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Monumento al perro Dzok

Dzok era el nombre de un perro mestizo que en verano de 1990 acompañaba a su dueño anciano por las calles de Cracovia. El anciano sufrió un ataque al corazón cuando los dos cruzaban el paso de peatones de la Rotonda Grunwaldzkie en pleno centro de Cracovia. Los transeúntes los rodearon y llamaron a una ambulancia. Cuando el vehículo junto con la víctima se alejaron, el perro se quedó atrás, pues nadie había reparado en él.

El dueño del fiel perro murió en aquella ambulancia sin llegar al hospital. El perro se quedó en la misma rotonda donde vio por última vez a su padre humano, sin entender qué había sucedido. Decidió esperarle, tardase lo que tardase. Sin embargo, el hombre nunca volvió. El perro rehuía cualquier ayuda que intentaban prestarle los buenos ciudadanos, escapaba de los coches y los tranvías, rebuscaba en la basura algo para alimentarse y sobrevivir, y dormía en medio de la rotonda.

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Los empleados del Refugio Público de Animales de Cracovia también trataron de ayudar al perro, pero nunca consiguieron acercarse a él.

Pasaron meses hasta que el perro confió en alguien. Ese alguien fue una señora mayor con otro perro, Kajtek. Fue gracias a aquella mujer de enorme corazón que el perro pudo sobrevivir al duro invierno polaco. En verano, cuando se cumplía un año de la muerte repentina del dueño de Dzok, éste abandonaba la rotonda para acompañar a su nueva salvadora, María, a su casa.

Vivieron felices durante seis años. No obstante, tampoco su segunda historia tuvo un final feliz. La mujer falleció y de noche a la mañana ambos perros acabaron en el refugio público de Cracovia. Dzok no estaba dispuesto a rendirse a una vida pasiva en búsqueda de un nuevo dueño para los pocos años de vida que le quedaban. Cavó una zanja debajo de la verja del refugio y huyó. Días después su cadáver fue encontrado cerca de las vías del tren.

Los habitantes de Cracovia observaron durante un año al valiente y fiel Dzok en los alrededores de la rotonda Grunwaldzkie. Fue protagonista de numerosos periódicos locales, programas de radio y revistas. La escritora Lidia Garczynska dedicó a aquel perro, ejemplo de la eterna amistad entre un hombre y un cánido, su libro “Dzok, la leyenda más reciente de Cracovia”, mientras que el poeta Karol Kozlowski escribió un poema narrativo “Perro Dzok. El más fiel de los fieles”. En 2001 las autoridades cracovianas decidieron rendirle homenaje a Dzok erigiendo una escultura diseñada y realizada por el famoso escultor Bronislaw Chromy. El monumento representa a un perro entre las manos de un humano, que en palabras del artista muestra la relación de amor y cuidado

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