El país de los ratones

Page 1

EL PAÍS DE LOS RATONES

Dana García Collantes

Hubo una vez un rey que gobernaba un gran país en el que vivían muchos ratones. Por lo general, los ratones eran bastante prósperos y tenían muchas cosas para comer, pero sucedió que un año las cosechas del país no fueron buenas y los ratones, que dependían de los granos que sobraban después de recoger la cosecha, descubrieron que sus reservas se estaban agotando antes de que llegara la primavera. Habiendo decidido que le haría una solicitud personal al rey del país, el rey de los ratones se vistió con su mejor traje gris y partió una mañana hacia el palacio. Cuando el guardia de la puerta le anunció al rey del país que un ratón solicitaba verlo, a Su Majestad le pareció muy divertido y ordenó que lo hicieran seguir.

2

El ratón entró a la cámara de audiencias llevándole al rey un hilito de seda en lugar de la bufanda ceremonial que era tradicional. –Buenos días, hermano Ratón –dijo el rey con cortesía–. ¿Qué puedo hacer por ti? El ratón hizo una graciosa venia y dijo: –Oh, Su Majestad, como bien s a bes, este año las cosechas han s i do escasas y nosotros los ratones estamos bajo la a m e n a z a d e u n a h a m b r u n a s i n o conseguimos que nos den, en calidad de préstamo, suficientes granos para pasar el invierno. Si tú nos prestas lo que necesitamos, te pagaremos con intereses en la próxima cosecha.

–Muy bien –dijo el rey,

3

acariciándose la barbilla–, ¿cuánto grano quieres?

–Necesitaríamos que nos llenaran uno de sus graneros más grandes –respondió el ratón.

–Y ¿cómo se llevarían el grano? –preguntó el rey.

–Eso déjalo en nuestras manos –contestó el ratón.

Así que el rey ordenó que les dejaran abierto a los ratones uno de los graneros más grandes y que nadie estorbe de ninguna manera. Esa noche el rey de los ratones llamó a todos sus súbditos y todos juntos invadieron el granero. Cada uno recogió todo el grano que pudo cargar en la boca, la espalda y agarrado en la cola, y cuando terminaron, el granero quedó desocupado y no sobró ni un solo grano de cebada.

A la mañana siguiente, cuando el rey fue a mirar el granero, se quedó asombrado de ver que los ratones habían sido capaces de

4

desocuparlo con tanta eficiencia y se formó una muy buena opinión de sus habilidades. Y cuando, durante la siguiente cosecha, el rey de los ratones cumplió su promesa y pagó el préstamo con intereses, el rey del país admitió que los ratones no sólo eran seres confiables sino muy inteligentes. He aquí que poco después de eso, el rey del país se vio obligado a enfrentarse en guerra con el reino vecino, que estaba en la orilla opuesta del río que formaba el límite entre los dos países. Este país era mucho más rico y poderoso que el país en el que vivían los ratones, y el rey de ese país pudo reunir rápidamente un gran ejército en la orilla opuesta del río y comenzó a prepararse para invadir a su vecino. Tan pronto como los ratones se enteraron de esta situación, se sintieron muy conmocionados porque temían quedar viviendo bajo las leyes de un gobernante desconocido y hostil. Así que

5

una vez más el rey de los ratones partió hacia el palacio del rey para ofrecerle su ayuda. A pesar de sus preocupaciones, al rey le pareció gracioso el ofrecimiento y le preguntó cómo podrían ayudarlo los ratones si él mismo no había podido reclutar suficientes hombres para defenderse del enemigo. –Eso déjalo en nuestras manos –respondió el ratón. Y el rey, sin saber qué otra cosa hacer, aceptó.

Al atardecer del día siguiente, el rey de los ratones condujo a varios miles de sus súbditos a la orilla del río, donde encontraron una flota de miles de palitos de treinta centímetros de largo que el rey del país había acordado poner allí por solicitud del rey de los ratones. Los ratones usaron los palitos como balsas para atravesar el río hasta el campo enemigo, donde todos los soldados estaban profundamente dormidos.

A una orden de su rey, los ratones se

6

dispersaron por el campo y se pusieron a trabajar silenciosamente, causando todos los e s t r a g o s q u e p u d i e r o n . A l g u n o s mordisquearon las cuerdas de los arcos y los cabestrillos de los mosquetes de los soldados; otros se pusieron a morder las mechas y la pólvora de los cañones; y otros más rompieron y cortaron la ropa y las coletas de los hombres mientras estos dormían. En efecto, los ratones mordisquearon y rompieron todo, sembrando la destrucción por todas partes. Después de un par de horas de trabajo, los ratones volvieron a reunirse en la orilla del río, se embarcaron de nuevo en sus balsas de palo y navegaron sin hacer ningún ruido hasta la otra orilla, sin que el enemigo los hubiese detectado y sin prender ninguna alarma.

A la mañana siguiente, al romper el día, un enorme alboroto estalló en el campo enemigo, a medida que cada hombre, al

7

despertarse, se encontró en un estado lamentable: con la ropa hecha jirones, los arcos sin cuerda, los rifles sin cabestrillo, ni mecha ni pólvora para dispararlos, y sin provisiones para desayunar. Como cada uno empezó a acusar a los otros de traición, muy pronto todo el campo estalló en una espantosa pelea. En medio de este clamor, se escucharon algunos disparos y clarines que provenían de la orilla opuesta y, creyendo que estaban a punto de ser invadidos, todo el ejército huyó despavorido. En pocos minutos desapareció hasta el último hombre.

E l r e y del país de los ratones estaba, natural mente, fascinado con esta victoria

t a n s e n c i l l a , y

e n s e g u i d a llamó al rey de

l o s r a t o n e s p a r a

agradecerle
8
por

sus buenos servicios. En cumplimiento de un trato hecho cuando los ratones ofrecieron su ayuda, el rey se puso rápidamente en la tarea de librar al país de las dos cosas más peligrosas para los ratones: las inundaciones y los gatos. Como las madrigueras de los ratones estaban en las tierras bajas, cerca del río, cualquier elevación del nivel del agua siempre producía un desbordamiento que inundaba sus cuevas. Entonces el rey ordenó que se construyera un fuerte muro de contención a lo largo del río para asegurarse de que, en el futuro, el agua no se desbordara. Por su parte, los gatos siempre han sido, desde luego, los mayores enemigos de los ratones, de manera que el rey los desterró para siempre del país expidiendo un edicto que les prohibía a todas las personas, de ahora en adelante y bajo pena de muerte, tener gatos de cualquier especie.

Estas recompensas dejaron muy satisfechos

9

a los ratones. El rey del país y el rey de los ratones supieron de ahí en adelante que cada uno podía confiar y contar con el otro para cualquier emergencia, y todo el mundo vivió en esa tierra solidaria y felizmente por el resto de la vida, excepto los gatos.

1

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.