Tipografía

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O F I C I O S >> Darle voz a las palabras

Un vistazo a los cuadernos de trabajo de César Puertas. Arriba, bocetos de la fuente La República

El alma invisible de un libro Varios diseñadores tipográficos del país nos explican la importancia de un oficio que le da bases estructurales al diseño editorial. Las buenas fuentes definen el carácter de un texto >> José Agustín Jaramillo >> Fotografías Camilo Rozo 34>Noviembre 2011


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as letras eran joyas: el tipógrafo de hace siglos tallaba cuidadosamente cada bloque de acero y hacía sus propias herramientas para lograr formas y vacíos similares. Ahora el cuidadoso proceso manual dio paso –como todo– a las herramientas digitales, pero las letras, unidades del lenguaje escrito, siguen despertando interés y hasta pasión. No en vano un lector puede acoger o rechazar un libro por su fuente de portada o por la comodidad que siente al recorrer las líneas de texto, un proceso en el que el diseño de una letra tiene mucho que ver. En concreto, la tipografía va mucho más allá del diseño. El holandés Gerrit Noordzij dice que su oficio es, simplemente, “escribir con letras prefabricadas”. Según su premisa, se trata de un lenguaje y la decisión de escribir o, más aún, publicar un libro con una letra serifada, palo seco o script, es crucial. “Yo no miro las letras como letras sino como voces”, dice el director de arte de la revista El Malpensante, Ignacio Martínez, quien cursó una maestría en tipografía en la Universidad de Barcelona y actualmente realiza una investigación sobre la Fundición Bauer, un taller tipográfico catalán. “Pueden decir que estoy loco, pero siempre me pregunto cómo me hablan las letras: ¿Me lo susurran? ¿Me lo gritan? Como ciertas voces, hay tipografías que solo sirven para decir un par de palabras, pero con esas mismas voces a veces es imposible decir toda una frase.” El diseño tipográfico es un oficio de tradición. Sus orígenes se encuentran en Asia, alrededor del año 1.000, pero la cantidad de caracteres que requiere la escritura china hizo imposible su aplicación a gran escala. La era de la imprenta popularizó su uso en Alemania, Holanda y otros países de Europa y poco a poco se fueron creando tipos de letra y tendencias que marcaron la historia de lo impreso. Ya fuera por circunstancias políticas –censuras que obligaban el cierre de algunos talleres– o comerciales, algunos estilos se impusieron. Pero salvo contadas excepciones, hasta finales del siglo XX, el oficio del diseño tipográfico no se dio fuera de aquel continente debido a la complejidad de los procesos y altos costos de producción. Por todo eso, algunos teóricos del diseño y la comunicación visual definen a la tipografía como un oficio que se mueve entre tensiones: la creatividad del diseñador, las posibilidades técnicas del momento, las convenciones del lenguaje y las tendencias del mercado. Hoy se pueden encontrar más de 150.000 tipos de letra disponibles para la compra a través de internet en varios catálogos digitales. Una cantidad imposible de voces que hablan al mismo tiempo y que preocupan a la mayoría de diseñadores especializados porque su uso, sin cuidado, puede qui-

tarle calidad a varios productos editoriales. “La letra es tal vez el elemento más importante del diseño contemporáneo”, recuerda Carlos Fabián Camargo, quien desde hace más de diez años produce fuentes tipográficas en Andinistas, su propia fundidora digital. Martínez, por su parte, recuerda que para hablar de tipografía hay que ir más allá de las nociones de legibilidad y lecturabilidad. “No solo se trata de diseñar letras que se entiendan y que respondan a las convenciones del lenguaje. Pintar letras es rotulación y eso es a la tipografía lo que la plastilina es al Lego. Un tipógrafo no solo hace una letra, sino que piensa cómo funcionan entre ellas. Es la sistematización de la escritura.”

La tipografía en el diseño editorial En octubre de 2010 el diario colombiano La República fue publicado con un rediseño que centraba la nueva forma de presentar la información y su imagen de marca en una familia tipográfica –varias fuentes que pueden ser usadas y combinadas en una misma página– diseñada exclusivamente para ellos. El responsable de diseñar La República (el nombre de la fuente) fue el colombiano César Puertas, quien recién había llegado al país después de estudiar una maestría en la Real Academia de las Artes de La Haya, Holanda. No es capricho que una propuesta de diseño incluya una fuente exclusiva: “Cuando las editoriales se dan cuenta de la importancia del diseño tipográfico empiezan a buscar una voz propia”, explica Ignacio Martínez. Han tomado decisiones tradicionales como las Goudy, Garamond o Baskerville, pues las fuentes serifadas suelen ser una regla para los libros con grandes cuerpos de texto. El diseñador Camilo Umaña generó a partir de fuentes tradicionales una identidad clara para ciertas colecciones de la editorial Norma, pero otras casas, como el Fondo de Cultura Económica, se han preocupado por tener una exclusiva: se trata de Fondo, diseñada en 2007 por el mexicano Cristóbal Henestrosa y seleccionada para la bienal de tipografía latinoamericana Tipos Latinos un año después. Pero identificarse plantea un reto importante, pues el diseño tipográfico debe funcionar dentro de los límites que plantean las convenciones de la escritura y del alfabeto: las letras se deben poder leer. Julián Moncada, estudiante de la maestría en Diseño Tipográfico de la Universidad de Reading, Inglaterra, dice que el uso debe ser el motor del diseño de las letras. Actualmente trabaja con Lemona, una fuente de texto que nace de experimentar con lo que no se debería hacer dentro de los conceptos básicos de la tipografía. La clave es conciliar un diseño osado con la facilidad de lectura: “No es fácil lidiar con experimentos alrededor de convenciones con siglos de tradición”, dice. “Es fácil perder el rumbo y caer en algo que aunque pue-

César Puertas, tipógrafo colombiano

yo no miro las letras como letras sino como voces” – Ignacio Martínez

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Dos explicaciones gráficas de cómo se distribuyen las alturas y el peso en la fuente Lemona, del colombiano Julián Moncada

de ser apropiado para otros usos, no lo sería para textos literarios, que en general son extensos”. Hay otros experimentos como Legitima, de César Puertas, quien quería recuperar la fuente original con la que se había impreso la tercera edición de La Cicceide Legitima de Giovanni Lazzareli, publicado en Venecia en 1694. “Fue un trabajo de arqueología, cada letra tenía imperfecciones por el uso y por errores de impresión”. Puertas empezó a digitalizar cada uno de los caracteres y al compararlos logró identificar trazos específicos que le ayudaron a crear una versión final. Aunque se debe buscar identidad y carácter, la voz de los libros tiene que ser neutra. “El éxito de una tipografía de bloque de texto es que sea invisible”, dice Carlos Fabián Camargo. “La fuente no puede interferir en el sentido sino, al contrarío, apoyarlo”. Moncada lo complementa: “En un libro

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la tipografía debe entregar el contenido con efectividad, pero además debe darle carácter como pieza, como objeto. Mejor dicho, debe asistir al diseñador editorial para crear la atmósfera que desea alrededor del contenido y, al mismo tiempo, darle las herramientas necesarias para jerarquizar la información”. Sería imposible haber llegado a este nivel de desarrollo sin las herramientas de lo digital, pero ante la abundancia de tipografías que circulan en la red vale preguntarse si este oficio no se va a agotar. Para Moncada se necesita desarrollar el campo en alfabetos no latinos: “Hay muchos idiomas que carecen de la variedad y flexibilidad tipográfica con que contamos nosotros”, afirma. Pero hay otras soluciones, empezando por los nuevos soportes de lectura y escritura que exigen formas especializadas de visualizar las letras.

“En un punto tal vez se agoten”, señala Puertas. “Pero encontrar la tipografía precisa requiere un extenso trabajo de casting tipográfico y en ese punto le aseguro que las herramientas actuales hacen que requiera menos tiempo diseñar una tipografía nueva, propia y exclusiva, que encontrar la que usted está buscando para un producto editorial.” EL

Dos libros de reciente publicación describen distintos ámbitos del oficio tipográfico. Fuente de letras (Taschen), de Joep Pohlen, es un catálogo que explica el desarrollo de las fuentes más influyentes, mientras que Es mi tipo (Taurus), de Simon Garfield, reúne varias anécdotas sobre el origen y la influencia de tipos como Comic Sans, Futura, Verdana, entre otros.


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