El Sendero Por Luis Campomanes.
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©2014, Luis Campomanes ©2012, Red Face Comics: Omega Series pertenece a ©Red Face Comics creado originalmente por Luis Campomanes.
El Sendero por Luis Campomanes se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional. Chimbote, Perú - Marzo 16 de 2014.
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Este libro va dedicado a mis fieles lectores, Keyla y Rodrigo, no puedo expresar en palabras lo mucho que valoro su amistad y su apoyo, Manny sigue adelante y nunca dejes de escribir, te auguro un buen y brillante futuro en este rubro. También se lo dedico a Yuli, durante una buena parte del libro fuiste mi musa y mi inspiración, gracias por ese tiempo maravilloso, eres una persona única, te deseo mucho éxito y felicidad. Este libro se lo dedico a todos aquellos que ahora están caminando por este oscuro sendero, este viejo camino que parece aterrador e incierto, les aseguro que hay luz al final del camino, no desistan, no se rindan, el camino será largo y muy difícil, pero al final sabrán que ha valido la pena recorrerlo.
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PRIMERA PARTE: Sentimientos Distantes.
―Bajo la oscura bruma roja, una macabra figura se contoneaba, como realizando una maligna danza que invitaba a la oscuridad…‖
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Capítulo 1. Jimmy. Era Domingo por la tarde cuando Jimmy salió con sus amigos, hacía tiempo que no hacía un día tan precioso se dijo, y mientras paseaban por el centro de la ciudad, observaron atentamente un cartel de un clásico ―blockbuster‖ de fin de semana, ―El agente Powers en: El arma del juicio final‖ rezaba el anuncio con letras brillantes y en la portada había un hombre bien parecido, con gafas oscuras y una pistola en la mano derecha, mientras con la izquierda sostenía una hermosa mujer de cabello rubio; el fondo estaba lleno de escenas de impactantes persecuciones con aviones, autos y la clásica explosión en forma de hongo que uno fácilmente puede distinguir de las clásicas películas de acción. —Tenemos que ir a verla.— dijo Jorge, vecino y mejor amigo de Jimmy desde que éste tenía 5 años. —Mira cuándo se estrena.— repuso Jimmy con tono impaciente. Pero el afiche sólo tenía el eslogan ―Muy Pronto‖ escrito en mayúscula, sin dar a conocer más detalle de su próxima llegada a los cines de la localidad. —Por ningún lado hay una maldita fecha.— exclamó Carlos, el mal hablado del grupo, siempre que estaba en su casa bajo estricta vigilancia de sus progenitores, de su boca no salía ni pio, pero entre amigos la historia era otra, lo apodaban Popeye porque tenía una prominente quijada y boca de marinero de agua salada. —Vámonos de aquí no quiero gastarme el dinero en alguna de esas porquerías, prefiero esperar a que el agente Powers llegue a la ciudad.— balbuceó Jorge y emprendió la marcha. Sus amigos lo siguieron inmediatamente, aunque Jimmy esperaba poder ver una película, en su interior pensaba, ―Jorge tiene razón, lo mejor será espera a que se estrene el agente Powers.‖ Con 2 Películas en su haber, la trilogía del agente Powers se disponía a cerrar su historia a lo grande y Hollywood no escatima en gastos cuando tiene en sus manos una película rentable, por más clichés o pésimo guion tenga dicha cinta. Mientras caminaban por el parque de patinaje, una chica se acercó al grupo de amigos que caminaban a paso lento, Carlos que la divisó a lo lejos pegó una palmada en la espalda a Jimmy que hizo un ruido sordo al chocar, luego lanzó una carcajada que más parecía que algo se le había atragantado en la garganta. 7
—Allí viene la novia de Jimmy.— le dijo a Jorge, mientras le hincaba las costillas con el codo. La chica se llamaba Amanda e iba al mismo colegio que Jimmy, ambos habían sido amigos desde la primaria, aunque en la secundaria se habían distanciado, y es que al crecer Jimmy había notado algo en Amanda, algo que no quería sentir; se sintió como invadido, acosado, como si alguna criatura extraterrestre le hubiera implantado una imagen en su memoria, y es que hacía poco tiempo Jimmy había comenzado a mirar a Amanda con otros ojos. Por lo que hizo lo que muchos chicos hacen cuando no saben qué hacer, huyó; la solución más fácil que encontró Jimmy para confrontar el problema fue ignorarla, cuando la veía venir en el colegio, normalmente se desviaba rápidamente y tomaba otro camino, cuando estaban en clase y debían formar grupos, Jimmy buscaba rápidamente a su fiel pandilla y se refugiaba con ellos; pues el día que no fue a clase por culpa de la gripe, se dio con una estremecedora sorpresa al volver a clase, había sido asignado al grupo de Amanda, los siguientes días fueron tortuosos, Jimmy jamás dijo ni una sola palabra, se limitó a hacer como que leía un libro y con la cabeza gacha, asentía a todo lo que los demás integrantes de su grupo decían. Amanda parecía saber con una certeza maliciosa lo que estaba pasando y atormentaba a Jimmy con ello, cuando Jimmy se acercaba cautelosamente, Amanda corría hacia él y le tomaba de la mano haciendo que todos sus compañeros rieran al unísono, Jimmy no podía hacer nada más que correr y alejarse de la muchedumbre que se formaba alrededor, después de muchos incómodos momentos recurrentes ya se circulaba el rumor por todo el colegio de que Jimmy y Amanda estaban saliendo como pareja oficial, mientras más lo negaba Jimmy, más era acosado por sus compañeros de clase y la situación no parecía que fuera a mejorar, justo en ese momento, en ese preciso lugar, Amanda se acercaba presurosa a su encuentro, quizás para crear más rumores infundados, Jimmy pensaba que era un vil plan ideado por ella para hacerlo ver como un idiota, y ¿qué más podía ser sino?. —Hola, mi amor.— Exclamó Amanda con un tono perturbadoramente cariñoso. Trató de besar a Jimmy en la mejilla quien esquivó el ademán rápidamente. —¿Qué quieres?— respondió con tono seco. —¿Por qué no me has llamado?— Preguntó en tono de desconcierto, pero era una vil mentira, pensaba Jimmy; quien ni siquiera poseía el número de aquella chica. —Ya déjame en paz.— exclamó enardecido. 8
Durante muchos meses, días y noches, Jimmy había sido víctima de la humillación total, tratando la mayor parte de su vida escolar de desmentir los falsos rumores que se habían levantado en su contra, como una enorme pared de ladrillo que él quería escalar y por cada ladrillo que escalaba, Amanda ponía encima un par más, hasta haber creado una fortaleza, un verdadero castillo de falsedad. —No te enojes, cariño.— Respondió ella con tono dulce. —Quería verte, es todo…— Los amigos de Jimmy a su costado, hacían los clásicos sonidos que incomodaban a Jimmy, para él eran como búhos ululando una melodía fastidiosa. —¿A dónde van, chicos?— Preguntó Amanda sin reparo. —Vamos al ―Arcade‖.— Respondió Jorge. Grandioso ahora de seguro nos seguirá, pensó Jimmy; maldita sea mi suerte, vociferaba por dentro. —¿Puedo ir verdad Jimmy?, di que sí.— Amanda parecía un cachorro hambriento y miraba a Jimmy como si fuera una croqueta gigante. Para que me lo preguntas si de todas formas te colarás, pensaba Jimmy; Quieres hacerme quedar mal de seguro es eso, quieres que piensen que soy un cretino con las mujeres, pero esta vez no te seguiré el juego, Jimmy trataba de idear un plan para deshacerse de la fastidiosa acompañante no deseada. —Pues vamos.— Dijo Jimmy con una maliciosa sonrisa en su rostro. Sus amigos lo miraron con rostro de sorpresa, pues ellos sabían que todos los rumores sobre la famosa relación entre Jimmy y Amanda eran sólo bromas, tonterías que los niños inventan para destrozar la autoestima del más débil, para devorar su cordura y tratar de enloquecerlo con rumores cada vez de más grueso calibre, cómo el día que Jimmy y Amanda faltaron al colegio; al día siguiente corría el rumor de que ambos habían tenido relaciones, incluso había quien juraba haberlos visto salir tomados de la mano de un hotelucho de mala muerte, más clavos para el ataúd donde yacía la vida social de Jimmy, ese tipo de infamai era algo que Jimmy odiaba, que lo hacía rabiar y sentirse infinitamente frustrado. Los muchachos se dirigían al ―Arcade‖, un local viejo y oscuro, un letrero de enormes letras de Neón titilaban en la entrada, con la palabra ARCADE en letras 9
mayúsculas de un color rojo profundo, de tal luminosidad que si mirabas fijamente el anuncio tus ojos comenzarían a arder. Jimmy se adelantó rápidamente y desapareció entre las máquinas de Pac-man y Asteroids, juegos que tenían una famosa legión de jugadores veteranos, pues normalmente los pequeños preferían los simuladores de autos de carrera o aquellos cuyo único objetivo es disparar con extrema precisión, todo lo que se mueva en pantalla. —Oye, ¿a dónde vas?— Gritó Jorge. Amanda corrió detrás de Jimmy enseguida, pero sin poder ubicarlo; parecía como si hubiera sido absorbido hacia algún mundo virtual, como si hubiera desaparecido en algún mundo de fantasía o se lo hubiera tragado la tierra. Pero, en el callejón que da al salir por la puerta trasera, un cansado Jimmy recuperaba el aliento. —Creo que los perdí.— Decía mientras respiraba con dificultad. Apresuró el paso y se dispuso a escapar por un camino diferente al que había usado para llegar, mientras caminaba se preguntaba porque había escapado; ¿Acaso todo lo que puedo hacer es escapar como un cobarde?, pensaba Jimmy; a veces pensaba en volver, encarar a Amanda y decirle todo lo que sentía, pero ¿en qué iba a ayudar eso en ese momento? Las cosas se habían salido tanto de control, que el hecho de que Jimmy siquiera mencionará a alguien algún sentimiento de atracción por Amanda sólo sería aceptar las especulaciones que habían surgido en torno a su persona por tanto tiempo, en el mejor de los casos Amanda le diría que ella sentía lo mismo por él, que siempre lo sintió y que las bromas sólo fueron un escudo, una forma de protección, un jugueteo inocente, pero el daño ya estaba hecho. Podían estar juntos por lo que restaba del año escolar, podían seguir juntos hasta la fiesta de graduación, pero ¿qué había del futuro?, seguirían juntos en la Universidad, luego se casarían, ambos tendrías buenas profesiones, llevarían una vida ejemplar, quizás tendrían familia y finalmente ¿envejecerían y morirían juntos?. Y la verdad es que hasta para Jimmy que apenas tenía 15 años, la idea le sonaba descabellada, pues Jimmy había llevado una vida dura, había visto con sus propios ojos como el matrimonio de sus padres se deterioraba hasta tal punto que cierto día, cuando llegó a casa del colegio, vio a su madre llorando en la cocina, fumando un cigarrillo, mientras en la sala permanecía un silencio sepulcral; por el suelo, regadas como si una fiesta de fraternidad se
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hubiera llevado a cabo dentro, trozos de papeles y fotografías, cojines y cuadros caídos. Una batalla campal se había llevado a cabo en la comodidad de su sala, mientras el pequeño Jimmy de apenas 12 años, estaba recitando la historia que, junto a su padre prepararon la noche anterior, cuando Jimmy se acercó a su madre y había preguntado por su desaparecido padre, ella con dura frialdad sólo atinó a pronunciar —Se fue, y no va a volver.— Jimmy no sabía que sentir al respecto, la noche pasada su padre había prometido que el sábado irían de pesca mientras le sonreía con una sonrisa amarillenta, efecto común del consumo desmesurado de tabaco para masticar. Jimmy lo sabía bien, la vida no es como la pintan en los cuentos para niños, y si es que acaso Jimmy y Amanda permanecían juntos y se graduaban, ese sería el fin del sueño. Pues, Jimmy sabía que los padres de Amanda pensaban mandarla a una prestigiosa universidad en el extranjero, algo con lo que Jimmy apenas podía soñar, pues después de terminar el colegio iría a una universidad pública del condado, probablemente. Jimmy sabía que su madre estaba haciendo lo imposible para mantenerlos con vida, sobreviviendo el día a día y pensaba que lo más sensato era dejar de soñar y poner los pies en la tierra, y a pesar de que el sueño de la madre de Jimmy era verlo recibirse como abogado o doctor, Jimmy ya pensaba en trabajar y ayudar a pagar la renta. En muchas ocasiones casi se había vencido y estuvieron a punto de ser desalojados, la impotencia y el miedo se habían apoderado de ambos en aquella circunstancia y Jimmy se había prometido no volver a sentir aquel horrible sentimiento, así que había conseguido un pequeño empleo a medio tiempo durante las vacaciones, no era mucho pero ayudaba con los gastos menores. Como lo veía Jimmy, su relación con Amanda no duraría mucho y si no podía estar junto a ella, no tenía caso ni siquiera molestarse en confesar aquella carga emocional que pesaba en su pecho. Mientras avanzaba por el oscuro sendero que conducía a su hogar pensaba con aire misterioso que los viejos arboles del sendero parecían moverse, formando una intrincada coreografía y su mente comenzó a divagar sobre la idea de que en algún momento, tuvo miedo a las malignas formas que recrean las sombras de los árboles de aquel sendero, frente a la tenue luz de su linterna de bolsillo.
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Capítulo 2. Desaparecida. Había pasado ya un buen tiempo desde que Jimmy caminaba a través del oscuro sendero, al darse cuenta de que poco a poco el lugar oscurecía más, sintió miedo; el clásico miedo desesperante que sienten los niños pequeños cuando se pierden en un lugar que no conocen. A pesar de que Jimmy tenía 15 años y era un joven bastante maduro para su edad, tenía una fobia terrible hacia el hecho de morir sólo, no había nada que Jimmy temiera más que morir en un oscuro bosque y que su cadáver jamás fuera encontrado; había oído en las noticias, casos de gente que de un día para otro habían desaparecido de la faz de la tierra sin dejar rastro, la policía los buscaba desesperadamente, pero al final; Jimmy sabía que la única prueba de que esas personas alguna vez estuvieron vivas, sería un papel guardado eternamente en los archivos policiales de la localidad, y ese era el temor más grande del chico, que toda tu existencia se reduzca a un montón de papeles amarillentos dentro de una caja mohosa, en alguna estación de policía. Hasta ese momento él siempre había evitado tener que usar ese camino para llegar a casa, siendo totalmente honestos, a Jimmy le daba pavor ese viejo sendero oscuro, hecho que se había agraviado luego de lo que había pasado un par de años atrás en la fiesta de Halloween de Analí Guzmán. Analí fue compañera de clases de Jimmy durante su primer año en la secundaria, hija del Señor Roberto Guzmán y la Señora Beatriz de Guzmán; el día de Halloween habían preparado una ostentosa fiesta, lo suficientemente ostentosa como se lo podría permitir un prominente cirujano cardiólogo, y es que al Señor Guzmán le encantaba despilfarrar su dinero en cualquier petición que saliera de la boca de su hija. Esa noche mientras todos bailaban y reían, Analí se había acercado a Jimmy, esto fue un tiempo antes de que todos los rumores sobre Jimmy y Amanda circularan a una vertiginosa velocidad; la chica se acercó con una coqueta sonrisa, tenía la cara algo enrojecida y fue al encuentro del muchacho, él había notado a las amigas de Analí susurrando entre ellas y riendo suavemente, mientras presenciaban el acto, también había notado a Amanda, quién les miraba desde el otro lado de la fiesta con el ceño fruncido, como a punto de hacer un berrinche, y cuando sus ojos se cruzaron, Amanda bajo la mirada y salió por la puerta. Analí un poco torpe avanzó hacia él, casi tambaleándose, no porque hubiera bebido algo que no debiera, sino más bien debido a lo embarazoso de la situación. —¿Te gusta la fiesta?— Preguntó ella con una sonrisita. 12
—Sí.— Respondió Jimmy mientras miraba sus zapatos. —Qué bueno que pudiste venir.— habló, esta vez un poco menos tensa. —Pues, sí.— Respondió Jimmy presuroso. —¿Quieres bailar?— Preguntó Analí, mientras jugueteaba con su cabello como para calmar la ansiedad. —Eh… no gracias, no se bailar.— Jimmy vio la cara de Analí y notó que sus labios se movían erráticamente, como a punto de llorar. —Ok.— Dijo la chica suspirando y se levantó, atravesó el corredor hacia sus amigas y se sentó junto a ellas, donde las chicas rieron y susurraron. No era su culpa, pensaba Jimmy. Pues en realidad aunque lo había hecho un par de veces, Jimmy era un terrible bailarín; había personas buenas, malas y terribles para el baile, y luego de ellos seguía Jimmy. Jimmy era tan descoordinado que siempre terminaba pisando a su pareja y a pesar de que había tratado de practicar, al final le había parecido una estupidez y lo había abandonado. Sin embargo, la noche aún era joven y no esperaba lo que estaba por venir, Jimmy y los demás salieron a medianoche al jardín de la casa, que curiosamente daba directamente al oscuro sendero por el que ahora transitaba; Analí había propuesto un juego, las reglas eran simples, más temprano había puesto un banderín en el centro del sendero, aquel que llegara antes hasta él y volviera, se ganaría un premio sorpresa. Todos los jóvenes del pueblo conocían bien el sendero, ya que era de los pocos sitios donde salían a pasar el rato en un pueblo tan pequeño, así que Analí también entro en la competencia, alegando que ya todos conocían muy bien el camino al centro del oscuro paraje. El reto era que a medianoche, aquel oscuro lugar se veía incluso más aterrador de lo que era por la mañana, además de que aquel lugar tenía la fama de estar embrujado. Muchos aseguraban que al ponerse la noche, un hombre de apariencia misteriosa circulaba por el camino del sendero, vestido con una capucha negra, daba la impresión de que se trataba de la muerte encarnada; si alguien trataba de tomarle una fotografía, este desaparecía y aquellos que lo habían alcanzado juraban que el hombre no tenía rostro y que una mirada espectral los observaba con oscuros ojos, se decía que su mirada te helaba el corazón y te quitaba el aliento, como queriendo arrebatarte el alma. Intimidados por la idea de toparse con el hombre encapuchado, muchos desistieron de participar en el reto, aquellos 13
que no creían en historias de espantos o proclamaban a viva voz ser los más valientes del pueblo, confirmaron su participación en el evento nocturno. Jimmy se había limitado a ponerse a un lado, aunque la curiosidad embargaba su alma. Analí propuso que formaran equipos, un chico y una chica haría las cosas más interesantes dijo con una risita malévola. Finalmente todos aceptaron las reglas, ella tomó del brazo a Jimmy y gritó para que todos pudieran oírla. —¡¡¡YO ESCOJO A JIMMY!!!— —¿Qué?— Esta acción había tomado a Jimmy por sorpresa. —Vamos, acompáñame.— Analí miraba a Jimmy, esbozando una sonrisa en su cara. —No… creo que…— Quería negarse pero las palabras no salían. —Muy bien, comencemos.— Dijo la jovencita, mientras todos los demás comenzaban a internarse en el bosque. —No… no iré.— Dijo Jimmy, retrocediendo. —Vamos, no seas cobarde.— Dijo Analí, mientras tiraba del brazo de Jimmy. —No me hagas quedar mal.— —Lo siento.— Jimmy se alejó de ella. —Como quieras.— Dijo Analí con el tono de una niña mimada a la que no le dan lo que quiere. Mientras la chica se internaba sola entre la oscuridad del sendero, Jimmy buscaba la salida de la casa. Salió por la puerta y fue directo a casa, sin saber a ciencia cierta qué fue lo que pasó más tarde; pero esa noche, se convertiría en una leyenda urbana del pueblo. Ya que más tarde esa misma noche, en la fiesta de Analí, los chicos habían salido de par en par, riendo bajo los aplausos de la multitud que los recibía, sin embargo nadie había conseguido el banderín; Pasó el tiempo, pero Analí no salió de aquel sendero, creyeron que se trataba de algún juego, esperaron una, dos horas y no pasó nada. Llamaron a los padres de Analí, que esa noche habían dejado a su hija sola, con su abuela a cargo de la casa, por una importante reunión de negocios en el exterior. Al día siguiente los noticieros emitían un reportaje especial del seguimiento de la policía en el caso de la niña desaparecida, varios efectivos ingresaron al sendero 14
pero después de un barrido completo a lo largo y ancho, todo lo que encontraron fue el banderín y un broche; El broche que su hija llevaba el día de la fiesta, nadie más supo de Analí, sus padres aparecían llorando y pidiendo continúen con la búsqueda de su pequeña, en cada noticiero de cada canal de televisión. Muchos catalogaron de malos padres a los Guzmán, ¿Cómo esperaban que resultara todo después de dejar a su hija sola, bajo el cuidado de una octogenaria que caía dormida como un tronco, con un poco de té de manzanilla y una de las viejas novelas del canal retro?, aunque intentaron hacer creer que Analí había organizado una fiesta sin el consentimiento de sus padres, lo cierto es que el señor Guzmán había pagado por todo, desde los adornos, hasta el sistema de sonido; es el colmo del cinismo, pensaba Jimmy. Aún después de todo esto y de que Jimmy se había hecho la promesa de que no volvería a cruzarse con el viejo sendero, ahora lo recorría. Como si el mismísimo lugar lo hubiera llamado, atrayéndolo con una seductora voz, cual canto de sirena, Jimmy sin saberlo había estado caminando por horas y la noche ya estaba más cerca. Cuando de repente escucho pasos tras de sí, intimidado por el macabro ruido de pies humanos caminando sobre hojas quebradizas, partiendo ramas al avanzar en la espesura del bosque, de viejos árboles podridos; el chico echó a correr. Sacó su linterna de bolsillo, la que siempre llevaba consigo desde que era un niño que aún se chupaba el dedo. Apuntó el haz de luz hacía atrás, con movimientos aleatorios apuntando ramas y árboles, creando macabras figuras con las sombras que proyectaba aquel maligno lugar. Los pasos parecían acercarse hacia su posición, el miedo atrapó la mente de Jimmy, en su imaginación ya podía sentir una huesuda mano tocándole el hombro y la figura espectral del hombre encapuchado acechándolo desde la oscuridad, con su huesuda cara y sus espantosos ojos brillando con un rojo espectral. —Cálmate, aquí no hay nada.— Se decía como para tranquilizar su mente. —Los fantasmas no existen, no hay tal cosa como un hombre encapuchado.— El miedo trepaba por su garganta como largas y delgadas manos tratando de asfixiarlo, Jimmy sentía la atmósfera más pesada, cada vez que inhalaba se le hacía más difícil respirar, cada bocanada de aire hacia a Jimmy desesperarse más, pensaba que ese era el fin. Aquí yace Jimmy Romero de la Cruz, el nombre que sus padres le habían dado y del cual el joven siempre renegaba. Su epitafio escrito en bellas letras góticas, con el nombre impreso en relieve, pero dentro del osco ataúd no habría más que ropa vieja y algunos de sus más preciados objetos. Por un momento pensó en su madre, la pena que le causaría el 15
perder a su esposo y ahora a su hijo, quedaría sola en este cruel mundo y si había algo que le diera más miedo a Jimmy que el morir sólo, era que su madre quedara sola, ¿quién cuidaría de ella si Jimmy desaparecía en la oscuridad de aquel sendero?. Por un momento pensó también en Amanda, quizás debió haber confesado sus sentimientos en primer lugar y podría haberse librado de toda la oleada de rumores que pesaban en su espalda, la idea de formar una familia y vivir una vida de ensueño, junto a su amada Amanda, ya no le parecía tan descabellada; es más, deseaba con locura la oportunidad de vivir, vivir junto a ella, se decía. —¿Qué te pasa?— Dijo una seria voz, entre los árboles. —¿Qu-Quién eres?— Respondió Jimmy con dificultad. —¿Preguntas quién soy yo?, porque creo que ya lo sabes.— Respondió la voz con tono burlón. —Pero me intriga algo…, ¿Quién eres tú?— —Yo… soy Jimmy.— Volvió a decir el chico, tratando de articular las palabras. —No pregunté cómo te llamas, lo que quiero saber es… ¿Quién eres?— La voz se oía más cercana. —Soy Jimmy.— volvió a decir, esta vez más fuerte. —Me pareces interesante, Jimmy.— La voz se acercó tanto que Jimmy la oyó fuerte y clara, le sonaba familiar como la voz de un viejo amigo que no veía después de mucho tiempo. —Quizás eres tú, la persona que estaba esperando.— Dijo la voz con tono malicioso. A la tenue luz lunar que se colaba entre las ramas de los viejos árboles del sendero, se podía divisar más claramente la cara del misterioso hombre que se acercaba a un temeroso Jimmy. Un hombre de apariencia normal, encapuchado y parado frente a él, su cabeza parecía estar atrapada dentro de una oscura máscara que le cubría la cabeza completamente, la bizarra escena dejó desconcertado a Jimmy, en este punto, él ya no sabía que sentir. Una imagen con la figura de un cráneo rojo se alzaba en el centro de la máscara como dibujada con sumo cuidado, los ojos lo miraban a través de pequeños agujeros moldeados perfectamente; oscuros ojos lo miraban, le recordaron al negativo de las fotografías, ambos ojos con los colores invertidos, y en el centro un rojo brillante. —Tranquilo, no te alteres.— Replicó el hombre, con una voz suave.
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Jimmy estaba atónito, oía la voz salir pero no estaba seguro de que tan extraña criatura tuviera labios; Sin darse cuenta ya había recuperado el aliento y respiraba normalmente. —¿Qué haces en este lugar tan tarde?— Preguntó el misterioso hombre. —Me… Me perdí.— Tartamudeaba Jimmy. —Tranquilo, te guiaré y llegarás a casa para la cena.— El hombre se incorporó y le hizo una seña a Jimmy para que lo siguiera. Ambos comenzaron a caminar a través del oscuro sendero, el hombre avanzaba a paso suave y Jimmy lo seguía de muy cerca. —¿Quién eres?— volvió a preguntar Jimmy. —Bueno…, ustedes me conocen como el fantasma del sendero.— Dijo el hombre con voz gruesa casi espectral, Jimmy se sobresaltó. —No te preocupes no soy un fantasma.— Respondió con una risita perturbadora, como si se atorara con algo. —Entonces ¿Qué eres?— Jimmy vio como el hombre giraba la cabeza hacia su dirección. —Creo que esa es la pregunta más acertada.— El hombre sacó de su chaqueta oscura una especie de brújula, la miró atentamente y siguió su camino. —Soy algo que no se puede expresar con palabras concretas, creo que la definición más simple sería ―ser extradimensional.‖— Jimmy lo miró con una expresión de asombro, había oído el término en revistas de ciencia ficción pero a ciencia cierta, no podía expresar que significaba. —¿Eres un alien?— dijo Jimmy ya más calmado, como si la rebuscada explicación hubiera despejado todas sus dudas. El hombre emitió una risa malévola. —No es algo tan simple.— Respondió. Miles de preguntas se formaban en la cabeza del muchacho, ¿Cómo es que tal criatura podía existir?, ¿Desde cuándo había estado viviendo en lo profundo de aquel bosque? Y la más importante, ¿Sabía algo aquel hombre de lo que había pasado con Analí?, el chico quería hacerle muchas preguntas pero no sabía si estaba preparado para oír las respuestas; y si aquel hombre sabía lo que había pasado con Analí, ¿Que haría?, lo reportaría a la policía para que lo atrapen, pensó; claro que 17
tendría que omitir la parte de ―extradimensional‖ para que le creyeran, toda la historia sonaba tan inverosímil que el mismo se comenzaba a cuestionar su propia sanidad mental. A lo lejos Jimmy podía divisar la salida del sendero, sintió que la felicidad lo embargaba pero la curiosidad hacia la presencia del misterioso personaje, lo carcomía por dentro. Así que tomó aire y preguntó. —¿Qué sabes de Analí Guzmán?— Los ojos del misterioso hombre, relucían con un maligno brillo. —Hace mucho no oía ese nombre.— El hombre paró su marcha y volteó por completo hacia Jimmy. —¿Qué bien traería responder esa pregunta, a una persona que ni siquiera se conoce a si misma?—¿Quieres saber la respuesta porque te lo dicta tu sentido del deber o por simple curiosidad?— El hombre le clavó la mirada. —En todo caso, la información es muy valiosa para nosotros. ¿Qué ofreces a cambio de la respuesta que deseas conocer?— Había dicho nosotros, lo que hizo suponer al joven que habrían muchos más, quizás algunos pocos, quizás cientos, quizás miles. La sola idea hacía temblar a Jimmy, trató de buscar algo en sus bolsillos pero no tenía nada que ofrecerle a la extraña figura que parecía impaciente. —Tienes algo que quiero…— interrumpió el extraño ser. —…Y que tú no quieres.— prosiguió lentamente. —Si me lo entregas, te mostraré como poder cruzar ―El Umbral‖. Así podrás contemplar con tus propios ojos lo que le pasó a la chica que buscas.— Aunque llevaba la máscara encima, a Jimmy le dio la impresión de que el hombre sonreía malévolamente. —¿Qué quieres?— Preguntó inquieto. —Quiero aquel sentimiento que oprime tu pecho, ese del que quieres deshacerte.— Los ojos de aquel hombre relucían en la noche. Jimmy sabía que se refería al sentimiento que reservaba para Amanda, aquel que había crecido como un infeccioso parásito y se había apoderado de su cuerpo sin pedir permiso. —Si te lo llevas, ¿Qué pasará?— preguntó algo temeroso. 18
—Todos tus problemas simplemente se esfumarán, no tendrás que preocuparte nunca más por Amanda, lo prometo.— Dijo tajantemente. En muchas ocasiones Jimmy había pensado en qué pasaría si aquel sentimiento desapareciera de su pecho, ¿Dejaría la imagen de Amanda de acosarlo, de atormentarlo vilmente?, ahora se le había presentado la oportunidad de comprobar dicha teoría; pero aun así no se sentía cómodo con la idea de deshacerse de él, el amor que secretamente profesaba por Amanda era un sentimiento cálido, aun siendo una persona tan insoportable, pensaba Jimmy. —No puedo hacerlo.— Dijo Jimmy mirando fijamente al enigmático ser. —Muy bien. Aun así piénsalo, si en algún momento cambias de opinión sabrás donde encontrarme.— El hombre sacó algo de su chaqueta negra, era un viejo trozo de tela naranja. El chico se puso pálido cuando el misterioso hombre se lo entregó, era parte del vestido que había usado Analí el día que había desaparecido, como podría olvidarlo, cuando ella se había acercado a él esa noche, la había observado de pies a cabeza, esa imagen se había grabado en su cerebro; Bajo las luces estroboscópicas de la fiesta no había podido distinguir bien lo que Analí llevaba puesto, pero cuando había tratado de obligarlo a internarse en el bosque, había visto con lujo de detalle la indumentaria que llevaba. Una blusa negra con diseños de telaraña, guantes, de esos que te cubren hasta el codo y comienzan en el dedo cordial, y un corto vestido de un naranja oscuro como el de una calabaza de Halloween. Ahora un trozo de aquel vestido estaba en sus temblorosas manos, cuando volteó para preguntar al oscuro ser cómo había conseguido tan macabro suvenir, él ya se había marchado dejando nada más que incertidumbre y terror en el corazón de Jimmy. Caminó presuroso a casa, abrió la puerta y subió con prisa las escaleras hacia su habitación. El corazón le latía a mil por hora, en cierto momento creía que su pecho explotaría, si es que alguien encontraba aquel pedazo de tela vieja y sucia surgirían muchas preguntas, preguntas que Jimmy no sabría cómo responder. —¿De dónde lo sacaste?— Diría un policía de mirada seria. —Me lo dio un extraño ser de otra dimensión, que vive en el sendero de la Calle Lincoln.— Al repetirlo en su cabeza, por alguna razón sonó más estúpido y carente de sentido.
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Estoy perdido se dijo, no había forma posible de explicar aquel suceso con coherencia, si trataba de decírselo a alguien no sólo no le creerían, sino que lo tildarían de loco. Pasaría el resto de su vida rasgando las paredes acolchadas del sanatorio Ane Mary para mentalmente insanos, un viejo psiquiátrico fundado por un hombre del viejo continente, en las afueras del pueblo. Era tarde pero no le preocupaba el estar solo en casa, normalmente su madre llegaba tarde los fines de semana, debido a su segundo empleo como recepcionista en un hotel del pueblo. Era parte de la rutina de Jimmy, que ya llevaba algún tiempo, el tener que ver por sí mismo y ocuparse el sólo de los quehaceres del hogar; A Jimmy no le importaba el tener que preparar la cena o lavar la ropa, sin embargo a veces añoraba el tener la libertad de salir por la noche a divertirse, como sus amigos Jorge y Carlos. Jimmy guardó el trozo de tela en una caja que ocultaba en un hueco en la pared de su cuarto, metió el objeto entre las páginas de una de las revistas pornográficas que su padre había dejado al marcharse, por algún motivo pensaba que sería mucho mejor ser tildado de pervertido que de asesino, pues es lo que pensarían las personas en el momento en el que descubrieran a quien pertenecía el viejo trozo de tela. Más tarde esa noche, Jimmy no pudo dormir, entre las viejas tablas que cubrían el agujero en la pared, el escondite secreto de Jimmy del que ni siquiera su madre tenía conocimiento, comenzaba a escuchar un leve susurro proveniente de dentro de la caja, el ruido venía del trozo de tela pensaba Jimmy con una certeza increíble, sentía que el objeto cobraba vida, que latía, que vivía. El terror se apoderó de él, se sentía claustrofóbico, como si estuviera encerrado junto al cadáver de la chica, como si su cuerpo desmembrado yaciera dentro del agujero de la pared, y aún con vida clamara por auxilio; Los oídos le zumbaban y retumbaban con un melancólico vaivén, casi se oían como latidos provenientes de la pared, como si ella o al menos su alma estuviera atrapada en aquel trozo de tela sucio, cubierto de tierra y óxido; Es óxido pensaba Jimmy, aterrado ante la idea de que tal vez esa mancha colorada pudiera ser sangre, la sangre que derramó el cuerpo de Analí cuando fue asesinada en el bosque, quizás por el mismísimo encapuchado. Comenzó a rascar con las uñas el viejo colchón en el que estaba acostado, tratando de calmar su ansiedad; Sentía que vivía en carne propia, la experiencia del asesino del libro ―El corazón delator‖; Uno de los pocos libros que su abuelo le había regalado poco antes de fallecer y que devoró ávidamente; Recordaba aquella escena en la que el asesino, perturbado por el sonido 20
del latido del corazón que pertenecía a su víctima, confiesa su macabro crimen a la policía. Pero él no iba a confesar algo que no había hecho, aun así, necesitaba descifrar la suerte que había corrido Analí esa fatídica noche, pensaba que su alma no descansaría tranquila mientras su asesino siguiera allá afuera. Y conocía al hombre que tenía las respuestas, todo lo que tenía que hacer era entregarle el sentimiento que Amanda había colocado sutilmente en su interior; Mientras amanecía su mente se tranquilizaba, como si aquel horror sólo lo atormentaría estando en la oscuridad, y como por arte de magia, ante los primeros rayos de luz solar, aquel ruido zumbante desapareció. El muchacho se levantó de la cama, aún somnoliento y se preparó para ir al colegio, caminando a paso firme fue a desayunar, luego se despidió de su madre y tomó rumbo al colegio; Por el camino se encontró con Carlos, quién haciendo uso de su extenso repertorio de groserías, comentó a Jimmy acerca de algún programa nocturno, que embelesa a los jóvenes de su edad. Mientras caminaban por el viejo camino empedrado que daba a la calle principal, no podía evitar pensar que lo que había vivido aquella noche no era más que un mal sueño, aunque sabía que era mentira aquel pensamiento calmó su corazón, al menos de momento.
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Capítulo 3. Amanda El chico estuvo distraído todo el día, pensando en la tenebrosa noche que había dejado atrás hacia unas cuantas horas, era como si el tiempo corriera lentamente para él, por un momento Jimmy no se había percatado de la existencia de Amanda o de que malévolos planes traería consigo ese día, era como si todo su vida y sus problemas palidecieran al lado de tan oscuro acontecimiento que tuvo lugar la noche anterior, aunque las burlas y las mofas llegaran hasta él, no les prestaba atención; sólo había lugar en su cabeza para el hombre misterioso y para Analí. Sin embargo, la respuesta obvia por parte de los compañeros de Jimmy ante la ausencia de su atención, sería crear una situación tan embarazosa, tan molesta que hiciera a Jimmy girar sobre su asiento y prestar atención a las burlas que se alzaban en su contra. Amanda, en su afán por concentrar toda la atención del muchacho, comenzó a idear un plan para jugar con su mente, como le encantaba hacer a diario, tendría que ser algo que Jimmy no olvidara fácilmente, algo para que la recuerde por siempre, y a pesar del tono de romanticismo que posee esta idea, su plan, de romántico no tenía nada. Amanda Burgham había sido una chica tranquila, se había hecho amiga de Jimmy en la primaria, fueron sentados en asientos contiguos y su amistad floreció rápidamente, la chica era de una familia pudiente, el padre de Amanda había amasado una pequeña fortuna vendiendo autos usados, pronto ascendió y se convirtió en uno de los mejores distribuidores del condado, para cuando la joven entro a la secundaria, su padre ya tenía su propio concesionario, algo que mejoró la calidad de vida de la familia Burgham. El viejo señor Burgham de espeso bigote y pelo cano se convirtió con el tiempo en un viejo petulante y amargado, comenzó a mirar a la gente con desprecio y al poco tiempo posó su mirada en Jimmy, quien no le parecía el tipo correcto de compañía para su hija, por lo tanto la familia Burgham se mudó, compraron una casa en la zona residencial del pueblo, en un barrio enrejado y con enormes murallas, un lugar donde sólo entraría gente con clase, como decía la señora Meredith, esposa del señor Burgham. Con el tiempo Jimmy había perdido contacto con Amanda, si hubiera querido visitarla hubiera tenido que recorrer con su pobre bicicleta un enorme trecho, cruzar el pueblo entero y entrar por el viejo camino silvestre de White Oak Springs. Al final simplemente habían tomado caminos separados, pero algo extraño había pasado en el interior de la señorita, un parásito crecía en su corazón, un sentimiento 22
molesto, un dolor que presionaba su pecho incluso mucho antes de que Jimmy sintiera algo por ella, la chica ya lo tenía claro; Se sentía atraída hacia Jimmy, ella lo sabía, lo intuía, pero no sabía cómo actuar al respecto, durante los días siguientes el sentimiento creció más y más, se arraigó a su alma como un viejo árbol se aferra con sus fuertes raíces al suelo, para cuando comenzaron la secundaria la jovencita planeaba dar sutilmente indirectas a Jimmy, y plantearle los intereses románticos que tenía con respecto a su persona, entonces Analí apareció en la ecuación y el mundo de la chica se puso de cabeza. Analí era una chica extrovertida y popular, seguida siempre de una manada de chicas que vestían con atuendos modernos y enseñaban el ombligo. Amanda hasta ese entonces no se había percatado de que su forma de actuar y de vestir no era nada femenina, al verla sentía celos, las miradas de los chicos se desviaban como atraídas por alguna fuerza magnética invisible, incluso la mirada de Jimmy era atraída cuando la coqueta chica pasaba por el corredor. Poco a poco, Amanda fue cambiando su estilo de vestir, su forma de hablar e incluso la forma en la que interactuaba con los demás, algo que sin duda llamó la atención de Jimmy. Amanda trató de acercársele, pero durante la fiesta de Halloween vio como Analí hacia el primer movimiento. No es justo, pensaba, de todas las personas del colegio ¿Por qué Jimmy?. ¿Tenía Jimmy algo especial que cautivaba la mirada de ambas chicas?, en todo caso Amanda no quería saberlo. Se puso en marcha y salió por la puerta, no quería saber nada más de Jimmy, Analí o del amor, aquel sentimiento que antes la hacía sentirse cálida, ahora era como una filosa estaca que apretaba su pecho, y mientras iba caminando por el viejo camino empedrado de la ciudad, le pareció que una oscura sombra la acechaba, volteó pero no vio a nadie, apresuró el paso y cuando se movía le pareció ver un par de refulgentes ojos rojos en lo profundo del bosque, aquel bosque por donde pasaba ese tenebroso sendero lleno de árboles muertos, que parecían moverse cuando uno no miraba. No le dio importancia y continuó su camino, aunque mientras avanzaba en su mente rondaba la idea de hacer desaparecer a Analí y a Jimmy, poco o nada le importaba el cómo, simplemente deseaba que desaparecieran de su vida. Lo que Amanda no sabía es que oscuros seres escuchaban sus más profundos pensamientos y ponían en marcha un maligno plan, cual máquina bien aceitada; En ese momento los engranes del destino comenzaron a girar con sus oxidados dientes. 23
Ahora, en el presente, Amanda maquinaba un plan quizás igual de malévolo, sería la broma máxima, pensaba; aunque seguro a Jimmy no le haría gracia. Mientras caminaba sin prisa por el largo pasillo que daba al salón de ciencias, Jimmy notó que un incómodo silencio inundaba el corredor, como si de repente hubiera perdido la audición, se metió el dedo al oído, después de algunos años de pasar por aquel lugar y escuchar el ruido ensordecedor de los alumnos yendo y viniendo de un lado para otro, esa escena le parecía de lo más bizarra, era como vivir una de esas películas de horror donde el protagonista voltea y detrás se encuentra el asesino con un hacha. Giró lentamente, como esperando que algo saliera en su encuentro y allí estaba, un enorme monstruo con dientes de sierra, babeaba y un vapor caliente salía de sus fauces, sus ojos negros lo miraban, Jimmy no tenía control de su cuerpo… Pero no era cierto, cuando Jimmy volteó no era nada, su imaginación le jugaba una mala broma, después de haber pasado tan estremecedora noche lo lógico era que se sintiera algo inquieto, pensaba. Escuchó un sonido familiar, el ruido de una puerta abriéndose, rechinando ruidosamente, y del salón contiguo salió Amanda. Jimmy sintió un frio sudor recorriendo su cara, —¿Qué quieres?— Preguntó intrigado. —Dejémonos de bromas Jimmy.— Dijo Amanda con una sonrisita. Jimmy se percató que de los demás salones, compañeros de clase de Jimmy salían en pares, Aunque ninguno era su amigo, entendió entonces que eran amigos de Amanda, personas que seguían ciegamente a Amanda como si fuera alguna especie de líder, nada bueno podía pasar en esa situación. Amanda se acercó a Jimmy lentamente, Jimmy retrocedía un paso por cada uno que adelantaba Amanda, hasta que al retroceder chocó con alguien, era un joven alto y dibujaba una maliciosa sonrisa sobre su cara, tomó a Jimmy de los hombros y lo apretó fuertemente. —Jimmy.— dijo Amanda. —Hace tiempo que quería decirte esto, me gustas mucho.— exclamó seguido de una risita siniestra. Jimmy se sentía abrumado, las miradas de todos sus compañeros se clavaban en su ser como filosas dagas, esperando por su respuesta, Jimmy trató de huir, de escapar como lo hizo ya tantas veces antes. 24
—Esta vez no irás a ningún lado.— Le dijo el muchacho que lo sostenía. Jimmy forcejeaba inútilmente como un animal arrinconado, como un coyote atrapado en una trampa de acero. —Mírame, y dime lo que sientes.— Amanda le plantó una mirada seria. Jimmy sentía que le faltaba la respiración, miraba el techo y parecía moverse como si estuviera atrapado en un carrusel. —Y-Yo...— Alcanzó a decir pero nada más salió de su boca. —Vamos Jimmy, espabila…— Le dijo Amanda mientras lo abofeteaba suavemente. Su mente estaba en blanco, una oleada de sentimientos diversos penetraban sobre su pecho, sentía como el parásito crecía, se volvía más fuerte y buscaba salida, a través de su boca, pero Jimmy sentía la necesidad de reprimirlo, había empeñado mucho esfuerzo en negarlo, ya no había marcha atrás. —Yo sé que tú me amas…— Amanda se acercó tanto a Jimmy que podía sentir su aliento tocando su mejilla. —Sólo debes admitirlo Jimmy.— —No… no es verdad.— Dijo Jimmy ruborizado. —¿En serio?— Amanda con una sonrisa malévola se acercó a Jimmy. Con su mano comenzó a acariciar su pecho, Jimmy se sentía a punto de explotar, en cualquier momento el parásito escaparía de su pecho y su más profundo secreto saldría a la luz. —Vamos a darles algo de qué hablar…— Susurró Amanda en el oído de Jimmy. Jimmy no tuvo tiempo de reaccionar, de pronto los labios de la joven se encontraron con los suyos, eran suaves y delicados, Jimmy por un momento abandonó su cuerpo, se sintió como elevándose, volando muy alto… y luego cayó, volvió a una velocidad enorme y sintió como si cayera de cara contra el pavimento, todos los curiosos espectadores miraban, reían y hablaban pero nadie lo ayudaba. Sintió la lengua de Amanda entrando sin ser invitada dentro de su boca, era caliente y húmeda y tenía un sabor agradable, el chico sintió una enorme presión en su pecho, el parásito estaba listo para salir, mientras al mismo tiempo un nuevo sentimiento se manifestaba en su interior, ¿Por qué hacía esto?, las acciones de la chica no tenían sentido, hasta ese momento todo habían sido rumores y jugueteos, con este acto los 25
rumores que corrían en torno a él y Amanda se reforzarían, ya no había escape. Todo por lo que Jimmy había luchado se esfumó con un beso, era agradable sí, pero al mismo tiempo lo llenaba de rabia y tristeza, y como cualquier niño que es expuesto a tal humillación y no sabe cómo lidiar con ello, se puso a llorar. Amanda lo soltó asustada, el chico que lo sostenía también lo hizo, Jimmy cayó al suelo y comenzó a lloriquear, la primera reacción de los espectadores fue de desconcierto, luego llegaron las risas, Jimmy no podía contener las lágrimas y un melancólico sonido salía de su garganta, Amanda lo miraba preocupada, quizás al darse cuenta de que no había calculado la magnitud del daño que le había hecho a Jimmy. El parásito había muerto justo antes de romper el capullo, aquel sentimiento que sentía por ella, se había esfumado; ya no quedaba nada más que el cadáver de lo que alguna vez fue amor puro y verdadero. Jimmy se levantó, y con la cara aún bañada en lágrimas gritó con todas sus fuerzas a los curiosos espectadores que se habían formado a su alrededor. —¡DESAPAREZCAN…! ¡¡QUIERO TODOS Y QUE CADA UNO DE USTEDES, DESAPAREZCA!!.— Amanda lo miró asustada, sentía que era lo mismo que ella había hecho al pensar en Analí hace ya algunos años, antes de su misteriosa desaparición. —Jimmy…, Yo…— Amanda le tendió una mano. Jimmy se la apartó con tal fuerza que el golpe hizo un sonido seco. —AMANDA… ¡¡OJALÁ TE MUERAS!!.— Exclamó Jimmy con tal fuerza que la chica sintió que le apretaban el corazón, un escalofrío se deslizo por su espalda, sabía que las palabras iban en serio. El muchacho salió corriendo, empujando a todos aquellos que se cruzaban en su camino, Amanda parada en medio de la multitud miró su mano, ya comenzaba a enrojecer por el golpe, pero no era eso lo que le dolía, sino las palabras que habían salido de la boca del chico, ¿Por qué lo hiciste? Pensaba ella, ¿Cómo esperabas que resultara esto, niña idiota?. Jimmy había salido del colegio saltando el muro, corrió con todas sus fuerzas aún con lágrimas en la cara, tomó su vieja bicicleta y condujo rumbo al sendero, aquel sendero al que siempre había temido ahora parecía su verdadero hogar, un lugar donde podría borrar todos sus problemas, un lugar donde ella no podría alcanzarlo.
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Capítulo 4: La mentira. Entre las podridas ramas de viejos árboles, un joven gritaba, entre lloriqueos se escuchaba un grito a viva voz que pedía una entrevista con aquel ser al que los lugareños conocían como ―el encapuchado‖. Jimmy caminó durante horas entre el bosque, pero no obtuvo respuesta, miraba hacia el cielo y le parecía que las nubes se arremolinaban sobre su cabeza, se sentía mareado y le dolía la cabeza pero el ser no apareció, hasta que finalmente Jimmy cayó dormido al pie de un árbol, exhausto de cansancio y rabia. Para cuando Jimmy despertó, el misterioso ser lo miraba directamente desde una esquina. —¿Me buscabas?— Sus ojos se posaron sobre Jimmy. —Quiero hacer el intercambio, quiero ir al otro lado…— Contestó Jimmy confiado. —Sabes lo que eso significa ¿verdad?— El encapuchado lo miraba con aire siniestro. —Soy capaz de desaparecer todos tus problemas… por el precio adecuado.— —¡¡NO ME IMPORTA!!, por favor…. ¡¡SÓLO… LLEVATELO TODO!!— Dijo Jimmy entre sollozos, se arrodillo y parecía rogar por misericordia. —Muy Bien… acércate.— El extraño le tendió su mano. Jimmy la tomó, era fría como si aquel ser llevara ya muerto mucho tiempo; El encapuchado tocó su pecho, luego hizo un ruidito como cuando te revisa el doctor y sabe que algo anda mal, Jimmy lo observó preocupado, y se inclinó bruscamente hacia atrás. —Está muerto… — Dijo el extraño mirándolo de frente a los ojos. —¿M-Muerto? ¿...de qué hablas?— Jimmy lo miró desconcertado. —Para ustedes los humanos, los sentimientos son algo etéreo, algo abstracto e intangible; pero para nosotros, los sentimientos son cosas vivientes, pequeños seres que inconscientemente se aferran a ustedes, son muy valiosos en nuestro mundo pero solo si están vivos.— Explicó el extraño ser, mientras se preparaba para marcharse del lugar. —¿Y cómo sabes que está muerto?— Preguntó Jimmy.
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—Nosotros podemos percibirlo… de todas formas, en este estado, aquel sentimiento no me sirve de nada.— Dijo el encapuchado. —…Así que, no podremos hacer el trato.— —No, espera debe haber algo más que quieras, cualquier cosa… por favor sólo pídelo y será tuyo.— Jimmy estaba desesperado. —Tal vez haya algo que me interesa, si estás dispuesto a desprenderte de él...— Dijo, seguido de una risita como si se atragantara con algo y le produjera arcadas. —¡Tómalo!, no me importa que sea, sólo quiero que esto termine, no pertenezco más a este mundo…— Sentenció Jimmy, con una voz melancólica. El ser metió la mano en el pecho de Jimmy, abriendo un agujero luminoso donde aquel extraño le atravesaba con la mano y sacó algo parecido a un capullo negro, era grande y de aspecto amenazador, Jimmy miró con asombro la bizarra escena que acababa de presenciar mientras el agujero en su pecho se sellaba como por arte de magia. —Ve al centro del bosque a medianoche y podrás pasar a nuestro mundo…, allá donde se encuentra Analí.— Sentenció el oscuro ser agregando. —Sólo tendrás hasta el amanecer para cruzar, una vez concluido el tiempo, ―El Umbral‖ se cerrará.— Y con estas palabras se marchó del lugar dejando a Jimmy sólo y algo intranquilo. Aún faltaban muchas horas para medianoche, así que Jimmy fue directo a casa para tomar sus pertenencias, y para ver a su madre antes de partir, le dolía el dejarla sola pero en este mundo ya no había ya lugar para él. Tomó la caja que guardaba en el agujero de la pared y guardó las cosas dentro de una vieja mochila, tomo algo de comida, una navaja con abrelatas y algo de ropa. La madre de Jimmy yacía dormida en el sofá de la sala, como cada tarde tomaba una pequeña siesta antes de volver al trabajo, Jimmy posó tiernamente sus labios sobre la frente de su madre y casi derramó una lágrima, su madre hizo una mueca que a Jimmy le pareció una sonrisa. Pensó en llamar por teléfono a sus amigos por última vez, pero vino a su mente la idea de que si desaparecía al igual que Analí, los metería en un buen lío; Así que simplemente tomó su vieja mochila y salió presuroso por la puerta sin hacer ruido. Más tarde, fue al restaurant de comida rápida que quedaba cerca de su casa y pidió su hamburguesa favorita, por alguna razón sentía que las personas lo miraban 28
mientras comía, como atraídos con un aire siniestro hacia él, podía sentir las miradas como dagas clavándose en su espalda, como si todos supieran lo que le había pasado hacía poco en el colegio, como si los rumores se hubieran esparcido ya como arena en el viento. Luego de comer se subió a su bicicleta y pedaleó, después de un rato fue al parque, aquel lugar donde había jugado desde que era un niño pequeño y que evocaba en su persona tantos memorables recuerdos, recordó con nostalgia sus juegos con Amanda, y sintió melancolía por cómo acabaron las cosas, pensó que al menos lo mínimo que necesitaba era una explicación para tan errático comportamiento. Jimmy pedaleo con la vieja bicicleta que le habían regalado hacia 3 navidades y llegó a la casa de Amanda, pero en donde solía estar la casa de Amanda sólo quedaba una vieja casona abandonada, casi derruida y el jardín hecho un desastre, la mala hierba se había apoderado de la entrada principal y una maraña de hojas se alzaba junto a la casa, grafitis adornaban las paredes del exterior y le daban un toque lúgubre al lugar, Jimmy no sabía que estaba pasando; Tomó su teléfono y llamó a Jorge, le preguntó por Amanda pero él no recordaba ese nombre, es una broma pensó Jimmy, marcó el número de Carlos pero recibió la misma respuesta de incredulidad, era como si Amanda hubiera sido borrada de la existencia, entonces Jimmy recordó lo que dijo el encapuchado, ―Soy capaz de desaparecer todos tus problemas…‖. Jimmy subió a la bicicleta y comenzó a pedalear velozmente, cruzó el camino empedrado y fue con dirección al sendero; Aquel sendero se veía mucho más aterrador ahora que se estaba poniendo la noche. Jimmy entró en el sendero a toda prisa, siguió el camino de tierra que llevaba al centro del mismo y allí encontró al misterioso encapuchado esperándolo, como sabiendo que Jimmy se aparecería en ese preciso momento. —¿qué has hecho?— preguntó Jimmy consternado. —Hice lo que prometí que haría… ahora tus problemas han desaparecido, Jimmy.— Respondió el encapuchado tajantemente y sin inmutarse. —¿Qué hiciste con Amanda?— las palabras salían de la boca de Jimmy con una voz cortada. —Ese ya no es tu problema, el trato era que me dabas lo que quería y yo te dejaba ir al otro mundo, el trato era que yo te abría la puerta y ―El Umbral‖ aguarda por tí.
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Amanda, ya es harina de otro costal…— El encapuchado le dirigió una mirada lúgubre, se paró y emprendió su camino. —Alto…— Por un momento Jimmy dudó de lo que iba a decir. —Yo… No quiero esto, trae a Amanda de vuelta.— Dijo Jimmy suplicando, mientras caía de rodillas sin poder creer que Amanda se hubiera esfumado de la faz de la tierra tan fácilmente. El encapuchado lo miró a los ojos. –No.- Fue todo lo que dijo y prosiguió con su camino. —Espera, ¡ESPERA!— Jimmy se adelantó y se paró frente a él. —No hay trato, ¿me oyes?..., ¡HE DICHO QUE NO HAY TRATO!..., devuélvemela, ¡DEVUÉLVEMELA!, ¡DEVUÉLVEMELA HIJO DE PUTA!. ¡¡QUIERO A AMANDA DE VUELTA…!!— Jimmy forcejeaba con el encapuchado, como esperando que aquel ser le temiera y le devolviera a su amada pero su ojos lo observaban con una mirada fría y sin emociones. —Quítate de mi camino.— El encapuchado lo miró con una expresión aterradora, Jimmy era consciente del poder que tenía el encapuchado, había borrado la existencia de Amanda después de todo, pero por alguna razón no le tenía miedo. —¡NO HASTA QUE ME DEVUÉLVAS A AMANDA!— Jimmy insistió… ùPequeño enclenque, ¿quién eres tú para darme órdenes?— La voz del encapuchado comenzó a tornarse más grave. —Yo hice lo que prometí, yo cumplí el trato, ¡No hay devoluciones!— —¡Mentira!— Gritó Jimmy. —Tu torciste el acuerdo, me diste una vaga explicación de lo que pasaría, yo no quería esto… devuélvela, ¡DEVUÉLVELA!...— Jimmy se desesperaba y gritaba enardecido, sus palabras hacían eco en lo profundo del bosque. Como una sombra que crece cuando acercas la luz, el misterioso encapuchado comenzó a crecer, su forma se distorsionaba y sus brillantes ojos resplandecían con locura, la quijada se ensanchó y se alargó, la máscara se partió y su horripilante rostro salió al exterior, una cara alargada con dos oscuros ojos en medio, la boca hacia una mueca desagradable y de la mandíbula le salían largos y filosos dientes torcidos. El cuerpo de la criatura se deformó horriblemente, los brazos huesudos y alargados extendían largos dedos como garras, mientras sus piernas se doblaban, emulando la forma de las patas de algún tipo de bestia infernal, el torso desnudo dejaba al descubierto las costillas de aquel terrible ser y su espina era casi visible a través de la fina capa de piel que le recubría el cuerpo. 30
—Yo no miento, esto es lo que querías… y te lo di.— Su voz era ahora grave y siniestra. El encapuchado lanzó un veloz golpe a Jimmy con una mano, la fuerza le impactó con una fuerza atroz, el cuerpo de Jimmy salió volando como si fuera un muñeco de trapo y fue a dar contra un viejo árbol, el cual se partió al impactar, no porque lo hubieran lanzado con tan enorme poder, sino más bien porque el árbol ya estaba hueco y podrido por dentro. Jimmy trató de incorporarse, pero el golpe lo había dejado aturdido. El encapuchado avanzó y comenzó a perderse en la oscuridad de la noche. —Esto es lo que siempre has querido.— Dijo el encapuchado con tono melancólico mientras desaparecía en la espesura del oscuro bosque. —Mentiroso…— Exhaló Jimmy y su mente se perdió en la oscuridad total, mientras su cuerpo parecía flotar y recordar la calidez de los labios de Amanda, por un momento Jimmy se perdió en sus fantasías; En un mundo carente de luz, una Amanda desnuda se apareció frente a él, de sus labios salían palabras inaudibles y tenía lágrimas en los ojos, Jimmy trató de acercarse a ella y corrió a toda prisa; Jimmy se encontraba corriendo en un mundo de oscuridad infinita, tratando desesperadamente de alcanzar a Amanda y de al menos oír su voz, pero no la alcanzó y la figura de Amanda se perdió en la oscuridad, Jimmy se encogió en el suelo, se tomaba las piernas con ambas manos, y se quedó allí inmutable y en posición fetal, sentía como la oscuridad le susurraba y lo hacía cerrar los ojos, se dejó acariciar por los suaves dedos de la oscuridad mientras fantaseaba con que eran las manos de Amanda, sentía vivamente finos y suaves dedos que tocaban su cuerpo con cariño y entonces despertó de golpe en aquel mundo oscuro y vio a Amanda, parada frente a él con el ceño fruncido y le dijo —No vengas por mí.— Jimmy volvió en sí, su corazón latía con locura, el sueño que había tenido se había sentido demasiado real para ser un sueño, —Está viva— fue todo lo que alcanzó a decir, mientras a su espalda un portal rojo carmesí se abría lentamente.
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SEGUNDA PARTE: Ciudad Oscura.
―Los engranes del destino chirriaban con maligna locura, se mordían y aplastaban unos a otros, la oscura sombra que bailaba bajo la bruma carmesí, reía con desesperación como sabiendo con malicia, que el momento estaba cerca…‖
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Capítulo 5: El Umbral Jimmy totalmente consiente, miró hacia arriba y observó que otro misterioso ser lo miraba con insana curiosidad. Tenía también apariencia humana pero estaba muy delgado y por cabeza tenía lo que parecía ser una máscara de gas como las que se usaba antiguamente, de aquellas que parece colgar una trompa de la cara, llevaba el cabello largo y desaliñado y sus manos eran delgadas, casi cadavéricas, detrás de la máscara dos ojos negros brincaban con curiosidad, examinando a Jimmy. —¿Qué eres?— Preguntó Jimmy, aún algo confuso por el golpe. —¿Qué soy…?— Aquel misterioso ser, preguntó a Jimmy, como si padeciera de amnesia. —No… ¿no sabes tu nombre?— Volvió a preguntar el chico. —¿Tú… sabes mi nombre…?— Respondió la criatura Este juego de preguntas estaba comenzando a frustrar a Jimmy, —¿al menos sabes a donde fue el encapuchado?— Gritó Jimmy irritado. La criatura levantó uno de sus huesudos dedos y señalo, -Casa… Ha vuelto a casa.Dijo con una voz apagada como la de un hombre ahogándose. Jimmy volteó la mirada y observó. Había un par de viejos árboles podridos que formaban misteriosamente un arco, se contaban historias en el pueblo acerca del camino que salía de tan extraño arco, y se decía que llevaba a una parte del bosque donde antiguamente se celebraban rituales satánicos y aquelarres. Ahora dentro de aquel arco tomaba lugar un extraño fenómeno, un portal brillaba con rojizo fulgor, debajo de los dos árboles más viejos del bosque, un portal se formaba, era ―El Umbral‖, una puerta que nadie podía saber a ciencia cierta, a qué mundo loco y delirante conducía. La criatura caminó hacia la oscuridad y su forma se volvió etérea, Jimmy entonces se percató de que había sido tal abominación la que había tratado antes de sofocarlo, pero la pregunta que rondaba su mente era ¿por qué?. A paso lento y con cuidado, Jimmy caminó hacia ―El umbral‖, trató de tocarlo con una mano pero esta parecía tratar de engullirlo, cual agujero negro que trataba de devorar la luz y la materia a su alrededor.
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Entonces Jimmy recordó lo que el encapuchado había dicho antes de su confrontación; Aquel portal que se había abierto en ese lugar, sólo sería posible usarlo ese día a medianoche y no tendría nada más que hasta el amanecer para cruzar ―El umbral‖, tomando en cuenta que el tiempo corría, tomó su mochila saltó dentro el portal sin dudarlo, aunque temeroso de lo que le esperaba al otro lado; sintió como si una enorme fuerza lo vapuleara violentamente, era como caer de una altura increíble, la fuerza con la que bajaba por el túnel que conectaba ambos mundos lo cortaba como filosas navajas, pero su cuerpo permanecía inmutable. Al percatarse de que el viaje había terminado abrió los ojos, Jimmy estaba desnudo como si su ropa hubiera sido arrancada por la fuerza extrema con la que había sido arrastrado a ese mundo. Su mochila se había perdido en el camino, trató de buscar algo con que cubrirse, pero no podía ver nada más que oscuridad debido a que sus ojos aún no se habían acostumbrado al lugar. Cuando sus ojos se acostumbraron finalmente al lugar, contempló con asombro lo que se alzaba en el horizonte ante su persona, una ciudad oscura, del color del ébano o del ónix, o quizás ambos. La ciudad majestuosa que se imponía ante sus ojos, parecía construida con una arquitectura demencial, sus torres parecían las bocas de gigantescos dragones mirando al cielo, y el cielo de aquel mundo era rojo, como si Jimmy de alguna forma hubiera caído al mismísimo infierno, sintió temor pues estaba sólo en un lugar extraño, desnudo y extraviado, sin comida ni agua, ni nada con que cubrirse. Avanzó presuroso por el camino que llevaba a la ciudad, con cada paso que daba sentía la fría tierra blanca bajo sus pies, árboles podridos adornaban el sendero que llevaba a la ciudad y tuvo una perturbadora sensación familiar, se sentía como caminando a través de aquel oscuro sendero que existía también en su mundo y que al igual que este, llevaba al pueblo de Jimmy. —mira… mira…— Jimmy escuchó voces que venían de entre los árboles, se aproximó cauteloso y vio dos pequeñas criaturas de espaldas, parecían estar comiendo algo. —mira… mira…— repetían mientras masticaban ruidosamente lo que sea que estuvieran comiendo, un sonido como el que hace alguien al masticar nueces, rechinaba con cada mordisco. Jimmy se acercó más a las criaturas, eran como pequeños duendes, con orejas largas y su piel como la de una rata sin pelo, tenían grandes garras y miembros delgados, 36
sus manos extendían largas hebras de pelo, sus caras eran abominables, dientes torcidos y puntiagudos, la nariz era nada más que un par de agujeros y los ojos eran grandes y oscuros, como si fueran agujeros negros que absorbían tu fuerza y tus ganas de vivir. Una de las criaturas notó entonces a Jimmy y comenzó a olfatear como un perro ciego, cuando ambas criaturas se levantaron él pudo observar lo que comían con tanto esmero, era otra criatura, igual a ellos, le faltaba parte de la cabeza y sus vísceras se derramaban sobre la arena blanca, manchándola de un brillante color escarlata. -¡Mira….!- gritó la criatura con un chillido, Jimmy no tuvo mejor idea que comenzar a correr, sus pasos hacían eco sobre la arena de aquel páramo blanco, cada paso que daba sonaba estruendosamente contra el suelo, como si un gran saco lleno de carne, golpeara con fuerza una superficie sólida y esta se resquebrajara. Sin mirar atrás Jimmy corrió por aquel sendero blanco, por alguna razón se percató que no sentía cansancio. Su cuerpo avanzaba velozmente entre el bosque, partiendo ramas y hojas con los pies, y finalmente dejó a las criaturas atrás, o al menos eso parecía. Cuando Jimmy estaba ya saliendo de aquel espantoso lugar, pudo observar lo que parecía una caravana a lo lejos, temiendo que horribles cosas encontraría más adelante, avanzó con extrema cautela; A paso firme y seguro mientras con las manos cubría sus genitales con vergüenza. Se aproximó a la caravana lo suficiente para divisar si era peligroso, lo que parecía una familia de bestias antropomórficas estaba acampando en aquel lugar, cocinaban un enorme caldero de lo que parecía ser un estofado de quién sabe qué animal. Jimmy dudaba si debía avanzar hacia aquel lugar, detrás de sí sólo tenía el sendero por el que había llegado y no sabía siquiera si podría volver a su mundo, ya que el portal había desaparecido en el momento en el que él había cruzado al otro lado. Lentamente caminó hacia la caravana, temeroso y avergonzado, daba pasos cortos que dejaban pequeñas huellas en la blanca arena de aquel lugar, entonces comenzó a pensar que quizás aquellas criaturas podían ser peligrosas, se había confiado tanto de que poseían forma casi humana, que había olvidado que no lo eran y que en aquel mundo existían reglas diferentes en cómo funcionaba su sociedad, para empezar comerciaban con emociones humanas; ¿Qué otros comportamientos tendrían en aquel mundo?, quizás incluso devoraban personas, el encapuchado no había jamás dejado muy en claro cómo sería aquel mundo, pero Jimmy pensó que lo mejor sería no acercarse mucho. 37
Trató de gritar, pero las palabras no salían de su boca, sentía vergüenza y miedo. Así que, Jimmy sólo atinó a buscar pequeñas piedrecillas y arrojarlas hacia la caravana, así al menos tendría una pequeña ventaja para correr; Comenzó entonces a arrojar las piedrecillas, una rebotó en una botella, el ruido alertó a las criaturas que cenaban gustosamente y giraron su mirada a donde estaba Jimmy, un Hombre corpulento, que por cara llevaba lo que parecía una máscara de hockey aunque ciertamente era algo orgánico y estaba adherido a él, giró y observó a Jimmy. —¿Pueden ayudarme?, ¿Entienden lo que les digo?...— Jimmy pronunció temerosamente. Aquel hombre se acercó lentamente sin pronunciar palabra alguna, Jimmy retrocedió un poco pues no sabía si eran peligrosos, el hombre pronunció algo intraducible parecían sonidos difusos que se oían como balbuceos, quizás porque las palabras salían a través de la cosa que tenía por cara, la criatura retrocedió y fue a buscar algo en su caravana. Al regresar, aquella enorme criatura traía algo que a lo lejos, parecía comida, la dejó en el suelo y retrocedió, mientras le hacía señas para que se acercara. Jimmy se acercó lentamente, midiendo sus pasos, sin despegar la mirada de la criatura que le hacía señales. Cuando estuvo suficientemente cerca probó algo del misterioso estofado, tenía un sabor familiar pero la apariencia no era muy buena, La criatura habló… —¿De dónde vienes?— Preguntó anonadado. —Y…Yo, vengo de aquel bosque.— Contestó el joven, sin pensarlo mucho. —Ya veo… no es la primera vez que alguien como tú, aparece en nuestro mundo.— Le comentó la criatura enorme. ¿Acaso se refieren a Analí?, pensaba Jimmy. —¿Hablas de una chica? tiene cabello largo, color marrón y ojos color verde, casi como de mi tamaño.— Preguntó él, algo emocionado. —Mmmm… bueno no sabría cómo responderte esa pregunta, muchos de los de tu clase han llegado aquí antes que tú.— Respondió la criatura tajantemente. —¿No viste una mochila por aquí?, o al menos ¿tienes algo de ropa que pueda usar?— Dijo Jimmy recordando que aún estaba desnudo, mientras se cubría con ambas manos. 38
—Vimos caer un objeto más adelante, no lo tomamos porque por aquí es de mala suerte tomar cosas de la gente como tú, los llaman ―U:yak-Mhat‖, que en nuestra lengua significa ―Viajero del umbral‖.— Dijo la criatura mientras se disponía a marcharse. —Espera…— Dijo Jimmy. —¿Cómo es que hablas mi idioma?, antes te oí hablar cosas que no entendía, ¿puedes al menos llevarme a donde estaba la mochila?— Le suplicó el chico. —Conozco tu lenguaje, porque soy un comerciante de ―U:mik-Akh:to‖, creo que para ustedes significa ―sentimiento‖, para nosotros quiere decir ―Insecto Colorido‖. Sólo en su mundo los podemos conseguir y valen mucho para algunas personas en la ciudad. Puedo llevarte a donde quieras siempre y cuando me pagues adecuadamente.— Al parecer el dialecto de los seres que habitaban aquel extraño mundo era algo complejo, la forma en la que pronunciaban las cosas era como haciendo sonidos con el paladar, y sus palabras hacían eco cuando eran pronunciadas. —Muy bien, ¿qué quieres?— Preguntó Jimmy, algo temeroso. —Vamos a ver… La criatura se puso una especie de monóculo extraño y comenzó a observar el pecho de Jimmy con extremo cuidado, tienes algunos muy interesantes aquí, ha… este se ve perfecto…— La criatura lo miraba fijamente y Jimmy se sentía algo avergonzado. —¿De qué se trata? dímelo… y sin trucos…— Jimmy recordó la jugarreta del encapuchado y retrocedió un poco. —Un recuerdo… sobre una mujer mayor…— Dijo la criatura y de inmediato Jimmy supo que se trataba de su madre, ¿realmente estaría dispuesto a entregar tan grande tesoro, así nada más? —No puedo…— le dijo, —No puedo darte ese recuerdo.— —Como quieras…— La criatura se puso de pie y simplemente se marchó. —Si buscas tu mochila, está por ese camino.— Le dijo mientras señalaba hacia la dirección opuesta a la que iba la caravana. —Gracias…— Dijo Jimmy mientras se apresuraba a caminar. El muchacho caminaba a través del desierto, habían pasado quizás un par de horas, no podía estar seguro ya que no llevaba ningún reloj con él, el desierto 39
parecía interminable, pero por alguna razón no sentía calor ni cansancio, mientras caminaba pudo divisar a lo lejos lo que parecía ser su mochila. Corrió rápidamente y al llegar al lugar, con extrema felicidad observó que en efecto lo era, estaba algo raída y las asaderas estaban rotas, aun así seguía en una pieza. Se apresuró a levantarla y ponerse algo de ropa, lo bueno era que había previsto llevar dos cambios completos de ropa en caso de emergencia, se puso un polo de manga larga de color verde petróleo con un estampado que decía ―Feel the fuel!‖, se puso la ropa interior y unos shorts que llevaban dos grandes bolsillos a los lados, llevaba calcetines y unas zapatillas con diseño de camuflaje. Usó el abrelatas y tomó una lata de frijoles, comió algo de la comida que había empacado y prosiguió su camino. Caminaba rumbo a la ciudad que se erguía imponentemente frente a él, el desierto le traía algunos sentimientos nostálgicos, se preguntaba que habría sido de Analí y cómo habría sido su viaje a través de esas inhóspitas tierras. Su mente comenzó a divagar y se preguntó si ella también habría llegado desnuda, se hizo una imagen mental del cuerpo desnudo de la chica, lo cual hizo que su cara se ruborizara, luego sacudió la cabeza como esperando que la idea saliera por una oreja y cayera al piso. Una briza comenzó a correr por el desierto, las ramas que salían del suelo se movían empujadas por el viento y Jimmy avanzó tranquilo, hasta que se dio cuenta de algo que lo aterrorizó, su piel no podía sentir al viento… el viento cruzaba y su mente le hacía creer que era así pero su piel no podía sentir la briza, era una sensación estremecedora, era como experimentar la inexistencia misma de su propio ser. Comenzó a pellizcarse el reverso de las manos, se mordió una mano pero no sentía dolor, un miedo sobrecogedor se apodero de su mente, hasta ese momento no se había percatado de que no podía sentir nada, su cerebro le había hecho creer todo el tiempo que todo estaba bajo control, Jimmy comenzaba a perder el juicio, intentó rascándose los brazos con furia, hasta que enrojecieron y siguió rascándose esperando sentir dolor, pero no podía sentir nada. Jimmy tomó una rama y se la clavó en un brazo, la sangre comenzó a brotar de la herida, derramándose en el suelo, y sin embargo, Jimmy no sintió nada ¿Cómo era esto posible?, recordaba haber sentido dolor, cuando el encapuchado lo empujó contra el árbol, antes de entrar por ―el umbral‖. ¿Acaso su mente también había inventado eso?, la sangre chorreaba, pues Jimmy había olvidado retirar la rama, lo hizo rápidamente y de la herida brotó un 40
chorro de sangre que se esparció sobre su zapatilla, la herida se veía muy dolorosa pero Jimmy no podía sentir nada, ¿Era esto una ventaja o una desventaja? si no sentía dolor ¿cómo iba a saber si estaba realmente lastimado?, por un momento se le cruzó por la mente que quizás el encapuchado le había quitado el sentimiento de dolor, pero si eso era cierto ¿Quién se había llevado a Amanda?, siguió su camino, no había tiempo para cuestionarse esto, lo único que importaba ahora sería encontrar a Analí… el chico paró su camino en seco, ¿En realidad, había venido a rescatar a Analí o Amanda? ante él, se formaban dos caminos, si iba por Amanda su vida volvería a lo que era antes, pero en el fondo, la culpa por dejar sola a Analí aquel día en la fiesta de Halloween, lo carcomía por dentro, de todas formas lo más prudente era llegar a la ciudad antes del anochecer, si comenzaba a divagar otra vez, se volvería loco.
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Capítulo 6: La Ciudad Oscura Ante Jimmy, una ciudad de ladrillo negro se levantaba majestuosamente, su demencial arquitectura impresionaba, las enormes puertas como fauces hambrientas se abrían de par en par, carruajes y caravanas entraban a través de las puertas y el ruido de un mercado inundaba las calles aledañas al portón, todo estaba muy lleno de vida, criaturas extrañas desfilaban por las calles de un lado a otro, comprando y vendiendo, Jimmy temeroso entró a paso lento, una criatura de cuello largo lo empujó hacia un lado y avanzó con premura, cuando se recuperó del impacto, otra criatura chocó también con él, casi haciéndole perder el equilibrio. Jimmy se apresuró y se metió en un callejón, sin saber que hacer pensó en recorrer la ciudad, las calles subían y bajaban como una montaña rusa, las casas se extendían de forma bizarra, edificios en forma de espiral y casas flotando sobre los cielos, aquella ciudad no tenía ni pies ni cabeza y una espesa bruma roja comenzaba a llenar las calles, se hacía algo difícil ver con claridad, Jimmy caminó rápido hacia algún lugar donde poder asentarse. De pronto, Jimmy estaba dentro de una tienda de alguna clase, en la pared hojas y flores adornaban la vista, animales muertos de apariencia extraña colgaban de ganchos a lo largo del establecimiento. Un sonido incomprensible vino de la boca del dueño del establecimiento, Era una criatura pequeña y regordeta, su cara estaba cubierta con varios pañuelos de diversos colores y formas, llevaba unas gafas oscuras de montura redonda y una gabardina que le cubría todo el cuerpo, Lo observó detenidamente de pies a cabeza y habló en dialecto humano, -―Dizculpe, ¿En qué puedo ayudarzlo?‖-. Sus palabras hacían un sonido silbante cuando hablaba como si de una serpiente se tratara, Jimmy quedó paralizado un momento al oír las palabras, luego volvió en sí y habló. —Ah… es… estoy buscando una chica, es como de mi tamaño…, de cabello largo y ojos verdes…— Jimmy tartamudeaba al hablarle al dueño de la tienda, por alguna razón aquella criatura le causaba pavor, quizás era por su poca afinidad con las serpientes u otro animal de aspecto reptiliano. —¿Chica…? ¿Qué ezz chica?— Preguntó la criatura, expectante. —Es… como yo, pero lleva cabello largo y tiene… mm…— Jimmy le hacía un ademán a la criatura, manteniendo sus manos a la altura del pecho como emulando un par de femeninos pechos, mientras lo hacía su cara se tornaba roja, de alguna
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forma no se le había venido mejor idea a la cabeza que los pechos, para representar a una mujer. —Ah… ―Och:Akh‖— Susurró y le hizo un ademán para que lo siguiera. Jimmy estaba petrificado, ¿Qué significaba lo que la criatura acababa de decir?, ¿Estaría un paso más cerca de encontrar a Analí?. No le quedó más remedio que seguirlo a la trastienda. Jimmy y la criatura habían llegado a un almacén, botellas de vidrio de diversos colores adornaban los estantes, animales muertos colgaban de más ganchos en el almacén y un sutil aroma a muerte impregnaba las paredes, la criatura comenzó a escarbar entre sus cosas, buscando algo con bastante dedicación, Jimmy ojeaba los estantes mientras aquel misterioso ser escudriñaba en su inventario, flores de varios colores guardadas con sumo cuidado en un tazón, esqueletos de animales alados de extraña figura y rocas de brillantes colores, eran de las cosas que estaban apiladas por doquier en aquel almacén, sin un orden establecido, como basura amontonada junta. El enigmático ser volvió con algo entre sus manos, era un pequeño cofre dorado finamente tallado, -―Och:Akh‖-, le dijo a Jimmy mientras le mostraba el cofre, Jimmy no entendía nada ¿acaso aquella criatura había entendido mal qué era lo que Jimmy buscaba? —No…— Dijo Jimmy. —Busco a una chica, es como yo…, pero lleva cabello largo…— Él no sabía cómo explicárselo al pequeño sujeto. —Olvídalo.— Dijo mientras comenzaba a marcharse. El pequeño ser lo detuvo, —sé lo que buscas…— Dijo mientras le tomaba la muñeca. —Pero no lo podrás encontrar sin esto.— La criatura abrió el cofre, y dentro había un monóculo de aspecto extraño, Jimmy recordó que el comerciante de la caravana, que había conocido antes, llevaba uno igual, con aquel artefacto podría ver los sentimientos de los demás. Jimmy tomó el pequeño cofre. —¿Cuánto cuesta?— Preguntó con miedo. El dueño de la tienda sacó un libro enorme. —Dígame, zu nombre.— Jimmy se puso cerca de aquel hombrecillo. –Jimmy…- dijo el muchacho, aún algo temeroso. —¿Y el nombre de zzu mazdre?— Repuso el comerciante. Jimmy no sabía por qué aquel pequeño ser necesitaba esa información, pero ante la idea de perder el objeto,
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suspiró y contestó —Eloise…— La criatura cerró su libro de golpe, tomó el artefacto y se lo entregó a Jimmy, —Ezz tuyo…— Le dijo. Jimmy quedó estupefacto, hasta ese momento todo aquel, que se había cruzado con él había pedido algo a cambio, sobre todo algunos de sus recuerdos que en ese mundo tenían forma de insecto, esta sin embargo, era la primera vez que una criatura de ese mundo le obsequiaba algo. Jimmy tomó el monóculo con desconfianza y preguntó —¿Por qué?—. —Hazze un tiempo…— Dijo el hombrecillo. —Llegó uno como tú, a mi tienzzda, me dejó instruccionez clarazzz, que en algún momento, alzzguien vendría aquí, un tal Jimmy…— Jimmy estaba atónito. —Su madre zze llamaría… Eloizze, y yo le entregaría ezzto… y también…— La criatura sacó una caja más grande de debajo del mostrador, —Ezzto…— La caja tenía una correa de cuero negro amarrada a modo de sello y en la tapa, labrado en relieve llevaba su nombre. Jimmy retrocedió de golpe al ver la caja, ¿Qué significaba esto?, ¿Quién le había dejado estos obsequios?, ¿Cómo sabría siquiera que iba a llegar a esa tienda?, su cabeza comenzó a dar vueltas, estaba confundido y asustado. —¿Por-Por qué? ¿…Cómo? ¿Quién?— Jimmy no podía vocalizar adecuadamente lo que necesitaba decir. En realidad los detalles poco importaban en ese momento; aun así, la condición humana de tratar de satisfacer la curiosidad que despertaba tal suceso, hizo que Jimmy tratara de indagar, acerca de aquel que dejó estas cosas para él. —¿Quién fue?, ¿Hace cuánto que están estas cosas aquí?— preguntó Jimmy inquieto. —Estas cosas han llevado en mi tienda un buen tiempo…— El hombrecillo miró su libro de registros y atinó a decir: —Estas cosas están aquí desde ya hace 5 años.— Jimmy no salía de su asombro, ¿alguien había dejado aquel paquete para él, sabiendo que luego de 5 años, este entraría por el umbral y llegaría a esa tienda?. No, eso no tenía sentido, pero pensándolo bien nada de lo que había vivido Jimmy hasta ese momento tenía ni pizca de sentido, cualquier persona común y corriente no se hubiera atrevido a atravesar el umbral, incluso si en ese momento hubiera sabido lo que le deparaba del otro lado, la idea de un entorno extraño sin siquiera tener la certeza de que podría volver a su tierra de origen, era aterradora.
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Jimmy estaba extraviado, su futuro se veía difuso y no había ninguna garantía de que podría volver a ver a su madre, a sus amigos o Amanda, sin embargo una espeluznante tranquilidad invadía sus ser y lo confortaba. Jimmy abrió la caja para poder observar detalladamente su contenido, el interior estaba forrado con rojo terciopelo; apoyada y envuelta en una tela negra que yacía en el interior, estaba lo que parecía ser un arma blanca, era la burda representación de una espada, aunque por su forma más se asemejaba a un cuchillo, el mango estaba adornado con bastante esmero y finas joyas que poseían forma de pequeños insectos que recorrían toda la superficie, la imagen de un grifo alzando el vuelo estaba grabada en la base de la empuñadura. Jimmy la tomó con fuerza y comenzó a blandirla de un lado a otro, probando su peso. El cuchillo hacía un sonido silbante mientras era vapuleado de un lado a otro, como si cortara el viento. Por alguna razón, Jimmy sentía el cuchillo extrañamente familiar, como si le perteneciera de toda la vida; por un momento incluso lo sintió como una extensión de su brazo, aquel sentimiento lo perturbó un poco, pues ¿cómo era posible que se sintiera tan a gusto con esta arma entre sus manos?. El sentimiento que esta arma proyectaba a Jimmy en su ser, lo tenía algo inquieto, como si este cuchillo sacara a relucir sus sentimientos más primitivos, cuando lo sostenía sentía rabia, la adrenalina inundaba su cuerpo y la sed de sangre se apoderaba de su mente, el dueño de la tienda le quitó el arma de las manos de golpe, lo que hizo que Jimmy saliera del trance en el que se encontraba. —Ezta navaja ez algo inuzzual…— Dijo la criatura serpiente a Jimmy. —Ez un arma maldita, que lozzz mizzmos humanos forjaron, su nombre ezz ―Longinus‖.— Jimmy al oír el nombre recordó algo que había oído en una clase de la escuela dominical, en la iglesia del pueblo, era acerca de un arma antigua, una lanza que perforó el costado de ―Jesucristo‖, aquel que blandía la lanza, su nombre era ―Cassius Longinus‖, Jimmy le contó la historia al dueño del establecimiento, quién al parecer conocía muy bien aquella historia. —Ezz cierto, en parte… pero como en toda historia, la realidad y la ficción zzze tambalean ante una línea muy delgada, ―Longinus‖ ezz el nombre de ezzzta navaja, el hombre que la llevaba zze llamaba ―Cassius‖ y su infamia no zzólo procede de aquella hiztoria, esta arma provocó lo que se conoce como la edad ozzzcura, manipuló a los humanos para que cometan, los actos mázz viles que pudieras imaginar, guerras, enfermedadezzz y decadencia. Todo ezzto fue provocado por la influencia de esta arma…— 45
La criatura puso el cuchillo en una funda negra y se la entregó a Jimmy. —¿Pero cómo es que llegó hasta aquí? ¿Por qué me la das a mí?, no creo ser capaz de usarla…— Dijo Jimmy asustado. —La vazzz a necesitar…— Dijo la criatura. —No te separezzz de ella, llegado el momento… te zzerá muy útil.— Jimmy tomó el monóculo y se lo colgó en el cuello, amarrado por una pequeña cuerda, la navaja quedo guardada en la funda que estaba atada firmemente a su cinturón, se escuchó un estruendoso sonido que procedía de la calle, Jimmy salió a echar un vistazo, la bruma roja lo cubría todo, las calles eran apenas visibles y un olor metálico cubría el lugar. —¿Qué sucedió…?— Preguntó Jimmy al dueño. —Es hora de que inicie el fezzztival…— Respondió la criatura mientras avanzaba sinuosamente hacia adelante. —Zzerá mejor que te marchez, ezztarán aquí pronto…— Exclamó la criatura serpiente. —¿Q-quién estará aquí…?— Dijo Jimmy con voz entrecortada. —Lozz guardiaz realezzz, a estas alturazz ya deben zaber de tu llegada, ezta niebla roja zzzólo puede zignificar que la Reina, zze ha enterado de tu presencia en la ciudad…— Dijo el dueño de la tienda, temblando de miedo. —Diszculpa, pero debezzz irte…. ¡Ahora!— Sacó unos mapas y se los entregó a Jimmy —La perzzona que buscas, está en el edificio principal cruzzzando el puente negro que lleva al castillo, estos mapazzz te indicarán como entrar, dezearía ayudarte mázz pero no puedo, zzuerte…— Jimmy vio el terror en los ojos del dueño y lo comprendió, tomó los mapas y los puso en su mochila, salió de la tienda velozmente corriendo entre los callejones, brincando a través de todo lo que se interponía en su camino hasta que llegó a la plaza de la ciudad, la bruma se hacía menos espesa en ese lugar lo que daba a entender a Jimmy que había escapado del peligro inminente. La plaza estaba vacía pero a lo lejos, se podía oír los pasos de un escuadrón marchando presurosos por las calles de la ciudad, Jimmy se apresuró a buscar una salida, tomó un camino empedrado que se dividía en varios caminos serpenteantes y trató de esquivar a sus perseguidores, corriendo al azar entre las calles, tratando de buscar una salida de la ciudad, pero el camino que Jimmy tomaba parecía tener vida 46
propia, los edificios cambiaban de posición, las paredes se movían como por obra de alguna clase de maléfico conjuro, las calles se tornaban en pendientes y la ciudad entera parecía cambiar su forma con cada paso que Jimmy daba hacia adelante, como siendo atraído a propósito al lugar de donde procedía la bruma roja. De pronto Jimmy se encontraba en medio de la plaza, rodeado de jinetes de extraña apariencia, llevaban puesto mantos negros sobre sus cuerpos y una armadura de un color negro brillante, los yelmos que llevaban simulaban monstruosas máscaras de aspecto terrorífico, ojos de un rojo penetrante miraban fijamente a Jimmy, y la bruma se volvía más espesa y el olor metálico era ya insoportable, Jimmy entonces entendió que aquella bruma roja apestaba a sangre, un olor inconfundible que simboliza la muerte, tomó su cuchillo por el mango, esperando impaciente ante cualquier movimiento de parte de los guardias. Unas criaturas corpulentas de aspecto inquietante, se acercaron a Jimmy cargando un enorme trono sobre los hombros, la silla relucía de un hermoso color dorado y brillantes mantos de un rojo carmesí adornaban la estructura, el trono llevaba acabados perturbadoramente detallados, figuras de bestias con cuernos y animales infernales estaban esculpidas a modo de adorno en la base del trono, sin duda era el trabajo de un artista demente. Asombrado, Jimmy observó fijamente como las rojas cortinas se abrían de par en par y una silueta femenina comenzaba a acercarse a él, una mujer bajo del trono dorado, iba descalza y su cabellos era largo y rojizo; físicamente era alta, delgada y de piel pálida, llevaba un largo manto rojo que cubría su entrepierna con sutileza y los pechos al descubierto, sobre sus hombros unas piezas ornamentales de oro con aspecto aterrador y en la cara una máscara que simulaba un rostro humano con expresión indiferente, pero los ojos eran oscuros y brillaban con un penetrante color escarlata, Jimmy sintió un hormigueo en la nuca, sin duda era miedo. La mujer tocó con sus dedos la cara de Jimmy, las largas y afiladas uñas tocaban con suavidad su piel, su corazón palpitaba con fuerza y un sudor frío recorría su frente; de pronto la mujer de apariencia extraña acercó su rostro al de Jimmy, la máscara estaba fría como hecha de porcelana, pero el brillo que proyectaba era sin duda de marfil pulido; la mujer tocaba gentilmente la frente de Jimmy, sus miradas se entrecruzaron y Jimmy tomó con fuerza la navaja que tenía atada a la cintura, los guardias reaccionaron velozmente sacando sus armas ante la acción.
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—―Azh:akh Makhto… ¡Izhka: ra Makh!‖— La reina pronunció esta frase y los guardias retrocedieron, mientras envainaban sus armas, su mano tomó la máscara que estaba fija en su rostro y lentamente se la quitó. El corazón de Jimmy se aceleraba tanto que comenzaba a dolerle la cabeza, como si un martillo lo golpeara repetidamente, hasta que la reina descubrió su rostro y Jimmy la observó directamente, la bruma roja se hacía más espesa pero el rostro podía verse claramente, desde la punta de la nariz hasta sus finos y suaves labios, Jimmy se sentía mareado, la cabeza le daba vueltas y comenzó a desvanecerse. En el suelo Jimmy yacía catatónico, temblaba desesperadamente y su semblante estaba pálido como si hubiera visto la muerte a la cara, mientras la reina volvía a ponerse la máscara, les daba una orden a los guardias, Jimmy se perdía en sus pensamientos, estaba indefenso e inmóvil, de pronto cayó con un estruendoso golpe una persona envuelta en un viejo manto marrón, llevaba una máscara con la figura de un gato sin expresión, tomó a Jimmy y se lo llevó de un salto. La reina dio una orden a sus guardias y todos expulsaron con fuerza sobrehumana sus lanzas, el sujeto maniobró mientras iba cayendo en el aire, esquivando las armas punzo cortantes en el proceso, un enorme caballero con yelmo de dragón tomó una de las lanzas de los otros guardias y la lanzó con una fuerza tal que despejo la bruma roja completamente por unos momentos, la lanza viajó a una velocidad increíble, era tan veloz que desde lejos parecía más como si alguien había disparado un rayo láser; la lanza cortó al sujeto en el aire, quien recibió el impacto de la lanza en un costado, lo que hizo que la sangre saliera disparada hacia el suelo, mientras llevaba a Jimmy en brazos comenzaron a caer, perdían altura y bajaban con abrumadora fuerza, el impacto contra el suelo parecía inminente, entonces la persona disfrazada sacó de una bolsa trasera una especie de mochila pequeña y la lanzó dentro de una vieja cloaca, mientras caían el sujeto tomó a Jimmy firmemente contra su cuerpo y ambos cayeron a través de la oscura cloaca, mientras bajaban parecía como si hubieran sido engullidos por la oscuridad, los sonidos exteriores se perdieron poco a poco y sólo quedó el ruido chirriante de la maquinaria que se movía bajo la ciudad, las goteras de las viejas tuberías oxidadas y el sonido de pequeños animales como ratones, que degustaban un festín de desechos y porquería. En el fondo de la cloaca la pequeña mochila había expandido su tamaño, convirtiéndose en un suave y mullido colchón que paró el impacto de la caída de ambos cuerpos. El hombre disfrazado y Jimmy quedaron allí, inertes, como dormidos y poco a poco la oscuridad los envolvió, los sonidos cesaron y por un momento el silencio se apoderó de la escena. 48
Capítulo 7: Donde habita el horror El lugar era oscuro y olía mal, se podía respirar un olor nauseabundo que llenaba el ambiente, Jimmy temblaba con fuerza, como si hubiera estado dentro del hielo mucho tiempo, se encogió en posición fetal y mientras tomaba sus rodillas entre sus brazos comenzó a llorar, sus melancólicos chillidos hacían eco en aquel lugar oscuro, el goteo proveniente de las tuberías que estaban ya en mal estado hacían un sonido seco que retumbaba con fuerza en las paredes de la cloaca, Jimmy se secó los ojos y observo desconcertado a su alrededor, trató de ponerse en pie y averiguar cómo es que había llegado hasta aquel lugar, su mano entonces tocó algo que al parecer era suave y de textura esponjosa, se acercó lentamente y observó con asombro que aquel misterioso sujeto que lo había salvado, era en realidad una mujer. Por un momento Jimmy quedó inmóvil, hasta que la mujer le dijo: -¿Podrías dejar de tocarme los pechos?Jimmy, ruborizado, quitó velozmente su mano con un rápido movimiento. —LoLo- Lo siento… yo no… no quería….— Dijo balbuceando. —Muy bien, debemos salir de aquí, antes de que las cosas se pongan feas.— Dijo la mujer enmascarada, mientras se incorporaba y empezaba la marcha. —¿Q-Quién eres?— Preguntó Jimmy, que aún andaba algo confundido. —Soy un amigo…— Dijo la mujer enmascarada, de forma tajante. —al menos dime a donde vam…— una mano tapó velozmente la boca de Jimmy, impidiéndole terminar la oración. —Shhhhh….— Dijo la muchacha enmascarada, con suavidad. –No es prudente hablar aquí…Jimmy asintió suavemente, y emprendieron el camino dentro de la oscuridad. Hubieron pasado unos cuantos minutos hasta que pudieron divisar una salida de aquella apestosa cloaca. Un túnel se extendía sin fin, parecía ser el lugar donde desembocaban todas las cloacas de la ciudad. —Sígueme…— exclamó la mujer. Mientras caminaban a través del túnel, una silueta familiar apareció fugazmente a la derecha de Jimmy, este volteó, pero no pudo ver a nadie, —¿Qué pasa?— preguntó la mujer enmascarada. 49
—Creí… ver a alguien…— Respondió el joven, temeroso. —No tengas miedo, este lugar puede sentirlo, y jugará con tu mente…— exclamó la mujer. ¿En qué clase de lugar se encontraban?, ¿Cómo era posible que aquella maraña de túneles sintiera el miedo como un organismo vivo?, y más importante aún ¿Cómo es que podía crear ilusiones tan vívidas?. Un crujido se escuchaba a lo lejos, seguido del ruido de algún trozo de metal enorme raspando el suelo de ladrillo negro, pisadas que hacían eco en el túnel inundaban el lugar. La mujer tomó a Jimmy del brazo y se cubrieron contra las paredes de una de las cloacas, que se extendían sinuosamente por todo el túnel, Jimmy estaba algo inquieto, sentía que algo se acercaba a través del túnel, pero el hecho de no saber qué era lo que se acercaba, era lo que más miedo le causaba. Una enorme criatura de apariencia humana caminaba al otro lado del túnel, arrastraba lo que parecía ser un enorme trozo de carne, mientras daba torpes pasos iba dejando un rastro de sangre en el suelo, llevaba en la otra mano un enorme trozo de metal unido a una empuñadura de acero, que se asemejaba a una enorme navaja de aspecto increíble, la navaja chocaba contra el suelo y hacía ese sonido chirriante, la criatura abrió una puerta que se encontraba a un lado del camino en el túnel, entro en la habitación y cerró la puerta de golpe. —Mierda… eso estuvo cerca.— Suspiró la chica enmascarada. —¿Q-q-qué era esa cosa?— Repuso Jimmy. —Un ―Ejecutor‖, los sirvientes más brutales de la reina…— Le contestó la mujer. En ese momento un sentimiento de angustia se apoderó del corazón de Jimmy, al recordar la traumática escena que había pasado hace un momento; en su mente, aún podía sentir las filosas garras de la reina tocando su rostro con una inquietante suavidad. Una risita hacía eco en la cabeza de Jimmy, este se sentía mareado, volteaba la cabeza constantemente con el sentimiento de que lo perseguían, esperando encontrar a su acosador de un momento a otro, pero cada vez que volteaba rápidamente no encontraba más que oscuridad. Mientras se internaban más profundo dentro del túnel, girando entre las angostas aberturas que daban paso a pasadizos de ladrillo negro, subiendo extensas escaleras con rumbo a una superficie que parecía no llegar nunca. La infantil risa de una niña resonaba entre los pasadizos, Jimmy de pronto sintió una enorme presión 50
en el corazón, esa risa era un sonido familiar, un sonido que hacía a su corazón saltar, vibrar y latir con estrepitosa fuerza. —….— Jimmy susurró algo casi inaudible. —¿Qué?...— preguntó la mujer enmascarada. —Amanda….— Jimmy alzó la voz violentamente como poseído por la locura. —¡AMANDAAA…!— Jimmy corrió a toda velocidad en dirección a un oscuro pasillo, de dónde provenía la risilla que ensordecía sus oídos, con insana determinación se metió cada vez más dentro de la oscuridad, hasta que se perdió en ella. —Amanda, ¿Dónde estás?...— Jimmy comenzó a buscar desesperadamente dentro de la oscuridad de aquella cloaca, adentrándose en el lúgubre lugar. —Tienes que estar aquí… tienes que…— Jimmy cayó de rodillas y golpeó el suelo, en medio de la oscuridad su figura parecía flotar en medio de la nada, cansado, enojado y jadeante, Jimmy sacó la navaja de su funda y la apoyó contra su cuello, el filo tocaba delicadamente su garganta, una pequeña gota de sangre bajó a través de la piel del cuello, del desesperado muchacho. Una cálida mano tomó la de Jimmy, bajó el cuchillo y lo hizo caer al suelo con firmeza, el ruido metálico del cuchillo chocando contra el suelo negro reverberó en el túnel; Amanda estaba allí, parada frente a él resplandeciendo como si su cuerpo mismo estuviera hecho de luz, se arrodilló mientras le miraba directamente a los ojos, Amanda tocó gentilmente los labios de Jimmy y posó su frente sobre la del joven muchacho. Jimmy se sentía cálido y tranquilo, por un momento se dejó llevar por el momento, las preocupaciones habían pasado a segundo plano, al menos en ese preciso momento, en ese preciso lugar, Jimmy era feliz; ¿Por qué arriesgarse a reventar la burbuja? ¿A despertar a la realidad? ¿A olvidar la fantasía?. Jimmy ya había pasado por suficientes cosas, no quería tener que lidiar más con monstruosas criaturas, personas enmascaradas o ciudades infernales. Mientras su mente divagaba, sentía como su cuerpo se fundía con el de la radiante Amanda, como sus mentes se mezclaban y sus almas se volvían una sola, un placer infinito lo rodeaba, lo hacía sentir seguro. De pronto, Jimmy era alejado de un tirón fuera del sueño, arrancado de los brazos de su dulce Amanda, destruyendo la ilusión que había creado para sí mismo; La mujer
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enmascarada le inspeccionaba de pies a cabeza, como buscando indicios de que Jimmy estuviera herido. —No…— Dijo Jimmy entre sollozos. —No quiero… seguir con esto…— —Has llegado hasta aquí y… ¿planeas detenerte ahora?— Le respondió la mujer con incredulidad. —Yo… sólo quería encontrar a Amanda…— Dijo Jimmy con melancolía. —Todo lo que quiero es encontrar a Amanda…— —¿Qué hay de Analí?— Le preguntó la mujer enmascarada. Jimmy sintió un temblor incómodo que recorría su cuerpo. —¿C-Cómo sabes… de Analí? ¿Quién eres?— Pregunto Jimmy asustado. La mujer tomó su máscara y se la quitó lentamente, Jimmy sentía esa escena muy incómoda, pues le hacía recordar a la que había vivido hace un instante. Sin embargo, lo que vio en ese momento lo impresionó aún más, por un breve segundo le pareció ver a Amanda, parecía ser Amanda quien se ocultaba tras la máscara de gato, pero cuando Jimmy observó con atención, notó que no era ella, era simplemente una mujer que tenía algunos rasgos en común, pero sus ojos eran de un color caramelo intenso y su cabello de un rubio pálido. —No entiendo… yo jamás te he visto antes… ¿Cómo es que sabes que es lo que vine a buscar aquí?— Preguntó Jimmy algo confuso. —Digamos que tenemos un amigo en común… Alguien que me mandó aquí, para ayudarte a encontrar el camino a casa.— Exclamó la mujer con aire misterioso. —¿Quién? ¿Quién te mando aquí?— Preguntó Jimmy expectante, inquieto y desesperado por saber la respuesta que ante sus ojos, aclararía todo el paisaje. —Quizás tú lo conozcas mejor como…— Con un firme corte, la cabeza de la mujer de la máscara de gato cayó de golpe y rodó, dejando una estela de sangre regada por el suelo, el cuerpo cedió y se desplomó al mismo tiempo. El ―Ejecutor‖ parado detrás de ella, con una enardecida mirada y una enorme navaja ahora teñida con la sangre de la mujer, al parecer el ruido lo había alertado, le había guiado hasta aquel paraje en busca del joven.
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Jimmy no salía de su asombro, estaba en shock, cuando parecía que la situación no podía estar peor, la vida le demostraba que podía escupirle una vez más en el rostro. —¡NO…!— Exclamó Jimmy irritado. —¡No más!— dijo mientras sacaba su cuchillo de la funda. La rabia se apoderó de su mente, Jimmy dejo que la ira tomara posesión de su cuerpo y corrió en dirección a la bestia de penetrante mirada, mientras sostenía firmemente el cuchillo; La criatura blandía ferozmente su enorme navaja, haciendo un sonido silbante cada vez que asestaba un ataque, Jimmy parecía poseído por una malévola locura, esquivando a velocidad sobrehumana los ataques que la criatura propinaba con rabia, deslizándose hasta estar cerca del ―Ejecutor‖ y asestando un corte horizontal en el costado de la bestia, un chorro de sangre oscura se derramaba por el suelo junto con una porción de sus vísceras. Jimmy repitió la hazaña y logró clavar por segunda vez su cuchillo en la piel de la criatura, que gemía con horrendos chillidos cada vez que ―Longinus‖ mordía su carne. La bestia respiraba con dificultad, de las heridas emanaba un líquido oscuro que parecía ser su sangre; jadeante, la criatura volvió a cargar su ataque y lanzó la enorme navaja con una enorme fuerza, la navaja se clavó en el suelo y logró golpear a Jimmy en la pierna durante su trayecto, desgarrando la piel del muslo y dejando un enorme corte. Sin embargo, Jimmy no sentía dolor, no sentía nada en absoluto, así que se puso de pie y avanzó con determinación mientras dejaba un rastro sangriento con cada paso que daba con la pierna herida, la bestia trataba de liberar su arma pero esta estaba clavada con suma firmeza, Jimmy aprovechó la oportunidad y de un certero estoque, clavó el cuchillo en el cuello de la criatura, entrando por el mentón y saliendo por un cuenco ocular, haciendo que el ojo saliera despedido fuera de su lugar; la criatura lanzó un monstruoso chillido mientras ―Longinus‖ desgarraba su cráneo, el espeso líquido oscuro salpicaba sobre Jimmy, empapando su ropa con aquella negruzca sustancia. La criatura se desplomó en el suelo, mientras un charco negro se formaba a su alrededor, Jimmy retiró el cuchillo del cuerpo de la bestia y lo volvió a guardar dentro de su funda, fue hasta el cadáver de su misteriosa amiga y rezó una oración por ella, estaba perdido sin ella, ¿Cómo saldría ahora de las cloacas?, sin un guía estaba perdido para siempre en ese laberinto de óxido. —Por aquí…— Dijo una tenue voz.
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Jimmy volteó, buscando de dónde provenía aquel sonido, la reluciente Amanda de su fantasía, caminaba entre las cloacas, sus ligeros pasos parecían danzar en la oscuridad del largo túnel, Jimmy la siguió hipnotizado hasta llegar a una puerta oxidada, Amanda con una expresión juguetona entró dentro de la puerta, Jimmy la siguió de cerca, el cuarto estaba oscuro y no se podía ver lo que le deparaba del otro lado; aun así, Jimmy entró siguiendo el rastro de la traviesa Amanda en medio de la oscuridad, la puerta se cerró de golpe detrás de Jimmy y una penetrante luz roja iluminó la habitación, era como un almacén, el olor a podrido y a óxido llenaban el lugar, se podía sentir un ambiente espeso por la humedad, el piso estaba mojado y mientras Jimmy avanzaba un extraño sentimiento se apoderó de su mente, un sentimiento que le pareció bastante familiar; Los cabellos de la nuca se le erizaron, era un aura de maldad la que se sentía en esa habitación, era muy parecida al aura que proyectaba la reina, Jimmy retrocedió asustado, su cuerpo chocó de improviso contra lo que parecía un gran trozo de carne que colgaba de un gancho clavado al techo con una cadena. Jimmy volteó a ver qué era lo que había golpeado, para su sorpresa se trataba en efecto de un gran pedazo de carne, pero lo macabro de la situación era que aquel trozo de carne era un torso, un torso humano que había sido desmembrado con sumo cuidado, quizás por obra del ―Ejecutor‖, mareado por lo que acababa de ver Jimmy tropezó y cayó de espaldas, su corazón latía con tal fuerza que sentía que en algún momento este iba a explotar en su pecho, la respiración se le comenzó a dificultar y mirando hacia arriba observo con terror que cientos, quizás miles de partes humanas colgaban de ganchos fijados al techo del almacén, escurriendo un viscoso líquido rojo que olía a muerte y descomposición; Jimmy sin poder evitarlo, vomitó en el suelo con tal fuerza que sus oídos zumbaron, el olor era penetrante y se esparcía por todos los rincones posibles, incluso el estar dentro de las cloacas no se comparaba con aquel fétido aroma, en el fondo una brillante Amanda con sonrisa juguetona, brincaba con grácil premura sobre los cadáveres que yacían en el suelo, casi como una macabra danza sobre el lago de sangre que allí se formaba. Jimmy avanzó veloz, entre los miles de muertos que yacían ante sus pies, con bocas abiertas y ojos blancos, con los estómagos abiertos en forma vertical, con los miembros mutilados, con la piel que los cubría descompuesta y podrida. —Espera…. ¡¡ESPÉRAME….!! No me dejes aquí… no quiero… no quiero volver a estar sólo…— Imploraba Jimmy a Amanda, pero esta ni siquiera se inmuto, continuó danzando y saltando juguetonamente entre los cuerpos sin vida.
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No importaba lo mucho que se apurara Jimmy, sus pies parecían ser jalados por las manos de aquellos miles de personajes fallecidos, como si trataran de llevarlo con ellos, de hacer que se una a alguna clase de macabra fiesta de muerte. Jimmy entonces tomó en cuenta algo que no había pasado por su cabeza sino hasta ese entonces. La figura de Amanda a la que estaba persiguiendo, parecía no tener forma sólida, era más bien…, lo más parecido a un fantasma… a un alma en pena. ¿Podría ser…? ¿Existía la posibilidad, que Amanda… estuviera muerta…?. El terror se apodero de Jimmy, todo este tiempo… lo que había estado siguiendo… ¿Era un espíritu o era acaso una ilusión de lo que su corazón deseaba encontrar? En ese momento parecía que todo el camino recorrido hasta ese momento había sido por seguir un espejismo, un breve reflejo del deseo ferviente de Jimmy, por encontrar a Amanda, su dulce Amanda, su amada… No había ningún motivo por el cual seguir, no sin Amanda, Jimmy dejo de andar… se quedó parado con la mirada fija hacia el horizonte, pensando… recordando…, Ya había llegado hasta allí, aun así el camino que había recorrido no le había traído nada bueno, Amanda estaba perdida… quizás para siempre, el camino que había escogido recorrer era un camino de una sola vía, un camino que lo llevaría a su muerte segura, ¿Cómo podría encontrar a Amanda en un mundo tan retorcido, un mundo de monstruos y bestias espantosas, un mundo de reinas que con malignos ojos se roban tu alma, un mundo donde Analí ya no estaba…? —¿Analí…?— Un pensamiento invadió su mente… —Analí…— Su rostro comenzó a aparecer en la mente de Jimmy, el vivo recuerdo de Analí, de cómo estaba el día que la había visto en la fiesta de Halloween, Pronto su mente la creo para él, la creo frente a él. Las piernas de Jimmy comenzaban a hundirse en el lago de sangre y cuerpos muertos. —Analí… Yo… lo siento.— Dijo entre lágrimas. —Nunca… nunca debí haberte dejado ir sola, si… si no fuera por mí… no habrías desaparecido… ¡¡¡Perdóname!!!— Expreso el joven Jimmy con lágrimas en los ojos. Pronto la sangre le llegaba hasta la cintura, su cuerpo se iba hundiendo y la Analí imaginaria, se hundía junto a él, Jimmy la abrazó… él sabía que esa Analí era falsa, que era solo una construcción que había proyectado su mente, a partir del recuerdo que Jimmy guardaba en su memoria. Al final, ambos se hundieron en el lago sangriento por completo, era como estar en una habitación roja llena de agua a tope. 55
Su Analí, allí parada junto a él, le tendía una mano que Jimmy tomó suavemente, la abrazó con fuerza como para que no escapara de él, sentía que ella lo perdonaba, que le decía no te preocupes, que reconfortaba su espíritu. —Jimmy… no puedes morir, no aquí, no sin que yo te mate…— Analí se había transformado en un instante en la reina… lo abrazaba fuertemente con el cuerpo desnudo, Jimmy forcejeaba y trataba de liberarse de sus manos, cuando vio de frente su rostro otra vez, aquel rostro que le había mostrado cuando se había quitado la máscara, aquella horrible visión que había nublado su juicio. Ese cabello rojo, esas cejas delgadas, esos oscuros ojos y esos labios, pequeños y gruesos… Unos labios que Jimmy deseaba besar, un cuerpo que Jimmy quería abrazar, un persona que él necesitaba encontrar… y sin embargo, sin siquiera habérselo imaginado, él ya había encontrado. —Analí…— Dijo Jimmy debajo del sangriento lago. —Todo este tiempo… fuiste Analí…— —Sí…— Dijo la proyección de la reina que estaba parada allí, en ese momento. — Ven por mí Jimmy… Si no lo haces… voy a matar a Amanda…— Dijo la reina Analí, con una voz que era inconfundiblemente suya. —No…— Exclamó Jimmy y hubo un pequeño silencio. —No… si yo te mato primero.—
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Capítulo 8: La reina. Dentro de aquel Lago de sangre, Jimmy tomó su cuchillo y con un veloz ataque lo clavó en la frente de la reina Analí, la proyección de ella que Jimmy había creado con su mente desapareció al instante, consumida en un haz de luz, el joven nadó con fuerza hacia arriba, esquivando las delgadas manos muertas que trataban de frenar su avance, cortando con certeros tajos los ataques de aquellos cuerpos muertos; finalmente, el cuerpo de Jimmy se incorporaba fuera de aquel lago rojo, pero la habitación había cambiado radicalmente de forma. Sobre Jimmy, un lejano agujero que proyectaba luz, sin duda perteneciente al sol o a su equivalente en ese mundo, se podía observar claramente; aquella habitación se había transformado en un enorme pozo sangriento, lleno de putrefacción y cadáveres apilados, Jimmy clavó su cuchillo con fuerza a la pared empedrada y con firmeza se sostuvo de las salientes del pozo, no había otro camino… tendría que subir. Con la ropa totalmente empapada de ese asqueroso líquido, sentía como si llevara consigo todo el horripilante aroma de la habitación, con determinación escalaba de forma vertical el pozo, afirmándose y clavando con fiereza su cuchillo en la superficie del muro, el cuchillo se clavaba con facilidad… como si las paredes estuvieran hechas de alguna cubierta blanda, poco a poco Jimmy se sentía cada vez más cerca de la salida, las alucinaciones del túnel habían desaparecido, y el oscuro contenido de pozo comenzaba a difuminarse, la brillante luz que indicaba la salida de aquel tétrico lugar, finalmente podía observarse con claridad. Jimmy estaba fuera, había escalado una altura considerable; sin embargo, no se sentía cansado. El oscuro pozo del que había salido, poco a poco se fue cerrando como si se tratara de las fauces de algún ser vivo, hasta que desapareció por completo. Ante Jimmy, una negra puerta de ébano se erguía majestuosamente, un bello y demencial tallado artesanal cubría la puerta por completo, incluso las perillas estaban bellamente ornamentados con extraños diseños, Jimmy tomó la perilla y la giró lentamente; sentía en lo más profundo de su ser, que la puerta estaba allí para él, que la reina le estaba esperando, que finalmente todo iba a terminar. Mas sin embargo, la puerta no se abrió, como si de una cruel broma se tratara, ¿Acaso todo este relato terminaría así, una puerta cerrada sería el final de esta historia?, Jimmy entró en pánico, estaba en una habitación enorme y oscura y al parecer no había forma de volver atrás, el Pozo sangriento se había esfumado en el piso, se había consumido a sí mismo y ese era el único camino de vuelta. 57
—Jimmy… ¿qué haces parado allí?, te estamos esperando.— Exhaló una suave y al mismo tiempo tétrica voz. Jimmy volteó lentamente, sabía a quién pertenecía la voz, y el hecho de saberlo le heló la sangre; sin lugar a dudas, esa era la voz de la reina, de Analí. Una enceguecedora luz iluminó la oscura habitación, un ejército de criaturas formaban filas en torno a una larga alfombra roja; en el fondo de la habitación, se alzaba un enorme trono hecho de huesos, la blancura de estos resaltaba sobre el negro suelo y encima en el trono, Analí yacía sentada con desdén, con los pechos al descubierto y una larga tela roja cubriéndole las piernas, llevaba una corona blanca que al parecer estaba también hecha de huesos y la máscara inexpresiva que cubría su rostro con un blanco sepulcral. —¡¡¡AKh:Itosh!!!… — Exclamó la reina en voz alta y al instante apareció en la habitación una enorme criatura que cargaba una jaula de oro, dentro se podía apreciar la silueta de una mujer joven. —¡¡Amanda!!...— Gritó Jimmy mientras se precipitaba velozmente al encuentro de su amada, mientras empuñaba a ―Longinus‖. Las criaturas que lo rodeaban se abalanzaron contra él con insana furia, Jimmy con certeros golpes del cuchillo logró herir de muerte a varios de ellos, destajando sus miembros y degollando sus cuellos, parecía una macabra coreografía ejecutada con perfecta sincronía, órganos y pedazos de carne salían despedidos por la habitación mientras ―Longinus‖ desgarraba y mordía la carne de las oscuras bestias; No obstante, el número de bestiales criaturas era mucho más de lo que Jimmy podía enfrentar sólo, rápidamente algunos llegaron donde él y clavaron profundamente sus garras en el cuerpo del muchacho; como no sentía dolor, el desesperado joven siguió luchando sin importarle el daño que le causaba a su cuerpo, la sangre de las bestias impregnaba el suelo y las paredes, el charco oscuro y viscoso incrementaba su tamaño con cada baja enemiga, un líquido rojo resaltaba entre este oscuro líquido; fue entonces que Jimmy tomó conciencia de lo que pasaba, su sangre estaba brotando a borbotones de múltiples heridas por todo su cuerpo, uno de sus brazos escurría sangre abundantemente y su pierna izquierda estaba atada a su cuerpo nada más que por una delgada línea de carne y hueso que colgaba sinuosamente a partir de la rodilla. Jimmy se desplomó, pues su pierna no podía soportar el peso de su cuerpo, al caer el maltrecho miembro se despegó del resto de su cuerpo, inmóvil en un charco 58
de oscura sangre de monstruo, trató de sostenerse con ambos brazos, sabía que sus heridas eran graves y podía morir en cualquier momento; y a pesar de todos sus esfuerzos, un buen grupo de criaturas aún se arremolinaba alrededor de Jimmy, furiosas y deseosas de acabar con él. —Tonto… Tonto, Tonto Jimmy… — Exclamó la reina mientras se acercaba a él. — Tú aún no te puedes morir… no sin que sea yo la que te mate… — Jimmy no se sentía cansado, pero aun así, sentía que lo mejor era quedarse quieto. La reina tomó a Jimmy por el brazo sano y arrastró su cuerpo destrozado por la habitación hasta llegar cerca del trono, donde había lo que parecía ser un altar de sacrificios, levanto el cuerpo de Jimmy delicadamente y lo posó sobre esta superficie rectangular, una de las criaturas le entregó la pierna desmembrada de Jimmy, la reina tomó el miembro y acarició la cabeza de la criatura, quien hizo una reverencia y se marchó. —Osh:Ekhto Ashat:Ur… ¡Osh:Ekhto Ashat:Ur!… ¡¡¡OSH:EKHTO ASHAT:UR!!!…— Exclamó la reina con una penetrante voz que iba en aumento, se sacó la máscara y su rostro se podía apreciar claramente; No había dudas, era Analí, aunque parecía tener un semblante maduro, como si hubiera envejecido algunos años. Analí posó sus rojos labios sobre los de Jimmy, el joven sintió como su cabeza daba vueltas y una cálida energía pasaba a través de su garganta y lo llenaba por completo, por un segundo perdió el conocimiento y cuando lo recobró pudo sentir… sintió los fríos labios de Analí que rodeaban su boca, sintió la brisa del viento, sintió incluso la calidez de la luz que tocaba su blanca tez. Jimmy se levantó y observó con asombro que su cuerpo estaba totalmente curado, no tenía ni un solo rasguño, aunque su ropa mostraba claros signos de haber sido apuñalado por las filosas garras de las criaturas que lo atacaron anteriormente. La reina se sentó sobre su trono para recuperar el aliento, al parecer el haber usado esa habilidad de curación la había dejado exhausta. Sin pensarlo dos veces, Jimmy se apresuró al encuentro de Amanda, se acercó velozmente a la dorada jaula para cerciorarse de que ella estuviera bien. —Amanda… ¡¡Amanda!!… te sacaré de allí.— Exclamó Jimmy furioso. — ¡Ábrela!... abre la maldita jaula.— Le exigió a la reina.
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La reina lo miró con sus penetrantes ojos oscuros y con un chasquido de dedos la jaula se abrió, como por arte de magia. Jimmy metió los brazos dentro y con sumo cuidado tomó el cuerpo de Amanda, liberándolo de su encierro. El cuerpo de Amanda yacía ahora en los brazos de Jimmy, estaba desnuda y sumida en un profundo sueño, con el rostro pálido y sin expresión, como soñando apaciblemente. —Amanda… despierta, soy yo Jimmy… he venido a sacarte de aquí… he venido a llevarte a casa…— Dijo Jimmy en voz alta. —Amanda… despierta… por favor… despierta, soy Jimmy… A-Amanda… despierta… por favor… y-yo… te amo…— Jimmy abrazó el inerte cuerpo de su amada con ternura, mientras sollozaba amargamente. —Lo siento… yo no quería que esto pasara… Amanda… te amo… te amo… te amo… de-debí habértelo dicho antes… perdóname… — Exclamaba Jimmy entre sollozos, derramando sus lágrimas sobre el desnudo cuerpo de Amanda, las cuales recorrían lentamente la piel de su amada. De pronto una suave mano tocó el rostro de Jimmy, Amanda le miraba fijamente, con una mirada inexpresiva, abrió lentamente sus labios y exclamó. —¿Quién eres?— Jimmy sintió un golpe en su pecho. —S- Soy yo… Jimmy…— le respondió, sus labios temblaban. —No te recuerda… —Le contestó Analí, sentada sobre su blanco trono de hueso. — Eso que tienes entre tus brazos, ya no es nada más… que un cascarón vacío… todos sus recuerdos, sus memorias sobre ti, ya han desaparecido… — exclamó la reina con voz tenebrosa. —Ella ya no te ama…— —¿Qué le has hecho…?, ¿qué has hecho con Amanda…? ¡¡¡Respóndeme!!!— Grito Jimmy eufórico. —Hice lo que tú hiciste conmigo…. le arranque el corazón.— Respondió la reina mientras se ponía de pie. —¡¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHHHH……!!!!!— Jimmy se abalanzó sobre la reina, ―Longinus‖ estaba lejos de su alcance; sin embargo, eso no le importó, el tiempo parecía ralentizarse con cada paso que daba, tomó a la reina por el cuello y le golpeó el rostro con tanta fuerza que su mano se 60
tornó roja rápidamente, al haber recuperado la sensibilidad de su cuerpo pudo sentir el dolor que le causó tal maniobra, había sido como golpear un muro sólido. —Lo ves… — Dijo la reina con tenue voz. —Mi corazón se perdió hace mucho, ya no puedo sentir nada, dentro de mí ya no existen los sentimientos… he olvidado lo que es la alegría, la tristeza, el enojo… incluso, el amor… — La cara de ella no tenía expresión, pero aun así, Jimmy sentía la melancolía de la reina. —Fuiste tú… tú me hiciste esto… tú me convertiste en esto… — la voz de la reina tomó un tono tenebroso. —Y ahora morirás…, por haberme hecho esto…. por haber roto mi corazón…— La reina empujó a Jimmy con una mano y este cayó bruscamente sobre el negro suelo, su cuerpo se sentía pesado y adolorido, aquel golpe había sido ejecutado con un poder increíble, tembloroso al darse cuenta de las limitaciones de su cuerpo, Jimmy quedó inmóvil; un miedo terrible embargaba su espíritu, sus ganas de luchar habían sido extinguidas con el abrumador poder de la reina Analí. —Sería muy fácil matarte ahora… — Expresó la reina algo dubitativa. —Te mereces algo peor… te mereces sentir por ti mismo lo que me hiciste pasar… te lo mostraré… y luego, devoraré tus sentimientos, como lo hice con Amanda.— La reina tomó a Jimmy y lo estampó con fuerza contra el altar que se ubicada a su lado, Entonces clavó una de sus manos en el pecho de Jimmy, un haz de luz brotaba del agujero que la reina había abierto. Un abrumador mar de emociones se extendió dentro de la mente de Jimmy, podía sentir la tristeza, la rabia, el enojo, la decepción, la humillación y finalmente el dolor… no un dolor cualquiera, el dolor que causa un corazón roto, un dolor indescriptible en su pecho, se sentía como filosas garras desgarrándolo por dentro y mientras veía claramente los recuerdos de Analí, que se proyectaban dentro de su cabeza como una ráfaga de visiones, la cara del encapuchado apareció durante un breve momento; aquel hombre de máscara roja, que había visto hacía ya algún tiempo atrás, aquel hombre que era la razón de todas sus desdichas. Analí subió sobre la dura y fría superficie, y delicadamente se ubicó sobre el débil cuerpo de Jimmy mientras tomaba las manos del joven muchacho con fuerza; entre las delgadas costillas del cuerpo de Analí, dos pares de largos brazos adicionales crecieron, tomando las piernas del indefenso joven con un par de ellos. —Sabes Jimmy… siempre me pregunté cómo se sentiría hacer esto contigo… — Exclamó la reina mientras desgarraba las ropas de Jimmy, el temeroso joven trataba 61
de resistirse con todas sus fuerzas, pero era inútil; la reina le superaba en fuerza y después de forcejear, ella dejó al descubierto el desnudo cuerpo del muchacho, Analí acarició el pecho de Jimmy con sus fríos labios, la piel de este se erizaba, podía sentir claramente hasta el más leve movimiento que proyectaba Analí sobre su cuerpo. Con las manos que tenía libres, la reina tocaba gentilmente el cuerpo de Jimmy, mientras con un estremecedor beso invadía la boca del asustado joven, la lengua era fría como la de un muerto y el aliento de Analí le helaba la sangre, era totalmente diferente al beso que le había dado Amanda, un tiempo atrás; De pronto una de las manos de la reina se precipitó cerca de la entrepierna de Jimmy… mientras lo acariciaba suavemente. —¡¡¡Noooo!!!.... No lo hagas… — Exclamó el joven, jadeante. —No lo hagas… ¡Analí!— —¿Por qué tienes tanto miedo?, ¿Estabas guardando este momento para Amanda?, Eres un idiota… ella ya no podrá volver a amarte, todo lo que ella sabía de ti, todo el amor que ella tenía por ti… ha desparecido, ahora me pertenece... y tú también.— Analí se quitó la roja tela, que cubría apenas su semi-desnudo cuerpo y suavemente se unió a Jimmy, mientras exhalaba un profundo gemido de placer que hacía eco en la sala. Con un suave vaivén la reina movía sus caderas, Jimmy podía sentir el interior de la reina con cada movimiento, un hormigueo recorría cada nervio de su piel; esta era una sensación que él jamás había experimentado, era tan placentero y tan cruel a la vez, no podía evitar jadear y suspirar incómodamente, mientras los suaves gemidos que hacía Analí, excitaban su cuerpo; mirando el negro techo de la habitación su mirada se perdió, su mente trataba de escapar, el sentimiento que presionaba su pecho con fuerza era sumamente incómodo, no era amor pero tampoco era odio, ni mucho menos era placer o al menos no por completo, era un sentimiento forzado que quería arraigarse en su pecho con violencia. Las lágrimas bajaban lentamente, resbalando sobre las mejillas de Jimmy, la reina hizo una mueca de satisfacción mientras ambos cuerpos sudorosos se movían rítmicamente como al compás de una demente canción. —Está bien… no trates de resistirte, amado mío… déjate llevar… únete conmigo.— Dijo Analí con voz suave, lentamente soltó las manos de Jimmy que había sostenido con fuerza y las dirigió sobre sus pechos, su pálida piel se contrastaba con la de las manos de Jimmy, el joven muchacho tomó suavemente los pechos de Analí… eran suaves y esponjosos pero su piel estaba helada, como si ese cuerpo hubiera muerto 62
hacía ya buen tiempo. Jimmy sabía que no podía hacer nada más, la reina había ganado, así que con ambas manos tomó el frío cuerpo de Analí y con lágrimas en los ojos besó esos fríos labios que alguna vez cautivaron su atención, los oscuros ojos de la reina le miraban expectantes, la reina liberó el cuerpo del joven muchacho, Jimmy se ubicó sobre el desnudo cuerpo de la reina y comenzó a moverse con frenética violencia, mientras Analí exhalaba con dificultad y gemía delicadamente; Jimmy ya no podía aguantarlo más, tomó con firmeza a Analí por los hombros mientras sus caderas se movían cada vez con más velocidad; jadeando, liberó su caliente néctar dentro de ella, la reina convulsionaba con incontrolable lujuria al mismo tiempo que amargas lágrimas resbalaban de los ojos del exhausto muchacho . —Ayúdame… — Una tenue voz se podía oír, parecía distante. —Ayúdame…— resonó otra vez. Jimmy tomó con una mano el monóculo que llevaba colgado al cuello y lo posó sobre su ojo derecho, dentro del pecho de la reina, un enorme hoyo negro cubría todo; sin embargo, en el centro de toda la oscuridad, una pequeña vocecita salía del interior de una pequeña criatura con forma de escarabajo, ―U:mik-Akh:to‖ pronunció Jimmy al recordar que estos pequeño seres eran las memorias que atesoraban los humanos, sentimientos en estado sólido por así decirlo. El recuerdo que atesoraba la reina, el recuerdo de que alguna vez la reina fue Analí, a pesar de que había abandonado cada una de sus memorias, no había perdido su humanidad, pues sin esa pequeña parte, la reina sólo sería un monstruo como cualquier otro, conducida por el instinto y la sed de sangre, Jimmy usó el monóculo para enfocar a Amanda, en su pecho, coloridos insectos revoloteaban de un lado a otro; no obstante, en donde yacía su corazón un oscuro vacío había acaparado el lugar; Jimmy enfocó luego su propio pecho, y entonces presenció con horror un enorme y oscuro insecto que trataba de devorar sus memorias, de borrar sus recuerdos; pero también observó que en su corazón, un pequeño insecto se movía débilmente, en aquel lugar el amor que sentía por Amanda renacía una vez más, todo el camino que había recorrido lo había hecho no para encontrar a Analí, el hecho de saber su paradero y no buscar justicia ante su desaparición era algo que sentía no podía dejar inconcluso; mas sin embargo, era Amanda quien había iluminado su camino, quien había aparecido como un faro entre la oscuridad, quien le había impulsado a no rendirse, a seguir adelante, a buscarla, a encontrarla y ahora… tenía que salvarla.
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Jimmy se incorporó y saltó lejos del alcance de la reina, quien con sus largos brazos trataba de retenerlo a la fuerza, corrió hacia donde ―Longinus‖ yacía inerte y lo tomó con firmeza entre sus manos. —Sé que todo esto ha sido mi culpa… Analí, lo siento…— Exclamó Jimmy, la reina atónita se detuvo. —Pero yo… no te amo, yo amo a Amanda… siempre lo he hecho, y es por eso que debo hacer esto… — Jimmy clavó a ―Longinus‖ en su pecho y un haz de luz apareció, soltó el cuchillo y con una mano sostuvo el monóculo frente a su ojo, con la otra mano tomó el insecto que era el recuerdo del amor que sentía por Amanda, y que a duras penas se levantaba tambaleante, pero que iba ganando fuerza. —Ahora entiendo todo, Analí… entiendo por qué me dejaron esta arma… porque este cuchillo sólo puede herir a las criaturas sin emociones, sabes… a aquellos que aún tenemos humanidad esta arma no nos daña… sólo nos permite alcanzar lo que de verdad atesoramos, nos permite recordar lo que habíamos olvidado… lo que nos han arrebatado.— Jimmy se quitó el monóculo y levantó a ―Longinus‖, entonces se dirigió hacia el cuerpo de Amanda y delicadamente abrió el pecho de su amada, introdujo el pequeño insecto dentro y besó la frente de la chica, el pequeño ser revoloteaba dentro ya con más fuerza, la cabeza de Jimmy se sacudió con violencia, el recuerdo de Amanda se comenzaba a esfumar de su mente. —Perdóname por no haberte dicho esto antes…, te amo Amanda… no me olvides, por favor sólo… no me olvides.— Se despidió Jimmy con lágrimas en los ojos, mientras el agujero luminoso en el pecho de Amanda, se cerraba mágicamente. La reina se acercó lentamente con una furiosa mirada y exclamó con voz alta. — Eres un idiota… sólo volveré a arrancar ese recuerdo de su pecho y… — —No… — la detuvo Jimmy. —Es a mí a quien quieres, ¿cierto?. Envíala a casa, deja que se marche… y… y yo… me quedaré aquí contigo…— Con melancólica voz, Jimmy le propuso. —Ya no hay ningún sentimiento en mi pecho… te perteneceré… por completo.— La reina miró fijamente a Jimmy, como tratando de descifrar si acaso mentía pero luego asintió. —Muy bien… Ekh:Athorak.— Ordenó la reina y dos criaturas levantaron a Amanda, quien comenzaba a despertar y su piel retomaba color.
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—¿Jimmy…?, ¿Dónde… Cómo llegué aquí?— Preguntó Amanda, mientras la llevaban fuera del recinto, Jimmy tenía una sonrisa en el rostro pero su expresión era de tristeza. —¿Qué sucede?, ¿A dónde me llevan? Jimmy… ¡Jimmy!, ¡¡JIMMY!!— Gritaba Amanda, las criaturas abrían la puerta negra que había estado cerrada, dentro había un largo corredor que llevaba a un ―Umbral‖, Amanda fue lanzada a través del rojo portal y su cuerpo se esfumó en un parpadeo. —Sabes… sin Amanda, estos sentimientos se sienten tan pesados sobre mi pecho, ¡quizás tú los quieras!…— Jimmy expulsó fuera del agujero luminoso que tenía sobre su pecho, una gran cantidad de coloridos insectos que rodearon a Analí. La reina perdió de vista a Jimmy mientras los insectos revoloteaban, de pronto un certero corte abrió su pecho, un haz de luz apareció y una mano invadió sin previo aviso el interior del brillante agujero. —Bien hecho… pero como te habrás dado cuenta, yo aún conservo mi humanidad.— Dijo la reina mientras quitaba la mano de Jimmy fuera del interior de su pecho. —No por mucho… me temo.— Dijo Jimmy con una sonrisa. —Cuando me forzaste a unirme a ti…, trataste de borrar mis recuerdos, de quitarme todo lo que es valioso para mí.— —Bah… sucios sentimientos, estarías mejor sin ellos… — Dijo Analí mientras ponía una mano sobre su pecho, un hormigueo incesante se había apoderado de ella. —¿Q- Qué me hiciste…?.— —Te convertí en lo que querías hacer de mí… en un monstruo…— Dijo Jimmy, la reina lo miraba examinándolo minuciosamente, el insecto que devoraba los recuerdos de Jimmy ya no estaba más dentro de él, pero entonces… ¿Dónde estaba?, durante la conmoción Jimmy había puesto el insecto dentro del pecho de Analí y este devoró el único recuerdo que le quedaba a la reina. —Idiota… no sabes lo que has hecho…— Exclamó Analí, mientras su cuerpo se transformaba, con un oscuro aullido sus seis brazos se volvieron delgados y endurecidos, su tamaño aumento considerablemente y filosos colmillos aparecieron de sus fauces, largas y filosas garras se extendían desde la punta de sus dedos, a la vez que seis gigantescas alas se erguían desde la espalda de la reina, ella había adoptado la forma de lo que parecía una reina avispa de aspecto demoníaco y con ferocidad miraba a Jimmy a los ojos. 65
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TERCERA PARTE: Sentimientos Robados.
―La bruma se tornaba espesa y de color sangre, un sabor metálico se podía distinguir con facilidad, la macabra figura danzante había terminado su demente baile, se sentó en la oscuridad y lloró.‖
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Capítulo 9: Analí Analí Guzmán era en muchos aspectos una niña normal, durante su infancia jamás presentó rasgos que la definieran como ―rara‖ o ―extraña‖, y ya entrada en la adolescencia otro tipo de gustos tomaron protagonismo dentro de su mente; a sus 15 años, Analí había comenzado a ver con otros ojos a los muchachos que estudiaban con ella, las conversaciones con sus amigas ahora se centraban con mayor detenimiento en quien era el chico más fuerte y guapo del aula. Analí vestía con sensualidad, caminaba con gracia y feminidad, lo cual atraía las miradas de todos los jóvenes que la veían pasar; fue un día de verano, un día con lluvia, que Analí olvidó su paraguas y sus amigas habían emprendido la marcha, sin esperar a que ella terminara sus actividades extracurriculares. Ese día un joven se le acercó de manera sorpresiva, Analí al notar la presencia del muchacho retrocedió de golpe. —Di- Disculpa… no era mi intención asustarte.— Exclamó el joven con voz suave. —No me asusté… nada más, eh… bueno, ¿qué quieres?.— Respondió Analí algo ofuscada. —Por si lo estás pensando, jamás saldría con alguien como tú, te ves terrible… — Añadió. —No… bueno, eso lo sé, pero… — El joven muchacho hablaba con timidez. — Toma… — El chico le entregó su paraguas, el cual estaba algo viejo y decolorado por el sol. —Será mejor que lo uses, sino pescarás un resfriado…— le dijo con una pequeña sonrisa. Analí lo recibió. —¿Pero, qué usarás tú?— preguntó, mientras el chico saltaba a la lluvia y corría al lugar donde estaban las bicletas. —Está bien, yo vivo a unas calles… llegaré muy rápido.— Respondió mientras subía a su bicicleta y emprendía la marcha. —¡¡¡Al menos dime tu nombre!!!…— Gritaba Analí. —¡¡Me llamo Jimmy!!— Le respondió el muchacho lo más fuerte que pudo y desapareció al doblar la esquina. —Jimmy…— repitió Analí con voz baja y la cara algo ruborizada. Esa había sido la primera vez que se vieron, esa había sido la primera vez que Analí sentía algo por un chico, esa fue la primera vez que Analí conocía el amor. 69
De un certero golpe con la mano, la estructura donde Jimmy estaba parado se tambaleó con furia, el piso se resquebrajaba y las paredes colapsaban. La reina Analí, levantaba sus gigantescas alas y emprendía el vuelo, levantando en el aire a las criaturas que habían estado bajo su mando, Jimmy corrió velozmente para escapar de la fuerte ventisca, cogió con fuerza a ―Longinus‖ por el mango y lo clavó en el suelo, el viento arreciaba con fuerza sobre el escenario y Jimmy salió disparado hacia una pared. —¡¡¡¡JIMMYYYYYYY!!!!...— Gritaba Analí con una voz espectral, más parecida a un rugido animal, mientras golpeaba todo lo que tenía alrededor con sus seis largos y fuertes brazos, creando temblores que agrietaban el suelo. Su rostro había cambiado también, de su boca algo parecido a un par de enormes tenazas salían a los lados, dándole un aspecto horrible y amenazador, dos cuernos gigantes adornaban su cráneo y un par de enormes ojos negros resplandecían en la noche, brillando con un rojo carmesí a la luz de la luna llena. El joven, algo mareado por el golpe se precipitó hacia adelante, no podía dejar de moverse, no podía dejar de avanzar, su única oportunidad de acabar con esto yacía en correr hacia adelante, esquivar las furiosas manos de la reina y encontrar un lugar seguro desde el cual poder contraatacar. ―Longinus‖ vibraba con locura, como incitando a Jimmy para que desencadene su poder completamente, un ligero hormigueo recorría sus manos y el joven muchacho se planteó el dejar que la daga tomara el control, ¿Acaso esta sería la única forma de triunfar? ¿La única forma de acabar con Analí de una vez por todas?; la reina buscaba furiosa el paradero de Jimmy, fuera cual fuera la decisión, debía enfrentarla ahora. Jimmy cerró los ojos y dejó que la daga tomase el control, ―bien hecho‖ dijo una voz dentro de su cabeza, la daga emanaba una energía luminosa de un color rojizo, líneas de color rojo sangre cubrieron el cuerpo desnudo del muchacho, y sus ojos se tornaron de un negro amenazador, ahora se parecía más a las bestias que había estado combatiendo. La reina posó su mirada sobre Jimmy y dio un certero manotazo contra él; una ráfaga hizo al viento silbar como si chillara de dolor por ser cortado, y una enorme mano caía dejando a su paso una línea rojo oscuro, con un sutil y veloz movimiento de muñeca, Jimmy había arrancado la mano de Analí con un solo corte. La criatura que era ahora la reina lanzó un grito desgarrador — ¡¡¡¡Cómo te atreves!!!!— exclamaba indignada mientras abría sus enormes fauces y liberaba un enjambre de avispas negras, que se extendían como una niebla oscura y zumbante. 70
El joven no poseía expresión en su mirada, al ver que el enjambre se acercaba se lanzó directamente hacia él, con velocidad sobrehumana blandía el cuchillo con un movimiento zigzagueante de un lado a otro, acabando con todas y cada una de las pequeñas pestes voladoras, luego enfocó su mirada en Analí, sus enormes y oscuros ojos lo veían directamente; ambos sabían lo que se avecinaba, uno de los dos iba a morir, esta era la última vez que se verían las caras. Jimmy saltó sobre una de las manos de Analí que trataron de atraparlo, corrió velozmente a través del brazo en dirección a su cabeza; otra mano se abalanzó sobre el muchacho para aplastarlo como si se tratara de un mosquito, pero a la velocidad a la que estaba avanzando era imposible que Analí le acertara, pues se movía muy rápido y era muy pequeño en comparación al monstruoso tamaño de ella, a su lado Jimmy parecía un pequeño insecto. Finalmente, el chico subió por el hombro y llegó al cuello de la reina, apretó a ―Longinus‖ contra la garganta de la reina y un pequeño corte se abrió, casi parecía que el cuchillo mordía y arrancaba la carne del cuello, como si se diera un sangriento festín, velozmente Jimmy corrió a través del pecho de Analí hasta que llegó hasta el otro extremo, mientras iba dejando una enorme abertura en el cuello de la reina, de donde brotaba la espesa y negra sangre de los monstruos de ese mundo, la sangre se esparcía con un poderoso chorro de líquido oscuro que caía sobre el escenario como una siniestra lluvia sanguinolenta. La cabeza de la reina se desprendía de su lugar y comenzaba a caer al suelo, lanzando chorros de aquel viscoso líquido oscuro, Jimmy yacía parado sobre el hombro izquierdo de la criatura, de un momento a otro el cuerpo sin vida comenzó a caer hacia adelante por efecto de la gravedad, las rodillas tocaron el suelo primero, luego le siguió el resto del cuerpo; al caer el cadáver hizo un sonido atronador, como una enorme pila de carne arrojada desde un veinteavo piso por lo menos. Jimmy había saltado en el último momento en que el cuerpo caía y con un rápido giro sobre el suelo había aligerado la caída. Poco a poco las rojas líneas que cubrían su cuerpo dibujando curiosas formas se retiraban, ―Longinus‖ apagaba su brillo y dejaba de vibrar en las manos de Jimmy, el joven muchacho retomo su conciencia y vio con terror el cuerpo que yacía frente a él. Sus manos estaban manchadas de sangre, de la sangre de Analí, Jimmy se tomó la cabeza y se arrodillo en el suelo, parecía todo una pesadilla; las cosas habían terminado finalmente de esta forma, un fugaz recuerdo apareció en su mente, en el último momento Analí no se había defendido del ataque de Jimmy, como si hubiera 71
esperado a que fuera él quien terminara con su vida, como si ella se lo hubiera permitido. La cabeza de aquella versión monstruosa de la reina miraba a Jimmy con ojos muertos, y de pronto el cuerpo de la criatura se transformó en una nube de mariposas rojas que emprendieron el vuelo, era un suceso impactante y hermoso, evocaba en el muchacho muchos sentimientos distintos, felicidad, tristeza, alivio y melancolía; de pronto lo mismo sucedió con la cabeza cercenada, las mariposas rojas emprendieron el vuelo y dejaron al descubierto una silueta humana, una silueta femenina. Jimmy corrió a toda prisa hacia ese lugar, en el suelo yacía el cuerpo desnudo de Analí su cabello ya no era rojo sangre como el de la reina, era de un color casi plateado que relucía con un brillo intenso, el joven tocó la muñeca de la chica desnuda para ubicar algún rastro de vida y para su suerte, un débil latido recorrió su muñeca; las lágrimas desbordaron los ojos del muchacho, abrazó el cuerpo inerte contra su pecho y derramó lágrimas de felicidad sobre él. —Ya no le queda nada… se convirtió a sí misma en un cascarón vacío.— Exclamó una tenue voz de entre las sombras, una voz que resultaba para Jimmy demasiado familiar. —Al fin has aparecido.—Dijo Jimmy con seguridad en su voz. —Al fin has mostrado tu cara, encapuchado.— —No quería aguarte la fiesta, Jimmy.— Exclamó el encapuchado, con una risita que más parecía atragantamiento. —¡¡A qué has venido aquí…!!— respondió Jimmy sosteniendo firmemente a ―Longinus‖. —Todo viaje tiene un propósito, Jimmy.— Jimmy iba a responder pero el encapuchado lo interrumpió. —Lo que quiero saber ahora es, ¿Quién eres?— —Otra vez la misma pregunta, ¡ya te dije que soy Jimmy!— Gritó el joven molesto mientras se levantaba y corría en dirección al hombre encapuchado. Jimmy trató de apuñalar al encapuchado con ―Longinus‖, pero este sujetó el brazo que empuñaba el cuchillo y con un golpe certero en la muñeca desarmó a Jimmy, el cuchillo salió volando lejos y se clavó en el suelo.
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—Veo que no lo has entendido Jimmy,… ¿Eres Jimmy, el tímido?, ¿Eres Jimmy, el valiente?, ¿O acaso eres Jimmy,… El asesino?— el encapuchado soltó una risa enloquecida que perturbó a Jimmy. —T-Tú, todo esto es tu culpa, tu secuestraste a Amanda para que yo viniera aquí.— Replicó Jimmy algo asustado. —No, te equivocas Jimmy, yo no tomé a Amanda.— respondió el encapuchado con voz profunda. —¡No me mientas!, te vi hacerlo… te vi sacar esa cosa de mi pecho.— Dijo Jimmy algo confundido. —Las cosas no funcionan así Jimmy, aquello que saqué de tu pecho fue tu miedo, tu miedo a lo desconocido, tu miedo a aceptar tus sentimientos, ¿no pensaste en ello?, ¿por qué ya no me temes? Te enfrentaste a monstruos y criaturas, que harían que cualquiera se cague en los pantalones, este lugar luce como el infierno y ni siquiera te inmutaste al llegar.— Los ojos del encapuchado mostraban determinación. Jimmy se sentó en el suelo, todo comenzaba a tener sentido, a veces creía haber sentido miedo, pero en lugar de miedo se asemejaba más a un reflejo, pero entonces ¿Cómo llegó Amanda a ese lugar?. Quería preguntárselo al encapuchado pero estaba en shock y sólo llegaba a balbucear. —¿Quieres saber por qué Amanda estaba aquí, cierto?—Preguntó el encapuchado como si le leyera la mente a Jimmy, el muchacho nada más asintió con la cabeza. —Yo no soy el único que va por el mundo recolectando los ―U:mik-Akh:to‖, de hecho somos muchos y los recolectamos en un sinfín de mundos, a cambio de un buen trato…— Explicó el encapuchado con sumo detenimiento. —Fue una lástima pero Amanda se encontró con uno de ellos, y a cambio de que te borrarán la memoria sobre lo que ella te había hecho, la chica idiota no leyó las letras pequeñas y ofreció más de lo normal, la engañaron y la trajeron aquí.— Los ojos de Jimmy se desorbitaron, ―¿lo que me había hecho?‖, dentro de su mente un recuerdo florecía pero estaba borroso, ¿acaso Amanda había hecho algo malo?. —Seguro recuerdas al menos haberte encontrado con un ser extraño, que llevaba cabello largo y una máscara de gas en el rostro.— Jimmy quedó petrificado, lo recordaba claramente, después de recuperar la conciencia se había topado con aquella criatura que le había señalado el portal. 73
—Bueno, ahora no es momento para esto Jimmy, vamos a traer de vuelta a Analí.— Dijo el encapuchado con una mirada seria y determinante.
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Capítulo 10: El encapuchado Jimmy y el encapuchado estaban parados junto al cuerpo desnudo e inerte de Analí, El extraño ser tomó el pulso de la chica y asintió con la cabeza como una especie de improvisado doctor, luego posó una de sus manos sobre los pechos de la chica y dio un profundo vistazo, Jimmy se sonrojó al ver esto, pero si había una forma de que ella regresara a la normalidad y aquel misterioso ser la conocía, era mejor no interrumpirlo. —¿T-Traerla de vuelta?— Titubeo Jimmy. —¿Cómo harás eso?— —En realidad eso no depende de mí, esa decisión te pertenece única y exclusivamente a ti.— Respondió el encapuchado con un tono tétrico. —¿Qu- Qué debo hacer?— Preguntó Jimmy algo inseguro. —Debemos recuperar los ―U:mik-Akh:to‖ de Analí, sus ―sentimientos‖ o ―recuerdos‖, como prefieras llamarles; cuando ella llegó aquí se deshizo de ellos, estas cosas son lo único que los mantiene siendo humanos, de otra forma se revelará la forma más oscura de su ser.— Explicó el encapuchado. —Espera un momento, ¿me estás diciendo que esa criatura, era como Analí se ve a sí misma?— Jimmy exclamó con una expresión de incredulidad. —Cuando ella llegó aquí no pudo soportar el miedo, poco a poco fue perdiendo la cordura, se deshizo de todos y cada uno de los ―recuerdos‖ que tenía, hasta que se quedó casi completamente vacía, excepto por un pequeño recuerdo que guardó para sí misma, uno que le decía básicamente quién era.— Continuó diciendo el misterioso ser encapuchado. —No lo entiendo, ¿por qué lo hizo?— Jimmy seguía dudando de las palabras del encapuchado. —Es obvio, lo hizo por amor, el amor es uno de los sentimientos más poderosos que poseen ustedes los humanos, vale hasta cinco veces más que uno normal, y ella se deshizo de él; Para no tener que recordarte más.— El encapuchado le dio una mirada fría a Jimmy, que hizo que este se tambaleara y sintiera un ligero mareo. —¿Cómo puedo ayudarla? Dime que debo hacer.— Jimmy miró a la extraña criatura con seriedad.
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—Necesitamos esos recuerdos, pero están muy lejos de nosotros y necesitamos darle algo ahora, la cuestión es que, si ella tuviera al menos un recuerdo, su cuerpo aún podría volver a la vida, bueno… técnicamente.— Jimmy vio al encapuchado algo dubitativo. —Sólo necesitamos uno ¿verdad?— Jimmy recordó en ese instante que con la daga pudo liberar un pequeño enjambre de ―U:mik-Ak: tho‖ desde su pecho, fue un movimiento desesperado y esos recuerdos ya se habían disipado de su mente, de un momento a otro ya no recordaba cómo era el sabor del chocolate, ni como andar en bicicleta o su décimo cumpleaños. Jimmy se dio vuelta de golpe, emprendió la marcha hasta el lugar donde ―Longinus‖ había caído y la recogió con sumo cuidado, —Sabes, le di uno de mis recuerdos a Amanda, el que ella necesitaba, un recuerdo de amor… y surtió efecto, pero me pregunto si eso será suficiente para ella, ¿Qué pasará con sus otros recuerdos?— el muchacho llevaba la empuñadura del cuchillo de una mano a la otra, como perdido en sus propios pensamientos. —Eso es lo maravilloso de ustedes los humanos, pueden forjar recuerdos a partir de uno solo, pueden modificar las memorias nuevas para acomodarlas con las viejas, o incluso crear nuevos recuerdos.— Respondió apresurado el encapuchado. —Pero no serían sus recuerdos, simplemente se inventarían una historia falsa que les permitiera aceptar la realidad, eso es desagradable.— Dijo Jimmy con gesto de disgusto. —No tenemos tiempo para esto, o lo haces ahora o la chica se muere y lo digo en serio, su pulso se está perdiendo con cada minuto que desperdiciamos hablando. Decídete ahora.— El rostro de la criatura tenía una apariencia de enojo y seriedad apuntando a Jimmy, una mirada como la que le daba su padre cuando él hacía alguna travesura, cuando Jimmy era un niño pequeño sabía que esa mirada significaba que estaba en problemas. Jimmy se acercó a Analí, se puso el monóculo de aspecto extraño sobre el ojo izquierdo y abrió un agujero luminoso en su pecho usando a ―Longinus‖, sacó un gran puñado de insectos con apariencia de escarabajo que se retorcían en sus manos, luego uso el cuchillo para abrir un agujero en el pecho de Analí e introdujo los insectos con suavidad dentro de ella, con el monóculo podía observar claramente cómo se movían y alteaban dentro del pecho de la chica. ―Es hermoso…‖ se dijo a sí mismo y se apartó de ella lentamente. 76
—Acaso acabas de… — Los oscuros ojos del encapuchado se arquearon con preocupación. —Será mejor que la saquemos de aquí antes de que despierte.— Le pidió Jimmy al extraño ser. —¿Acaso te das cuenta de lo que acabas de hacer?— Replicó el encapuchado, mientras usaba un extraño artefacto, del cual brotaba una especie de agujero negro que crecía exponencialmente, como un ojo abriéndose ante los primeros rayos del sol. —Lo sé, ella los necesita más que yo… sólo debo recordar una cosa ahora, recordar que debo devolver cada uno de los recuerdos que ella perdió por mi culpa.— Decía Jimmy mientras su piel se tornaba color ceniza y sus ojos empezaban a oscurecerse. —Estás loco, ¿planeas ir en contra de ellos?, no te será tan fácil.— El encapuchado tomó suavemente el cuerpo de Analí, el cual comenzaba a retomar su color normal otra vez. —Está bien, este lugar no me da miedo… por cierto, ¿fuiste tú, cierto?, el que me dejó este cuchillo en la tienda del hombre serpiente.— Jimmy le dio un fugaz vistazo al encapuchado, quién en ese momento, depositaba con cuidado el cuerpo de Analí dentro del portal carmesí, que llevaba al mundo de los humanos. El cuerpo de Analí se perdía dentro del portal como un cuerpo que se hunde en el agua y de pronto ―El umbral‖ se cerraba, tragándose a Analí en un parpadeo. —Yo no te deje nada en aquella tienda.— Respondió el encapuchado, Jimmy volteó con una mirada seria, ―No importa‖ le respondió y regreso la cabeza a su posición original, su mirada se tornó fría y carente de expresión alguna. El muchacho se levantó con lentitud, y miró hacia el horizonte, la noche se hacía más oscura en ese retorcido mundo. —Todo cuanto era, todo lo que tenía, ya no importa… Esto es lo que soy ahora, un fantasma, un espectro que pertenece a este mundo decadente y caótico.— Miraba ambas manos como si las viera por primera vez en su vida. —Si quieres pasar desapercibido tendrás que actuar como nosotros, pensar como nosotros y hacer lo que nosotros hacemos. Recuerda… cada segundo que pasa, te vuelves menos humano… y más monstruo.—
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—Los humanos también son monstruos, son incluso peores…— Dijo con una seria mirada. —¿Por qué lo dices?— Preguntó el encapuchado, algo anonadado. —Esconden su horrible naturaleza tras una máscara de falsedad, una cara que le muestran al mundo exterior, para que los demás no se percaten de cuan asquerosos son por dentro.— —kajaja… eres una persona muy interesante Jimmy.— La risa del encapuchado sonaba más como un ligero estruendo de agonía. —Tenemos un largo camino por delante, lo mejor será ponernos en marcha de una vez.— —Qué opción me queda…— Jimmy se dio vuelta y comenzó a caminar. La lluvia caía pesadamente sobre los árboles, el suelo estaba empapado y se podía oír a lo lejos como un grupo de personas caminaba entre el bosque, pisando ramas secas al avanzar, las hojas se agitaban y los negros árboles parecían poner caras melancólicas. Analí yacía tumbada sobre el césped húmedo, con la mirada hacia el cielo nublado, las gotas de lluvia estaban frías y recorrían su cuerpo completamente, en ese momento se percató de que no llevaba ropa alguna, se incorporó suavemente, las personas que se habían adentrado en el bosque se oían cada vez más cerca, era cuestión de tiempo para que dieran con ella y la verdad es que eso ya poco le importaba, sentía dentro de ella un gran vacío, como si algo importante le hubiera sido arrebatado. Dos intensos haces de luz le apuntaron directamente a la cara, Analí trató de cubrirse el rostro con una mano, la otra cubría sutilmente su cuerpo desnudo. —Otra chica ha aparecido aquí, parece desorientada, la llevaremos a la estación ahora mismo.— El hombre apagó su linterna, les hizo una señal a los demás para que le dieran algo de espacio, se acercó a la joven mujer y le entregó una manta para que pueda cubrirse mejor de la lluvia. —Tranquila, estamos aquí para ayudarte, venimos de la estación de policía, ¿recuerdas cuál es tu nombre?— Pregunto amablemente el oficial de policía. —Analí…— Respondió la chica algo decaída. —¿Recuerdas cómo llegaste aquí?— Preguntó el oficial mientras le tendía una mano para que se ponga de pie.
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Analí tomó la mano del oficial y se puso de pie. —No, no recuerdo mucho.— Respondió algo triste. —Está bien, vayamos a la estación y luego quisiéramos que respondas algunas preguntas para nosotros.— El oficial usaba un tono suave cuando le hablaba, Analí sabía que era para tratar de ganarse su confianza, no confiaba en él, pero no entendía por qué esos sentimientos habían aparecido en su cabeza de repente. El viaje fue algo revelador, mientras veía por la ventanilla de la patrulla, observó con detalle el pueblo de Scales Mound, Illinois. El lugar en el que ella había vivido toda su vida, entonces su mente comenzó a recordar algunas cosas, no porque las había olvidado, sino porque no había intentado acceder a esos recuerdos hasta ahora. El Mark’s Burger que estaba en la avenida Mason, ese era su restaurant favorito, hacían las mejores hamburguesas del pueblo, de hecho en ese momento se le antojaba una con queso y cebolla. La tienda de Franklin Ross que estaba al final de la calle principal, tenía todo tipo de golosinas y chocolates, de niña siempre iba y compraba chocolates, de las que venían con una figurilla de superhéroe dentro del empaque, era algo extraño pero no podía recordar que sabor tenían los chocolates, como si nunca los hubiera probado, como si ese recuerdo no estuviera dentro de su mente, al menos ya no más. Mientras Analí caminaba por la estación de policía vio en una habitación a otra chica, una que le parecía bastante conocida, aunque sus recuerdos no estaban muy claros, por alguna razón su corazón se agitó un poco al verle la cara, era algo incómodo así que dejó de verla. —El cielo se pone rojo por unos segundos y dos chicas aparecen desnudas en medio del bosque, ¿te lo puedes creer?— El jefe de policía, un hombre algo anciano y barbudo miraba atónito la situación en la que estaban. —Sigan buscando muchachos, nos puede caer una tercera.— Les lanzó una sonrisa a los demás y estos rieron suavemente. —Señor, el cabello es algo diferente, pero creo que la segunda chica, creo que es la hija desaparecida de los Guzmán, la niña que se perdió hace 4 años en el bosque.— Exclamó un joven oficial de policía. —Déjame ver eso.— El jefe le pidió la foto de la chica que tenían en los registros, miró varias veces la fotografía y a la chica que tenían en la sala contigua, hasta que sus ojos se abrieron más y más. —Dios mío, esto es un milagro… contáctense con
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los Guzmán, ahora mismo.— Gritó el jefe de policía, sus hombres comenzaron a moverse. En algún lugar de Scales Mound, Illinois; el padre de Analí no podía creer lo que le contaban por teléfono, mientras su madre rompía en llanto, no un llanto triste sino uno de felicidad, su pequeña niña iba a volver a casa esa noche.
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Capítulo 11: 1 año después. Analí estaba sentada sobre su pupitre mientras terminaba de apuntar la tarea de matemáticas, inmutable, como si su mente estuviera concentrada nada más que en como podría despejar la raíz enésima de un número centesimal, a sus 16 años Analí aún estaba en su 3er año de secundaria, lo cual era bastante bueno teniendo en cuenta que en el momento en el que desapareció apenas pasaría a 2do año, en todo el tiempo que ella había estado desaparecida se había perdido 4 años de su vida, sus amigos estaban por graduarse y trabajando a medio tiempo. Sin embargo, a pesar de que Analí era una chica inteligente habían surgido otros problemas que frenaron un poco su avance. En la Escuela Secundaria de Scales Mound, los niños se burlaban del atípico color de cabello que tenía, Analí había tratado muchas veces de teñir su plateado cabello, pero era inútil; el cabello de Analí brillaba con un color espectral, incluso usando el color negro más oscuro que encontró en la tienda, su cabello brillaba con un color platino oscuro, al fin de muchos intentos se había dado por vencida. Los compañeros de Analí se burlaban de ella, pensaba que era estúpida y había desaprobado muchas veces, las pocas amigas que tenía sabían que había sido secuestrada a los 11 por algún loco depravado, pero juraron guardar el secreto; de todas formas a Analí poco le importaban los demás, tenía sus propias preocupaciones en casa. El timbre sonó y todos se apresuraron a salir como una manada de fieras, Analí recogió lentamente sus cosas y salió bastante calmada. Al llegar a casa, Analí dejo sus cosas en el clóset que estaba al lado de la puerta de entrada, subió las escaleras con rumbo a su cuarto y se cambió de ropa, se puso una playera que decía ―I’m a princess‖, unos shorts de tela y un par de zapatos más cómodos y de suela baja; abajo su madre estaba viendo la televisión. —Hola, Ani. ¿Cómo te fue hoy?— Preguntó su madre con sumo cuidado, sabía de antemano que los otros muchachos no eran del todo agradables con su hija. —Muy bien, supongo… — Analí tenía la mirada perdida. —Y no te preocupes, el pequeño James ha estado durmiendo como un tronco.— La madre de Analí le mostró una sonrisa agradable. —Eso, es excelente.— Repuso Analí con voz apagada. De pronto, un pequeño bebé que estaba acostado sobre una pequeña mecedora rompió en llanto. 81
—Creo que tiene hambre, será mejor que le prepare un biberón.— Dijo la madre de Analí y se levantó del sofá. —No, está bien… dámelo.— Analí tomó al bebé que su madre le alcanzaba con sumo cuidado, descubrió uno de sus pechos y se lo entregó al bebé, el pequeño niño calmó el llanto y comenzó a beber casi desesperado. Analí le mostró una sonrisa y besó su frente suavemente, mientras el bebé pasaba una de sus pequeñas manos sobre el rostro de la chica. —No te preocupes James, mamá ya está aquí— Le dijo con voz baja y el bebé le devolvió un guiño con ambos ojos. La madre de Analí se pasó una mano por los ojos, conteniendo las lágrimas. Luego le mostró una sonrisa temblorosa a su hija. —Está bien, mamá. Sé que las cosas han sido difíciles, pero al llegar a casa y verlo a él, se que todo fue por una razón, no es momento de ponernos a llorar.— Analí trató de sonreír pero su rostro estaba apagado. —Eres una mujer muy fuerte Ani, tu papá y yo te amamos, amamos al pequeño James y los apoyaremos en todo lo que necesiten.— La señora Guzmán rodeó con los brazos a su hija, el bebé soltó un ligero eructo y ambas rieron. En la clínica del doctor Will Lawrence, Analí esperaba pacientemente, leía una revista médica que hablaba del desorden de personalidad múltiple, personas que habitaban la mente de las víctimas, algunas veces estás tomaban control de las acciones de su huésped incluso sin que este lo note, la idea de no saber si tus acciones eran realmente tuyas le daba mucho miedo a Analí. La recepcionista le indicó a la chica que podía pasar, Analí soltó la revista y caminó dentro del consultorio del doctor. —Buenas tardes, ah pero si es Analí Guzmán, ¿Cómo va todo en casa?— Preguntó el doctor muy amablemente. —Buenas… todo va muy bien, gracias.— Respondió algo decaída. —Ya veo, y ¿Cómo está James?, seguro que ya es todo un hombrecito.— El doctor parecía amable, pero Analí jamás lograba sentirse a gusto. —Doctor, ambos sabemos por qué vine.— Dijo Analí con seriedad. —El sueño otra vez, ¿cierto?— Dijo el doctor mientras sacaba su libreta. —¿Esta vez lograste ver su cara?— 82
—No, a pesar de que lo tengo frente a mí, su rostro está borroso, pero no lo entiendo… él fue quién me secuestró, quién me violó…— La voz de Analí se entrecortó y un par de lágrimas surgieron. —…Entonces ¿por qué?, ¿por qué no puedo odiarlo?, a veces incluso siento que lo amo, sueño con él casi todas las noches, que tenemos relaciones… pero, en lugar de ser incómodo, es como si yo quisiera hacerlo… no sé qué es lo que pasa conmigo.— —Parecería un caso típico del Sindrome de Estocolmo, sin embargo no conocemos a profundidad la situación por la que pasaste durante tu cautiverio.— El doctor hacía apuntes rápidos sobre la libreta, Analí fijaba la vista en el bolígrafo yendo de un lugar a aotro. —Quiero intentar llegar un poco más lejos con la hipnosis.— Le sugirió el doctor. —No lo sé, la última vez que lo hizo tuve pesadillas durante varios días.— Respondió la joven algo preocupada. —Tranquila, iremos muy despacio, lo importante es prolongar el trance lo más lejos posible, para poder conocer a fondo lo que te pasó ese día.— Analí asintió con la cabeza, tomó aire y se recostó en el diván. —Trata de recordar Analí… trata de recordar ese día… el día en que desapareciste…— La voz del doctor se hacía profunda y se perdía dentro de la cabeza de Analí. Una imagen apareció en su mente, un sendero entre el bosque que estaba en las afueras de la ciudad, su antiguo hogar que tenía un camino que llevaba hacia allí, hacia la oscuridad. Daba pequeños pasos entre el camino, estaba buscando algo, algo que ella misma había ocultado en el fondo del sendero; ella le tendía la mano a un muchacho, pero este se negaba a acompañarla, sentía el enojo, se adentró más en el bosque, era de noche y la oscuridad proyectaba horribles sombras sobre los árboles, las sombras parecían hacer una macabra danza, su cuerpo temblaba algo la estaba persiguiendo, comenzó a correr, corrió con toda su fuerza pero la criatura que la seguía se movía más rápido, y antes de que pudiera darse vuelta, ya la había atrapado. Analí se levantó del diván, temblaba muy fuerte y estaba asustada, se encogió en una esquina del consultorio y comenzó a llorar. —Tranquilízate Analí… ya pasó… él no puede hacerte daño.— Le dijo el doctor con voz serena, mientras trataba de que ella se ponga se pie. 83
—No… no fue…— Analí balbuceaba y apenas se le podía entender. —¿Qué dices?, ¿qué es lo que no fue?— —No fue él, no fue él quien me secuestró… él… me liberó.— Analí se llevó una mano temblorosa al pecho y se puso de pie lentamente. —Jimmy…— Limpieza en pasillo 3… se solicita limpieza en el pasillo 3… repicaba una voz chillona en el altavoz del supermercado, Analí no podía sacarse ese nombre de la cabeza ―Jimmy‖, ―Jimmy‖, resonaba como un eco dentro de su mente, pasó rápido por la caja, pagó los comestibles que acababa de comprar y subió al auto que su padre le había comprado en su cumpleaños, estaba sentada en el asiento del conductor mirando fijamente al tablero, cuando notó que una chica de cabello oscuro salía del establecimiento, se sacaba un paquete de cigarrillos de la chaqueta y se ponía uno entre los labios, la chica debería tener más o menos la misma edad que ella; Por un momento dudo en lo que debía hacer, pero una extraña fuerza la hizo levantarse del asiento y acercarse a hablar con ella. —Disculpa…— Dijo con voz temblorosa. —¿Sí?, ¿Se te perdió algo?— Le dijo la chica, mientras la inspeccionaba con la mirada. —Y-Yo… n-no, no es nada, perdona.— Analí se dio media vuelta y comenzó a caminar. —Tú también lo recuerdas, ¿verdad?... a Jimmy.— Respondió la joven mientras resoplaba un halo de humo. —¿C-cómo conoces ese nombre?— Analí comenzó a acercarse a la chica lentamente. —Mi nombre es Amanda… bueno, al menos eso creo.— Fumó un poco más y tiró el cigarrillo al suelo, al ver que Analí se cubría el rostro cuando lo hacía. —Sólo, llámame Amanda.— Le tendió una mano en señal de saludo. —Analí… me llamo Analí.— Le contestó y le devolvió el saludo. —Sólo recuerdo el nombre, pero no logro recordar… ¿Quién es Jimmy?— —Ven conmigo… te mostraré algo.— Amanda dio media vuelta y comenzó a caminar.
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—Espera… si queda lejos, puedo llevarte en mi auto.— —Vaya… parece que te ha ido bien en la vida, Analí.— Amanda tomó el asiento del copiloto. Mientras Analí llevaba a Amanda al lugar acordado pensaba, ―debo estar loca para hacer esto, ¿subir a una desconocida a mi auto?, ni siquiera la conozco…‖ cada cierto momento volteaba la mirada para ver a Amanda, quién normalmente la veía con una mirada seria como preguntando por qué demonios la observaba tanto. Finalmente, llegaron a una casa bastante maltrecha, se notaba que estaba bastante descuidada y que no limpiaban mucho el lugar, Amanda bajó del auto y abrió la puerta de la casa con violencia. Ambas entraron, Analí estaba parada en la entrada y miraba de arriba abajo, ese no parecía un buen lugar para vivir. —Lo que quiero mostrarte está aquí arriba, ¿subirás o te vas a quedar ahí?— Por un momento Analí pensó en salir corriendo, volver a casa y olvidar a esta extraña jovencita, pero dentro de su cuerpo podía sentir que quizás eso sería un grave error, subió las escaleras y entro en la habitación donde le habían indicado. En las paredes había una enorme cantidad de recortes de periódicos, libros sobre ocultismo y sucesos paranormales llenaban los estantes. —Toma…— Amanda le entregó una fotografía arrugada a Analí. La fotografía era bastante antigua, en ella un chico y una chica sonreían, al parecer la chica era Amanda, estaba más joven y tenía el cabello color castaño claro, entonces el chico que estaba a su lado tenía que ser… —Jimmy.— —Así es, tampoco recuerdo mucho de ese día… el día que nos encontraron, pero lo último que recuerdo es haber visto a Jimmy, luego un sujeto vestido como para Halloween me lanzó en alguna especie de agujero que me dejó en medio del bosque.— Amanda se pasó una mano por los ojos y luego sacó un libro de recortes. —He investigado mucho sobre esto, no somos las primeras a las que nos pasa esto…— Lo que dijo Amanda le llamó la atención, se acercó a ver el libro y un recorte de periódico que llevaba el encabezado ―Hombre despierta en medio del desierto con amnesia‖, Analí le dio una mirada de incredulidad, era obvio que era un periódico sensacionalista y el contenido puras mentiras. 85
El teléfono de Analí comenzó a sonar, rápidamente lo sacó del bolsillo de su sweeter y contestó. —Lo siento mamá… me encontré con una… amiga, en un segundo regresaré a casa; sí, tengo la leche de James, estaré allá en 5 minutos, adiós.— Amanda se acercó algo inquieta a la chica, quien se sobresaltó por el movimiento que hizo esta. —¿Quién es James?— Preguntó Amanda con curiosidad. —E-eh… bueno, es mi hijo… — Respondió algo incómoda, no era algo que le gustase contar y menos a una extraña. —Quiero verlo…— Respondió Amanda mientras arrinconaba a Analí contra la pared. —¿Qu-Qué te sucede?, estás actuando muy raro.— La chica comenzaba a ponerse nerviosa, Amanda con un rápido movimiento le quitó el teléfono de las manos y se alejó un poco. —Oye… ¿qué crees que haces?, devuélveme eso. Amanda encontró una foto del bebé y se la mostró a Analí directamente. —Esta es la respuesta, acaso eres ciega… ¿quién crees que es el padre de ese niño?— La joven le devolció el celular y le dio la arrugada foto como esperando que note algo. En el fondo, Analí sabía a donde quería llegar con todo eso. No había duda, el niño que Analí había dado a luz, era el vivo retrato de Jimmy, pero el panorama no estaba aún del todo claro, sintiéndose abrumada por aquella situación, la muchacha dio media vuelta y bajó rápidamente de aquella casa, subió a su auto y arrancó, Amanda gritaba algo detrás que Analí no quería oír, piso el acelerador y condujo hasta llegar a casa. La puerta de la casa de los Guzmán se abrió de pronto, Analí entró con un par de grandes bolsas de comestibles y otras cosas, las dejó sobre la encimera de la cocina, su madre le dio las gracias, la chica respondió con una sonrisa, besó a James en la frente como acostumbraba hacerlo, con suavidad casi era más un suave roce que un beso en sí; el bebé sonrió con una mueca tonta, la chica le tocó la mejilla cariñosamente, subió a su habitación y se recostó sobre la cama mirando al techo. De improviso una lágrima se asomó de los ojos de Analí, luego la siguió otra y en cuestión de segundos la joven mujer lloraba copiosamente, sentía dentro de su corazón que algo le había sido arrebatado, quizás más que un algo… era un alguien. 86
Capítulo 12: Invierno. El invierno siempre llegaba con fuerza al pueblo de Scales Mound, la nieve cubría gran parte de las calles, y las barredoras adornaban las calles con su frenético compás, los festejos navideños aún se veían lejanos, pero en las calles las personas ya comenzaban a adornar sus casas con adornos y objetos relacionados con estas fiestas. Sin embargo, incluso durante estas fiestas una casa destacaba por su ausencia de color, una grisácea morada de madera de roble que se incorporaba a las afueras del pueblo, pasando las vías del tren a un lado de la carretera. Amanda salía de la casa con el cabello desordenado y una chaqueta gruesa, se sentaba en la entrada y fumaba un cigarrillo, al cabo de cuatro o cinco más volvía a entrar en la casa, se acercaba con cuidado a la cocina y preparaba su propio almuerzo con lo primero que encontraba dentro de la nevera. Luego, salía al pueblo, buscaba algún trabajo ocasional, algo que le ayudara a pagar las cuentas; cada vez se hacía más difícil encontrar trabajo, apenas tenía 17 y desde hacía un año que había tenido que vivir por cuenta propia, haciendo lo que fuera necesario para sobrevivir. Ese día se acercó al supermercado del pueblo, tomó algunas cosas, en su mayoría alimentos enlatados o empaquetados en pequeñas cajas; los guardaba cuidadosamente bajo su enorme abrigo invernal y salía de la tienda sin pagar ni un centavo, el descuento de los cinco dedos, como lo llamaban los ladrones de tiendas. —Espera un momento, qué llevas allí.— Un encargado de la tienda se acercó en dirección a Amanda. La chica corrió rápido a la salida, pero en ese momento Ian wheeler el jefe de policía entraba por la puerta principal. —Lo que me faltaba…— dijo Amanda con voz ofuscada. —Oficial, ¡deténgala!— Exclamó el encargado. El oficial la tomó por los brazos y de un tirón la puso de espaldas, Amanda apenas medía 1 metro con 67 centímetros, el corpulento jefe de policía de 1 metro 85 centímetros la detuvo en el acto y casi sin resistencia; le colocó las esposas y el botín se desparramó en el suelo con un estruendoso claqueteo, el encargado recogió todo y lo puso sobre la caja. —¿Creíste que podías venir a robar a mi tienda?, ahora te pudrirás en prisión— Dijo el empleado muy enojado. 87
Amanda se preparó para lanzarle un cabezazo, cuando el oficial intervino. —Eh… Pete, ¿podemos hacer como que esto no pasó?, yo te pagaré todo lo que la chica robó, piensa que es una buena acción, por las fiestas.— Le pidió el jefe con voz serena y calmada. —Bueno… pero más te vale que no la vuelva a ver por aquí.— —Si tienes problemas con ella otra vez, me encargaré personalmente.— —Muy bien.— El empleado se veía complacido. Los alimentos le fueron cobrados al oficial y con ayuda de una empleada, subidos a la patrulla, mientras el oficial subía al auto a la jovencita de pelo enmarañado. —¿Por qué sigues haciendo esto?— Preguntó Amanda. —En parte, porque creo que es mi responsabilidad.— Al oficial de policía se le quebró un poco la voz al hablar. —No pude ayudarte cuando acudiste a mí, y ahora… este es el tipo de vida que llevas, lo siento…— La patrulla comenzó a avanzar, la prisión no era un lugar muy acogedor en invierno, pero era mejor que la calle. —Todavía recuerdo el día que te encontramos, no pudimos descifrar quién eras.— —Soy Amanda Burgham.— Respondió Amanda muy exaltada. —Cuando llamamos a los Burgham y les dijimos que eras su hija, se rieron en mi cara… ellos no recordaban haber tenido una hija jamás, nadie en el pueblo te reconocía, ni siquiera había registros de tu nacimiento.— El policía le echada cada cierto tiempo una mirada al asiento trasero donde Amanda se sentaba. —Eso… no sé cómo explicarlo, yo sé quién soy.— Dijo Amanda, algo melancólica. —Yo también lo sé, pudimos contactar a los Burgham, ahora viven en Odessa, hicimos una prueba de ADN y pudimos demostrar que eres su hija… su verdadera hija.— Dijo el oficial, mientras veía la cara de asombro de Amanda. —¿U-Usted hizo eso por mí?— Preguntó Amanda conteniendo las lágrimas. La patrulla se desvió, no iban hacia la comisaría, iban en la dirección de la casa de Amanda, la vieja casa abandonada a un lado de la vía del tren. 88
—Quiero que te asees y te vistas bien… mañana te llevaré personalmente a Odessa, los señores Burgham se mostraron algo incrédulos ante las pruebas, pero las hicimos varias veces y dieron positivas cada vez, es un suceso extraño… pero de alguna forma te olvidaron, te olvidaron por completo…— Dijo el oficial algo consternado. —Yo sé quién soy, y sé que con el tiempo ellos me aceptarán, después de todo… son mis padres, ¿cierto?— Preguntó Amanda con lágrimas en los ojos. La patrulla paró en la entrada de la vieja casa de Amanda, el oficial le ayudó a bajar, le quitó las esposas y le entregó su bolsa con comestibles, Amanda se aproximó a la puerta. —No lo olvides, vendré por ti mañana a las 12 para llevarte al aeropuerto, espero que estés aseada y bien vestida, tu nueva vida… te espera.— Le gritó el oficial no con enojo, sino más bien con alegría. Amanda dejó los víveres en el suelo y corrió donde el policía, le dio un cálido abrazo y mientras soltaba algunas lágrimas, le dijo: —Gracias… gracias por hacer esto, muchas gracias…— El oficial, le dio unas palmadas en la espalda ―Tranquila, no es momento de ponerse tristes‖, le repetía una y otra vez para calmar esa mezcla de emociones que flotaban en el ambiente. Esa noche la inquieta chica no puedo dormir mucho, la expectativa de lo que sería su nueva vida no la dejó conciliar el sueño, hacía un año que había vivido en las calles, robando y trabajando con cualquier cosa que le permitiera pagar el servicio de agua y luz de la casa; por alguna razón que ella desconocía, su mente se alteraba cuando las luces se apagaban y la oscuridad se hacía presente dentro de la casa, Amanda tenía una enorme dotación de velas y linternas de bolsillo, incluso llevaba una con ella siempre, a donde sea que fuese. Se dispuso a escribir algo hasta que el sueño la tumbe sobre su viejo colchón, el invierno soplaba viento helado con fuerza, las ventanas golpeteaban con cierto ritmo y los cerrojos chirriaban por el óxido; era bastante tarde cuando Amanda finalmente fue a descansar, más en su mente un único y profundo recuerdo se asomaba, era Jimmy quien estaba allí, parado frente a ella con una mirada cariñosa, justo como lo recordaba. —J-Jimmy… te he extrañado tanto…— Amanda con lágrimas en los ojos se acercaba poco a poco a él.
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El muchacho caminó en su dirección, mirándola fijamente a los ojos y luego tomó el rostro de la joven con ambas manos, Amanda enrojeció el rostro, podía sentir claramente las manos del muchacho, eran cálidas y suaves, tal y como las recordaba. —Te he buscado durante tanto tiempo… no he parado de buscarte, sé que no me has abandonado… ¿cierto?— La chica le dio un vistazo directamente, Jimmy no apartó la mirada sino más bien, comenzó a acercar sus labios poco a poco a los de ella. La chica le correspondió y beso apasionadamente al joven que tenía frente a ella, su corazón latía con fuerza, su piel se erizaba y sus labios exhalaban temblorosamente, Jimmy separó sus labios de los de ella con delicadeza y besó tiernamente el cuello de Amanda, una y otra vez. La respiración de la chica se volvía entrecortada, notaba como los labios del joven rozaban su piel suavemente, la chica empezó a desvestir al muchacho con cuidado y de forma pausada, dándole tiempo para que él le ayudara también a perder algo de ropa, las manos del chico acariciaban delicadamente su cintura, su vientre y sus pechos; cada vez que sus dedos recorrían el desnudo cuerpo de Amanda, ella sentía una especie de corriente eléctrica recorriendo su piel, su mente se perdía en el placer de aquella escena que ella deseaba no terminara jamás. En ese momento, la chica se percató de algo que la sobresaltó de golpe, la piel de Jimmy comenzó a tomar un color pálido como la de un hombre muerto, sus ojos de color oscuro refulgían con una luz carmesí que miraba profundamente, el rostro no tenía expresión alguna y su mirada no proyectaba emoción alguna. En la mano derecha, el espectral muchacho tenía un cuchillo dentado y de buen tamaño, lo acercó a la piel de la chica y con suavidad comenzó a cortar la piel de la abrumada jovencita; en su pecho una enorme hendidura comenzó a abrirse, de la herida un haz de luz comenzó a brotar, Amanda comenzó a temblar de miedo, totalmente aterrorizada por el súbito cambio de rumbo que había tomado la situación. —Sólo quería recuperar… lo que me pertenece.— Exclamó Jimmy con una voz espectral y maligna. —M-Mi corazón… — Exclamó Amanda entre lágrimas. —No… esto no es tu corazón, este… es mi corazón.— Respondió Jimmy con una voz gruesa, mientras arrancaba la esfera de luz del pecho de la asustada chica. Amanda despertó empapada en sudor, jadeando con dificultad y temblando; vió el reloj y se percató que aún era temprano, aun así se apresuró a alistarse para cuando el jefe de policía Wheeler hiciera aparición en unas cuantas horas más. Mientras se 90
duchaba, la joven mujer no pudo evitar preguntarse la naturaleza de tan terrible sueño, su corazón latía con fuerza y su piel se erizaba cuando recordaba tan nefasto final para lo que creía sería un sueño perfecto. Al mediodía, tal y como habían acordado, el oficial Wheeler esperaba en la entrada a Amanda, la chica se veía bastante diferente a como solía lucir por el pueblo, tenía el cabello bien cepillado y su ropa se veía limpia y en buen estado, incluso llevaba un poco de maquillaje, el oficial le mostró una sonrisa. —¿Qué sucede, acaso jamás había visto a una chica tan hermosa como yo?— Le dijo Amanda con una sonrisa burlona. —De verdad que estás muy guapa, te ves como toda una señorita.— Contesto el oficial amablemente. —No perdamos más el tiempo… estoy muy ansiosa.— Respondió Amanda y subió a la patrulla, un nuevo hogar esperaba por ella. En el altavoz se indicaba a los pasajeros que abordaran el avión con rumbo a Odessa, Texas; Amanda se despidió afectuosamente del oficial Wheeler con un beso en la mejilla y un cálido abrazo. —Gracias… Gracias por todo.— Repetía mientras soltaba un par de lágrimas de felicidad. —Buen viaje, no te vayas a meter en problemas, niña… si lo haces, tomaré el primer vuelo para darte un buen sermón.— Exclamó el jefe de policía. —No se preocupe oficial… ah por cierto.— La chica comenzó a buscar en medio de su bolso y sacó una carta. —Por favor, entréguele esto a Analí Guzmán… creo que vive entre la calle Washington y Charles Mound, es muy importante que no olvide dárselo, ok.— Amanda entregó la carta que el oficial recibió con agrado y se fue despidiendo haciendo un ligero ademán con la mano, mientras abordaba el avión que la llevaría hacia su nueva vida. El Jefe de policía sonreía al ver a la joven mujer que emprendía su viaje, orgulloso por haber sido capaz de cambiar la suerte de Amanda para bien, aunque en realidad su destino era algo que nadie podía haber predicho o adivinado; la carta no permanecería mucho tiempo en el bolsillo del oficial, fiel a su promesa esa carta fue entregada a su destinatario y en lo que respecta al contenido de esta, eso es algo que quedó entre Amanda y Analí. 91
Capítulo 13: Bajo un cielo rojo carmesí. En una ciudad de apariencia demencial, de paredes recubiertas con negro ónix y puertas finamente esculpidas, una sombra se alza, camina y acecha; los lugareños le temen, las criaturas del lugar se alejan de su camino, las pesadillas que habitan la noche se dispersan entre la oscuridad al sentir su presencia. Una vez fue un hombre, ahora de humano nada más posee la forma, una máscara de madera quemada, de un color grisáceo adorna su rostro, lleva una casaca de cuero negro y una capucha color rojo sangre que oculta parcialmente su rostro; sobre el brazo izquierdo, amarrado con cuidado, un trozo de tela color naranja se sostiene firmemente, la tela está manchada con un color rojizo como el óxido; los rumores cuentan que es sangre, la sangre de una joven mujer, una mujer que le entregó su corazón. Su nombre se perdió hace tiempo, los infernales seres que habitan la oscura ciudad lo llaman ―Ark:oth Reh:Muth‖, que significa verdugo del infierno en lenguaje humano. Un grupo de criaturas enmascaradas se levanta cuando el ―fantasma‖ se acerca, el misterioso ser abré un poco su abrigo de cuero, lo suficiente para mostrar la filosa daga que cuelga a un lado, sujeta a su cinturón con una funda; ―Longinus‖, el arma que rebanó el cuello de la reina de cabello rojo, el arma que mata a los ejecutores con 3 rápidos cortes, el arma que arrebata los corazones humanos y convierte personas en cascarones vacíos. Las criaturas conversan en un lenguaje inentendible para oídos humanos, sonarían más como gruñidos y ruidos que sólo pueden salir de las fauces de bestias feroces. Ark:oth les estrecha la mano a todos y cada uno, y los seres enmascarados le hacen una respetuosa reverencia, se golpean el pecho con la mano derecha a modo de saludo, los rumores corren rápido en este mundo de mercenarios y asesinos, este hombre misterioso de capucha roja, es ahora el rey de estas malignas tierras, gobernando desde las sombras todo el bajo-mundo que se arrastra bajo el piso empedrado. —Cuánto tiempo… mi buen amigo.— Saluda un ser de apariencia humana que levanta la mano desde un rincón. —Hace mucho tiempo que nadie me hablaba en este lenguaje, es una suerte… que no lo haya olvidado.— Responde Ark:oth, con desgano.
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—Veo que te has hecho toda una reputación en este lugar… pero ambos sabemos, que tú no eres de por aquí…— Exclama el ser encapuchado desde las sombras, sus ojos brillan como dos esferas de roja luz. —Acércate, hace mucho que no te he visto por aquí… señor ―encapuchado‖— Le dice Ark:oth mientras ríe con voz seca. —Ah… hace mucho que no escuchaba ese nombre, seguro que tú tampoco has escuchado a nadie que te llame por tu nombre… Jim…— Ark:oth lo detuvo de continuar hablando. —Ese nombre lo abandoné hace mucho, lo abandoné cuando decidí quedarme aquí y recuperar los recuerdos de aquella mujer…— Ark:oth miró seriamente al sujeto a su lado, sus ojos no tenían expresión alguna, pero el encapuchado podía sentir tristeza en ellos. —He sabido de buena fuente que no has parado de buscarlos, que incluso has encontrado una buena parte de ellos, los otros me temo… se han perdido ya.— Respondió el misterioso sujeto de capucha negra. —¿A qué has venido?— —Me enteré que estás reclutando a todas estas alimañas del bajo-mundo, no sé qué te traes entre manos, pero no puede ser nada bueno…— —Ese asunto no tiene nada que ver contigo, si sólo has venido para sermonearme…— —No— El encapuchado detuvo la charla esta vez, y entregó un mapa en las manos de ark:oth. —Como tú mismo dijiste, encontré todos los recuerdos importantes de esa mujer, no creo que haya otro que valga la pena buscar. — Respondió el extraño ser que llevaba una espectral máscara blanca. —Ah… pero este recuerdo no le pertenece a ella, este recuerdo es tuyo…— dijo el encapuchado. Ark:oth se quitó la máscara, dejando ver su pálida piel, su rostro no presentaba signos de emoción, pero el encapuchado que conocía bien como eran las cosas cuando dejabas atrás tu humanidad, entendía que por dentro la curiosidad se extendía por todo su cuerpo. —Este es el recuerdo que cierta mujer tomó de ti, un 93
recuerdo que te pertenece, que fue tomado sin tu consentimiento, es algo que estoy seguro le dará una nueva perspectiva a tu vida.— Exclamó el encapuchado, con una suave voz que incitaba a la tentación. —¿Dónde está?— dijo el pálido ser, impaciente y alterado. —Te llevaré allá, saldremos esta noche…— —Espera… tú nunca haces nada sin esperar algo a cambio, ¿qué me pedirás esta vez?— —Es un regalo… lo único que yo deseo es que me incluyas en tu plan, si es que el regalo es de tu agrado.— Ark:oth miró al encapuchado con desconfianza, pero terminó cerrando el trato con un apretón de manos, y esa misma noche salieron en busca del recuerdo perdido, cruzando las heladas montañas del norte y el camino que iba a través del pasaje llameante; al final, llegaron a una vieja villa olvidada, ubicada en un yermo territorio cubierto de una espesa niebla verduzca. Dentro de una habitación del destartalado lugar, un ser de cabello enmarañado y cuerpo delgado guardaba en un frasco lo que parecía carne de alguna clase de bestia; un extraño sentimiento se apoderó de su cuerpo, sentía que le clavaban los ojos en la nuca con furia. La criatura tomó una máscara de gas, como las que se usaron durante la segunda guerra mundial y se la colocó sobre el rostro, mientras caminaba su cuerpo se volvía casi etéreo, como un verdadero fantasma que deambulaba en ese caótico mundo, lleno de horripilantes seres de pesadilla. Con un certero corte, la máscara se partió en dos diagonalmente, dejando caer la parte que se asemejaba a la trompa de un elefante al suelo. La criatura se llevó ambas manos a la cara y gimió de dolor, un corte diagonal se mostraba sobre su rostro, habiendo cortado parte de su labio superior y nariz. —¿Dónde está?— preguntó el verdugo infernal con una maligna mirada en los ojos. La delgada criatura levantó la vista confundida, luego miró al encapuchado que se acercaba desde atrás y afirmó con la cabeza, el desaliñado ser hablaba con murmullos y gruñidos, luego levantó una de sus huesudas manos, señalando un pequeño cofre en un estante al fondo de la repisa. El ser de máscara blanca y casaca de cuero se acercó a la repisa, tomó el cofre y lo abrió para cerciorarse de que su contenido sea el correcto, dentro había un pequeño insecto que revoloteaba suavemente, luego se posó sobre la mano de su libertador delicadamente. 94
Ark:oth puso al pequeño insecto sobre el estante, se quitó la casaca de cuero, luego la playera que tenía debajo y dejó su pecho al descubierto, tomó a ―Longinus‖ con firmeza en la mano derecha y lo clavó sobre su pecho, el corte no lo hirió, prueba de que aún conservaba el recuerdo de quien era, el único recuerdo que aún albergaba su corazón; tomó con suavidad al pequeño insecto que dócilmente se dejó cargar sin tratar de escapar, Ark:oth se introdujo al pequeño ser dentro del pecho y esperó a que la luminosa hendidura cerrara por cuenta propia. Una tormenta de recuerdos se arremolinó dentro de su mente, era un joven hombre parado en el pasillo, el terror lo petrificaba, sabía que algo estaba por venir; una hermosa jovencita salió de uno de los salones de clases, su corazón latía con fuerza, la amaba con todo su corazón, pero entonces un muchacho de gran tamaño lo tomó de los brazos por sorpresa, impidiendo que pudiera escapar, el chico asustado trataba de huir como un animal en peligro, su instinto gritaba ―corre‖, ―huye‖, ―sálvate‖. La chica de rosabas mejillas tomaba los labios del joven muchacho, los besaba suavemente mientras sus lenguas se tocaban, el aliento de la jovencita que estaba frente a él, estaba cálido y podía sentir algo que apretaba su pecho con fuerza, como una mano invisible estrujándole el corazón, una suave mano de la chica se acercó silenciosamente sobre el pecho del muchacho y de los ojos del frustrado joven, comenzaron a brotar amargas lágrimas, su corazón dolía con intensidad y su cabeza daba vueltas como dentro de un febril sueño, más bien… una pesadilla. Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Ark:oth, el verdugo estaba llorando en silencio, el recuerdo había sido abrumador, un sentimiento sobre alguien que ya no tiene ninguno es sobrecogedor, había sido bombardeado con una oleada de recuerdos desagradables. —Mentira… todo, fue mentira…— —¿Oye estás bien?— Preguntó el encapuchado, algo intrigado. —¿Ark:oth?— —Jimmy… me llamo Jimmy, y cometí el peor error de mi vida… salvé a la mujer equivocada.— Respondió Jimmy con una mirada muerta. —¿Y qué hacemos ahora, Jimmy?— Exclamó el encapuchado. —Vamos a arreglarlo… comenzando por él.— Respondió Jimmy, mientras clavaba a ―Longinus‖ sobre la frente de la criatura de cabello alborotado, que lanzaba un alarido de dolor y un enorme charco de espesa sangre oscura se formaba a los pies de ambos, por debajo de la máscara, el encapuchado estaba sonriendo.
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Agradecimientos y otras cuestiones.
Vaya, me parece increíble haber terminado este libro que para serles sincero, comenzó como un juego, pensaba usarlo como práctica para ver si tenía dotes de escritor, pero fue gracias a la ayuda de mis buenos y estimados amigos que pude ir mejorando a medida que la historia se desarrollaba. Hay tantas personas que debo agradecer, Keyla, Rodrigo, Manuel, Dath, Calypso, Angela y Nathaly, debo tomarlos en especial consideración, pues ustedes me apoyaron con sus lecturas y sus comentarios cuando esta travesía comenzó, hace casi medio año cuando me uní a ese maravilloso foro de escritores, todos ustedes son personas maravillosas y he disfruto muchísimo su amistad, espero sigamos en contacto por mucho más tiempo. Este libro comenzó como un relato corto, que tomó enormes proporciones con cada capítulo y por ese motivo me siento orgulloso, he de admitir que en cierto momento del tiempo algunas cosas pasaron en mi vida, momentos muy duros y difíciles de afrontar, situaciones que hacen a uno tirar la toalla pero gracias al apoyo de mis buenos amigos, no me rendí y llegué a concluir con esta novela. ¿Por qué, Jimmy?, francamente ese nombre se me vino al azar, es un nombre común, un nombre que nadie pensaría que es especial, si bien la historia toma lugar sobre el pequeño pueblo de Scales Mound en Illinois, al principio esa pista es superflua, para que ustedes puedan imaginarse que pasa en el lugar que se les dé la gana. ¿Por qué Scales Mound, lo conozco en persona? No, jamás he ido o visitado Scales Mound, con un poco de investigación y mucha imaginación relaté la historia como si los personajes vivieran allí, fue un lugar aleatorio, podría haber sido cualquiera, y el hecho de que muy pocas personas hayan oído de él me hizo ponerle atención, quería algo original y dejar un panorama incierto para poder formar el escenario a mi antojo, si las cosas se hubieran desarrollado en Nueva York por ejemplo, muchos hubieran dicho cosas como, yo fui a Nueva York y no es como lo cuentas.
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¿Amanda, cómo surgió el personaje? Amanda se basa en una persona real, por respeto no daré ningún indicio de su verdadera identidad, pero fue una persona que al igual que Jimmy, significó mucho para mí y terminó rompiendo mi corazón. ¿Analí, qué nos puedes decir de ella? Analí es otro personaje basado en alguien que conocí, una chica a la que no le presté mucha atención al conocerla, pero luego nos hicimos amigos y tuvimos una fantástica relación; sin embargo, al pasar el tiempo me mostró una cara de ella que yo no conocía, lo cual me hizo pensar que todo el tiempo había llevado una máscara frente a mí, que me ocultaba su verdadero ser. ¿Por qué muchos llevan máscaras? Es parte del misterio del relato, una persona que lleva una máscara que le cubre completamente la cara es aterradora, uno no sabe qué se oculta debajo, tu imaginación vuela y puede ser cualquier persona o ni siquiera ser una persona. ¿Jimmy también se basa en alguien real? Hasta cierto punto Jimmy se basa en alguien real que conocí, pero también lo uso como canalizador para relatar acontecimientos que yo mismo he vivido, claro narrándolos con cierto grado de ficción para que sea más entretenido. ¿Por qué los sentimientos o recuerdos son como insectos? Algunos pensarían que un sentimiento y un recuerdo son cosas diferentes, pero para aclarar, son los recuerdos los que evocan sentimientos en nosotros, recuerdos tristes traerán tristeza, recuerdos agradables traerán alegría, aquel que no posee recuerdos abandonaría parte de su humanidad porque habría perdido las sensaciones que venían almacenadas en esos recuerdos, en lo que respecta a la forma, podían tener la que fuese, me pareció que plasmarlos como pequeños insectos voladores era adecuado, hay insectos que a muchos les parecen desagradables, pero hay otros que a las personas les parecen hermosos. Bueno espero haberles aclarado algunas dudas, sé que hay muchas otras que quedan en incógnita, ¿la carta?, ¿el plan de Jimmy?, ¿el bebé?. ¿Qué importancia tienen en todo esto?, eso es algo que espero relatarles en mi siguiente novela, que será una continuación directa de esta, no desesperen soy de escribir rápido. Espero que se hallan divertido y emocionado al leer esto, las gracias finales son para ustedes, los lectores; es gracias a ustedes, quienes me animan a seguir escribiendo, a esforzarme más y a traerles una historia entretenida y absorbente, muchísimas gracias por su apoyo, nos veremos pronto, más pronto de lo que creen.
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