31
30 ENTREVISTA
POLITÓLOGO
JOSÉ NATANSON
EL SENTIR DE LA JUVENTUD Las generaciones de jóvenes de distintos lugares del mundo, incluido nuestro país están volviendo a la política, con otros comportamientos y fundamentalmente desde otros modos de comunicación. Las “democratizadoras” redes sociales y las nuevas tecnologías son protagonistas al igual que los jóvenes, sin embargo ese movimiento multiforme quizás no tenga la fuerza de transformación que se espera. José Natanson en su libro ¿Por qué los jóvenes vuelven a la política? analiza este fenómeno y da respuestas.
L
os indignados españoles que protestan contra el ajuste, los rebeldes árabes que voltean dictaduras, los estudiantes chilenos que reclaman un cambio en el modelo educativo, los jóvenes argentinos al son del kirchnerismo… la reactivación política de los jóvenes es una de las grandes novedades del siglo XXI. José Natanson, polítologo y periodista, director del diario Le Monde Diplomatique, Edición Cono Sur, indaga en esta realidad, analiza las causas profundas de este fenómeno mundial que tiene por protagonistas a la frustración de una juventud cada vez más educada e informada que a diario debe lidiar con trabajos precarios y mal pagos, lo que genera una brecha entre posibilidades y oportunidades, que deriva en bronca pero también en una sorprendente repolitización. Así nace este libro ¿Por qué los jóvenes vuelven a la política? De los indignados a la Cámpora, de editorial Debate, donde se encuentran algunas claves para comprender una tendencia global que incluye a nuestro país.
José Natanson dialogó con AQUÍ PM sobre este análisis apasionante y profundo del resurgimiento de la juventud politizada. - En comparación a otras generaciones argentinas, ¿no cree que los jóvenes de hoy son muy tolerantes? - Los movimientos que se activan en Chile, en España, en Medio Oriente, en Estados Unidos son antipoder claramente. Ahora, son antipoder en contextos en que el poder político y el poder corporativo (económico, mediático, el que sea) están o fusionados o identificados. En Argentina, hay una clara vuelta de los jóvenes a la política, pero yo no diría que son más tolerantes, sino que una buena porción de esa juventud milita justamente en el kirchnerismo, en el oficialismo que desde algún punto de vista está visto como antipoder. También se podría discutir esto y decir que el kirchnerismo de ninguna manera es un movimiento político antipoder, pero lo que no se puede discutir es que el kirchnerismo conmueve y convoca a
33
32 ENTREVISTA
Lógica política Pareciera que el kirchnerismo construyó una dinámica política que es estructuralmente reformista, es un gobierno que vive si gira a su izquierda todo el tiempo. El kirchnerismo construye hegemonía entre otras cosas porque no deja espacio para una construcción a su izquierda, porque ocupa constantemente el universo de la representación política de ese espacio. Al mismo tiempo se le crítica a kirchnerismo que sea un apropiador de cosas que no le pertenecen, pero si se eso se viera desde otro ángulo, se podría decir que es un movimiento político atento a las necesidades sociales, e incluso muchas veces actuar como vanguardia de esas necesidades, como lo hizo en el tema de los Derechos Humanos, un tema muy instalado en un sector de la sociedad, no de toda la sociedad.
un sector de la juventud. En el libro yo digo que el kirchnerismo es clave en la repolitización en Argentina, más que nada por la tradición que el peronismo tiene en militancia joven: el populismo de los años ´40 como así también la militancia de los ´70. - Sin embargo, vos en el libro comparás a La Cámpora con la Coordinadora Radical de los ´80, no con los peronistas del ´40, ni del ´70. Quizás esta sea una idea polémica, pero creo que es una comparación adecuada, La Cámpora es lo que la Coordinadora Radical en los 80. El alfonsinismo fue un movimiento en clave reformista que surge de un partido tradicional, después de combatir una hegemonía conservadora (balbinista en lugar de menemista). El triunfo no esperado de Alfonsín genera una reescritura de la historia en clave progresista. Hay una serie de paralelismos entre uno y otro movimiento político. Vale aclarar, que la
debería crearse un organismo que se dedique específicamente a este tema y que pase de las ideas a la acción.
Coordinadora con todo lo dinámica que fue, fracasa porque cuando Alfonsín gira a favor de las coorporaciones en economía y toma otro camino en materia de Derechos Humanos, no se reveló, al contrario acompaña sin críticas. Todos los diputados de la Coordinadora, salvo tres, votaron a favor las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. El kirchnerismo, en cambio, va dando giros hacia la “izquierda”: Recuperación de YPF, ley de medios, Asignación Universal por Hijo, Ley de Matrimonio Igualitario, etc.
- ¿Cómo no disciplinarse, no sobreadaptarse y al mismo tiempo ser escuchado como joven, seas kirchnerista o de otra fuerza política? Es un desafío enorme. Una situación difícil que se tiene que tener bien clara, porque una vez que se consiguen espacios de poder, esos mismos espacios se terminan convirtiendo en pesadas mochilas. La comodidad de la burocracia te puede sofocar y lo que debe aportar la juventud es algo nue-
- ¿Qué es militar para un joven hoy a diferencia de los años ´70? Es menos drámatica, está relacionada a cuestiones inmediatas e inclusive es más lúdica. En los ´70 quien militaba sabía que corría riesgo su vida, eso cambió porque cambió la militancia en general y no es lo mismo luchar contra un dictadura que contra un gobierno democrático. Hoy la juventud
Nuevas Tecnologías Las nuevas tecnologías son clave para entender esta nueva forma universal de lo político. Aunque con límites y diferencias de país en país, están redefiniendo los modos de participación, la manera de relacionarse con el espacio público y de construir poder. Los jóvenes kirchneristas como los estudiantes chilenos o los rebeldes árabes, constituyen la primera generación nacida en un entorno digital. Son, para usar la horrible expresión de moda, “nativos digitales”, en el sentido de una generación que se mueve con comodidad en Internet y las redes sociales y sabe como aprovecharlas. Esto permite realizar convocatorias, articular espacios de reclamo y hacer circular ideas por vías que las generaciones mayores tienen vedadas, sencillamente porque no saben como utilizarlas o no las entienden.
militante dialoga con la militancia de las otras generaciones. Con la vehemencia de los ´70, la tradición de lucha por los Derechos Humanos y con todo el periodo de los ´90 en donde la participación se limitaba al voluntariado en distintas ONG. La politización de los jóvenes arranca en los ´90 estalla en 2001 y todo ese proceso toma un nuevo impulso con el kirchnerismo.
RIESGO Y DESAFÍO - En Argentina los llamados NI-NI (ni estudian ni trabajan) son unos 700 mil, están desafiliados de la escuela y el trabajo. ¿Qué hacer? ¿Qué políticas públicas tomar para que no se conviertan en vendedores de riesgo (arriesgar su vida por dinero)? - Hay mucho por hacer, pero no hay ninguna política pública dedicada a este sector de la población. Creo que
vo… o sea, el poder es la oportunidad y también el riesgo de que te aplaste. Lo nuevo que aporta la juventud no puede ser sólo energía militante, porque eso también está en la ONG, en los sindicatos. Entonces, tarde o temprano y simbólicamente hay que “matar” al padre, al líder, destronar a los padres políticos. Eso es lo que explico en el libro: Los jóvenes de la Coordinadora no pudieron “destronar” a Alfonsín, que siempre se mantuvo en el centro de la escena radical incluso cuando gobernaba De la Rua. El problema para el joven militantes es cómo, sin volverte conservador, trascendés a un gobierno que siempre gira a la izquierda. Yo sobre eso no tengo respuestas, sólo tengo preguntas.< t TEXTOS: SILVANA ZANELLI F FOTOS: GENTILEZA EDITORIAL DEBATE
35
34 LECTURAS
RETRATO DE LA JUV ENTUD ARGENTINA
H
asta hace algunas décadas, los recorridos vitales de las personas estaban más o menos previstos: de la educación al empleo en los hombres, y de la educación al matrimonio y el cuidado de los hijos en las mujeres. La juventud podía definirse esquemáticamente como ese período de transición, por lo general breve, entre una etapa y otra. Los cambios regristrados en los últimos años en la economía, la sociedad y la cultura, juntos a tendencias también recientes como la femenización del trabajo, alteraron drásticamente este mundo de trayectorias lineales, y definieron un nuevo contexto, muy diferente al de hace dos o tres décadas. Su rasgo central es una desestandarización de los itinerarios y las trayectorias de los jóvenes, que ahora pueden pegar el salto hacia alguna dimensión de la adultez mientras demoran el avanza en otras: por ejemplo, desempeñar un alto cargo gerencial o político sin haber formado una familia, o tener esposa e hijos pero seguir viviendo en el hogar familiar. Como explica Hugo E. Biagini, el estudiante de tiempo completo ha sido reemplazado por el estudiante que trabaja o el trabajador que estudia. Mareados en este mundo de múltiples posibilidades, los jóvenes de hoy dudan: ¿Empezar a trabajar? ¿Seguir estudiando? ¿Trabajar un tiempo y luego retomar los estudios? ¿Trabajar y alquilar algo? ¿Seguir en casa hasta terminar la facultad? La situación no es homogénea. Las opciones de un joven de clase media cuyos padres pueden, aun con esfuerzo, sostenerlo económicamente mientras termina los nueve años de la carrera de Medicina no son las mismas que las de uno que nació en un hogar pobre y desde los 16 tiene que contribuir a sostener a sus cinco hermanos menores. Son múltiples y muy diferenciadas las realidades que conviven en Ar-
gentina bajo la misma definición de juventud. Para ello José Natanson en su libro ¿Por qué los jóvenes están volviendo a la política? analiza las condiciones objetivas (demográficas, de clase, laborales) que distinguen a los jóvenes, pero también aquello que todos los jóvenes argentinos (ricos y pobres, varones y mujeres, porteños o tucumanos) tienen en común: el hecho de atravesar juntos un mismo tiempo histórico, es decir, la pertenencia a una misma generación. Creo que entender este panorama es esencial para analizar luego el resurgimiento político de la juventud.
UNOS Y OTROS La primera diferencia entre los jóvenes de clase media de aquellos nacidos en los sectores más bajos es demográfica. En los sectores populares, el momento del casamiento o la primera unión y el nacimiento del primer hijo se produce antes que en los sectores medios. La edad promedio de casamiento es de 20 años, contra 24 en los no pobres (los datos son de
1991, por lo que es posible que la edad de casamiento o primera unión se haya retrasado aún más en las clases medias, seguramente ampliando la brecha). Los hijos también llegan antes en los sectores populares, y de a muchos: el promedio oscila entre 4 y 5, contra 3 en los sectores medios. La idea se confirma si se comparan los distritos más pobres con los más ricos: la descendencia promedio es de 4,4 en Formosa, contra 1,9 en la Ciudad de Buenos Aires. Al mismo tiempo, la esperanza de vida al nacer también muestra diferencias entre los distritos: en Chaco, por ejemplo, es de 69,97 años, mientras que en la Capital Federal alcanza los 75,91 años. La implicancias de estos datos son cruciales. Como señala la socióloga Susana Torrado, aquellas personas que tuvieron la desgracia de nacer en una familia pobre están destinadas a vivir rápido (casarse pronto, tener precozmente su primer hijo) y morir antes. Su “consumo de vida” es diferente, lo que a su vez redefine la idea misma de juventud: tener 15 años es una cosa si uno pertenece a una familia de clase media y otra completamente diferente si es pobre. Este “ciclo de vida acelerado” tiende a reforzar la transferencia intergeneracional de la pobreza, en el sentido de la repetición de una serie de privaciones de una generación en otra. En efecto, asumir tempranamente responsabilidades familiares les impone a los jóvenes de los sectores populares la necesidad de conseguir un trabajo pronto para sostener a sus hijos, limitando drásticamente sus opciones: no pueden, por ejemplo, esperar hasta encontrar un empleo satisfactorio y se ven obligados a aceptar el primero que se le ofrece; muchas veces no tienen más remedio que dejar el hogar familiar para buscar un techo propio, con todas las exigencias económicas que esto entraña.
No obstante donde mejor se aprecian las dificultades que las transiciones familiares tempranas y las familias numerosas imponen a los jóvenes más pobres es en la imposibilidad de continuar sus estudios. Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC para el año 2000, el 85% de las mujeres y casi el 100% de los hombres de entre 15 y 19 años que ya están conviviendo en pareja tienen menos de doce años de educación. Del mismo modo, el 85% de las mujeres que tuvieron un hijo en la adolescencia tienen menos de diez años de educación. En otras palabras, quienes forman núcleos familiares, pronto muestran bajos niveles de escolaridad. La cobertura educativa se ha extendido en todo el mundo. Argentina no es la excepción y su perfomance es buena incluso si se la compara con los países vecinos: el nivel de inscripción neta en la escuela secundaria llegaa a 70,4% (contra 67,7% en Uruguay y 77% en Brasil), en tanto en el nivel terciario es de 68,1% (contra 64,3% en Uruguay, 49,8% en Chile y
apenas 30% en Brasil). Los años de escolaridad promedio llegan en Argentina a 10,4%, contra 5,9% del promedio de América Latina. La evolución es positiva, sin embargo las diferencias por niveles de ingreso son importantes. Mientras que los más pobres tienen en promedio 7,9 años de educación, aquellos ubicado en el quintil más alto de los ingresos, alcanzan en promedio 13,3 años. El hecho de que el nivel de ingresos de la familia condicione la cantidad de años que un joven estudia es tanto más grave si se considera que, desarmados durante los 90 casi todos los mecanismos del sistema de bienestar, la escuela permanece como uno de los pocos ámbitos capaces de generar una mayor igualdad, uno de lo pocos niveladores sociales con los que aún cuenta el Estado en una sociedad marcada por una dinámica económica excluyente. La tasa de rendimiento de la educación, que mide el impacto que la educación produce en el ingreso (o sea, cuánto aumenta el salario por cada
año de escolaridad que alcanza una persona). De acuerdo con algunas investigaciones realizadas en Argentina cada año de estudio permite incrementar los ingresos futuros en alrededor de un 10%. Con un dato extra: la tasa aumenta en períodos de recesión, lo que significa que las personas con más educación se encuentran mejor protegidas en momentos de crisis. Lo interesante de este tipo de estudios es que no se limitan a analizar los rasgos más notorios de una distribución social evidentemente injusta sino que ponen el foco en las trayectorias de los jóvenes, que son víctimas de desigualdades estructurales, en el sentido de que nacen ocupando un lugar desprivilegiado en la organización social, pero también sufren procesos de acumulación de desventajas que van agravando su situación y de los cuales es muy difícil escapar. Como un gen, la pobreza se transmite de padres a hijos y bloquea las posibilidades de ascenso social. Todo esto explota en el mercado de trabajo, vale aclarar que tanto los jóvenes ricos, pobres o de clase media, todos experimentan una inserción laboral más precaria que la de los adultos: según datos del INDEC para 2006, la tasa de desempleo de los jóvenes de 15 a 24 años era 2,5 veces el promedio. Además de más alto el desempleo juvenil también es más sensible el ciclo económico, más vulnerable a los shocks recesivos. Son los primeros en ser despedidos. Es interesante comprobar que la reducción de la tasa de desempleo en los últimos años agrandó la brecha entre generaciones, pues el desempleo juvenil cayó más lentamente que el promedio.<
DEL LIBRO ¿POR QUE LOS JÓVENES ESTÁN VOLVIENDO A LA POLÍTICA?, CAPITULO III, RETRATO DE LA JUVENTUD ARGENTINA. DE JOSÉ NATANSON