SUPLEMENTO MENSUAL
JULIO 2018
TODAS
URGE APLICAR POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA INCLUSIÓN LABORAL EN BENEFICIO DE LAS MUJERES: ROBERTO CAMPA NACIONAL
Opinión José María Martínez • Teresa Guerra• Marta Ferreyra • Ricardo Bucio • Mariana López
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FOTO: SHUTTERSTOCK
(†) JESÚS D. GONZÁLEZ FUNDADOR
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TODAS SUPLEMENTO MENSUAL REGINA REYES-HEROLES MIGUEL REYES WENDY SOLIS LAURA ESCAMILLA PEDRO HERNÁNDEZ GUILLERMINA AYALA EMILIANO GONZÁLEZ YAZMÍN VELOZ BERENICE CHAVARRÍA
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La desigualdad de género tiene un alto costo económico. México solo podrá alcanzar sus objetivos de desarrollo si las mujeres participan plenamente en la economía, la sociedad y la política. Solo 47% de las mexicanas en edad de trabajar forma parte de la fuerza laboral, muy por debajo del promedio OCDE de 67%, de acuerdo con un estudio sobre políticas de género en México. El estudio impulsado por el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) reconoce que las mujeres mexicanas tienen un vínculo directo, no solo con la competitividad, sino también con la productividad incluyente del país; la cual, es necesario reconocer y potenciar. En estos años el Gobierno federal se ha empeñado en desarrollar políticas más eficaces que combatan la desigualdad y permitan el empoderamiento económico y laboral de las mujeres dentro de un contexto de la búsqueda de la igualdad sustantiva. En este número de TODAS podemos ver las distintas aristas de la condición
laboral que viven día a día las mexicanas, al mismo tiempo que reconocemos su contribución a la economía del país, tanto en trabajos remunerados como no remunerados. Para Inmujeres el establecimiento de la norma laboral y los programas de emprendimiento son sustantivos, de ahí la importancia de que el Sistema Nacional de Igualdad entre Hombres y Mujeres se haya elevado a nivel ministerial. El dique es la carga a las mujeres del trabajo de cuidados, sin paga y sin reconocimientos, de ahí que este problema se examina como asunto central en esta edición. Sabemos que se han registrado importantes avances, las mujeres están incorporadas a todas las actividades productivas y científicas. Pero aún siguen enfrentándose a muy diversas desventajas en la actividad productiva. También, un número creciente de mujeres asumen actividades generadoras de ingresos para el adecuado sustento familiar y de desarrollo y superación
personal; pero mientras las relaciones entre hombres y mujeres estén marcadas por diferencias como fuente de inequidad y de desventaja, estarán limitando su desarrollo. Estamos ciertas de que las posibilidades de alcanzar el desarrollo humano sostenido y sustentable, a mediano y largo plazos, están directamente vinculadas con el empoderamiento como el factor más importante para reducir la pobreza, la exclusión y la falta de oportunidades laborales. Por ello, gobierno y sociedad civil trabajamos con el objetivo principal de articular y fortalecer la instrumentación de políticas públicas con un carácter transversal e intersectorial para que atenúen las inequidades sociales. Todo esto con el trabajo permanente para cambiar las mentalidades, considerando que un freno para el desarrollo económico de las mujeres es la carga de las tareas de cuidado, que avanzará incorporando a los varones a las tareas y responsabilidades familiares.
3. MARIANA LÓPEZ ORTEGA
12. TERESA GUERRA
Instituto Nacional de Geriatría.
ONU Mujeres México
6. MARTA CLARA FERREYRA BELTRÁN
13. ROBERTO CAMPA CIFRIÁN
Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación
11. JOSÉ MARÍA MARTÍNEZ MARTÍNEZ Senado de la República
Secretario de Trabajo y Previsión Social
15. RICARDO BUCIO Secretario Ejecutivo del SIPINNA
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Opinión
PARTICIPACIÓN CONSTANTE Y ACTIVA Así ha sido siempre el papel de las mujeres en el trabajo de cuidados no remunerado.
ILUSTRACIÓN: SHUTTERSTOCK
VALENTINA YESENIA DELGADO DELGADO Recordemos que es importante tanto lo que se gana, como lo que se gasta, pensar en la manera de administrar el sueldo, siempre será en beneficio de un núcleo familiar.
E
l trabajo remunerado y no remunerado han sido tratados como una externalidad del sistema económico, el primero se refiere a aquellas actividades que realizan las personas al producir bienes y servicios con el fin de obtener un ingreso; el segundo, son trabajos integrados por actividades domésticas en el hogar, de cuidados y voluntarias, sin recibir sueldo alguno. Lo que muestra que uno del otro se nutren en diversas vertientes; es así que asociándolos a los aspectos de género, hemos presenciado que al paso de los años, aún existe la constante de obviar o analizar la inequidad, que castiga a las mujeres por su inserción más precaria en el empleo y su carga nada disminuida y poco valorada. El mercado laboral continúa siendo una institución portadora de desigualdades generando límites a las posibilidades reales de acceso y permanencia de las mujeres, ya que su participación es menor que la de los hombres. Sin duda, vivimos en una sociedad donde las mujeres necesitan estar capacitadas para enfrentar los retos cotidianos, condicionadas por su edad, nivel educativo, número de hijos, debiendo mantener y cultivar los valores con mayor insistencia que los hombres. En el ámbito laboral, casi siempre, predispone a las mujeres la intimidación, pues los hombres son a veces quienes se encuentran más capacitados para realizarlo, ya que las mujeres, para demostrar su capacidad de gestión, deben no solo manifestarlo mediante la aplicación del conocimiento, sino de una conducta impecable y, a pesar de ello y de los esfuerzos logrados, siguen siendo menos remuneradas que los hombres. Es cierto, las mujeres a lo largo de la historia han tenido una participación constante y activa en la vida social, política y económica. Sin embargo,
los cargos de alto nivel siguen indicando una participación mayoritaria de hombres, esto sucede a consecuencia de los tiempos que disponen las mujeres, de su doble tarea, dedicarse al hogar que definitivamente es un trabajo no remunerado e infravalorado, y salir a trabajar para cubrir las necesidades básicas de su familia, laborando medios tiempos o tiempos extensos menos remunerados por el tipo de plaza que se les asigna, y es aquí donde se observa una incorporación desigual entre hombres y mujeres, lo que quiere decir que se percibe una caída del trabajo no remunerado y un aumento del remunerado en los hombres al mejorar los ingresos. De ahí resulta, que son las mujeres quienes ocupan los puestos de trabajo menos remunerados, al realizar empleos subcontratados a destajo y trabajos poco estables, con escasos o ningún acceso al trabajo decente y en muchas ocasiones a la protección social. Lo que quiere decir es que, si esto persiste, tendremos que esperar otras décadas para eliminar completamente las diferencias salariales por género. Por lo que, insisto, se trata de entrarle todos (autoridades y ciudadanos) a esa igualdad de la que tanto se habla hoy, pues independientemente de los papeles que jueguen las parejas (mujer y hombre), sea dentro o fuera de casa, de la oficina, del trabajo, del negocio, del campo, debe haber igualdad de actividades, repartirse los quehaceres del hogar, el cuidado de los hijos, llevarlos en un horario que no perjudique en lo laboral, pues con una buena organización, diálogo y respeto todo se puede realizar en igualdad de circunstancias. Siendo flexibles, hombres y mujeres deben ajustar sus decisiones y cambios en la cantidad de trabajo remunerado y no remunerado al enfrentar situaciones diversas en el mercado laboral; logrando cambios. Solo así, se podrá decir que estamos en igualdad de condiciones.
Las mujeres, para demostrar su capacidad de gestión, deben no solo manifestarlo mediante la aplicación del conocimiento sino de una conducta impecable
Valentina Yesenia Delgado Delgado, Maestra en Derecho Fiscal.
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Sector Gobierno
CUIDADOS DE LA SALUD DE LOS ADULTOS MAYORES FOTO: SHUTTERSTOCK
Es necesario hacer una estimación del valor económico de los cuidados a personas de 60 años y más en México para su provisión.
MARIANA LÓPEZ ORTEGA
L
a población mexicana está envejeciendo a un ritmo acelerado y se espera que, en menos de 20 años, la proporción de adultos de 60 años y más se duplique. En el año 2015, este grupo de la población superó por primera vez al grupo de los niños de 0 a 4 años y se espera que en 2050 las personas mayores lleguen a representar 25% de la población. El envejecimiento poblacional y el cambiante perfil de salud-enfermedad hacia un constante incremento de enfermedades crónicas y sus consecuencias, imponen importantes retos económicos, sociales y de atención en salud. Uno de los retos es contar con servicios adecuados que permitan atender las necesidades derivadas de estos cambios. Por otra parte, la falta de un sistema profesional y especializado de cuidados de largo plazo delega a la familia el cuidado y atención de los adultos mayores, que la convierte en la fuente principal de soporte y de cuidados. El conocimiento científico sobre envejecimiento en México ha crecido de manera significativa; sin embargo, la investigación sobre la magnitud y el valor del apoyo familiar a los adultos mayores a nivel nacional es aún escasa. Contribuyendo en este sentido, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publica anualmente las cuentas satélites como parte del Sistema de Cuentas Nacionales de México. Específicamente, la Cuenta Satélite del Sector Salud de México (CSSSM) permite dimensionar la importancia de este sector, al estimar el valor de producción y la estructura del sector salud, así como la valoración del Trabajo No Remunerado que los hogares destinan a la Salud (TNRS). Para el año 2016, la CSSSM (año base 2013) reporta un Producto Interno Bruto (PIB) del sector salud con respecto del PIB nacional equivalente al 5.6% de la economía nacional. De este total, 4.2% equivale a actividades económicas del sector salud y 1.5% es el valor del trabajo no remunerado en cuidados de salud. Así, del total del PIB del sector salud, 74.4% corresponde a las actividades económicas del sector y 25.6% al TNRS. Del 1.5% del PIB que representa el TNRS, 0.4% del PIB corresponde al valor de los cuidados a personas de 60 años y más.
Los cuidados a personas de 60 años y más han crecido como proporción del total de cuidados de salud en los últimos siete años (2009-2016), representando 23.5% del TNRS en 2009 y 25.5% en 2016 por un valor de 73,679 millones de pesos. Como sucede con el cuidado a otros grupos de edad, los cuidados de salud dentro del hogar destinados a personas de 60 años y más son realizados principalmente por mujeres, quienes aportaron 72% del total del valor económico por un promedio de 7.2 horas por semana, comparado con 4.8 horas dedicadas en promedio por los hombres. En cuanto al total de tiempo destinado a dichos cuidados, los hombres realizaron 32.3%, y las mujeres 67.7%. En cuanto a la proporción de tiempo dedicado por tipo de actividad realizada, destacan: bañar, asear o arreglar a la persona mayor y darle de comer o ayudarlo a hacerlo, que representan 43% del total del tiempo dedicado a los cuidados. Esta información hace clara la importancia de estimar el valor económico de los cuidados a las personas mayores y visibilizar así la enorme contribución del trabajo no remunerado y contar con insumos para el diseño de estrategias de apoyo a estos cuidadores. Por otra parte, da cuenta de las persistentes inequidades de género al ser nuevamente en las mujeres sobre quienes recae la mayor carga de estos cuidados. Esto, en un gran número de ocasiones, en detrimento de su salud física y emocional, así como de su desarrollo personal y profesional. Es claro también que es indispensable apoyar a quienes brindan cuidado a las personas mayores, para disminuir, en la medida de lo posible, el impacto negativo que frecuentemente genera la intensidad del cuidado en la salud física y emocional de quienes ahora asumen estas tareas. Un gran número de países tanto de ingresos altos, como de ingresos medios, similares a nuestro país, han desarrollado múltiples estrategias de apoyo a las personas cuidadoras. Los tomadores de decisiones pueden revisarlas y considerar su factibilidad para ser replicadas o adaptadas en el país.
Como sucede con el cuidado a otros grupos de edad, los cuidados de salud dentro del hogar destinados a personas de 60 años y más son realizados principalmente por mujeres
Mariana López Ortega, Investigadora en Ciencias Médicas, Instituto Nacional de Geriatría.
FUENTE: Elaboración propia a partir de información generada en el INEGI. JULIO, 2018 | TODAS |
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RECONOCIMIENTO DEL TRABAJO DOMÉSTICO Y DE CUIDADOS FOTO: AP
AÍDA CERDA CRISTERNA
A
lcanzar la igualdad de género es una meta que lograremos solamente trabajando de manera corresponsable entre el gobierno, las empresas y la sociedad. Una de las tareas pendientes es la valoración social del trabajo doméstico y de cuidados, pues sigue siendo de las contribuciones menos reconocidas de las mujeres a la economía de los hogares y al crecimiento del país. ONU Mujeres ha llamado a esta carga “el impuesto oculto y más alto de las mujeres en términos económicos y de tiempo”.1 La sobrecarga de responsabilidades y tiempo destinados al mantenimiento del hogar y al cuidado de niñas, niños, personas adultas mayores, enfermas o con discapacidad, limita las oportunidades de las mujeres de integrarse al mercado laboral, de continuar estudiando y de acceder a puestos de toma de decisiones. Esto es grave porque la autonomía económica es un factor indispensable para la igualdad y el desarrollo. De acuerdo con McKinsey Global Institute2, si en México se cerrara la brecha entre mujeres y hombres en la fuerza de trabajo, el Producto Interno Bruto incrementaría 43% para 2025. Por otro lado, la desigualdad en la participación tiene un costo. El Instituto Nacional de las Mujeres3 ha estimado que la pérdida de capital humano proveniente de lo que dejan de ganar las mexicanas con nivel educativo medio superior y superior que no se insertan en el mercado laboral asciende a 240,000 millones de pesos al año. Es urgente cambiar la cultura de las organizaciones y los roles de género para poder aprovechar el talento de todas las mujeres. El sector privado puede hacer mucho para remover las barreras que las mujeres enfrentamos para ingresar y permanecer en el trabajo remunerado, así como para contribuir a la redistribución del trabajo doméstico y de cuidados que diariamente realizamos. La implementación de medidas que permitan conciliar la vida personal de mujeres y hombres con la vida laboral y que tomen en cuenta la diversidad de familias, el impulso a la trayectoria profesional de sus empleadas –sin castigarlas por el tiempo dedicado a la licencia de maternidad y a los cuidados, o por no extender
la jornada fuera de los horarios establecidos por la organización–, la instalación de salas de lactancia y el otorgamiento de licencias de paternidad más prolongadas, son prácticas que contribuyen a establecer un piso mínimo para el reconocimiento de este tipo de trabajo y a promover su distribución de manera más igualitaria. Existen numerosas posibilidades para crear dentro de las empresas un ambiente laboral que haga visible y considere el trabajo no remunerado. Una de ellas es la Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en Igualdad Laboral y No Discriminación4, certificación voluntaria que busca lograr un cambio en la cultura de las organizaciones, de modo que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades para crecer profesionalmente, y que esto se logre en corresponsabilidad con su vida personal, dentro de un espacio con accesibilidad, libre de violencia y discriminación. Es necesario dar al trabajo doméstico y de cuidados el valor que tiene. Sin él, no podríamos salir a estudiar y trabajar todos los días, mantenernos saludables o disfrutar de esparcimiento. Reconozcamos la productividad que genera y su aportación tanto al desarrollo económico del país como al bienestar de la sociedad, los hogares y las personas.
Es urgente cambiar la cultura de las organizaciones y los roles de género para poder aprovechar el talento de todas las mujeres
Aída Cerda Cristerna, Directora de los Derechos Económicos de las Mujeres en el Instituto Nacional de las Mujeres.
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REFERENCIAS: [1] ONU Mujeres (2016). Trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Disponible en: http://mexico.unwomen.org/es/digiteca/publicaciones/2016/01/trabajo-domestico [2] McKinsey Global Institute (2017). Where will Latin America’s growth come from? Disponible en: https://www.mckinsey.com/featured-insights/employment-and-growth/how-to-counter-three-threats-to-growth-in-latin-america [3] Instituto Nacional de las Mujeres (2015). El costo económico de desperdiciar el talento femenino. Disponible en: http://cedoc.inmujeres.gob.mx/ documentos_download/BoletinN6.pdf [4] Más información en https://www.gob.mx/inmujeres/acciones-yprogramas/norma-mexicana-nmx-r-025-scfi-2015-en-igualdad-laboral-y-no-discriminacion.
Organismo Internacional
TODAS Y TODOS GANAMOS ILUSTRACIÓN: SHUTTERSTOCK
Si se combaten las brechas de desigualdad en el mundo laboral, la sociedad avanzará.
ALFONSO MARTÍNEZ SÁENZ
L
a condición de las mujeres en el mundo laboral refleja de manera clara su posición en nuestras sociedades. La división sexual del trabajo es una realidad y esto no solo en México, sino también en países que pueden ser considerados como avanzados en el tema de la igualdad de género; estamos hablando de los países nórdicos, por ejemplo. Ahora bien, resulta necesario organizar una respuesta ante este fenómeno, una reacción para reducir la brecha salarial, incrementar la inclusión de las mujeres en el mercado laboral y a fin de cuentas, apoyar la autonomía económica de las mismas. Dicha reacción tiene que ser institucionalizada, creativa y que, al mismo tiempo, incentive a la sociedad a cambiar el paradigma de las desigualdades laborales entre mujeres y hombres. El gobierno mexicano, desde hace ya varias administraciones, se esfuerza en atacar este problema. Una de las herramientas es la Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en Igualdad Laboral y No Discriminación. Desde la evolución del Modelo de Equidad de Género, hacia lo que hoy en día es la norma, se busca convencer a las empresas e instituciones de la importancia de contar con estructuras y políticas que promuevan la igualdad entre mujeres y hombres en el mundo laboral. Aunque la misma sea perfectible, parece necesario continuar con dichos esfuerzos. Como parte del programa de cooperación para la cohesión social en América Latina EUROsociAL+, el cual es financiado por la Unión Europea, se está llevando a cabo una evaluación de dicha norma. Evaluar una Norma de Igualdad es un pilar estratégico en la construcción latinoamericana de mejores condiciones laborales para las mujeres. Así pues, la propuesta del Inmujeres de hacer una evaluación de la norma, corresponde con la visión del área de género del programa EUROsociAL+. La metodología utilizada va más allá de contar con un acompañamiento técnico por parte de una experta internacional, Yvette Ramos. Se trata, pues, de un aprendizaje entre pares, entre administraciones públicas de Europa y América Latina. Así, una de las herramientas que el programa permite es la visita de estudios. En ese sentido, se organizó una visita de estudios a Francia, Bélgica y Dinamarca para una delegación del Inmujeres. Dicha visita permite enriquecer la reflexión (interna y externa) de cómo se puede mejorar esta certificación.
Resulta importante señalar algunos de los aprendizajes de los intercambios que hemos entablado con el equipo técnico y con el Consejo Interinstitucional que se ocupa de la gestión y coordinación de la Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en Igualdad Laboral y No Discriminación; pero también con las personas expertas internacionales que se pudieron conocer durante la visita. Uno de ellos, es la necesidad de contar con un estándar que sea atractivo y que seduzca a las empresas e instituciones. Si no se puede obligar jurídicamente, es necesario contar con una pizca de creatividad que permita impulsar y exportar una norma que promueva condiciones de igualdad entre mujeres y hombres. Esto ante una dificultad casi mundial, las brechas de género en el mundo laboral. Por ejemplo, en Dinamarca se tiene una segregación muy importante entre los sexos; las mujeres están sobrerrepresentadas en el sector público y los hombres en el privado. Otro aprendizaje está ligado a la brecha salarial. Nuevamente, la misma brecha existe en países que consideramos como “avanzados”. La forma de combatirla se lleva a cabo de manera diferente, la sindicalización y la negociación de contratos a nivel de gremio son una herramienta útil para romper con la división sexual del trabajo. Por otro lado, también resulta importante hablar de proporcionalidad y de accesibilidad. La accesibilidad para que todas las empresas e instituciones puedan obtener una certificación o valoración de sus esfuerzos en pro de la igualdad laboral. Y la proporcionalidad ligada al hecho de que puede ser contraproducente imponer un mismo marco regulatorio a pequeñas y medianas empresas y a grandes multinacionales. Se deben de valorar los esfuerzos de las Pymes, pues sus condiciones son particulares. Finalmente, sí es importante continuar con el objetivo de combatir la desigualdad de género en el mundo laboral. La Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en Igualdad Laboral y No Discriminación es una herramienta; pero también deben de crearse e implementarse varias más para confrontar la situación actual de desigualdad y sobre todo tener una política pública coherente. Por ejemplo, lanzar una reflexión sobre los horarios de trabajo, las capacidades de infraestructura para el cuidado de niños, entre otros. Promover la autonomía económica de las mujeres es una apuesta en la cual ganamos todas y todos.
Promover la autonomía económica de las mujeres es una apuesta en la cual ganamos todas y todos
Alfonso Martínez Sáenz, Responsable del proyecto EUROsociAL+, Área de Equidad de Género.
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Sector Gobierno
LOS CUIDADOS: RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
ILUSTRACIÓN: SHUTTERSTOCK
La sobrecarga de trabajo afecta el uso del tiempo y los proyectos de vida de mujeres y niñas.
MARTA CLARA FERREYRA BELTRÁN
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ivimos porque dependemos. Somos seres sociales, estamos entretejidos en redes de relaciones gracias a las cuales sobrevivimos, crecemos, adquirimos un lenguaje, aprendemos las lógicas culturales y las reproducimos y, sobre todo, nos constituimos en lo que somos: seres sociales. Nacemos como seres inmaduros e incompletos, y son los cuidados los que completan esta maduración. Sin embargo, la sociedad contemporánea echa un manto de olvido sobre este hecho primario invisibilizando los cuidados de nuestras necesidades básicas, alimentando la idea de individuos autónomos cuando la realidad nos dice que, a lo largo de toda nuestra vida, necesitaremos diversas formas de cuidado y buscaremos afanosamente a alguien que nos los prodigue (de manera remunerada o no), en la salud y en la enfermedad. Y aunque la cuestión de los cuidados, a través de la división sexual del trabajo, sobrecarga de manera desproporcionada la vida cotidiana tanto de las niñas como de las mujeres del mundo1, lo que afecta por ello no solo su uso del tiempo, sino también sus proyectos de vida. La insuficiente respuesta por parte del Estado, la falta de políticas adecuadas de las empresas y los limitados recursos de las familias hacen que la cuestión de los cuidados acabe convirtiéndose en un nudo gordiano de la vida y de la calidad de la atención que merecen las personas dependientes, como pueden ser los niños, las niñas, las personas adultas mayores, las personas con discapacidad temporal y permanente, las personas con condiciones de salud que requieren cuidados especiales, etc. de la vida familiar y del desarrollo económico de este país. Es necesaria una política pública que transversalice la perspectiva de inclusión y no discriminación, que cuente con presupuesto específico
suficiente y que coordine a todas las instancias institucionales que tienen algo que decir en esta materia, optimizando los recursos humanos y económicos para su aplicación. Los principios sobre los que debe fundarse una política pública integral de cuidados son los siguientes: 1. Reconocimiento del derecho al cuidado; y del valor y la necesidad de los cuidados; con todos los efectos que esto tiene en las vidas de las personas cuidadoras y de las personas dependientes, en las familias y en el desarrollo económico, social y político del país. 2. Conciliación de las fragilidades e imprevistos de la relación trabajo/vida personal y familiar. 3. Reducción de cargas (oficinas virtuales para trámites), de tiempo de trabajo (horarios razonables, compactos y flexibles); de tiempo de transporte… (contar algunas como horas de trabajo). 4. Redistribución, reparto equitativo de las responsabilidades de cuidado y domésticas entre los integrantes del grupo familiar, empresas y Estado. 5. Corresponsabilidad de las instancias que participan y cooperan en la distribución: Estado, empresas y familias. Por todo lo anterior es fundamental reconocer esta parte de nuestra vida democrática, en tanto no es solo un modelo de gobierno de lo público, sino que debe permear en las dinámicas de las relaciones entre las personas. Hombres y mujeres estamos sometidos a relaciones de dependencia, no podemos sobrevivir sin lazos solidarios.
Hombres y mujeres estamos sometidos a relaciones de dependencia, no podemos sobrevivir sin lazos solidarios
Marta Clara Ferreyra Beltrán, Directora de Promoción de la Cultura y No Discriminación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.
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REFERENCIA: [1] De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2014, en México las mujeres realizan tres veces más trabajo de cuidado que los hombres.
Entrevista POR: BERENICE CHAVARRÍA
EL TRABAJO DEL HOGAR Y DE CUIDADOS: UN BIEN PÚBLICO Para reducir la carga de trabajo no remunerado, es necesario implementar buenos servicios públicos de cuidado, tanto para niñas y niños, como para personas de la tercera edad y aquellas con necesidades especiales. El trabajo no remunerado del hogar y de cuidados debe dejar de ser cuestión de mujeres; es una corresponsabilidad del gobierno y la sociedad, destaca Juliette Bonnafé, especialista de programas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres México, y añade que “con sociedades más justas vamos a producir más riqueza y desarrollo. Si se respetan los derechos de niñas, niños, mujeres y hombres, vamos a conseguir mejores sociedades”.
FOTO: CORTESÍA
¿Cuál es el valor económico del trabajo no remunerado en México? Este trabajo, en su inmensa mayoría, es realizado por mujeres, y el valor económico que tiene es gigante. Se ha calculado que asciende a 24.2% del Producto Interno Bruto (PIB); el equivalente a 4.4 billones de pesos. Los economistas lo presentan como un subsidio de las mujeres a la economía del país y es un subsidio enorme.
Con sociedades más justas vamos a producir más riqueza y desarrollo, si se respetan los derechos de niñas, niños, mujeres y hombres, vamos a conseguir mejores sociedades
¿Cuáles son las condiciones en que se desarrollan estas labores? Los días de un hombre y una mujer son radicalmente diferentes. Por ejemplo, un hombre trabaja por las mañanas y por las tardes vuelve a casa. Sin embargo, una mujer se levanta, cocina, lleva a los niños a la escuela, trabaja y regresa a las labores del hogar. Lo mismo ocurre con quienes tienen bajo su responsabilidad adultos de la tercera edad o enfermos que requieren cuidados especiales. Se tiene menos tiempo para el ocio y el cuidado personal. Esta abrumadora carga del trabajo no remunerado y de cuidados limita mucho sus oportunidades. ¿Cuál es la brecha entre el trabajo remunerado y no remunerado? En el trabajo remunerado también se puede observar la desigualdad. Para beneficiar ambos aspectos, se deben erradicar diferencias. Por ejemplo, si alientas a los hombres a compartir las responsabilidades de cuidado, contribuyen al trabajo no remunerado, ya que las mujeres podrán buscar más oportunidades laborales. La masa de las mujeres en el mercado laboral sí va a contribuir al cambio. En México, solo se tiene a 43% de mujeres en participación laboral,
es de las tasas más bajas de América Latina. Sin embargo, también es tarea de las empresas el mejorar las condiciones para erradicar la desigualdad y violencia hacia el género femenino. ¿De qué forma la sociedad puede valorar y reconocer este trabajo? Estamos todos con una serie de prejuicios que habría que cambiar, se tiene la idea de que las mujeres solo están para el cuidado de personas, de casas. Mientras el hombre está para tener responsabilidades económicas y trabajar del lado de la esfera pública. Estos estereotipos explican la repartición de trabajo no remunerado en la sociedad mexicana; considero que el punto a atacar es un cambio cultural. ¿Qué debe hacer el gobierno para mejorar las condiciones? Es importante reconocer el trabajo del hogar y de cuidados como un bien público, ya que es un subsidio para el país. Hay que tener un Sistema Nacional de Cuidados, esto tiene que dejar de ser un asunto de mujeres; es una corresponsabilidad de la sociedad en general y el Estado. No es solo hacer que en casa cada quien lave los trastes que salen en el día a día; sino que también tengamos toda la oferta de servicios que vienen del gobierno para poder compartir esta carga. ¿Desde ONU Mujeres cómo atacan las problemáticas que se derivan de esta situación? Trabajamos con el gobierno para la creación del Sistema Nacional de Cuidados. También difundimos estudios para visibilizar esta labor de las mujeres, ya que así es posible valorar y reconocer. Es importante la generación de campañas que ayuden a erradicar prejuicios, nosotros tenemos muchas que ayudan a reforzar un cambio cultural. Se proponen estrategias para evitar retrocesos y avanzar en el empoderamiento económico; como reconocer, reducir y redistribuir el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado entre familia y Estado. JULIO, 2018 | TODAS |
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Reportaje POR: REDACCIÓN
FLEXIBILIDAD LABORAL EN MÉXICO Entre sus desventajas están los bajos salarios que afectan a las mujeres.
ILUSTRACIÓN: SHUTTERSTOCK
A la par de este cambio, con la llegada de nuevas tecnologías y la competencia global, la realidad laboral ha cambiado sustancialmente
L
a flexibilidad laboral, que parece ser el anhelo de muchas mujeres para poder conciliar la vida profesional con la vida familiar, se convierte en un fenómeno que las afecta seriamente, ya que las mujeres terminan trabajando más horas, cumpliendo con las labores domésticas y de cuidado, con salarios más bajos, sin seguridad social y generando que sus descendientes nazcan en una desigualdad que les limitará las oportunidades de desarrollo en el futuro. A partir de los años 80, en México, la participación de las mujeres en los sectores productivos creció aceleradamente ante la necesidad de aportar al ingreso familiar por la caída del poder adquisitivo de los salarios. A la par de este cambio, con la llegada de nuevas tecnologías y la competencia global, la realidad laboral ha cambiado sustancialmente. Uno de estos cambios es la flexibilidad laboral que ha traído consigo los contratos temporales, la subcontratación por parte de las empresas y el trabajo desde casa, entre otros.
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De acuerdo con la economista y feminista Carmen Ponce, la flexibilidad laboral es la eliminación de rigideces en el marco jurídico que regula las relaciones laborales. Esto se traduce en que ahora hay más contratos parciales, no hay contratos por escrito, no hay pensiones, hay despidos sin indemnización, no hay seguridad por accidentes de trabajo o por invalidez y las mujeres bajo estos esquemas de contratación no pueden acceder a créditos de la vivienda o a derechos como la seguridad social y las guarderías. “Un efecto muy grave y muy importante para las mujeres de este fenómeno es la pérdida de un derecho laboral fundamental: la seguridad social. Esto es muy serio, ya que una mujer sin seguridad social no tiene derecho a guarderías, por ejemplo, y tiene que dejar a sus hijos e hijas en estancias infantiles privadas que no tienen el mismo nivel que las guarderías del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), o con familiares en donde los menores no pueden tener un desarrollo óptimo. En México, solo el 18% de las mujeres tiene acceso a una guardería. Esta situación afecta a sus descendientes colocándolos, desde que nacen, en una situación de desigualdad”, señala Ponce. En el país, el porcentaje de mujeres en la informalidad laboral (sin seguridad social) es de 45%, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) para el segundo semestre de 2017. Como parte importante de esta flexibilización laboral, están los bajos salarios que tanto afectan a las mujeres, porque son ellas quienes están en la base de la pirámide de los salarios, explica la economista. En 2005, 1,241,000 mujeres ganaban más de cinco salarios mínimos, para 2017, esta cifra se redujo a 713,666. “A estas alturas, nadie piensa que un salario de 80 pesos diarios pueda cumplir con lo establecido en el Artículo 132 de la Constitución, ni siquiera cubre la línea de bienestar que establece el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)”, señala. Esta situación no ocurre solamente en México, sino que se trata de un fenómeno global. Sin embargo, la especialista señala que debe cumplirse con la ley para evitar más consecuencias que sigan abonando a este proceso de desigualdad y de feminización de la pobreza, acompañado por una pobreza intergeneracional a causa de los bajos salarios, la falta de estabilidad y la falta de acceso a estos derechos que no “son un favor”, sino el resultado de la lucha de trabadores y trabajadoras durante años.
Academia
DESIGUALDAD ECONÓMICA El valor económico de las labores domésticas y de cuidados no remunerados representa un alto porcentaje del PIB en México.
EDITH PACHECO GÓMEZ
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ablar del trabajo remunerado y no remunerado de mujeres y hombres nos remite a una discusión de larga data sobre la importancia del trabajo en la reproducción de una sociedad y en la vida de las personas. A fines de la década de los setenta y principios de los años ochenta, en México se dio un amplio debate sobre el trabajo doméstico realizado en los hogares fundamentalmente por mujeres. Al visibilizar una división sexual del trabajo desigual, el debate se situaba en el carácter productivo o improductivo del trabajo doméstico no remunerado. Fue el contexto de crisis de la década de los años ochenta el que focalizó la mirada sobre el trabajo remunerado de las mujeres. En esa década se presentó un incremento de participación femenina en el mercado de trabajo que se adjudicó, en buena parte, a la necesidad de los hogares por contar con mayores ingresos para lograr su reproducción cotidiana, pero también se indicaba que el aumento de escolaridad en algunos sectores de la población conducía a insertarse en el mercado laboral a un grupo mayor de mujeres. Así, mientras a inicio de los años setenta solo un poco más de 17% de las mujeres en edad de trabajar estaban insertas en el mercado de trabajo, a inicios de los noventa este porcentaje ya superaba 30%. Una de las características de la creciente participación femenina, durante el periodo histórico denominado “década perdida”, fue que las mujeres casadas y con hijos se estaban incorporando en mucha mayor magnitud al trabajo remunerado. Ahora bien, es hasta este siglo que se reconoce ampliamente el carácter productivo del trabajo doméstico y de cuidados. Por un lado, son las economistas feministas las que recuperan la discusión teórica sobre el trabajo no remunerado de las mujeres en el marco de la reproducción
social. Por otro lado, el órgano que emite las recomendaciones internacionales para la medición del trabajo, en el marco institucional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), reconceptualiza el concepto trabajo en su reunión llevada a cabo en 2013, reconociendo cinco formas de trabajo, entre las que se encuentra el trabajo doméstico y de cuidados. Ahora bien, en nuestro país tenemos la ventaja de contar con información sobre el trabajo no remunerado —doméstico y de cuidado— desde la década de los años ochenta, a partir de la información recabada en las encuestas nacionales de empleo. Pero son las encuestas de uso del tiempo, llevadas a cabo a partir de los años noventa, las que permiten profundizar en la importancia de este tipo de trabajo, siendo uno de los insumos principales para poder obtener lo que se denomina la Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares. La última evaluación indica que el valor económico de las labores domésticas y de cuidados no remunerados representó 23.2% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional en 2016. En este contexto nos preguntamos ¿cómo se organiza ese trabajo no remunerado en México? Pues bien, mientras las mujeres dedican en promedio cerca de 30 horas a la semana al trabajo doméstico y de cuidados, el involucramiento de los hombres no rebasa las 13 horas semanales. Con este simple dato, podemos indicar que aquella división sexual del trabajo desigual que era tema sustantivo en los años setenta sigue siendo vigente cincuenta años después. En un contexto en el que la participación de las mujeres en el trabajo remunerado ha superado 40%, se visibiliza claramente una de las desigualdades más apremiantes en nuestra sociedad.
Mientras las mujeres dedican, en promedio, cerca de 30 horas a la semana al trabajo doméstico y de cuidados, el involucramiento de los hombres no rebasa las 13 horas semanales
Edith Pacheco Gómez, Investigadora de El Colegio de México.
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POR: SEMMÉXICO
PARTICIPACIÓN LABORAL FEMENINA
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avid Kaplan, especialista Sénior en la División de Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), sostiene que es muy baja la participación de las mujeres en la vida laboral mexicana. Cuando ve las diferencias de género en el desempleo, subempleo, y desempleo encubierto, observa que las cifras no siempre son más desfavorables para las mujeres. Las tasas de informalidad y desempleo son similares para mujeres y hombres, mientras la tasa de subempleo es menor para las mujeres que para los hombres. Es grave la disminuida participación laboral de las mujeres. Y tiene que ver con falta de oportunidades, discriminación, educación y la carga del cuidado. Ello afecta la tasa de empleo en general, y es reducida porque la del empleo femenino es extremadamente baja. El empleo de mujeres es de 45.1%, 14.3 puntos porcentuales menos que el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (59.4%). Esta baja participación femenina en el mercado laboral es además un problema social, pero claramente es un problema económico también. La OCDE estima que una reducción de 50% en la brecha de género respecto a la participación laboral generaría 1,100 dólares adicionales al Producto Interno Bruto (PIB) per cápita en 2040. El experto se pregunta ¿por qué la tasa de empleo de mujeres es tan baja en México? Por falta de oportunidades laborales. Hay una fuerza laboral potencial de 16.3% de mujeres disponibles para trabajar, pero no buscan empleo activamente. A este grupo habría que agregar muchas madres solteras que no están disponibles para trabajar por falta de opciones viables para el cuidado de sus hijos. Las normas culturales que aún existen, suponen que la mujer debe estar en casa, lo que es parte de la explicación. El cuidado de los hijos se agrava debido a que México es el país de la OCDE con más horas de trabajo por persona ocupada. Según un estudio reciente de la OCDE, en México 17.8 % de los hombres ocupados y 8.9% de mujeres trabajan 60 horas o más cada semana. El promedio de la OCDE es de 7.9% para hombres y 3.1% para mujeres. Las cifras de Chile, el único otro país latinoamericano con estas cifras reportadas, son 10.7% para hombres y 5.5% para mujeres. Tal vez un adulto en una familia con hijos pueda estar en la oficina hasta las 10 de la noche, pero alguien tendrá que ocuparse de ellos. La probabilidad de que sea la mujer quien sacrifique su carrera profesional, ante la posibilidad de que la mamá y el papá tengan horarios laborales intensivos, es muy alta. Kaplan afirma que la discriminación laboral tiene mucho que ver con el problema. Nos horrorizamos al ver a un jefe despidiendo a una mujer
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FOTO: OCTAVIO HOYOS/MILENIO
Si se logra elevar, traería beneficios sociales y económicos enormes.
La probabilidad de que sea la mujer quien sacrifique su carrera profesional, ante la posibilidad de que la mamá y el papá tengan horarios laborales intensivos, es muy alta por estar embarazada, las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señalan que las pruebas de embarazo obligatorias son comunes en el mundo del trabajo. Además, muchos anuncios de trabajo son claramente discriminatorios, pidiendo que la mujer sea joven y físicamente bonita, soltera y sin hijos, o de tez blanca. En el lugar del trabajo, 6.6% de mujeres trabajadoras ha experimentado algún tipo de violencia sexual, incluyendo intimidación, acoso-hostigamiento y abuso. En general, 22.5% de mujeres trabajadoras ha sufrido algún tipo de violencia en el ámbito laboral. Ante este panorama laboral, la decisión de muchas mujeres de no participar en el mercado laboral es fácil de entender. Las decisiones educativas también pueden tener algo que ver con el problema. Tradicionalmente son los niños quienes estudian carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), que suelen ser las más demandadas en el mercado laboral, mientras las niñas estudian carreras con peores perspectivas laborales. En este contexto, un programa de orientación laboral como uno piloto exitoso puede fomentar mejores elecciones de carreras por parte de las niñas y, por tanto, mejorar las oportunidades laborales de las mujeres. La participación laboral femenina en México es extremada y preocupantemente baja. Si el país pudiera encontrar formas de elevar la participación laboral femenina, al menos a los niveles de otros países latinoamericanos, los beneficios sociales y económicos podrían ser enormes.
Poder Legislativo
A TRABAJO IGUAL, SALARIO IGUAL ILUSTRACIÓN: SHUTTERSTOCK
Una asignatura que está pendiente para lograr la igualdad y la equidad en la población.
JOSÉ MARÍA MARTÍNEZ MARTÍNEZ
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omo sabemos, la igualdad de género en las políticas públicas sigue siendo uno de los temas pendientes de la transición democrática. Casos sobran en los partidos políticos, el Tribunal Electoral, el sector público y en la iniciativa privada. Lo más condenable de esto es la remuneración salarial. El artículo 86 de la Ley Federal del Trabajo señala que, a trabajo igual, desempeñado en puesto, jornada y condiciones de eficiencia, corresponde un salario igual. Sin embargo, este mandato sigue siendo una aspiración, en particular para las trabajadoras. Estudios recientes muestran que el ingreso es uno de los rubros donde más se marca la desigualdad de género, debido a que una cantidad considerable de mujeres trabaja sin recibir pago alguno y cuentan con menos tiempo para el trabajo en el mercado formal. Considérese que el trabajo doméstico consume parte importante de su tiempo, por estar distribuido de forma desigual con los hombres, a lo que hay que añadir la insuficiente oferta de servicios de cuidado infantil y de prácticas laborales flexibles 1. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el progreso de las mujeres en el ámbito educativo no se ha reflejado en una mejora laboral2. Siguen viéndose en la situación de aceptar empleos de menor calidad por las circunstancias ya mencionadas3. A escala mundial, la probabilidad de que las mujeres participen en el mercado laboral sigue siendo casi 27% menor a la de los hombres4. Según la OIT, las mujeres en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) perciben 16% menos en su salario que los hombres; México ocupa el lugar 83 de 135 países en el último reporte de Brecha de Género del World Economic Forum5. Como senador he presentado diversas iniciativas para reformar la Ley del Trabajo, la Ley del Seguro Social, la Ley del Impuesto Sobre la Renta (ISR) y la propia Constitución, encaminadas a conciliar la vida laboral y familiar de madres y padres trabajadores6. Estoy convencido de que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, promovida por la ONU, representa un horizonte que debemos atender, pues justo en los objetivos asumidos están la creación de mejores empleos para las mujeres, la protección social universal y la adopción de medidas para reconocer, reducir y redistribuir las labores de cuidado y las tareas domésticas no remuneradas, para promover el crecimiento económico
sostenido, inclusivo y sostenible. Considérese que, en el país, de cada cinco pequeñas y medianas empresas que abren, tres están lideradas por mujeres7, que son las que mejor saldan sus préstamos8; y según el INEGI aportan 37% al Producto Interno Bruto (PIB). Confío que en el cambio de régimen que ha iniciado en el país, podamos sacar adelante esta asignatura, colocándola al centro de la cuarta transformación de México. Por el momento, han llegado al Congreso de la Unión la mitad de legisladoras. Seguro estoy impulsarán esta agenda. REFERENCIAS: [1] Desigualdad de género. Gobierno Federal. Disponible en: cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/100923.pdf [2] Un estudio del Centro de Investigación de la Mujer en Alta Dirección señala que las mujeres tienen mayores tasas de graduación de educación terciaria (universitaria) que los hombres (21% comparado con 18%). [3] Una situación incluso inconvencional, si consideramos que el Estado mexicano ha ratificado instrumentos internacionales como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, cuyo artículo 11 le obliga a adoptar medidas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera del empleo, a fin de asegurarle condiciones de igualdad con los hombres y tener los mismos derechos. [4] Mujeres en el trabajo, tendencias 2016. Organización Internacional del Trabajo. Disponible en: www.unesco. org/library/PDF/wcms_457094.pdf [5] Estadísticas sobre mujeres y empresarias en México. Centro de Investigación de la Mujer en Alta Dirección. Disponible en: ipade.mx/wp-content/ uploads/2017/04/Estadisticas_sobre_mujeres_y_empresarias_en_Mexico.pdf [6] Ahora bien, si tomamos como punto de partida la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995), deja mucho que desear. [7] Secretaría de Hacienda y Crédito Público. En Mujeres en el trabajo, tendencias 2016. Organización Internacional del Trabajo. Disponible en: www. unesco.org/library/PDF/wcms_457094.pdf [8] Indicadores del Centro de Investigación de la Mujer en Alta Dirección
El ingreso es uno de los rubros donde más se marca la desigualdad de género, debido a que una cantidad considerable de mujeres trabaja sin recibir pago alguno y cuentan con menos tiempo para el trabajo en el mercado
Sen. José María Martínez Martínez, Presidente de la Comisión Familia y Desarrollo Humano del Senado de la República.
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ONU
LAS MUJERES AL FRENTE
FOTO: SHUTTERSTOCK
La sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado y de cuidados es un factor estructural de la desigualdad de género.
TERESA GUERRA
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a desigualdad entre mujeres y hombres comienza en el hogar, en la división de las tareas cotidianas y continúa manifestándose en prácticamente todas las esferas de la sociedad, incluyendo el ámbito laboral. En México, la participación laboral de las mujeres es alrededor de 44%, mientras que la de los hombres es de 78%1. En 2016, la brecha de género en el empleo en México fue de las más altas en comparación con los demás países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)2. Si solo se compara la tasa de empleo femenino, la participación de las mujeres mexicanas es de las más bajas, solo por encima de Turquía (28.7%) y Grecia (41.7%), y muy por debajo del promedio de los países de la OCDE (60.1%). Asimismo, las brechas de género en la participación laboral tienden a incrementarse durante los años de formación de la familia y durante la maternidad. De acuerdo con la OCDE, las mujeres en México realizan más de tres cuartas partes de todo el trabajo doméstico y de cuidados de niñas y niños sin remuneración. Es decir, las mujeres dedican 28.8 horas a la semana a las actividades de cuidado, mientras que los hombres sólo les dedican 12.4 horas a la semana3. Lo anterior no es menor: el valor económico en México del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, llevado a cabo casi en su totalidad por mujeres, ascendió a más de 24%
Teresa Guerra, Especialista en estadísticas con perspectiva de género en ONU Mujeres México.
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La desigualdad entre mujeres y hombres comienza en el hogar, en la división de las tareas cotidianas y continúa manifestándose en prácticamente todas las esferas de la sociedad, incluyendo el ámbito laboral
del Producto Interno Bruto (PIB) en 20154, lo que demuestra la importancia de este tipo de trabajo, así como la necesidad de reconocerlo. Esta sobrecarga de trabajo afecta desproporcionadamente a las mujeres. Si se suman las horas dedicadas al trabajo pagado más las destinadas al trabajo no remunerado, en el caso de México, los hombres contribuyen un poco más de 40%, mientras que las mujeres dedican 60%5. Es decir, las mujeres mexicanas trabajan más horas que los hombres y a pesar de que ellas tienen acceso al mercado de trabajo, esto no ha sido un factor para que el trabajo doméstico que realizan disminuya o se comparta de manera más igualitaria al interior de los hogares. Entre las implicaciones que tiene este tipo de desigualdad están el disponer de menos tiempo para la participación social y política, la especialización, el aprendizaje y el ocio. Además, cuentan con menor tiempo para el cuidado personal, lo que genera repercusiones en la salud física y mental. En el ámbito laboral tienen más dificultades para avanzar en su profesionalización e insertarse en un trabajo bien remunerado fuera del hogar, ya que la necesidad de horarios y esquemas flexibles las obliga a insertarse en trabajos de menor valoración, menores ingresos y sin protección social. Las mujeres tienen derecho a las mismas oportunidades que los hombres en el mercado laboral. Para lograrlo, es necesario una corresponsabilidad social en el trabajo doméstico y de cuidados, mediante la mejora y ampliación de servicios, infraestructura y políticas de inclusión laboral. Esto tendrá un impacto directo en el desarrollo de país y se promoverá un crecimiento económico sustentable para toda la sociedad. Sólo así se podrá lograr una igualdad sustantiva entre mujeres y hombres. REFERENCIAS: [1] INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2018. [2] Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE. La Lucha por la Igualdad de Género: Una Batalla Cuesta Arriba (2017). Consultado en: http://www.oecd.org/mexico/Gender2017-MEX-es.pdf [3] INEGI Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo 2014 [4] INEGI, Encuesta Nacional de Uso del tiempo 2014 y Cuenta Satélite del trabajo no remunerado en México. [5] De acuerdo con el INEGI, las principales diferencias se observan en el trabajo para el mercado, puesto que los hombres registran un valor que duplica el de las mujeres; en contraparte, en el trabajo no remunerado de los hogares, las mujeres de 12 años y más triplican el registrado por los varones. El trabajo no remunerado de los hogares incluye trabajo doméstico no remunerado para el propio hogar, trabajo no remunerado de cuidado para los integrantes del hogar, el trabajo no remunerado de apoyo a otros hogares, trabajo no remunerado para la comunidad y trabajo no remunerado voluntario.
Sector Gobierno
MERCADO LABORAL DE LAS MUJERES ¿Cuáles son las diferencias entre el trabajo remunerado y no remunerado de mujeres y hombres?
FOTO: CUARTO OSCURO
ROBERTO CAMPA CIFRIÁN
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n la presente administración se han alcanzado cifras récord en la creación de empleos formales. De diciembre de 2012 a la fecha, hemos logrado generar más de 3.6 millones de empleos formales, cifra superior a la suma alcanzada en conjunto por las dos administraciones anteriores. De estos empleos, 42% ha sido para mujeres. También es digno de mencionarse que, en los primeros cinco meses de este año, se crearon 489,617 puestos de trabajo. Esto representa el mejor desempeño cuatrimestral desde que se tiene registro (1982). De mantenerse esta tendencia sin precedentes de generación de empleos formales, es posible estimar que, al cierre del segundo cuatrimestre de este año, se habrá cumplido con la meta establecida de crear cuatro millones de empleos formales, antes de que concluya la actual administración. Este sexenio se ha caracterizado por una mayor inclusión de las mujeres en el mercado laboral, ya que de diciembre de 2012 a la fecha, la participación de las mujeres ha crecido a tasas más elevadas en comparación con la de los hombres, es decir, durante este periodo, su proporción ha crecido a una tasa de 26%, mientras que la de los hombres a una de 20%. A pesar de estos avances importantes, aún hay mucho por hacer para superar algunos aspectos del ámbito laboral que afectan a las mujeres. En México existen 52.9 millones de personas ocupadas, de las cuales 20.1 millones son mujeres y, de estas, 57% se encuentran ocupadas en trabajos informales. El salario promedio de las mujeres en un empleo formal es de 9,854 pesos mensuales, que es menor al de los hombres, por casi 1,437 pesos.
Además, las mujeres dedican al trabajo no remunerado alrededor de cuatro horas más que los hombres por día, como lo señala la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, OCDE (www.oecd.org/ eco/surveys/economic-survey-mexico.htm). Es urgente continuar con la aplicación de políticas públicas que faciliten la inclusión laboral en beneficio de las mujeres para fomentar la aplicación de esquemas más equitativos que remedien sus condiciones de exclusión. La Norma Mexicana en Igualdad Laboral y No Discriminación busca eliminar prácticas que marginan a la mujer en su centro de trabajo. Recientemente, 137 centros de trabajo, públicos y privados recibieron su certificación al incorporar la perspectiva de género y no discriminación en los procesos de reclutamiento, selección, movilidad y capacitación; adoptar medidas para garantizar la igualdad salarial e implementar acciones contra la violencia laboral y en favor de la corresponsabilidad entre la vida laboral, familiar y personal. En resumen, nuestro objetivo es consolidar un mercado laboral más incluyente en el que el capital humano goce de igualdad de trato y oportunidades entre mujeres y hombres.
Es urgente continuar con la aplicación de políticas públicas que faciliten la inclusión laboral en beneficio de las mujeres para fomentar la aplicación de esquemas más equitativos que remedien sus condiciones de exclusión
Roberto Campa Cifrián, Secretario de Trabajo y Previsión Social.
REFERENCIA: Las cifras corresponden a las presentadas por el Instituto Mexicano del Seguro Social con corte a mayo de 2018 y a los registros de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del primer trimestre de 2018. JULIO, 2018 | TODAS |
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EL TRABAJO INFANTIL NO ENALTECE Los motivos por los que este sector de la población trabaja son diversos; van desde la pobreza, hasta los llamados usos y costumbres, así como la demanda de mano de obra.
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RICARDO BUCIO
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uidar y estar a cargo de los hermanos pequeños, realizar oficios —algunos incluso peligrosos y extenuantes— o que roban tiempo para estudiar, descansar o jugar, no solo constituyen una violación a la Constitución que prohíbe el trabajo infantil y adolescente antes de los 15 años, sino también una normalización del abuso y/o explotación. La definición de trabajo infantil (remunerado o no) en México señala que es el que se hace con la participación de una niña, niño y adolescente en “una actividad que realiza al margen de la ley, en muchas ocasiones en condiciones peligrosas o insalubres o en violación a sus derechos, lo cual les puede producir efectos negativos inmediatos o en el futuro para su desarrollo físico, mental, psicológico o social, u obstaculizar su salud”. Esta definición se basa en la Resolución de la Decimoctava Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo realizada en Ginebra. Dicha temática es una forma más de violencia de género, ya que siguen siendo más las niñas y las adolescentes quienes dedican más horas o en horarios prolongados a las labores del hogar o al cuidado de otras personas. Mientras que son más niños y adolescentes los que están en actividades peligrosas o en edad no permitida (como el trabajo en ladrilleras, campos tomateros, etc.), según los datos arrojados por el Módulo de Trabajo Infantil 2017 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Y aunque socialmente el trabajo infantil más rechazado o visible puede ser el relacionado con niñez en situación de calle o en las calles, lo cierto es que, según este último estudio, las niñas, niños y adolescentes están trabajando en su mayoría en actividades en el campo, ganadería, caza o pesca (alrededor de 700,000), en segundo lugar en minería, construcción e industria (casi 500,000) o más de 100,000 en trabajo doméstico o incluso en servicios personales o de vigilancia. Los recientes datos dados a conocer por el INEGI son una medición del trabajo infantil desde una perspectiva amplia, que incluye tanto el trabajo en
actividades económicas no permitidas, como el trabajo no remunerado en actividades domésticas en el propio hogar en condiciones no adecuadas. Lo anterior nos ayuda a dimensionar que la explotación infantil, desde la más sutil hasta la más cruel como la esclavitud o la trata de personas, puede estar incluso relacionada con las personas más cercanas y las que debieran de ser las encargadas de procurar las mejores condiciones para su desarrollo, es decir, su propia familia. A la vez, también evidencia que la prohibición del trabajo infantil no ha logrado erradicarlo y que hay una normalización social del mismo. Los motivos por los que este sector de la población trabaja —que se calcula son 3.2 millones— también son diversos: el más común es la pobreza, pero también los llamados usos y costumbres, la demanda de algunos sectores de este tipo de “mano de obra” o la perspectiva de las familias de que no vale la pena estudiar por la calidad de la educación. Si no se combate y erradica el trabajo infantil se fomenta la reproducción de la pobreza, bajo nivel educativo, afectaciones en su salud física presente y futura (que son aún más intensas que en las personas adultas por estar aún en etapa de desarrollo) y las psicológicas porque son más propensos a la violencia, humillación y explotación. Sin duda, la solución a esta problemática implica el trabajo de muchas instituciones para sancionar a quien viole la ley, para retirar del trabajo peligroso a las y los niños y adolescentes –dando capacitación para otras actividades y oportunidades en empleos que no impliquen riesgos– y mejorando la educación para que en realidad signifique una herramienta para la movilidad social. Es también tarea de toda la sociedad en su conjunto detectar, defender, denunciar y entender que niñas, niños y adolescentes, son, en este momento, eso: niñez y adolescencia que tienen derecho a vivir esta etapa sin que nada atente contra su desarrollo, que su lugar está en las aulas, jugando, estudiando y no en el campo, en una fábrica o cuidando y haciendo labores que les afecten en su desarrollo.
La explotación infantil, desde la más sutil hasta la más cruel —como la esclavitud o la trata de personas—, puede estar relacionada con su propia familia
Ricardo Bucio, Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes.
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Reportaje POR: BERENICE CHAVARRÍA
DOBLE JORNADA LABORAL
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El gobierno y las empresas deben proporcionar recursos y oportunidades para reducir el tiempo laboral de las mujeres.
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rabajo en la oficina de 9:00 a 15:00 y también trabajo criando a mi hijo de 16:00 a 8:30. Estoy agotada y sin tiempo para mí”, dice Esthela Arredón. Ella es una de las mujeres que dividen su día en realizar trabajo remunerado y no remunerado. Dentro y fuera de casa, todas las mujeres enfrentan más barreras y se encuentran con más limitantes que los hombres; una de las causas es que sus condiciones laborales remuneradas son precarias, de acuerdo con Oxfam, una organización internacional que realiza labores humanitarias en el mundo. Otra razón que provoca la explotación laboral de las mujeres en México es la cultura del trabajo que existe en nuestro país. “Un sistema patriarcal le ha dado injustamente la carga de trabajo no remunerado a las mujeres, impidiéndoles acceder al mercado laboral, o incluso si acceden a trabajar, lo hacen con menor movilidad”, explica Diego Vázquez, gerente de investigación de Oxfam México. Lo anterior es confirmado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El organismo detalla que fuera de casa, más mujeres que hombres trabajan en empleos mal pagados y poco reconocidos. También dentro de los hogares, ellas se encargan del 77% de las labores de cuidado. La solución no se encuentra en una mejor distribución del tiempo diario de las mujeres, sino en “contribuir para que las políticas macroeconómicas promuevan el empoderamiento económico de ellas y redistribuyan recursos para la igualdad de género”, destaca la ONU.
Más derechos para ellas “La igualdad no solo beneficia a las mujeres, sino a todo el mundo”, dice Carolina Moreno Sepúlveda, especialista en temas de equidad de género por la ONU y directora fundadora de We Work Equality, una consultoría enfocada en procurar igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres al interior de las compañías. “Los objetivos de We Work Equality son ayudar a los trabajadores y a las compañías; el fin último es hacer que los lugares de trabajo sean lugares más justos y darle igualdad de oportunidades reales a las mujeres”, dice Moreno. 16
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Si las empresas modifican su funcionamiento en favor de las mujeres, además de cuidar sus derechos, les brindarán mayores oportunidades de desarrollo profesional y personal. “En México, la adversidad más grande es no reconocer el problema. Cuando hablo con directivos me doy cuenta de que ellos no tienen ninguna intención de discriminar a nadie, lo que no tienen es información. En el momento en que interiorizan la problemática, es cuando se puede solucionar”, explica Moreno. We Work Equality funciona así: se establecen mecanismos de medición en las empresas para que entiendan qué es lo que hacen mal. Después se plantean acciones inmediatas para corregir situaciones de riesgo, entendiendo la seguridad de las mujeres y la equidad como prioridad. Posteriormente se genera un plan de igualdad a mediano y largo plazo. Esto va desde lenguaje inclusivo, eliminar discriminación por embarazo, modificar horarios de entrada y salida, hasta crear planes para que las mujeres alcancen puestos directivos. De esta forma, las empresas podrán encontrar beneficios económicos, al mismo tiempo que cumplen con su responsabilidad como agente económico mayoritario en el país: vigilar los derechos de sus trabajadores y compradores. La especialista en temas de igualdad de género por la ONU, destaca que otro generador de desigualdad es la poca atención por parte del gobierno. “Las empresas tienen miedo de dejar en manos del gobierno la implementación de políticas para apoyar en esta problemática”. Por tanto, además de la tarea de las empresas, el Estado mexicano juega un papel importante en reconocer la labor de las mujeres. “Lo que le hace falta a México es un gobierno que respalde las legislaciones que ya existen, les pido que vean lo que hacen por acción u omisión en contra de las mujeres; hay que asignar presupuestos y equipos que motiven la igualdad. Debemos tomar acciones, el cambio no ocurre por generación espontánea”, concluye la especialista. “Mi jornada comienza a las 4:00 de la mañana” dice doña Teresa, vendedora informal. “Mi mamá cumplía varias jornadas: la laboral, la de crianza, alimentación y cuidado de tres hijos. Estudiaba de madrugada”, expresa Virginia. Como ellas, miles de mujeres; de ahí la necesidad de reconocerlas, apoyarlas y empoderarlas.
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LAS MUJERES EN LOS SINDICATOS Es necesario hacer una breve reflexión en momentos de oportunidades.
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INÉS GONZÁLEZ NICOLÁS
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os sindicatos viven un franco descrédito social. Ahí las mujeres tienen que abrirse camino, ellas dicen que llegar cuesta y sostenerse mucho más. La Secretaría General es ocupada por los hombres. En ese puesto ellas están en 20%,1 luego solo llegan a puestos sindicales de menor importancia. La discriminación femenina es muy obvia en el sindicalismo. Ayuda el estatuto sindical con normas discriminatorias que inhiben la participación de las mujeres. Así enfrentan una doble lucha, en el comité, donde se excluye la causa de las mujeres, y en la patronal. Los empresarios discuten con los líderes, “es mejor hacer acuerdo con los hombres” y en los hechos, no todas las mujeres de los comités participan en la negociación obrero-patronal. ¿Qué han hecho las mujeres en los sindicatos? Con la herramienta de género se capacitan; forman a otras; hoy existen discursos inclusivos, pero aún no se traducen en la agenda sindical, estatutos, ni en contratos colectivos de trabajo. Ellas celebran las fechas feministas, realizan actividades nacionales, regionales, locales, para la sensibilización. Se han apropiado del discurso de género. Irrumpieron en actividades públicas y foros, donde se hacen escuchar. Plantean demandas, crean políticas públicas para el cuidado de las y los hijos; la ratificación del Convenio 156 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), referido a las responsabilidades familiares; piden la creación de un convenio contra la violencia laboral a la OIT. Plantean reformas a la Ley Federal del Trabajo (LFT) para incorporar derechos distintos a los de maternidad, referidos a la discriminación y la violencia por razones de género. Se crearon cuotas de género en algunos sindicatos como en la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), que van de 33% a 67%, sin que ello se vea reflejado en la práctica. La paridad es realidad sólo en el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, pero aún no opera para la Secretaría General.
La representación sindical de género tendría que ser acorde a la proporcionalidad de hombres y mujeres, necesaria para fortalecer el sindicato y crear condiciones para políticas sindicales afirmativas. Respecto de armonizar el trabajo y la familia, no tiene grandes avances en los contratos colectivos, ni en la LFT. En 2012 la reforma planteó cinco días para los padres cuando los hijos e hijas nacen. Otros sindicatos rebasaron los cinco días, como el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM), Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana y el Sindicato Único de Trabajadores del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (SUTCONALEP), pero no se comparten los cuidados. Las líderes de la UNT discuten la economía del cuidado, más allá del sindicato, como política de Estado. El sindicalismo mexicano en organizaciones caracterizadas por real vida sindical, democrática e independiente, con 20 años de trabajo por mejorar y ampliar su participación, carecen de un programa sistémico. Muchas actividades, pocos resultados. Habría que impulsar un programa encaminado a la igualdad sustantiva, una agenda con visión de género, dentro del conjunto del sindicato, como paso democrático. Qué oportunidades se presentan para las mujeres en los sindicatos. Una es la reforma constitucional de 2017, que plantea por primera vez el voto libre, personal y secreto para la elección de la dirigencia sindical. Hoy se requiere una reforma laboral secundaria para establecer la participación proporcional de hombres y mujeres en los comités ejecutivos. Otra oportunidad, son los cambios políticos de 2018. La organización sindical es una institución social que con sus políticas impacta, no solo a las y los trabajadores, sino a toda la sociedad, por eso hay que recuperarla. Las mujeres serán clave en esos procesos. Hay que aprovecharlos ¡ya!
La organización sindical es una institución social que impacta no solo a las y los trabajadores, sino a toda la sociedad, por eso hay que recuperarla. Las mujeres serán clave en esos procesos
Inés González Nicolás, Integrante de la Red de Mujeres Sindicalistas y funcionaria de la Fundación Friedrich Ebert.
REFERENCIA: [1] Cálculos propios porque no existen datos oficiales. JULIO, 2018 | TODAS |
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Consejo Consultivo
“¿OCUPACIÓN?, CUIDADOS DEL HOGAR” ILUSTRACIÓN: SHUTTERSTOCK
NORMA ALICIA MOREL GUEVARA -Entonces, preguntó el oficinista de manera mecánica, ¿ocupación? -Cuidados del hogar… dijo, respondiendo sin mayor entusiasmo y mirando en la pantalla del ordenador cómo letra tras letra se dibujaba no en una ocupación sino un destino asumido. Como si no quedarán más posibilidades de existencia, a pesar de tener un título universitario que ahora, solamente, colgaba en la pared junto a un calendario.
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stas líneas podrían ser el pasaje de una novela, pero ¿cuál es la verdadera dimensión de tener por ocupación los cuidados del hogar? Cuantificar el valor que aporta a un país esta ocupación, requiere dimensionar su impacto en diversas áreas, entre ellas la social, la económica, la jurídica, la salud, la educación y la política, entre otras, así como en los índices de Crecimiento y Desarrollo Humano. Trabajo no es sinónimo de empleo. De acuerdo con el Índice Global de Brecha de Género de 2017 del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), México se ubicó en el sitio 124 en participación y oportunidades de la mujer en la economía y en el 128 en igualdad salarial, de 144 países participantes. Dentro del trabajo remunerado de hombres y mujeres existe una desigualdad estructural en el salario en desventaja para las mujeres de hasta 35%, por realizar el mismo trabajo aun cuando el empleo y educación sean similares. Se enfatiza en prácticas que propician la discriminación, como la doble jornada y carga inequitativa de tareas domésticas. Diversos estudios en el mundo han hecho evidente esta práctica, y en una derivación positiva de dichos estudios, Islandia ha eliminado por ley la brecha salarial entre mujeres y hombres. En cuanto al trabajo no remunerado, que mayoritariamente lo ejercen las mujeres en el área doméstica en un 54.2% contra un 45.8% de los hombres, su valor económico representa un 23.2% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, por arriba de los 4.6 billones de pesos de acuerdo con datos del 2016, donde el 75.3% fue generado mediante el trabajo de las mujeres, ocupando 2,027 millones de horas a la semana, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de la cuenta satélite del trabajo no remunerado de los hogares.1 El trabajo no remunerado incluye entre otras, las labores de administración, logística y organización de la vivienda, limpieza, compra y preparación de alimentos, compras en general, limpieza de ropa, cuidados generales, de salud, cuidados y apoyo al hogar y a otros hogares. El INEGI calcula que la aportación anual del trabajo no remunerado generado por las mujeres
per cápita a valor de mercado es, de aproximadamente, 52,000 pesos, mientras que la contribución anual por cada hombre que realiza estas labores es de 19,000 pesos.2 Habría que visibilizar la contribución que hace o deja de hacer una mujer, cuando por dedicar su tiempo al quehacer doméstico no remunerado, deja de aportar más horas de uso del tiempo a su propio crecimiento, al impacto que ese crecimiento puede tener en la comunidad, en el desarrollo de proyectos empresariales y productivos, en investigaciones científicas o académicas y que directamente merma su posicionamiento en los puestos de decisión y poder dentro de los ámbitos público y privado. El trabajo doméstico no remunerado es invisible, difícil de cuantificar porque no solamente tiene un coste económico, sino que incluye otra serie de costes como el emocional y psicológico que no pueden medirse. Es así también, una plataforma de lanzamiento y posicionamiento de otros miembros de la familia en ámbitos profesionales, laborales y sociales, y la medida de su valor entonces sería identificar el alcance y proyección que tienen sus logros y su grado de incidencia en el desarrollo integral de la sociedad. Hace apenas unos días fue votado el virtual presidente electo del país, donde 51.4% somos mujeres, con un reconocido potencial generador de riqueza. En esta nueva etapa del México contemporáneo, deberá ser prioridad fincar sistemas de redistribución entre las entidades económicas básicas que son los hogares, las empresas y el Estado, legitimar el trabajo doméstico no remunerado, si queremos cumplir varios de los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Dentro del trabajo remunerado de hombres y mujeres existe una desigualdad estructural en el salario en desventaja para las mujeres de hasta 35%, por realizar el mismo trabajo aun cuando el empleo y educación sean similares
Norma Alicia Morel Guevara, Consejera Consultiva del INMUJERES.
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REFERENCIAS: 1 y 2.] INEGI. Sistema de Cuentas Nacionales de México. Cuenta satélite del trabajo no remunerado de los hogares de México, 2016 preliminar. Base 2013. México. 2017. 2.] Simulador del valor económico de las labores domésticas y de cuidados: http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/cn/tnrh/simulador.aspx
Academia
PARA LAS MUJERES, LA FLEXIBILIDAD ES INFLEXIBLE ILUSTRACIÓN: SHUTTERSTOCK
Los cambios en la organización del trabajo, las formas temporales de contratación y las oportunidades de movilidad han disminuido sus posibilidades de una mejor condición laboral.
MARÍA EUGENIA DE LA O MARTÍNEZ
E
l paso del neoliberalismo y la posterior globalización favorecieron el surgimiento de nuevas modalidades de trabajo a nivel mundial, cuya meta era recuperar la capacidad productiva perdida en décadas anteriores. Para México, el reto de la modernidad económica inició en la década de los ochenta, junto a los efectos de la crisis económica de 1982, lo que permitió implementar medidas de ajuste económico, ampliar la deuda externa y poner en marcha un proyecto de modernización productiva. El avance de dicho proyecto fue evidente en 1994 con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) y la incorporación de México a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En estos términos, la modernización significó la reorganización entre el capital y el trabajo, y para México representó cambios sustantivos en el mercado de trabajo, la readecuación productiva en las empresas y la modificación de la legislación laboral. Se trató de procesos de flexibilidad laboral y reestructuración de la fuerza de trabajo, los que se reflejaron en nuevas formas de contratación, remuneración y estilos de trabajo. Con el tiempo, proliferaron contratos temporales de trabajo asociados a las necesidades productivas de las empresas, horarios flexibles y diversas formas de la subcontratación y externalización de servicios conocidos como outsourcing. Además de continuos intentos del Estado por transformar a la Ley Federal del Trabajo a su mínima expresión, desde el gobierno de Ernesto Zedillo hasta el actual mandatario, Enrique Peña, quienes han promovido iniciativas de reforma a la Ley Federal del Trabajo. Si bien la flexibilidad laboral ha impactado al conjunto de trabajadores, las mujeres han vivido este proceso de manera diferente; los cambios en la organización del trabajo, las formas temporales de contratación y las oportunidades de movilidad asociadas a la productividad han disminuido sus posibilidades de acceso a una mejor condición laboral.
Cabe recordar que el trabajo flexible se ofreció como una panacea para las mujeres, quienes podrían organizar su propia jornada de trabajo e incluso laborar en sus hogares, y con ello, disfrutar de mayor tiempo con sus familias. Pero lo que se observó en numerosas empresas como las maquiladoras, fue que cientos de trabajadoras no lograron equilibrar las condiciones de un trabajo flexible con las necesidades familiares y personales. Los cambios continuos de horarios, contratos mensuales y nuevas reglas de trabajo colocaron a las mujeres en una clara desventaja en el mercado laboral, sobre todo, si se tenían hijos o dependientes. La flexibilidad en el mercado laboral implica para las mujeres realizar varios tipos de arreglos debido al carácter temporal y las variaciones de las remuneraciones. Quienes se encuentran en mayor desventaja son las mujeres mayores y con hijos, las que transitarán seguramente a la exclusión laboral, en tanto las jóvenes, accederán a un mercado precarizado, heterogéneo y sin seguridad laboral. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2017) son las mujeres quienes ocupan 70% de los trabajos más precarios, y un 44.1% de las mujeres trabajadoras carecen de contratos. Además 44.7% no cuenta con servicios de salud. Asimismo, una gran mayoría cumplen con dobles jornadas laborales: el trabajo remunerado y las actividades domésticas. La flexibilidad laboral ha contribuido a disminuir las posibilidades de acceso a un trabajo estable, con seguridad social y derecho a la sindicalización, en un mercado de trabajo ya de por si caracterizado por la insuficiente generación de empleos de calidad. De igual forma, la flexibilización ha estado acompañada de una presencia institucional incapaz de ofrecer cobertura de seguridad social y mínimos de bienestar. Si bien los cambios estructurales en la economía, como la flexibilidad laboral, inciden en el comportamiento del mercado de trabajo, en lo cotidiano, las mujeres lo experimentan como un riesgo económico permanente en sus vidas frente a una posible exclusión del mundo laboral, lo que se traduce en un fuerte sentido de desesperanza.
Los cambios continuos de horarios, contratos mensuales y nuevas reglas de trabajo colocaron a las mujeres en una clara desventaja en el mercado laboral, sobre todo, si se tenían hijos o dependientes
María Eugenia de la O Martínez, Investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.
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Consejo Social
SOLO PUEDE EXISTIR DESARROLLO SI HAY IGUALDAD LABORAL
L
a desigualdad laboral en virtud del género no es una excepción a la falta de oportunidades y discriminación que padecemos las mujeres en México y el mundo. Por citar un ejemplo, en el informe, titulado “Las mujeres en el mercado de trabajo: medir el progreso e identificar los desafíos”, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala tres áreas en las que persisten desequilibrios en materia de igualdad de género en el mundo del trabajo; el número de mujeres consideradas económicamente inactivas, ante la falta de un salario remunerado; las mayores dificultades que tenemos las mujeres para encontrar trabajo; y los menores salarios y prestaciones sociales que recibimos frente al mismo tipo de trabajo y puesto que los hombres. Peor aún, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), siempre llama la atención sobre el elevado número de horas al día que las mujeres de nuestro país destinamos a cuidados del hogar y de la familia (incluyendo en muchos casos no sólo a sus padres e hijos, sino también a los padres de su pareja) y, en general, a trabajos no remunerados, lo que entorpece nuestras actividades económicas. Asimismo, de acuerdo con el Estudio sobre la Igualdad de Hombres y Mujeres en la APF (2017) editado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos1, en nuestro país, en el año 2017, la participación de mujeres en edad de trabajar en el mercado económico era de 42.9%, frente a 77.8% de los hombres; es decir, 34.9% por debajo de estos; menor al promedio de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) que es de 67% y de países referentes en este tema, como Chile (66%), Colombia (63%), y Estados Unidos (68%), entre otros. Entre los factores que han beneficiado el aumento de mujeres en el mercado laboral, está el control y descenso de la fecundidad, modificaciones en los roles familiares, un mayor reconocimiento a los derechos de las mujeres, la paulatina eliminación de las barreras formales que nos alejaban de ciertas profesiones y ocupaciones, una mayor escolaridad de las mujeres de la población económicamente activa, y crisis económicas, entre otros.
FOTO: SHUTTERSTOCK
VIOLETA DEL PILAR LAGUNES VIVEROS
Sin embargo, el trabajo femenino aún se concentra en sectores y ocupaciones que tienden a tener bajos salarios: 78.5% de las mujeres trabaja en el sector terciario (frente al 50.1% de los hombres), con una importante proporción en servicios poco calificados, como el servicio doméstico (10.7% mujeres, frente a 0.9% hombres); y donde las mujeres realizan 94.9% del trabajo doméstico remunerado; existen más posibilidades de ocupación como trabajadoras familiares contribuyentes sin recibir ingresos en altas proporciones (7.2% de las mujeres ocupadas contra 3.3% de los hombres); el salario promedio del sector terciario para las mujeres es de 37.7 pesos por hora trabajada, mientras que los hombres reciben 40.6 pesos; la desventaja salarial en el sector secundario es de 18.9% inferior a la de los hombres (las mujeres perciben en promedio 28.5 pesos por hora trabajada contra 35.2 pesos de los hombres). Peor aún, el hecho de que muchas mujeres trabajen en la informalidad (56.3% frente a 49.2% de los hombres), hasta el tercer trimestre de 2017, implica que no gozan de prestaciones sociales ni podrán recibir los beneficios de una jubilación. En esta situación nos encontramos las mujeres en el mercado laboral, a pesar de la “Reforma Laboral” tan aplaudida por la clase política, y ningún esfuerzo tendrá mayor avance en la realidad, ante la falta de voluntad para fomentar una cultura de no discriminación laboral en virtud del género, y para imponer y ejecutar sanciones ejemplares a quienes incumplan estas disposiciones legales y administrativas. Esperemos que pronto podamos comprender que equilibrar las condiciones de vida de mujeres y hombres, no solo es un tema de derechos humanos, sino de desarrollo social y nacional; por ello, las y los invito a que juntos construyamos juntos ese México con Justicia Social que merecemos.
Entre los factores que han beneficiado el aumento de mujeres en el mercado laboral, son el control y descenso de la fecundidad, modificación en los roles familiares, mayor reconocimiento a sus derechos, una mayor escolaridad, entre otros.
Violeta del Pilar Lagunes Viveros, Consejera Social del Inmujeres.
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REFERENCIA: [1] Consultar este documento en el siguiente link: http://www. cndh.org.mx/sites/all/doc/Informes/Especiales/Estudio-igualdad-20180206.pdf.
Estados
PAGOS EQUITATIVOS Se necesita una política pública para disminuir brechas de desigualdad en Hidalgo.
H
idalgo tiene una población total de 2,858,359 habitantes, de los cuales 52.1% son mujeres y 47.9% son hombres, mayoría demográfica femenina que contrasta con las desventajas en los indicadores que miden las condiciones de vida, por ejemplo, las mujeres conforman 62% de personas analfabetas. En materia económica, 63% de mujeres participan en el trabajo no remunerado (cuidado de personas mayores y enfermas, así como trabajo doméstico), en cambio constituyen apenas el 39.7% de la Población Económicamente Activa (Encuesta Intercensal 2015, INEGI), principalmente en el sector de comercio y servicios, con 74.8% (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2017, INEGI). Las mujeres representan 68% en actividades por cuenta propia y de baja inversión; y solo 26.0 % son empleadoras. En nivel de ingreso, 29% de mujeres contra 20.2% de hombres ganan hasta un salario mínimo y al revés, quienes obtienen de 2 a 5 salarios mínimos son 32.1% hombres y 23% mujeres. De los 757,252 hogares en Hidalgo, en 71% el principal proveedor es un hombre y en 29% una mujer, lo que refleja la urgencia de acciones en materia de empoderamiento económico de las mujeres. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, retoma esta necesidad en una de las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5: reconocer y valorar los cuidados no remunerados y el trabajo doméstico no remunerado mediante la prestación de servicios públicos, la provisión de
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MARÍA CONCEPCIÓN HERNÁNDEZ ARAGÓN
infraestructuras y la formulación de políticas de protección social, así como la promoción de la responsabilidad compartida en el hogar y la familia, según proceda en cada país. En seguimiento a esta exigencia internacional, el gobierno de Hidalgo incluyó en el Plan Estatal de Desarrollo 2016-2022, una política transversal de perspectiva de género, que permita ampliar las capacidades de las mujeres y las niñas en todos los ámbitos del desarrollo, de la cual deriva el Programa Transversal de Perspectiva de Género que cuenta con objetivos, estrategias y acciones enfocadas específicamente a implementar acciones afirmativas para su empoderamiento. Lo anterior incluye fomentar la capacitación laboral para promover el acceso de las mujeres al trabajo remunerado; integrarlas al sector productivo en condiciones de igualdad con los hombres; favorecer su autonomía económica mediante el emprendedurismo y acceso a recursos para proyectos productivos y de desarrollo sustentable; promover la capacitación para el trabajo, desarrollo empresarial y acceso a esquemas de financiamiento. Acciones que se traducen en programas que impulsa la Secretaría de Gobierno por medio del Instituto Hidalguense de las Mujeres, para incentivar y fomentar la permanencia de alumnas a nivel bachillerato y licenciatura, como el programa de becas. Asimismo, se busca cerrar ciclos de empoderamiento, principalmente con mujeres en situación de violencia, mediante el fortalecimiento de su economía a través de programas de créditos y capacitación para el autoempleo.
Se busca cerrar ciclos de empoderamiento, principalmente con mujeres en situación de violencia, mediante el fortalecimiento de su economía a través de programas de créditos y capacitación para el autoempleo
María Concepción Hernández Aragón, Directora General del Instituto Hidalguense de las Mujeres.
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Recomendaciones POR: BERENICE CHAVARRÍA
DOCUMENTAL
ACTUALIDAD
¡CUIDADO, RESBALA! En la sociedad hay actividades que son imprescindibles para mantener sano el tejido social, pero en ocasiones resultan invisibles y no valoradas; así es el trabajo de cuidados sin remuneración. Por tal razón, la Asociación Círculo de Mujeres, en España, integrado por seis codirectoras (una pedagoga, dos psicólogas, una abogada, una educadora y una realizadora) realizó el documental ¡Cuidado, resbala! a través del cual se busca visibilizar esta labor con ayuda de testimonios de mujeres que realizan dichas actividades. El documental aborda este tema como una de las preocupaciones de la sociedad en general y de los movimientos feministas. Se destaca la necesidad de saber quien lo realiza, lo necesario que resulta, lo que aporta a la economía y la importancia de valorarlo. Disponible en: vimeo.com
PELÍCULAS ¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO? Gloria es la protagonista de esta historia, una ama de casa que se gana la vida como secretaria y que tiene un matrimonio infeliz, en el que su marido reproduce estereotipos machistas que la obligan a estar al servicio de él, de sus dos hijos y de su suegra. En el filme se pueden observar situaciones que viven aquellas amas de casa que desempeñan empleos fuera y dentro del hogar, acercando a los espectadores a una realidad poco visible, en la que las mujeres llevan sobre los hombros una carga de trabajo poco valorada y nada remunerada. Disponible en: Amazon
JOY: EL NOMBRE DEL ÉXITO Esta película cuenta la historia de Joy, una mujer que logra convertirse en empresaria, aún con todo en contra. Por un lado, es hija de un padre que intenta obligarla a llevar la contabilidad de su negocio. Y por otra parte, tiene un esposo que no la ayuda en su hogar; ya que es cantante y no tiene una estabilidad económica concreta. Esta mujer emprendedora busca cumplir sus objetivos al mismo tiempo que apoya a su hija. Joy crea un producto y para darlo a conocer debe lidiar con su inexperiencia en materia de negocios, con las trabas que le pone su familia, y con las dificultades que implica emprender. Finalmente lo logra, demostrando que luchar por ideales y no dejarse influenciar por su alrededor es la receta del éxito. Disponible en: Amazon
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DERECHOS HUMANOS DE LAS CUIDADORAS La Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres, publicó el estudio El trabajo de cuidados: una cuestión de derechos humanos y políticas públicas, en el que se abordan los obstáculos estructurales; el trabajo de cuidados no remunerado; un enfoque de derechos y las contribuciones y buenas prácticas institucionales. En él se destacan las desigualdades de género en el reparto de actividades domésticas y de cuidado. De la misma forma, aquí se realizan propuestas de transformación y de cambio que propicien la igualdad e inclusión social; resaltando la importancia de la incorporación de los hombres en todo aquello que se entiende como el trabajo de cuidado no remunerado. Lo puedes leer en:: www2.unwomen.org
LIBROS USO DEL TIEMPO Y TRABAJO NO REMUNERADO EN MÉXICO En este libro escrito por Brígida García y Edith Pacheco, se contextualizan las condiciones del trabajo remunerado y no remunerado en nuestro país. Además, se destaca la participación activa de toda la sociedad y se abordan temáticas como la importancia económica del trabajo doméstico y la pobreza de tiempo, tanto de mujeres como hombres, para dedicar tiempo a actividades recreativas. La solución propuesta enfoca sus objetivos en un cambio generacional y sociocultural que propicie mayores libertades y elimine las desigualdades sociales y de género. Editorial: El Colegio de México
Breves CONVENIO CON EL TFJA Marcela Eternod Arámburu destacó el trabajo y el esfuerzo desplegados por el Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJA), para impulsar la igualdad de género, y subrayó que este Convenio General permitirá impulsar el trabajo coordinado para alcanzar objetivos superiores en esa materia.
IGUALDAD LABORAL Y NO DISCRIMINACIÓN
MÉXICO PRESENTÓ SU INFORME ANTE LA CEDAW El Estado mexicano rindió cuentas sobre los avances en el cumplimiento de las obligaciones internacionales en materia de igualdad de género y derechos humanos de las mujeres ante el Comité para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés). México expresó cuáles son los principales obstáculos y desafíos para alcanzar la igualdad, qué grupos de mujeres están en condiciones de mayor vulnerabilidad, así como en dónde es necesario fortalecer los mecanismos para garantizar la inclusión y la no discriminación de mujeres y niñas. Con una delegación compuesta por representantes de los tres poderes del Estado, de organismos autónomos y desconcentrados, y de autoridades locales, México demostró su compromiso y voluntad política para alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres en todas las esferas, al sustentar su IX Informe ante el Comité CEDAW, el pasado 6 de julio. La sustentación es el resultado de un intenso proceso de colaboración entre los tres poderes de la Unión y los tres niveles de gobierno que inició con la preparación del informe y terminó con la rendición de cuentas ante el Comité de Expertas, un proceso de casi tres años, coordinado por el Inmujeres y la Secretaría de Relaciones Exteriores. La sustentación del Informe refrendó el reconocimiento de todas las áreas de oportunidad en las que aún se debe trabajar, particularmente en las políticas públicas. En la declaración inicial, se enfatizó que la CEDAW ha sido una ruta para encauzar los esfuerzos nacionales y articular a las y los actores relevantes, para avanzar en la política nacional de igualdad y la agenda de género. Se reconocieron los temas pendientes de atender, como protección integral de las mujeres migrantes y sus derechos; falta de un marco normativo sobre violencia política, falta de información y transparencia en los procesos de procuración y administración de justicia; problemas del país en armonización legislativa, y los que genera la falta de un código penal único. Al final, la Delegación mexicana se reunió con las y los representantes de la sociedad civil mexicana que asistieron, donde se reiteró el compromiso del Estado con el trabajo que las organizaciones llevan a cabo, dictando la agenda social de la inclusión, la no discriminación, el acceso a una vida libre de violencia y el respeto a los derechos humanos de mujeres y niñas, visibilizando las prioridades y las principales preocupaciones del movimiento amplio de mujeres, de los grupos feministas y de las OSC, así como los desafíos en materia de igualdad y derechos humanos que aún están a la espera de atención.
CICLO INTERAMERICANO “GÉNERO Y ENVEJECIMIENTO”
FOTOS: CORTESÍA
Los Titulares de la STPS, Roberto Campa Cifrián; del Instituto Nacional de las Mujeres, Marcela Eternod Arámburu y del CONAPRED, Alexandra Haas Paciuc, entregaron reconocimientos a 137 centros de trabajo certificados en la Norma Mexicana en Igualdad Laboral y no Discriminación, por propiciar una sociedad más incluyente. Eternod señaló que “en México, las mujeres realizan tres cuartas partes del trabajo no remunerado, convirtiéndose en una de las principales barreras para su inserción y permanencia en el mercado laboral, por lo que debemos avanzar en la valorización de este trabajo productivo y fundamental que permite que millones de personas vayan a la escuela y/o trabajos”.
El Inmujeres participó en el Ciclo Interamericano sobre Derechos Humanos de las Personas Mayores que busca ampliar voces y perspectivas para la articulación de agendas a favor del bienestar de las personas mayores. Marcela Eternod Arámburu mencionó que en México cinco de cada 10 hombres mayores de 60 años participan en el mercado de trabajo, en contraste con dos de cada 10 mujeres. Además, en el mundo, entre el 2000 y 2050 la población de más de 60 años pasará de 605 millones a 2,000 millones. En México, en uno de cada cuatro hogares vive una persona adulta mayor; 12% son mujeres que viven solas, y tres de cada diez mujeres adultas mayores tienen dificultad para realizar actividades cotidianas como caminar, comer o bañarse. JULIO, 2018 | TODAS |
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Numeralia Trabajo remunerado y no remunerado de mujeres y hombres
57.2
42.4%
horas a la semana es el tiempo dedicado por las mujeres a actividades laborales y a las no remuneradas del hogar en conjunto, mientras que los hombres dedican
de las mujeres de
15 a
Trabajadoras del hogar
85% de las trabajadoras del hogar ganan hasta dos salarios mínimos mensuales.
64 años participan en el
2017
mercado laboral, frente a
51.4
como trabajadoras del hogar.
77.3%
72.9%
horas.
de los hombres.
del tiempo total de trabajo de las mujeres, es para realizar trabajo no remunerado en los hogares. Por su parte, los hombres dedican a estas labores de su tiempo.
1.8 millones de trabajadoras del hogar carecen completamente de prestaciones laborales, lo que representa 74.9%. De ellas solo:
30.7%
6.8%
Condiciones laborales de mujeres y hombres en México
cuenta con vacaciones con goce de sueldo.
49.8% de las mujeres gana hasta dos salarios mínimos mensuales y solo
3.5%
3.9%
recibe algún otro tipo de prestación.
gana más de cinco salarios mínimos. Para los hombres, los salarios son de y , respectivamente.
1.8%
36.5% 6.2%
20.4% 17% de los hombres ocupados tienen una jornada menor a 35 horas semanales, cifra que para las mujeres es del doble,
34.4%.
del valor económico del trabajo doméstico no remunerado corresponde a las tareas de cuidado y apoyo (niñas, niños, personas adultas mayores, enfermos y con discapacidad).
percibe aguinaldo.
tiene acceso a instituciones de salud otorgado por su trabajo.
Trabajo infantil en el hogar 3.6% de las niñas y 3.3% de los niños de 5 a 14 años de edad hacen labor doméstica en condiciones no adecuadas, ya sea por:
El trabajo del cuidado
32.3%
2.2 millones de mujeres de 15 años en adelante, laboraban en
Las condiciones insalubres o de riesgo en que se llevan a
55.8% de las mujeres que no realizan trabajo remunerado, llevan a cabo actividades de cuidado y en promedio dedican
12.6 horas semanales.
cabo, pueden afectar su salud y desarrollo. Porque les impiden realizar sus actividades
50.2% de los hombres ocupados dedican 5.6 horas a la semana a estas tareas y solo
escolares. El esfuerzo físico efectuado.
41.3%
El tiempo excesivo
de los no ocupados contribuyen con 3.6 horas semanales.
dedicado.
Referencias: IINMUJERES, Sistema de Indicadores de Género; INEGI, Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) 2014. Tabulados básicos; INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Segundo trimestre de 2017. Consulta interactiva de datos; INMUJERES, a partir de INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Segundo trimestre de 2017. Base de datos; INEGI, Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares de México 2016. Disponible en: http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/cn/tnrh/ [Consultada el 19 de junio de 2018]; INMUJERES, a partir de INEGI, Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT), 2014. Base de datos; INEGI, Módulo de Trabajo Infantil (MTI), 2017. Tabulados predefinidos; INMUJERES, a partir de INEGI, Módulo de Trabajo Infantil (MTI), 2017. Base de datos, Conoce más, visita:http://estadistica.inmujeres.gob.mx.
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