco antes de que Hitler accediese al poder, y clausurado por la GESTAPO en 1938. En los años ochenta recobró fuerza el sentimiento de reabrirlo, algo que finalmente se materializó en 1999 con la inauguración del actual edificio, una extensión del Museo de Berlín. La asombrosa estructura de cinc diseñada por Daniel Libeskind se basa en una estrella de David fragmentada. Incluso antes de la instalación de las exposiciones permanentes –que rememoran la vida e historia de los judíos alemanes–, miles de visitantes se acercaron aquí para disfrutar de los evocadores espacios. Las largas y estrechas galerías con suelos inclinados y recorridos zigzagueantes evocan los sentimientos de pérdida y confusión experimentados por millones de judíos, al tiempo que los huecos existentes en el interior representan el vacío dejado por ciudad, en concreto en la Mühlenstrasse, entre Hauptbahnhof y Oberbaumbrücke, sobrevive otra sección del Muro de unos 1.300 metros de longitud que en 1990 se convirtió en la East Side Gallery. Más de 100 artistas de una veintena de países cubrieron el gris del hormigón con las más variadas pintadas y murales. Un poco más al sureste, en un parque abandonado, se alza la última torre vigía del sistema de control fronterizo. Aunque quizá el mejor lugar para hacerse una idea de cómo era Berlín en los años sesenta, setenta y ochenta sea el museo Haus am Checkpoint Charlie, ubicado cerca del famoso puesto de control, el único punto de paso para los extranjeros entre Berlín Este y Berlín Oeste. Una serie de exposiciones documentan la historia del Muro y muestran las famosas pintadas de la cara occidental. Vale la pena el espacio reservado a los intentos de fuga protagonizados por ciudadanos de la RDA. Poco queda del Checkpoint Charlie original, que estaba rodeado de alambradas, sacos de arena y verjas, más allá de una réplica y del tenso eco de la Guerra Fría. A poca distancia aparece la Topograhie des Terrors, una exposición informativa al aire libre que

la aniquilación de gran parte de esta comunidad. La muestra está dividida en 14 secciones y en ella destacan objetos como las gafas de Moses Mendelssohn –filósofo abanderado de la tolerancia religiosa– y la plancha eléctrica de AEG, antaño una de las mayores compañías de Alemania, que ejemplifica la posición dominante de los judíos en el comercio y la industria del Berlín de finales del siglo xix y principios del xx. En el exterior, el jardín del Exilio y de la Emigración comprende 49 pilares inclinados que representan la diáspora y la fundación del Estado de Israel en 1948, más uno por Berlín.

Castillo de Charlottenburg

La construcción de este palacio real barroco comenzó en 1695 como residencia de verano de Sofía Carlota, la esposa del rey Federico I, pero las obras de ampliación continuaron hasta bien entrado el siglo xviii. La sección central es la más antigua y está coronada por una elevada cúpula de color turquesa. En el interior brillan con luz propia la Porzellankabinett, una galería de espejos decorada con porcelana japonesa y china; la capilla y la Ahnengalerie, flanqueada por grandes óleos y paneles de roble. Los museos y galerías que están en el palacio y sus alrededores incluyen la colección Berggruen, que contiene un centenar de obras de Picasso, así como una colección representativa de sus contemporáneos. El extenso parque que rodea el edificio es uno de los predi-

lectos de los berlineses y se encuentra en uno de los barrios más acomodados de la capital alemana.

Marienkirche

Esta iglesia gótica fundada en el siglo xiii y consagrada a Santa María se considera uno de los edificios más antiguos de la capital alemana. Antaño rodeada de viviendas, hoy en día se alza solitaria a los pies de la Fernsehturm, la torre de televisión y la construcción más elevada de la metrópoli, con 365 metros. El templo esconde en su interior notables tesoros artísticos, como una pila bautismal que data de 1437 y el púlpito de Andreas Schlüter, obra maestra esculpida en alabastro y decorada con bajorrelieves.

Tiergarten

El parque más extenso de una de las urbes más verdes de Europa se encuentra en el centro de Berlín, donde ocupa unas 200 hectáreas. En otros tiempos fue una reserva de caza, hasta que en 1830 se transformó en un jardín diseñado por Peter Joseph Lenné. La Segunda Guerra Mundial destrozó su armonía vegetal, pero con el tiempo se recuperó su encanto y hoy en día vuelve a ser un apacible espacio atravesado por senderos cubiertos de árboles, canales y parterres de flores. También dispone de un par de campos abiertos en ambos lados del Hofjägerallee donde los lugareños se tumban desnudos a tomar el sol.

coincide con otro de los tramos del Muro y con el antiguo cuartel general de las SS y de la GESTAPO.

Reichstag

El arquitecto británico Norman Foster concibió la reforma de este edificio, sede de la Asamblea Popular (Bundestag), como enseña de la nueva Alemania. La cúpula elíptica, que consta de una galería panorámica, representa la transparencia del gobierno democrático. Su origen se remonta a finales del siglo xix –de ahí su estilo neoclásico– y desde el principio albergó el Parlamento. Desde aquí se declaró el nacimiento de la República de Weimar en 1918 y en 1933 un incendió destruyó su salón principal. Las acusaciones vertidas contra los comunistas propiciaron una caza de brujas promovida por los nazis que despejó el camino para que Hitler alcanzase el poder. En otro referente histórico, durante la toma de Berlín por parte del Ejército Rojo, el fotógrafo Yevgueni Chaldej capturó el momento en el que un soldado soviético izaba la bandera con la hoz y el martillo sobre el Reichstag, una instantánea que posteriormente se ha demostrado que fue retocada con fines

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ESPECTÁCULOS La oferta cultural de Berlín está a la altura de una gran capital y abarca desde el teatro hasta un concierto multitudinario, pasando por la danza y los últimos estrenos cinematográficos. La escena berlinesa mantiene vivo el espíritu de Brecht, al tiempo que el séptimo arte también goza de buena salud, tanto en lo que respecta al número de salas comerciales como al espacio que conservan las proyecciones independientes. Además, la ciudad acoge todo tipo de manifestaciones contraculturales y atrae desde hace algunos años a los artistas más vanguardistas.

OTRO LUGARES DE INTERÉS Torre de televisión (Fernsehturm)

Conocida popularmente como mondadientes (Telespargel) por los berlineses, ofrece las mejores vistas de Berlín. Esta construcción colosal, una de las más altas de Europa, puede avistarse desde casi cualquier rincón de la ciudad. Sus creadores la diseñaron para que pareciese una cruz cristiana al darle el sol por los lados. El toque actual lo proporcionan los neones que centellean en la base de la torre. Los visitantes pueden tomar el ascensor para acceder al mirador situado a 203 metros, en el interior de la gigantesca esfera de acero. Otra de las atracciones es el café giratorio, que da una vuelta completa cada hora y media.

Museo de Pérgamo (Pergamonmuseum)

En la isla de los Museos, un kilómetro cuadrado que rebosa arte, despunta esta 9

colección de antigüedades, una de las de mayor renombre de Europa y la más visitada de la ciudad. Debe su nombre al altar de Pérgamo, que se erige en el vestíbulo principal y sumerge al visitante en una lucha entre dioses griegos y gigantes. En sus salas se exponen algunos de los tesoros arqueológicos más valiosos de los últimos seis mil años, reunidos a raíz de las numerosas expediciones alemanas llevadas a cabo a finales del siglo xix y principios del xx. La puerta de Ishtar de Babilonia, decorada con ladrillos vidriados originales, y la habitación forrada en madera perteneciente a un mercader de la ciudad siria de Alepo son algunas de las joyas más deslumbrantes.

Catedral

De confesión protestante, es el edificio religioso más grande de Berlín. El templo original se erigió entre 1747 y 1750, aunque el actual, de estilo neobarroco, data de principios del siglo pasado y fue restaurado después de los destrozos sufridos durante

la Segunda Guerra Mundial. La principal iglesia de la dinastía de los Hohenzollern alberga la cripta de la familia, que consta de un centenar de sarcófagos profusamente decorados, un órgano descomunal y unas vidrieras en el ábside en las que se representan escenas de la vida de Jesús.

Teatro Deutsches Theater Schumannstrasse 13 28 44 12 25 www.deutschestheater.de Fundado en 1883 y localizado en el centro de Berlín, programa obras de primera categoría que sobresalen por sus puestas en escena. Puede resultar difícil conseguir entradas para sus representaciones. Berliner Ensemble Bertold-Brecht-Platz 1 28 40 81 55 www.berliner-ensemble.de Este suntuoso teatro ha contado entre sus directores con dramaturgos de la talla de Brecht y Heiner Müller, cuyas obras se siguen representando. Hebbel am Ufer, Haus 1 Stresemannstrasse 29 25 90 04 27 www.hebbel-am-ufer.de Este ambicioso centro de artes escénicas programa sobre todo espectáculos de danza moderna y teatro de vanguardia.

Volksbühne Rosa-Luxemburg-Platz 247 67 72 www.volksbuehne.de En su escenario se representan sobre todo obras clásicas ambientadas en decorados modernos, además de piezas de jóvenes dramaturgos. En sus salones se celebran infinidad de actos culturales, desde conferencias a conciertos. Maxim Gorka Theater Am Festungsgraben 2 20 22 11 29 www.gorki.de Es otro de los escenarios importantes de la capital alemana, que se completa con otros como el Renaissance-Theater, el Schlosspark Theater, el Bat-Studiotheater y el Kleines Theater, en estos dos últimos casos dentro de la categoría de salas alternativas. Cine Berlín ha sido tradicionalmente la capital del cine alemán, en parte gracias a la celebración de la Berlinale, un festival internacional que suele atraer a grandes estrellas del séptimo arte. La mayoría de los multicines se encuentra en los alrededores de la Breitscheidplatz, cerca de Ku’damm, la Tauentzienstrasse y la Alexanderplatz. El International, situado en la Kart-MarxAllee, es el único cine que se conserva del período comunista, por lo que puede resultar curioso para los interesados en la antigua RDA. También existen numerosas salas que proyectan filmes independientes, entre ellas el Zeughauskino. Música La capital alemana posee una de las mejores orquestas filarmónicas del mundo y una de las salas de conciertos más bellas.

Además de los conciertos de temporada, la ciudad alberga muchos festivales y en iglesias, auditorios y palacios también se programan conciertos menos multitudinarios a lo largo del año. Sin embargo, el edificio de la Filarmónica de Berlín ha sufrido recientemente un incendio que obligará a trastocar algunos planes. De las tres óperas que hay en la urbe, la Staatsoper Unter den Linden es la más espectacular y su repertorio incluye clásicos alemanes e italianos, junto con algunas obras contemporáneas. Todos los grandes grupos de rock o de jazz tienen en cuenta a Berlín a la hora de diseñar sus giras internacionales. Las actuaciones de gran formato suelen celebrarse en el Max-Schmeling-Hall, en el Velodrom o en el Olympiastadion. Entre los locales con música en directo destacan el Café Swing en la Nollendorfplatz–, el So 36 –en Kreuzberg– y, como clubes de jazz, el A Trane y el b-flat. Los aficionados al tecno pueden deleitarse en Tresor, un local situado en la Leipziger Platz, así como en los clubes Columbia y Matrix. Danza Los tres teatros de la ópera incluyen en sus repertorios interesantes programas de ballet en los que se combina lo clásico con lo contemporáneo. Komische Oper se decanta por coreografías más modernas, mientras que el programa de la Staatsoper Unter den Linden se centra en obras clásicas. Deportes El maratón internacional de Berlín reúne a miles de corredores y se considera la tercera cita mundial de la especialidad en importancia (www.real-berlin-marathon. com). El recorrido, uno de los más rápidos del mundo, atrae a atletas y patrocinadores de primer nivel.

Iglesia Conmemorativa del Káiser Guillermo

Levantada a finales del siglo xix y destruida parcialmente en 1943 por las bombas aliadas, constituye otro punto central de Berlín. Se trata del único edificio del antiguo sector occidental que no ha sido reconstruido como recordatorio de los horrores de la guerra. Su campanario medio derruido supone una herida que ya empieza a cicatrizar. Junto a las ruinas del templo se construyó una iglesia octogonal de vidrio azul entre 1959 y 1961, así como un campanario independiente, en una zona que suele reunir a tenderos y músicos ambulantes.

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