Museo del Tiempo

Page 1

Estimado amigo, nuestro cotidiano e íntimo amigo “Reloj” es el guardián de nuestra atareada prisa y testigo de ansias, triunfos y sinsabores. Ningún objeto de uso personal o familiar tiene esta intimidad que el reloj posee. Muchos son los objetos de uso diario que le superan en utilidad práctica, pero ninguno, en el fondo, tiene su contundente practicidad: ser peso y medida de nuestro tiempo, es decir, de nuestra vida. Casi nadie de nosotros, al echar una mirada rápida a la carátula de un reloj, se pregunta “que tan largo era el camino en el campo de la investigación, la tecnología y el arte para alcanzar sofisticados mecanismos que permiten leer el tiempo”. Para poder construir uno de los capítulos más fascinantes de la historia de la civilización, ha sido necesario partir de la observación de la naturaleza y el trabajo e ingenio de miles de artesanos que no tendrían cabido en el mundo de la producción en masa de nuestros días. Desde los inicios de la existencia del hombre, su vida ha sido gobernada por el tiempo. La industria del reloj ha mantenido durante 200 años cientos de miles de familias en todo Europa y Estados Unidos de América. El fin llegó lento, de sorpresa y sin posibilidades de regresar a los tiempos pasados. Ni toda la energía, inventos nuevos o la instalación de maquinaria más moderna podía frenar el fin de la industria relojera mecánica.

Le presenta: Un breve recorrido por la historia. Acontecimientos y algunos personajes importantes que han influido en el desarrollo de la relojería:


El Reloj solar fue el primer instrumento desarrollado por civilizaciones de medio Oriente y Egipto. Para observar la posición del sol y el paso del tiempo, la manera más perfecta era la sombra formada por un objeto en línea vertical. Posteriormente los griegos desarrollaron una versión mas refinada (aprox. 500 a.c.), utilizando la sombra de un indicador sobre una base señalizada, convirtiéndose en el tipo de reloj solar corriente en todo el oeste de Europa durante muchos siglos.

Para “leer la hora”, los romanos adinerados mandaban a sus esclavos de confianza a una plaza publica, en donde casi siempre había un reloj de sol.


La

o

data de la antigüedad egipcia y se usaba especialmente durante la noche, cuando los relojes de sombra no servían. Las primeras clepsidras consistieron en una vasija de barro que contenía agua hasta cierta medida, con un orificio en la base de un tamaño suficiente como para asegurar la salida del líquido a una velocidad determinada y, por lo tanto, en un tiempo fijo. El cuenco estaba marcado con varias rayas que indicaban la hora en las diferentes estaciones del año. Los relojes de agua también se usaron en los tribunales atenienses para señalar el tiempo asignado a los oradores y cuentan que el filósofo Platón inventó un reloj de agua muy eficiente. Más tarde fueron introducidos a los tribunales de Roma con el mismo objeto, además de usarlos en campañas militares para señalar las guardias nocturnas. El reloj de agua egipcio, más o menos modificado, siguió siendo el instrumento más eficiente para medir el tiempo durante muchos siglos. 1) Dibujo del Reloj de Agua “Ktesibios”. Aprox. 300 a.c. como lo describió Marcus Vitruv. 2) Dibujo del reloj astronómico de Su-Sung, emperador de la dinastía Sung (960 a.c.).El reloj fue construido en 1086.

1

2

El funcionario y Científico chino Su Sung inventó un complejo Reloj astronómico accionados por Agua. El reloj, una torre de unos seis metros de altura, funcionaba a partir de un depósito de donde fluía un chorro de agua siempre igual sobre las paletas de una rueda. Ésta accionaba diversos mecanismos que hacían aparecer distintas figuras que señalaban las horas (acompañadas de toques de gong y de tambores) y movían una esfera celeste con la representación de estrellas y de constelaciones. De gran precisión para su época, la desviación diaria de este reloj era inferior a los dos minutos.


El se usaba comúnmente en los monasterios.Tambien le dicen Reloj de vela. Es una especie de dispositivo empleado para medir el tiempo que se fundamenta en el uso regular del combustible (generalmente cera) que hacen las velas encendidas. En la antigüedad eran muy empleadas en los conventos y monasterios europeos para poder hacer las vigilias (Horas canónicas). Tenian la ventaja que se podía ver en la noche la hora y no era tan grande y costoso como los primeros relojes mecánicos. El funcionamiento básico del reloj de velas es muy simple, y se compone de dos elementos básicos: Una vela. De grosor y longitud adecuadas y una escala. Que puede incorporarse en el propio cuerpo de la vela indicando, a modo de registro, el paso del tiempo. La escala puede tener diferentes grados, se ha llegado a obtener hasta 10 minutos de precisión.

Reloj de fuego chino. Quemando Incienso caen las bolas de metal en un recipiente y causan ruido. Según leyendas chinas se conoce el reloj de fuego desde hace aproximadamente 4000 años. Los romanos utilizaban "velas del tiempo" que medían el tiempo a partir de marcas con números que se alcanzaban según la vela se consumía al paso de las horas. Reloj de vela de un tratado sobre autómata de al-Jazaris.

reloj de fuego (Vela) como se usaban comúnmente en los monasterios en la edad media

reloj de pet róleo de principios del siglo XIV. Graduado de 20.00 PM – 07.00 AM.


El aparece alrededor del siglo XIII (aunque hay leyendas que dicen haberlos visto en Alemania desde el siglo VIII). Eran dos cavidades unidas por un coladero estrecho. Empezaron siendo tan grandes que eran capaces de medir un día entero. Después se fueron haciendo de todos los tamaños. En el arte aparece el reloj de arena la primera vez en el “Documenti d’Amore” de Barberino en 1313, y como mural en el palacio municipal de Siena, Italia, pintado por Ambrogio Lorenzetti entre 1337 y 1339. El clásico era el reloj de 30 minutos, que se usaban comúnmente en la marina. 8 vueltas = 8 campanas, significaban el cambio del turno de 4 horas de guardia. En nuestros días son más bien pequeños y simplemente de adorno. Los relojes de arena funcionan bajo el mismo concepto físico de las clepsidras, es decir, permiten que la gravedad haga fluir una cantidad establecida de un elemento para determinar distintos lapsos de tiempo. En este tipo de relojes, la arena se encuentra contenida en un recipiente de vidrio (que consiste en dos vasos comunicados) que se voltea cuando termina de pasar el último grano del material. Los ejércitos romanos los utilizaban durante la noche; también se ha dicho que fueron inventados por un monje francés al final del siglo VIII. En esa época, Carlomagno, el rey de los francos, tenía uno tan grande que sólo tenia que voltearse cada 12 horas.


Desde el reloj solar hasta la apariencia de los relojes de torre, apenas había presencia del reloj en la sociedad. Las tareas no exigían hasta la edad media, más que un reloj “solar”: es decir, amanece (comienza la jornada de trabajo), el sol esta en lo alto del cielo (hora de comer, descanso), y anochece (reiterada a casa, dormir). Hay muchas referencias acerca de la vida cotidiana de épocas pasadas. Todavía hasta inicio del siglo XIX era corriente levantarse a las 4 de la madrugada, comer a las 11 de la mañana y acostarse a las 9 de la noche; una rutina diaria muy diferente a nuestro estilo de vida.

Desde el siglo diez hasta el catorce, la iglesia era el factor común en la vida de la mayoría de los hombres. Era asimismo el centro de la cultura y la iniciadora de la mayor parte de los avances técnicos y culturales que tuvieron lugar en la Europa de aquel tiempo. Debido a la necesidad que tenían la iglesia y monasterios de regular su rutina diaria, quiere decir, para llamar el pueblo a los oficios religiosos, se hacían necesarios medios mas desarrollados de medición del tiempo.


Los únicos datos que tenemos sobre los primeros relojes mecánicos nos llegaron por descripciones en manuscritos. Prácticamente no queda ningún reloj de este tipo. El primer reloj mecánico fue probablemente creado a partir de una clepsidra como fue el caso "de la máquina celeste" que construyó el chino Su Sung en el siglo XI (tenia un mecanismo que obtenía la energía para su funcionamiento del agua contenida en unos depósitos, los cuales, al vaciarse, accionaban las ruedas del mecanismo). En Europa, el agua empleada como fuerza motriz, fue remplazada por una pesa en piedra o metal. Ignoramos aún en que época se hizo este descubrimiento. Lo único que sabemos es que se menciona por primera vez este reloj en el Paraíso de Dante (XXIV, 13), lo que nos permite la conclusión de que el mecanismo mecánico, tal como se desarrollaría después, apareció relativamente tarde. La palabra horologium designa de una manera corriente el reloj mecánico y en esa época tenía un sentido muy general. A pesar de la existencia de un documento de 1176, no sabemos qué tipo de reloj era el de la catedral de Sens, o cómo se presentaba el que estaba en «la casa del reloj», torre gótica de cuatro pisos donde el esquema es reproducido en el manuscrito del siglo XIII del arquitecto Villard de Honnecourt. El término relojero que en la Edad Media engloba toda clase de instrumentos para medir el tiempo, no nos indica tampoco el tipo de reloj que los relojeros fabricaban en esta época. La situación es aproximadamente la misma en todos los países de Europa: ignoramos todos los relojes monumentales ingleses, en particular los de Westminster (1288), de Exess (1284) y de Canterbury (1292). Tampoco sabemos cómo era el reloj construido en Florencia en 1300, ni el de la catedral de Beauvais, que son de la misma época. Podría ser solamente un cuadrante solar, y en este caso un campanero de la ciudad sería el encargado de hacer funcionar las campanas según las indicaciones. Esta eventualidad permanece en la ordenanza del obispo de Corbeil. El empleo de una clepsidra con carillón con parecidas circunstancias era pensado. Al contrario, estamos casi seguros que el reloj de dos pesas en plata fue fabricado en 1299 o 1314 para Felipe IV el Hermoso, era un autentico reloj mecánico; su creador fue probablemente el joyero parisino Pierre Pippelard, uno de los relojeros más antiguos, cuyo nombre nos ha llegado con los de Jehan Aurologier (1292) y de Robert de Inglaterra. Este Robertus Anglicus habla ya del escape del reloj; por desgracia su escrito no tiene fecha, pero se piensa que vivió y trabajó al principio del siglo XIII; no está excluido que ese regulador asegurara el funcionamiento regular de un reloj monumental, ya utilizado.


En el Roman de la Rose, escrito antes de 1305, el poeta Jean de Meung hace alusión a los relojes mecánicos y las campanas. El suntuoso reloj de Cambrai, creado en 1318 por Colard LeRvre, debía estar provisto de un sistema de escape fiándose de las listas detalladas establecidas por los trabajos técnicos y artísticos. Estas facturas testifican la existencia de un dispositivo astronómico sofisticado, completado por la representación de las trayectorias del sol y de la luna, un calendario y los signos zodiacales. Este reloj estaba provisto de autómatas, figuras pintadas, de apóstoles, santos y ángeles que señalaban la fecha en el calendario. Era un auténtico reloj monumental que bajo ciertos aspectos, nos recuerda al del Ayuntamiento de Praga. Tal dispositivo necesitaba un movimiento de rodamientos bastante perfecto. En 1333, se instala en Milán un reloj público con sonería y cuyo cuadrante indicaba la hora italiana. También sobresale el reloj monumental de Saint-Jacques de L'Hópital, creado en 1334 en París, cerca de Saint Denis. Era muy suntuoso pero muy inexacto, por esta razón fue sustituido en 1399 por un reloj fabricado por Jehan Ray, con la colaboración de Jehan Guignon. Este último añadió autómatas, que eran ángeles de madera esculpidos por Thomas Privé, que hacían sonar las campanas. Este reloj sirvió de referencia durante todo el siglo XV, y de este hecho disponemos de un gran número de documentos. Así sabemos que, en 1473, los ángeles fueron remplazados por un autómata que representaba un «salvaje», esculpido y pintado por Guillaume Santé. A partir de la segunda mitad del siglo XIV, el oficio de relojero estaba asentado muy sólidamente en los grandes centros culturales de Europa: Florencia, sobre todo en Francia, Alemania y también Flandes y Bohemia. El emperador Carlos IV, por ejemplo, tenía a su relojero llamado Martin en la corte, en 1376. Ignoramos desgraciadamente de qué tipo de reloj se ocupaba. Podemos suponer que se trataba de pequeños relojes mecánicos de interior, parecidos a los que poseía el sobrino de Carlos IV. El rey de Francia Carlos V pidió su reloj a su relojero de Sainte Beate, un modelo de viaje en plata y que se hizo reparando el célebre reloj de su antepasado Felipe IV el Hermoso. En 1370 se hizo construir un reloj monumental, situado sobre la fachada del Palacio Real de París, «para que los habitantes de la ciudad pudiesen llevar sus asuntos durante el día y también de la noche». Este reloj fue concebido por Henri de Vic. Entre los bienes de su sucesión, Carlos V dejó un reloj de plata sobre un soporte. Era un auténtico reloj de rodamientos y pesas, tal y como estaba representado en una miniatura de esa época. Carlos V poseía igualmente un gran reloj de arena, que era raramente utilizado en su época. En la segunda mitad del siglo XIV, los relojes existían también en otras grandes ciudades y en castillos feudales franceses como el de Comillon. El relojero Giovanni di Dondi, apodado “Dell Orologio”, publicaba en Padua un escrito que se titulaba "Il Tractatus Astarii" . En esta obra Giovanni di Dondi describía un modelo de reloj astronómico que él mismo dibujó hacia el año 1364. Esta descripción nos procuró valiosos informes sobre la forma de construir numerosos relojes antiguos y su presentación. Seguidamente, ese modelo fue realizado en dos ejemplares por Peter Haiward (uno se conserva actualmente en Smithsonian Institution de Washington, y otro en el Science Museum de Londres). Se presentaba bajo la forma de un heptágono en metal colocado en un alto pedestal provisto a cada lado de cuadrantes que indicaban el tiempo solar y la hora sideral. Era un reloj de madera único en su género, que tenía dos siglos de adelanto sobre su época, tanto desde el punto de vista de conocimientos astronómicos, como en la exactitud de la medida del tiempo.


La reconstrucción de este reloj fue presentada en Nuremberg (Alemania) en 1978, durante la gran exposición sobre Carlos IV. Dondi (1330-1389), hijo del médico y físico Jacobo di Dondi, autor en 1344 del monumental reloj de Padua, era a su vez médico personal del emperador. Otras miniaturas que ilustran los manuscritos de obras del siglo XIV (donde algunos estaban enteramente consagrados a la temática del reloj) son menos significativas. Hay sin embargo algunas muy conocidas, por ejemplo la obra titulada "Livre de l'Horloge de Sapience" que perteneció a María, nieta del rey francés Carlos V. Este escrito fue terminado en 1406 y conservado hasta nuestros días y contiene una gran hoja representando la forma rudimentaria de un reloj mecánico. Dicho reloj, llamado «jaula de pájaro», cuyo chasis comprendía cuatro pilares y una campanilla, protegiendo un timbre, lleva cuatro esferas que tienen la forma de un disco, donde el centro está constituido por una estrella con doce brazos que forma la graduación en horas, con una corona pintada en blanco. Los sistemas de fijación del tiempo medido eran entonces móviles, girando bajo una manecilla fija puesta sobre el chasis del reloj. La manecilla móvil no aparecerá hasta principios del siglo XV, y sólo en el siglo XVI se añadirá la segunda manecilla (la de los minutos). Encontramos una representación más detallada del reloj en una edición posterior de Oreloge de Sapience, fechada en 1450 aproximadamente, y en el manuscrito de Christine de Pisan y Nicolás d'Oresme, cortesanos de Carlos V. Volvemos a encontrarla en copias de esta obra de mitad de siglo XV. En la biblioteca del Vaticano se conserva un manuscrito de finales del siglo XIV, conteniendo una descripción detallada de un mecanismo de sonería. Se compone de siete ruedas conectadas al sistema de fijación; el movimiento estaba alojado en un simple cuadro rectangular. El conjunto era de hierro forjado; esta descripción corresponde exactamente a las ilustraciones y dibujos del reloj, no sólo en su aspecto general, sino por el número de ruedas y la manera de ajustarlas. El mecanismo contiene una pieza interesante, que es una especie de freno, un volante de aleta destinado a regular el movimiento de las ruedas por la resistencia del aire. En esta época Italia era la cuna del Renacimiento, produciendo grandes avances técnicos, culturales y artísticos.


1453 - En Lausana, Suiza, se colocaba el reloj (por orden del obispo) en el campanario, aunque el mantenimiento pagaban siempre los ciudadanos. Ya cobraba más importancia la hora exacta. El tribunal eclesiástico impone que las audiencias empiecen “a las 10 en punto”.

El Reloj astronómico de Praga, construido en 1490, marca las horas con juego de campanas, zodiaco, salida y puesta del sol y fase lunar.


El reloj mecánico aparece en México con el conquistador español. En los orígenes del Palacio Nacional se encuentra la casa de Cortés, de la cual se apropiaron los oidores en 1528 para fundar la casa de la Audiencia, y acordaron la adquisición de un reloj. El 12 de Enero de 1530 el contador real libró la cantidad de 400 Pesos oro de minas a Francisco de Santa Ana, maestro de nao, para que los llevase y entregase a las oficinas de la casa de Contratación de Sevilla, “para que de ellos se compren un reloj, campana y aderezos, del peso y tamaño que se les escribe y los envíen a esta Nueva España para ponerse en la casa de la Audiencia”. Cristóbal del Castillo en su Historia de la Conquista, en lengua náhuatl, menciona este reloj y le da el nombre de “cemilhuitlapohualtepoztli”, correspondiente a la palabra relox . El reloj mecánico de torre más antiguo de México es probablemente el que se encuentra en el museo del Palacio de Cortés, en la ciudad de Cuernavaca, capital del estado de Morelos.

Reloj de torre de Cuernavaca, Morelos

Se dice que este reloj estaba originalmente en la catedral de Segovia en España, y fue obsequiado por el emperador Carlos V a Hernán Cortés en los primeros años de la conquista. Se encontraba en la Catedral de Cuernavaca, entonces parroquia. Desde el 4 de octubre de 1563 impone el rey Felipe II la obligación de tener un gran reloj en cada audiencia de sus colonias americanas con sonería para poder ser escuchado por presidentes de audiencia y oidores. “Que en las casas de cada audiencia haya relox. Porque mejor y mas ordenadamente se pueda guardar lo que tenemos dispuesto, en cuanto la hora a que nuestros presidentes y oidores han de entrar en audiencia y salir de ella. Mandamos que en cada una haya continuamente relox que puedan oír”


A principios del siglo XVI, la civilización occidental se hallaba en el umbral de una nueva era, sin paralelo hasta nuestros días, de descubrimientos e incentivos, de fronteras que saltaban en pedazos y de horizontes lejanos y no soñados. Jamás con anterioridad, había sido tan fluida la sociedad; Para los individuos de talento de todas las clases se abrieron oportunidades en el servicio de monarcas como Luis XI de Francia o Enrique VIII de Inglaterra. En esta era caen dinastías, se alteran fronteras, la empresa suplanta al ideal caballeresco, y el lenguaje escrito adquiere forma. Se produce en el hombre una nueva inquietud en la búsqueda de la propia realización, cuando trata de explotar lo desconocido, explotar su medio ambiente, comprender la finalidad de la vida y ponerse de acuerdo con la realidad; y al hacer todo esto, “expandir” su mundo. Pronto empezaba a surgir la demanda de un reloj más pequeño para uso domestico. En consecuencia apareció en Europa el el primer reloj de pared, particularmente en la región meridional de Alemania y el norte de Italia, alrededor del año 1500. Hacia los años 1710-20, el apogeo del reloj de linterna se había desvanecido y fue suplantado casi por completo por el reloj de caja larga, aunque la producción nunca ceso por completo durante el siglo XVIII.

Reloj de Linterna, de fiero pintado (Adán y Eva) con campana de hora y fase lunar 1480…1520


Desde luego, estos primeros relojes tenían la gran desventaja de que no eran portátiles. Hasta finales del siglo quince aparecían también los primeros relojes de bolsillo que podían llevarse colgados del cinturón. El primer reloj de bolsillo que se conoce data de 1477 (mencionado en un manuscrito que se encuentra en la biblioteca de Augsburgo, Alemania).

En los talleres de Nuremberg, Alemania, se fabricaba los primeros relojes personales, llamados huevos de Nuremberg, por su forma ovalada, que funcionaban “de vez en cuando” durante aprox. 40 horas y tendían a variar hasta 2 horas por día. También se empleaban en el campo de batalla. El jefe del ejercito debía tener uno, que se llevaba colgando del cuello y que, como todos los relojes, tenia una sola manecilla, la de las horas. Todos los relojes de esta época se veían influidos por cambios de temperatura y movimientos bruscos. Estos defectos se “distraían” mediante sonerías, carátulas múltiples y ornamentaciones repujados, con motivos arabescos y vegetales. Los relojes aparecían entonces como elemento de lujo entre la clase alta o mas favorecida de la población. Esto explica su aun función social como objeto de deseo. Es imposible hablar de industrialización alguna en cuanto a la fabricación del Reloj. Eran piezas únicas, hechas a mano en talleres de cerrajerías, orfebrerías y joyerías, pero estos talleres ayudan a ampliar “la pequeña relojería”, la fama que ha distinguido a dinastías de maestros que, en Augsburgo y finalmente en Praga, crearon verdaderas escuelas en las que se fabricaron relojes de mesa o de repisa con cajas que reproducían modelos arquitectónicos. Reloj de Mesa fabricado alrededor de 1550 en el sur de Alemania por Wenzel Jamnitzer. Fue hecho para la casa Habsburgo. El Reloj tiene 41 cm de alto y es de madera de Ébano y Fiero finamente adornada.


1535 – Suiza Entre las cadenas montañosas del Jura y los Alpes, una importante cantidad de refugiados se dirigen a Ginebra escapando de persecuciones religiosas, hallando en estos parajes la tranquilidad deseada, base indiscutible para el desarrollo técnico artesanal de quienes forjarían en un futuro cercano, la máquina de controlar el tiempo.

1631 – Inglaterra - “La industria” relojera inglesa estaba en su mayor parte en manos de artesanos inmigrantes extranjeros, y esta fue la causa del resentimiento entre el creciente número de relojeros ingleses de nacimiento. Un grupo de ellos se unió para pedir al rey formar una compañía de relojeros. Sus propósitos eran los de controlar los métodos de trabajo y las condiciones de empleo y restringir el creciente numero de extranjeros que les estaban usurpando sus medios de vida. En el segundo intento se les concedió una cedula de asociación el 22 de agosto de 1631. Esta cedula estableció las reglas básicas que gobernarían la industria de los próximos 150 años, con especial énfasis en las condiciones de trabajo y en las normas necesarias para mantener una constante de trabajo de alta calidad.

El reloj musical más antiguo que se conoce con llamativo “carrillón”, hecho por Nicolas Valin, de Londres, en 1598.


A mediados del Siglo XVII tuvo lugar una impresionante mejora en la medición del tiempo como consecuencia del descubrimiento del Péndulo. Algunos Historiadores dicen que Leonardo da Vinci descubrió, en cierta Catedral, que el arco de oscilación descrito por una lámpara era algo irrelevante, pues el tiempo que tardaba en moverse de un extremo a otro era siempre el mismo.

Leonardo DA VINCI (1452 - 1519)

Leonardo di Ser Piero da Vinci fue un arquitecto, escultor, pintor, inventor e ingeniero, el hombre del Renacimiento por excelencia. Está ampliamente considerado como uno de los más grandes pintores de todos los tiempos y quizá, la persona con más y más variados talentos de la historia. Otras fuentes atribuyen el descubrimiento de la propiedad del “isocronismo” del Péndulo al genial Galileo en el año 1581.

Fue un astrónomo, filósofo, matemático y físico que estuvo relacionado estrechamente con la revolución científica. Eminente hombre del Renacimiento, mostró interés por casi todas las ciencias y artes. Sus logros incluyen la mejora del telescopio, gran variedad de observaciones astronómicas, la primera ley del movimiento y un apoyo determinante para el copernicanismo. Ha sido considerado como el "padre de la astronomía moderna", el "padre de la física moderna" y el "padre de la ciencia".

Galileo GALILEI (1564-1642)


Sin embargo, le correspondía al científico holandés Christian Huygens Van Zulicham aplicar por primera vez en el año 1657 el principio del péndulo al mecanismo de relojería y el concedía el derecho a utilizar esta invención a un relojero de La Haya (Holanda), llamado Salomón Coster. Muchos historiadores lo consideran Huvgens (nació 1629 en Hofwijck, Holanda) como el más célebre matemático geómetra de Europa. Dentro de las actividades científicas a las cuales orientó su vocación como investigador también se encuentra la biología, al margen de ciencias relacionadas con la matemática como son la física y la astronomía. Su padre Constantijin Huygens, era un académico y diplomático de renombre que cuenta a su haber el hecho de haber descubierto a Rembrandt. Se puede afirmar que Huygens creció y educó en el seno de un ambiente familiar acomodado económicamente, en el cual tuvo la suerte de relacionarse con importantes científicos y pensadores de la época. Después de vivir en Londres, en donde fue miembro de la sociedad real, pasó los años más fecundos de su vida en París, invitado por Luis XIV. Trabajó en los diseños de los primeros microscopios y realizó algunas de las primeras observaciones de las células reproductoras humanas y propugnó la primera tesis sobre el germen como causa de las enfermedades, doscientos años antes de que ello se hiciera popular. En 1658, Huygens logró (donde se dice que Galileo había fracasado), la construcción del reloj de péndulo, dotando así a la ciencia de un verdadero cronómetro. Desde ese momento quedan en completa obsolescencia y desuso las clepsidras y relojes de arena de herencia babilónica que no habían sido posible remplazar completamente por instrumento alguno antes del acierto del gran genio holandés. Falleció el año 1695, en París, Francia.

Christian Huygens Van Zulicham

Detalle de un reloj de Salomón Coster. Controlado por un péndulo y accionado por un simple peso suspendido en una cuerda infinita. Publicado en 1678


1662 – Inglaterra Carlos II * estaba muy interesado en los avances científicos, y fundo la sociedad real en 1662, la cual contaba entre sus miembros a los más prominentes científicos y pensadores de la época. Esta sociedad fue la cuna y la inspiración de casi todos los importantes avances e invenciones que tuvieron lugar en los campos de las ciencias, matemáticas y medicinas durante la última época del siglo XVI y comienzos del XVII. No es casualidad que la preeminencia de Inglaterra y Holanda en la relojería tuviera mucho que ver con su supremacía como las dos mayores potencias marítimas de la época. *Los títulos oficiales de Carlos II: por la Gracia de Dios Rey de Inglaterra, Escocia, Francia e Irlanda, Defensor de la Fe, etc.". Los primeros Relojes de Péndulo utilizaban un Escape de Paleta (también le dicen Rueda Catalina)

Cuando el Péndulo se encuentra en el extremo derecho de su oscilación, la parte delantera de las dos paletas esta enganchada con la cara vertical de uno de los dientes de la rueda de escape. El diente impulsa al péndulo a través de la paleta.


A medida que el péndulo oscila de derecha a izquierda, la paleta delantera libera la rueda de escape.

La Paleta trasera engancha ahora un diente del otro lado de la rueda de escape ; el impulso del péndulo provoca que la rueda de escape retroceda hasta que el péndulo llega al extremo izquierdo de su oscilación.

La secuencia de acontecimientos se repite, pero la oscilación del péndulo es ahora de izquierda a derecha.

En ausencia de mejoras técnicas, el cambio viene dado por la estética. Aparecen relojes en forma de libros, flores y cruces. Se introduce el uso de la tapa protectora de cristal. Comienzan a usarse esmaltes para proteger y decorar. El aspecto técnico mejoraba bastante a partir de 1675. La estética pasaba a segundo Plano, a favor de una mayor perfección del movimiento. En la carátula se introduce el aro de plata con la numeración grabada. Surge así la apariencia actual del Reloj.


Inglaterra El próximo descubrimiento de importancia fue la introducción del péndulo largo utilizado junto con el método de escape “ancla”. Se cree que fue inventado por el matemático Robert Hooke, pero el fue utilizado primero por un importante relojero de Londres, William Clement, por el 1675. La utilización del péndulo largo consiguió una precisión mucho mayor, haciendo posible hacer relojes que funcionaran durante ocho días, un mes, tres meses e incluso un año. La aparición del método “ancla” de escape en conjunción con el péndulo largo originaba un balanceo del péndulo muy reducido, lo que hizo posible encerrar el mecanismo dentro de una caja de madera, produciendo así una bonita pieza de mobiliario y protegiendo al mismo tiempo la delicada maquinaria del polvo. Estos relojes tenían generalmente un armazón estrecho y bastante corto, unos 300 cm de alto de estilo arquitectónico con una simple caja hecha de ébano y roble. En la carátula se introducía el aro de plata con la numeración grabada. Surgía así la apariencia actual del reloj. Las carátulas estaban hechas de bronce con la parte del centro mate, con un fino punzón y con querubines en las piezas de los ángulos magníficamente acabados a mano. Las manecillas estaban también talladas y pulidas a mano, y después pavonadas en arena caliente y aceite sobre fuego. Los aros de los minutos las horas y la fecha eran plateados, y en los mejores relojes eran de plata. 1675 – Inglaterra - Para investigar de modo mas preciso los métodos de medición del tiempo fue fundado el Observatorio de Greenwich. El mayor problema de la época era la busca de longitud, cosa que era esencial para una buena navegación. No obstante este problema en concreto no se resolvió hasta la mitad del siglo XVIII.

Uno de los primeros relojes ingleses de caja larga en roble y ébano, hecho por Ahasuerus Fromanteel en Londres, hacia el 1675


Las líneas de la latitud y la longitud ejercen mayor autoridad de lo que hubiera podido imaginar nunca. Porque se mantienen fijas mientras la configuración del mundo varía bajo ellas, con los continentes atravesando a la deriva los mares en expansión y las fronteras nacionales, que se vuelven a trazar repetidamente en función de la guerra o la paz. Longitud, es el truco para distinguir y recordar la diferencia entre latitud y longitud, y las líneas imaginarias que las marcan. Las líneas de latitud, los paralelos, se mantienen realmente paralelas entre sí al ceñir el globo desde el ecuador hasta los polos con una serie de anillos concéntricos que van reduciéndose progresivamente. Los meridianos de longitud funcionan al revés: se curvan desde el polo norte hasta el polo sur y viceversa, de modo que todos convergen en los polos de la Tierra. Todas estas líneas empezaron a entrecruzarse en nuestra visión del mundo en la antigüedad, el cartógrafo y astrónomo Ptolomeo ya las había trazado en los 27 mapas de su primer atlas mundial. Para Ptolomeo el ecuador señalaba el paralelo cero, no lo eligió arbitrariamente, sino que lo tomó de fuentes de sus predecesores, quienes lo habían deducido de la naturaleza al observar los movimientos de los cuerpos celestes, el Sol, la Luna y los planetas pasan casi exactamente por encima del ecuador. Del mismo modo los trópicos de Cáncer y de Capricornio, otros dos conocidos paralelos, fueron situados en su posición en dependencia del Sol, señalando los límites septentrional y meridional del movimiento relativo del Sol en el transcurso del año. Pero Ptolomeo gozaba de plena libertad para situar el meridiano principal, la línea de longitud cero, donde quisiera. Decidió que pasar por las islas Afortunadas (Canarias y Madeira), los cartógrafos posteriores trasladaron el meridiano cero a las islas Azores y a las de Cabo Verde, a Roma, Copenhague, Jerusalén, San Petersburgo, Pisa, París, Filadelfia…hasta que quedó fijado en Londres, de momento ahí sigue. La ubicación del meridiano principal es una decisión puramente política. En esto consiste la auténtica diferencia, la fundamental entre latitud y longitud: el paralelo de latitud cero está determinado por las leyes de la naturaleza, mientras que el meridiano de longitud cero, se mueve como las arenas del tiempo, porque está fijado por nuestras propias (humanas) leyes, que varían y se perfeccionan. Con tal diferencia, hallar la latitud es un juego, y determinar la longitud, sobre todo en el mar, un dilema con el que se debatieron las mentes más esclarecidas del mundo durante gran parte de nuestra historia (la de la humanidad). Cualquier marino que se precie puede calcular la latitud mediante la duración del día o la altitud del sol, o bien según estrellas indicadoras conocidas por encima del horizonte (con el astrolabio, por ejemplo). Cristóbal Colón siguió un camino recto al atravesar el Atlántico cuando "navegó por el paralelo" en su travesía de 1492, y no cabe duda de que con este método habría llegado a las Indias si no se hubiesen interpuesto las Américas. Pero y ¿para averiguar la longitud? miles de hipótesis, pero ningún método fiable durante muchos, muchos años. El método que finalmente funcionó y se estableció como el normal, fue el dado por el Tiempo, aunque los astrónomos confiaban en que el método vendría dado por el Cielo fueron los medidores del Tiempo por antonomasia, los Relojes Mecánicos, los que permitieron medir esta importante indicación. Para averiguar la longitud en el mar hay que saber qué hora es en el barco y también en el puerto base u otro lugar de longitud conocida en ese momento. Los dos tiempos reales permiten que el navegante convierta la diferencia horaria en separación geográfica.


Dado que la Tierra tarda veinticuatro horas en efectuar una revolución completa de 360°, una hora supone la vigesimocuarta parte de una rotación, o sea 15°. Y, por consiguiente, cada hora de diferencia entre el barco y el punto de partida supone un avance de 15° de longitud hacia el este o el oeste. Cada día, cuando el navegante vuelve a ajustar el reloj del barco según el mediodía local en el mar, en el momento en que el sol llega al punto más alto del cielo, consulta después el reloj del puerto base, cada hora de diferencia entre ambos relojes (el que indica la hora del lugar y el que indica la del puerto) se traduce en otros quince grados de longitud. Esos quince grados corresponden así mismo a una distancia recorrida. En el ecuador, donde es mayor el perímetro de la Tierra, quince grados abarcan mil millas (unos ciento nueve kilómetros). Sin embargo, al norte o al sur de esta línea disminuye el valor de cada grado. Un grado de longitud equivale a cuatro minutos de tiempo en todo el mundo, pero decrece en términos de distancia pasando de los ciento nueve kilómetros en el ecuador, a prácticamente nada en los polos.Hasta la época de los relojes, de péndulo y también durante ella, resultaba totalmente imposible saber la hora exacta en dos lugares distintos a la vez, prerrequisito para calcular la longitud que en la actualidad se puede determinar con un par de relojes de pulsera baratos. Menos, todavía en un barco que en tierra firme, en el puente bamboleante de un barco, los relojes se atrasaban, se adelantaban o se paraban. Con los cambios normales de temperatura que se producían al trasladarse de un país frío de origen a una zona comercial tropical, el aceite lubricante de los relojes se fluidificaba o se espesaba, los elementos metálicos se dilataban o se contraían, con consecuencias realmente desastrosas. El ascenso o descenso de la presión barométrica, o las sutiles variaciones de la gravedad terrestre entre una latitud y otra, podían también contribuir a que un reloj se atrasara o adelantara. Sumaban todas estas, muchas causas para no poder conseguir la hora exacta, mediante los relojes. Por eso Newton, creyó que no sería gracias a los relojes mecánicos que se conseguiría medir la longitud, y apoyaba el terreno de las soluciones astronómicas, más prometedoras, pero también problemáticas: Los eclipses de los satélites de Júpiter, descubiertos por Galileo junto con las tablas que este confeccionó (RELOJ ES TABLA) que indicaban el momento de las desapariciones de los satélites tras Júpiter y sus reapariciones (efemérides, se llamaron estos movimientos astronómicos) permitían saber la hora a la que se producía una aparición o desaparición y sabiendo(con las Tablas) a que hora se produciría ese mismo evento en Londres por ejemplo, hacían la traducción hora-distancia, y sabían donde se encontraban. Pero este método funcionó sólo para tierra firme, porque en los barcos que se movían era imposible realizar esas observaciones. Se pudieron así conocer las distancias reales en tierra firme (ya no eran aproximadas) y algunos continentes "empequeñecían" el rey Sol (Luis XIV de Francia) se quejó de estar perdiendo más territorio a manos de sus astrónomos que de sus enemigos. Otros métodos astronómicos se cimentaban en la desaparición prevista de astros conocidos, tras nuestra Luna, o en los eclipses solares o lunares, así los marineros podían orientarse cada pocos años, cuando se producía alguno de estos acontecimientos, no servía tampoco.


El método más esperanzador era el propuesto por el astrónomo alemán Johannes Werner en 1514, que por supuesto se adelantó a su época, el método de la distancia lunar. Se trataba de aplicar los movimientos de la Luna a la determinación de la posición. Werner propuso que los astrónomos trazasen un mapa de la posición de las estrellas a lo largo del recorrido de la Luna, también trazar un mapa de las posiciones relativas del sol y la luna (esta aparece en el cielo diurno durante la mitad de cada més). Para saber, indicado por más tablas, a qué hora estaría "tal" astro a "x" distancia de la Luna en un lugar tomado como referencia, Londres por ejemplo, y al medir esa distancia en alta mar hacer la conversión hora-distancia. Pero, es realmente absurdo que se crearan métodos complicadísimos, porque todos se basaban en la diferencia horaria, pero para saber la hora en el barco necesitaban un reloj. La intensa búsqueda de una solución para el problema de la longitud duró cuatro siglos en todo el continente europeo, 1300-1773. La mayoría de las testas coronadas por aquellos entonces desempeñaron un papel importante en la historia de la longitud, destacando el rey Jorge III de Inglaterra y Luis XIV de Francia. Navegantes como William Bligh, capitán del Bounty, y el gran James Cook, llevaron a bordo de sus navíos los métodos más prometedores para poner a prueba su exactitud y viabilidad. Los astrónomos de mayor renombre se enfrentaron al desafío que representaba la longitud recurriendo al universo mecánico. Galileo Galilei, Jean Dominique Cassini, Christian Huygens, Sir Isaac Newton, Edmond Halley, tan famoso por el cometa, requirieron de la luna y las estrellas. Se fundaron magníficos observatorios en París, Londres y Berlín con el objetivo expreso de calcular la longitud valiéndose del cielo. Entre tanto, otras mentes menos brillantes ideaban sistemas basados en los gemidos de un perro herido o en las explosiones de cañones situados en buques de señales anclados estratégicamente en mar abierto… En el transcurso de la lucha por establecer la longitud, los científicos efectuaron otros descubrimientos que cambiaron su visión del Universo; entre ellos se cuentan los primeros cálculos exactos del peso de la Tierra, la distancia hasta las estrellas y la velocidad de la luz. Pero el tiempo pasaba y ninguna idea daba buen resultado, la búsqueda de una solución fue adquiriendo proporciones legendarias, resultado comparable a la búsqueda de la fuente de la eterna juventud, el secreto del movimiento perpetuo o la fórmula para convertir el plomo en oro. Los gobiernos de las grandes potencias marítimas- España, los Países bajos y ciertas ciudades-estado italianas renovaban periódicamente el entusiasmo ofreciendo enormes premios por un método viable. Con el Decreto de la Longitud de 1714, el parlamento británico incrementó aún más la expectativa, el premio ascendía a una verdadera fortuna (varios millones de euros actualmente). El primer premio se le concedería a aquel que aportara el método, que determinara la longitud con un error no superior a medio grado. Medio grado de longitud abarca unos 54 km, a la altura del ecuador.


El Consejo de la longitud recibió ideas para la mejora de los timones, para depurar agua potable en alta mar, para crear velas especiales para temporales, tuvo que soportar un aluvión de proyectos sobre máquinas de movimiento perpetuo, métodos para lograr la cuadratura del círculo o comprender el valor de pi. El concepto "descubrir la longitud" llegó a ser sinónimo de intentar lo imposible.

El relojero inglés John Harrison, genio de la mecánica y pionero de la ciencia de la medición exacta del tiempo con aparatos portátiles, lo logró. Consiguió lo que Newton temía que fuera imposible: inventó una máquina, un reloj, que cual llama eterna, llevaba la hora exacta desde el puerto de origen hasta cualquier rincón remoto del planeta.

John Harrison Harrison, hombre de humilde cuna pero de gran inteligencia (se cree que fue autodidacta, ya que no consta la existencia de ningún relojero cerca de su hogar que pudiera haberle hecho de maestro), consiguió la precisión sin precedentes que no habían conseguido los grandes maestros relojeros de su tiempo, como Thomas Tompion o George Graham, que disponían de materiales caros y de mecánicos con experiencia, en los centros relojeros de la cosmopolita ciudad de Londres.


En 1670 Thomas Tompion, a quien se le conoce como el padre de los relojeros ingleses, transformó la medición del tiempo con la introducción de mecanismos de repetición, lo que resultó en una mayor precisión al añadir la manecilla del minutero a los relojes. Una pequeña leyenda que se cuenta sobre Tompion. El era un relojero reconocido y muy productivo. Muchos relojeros copiaban sus relojes para poder vender sus productos. Hasta su firma en los movimientos de relojes fue falsificado. Un día, un cliente le llevó un reloj para reparar. Ante los ojos del cliente, Tompion tomó un martillo y destruyó el reloj. Después le regalaba un reloj original.

Thomas Tompion (1639-1713) Cuando John Harrison llegó a Londres en el verano de 1730, no encontró al Consejo de la Longitud por ninguna parte. Aunque ese cuerpo augusto había existido por más de quince años, no tenía ninguna sede oficial. De hecho, nunca se habían reunido. Así de indiferentes y mediocres eran las propuestas sometidas al Consejo; un individuo estaba comisionado para simplemente mandar las cartas de rechazo a los inventores esperanzados. Ni una sola de las soluciones sugeridas había sido lo suficientemente promisoria como para inspirar a cualquiera de los cinco comisionados, el mínimo requerido por el Decreto de la Longitud, para una discusión seria de los méritos del método. Harrison, sin embargo, conocía la identidad de uno de los miembros más famosos del Consejo de la Longitud, el gran Dr. Edmond Halley, y se dirigió directamente hacia el Observatorio Real en Greenwich para encontrarle. Halley se había convertido en el segundo astrónomo real de Inglaterra en 1720, después de la muerte de John Flamsteed. El puritano Flamsteed tenía razón para darse vuelta en su tumba, frente a este progreso, ya que en vida había denunciado Halley por beber coñac y jurar "como un capitán de mar". Y claro, Flamsteed nunca perdonó Halley, o a su cómplice Newton, por hurtar el catálogo de estrellas y publicándolo en contra de su voluntad. Apreciado por la mayoría, amable con sus subordinados, Halley dirigía el observatorio con sentido del humor y recibió a Harrison educadamente. Escuchó el propósito de su nuevo concepto para el reloj de mar. Se impresionó con los dibujos, y se lo comentó. Halley sabía que al Consejo de la Longitud no le gustaría una respuesta mecánica a lo que vio como una pregunta astronómica.


Hemos de recordar que el Consejo estaba desequilibrado, pues había una mayoría de astrónomos, matemáticos y navegantes. El propio Halley pasaba la mayor parte de los días y las noches trabajando en el tema del movimiento de nuestro satélite con el fin de ampliar el método de la distancia lunar para averiguar la longitud, pero mantenía una postura abierta. En lugar de arrojar a Harrison a las fieras, Halley le envió que viera al muy conocido relojero George Graham. El "Honrado" George Graham, como se le llamaría después, sería el mejor juez del reloj de mar que Harrison propuso construir. Por lo menos él entendería los puntos más sutiles de su plan. George Graham nació en 1674 en Cumberland pero pronto se trasladó a Londres. Ha sido uno de les maestros relojeros más importantes y a finales de 1695 comenzó a trabajar al servicio de Thomas Tompion y se casó con sus sobrina. A Graham ha sido atribuido el invento de varias mejoras en el reloj de péndulo, inventando el péndulo de mercurio. Sin embargo, una de sus innovaciones es la invención de ciertas mejoras y modificaciones en el escape. Después de la muerte de Tompion se quedó con su negocio de Fleet Street. A Graham se le conocía como el “honrado” por su honradez y desinterés en patentar sus inventos entre los que figura el péndulo compensatorio de mercurio. Falleció en 1751 y sus restos descansan junto a Tompion en la abadía de Westminster.

George Graham (1674-1751)

Harrison temía que Graham le robara la idea, pero sin embargo siguió el consejo de Halley. ¿Qué otra cosa podría hacer? Graham, aproximadamente veinte años mayor que Harrison, se volvió su patrocinador al final de un largo día. Harrison describió su primera reunión en su prosa inimitable, «... Graham empezó a mi juicio siendo muy grosero conmigo, lo cual podría haberme inducido a mí a ponerme también grosero; pero cuando rompimos el hielo..., se quedó inmensamente sorprendido ante las ideas o los métodos que yo había seguido». Harrison fue a ver a Graham a las diez de la mañana, y por las ocho de esa noche todavía estaban hablando en la tienda. Graham, el primer fabricante de instrumentos científicos y miembro de la Sociedad Real, invitó a Harrison, el carpintero del pueblo, a quedarse a la cena. Cuando Graham finalmente le dio las buenas noches, le envió de vuelta a Barrow muy estimulado, incluso con un generoso préstamo, que sería reembolsado sin prisa y a ningún interés.


Harrison pasó los siguientes cinco años armando el primer reloj del mar, el que se la ha dado el nombre de Harrison Nº 1, para denotar al primero de una serie de intentos, en corto, H-1. Su hermano James le ayudó, pero ninguno de ellos firmó la máquina, aunque parezca muy extraño. El sistema de engranajes funcionaba con ruedas dentadas de madera, como en los anteriores que habían construido en colaboración los dos hombres, pero en general, no se parecía a ningún reloj que se hubiera visto hasta entonces, ni que pudiera verse después.

Este reloj de 34 kg fue el primero de la serie de cronógrafos capaces de hacer competencia y pugnar por los requerimientos del problema de la longitud. El reloj posee cuatro esferas: una para las horas, otra para los minutos, la tercera para los segundos y la cuarta para el día de la semana. El reloj no aparece firmado. Se aloja hoy en día en el Museo Marítimo Nacional de Londres (en una vitrina de cristal de ciento veintidós cm por cada lado) y funciona correctamente, dándosele cuerda a diario. Reloj H-1. John Harrison, 1725. Greenwich, Inglaterra


Fabricado en reluciente bronce, con barras y volantes que asoman por los ángulos, su ancha parte inferior y los salientes a gran altura recuerdan un buque antiguo que jamás hubiese existido. Parece un cruce entre galera y galeón, con su elevada popa ornamentada, dos imponentes palos sin velas y nudosos remos de bronce manejados por hileras de remeros invisibles. Es como una maqueta escapada de la botella, flotando en el mar del tiempo. Los diales numerados en la cara de H-1, obviamente sirven para la marcación del tiempo: un dial marca las horas, el otro cuenta los minutos, un tercero señala los segundos, y el cuarto denota el día del mes. Sin embargo, el aspecto del artilugio en conjunto, sumamente complejo, da a entender que se trata de algo más que un reloj perfecto. Los grandes resortes en espiral y la extraña maquinaria tientan a apropiarse del objeto en cuestión y trasladarlo a otra época. Si bien los escenógrafos de Hollywood han llegado muy lejos en este terreno, no hay ninguna película sobre viajes en el tiempo en la que aparezca una máquina tan convincente como ésta. El H-1 pesa setenta y cinco libras y se instaló en una caja vidriada de cuatro pies por lado, alto, ancho, y profundidad. La caja original podría haber escondido los secretos de la máquina del reloj, y quizás sólo la cara con sus cuatro diales rodeados por ocho querubines tallados y cuatro coronas, en un enredo de sogas, serpentinas o vides deshojadas, se mostraba al exterior. Sin embargo, las cajas, como es el caso de los primeros relojes de Harrison, se han perdidos, exponiendo los trabajos al escrutinio general. En la actualidad, el H-1 se aloja y trabaja (con cuerda diaria) en su caja blindada de vidrio en el National Maritime Museum de Greenwich, donde todavía funciona con sus famosos engranajes sin fricción, para deleite de los visitantes. La esfera decorada choca con la máquina desnuda, de la misma forma que una mujer muy bien vestida podría lucir, parada detrás de una pantalla de proyección con su pecho abierto mostrando los latidos de su corazón. Incluso al inicio de su larga carrera, el H-1 constituyó un estudio de contrastes. Era un adelantado para su época y cuando llegó, el mundo estaba cansado de esperarlo. Aunque H-1 hizo lo que se suponía que tenía que hacer, lo realizó tan singularmente que la gente estaba perpleja por su éxito. Los hermanos Harrison sacaron el H-1 en una barcaza en el río Humber para las pruebas. Entonces John lo llevó a Londres en 1735, y quedó liberado de su promesa a George Graham. Muy agradado, Graham no mostró el maravilloso reloj de mar al Consejo de la Longitud, sino a la Sociedad Real, que le dio la bienvenida de un héroe. Concurriendo con el doctor Halley y tres otros compañeros igualmente impresionados de la Sociedad, Graham escribió esta nota del H-1 y su fabricante: “John Harrison, con grandes esfuerzos y dispendios, ha ideado y ejecutado una máquina para medir el tiempo en el mar, basándose en un principio que, a nuestro juicio, promete un grado de exactitud considerable y suficiente. Opinamos que merece apoyo público, así como ser sometida a una minuciosa prueba, con el fin de mejorar los diversos artefactos y evitar las irregularidades horarias que producen de forma natural los diferentes grados de calor y frío, la temperatura húmeda y seca del aire y las perturbaciones varias del buque”.


A pesar del éxito, el Almirantazgo arrastró sus pies durante un año entero para hacer el ensayo formal. Y entonces, en lugar de enviar H-1 a las Indias Orientales, como lo requería el Decreto de la Longitud, los almirantes pidieron que Harrison llevara su reloj a Spithead, al buque H.M.S. Centurión, en las cercanías de Lisboa. El ministro de Marina, Sir Charles Wager, envió la siguiente carta de presentación al Capitán Proctor, comandante del Centurión, el 14 de mayo de 1736: Señor: El instrumento que es puesto a bordo de su barco, ha sido aprobado por todos los matemáticos de la ciudad que lo han visto (solo unos pocos no lo han hecho) por se el mejor que se ha hecho para medir el tiempo; cómo se comporta en el mar, usted será el juez; he escrito a Sir John Norris pidiéndole que envíe de retorno el instrumento y su fabricante (pienso que está con Ud.) en el primer barco que venga... El hombre, al decir de los que lo conocen mejor, es un hombre muy ingenioso y muy sobrio y capaz de desarrollar mucho más de lo que ha hecho, si encuentra el estímulo adecuado. Deseo, sin embargo, que Ud le trate cortésmente, y que le muestre cuanta amabilidad le sea posible. El Capitán Proctor respondió inmediatamente para decir: El instrumento está ubicado en mi camarote, para darle al hombre todas las facilidades posibles para que haga sus observaciones, a quien encuentro muy sobrio, muy laborioso y por sobretodo, muy modesto y mis buenos deseos son solo atenderle con mi mejor voluntad; mas la dificultad de medir el tiempo con exactitud, cuando a ello se oponen tan desproporcionados movimientos y conmociones, me causa preocupación por este honrado hombre y me hace temer que haya intentado lo imposible. No obstante, señor, le favoreceré en todo cuanto pueda y le prestaré cuanta ayuda esté en mi poder prestarle. Asimismo, pondré en su conocimiento la preocupación que siente usted por su éxito y que me ha encarecido que se le trate bien... Proctor no necesitaba preocuparse por el funcionamiento de la máquina de Harrison: fue el estómago del hombre el que le causaba problemas. La ruda travesía mantuvo al relojero colgando por la borda, la mayoría del tiempo, cuando no estaba en el camarote del capitán dándole mantención a su reloj. Una pena que Harrison no pudiera ajustar su propio interior, con los dos balancines con forma de pesas y con los cuatro resortes helicoidales que ayudaron al H-1 a mantener su precisión en la jornada. Felizmente, fuertes vientos soplaron y el Centurion llegó en una semana a Lisboa. El buen Capitán Proctor murió repentinamente, inmediatamente que el barco llegó al puerto de Lisboa, sin haber escrito el reporte completo de su viaje. Solo cuatro días después, Roger Wills, patrón del HMS Orford , recibió instrucciones de embarcar inmediatamente a Harrison a Inglaterra. El clima, como Wills registrara fue “ muy mezclado con vendavales y calmas ” que alargaron el viaje de retorno a casi un mes. Cuando finalmente el buque estuvo cerca de tierra, Wills asumió que debía ser Start, un promontorio muy conocido de la costa sur alrededor de Dartmouth. Allí era donde su cálculo situaba a la nave. Harrison sin embargo, guiado por su reloj de mar, consideraba que la tierra avistada era Lizard, en la península de Penzance, más de sesenta millas al oeste de Start. Y así fue.


Esta corrección impresionó gratamente a Master Wills. Después, admitía su propio error y elogiaba la exactitud del reloj. Wills dio su certificación, el 24 de junio de 1737, a Harrison, como un respaldo oficial. Esto marca el inicio de una semana de fama para Harrison, porque el día 30 los comisionados del Consejo de la Longitud, se convocaron por primera vez, veintitrés años después de su creación, para examinar su máquina maravillosa. Harrison compareció y presentó el H-1 ante los ocho miembros del Consejo que iban a juzgar su obra. Entre ellos reconoció varias caras amistosas. Además del doctor Halley, que ya estaba de su parte, vio a sir Charles, del Ministerio de Marina, que había escrito una carta en la que expresaba su interés en ocasión del viaje inaugural del H-1, pidiendo que Harrison recibiera buen trato. Los dos expertos académicos que asistieron a la reunión, un profesor de astronomía de la Universidad de Cambridge, el doctor Robert Smith, y el doctor James Bradley, el Savilian Professor de astronomía de Oxford, que también patrocinaba a Harrison, y ambos habían firmado la carta de respaldo que Graham escribió por la Royal Society. El Dr. Smith también compartía con Harrison su interés por la música y tenían sus propios puntos de vista divergentes respecto la escala musical. Sir Hans Sloane, presidente de la Royal Society, evitó la representación científica en la reunión. Los otros dos miembros del Consejo, desconocidos para Harrison, eran el Honorable Arthur Onslow, vocero de la Casa de los Comunes y Lord Monson, comisionado de Tierras y Plantaciones, que reflejaba el toque político del Consejo. Harrison lo tenía todo para ganar. Estaba parado ahí con su preciada posesión, ante un grupo de profesionales y políticos predispuestos a estar orgullosos por lo que él había hecho por el rey y por el país. Tenía todo el derecho de solicitar la prueba de las Indias Occidentales para probar el H-1, y ser merecedor de las £20.000 prometidas en el Decreto de la Longitud. Pero él era muy perfeccionista para hacerlo. Por el contrario, Harrison precisó las debilidades de H-1. Era la única persona en el cuarto capacitada para decir cualquier cosa crítica del reloj de mar, que no había errado más que algunos segundos en veinticuatro horas desde o hacia Lisboa en el viaje de prueba. No obstante, Harrison dijo que había encontrado algunos “defectos” que deseaba corregir. Aceptó que necesitaba aplicarse un poco más en el mecanismo. Pensó que podía hacer un reloj mucho más pequeño. Con otros dos años de trabajo, si el Consejo podía considerar un avance de más fondos, podría producir un nuevo reloj, incluso mejor. Y después volvería al Consejo y solicitaría un ensayo oficial en un viaje a Indias Occidentales. Pero no ahora.


El Consejo dio su aprobación a una oferta que no podía rechazar. En cuanto a las £500 que Harrison deseaba como dinero para continuar, el Consejo le prometió que pagaría la mitad cuanto antes. Harrison podría demandar la otra mitad una vez que retornara de la vuelta de prueba que diera en el buque insignia de la Royal Navy. En ese punto, según el acuerdo registrado en la reunión, Harrison podría acompañar el nuevo reloj a Indias Occidentales, o podría designar a "alguna persona apropiada" para ir en su lugar (quizás los Comisionados habían oído decir del mareo de Harrison y lo tenían en cuenta). Con una última disposición se terminó el acuerdo. A la vuelta de su ensayo en el mar del segundo reloj, Harrison lo entregaría, junto con el primer reloj del mar, "para el uso público." Un hombre mejor para los negocios podría haber frustrado este punto. De hecho, Harrison habría podido discutir que mientras el Consejo tenía derecho a la segunda máquina, construida gracias a su subsidio, no tenía ningún derecho sobre la primera máquina que se había construido a su propio costo. Pero, más que discutir las sutilezas de los derechos de propiedad, lo tomó como un incentivo el interés del Consejo. Dedujo que ahora estaba empleado, como un artista comisionado para crear un gran trabajo para el trono, y por lo tanto sería generosamente recompensado. H-2 Pesa cerca de 27 kilos (siete menos que el H-1) y posee 753 piezas internas. Se puede ver en el diseño que Harrison quería disminuir el tamaño del instrumento. En 1741 ya tenía listo el H-2, pero nunca sería contrastado en el mar a causa de la Guerra de Sucesión austriaca (17401748), ya que de ninguna manera los británicos iban a arriesgarse a que el "cronómetro" cayese en manos de sus potencias enemigas Francia y España, aparte que Harrison se dio cuenta que había errores en el diseño de los volantes, convenciéndose que el sistema de balancines era insostenible.


Harrison escribió con cierta pomposidad, en la esfera del segundo reloj, el H-2, austera y sin ornamentación. Por encima hay una placa plateada con arabescos grabados alrededor de la siguiente inscripción: «Fabricado para Su Majestad el Rey Jorge II, por orden de la Comisión que se reunió el 30 de junio de 1737». Si Harrison abrigó alguna ilusión de grandeza sobre H-2, se desilusionó al poco tiempo. Para el momento en que presentó el nuevo reloj al Consejo de la Longitud en enero de 1741, ya estaba disgustado con la máquina; le mostró a los Comisionados la repetición del funcionamiento de su reloj anterior: lo único que él realmente quería, según dijo, era su bendición para ir a casa y a intentarlo otra vez. Consecuentemente, el H-2 nunca fue al mar. El segundo reloj, que había resultado ser una pesada máquina de 86 libras de bronce (aunque cupo en una caja más pequeña, según lo prometido), fue cada pulgada tan extraordinario como el primero. Incorporó varias nuevas mejoras, incluyendo un mecanismo para asegurar una impulsión uniforme y un dispositivo más reactivo para compensar los cambios de la temperatura, cada uno de los cuales constituyó individualmente una pequeña revolución en la precisión. También la máquina entera pasó muchas pruebas rigurosas. El informe de 1741- 1742 de la Royal Society dice que estas pruebas consistieron en someter el H-2 al calentamiento, al enfriamiento, y a ser “agitado por muchas horas y con mayor violencia, que la que podría recibir sobre una nave en una tormenta". El H-2 sobrevivió no sólo esta paliza sino que ganó el respaldo completo de la Royal Society: "y el resultado de estos experimentos, es éste; eso (hasta donde puede ser determinado sin una travesía por mar) el movimiento es lo suficientemente regular y exacto, para encontrar la Longitud de una nave, dentro de los límites propuestos por el parlamento y probablemente mucho más cerca." Pero Harrison no se conformaba con eso. Con la misma convicción que le impulsaba a crear sus mejores innovaciones, junto con su personal forma de pensar, sin tener en cuenta las opiniones de los demás, hizo oídos sordos a los elogios. ¿Qué importaba lo que dijera la Royal Society del H-2 si su mecanismo no le convencía a él? Harrison, por entonces residente en Londres y con cuarenta y ocho años de edad, se encerró en su taller y no se supo prácticamente nada de él durante los casi veinte años que dedicó a la construcción del H-3, al que él llamaba su «curiosa tercera máquina». Sólo aparecía de vez en cuando, para pedir al Consejo 500 libras y recogerlas, mientras se afanaba por superar las dificultades de transformar los volantes en forma de barra de los dos primeros relojes en las ruedas catalina circulares que acabaría ostentando el tercero Hubo un reloj más en la serie, el penúltimo, el H-4 (1760) el más pequeño de la serie. Reloj diminuto, comparado con los anteriores, de 127 mm de diámetro y muy ligero (1360 g), representa uno de los primeros relojes portátiles con una precisión aceptable (1 s por día) para la época. Era como un reloj de bolsillo grande. Está firmado por John Harrison y su hijo y él mismo lo data en 1759. En este reloj empleó como asegurador de ejes una misteriosa combinación de rubíes y diamantes. El Consejo determinó en ese mismo año hacer las pruebas marítimas de ambos relojes, el H-3 y el H-4 en una travesía marítima en la que iría su hijo William y los dos relojes rumbo a Jamaica, el H-4 se retrasó solo cinco segundos tras ochenta días navegando por alta mar. A la vuelta del viaje el reloj cumplió con las expectativas fijadas por el Consejo, pero hubo problemas de última hora que pusieron en duda las comprobaciones realizadas en Jamaica por William. Se propuso realizar otra prueba, en el año 1764 zarparon hacia Barbados y volvió a superar con éxito la prueba, el consejo tardó en aceptar los datos de este segundo viaje, pero mientras otras expediciones (entre las que se puede encontrar al capitán James Cook) se van sucediendo, y todas ellas con gran éxito en sus resultados.


Mientras se espera la decisión del consejo, Harrison decide comenzar el diseño de su último reloj, el H-5

El ultimo reloj de Harrison – el H-5 Cuando murió John Harrison, el 24 de marzo de 1776, exactamente a los ochenta y tres años del día de su nacimiento, en 1693, adquirió estatus de mártir entre los relojeros. Durante décadas enteras se había mantenido al margen, prácticamente solo, siendo la única persona en el mundo que buscaba una solución seria al problema de la longitud con un reloj. Y de pronto, a raíz de su éxito legiones enteras de relojeros empezaron a atender la llamada de controlar el tiempo marítimo. Pasó la suya a ser industria puntera en una nación de navegantes. De hecho, algunos relojeros actuales aseguran que la obra de Harrison facilitó el dominio inglés de los océanos y que, por consiguiente, desembocó en la creación del Imperio británico, pues gracias al cronómetro las islas británicas se adueñaron de los mares. En París, los grandes relojeros Le Roy y Berthoud perfeccionaron sus montres marines y horloges marines, pero ninguno de ellos, rivales declarados, construyó un reloj que pudiera reproducirse rápidamente y a buen precio.

John Harrison desarrolló la idea de Jobst Burgi. Él la adaptó a los cronómetros para eliminar problemas de la elasticidad del balanceresorte, manteniendo así una amplitud constante, y por lo tanto mejorando el isocronismo.

El relojero y constructor de instrumentos suizo Jobst Bürgi (1552-1632) El H-3


Entre tanto, el H-1 seguía en el candelero. Harrison se lo había prestado a Graham, quien lo tenía expuesto en su tienda, a la que acudían gentes de todas partes sólo para echarle un vistazo. Pierre Le Roy de París, el heredero de Julien Le Roy, padre del reloj en Francia, hizo un tributo al H-1. En su visita en 1738 a Londres, llamó al reloj "la invención más ingeniosa".

Julián LE ROY (1686-1759) Relojero del Rey Luis XV, fue uno de los mejores de sus tiempos, director de la sociedad de artes de Tours, escribió tratados de relojeria y fabrico relojes de gran complejidad y precisión.

El rival de Le Roy, el relojero suizo Ferdinand Berthoud, repitió ese sentimiento cuando vio por primera vez el H-1 en 1763. El emigro a Paris, donde instalo un taller de mecánica de precisión e invento un cronometro para uso de navegantes que permitía conocer la longitud geográfica. Fue miembro de la Royal Society. Escribió un Tratado de los relojes de longitudes. El pintor inglés William Hogarth, conocido por su obsesión con el tiempo y su medición, y que había empezado como grabador de estuches de relojes de bolsillo, se tomó un interés muy especial por el H-1. En 1735 retrató a un «loco de la longitud», garabateando una solución delirante al problema que nos ocupa en las paredes del manicomio de Bedlam en su popular cuadro The Rake's Progress. El H-1 había elevado el tema de la Longitud de simple diversión al nivel de la ciencia en combinación con el arte. En su obra Análisis de la Belleza, publicada en 1753, Hogarth describe el H-1 como «uno de los mecanismos más exquisitos jamás realizados».

Ferdinand Berthoud (1727-1807)


Husos horarios Aunque el reloj mecánico pudiera ajustarse para marcar horas temporales (horas solares, de duración diferente, según la época del año), por su propia naturaleza tendía a marcarlas iguales (horas equinocciales, se llaman). Se había generalizado la división del día en veinticuatro horas (24 partes iguales) en los países occidentales, pero se diferenciaban en el punto de arranque: Los babilonios y los griegos numeraban las horas desde el alba hasta el alba siguiente. Los franceses fraccionaban el día empezando a contar a partir de mediodía (horas de reloj pequeño u hora gala). Los judíos y más tarde los italianos las numeraban a partir de la puesta del sol, y era llamada la hora astronómica. Los egipcios sin embargo numeraban las horas de medianoche a medianoche como gran parte del imperio germánico (horas de reloj grande, tocadas por muchos relojes de torre de Alemania). Los relojes eran sincronizados cada mes (o según tuvieran establecido en el lugar) con la hora solar o lunar según el momento en que comenzara la cuenta, porque eran muy imprecisos sus mecanismos. Por eso podría decirse que cada país llevaba su propio ritmo. Por lo tanto al viajar el tiempo dejaba de ser global, y las tablas de conversión eran sumamente imprecisas, ya que las variaciones de la velocidad de rotación de la tierra y su distancia con el sol, hacía que dicho movimiento no tuviera una duración constante durante todo el año. Pero entonces se planteaba la cuestión de cuando empezar el cómputo horario. Se adoptó un día solar medio, en que el mediodía del tiempo mecánico se ajustaba con el mediodía solar del lugar donde uno se encontraba. Más tarde a mediados del siglo XIX se crearon los husos horarios delimitados por 15 meridianos (de longitud). El meridiano que cruza el observatorio de Greenwich (Londres), el meridiano cero, sería el lugar en que coincidirían la hora solar y la mecánica. Conforme se pasa de un uso horario a otro al este de Greenwich, la hora media del meridiano, se acrecienta en una hora. Cuando el mismo movimiento se ejecuta hacia el oeste la hora media de Greenwich disminuye una hora. La hora universal, consta de 24h empezando a medianoche de la hora media del meridiano de Geenwich, es decir 12h después de que el sol pase sobre el meridiano cero.


El continúo aumento de la demanda de una sociedad mas industrializada que nunca, acarreo la consecuencia de que no fuera ya posible lograr un trabajo que tuviera la misma calidad de acabado a un precio competitivo. Otro resultado del incremento de la demanda fue el que la producción de relojes se llevara a cabo por medio de métodos masivos de producción de una manera ya casi exclusiva hacia fines del siglo. En Inglaterra, esta marcha hacia la producción masiva empezó en una época muy temprana. De hecho, una de las razones del éxito de los relojeros más famosos de la época fue que ya hacia el año 1680 delegaban ciertos trabajos, tales como la fabricación de las placas y otras piezas a artesanos individuales, acelerando así todo el proceso. Este método de trabajo, junto con la maquinaria más avanzada, es lo que explica la vasta producción de relojes. Al ir avanzando el siglo la especialización aumenta rápidamente para satisfacer la demanda de lo que era ya una vasta industria con mas de 70’000 personas trabajando en ella, en una población de solamente 10 millones de habitantes. El relojero local podía comprar todas las partes que necesitaba, en Liverpool, Birmingham y en Londres, que eran los centros de producción más importantes. Un fantástico ejemplo de reloj de marquetería alemán, hecho por Jacob Hasius – aprox. 1680

Pintura francés ca. 1720


Los primeros relojes trajeron los colonos adinerados a las colonias americanos al principio del siglo XVII. Un inmigrante, William Davis, exigió en 1683 ser nombrado oficialmente relojero. Hasta finales del siglo XVII, un gran número de artesanos se había desplazado al Nuevo Mundo en busca de oportunidades y fortuna. La mayoría de estos artesanos tempranos se establecieron en centros habitados como eran Boston y Filadelfia. Después, otros vinieron a Nueva York, Charlestown, Baltimore, y Nuevo Haven. La mayoría de estos artesanos tempranos se establecieron en centros habitados como eran Boston y Filadelfia. Después, otros vinieron a Nueva York, Charlestown, Baltimore, y Nuevo Haven. Había algunos fabricantes de relojes de Caja larga al principio del decimoctavo siglo, en la colonia de los Cuákeros de Pennsylvania. Los primeros relojeros asentados en Filadelfia eran Samuel Bispam, C.W. Russell, Abel Cottey, y Peter Stretch. Uno de los más famosos relojeros de Filadelfia era David Rittenhouse.

Reloj de Caja larga, hecho por G.W. Russell de Philadelphia alrededor de 1700


1687 – Londres - Inglaterra

Nicholas FATIO de Duillier

Era un brillante matemático, físico y astrónomo suizo. Nació en Basilea en 1664. Vino a Londres en 1687. El 12 de junio de 1689, se conocen Newton y Fatio en una reunión de la sociedad royal. En esta reunión Huygens habló acerca de la luz y la gravedad. Newton consideraba errónea la idea de los vórtices cartesianos para explicar los movimientos de los planetas. Al poco tiempo nombraron a Fatio, que entonces tenía apenas 25 años, parte de la institución. Fatio se convirtió en un intermediario entre Newton y Huygens. En este tiempo, Newton no sólo trabajó arduamente en filosofía natural y matemáticas; dedicó un esfuerzo igual a la alquimia y la teología. Fatio y Newton comenzaron a compartir intereses. Su amistad prospera, la relación termina en junio de 1693 y para septiembre de ese año la salud mental de Newton se ve afectada. ¿Qué trastornó a Newton? A los historiadores no les queda más que especular. Las propuestas son: la desesperación que le produjo el hecho de perder, durante un incendio, documentos importantes; exceso de trabajo; la ruptura con Fatio; su frustración al no avanzar en sus investigaciones alquímicas; envenenamiento por sus experimentos alquímicos. En cuanto al posible envenenamiento por practicar la alquimia experimental se puede afirmar que los análisis espectroscópicos hechos al cabello de Newton han mostrado que contiene altas concentraciones de plomo y mercurio. Especulaciones que se hacen acerca del rompimiento con Fatio son: *Fatio era homosexual y malinterpretó la amistad de Newton, cuando éste último se percató de los verdaderos sentimientos de Fatio, decidió poner fin a su relación. La ruptura tuvo efectos devastadores para ambos. Newton consiguió superar su crisis, pero Fatio desapareció completamente de la escena filosófica. Durante cierto número de años, dio vueltas en torno a los círculos intelectuales sin realmente pertenecer a ellos. En 1699, reapareció brevemente en la escena con un tratado matemático. A principios del siglo XVIII pasó a formar parte de los fanáticos profetas camicards de Francia, y desapareció por completo de la comunidad de filósofos naturales, entre los que su estrella parecía destinada a brillar. Más allá del papel que desempeñó en reavivar la polémica del cálculo, no volvió a tener parte en la vida de Newton”. Su invento más destacable (alrededor de 1700) fue el de construir una maquina de reloj con rubis en los centros. Las joyas evitaban la fricción y así había menos desgaste. Fue patentado en 1704 y es usado hasta hoy en día en cualquier reloj de calidad. Fatio murió en 1753 a los 89 años.


1700 - En los hogares acaudalados, aparecieron los primeros relojes decorativos y de antesala, considerados juguetes de gran novedad. Los relojes eran muy caros y se vendían como objetos de lujo en las joyerías y perfumerías.

Hasta la revolución francesa, todos los estados europeos importantes, excepto Venecia, eran monarquías, excepto los reyes de Polonia, subían al trono por derecho de nacimiento. Era la época del absolutismo; una época en que un monarca podía proclamar, como se afirma que hizo LUIS XIV

”L’Etat c’est moi”

(“El estado soy yo”)

Una época en la que un autócrata se permitía legar en su testamento el país a sus hijos como si fuera su propiedad personal.


1730 - Alemania – Schoenwald – Selva Negra El relojero Franz Ketterer del pueblo de Schoenwald inventa el reloj Cucú. Con dos diferentes folles logra imitar el sonido natural del pájaro Cucú.

Reloj de pie, Thomas Mudge, London, ca 1770

1730 – Inglaterra – Londres El relojero ingles Thomas Mudge (1717-1794) inventa el ancora. En adelante fue mejorado mucho, particularmente en suiza donde le daban el nombre de "freier Schweizer Kolbenzahn Ankergang" (en alemán). Hasta hoy en día es utilizado en casi cualquier reloj de pulso que sea mecánico. Selva Negra


Unos sonríen, otros toman un aire asustado cuando se habla de la Selva Negra. A decir la verdad, no es tan negra como se dice; es más bien verde, con todos los verdes del mundo. Los árboles levantan sus troncos derechos en busca del sol y la luz se filtra mal a través del espeso follaje. Sus bosques de abetos y hayas de intenso color, a veces sombrío, han sugerido el nombre de la selva. La selva negra es la mayor cordillera boscosa de Alemania con una áncora de 20 a 65 kilómetros se extiende a lo largo de 160 kilómetros. En el triangulo entre Waldshut, Basilea (Suiza) y Friburgo, se levantan las cumbres mas impresionantes. Con una altura de casi 1500 metros, el Feldberg se levanta rodeado de su corte de montañas: el Belchen, el Blauen, el “Tote Mann” (el hombre muerto). Los habitantes son los descendientes de los celtas que vivieron allí antes que los alemanes y los romanos y que no sobrevivieron sino a consecuencia de refugiarse en esta selva salvaje poco penetrable incluso para los romanos. Ellos, que no tienen ni la risa ni la comunicación fáciles, forman una raza aparte, fuertemente distinta del mundo alemán que les rodea. La soledad en que viven les incita a mantener con ventaja sus usos y costumbres. Los productos mas celebres de la Selva Negra son, sin ninguna duda, sus relojes.

En la Selva Negra es común un pájaro de plumaje gris ceniza que lo hace poco visible. Emite en primavera (con más intensidad en época de celo) el conocido canto Cu-Cu, dicho pájaro dio origen para que la imaginación del hombre realice el famoso reloj Cucú que traslada el alegre cantar del bosque a nuestros hogares. Desde el siglo X hasta el siglo XVI, los habitantes de la Selva Negra se ganaban su pan diario como campesinos, cristaleros, con la busca de plata y plomo que ya no era muy rentable y en los inviernos trabajaban los campesinos tradicionalmente como talladores de madera llamados “Schnefler”.Arriba del “Schnidesel” (en alemán: Burro para cortar), una silla para tallar, se colocaba entre una palanca de pie y una prensa un pedazo de madera para trabajarlo. Fueron fabricados principalmente cucharas, platos y paja para tejado.


Schnefler

Reloj siglo XVIII

Uhrenjokkeli

El clima es frió, los inviernos largos y el campo nunca fue muy productivo. Así que de una tradición desde hace siglos se desarrollaba una nueva profesión. Un día aproximadamente en el año 1620, alguien tallaba un reloj completamente de madera. El reloj más viejo que se conserva data de 1640. No tiene más que tres ruedas y una sola manecilla; es un astil de balanza que ocupa el lugar del péndulo. Un siglo mas tarde, la fabricación de relojes había ya hecho tan notables progresos gracias a ensayos infinitos y a invenciones celosamente secretas, que los relojes marchaban durante varios días seguidos y una puertecita que había sobre la carátula se abría todas las horas para dar paso a un cucú de radiante llamada (entretenimiento que tuvo gran éxito local). Durante siglos la relojeria fue en los largos inviernos ocupación favorita de los montañeses. Algunos se hicieron notables maestros en este arte. Verdaderos escaparates ambulantes, los mercaderes llamados “Uhren Jokkeli”, con el pecho y la espalda adornados de una colección de relojes, partían en verano a los cuatro rincones de Europa, llegando hasta Londres o San Petersburgo. Ellos fueron los verdaderos pioneros de la famosa industria relojera alemana.


1735 Francia Reloj de Pared de origen francés con Movimiento de Latón, fabricado por Étienne Le Noir (1675-1739) Caja : Porcelana suave con aplicaciones de bronce Carátula : Porcelana suave blanca con números romanos de Porcelana suave color azul

Hasta el siglo XVII, la Porcelana era un artículo relativamente desconocido en Francia. Podían encontrarse ejemplos de porcelana china y japonesa en colecciones reales y aristocráticas, pero debido a su costo muy alto, estos objetos estaban sólo disponibles a los niveles más altos de la sociedad. Antes de la última década del decimoséptimo siglo, había ninguna producción doméstica de porcelana en Francia. “Faience” (alfarería: estaño-vidriada) era el tipo de cerámica más común. Las primeras porcelanas producidas en Francia se hacían en las fábricas donde se fabricaba Faience. Los Experimentos se hicieron en una fábrica, propiedad de la Familia Poterat en la Ciudad de Rouen. Los resultados fueron algunos de los ejemplos más tempranos de Porcelana de suavepasta hechos en Francia. Era un tipo de Porcelana artificial que le faltó todavía algunos ingredientes en encontrarse, para poder igualar la porcelana china, que era muy dura. No se descubrió uno de estos ingredientes, conocido como Caolín, hasta la segunda mitad del Siglo XVIII, y toda la porcelana francesa producida antes de 1770 era suave. Ninguna de las pocas piezas supervivientes producidas en Rouen entre 1690 y 1700 fue marcada por parte de la fábrica, pero se han atribuida a esta fábrica en base a su glaseado azulado y el decorado que era muy distinto a objetos de otras fabricas. En los mismos años, otra fábrica de Faience estaba también experimentando de hacer porcelana de suavepasta, y parece que sus productos más tempranos también fechan de 1690 a 1700. Sus primeras piezas producidas imitaron porcelana azul y blanca china, pero pronto sus pintores comenzaron a decorarlas en un estilo diferente. Los motivos eran animales o cabezas humanas, ahora típicamente francesa.


En 1730, Louis Henry, duque de Borbónico, estableció una fábrica de porcelana de suave-pasta en las tierras de su château (Castillo) en Chantilly. El duque era un coleccionista ávido de porcelanas asiáticas, y los productos de la fábrica de Chantilly, desde su fundación hasta la muerte del duque en 1740, estaban influenciados pesadamente por la porcelana japonesa. Algunas de las mercancías de Chantilly eran autenticas copias de piezas japonesas, mientras otras se ejecutaban en un estilo recordativo de porcelana japonesa (como la producción que se hacia entre 1735 y 1740), pero su decoración pintaba escenas de la vida en el Lejano Este, como solo un artista francés se la pudo haber imaginado. Mennecy, otra fábrica francesa, tenía sus raíces en una empresa cerámica pequeña, fundada por François Barbin, en el pueblo de Villeroy. El primer intento de funcionamiento falló financieramente. Barbin volvió a abrir su fábrica en Mennecy en 1750. La producción de la fábrica de Mennecy permanecía modesta, a pesar del patrocinio del duque de Villeroy, pero produjo mercancías de originalidad considerable y de encanto. La fábrica entró en declive con las muertes de Barbin y de su hijo en 1765, cerrando las puertas en 1773. Finalmente, otra fábrica de porcelana de suave-pasta fundado en el pueblo de Vincennes en aproximadamente 1738, dominaba no solamente la industria cerámica francesa, sino también toda la industria de cerámicas europeos, en particular la fábrica de Meissen de Alemania, para la segunda mitad del decimoctavo siglo. La fábrica rápidamente desarrolló una porcelana de suave-pasta superior, que era más blanco y más libre de imperfecciones que cualquiera de sus rivales franceses y alemanes. También contrató a los artistas franceses más talentosos para diseñar formas, dibujos y impresiones. La fábrica de Vincennes llamó mucho la atención a Louis XV, que era amante de las artes. Comprando la primera producción, un servicio de cena, era una forma de su apoyo financiero. El rey se volvió el solo dueño de la fábrica en 1759, tres años después de que la fábrica se había mudado (por la intervención de Madame de Pompadour) a los cuartos más grandes en el palacio de Sèvres, localizado al oeste de París. La fábrica de Sèvres floreció debido a su innovación constante; las nuevas formas siempre estaban en desarrollo y a veces empujaban a los límites establecidos. Nuevos tipos de decoración aparecían constantemente, como la antigüedad clásica o la laca japonesa. Alrededor de 1755, la fábrica de Sèvres ya había asumido la dirección artística en Europa y continuó poniendo normas para la producción de porcelana europea a través del resto del siglo. Hasta 1769 no se había comenzado a utilizar el Caolín, por lo que hasta esa fecha sólo se fabricaba porcelana de pasta suave. Los colores más utilizados fueron el azul turquesa, el amarillo junquillo, el verde manzana y el rosa, utilizado entre 1757 y 1761 y conocido con el nombre de rosa Pompadour.

El sello de Sèvres


1747 Suiza – Neuchatel - nace Luis Abraham Breguet. Reconocido unánimemente como uno de los mejores relojeros de todos los tiempos. Breguet nació en la ciudad suiza de Neuchátel, porque su familia de origen francés se había ahí refugiado, tras la vocación del edicto de Nantes. Cuando tenía diez años murió su padre. Su madre volvió a casarse con un relojero, el cual, dándose cuenta de la inteligencia del muchacho, lo envió a perfeccionarse a Paris. Se trasladó a Francia a la edad de 15 años y allí adquirió una sólida formación teórica y práctica. Le gustaban mucho las matemáticas. Siguieron cursos en el colegio Mazzarino, y finalmente el Abad Marie le abrió las puertas a la corte, antes de fundar su establecimiento en 1775, en la parisina Ile de la Cité, comenzando una vertiginosa carrera dominada por la virtuosidad y el sentido artístico, el rigor científico y la innovación técnica, así como por la audacia comercial y un gran sentido de las relaciones humanas. Breguet comenzó su fulgurante carrera con una serie de golpes de efecto: el reloj automático, denominado «Perpétuelles», cuya comercialización la inició en 1780; la invención de la sonería, que permitió reducir considerablemente el espesor de los relojes de repetición, y el paragolpes, primer dispositivo antichoque que permitió a los relojes ser más fuertes y fiables. Suyas fueron también las célebres agujas «pomme», la espiral Breguet, el escape de fuerza constante, la primera penduleta moderna de viaje (vendida a Bonaparte), el reloj de tacto y el Tourbillón que fue patentado en 1801. Toda una serie de avances relojeros que eran adaptados a modelos de estilos y diseños propios. Algunos de ellos permanecen hasta en nuestros días. En el plano comercial, Breguet fue conocido y apreciado por todas las cortes de Europa, convirtiéndose en el relojero de referencia para diplomáticos, científicos, militares y financieros. Además, realizó piezas especiales para el Zar de Rusia, el Sultán otomano, el Príncipe regente de Inglaterra o la Reina Caroline Murat; para ésta última realizó una primicia mundial: un reloj muy plano, con repetición y termómetro. Aunque la política belicista de Napoleón frenó sus exportaciones, la casa Breguet conoció un nuevo auge tras la caída del Imperio. El Tourbillon fue patentado en 1801


En 1789 la monarquía francesa estaba sentenciada cuando las tropas de guarnición en la bastilla se negaban a abrir fuego contra una turba de ciudadanos armados. Las nuevas autoridades parisinas consideraban sospechoso de traición al relojero Luis Abraham Breguet, que había abandonado su casa después que había estallado la revolución francesa. Sobre su casa se colgó un cartel con la inscripción “”propiedad nacional en venta”. En 1795 Luis Abraham Breguet regresaba a Paris, donde el comité de salvación publica lo rehabilitaba. La última parte de la vida de Abraham-Louis Breguet fue muy próspera. Rodeado por su familia y por los mejores relojeros de la época, prosiguió su obra creadora, con logros tan conocidos como los cronómetros de marina, contadores o cronógrafos militares y astronómicos capaces incluso de marcar las décimas y centésimas de segundo. Tras su muerte en 1823, a la edad de 77 años, la influencia de Abraham-Louis Breguet perduró en todo el mundo.

Reloj de Carruaje francés, Modelo No. 5017, vendido en 1853. Este reloj lleva una carátula esmaltada con finos números romanos para las horas y arábigos para el resto. Cuenta con Manecillas centrales para las horas y los minutos; los segundos bajo el numero 12, los días de la semana a la izquierda y el timbre de la alarma a la derecha de la esfera. En el extremo superior izquierda está la regulación para los cuartos solo o para las horas y los cuartos, y en la parte superior derecha se sitúa la regulación sonería-silencio. En la parte superior, aparece un botón de repetición, así como una cuerda para ajustar la alarma. Tiene escape de paleta con volante de tres brazos y suspensión de paracaídas. En la foto aparece completo, con la caja original destinada a su transporte, la llave y el certificado, emitido por Breguet. Fue vendido en Junio del año 1853 a Vladimir Komer por 4000 Francos.


Abraham Louis PERRELET (1729 – 1826)

Suiza – Le Locle era el hijo de Daniel Perrelet. Ha sido considerado uno de los relojeros más grandes de suiza. Era Aprendiz de varios maestros y de su padre que era un fabricante de herramientas muy conocido. Pronto inventó su propia herramienta. Perrelet era uno de los fundadores de la industria de reloj de precisión en las montañas de Neuchâtel. Él modificó el mecanismo del reloj usando nuevas combinaciones, fue el primer relojero en Le Locle que trabajaba el sistema de cilindro y los escapes dobles. Sus relojes eran excelentes. Fue el primero en los Alpes en fabricar relojes de bolsillo de repetición con sonería. Los archivos muestran que él proporcionó para la compañía de PHILIPPE DU BOIS los movimientos del reloj, las ruedas del tren y repeticiones, aunque nunca firmó los relojes porque no era de costumbre de hacer eso en esos días en Le Locle. Perrelet era el inventor del llamado “perpetual”, el reloj automático (1770-1776.) Él no firmó sus relojes pero un informe a la Sociedad de Ginebra de Artes en 1776 por H. B. de Saussure dijo, que el relojero Perrelet ha hecho un reloj de semejante manera que se enrolla la cuerda en el bolsillo del usuario cuando él camina; una caminata de solo quince minutos le basta hacer el reloj ejecutar ocho días, debiendo a una pieza que es la continuación del movimiento ambulante y que no puede dañar el reloj." Un año después, la Sociedad informó que "Este reloj se vende a dos veces del precio de un reloj ordinario bueno, y el Señor Perrelet ya tiene muchos relojes ordenados". La Sociedad compró uno de los relojes para examinar el mecanismo. Después de su invención, Perrelet hizo algunos de estos relojes para BREGUET y para RECORDON en Londres. Los dos hicieron nuevas versiones mejoradas. También vendió a las compañías de PHILIPPE DU BOIS y JAQUET-DROZ. Hasta su muerte en 1826, a la edad de 97 años, fabricaba relojes. En 1900, la cara de Abraham Perrelet estaba en las notas emitidas por el banco suizo.


Reloj musical (PENDULE), Pierre Jaquet Droz, 1770 Uno de los mejores relojeros suizos de todos los tiempos. Se especializó en relojes musicales, entre los que se incluyen los que incorporaban pájaros canores. La caja y la mensula presentan unas exquisitas molduras de oro molido, y la carátula convexa esmaltada muestra unos numerales romanos para la hora y arábigos para los minutos. La maquinaria principal toca los cuartos y la hora sobre unas campanas; y por debajo de esta se encuentra el mecanismo musical, que hace sonar la melodía de la hora al paso o a la demanda por medio de flautas.

Taller de relojería ca. 1770


Reloj de Nogal de origen ingles, finales siglo XVIII proveniente de John Ellicot (1706 - 1772) Hacia el 1770

Grabado de 1790 – Ajuste de reloj a mediodía por medio de un reloj de sol. Esta práctica fue usada por el ferrocarril francés todavía hasta fines del siglo XIX.


1797 Inglaterra – Londres Con el fin de ayudar a aumentar los ingresos tocantes al coste de las guerras napoleónicas, William Pitt estableció un impuesto anual sobre los relojes. Debido a su impopularidad esta ley fue suprimida nueve meses mas tarde solamente, pero el mal ya estaba hecho; miles de relojeros se quedaron sin trabajo y el declive de la industria de relojeria inglesa había empezado en serio. En 1802 el relojero suizo, Ferdinand Berthoud, escribió: "Con el uso de los relojes, los hombres pueden emplear todos los momentos necesarios en los trabajos de la vida civil. El hombre arregla, mediante ellos, la hora del trabajo y la del reposo, la de su comida y de su sueño. Y, por esta afortunada distribución del tiempo, la sociedad misma camina como el reloj, y forma, cuando está bien organizada, una especie de engranaje cuyos movimientos sucesivos son los trabajos de todos los miembros que la constituyen".

El nuevo mundo - después de 1800, se produjeron relojes de Caja larga, de mesa y de pared ya en cantidades que los hicieron más económicos y “disponible” a un mayor número de personas. La “Industria” de la relojería se extendió a Massachusetts, Connecticut, New Hampshire, Rhode Island y Vermont. En Massachusetts, Benjamín, Simon, Aaron y Ephram Willard se hicieron muy famosos por sus relojes excepcionalmente bonitos. En Connecticut, los primeros relojes exitosos y ya en masa producidos, fueron hechos por Eli Terry. En esos días, la mayoría de las Cajas del reloj fueron ensambladas por ebanistas locales. Los demás trabajos en latón o madera, fueron hechas por empresas que se especializaron en trabajos para la Industria del reloj.

Reloj de Mesa Movimiento de 30 Horas de Madera Eli & Samuel Terry 1822


A partir de 1830, en Suiza se recoge la antorcha de los relojes artesanales y los convierte en algo completamente industrial. Los avances en la técnica, las maquinas y las herramientas de precisión permiten el desarrollo e instauración masiva del reloj. Cuando la Revolución Industrial inició con sus largas horas de trabajo en las fábricas y los horarios de los trenes etc., era realmente una necesidad para la sociedad de fabricar “a gran Escala” Relojes de todo tipo a un costo todavía más económico.

En Estados Unidos de América aproximadamente a partir de 1840 los movimientos de Relojes hechos de madera fueron poco a poco abandonados y el movimiento de 30 Horas de latón se volvió popular, principalmente debido a su precio bajo. Antes de 1840, los fabricantes eran relojeros principalmente individuales o compañías familiares. En 1840 Chauncy Jerome construyó la fábrica del reloj más grande y empezó a exportar relojes por todo el mundo. Reloj de Chauncy Jerome con movimiento de latón de 30 horas aproximadamente 1845 Se dice que Jerome motivó las organizaciones de Ansonia y Waterbury. Estas tres compañías, junto con Seth Thomas, E.N. Welch, Ingraham y Gilbert se hicieron los productores más grandes del país. A través de 1851, había más de 30 fábricas. De 1840 a 1890, se produjeron millones de relojes con movimientos de Latón de 30 Horas y de 8 días.


Fue un periodo de cuatro generaciones durante el cual el menor de los continentes podía moldear el mundo a su imagen, sin darse cuenta apenas, en su agresiva ebullición, de que al hacerlo así estaba vendiendo su alma a la industria y el materialismo. La Revolución Industrial se desarrolló en Inglaterra antes que en cualquier otra nación europea, transformando la forma de vida medieval. No obstante, los grupos sociales se vieron influidos por dicha revolución de forma desigual. Los proletarios son quienes más van a sufrir los efectos de un crecimiento descontrolado de las ciudades y una industrialización salvaje. La mayoría de los proletarios eran campesinos que se habían visto forzados a dejar su forma de vida trasladándose a las ciudades para poder subsistir.. Las mujeres y los niños eran mano de obra barata. El absentismo laboral se penalizaba con la cárcel. Los servicios públicos eran mediocres o inexistentes, por ejemplo, no había agua corriente en los hogares, ni alcantarillado ni servicios de limpieza urbana. Esto provocó epidemias.

La sociedad empieza a sufrir por vez primera la tiranía del reloj, que les impone una vida monótona y con largas jornadas de trabajo

Fabrica de Reloj SIGLO XIX


1859 – Inglaterra Big Ben es el nombre con que se conoce comúnmente a la Torre del Reloj del Palacio de Westminster en Londres, así como a la Gran campana de Westminster, la mayor de las campanas que se encuentran dentro de la Torre y que forman parte del Gran Reloj de Westminster. La torre se encuentra en la esquina noroeste del edificio que alberga la sede de las dos Cámaras del Parlamento Británico. El nombre "Big Ben" es universalmente usado para referirse a la torre en general. Sin embargo, oficialmente, se refiere específicamente a la campana principal dentro de la torre. Esta campana se encarga de contar las horas.

Sonería WESTMINSTER Casi cada uno piensa en conexión con esta melodía a la sonería del Big Ben, pero la sonería es de origen de la Iglesia universitaria “St.Mary’s the great” en Cambridge. La melodía trae su origen de Georg Friedrich Haendel (1685 – 1759).

El reloj de la torre fue el más grande del mundo en su tiempo, capaz de dar cada hora con la precisión de un segundo. El mecanismo del reloj fue completado en el año 1854, pero la torre no fue completamente construida hasta cuatro años más tarde. Los cuatro laterales del reloj y sus esferas fueron diseñados por Augustus Pugin. Cada lateral tiene una estructura esférica de hierro de 23 pies de diámetro que contiene 312 piezas de cristal opaco. Algunas de estas piezas pueden ser quitadas para revisar las manecillas del reloj. En la base de cada cara del reloj hay una inscripción en latín: 'DOMINE SALVAM FAC REGINAM NOSTRAM VICTORIAM PRIMAM' ('Dios guarde a nuestra reina Victoria I). La manecilla que marca las horas mide 2,7 metros de largo, mientras que la que marca los minutos mide 4,3 metros. El nombre "Big Ben" fue puesto a la campana original de 16 toneladas de la torre, fundida en 1856. Dado que la torre no estaba aún finalizada, la campana fue instalada en el "New Palace Yard", pero la campana se rompió, y finalmente se rehizo en una campana de 13.8 toneladas, la cual se usa hoy. La nueva campana fue montada en la torre en 1858 junto a cuatro campanas más, que se encargan de dar los cuartos. El 7 de septiembre de 1859 el reloj entró en funcionamiento.


Gustav Becker, Hamburg Amerikanische Uhrenfabrik (HAU), LENZKIRCH, Junghans, Haller, Furtwängler, Kienzle, Pfeilkreuz, Kieninger, Urgos, Kundo, Schatz, Mauthe, Wehrle, Dugena, Blessing, Schmid - Schlenker, Bürk, Dürrstein, Etzold & Popitz,…………………y muchos más. Nombres que han ayudado a que la relojeria alemana sea reconocido en el mundo por sus relojes fiables y precisos.


Eduard Hauser

La Fábrica de Relojes LENZKIRCH fue fundada en 1851 por Eduard Hauser que nació el 21 de agosto de 1825. En 1840 trabajaba en la fábrica de Johann George Schopperle, un fabricante de cajas de música. Hauser aprendió muchas habilidades relacionadas a este aprendizaje, como trabajar el metal, la precisión del trabajo mecánico para fabricar instrumentos musicales etc...También obtuvo un conocimiento en componer música. Eduard Hauser, poniéndose inquieto quizás y queriendo extender su habilidad mecánica, sentía que la relojería podría ser un mejor negocio que la fabricación de cajas de música. Dejó el negocio de Schopperle para estudiar relojería en Suiza, Francia e Inglaterra. Hauser sabia, que si él pudiera imitar los métodos de la fabricación de los suizos, franceses e ingleses, se haría competitivo con los países de relojería de alta precisión.

En estos años los relojes de la Selva Negra con sus relojes Cucú no tenían una base técnica buena y tampoco la reputación de ser muy fiables y precisos. Hauser trabajó primero con Ignaz Shopperle y abría una tienda en donde se vendían máquinas pequeñas y partes para relojes para otros relojeros. Estaban intentando introducir un método nuevo de producir maquinaria de calidad en fábrica y ya no como lo habían hecho los viejos relojeros, ensamblando pieza por pieza a mano. Orando que resultaría bien, los compañeros recibieron ayuda técnica de Robert Gerwig, el director de la escuela de la relojería recientemente establecida en Furtwangen que también creyó en este nuevo método de fabricar las maquinas de los relojes. Trabajando en la fábrica de órganos de Ignaz Shopperle, Hauser dirigió a sus empleados y produjo el reloj de precisión usando su nueva maquinaria. Junto con los adornos y los materiales crudos, que se compró nuevo, rápidamente se agotaron las cuentas bancarias de ambos compañeros. Había una necesidad real por más flujo del dinero en efectivo para comercializar los movimientos que ellos fabricaron. El 31 de agosto de 1851, Eduard Hauser se unió con Franz Josef Faller (1820-1887), Nikolas Rogy, Johann Nikolaus Tritscheller (1825-1867), Paul Tritscheller (1822-1892), y Joseph Wiest, para formar una Sociedad Anónima. En 1856 Alberto Tritscheller (1833-1889) también se unió a ellos. En 1857 Franz Josef Faller, Paul y Nikolaus Tritscheller, y Eduard Hauser estaban guiando la fábrica. Eduard Hauser diseñó maquinaria muy adelantada para este tiempo. Bajo su dirección la fábrica se desarrolló y ganó una reputación sólida por hacer relojes excelentes y fiables.


La fábrica de Lenzkirch 1860 Ganó una reputación que ninguna otra fábrica alemana había adquirido hasta ahora. Eduard Hauser quería que sus hijos continuaran sus educaciones y esperó que algún día ellos tomaran las riendas de la fábrica. Su hijo mayor era un arquitecto excelente y los reloesj reflejaron su influencia durante aproximadamente treinta años. Su hijo Karl Agosto se puso de aprendiz bajo Jess Hans Martin (1826-1892), su jefe y relojero en Freiburg/Breisgau y maestro en la Escuela de Comercio para el reloj y relojeros en Furtwangen. Paul Emil Hauser, el hijo más joven de Eduard, ayudo en el desarrollo y ensamble de maquinaria. Todas las personas mencionadas ayudaron a la fábrica de relojes LENZKIRCH a lograr una reputación por hacer relojes fiables y de excelente calidad. Los relojes REGULATOR tenían una reputación mundial por su calidad y fiabilidad. Éstos entraron en la producción plenamente a partir de 1860. A la fábrica de Lenzkirch se otorgó las medallas de oro en las exhibiciones industriales en 1860 en Villingen y 1861 en Karlsruhe. Eran tan populares sus maquinarias que hasta las vendieron a otros fabricantes. Franz Joseph Faller ayudó comercializar los relojes de Lenzkirch, inventando un catálogo de la muestra de inventario que estaba disponible o podría fabricarse. Había una selección ancha de modelos que se produjeron.


Catรกlogo de 1885


Faller también trabajó con Paul Tritscheller para conectar la ciudad de Lenzkirch con el sistema del ferrocarril, pero entretanto, los carros caballo tuvieron que arrastrar los relojes encima de los caminos montañeses hasta las estaciones del ferrocarril en Todtnau y Hammereisenbach. Los meses del invierno parecían casi impedir todos los embarques. Se enviaron relojes a varias partes de Europa para el embarque hacia Inglaterra, América y otras partes del mundo. En 1887, el sistema del ferrocarril por fin se conectó a Freiburg y Neustadt. 1887 también era el año que Faller murió, y la Selva Negra había perdido uno de sus líderes en la industria de la relojería. Él fue el que había decidido inicialmente que la fabricación de relojes de la Selva Negra debe hacerse en grande, con métodos de producción-tipo americana para ponerse competitivo a lo largo del mundo. Él también ayudó a la ciudad de Lenzkirch establecer una escuela de relojería. Él siempre había apoyado a los pequeños relojeros, creyó que también ellos debían sobrevivir en la Selva Negra. No quiso verles unir con otras fábricas grandes. La fabrica Lenzkirch empleaba encima de un casi 80% del año a unos 600 obreros. Ellos hicieron cada esfuerzo para continuar produciendo relojes de calidad y siempre guardaron la reputación de la Fábrica intacto. Debido a esto, el negocio floreció la mayoría del tiempo, la excepción eran los tiempos de Depresión en 1866, 1870, 1876 y 1892. Edward Hauser fue jubilado el 1 de marzo de 1899. En 1900 la compañía empleó a 480 obreros, la más grande en la Selva Negra. En el futuro, dos de los hijos de Hauser fueron a trabajar para un competidor, la compañía JUNGHANS en Schramberg. La competencia entre las dos compañias fue el fin de la fábrica de relojes LENZKIRCH. En el medio de la Gran Depresión en 1932, los edificios fueron vendidos a los Hermanos Junghans para operarla como una fábrica satélite, aproximadamente durante cuatro años, y entonces la famosa fábrica Lenzkirch fue cerrada para siempre.

Los relojes, sin embargo, se mantienen vivos y se han vuelto hoy de los más populares entre los coleccionistas a lo largo del mundo. Los productos de LENZKIRCH ayudaron a establecer la reputación mundial de calidad para los relojes de la Selva Negra.


Quizá, sea uno de los más fascinantes. Ni la quiebra bursátil, ni Guerras u otras fuerzas destructivas, podían parar los progresos científicos y tecnológicos que han revolucionado la vida ordinaria de la gente. En Estados Unidos de América, durante la caída del mercado bursátil de 1929, la mayoría de las compañías relojeras no podían sobrevivir “la gran depresión” ilesas. Quebraron o se reorganizaron. En Europa, no les fue mejor a los fabricantes, principalmente a causa de guerras. En Alemania, durante la segunda guerra mundial, muchas fabricas relojeras fueron bombardeados por los aliados, ya que la mayoría de ellas fabricaba armamento y municiones. Único país que sobrevivió estos conflictos básicamente ilesos, fue Suiza. Por ser un País neutral, nunca fue involucrado.

Patek Philippe, ROLEX, Baume & Mercier, Cartier, Longines, OMEGA, Audemars Piguet, Chopard, EBEL, Piaget, IWC, Girard-Perregaux, Oris, Zenith, Blancpain, Tissot, Breguet, BVLGARI, Jaeger Le Cultre, Montblanc, Mido, Maurice Lacroix, Junghans, JeanRichard, Hermes, Corum, Hamilton, Gucci, Graham, TAG Heuer, Breitling, Rado, Movado, A. Lange & Söhne, Hublot, Vacheron Constantin, Ulysse Nardin, Frederique Constant, Gerald Genta, Daniel Roth, F.P. Journe, Dior, Dewitt, De Grisogono, Chronoswiss, Chanel, Bell & Ross, Bedat & C, Parmigiani, etc…. Nombres que han escrito e siguen escribiendo historia………………


Sin duda, la compañía relojera más famosa del mundo.

Jean Adrien Philippe Antoni Norbert Patek nació en 14 de Junio de 1811) en Piaski Luterskie cerca de Ublin, Polonia. A la edad de 10 años, Patek se mudó con sus padres a Varsovia. El padre de Patek murió en abril de 1828 en Varsovia. El 1 de marzo de 1828, a los dieciséis años Patek se incorpora al regimiento polaco, e interviniendo en el alzamiento de noviembre a la dominación Franco Prusiana, fue herido dos veces. El 27 de febrero de 1831, por su actitud heroica, Patek fue ascendido a segundo teniente de la brigada Primero de Agosto. En octubre del mismo año fue condecorado con la medalla de oro Virtuti Militari.


Después de la caída del alzamiento al igual que muchos otros oficiales y soldados del ejército polaco tuvo que emigrar. En 1832 Patek se instala en Francia, en primer lugar en Cahors, posteriormente en Amiens donde trabajó como encargado. Dos años después un decreto hecho público por el gobierno francés bajo la presión de la embajada rusa, forzó a muchos ex insurgentes a volver a establecerse en Suiza. Patek probó muchas ocupaciones, entre otras, comerció con licores y vino en Versoix cerca de Ginebra. Durante algún tiempo Patek asistió a cursos de pintura por el famoso pintor y grabador suizo de la época especialista en paisajismo, Alexandre Calame. Durante sus estudios, Patek también viajó a París donde se quedó durante varios meses. Ahí conoció a la familia Moreau de Versoix, con la cual hizo amistad, y en la cual conoció a su futura esposa. Animado probablemente por la actividad de dicha familia hubo algo que lo atrajo de manera especial, era la fabricación de relojes de bolsillo de gran valor, todas ellas, piezas maravillosas. Ccomenzó así, acumulando movimientos de los relojes que compró a los relojeros de ginebra, ya conocidos por la calidad de sus productos. El 10 de julio de 1839 en Versoix, Patek se casó con Marie Adélaïde Elisabeth Thomasine Dénizart. En mayo de 1839 en Ginebra, Antoni Patek se unió con un ex camarada, otro emigrante polaco, el relojero de Varsovia Franciszek Czapek y fundaron la fábrica de relojes con sus oficinas centrales en Quai des Bergues 29. La compañía fue apoyada económicamente por otros relojeros polacos: Wawrzyniec Gostkowski, Wincenty Gostkowski, y Wladyslaw Bandurski. Los primeros relojes de bolsillo fueron producidos sobre pedidos individuales basándose y utilizando los movimientos adquiridos anteriormente realizando el resto de la producción artística reflejando los temas de la historia y cultura polaca, como retratos de héroes revolucionarios, las leyendas de los siglos X y XII, el culto a la Madonna de Czestochowa. La pequeña compañía Patek Czapek & Co que empleaba una media docena de obreros producía aproximadamente doscientos relojes de calidad por año. Pocas muestras conservadas hacen posible admirar la perfección de estos primeros relojes, fue el resultado de una unión próspera entre investigación artística y destreza técnica. En 1843, Patek fue proclamado hijo adoptivo de Ginebra, consiguiendo la nacionalidad Suiza, sin embargo, no cesó su actividad política, la de un emigrante polaco y no paró en sus esfuerzos en ofrecer su ayuda a los refugiados. Y en 1838, respaldó la iniciativa de un grupo de emigrantes polacos para el establecimiento de la Fundación Polaca, y de la cual se hizo uno de los miembros más activos. Entre la colección del Patek Philippe Museum hay relojes que constituyen el escudo de armas de la Princesa Zubów de 1845 y los retratos de Tadeusz Kosciuszko y los de Józef Poniatowski. En 1845 Desacuerdos entre Patek y Czapek obligaron a este último a retirarse. Durante la gran exposición de Londres en Hyde Park, el 18 de Agosto de 1851, conoció en la exposición a Jean Adrien Philippe, un relojero francés. En mayo de 1845 Adrien Philippe de 30 años ocupó el lugar de Czapek.


En enero de 1851 Patek & Co. pasó a denominarse Patek Philippe & Co. La compañía empezó la fabricación en serie de relojes de bolsillo. Ambos copropietarios se basaron en la perfección como modelo a seguir, y la compañía ganó éxito gracias a los principios que Antoni Patek dejó a sus descendientes, mantener la calidad de los relojes producidos al nivel más alto posible, basandose en el principio de la innovación. Reloj de brazalete de dama. Vendido el 13 de noviembre de 1876 a KOSCOWICZ, Condesa húngara. Este reloj, es el primer reloj de pulsera suizo de moderna concepción. PATEK PHILIPPE & Co. 1868. Patek Philippe asumió un papel principal en la industria de la relojería suiza a través de la introducción de mejoras técnicas, además de implementar las mejoras para reguladores, cronógrafos, y mecanismo de calendario perpetuo. Durante la exposición de París de 1867, Patek Philippe exhibió relojes centrándose en las funciones que eran el patrón para relojes complicados al principio del siglo XX; concretamente un calendario constante, un repetidor, y un cronógrafo con las fracciones de segundo. Patek y Philippe forjaron una sociedad única que abordó sus talentos individuales. Patek era un vendedor talentoso tanto como un viajero intrépido buscando la comercialización de sus relojes. Viajaba entre otros países a Inglaterra en 1847, a USA en 1854, y a Rusia en 1858. Aunque cruzar el océano era una empresa peligrosa, viajó alrededor del mundo para promocionar la marca y comercializar los relojes de su firma. Documentó estos viajes en sus diarios personales, y relacionó las muchas privaciones que él y otros viajeros tuvieron que enfrentarse. Adrien Philippe, por otro lado, se quedó en Ginebra y enfocó sus esfuerzos en supervisar la dirección técnica de la firma, tanto como su producción diaria. En todo caso, la sociedad colectiva trabajó tan bien que antes de su muerte, en 1877, Patek había sido investido con el título de Conde por el Papa Pío IX. Antoni Patek murió a primeros de marzo de 1877 en Ginebra y fue enterrado en un cementerio local en Chatelaine. Adrien Philippe sobrevivió a Patek 17 años muriendo en 1894.


Tras la muerte de los cofundadores, tres antiguos empleados de la compañía, incluyendo a Edouard Kohn se hicieron socios en la firma. En 1901, Patek Philippe fue reorganizada como sociedad anónima bajo el nombre de Patek Philippe & Cie, SA de Horlogerie. Fue recapitalizado con 1.6 millones de francos suizos, una enorme suma en aquella época. Aunque Patek Philippe no fabricó la mayor parte de sus propios relojes hasta 1910, los relojes que creó eran de una calidad exquisita. Se pueden encontrar relojes ultra complicados en sus diseños y características avanzadas, únicos de esta época. Merece la pena mencionar que en las oficinas centrales de la compañía se recibieron frecuentes visitas de hombres de negocios adinerados y realezas de la época, incluso la compañía construyó una sala de exhibición donde podían admirar los relojes más representativos de la marca.

En Río de Janeiro, Brasil, Carlos Gondolo y Paulo Laboiriau, dos joyeros brasileños, idearon una forma para la venta del Modelo Gondolo, un reloj Art Deco que ellos diseñaron. Consistía en hacerse socio de un club de entusiastas del reloj. La compañía ofreció la oportunidad de pagar 10 francos suizos semanalmente durante 79 semanas. Este club realizaba picnic en excursiones y sombreros especialmente diseñados. También elaboraron una clase de lotería, cuyos participantes fueron invitados a hacerse miembros del Club Patek Philippe. De esa manera se vendieron 180 unidades. Hoy, los relojes de Gondolo están considerados como piezas singulares.


Desafortunadamente, la economía de la compañía se vio afectada como consecuencia de la Grán Depresión. El mercado para relojes de lujo desapareció, las ventas cayeron en picado. David LeCoultre, el fabricante del Vallee de Joux, les propuso una oferta, por razones desconocidas, su propuesta fue rechazada. Patek Philippe fue vendido a Charles y Jean Stern, que poseían la Fabrique de Cadrans Stern Freres. Un nuevo Gerente General, Jean Pfister, fue contratado. El primer movimiento de Pfister fue volver a equipar la fábrica con el propósito de que Patek Philippe podía fabricar sus propios relojes otra vez. Por primera vez en muchos años, Patek Philippe podía controlar cada aspecto de su producción y gracias a tales modelos de venta exitosa como el Calatrava presentado en 1932, las ventas mejoraron y la salud financiera de la compañía mejoró gradualmente. Este período se caracteriza por la gran innovación y la creación de muchos relojes espectaculares. Relojes con la señal horaria mundial, tanto como relojes de calendario perpetuo sofisticados como los Reference 1526, fueron introducidos en el mercado, volviendo a relanzar a Patek Philippe como el líder de la industria relojera. Otra ventaja que Patek tenía sobre sus competidores era el hecho de que era una corporación familiar, tomando las decisiones muy importantes sin contar con el visto bueno de una junta directiva. En 1934, Henri Stern, hijo de Charles, fue enviado a Nueva York, donde asumió la responsabilidad para la distribución estadounidense de los productos de la compañía. La Henri Stern Agency, fue fundada en la Ciudad de Nueva York para este propósito y sigue hasta el día de hoy. En 1958, Henri Stern fue llamado a Suiza, para reemplazar a Jean Pfister como presidente y director gerente de la compañía matriz. La contribución para el éxito de Patek Philippe de Henri Stern era permitir que la compañía crezca, sin comprometer sus principios. Bajo su ojo atento, la compañía lanzó tales modelos como el Nautilus, y soportó la crisis económica de los 70 y 80. El departamento de servicio de ventas fue mejorado enormemente y los avances adicionales se basaron en el desarrollo de nuevos movimientos. Uno de sus progresos fue el calibre 240, un movimiento que impresionó, tenía como protagonista un micro rotor que permitió que los diseñadores de Patek produjeran relojes de pulsera automáticos planos.


Patek Philippe & Co. es el único fabricante de reloj de Ginebra honrado con El sello de Ginebra. De todos los movimientos que llevan la distinción del sello de Ginebra, el 95% son relojes de Patek Philippe & Co. La compañía no cesa en sus esfuerzos de innovar sus productos. A Patek Philippe & Co. le han sido otorgadas más de 70 patentes. Los 20 relojes de pulsera más costosos vendidos en la subasta son todos de Patek Philippe & Co. El reloj de bolsillo de súper complicación de Henry Graves de 1933 sujeta el récord mundial para el reloj más costoso vendido en subasta en 1999 por más de 11 millones de Dólares americanos.

Su fabricación tardaba casi tres años; de estos solo dos años se ocupaban para los cálculos, dibujos y la preparación de herramienta. El mecanismo ofrece horas, minutos y segundos, sonería de repetición de horas, cuartos y minutos, despertador, cronógrafo ratrapante de 1-5 segundos, indicación de la marcha (reserva de dos cuerdas), calendario automático (indicación continua de 28, 30 o 31 días y los 29 de febrero de años bisiestos), fases de la luna, hora sideral, diferencias entre hora verdadera y hora media, indicación de las subidas y puestas del sol, mapa de estrellas del hemisferio sur. Este reloj tiene 110 ruedas y piñones, 50 puentes con centros de 70 joyas, 120 diferentes palancas y piezas de formas especiales, 90 muelles de acción, 430 tornillos, 19 manecillas y carátulas por ambos lados. Aunque Patek Philippe es con toda razón, famosa en la fabricación de relojería mecánica, la firma está también al frente de la industria como productores de cronometradores industriales y electrónicos, con sus originales relojes muy exactos instalados en las centrales de energía, hospitales, aeropuertos, y otros edificios públicos y fábricas. La clientela ha incluido a muchos de los famosos de la historia, incluyendo realeza, la Reina Victoria, científicos distinguidos, artistas, escritores y músicos, incluyendo Albert Einstein, Marie Curie, Charlotte Bronte y Tchaikovsky. Hoy, evidentemente la mayor parte de la producción de la firma consta de relojes de pulsera, pero Patek Philippe conserva la habilidad de producir relojes de bolsillo, bajo encargo, de movimientos muy complicados y decorados con las pinturas en miniatura esmaltadas y grabados.


En 1990, Henri Stern renunció como presidente de Patek Philippe para disfrutar un retiro merecido. Desde entonces, su hijo Philippe Stern, que empezó a trabajar en Patek Philippe en 1977, ha sido responsable de supervisar las actividades de la corporación mercantil de la compañía. El museo de Patek Philippe, en la Rue des Vieux Grandiers, además de poseer la colección de relojes más hermosa de la historia, ampara una esplendida biblioteca para los amantes de los relojes, dicha biblioteca tiene aproximadamente 7000 volúmenes desde 1531 a 2002, amparando obras de ediciones limitadas como las de Vigniaux, el cual es un tratado que fue el mejor manual de las técnicas relojeras de los talleres en el siglo XVIII. para el uso de los aprendices y de aficionados. El museo fue abierto al público en noviembre de 2001. Cuenta con dos secciones, una dedicada a piezas raras que surgieron en especial en Ginebra antes de 1839, y la otra comprende exclusivamente piezas de Patek Philippe, correspondiente a 1850-1910. Cuatro pisos que albergan maravillas de la alta relojería. Con una impresionante lista de patentes y una colección muy importante de relojes complicación en producción actual, Patek Philippe ha impuesto ininterrumpidamente desde 1839 su supremacía en este dominio, afirmando así la notable creatividad, la perfecta maestría técnica y la capacidad de producción de una gran manufactura. El calibre 89, creado en 1989 para su 150. aniversario, ha traspasado los limites de lo posible, presentando el numero espectacular de 33 complicaciones, entre las cuales algunas son rarísimas, como por ejemplo el calendario perpetuo secular, que funcionara sin ningún reajuste hasta el siglo XXVIII. Este reloj astronómico, el más complicado que se haya realizado nunca, solo ha sido presidido en su complejidad técnica por el reloj de bolsillo de Henry Graves Jr., producido en 1933, que poseía 24 complicaciones. Patek Philippe fue y sigue siendo una leyenda que continúa cautivando y fascinando. Es el Rolls Royce de los relojes, sinónimo de lo mejor. Poseer un Patek Philippe es un símbolo de riqueza y distinción.


la Revolución Industrial nos ha llevado a las vertientes que conocemos todos. Desde el reloj de cuerda hasta el reloj atómico. En cuanto a los relojes mecánicos de pie, de pared, de mesa y los de bolsillo han pasado a ser objetos de coleccionismo y los de torre se consideran monumentos. Hoy en día, llevar un reloj de bolsillo puede verse cursi para mucha gente, pero afortunadamente, todavía existen algunos “Nostálgicos” como nosotros, que aun creen en ellos. Y no dudemos que Usted que ha leído hasta aquí, es uno de ellos. Atentamente

¿Preguntas o Comentarios? Mándenos un correo a

museodeltiempo@gmail.com


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.