ALFONS RODRÍGUEZ
ENTRE — MIRADAS
ENTRE — MIRADAS
ALFONS RODRÍGUEZ
ENTRE MIRADAS — INTRODUCCIÓN Por Alfons Rodríguez
«Cuando alguien te cuenta un trozo de su vida, te está haciendo un regalo, y no dándote lo que te debe» — Palabras del personaje Kvothe en la novela El Temor de un Hombre Sabio de Patrick Rothfuss.
en un mundo irreversiblemente habitado en parte por nocivos seres humanos. Siempre he intentado —y es lo que pretendo seguir haciendo— mantener mi compromiso en ayudar al que lo necesite, respetar a quién lo merece y valorar aquello que es importante de verdad, sobre todo los recuerdos y experiencias que han sido vitales, positivos y preciosos. Mantenerlos cerca por el miedo a perderlos. Las malas experiencias acaban siendo enseñanzas que te hacen más sabio, algo de lo que aprender, aquello con lo que hacerte más fuerte.
Hoy, desde mi escritorio y mientras escribo estas líneas, todo me parece una especie de sueño. Muchos años después, con la perspectiva y la conciencia que me brindan el paso del tiempo y una cierta experiencia, la bruma de casi diez mil mañanas convierte el recuerdo en algo etéreo, de belleza plástica. Una belleza presente tanto en lo bueno como, de una forma siniestra, en lo malo. Y es gracias a que gran parte de lo vivido lo fotografié, que permanece en mi memoria.
Tampoco soy el mejor de los fotógrafos, no por falta de ganas sino de talento. Pero os aseguro que trabajo y empeño le he puesto a la cosa. Tal vez, más actitud que aptitud. Fruto de ese empeño, de esa cabezonería, es este libro. ENTRE MIRADAS
Ha sido casi media existencia la mía, contada a través de las vidas de todos aquellos que conocí y fotografié en mi vagabundeo onírico por este mundo. Una existencia basada en rayos de luz, espacios, miradas, éxitos, golpes bajos, anhelos, alegrías y frustraciones. Perspectivas, puntos de fuga, enmarcados y contraluces.
La primera cámara que sostuve en mis manos fue herencia prematura de mi padre: una Petri Computer III de fabricación japonesa. Exótico e inesperado título el de «computer» para la época de la que les hablo. Aunque no negarán que quedaba bien, la palabreja, en aquella época de UHF y radiocasetes. Con ella realicé muchas fotos de mi entorno: el colegio, escaladas con los colegas, nevadas urbanas, costilladas de domingo, autorretratos o paseos con mi abuelo por Barcelona. Con ayuda de aquel artefacto mi padre clavó en mí, sin saberlo, la espina de la fotografía. Abrió mi apetito comunicador. Después vinieron otras máquinas, pero como la primera vez ninguna, aunque las posteriores sean mejores. Y más caras.
Una vida en color y, en ocasiones, una realidad en escala de grises. Desde que me dedico al fotoperiodismo profesionalmente he sufrido o disfrutado, depende del momento, una clara evolución. Si en mis inicios reptaba torpemente a cuatro patas, hoy ya surco el cielo con la lentitud y falta de agilidad de un pelicano, pensando que dentro de muchos años podré atravesar el firmamento con la vertiginosidad de un halcón. Aunque para eso me queda mucho que aprender. Muchos batacazos en los que romperme la crisma, la espiritual y la material.
La primera foto de esta selección que aquí les muestro —elegida de entre las miles de mi archivo— está tomada en Tailandia en el año 1989, muchos años después de aquel debut con pantalones de campana, espinillas y mi Petri nipona. Cuando ya apuntaba maneras, por así decirlo. He considerado que fotografías anteriores a esta fecha eran la vulneración de una vida más bien privada.
Pero aquí estamos. No soy la persona más bondadosa del mundo ni lo pretendo. Algo de maldad —comedida y bien aplicada— viene bien cuando vives
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Aunque, fíjense en la incongruencia, de vidas privadas va este libro.
provocó que, poco tiempo después, un experimentado fotógrafo me hiciera tocar con los pies en el suelo: me la descartó casi sin mirarla, alegando que el dedo del padre que aparece en la parte inferior del encuadre, sostenido por la mano del niño, estaba fuera de lugar y estropeaba la composición y la armonía de la fotografía. Era un detalle soez. Y para molestar no hay nada como meter el dedo en el ojo de alguien. El dedo de aquel padre tailandés se metió en mí ojo. Molestó pero a la vez ayudó. Y mucho.
El 89 fue un año de grandes noticias. Por aquella época se disolvía el Telón de Acero, caía el Muro de Berlín, se detenía a Josu Ternera de ETA, se comenzaba a tomar conciencia de que había que proteger la capa de ozono y la mujer española era admitida en las Fuerzas Armadas. En una China muy diferente a la de hoy se iniciaba la revuelta de Tiananmen, mientras Felipe González gobernaba con mayoría absoluta una España socialista y como siempre casposa y egoísta. También se empezaba a instalar el sistema GPS «ese», que es aquel sistema que nos hace llegar antes pero que cada vez nos atonta un poco más. No obstante, lo realmente relevante es que hacía poco que yo había acabado con aquello de la puta mili, y mi chica —hoy todavía lo es— y yo pasábamos los lunes al sol en Cadaqués. Comenzaba, para mí, una nueva vida con todo un mundo por delante que recorrer. Un mundo que vivir, más que toda una vida que recorrer. Después me daría cuenta que las dos cosas eran lo mismo.
La fotografía, o mejor el documentalismo fotográfico, se convirtió en un reto para mí. Un desafío que añadir al, por aquel entonces, incipiente deseo de viajar. Recorrer este planeta poniendo todo mi ahínco en ello, esa fue mi decisión al volver de Tailandia. Aquello no se iba a quedar allí. Fue mi elección. Había marcado mi destino. Pronto acerté a ver que no sólo eran los lugares y mi movimiento físico lo que me interesaba. Las personas y mantener en forma mi espíritu eran, sin lugar a dudas, aquello que más motivaba mis viajes. Y en cierta forma todavía lo es.
Viajar, viajar y viajar y entre viajes más viajes. Mi gran salto hizo que fuera a parar, sin una clara motivación o intención, a Tailandia. Aquel país donde las medusas te hacían odiar las playas, montar en elefante a lo cutre te hacía sentir como un irreverente maltratador de animales y tomar una cerveza era como disparar con bolas de espuma a una barra donde se alternaban las prostitutas y los taburetes vacíos: si acertabas, te la llevabas.
Sin embargo otras incitaciones, con diversos matices, han saltado al escenario. Efectivamente, no acabó allí y como si de uno de aquellos pinzones de Darwin en las islas Galápagos se tratase, empecé mi adaptación al medio. Evolucioné en mi hábitat particular. De aquel proceso natural surgió lo que siempre he querido hacer — si bien antes de ser profesional no era consciente—: viajar, conocer historias alegres o tristes, bellas o terroríficas, y después explicarlo. Intentar narrarlo con imágenes y con palabras. Muchos llaman a esto ser fotógrafo documental, otros fotoperiodismo, tal vez reporterismo gráfico, fotografía y ya está concluyen muchos. A mí me da igual como se llame. Lo hago y punto. O al menos lo intento.
De aquel periplo salió la imagen a que hacía referencia arriba, en la que un padre sostiene y mira, contento y orgulloso, a su hijo. Fue tomada junto a los muros del Palacio Real de Bangkok. Viajes posteriores al reino de Siam me han enseñado que el país es otra cosa muy diferente al concepto que yo guardaba en mi memoria y que no siempre se cumple aquello de que la primera vez siempre es la mejor. Aquello de la evolución, que les comentaba antes.
Han pasado casi veinticinco años, cerca de noventa países y cientos de viajes desde aquel retrato de padre e hijo. Aquel bebé es ahora
Esa imagen en blanco y negro, a la que yo le tenía un cierto apego,
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— Bangkok. Tailandia. 1989. El orgullo de un padre.
un hombre y aquel joven que tomó la foto, es ahora lo que en las páginas siguientes van a ver. En las miradas, expresiones, gestos y contextos de las personas que he fotografiado —una mínima parte de ellas forman este libro— se refleja quién soy yo y lo que he hecho en todo este tiempo. Con la tinta de sus vidas está escrita mi existencia. Mi imprevisible guión. Un vínculo que ya no podré romper jamás. Está claro que en tantos años y reportajes no sólo he fotografiado personas, pero tanto este que les escribe como el editor que ha confiado en el proyecto, hemos decidido centrarnos en lo que para mí siempre ha sido la piedra angular de mi carrera: los seres humanos y su mirada, sincera, esclarecedora, reflejo de todo lo demás. Hemos reunido una pequeña parte de todos esos miles de personas tan lejanas y diferentes como, paradójicamente, cercanas y parecidas, para mostrarlas en este libro. Hemos intentado aglutinar un retazo de cada uno de ellos. Todos esos compañeros de ruta, mujeres, hombres, niños y ancianos con los que he compartido ese cruce de miradas que es la vida. Entre esas miradas he encontrado mi lugar en el mundo. Gracias a todos ellos por ENTRE MIRADAS.
— NOTA DEL AUTOR Esta obra no es un ensayo fotográfico, homogéneo, encadenado desde su origen y concepción. Son imágenes obtenidas en lugares y circunstancias muy dispares y a lo largo de un amplio periodo de tiempo: casi 25 años. El discurso y la narración visual son fruto del trabajo de edición. Todas las personas que aparecen en este volumen están identificadas y sus retratos se han obtenido con pleno consentimiento. En los pies de foto no aparecen nombre y apellidos pues creo que es un dato innecesario y, además, ayuda a preservar, en cierta forma, su intimidad.
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Figuig. Marruecos. 2010. El omnipresente ojo del Islam. — Figuig. Marrroc. 2010. L' omnipresent ull de l' Islam. — Figuig. Morocco. 2010. The omnipresent eye of Islam.
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D´Jamena. Chad. 2011. Activista femenina y madre. A los 6 años sufrió la ablación del clítoris. — D' Jamena. Chad. 2011. Activita femenina i mare. Als 6 anys va patir l' ablació del clítoris. — N'Djamena. Chad. 2011. A women's activist and mother. She underwent clitoral circumcision aged six.
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Artibonite. Haití. 2011. Madame Sarah, la mujer del arroz. — Artibonite. Haití. 2011. Madame Sarah, la dona de l' arròs. — Artibonite. Haiti. 2011. Madame Sarah, the rice lady.
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París. Francia. 2009. Su blindado entró el primero en el París liberado del nazismo. — París. França. 2009. El seu blindat va ser el primer a entrar al París lliberat del nazisme. — Paris. France. 2009. His armoured car was the first to enter Paris when it was liberated from Nazism.
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Normandía. Francia. 2009. Comando boina verde en la Playa de Sword, donde desembarcó en 1944. — Normandía. França. 2009. Comando boina verde a la platja de Sword, on va desembarcar al 1944. — Normandy. France. 2009. A boina verde commando at Sword Beach, where he disembarked in 1944.
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Beijing. China. 2002. Meditación al amanecer. — Beijing. Xina. 2002. Meditació a la sortida del sol. — Beijing. China. 2002. Meditation at sunrise.
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Jerusalén. Israel. 2009. Rezando. — Jerusalem. Israel. 2009. Resant. — Jerusalem. Israel. 2009. Praying.
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Atitlán. Guatemala. 2001. Encomendándose a Dios. — Atitlán. Guatemala. 2001. Encomanant-se a Deu. — Atitlán. Guatemala. 2001. Entrusting oneself to God.
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Kivu Norte. RD Congo. 2008. La sabiduría es un anciano leyendo. — Kivu Nord. RD Congo. 2008. La saviesa és un ancià llegint. — North Kivu. DR Congo. 2008. Wisdom is an old man reading.
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Angkor. Camboya. 2001. El monje. — Angkor. Cambodja. 2001. El monjo. — Angkor. Cambodia. 2001. The Monk.
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Siria. Hassake. 1997. Luces y sombras. — Siria. Hassake. 1997. Llums i ombres. — Syria. Al-Hasakah. 1997. Lights and shadows.
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Jerusalén. Israel. 2009. La llamada divina. — Jerusalem. Israel. 2009. La crida divina. — Jerusalem. Israel. 2009. The divine calling.
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Jerusalén. Israel. 2009. En el Vía Crucis. — Jerusalem. Israel. 2009. En el Vía Crucis. — Jerusalem. Israel. 2009. At the Via Crucis.
Kiroliwe. RD Congo. 2008. General rebelde Laurent N' Kunda. Asesino, guerrero, pastor evangelista y cooperante. — Kiroliwe. RD Congo. 2008. General rebeld Laurent N' Kunda. AssassĂ, guerrer, pastor evangelista i cooperant — Kiroliwe. DR Congo. 2008. Rebel General Laurent N'Kunda. Assassin, warrior, evangelist minister and aid worker.
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Kurdistán. Iraq. 2003. El camino de las armas. — Kurdistàn. Iraq. 2003. El camí de les armes. — Kurdistan. Iraq. 2003. The way of weapons.
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Kiroliwe. RD Congo. 2008. Soldado rebelde del CNDP. La guerra eterna. — Kiroliwe. RD Congo. 2008. Soldat rebeld del CNDP. La guerra eterna. — Kiroliwe. DR Congo. 2008. Rebel CNDP soldier. The eternal war.
Ciudad del Cabo. República de Sudáfrica. 2010. Futbolista lesbiana. El honor de una victoria. — Ciutat del Cap. República de Sudàfrica. 2010. Futbolista lesbiana. L' honor d' una victoria. — Cape Town. Republic of South Africa. 2010. Lesbian soccer player. The honour of a victory.
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Ceará. Brasil. 2011. Mujer en su aldea natal, Flecheiras. — Cearà. Brasil. 2011. Dona al seu llogaret, Flecheiras. — Ceará. Brazil. 2011. Woman in her native village, Flecheiras.
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Ciudad del Cabo. República de Sudáfrica. 2010. Abuela de suburbio en su trono. — Ciutat del Cap. República de Sudàfrica. 2010. Àvia de suburbi en el seu tron. — Cape Town. Republic of South Africa. 2010. Suburban grandmother on her throne.
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Potosí. Bolivia. 2007. Mascando coca en las entrañas de la mina. — Potosí. Bolivia. 2007. Mastegant coca dins les entranyes de la mina. — Potosí. Bolivia. 2007. Chewing coca leaves in the bowels of the mine.
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Walata. Mauritania. 2006. Inocencia y verdad. — Walata. Mauritània. 2006. Inocència i veritat. — Walata. Mauritania. 2006. Innocence and truth.
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Kanem. Chad. 2011. La hermana responsable. — Kanem. Chad. 2011. La germana responsable. — Kanem. Chad. 2011. The responsible sister.
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Kivu Norte. RD Congo. 2008. El silencio de la guerra. — Kivu Nord. RD Congo. 2008. El silenci de la guerra. — North Kivu. DR Congo. 2008. The silence of war.
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Loreto. Perú. 2006. María a orillas del Marañón. — Loreto. Perú. 2006. María a ribes del Marañón. — Loreto. Peru. 2006. Maria on the banks of the Marañon.
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Zanzibar. Tanzania. 2002. Sonrisa swahili. — Zanzibar. Tanzania. 2002. Somriure swahili. — Zanzibar. Tanzania. 2002. Swahili smile.
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ENTRE MIRADAS — ENTRE MIRADES — BETWEEN GAZES
ALFONS RODRÍGUEZ
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